10 NOVEDADES SOBRE LAS ARTES NUESTRAS AÑO 2 / NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2012 / ARG $12 TODOS LOS NÚMEROS ANTERIORES SE VENDEN AL PRECIO DE TAPA ACTUAL
Clase media. PequebÚ. Pelotudo
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Además: cacerolas | susy shock | fin del mundo |
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EDITORIAL
SieteDe
NOVIembre/DICIEMbre 2012 www.revistanan.blogspot.com.ar revistanan@agencianan.com.ar
STAFF
FOTOGRAFÍA
Ailín Bullentini Esteban Vera Nahuel Gomez Nahuel Lag Nicolás Sagaian Paula Sabatés Sergio Sánchez
Agustina Plata Anita Pouchard Serra Daniela González Felipe Yapur Mariela Bobba Stefanía Sbruzzi Télam
COLABORADORES
FOTO DE TAPA
Camila Fabbri Gustavo Obligado Facundo Gari Felipe Yapur Lola Kuperman Luis Paz Mariana Delfino María Daniela Yaccar Nicolás Alonso Raúl Perrone Rocío Magnani Osvaldo Vigna ILUSTRACIÓN
Damián Scalerandi Florencia Cibeira Majox Nahus Silva Barrios Sebastián Scherman
Cecilia Villegas ASISTENTE
Tomás Ballefin ILUSTRACIÓN DE CONTRATAPA
Gustavo Sala
CUADRITOS, PERIODISMO DE HISTORIETA
Andrés Valenzuela HISTORIETA
Diego Villa
DISEÑO GRÁFICO
Mopho
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asan los días, y cada vez es mayor la intensidad de bombardeos publicitarios y operaciones mediáticas que anuncian la llegada del 7D como el Apocalipsis o el ingreso al Paraíso de la liberación de la información y la pluralidad de voces. Todo depende, claro, del lado de la raya que divide a este campo de combate por el poder simbólico de la comunicación en el que uno se pare. La aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual continúa siendo una batalla por dar, pese a la victoria obtenida luego de más de 20 años de militancia en pos de una norma que reemplazó a la legislación de la última dictadura militar. Los que hacemos NaN no somos partícipes directos de esa lucha, no hacemos radio ni televisión, pero en tanto comunicadores no podemos no tomar posición. Lo hacemos cuando desde la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de la Argentina (Arecia) defendemos el espíritu de la Ley de Medios presentándole al Congreso un proyecto para que la pluralidad alcance a las revistas culturales de todo el país. Lo hicimos en los foros públicos donde se discutió la ley, previo a su presentación en el Parlamento; estuvimos presentes en la calle para celebrar la aprobación; la seguimos defendiendo a diario. Por eso, creemos importante publicar nuestra postura respecto de lo que consideramos una metonimia de la Ley de Medios: la parte por el todo. La furiosa disputa por el 7D no refleja plenamente el espíritu de la ley, como sus principales combatientes exponen, exclaman a los cuatro vientos, tironeando los girones de la comprensión de los televidentes, de los radioescuchas, de los lectores. La guerra del 7D es, tanto desde el discurso del Gobierno nacional como desde el del Grupo Clarín, la metonimia del espíritu novedoso, vanguardista a nivel mundial, de la ley sancionada en 2009. Pasaron tres años desde la aprobación de la ley y el sector de radios y televisoras comunitarias y autogestivas no tiene acceso aún a las bondades de esta legislación innovadora: el 33 por ciento del espectro radioeléctro que la norma reserva para las organizaciones sociales. Esa parte del todo que sólo entra en el 7D discursivo, elegimos mirar los que hacemos NaN. Ninguno de nosotros duda del daño que provoca al derecho a la información la instalación de poderosos grupos empresarios que monopolicen el flujo de la comunicación y uniformen el mensaje. La historia, si estamos dispuestos a cambiarla, demostró que cuando los emisores privados o estatales se reducen a pocas voces el daño es, cuanto menos, feroz. Por estos días, no dudamos del poder que el Grupo Clarín tiene en sus manos y de la imperiosa necesidad de que se ajuste a regla. Sin embargo, y sin ir más lejos, existen interlocutores que lo dirán en las siguientes páginas: la solución no está sólo en quitarle a Clarín. Existe un espacio, un cúmulo de actores de la comunicación comunitaria y autogestiva a los que el Estado tuvo en cuenta en la palabra escrita, pero ni mira en la práctica. Reiteramos: pasaron tres años de la sanción de la ley y el sector autogestivo no ha sido nunca una opción a desarrollar como vía, si quiera complementaria, para desactivar la monopolización de la información. Ellos nacieron para luchar contra los monopolios de la comunicación, pero necesitan del Estado para fortalecerse, terminar de profesionalizarse y poder competir sin que el “gigante tomatodo” —como el titular de la Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabbatella, definió a los grandes grupos empresarios— siga haciendo sordas sus voces. A mediados de 2011, una quincena de medios audiovisuales aunados en el Espacio Abierto de Televisoras Populares, Alternativas y Comunitarias se vieron excluidos de la ley que por primera vez los integraba: los concursos que permitían su acceso a licencias para Televisión Digital Abierta eran no sólo excesivamente caros, sino pensados para empresas y no para colectivos con otro tipo de organización productiva. Un año después, la Afsca decidió suspender esos concursos por falta de participantes. Prometió a los medios comunitarios crear nuevos, más adecuados, específicos, que realmente los integraran. Al día de hoy, no existen. La prioridad sigue siendo la metonimia. NaN propone romper con los monopolios desde la autogestión, la horizontalidad, la política de Estado plural. Gracias a los lectores por confiar y sostener en esta propuesta de “ingenuos”, “locos”, “adolescentes” durante 10 números.
VERMÚ
BAILAR POR QUE SÍ
CREAR SIN ATADURAS Anita Pouchard Serra
Ailín Bullentini
UN ENCUENTRO DE DANZA FUERA DE LO HABITUAL. AL MEJOR ESTILO JAM, CADA UNO PUEDE ENTRAR AL ESPACIO CUANDO QUIERE Y MOVERSE COMO SE LE DE LA GANA. SIN DIRECTIVAS, ESTRUCTURAS NI MAESTROS.
A simple vista, bailan, pero en realidad, hablan, gritan, se quejan, conversan, con su propio cuerpo.
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a rebeldía, señoras y señores, tiene en cada casa una cuchita. Sería ilógico que en las entrañas de las disciplinas artísticas no haya habido siempre hombres y mujeres que se preocuparan por generar novedad de entre las cenizas de lo ya establecido, molesto. El rock, sin ir más lejos, fue —aunque hoy parezca chiste— el palacio rebelde en la historia de la música. Las vanguardias en las plásticas buscaron romper los moldes y en literatura, la carne viva de Charles Bukowski, tan sólo por mencionar un ejemplo, se preocupó sobre todo por romper los huevos. Precisamente, una escena de rebeldía es la que ofrece Bailar por que sí, un ciclo de entrenamientos en danza contemporánea que da a sus participantes la posibilidad de bailar sin directivas ni maestros, tan sólo con “lo que quiera hacer el cuerpo mismo” como guía. “Parecen locos”, pienso mientras los veo interactuar, y me doy cuenta momentos más tarde de que soy yo la que no puede sacudir las órdenes ajenas que cargo sobre mí misma. Eso, lo que debería hacer yo para liberarme, repite una y otra vez la pequeña Lucía —pequeña por su tamaño, que la eterniza en la preadolescencia— en una de las esquinas del fondo del salón. Sola, le pega piñas al aire, flexiona las piernas y se estira, levanta la cabeza y ríe a carcajadas. Vuelve a sacudirse. Pablo y Víctor dibujan globos con los brazos en espejo hasta separarse y perderse entre varios otros bailarines que pululan el espacio, cada uno a su manera, al ritmo de melodías que suenan una detrás de la otra. Laura ¿descansa? abierta en forma de estrella —“estrellada”— en el piso, casi detrás de Fabiana, que cierra los ojos, da media vuelta y comienza a reptar como si fuera una gota de agua hasta llegar a mi grabador y mi cara de desconcierto. “En un momento, la danza se cerró mucho a que el entrenamiento era sólo en una clase, en un ensayo o en una obra. Siempre con un director o un maestro. Esto es sacarlo de ahí, es la posibilidad de que cada uno se encuentre con su
propia danza sin que nadie le diga qué hacer”, propone en susurros, en un intento de pacificarme. ¿Cómo contar Bailar por que sí; cómo transmitir qué hace un puñado de bailarines cada lunes, dos horas entre el mediodía y la tarde, en el fondo de una casa de Palermo que, a la vez y desde hace no mucho tiempo, es Café Müller Club de Danza? Fabiana es la coordinadora de la iniciativa que surgió a principios de septiembre. “Venía de producir muchas obras, de dar clases y demás, y en un momento sentí que toda esa maraña de cosas que están relacionadas con lo que se cree que es hacer danza me alejaban de la esencia de bailar”, fundamentó la bailarina que se convirtió en rata de su propio experimento. Hoy, en ese espacio interactúa una treintena de personas. A simple vista, bailan. Pero en realidad, hablan. Gritan, se quejan. Ríen. Conversan, con su propio cuerpo. Bailar por que sí es una vuelta a lo primitivo, un regreso al lenguaje natural del cuerpo humano. Ése que cada ser aprendía con cada movimiento nuevo y que fue injustamente eclipsado por el habla. “El cuerpo tiene la posibilidad de formalizar lo que siente, lo que percibe —teoriza Fabiana—. El cuerpo es una forma y por eso, tal vez, pensamos que bailar tiene que ver con la forma, pero no. Bailar es todo lo que se relaciona con el nivel de percepción y de sensibilidad más profundo del ser humano: todo lo que observamos, lo que nos rodea nos afecta, nos modifica, nos cambia y nos obliga al movimiento”. Allí, sobre las tablas de madera que convirtieron el fondo de Café Müller en un enorme salón de baile, aquella treintena de cuerpos trabajan para recuperar ese lenguaje primitivo, ligado directamente con la intuición. “Son afirmaciones que nacen desde nuestro adentro y que no puede uno siempre explicar desde lo racional. Sólo así uno puede volver a encontrarse con su danza”, concluye Fabiana, que no puede controlar su cuerpo, y todo lo que éste tiene para decir.
“Bailar por que sí es una vuelta a lo primitivo, un regreso al lenguaje natural del cuerpo humano.”
VERMÚ
WILLY POLVORÓN
EL TÍO BIZARRO
Anita Pouchard Serra
Paula Sabatés
es ÍCONO DE LAS BIZARREN miusik PARTI, CANTAUTOR DE LOS POLVORINES y SE CONVIRTIÓ EN SUCESO DE CULTO CON LA CANCIÓN “LA CUMBIA DE LA MORCILLA” Y EL DOCUMENTAL SUEÑOS DE POLVORÓN. EL Proyecto Cartele* ARTE, LOS DIOSES, CACHO CASTAÑA Y ALFONSÍN EN PALABRAS DE ESTE EMPECINADO MÚSICO. A CONTINUACIÓN UNA BREVE autoBIOGRAFÍA. CRÉALO O NO.
Fue un estudiante tenaz de Derecho: tardó 22 años en graduarse.
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profesiones. Bah, un artista no puede serlo. Sí puede ser víctima de la corrupción. A mí me pasó cuando mi película Sueños de Polvorón fue elegida candidata de Argentina y América para un festival internacional, pero el gobierno no nos quiso pagar los pasajes para ir a Europa. Me habrán encontrado antecedentes de militancia en Franja Morada, no sé… Milité en la agrupación durante los ´90, fui uno de los artífices de muchas ideas en la Facultad de Derecho de la UBA. Recibimos a primeros mandatarios de todo el mundo, limpiamos el sótano. Teníamos la protección de muchas autoridades judiciales. Incluso, hasta el apoyo de Raúl Alfonsín, con quien nos reuníamos en secreto. Yo de hecho fui amigo personal de Alfonsín. Fui uno de los respaldos más fuertes que tuvo su gobierno, me escuchó mucho. Nunca me dijo qué pensaba de mi música, quería dar la imagen de un hombre correcto. Por el contrario, su hijo Ricardito era un tiro al aire. Es admirador mío. En el Senado, la mayoría de los funcionarios tienen en sus computadoras mis canciones. O sea, que la política se mezcla con el arte gracias a mí. Eso me da mucha emoción y me hace sentir orgulloso de ser Willy Polvorón, porque la cultura alimenta a la sociedad. El arte es esencial para que un país sea civilizado. Mirá los casos de Atenas y Esparta. En su mejor época, Atenas tenía un movimiento artístico importante. En cambio, Esparta tenía el arte de la guerra. Por suerte Argentina es más Atenas que Esparta. Nuestro país ha sido nutrido históricamente por inmigrantes, pero no hay segregación racial. Para los argentinos, discriminar es una blasfemia a lo que es Dios. Éste es invocado por todas las comunidades del mundo. Para nosotros, los bizarros, dios es Onofi. Para otros es Mahoma, Jehová. Después está Cacho Castaña, que no es un dios pero es un ídolo. De esos tenemos varios, como Carlitos Balá. Aunque hay una diferencia. Cacho no es un ejemplo de vida porque es un hombre de la noche que bebe mucho. Sólo es un ejemplo de arte. Balá, en cambio, es un ídolo de la vida, como Gaby, Fofó y Miliki, como Chaplin. Como espero ser yo.
e defino como un típico chabón del Conurbano. A los 11 años ya sabía el comportamiento de la energía nuclear, tenía una idea cierta de lo que es el funcionamiento de todas o casi todas las partículas del universo y cómo se individualizan en la Vía Láctea y en todas las galaxias. Un par de años antes, a los 9, mi papá me había regalado una guitarra y un profesor me enseñó lo que es la música. De ahí en más no paré. Ya de adolescente empecé a componer y les cantaba a mis amigos en los picnics. Me gustaba observar sus reacciones. Cuando cantaba “Cumbia de la morcilla” (“Se me calienta la morcilla/ antes de tirarla a la parrilla./ Te lo digo no te hagas el pescado/ la vida es una sucesión de asados”) y se reían me di cuenta de que tenía una cualidad artística y que podía ganar plata con eso. Igual no me propuse crear un personaje. A mí la música me llega profundo. Me influyeron mucho los Beatles, por ejemplo. Cuando canté “Let it Be” por primera vez en la casa de Palo Pandolfo todos se quedaron callados mirándome. “¿Por qué la cantás con tanta bronca, con tanta fuerza?”, me preguntaron. Y después de pensarlo me di cuenta de que era por la bronca de que Lennon hubiera muerto tan temprano. Fue una pérdida que sufrí mucho y aún no superé. Desde entonces me gusta arrancar los problemas cotidianos de la gente. Por eso pienso que los artistas no pueden emanar mensajes pesimistas. Yo estoy atravesando una etapa muy difícil pero sé que si digo eso y mis admiradores se enteran, la sociedad argentina va a caer en una depresión psicofísica. Si un artista tiene un problema tiene que saber enfrentarlo y si no sabe cómo, entonces tiene que encerrarse donde nadie lo pueda ver. De todos modos, yo no soy de esa clase de artista que vive del arte. Sólo actúo cuando me llaman, aunque se ve que lo mío debe ser atractivo porque de vez en cuando sucede. En realidad, soy abogado, tardé 22 años en hacer la carrera y hoy trabajo en el Ministerio Público. No sé por qué dicen que los abogados son corruptos, conozco muchos que no lo son. Además puede haber corruptos en todas las
“Balá es un ídolo de la vida, como Gaby, Fofó y Miliki, como Chaplin. Como espero ser yo.”
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ESPECIAL
EL FIN DEL MUNDO
EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA Nahus Silva Barrios
EN UN EJERCICIO IMAGINATIVO Y REFLEXIVO, EL TEATRISTA LISANDRO RODRÍGUEZ, EL HISTORIETISTA CHELO CANDIA, EL PLÁSTICO DAMIÁN PAÚL ESPINA, LA POETA JULIETA ACOSTA, LA COREÓGRAFA MAYRA BONARD Y EL MÚSICO CAPITÁN FOK PROYECTAN LOS CIMIENTOS DE UN NUEVO MUNDO POR SI ACASO LA PROFECÍA DE LOS MAYAS SE CUMPLIERA Y LA HUMANIDAD SE VIESE EN LA TAREA DE VOLVER A EMPEZAR.
ANTES DEL FIN Por Julieta Acosta
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dmitir un mundo después del mundo es admitir que el mundo se termina constantemente porque está recreándose todo el tiempo. Sí, habrá un mundo después de éste, del que conocemos. Hay una tarea que hacer, la de cambiar con él. Una invitación a pensar un mundo después de éste es una invitación no sólo a reflexionar acerca del espacio en el que nos gustaría vivir sino del lugar que ocuparíamos en él. Un lugar que, lejos de nuestras diferencias, reivindique las heterogeneidades, un espacio en el que puedan convivir y en el que este lobo del hombre, lobo de sí mismo pero también de los demás, deje de comerse un poco y de comer lo ajeno para empezar a preocuparse un poco menos por lo que le pasa y un poco más por los otros. El existencialismo, ovacionado y apedreado, no sólo nos ha deja-
do una esperanza sino también una tarea: en el accionar individual propio elegimos a la humanidad entera. Es en nuestras acciones cotidianas en las que decidimos qué humanidad queremos. Lo que es prácticamente una condena, nos desafía constantemente. Nos ubica ante la disyuntiva de saber que aquello que haremos es lo que esperamos que hagan los demás. Entonces, para un mundo después del mundo, ¿qué estamos esperando? ¿Una catástrofe natural, el acrecentamiento de la escasez de alimentos y de agua, el fin de la tecnología como la conocemos? ¿Algo de eso para cambiar? Como en muchas de las decisiones radicales que tomamos en nuestras vidas, estamos en la constante espera de que un agente exterior cambie nuestras circunstancias, para después, inevitablemente, cambiar nosotros y nunca terminar de asumir la comodidad que esto implica. Nuestras formas de imaginar, pensar y concebir están condicionadas por nuestro contexto, quiénes somos y cómo creemos que seremos y son los demás, pero es necesario redoblar la apuesta: qué necesitan y qué podemos hacer al respecto. El cambio es ahora. No sabemos qué va a pasar, pero una cosa es segura: no deberíamos contentarnos con respirar aliviados si este mundo simplemente no se nos termina. Es más, aceptemos que sí lo hará y que lo terminaremos nosotros, con nuestras equívocas formas de autoconcebirnos y concebir, con nuestro énfasis en el individualismo, y definitivamente con el consumo desmedido innecesario. Este mundo que se termina es un mundo que nos necesita. Y porque se acaba, plantea la llegada de uno nuevo, diferente, desafiante. Un mundo que nos encuentre abrazando no sólo a quienes queremos sino también a los que nos cuesta querer y considerar. Después de todo, si pasa “lo peor”, que al menos nos agarre... pegados. HACIA UN MUNDO POBRE por Lisandro Rodríguez
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l mundo pobre es el mundo despojado de las cosas inútiles. Como el “teatro pobre” de Grotowski. Un mundo que lejos de intentar construir un algo, más bien intenta destruir los obstáculos. Un mundo en el que lo despojado tiene un valor superlativo, no por vaciado ni poco profundo, sino por la escasez de presuntuosidad. En el mundo pobre no hay pobreza porque eso le toca al mundo, como idea de mundo y no a los que lo habitan. Y es pobre estrictamente, en sentido material. Y está bien que así sea. En el mundo pobre la relación del hombre con su cuerpo es el fundamento para existir. El cuerpo que se adapta sobrevive. Los que se dedican a la estrategia como política especulativa, caen sin remedio. En el mundo pobre no existen los maquillados ni los maquillajes, ni la escenografía, ni siquiera las máscaras. En el mundo pobre los estereotipos son automáticamente abducidos por Dios. El hombre del mundo pobre es un sobreviviente. O, en su defecto, un hombre nuevo con memoria prehistórica. El mundo pobre se vive como la-
lios. Y una única visión de la realidad está empobreciendo la... (Aquí termina el texto manuscrito, rescatado de la última fogata de libros profanos en la escuela de arte “Celis”, del Grupo Pierri. El resto son cenizas. No sé si debiéramos darle algún crédito; es evidente que el autor es amateur).
tido, con la intensidad del que mata por necesidad, la misma con la que sobreviven todos los animales salvajes. El mundo pobre es un mundo de compañías. En el mundo pobre no existe la moral, porque el grado de pulsión es tan alto que no hay espacio para juzgar. En el mundo pobre no hay preferencias. En el mundo pobre, el nuevo hombre estará dedicado al trabajo y al aprendizaje. Sin saberlo. Ésa es su condición. En el mundo pobre sólo se entiende el trabajo y el aprendizaje como la capacidad y la intensidad de amar. En el mundo pobre el hombre amará de la misma forma tanto a otro hombre como a una piedra. En el mundo pobre la palabra objetivo no significa nada. El nuevo hombre del mundo pobre es portador político, aprendiz innato, va tatuado de expresividad subjetiva, como la piel rugosa de un animal gigante. Y la política es su ADN, corporal, físico, espiritual. Y le posibilita andar por este mundo pobre sin otra necesidad que la de procurarse compañía. Y ése será su verdadero arte. El arte como oficio. El de procurarse la buena compañía. Ésa es la justicia del nuevo hombre. El nuevo hombre del nuevo mundo es sin lugar a dudas un hombre libre, inteligente, dotado de una profunda capacidad de amar cuando el amor, como me dijo un rehabilitador de músculos, mientras me escurría como a un trapo rejilla, “no es otra cosa que la hipótesis de la bondad”.
LA REVOLUCIÓN ENERGÉTICA por Damián Paúl Espina
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l mundo contemporáneo se ha formado y modelado en torno a una serie de recursos energéticos limitados y esto ha marcado nuestra realidad actual. Ellos eran impensados previo a su descubrimiento o desarrollo; sin embargo, hoy se presentan como obsoletos y la ciencia busca métodos alternativos para su eventual reemplazo. ¿Pero por qué no pensar en un cambio radical, en profundizar la imaginación a través de la fusión del arte, la ciencia y la tecnología para romper utopías y traspasar la barrera de lo racional? Idear un nuevo mundo, con espacios concebidos por y para el hombre, pero sustancialmente distantes a los que habitamos hoy, desarrollados en torno a una nueva “energía única”. Simplemente, energía. Una energía tan radical que hasta su definición misma sea alterada, que destierre el paradigma vigente forzando al fin del mundo actual y dando lugar a uno nuevo. Que única, limpia, versátil, práctica, eficiente y revolucionaria sean los términos que la definan. Quizá la búsqueda debe regirse sobre nuevas concepciones y centrarse en la creación, en operar sobre lo inmaterial y no en la transformación. No en procesos que a través de la manipulación de materia, de elementos que de alguna manera, al ser utilizados, den comienzo a su proceso de extinción y a la generación de desechos. Fuerzas gravitatorias, radiaciones extraterrestres provenientes del cosmos y desplazamientos orbitales de cuerpos celestes en conjunto con el desarrollo de transmisores inalámbricos de energía de alto potencial son posibles caminos. En esta supuesta revolución energética se dejaría entrever un doble camino: la gestación de nuevas ciudades como las hidroespaciales que propusiese el maestro Gyula Kosice o plataformas magistrales emplazadas en el espacio exterior, en planetas del sistema solar o en cualquier lugar que la imaginación y la existencia lo permitan, como así también el traslado de las producciones industriales, desechos y sus procesos, ya más eficientes, a sitios remotos, contribuyendo a la reconstrucción y la preservación del planeta Tierra, destinándolo exclusivamente a la vida. ¿Utopía o futuro posible?
