NAN #21

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PERIODISMO SOBRE ARTE & SOCIEDAD

#21 / A単o 5 / 2016 / ARG $50

ME VUELVO CHANGO SAGRADO SEBAKIS SHAMAN DE PESCA MARINA OTERO


4 /VERMÚ 4 /TIRA juampa_camarda 8 /EEDD shaman_herrera 10 /ESCUCHÁ las_piñas 14 /OBSERVÁ marina_otero 16 /MIRÁ américa_scarfó 19 /ENELEMEDIO el_gato_y_la_caja

20 /LOSCANDIDATOS sagrado_sebakis

56 /CECA política_post_k

22 /ALMANAQUE refugiados_sirios

64 /LABUENAPIPA ramiro_sanchiz

26 /RASTROS bingo_la_noria

66 /RATAS&RATIS informe_correpi

32 /ANECDOTARIO diego_cortés

70 /LOSPOSIBLES energía_eléctrica

34 /CARA santiago_motorizado

74 /HISTORIETA brian_janchez

42 /MEGUSTA 44 /ZOOM osvaldo_bayer 46 /OLEME macri_en_boca 52 /SINAPSIS propiedad_intelectual

NAN es una revista de periodismo autogestivo hecha a pulmón. Permite su reproducción total o parcial, siempre que no sea para fines de explotación comercial. Es una publicación que circula en toda la Argentina. Brinda información sobre arte, cultura y sociedad. Registro de propiedad intelectual en trámite. Para conseguir números anteriores, consultá los puntos de venta en www. lanan.com.ar, visitá www.lanan.com.ar/tienda o escribí a hola@lanan.com.ar. En la Ciudad de Buenos Aires, también podés llamar al 4308-1813 o enviar un correo electrónico a distribuidorasinfin@gmail.com.

El grupo de comunicadores de NAN es también responsable del sitio sobre arte, cultura y sociedad www.lanan.com.ar, y del evento NANvivo. NAN es miembro de la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (Arecia, www.revistasculturales.org). Los artículos firmados expresan la opinión de quienes los escriben. NAN no es responsable por el contenido de las páginas web a las que hace referencia en sus artículos o publicidades. El contenido de los avisos publicitarios es responsabilidad de los anunciantes. Este número fue impreso en Gutten Press (Nueva Pompeya, Buenos Aires) en enero de 2016.


NAN #21 2016

lanan.com.ar hola@lanan.com.ar /revistanan @revistanan COMITÉ

Facundo Gari @facogari Marcelo Acevedo Ailín Bullentini @Ailinmaia Nahuel Lag @neguars Nicolás Sagaian @NicoSagaian Esteban Vera @estebanrvera TEXTO

Ana Laura Esperança Andrés Valenzuela @Piodritos Daniela Rovina Eric Olsen @ericsonolsen Federico Córdoba @Conurbanito Gonzalo Bustos @gjbustos Guillermo Bawden @Bawden77 Hernán Panessi @hernanpanessi Javier Sahade Jorge Duarte @ludistas Juan Ignacio Sapia

Julián Ibarrolaza @JulianIbarrolaz Luciana Bertoia @LucianaBertoia Luis Paz Mariano Verrina @mverrina Mora Sánchez Viamonte Ramiro Sanchiz @RamiroSanchiz Santiago Marino @santiagomarino DIBUJO

Cel Mandanici @mafiamundi Federico Avella @f_avella Horacio Petre @Petre66 Javier Cereceda @javipunga Jo Murúa Juan Manuel Dirassar Juan Pez @holajuanpez Luciano Vecchio @LucianoVecchio Mauro Cascioli Mauro Perrone Pedro Mancini Valeria Reynoso

Ivo Ferrer @ivoferrer Lautaro D’Amato Lucio Bazzalo Martina Figueras Matías Pozzi @matiaspozzi Natalia Berninzoni @natmotorizada Nilufer Demir Sandra Cartasso Tomás Ballefín Benítes Verónica Sarrió Victoria Schwindt @lados_v VIÑETA

