Enrique Peña Nieto Primera intervención Muy buenos días a todas y a todos ustedes. Agradezco esta invitación que el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad le ha formulado a quienes participamos dentro de esta competencia democrática para recoger lo que sin duda representa una genuina expresión de preocupación, de dolor, de tristeza por los varios testimonios que ustedes aquí han expresado. Aquí hemos recogido varios testimonios de quienes han vivido episodios de dolor, de tristeza, de pérdida de seres queridos, y que sin duda representa este Movimiento, una viva expresión de lo que lamentablemente viven muchos mexicanos. No he venido aquí sólo en el ánimo de fijar cuál es mi posición con respecto a lo que propongo deba de hacerse desde el Estado, con la participación de todos los niveles de gobierno, sino más bien, primero a dejar muy en claro que lo que ustedes representan, la expresión de ustedes, genuina y que, reitero, representa el dolor de muchas familias mexicanas que han sido víctimas de la pérdida de un ser querido, quizá de maltrato del crimen organizado y de excesos cometidos también por quienes forman parte de las fuerzas de seguridad pública del Estado. Estoy convencido de que en este escenario que México vive actualmente, urge y demanda realmente construir, más allá de las diferencias que distingan a unos y a otros, el realmente establecer
como una prioridad para la nación, el que recupere la paz, el orden y la libertad que ha perdido. Aquí hemos recogido distintos testimonios, insuficientes y no todos, de los muchos casos que lamentablemente familias enteras han padecido en nuestro país. Y que marca lo que sin duda representa hoy para el Estado mexicano, uno de sus principales retos y desafíos: recuperar para los mexicanos el clima de paz y de tranquilidad. Y que para poder realmente acometer este gran objetivo, se tiene que partir de las coincidencias que distintas expresiones políticas y sociales tienen, para alcanzar este alto fin. Le agradezco al poeta Javier Sicilia el que haya señalado varias de sus preocupaciones, y en las que sin duda tengo plena coincidencia. México ha cambiado, México ha experimentado un cambio en el escenario político que no necesariamente se ha visto traducido en condiciones de orden, de paz, de oportunidades para los mexicanos. Y ese cambio, el que México ha experimentado, tiene que ver más con su régimen político, donde se ha logrado el fortalecimiento a nuestro régimen democrático, y donde tiene lugar la participación de distintas fuerzas políticas, de distintas expresiones, que todas se merecen el mayor respeto porque nadie puede asumirse como dueño absoluto de la verdad o de lo que venga postulando. Sin duda, México demanda de la participación de todas y de todos:
expresiones, partidos políticos, sociedad civil organizada, como este Movimiento para quien tengo respeto, para quien tengo reconocimiento, y que sin duda, lo que han venido ustedes enarbolando en una bandera justa, ha permitido que el Estado mexicano haya adoptado varios de sus ideales y de sus demandas en nuevas legislaciones, en asumir posición frente a los temas que tanto les preocupa, y sin duda exigir de manera permanente al Estado mexicano, en toda su composición, los distintos niveles de gobierno, órdenes de gobierno, el que realmente asuman un compromiso permanente, constante para que México tenga paz y seguridad. Es de reconocer el Movimiento que ustedes encabezan, el que haya sido factor importante para que se hubiese logrado la Ley General de Víctimas; un paso decisivo de nuestro país, y que sin duda es y será una ley de vanguardia y de referente internacional. Así como México, a principios del siglo XX tuviera en reconocimiento al ser un país que en su Constitución, la de 1917, hubiese impulsando los derechos sociales, hoy, en el orden internacional México se distingue nuevamente por ser impulsor de las libertades sociales, pero sobre todo, de dar atención a las víctimas de la delincuencia, del crimen organizado, que merecen atención por parte del Estado mexicano ante la incapacidad que el Estado ha tenido para generar condiciones de seguridad para todos los mexicanos. Pero que este es un derecho justo y ganado por la sociedad que ha sido víctima del delito, del crimen organizado y de los excesos que
algunas veces organizaciones o instituciones policiacas han tenido y han excedido lo que es el cumplimiento de su deber. He recogido con interés y queriendo tener la mayor empatía en lo que representa el dolor de cada uno de ustedes, los testimonios sólo de lo que han expuesto aquí, pero de los muchos más que aquí recojo en distintas expresiones y en señalamientos en cartulinas. Estoy convencido poeta Sicilia, Trinidad, José Carlos y todas y todos ustedes, que México necesita construir a partir de nuestra condición democrática nuevas condiciones, nuevas reglas para que la actuación del Estado mexicano permita una mayor efectividad, eficacia en lo que es el objetivo mayor de darle seguridad a los mexicanos. Ustedes han postulado para la Reforma Política distintas ideas, distintos planteamientos, varios de ellos recogidos por los legisladores, y hoy traducidos en ley. Otros quizá no, pero lo importante y creo que esto vengo a comprometer hoy con ustedes, es la actitud y la disposición para saber escuchar, para realmente tener respuesta a los distintos planteamientos que organizaciones como la suya tengan entre los problemas que vive México. Que sepamos convocar a expresiones diversas, distintas y diferenciadas de la que yo puedo representar, para poder encontrar las coincidencias que nos permitan realmente lograr que México se prepare ante estos nuevos desafíos, de que los gobiernos que son parte del Estado mexicano tengan la capacidad, el profesionalismo y las herramientas jurídicas necesarias para
