Una abuela de cuento

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Una abuela de cuento

1ยบ ESO - IES Valle de Elda - 2013-2014

UNA ABUELA DE CUENTO Colecciรณn de 1ยบ ESO 2013-14 Prof. Dolores Egea Gonzรกlez Dep. Lengua castellana y literatura. IES Valle de Elda

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ÍNDICE DE CUENTOS

Pág. Num.

Caperucita Roja - Ana ............................................................................................................. 2 Caperucita Roja - Carlos S. .................................................................................................... 5 De este agua no beberé - Nuria R........................................................................................... 6 Eco y Narciso - Óscar An........................................................................................................ 7 El burro y el campesino - Víctor.............................................................................................9 El enanito saltarín - Torregrosa.............................................................................................10 El hada fea - Carlos T..............................................................................................................13 El niño y la serpiente - Zaira..................................................................................................14 El pastor mentiroso - José Ri.................................................................................................15 El sastre y los duendes - Félix................................................................................................16 El zapatero remendón - Carolina..........................................................................................17 El pescador - Ángela ............................................................................................................. 19 Flores y semillas - Jorge......................................................................................................... 20 Garbancito - Miriam.............................................................................................................. 21 Gotita de agua, copito de nieve - Marta...............................................................................22 Juan Chirivín - Joaquín..........................................................................................................23 La bella durmiente - Ana Rosa..............................................................................................27 La cueva del lobo - Izan..........................................................................................................28 La liebre y la tortuga - Lydia..................................................................................................29 La zorra y el pescadero - Silvia...............................................................................................30 Los tres cerditos - Javi.............................................................................................................32 Los tres cerditos - Néstor P....................................................................................................34 Medina Azahara - Patricia.....................................................................................................36 Un palo de escoba convertido en lanza - Pedro..................................................................38 Una de las tardes solos - Clara...............................................................................................40


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UN CUENTO DE ABUELA Caperucita Roja

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­Hola chicos, soy Ana Domenech, y en este vídeo mi padre, José Antonio Domenech, os va a contar un cuento. ­Papá, ¿nos podrías decir quién te enseñó este cuento? ­Mi mamá. Hola, yo soy José Antonio Domenech y os voy a contar un cuento que se titula Caperucita Roja: Había una vez, una niña que iba por el bosque con una cesta llena de alimentos y frutas para llevárselas a su abuelita que estaba malita .Un buen día cuando iba de camino a llevárselas iba cantando una canción: ­La la la lalita voy a casa de mi abuelita. Se cruzó con un señor que tenía mucho pelo: ­¿Hola, chica, dónde vas? ­Yo voy a casa de mi abuelita que está malita y le llevo unas frutas para que se ponga buena ­¿Y dónde vive tu abuelita? ­Al final del camino hay una casa blanca, pues allí vive. ­Pues nada que tengas un buen viaje. Y entonces el lobo ; ­digo el lobo porque el señor que tenía mucho pelo estaba disfrazado de un señor ,pero verdaderamente

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era un lobo­. Este se fue corriendo para llegar antes que ella a casa de su abuelita. Cuando el lobo llegó a casa de su abuelita le dijo: ­Pon, pon, pon. ­¿Quién es? ­Soy Caperucita Roja ­verdaderamente era el lobo­. ­Pase ,pase. Y entonces el lobo cogió a la abuelita, la escondió en el armario y le quitó la ropa y él se disfrazó de abuelita para comerse a Caperucita Roja cuando llegase. En ese momento (Caperucita) tocó a la puerta: ­Pon, pon, pon. ­¿Quién es? ­Soy Caperucita Roja. ­Hola, yo soy la abuelita. ­Ay,abuelita, qué voz más ronca tienes. ­ Voz ronca no, es que estoy enferma. ­Aaaah. ­Ay, abuelita ,qué orejas tan grandes tienes. ­Para oírte mejor, porque como no oía muy bien. ­Ay, abuelita, cuánto pelo tienes. ­No, es que cuando hace frío, pues por eso tengo tanto pelo, no me lo corto, no me afeito ni nada. ­Ay, abuelita, qué ojos tan grandes tienes. ­Pues para verte mejor. ­Ay, abuelita, qué boca más grande tienes. ­¡PARA COMERTE MEJOOOR! Casualmente pasaba por allí un joven cazador, por la puerta, y escuchó los gritos y empezó a tirar tiros.

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­Pon, pon, pon Le pegó una patada a la puerta y entró. ­¿Qué pasa aquí? ­ y se llevó al lobo a la policía. ­¿Qué pasa aquí? ­dijo el policía­ ­El lobo este que me quería comer. ­¿Y tu abuelita? ­¿Y tu abuelita? ­No sé. ­Y su abuelita estaba encerrada en el armario. ­Y al final este cuento acabó bien.

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Ana D.

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­ Papá, muchas gracias por habernos contado este cuento ­De nada,gracias a vosotros por escucharme.

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CAPERUCITA ROJA Hola, soy Carlos Serra, de 1º b y yo y mi abuela vamos a contar el cuento de “Caperucita roja”.

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Una vez Caperucita fue a casa de su abuela a llevarle unas pastel y miel y, de repente, se encuentra al lobo y le dice: ­¿Caperucita a dónde vas? ­A llevarle un pastel y un tarro de miel a mi abuelita. ­¿Quieres que te acompañe, Caperucita? ­le preguntó el lobo. ­No, no hace falta. ­Respondió caperucita. Y se separaron los dos por diferentes caminos y pensó el lobo: “Pues yo me voy por el camino más corto” y llegó antes a casa de su abuela.

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Y llegó antes el lobo a casa de la abuela de Caperucita y se comió a la abuela. Y al rato llegó Caperucita y se encontró al lobo vestido de abuelita y le preguntó: ­Abuelita, abuelita ¡Qué ojos más grandes tienes! ­Es para verte mejor ­respondió el lobo. ­Abuelita, abuelita ¡Qué oídos más grandes tienes! ­volvió a preguntar Caperucita al lobo. ­Es para oírte mejor ­le respondió de nuevo el lobo. ­¡Uy, abuelita qué dientes más afilados tienes! ­Le dijo Caperucita. ­¡Es para comerte mejor! ­respondió el lobo intimidante.

