Este tercer número es sobre el cuerpo, materialidad móvil que puede tomar distintas formas, puede ser intervenido y reconfigurado. Esa posibilidad de mutación pone en crisis lo que plantea el sistema capitalista hetero-patriarcal, que fija constantemente las reglas del cuerpo, buscando su domesticación al establecer ideales a seguir. Al tomar consciencia de ello, nuestros cuerpos se presentan como un artefacto que puede constituirse como protesta frente a la norma corporal dominante. Esa norma que ha instalado patrones y delimitado fronteras entre los cuerpos valorados y los cuerpos considerados abyectos como los trans, gordxs, intersex, peludxs, muy grandes, muy pequeños, etc. Estos cuerpos ‘desviados’ son objeto permanente de violencia al ser física y simbólica. Para resistir esta violencia debemos rebelarnos frente a los sistemas disciplinarios de género, sexo, sexualidad y normalidad corporal que prevalecen en la sociedad, presentándonos ante el mundo desde la propia satisfacción de nuestros cuerpos.