Programa asentamientos

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JUEVES, 9 DE FEBRERO DE 2012 ●

Málaga hoy

Málaga hoy

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● JUEVES, 9 DE FEBRERO DE 2012

Málaga

Málaga

PROGRAMA DE AYUDA EN TIEMPOS DE CRISIS Pablo Piñero / MÁLAGA

Yana enseña el nuevo tejado de su casa. Dice que con él todo ha cambiado. “Ahora no entra agua cuando llueve”, explica en un digno castellano mientras muestra una sonrisa. No es más que un tablón recubierto de plástico, pero impide que los días de lluvia se conviertan en algo más que una jornada gris para ella, su marido y sus dos hijos. La temperatura es otra cosa: la ola de frío de los últimos días no les ha sentado muy bien. “A ver si llega pronto el calor”, suplica mirando al cielo. La pequeña estructura que le sirve de alojamiento a su familia se encuentra en una parcela a las afueras de Mijas que comparte con otros emigrantes procedentes de Bulgaria. Unos malviven en chabolas; otros en viejas caravanas. Un pequeño chambao hace de cocina colectiva y la ropa se reparte por tendederos alrededor de las infraviviendas, rodeadas de escombros y viejos electrodomésticos. Es un lugar invisible para la

PERFIL

IMVESTIGACIÓN SOBRE EL TERRENO

INTEGRACIÓN

La mayor parte de las más de 700 personas que han recibido ayuda en el primer año de funcionamiento de este programa son subsaharianos

Los voluntarios se sirven de contactos, llamadas y de un trabajo de campo que les permite detectar las necesidades

El programa también incluye clases de español gratuitas para los emigrantes y planes de asesoría jurídica

AYUDAS en

vertical y horizontal

Más de 700 emigrantes han recibido ayuda de Cruz Roja en el primer año de funcionamiento del programa Asentamientos, que les ayuda con alimentos, mantas o productos de higiene · El proyecto incluye atención sanitaria y orientación laboral Una voluntaria le toma la tensión a una mujer.

los otros dos dormitorios. La cocina lo dice todo. “Mirad, mirad mi nevera: vacía. Y este es el estante de nuestra comida: vacío”. Armando necesita hablar. Dice que el empresario que le contrató hace unos años sólo le dio de alta en la Seguridad Social apenas un mes antes de echarlo. Le sirvió para obtener sus papeles y regularizar su situación, pero nunca cobró finiquito. “Y el tema judicial ahora me perjudica: me dan la opción de cobrar un dinero o entrar a trabajar de nuevo. Yo no quiero ir ahí porque me explotan y me tratan fatal. Y del dinero que me debe, el tipo me ha dicho que como mucho me dará 100 euros. ¿Ahora qué hago?”. El argentino agradece la atenta escucha de Encarni. “A veces viene muy bien desahogarse, aquí uno se siente muy solo”, explica. Por eso, ade-

200 ASENTAMIENTOS

Es el número de sitios declarados por Cruz Roja, lo que complica el objetivo de realizar visitas mensuales gran mayoría de la sociedad. Pero también es lo que en Cruz Roja denominan asentamiento horizontal. Por eso, tres voluntarios han ido esta mañana a llevarles mantas, alimento y atención sanitaria. “Hacía tiempo que no veníais”, les riñe cariñosamente Yana. “Pero gracias. Es una gran ayuda”, dice la mujer con su hijo pequeño en brazos, que desde que vio llegar al equipo de voluntarios con sus chaquetas rojas no ha dejado de llorar. Los cooperantes son Víctor, Amanda y Francisco. Pertenecen al programa Asentamientos de Cruz Roja, financiado anualmente por el Gobierno. Saben que hace algún tiempo que no visitaban este campamento. Pero hay que repartir: en Málaga hay cerca de 200 sitios declarados por Cruz Roja como asentamientos, lo que complica el objetivo de realizar visitas mensuales de ayuda, pero no siempre se les puede ayudar como se quisiera. A veces lo que más sirve es un gesto: un guante de látex convertido en muñeco ha eliminado las lágrimas del pequeño hijo de Yana. Pero lo que realmente dará tranquilidad durante las próximas semanas a los habitantes del asentamiento son los paquetes que han recibido esta mañana. Galletas, caballa, agua, arroz, zumo, azúcar, tomate frito, piña en almíbar,

Armando Recibe la ayuda

A mí me daba vergüenza tener que ir a Cruz Roja a pedir. Pero es que ya no puedo más”

Asentamiento a las afueras de Mijas. Uno de los voluntarios entre el material.

El dormitorio.

mantas y otros productos de higiene. Además de productos de primera necesidad, los voluntarios también les hacen revisiones médicas básicas. “Los valores están más o menos bien”, dice Amanda tras tomar la tensión y medir el azúcar en sangre de Yana. “¿Al-

Los voluntarios de Cruz Roja dialogan con la familia.

gún dolor extraño?”, le pregunta. La mujer, que ronda los 30 años, se queja de molestias en el estómago y se le recomienda ir al médico. “Es su decisión, nadie la puede obligar. La próxima vez que vengamos traeremos con nosotros un especialista para que la vea so-

bre el terreno. Pero si no quisiera ir al médico, no podemos hacer más”, cuenta Víctor ya en la furgoneta de vuelta a Málaga. Lo que durante esta mañana ha sido algo casi rutinario tiene detrás un largo trabajo. Hasta llegar al campamento, Encarni Suárez

ha tenido que tirar de contactos, llamadas y de un trabajo de campo que le permite detectar y conocer las necesidades de los emigrantes. Ella es la máxima responsable del programa Asentamientos, que busca dotar de ayuda a los emigrantes que no tienen recursos.