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Y se comió a Caperucita y a la abuela y al rato se fue a dormir a la calle y apareció un cazador y pensó…: ­¿Qué habrá hecho este ahora? Y lo tiró a una balsa y salieron Caperucita y su abuelita. Y colorín colorado este cuento se a acabado.

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­Hola, soy Nuria Rico y mi abuela Teresa os va a contar un cuento. Venga, abuela.

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­Esto era un hombre que iba andando por un camino y tenía mucha sed y de pronto vio una charca y se puso a beber agua. Cuando terminó de beber agua le entraron ganas de cagar y entonces pensó que como no iba a pasar más por la charca que se cagaba allí mismo. Y al cabo del tiempo tuvo que volver a pasar y le tocó volver a beber agua. Y de ahí sale el dicho: “Nunca digas de este agua no beberé”. ­Gracias, abuela, adiós.

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EL ECO Y LA FLOR Eco era una hermosa ninfa que vivía en el bosque. Iba por las colinas saltando y corriendo por las orillas de ríos y arroyos. Era tan bonita que agradaba y charlaba largamente y se desvanecía el encanto de quienes estaban con ella. Pues se aburrían de oírla sin cesar. Una vez, el contante parloteo de Eco enfureció tanto a Juno, la diosa de los cielos, que como castigo, la privó de la facultad de hablar con sus propias frases.

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Todo lo que Eco podía decir desde ese momento eran las dos otras últimas palabras de las conversaciones de los demás. A veces, incluso repetía los ruidos: “Cuac,cuac,cuac” ­ cantaba al oír a un ganso; “Croc,croc,croc” ­ croaba cuando oía a un sapo.

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Para la pobre Eco que estaba acostumbrada a hablar y hablar, esta era una vida muy monótona. Pero un día de tantos, Eco tuvo una sorpresa muy rara. Delante de ella en el bosque estaba el hombre más guapo que había visto nunca.Este hombre era cazador y se llamaba Narciso. “Debo ver visiones” ­ pensó Eco. Se frotó los ojos y volvió a mirar para convencerse de lo que había visto.

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­ ¡Oh, si este cazador tan guapo dijera unas palabras que yo pudiera repetir! ­ se dijo suspirando. Eco no sabía que Narciso estaba tan enamorado de sí mismo que no prestaba atención a los demás, pero le siguió en su camino.

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Narciso oyó a su espalda los pasos de Eco y, volviéndose, la descubrió. ­ Hola ­ dijo Narciso, indiferente. ­ Hola ­ repitió Eco. ­ ¿Quién eres? ­ ¿Quién eres? ­ ¿Vives cerca de aquí? ­ ¿Vives cerca de aquí? ­ ¿Eres tonta? ­ ¿Eres tonta? ­ ¡Cállate! ­ ¡Cállate!

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A Narciso le entró mal humor cuando oyó que Eco repetía lo que decía y se alejó de ella sin decir nada más. Eco se quedó llorando. Sabía que no podía ser amiga de Narciso. Dicen que Eco queó tan apenada que subió a una colina y se convirtió en piedra, quedando sólo su voz, la cual puede oírse hoy, repitiendo las palabras de los demás. Narciso avanzaba sin mirar a nadie, sólo cuando le halagaban. Los justos dioses de los cielos, que veían las feas acciones de Narciso, decidieron castigarle por su vanidad.

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Un día que iba de caza pasó por un lago. Se arrodilló para beber agua y vio su cara reflejada. Sonrió y la imagen sonrió también. Los dioses hicieron que se quedara allí, admirando su cara. De esta manera pasó días y días sonriendo y haciendo gestos al agua olvidándose de comer y beber, hasta que finalmente se consumió. Los dioses bajaron a recoger su cuerpo, y en el lugar donde había estado creció una hermosa flor llamada Narciso.

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Óscar Andújar

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EL BURRO Y EL CAMPESINO Hace tiempo escuché que los cuentos se cuentan a lo niños para que duerman y a los mayores para que despierten... Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer. Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba

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ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y

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empezaron a tirarle tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y

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lloró horriblemente.

Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de

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tierra. El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio…

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con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: Se sacudía la tierra y

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daba un paso encima de la tierra. Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando… La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra... el truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos...Usa la tierra que te echan para salir adelante.

Víctor

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EL ENANITO SALTARÍN

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Érase una vez, un rey que tenía un criado, bueno, un bufón, como dicen los reyes, y el criado tenía una hija muy guapa, y le dijo el rey: ­Mira, si tu hija me convierte toda esta paja en oro, mi hijo el príncipe se casa con tu hija, y tu hija será reina algún día. ­ Y dice: ­Ah, ¡pues sí! Y se va muy contento el hombre; y cuando llega a su casa, empieza a decirle a su hija: ­Tienes que convertir la paja en oro, para casarte con el príncipe. – ¡Pero eso no puede ser!, ­ dice la hija­, eso no puede ser, ¡eso es imposible! ¡Que no! ¡Que no padre, que no!

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Entonces, se va su padre, y ella se pone a llorar. Que no podía ser, decía, venga a llorar y venga a llorar. Y en eso, viene un enano. ­¿Por qué lloras? Le pregunta. –Porque mi padre quiere que convierta la paja en oro, dice, y eso no puede ser. –Sí, sí que puede ser, pero si me prometes que el primer hijo que tengas, me lo darás para mí. –Bueno, vale. Y entonces todo el cuarto que estaba lleno de paja, lo convierte en oro. Y el príncipe y el rey se llenan de alegría. Y se casan, y al poco tiempo tienen un niño. Pasa más tiempo, y ella le toma mucho querer a su hijo, como todas las madres. Y viene el enano y dice: – ¿Te acuerdas de lo que me prometiste? ­Sí. ­Entonces tienes que darme a tu hijo. ­¡Ay no¡ Mi hijo no, mi hijo no que yo le quiero mucho. ¡Mi hijo no! ­Bueno. Como la ve llorar tanto dice: ­Vamos a hacer una cosa. Si dentro de tres días aciertas como me llamo, pues el hijo te lo quedas, pero si no lo aciertas, me lo llevo yo. Y el enano empieza a decir: ­Venga, dime los nombres a ver si lo aciertas ­Uy, ¿te llamarás Pedro?, ¿te llamarás Juan? –No. – ¿Te llamarás Alberto? –No. – ¿Te llamarás Luis? – No. ¡Jajajaja! vez que decía un nombre, el enano se reía. ­Jajaja, si no lo acertarás, si no lo acertarás. Y ella ya no sabía qué nombres decirle, le decía todos los nombres. Y entonces dice: ­Bueno pues mañana volveré.