responder a las demandas de la sociedad mexicana. No se trata sólo de venir a tener ante ustedes una retórica de compromiso, y tampoco vengo en el afán de hacer proselitismo político, vengo a que me permitan compartir con ustedes una reflexión de lo que veo y advierto del México de nuestros días: un México que ha cambiado y que debe seguir cambiando porque esta es la constante de todos los tiempos: el cambio. Pero que ese cambio deba permitir a los gobiernos, parte del Estado mexicano, y a la sociedad en general, interpretar con la mayor fidelidad la forma y los mecanismos que permitan que México avance hacia mejores condiciones. Es claro que hoy el escenario que vive México no deja satisfechos a los mexicanos. Es claro que uno de los reclamos mayores de la sociedad mexicana es por la inseguridad y la ola de violencia que se vive de manera acentuada en varias entidades del país. Y es claro que más allá de las distintas posturas y propuestas que los distintos candidatos venimos haciendo, esto implicará ir más allá de la elección del primero de julio. Y para quien asuma la tarea por mandato de la sociedad mexicana, por mandato mayoritario de la sociedad, de ser el próximo Presidente de la República, deberá interpretar con toda fidelidad los anhelos, las expresiones, las propuestas que las distintas expresiones de quienes están en favor del proyecto que triunfe y de quienes no lo estén.
Lo importante es tener una actitud constructiva, propositiva y de cambiar lo que hoy debe ser cambiado entre los mexicanos para servir de mejor manera a la sociedad mexicana. En mi segunda exposición creo que tendré oportunidad de dejar claro ante ustedes qué vengo proponiendo, qué postulo realmente para lograr condiciones de mayor seguridad entre los mexicanos. Y me llevo hoy los dos testimonios que he recogido, uno muy particularmente de la entidad de la que soy originario y que tuve el alto honor de gobernar, y en lo que sin duda, Trinidad, debo señalar en lo que tú bien dices: una decisión de Estado, bajo premisas consideradas y donde la Suprema Corte --bien señalas--, no avaló la decisión tomada, pero más bien deslindó las responsabilidades de quienes tuvieron falta a los derechos humanos, a las libertades de quienes estuvieron presentes en este incidente. Soy el primero en reconocer los excesos cometidos por algunos elementos de las policías que actuaron en ese operativo. Y que fui el primero en atender las recomendaciones como titular del gobierno del Estado hechas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Y donde es un proceso que se sigue y corresponderá al Poder Judicial del Estado de México definir las sanciones que correspondan para quienes se pruebe hayan participado en este incidente. Soy el primero en lamentar los excesos cometidos por ellos. Pero también lo que dejó la Suprema Corte establecido es que el uso de la fuerza es una atribución que corresponde al Estado emplearla
cuando considere que haya razones. Hoy debo decirte que ese episodio, el de Atenco, dejó para tu servidor mayores lecciones que me han permitido hoy postular, para que en el uso legítimo de la fuerza pública que es inherente al Estado, deba de hacerse bajo protocolos que permitan el respeto irrestricto de las libertades y de los derechos humanos cuando se decida hacer uso de alguna fuerza pública. Sobre este tema me permitiré hablar más adelante en la exposición de qué propongo, por qué me estoy comprometiendo, por qué advierto cambios en la sociedad y de los partidos políticos y donde expreso mi partido ha experimentado los mayores cambios, y dónde está el compromiso de quienes tomamos parte de este partido político para que en una actitud distinta, con lo que demanda el tiempo del México de hoy, realmente nos permita estar a la altura de las expectativas sociales, nos permita actuar con actitud democrática y sobre todo traducir en mejores resultados y en beneficios a la sociedad mexicana, no sólo lo que postula mi partido, sino sobre todo recogiendo muchas de las propuestas que la sociedad civil organizada tiene y que viene señalando con toda claridad. México ha cambiado y debemos ser parte del cambio; debemos propiciar mayor cambio, que signifique mejora para la sociedad mexicana. Y no hay otra disposición más que esa de parte de un servidor en esta participación, hoy como candidato en esta competencia democrática, y cualquiera otra que deba tener para que México realmente esté mejor.