Juampa Camarda @juampacamarda Brian Janchez @BrianJanchez FOTO DE CARA

M. Pozzi/T. Ballefín Benites con firuletes de M. Perrone DIBUJO DE CECA

Ericka Coello FOTO

Carolina Martínez Editorial Muchas Nueces

DISEÑO

Martín Olivieri Valdez @10ysie7e

PUNTO Y APARTE La noche que nos reunimos para definir si participaríamos en el Concurso de Revistas Culturales Abelardo Castillo, organizado por la otrora Secretaría de Cultura nacional, el comité editorial contenía a once periodistas. Hubo posiciones encontradas, por supuesto. Ahora que somos seis y NAN tiene nueve años, también las hay. Esa noche decidimos armar un número cero con artículos tomados del blog que sosteníamos hacía cuatro años y elaborar sólo una nota especial para el concurso: la de tapa, sobre el impacto virtuoso que tendría la plena aplicación de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para los trabajadores del arte y la cultura independientes. Más de 300 revistas se presentaron al concurso. De las diez ganadoras, sólo NAN llegó hasta acá. Las demás fueron cerrando, fundamentalmente por motivos económicos. La sanción de una ley de fomento de revistas culturales —que NAN junto a cientos de publicaciones de todo el país reclamamos desde Arecia— hubiese mantenido a flote a váyase a saber cuántos de esos proyectos, necesarios en este escenario de concentración. Faltó decisión política para acompañar esa “Ley de Medios del sector gráfico”, como la sintetizamos tantas veces. Faltó, y no sería extraño que siguiese faltando. Faltó, pero la seguiremos reclamando, seguiremos

reclamando una sociedad más justa, más plural, más libre. Desde Internet, aunque no ya desde el papel, porque la vil guadaña del dinero también cae aquí y nos obliga a transformar, una vez más. Digámoslo más claro: ésta es la última revista NAN, el cierre de una etapa que comenzó con la elaboración de aquel número cero y alcanza a este número 21; una etapa en la que aprendimos bocha, conocimos bocha, crecimos bocha y nos divertimos bocha. Nosotros y, confiamos, ustedes. Éste es el último número de una revista autogestiva producida a pulmón por un equipo mutante (de decenas de periodistas, artistas, fotógrafos, ilustradores y diseñadores) cuya vara fue siempre superarse. Éste, el número 21, es el último número de NAN, y es por esa condición el mejor número de NAN. Es todo lo que tenemos, todo lo que reunimos, todo lo que devolvemos. Es una síntesis, nuestro mejor (y humilde, insuficiente, imposible pero agradecido, orgulloso y, soñamos, fértil) tiro para demostrarle al mundo que el periodismo tiene futuro, y está lejos del poder. Para plantar bandera: a medida que los años pasen, no seremos once ni seis, sino miles, millones. Gracias por llegar acá, hasta esta otra noche. Nos abrazamos sobre el punto. Y es un punto y aparte.


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VERMÚ

UN VIVERO DE REYES genoveva

Éste es mi segundo vivero”, dice con un tono confidente Juanchy Manchy, guitarrista y cantante de Los Reyes del Falsete. Parece que antes de fundar Genoveva, Juanchy trabajaba en otro vivero, más grande, más ambicioso, y que en un momento se cansó de los balances mensuales y de la proyección empresarial (qué raros suenan esos conceptos en términos viverísticos), y entonces decidió abrir el suyo con Martina, su novia. Al principio les costó: tuvieron que acondicionar una casa poblada de muebles viejos y un jardín lleno de pozos. Pero tres meses después el vivero Genoveva está impecable: tiene una zona de herbáceas, otra de arbustos, y, en el fondo, un sector de aromáticas. Otro mérito de Genoveva es su ubicación: está a unas cuadras de la estación de Mármol, una zona donde se percibe con una intensidad particular esa dimensión simétrica y extemporánea que se le aparece a cualquiera que camine por Adrogué. Juanchy camina entre las macetas mientras cuenta que el vivero se llama Genoveva por una abuela que lo apoyó cuando empezaba a tocar la guitarra. “Ella vivió acá toda su vida”, dice Juanchy. “Nunca se fue de Adrogué.” En una de las paredes del vivero hay un dibujo de Genoveva. Es una mujer sonriente, con un peinado de la década de los cincuenta, y tiene una flor en el costado derecho del pelo