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Y ella, la princesa, llama a toda la servidumbre, a todos los guardias del palacio. Y les dice: ­Tenéis que decirme todos los nombres, por difíciles que sean, que oigáis. Y la guardia, iba buscando nombres, y se los decían a ella. Y él otra vez vuelve, y le dice: ­¿Qué, lo sabes ya? ­Pues… ¿te llamarás esto? ¿te llamarás lo otro? –Jajaja, si no lo acertarás, si no lo acertarás. ­Pues ¿te llamarás Alberto? Y él se reía y se reía. Pero un día, el enano se va, y estaba en un río con una hoguera, y la guardia del palacio pasaba por allí, y estaba cantando: ­“Mañana tendré yo al fin, un príncipe que me sirva, nadie sabrá que me llaman, el enano saltarín.” Y entonces dicen: ­¡Saltarín! Van y se lo dicen a ella. Dicen: ­Hemos descubierto otro nombre, “Saltarín”. Y cuando va el tercer día el enano, dice: ­ ¿Qué, sabes ya mi nombre? –Pues te llamarás, te llamarás, te llamarás… ¡¿Saltarín?! Y empieza: ­¡Demonios!, ¡demonios!, ¡demonios! Se va saltando, ella se queda con su hijo, y hace FIN.

Alicia Juan Juan 1º A

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El hada fea

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Había una vez una aprendiz de hada madrina que era mágica y maravillosa, y la más lista y amable de las hadas, pero también era un hada muy fea, y por mucho que se esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados en que lo más importante de un hada tenía que ser su belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca, ya le estaban gritando: ¡¡¡Fea…!!! ¡¡¡Bicho…!!! ¡¡¡Lárgate de aquí…!!! Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un encantamiento para volverse bella, pero luego pensaba en lo que le había contado su mamá de pequeña: “Tú eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que eres así por alguna razón especial…” Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el lugar, haciendo prisioneras a todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y, ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y, una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando. Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años. Y durante todo ese tiempo, y muchos años más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país que la fealdad era una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer. Enseñanza: “Todos podemos conseguir grandes cosas, y tenemos en nosotros lo necesario para conseguirlas. No debemos darle importancia a la belleza exterior, y querer cambiar sólo por cómo nos vean los demás.”

Carlos T.

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EL NIÑO Y LA SERPIENTE Era un chico que no tenía nadie para cuidarlo ni tenía nada. Se criaba solito y estaba abandonado. Unos viejecitos lo cuidaron y lo querían mucho porque él era muy bueno. Un día, el niño se encontró una serpiente pequeñita en el campo, la cuidaba como si fuera un perrito, la llevaba a todos los sitios. LLegó un momento que el niño se hizo mayor, igual que la serpiente.Le puso una cama en la habitación a la serpiente, le puso nombre, la quería como si fuese un hermano.

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Un día el chico llega a la edad en la que el niño se había hecho un hombre y se tenía que ir a a la mili. El niño lloraba porque no quería irse y dejar sola a la serpiente aunque sus abuelitos le decían que la iban a cuidar mucho.

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Zaira

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Pasan dos años y la serpiente no estaba bien y se va cada cierto tiempo, la serpiente volvía a comer porque los abuelos le ponían la comida. El día en el que el niño que se había hecho un hombre volvía, a los tres años, con su macuto, de la mili, el hombre se encontró con la serpiente que iba toda empinada, era muy grande y muy ancha. La serpiente llegó al niño que le había dejado abandonada y la serpiente le atacó porque ella era muy rencorosa.

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EL PASTOR MENTIROSO

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Presentación, yo: Mi nombre es José Riquelme Orgilés. Para la asignatura de lengua castellana una de las actividades es grabar a un familiar, preferiblemente a un abuelo, contando una historia. En mi caso, mi abuelo nos contará la historia titulada El pastor mentiroso, es un cuento popular. Abuelo, ¿podrías decirnos quién te contó este cuento? (dirigiéndome a mi abuelo.) El cuento, mi abuelo: No recuerdo, hijo, pero la he oído varias veces. La historia trata de un pastor que tenía un gran rebaño y siempre, para mofarse, reírse de sus vecinos, decía: ­¡Qué viene el lobo, que viene el lobo! ­ Y en realidad era mentira. Y los demás iban a socorrerle. Al día siguiente otra vez: ­¡Qué viene el lobo, que viene el lobo! Al día siguiente vino el lobo de verdad y no le hicieron caso por las veces que había mentido para reírse de ellos, y el lobo se comió a todo su rebaño. ¡Y colorín colorado… este cuento se ha acabado! Despedida, yo: Pues muchas gracias, abuelo, por habernos contado este cuento tan curioso.

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El sastre y los duendes ­Hola, soy Félix Molina Rubio, de 1ºB y mi padre Félix os va a contar un cuento. ­ El cuento se titula el sastre y los duendes:

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Érase una vez, un zapatero y su mujer que vivían en un pequeño pueblo. El zapatero era mayor y ya no trabajaba tan rápido como antes para hacer zapatos, porque era muy perfeccionista, así que como cada vez hacía menos zapatos no vendía mucho y no podían conseguir más dinero para comprar más cuero y hacer más zapatos. Llegó el día en que le quedaba la última tira de cuero para hacer un par de zapatos y la dejó en su mesa por la noche y se fue a dormir. A la mañana siguiente tenía sobre la mesa un par de zapatos hechos, y no sabía por qué, pero los vendió, y pudo comprar más cuero para hacer más zapatos. Y fueron pasando los días, y cada mañana tenía los zapatos hechos sobre la mesa, y ganaba cada vez más dinero. Llegó un momento en que su mujer le dijo: ­Tendremos que averiguar quién hace los zapatos. Y esa noche se escondieron para ver quién los hacía y al dar la medianoche aparecieron 6 duendes desnudos y se pusieron a trabajar en los zapatos. El zapatero y su mujer, en agradecimiento a su ayuda, les hicieron unos trajes a su medida para que no pasaran frío, y unas pequeñas botas a cada uno. Y a partir de ahí los duendes trabajaron más a gusto, ellos fueron felices y comieron perdices.