BOOM CATAPLUM PUAJ por Chelo Candia
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nos cuantos años antes del Día en que Todo Terminó (DTT), los creativos ya se habían apropiado del término para autodefinirse. El DTT vino a terminar con eso. Antes, mucho antes, la palabra “creativo” adjetivaba a artistas o científicos, visionarios, inventores. Incluso, uno podía ser un albañil y ser creativo. Hubo madres creativas, jugadores de fútbol creativos. Niñas y niños creativos. Aunque hoy sea difícil de creer, la creatividad se manifestaba en personas comunes y normales. Afloraba por azar, independientemente de a qué se dedicaran las personas. Años después, la palabra “creativo” se transformó en sustantivo. Y los creativos nacieron para mantener el sistema. Para engañar. Para vendernos lo que no es. Nos alejaron cada vez más de las cosas, al representarlas en calidad de deseo. Y nos vendieron esa relación, esa representación... Pero no nos vendieron “la cosa”. Ni siquiera había que fabricar el producto. Sólo había que fabricar el deseo de ese producto. Y así fue que el mundo que pensábamos tener, no existía. Sólo existía su representación. Hasta que todo se fue al diablo. De alguna manera, el DTT acabó con la creatividad en función de la mentira. Y los artistas ganaron terreno. El artista dejó de dar cuenta de sí mismo y comenzó a dar cuenta de lo que nos pasa a todos. Y todos empezamos a creerle. Eso ocurrió desde el mismísimo DTT. Sí. Porque ante la esperanza mediática desparramada por los cuatro costados del mundo, el artista dijo: BOOM. Y eso pasó. Ante el discurso político y económico optimista y salvador de esos años, el artista dijo: ¡CATAPLUM! Y eso pasó. Y ante la idea de que todo cambiaba para mejor, levantada como último manotazo por los creativos, el artista fue el único que dijo: ¡PUAJ! Por eso todos empezamos a creerle. Tanto que, con el correr de los flamantes años posteriores al DTT, el arte se volvió la única forma de aprehender la realidad. Hoy, los músicos, los pintores, los muralistas, los escultores, en fin, los artistas en general, cargan en sus castigadas espaldas la gran responsabilidad de dar cuenta del mundo. Y ese peso ya se está haciendo sentir. Toda esta introducción es para decir algo que, a esta altura, alguien tiene que decir: tengo la sensación de que la vida no es lo que nos cantan los New Arctic Monkeys, lo que nos pintan las brigadas muralistas de Glew o lo que nos recita Spindolapo. Varios cantantes, pintores, escultores, bailarines y actores forman parte del mismo colectivo de artistas. Lo que quiere decir que han surgido monopo-
“Las viejas iglesias se olvidaron. Quizás un arqueólogo algún día desentierre al Vaticano.” Capitán Fok
FE CÓSMICA por Capitán Fok
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espués de los múltiples cataclismos ocasionados por el mal empleo de la tecnología, por los desastrosos manejos políticos, por las diferencias entre las diversas creencias y religiones, la humanidad se enfrentó con la posibilidad de dejar de existir definitivamente. Y frente a ese vacío se replanteó una nueva identidad religiosa. Como el fenómeno global afectó a todos y cada uno de los individuos, como no hubo sectores privilegiados, aislados del cataclismo, las antiguas religiones fueron reemplazadas; no de un día para otro, fueron dejadas atrás por una conciencia integradora de cada ser humano. El objeto indiscutible de fe, eso que comúnmente se llama Dios, pasaron a ser el Sol y la Tierra. Ese reflector inapagable que da energía al planeta es el responsable de que podamos caminar, comer y vivir. Ese planeta azul lleno de oxígeno y mares es el único en el que se puede respirar aire libremente. En los últimos momentos del anterior orden social, quedó claro que ninguna iglesia serviría de asilo. Ni, asimismo, ningún Dios Padre, Alá o Jehová salvarían a la humanidad. Los que la salvarían de la muerte serían su único planeta y su único sol. A ambos se respeta
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ahora como a uno mismo. Si bien los nuevos religiosos toleraron a aquellos persistentes en las viejas creencias, poco a poco la humanidad entera se abocó a creer pura y exclusivamente en las fuerzas del cosmos: la fuerza solar, la música de las esferas y la energía de los planetas. No hubo más dudas de que todo lo que uno da, regresa. Las personas comenzaron a ser conscientes de que conviven en un lugar que son responsables de mantener, por los que están y por los que vendrán. El respeto por el otro, el respeto por la vida en todas sus formas, son pilares fundamentales en esta nueva concepción religiosa y espiritual. La autocrítica también es una parte fundamental en todo esto. Esta religión ecológica-cósmica no tiene templos, curas o predicadores. La predican aquellas personas que hacen su labor diaria, que le ponen empeño y amor a su trabajo. No tiene figuras mesiánicas ni gente viviendo exclusivamente de “la” religión. La practican todos y cada uno de los seres humanos por igual, sin importar su origen. Las viejas iglesias y templos se olvidaron, llenos de pasto. Son ahora templos verdes de la naturaleza, como la nueva religión predica. Quizás un arqueólogo algún día desentierre al Vaticano. MELANCOLÍA por Mayra Bonard
H
ay un límite adonde la palabra no llega. Pero además de ese límite, tengo mi propio límite con la palabra. Recibo el ofrecimiento de escribir para la revista y me alegro, pero el tema es el fin del mundo, por lo que casi no lo hago. ¿Cómo puedo percibir algo así? Solo viendo Melancolía de Von Trier es que pude, poéticamente, acceder a la idea de final absoluto. Pero Melancolía es arte, y el arte puede imaginar lo más siniestro como lo más natural. Melancolía es romántica, cruel y hermosa, en la que el fin es lo único posible, en la que el fin es el estallido de una fuerza destructora necesaria. El misterio está en el principio y el fin, o en el fin y el principio. Yo que tengo dos hijos, que viví dos vidas desde sus génesis, yo
que necesito sentir la continuidad de la especie, yo que necesito conectarme con pequeñas cosas día a día como una flor nueva que se abre en mi jardín, no, no puedo. Aunque supongo que alguna vez llegará como llega la percepción de la muerte, que, al fin y al cabo, será la muerte de mi mundo. He escuchado a mi hijo mayor hablar del tema: “El mundo se extinguirá cuando el sol choque contra la Tierra”. Él, que tiene trece años, se lo comenta con total despacho al hijo más pequeño, de siete. Y los dos imaginan la idea con naturalidad, como también hablan de la muerte con naturalidad. Yo, en cambio, me tranquilizo pensando: en ese momento todo arderá, pero por suerte ya habrá pasado tantísimo tiempo sin nada ni nadie respirando en el planeta. Tal vez el fin sea cuando la Tierra esté completamente seca, cuando no quede especie alguna. Tal vez el fin sea un fuego de atardecer por siempre que todo lo queme para transformarlo en un nuevo inicio. Sé, por ejemplo, algo alentador aunque también triste: que el árbol ginkgo biloba sobrevivió en Japón a la bomba nuclear. Que se quemó por completo y que, años después, brotó. Yo tengo uno en mi jardín, por si acaso. También planté otro en la casa anterior antes de la muerte de mi papá. Luego de su muerte, encontré un plano que él mismo había dibujado de un terreno en Córdoba con una hilera de gingkos bilobas. ¿Será que él pensaba lo mismo que yo? ¿Que sería eso que pensábamos los dos indefinible con palabras? Sé que en la escenografía de mi última obra, Futuro, uno de los troncos cortados, a oscuras y sobre piso de cemento, sacó una rama con hojas. Ese tronco probablemente no se haya dado cuenta de que lo cortaron, o si se dio cuenta, resiste: ese pedazo de naturaleza es fuerte, como toda naturaleza lo es, y con un mínimo de ayuda, podría sobrevivir. Estoy segura de que la única forma de resurgir es desde un caos orgánico. No sé qué es eso, pero lo percibo. La naturaleza está aquí allí, allá, siempre. Producción: Facundo Gari y María Daniela Yaccar.
MEDIOS
VELOCIRAPTORS
LA SUPREMACÍA NERD Gentileza de Velociraptors
Nahuel Gomez
Nacidos y criados en las ciencias sociales, los raptors fundaron esta revista con la convicción de que es posible una comunicación científica sin aburrir. A partir de datos duros, ensalsados en la estética pop, logran ensayos potentes y entretenidos que analizan los fenómenos que atraviesan a su generación, la de los últimos ‘80.
E
n la Argentina de mediados de los ‘90, mientras muchos de publicidad y los enfoques no son muy novedosos”, dispara Claadultos degustaban las recetas del Consenso de Washing- ra Ruocco, quien junto a su hermano Juan completa el pequeño ton y se fascinaban con el espejismo del uno a uno, una equipo de redacción que también integran Laura Monnanni y Silvia multitud de niños (ñoños) rendía culto de mil maneras a Jurassic Quiñoa. Si bien en la publicación predoPark. El film se convirtió, desde mina un tono humorístico favoresu estreno, en otro de los tantos cido por el guiño pop que rodea a hitos de la cultura pop: no tardala temática, el objetivo principal ron en llegar remeras y gorras por el que nace Velociraptors es la estampadas con iconografía de divulgación de conocimiento: “La la película, muñecos, revistas bandera es el método científico. pseudo-paleontológicas y películas satélite, como la remake de Godzilla. Si a partir del ’69, con A partir de un dato duro desarrollamos un tema que permite hablar la llegada del hombre a la luna, muchos nenes y nenas quisieron también de otras cosas. El velociraptor es nuestro Caballo de Troya o, ser astronautas, desde el ’93 —año de estreno de la película— va- mejor dicho, cobayo de Troya, porque es chiquito y se mete en todos lados”, revela Juan Ruocco, director rios soñaron con ser paleontólogos. general del proyecto. “Es una excusa Gran parte de ellos, no obstante, generacional. Logramos que nuestra devinieron abogados, kioskeros, generación, la que va del ‘85 al ’89, periodistas o filósofos —entre otras a la que le gustan Jurassic Park y los tantas ocupaciones— y se alejaron dinosaurios, encuentre un ícono con de la temática. Particular es el caso el cual se identifique rápido y pueda de los editores de la revista Velocihacer esa transferencia con las cosas raptors, quienes, en el primer núque le pasaban de chico”, agrega. mero de esa publicación, utilizan Más allá de la obvia relación entre su formación en humanidades para el nombre de la revista y el conteintentar reconstruir y deconstruir nido del primer número, los raptors de manera crítica y más o menos —así se hacen llamar los creadores científica, el fenómeno cultural que del proyecto— son conscientes de se presentó con la película de Steque el tema “dinosaurios” es finito. ven Spielberg. Siempre tuvieron planeado variar Velociraptors es una publicación para el segundo volumen y los subsidistribuida a pie por sus propios guientes. La mirada para la próxima creadores en la Ciudad de Buenos edición se centrará en otro hecho de Aires, el Conurbano y La Plata. Es relevancia nerd: la importación de coleccionable, semestral y su seonce delfines soviéticos que llegaron gundo número saldrá en diciema la Argentina en los noventa. Clara bre. El primer y, hasta el momento, comenta al respecto: “En esa décaúnico ejemplar a la venta está muy da, la URSS estaba desapareciendo poco emparentado con el periodisy nos envía estos animales que, se mo tradicional y masivo: se destaca presume, estaban entrenados para por contener ensayos y notas muy tareas y tácticas de guerra. Vienen bien escritas, interesantes y proacá para un show en el Parque Sarfundas que, pese a su extensión, miento y terminan todos muertos. no aburren. “En Jurassic Park, el Todo esto nos sirve para hacer un velociraptor es el antagonista que análisis sobre cómo es que cae un no te esperabas, el que le dispu- El próximo número abordará la importación de delfines soviéticos. modelo de economía planificada, ta el puesto a los humanos. No es socialista y también para demostrar que nosotros le estamos sacando el puesto a los humanos, porque tan reptiles no somos, pero sí que- cómo la situación de estas especies terminó siendo un paroxismo remos pelearle el lugar a las revistas científicas establecidas. Nos de los noventa: llegamos a importar hasta delfines y lo hicimos en aburren mucho, hablan de lo mismo todo el tiempo, están llenas situaciones de corrupción, de forma rara y flojita de papeles”.
“Queremos pelearle el lugar a las revistas científicas establecidas. Nos aburren mucho, hablan de lo mismo todo el tiempo.” Clara Ruocco
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ESOS RAROS SONIDOS NUEVOS
JULIO & AGOSTO
MÚSICA PARA VOLAR Sergio Sánchez
Mariela Bobba
EN EL ADN DE ESTA MINI ORQUESTA ACÚSTICA HAY VALS, PASAJES DE MILONGAS, RITMOS TROPICALES, RIOPLATENSES Y UNA AMPLIA LISTA DE INFLUENCIAS. EN SUS LETRAS, HUMOR Y SÁTIRA. SU CONCEPTO CIERRA CON LA INTENSIDAD DE SUS PERFORMANCES EN VIVO.
“M
e parece que vamos a tocar acá”, dice Miguel Canevari, mientras señala una parte del salón del Club Cultural Matienzo. Entonces, el guitarrista de Julio & Agosto empieza a correr las mesas y sillas para armar la tocada abajo del escenario. La aparente duda que enmarca su enunciado al poco tiempo se convierte en realidad. Los siete músicos de la pequeña orquesta, sin enchufes ni micrófonos, desenfundan sus instrumentos de cuerdas, viento y percusión y entregan sus canciones a un público que se ve “obligado” ―a falta de un mejor término― a conectarse y darle lugar al silencio. La desconexión instrumental implica una inevitable y natural conexión humana. El poder de la música se hace
presente aquí y excede las individualidades. Al otro día del concierto en el Matienzo, Santiago Adano y los hermanos Marcelo y Miguel Canevari de JyA se juntaron a charlar con NaN. “Con los acústicos jugamos de locales porque ya conocemos el formato. Y la gente también la flashea, porque de golpe tiene dos violines y un trombón tocándole al lado. Eso genera una cosa mucho más cercana”, ensaya una explicación Marcelo acerca de la elección por el sonido desenchufado. A lo largo de la entrevista, los músicos destacarán que se trata de una decisión estética que se dio de manera natural. “Siempre que podemos tocar en algún lugar tratamos de hacerlo de manera
Lo acústico, para la banda, no es una “bandera”, sino una vía para “acortar la distancia con el público”.
acústica, porque nos gusta más. Es casi una cuestión física, el aire vibrando de otra manera. Cuando no hay un parlante se genera otra cosa”, retoma Santiago. Luego, arriesga: “Hemos ido a ver shows en lugares re chiquitos y se clavan una viola enchufada y un volumen alto. ¡Si te están escuchando! Es que el rock tiene eso de sonar fuerte, que es distinto. Pero a veces se exagera”. Sin embargo, aunque escuchan de todo, no conciben otra forma de interpretar y hacer canciones. “La mezcla natural ya la conocemos y ensayamos así, en un living de una casa”, suma Miguel. Se sabe que las estéticas musicales son amplias y todas válidas; pero la música acústica tiene efectos hipnóticos. Las canciones de Julio & Agosto difícilmente podrían funcionar como música de fondo, de “compañía”, sino que invitan a ser escuchadas. No importa tanto la profundidad o simpleza de una letra, sino la frescura y espontaneidad de la instrumentación desvestida. “El acústico es como estar desnudo. Te exponés mucho cuando tocás así. Quedás en offside si estás tocando desenchufado y están todos en la suya”, interpreta Miguel. A diferencia de algunas bandas y cantautores que tuvieron que “acustizarse”, un poco forzados por las restricciones que se implementaron en los locales de música en vivo después de Cromañón, los músicos de Julio & Agosto sostienen que la escena ya estaba desenchufada cuando surgieron, allá por 2006, en formato trío. “Los cancionistas (N.d.R.: Pablo Dacal, Tomi Lebrero, Nacho Rodríguez y Lucio Mantel, entre otros) buscaron un quiebre y nosotros salimos con el quiebre ya abierto. Cerraron bocha de boliches y aparecieron un montón de bandas de este estilo. Algunas se adaptaron y otras surgieron después, como nosotros”, contextualiza Marcelo. “Para nosotros lo acústico no es una bandera, sino que tiene que ver con acortar la distancia con el público. Tocamos enchufados sólo cuando el lugar es grande y creemos que no se va a escuchar bien”, aclara Santiago, también guitarrista y voz principal. Es que este año hicieron algunas fechas en “lugares más grandes”, como Ciudad Cultural Konex y Café Vinilo, y no les quedó otra que amplificar. Algo similar le sucedió a Onda Vaga cuando su público empezó a crecer. ―¿Qué significa para ustedes el silencio? Marcelo:― Necesitamos del silencio. Necesitamos que la gente preste atención, que escuche. Además, el vivo tiene una cosa de
conexión con el público que si no se genera el silencio nos cuesta mucho conseguirlo. Ahora no tanto, porque pasa más natural, pero muchas veces hemos pedido silencio. Tratamos de que se cree un clima íntimo. No funcionamos como banda de rock, que la gente puede escuchar como si tuviese un disco de fondo y hablar con alguien. Necesitamos una conexión única. Santiago:― Si estoy tocando y nadie mira, me pongo mal. Es frustrante. La idea es conectar, festejar el encuentro, hacer partícipe al otro. Miguel:― Es interesante acostumbrar al público a que no siempre hay amplificación. Que está bueno que tengas que hacer silencio, manejar otros decibeles y escuchar otros registros. A todos nos interesa romper un poco la barrera entre escenario, artista y público, que no sea todo tan solemne. Tratamos de ser sinceros y transparentes. “¿Qué música hacen estos muchachos?”, se preguntarán a esta altura. “A veces tenemos que llevar el contrabajo en taxi a algún
“Los cancionistas buscaron un quiebre y nosotros salimos con el quiebre ya abierto.” Marcelo Canevari lugar y la pregunta del taxista es inmediata ‘¿Tocan jazz o tango?’”, cuenta Miguel, con una sonrisa de resignación. “Somos cancioneros”, resume el contrabajista Marcelo. Y ése “somos” incluye también a Leandro Aspis (trombón y voz), Luciana Cúneo (violín), Juan Buonuome (cajón) y Guido Gromadzyn (violín). En su primer disco, publicado el año pasado y titulado como el nombre de la banda, se perciben pasajes de milonga, vals, ritmos tropicales (empujados por los vientos), rioplatenses y una amplia lista de influencias. Por ejemplo, se declaran a la vez fanáticos de El Mató a un Policía Motorizado y del disco Viveza de Fernando Cabrera. Entonces, no se apresuren a encasillarlos en el folklore ni en ningún estilo. Los muchachos hacen canciones y punto. La canción vino para quedarse. Por cierto, el disco fue liberado a la web para su descarga gratuita (julioyagosto.com. ar). “Nos gustan los discos, los compramos, aunque cada vez menos. Pero lo que más nos interesa es que la gente nos escuche”,
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fundamenta Miguel. En este sentido, Santiago ilustra con una anécdota: “Nos llegó un mail de un monje budista que está viviendo en Canadá, que se bajó el disco y le encantó. Él tiene una enfermedad terminal y nos agradeció porque lo ayudábamos a pasar los días chotos. No se podría haber comprado el disco en algún show. Con Internet llegás a lugares ridículos. Y eso es súper gratificante”. Si levantan alguna moneda, dicen, es gracias a los shows, no a la venta de discos. “De hecho, regalamos a lo bobo”, se ríe Marcelo, pero adelanta que se encuentran grabando el segundo trabajo. Si algo trajo aparejado la crisis de la industria discográfica es la apuesta a la música en vivo, al costado visual. “La banda que suena perfecto en el disco y en vivo es un desastre, desaparece. El vivo ganó mucho valor”, reconoce Marcelo. LA MÚSICA EN VIÑETAS En el arte del disco, los flyers de las fechas y hasta en algunos shows ganan protagonismo dos personajes: un hombrecito con una caja en la cabeza y una suerte de alce o algo similar. Bah, no se trata de seres de esta tierra, sino que forman parte del universo gráfico de Julio & Agosto. Un mundo imaginario, fantástico y amigable en donde, al parecer, todo el año es invierno. “Desde que empezó la banda estuvo conectada con lo gráfico, porque a todos nos gusta dibujar y consumimos historietas y dibujantes”, explica Marcelo, el principal encargado de los pinceles. Y sigue: “De hecho, antes de haber tocado por primera vez en vivo, armamos un Fotolog con cosas que se nos ocurrían de la banda. Es decir, tuvimos casi primero una identidad gráfica que musical, que después fue evolucionando en paralelo”. Se notan, y lo reconocen, las influencias de Liniers, Kioskerman y Decur. Sin duda, un rasgo en común que comparten las ilustraciones y las letras de las canciones es el humor y la sátira. Santiago traza el paralelismo: “El humor se da en ambos planos. Me refiero al hecho de generar un clima intenso a nivel dramático, de decir cosas que busquen la emoción, y a la vez sin dejar de reírte. Hay flyers que son oscuros, como uno de un nene solo en el bosque tocando la violita, y otros que derrapan con un humor cínico”. La intención, tanto en vivo como en lo gráfico es cambiar de climas, apelar a los sentimientos y conectarse de manera más horizontal con el público.
CRÓNICA
VENEZUELA
ROJO PASIÓN Felipe Yapur
Felipe Yapur y TÉLAM
Damián Scalerandi
Son los hombres y las mujeres que viven a diario sus calles los analistas más profundos y concretos de la Venezuela de hoy. Son los seguidores del presidente —recientemente REelecto— Hugo Chávez los únicos que logran hallar palabras justas para explicar por qué la última década dio vuelta la razón de las cosas en ese país caribeño. Son los “escuálidos” aquellos que pueden fundamentar mejor que nadie el enojo que los invade desde entonces.