que le da un aire a Carmen Miranda, o una de esas cantantes caribeñas que sonríen desde otra dimensión, desde un tiempo y un espacio llenos de salsa y glamour y narcos cubanos vestidos de blanco. Detrás del vivero, Juanchy y Martina tienen armado un terreno donde se dedican a la especialidad de la casa: las suculentas. Para algún lector alejado de la terminología botánica, las suculentas son cactus, plantas que, por escasez de agua, engrosan las hojas para el almacenamiento de líquido. Genoveva ofrece suculentas de todo tipo, tamaño y color, incluyendo una variedad de cardón traída de manera exclusiva y semilegal desde el norte argentino. “Lo que más me gusta de este lugar —dice Juanchi— es que lo pude armar con lo que gané haciendo música.” Y se me ocurre que el tono de voz con el que pronuncia esas palabras es la definición perfecta de una hipotética suma entre orgullo y satisfacción.

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DOGO

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l Rey Larva obra de maneras misteriosas. La letra chica de la prehistoria de Radio FLIA tiene al poeta errante de la Feria del Libro Independiente y Autogestiva como protagonista. Hay que remontarse a junio de 2014. “Habíamos entrevistado a Santos Goñi, el Rey Larva, para un programa de radio que teníamos, y al final le dijimos que no entendíamos porqué la FLIA no tenía un programa de radio para dar a conocer su mundo”, recuerda Camila Delía, conductora del ciclo. Rápido de reflejos, el versero propuso hacer uno y consiguió espacio en la grilla de FM La Caterva. Al mes, ya estaban al aire, con la conducción del poeta, entrevistando a Washington Cucurto. Al par de envíos, el Rey se eyectó del ciclo y el trono quedó para Delía, con Manuela Cucchetti en la producción. Desde entonces, buena parte del etéreo espacio devela esos personajes escondidos de las letras. En un clima de recreo lúdico atravesado por un interés antropológico por el under, el ciclo propone entrevistas, lecturas de poesías y momentos de música en vivo. Pasaron las emisiones y a principios de año se mudaron a FM La Tribu. Llegó el aporte de Anshi Moran, Lara

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LITERA -TURA PARLANTE

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Tufaro, Agustina Arias, Melina García, Giuliana Zanotti y Lali Gaiazzi para crear un colectivo. “Cuando llega un invitado y dice ‘son todas mujeres’ nos da un poco de paja. En otros ámbitos nadie dice ‘son todos hombres’”, critica Delía. Con el correr del tiempo, el programa se convirtió “en uno de los motores de la renovación de la FLIA”. Es que no se encierra en la FLIA, espacio que ya lleva nueve años de agite: mira todas las nuevas maneras de hacer y pensar la literatura. “Nuestro