FIN

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EL ZAPATERO REMENDÓN

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Hola,soy Carolina Llopis y este es el cuento de El zapatero remendón, la autora del cuento es Carmen Juan, mi madre. ­ Hola, esta es la historia de Marcelo, un zapatero remendón que heredó la profesión de su abuelo. El abuelo de Marcelo era un zapatero que en tiempos remotos aprendió el arte de arreglar los zapatos rotos y gastados, cuando Marcelo era pequeño siempre veía a un montón de gente que entraba y salía de su casa, todos llevaban zapatos para que su abuelo José los arreglara. Marcelo desde niño pensaba que de mayor iba a ser astronauta y, para conseguir hacer su sueño realidad, estudiaba día y noche sacándose unas notas extraordinarias , su abuelo siempre le contaba cómo le hubiera gustado poder estudiar una carrera pero la vida y sus dificultades le obligaron a ponerse a trabajar desde muy joven. Un día su abuelo José cogió la gripe, estuvo en cama bastante tiempo y Marcelo se encargaba de atender a los clientes que venían con sus zapatos para arreglar. Después de dos semanas, en las que su abuelo José todavía estaba en cama, los clientes se impacientaban… ­¡Marcelo, necesito mis zapatos! ­¡Marcelo voy de boda y no tengo mis zapatos! Marcelo estaba agobiado, no sabía qué hacer… hasta que se le ocurrió la idea de intentar llevar a la práctica lo que había visto toda su vida… Se acordaba de cómo su abuelo José lijaba las suelas, pegaba las tapas, pulía los tacones… ¡en fin! Todo aquello lo puso en marcha y empezó arreglando zapatos fáciles, y poco a poco arregló todos los que tenía. Cuando su abuelo José se puso bueno no se creía lo que su nieto había hecho… ­ ¡Marcelo eres increíble! ¡Has arreglado todos los zapatos y muy bien! Marcelo le dijo a su abuelo que sólo había hecho lo que de él había aprendido. Pasaron los años y su abuelo José se jubiló, entonces Marcelo ya era un licenciado en

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Matemáticas pero por causa de la crisis no encontraba un trabajo, su decisión de seguir con el negocio de su abuelo le sirvió para salir adelante y ganarse un sueldo. Marcelo ha comprendido que arreglar cosas es muy emocionante y encima ayudas a los demás, Marcelo piensa que zapatero remendón es un buen trabajo artesano y se lo enseña a su hijo… para el día de mañana. Este cuento es inventado por mí gracias.

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Carolina Llopis Juan 1ºB.

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EL PESCADOR Hola, soy Ángela y esta es mi madre que va a contar el cuento del “PESCADOR”.

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­Era un día muy lluvioso como para salir a pescar, Rufino, el pescador, lo sabía, pero debía llevar comida a su familia . Se aventuró en su pequeño bote a navegar en el Lago Azul. El clima empeoró y un fuerte rayo iluminó el cielo gris. Entonces, apareció el pez más grande que había visto en su vida. Sintió un tirón en su caña de pescar, tiró fuerte y cayó un pequeño pececito negro. Decepcionado y cansado regresó con el pequeño pez. Su esposa, al recibirlo, le dijo:

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­ ¿Has tenido suerte?

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­ No, ­contestó Rufino­, pero al menos comerá nuestro hijo. Al cocinar el pez observaron pequeñas piedras en su estómago, se trataba de diamantes puros. Ese día la suerte cambió para Rufino.

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tienes.

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La moraleja de este cuento es que en medio de las dificultades, valora lo poco que

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FLORES Y SEMILLAS

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Hace un millón de años en la china vivía un príncipe en edad de casarse y decidió elegir a su esposa entre las jóvenes del pueblo. Las reunió en la plaza y le dio una semilla a cada una y les dijo que quien le trajese la flor más bonita que con ella se casaría. Pasados tres meses las chicas fueron a la plaza con sus mejores galas y la flor, menos una. Esta chica era de la familia más pobre del pueblo y entonces el príncipe la miró y la eligió a esta. Por ser una chica muy sincera y honesta ya que las semillas estaban vacías y todas quisieron engañarlo con flores hermosas y bonitas. Jorge

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GARBANCITO Hola, buenas noches, soy la abuela de Miriam Mora Estarlich, voy a contar un cuento, de garbancito… Esto era un nene que era muy pequeñín, pequeñín, y cuando lo llamaba su madre le decía: ­ ¿Garbancito dónde estás? ­ Aquí, mami, aquí. ­ Bueno, ves y tráeme una peseta de azafrán.

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Y él iba por to` el camino cantando:

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­Pachín, pachín, pachón, a garbancito no lo piséis, pachín, pachín, pachón, mucho cuidado con lo que hacéis.

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Y va el tendero le decía:

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­ ¡Eh, eh! ¿Quién va? ­ Soy Garbancito. ­ ¿Qué quieres?

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­Un centimico de azafrán.

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Y ponía la monedica encima del mostrador y decía:

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Y le ponía el centimico de azafrán en la moneda `ande estaba él y iba to´ el camino: ­Pachín, pachín, pachón, mucho cuidado con lo que hacéis, pachín, pachín, pachón, con garbancito no lo piséis. (Ay es que me acuerdo señor…¿ya está?) Y ya pos llegó su casa le dio el azafrán y se fue a jugar hasta la hora de merendar y se fue con sus amigos a jugar y ya está.

Miriam Mora

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GOTITA DE AGUA, COPITO DE NIEVE Hola soy Rafa González Ruiz y soy el papá de Marta González Soler. Os voy a contar un cuento que se titula Gotita de agua, copito de nieve.