Principalmente, alimentos, mantas o productos de higiene, pero también asesoría e información sobre cualquier tema que les pueda ayudar. ¿Y cómo se detectan estos lugares? “A veces son nuestras delegaciones en los diferentes municipios los que nos cuentan los casos, y en otras ocasiones nos informan entidades como Málaga Acoge o la Asociación de Ghaneses de Málaga”, asegura la mujer, que destaca que la mayor parte de las más de 700 personas que han recibido ayuda en el primer año de funcionamiento de este proyecto son subsaharianos. “Es que se encuentran mal. Hay gente muy necesitada y situaciones que impresionan bastante”, relata. Marroquís y suramericanos conforman también el colectivo más necesitado de apoyo en Málaga. Un

Encarni Suárez Responsable del programa

A veces son nuestras delegaciones en los diferentes municipios los que nos cuentan los casos” cuadro que completan, en menor medida, los europeos. Sin duda, es su conocimiento del colectivo emigrante lo que le permite detectar los asentamientos necesitados de ayuda. “Son ellos mismos los que muchas veces nos dicen las familias o grupos de emigrantes que no lo están pasando bien”, añade Encarni. Otras veces, ellos acuden personalmente a solicitar apoyo a las

sedes de la entidad: “A mí me daba vergüenza tener que ir a Cruz Roja a pedir ayuda. Pero es que ya no puedo más”, dice Armando, un argentino que responde al perfil de asentamiento vertical al vivir con su familia en un bloque de viviendas en plena ciudad. Como en todos los casos, antes de entrar a formar parte del programa Asentamientos, Encarni realiza una visita a Armando en su vivienda. “Así los conozco, me cuentan su caso, apunto sus necesidades y puedo elaborar un informe”, expone la responsable del proyecto. La precaria situación de Armando es evidente. Vive junto a su mujer y su inquieto hijo de año y medio en la habitación de un minúsculo piso casi escondido en el barrio de la Asunción de la capital malagueña. Dos personas ocupan

más de alimentos se le da hora con una psicóloga de Cruz Roja. “Seguro que te viene bien charlar con ella”, le anima Encarni. En 24 horas llegarán varios voluntarios a llevarle comida y productos de higiene. “Gracias, de verdad, gracias”, le dice a la mujer, que debe seguir su jornada. La siguiente visita de Encarni es en Fuengirola. La delegación local le ha pedido que visite a una familia de Senegal. Allí la recibe Kaya, una mujer que apenas puede andar sin sus muletas. Un accidente y varias operaciones la han dejado con un 55% de minusvalía. Algo que ha reconocido el Servicio Andaluz de Salud, pero que no tendrá efectos legales hasta 2013, según indica la carta que muestra a la trabajadora de Cruz Roja. “Yo no puedo hacer nada.

Mi marido sólo trabaja un día a la semana con un puesto en el mercadillo. Así es todo muy difícil”, subraya la subsahariana, que ese día cuida como puede a su hija enferma. Su sobrino y su otra hija andan en la escuela. Llevan siete años en España, pero ahora es cuando se encuentran más al límite de recursos. Cuando Kaya dice que también deben una parte del alquiler del piso, Encarni les cuenta la posibilidad de solicitar una ayuda en Cruz Roja Fuengirola. “Todo depende del presupuesto que se tenga, pero lo importante es que los usuarios conozcan todos los recursos que pueden llegar a tener a su disposición. Hay que intentar ayudarles como sea”, destaca la voluntaria. Antes, la primera visita de la mañana le había llevado a una vivienda en el centro de Málaga. Allí, Encarni proporcionó a Tania varias direcciones a las que dirigirse para tratar de encontrar trabajo. También le informó de las clases de español gratuitas para emigrantes de Cruz Roja y le ofreció ayuda jurídica respecto a su situación en España al ver que en su asentamiento unos acaban de recibir su permiso de residencia pero otros lo están tramitando. Tania ha acogido a una amiga y su familia –todos compatriotas rusos– que, como ellos, no tenían recursos. Su amiga es la única que ha encontrado trabajo: “Ella es periodista. Ahora está en una casa de cuidadora, pero lo hace como interna y no tiene días libres. Al menos es la única de las siete personas de nuestras dos familias que tiene empleo. Nuestra situación es complicada”, dice Tania. “Y nuestros hijos tienen que estudiar. Es su futuro: no se pueden poner a trabajar ahora”, destaca la mujer. Sus palabras están lejos de querer dar pena. Las dice con humor, mostrando una sonrisa. “Es lo más importante. No hay que perder el ánimo”, comenta. Al día siguiente recibirán la visita de los voluntarios de Cruz Roja. Un gesto que, al menos, les animará un poco más.


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