Aprecio nuevamente y agradezco la oportunidad de estar con ustedes en este encuentro, y dejaré para mi segunda participación el poder fijar con mayor precisión cuáles son mis propuestas para darle seguridad a los mexicanos. Muchas gracias. Segunda intervención Muchísimas gracias, licenciado Álvarez Icaza. Y por supuesto que tengo posicionamiento para cada uno de los temas, posicionamientos y sobre todo propuestas que ustedes están formulando para que realmente podamos transitar a un México de seguridad, a un México de paz y a un México que permita que quienes son víctimas de la delincuencia, tengan realmente un resarcimiento y el apoyo del Estado ante el dolor por el que han pasado. Déjeme ir a cada uno de los temas que usted refirió. En primer lugar, debo dejar aquí testimonio y constancia de que represento un partido político que hizo suya esta lucha para resarcir el daño causado a las víctimas de la delincuencia; y que la Ley General de Víctimas ha sido una ley consensuada, apoyada por el Congreso de la Unión, pero donde debo de señalar que mi partido --como usted lo expresara, licenciado Álvarez Icaza-- tuvo una participación decisiva y trascendental para que esta legislación, este ordenamiento legal, prosperara.
Hoy está pendiente de su promulgación. Y el compromiso específico que hago en este tema es que si antes del 30 de noviembre esta Ley General de Víctimas no ha sido promulgada, tengan la certeza y el compromiso de parte de un servidor de que habrá de ser promulgada; porque estoy convencido de este instrumento de justicia social y de justicia para México, como un instrumento además legal, de avanzada, moderno, que sin duda pone a México a la vanguardia en esta materia. Segundo. Comparto la preocupación suya en el tema de los protocolos. Creo que lamentablemente algunos eventos o varios eventos que hemos presenciado en la lucha contra el crimen organizado, sin duda han derivado en una espiral de violencia propiciada las más de las veces por la propia delincuencia, pero no puede quedar al margen la que se ha dado a partir de la intervención de instituciones del Estado mexicano, que sin actuar bajo protocolos de respeto a los derechos humanos, se han extralimitado en sus funciones. Sólo reitero lo que la semana pasada postulé a través de un Manifiesto para ejercer una Presidencia democrática a la que usted hizo alusión, licenciado Álvarez Icaza. Estoy convencido, como lo señalé en mi primera intervención: México ha cambiado. Sus instituciones tienen que cambiar; la actitud de los gobiernos tiene que cambiar; la disposición de los gobiernos para construir en democracia debe ser una que permita que México realmente pueda lograr modernización de sus instituciones, profesionalismo de quienes están al frente de ellas, y
permita realmente que el Estado sirva de mejor manera a los altos fines para los que debe estar para una sociedad: garantizar condiciones de calidad de vida y de bienestar. De tal suerte que no puedo más que decirle que estoy a favor de trabajar, de modernizar y de hacer los cambios como lo postulo en el Manifiesto para lograr la implementación de protocolos en la actuación de las distintas instituciones encargadas de la seguridad pública de nuestro país. Sobre el modelo de seguridad pública que vengo postulando. Creo que no hay modelo que pueda servir y generar seguridad y justicia entre los mexicanos si no cambia la condición social de México. Si seguimos siendo un país donde más del 50 por ciento de su población vive en pobreza y donde somos un país que lamentablemente se distingue por las distancias que hay entre la sociedad, las grandes diferencias sociales muy marcadas y señaladas en nuestro país. Si esta condición no cambia y no damos un rostro a la sociedad mexicana de mayor igualdad social, de mayores oportunidades, de mejora en su condición económica, no habrá estrategia en materia de seguridad, para la paz, que pueda dar los resultados esperados. De tal suerte que como primer línea de acción, vengo postulando el cambiar justamente esta condición a partir de lograr un mejor desempeño de nuestra economía: crecimiento económico para el empleo. Hoy tenemos empleos, pocos, insuficientes y mal remunerados. ¿Y por qué no es otra la condición? Porque a menor