L
a ventana cruje al abrirse y rápidamente asoma un rostro moreno, redondo, femenino. “¡Ay, traes catiricos!”, grita asombrada y sonríe. La ventana es una de las cientos que tiene el edificio, despintado, maltratado por el tiempo y por la historia de abandono, herencia todavía maldita de la cuarta república. “Bienvenidos, conozcan nuestra parroquia. Somos pobres, dignos y socialistas”, agrega sin perder la sonrisa. Los “catiricos”, a la sazón un grupo de periodistas blancos o rubios según sea el caso, responden el saludo mientras desde otra ventana brota música con un feroz volumen que anuncia que “Chávez no se va”. La escena se produce en una de las tantas urbanizaciones de la parroquia 23 de Enero, una zona emblemática de la resistencia urbana en esta Caracas multifacética, mayoritariamente socialista, bolivariana, latinoamericanista y solidaria, pero también burguesa, consumista, individualista. En fin, todavía capitalista. El grupo de “catiricos” camina acompañado de la representante de “Alexis Vive”, una de las tantas organizaciones político-sociales que trabajan y controlan ese inmenso territorio, ubicado en el oeste de la capital venezolana. Supo ser tierra de nadie o, mejor dicho, de las prebendas de los gobiernos de la vieja Venezuela,
que promovieron la instalación de vándalos, policía corrupta y narcotraficantes. También fue escenario de luchas contra los gobiernos que buscaron, sin éxito, desalojar a esta inmensa mezcla de sectores populares y clase media que se instaló hace más de 40 años. No fue fácil. A los habitantes del 23 de Enero les costó muchos mártires. Alexis, uno de ellos, murió en las refriegas por la defensa del gobierno de Hugo Chávez durante el golpe de estado de 2002. Es una organización marxista, bolivariana y socialista. Ana, de solo 21 años, habla firme y rápido como todo venezolano. “El capitalismo, para dominarnos, nos introdujo los malandros y el narcotráfico y nosotros, con firmeza nos fuimos deshaciendo de ellos. Ahora acá somos todos socialistas”, repite ante el grupo que mira con asombro la síntesis de la muchacha que, mientras estudia sociología milita las 24 horas. “Estudio porque, como nos enseñó el Che, hay que dominar la técnica desde la academia”, dice y mira a los ojos sin pestañear. No son frases de ocasión ni el recitado de un dogma. Mientras se camina por la urbanización se nota la praxis. A pocas cuadras de allí está la bloquera, uno de los emprendimientos de la organización, el que le sirve para construir viviendas. El barrio no detiene su crecimiento porque los grandes mo-
El vínculo entre el presidente socialista y el pueblo es directo, sin intermediarios. Chávez les habla, dialoga con ellos, los interpela y ellos responden.
noblocks, que albergan 150 departamentos, tienen hasta cuatro familias viviendo en cada unidad habitacional. El desafío es la participación activa de los futuros residentes en la construcción. No para abaratar costos, sino para incorporar el factor solidario de participación y beneficio común donde cada integrante de esta “colmena”, como le gusta definir a Ana, aporta su trabajo, su empeño y su alegría en este emprendimiento socialista. No es fácil ser “insurrectos del capitalismo” en un país al que se le inoculó el virus de la vida a través de las regalías petrolíferas. El petróleo todo lo pudo en Venezuela, pero ese dinero y esos beneficios no eran para todos. Las clases más beneficiadas y privilegiadas podían hacer sus compras en Miami y despreciar la producción local. Para qué tener salud pública si con los ingresos millonarios se podía pagar la mejor hotelería en una clínica privada. Lo mismo sucedió con la escuela pública y con el Estado, que se transformó en una moneda de intercambio entre los partidos tradicionales (COPEI y Acción Democrática) para cumplir con el mandato de liberar todo a favor del mercado. En 1998, a pesar de toda la riqueza, el 51 por ciento de los venezolanos era pobre y el 20,6 por ciento vivía en la pobreza extrema. Allí nació una de las razones del Caracazo, esa gran movilización popular de repudio y hartazgo contra las políticas neoliberales del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, que buscó contener con una feroz represión dejando centenares de muertos y heridos. Toda la ciudad fue un caos. El 23 de Enero también participó de esas jornadas y sufrió más de la cuenta, aunque la alegría nunca la pierde. Esa es una característica distintiva entre los seguidores del presidente socialista: la alegría. Se expresa y se vive en todas las actividades. Incluso en las pequeñas, como cuando comienza a funcionar el Mercado Alimentario (Mercal) de la zona. Una serie de carpas que se levantan y que rotan en toda la extensión del barrio forman parte de la Misión Alimentaria que inauguró Chávez cuando el paro petrolero de 2003, capítulo posterior al golpe de estado y que vació
las góndolas de los alimentos esenciales para desestabilizar el gobierno bolivariano. “Nunca lo consiguieron. No es que seamos más rápidos que la derecha. Tenemos claro nuestro objetivo y actuamos para frenar la contrarevolución. Ahora, nada detiene esta misión que vende la cesta básica a un 40 por ciento menos que el precio de mercado”, grita Edison, el responsable de este mercadito. De los edificios bajan las mujeres, los niños y también los hombres. Es la compra de la semana. CALLES ROJAS El niño corre esquivando gente, su zigzagueo parece no tener fin. Viene desde la avenida, que está sobreelevada con respecto a la vereda donde muchos se ubicaron buscando guarecerse del “palo de agua”, como le llaman a las tormentas intensas. Pasa entre medio de una pareja, su último obstáculo, y choca con el cuerpo de una mujer, su madre. Acezante, le toca la cara buscando su atención: “Es Chávez… es Chávez”,
“La característica distintiva entre los seguidores del presidente socialista es la alegría. Se expresa y se vive en todas las actividades.” le grita y las mujeres con las que estaba conversando entendieron. Corrieron, ya sin importar la lluvia, hacia la avenida. La misma cantidad que había huido del agua ahora regresaba sin importar que continuara diluviando. Y es que cuando Chávez habla, ya nada parece importar. El vínculo entre el presidente socialista y el pueblo es directo, sin intermediarios. Chávez les habla, dialoga con ellos, los interpela y ellos responden. Chávez pregunta quién implementará de nuevo el liberalismo si él fuera derrotado en los comicios: “El majunche”, enrojecen las gargantas. Chávez sonríe pícaro. El “majunche” (insignificante o mediocre) es la definición que le destinó
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a la coalición opositora. “Te amo”, grita la madre, el hijo y las mujeres que están con ella, repiten a coro. No lo pueden ver, están demasiado lejos del palco principal y el agua obligó a apagar las pantallas que se ubicaron en diferentes puntos a lo alto para poder seguir el cierre de campaña. Sólo se escucha la voz del líder y es suficiente. Todos están empapados pero ya no importa y la lluvia pasa a ser parte ya del cotillón. Cuando Chávez anuncia que seguirá siendo el presidente, todos cantan, todos bailan. Cuando se despide, el coro rojo rojito grita el ya tradicional: “Uh, ah, Chávez no se va”. Un cántico que nació en 2007 luego de la derrota en el primer referéndum, con el que se buscó reformar la Constitución y liberar la reelección. El presidente socialista la consiguió dos años más tarde. Él ha finalizado, la alegría no. Todos comienzan a retirarse buscando cómo regresar. El subterráneo está atestado, las calles siguen siendo rojas. “¿Le gusta mi país? Seguiremos siendo socialistas!”, grita una joven rolliza con su remera roja que tiene una sola leyenda: “Orgullosamente chavista”. LOS ESCUÁLIDOS Si la alegría es una característica del chavismo, el resentimiento, la bronca y hasta el odio de clase parece ser la condición necesaria entre los que conforman la oposición. Gozosos pero al mismo tiempo ingratos beneficiarios de la economía bolivariana, reniegan de los logros de la revolución por considerar que todo es utilizado para favorecer la vagancia del pobre y la perpetuación en el poder gracias a estas prebendas. Las dádivas, para poner blanco sobre negro, son la salud y la educación pública, la proliferación del Mercal y, lo último de lo peor, la gran misión vivienda. “No estoy en contra de que el gobierno construya y mucho menos que se las entregue a los que menos tienen, pero era necesario que construyan en nuestras zonas. Ellos son diferentes”, confiesa Judith. Parece no tener contradicción su forma de pensar. Es como la teoría de la selección
natural y ni siquiera se turba cuando se le intenta demostrar que su buen pasar económico es fruto del esfuerzo común de la sociedad y no exclusivamente de su sudor. “Tengo mi apar (sic), mi carro y mis cosas, todo por mi trabajo, mi esfuerzo personal”, dice clavando peligrosamente su índice derecho en su pecho y remata: “No le debo nada a Chávez”. La gente se arremolina curiosa ante la vehemencia de la respuesta. Todos hablan a la vez, todos rechazan al gobierno, todos se ufanan de no deberle nada al presidente. Dicen estar cansados (una vez más) de que solo atiende a los vagos y que si esto sigue así habrá que irse del país. La televisión privada ayuda y fomenta estos argumentos. En uno de los canales de noticias hablaban de un estudio, sin mencionar la fuente, que aseguraba que en caso de que nuevamente ganara Chávez, más del 40 por ciento de la población pensaba irse del país. Días después, el presidente fue reelecto y el aeropuerto de Maiquetía no reportó un incremento de pasajeros venezolanos huyendo del territorio. Los escuálidos se fastidian con sus propios dichos cuando responden a las preguntas del periodista extranjero. Cada argumento suma una mueca de molestia en sus rostros y ante cada repregunta que pueda ser considerada sospechosa de chavismo el fastidio troca en enojo y la acusación de infiltrado es casi inmediata. Sucedió en mayo de 2007, cuando el gobierno venezolano
no le renovó la licencia a televisora RCTV. Una fuerte manifestación antichavista se concentró en la cercanía de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL) para exigir que no se termine la transmisión de ese canal. En medio de la movilización, un grupo de jóvenes enfrentó el vallado policial a patadas. Un periodista argentino retrató la escena y por el visor de su cámara alcanzó a ver que uno de los agresores lo estaba observando e insultando. El periodista retrocedió, cauto, sin quitarle la mirada de
“Venezuela está dividida, pero no en partes iguales como se esmera en hacer creer la oposición.” encima. Pensó que estaba fuera de peligro y comenzó a tomar imágenes nuevamente. Entonces sintió que su espalda se convertía en blanco de golpes y patadas. El retratado enojado estaba ahora enfrente suyo y lo acusaba, a los gritos, de ser un infiltrado chavista. Cuando parece que se abalanzan sobre él, un reportero gráfico mexicano rompió el cerco y lo abrazó gritando que eran periodistas extranjeros. Insultados,
empujados y escupidos, salieron del tumulto. Desde ese día, cuando los antichavistas se arremolinan alrededor de este cronista, aquella experiencia vuelve. LA MITAD MÁS MUCHOS Venezuela está dividida, pero no en partes iguales como se esmera en hacer creer la oposición. Las fuerzas políticas “escuálidas” están fragmentadas y la derrota del 7 de octubre les avizora un futuro complejo, de ruptura y retroceso. Es más, en esas elecciones se produjo un hecho que todavía no está del todo reconocido. La oposición admitió, por primera vez, los programas de gobierno como las misiones. No solo eso. También reconocieron a la Constitución Bolivariana y el gesto, aunque parezca menor, es el también resultado del triunfo de la batalla cultural. Mientras ello sucede, el chavismo sigue jugando con ventaja. Mucho más homogéneo que sus adversarios, tiene un líder, un programa de gobierno, una práctica y una teoría que se aplica día a día. No es perfecto y comete errores, como lo reconoció el presidente reelecto que, en un tiempo no muy lejano deberá resolver su indefectible sucesión. Chávez dice que es el pueblo el que lo sucederá y quien elegirá a quien deba conducir el país. Seguro que será un proceso tan complejo y tan irrefrenablemente vivo como el que se vive en estos días: el del tránsito al Socialismo del Siglo XXI.
¿QUÉ ES EL ARTE?
ARTE Y FORMACIÓN Académicos versus autodidactas. Aprendizaje “guiado” versus recorridos “libres”. El eterno debate acerca de quién es más y quién es menos en la incatalogable carrera de ser artista.
Descubrimientos C
Let it be
Mariana Delfino*
N
onocí a mi primer maestro a los 19. Hasta ese momento mi experiencia con el dibujo era decepcionante. No recuerdo algún aporte significativo de Plástica durante la secundaria. Quería dibujar pero me resultaba difícil expresarme en un lenguaje que consideraba extraño, ajeno. La visita a mi primer taller de arte fue liberadora y reveladora: ese era el lugar donde yo quería estar y eso era lo que yo quería hacer: arte. Percibir, sentir, conocer, inventar. ¡Quería ser artista! A pesar de los consejos de mi maestro (“Allí no hay espacio para la gente creativa”), ingresé a la Escuela de Bellas Artes a mediados de los ‘80. Plástica, música, poesía, teatro, cine, fotografía. Proyectos compartidos, ideas, ganas. A diferencia de lo que sucede hoy en el IUNA, la Pueyrredón permitía cursar de lunes a viernes con el mismo grupo, lo que favorecía los espacios de reflexión, discusión y debate así como también la integración entre las diferentes disciplinas. No siempre, pero cuando algo sucedía, la experiencia era muy movilizadora. Y además ayudaba a (re)conocernos. Ahí tuve maestros que me ayudaron a descubrir, a ver, a pensar, a confiar en mi mirada. Y conocí docentes que me ayudaron a decidir qué era lo que no iba a hacer y, fundamentalmente, en quién no me iba a convertir. Padecí críticas destructivas y maliciosas y recibí palabras llenas de amor y respeto. Muchos estudiantes abandonaron la carrera por considerarla obsoleta, académica, estructurada. Yo insistí, y me alegro. No creo que las carreras artísticas constituyan una masa uniforme de gente. Tal vez exista alguna tendencia, cierta ausencia o “falta de”, pero lo bueno de este momento es la diversidad y multiplicidad de estilos, planteos y corrientes estéticas que conviven simultáneamente. No es tanto lo que la institución tiene, sino lo que cada uno encuentra. O necesita. Y lo que quiere. Me gusta el oficio y creo profundamente en el trabajo. Trabajar me permitió descubrir mucho más de lo que soñaba. Aprendí de mi trabajo, aprendo de mis alumnos. Hay artistas más tradicionales y otros que utilizan nuevas técnicas. Hay genios que utilizan varios lenguajes expresivos como Joni Mitchell y Caroline Leaf. Yo prefiero dibujar. Me gusta pintar, investigar, probar. Soy old fashioned. Prefiero el contacto con el material. En estos años donde estamos todos hiperconectados (y solos) es imposible la idea de “no influencia”. La originalidad pasa por otro lado. La inmediatez como necesidad, la sobredimensión del ego y la magnificación del éxito nos quitan lo mejor que tenemos: el tiempo. Para ver, para pensar, elaborar, intentar, actuar, crecer. El tiempo personal. Escucho a Neil Young cantar “Pictures in my mind”. Me conmueve ahora, y siempre. No importa su formación. Es su alma. Igual Alberto Breccia, el genial dibujante y artista plástico, autodidacta, que fue el gran maestro de muchos. Y se dedicó a la docencia hasta sus últimos años de vida. “Enseñando aprendo”, comentó una vez. Tal cual.
Raúl Perrone*
unca estudié. No creía en el estudio porque temía tomar costumbres de aquel que me enseñara. Me convertí en el cineasta autodidacta que soy hoy. Pero soy una cosa rara. Le huí a la educación, pero terminé enseñando. Es que tenía y tengo una idea muy personal acerca de lo que es el cine y me gustó tratar de transmitirla: la idea de hacer cine sin guita. Con plata no se hacen las películas, sino con ideas. A partir de ahí surgieron las ganas de un taller de cine, que ya lleva 11 años. Lo mío es inyectar optimismo a pibes que van al taller para que reciban lo que yo no recibí. Porque a mí todo el mundo me decía que no, pero yo a toda esa gente le decía que sí; que sí se podía tener una idea y llevarla adelante. Hago hincapié en que no me copien. Sería muy aburrido que hubieran 200 Perrones. Trato de decirles que tomen el espíritu del cine que intento hacer: animarse a hacer las cosas que les pasan por sus cabezas, laburar con las cámaras que tengan, sin luces, con la gente del barrio. Eso no es sinónimo de cine pobre, desprolijo ni malo. Es muy fácil hacer una película buena con mucha guita y muy difícil hacerla con nada. Por eso, al momento de la realización de una película, el tipo que se formó en la academia siente la falta de un guión muy armado, de las locaciones, de las luces, de la plata. El autodidacta en cambio tiene a la imaginación de compañera infalible. El mejor libro que hay es la calle y realizarse uno mismo como artista, mirando libros, en este caso, viendo películas, haciéndolas, equivocándose. Luego, uno puede perfeccionarse estudiando un poco de técnica. Pero la mejor manera de aprender es haciendo. No estoy en contra de las instituciones pero sé de muchos profesores que desconfío. Lo que digo es que a la gente le hace falta locura. Muchos alumnos míos venían a contarme que muchos profesores de guión les rechazaban trabajos por no entender cómo los titulaban. ¿Cómo les vas a rechazar un guión por eso? Son tipos que han hecho una película en toda su vida, tienen una gran frustración y te frustran a vos. Tipos muy ortodoxos que ningunean la libertad. La libertad no te la da nadie, la tenés vos, está en tu cabeza, al igual que el talento, la pasión. Son cosas que no las enseñan en ningún lado. Están con vos o no. Y son fundamentales para el arte. Lo que me hace ruido es la palabra artista. Por lo grande. Es que cualquier marmota puede llamarse artista. Yo me considero un tipo que hace películas. No hace falta un título ni encajar en la categoría de “artista” para saber qué es lo que hago. Cada uno debe saber lo que hace. Tampoco me gusta la palabra maestro. Maestro debería ser uno por lo que hizo en la vida. Maestro fue Leonardo Favio. Hay una devaluación de la palabra. Y tal vez no tiene que ver mucho con las instituciones, sino con el espíritu de cada uno. Si yo hubiera sido músico, seguro hubiera hecho música de garage: con ruido, que pase un auto. Son formaciones, o deformaciones.
*Artista Plástica.
*Cineasta.
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Cuadritos / periodismo de historieta por Andrés Valenzuela
El auge de la historieta periodística
“Todos están en Instagram, pero no todos pueden hacer un cómic” La norteamericana Sarah Glidden habla sobre su particular oficio de hacer periodismo en forma de historieta. Su experiencia en Medio Oriente, el tiempo de producción y la (des)confianza del lector en las imágenes.
“U
nos amigos tenían un colectivo periodístico que iba a hacer una investigación sobre los refugiados iraquíes en Siria, así que se nos ocurrió que yo podía ir con ellos y documentar todo su proceso, al mismo tiempo que aprendía yo misma algo sobre periodismo”. Así, explica la norteamericana Sarah Glidden, nació la historieta en la que está trabajando. Desde la publicación de How to understand Israel in 60 days (traducido por Norma como Una judía americana perdida en Israel), en 2008, Glidden se convirtió en una figura ascendente de la historieta periodística. Publica ocasionalmente viñetas en distintos medios de su país y suele colaborar con el portal Cartoon Movement que toma sus “artículos” en cuadritos. “Ese viaje fue genial, porque si te vas con amigos, cualquier duda que tengas, les consultás, y los ves hacer sus entrevistas, hablar con las fuentes, fue como una pasantía intensiva”, comenta Glidden en un cafecito de la porteñísima avenida Corrientes. En ese viaje descubrió que el periodismo no tiene mayor misterio, pero que tampoco es fácil. “Cuando sos un amateur querés hacer una nota con cada historia que te cruzás y todo es sorprendente, es difícil decidir qué pista seguir”, recuerda sus primeros pasos, “y por otro lado también resulta muy difícil darte cuenta cuándo te están mintiendo, y te ponés muy emotiva”. Recuerda, por ejemplo, una entrevista con una joven pareja iraní. “Una amiga los estaba entrevistando y su experiencia era tan triste que sentí que iba a ponerme a llorar, y ella luego me explicó que hay que separarte de tus emociones en el momento y, llegado el caso, llorar luego en tu casa, ver de primera mano cómo un periodista lidia no sólo con asuntos
técnicos sino también con los emocionales fue increíble”. Al momento de la entrevista, la historietista/periodista estadounidense lleva dos días en el país y ya vio una marcha de estudiantes contra el gobierno porteño. El tema ya la seduce para contarlo en sus dibujos. Antes de ver esa “nota” pasará cierto tiempo. “Es que la historieta periodística toma más tiempo, dibujar demora mucho: en plantar la página, bocetar... ya sabés: hay que hacer lo mismo que un periodista normal y, además, dibujar”, comenta, “otra cosa que lo distingue del periodismo tradicional es que ocupa mucho espacio, necesitás más páginas para hablar de lo mismo y normalmente, salvo que lo vayas a publicar en Internet, la mayoría de los editores no querrá darte 20 páginas”. Es fácil creerle. Su primer libro tiene alrededor de 200 páginas y otros trabajos del género, como Notas al pie de Gaza, del referente Joe Sacco, más de 400. “Aún si tenés una nota maravillosa, tienen otras cosas que poner en esas 20 páginas”, reconoce Glidden. Algo del contexto se recupera en los dibujos y otro poco, en los cuadros de texto. La clave pasa en cómo narrar los encuentros con las fuentes, qué información poner en su boca y cuál señalar fuera de ella. ¿Qué hacer entonces? “Dos páginas no son suficientes para contar tu historia, así que sólo podés hacer que la gente se interesa, que empiece a hablar y pensar sobre algún tema, es un desafío; pero puede ser un gran aperitivo para los lectores y se puede lograr una conexión emocional entre ellos y los protagonistas, y quizás luego quieran leer más”. Aunque el periodismo en forma de historieta está en ascenso, Glidden no lo considera el futuro del medio ni cree
“Hay algo muy poderoso, una vez que dibujaste a alguien tenés una conexión especial con esa persona.”
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Foto: Cecilia Villegas Críticos y lectores reconocen a Glidden su papel ascendente en la historieta periodística.
que tenga por sí mismo más credibilidad. “Es una forma más dentro de la dieta periodística ciudadana, sirve para complementarla”, asegura y destaca que parte de su atractivo reside en muchas de sus características formales. “La gente quiere que los intereses en el mundo que tienen alrededor, sólo que a veces requieren un pequeño incentivo, y los cómics pueden ser un gran modo de atrapar su atención”, afirma. “Si hubiera escrito algo sobre los refugiados y lo hubiera subido a Facebook, mis amigos ni lo hubieran leído, con suerte hubieran puesto un like sin darle mucha bola, porque la gente cree que sabe lo que es ser un refugiado: cree que es triste y hay mucha pobreza, no se quieren sentir mal y prefieren ir a ver videos de gatitos”, dispara, “pero si les muestro un cómic diciendo ey, mirá qué lindas mis acuarelas y casualmente también son un artículo sobre refugiados, terminan interesados en el asunto”. Glidden confía en que la historieta periodística puede servir para interesar en el mundo incluso a los lectores más apáticos. Es curioso que, en pleno auge de Instagram, Lockerz, Twi-
tpic, Flickr y cuanta otra plataforma web de imágenes (fotográficas, en su mayoría) exista, una historieta llame tanto la atención de los lectores. “Pasa que la gente ya no confía en las imágenes”, declara Glidden. “Cada vez que ves una imagen de contenido político, vas a Snoops.com y descubrís que es falsa”, explica, “así que la gente no confía más en las fotos, que además nos bombardean con ellas todo el día a toda hora, y a veces son retocadas o directamente hechas con computadoras”. La gente, asegura, se cansa de la presunción de verdad fotográfica, pero se detiene ante una obra de arte. “Todos están en Instagram, pero no todos pueden hacer un cómic, y la gente nota eso y lo valora”, además, advierte, el lector ve ostensiblemente la mano del artista detrás de la obra, con lo cual la pretensión de objetividad cambia por una cuota de sinceridad. Ese involucramiento con el tema abordado y la confianza del lector también llega de parte de las fuentes, considera Glidden. “Si una fuente no quiere hablar, no hablará, pero des-
La historieta periodística toma tiempo para producir, para guionar y más tiempo para dibujar.
Entrevistas Reseñas Noticias Más. Más.
cubrí que la mayoría de los entrevistados está muy contento por poder contarle su historia a alguien, pero es clave que confíen en vos y entiendan que estás genuinamente interesado en su palabra”, dice y jura que dibujar consiguió acercarla a más de un entrevistado reticente. “Estuve en el WestBank haciendo una nota sobre cómo los palestinos consiguen algo de ayuda de Naciones Unidas, y tanto Israel como Palestina están plagados de periodistas, la gente
“Si hubiera escrito sobre los refugiados, ni lo hubieran leído: la gente no se quiere sentir mal y prefiere ver videos de gatitos” allí piensa bueno, otro periodista más, y son indiferentes, pero yo tenía impreso parte de mi trabajo sobre Siria para mostrarles, y se interesaban, les podía demostrar que realmente me interesaba lo que les pasaba”, relata la autora y remarca la intimidad que supone retratar a alguien: “Estás sentado y mirando a su rostro, hablando o no, pero hay algo muy poderoso en eso: una vez que dibujaste a alguien tenés una conexión especial con esa persona”.
Los eventos son punto de encuentro con el lector.