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Había una vez, una gotita de agua que soñaba en convertirse en nieve y cubrir de blanco las praderas del campo. Pasaron años, hasta que una gran sequía bajó tanto el nivel de agua del lago en que vivía, que nuestra gotita se evaporó, subiendo arriba hasta al cielo. Allí formaba parte de una pequeña nube y en cuanto hizo un poco de frío buscó la primera campiña para dejarse caer y cubrirla de nieve. Pero solo era un copito de nieve y en cuanto tocó el suelo apenas faltaron unos segundos antes de rendirse de nuevo, y allí le tocó esperar otra vez hasta que los rayos del sol volvieron a lllevarla de viaje hasta una nube blanca y regordeta. Allí, sin desanimarse por su primer fracaso, la gota volvió a dejarse llevar en cuanto pudo, pero nuevamente, al cabo de unos pocos segundos, se había derretido completamente. Varias veces volvió a evaporarse, otras tantas se transformó en copito de nieve y las mismas veces fracasó en su intento de cubrir los campos y laderas de las montañas.

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Finalmente, fue a parar a una gran nube donde millones de gotitas de agua se agolpaban a pesar de ser gigantesca. En aquella nube se estaba bastante incómodo, pues unas cuantas gotas empezaron a dar órdenes a todo el mundo y las obligan entre un gran jaleo a apretujarse mucho. ­ ¡Las gotas más grandes abajo! ¡Las pequeñas arriba! ¡Venga, venga, venga, no hay tiempo que perder! Entonces pensó en dejarse caer de nuevo, pero una gotita simpática y divertida la frenó diciendo: ­¿Dónde vas, es que no quieres participar? Al ver el gesto de sorpresa de nuestra gotita, le explicó que se estaban preparando para una gran nevada. ­A todas las gotitas que estamos aquí nos encanta ser copitos de nieve durante muchos días, por eso nos hemos juntado en esta nube. Hace años intenté varias veces nevar por mi cuenta, hasta que descubrí que no podía hacerlo sola, y encontré esta nube genial donde todas ayudamos un poquito, y gracias a todos esos copitos hemos conseguido hacer las mejores nevadas del mundo. Poco después, ambas gotitas volaban por el cielo en forma de copos de nieve rodeadas de millones y millones de copos que cubrieron las verdes praderas de blanco. Y con inmensa alegría, comprobó nuestra gotita que cuando todos colaboran puede conseguirse hasta lo que parece lo más imposible.

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EL CUENTO DE JUAN CHIRIVÍN

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“Juan Chirivín era un niño muy pequeño, un día que su madre se iba al mercado le

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dijo: ­ Juan Chirivín, me voy a la compra, he dejado la olla puesta al fuego, por favor no entres a la cocina no vayas a caerte dentro. ­ Vale mamá ,no te preocupes que no lo haré. Nada más irse su madre, Juan Chirivín fue a la cocina y se cayó dentro. Cuando la madre volvió del mercado preguntó: “¿Juan Chrivín, dónde estás?” ­ Aquí, ¡en la cocina! La madre entró corriendo y allí estaba su Juan Chirivín dentro de la olla. Entonces, se fue a casa de su vecina y le dijo: “¿Vecinica, me dejarías una cuchara para sacar a mi Juan Chirivín de la olla?”

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­ Claro, pero para eso a cambio me tienes que traer leche.

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Buscó a una vaca y le dijo: “¿Vaca , tú me darías leche para que se la dé a mi vecinica y mi vecinica me deje una cuchara para sacar a mi Juan Chirivín de la ollica?”

La vaca le dijo: “¡Muuuu!, claro, pero a cambio me tienes que traer hierba”. Se fue al campo y le preguntó: “Campo, ¿tú me darías hierba para que se la dé la vaca, la vaca me dé leche, la leche se la dé a la vecinica y ella me deje la cucharica para sacar a mi Juan Chirivín de la ollica?”

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­ ¡Sí!, ¡pero a cambio me tienes que traer agua!

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Se fué al río y le dijo: “Río, tú me darías agua para que se la dé al campo, el campo me dé la hierba, la hierba se la dé a la vaca, la vaca me de la leche, la leche se la dé a la vecinica y ella me deje una cuchara para sacar a mi Juan Chirivín de la ollica?”

­Sí, sí, pero a cambio me tienes que traer piedras. Se fue a la montaña y le preguntó: “¿Montaña, tú me darías piedras para que se las de al río, el río me de agua, el agua se la dé al campo, el campo me dé la hierba, la hierba

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se la dé a la vaca, la vaca me dé la leche, la leche se la dé a la vecinica y ella me dé la cuchara para sacar a mi Juan Chirivín de la ollica?” ­¡Clarooooo! ¡Coge todas las que quieras! Entonces, cogió las piedras y se las dio al río, cogió el agua y se la llevó al campo, tomó la hierba y se la llevó a la vaca, cogió la leche y se la llevó a la vecina que le dio la cucharica para sacar a su Juan Chirivín de la ollica.

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Se fué corriendo a la cocina y con la cucharica sacó a su Juan Chirivín de la ollica ,y le contó cómo había conseguido la “cucharica”.

Joaquín

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LA BELLA DURMIENTE

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Había una vez,en un país muy lejano,una niña que vivía feliz sin saber que era una princesa.Yo era esa niña. Me criaron tres mujeres, en una pequeña y acogedora cabaña del bosque.Yo no sabía que aquellas mujeres eran en realidad hadas, y que me habían rescatado de un hechizo de la bruja Maléfica. Cuando crecí, soñaba con conocer a un alto y apuesto desconocido del que me enamoraría.Y un día, mi sueño se hizo realidad. Mientras paseaba por el bosque, el día que cumplía dieciséis años, vi a un apuesto joven. Fue amor a primera vista. Pero cuando revelé la buena noticia a las hadas, ellas se mostraron muy preocupadas. ­No puedes casarte con él porque en realidad eres una princesa:la princesa Aurora. Cuando naciste, te prometieron en matrimonio con el príncipe Felipe. Me puse mi vestido de princesa y lloré todo el camino hacia el castillo,que era mi legítimo hogar. Allí, Maléfica me engañó para que subiera a una torre muy alta, donde había un huso que brillaba en la oscuridad. Me pinché con él, y poco después caí en un profundo sueño...Estuve dormida hasta el mágico día en que llegó el príncipe Felipe. Se inclinó hacia mí y me dio el beso de amor verdadero que rompió el hechizo. Cuando abrí los ojos, vi al joven que había conocido en el bosque, ¡aquel joven era el príncipe Felipe! Y desde entonces,vivimos felices para siempre.