oferta de empleo, el empleo que se ofrece o se toma y la mala paga o baja paga que ofrece, o simplemente se pierde la oportunidad de tener un empleo. Esto es esencial para que realmente podamos tener mejor condición en México. Yo he venido señalando con toda claridad: las grandes metas que tiene el país o desafíos son cinco, pero hago particular énfasis en cuatro, que es: seguridad pública, el que hoy nos ocupa; es el de abatir los niveles de pobreza; es el de lograr un crecimiento económico para el empleo en nuestro país y es evidentemente lograr más y mejor educación para los mexicanos. Una educación de calidad y una mayor cobertura que llegue y que propicie la oportunidad para que todos los jóvenes puedan estudiar sobre todo los niveles de preparatoria y universidad, donde mayor déficit hoy observan nuestros sistemas educativos. Siendo estos los grandes temas, he señalado que el motor para que realmente tengamos una eficaz atención en las cuatro metas que vengo aquí postulando, dependen de lograr un mejor desempeño de nuestra economía: tenemos que lograr crecimiento económico y lograr que el Estado mexicano cree, genere las herramientas y mecanismos para que el reparto de la riqueza en nuestro país sea en condiciones de mayor igualdad. Establecer niveles básicos de bienestar a todos los mexicanos y generar un entorno de condiciones y de oportunidades para que cada mexicano pueda desarrollar y crear su propia historia de éxito
en su vida. Pero necesitamos propiciar niveles básicos de bienestar social a los mexicanos. ¿Qué propongo en ajuste a la estrategia que ha seguido hoy el gobierno de la República? No se trata de una guerra contra el narcotráfico; no se trata, ni caben las expresiones de daños colaterales por una guerra que sin duda ni es guerra y que la estrategia ha fallado a los mexicanos, ha propiciado violencia. Y lo primero que señalo como objetivo imperioso en materia de seguridad, es definir qué queremos en materia de seguridad para darle a los mexicanos paz y libertad. Y lo primero que defino es: hay que construir una estrategia nacional para abatir los niveles de violencia. Hoy el objetivo central es acabar con la violencia que México tiene y que no debe darse espacio alguno, ni siquiera la del combate al crimen organizado que genere más violencia. Hoy somos parte de un espiral de violencia por una guerra primero, lucha después, que, sin duda, le ha fallado a los mexicanos. Coincido en que no podemos subordinarnos a las estrategias de otros países. Podemos actuar en colaboración para lograr mayores resultados, pero nunca en una actitud de subordinación a lo que para nosotros deben ser muy claros los objetivos: no más violencia entre los mexicanos. Estoy en favor de la profesionalización de nuestras policías. Es algo
que debemos acelerar y eso demanda mayor inversión pública en esta asignatura; una asignatura de la mayor preocupación entre los mexicanos que no se ve reflejada en mayor inversión por parte del Estado mexicano, es mera demagogia. La inversión pública del Estado debe hacerse a todos los niveles de gobierno para realmente lograr profesionalización de vida, el equipamiento, la preparación, la capacitación para actuar bajo protocolos en el combate al crimen organizado, pero sobre todo, en el uso de mayor inteligencia que no necesita de armas, que no necesita de armamento sofisticado, sino de tecnologías para que en el uso de esa inteligencia se permita tener, por parte del Estado, la capacidad de actuar con ataques certeros, precisos, focalizados contra las bandas delincuenciales, contra el crimen organizado. En alcance a lo que he señalado debe ser una estrategia nacional para acabar con la violencia en nuestro país, el tema debe centrarse en los delitos que propician mayor violencia, entre ellos: el homicidio, el secuestro que usted ha señalado, y, sin duda, reforzar los mecanismos del Estado para realmente lograr la eficacia contra el crimen. Usted tocó un tema que es fundamental: el lavado de dinero que es lo que da oxígeno a las bandas del crimen organizado. Hay una ley que está en debate en la Cámara que, sin duda, debe permitir que el Estado cuente con mejores herramientas para combatir el lavado de dinero y, con ello, cortarles el oxígeno a los grupos delincuenciales.