Periodismo en primera persona
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a historieta periodística o documental tiene varios ejemplos destacados. Desde Pyongyang, del canadiense Guy Delisle, hasta Barbarie, del peruano Jesús Cossio en torno a la lucha contra Sendero Luminoso en su país, o Historietas por la identidad, de distintos autores, en Argentina. Un caso particularmente fructífero para el análisis es Notas al pie de Gaza, del norteamericano Joe Sacco. Allí Sacco investigó una masacre ocurrida medio siglo atrás. En sus más de 400 páginas incluye entrevistas a decenas de víctimas que repiten testimonios y suman detalles, y además ofrece de soslayo una mirada sobre el estado actual de cosas en el territorio. “Notas al pie de Gaza es un ejemplo interesante porque al ser algo que ocurrió hace tanto tiempo, me parece que es más acerca de la memoria del trauma, y cómo los recuerdos cambian cuando se les suman
nuevos traumas, de modo que esa repetición de datos que hace Sacco es necesaria para mostrar cómo la memoria colectiva se modifica, para mostrar cómo gente que sufrió lo mismo puede tener perspectivas distintas del asunto”, opina Glidden, “creo que es algo muy intencional que hizo y que no habría trabajado del mismo modo de haberlo hecho sobre algún hecho más reciente”. “Si Sacco hubiera escrito un libro en vez de dibujarlo, no creo que ninguno de los jóvenes lectores de historietas que lo compraron lo hubieran leído, salvo que estuvieran especialmente obsesionados con el conflicto palestino-israelí, pero con la historieta llegó a nuevos lectores”, afirma sobre su colega. “Y la historieta periodística puede ser también un gran modo de introducir en los cómics a gente que cree que no le gustan, o que sólo leen artículos en los diarios”. El análisis de Glidden señala el po-
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tencial de la historieta como medio expresivo y periodístico. Además, la autora celebra que Sacco se incluya a sí mismo en el relato, mostrando el proceso de producción e investigación. “Me gusta cuando el periodista está presente, porque es imposible un periodismo objetivo”, advierte, “incluso si tenés a Dios como fuente o si podés ver todo lo que sucede, cuando vas a un lugar elegís hablar con un tipo y no con otro, y esa gente tiene sentimientos y vos también, cuando un periodista se muestra a sí mismo en el trabajo, está siendo más transparente”. “La transparencia es importante en el periodismo, poder decir mirá, soy una persona con defectos, que fue a este lugar, habló con esta gente, que quizás me chamuyaron o que me molestó tal tipo, poder mostrar eso es abrirse al lector y permitirle meterse más en el tema, ese es el tipo de periodismo con el que personalmente conecto más”.
Reseñas
Shankar
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ué fácil resulta recomendar un libro de Quique Alcatena y Eduardo Mazzitelli. Dibujante y guionista forman una dupla implacable y toda su producción tiene enorme nivel. Aquí construyen una serie de relatos al modo de cajas chinas o muñecas rusas. Sólo una gran solvencia y oficio permiten mantener el delicado equilibrio que supone contar tres o cuatro historias en una docena de páginas (y no desbarrancar en el intento). Desde la figura del protagonista, los autores recorren el universo mítico hindú, chino, japonés, malayo y ruso, al tiempo que homenajean y ofrecen referencias culturales. Dioses de la India, espectros siberianos, demonios nipones, magos chinos y e islas sumergidas en el sudeste asiático son apenas una muestra de la imaginería que recrean guionista y dibujante.
Vientre
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ste libro no habla de un vientre, sino de dos. Trata de los deseos que se alojan allí, de las ilusiones de dos mujeres con planes muy distintos para sus vidas. El libro, guionado por el uruguayo Pablo Roy Leguisamo y dibujado por la mendocina Lauri Fernández y la cordobesa Nacha Vollenweider, habla sobre aborto y sobre infertilidad. Es acerca de mujeres a las que parte de su entorno debería haber contenido y que, en cambio, se toparon con el silencio y el desamparo. Vientre relata dos historias. Que no son más ni menos que eso: dos historias bien contadas, conmovedoras, con un dibujo ajustadísimo y un guión que no pretende ser moralizante pero obliga al lector a pensar su lugar y sus ideas dentro de este mundo. Un libro de esos de los que no se sale indemne.
La fundación del discurso sobre la historieta en argentina
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uchos de los últimos y más interesantes libros de teoría sobre historieta no abordan la historiografía del campo, sino la de sus ideas. Esto es sintomático del momento de crecimiento que atraviesan los estudios sobre el lenguaje de globitos y viñetas. Si el primer paso para construir un objeto de estudio es delimitarlo y describirlo, para luego esbozar ideas sobre él, los estudios académicos llegaron al punto en que requieren ordenar esos pensamientos que se fueron elaborando durante las décadas fundacionales. Este libro aspira a ello. Comienza por los análisis de Oscar Masotta y se extiende hasta entrada la década del ochenta. Faltan, por supuesto, 25 años de estudio, pero este trabajo de Lucas Berone supone un buen acercamiento a la cuestión de la historieta como objeto cultural de estudio.
En cualquier lugar, en todo momento. Publicitá en Cuadritos. Consultas: avcomics@gmail.com
ARTIVISMO
SUSY SHOCK
MI BELLA MONSTRUO Rocío Magnani
Agustina Plata
COPLERA, POETA, ACTRIZ Y ACTIVISTA, ESTA ARTISTA TRANS SUDAKA SINTETIZA TODAS SUS FACETAS EN LA BÚSQUEDA DEL NO GÉNERO. EN CADA MARCHA DEL ORGULLO, SUS VERSOS SE ALZAN CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LO DIFERENTE.
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a Shock, poeta de barbarie. Tres tetas de colibrí y 115 hojas fresquitas aleteando su folklore. Niñita de todos los Danieles que fue y las Susy que vendrán. Coplera en la bizarría, cantora del Tucumán arraigado, serenata para los mujeres y las hombres de esta nueva humanidad. Sus versos siempre saltan del margen. Los hipnotiza al tun tun de la baguala y las letritas se crispan, retuercen, despegan. Salen disparadas del papel en hilera filosa, como baldazos al corazón. ¡Cuánta indiferencia!, dice la N de normal, y se cuela en la cabeza del más reacio, apalabrando lo rancio, más inquietante que nunca. ―Susy Choque, ¡mi amor!—le gritan en plena plaza y corren a besarla. Taco aguja negro y vestido rosa, la artista Susy Shock reparte invitaciones a la próxima Fiesta de las Noches Bizarras que hará el 8 de diciembre para festejar los diez años de esas presentaciones, los dos de su espectáculo Burlesque, su cumpleaños y el cierre de un año repleto de proyectos. La Shock está inmersa en ese no género de recitado musical que creó y se hizo espacio para grabar su protagónico en Andrea, película de Edgar Do Santos, que estrenará el año próximo; y María y el hombre araña, dirigida María Victoria Menis, en la que también participa. Autora de Poemario Trans…pirado (2011), con prólogo de Marlene Wayar, y Relatos en Canecalón (2012), con prólogo de Fernando Noy, el año que viene completará la trilogía con la publicación de una recopilación de su dramaturgia. De momento, Susy disfruta del encuentro con lxs LGBTIQs reunidos en la Marcha del Orgullo. Los volantes que entrega son tamaño estampita, como los que imprimió para regalar en algún show con su Oración a la Divina Trans. “La oración es como un rezo en voz propia. La deidad, lo divino, es uno. No algo externo como un Dios. Yo creo mucho en la Ley de atracción, es decir, que con pensamientos positivos se atraen cosas positivas del universo. Y es increíble lo que puede hacer una creencia. Pasaron cosas muy fuertes.” A Vivi, del asentamiento 8 de Mayo, le iban a cortar una pierna por la diabetes y rezó cada noche suplicando ser oída. Se rezó a sí misma como mantra para atraer lo positivo del mundo. Señora de los Trans/ sucia de pelo a rabo y tan bendita/ concédeme la voluntad de alumbrarme y alumbrar/ dame fuerzas para batallar/ (…) y la humildad de sabermediamante/ de mi propio crear (...). Y escuchó. La Divina Trans, esa que es Vivi y que Susy creó a medida del mundo de marlenes, sacayanes, lemebeles, monstruos transpirados, transformadores trastocados, transatlánticos, sudakas, agitadores de esa aputarrada alegría de ser, escuchó: a Vivi le cortaron un solo dedo. “Todavía me asegura que la oración le hizo el milagro y me obligó a darle todas las estampillas que me quedaban para llevar a la gente del hospital.” La idea de la oración, recuerda Shock, era proponer un juego de autocreación a partir de la resignificación del concepto católico de la
deidad. “Pero no hay nada más serio que saber jugar. Supongo que ese es mi gran shock, el juego, saber incitar al otro a este juego mío de refundarme todo el tiempo, descolonizarme en esas cosas que me parece que me son ajenas, violentas, que no me pertenecen, que me alejan de la posibilidad más amorosa de pensarme creativamente.” ―¿Qué importancia tiene hoy el arte en el activismo LGBTIQ? ―El arte es el gran renovador y deconstructor de todo. Es el gran despertador que ha tenido esta humanidad siempre, al margen de la cuestión de género. A veces la coyuntura del país hace que esté muy pegadita a los movimientos sociales, como me pasó en 2001 y a partir del debate del matrimonio igualitario. Pero no significa que yo siga a rajatabla esa agenda de la coyuntura, porque el arte tiene otra agenda mucho más intensa. A las libertades se las intensifica y se las sueña cuando volás pensándote más allá. Desde el arte yo creo en el no género, pero no puedo explicarles a diputados y diputadas que mi género es colibrí. Hay que ubicarse, porque la coyuntura política nos obliga a pelear por derechos muy específicos, donde necesitamos definirnos como comunidad trans, y a veces ni siquiera eso entienden. El arte es siempre otro juego. ―En otras palabras, las tuyas: “No importa qué somos, si alcanzamos a poder serlo”. ―Desde una teoría muy Marlene Wayar (N.d.R.: activista y directora de la revista El Teje), que es una teoría sudaca, trans es todo eso que está en tránsito y que quiere deconstruir la heteronorma, este sistema que en general no le ha hecho bien a la humanidad, porque ubicó al hombre en un lugar de sufrimiento, un lugar de no gozo e imposibilidad de hacer cosas más hermosas de las que se nos permite. Es decir, no importa precisamente el género ni la sexualidad en la que decida transitar. Somos personas trans, humanidad trans, en la medida en que queremos deconstruir todo eso que es violento. El heterosexual también puede ser trans. ― Tus poemarios recuperan mucho de la raíz folklórica. ¿Cómo te nació ese apego? ―En realidad, estoy muy ligada a eso porque mi familia es provinciana, de Tucumán y de La Pampa, y porque mi crianza fue muy tucumana. Estoy ligada al folklore desde chica, y aún hoy, cuando nos juntamos, cantamos y bailamos. Creo que hoy pude hacer una síntesis. Lo mío fue un proceso en todo sentido, camine como actriz, como poeta, como cantante. Y hoy, indudablemente, el folklore es lo que más me genera. Yo siento en la baguala ese canto originario que precisamente es creador desde un no género. Porque cuando canta un coplero o una coplera, un flamenquero o una flamenquera, no creo que dé cuenta de lo femenino y lo masculino. ―¿Qué es la baguala para tus poemas? ―Hay algo con la caja bagualera que tiene que ver con una resonancia muy personal. Es una pulsión que resuena adentro tuyo
“Desde una teoría muy Marlene Wayar, ‘trans es todo eso que está en tránsito y que quiere deconstruir la heteronorma’.”
cuando la tocás. Esto, al margen de los ritmos, porque no me considero música, aunque sí cantante. Cuando me explicaron que hay una resonancia que es personal, que hay algo que se permite precisamente en este juego de la creatividad. Probar, ir y venir, y sentir que hay una pulsión tuya que es válida como música y como comunicación. La Plaza de Mayo está llena: drag queens, familias diversas, parejitas por doquier. Anahí, la hija de 21 años de Susy, vende poemarios y camisetas estampadas en uno de los puestos. Lleva puesta una musculosa con un diseño dedicado a su mamá: pecho con chivo peludo y tres tetas tatuadas con la frase (bien) shock: “Que otros sean lo normal”. El vaticano Normal/ el Credo en dios y la virgísima Normal/ los pastores y los rebaños de lo Normal/ el Honorable Congreso de las leyes de lo Normal/ El viejo Larousse de Lo normal, dice Susy en “Reivindico mi derecho a ser un monstruo”. En la plaza también saluda a una pareja de mujeres, madres de trillizos. “Los hijos diversos ya empiezan a dar cuenta de las nuevas formas de familia y eso es maravilloso; porque ser criados por una traba no es algo que les haga ruido. Y lo interesante es que comienza una nueva generación, donde nuestros y nuestras niñas serán portadores ya no de violencia hacia lo diferente.” ―Yo no creo en ese concepto que tanto se promulgaba: ‘Déjenos adoptar que en los chicos no se va a notar nada’. No, mis hijos no van a ser iguales. Este mundo es violento porque ha sido criado con
“El arte es el gran despertador que ha tenido esta humanidad, al margen de la cuestión de género.” la heteronorma. Yo no quiero pedir perdón, ni poner excusas, ni permiso. Este mundo no solamente no me gusta, lo combato. Y mi hija es una forma de darle a esta humanidad un nuevo ser con otros conceptos, con el amor de su mamá y de sus padres. No somos un matrimonio como ha sido el resto. Somos otra construcción afectiva. La Shock no juzga tampoco a quienes no se atreven a desafiar esos parámetros de lo “normal”. Porque ya es mucho el dolor y el coraje que se necesita para ser mariposa. “Cuando vos sufrís mucho y te hacen pagar lo que sos, no querés sufrir más. Lo que querés es meterte en el tumulto de lo que son el resto, pedir permiso para entrar y desaparecer sin que se note. Y la verdad es que lo entiendo, aunque no lo comparta. La gente no quiere ser un monstruo. Y no digo que tenga que ser así. Pero siento y reivindico mi derecho a ser un monstruo. Es mi defensa y mi resistencia también.” Artista trans sudaka. Pitonisa entre la realidad y la magia, según Wayar. Autodefinida colibrí. Nacida en la admiración a esa “Pachamama trans escritora, que es la Pedro Lemebel”, y en el amor al “enorme Fernando Noy”, que tiene la letra “puta y baila sobre el traste de este arisco suelo”. Ella, arte, monstruosa trans… pirada. Sabe que las letras libres pueden volar.
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NOTA DE TAPA
Pablo Marchetti
“Me apasiona meterme en las cloacas del idioma” Ailín Bullentini y Nahuel Lag
Cecilia Villegas / Asistente Tomás Ballefín
No puede con su genio: al tipo le cabe la promiscuidad y lo admite. Inquieto, juega al Duro de Domar con NaN pero desnuda todas sus calenturas y sus contradicciones. Dice que no sabe bien qué es, pero se define como un “pequebú, clasemedia, pelotudo”.
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l cuerpo, un laboratorio exceso y apología. (Zamba de mi escepticismo, Pablo Marchetti)
Ahora dice que no sabe muy bien qué es. Estudió bellas artes en el secundario y dibujó, pero se aburrió. Tenía que vivir de algo que le gustara, ése era su mandato, y la naturaleza muerta no le salía bien. Seguir de cadete o vender tarjetas de crédito, ya no. La militancia estudiantil en la Eva Perón tampoco terminó de cerrarle; aunque le gusta la política, hoy se define como un “anarcorevolucionario” que nada hace para cambiar el mundo e igual quiere lograrlo. Digamos un “anarcoperonista” o “la tensión entre la realidad y el deseo”. El tema era vivir de la escritura. Vino La Maga, La García y las clases en TEA, y Barcelona, claro. Ahora dice que sabe que tiene un oficio periodístico, pero no si hace periodismo. No lo calienta, lo aburriría “terriblemente” una redacción, como no lo calentó el dibujo. Lo que lo pone calientito es la comunicación. También pasó la banda de rock y el teatro en el Parakultural hasta llegar a la Falopa para “poner en escena la palabra” o que la pongan otros. Con ella también llegó al letrista que escribe para Lidia Borda o Miguel Poveda. Mientras, hace Quilombo en la radio y juega al Duro de Domar en la televisión. Entre tantas calenturas, obvio, le cabe la promiscuidad: “La diversidad me permite imaginar otras cosas”, aunque todo anda entre comunicación y arte: un espacio político y otro de fe (para un ateo, de eso dice no dudar). “A veces, hay que dejar hablar y que la gente cuente y se cuente. Así, se lo puede conocer mucho más que criticándolo”. Abre el paquete, acomoda con poco cuidado y mucha cancha un puñado de tabaco para armar en un lillo y rola un pucho Pablo Marchetti, antes de arrancar la charla que sigue. “La poesía es la palabra en su forma más despojada”, dice.
VERSOS Y VERDADES
cardo García es uno de los grandes de la Argentina, el creador de un lenguaje y una forma directa de comunicar con el diario y después con el canal Crónica”. La relación con los títulos tragedia de las tapas de Barcelona es instantánea. ¿Y la poesía? “Hay una vinculación muy grande entre eso y determinadas búsquedas poéticas, sobre todo con la poesía visual: el laburo de Joan Brossa (poeta catalán), Nicanor Parra (matemático y poeta chileno) y la poesía concreta brasileña. Tiene que ver con buscar la dimensión visual, algo que cierra también con mi interés por el dibujo. Por eso siempre me interesó mucho meterme en el diseño de Barcelona”. Confiesa. “Me gusta encontrar vinculaciones en géneros aparentemente opuestos o mundos que no se chocan y parecería una herejía hacer que se encuentren”. Y casi sin pensarlo se lanza en una de esas búsquedas: “Creo que hay un vínculo muy estrecho entre poesía y publicidad, si bien parece que la primera es pura alma y la otra desalmada, en lo sintético está la relación entre ambas. La poesía sería la publicidad que no te quiere vender nada”. Lenguaje. Palabras. Letras. Juega con ellas. Las amasa, las desmenuza hasta sacarles la última gota de sentido común. Creció el adolescente, con él la pasión por la palabra, pero también la necesidad de sostenerse a sí mismo, a sus días y vicios. ¿Poesía? “Yo puedo hacer algo más artístico, pero no puedo vivir sin lo comunicacional, esa cosa de la comunicación de la que mucho arte reniega… tampoco puedo vivir sin una comunicación que tenga alguna búsqueda estética. La verdad es que no sé qué soy muy bien”, reflexiona, bipolar. Lo que confundió en un principio fue comunicación con periodismo. —¿Cuándo y por qué decidiste volcarte al periodismo? —Creo que caí en el periodismo, primero por una cuestión de laburo: ganarme la vida escribiendo. Cuando profundicé y le busqué la vuelta apareció lo político. En los ‘90 me parece que el periodismo reemplazó un poco la militancia en el sentido de decir “me planto desde un lugar de la comunicación”. En esos años dejé de militar. Había empezado a hacerlo en el peronismo durante la secundaria, después en los inicios del Frepaso. Hacer periodismo cultural por
Atrás de la bocanada de humo aparece la biblioteca que ocupa toda la pared. Sobre los estantes se destaca una vieja edición de Las patas en las fuentes del poeta Leónidas Lamborghini; el lomo de una especie de enciclopedia con letras de tangos de Gardel, y más arriba el memorable diccionario argentino de insultos, injurias e improperios Puto el que lee, escrito y publicado por Barcelona —esa revista rupturista que no necesita presentación y que dirigió con Mariano Lucano e Ingrid Beck hasta fines de 2011—. Las bibliotecas hablan por uno, pero Pablo también se encarga de hacerlo y él tira el primer tema sobre la mesa: su cuarto libro de poesía El Amor (Godot), que está a punto de salir a las calles. Hay una faceta suya que no es la del sátiro del periodismo tradicional. “Tengo oficio para escribir versos”, apunta y recuerda los sonetos sobre temas de agenda que redactaba y leía en el programa radial de Marcelo Zlotogwiazda. Pero el amor por la palabra es más profundo: “Escribo, me encanta. Es lo central en mi vida y es el punto de partida de todo para mí”. Bueno, Zaire (2004), con arte de tapa de Lucano; Dialecto pequeño burgués (2009), con dibujos de su hija Lina; y Cuatro Cuartetazos (2010), con volantes de prostíbulos en la cobertura, fueron la cristalización de una pasión que Pablo minimiza —“empecé en la adolescencia, lo típico”—, pero que lo emociona al recordar que la escritora Elsa Drucaroff usó uno de ellos para iniciar uno de los capítulos de su ensayo Los prisioneros de la torre, sobre la escena de la literatura joven. “La poesía es la palabra en su forma más despojada y pone el énfasis en la dimensión visual, sonora, musical, rítmica del lenguaje”, define. La relación con el poeta tuvo sus idas y vueltas por trabajo y ocupaciones de la carrera periodística que inició a principios de los ’90. “Siempre había algo que no me cerraba, me veía esquizofrénico, me sentía las dos cosas”. Dice que fue en Barcelona donde cerró esa etapa y se dio cuenta de que “no era tal la distancia” entre ambas artes. Más allá de la editorial Antilibros, que surgió de la redacción del tabloide quincenal y le permitió publicar sus tres primeras obras, revela: “Cuando uno empieza en el periodismo piensa en las grandes plumas y no en los generadores de formatos. Para mí Héctor Ri-
“Me gusta desarticular las construcciones de poder, desanudarlas y jugar con el sentido común.”