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Transcrito por ANA ROSA LÓPEZ SORIANO. 1ºA.

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LA CUEVA DEL LOBO - Abuela, ¿me cuentas el cuento de la cueva del lobo? - ¿Quieres que te lo cuente?, vale, te lo contaré.

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Mira, era una vez que me fui con mi padre, porque teníamos unas tierras en Camara, y iba con mi padre por un camino con la mula delante y yo montada en la mula, mi padre detrás, y al pasar por una senda oímos unos ruidos.

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- Pues, ¿qué será eso, papá?, he oído unos ruidos de algún bicho grande. - Pues no creo, pero antiguamente, decían que por aquí habiá muchos lobos, en Camara. - ¿Papá, por qué no vamos a ver? - Venga vamos a ver. Bajé de la mula y fui con mi padre y vimos una cueva.

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- Papá, vamos a entrar a ver lo que hay en la cueva. - No, no, ¿y si hay una zorra o eso y te asusta? - Papá, yo no tengo miedo, vamos a entrar.

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Y entramos, y vimos unos ojos muy grandes muy grandes. - Ay, papá, ¿qué será eso?. Mi padre: - Eso tiene que ser el lobo, el lobo. Vámonos, Maruja, vámonos, vámonos, salte, salte. Nos salimos corriendo, y me montó mi padre, corriendo, en la mula. Y nos fuimos corriendo, corriendo, corriendo por aquella senda, pensando que venía el lobo, pero el lobo no venía, el lobo se quedó dentro de la cueva. Y ESTE CUENTO SE HA ACABADO. Izan

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LA LIEBRE Y LA TORTUGA

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Lydia

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Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero esta, riéndose, replicó: ­ Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia – dijo la tortuga. La liebre, totalmente segura de que aquello era imposible: ­Acepto el reto, y la zorra señalará el camino y la meta ­ contestó la liebre. Llegado el día de la carrera arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso, pero constante, avanzaba tranquila. ­La tortuga va muy lenta, no me alcanzará nunca, así que me tumbo a descansar un rato ­dijo la liebre. La liebre se quedó dormida y cuando despertó vio cómo la tortuga había ganado la carrera y obtuvo la victoria.

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­Hola, soy Silvia y estoy con mi madre que nos va a contar un cuento, ella es maestra de educación infantil y sabe muchos cuentos, el que nos va a contar es una fábula titulada La Zorra y El Pescadero.

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-Hola, buenas tardes, soy Susana, la madre de Silvia. Como ella os ha dicho os voy a contar una fábula. Una fábula era una historia corta protagonizada por animales que pretendía enseñar algo, y ahora veréis al escuchar esta historia cuál es su enseñanza. Dice así:

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Hace mucho tiempo, en un puerto, vivía un pescador que cada día recogía la pesca y se dirigía a los pueblos del interior, atravesando las montañas para vender el pescado que había recogido. Uno de estos días, el pescadero cargó su carro y se dirigió hacia un lejano pueblo. Para llegar hasta allí, necesitaba atravesar un profundo bosque. El pescadero emprendió su camino y, cuando se encontraba ya metido en aquel bosque, una zorra hambrienta y astuta lo divisó desde lo alto de un otero. La zorra pensó que podría darse un gran banquete y, como era muy astuta, tuvo un genial idea, pensó: “Ahora me pondré tumbada delante de ese carro y me haré la muerta y seguro que el pescadero querrá subirse a su carro”. Así lo hizo. Atravesando por un camino llegó delante del pescadero, se tumbó y quedó quieta, como si llevase muerta más de una semana. El pescadero, que era un tanto ambicioso, al ver a aquella zorra, pensó: “Seguro que si me llevo a esta zorra hasta el pueblo el señor de la villa me la comprará y ganaré unos buenos dineros, pero...caramba ya ando un poco retrasado así que mejor dejarlo para otro día .La zorra, cuando vio que el pescadero se marchaba y la dejaba allí tirada, no salía de su asombro, con el hambre que ella tenía, estaba deseando subir a ese carro. Así Que, ni corta ni perezosa, se echó una carrera por el bosque hasta que se adelantó otra vez al pescadero, y pensó en utilizar la misma estratagema, Volvió a 30


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echarse al camino y se quedó esta vez más quieta ,todavía. El pescadero, cuando encontró a esa segunda zorra, no salía de su asombro: “¡Caramba!, ¡qué suerte he tenido!, dos zorras en un mismo día, ¡ayyy…! Que tonto he sido, si hubiese cogido la primera zorra y esta segunda, ya habría hecho unos buenos dineros, pero va, como ya no he cogido la primera, que, más da”, así que siguió su camino. La zorra, ahora que había olido el pescado bien de cerca, ya no sabía qué hacer, pero pensó,: No puede ser, este tiene que ser tan avaricioso como todos los demás, así que un poquito más adelante, después de una larga carrera, se tumbó de nuevo en el camino y esta vez el pescadero no pudo resistirse.

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- Vaya, vaya, vaya…La tercera vez que me encuentro una zorra en el camino, pues de ahora no pasa!

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Así que el pescadero bajó de su carro, agarró a la zorra y la echó junto al pescado. Subió de nuevo al pescante y así se dirigió hacia la plaza del pueblo donde pensaba vender el pescado y a aquella zorra que le valdría sus buenos dineros .

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Lo que no imaginaba el pescadero era lo que estaba ocurriendo en el carro, la zorra sí que estaba feliz, se estaba dando un gran banquete a costa de todo el pescado que llevaba el pescadero. Cuando este llegó por fin a la plaza del pueblo, como siempre, llamaba a sus vecinos:

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- El pescadero, ya está aquí, el pescadero, vendo pescado fresco.

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Y, cuando todo el mundo se acercó y el destapó la lona que tapaba su pescado, se quedó sin palabras, de allí saltó una zorra viva y bien viva y lo único que quedaba eran las espinas de unos cuantos pescados. Como veis, la zorra al final consiguió su objetivo y el pescadero, por su avaricia, se quedó sin nada. Y cuento contado, cuento acabado.