Coincido, finalmente, en el último tema señalado por usted: democratización de los medios de comunicación. En el Manifiesto por una Presidencia democrática que he presentado, que no es, debo decirlo, sólo una posición a partir de mi participación en esta competencia democrática; es, sin duda, un compromiso de cómo habré de ejercer la Presidencia de la República de llegar a esta alta responsabilidad confiada por la mayoría de la sociedad mexicana; porque también me somete a un escrutinio y a juicio de la sociedad mexicana para velar porque esos principios, que hoy varios de ellos garantizados en nuestra Constitución y otros más que no lo están, realmente se materialicen y se cumplan. He marcado ahí un compromiso y cuáles son los principios que van a inspirar y marcar mi conducta política, de llegar a ser Presidente de México, y uno de ellos tiene qué ver con la democratización en los medios de comunicación. Sin duda, en un México del siglo XXI de mayor apertura, de diversidad de opiniones, un México plural, demanda también que los medios de comunicación, todos, tengan mayor apertura y dé mayores espacios a las distintas expresiones de la sociedad. Y señalé en este Manifiesto el que pudiéramos integrar un órgano autónomo con participación ciudadana que vele porque se cumpla este principio democrático en la relación de los gobiernos con los medios de comunicación. Donde la información que se tenga sea veraz, objetiva, de utilidad pública y, sobre todo, garantice un
principio fundamental de toda sociedad democrática: el lograr una sociedad debidamente informada para que realmente, a partir de ello, definan su participación y su libre expresión sobre los distintos temas del quehacer social. Son estas mis respuestas a lo que usted ha señalado, licenciado Álvarez Icaza, lo que he entreverado además con la posición que vengo teniendo en la estrategia que postulo para darles a los mexicanos mayor seguridad pública. Quisiera concluir con lo siguiente, ya que me he excedido en el tiempo en tres minutos, que me han dado para esta intervención. Quien aspira a gobernar este país de ningún modo puede hacerlo de manera única, unipersonal, discrecional y detrás del escritorio. Quien aspira a gobernar a este país plural y diverso debe hacerlo con actitud de respeto a las distintas expresiones, de saber escuchar, entender y comprender lo que las expresiones y representación de la sociedad está manifestando, y que sea un fiel intérprete para darle cauce y atención a las distintas demandas sociales. Hoy, lo que México demanda de los gobiernos es una actuación y una gestión eficaz que permita que nuestra democracia se traduzca en mayores y mejores resultados a la sociedad mexicana. México no puede ver que en este clima democrático sus aspiraciones, sus anhelos, sus demandas, no sean atendidas, y vivir bajo la estela de frustración. Se trata, pues, de lograr la eficacia.
Y déjeme concluir mi intervención con una frase que, sin duda, debe estar señalada y marcada en la actitud y actuación de quienes en distintas trincheras del orden público, del orden social, queremos que México esté mejor, y es una expresión de Mahatma Gandhi que a la letra dice: “No hay camino para la paz. La paz es el camino”. Y por ello, estoy convencido de que cualquiera que sea nuestra participación, insisto, pública o privada en el México democrático de hoy, creo que nuestra actitud y nuestra disposición deberán de ser, invariablemente, para abonar a la paz de México. Muchas gracias.