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fuera de los grandes medios, como era la revista La Maga, no es que me creía en la resistencia de los 90, pero terminé en ese lugar. De esa mítica revista cultural de la última década del siglo pasado siguieron otros pasos en el camino de la birome, el anotador y las redacciones hasta llegar a la enorme Barcelona y, también, a un descubrimiento. “Sé que tengo un oficio periodístico por el tiempo que tengo laburando, pero no podría trabajar en una redacción porque me aburriría terriblemente”. Sin pasión no hay nada, define más poeta que nunca, en las casi dos horas de entrevista y completa con seguridad de escribano que no se le mueve un pelo por ninguna profesión de las que aparecen en la Guía del Estudiante: “Me gustan un montón de cosas y me encanta esa promiscuidad”. Promiscuo, sí, y ateo, ¡claro! Sin embargo, inquieto, en la búsqueda permanente, algo encontró: “Se reduce todo a eso: el arte y la comunicación. Uno es un espacio de fe y el otro uno político”. CUANDO NAC&POP ERA ROCK&ROLL Actitú rockera: “Me hinchaba las pelotas la carrera de periodista. Lo que me gustaba en los tiempos de La Maga era entrevistar a gente como Charly García, Osvaldo Soriano, Leonardo Favio”. Sin embargo, hubo un punto de unión: Pablo se cruzó con esa publicación durante sus años en TEA. Sin sacralizarlo, rescata aquel periodismo cultural en el que se encontró inmerso, casi sin querer, como un “lugar fundamental de resistencia y de politización en la anti política” de los ’90. El mismo papel le asigna al rock de fines de siglo: “Tampoco glorificarlo. De la misma manera que no creo que cumpliera un rol fundamental durante el final de la dictadura. Lo que tenía la escena rockera eran reflejos de resistencia”. —¿Y a qué le llamás “rock”? —Al rock lo vínculo con la actitud. Dicho así suena a Pomelo, pero me refiero a que la búsqueda artística del rock pasa por una olla donde entra una determinada literatura, a pesar de que las últimas grandes bandas de rock, Los Auténticos Decadentes, Bersuit Vergarabat, Los Fabulosos Cadillacs, Babasónicos, no siguieron la línea de las anteriores. Hay más mixtura. De lo que hablo es de romper moldes y prejuicios. Ahora el rock se adecuó mucho a una situación de determinados clichés, de estar contenidos en determinados circuitos. Me parece que perdió el lugar provocador. Cromañón fue letal, es verdad, pero el rock hoy es festivales hipersponsoreados. Hacer que entren bengalas a un lugar cerrado, ésa es la parte jodida, es la mierda del asunto. Pero hay algo de participación y de calor y de color del rock, sin lo cual no sería. Hablo de todo el rock: cuando Iggy Pop se tomaba una pepa y se hacía llevar de una punta a la otra, eso es parte de la participación del público. A mí me encantaba el programa “El Aguante”. Si eso te hace tirarle un cascotazo en la cabeza al contrario es una mierda, pero sin esa pasión el fútbol no sería lo que es en ningún lugar del mundo. Estaríamos ante un espectáculo y nada más. —El fútbol, el rock, la política son pasiones extremas: ¿Qué te atrae de ellas? —Siento una fascinación por esas expresiones por ser un tipo absolutamente ateo y no tener ninguna clase de fe. Me apasiona meterme en las cloacas del idioma y descubrir que hay ahí una poesía muy poderosa. Desde mediados de los ‘90, antes de que el expresidente de Racing Daniel Lalin se encargara de fundir también a La Maga, Pablo evitó ser “el periodista que se muere por tocar” y en la redacción armó Sometidos por Morgan, banda con la que editó Ludomático (1995) e incluía el hitazo sobre Ricardo Barreda “La cumbia del odontólogo”, el EP La autopsia del Papa (1998) y el segundo LP Jogging (2000), con sello propio: Todo suma discos. Llegaron a compartir un festival con Divididos, R.E.M y Beck y abandonaron los escenarios. La indemnización que recibió por el cierre de la revista abrió un tiempo de experimentación no sólo con la música sino también con el éter. “Quemen los bosques” salía por radio La Tribu y, según el músico, fue “uno de los gérmenes de lo que decantó en Barcelona”, que diez años después también llegaría a amplitud modulada. El otro preludio fue La García, una publicación de finales del neoliberalismo que desapareció tras la crisis de 2001. “Estaba la Rolling Stones y nosotros éramos La García, nacional y popular cuando esto
significaba otra cosa. Dábamos cuenta de todo un fenómeno rockero que es parte de la cultura rock”. “Joda y rock” es la definición que elige para homenajear a la publicación que celebraba mantener una relación de complicidad con los músicos. “No sabés... Vos vas de gira por el interior y vienen los pendejos. Claro, viste. Y… son todos pendejos fans y buena onda y te llevan a comer a la casa, pero son todos pendejos chiquitos… y comés con los padres, y yo voy ahí y tengo que comer con cubiertos…” Marchetti engrosa (aún más) la voz para traer a la mesa la memorable entrevista que le realizó a Ricardo Iorio, emblema del metal argentino y líder de Almafuerte. La anécdota sirve para argumentar que “a veces, dejar hablar y que la gente cuente y se cuente, dice mucho más que ponerse a criticarlo”. —Pero otras veces… —La nota salió tal cual ocurrió y el tipo estaba fascinado. Más allá de las mil contradicciones y cosas que me pueden parecer una mierda, Iorio es un músico increíble. Me gustan mucho esas contradicciones de los artistas como Thomas Eliott, u otros artistas ¡fascistas! El arte en ese sentido es muy bueno para mostrar las contradicciones humanas. ¿Cómo puede ser que alguien absolutamente sensible en un ámbito, después sea lo contrario en otros aspectos? CINCO FALOPA POR DOS PESOS En la cresta de Barcelona, con el gustito a escenario que “¡Mueva la patria!” —la ópera cumbia que junto con Javier Aguirre, Eduardo Blanco y Fernando Sánchez estrenaron en La Trastienda, y repondrían en el ND Ateneo—, Pablo se unió a Federico Marquestó, Francisco Huici, Gustavo Carretito, Juan Spolidoro, Juan Krymkiewicz y Agustín Barbieri y formaron Conjunto Falopa, una banda que baila milonga, tango, folklore, cumbia, rock. Todo junto. Falopa (2009) y Cancionero para un fogón anarco-peronista (2010) fueron el primer y segundo disco. El tercero está en plena grabación. —¿Se consideran parte de la movida tanguera actual? ¿Se consideran parte del rock? —Buscamos no tener etiquetas. No obstante, sí hay una movida de tango nuevo a la que ingresamos desde que arrancamos con la banda. Esa movida es increíble, surge a partir de un quiebre que en los ‘90 da La Chicana (el dúo que conforman Dolores Solá y Acho Estol acompañado por una pequeña orquesta). Me siento más cómodo y a gusto en esta escena rockera del tango. Aunque el tango siga teniendo su bosta for export, veo a la Fernández Fierro y es recontra rockera. —Falopa logra retomar algo de la lírica del tango y actualizarla: la cana, el barrio, están presentes de la misma manera que en el tango tradicional… —Si bien hay canciones que son un poco más líricas, en general, la línea conductora de Falopa es contar historias del mundo urbano contemporáneo, cosa que sucedía con el tango, pero sin ninguna clase de ataduras. Me embola el cliché que reemplaza el farolito por el Wi-Fi y el empedrado por la autopista. Me parece que hay un lenguaje muy rockero en el tango, así como en su momento el primer rock tomó su mundo poético: Morris, Manal, Charly García o La Renga. —La referencia a lo popular aparece en tus crónicas, tus columnas, tus letras, tus poemas: ¿Por qué? —A mí me salen las cosas así. Me gusta cruzar lo que se supone la más alta cultura con lo que se cree como la bajísima cultura. Obviamente, no creo que existan esas categorías. En esos cruces disfruto de meter a los íconos nacionales como Gardel o el Che Guevara en situaciones sobrenaturales. Lo que me pasa con Falopa es que me gusta encontrar una poética en eso y no hacer una sátira de un tango. El tango para mí es una forma natural de expresión. De todas las variantes del mundo poético, el de la canción es el que más me gusta porque es la venganza de la poesía: un género que no lee nadie. —¿Es lo mismo escribir una poesía que una canción? —Pareciera, pero no. Uno se pone a desmenuzar y es muy distinto. Por ejemplo, en El Amor (su cuarto libro, que prologará Drucaroff) hay sonetos, romances, décimas. Me gusta la décima; tiene mucha milonga. Pero cuando yo digo que la canción es la venganza de la poesía me refiero, además, a una especie de revancha que me tomo yo: la de poner en escena a las palabras y a mí mismo. Me
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encanta cantar y subirme a un escenario. Es un placer. —¿De dónde te vienen esas ganas de subirte a un escenario? —Estando en La Maga empecé a estudiar teatro. Y al toque Pompeyo Audivert me llamó para actuar en la primera obra que iba a dirigir. En el Parkultural, imagínense. Empecé a actuar porque quería laburar una cuestión escénica que a mí me interesaba, pero dejé, no me calentó. Estudié canto también, pero para cantar de la mejor manera lo que yo quería, no para convertirme en un intérprete. —Hoy volviste al arte después de pasar por una etapa dedicada al periodismo ¿Qué encontraste en la música que no te daba lo otro? —Subirme a un escenario y hacer canciones. Cantar. Después de Sometidos por Morgan y de La García me puse a escribir con Marcelo Mercadante para que canten otros, una situación que me encanta. Lo hice y lo hago. Terminamos haciendo un disco. (Suburbios del alma, 2007, en el que cantaron Lidia Borda y Miguel Poveada, entre otros). Él hizo la música y yo la letra. Escribo muy distinto cuando es para otro. Hay algo que me gusta mucho de la versatilidad que significa eso. PERIODISMO ES OTRA COSA Mientras craneaba las soluciones europeas para los problemas de todos los argentinos despuntó el vicio literario en THC, con una especie de memorias marihuaneras por entregas. Post Barcelona se ganó un lugar en las redacciones de los medios masivos. Escribió un par de crónicas y columnas de opinión para Perfil y la revista El Guardián y con-
fesó que le gustaría ser pluma de Página/12 o Tiempo Argentino. De todas maneras, aseguró que no cree en las empresas periodísticas. “En ninguna. No voy buscar laburo a ninguno de esos lugares. Donde escribí fue porque me ofrecieron”. —Decís que no te ves en el lugar de editor. ¿El tiempo que pasaste en Barcelona lo pasaste por jugar? —No era eso. Era mi revista, la que tenía ganas de hacer. Me calienta terriblemente la comunicación y por eso me gusta hacer un programa en la segunda mañana de una AM (Quilombo, en radio Splendid) de lunes a viernes. Vos decís ¿era tu sueño? No. Nunca
“El arte es muy bueno para mostrar las contradicciones humanas.” tuve esa fantasía. Sí me encanta partir de un formato más o menos tradicional y frekear. Eso me gusta, pero no sé si me quedaría toda la vida haciendo un programa así. —¿Qué te calienta de la comunicación? —Hay una naturalización del lenguaje. Nos parece que el sentido viene dado y no, es una construcción de poder. Me gusta desarticular esas construcciones y desnudarlas; jugar con los sentidos. Lo que más me gustaba de Barcelona era hacer contratapas nombrando al 24 de marzo como el día de la inseguridad. Los medios son un lugar para dar una batalla cotidiana y directa en ese sentido. Ahora, quisiera hacer tele, ponele. Estoy haciendo algo (es columnista en Duro de Domar), pero porque me llamaron y pegué un laburo en el que no me hago millonario, pero estoy tranquilo.
—Si de algo sirvieron los últimos años fue para desnudar “la verdad periodística” de Clarín. Pero ¿no creés que por criticarlo las otras empresas empezaron a hacer periodismo de la misma manera? —Es eso. Es paradójico. Lo dije cuando estuve en 678. También cuando empecé en Duro de domar, cuando dije que Tiempo Argentino es Clarín con K. Entiendo que quieras copiar al enemigo para destruirlo, pero me parece muy berreta. La tapa de Pagina/12 celebrando la aprobación de la ley de ART me pareció vergonzosa. Y Clarín del otro lado, que no dijo nada, también. Pero claro, si Clarín lo menciona tiene que elogiarlo y no puede elogiar nada del Gobierno. La Nación sacó un editorial elogiándolo… —Pareciera que esto de lo que tanto se habla de que la objetividad se cayó no estuviera dando frutos… —Totalmente. Yo me entusiasmé y sigo entusiasmado con la Ley de Medios. No con su aplicación porque me parece un mamarracho: sacarle a Clarín para darle a Cristóbal López es una mierda. Toda lo de la pluralidad de voces no existe ya que no hay forma de sostenerla si no es con pauta oficial. Pero eso no quita que mi apoyo a la ley siga intacto. Y, además, que haya una ley siempre es mejor a que no haya nada. El tema está en hacia dónde apunta el debate. La Ley de Medios no por nada se llama ley de medios. Todo el debate que trajo está bueno solo para los medios, pero se pierde de vista y se llegó a encasillar de una manera muy simplista y muy peligrosa al periodismo, a los periodistas. —¿En qué sentido? —Los medios no son el periodismo. El periodismo es otra cosa. Eso es lo que no se analizó. Vos pensás automáticamente que yo soy Perfil, que Ernesto Tenembaum es Magneto porque trabaja en Radio Mitre y que Eduardo Anguita es (Sergio) Spolsky porque escribe en Miradas al Sur. No, ni en pedo es así. Los medios a veces nos llevan a los periodistas a perder conciencia de la fuerza que tiene lo que
hacemos. Sin periodistas no hay medios. Y sí, hay mucho periodista sorete, mucho periodista genuflexo, pero no todos son así y hay grandes fisuras. No podemos ser tan lineales porque la cosa es más compleja. El daño pasa por ahí. —Si el 7D realmente fuera el fin del Clarín y del mal periodismo, ¿cuál sería el periodismo que debería surgir? —Es el problema que tiene el planteo del 7D y de la Ley de Medios. Con todas mis contradicciones de pequebú, creo en la horizontalidad y en la mayor cantidad posible de voces. Prefiero un montón de puestitos donde uno venda lo que planta en su casa, los dulces que hace. El tema de la pequeña producción y venta directa me encanta. Para mí eso sería buenísimo. Pequeños medios que puedan subsistir de manera directa. Mu (el periódico de la LaVaca) es un ejemplo muy cercano de periodismo que a mí me gusta, no sólo por el contenido periodístico sino por la manera de funcionar que tiene como medio, la forma de producción (es una cooperativa). Ése es el tema también: las relaciones de producción interna, la cuestión ideológica de sus entrañas. A mí me gustaría que todo sea así, aunque sé que parece muy utópico. —En una entrevista anterior mencionabas que el que creía que podía cambiar el mundo desde el periodismo era un boludo… ¿Nunca lo creíste? —Hay una tensión ahí. No podés creer que realmente vas a cambiar el mundo, pero en un punto sí tenés que hacerlo. Me parece medio hipócrita no pensar que querés cambiarlo. Si vos escribís, llegás a lectores, tenés que tener ganas de llevar un mensaje o transmitir algo que tenga que ver con modificar determinadas reglas de juego. De todas maneras, creo que sos un boludo
si realmente pensás que las vas cambiar desde el periodismo. —En una de tus columnas para El Guardián te definís como anarquista. ¿Es posible serlo hoy? —No, no sé… no sé si alguna vez fue posible. Lo aplico como puedo. Lo importante es no perder de vista que quiero cambiar el mundo y no ser tan pelotudo como para pensar que puedo cambiarlo. Hay determinados ejes y determinados ideales que por más utópicos que sean está bueno no perderlos. Qué es lo que quiero, a qué aspiro, qué tipo de relaciones humanas me gustaría llegar a construir o, por lo menos, intentar y
“Los medios no son el periodismo. El periodismo es otra cosa.” aplicarlo lo más que se pueda en la cotidianeidad. Pero si vivís obsesionado con eso te puede llevar a la inacción porque te frustrás. La cotidianeidad es tan lejana… y ahí aparece el peronismo, claro. Entonces me defino como anarcoperonista: la tensión entre la realidad y el deseo. —Está instalada la idea de que el modelo kirchnerista es lo más a la izquierda que la sociedad argentina puede soportar… —Es frustrante. A mi me aterra pensar así. En este punto es donde me pongo un poco anarquista, aunque me parece que para ser realmente anarco me tendría que cagar realmente en lo coyuntural y en la agenda, que de alguna manera te marca el día a día. No hacer un programa de radio diario. No pierdo de vista tampoco que, si lo comparo con los gobiernos anteriores, este Gobierno logró mejoras. Hay mucha retórica también,
cosa que me parece que está bueno para plantear las contradicciones. Pero también está el peligro de pensar que éste es un gobierno de izquierda. Que la derecha diga: “Esto fue la izquierda, no hay otra posibilidad de izquierda que no sea ésta”. Que se entiendan las distancias, ¿no?, pero es como decir que fue el comunismo lo que fracasó porque Stalin era el comunismo. Y no, el comunismo es otra cosa. Por otro lado, no es lo mismo el kirchnerismo de 2008 y 2009, jaqueado por la derecha, que el kirchnerismo de 2011. Cada vez que el Gobierno se vio apretado dio lo mejor de sí: discusiones sobre la distribución de la renta, la 125, Ley de Medios. Con el 54 por ciento, lo primero que sacó fue la ley antiterrorista. Ahora no tiene sectores económicos en contra salvo a Clarín. El poder apoya al Gobierno y la salida política no es por derecha. El segundo puesto en las elecciones fue el FAP… Todo eso es poco anarquista. —En tus columnas periodísticas insistís críticamente con la figura del “progresista”, el “pequebú”. En la última columna que publicaste en Mu dice: “Enviado desde el fin del progresismo”... ¿Dónde es ese lugar? —¡Es una contradicción! Quiero ser el anarcorrevolucionario y termino siendo un pequebú-clasemedia-pelotudo que no hace una mierda por cambiar nada. A mí el progresismo siempre me pareció una mierda, la verdad. Hay una idea muy berreta del progreso. Un “progreso Tecnópolis”, progreso en ciencia y tecnología financiado por las grandes corporaciones. Hay una idea de presentar términos light para caer bien al electorado. ¿Qué es el progreso? ¿Progreso para quién? ¿Monsanto es el progreso? Esa definición es la tibieza absoluta. En todo caso me asumiría de izquierda, no progresista. Qué se yo... ¡Salí del closet, putazo!
DIECIOCHO(*)
VEINTIOCHO(*)
oy escribí un poema sobre auschwitz. después de eso, ¿cómo no iba yo a escribirte algunos versos menos trágicos, llenos de futuro?
uelvo a andar por el llano de los llanos otra vez por la ruta que es orden del caos previsible, intrascendente. un sol que no me alumbra está bronceando todos tus deseos.
h
V
hoy tengo una esperanza en que las cosas se escriban como puedan, como sea que se sufra o se goce este amor tan finito e infinito este amor que escribo que te escribo sobre millones de cadáveres./ (theodor adorno la tenés adentro).
busco ser un ser mucho más querible y sólo encuentro un montón de nubes grises en un mundo que es todo blanco o negro: hay una vaca muerta en el medio del pasto. (*)Los poemas serán publicados en su próximo libro El Amor.
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COBERTURA/TEATRO
SIMPATÍA
CONTRA TODOS LOS MALES DE ESTE MUNDO Lola Kuperman
Gentileza de Simpatía
A TRAVÉS DE DISTINTOS ESCENARIOS SE CONSTRUYEN LAS HISTORIAS DE OCHO PERSONAJES QUE SE ENTRECRUZAN CON EL PASADO Y EL PRESENTE, TODAS ELLAS CON UN MENSAJE OPTIMISTA SOBRE EL DOLOR.
La situación actual del teatro off se manifiesta en la puesta en escena.
S
e llama vibración por simpatía y se trata de un fenómeno físico que ocurre cuando un cuerpo comienza a vibrar en presencia de un sonido. Normalmente, cada cuerpo tiene una frecuencia natural que depende de su masa y elasticidad. Cuando se produce una frecuencia externa cerca del primer cuerpo y esta se asemeja a la natural, no hay opción: éste vibra. Los personajes de la obra Simpatía, de María Uturbey y Hernán Morán, manejarán frecuencias antagónicas que tenderán hacia el equilibrio, un punto único y final donde todos vibrarán. “Una comedia liviana sobre gatitos, amor y muerte” es la reseña que acompaña al afiche turquesa con el dibujo de la cara de un gatito con cruces como ojos. Son ocho personajes contando al felino, y nunca aparecen todos en escena. Con un principio, desarrollo y final cinematográfico, las historias de los personajes estarán entrecruzadas por el pasado, por un celular, por una canción o por la ausencia de una madre. La heterogeneidad de los elementos escénicos le permite a la historia convertirse en un comedor campestre o en un cuarto en plena ciudad. Los personajes serán los encargados de situar al espectador en el contexto adecuado, y unas cortinas asistidas por luces y música marcarán el comienzo y el final de cada escenario. Una monja visitará a su amigo y su novia en el campo y luego irá a la casa donde cuidó a una señora que falleció y aún viven los hermanos. La vibración entre la monja y ambos hombres no será recta, irá modificándose a lo largo de la historia, aumentando cuando cae la noche. Como tercer escenario, una veterinaria que pertenece al hombre que se fue a probar suerte al campo y la deja en manos de un colega que sólo pretende realizar su trabajo. En esta apatía aparece Greta, una gata en una jaula portada por su dueña. Dosis excesivas de simpatía de ésta hacia la criatura, que sólo pueden ser amor, se contrarrestan con la antipatía de quien la atiende. “Nunca subestimes a un gato”, dice la dueña de Greta al veteri-
nario, y la vibración es inminente. La situación actual del teatro off se manifiesta en la puesta escénica de Simpatía. La falta de políticas culturales que condicionan el desarrollo teatral llevó, según sus directores, a reducir sus gastos escenográficos, ya que habían invertido todos sus ahorros en su última obra conjunta, Los insolados. De esta forma, Simpatía es el punto disparador de una vibración que contiene una historia ficticia dentro de un contexto real. “Los procesos de los duelos como efecto de los cambios y no por la desaparición física de las personas”, fueron, para Morán y Uturbey, el puntapié para el nacimiento de la obra. La música, realizada por Maruja Bustamante, divide cada escena y es la que inclina la balanza hacia el humor negro, ocultando sutilmente lo dramático de la situación. Dos hermanos aún conviven con la muerte de su madre en la casa que vio progresar su enfermedad y el fantasma de su pérdida no los abandona, sigue siendo un muro entre ellos para recomponer la relación. Recuerdan, casi sin quererlo y un poco a los gritos, el día que ocurrió la vibración por simpatía ante sus ojos atónitos. Un vaso explotó, de la nada, en mil pedazos poco después del fallecimiento. Luego, él cantará con la guitarra, y alivianará los pedacitos de vidrio que imaginarios se extendieron sobre el público. Simpatía juguetea con unos límites que jamás traspasa, sino que los camina paralelamente y sopesa la angustia y el alivio de mantenerse siempre en territorio seguro. Un par de gatitos caminan entre los espectadores antes de comenzar la función. Tras el aplauso final, uno de ellos aparece misteriosamente en la mitad del escenario y es increíble: Simpatía logra una vez más ver el medio vaso lleno ante las desilusiones de la vida. La música como generadora de estados amenos y la explosión de un vaso como señal de que las personas que mueren dejan parte de sus frecuencias en el planeta tierra es la receta que propone la pieza para un duelo donde el dolor existe, pero no logra impregnarlo todo.
Simpatía juguetea con unos límites que jamás traspasa sino que camina paralelamente.
RESEÑAS
IDA
SIN NOMBRE, COMO LA MUERTE
(Damián Huergo)
(Hernán Isnardi)
Facundo Gari
Facundo Gari
Q
P
uince cuentos conforman el primer libro de este escritor, crítico literario, sociólogo y docente nacido en 1983 en la ciudad bonaerense de Longchamps. Quince postales sobre la amistad, el amor fugaz, los encuentros fortuitos y las aventuras cotidianas en el conurbano. Quince imágenes perfectas de la imperfección de una cara, de un rincón, de un instante que se podrán aprehender con ciertas pequeñas sabidurías. Quince historias que transcurren sólo en librerías y trenes, habitáculos de un personaje (Danilo) que a veces da la cara y otras se queda en la penumbra de la primera persona. Quince aproximaciones a otros personajes, casi todos grotescos en su encanto o su hediondez. Quince ensayos ligeros sin desmedro de elegancia, de prosa espaciada y a la vez contundente, con un ritmo juvenil entre la observancia detallada y la monotonía general. Quince pasos concisos, algunos de los cuales ya fueran premiados en certámenes literarios y estrenados en revistas locales e internacionales. Quince cuentos publicados por la editorial independiente Parque Moebius, casa presentada en sociedad en marzo y que lleva impresos cinco libros de autores emergentes.
erturbadora. La primera novela del escritor y poeta Hernán Isnardi es perturbadora: de arranque, un hombre maneja con su bebé muerto en el asiento a su lado. La prosa es lírica, vibrante y tiene sabor imperecedero; transporta la densidad del padecimiento, la fatalidad de un padre amputado de paternidad que dice que el dolor “no puede compartirse”. Sin embargo, Isnardi lo logra, sienta al dolor a escribir con matemática y geométrica puntería. Compuesta de fragmentos, notas de un diario y citas de Leopardi, Novalis y Pessoa, la narración va insinuando hechos con eje en esa muerte prematura, como el escape del hospital, el divorcio entre los padres y una aproximación al suicido; devenir anacrónico enriquecido con una cuota de afiladas reflexiones acerca de la muerte, la soledad y el tiempo, sobre lo inexorable, lo universal de lo privado y viceversa, lo sórdido y gelatinoso que puede ser todo. Sin nombre, como la muerte fue publicado por La Máquina del Tiempo, revista digital que Isnardi dirige desde 1997 y en la que publica traducciones de autores clásicos y textos de escritores ignotos, y que además funciona como editorial y usina literaria.
LÚMINO
PUENTERA
(Andy Inchausti y los Monstruos )
(Sara Hebe)
Sergio Sánchez
Luis Paz
A
A
ndy Inchausti demuestra que la música, cuyo centro es la percusión, también puede cuidar la melodía y zambullirse en el cancionismo. El percusionista se pone al frente de la composición y los arreglos de 11 bellas canciones que destilan nostalgia y luminosidad. Inchausti, uno de los directores de La Bomba de Tiempo, sostiene la intención artística de su primer disco como solista: un universo sonoro que le escapa al exceso de golpes y que se acerca, track a track, a la canción con lírica y melodía. Sin embargo, los parches y los metales son elementos fundamentales en su música. Aunque la impronta afro atraviese todas las canciones, Lúmino, tal vez, se sumerge en una cara no tan explorada de la percusión: aquella que deja la festividad en segundo lugar (aunque haya temas que aceleran el ritmo, como el instrumental “Calimba”) y le da prioridad a la introspección. Pero no se trata de un trabajo solemne y oscuro. Es valioso aquí el aporte de Ezequiel Finger, a cargo del vibráfono. Así, los músicos de su banda le suman a las canciones elementos del jazz y la música popular que logran un disco de canciones para detenerse a escuchar ―en un sentido amplio― y ampliar el abanico musical. La percusión no es sólo fiesta y baile.
