Concierto de Siniestro Total

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Málaga hoy

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● SÁBADO, 26 DE MARZO DE 2011

Cultura y Ocio

El absurdo es el auténtico realismo CRÍTICA TEATRO LA LECCIÓN

★★★★★ Teatro Cánovas. Fecha: 24 de marzo. Producción: Teatro Español. Dirección: Joan Maria Gual. Texto: Eugène Ionesco. Traducción: Juan V. Martínez. Reparto: Manel Barceló, Maica Barroso e Itziar Miranda. Aforo: Unas 150 personas (algo menos de media entrada).

Pablo Bujalance

Resulta casi simbólico el modo en que el teatro del absurdo parece haberse quedado anclado como testimonio de una determinada época, la que transcurrió entre el final de la Segunda Guerra Mundial y finales de los 60. Recuerdo haber visto montajes no sólo de La lección y de La cantante calva de Ionesco, también de Tres sombreros de copa de Mihura y hasta de Esperando a Godot de Beckett (aunque esta última pieza no se correspon-

da exactamente con los presupuestos del teatro del absurdo) y haber pensado: qué bien debió funcionar esto en su momento. Qué impresión para aquellas gentes. Como si todo lo que vino después (la eliminación del texto como columna vertebral del teatro, la prolongación postbrechtiana del materialismo histórico y didáctico, la eclosión de la performance y hasta los nuevos repertorios) hubiera dejado reducida aquella insolencia a una travesura de mediados de siglo, pero qué chiquillos, mira qué cosas se les ocurrían. Y confieso que en los primeros compases del montaje de La lección a cargo del Teatro Español me invadió, quizá por la costumbre, la misma sensación, especialmente desde que se puso a funcionar en el altar que ocupaba el centro de gravedad el comecocos informático, tan románticamente evocador del Spectrum (seguramente este recurso, que se

hace poderosamente significativo conforme se desarrolla el espectáculo, tuvo así en mí un efecto inicial contrario al esperado). Pero no pasó mucho tiempo hasta que pude comprobar, en un imprevisto arrebato de felicidad, todo lo contrario: que lo que estaba viendo se correspondía del todo y al detalle con el presente. Que lo que Ionesco apuntaba en 1951 era, como algunos sospechábamos, de una categoría universal. Hay un momento en que esta intención se confirma como una sentencia: el profesor se dirige a la pizarra y, al escribir la fecha en el margen superior derecho, señala el mismo día de la representación. La clave es el realismo con el que todo está puesto en escena, incluso a pesar del comecocos: la interpretación (el trabajo de Manel Barceló es soberbio, Maica Barroso e Itziar Miranda lucen una solvencia admirable y el conjunto funciona con un equilibrio sin fi-

suras), la integración de los objetos (el juego del cuchillo como instrumento y como concepto es revelador), el lenguaje imposible, el mobiliario y la estructura circular terminan de demostrar que el absurdo es el auténtico realismo, un realismo subrayado, que demuestra no sólo lo ridículos, también lo terroríficos que parecen los seres humanos cuando se comportan como tales. En este contexto, una afirmación como “ya están acostumbrados”, pronunciada por la sirvienta (genial, por cierto, la decisión de mantenerla siempre en escena, como el poder en la sombra) después de que el profesor expresara sus dudas respecto a la reacciones de la gente al ver aparecer cuarenta ataúdes, cae en la conciencia como plomo. Entre la risa y el crimen más frío, todo sucede en un tono doméstico y tan reconocible que casi quema. Esto, en definitiva, es el absurdo. Y complace disfrutar su eficacia.

Un concierto en tres actos para los colegas CRÍTICA MÚSICA SINIESTRO TOTAL

★★★★★ Concierto de Siniestro Total. Lugar: Sala París 15. Fecha: 24 de marzo. Músicos: Julián Hernández (voz, guitarra y ukelele), Javier Soto (Guitarra), Oscar Avendaño (bajo), Ángel González (batería), Jorge Beltrán (saxo y teclados). Aforo: Unas 500 personas (alrededor de media entrada).

Pablo Piñero

Acto I. Aparece un tipo cincuentón. Sombrero de cowboy y unas Ray ban tapándoles los ojos. Se rodea de amigos. En claroscuro y sobre un escenario, empieza a cantar en inglés. Es una excepción: las siguientes canciones son en castellano, a veces en gallego. Sus letras son apenas tarareadas por unos cuantos un par de metros más abajo desde el público. Casi todos, entre los 30 y 40 años. Son parejas, viejos amigos. Los del escenario se lo pasan bien, se divierten ahí arriba, saben de qué va esto. Se presentan como banda. Presentan su último disco: Country and Western (2010). Sonido contundente. Blues y country. Y unas cuantas dosis de rock del bueno. Suenan infinitamente mejor que la gran mayoría de bandas actuales. Los de abajo permanecen atentos, aunque parecen esperar algo. Por medio, risas, sátiras, críticas, recuerdos a la radiación de Japón y mucha música. ¿De dónde habrá salido

gente semejante? Una hora más tarde desaparecen del escenario. “Visite nuestro bar”, dice el tipo cincuentón después de haber pedido La paz mundial o o considerarse los Putos amos. Acto II. Aparece el mismo tipo cincuentón, aunque ahora aparenta como 20 años menos. Sombrero de copa y unas gafas que ya no son Ray ban. Sus amigos siguen ahí, pero parecen también más jóvenes. Una botellita pequeña de Jack Daniels, cerrada, descansa sobre unos altavoces. Con menos luz, el que dice llamarse Julián Hernández empieza a cantar en castellano. Políticamente incorrectas pero, todos, ahora sí, se saben sus letras a pies juntillas en la sala. Muchos aparentan ser ahora veinteañeros. Los de arriba disfrutan como nunca. Como siempre. Esto sí que lo dominan. El sonido parece de otras épocas, de otros años. ¿Por qué suenan tan bien, tan frescos? Dicen que llevan 30 así. Es el momento de los clásicos populares, los cantos regionales. Y los de abajo ahora se han vuelto locos, corre la cerveza y las ganas de saltar y gritar. Es un concierto para los colegas. Por medio, risas, sátiras, críticas enrevesadas y más recuerdos a la radiación de Fukushima. Sonido contundente. Punk y más punk. Y unas cuantas dosis más de rock del bueno. El tipo pregunta cosas del tipo Diga que le debo o ¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?; dice frases del

Julián Hernández, en el primer acto del concierto.

estilo Cuanta puta y yo que viejo o Todo por la Napia; Se alegra porque todos Vamos muy bien y también recuerda a un amor muy extraño exclamando ¡Ay Dolores! Acto III. De nuevo el cincuentón con su banda, Siniestro To-

P. PIÑERO

tal. Todo es ya una fiesta. Pero es el momento acabar. Cita de nuevo a Japón, pero Hernández se despide pidiendo a un tal Ayatollah no le toque ciertas partes. Málaga les echará de menos. Que no tarden tanto en volver de nuevo.


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