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LOS TRES CERDITOS

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Yo: Esta es mi abuela que va a contar el cuento de Los Tres Cerditos. Venga, empieza. Mi abuela: Pues era una vez, había una vez, unos tres cerditos que vivían con su madre, y su madre les dijo: ­ Mirad, hijos tenéis que, ya, aprender a ganaros la vida y tenéis que ir y trabajar y ganar dinero para haceros vuestra casa. Y los tres cerditos pues se fueron, y el más pequeñito dijo: ­ Pues yo me voy a hacer una casita de paja porque como es más blandita y se coje deprisa, la hago y así termino antes y me voy a jugar. Y el otro mediano dijo : ­ Pues yo me la voy a hacer de madera porque así como también hay mucha aquí, en el bosque, la termino pronto y me puedo ir a jugar. Y el más grande dijo : ­ Pues yo me la voy a hacer de ladrillos, porque, si alguna vez viene el lobo, en la casita de ladrillos no va a poder entrar. Entonces, el hermano mayor pues trabajó más, le costó más trabajo pero se hizo la casita de ladrillos. Y un día estaban ellos allí delante de la puerta, cantando: “¿Quién teme al lobo feroz?” y apareció el lobo, y entonces todos salieron corriendo y se metieron en sus casitas, y el lobo llegó a la casa del pequeñito y le dijo: “¡Cerdito, ábreme la puerta!” y el cerdito le decía: “¡No , no te voy a abrir!”. Y entonces dijo: “¡Si no me abres, te soplaré, soplaré la casa y la derribaré!”. Entonces, cogió y el cerdito dijo: “¡Pues no te voy a abrir!”. Y cogió el lobo y empezó a soplar, a soplar y a soplar y la casa se derrumbó, entonces el cerdito salió corriendo y se metió en la casa de su hermano mediano que tenía la casita de madera. Y el lobo salió corriendo también y llegó a la casita de madera e igual les dijo: “¡Cerditos, abridme la puerta, porque si no me la abrís soplaré y soplaré y os la derrumbaré”. Y los cerditos : “¡No te vamos a abrir, no te vamos a abrir!” y no le abrieron. Entonces el lobo empezó a soplar, y a soplar, y a soplar y la casa se derrumbó y los cerditos salieron corriendo y se metieron en casa de su hermano el mayor. Y el lobo ya iba muy enfadado porque ya tenía hambre y dijo: “¡Pues ahora me voy a comer a los

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tres!”, y llegó a casa de su..., del cerdito grande y empezó a decirle: “¡Abridme la puerta, abridme la puerta!“. Y los cerditos: “¡No te vamos a abrir!”. Y empezaron otra vez a cantar la canción del lobo feroz y el lobo cada vez estaba más enfadado. Entonces, el lobo sopló y sopló y sopló y, claro, no pudo derrumbar la casa porque era de ladrillos. Entonces, el lobo, que maquinaba mucho dijo: “Pues ahora me voy a subir por la chimenea y entraré por la chimenea”. Entonces el lobo se metió por la chimenea e intentó colarse por la chimenea y debajo, en el suelo, el cerdito grande tenía una olla grande que estaba preparando sopa de calabaza y zanahorias y todo, allí todo con el agua hirviendo, y el lobo se cayó en la olla y claro se quemó, entonces lo que hizo es salir corriendo, corriendo, corriendo y se fué al río que había y se fue allí porque se había churrascado. Entonces, la moraleja de este cuento es que a veces, aunque se trabaje un poquito más, hay que hacer bien las cosas . Entonces, el hermano mayor, el cerdito, le dijo a sus hermanos: “Pues ahora os vais a hacer una casita, pero os la vais a hacer de ladrillos, para que cuando venga el lobo otra vez no pueda derrumbar las casas“. Y los cerditos le dijeron: “¡Bien, vale, vale! Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO .

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Javier Gómez

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Los Tres Cerditos

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Yo: Hola, aquí estamos con mi abuela que nos va a contar un cuento titulado Los Tres Cerditos. Bueno, empieza, abuela: Mi Abuela: Érase una vez tres hermanos cerditos que se querían mucho, pero había dos que eran muy juguetones y otro que era más trabajador y no tenían casita y dijeron: ­ Vamos a hacer una casita. Y los otros dos se reían y decían: ­Bahh, una casita. Y él decìa: ­Aah, pues bueno, allá vosotros. El cerdito más formal fue a hacerse su casita de ladrillos y los otros dos: uno se la hizo de paja, puahh, en un dia acabó y el otro de cartón, puuf, día y medio, dos días; y el otro estaba trabajando y haciendo su casita de cemento y ladrillos y los otros se reían: ­Jajajaja, ayy, una casita. ¿Para qué quieres una casita? Bueno, pues resulta que cuando acabó la casita la miraron y dijeron:

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­Ayy, qué bonita se te ha quedado. Bueno, y vinieron unos gamberros por allá y se fueron a la casita de paja y empezaron a soplar: ­Puuuuuufuuuuuu.

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Con cosas y con cosas y tiraron la casita de paja. Y, despuès, se fueron a la casita de cartòn y hicieron lo mismo y tambièn se fue volando la casita de cartòn, y, despuès, se fueron a la de ladrillo y, bueno, y empezaron a soplar y se deshinchaban soplando y la casita estaba entera, entera, entera. Al final se fueron corriendo y vinieron los dos hermanitos y le dijeron:

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Y el hermano le decía:

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­Ayy, nos hemos quedado sin casíta.

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­ ¿Veis, veis como hay que trabajar y no ser juguetones?, hay que jugar pero hay que trabajar, venga, entrar que esta casita es de los tres hermanitos. Y aquí se acabó el cuento. Yo: Bueno, gracias, abuela, y aquí nos despedimos. Mi Abuela: De nada, hasta otra, jajaja.

Néstor P.