Sara Hebe le bastaron, a la fecha, 25 canciones para construir uno de los más coherentes, potentes y diversos cuerpos de rimas de las últimas dos décadas de rap argentino, demostrando además una trasversalidad musical ejemplar en su abrazo a la cumbia, el dub, el drum & bass, el punk, la canción y el rocanrol. Lo fabuloso es que es una reina discordante: ni proviene ni se hizo parte de la movida hip hop, es capaz de argumentar sus embistes cancionísticos contra narcos, ratis, macris, menems y dictadores; es autocrítica y releva el estado de cosas de la cultura callejera local; muy, muy lejos de la proliferación de combos con vestiduras de hip hop que se basan en la fiesta y de MCs que se dedican a contarse como especies de superhéroes del subdesarrollo, a la manera del Eminem de 8th Mile. Sara Hebe se consigna Puentera y lo realiza como una arquitecta notable e imprudente de la (por lo general) espantosa, ridícula y cortoplacista rima en español, genera versos revulsivos de los que pocos artistas se hacen cargo, se para puño-en-alto contra la represión simbólica y acepta sus dudas y faltas, dejando a su paso un disco maduro, suculento y fronterizo, amplificador de las voces calladas y disolvente de los fantasmas cotidianos.
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ENTREVISTA/TEATRO
JORGE DUBATTI
“el teatro está irradiado socialmente en muchas esferas” Paula Sabatés
Mariela Bobba
EL HISTORIADOR, INVESTIGADOR Y CRÍTICO DESMENUZA AL TEATRO ARGENTINO Y NAN UTILIZA COMO EXCUSA ESE TRABAJO DE HORMIGA PARA PASEAR UN RATO POR ESA MENTE BRILLANTE.
E
l teatro argentino actual presenta tantas facetas que es imposible describirlas todas. Su complejidad, sin precedentes hasta ahora en la escena nacional, obliga a repensar categorías aceptadas por las teorías teatrales mundiales y formar otras nuevas, propias, que se adapten a la realidad que hoy viven las artes escénicas en la Argentina. En el afán por acercarse a ese nuevo pensamiento teatral, NaN entrevistó a Jorge Dubatti, doctor en Historia y Teoría de las Artes por la Universidad de Buenos Aires y director del Centro de Investigación en Historia y Teoría Teatral, quien acaba de publicar el libro Cien años de teatro argentino (Biblos). Allí, el crítico que además de ser considerado uno de los más importantes exponentes de la teoría teatral mundial, dirige la Escuela de Espectadores de Buenos Aires —donde los alumnos se reúnen
para ver espectáculos que luego analizan, a menudo junto a los teatristas responsables de esas puestas—, coordina el Área de Historia y Teoría Teatral en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la UBA y el Área de Artes Escénicas del Departamento Artístico del Centro Cultural de la Cooperación, sostiene que desde 1983 la escena nacional está viviendo su época de “posdictadura”, caracterizada principalmente por el “trabajo con la memoria del horror histórico, la denuncia y el alerta de lo que sigue vivo de la dictadura en el presente” y por el “estallido de poéticas y el pluralismo de concepciones”. —La base de su pensamiento es que no hay un teatro argentino sino varios teatros argentinos. ¿Cuáles serían? —Esa afirmación tiene que ver, por un lado, con que los mapas del teatro van más allá de los mapas políticos. Hablar del teatro argentino
no es hablar solamente del que se hace en Buenos Aires y en las provincias. Un argentino que se formó acá y trabaja con un imaginario de este país no importa si está en África o en Estados Unidos, sigue produciendo un tipo de poética argentina. No hay un sólo lugar en el mundo, especialmente a partir de 1973, al que vayas y no haya un argentino dando clases de teatro, haciendo títeres o generando pensamiento. La cartografía teatral estalló. Ya no es como antes, que se trabajaba dentro de los límites. Por otro lado, hay una teatralidad irradiada que excede el trabajo de sala. Entonces, para ver teatro argentino ya no alcanza con ir al teatro, sino que también hay que observar qué pasa en las calles, en los hospitales, en los geriátricos, en los manicomios, en las escuelas. —¿Y qué cree que pasa con el teatro latinoamericano? —Por un lado hay que diferenciar las áreas. El teatro del Río de la Plata no es el mismo que el guaraní, el andino o el de la selva paraguaya. Cada una tiene distintos funcionamientos, imaginarios y poéticas, incluso actores diferentes. Hay que reconocer las singularidades. Por otro lado, hay un proyecto político en Latinoamérica que está avalando una mayor conexión entre los países y la victoria de Hugo Chávez en las últimas elecciones lo ratifica. Eso también se ve en el campo teatral. Se han acentuado las vías de religación, hay una enorme cantidad de festivales, de giras, de formas de circulación. Todo es más ágil, hay más polos de convocatoria. Ayudan mucho las nuevas tecnologías y la posibilidad de existir que le dan a los cursos a distancia, los foros. Latinoamérica es un territorio nuevo y veo en los espectadores de Buenos Aires una mayor conciencia por conocer y valorar su teatro. —Emplea en el libro la noción de “cánon imposible”. ¿A qué se refiere? —A que se cayó el concepto de autoridad en el sentido viejo del término. Antes había determinados gurúes que proponían fórmulas o modelos que eran supuestamente aplicables universalmente. Hoy nos damos cuenta de que en una ciudad como Buenos Aires, que tiene mil estrenos por año, lo que existe son miradas múltiples. Yo puedo ver 150 espectáculos recortando desde una mirada. Pero otro crítico u espectador recorta desde otro lugar. De ahí que el cánon sea imposible. Cada uno elige qué ver de acuerdo a sus posibilidades y a sus limitaciones. Por eso no nos podemos poner de acuerdo entre críticos con respecto a qué fue lo mejor de la década, sería verdaderamente faltar al principio de destotalización del teatro de los últimos años. Lo importante es poner todas las voces en paralelo e intentar describir. Está buenísimo porque hay recorridos muy inesperados. —¿Por qué cree, como sostiene al describir el período que atraviesa hoy el teatro nacional, que sigue habiendo necesidad de hablar de la dictadura? —Todavía estamos viviendo parte del horror que significó ese capítulo. Todavía es-
“Veo en los espectadores de Buenos Aires una mayor conciencia por conocer y valorar su teatro.” Dubatti
tán los juicios, aún nos enteramos de la aparición de cadáveres, de la desaparición de testigos. Todavía en algunos lugares se discute la ley de medios y se prefiere la ley de la dictadura. En muchos aspectos la dictadura no terminó, en muchos otros, afortunadamente sí. De todos modos hay algo que continúa como fondo, que es la toma de consciencia de que éste es el país de la dictadura, el de los 30 mil desaparecidos, de los robos de bebés y de las torturas. El teatro asume muy fuertemente esta función memorialista, de permanente máquina de recuerdos. Hoy vos dibujás en teatro una silueta y la gente automáticamente la conecta con los desaparecidos. La experiencia de la dictadura está totalmente inmersa en el presente y creo que tienen que pasar varios años más para llegar a estar fuera de eso. —El actor y director Norman Briski definió al teatro actual como de resistencia y consideró que le falta invención. ¿Está de acuerdo? —No. Soy muy optimista acerca de lo que está sucediendo en el teatro de Buenos Aires. Veo cosas maravillosas y creo que la época que vivimos es prodigiosa, es la época de oro, si es que hubo alguna. Tenemos maestros como Lola Arias, Rafael Spregelburd, Mauricio Kartun, Daniel Veronese, Javier Daulte, Ricardo Bartís, Claudio Tolcachir y muchos otros. Hay un nuevo teatro independiente, cruces entre los circuitos y una nueva generación de jóvenes que está proponiendo cosas muy interesantes. Me parece que mi mirada, más que optimista, es realista, porque todo esto que digo es lo que está pasando. En gran parte este florecimiento es consecuencia del desastre de la dictadura también, porque en ese tiempo aparecieron formas de producción tremendamente auténticas. —A propósito de esas nuevas formas,
nombra al escrache como forma teatral. Llama la atención… —Hay ciertas prácticas escénicas que tienen un pie en lo específicamente poético y otro en lo no teatral. El caso de los escraches es evidentemente una performance con un altísimo nivel de poesía, de producción de acontecimiento poético a través de los cuerpos que producen una acción. Esto también es una ampliación de la idea de múltiples teatros. Lo teatral, además de darse en los espectáculos específicamente teatrales, también se puede encontrar en una manifestación política, en los programas de los pastores brasileros y en ciertos comunicadores sociales. Es que el teatro está irradiado socialmente en muchísimas esferas. —¿Por qué entonces afirma que Buenos Aires no es una de las grandes capitales teatrales del mundo? —Lo que pasa con Buenos Aires es que tiene cantidad y calidad de espectáculos, de salas y de espectadores para competir con el resto del mundo, pero tiene también ciertos problemas que no tienen Nueva York, Berlín ni las demás grandes capitales. No tenemos un buen sistema de giras ni una buena conexión internacional. No hay una oficina que promocione en igualdad de condiciones las producciones del teatro porteño en el mundo. Nos falta un buen sistema de intercambio con los espectáculos de las provincias. Resta atacar enormes baches en la formación de los artistas, especialmente los más jóvenes. Falta una crítica teatral con autocrítica, faltan un centro de documentación teatral, un museo, una buena librería y una buena biblioteca. Y resta redefinir la política edilicia de las salas independientes. Por todo eso es que la ciudad puede y debe hacer mucho por el futuro de su teatro.
“En una ciudad como Buenos Aires, que tiene mil estrenos por año, existen miradas múltiples.”
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CONTRATAPA
ARTE & TECNOLOGÍA
ME HACÉS BIEN, ME LASTIMÁS…
¡NO ME DEJES! Nicolás Sagaian Florencia Cibeira (pág.33) Gentileza 404 Festival, Art Futura, Biopus, Los Aparatos
LOS AVANCES TECNOLÓGICOS DE PRINCIPIOS DE SIGLO METIERON AL ARTE EN UN BRETE: ¿CONOCIÓ, FINALMENTE, A SUS COMPINCHES EN EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD PLENA O EL VALERSE DE HERRAMIENTAS NACIDAS EN EL SENO DEL SISTEMA DEL QUE RENIEGA LO SIGUEN ENCADENANDO A LA PATA DE LA CAMA? EN LAS PÁGINAS QUE SIGUEN, EL PANORAMA DE UNA RELACIÓN CONFLICTIVA.
V
ivimos en un sistema que admite errores sólo cuando solucionarlos depende exclusivamente de él. (El error es creación, Gina Valenti) ―Click derecho. Extraer archivos de…”Arte y tecnología”. ―Loading… ―… ―5%... ―Cancelar ―“¿Está seguro que desea cancelar el proceso?” ―Sí ¿Por qué todo tiene que funcionar así? Empecemos de nuevo.
*** Quizá sólo se trate de eso. Ir por el camino inverso. Deconstruir y reconstruir. Seguir la filosofía de Vilém Flusser: abrir la caja negra. Manosear todo. Inferir en los componentes ocultos. Cambiar de lugar los elementos. Reorganizar… Las ideas son revoluciones por minuto. Aunque, a decir verdad, el tiempo puede ser arbitrario. Todo depende de su alcance y su intensidad; también de su cuota de gracia, eso está claro. Lo cierto es que nada tiene su éxito asegurado, mucho menos en el terreno de las artes. Ejemplos hay de sobra; no hace falta rastrear la oreja de Van Gogh. Veamos. En México, un colectivo multidisciplinario está a punto de lanzar el primer satélite artístico al espacio. La misión del Ulises I arrancará en el Pacífico Sur y se extenderá durante tres meses
La contemplación queda en un segundo plano. Ahora la obra invita a interactuar directa o indirectamente con ella.
sobre la tierra. Será propulsado por un cohete Interorbital Systems, modelo N45, controlado por la NASA. Una vez a 300 kilómetros de altura, emitirá una selección de obras sonoras, 11 piezas históricas, de ópera, que se podrán escuchar por radio en el ancho de la banda ciudadana, es decir, esa porción de frecuencia destinada a la libre comunicación. Se trata a la vez de una “acción poética” y de “un disparador a la imaginación”, señala Juan José Díaz Infante, el padre de la criatura. Rupturista o no, su fundamento es categórico. Evocando a Duchamp, aquí, “el objeto del arte no es el objeto del arte, sino el centro de la discusión”. Con sus contradicciones ―entre utopías creativas, el libre flujo de información, mega empresas corporativas y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos― la odisea del satélite Ulises I pinta en parte el mambo en el que está sumergida hoy la cultura digital, el net.art y las realizaciones en la era de las nuevas tecnologías. *** Herramientas sobran. A veces, lo que falta es imaginación. Los últimos avances abrieron un campo impensado. El acceso y las posibilidades técnicas han configurado un nuevo modelo de producción de la obra y un nuevo ejemplar de artista. “Hoy, se han
“El Art Mobile no está tan masificado en Argentina, pero afuera ya es considerado parte de las producciones de ‘vanguardia.’” Augusto Furcado. transformado los antiguos paradigmas establecidos, desintegrando fronteras consolidadas”, explica Juan Rey, artista plástico, docente, exintegrante del colectivo audiovisual Pornois, desde 2000 hasta su disolución en 2005. Esos años mocosos del siglo XXI son clave para entender y desmenuzar este proceso de hibridación entre arte y tecnología. Describe Emiliano Causa, artista multimedia, ingeniero en sistemas y coordinador del MediaLab del Centro Cultural de España en Buenos Aires: “Muchos venían programando, haciendo aplicaciones interactivas, de procesamiento sonoro (arreglos, mezclas y transformaciones de piezas musicales) y no sabían bien en lo que se estaban metiendo”. De a poco el panorama se fue aclarando. De un momento para otro, la tecnología se escabulló en nuevos espacios. La mixtura alcanzó todo; ciudades, instituciones, incluso a hombres y a mujeres. El remix ―como evolución de la estética del video clip― se instaló como el lenguaje. (Consejo para el lector: Cuando tenga tiempo, pispeé el documental RIP: A remix manifiesto del activista tecnológico Brett Gaylor). Esto lo podemos ver en ban-
La aparición de las innovaciones tecnológicas no es nueva, viene del Año 0.
das, como Le Microkosmos; obras de teatro como Speak 3.0; cuadros interactivos como los de Proyecto Biopus; y hasta libros como los de las Tecnopoéticas. Pantallas táctiles, sintetizadores, secuenciadores, hologramas, artefactos de telepresencia y de realidad aumentada conviven con aquellos elementos retro que siempre estuvieron en el imaginario del estudio del artista. La aparición de nuevos dispositivos no es original, viene del Año 0. Sin embargo, las modificaciones hoy son intensas. “Parecería que todos tenemos la chance de ser un poco científicos locos y la vida es nuestro laboratorio”, desliza el cineasta canadiense David Cronenberg, director de Spider y La mosca. Con Instagram, todos somos fotógrafos; con Twitter crece una nueva rama de filósofos; con las computadoras, aparece otro tipo de músicos; con cámaras digitales,… podríamos seguir. Eso sí, a no pifiarle. Entiéndase la secuencia. Lo que cambian son las definiciones. Ahí empieza otra discusión. *** Tendencias. De un lado, los acelerados gritan: “¡Viva la revolución!”. Del otro, unos
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pocos piden mirar más allá. Mientras, los escépticos analizan. Aclaremos: no es intención de este cronista clausurar un debate de miles de años, sino todo lo contrario. Pero, detengámonos acá: “Vivimos un momento histórico en el que el proceso se volvió más importante que el producto; en el que se privilegia la aparición de novedosos dispositivos fácilmente asimilables. Por eso, la gente intenta aliarse a estos medios como una forma de no perder el tren, no quedarse atrás; cuando en realidad, la tecnología siempre escapa hacia una misma dirección: donde descansa la comodidad, donde reposa la razón. Las aplicaciones instalan formas, modos, estéticas, prácticas e ideas comunes, camufladas en lo heterogéneo. El arte en sí mismo no contempla soluciones y respuestas, es perfectamente impredecible y admirablemente inútil per se. Todo depende de cómo nos paremos frente a él, con qué fuego lo encendamos y cómo estemos dispuestos a inmolarlo”. (Gina Valenti, rosarina, licenciada en Bellas Artes, creadora del “Festival 404” que recorrió alrededor de 46 países). Ahora sigamos.
El remix –como evolución de la estética del video clip- se instaló como el lenguaje de la era digital.
*** Bienvenidos a la galería. Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. La muestra es “Recorridos”. Sin embargo, no tiene un camino trazado. Apenas uno entra, las obras disparan mil historias e impulsos posibles. Bioart, instalaciones interactivas, holografía, esculturas, piezas multisensoriales entran en contacto enseguida con cada uno de los visitantes. Ahí cobran vida las creaciones pioneras de artistas de los años ’40 a los ’70: Gyula Kosice, Margarita Paksa, Luis Benedit, Marta Minujín abren mil senderos para contar, una y tantas veces como sea necesario, un relato que desde un comienzo es más o menos estable y luego pierde el rumbo hacia el final. Las obras comienzan en el piso, estallan en las paredes y llegan hasta el techo. “La idea es incitar al visitante a elegir un camino, recordar sus pasos, perderse, equivocarse, para volver a andar”, explica como si hiciera falta la curadora de la exposición, Graciela Taquini. El desafío es no trastabillar en el intento, mientras toma forma la encrucijada entre presente y pasado. Podemos deambular en terrenos donde aún lo físico subsiste, pero también podemos embarrarnos de lleno en la realidad virtual. Sea en la calle, puertas adentro, prácticamente en cualquier lugar, vamos a poder encontrar arte incluso en la pantalla más chica de todas. Sí, esa que llevamos de acá para allá, como si fuese una extensión de nuestra mano: la del teléfono celular. “El Art Mobile no está tan masificado en
Argentina, pero afuera ya es considerado parte de las producciones de ‘vanguardia’”, sostiene Augusto Furcado, diseñador, arquitecto y artista 3D. Con un smartphone o un teléfono con sistema Android, tras descargar una aplicación desde el App, puede contemplarse la obra Mobile Crash. El efecto es muy raro. El celular arranca a filmar. Toma el entorno tal como lo evidenciamos. Aunque sólo con realizar unos movimientos, la pantalla em-
“Mirar al software libre como algo comunista o socialista es maravilloso, pero es falso: el software libre es capitalista.” Jon “Maddog” Hall pieza a disparar secuencias de video como si fuesen parte del paisaje. Al levantar la vista y enfocarla en cualquier lado la magia se pierde, pero al volver a mirar a través de la pantalla, como cuando empezamos a jugar, el truco sigue funcionando. En las intervenciones, sistemáticamente, se destrozan a martillazos toda una serie de elementos tecnológicos usados (televisores, celulares, teclados, disquetes, cintas de VHS). En líneas generales, la performance trata sobre la obsolescencia; hasta podríamos aventurar, también, sobre la fuerza con la que golpea la tecnología o la
energía que se necesita para combatir su poder. “En realidad, el mensaje queda a la libre interpretación de cada uno”, aclara su hacedor Lucas Bambozzi. Propuesta similar tuvo asiento en España hace unos días, mientras en las calles la infantería reprimía por doquier. Junto a un grupo de programadores “piratas”, el pintor Jordi Abelló expuso 40 retratos para ilustrar los rostros del poder y la avaricia del mundo económico financiero. Caricaturas del presidente del Banco Santander, Emilio Botín, el ex titular del FMI Rodrigo Rato, pedazos de mierda y dinosaurios fueron parte de la muestra que se expuso de forma clandestina. En ocho sucursales bancarias (BBVA, La Caixa, Deutsche Bank, Santander, entre otras), en su fachada o su interior, se montaron las tarimas virtuales, sólo distinguibles con una tablet o iPad, sin que nadie se diera cuenta. Sólo pudieron verse por la pantalla, siempre y cuando coincidieran las coordenadas de los bancos y del software app. Cada iniciativa demanda una respuesta activa del espectador. Vivir cualquiera de ellas requiere prepararse para lo impensado. Choca involucrarse directa o indirectamente en la obra, porque deja en un segundo plano a la práctica de la contemplación, antes prioritaria. Sin dudas, se trata de una verdadera innovación, pero no nos encandilemos. ¿Es transformador hacer uso de dispositivos configurados para ser utilizados de una manera, para obtener ciertos formatos, para lograr determinadas estéticas según esquemas
establecidos, según actualizaciones programadas, según la inevitable obsolescencia? ¿Es reaccionaria una puesta a primera vista contestataria que requiere tener un celular 3G, un smartphone, una tablet o un iPad, plataformas que se consiguen sólo en las góndolas de este gran supermercado? ¿Es rupturista pegarle a los mismos engranajes del sistema utilizando sus las herramientas más eficaces? ¿Se trata de una especie de Caballo de Troya o es una respuesta desesperada a la culpa de pertenecer? *** Jon “Maddog” Hall no anda con vueltas. Pionero de la computación desde los ’60, gurú de la informática, director de Linux Internacional, en su última visita a Buenos Aires, durante la Conferencia Internacional de Software Libre, resaltó: “Mirar al software libre como algo comunista o socialista es maravilloso, pero es falso: el software libre es capitalista”. No por nada al tipo lo llaman “perro rabioso”, pese a que no tiene ninguna enfermedad en el sistema nervioso central. En esa línea de pensamiento habría que debatir la gama de conceptos liberales, como son el de acceso ilimitado y el libre flujo de la información. De ninguna manera hay que quitarle relevancia a esa rebeldía latente de la comunicación a partir de la aparición de las nuevas tecnologías, las redes sociales y hasta sitios como WikiLeaks. Los efectos mega ampliados en Medio Oriente, el Movimiento 15-M y los indignados de Wall
Street fueron harto comprobados. Igual, no es novedoso decir que Twitter censura comentarios, vende hashtags y permite comprar seguidores de la misma forma que Facebook vende publicidad y Google comercializa sitios, productos y servicios específicos a cada uno de sus usuarios, teniendo en cuenta búsquedas, gustos, preferencias y almacenando datos digitalizados. Seis consorcios gigantescos controlan el
Seis multinacionales controlan el 90 por ciento de lo que miramos, leemos y escuchamos: Sony, News Corp, The Walt Disney Company, Time Warner, Viacom y General Electric. 90 por ciento de lo que miramos, leemos y escuchamos. Sus nombres: Sony, News Corp, The Walt Disney Company, Time Warner, Viacom y General Electric. El “Big Six” dirige más de 50 corporaciones, sus cámaras legales y comerciales, además de productoras de contenido, estudios de cine y televisión (Paramouth, Hollywood, NBC, FOX), sellos discográficos (Warner, Universal, BMG/SONY), e industrias de producción de nuevos dispositivos y aparatos tecnológicos. En un mundo en crisis, en 2011 registró ganancias por 327.9 billones de dólares, según datos de Thompson Reuters,
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empresa de investigación financiera con sede en New York. Esto es casi seis veces el rescate gubernamental norteamericano a la multinacional General Motors. *** Lejos de los imponentes rascacielos de las industrias mainstream, desde sus propios laboratorios de exploración, exponentes locales vienen a cuestionar los modelos establecidos por los defensores de las tecnologías comerciales de código cerrado (N.d.R.: los códigos son algoritmos, el ADN de un programa). Sus obras comprenden un trabajo más minucioso, más delicado, utilizan sus propias plataformas configuradas bajo sistemas de software libre, lo que les permite empezar a crear desde una especie de lienzo blanco no enmarcado. “Salirse de las estructuras comerciales de consumo permite una innovar con un mayor control sobre las herramientas”, destaca Emiliano Causa, miembro del grupo Biopus, que trabaja desde hace once años con interfaces aplicadas al arte. “Vida Líquida” es una de sus esculturas interactivas. El sistema es una metáfora de la coexistencia entre la vida y el agua. En ocho recipientes de acrílico semicilíndricos ordenados en forma de rombo se recrea el constante ciclo del agua que posee un delicado equilibrio, debido a que se encuentra en peligro por la acción indebida del hombre. Claro, el constante fluir de su ciclo en la instalación depende de la acción del público.
