Los trabajadores extracomunitarios se multiplican por siete en cinco años

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Málaga hoy LUNES 18-12-2006

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Málaga

UGT DENUNCIA LA DIFICULTAD DEL COLECTIVO PARA ACCEDER AL MERCADO LABORAL

Los trabajadores extracomunitarios se multiplican porsiete en 5 años Sólo uno de cada diez extranjeros no europeos que trabajan en la provincia cuenta con un trabajo fijo, según un estudio de UGT

UGT

NACHO SÁNCHEZ ■ MÁLAGA. Vienen de lejos. Algunos tienen problemas con el idioma. Y a la mayoría le resulta complicado encontrar la estabilidad laboral. Sólo el diez por ciento de los extranjeros afiliados a la Seguridad Social tiene un contrato fijo. El resto, el 90 por ciento, tiene un acuerdo temporal, según los datos aportados por UGT. En Málaga hay ya más de 134.000 foráneos residentes, lo que la hace la provincia andaluza con una cifra más alta. Para la secretaria de Igualdad y Política Social del sindicato, Auxiliadora Jiménez, los mayores problemas los tienen los extranjeros no comunitarios. “Sólo suelen encontrar un empleo en sectores como la construcción, los servicios y la hostelería. Muy delimitados y que se caracterizan por su dureza”, dice la responsable sindical. También el servicio doméstico da empleo a muchos no comunitarios, “pero este sector tiene una regulación legal muy deficiente que en la mayoría de casos no se cumple”, dice la sindicalista. Un colectivo marcado por “la precariedad, el fraude, la explotación, la economía sumergida, las dificultades de entrada y mantenimiento en el mercado de trabajo”. Una de las que tiene contrato temporal es Olga Flores. Lleva en España cuatro años y llegó desde Bolivia a buscar trabajo, porque en su país no había forma de encontrarlo. A sus 33 años y con dos hijos, decidió

dulo de Comercio y Turismo, pero su mayor formación tampoco le permite encontrar su hueco en el mercado laboral. Probó en un restaurante de la capital en el que trabajaba doce horas diarias por 700 euros, pero tenía problemas porque no le daban de alta. “Y el dueño me insultaba, así que me fui”, dice. Luego probó en Alhaurín el Grande, pero en el bar tampoco querían pagar su Seguridad Social. “Propuse pagarla yo, no quisieron”, añade. Luego ha pasado por otros bares y restaurantes, pero sin suerte. Ahora, trabaja en una obra “y siempre me están revisando. Tengo mucha presión” dice. Y un contrato temporal. “En todos estos hay casos siempre hay muchos prejuicios. Los empresarios ven al extranjero como una mano de obra barata y sumisa

Olga Flores, delante de un ordenador con la bandera de su país, Bolivia.

FOTOGRAFÍAS: ÁLVARO CABRERA

José Luis y Graciela, en su pizzería.

dar el paso aunque los dejara en casa. “Tenía dinero ahorrado y me vine. Tuve suerte, porque me alojé con un familiar y pronto encontré trabajo”, dice la mujer. Luego cambió de puesto y en el proceso de regularización consiguió sus papeles gracias a una oferta en la casa que actualmente trabaja. Allí, le renuevan cada año

su contrato “y cada vez suben más el sueldo”. Ya se ha traído a uno de sus hijos y pronto pretende que venga al otro. A pesar de su situación, dice que ahora sus compatriotas lo tienen muy difícil para encontrar empleo “porque ya hay mucha gente buscando el suyo”. La situación de Souleyman Labid

es diferente. Nacido en Tetuán, llegó también hace cuatro años a España para estudiar. Su familia pasó un mal momento económico y tuvo que buscarse la vida. Sus papeles sólo le permitan trabajar en la hostelería. Empezó en una pizzería “haciendo de repartidor, cocinero, camarero...”. Más tarde hizo un mó-

Los empresarios ven al extranjero como una mano de obra barata y sumisa por sus condiciones por sus condiciones”, explica Auxiliadora Jiménez. Además, suelen acceder a empleos que no quieren los residentes españoles, “porque si el español tiene unas condiciones de trabajo malas se va y busca otra cosa, pero los de fuera lo tienen más complicado para tomar esa decisión”. Es lo que le pasa a Clara, una mujer que llegó de Colombia hace unos años. Vino a darse otra oportunidad en la vida y tuvo que separarse de su único hijo. Buscar trabajo le resultó complicado y, aunque ahora tiene un contrato fijo en un restaurante como cocinera, está pensando en cambiar. “Quiero mejorar”, dice. Sin embargo, reconoce que ponerse a buscar ahora “es complicado”. Tengo que afrontar muchos gastos, enviar dinero a mi país y no puedo arriesgarme a quedarme sin nada”. Por eso, “el tratamiento que hasta ahora ha recibido esta realidad ha de cambiar, porque este colectivo no es un fenómeno coyuntural creciente”, añade Jiménez. Eso sí, también hay casos de personas que han montado sus propias empresas. Graciela y José Luis, de Argentina, son un ejemplo. Tienen una pizzería en calle La Unión, “y va todo muy bien”.


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