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MEDINA AZAHARA

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­Hola, soy Patricia Rubio Salas y mi madre os va a contar un cuento. Gracias. ­Es el cuento de Medina Azahara. Hace mucho tiempo, el califa Abderramán III se asomó a uno de los balcones de su expléndido palacio.Desde allí veía toda la ciudad.La ciudad era, tenía una belleza extraordinaria, se llamaba Medina Azahara. Una ciudad que él mismo había ordenado levantar cerca de Córdoba, al pie de Sierra Morena. El califa había dedicado esta ciudad a su querida esposa Zahara, de quien estaba profundamente enamorado. Pero había algo que le impedía sentirse plenamente feliz. Desde que se habían trasladado a vivir allí, la bella Zahara se mostraba cada vez más triste. Dispuesto a averiguar por qué estaba triste su esposa, el califa le invitó a dar un paseo por los jardines del palacio: ­ ¿Verdad que es muy hermoso este lugar, Zahara? ­ Así es ­ contestó ella muy escuetamente.

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­ Esposa mía, hace mucho tiempo que advierto tu tristeza, cuéntame qué es lo que te aflige y yo te ayudaré. ­ No te preocupes, no es nada ­ respondió ella. Pero enseguida se puso a llorar. Entonces el califa volvió a insistir: ­ Ábreme tu corazón, Zahara, comparte tu pena conmigo y te sentirás mejor. ­ Está bien ­ contestó Zahara ­. Verás, nada más llegar aquí empecé a echar de menos mi querida Granada. Sobre todo, las blancas cumbres de Sierra Nevada. Estas montañas tan negras, me entristecen. Abderramán volvió a sus tareas de gobierno pero no podía olvidar la tristeza de su amada. Pero aquel problema, parecía no tener solución. La zona montañosa en la que estaba enclavada Medina Azahara era así, no se podía cambiar el color pardusco y oscuro de las rocas, por algo se llama Sierra Morena, pensó el califa. Entonces tuvo una idea. ­ Haré que nieve para mi amada ­ dijo el califa, e inmediatamente ordenó que se llevara a su presencia a los mejores campesinos de la ciudad. El califa les explicó su idea y los hombres se pusieron a trabajar. Había que preparar la tierra, conseguir un número suficiente de árboles, plantarlos, regarlos y esperar que venga el buen tiempo. Los trabajos se realizaron con rapidez, y, cuando llegó la primavera, ocurrió el milagro. Una mañana, al amanecer, Abderramán llevó a su esposa a un balcón del palacio, desde el que se divisaba toda la sierra morena. ­ Mira, esposa mía ­ dijo Abderramán. Cuando Zahara miró al exterior no podía creer lo que estaba viendo. El espectáculo era magnífico. Miles de blancas flores de almendro cubrían la ladera, recordándole la nieve de las montañas que tanto añoraba. De nuevo, los hermosos ojos de Zahara se llenaron de lágrimas, pero esta vez eran lágrimas de felicidad. Y este sentimiento colmó entonces el corazón de Abderramán, el califa que para complacer a su amada consiguió cubrir de nieve la oscura sierra cordobesa. FIN

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UN PALO DE ESCOBA CONVERTIDO EN LANZA

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Esta tarde Lucía y Hugo se han quedado solos en casa. Lucía lee en su habitación, también Hugo está en la suya. De vez en cuando Lucía le oye gritar: “Toma, uuh, ahora”. ­¿Qué estás haciendo?, ­ le pregunta. De pronto suena: “Catapumm”. Lucía sale corriendo hacia la habitación de su hermano pequeño y ¿qué es lo que ve?, pues a su hermano sentado en el suelo disfrazado de caballero. Una bandeja de horno le sirve de escudo y se ha fabricado un peto con una caja de cartón, en las manos una manoplas de cocina, su lanza es una escoba y su yelmo un escurridor de pasta, su rallador de queso, que le sirve de visera, no está nada mal pensado, apenas se le ve en la cara. Pero el rallador de queso está abollado. ­ Espera, te ayudaré ­ dice Lucía, y empieza a tirar del yelmo. ­ Ayyy, me haces daño, llama a mamá,

­lloriquea Hugo. ­ Pero ¿qué ha pasado? ­ Hugo le explica: “He luchado contra el perchero con una lanza, con una visera no veo bien.

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­ El caballero percherote ha atizado tan fuerte en el yelmo que se te ha encajado. ­ Justo ­contesta Hugo intentando contener las lágrimas, a Lucía, sin embargo, le cuesta contener la risa. Lucía decide distraerlo hasta que vengan sus padres. Lucía vuelve y empieza a contarle una historia que se inventó Miguel de Cervantes, un famoso escritor español, llamado Don Quijote, un caballero valiente, solo que él a veces hacía cosas raras, sus hazañas, enemigos, eran imaginaciones suyas. Una vez luchó contra un ejército que en realidad era ovejas; otra vez combatió contra un gigante que en realidad eran molinos, “¿o unas ovejas?”,­ pregunta Lucía. ­ Sí, claro que sí ­ responde Hugo­, hay ovejas muy feroces. ­ Claro ­dice Lucía­ y también malvados molinos de viento y percheros. Así, Lucía siguió cosas de su propia cosecha hasta que vinieron sus padres

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Pedro G.

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UNA DE LAS TARDES SOLOS Mi madre me va a contar un cuento que se titula : Una de las tardes solos.

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­Era una niña que vivía en un campo con sus cinco hermanos. Sus padres se fueron a trabajar por la mañana,y se quedaron los seis hermanos solos en la casa. A las seis de la tarde escucharon unos ruidos,la hermana mayor que se llamaba Ángela decía: ­¡No hacer ruidos,no hacer ruidos! ¡Callaros!. Entonces, Ángela se asomó por la ventana,pero no veía nada,al rato volvieron a oír ruidos,todos asustados hablaban entre ellos: ­¿Qué serán esos ruidos? Y Ángela les insistía a sus hermanos que no hablaran,que estuvieran en silencio. Y de repente tocan la puerta,intentando tirarla abajo,Ángela gritó: ­¿Quién es?¿Quién es?¿Quién está ahí?¡Contestarme! Pero seguían dando golpes intentando entrar a la casa. Ángela, desesperada, gritaba que iba a llamar a la policía, y cuando la llamó gritó que ya venía en camino, y el hombre asustado se marchó. Y al cabo de unos días, intentando abrir las casas, en una casa cercana a la suya había entrado y había matado a una mujer y por ese motivo lo metieron a la cárcel.

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Esto fue un hecho real que le pasó a mi abuela cuando tenía 15 años. Gracias mamá.

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Clara Córcoles Gómez

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