Pantallas táctiles, sintetizadores, secuenciadotes, hologramas y artefactos de telepresencia conviven con elementos retro en la experimentación del artista.
Así se los invita a tener una posición activa respecto al problema del agua en el planeta. “Se estima que para 2025, la demanda de este recurso sea un 50 por ciento superior al suministro, teniendo en cuenta que el 95 por ciento de la hidrosfera corresponde a aguas oceánicas y sólo el 0,014 de esta porción se encuentra disponible para el hombre”, afirma su creador con tono científico. Cabe destacar que los microcontroladores integrados al funcionamiento de la obra son procesadores, memorias que anteriormente pertenecieron a otro tipo de artefacto particular y para esta ocasión fueron especialmente rediseñados. “El hardware también se puede liberar, adoptando funciones distintas para las que está configurado”, dice Causa e inmediatamente hace recordar al artista multimedia Jorge Crowe, que reutiliza tecnologías que el mercado comercial entiende como obsoletas, para generar herramientas, dispositivos y hasta instrumentos nunca antes vistos. Este proceso rompe con la tradición de beatificar a los dispositivos electrónicos sin importar sus banderas corporativas. El escritor César Aira en un fragmento de su texto “La utilidad del Arte”, explica que “hubo un momento en que la humanidad dejó de saber cómo funcionaban las máquinas que usa. (Hoy) algunos ingenieros (y especialistas), lo saben, en forma parcial y fragmentaria, pero el ciudadano común, les perdió la pista hace rato (…) Usamos los artefactos como ‘cajas negras’, a nadie le escandaliza ignorar lo que sucede dentro del más simple de los aparatos. Sólo importa que funcione como un pequeño milagro doméstico”. Como si todo sucediera por obra y gracia de Dios. Deconstruir este mito viviente y abrir la
Caja de Pandora para dar cuenta de que ahí adentro no hay nada celestial es un paso necesario. “Tiene que ver con una posición de ruptura”, considera Rey antes de cerrar su idea con una máxima: “Poner a disposición el conocimiento de cómo funcionan las cosas es una manera de abrir el poder para que no se concentre y, claro está, hacer crecer colectivamente el conocimiento. Antes se pensaba que eso desnudaba la magia. Se pensaba en el artista, en su aura, en el misticismo. Ahora podemos encontrarnos en igualdad de oportunidades”. *** Sin dudas, el arte digital anuda lazos muy fuertes con el espectador. La interacción es
“Poner a disposición el conocimiento de cómo funcionan las cosas es una manera de abrir el poder para que no se concentre y, claro está, hacer crecer colectivamente el conocimiento.” Juan Rey una pauta generalizada; en algunos casos, es más, el mismo sujeto debe transformarse en un componente central y estratégico de la obra. La muestra-instalación “Los Aparatos”, de Federico Joselevich y Julia Vallejo, está apoyada en esa lógica. A través de 11 estaciones lúdicas e irónicas, utiliza artefactos antiguos para readecuarlos con un concepto estético vintage. Así el visitante puede pasar por el “Extractor de las Angustias de cuando se va el Sol”, el “Triturador de sentimientos de culpa”,
el “Humidificador en Aceite de Amistados Oxidadas”, el “Resignificador de años Perdidos” y el “Acelerador de tramitaciones psíquicas”. Este último, especial para duelos, separaciones, incertidumbres, requiere del espectador sentado en una silla, un lápiz y un papel en el que debe escribir cuál es su estado y una mano robótica que desciende con un sello y deja su estampa en el documento, para recibir en apenas un par de minutos el alta tan esperada. “’Los Aparatos’ satirizan sobre nuestra ‘insaciable’ búsqueda de lo inmediato, de las respuestas rápidas, a través artefactos ligados a lo poético, lo físico, lo químico, el psicoanálisis, la programación, la medicina”, según marca el catálogo, que tiene formato de prospecto de producto farmacéutico, con las indicaciones y las advertencias incluidas. En su apertura metafórica, desde el principio hasta el final, materializan la crítica de Joselevich “a un sistema donde la felicidad y el bienestar se convierten en bienes de consumo, alcanzables a través de objetos de consumo masivo”. A simple vista parecería que la muestra no tiene que ver con las propuestas que circulan en la red, cuando renueva el papel del artesano en el siglo XXI, con un trabajo basado en las tecnologías construidas como piezas únicas. “La sorpresa y el impacto trabajan muy fuerte sobre esta serie de dispositivos. Es imposible que un espectador se desentienda de una obra que lo está interpelando, por ende, empieza a perder lugar el sujeto observador, pasivo. Ahí captamos la interdependencia que hay en el proceso. Si el espectador no reacciona ante la presentación, la obra falla”, evalúa Augusto Furcado, autor del proyecto Street net.art.
COBERTURA/MÚSICA
LIZA CASULLO
TERCIOPELO Y FUEGO Gustavo Obligado
Gentileza de Daniela González
EN UN TERRITORIO DOMINADO POR LAS TESTOSTERONAS, LA EX DORIS DEJÓ SU MARCA DE PÚAS EN UN SHOW DONDE RECORRIÓ UN AMPLIO ARCO ESTILÍSTICO, DESDE LA CANCIÓN A LA PSICODELIA.
E
s cierto que las mujeres son minoría en la escena rockera, pero cada vez son más arriba de los escenarios, como Liza Casullo ―hija de Nicolás, el intelectual―. La cantautora, de 31 años, presentó su flamante álbum, VelvetBonzo, en Vuela el Pez (Córdoba 4379) el anteúltimo sábado de octubre, con un recital ecléctico, sin altibajos y con un fin concreto: disfrutar y, por qué no, bailar. De Casullo, ex voz femenina de Doris (quinteto explosivo que terminó siendo un semillero de bandas de diferentes estilos y popularidad, como Michael Mike, Onda Vaga o Klub der Klang) hubo pocas noticias en comparación a su ex compañeros. Desde 2007, año en que dejaron de tocar juntos luego de tres discos, Liza se abrió camino en el teatro. De la mano del consagrado biodrama Mi vida después, de Lola Arias, acumuló proyectos, viajes y emociones. Así surfeó el under de ciudades tan disimiles como Buenos Aires, Berlín, Hamburgo, Girona, Barcelona y México. De regreso a Vuela el Pez, se encendieron las luces de un pequeño pero cálido escenario para la apertura del show, en manos del dúo country-folk Springlizard, ex Los Álamos. Un acertado soporte que gracias a la precisión de los hipnóticos arpegios del neoyorkino Jonah Schwartz y el argentino Andrés Barlesi, lograron llamar la atención del público y ofrecieron un repertorio con mayoría de temas de su disco debut Dreams of the wolf. Con todas las expectativas puestas sobre la ex Doris, ella encaró el recital con una estructura que se puede dividir en tres episodios progresivos: desde lo más introvertido hacia lo más extrovertido. El primero arrancó igual a su novísimo LP, con la construcción de una atmosfera íntima a través de su guitarra eléctrica y fineza compositiva. Así, dio paso a los punteos de “Seina Gaku”, instrumental de en-
Liza traduce en música las situaciones que atravesó durante los últimos años, como la muerte su padre, la soledad y la noche.
En los años post Doris actúo en el biodrama Mi vida después, de Lola Arias.
escenario sus músicos Rado Valente (guitarra eléctrica), Ezequiel Spinelli (bajo) y Nazareno Gil (batería). Con la formación completa, la cantautora mostró su otro costado compositivo: atmosferas más cargadas de psicodelia, el slide de Rado Valente apareció en varias ocasiones para estirar las notas y darle más cuerpo a las canciones. Lo mismo sucedió con el pedal Moog de Spinelli. Estas sutilezas se conjugaron con alguna que otra distorsión y con bases de baterías más cuadradas. Así, aceitaron un final más agitado y la banda se lució en “Nemort”, una canción con guiños a Pink Floyd. Mientras, el último episodio fue aullante, rockero y danzante, con Daniel Mayor, invitado en trompeta que swingueó en el hitero “Rojo Lojojo” y en la descontracturante free jazz “Timoty Lain”. La banda repasó la mayoría de los temas de VelvetBonzo, incluso un par de canciones que quedaron afuera del disco: “La nave rostizada” y “Salamandras”. Este arquetipo de show le dio resultado a Liza, el público pidió más, pero no quedó tiempo, la noche recién comenzaba y no daba más lugar a bises.
sueño que se enlazó con perspicacia a la descriptiva y catártica “Nubes en la distancia” para terminar en una spinettiana “Bar Unión”, donde susurra con delicadeza. Este comienzo íntimo es la aproximación más cercana al ámbito de composición de Liza, la forma en que ella concibe sus temas desde la improvisación, con alguna guitarra acústica y puliendo letras sumamente descriptivas en su cuaderno. Sin olvidarse del concepto de canción, Liza traduce en música sus vivencias: las situaciones que atravesó durante los últimos años, como la muerte su padre, los viajes, la soledad, la noche. Concentra sus energías en forjar un nuevo periodo que tiene mucho para dar. Un papel importante tiene la música que escucha desde siempre: la PJ Harvey de los noventas, los discos solistas de Syd Barret, los estruendosos Pixies y más. En fin, Liza carga en su esencia el intenso viaje que significó Doris. Para el capítulo dos, una suerte de transición, se armaron cuelgues sonoros más intensos y se jugaron un poco más con los tempos rápidos, de la mano de riffs más pegadizos. Subieron al
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ENSAYOS
RETÓRICA DE LA CACEROLA
ES EL INDIVIDUALISMO,
ESTÚPIDO Nicolás Alonso (*)
Majo González (Majox)
EN LAS OLLAS SE COCINAN DISCURSOS SAZONADOS CON PIZCAS DE LIBERALISMO, QUE PONEN EN EVIDENCIA UNA CONTRADICCIÓN SIEMPRE PRESENTE EN LA MESA DE LOS ARGENTINOS: LA OPOSICIÓN ENTRE CIVILIZACIÓN Y BARBARIE.
¿Q
ué es esto? La pregunta suele surgir ante el anonadamiento, ante la perplejidad que produce un hecho que irrumpe, de improvisto, la vida social y política de una comunidad. De ahí la fuerza de ese título en que Ezequiel Martínez Estrada supo cristalizar esa perplejidad de la argentina conservadora ante la irrupción del hecho peronista. Y es que más allá de las valoraciones políticas e intelectuales que se puedan hacer de ese libro, es indudable el valor literario que encierra esa pregunta. Las esquirlas de los masivos cacerolazos del 13 de septiembre y del 8 de noviembre aún permanecen en el aire, como una especie de reencarnación maldita de esas humaredas que tomaron la Ciudad de Buenos Aires por asalto durante 2010. Permanecen en forma de pregunta, de interrogación, de incertidumbre: ¿qué es esto?
Es probable que no se pueda llegar a un acuerdo, a una interpretación que goce de un aceptable nivel de consenso. Lo que es indudable, no obstante, es que la incansable búsqueda sobre sus significados nos indican algo, nos marcan un camino, una huella o al menos la punta de un ovillo. No fue una manifestación más, pero ¿por qué? EL ENIGMA DE LAS CACEROLAS Esa manifestación interesa porque encierra un enigma. Intuimos que allí hay algo, allí pasó algo. Hay un concepto nacido del psicoanálisis y recuperado por Louis Althusser, figura central del estructuralismo francés. El concepto puede ser una brújula útil para inter-
pretar estas manifestaciones. El concepto es la sobredeterminación. Hace referencia a lo que podrían ser tres fenómenos simultáneos. Por un lado a la multicausalidad de determinado hecho. Esto es lo más evidente, cualquier observador mínimamente riguroso puede descubrir que cualquier hecho social obedece siempre a causas múltiples. Pero que un hecho sea (o esté) sobredeterminado quiere decir un poco más que sólo eso. Significa también que redimensiona, que ilumina, que constituye, hacia atrás, retrospectivamente, una causalidad previa. Sólo a partir de su aparición en el centro de la escena podemos ver y reconstruir una causalidad que permanecía, por lo menos, velada, con anterioridad a ese hecho. En tercer lugar, lo sobredeterminado fuerza, también, un reordenamiento del espectro político hacia adelante, hacia el futuro. Es un hecho que irrumpe, y con su irrupción reconfigura el escenario y el papel de los actores que en él actuaban. Suponiendo que este esquema sea válido, además de “útil”, habría que rastrear sus orígenes, sus antecedentes, sus reminiscencias, sus causalidades y sus perspectivas. Los caceroleros expresan una contradicción que, de una u otra manera, habita el ser nacional. Inaugurada por Domingo F. Sarmiento, aunque de antecedentes antiguos, la oposición entre civilización y barbarie ha sido una constante de nuestra historia cultural. No siempre precisa a la hora de complejizar la realidad argentina pero de una potencia explicativa indudable. Unitarios y federales, poncho y frac, interior y ciudad, institución y caudillo. Con la derrota de Juan Manuel de Rosas, y tiempo después con la Generación del ‘80, la civilización se cargó la patria al hombro. Durante el siglo XX, la tensión entre gobiernos populistas y una oposición (al menos discursivamente) republicana encarna esa incomprensión de las dinámicas políticas que se juegan en lo bárbaro. Imposibilidad de catalogar con las etiquetas europeas la realidad y riqueza de las prácticas políticas basadas en el caudillaje y en el liderazgo. En las que lo afectivo juega un rol central por sobre lo meramente institucional propio de la civilización europea. Esta incomprensión fuerza categorías extranjeras, “civilizadas”, que, como vasos rajados, nunca pueden retener aquello que pretenden más que unos pocos minutos. De ahí la extrapolación de acusaciones como las de
fascismo, nazismo, comunismo que nunca llegan a capturar la realidad del ethos político latinoamericano. Por supuesto, existen rasgos comunes entre la experiencia política europea y la latinoamericana, pero esas traducciones siempre tienen sabor a poco. Esa incomprensión es sentido común entre vastos sectores de la población, sin distinciones de clase, educados al calor de la Generación del ´80. LA FUSILADORA Vamos al grano: peronismo. La política es lógica de construcción de identidades. De la interacción en la esfera política surgen los sujetos que motorizan la historia. En 1943 aparecen las masas peronistas, emergen a la esfera pública como sujetos políticos, como sujetos sociales. Bajo el liderazgo de Juan Domingo Perón todos esos sectores postergados adquieren una identidad definida en contraposición al discurso hegemónico de la oligarquía. Los descamisados aparecen como fruto de una movilización política, en defensa de ciertas conquistas que, desde el Estado, los interpelaba. La barbarie reemergente provocó un sismo, un anonadamiento de la argentina conservadora… ¿Qué es esto? Y de ahí el discurso de 1955, el discurso de la autodenominada “Revolución Libertadora”. Aquí una aclaración: el foco debe estar en el discurso del golpe que volteó al gobierno de Juan Domingo Perón, y no necesariamente en su faz estrictamente militar/golpista. Es una distinción clave, los tiempos son otros. Es complicado referirse a los caceroleros sin evocar una suerte de síntesis entre el discurso que se cristaliza en el ´55, por un lado, y la retórica neo-liberal del menemismo, por el otro. Alguno podrá tildarlo de simplificación, pero no reconocer las continuidades de esos dos momentos que reemergen en la actualidad cacerolera es un desatino. Ambos momentos determinan y sobreimprimen el trasfondo de las manifestaciones actuales. Primero el ´55. Gobiernos peronistas, en ambos casos. Acusaciones de fascismo, nazismo, stalinismo, autoritarismo. Reivindicación de la “República” perdida, de falta de libertad, acusación de prácticas corporativas. Apelaciones a la sexualidad y a psicologismos que explicarían la ambición desmedida por el poder. De la actriz puta y ambiciosa, a la viuda alegre masturbándose en la tapa de la revista Noticias. En nombre de la democracia, de los valores republicanos, la autoproclamada “Revolución Liber-
En el concepto autoconvocado subyace un sentido común profundamente individualista.
tadora” proscribió durante 18 años al partido mayoritario y “desapareció” el cadáver de su líder, Eva Perón. Lo cual demuestra la complejidad que los aspectos culturales e ideológicos imprimen a la dinámica social, en la que se mezclan condicionamientos económicos, políticos, ideológicos, culturales y pasionales, todos superpuestos (“en un mismo lodo/ todos manosiaos”, diría Enrique Santos Discépolo), argumentos, estos, a favor de la noción de sobredeterminación. Relacionar el discurso de los golpistas del ’55 con los cacerolazos no tiene que ver con descomplejizar el asunto, porque en la existencia misma de ese discurso habita la complejidad del tema. Vendría bien hacer el ejercicio de pensar las críticas nucleares al kirchnerismo para preguntarse por qué son unas y no otras las demandas que congregan al universo cacerolero. Algunas de las hipotéticas demandas podrían ser la ultradependencia de la soja, con todo lo que ello implica en términos socioambientales; en términos de distribución de la tierra, de la renta. En cuanto al impacto sobre los pueblos originarios, el corrimiento de la frontera agropecuaria. Y ni hablar del entreguismo a lo más parecido a Lucifer sobre la tierra, que es la corporación Monsanto ―dicho sea de paso, está siendo foco de protestas permanentemente invisibilizadas por los grandes medios, tanto oficialistas como opositores―. Podemos seguir con la minería a cielo abierto y el rol de las multinacionales, entre las cuales está lo que Norma Morandini denomina “el tercer país” que hay entre Argentina y Chile: la Barrick Gold. Nada de esto, en lo sustancial, forma parte de las demandas de los caceroleros. Por el contrario, su discurso unifica cosas tales como acusaciones de fascismo, la demanda por las restricciones para la compra de dólares, la negativa a la posibilidad de que Cristina Fernández de Kirchner reforme la Constitución para ir por un nuevo mandato, la inseguridad, la inflación y la tergiversación de las estadísticas públicas. Así las cosas, ¿es casualidad que ninguna de las críticas mencionadas en el párrafo anterior sean lo suficientemente potentes como para movilizar a las masas caceroleras? La retórica del ´55 está presente porque no se han modificado las estructuras de poder que le dieron origen. Por el contrario, no han hecho más que expandir su poder económico y comunicacional. Es lógico entonces que el ´55 no se trate de la dicotomía peronismo/antiperonismo, sino de la batalla cultural por la instauración de un sentido común funcional a los intereses de las clases dominantes. Que siempre, por definición, excluirá temas estructurales, llámense estos Barrick Gold o Monsanto.
Los caceroleros cuentan con un factor de suma importancia, y al que no hay que despreciar: un enemigo.
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LEGADO MENEMISTA Y POSMODERNIDAD Respecto de las demandas, hay en el discurso cacelorero un reclamo de “libertad”. Y aquí hay un problema que involucra al peronismo de Carlos Menem. Karl Marx se preguntó alguna vez: ¿a qué tipo de libertad aspiran los judíos alemanes? Parafraseándolo, cabría preguntarse ¿a qué tipo de libertad aspiran los caceroleros argentinos? Es una libertad profundamente individualista y liberal, producto de la fenomenal penetración ideológica y cultural que los mentores del neoliberalismo ejecutaron en América latina. El reclamo es clásico: la libertad de disponer de los propios bienes. De poder comprar dólares “libremente”, como si éstos nacieran de un repollo. Libertad para acceder a la tecnología de punta proveniente del primer mundo, como si no hubiera costos sociales por importarla. Libertad de poder “hacer con mi plata lo que quiera”. Es un discurso en el que convive una visión apocalíptica del destino del país con una perspectiva positiva sobre el futuro inmediato personal. En el fondo de esa contradicción está la falaz idea de que todo depende de cada individuo, según la cual el progreso no es más que la suma de esfuerzos individuales. “Lo que tengo me lo gané laburando”. No hay una noción de comunidad, de trabajo en tanto fuerza de trabajo y no como mera actividad aislada. Las desigualdades sociales, desde esta mirada, no son más que la consecuencia de las capacidades diferenciales de cada individuo, dejando de lado ideas como las de dominación, opresión o alienación en las que se corporizan las desigualdades. Esto es claro, también,
a la hora de repasar el énfasis puesto en lo apartidario, el famoso “autoconvocado”. En esa expresión se muestra, en carne viva, un sentido común profundamente individualista, que muestra como valor agregado la falta de criterio comunitario. La ausencia de una idea de comunidad, de organización, de ideología, de sentido colectivo. Si en algo existe lo posmoderno es en el discurso cacerolero de apología a la fragmentación, a la apoliticidad, a la antiideología ―dicho sea de paso, es profundamente ideológica, sólo que sin ser consciente de ello―. No hay individuo sin comunidad. El bienestar de uno está ligado al destino del colectivo. No hay dólares sin exportaciones. No hay industrias si no hay consumo. No hay consumo si no se pagan sueldos dignos. No hay patria si hay entreguismo. No hay Argentina si no hay Latinoamérica. El individualismo es una pura falacia que ha calado hondo en bastos sectores de la población. Y eso es un escollo no para el kirchnerismo, sino para todas las fuerzas progresivas de América latina. No es una batalla partidaria, sino una lucha cultural. DE LA 125 A LOS CACEROLAZOS: PERSPECTIVAS La sobredeterminación de las manifestaciones caceroleras, entonces, pueden indicar una combinación entre reminiscencias de la dicotomía civilización/barbarie, del discurso del golpe del ‘55, pero también del neoliberalismo menemista y de su carga posmoderna. Más allá de esto, existen también antecedentes inmediatos. Las manifestaciones por la Resolución 125 en 2008, en las que los grandes productores agropecuarios exporta-
dores hegemonizaron una serie de protestas a las que se adhirieron enormes porciones descontentas del país. El impacto de aquella fue mucho mayor que estas fragmentarias manifestaciones, probablemente producto de que en 2008 había un reclamo nítido y explicito detrás del cuál se plegaron otros tantos. Pero la hegemonía del reclamo por la no aplicación de las retenciones móviles era claro y asumió causes institucionales. Los últimos cacerolazos carecen por completo de un reclamo hegemónico. No obstante, y dado que volverán a sonar nuevos cacerolazos, queda por ver cuál será el cause que asumirán. En la medida en que no aparezca una organización, una estructura que vertebre la pluralidad y dispersión de las demandas, es difícil pensar que ese movimiento pueda afectar sustancialmente la dinámica política que se viene desarrollando. Para ello, sería necesario que emerja algún tipo de liderazgo que logre estructurar el colectivo en cuanto tal. Por otro lado, haría falta algún tipo discurso, más o menos coherente, que funcione como red sobre la cual puedan apoyarse e identificarse todas las demandas que aparecen en las manifestaciones. En términos positivos, los caceroleros cuentan con un factor de suma importancia, y al que no hay que despreciar: un enemigo. El gobierno al que se oponen es un factor central para lograr la unidad del firmamento cacerolero. La experiencia de Enrique Capriles en Venezuela muestra cómo se puede alinear, a través de un liderazgo nítido, la dispersión de demandas de la oposición, siempre que se cuente con un enemigo claro. * Licenciado en Ciencia Política.
ANECDOTARIO
VICENTE LUY
ACÁ QUEDÓ TU SANGRE Osvaldo Vigna *
Sebastián Scherman
A
cá quedó tu sangre verbo y levadura ácido y risotada el abril absoluto que la solventaba explotó en el aire se deshizo en días fuiste una y mil veces atolondrado gentil vehemente clásico romántico distraído. Yo estaba ahí cuando se incendio la casa de tu mente y se pudrió tu oreja y se iluminó tu cara. Fuimos por la noche urbana entre lúcidas adolecentes y monjes FM. Acá quedó tu sangre polvo express rush que escribe risas, charlas, polémicas sentencias y estocadas. Te sostengo en la memoria entre perros lanudos caminatas serranas botellas de Rincón Famoso hornos de barro manteles floridos pastillas, recetas fotos y papeles desordenados. Te alimentaban las gambetas los jirones del rock un buen revés a la carrera y un STOCK de mala suerte afincado EN EL INCONSCIENTE.
BREVE BIOGRAFÍA
V
icente Federico Luy había nacido el 3 de mayo de 1961, en Córdoba, y cinco meses después murieron sus padres en un accidente aéreo. Fue criado por su abuelo, el poeta y ensayista español Juan Larrea. Integró el colectivo poético Verbonautas junto a Palo Pandolfo y Osvaldo Vigna, entre otros. Es recordado también por haber pagado con parte de su herencia el disco Flopa Manza Minimal. Llevaba editados casi una docena de libros de poesía, entre otros, Caricatura de un enfermo de amor (1991), No le pidan peras a Cúper (2003), La sexualidad de Gabriela Sabatini (2006), Poesía popular argentina (2009) y Si va a morir gente votemos quiénes (2009). Tenía 50 años, cuando el último 23 de febrero saltó de un sexto piso en Salta.
Acá quedó tu sangre alborotado jarabe que a nada le escapa escarpelo furioso mar insólito que Propone ganancias donde la pérdida es constante. Tu sangre que era inquieta HOY ES RAYO INESPERADO, Vicente poeta: tarea cumplida. *Poeta
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ENTREVISTA/LITERATURA
PABLO KATCHADJIAN
“LAS COSAS OCURREN
MIENTRAS UNO ESCRIBE” Esteban Vera
Stefanía Sbruzzi
ALEJADO YA DE LA POLÉMICA QUE GENERÓ SU ALEPH ENGORDADO, EL AUTOR SE ENCUENTRA TRABAJANDO EN UN EXPERIMENTO FORMALISTA QUE INTERPELA AL PERIODISMO GRÁFICO. EN SU ÚTLIMO LIBRO, PONE LA LUPA EN LA NOCIÓN DE ESCLAVITUD.
C
on su bigote a lo archiduque Franz Ferdinand, Pablo Katchadjian camina con un andar apresurado, ausente del alboroto de las calles de Palermo, hacia un bar en la esquina de Güemes y Billinghurst donde luego será la entrevista con NaN. Se lo nota cansado, pero siempre amigable y predispuesto a la charla. Katchadjian tiene 35 años, es escritor, también editor. Su cara no es nueva. En el mundillo literario, su nombre se asocia fuertemente a experimentos formalistas. Pero su primera pasión fue la música: a los 14 años comenzó a estudiar guitarra y violín, tuvo algunas bandas, pero a los 22 pasó de escribir letras de canciones a poesías. Por estos días, el escritor de apellido armenio difícil de pronunciar, recorta citas periodísticas de los diarios Clarín, La Nación, Perfil y Página/12 para su próximo experimento formalista, La cadena del
pesimismo. Las páginas del libro sólo tendrán una selección de esas frases, publicadas entre marzo último y el 7D. Cita, quién, cargo, cita, quién, cargo, como una cinta sin fin. Así será su operación sobre el periodismo. “Va a tener un prólogo para explicar lo que hice. Me acordaba de una cita de Jonathan Swift, enviada a un diario, ‘Estimado señor, detesto leer sus escritos porque no comparto sus principios y no soporto que me traten de convencer’. Un poco ése es el origen la idea”, comenta, entre pucho y pucho. ―¿Qué notó hasta ahora en su selección de citas? ―Hay un efecto aplastante por la cantidad de información, pero se puede ver cómo temas que eran los más importantes una semana después son olvidados. Es una forma de procesar las cosas que me rodean. Aparecen un montón de diálogos, algunos son hermosos.
Me pasaba lo mismo cuando ordené el Martín Fierro, leía partes y decía qué “lindo que pase esto”. Igual ahora es distinto, acá la selección es voluntaria. Por ejemplo, el español de YPF (expresidente) Antonio Brufau aparecía diciendo “Argentina se ha dado un tiro en el pie” tras la reestatización, y al otro día el nieto del rey se dio un tiro en el pie y el rey apareció lastimado matando elefantes. Entonces se arma un sentido: ¿quién se dio un tiro en el pie? (risas). ―¿Pensó en las lecturas binarias que se podrían dar? ―Trato de no pensarlas, pero sí. Si es leído así, se arruina el libro, aunque después pensé: si lo leen así es porque buscan esas lecturas. Por eso voy a agregar un prólogo y la cita de Swift va contra esa idea de no soportar que traten de convencerme. El libro no es kirchnerista ni antikirchnerista, es otra cosa. El libro continúa a El Martín Fierro ordenado alfabéticamente y a El Aleph engordado, publicados en su editorial independiente Imprenta Argentina de Poesía (IAP). Por ese relato, de 200 ejemplares, la cruzada del copyright María Kodama lo demandó penalmente por “defraudación de los derechos de propiedad intelectual”, un delito con penas de uno a seis meses de cárcel. Por lo pronto, un juez y la Cámara de Apelaciones lo han sobreseído, pero la viuda de Borges persiste con sus acciones legales en la Cámara de Casación Penal, e incluso se especula con una demanda civil. Del tema, Katchadjian prefiere no hablar por recomendación de su abogado, el escritor (y biógrafo de Osvaldo Lamborghini) Ricardo Strafacce. Hoy no hay novedades en la causa. En sus intervenciones a textos canónicos, el escritor llevó adelante dos dislates o procedimientos formalistas, según cómo se lean. En el “poema nacional”, el autor realizó sólo una operación: ordenar, literalmente, de la A a la Z sus 2316 versos, sin cambiar una palabra, sílaba ni coma, como en “Al verse sin compañero / al viejito enamorao / alcanzando con la punta/ Alcé mis ponchos y mis prendas / Alcemos el poncho y vamos.” Está claro que “en literatura, el orden de los factores altera profundamente el producto” (Horacio Quiroga dixit). “Hoy mi hijo jugaba con dos juegos distintos de encastre, y los mezcló entre sí, puso una pieza en lugar de otra y los apiló. Inventó algo nuevo, se rió y me dijo, ‘me gusta hacer esas cosas’. Y es eso. Así surgió el primer libro, no por una motivación intelectual de tipo ‘voy a tomar el poema nacional porque me importa hacer una lectura transversal de la tradición’. Finalmente, puede haber algo de eso, pero no fue eso”, sincera y resalta: “Es una forma de procesar a las cosas que te rodean, en mi caso, textos”. Mientras, al clásico borgeano de cuatro mil palabras lo engrosó con 5600, muchas en oraciones absurdas. Al final del libro, Katchadjian aclara: “El texto de Borges está intacto, pero totalmente cruzado por el mío”. El experimento fue similar a la Gioconda con bigote y barbilla, de Marcel Duchamp. ―¿Volvería a publicar esos libros? ―Antes de que empezara la causa, ya había decidido que no habría reediciones. Me parece bien que sólo hayan sido 200 ejemplares, y que si alguien lo quiere lo consiga fotocopiado (N.d.R.: en la web el libro no fue liberado aún por ningún lector).
Gracias, una novela breve de aventura con guiños a lo fantástico.
sufren los esclavos y la que denuncia el hijo de Aníbal, otro hombre poderoso, con dinero, seguridad privada, que se considera esclavo del Poder Central y dice, “La esclavitud es humillante. No debemos tolerarla más”. ¿No es una paradoja? ―Para ellos la esclavitud es una metáfora de otra cosa y no es la esclavitud real que ellos mismos ejercen. En la Revolución Francesa, por ejemplo, los burgueses hablaban de libertad, pero no de la esclavitud literal. Es algo típico. No es una paradoja, sino una negación: usar una palabra metafóricamente para no ver lo que la palabra define literalmente. ―Nínive, la joven sirvienta, empuja al protagonista a asesinar a Aníbal y le dice “el camino breve, que supone un poco de crueldad: en este caso un crimen, pero un crimen justo, que nos va a llevar a todos, a vos, a mí y a quienes nos rodean, a un nivel de justicia más pleno”. ¿El fin justifica los fines? ―No, no es una alegoría. A mí me gusta la alegoría como la que usaba Kafka, trunca. La alegoría debe tener una enseñanza clara y si no la tiene genera un poco de perplejidad, porque sentís que leés un texto que tiene una intención alegórica, pero finalmente la enseñanza es esquiva. Lo que tiene la alegoría es que anula la historia y la convierte en un pretexto para convencer. ―En la novela recurre a la reiteración de pasajes, ¿a qué se debe? ―Es un interés en lo cómico, no en el sentido de hacer reír, sino en el recurso de repetir, variar, repetir, variar. Lo cómico es que todo sigue igual. Hay un libro de Henri Bergson, La risa, que fue muy importante para mí. En ese libro Bergson dice que lo cómico aparece cuando una persona repite mecánicamente movimientos por más de que cambie el contexto. Uno de los ejemplos que pone es el tipo que va corriendo y hay una piedra delante, uno ve la piedra y se da
“Lo que tiene la alegoría es que anula la historia y la convierte en un pretexto para convencer.”
*** En su último libro Gracias (Blatt & Ríos), una novela breve de aventura con guiños a lo fantástico, el escritor narra las andanzas de un esclavo que llega a una pequeña isla, donde es comprado por el dueño de un castillo, llamado Aníbal. Allí es sometido a trabajos repugnantes y humillantes “de lo que la imaginación de cualquiera puede imaginar; algo totalmente indescriptible, imposible de entender si no se lo ve e imposible de sentir si no se lo vive”. Sin embargo, todos los días se despierta en su cama con un té, pan y queso. Inspirado por la seducción de una joven sirvienta ―quizá una reencarnación de Lady Mcbeth―, asesinará a su amo, será coronado rey y encabezará una rebelión en la isla, con un ejército de esclavos. Así, la historia avanza al ritmo de Usain Bolt. ―En la novela se habla de dos tipos de “esclavitudes”: la que
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cuenta que si el tipo sigue corriendo igual y no se adapta a esa piedra que está en el camino, se va caer, y finalmente se cae, uno se ríe, aunque luego piense que está mal y luego lo ayude. En la novela hay algo parecido. El tipo pasa de ser un esclavo a rey, y sin embargo se despierta, tiene el desayuno, mira por la ventana y es el medio el que lo ataca. También es algo musical, repetir una frase, agregar una nota, modificar. ―En una entrevista anterior, el escritor Damián Selci decía que la literatura debe “captar las emociones actuales” de un momento histórico. ¿Tiene alguna postura sobre esas definiciones? ―Me parece que si es así, es inevitable que lo haga, y si no es así, no hay que hacerlo. Quiero decir, es así o no es así. Yo no creo que pueda ser algo que se pueda decidir. Tal vez algunos sí lo hacen. A mí no me funcionaría. Probablemente lo haga, uno escribe rodeado de cosas que influyen, pensás sobre las cosas que te rodean, pero a veces lo que te rodea no es exactamente lo mismo que rodea al resto de las personas, siempre hay una variación. Seguro se puede hacer una lectura política con el contexto de cualquier novela y eso le daría un poco la razón a la idea; a la vez, se puede hacer una lectura política de cualquier cosa, pero eso le sacaría un poco la razón (risas). *** En los últimos ocho años, Katchadjian publicó ocho libros al hilo: las novelas Gra-
cias, Mucho trabajo y Qué hacer; el relato El aleph engordado, y los libros de poesía, El Martín Fierro ordenado alfabéticamente, El can del alch, Los albañiles (en colaboración con Marcelo Galindo y Santiago Pintabona) y Dp canta el alma. “Yo empecé como poeta, me formé leyendo, escuchando y discutiendo poesía. Pero después de El Martín… no volví a escribir poesía, no fue una decisión, sólo que ya no me sale. Uno va probando y escribe lo que siente que es mejor en cada momento”, explica. ―¿Tiene un método de escritura? ―Voy pensando capítulo a capítulo; por lo
“Después de El Martín Fierro ordenado… no volví a escribir poesía, no fue una decisión, sólo que ya no me sale.” general, me pasa que cuando se me ocurre una idea después se pincha. El único método regular es tratar de tener tiempo delante de la computadora, leyendo, escribiendo. Las cosas ocurren mientras se escribe. Uno se adapta al tiempo que tiene para escribir. Ahora no tengo mucho, entonces escribo relatos de una o dos páginas. Eso significa que cada vez que me siento puedo escribir un relato entero. Recuerdo que Leónidas Lamborghini decía en el prólogo de El jardín de los poetas que cuando lo escribió estaba muy quemado en México, con su trabajo de
En un cajón descansan 170 relatos que espera seleccionar y compilar.
publicista y que lo único que podía hacer era un libro donde repetía todo el tiempo las mismas cosas. Tengo casi 170 relatos de una o dos páginas que en algún momento seleccionaré y compilaré, creo. Uno de ellos es “120 horas”, un cuento basado en una película imaginaria y de presupuesto ilimitado, publicado por Editorial Clase Turista en un afiche cinematográfico de 40x60 centímetros. En unos quince mil caracteres, el escritor narra la creación de un guión de dos horas para el tráiler de una película de 120 horas. “’¿Por qué?’, me preguntarían, y yo les diría que no sé, que es una intuición”. Justamente, una cualidad esencial para Katchadjian, según cuenta. En paralelo, hace diez años da un taller de lectura y escritura en la UBA y en la Universidad Nacional de Moreno. Allí, siempre aparece una recomendación, Michael Kohlhaas, de Heinrich Wilhelm von Kleist, uno de sus autores de cabecera. “Él dice que es mucho más meritorio elogiar y encontrar motivos de elogios en algo mediano, que elogiar algo que todos creen excelso. Para mí fue una revelación hallar ese libro y lo recomiendo porque de cada 30 alumnos a uno o dos les pasa lo mismo. Igual, tratar de compartir revelaciones es casi imposible”, comenta mientras ve a través de sus anteojos de delgado marco negro, de docente universitario. Enseguida se presta a la fotógrafa de NaN en la vereda de una casona, mientras un policía ojea con inquietud a pocos pasos.
RESEÑAS 2.0 Esteban Vera
AUDIOTECA DE POESÍA CONTEMPORÁNEA
PRESSPAUSEPLAY
PLANTA
http://audiotecadepoesia.blogspot.com.ar/
http://www.youtube.com/watch?v=AVjnDKO-8OQ/
http://www.plantarevista.com.ar/
L
as grabaciones son minimalistas, crudas, sin artilugios, sólo con la voz de poetas argentinos, bolivianos, chilenos, cubanos, españoles, mexicanos, peruanos y uruguayos. A cargo de la joven poeta Valeria Tentoni, la audioteca es un testimonio en constante crecimiento de poesía emergente para la posterioridad, una especie de botella lanzada al mar del tiempo. Incluye recitales de poesías grabados con mínimos recursos. En los audios perdura la espontaneidad que, en su momento, tenía el poeta. En sus bateas, que ya cuentan con 107 mp3, no hay una estética predominante, sino una compilación de diversidad que convive en un hábitat pacífico.
M
ás allá de que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han roto con los privilegios de las elites e industrias culturales, ¿cuál es la idea de calidad que han impuesto en el campo cultural? ¿Qué cambios atraviesa la producción artística? Esas son algunas de las preguntas que intenta responder este documental a través de entrevistas a músicos (entre ellos, la estrella del tecno y el chill out Moby), periodistas especializados en tecnologías, productores, cineastas o artistas reconocidos a través de la web. El film, de 81 minutos, no llega a un dictamen, pero sí a intuiciones: “Las ideas que se diseminan, ganan” (Seth Godin dixit).
E
sta publicación digital se propone ser una plataforma de proyectos críticos con base en las artes visuales, la literatura, la teoría cultural y la economía política. Siempre con posturas claras y extensas argumentaciones apunta a dar batalla a la social-democracia. Es “celebre” el análisis de los críticos Damián Selci y Nicolás Vilela, “Un juicio sobre Pola Oloixarac”, que condena a la autora de Las teorías salvajes a una “retractación pública” hacia la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El sitio, creado en 2007, tiene su correlato en un libro editado a principio de año, que compila los mejores artículos publicados en sus primeros cuatro años.
HUMUS
EN CARNE PROPIA
SOBRENADAR
http://www.cinehumus.com.ar/
http://vimeo.com/48050889
http://sobrenadar.com/
in la lógica del cine industrial, los realizadores de Humus apuestan al trabajo y a la creación colectiva y multidisciplinaria en su prolífica obra: diez cortos y un largo, Básicamente un pozo (2009), ganadora del premio “Voto del Público” en la primera edición del Baficito. Dos videoclips y un documental (Función movediza, 2012) completan su repertorio, que sintetiza estéticas costumbristas, fantásticas, naturalistas y absurdas. El sitio pone a disposición de los navegantes su catálogo ―autogestivo y apto para todo público― sin pagar un peso, aunque se puede colaborar con donaciones. Mientras en su blog, se puede ver el detrás de cámara y algunos storyboard.
aladillo, a 200 kilómetros al oeste de la Ciudad de Buenos Aires, es el caso que toman los realizadores de Chaya Comunicación Cooperativa para denunciar algunos efectos de la soja en el campo. Puntualmente, la cría intensiva y el engorde de vacunos y aves. Así, en el documental, de 44 minutos, ya no se ven vacas caminando, sino cientos o miles amontonadas en corrales. Bajo sus patas ya no hay pasto, sino mierda y orina, que atraen a miles de moscas. Con entrevistas a ambientalistas, chacareros, vecinos, y empresarios rurales, la investigación cuestiona la concentración de tierras bajo el control de grupos financieros y grandes corporaciones.
nstrumentos digitales, una guitarra acústica, ricas composiciones y una voz hipnótica, dulce y susurrante. Esos son los elementos esenciales de los dos LP ―Sobrenadar y 1859― y tres EP ―Vent Solaire, Physeos, Guan― que sintetiza la joven chaqueña Paula García (24) en su proyecto dream pop electrónico Sobrenadar ―hasta hace poco unipersonal, hoy dúo junto con Javier Medialde, en sintetizadores―. Los discos, grabados y editados desde la intimidad de su cuarto con herramientas virtuales, se pueden descargar gratis en su Bandcamp, y en el netlabel Mamushka Dogs, que la acaba de sumar a sus filas, se puede bajar 1859, con un bonus track.
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CUENTITO Y AL PIE
LAUTARO Y LA PÓLVORA Camila Fabbri* DIARIO DE LAUTARO s el principio de todo, y es eso quizás lo que más me gusta. Que todavía no haya empezado. Me gusta cuando todo huele a pólvora, sin siquiera todavía haber explotado. Todos los días igual ―porque todavía la estoy fabricando―. Todos los días pienso en cuando salga a volar algo. Que algo explote, para mí, serán como mis inicios. Mis primeros pasos. Me gusta la idea de convertirme en un profesional. Me gusta estar cocinando esta bomba mientras mamá duerme; o mientras mamá todavía no llega. No me disgusta para nada que salga todas las noches con ese tipo, me da tiempo de estar solo, creándome ésta profesión. La otra noche, mientras cenábamos, mamá me comentó que lo conoció en una estación de servicio. Que él se encarga más que nada de cargar los autos con combustible, de eso solamente. Me dijo mi mamá que esa tarde se vieron, y a la noche, él durmió en casa. Yo algunas cosas escuché, pero me hice el tonto. Me causaba gracia hacerme el tonto sin ningún testigo cerca. Era un tonto de mentira. Falaz. Y mientras el tonto me hacía, escuchaba. Los gritos feroces de una mamá anciana todavía bella. Femenina. El sudor de mi mamá escuchaba, y así, me quedaba dormido. Otra noche traté de hacer poco ruido. Las mezclas son peligrosas ―si algo sale mal me muero― y se muere el que esté en casa conmigo. Durmiendo. Solo quiero cuidarle el sueño a mamá. Darle tiempo para el gran atentado. Un derrumbe es cosa sencilla, si están todos los factores dados. Un derrumbe es silencioso si el que lo otorga está calmo. Si el creador posee algo sabio. No hay nada falso en mí cuando cocino explosivos. Cuando era chico mi mamá me decía que me cuidara de los hombres que miran mal. Ahora que crecí me fabrico herramientas. Yo, solito y en piyamas, me creo mi propio mundo de pólvora, para salvar como cualquier superhéroe a la persona que más adoro en este planeta. A veces lloro, cuando creo que mi primer paso pueda salir mal. A veces me alegro, entonces me rio, y mi cuarto está poblado de cables de colores. Los ronquidos de mi mamá me dan calma. Son el sonido más agudo que escuché en toda mi vida. El primer sonido ensordecedor. Pronto vendrán otros sonidos, así de fuertes: los míos. Los que dejen rastro en la historia. Por lo pronto, me voy a dormir. No vaya a ser cosa que algún vecino sospeche. Cuando fabrico mis armas pongo música fuerte, bailo un poco también, para calmar esta pena que tuve siempre.
E
DIARIO DE LUCÍA Intuyo que esto es estar enamorada. Quizás porque tengo una ocupación, un estímulo. Mi cabeza tiene fondo, ahora, cuando pienso en Lautaro. Las cosas infinitas, en cambio, me parecen poco confiables. ¿Cuántas veces dije esto en voz alta, en mi habitación a oscuras? Y en la persiana cerrada, retumbando el nombre del hombre joven. Jovencito. Lautaro, mi compañero del colegio, y yo Lucía, la nena excitada. Me gusta sentirme fémina. Creo que algunos días soy realmente bella. Pero mucho me disgusta estar sola. Y los días de semana Lautaro, pasando por mi umbral, con la mochila roja colgándole en la espalda. Apurado por no llegar tarde al colegio y yo, que lo espío desde mi living húmedo. Húmedo como mis piernas. Y lo único que hago, lo único que logro hacer en realidad, es hablar con su mamá. Nada más. Él se queda encerrado en su casa. No quiere salir. Con la única persona que puedo hablar, su mediación, es su madre. Ella me cuenta cualquier cosa. Cosas sin importancia. Ahí en la entrada de la casa, en una especie de jardín de plantas muy verdes. Me cuenta de sus achaques. De que ahora que está más anciana se le empezó a caer el pelo una barbaridad. Me muestra el peine que saca de un bolsillo, atiborrado de pelos blancos, medio muertos. Y su hijo mientras, mira la televisión adentro de la casa. Con cara de muerte también. Mira y no ve nada. Los colores se le proyectan en la nariz inmensa, en la barbita nueva. Está quieto. Sabe que yo estoy en el jardín de la casa hablando con esa señora, pero no le importa, no va a moverse de ahí Solo está bien. La verdad entera es que voy hasta ahí para verlo. Me visto toda, combino algunas cosas, para verlo a él. Para contarle de las últimas cosas que me vienen pasando. Del viaje en colectivo que tengo hasta ahí, donde casi siempre caigo redonda en el suelo. De mi calzado nuevo, medio brilloso, de que a veces el charol me causa náuseas. De mi pelo, tan descuidado. De mí. Debajo del sillón del living tiene una bomba que él mismo fabricó. “Una tarde que estaba aburrido”, me cuenta ―me sigue contando su madre― “mi hijo se puso a fabricar bombitas. No las explota, nunca las explota. Siempre las deja ahí. Ahí para que algún día, cuando se le ocurra, las vuele. A veces algunos cables quedan colgando, y tengo que correrlos con la aspiradora”. Me cuenta: “Es que son los cables de mi hijo. Yo no podría prohibirle esto”. Y mientras esto me cuenta, noto que está más anciana que nunca y que huele a bizcochuelo. También noto que estoy cansada, realmente agotada, de su hijo y de sus bombas. “Igualmente él y yo, quedamos en que las va a explotar fuera de casa”, me cuenta la mujer. Y Lautaro en un rapto de amabilidad, se da vuelta y me mira. Yo sé que en cualquier momento, podríamos juntos cometer un crimen.
*Dramaturga, directora y actriz de 23 años. Escribió y dirigió Brick. Acaba de estrenar Mi primer Hiroshima.
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