primer planteo fue difundir todo lo que sucedía en la feria, pero luego abrimos la agenda a toda la escena literaria, porque están surgiendo cosas interesante desde lo autogestivo, la cultura propositiva y lo alternativo. Todo el tiempo están surgiendo editoriales independientes y nosotras tratamos de incluirlas en la FLIA a través del programa”, explica la conductora. Radio FLIA tiene también una sintonía feminista: abre el micrófono para plantar bandera en temas como el aborto, la violencia de género y la salud sexual y reproductiva. “Nos enmarcamos en el feminismo porque nos atraviesa. Nuestra línea tiene que ver con mostrar a la mujer en el lugar de creadora y artista, destacándola, porque la gran mayoría de las bandas aún son de chabones, los que escriben también, pero las mujeres también hacemos. En 2015, por alguna razón aún seguimos invisibilizadas en comparación con los hombres”, cuestiona Delía, recién llegada del XXX Encuentro Nacional de Mujeres, realizado en Mar del Plata. El programa va en vivo los lunes de 20 a 21 por La Tribu 88.7 y en cadena por La Caterva. Los miércoles repite a las 16 por Radio Salón y los jueves se escucha por Radio Atómica. Sus charlas son desgrabadas y publicadas en la Red Eco Alternativo (redeco.com. ar). En paralelo, el colectivo prepara un fanzine con los segmentos poéticos del programa.


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VERMÚ

EL JUGUETE RABIOSO trucho_toys

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a frondosa barba de Panulo le llega a la mitad del pecho. De un solo movimiento, se saca un diente, lo muestra y se lo vuelve a encastrar. La camisa abierta deja ver un montón de pelos y una panza prodigiosa: es redonda, grande y dura. Mide casi un metro noventa, colecciona jueguitos de Family Game, hace unas figuras radiactivas con resina y es, él mismo, un muñeco deforme, un Trucho Toys. Panulo trabaja en una oficina (“No pongas qué es lo que hago”), tatúa, tiene una banda llamada The Kenko (busquen “Giladas chinas” en YouTube) y hace figuras caseras, tóxicas, independientes, rotas, intervenidas, mejoradas: distintas. Agarra muñecos conocidos, dibuja sus formas y los rediseña. Usa moldes, resinas y químicos. De chico, el primer muñeco que tuvo fue un Mazinger Z que le regaló su abuelo. “Era del tamaño de un niño de jardín y lo cagué a palos: lo hice mierda”. Y por allí, a la distancia, se posa retobado el origen de Trucho Toys (truchotoys.com. ar), su proyecto mutante. Trucho Toys está compuesto por Panulo y Eric, el robot, un científico y mecánico alto y espigado. “Los muñecos son cancerígenos en su estado inicial. Una vez secos, si te los metés en el culo, por supuesto que te morís. Pero podés jugar sin preocupación”, polemiza Panulo. “Igual hay tantas cosas que te dan cáncer que dudo que me vengan a joder a mí.” Ambos trabajan en una pequeña cueva del barrio de Villa Pueyrredón y arrancaron con la resina —su materia prima— en 2012. Sin embargo, antes, ya desde 2008, empezaron a jugar con juguetes destruidos. Si bien es su principal sueño, ellos no viven de los resin toys. De su boca: “No llegamos a pagar el alquiler ni a palos”. Aún así, el recauchutaje de muñecos

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viejos siempre fue su pasión. Vale el dato: tuvieron una etapa prehistórica en la que diseñaban sus propias espadas y armaduras, a puro yunque y martillo. Por cierto, en la Argentina, antes de los Trucho Toys, Matías Bomber (bombermattoys.tumblr.com), amigo del dúo, ya andaba haciendo de las suyas con Guerras de Mierda, versiones bootleg de las figuras de Hasbro de La guerra de las galaxias. En su catálogo ostentan algunos hits, como San La Skeletor (un San La Muerte meets Skeletor), Bati-Merman (cruza de Batman con Merman de He-Man) y Los Niños Monsanto con su villano Glifosatrón. Los precios de los muñecos arrancan en 30 pesos y van hasta los 500. Algún custom one off (único en el mundo) lo han vendido en 1000 pesos. Y su mercado no sólo se limita

al país sino que, a través de Internet, tienen compradores de Alemania, Estados Unidos, España, Japón y Brasil. Por estos momentos, los Trucho Toys andan entrometidos en un proyecto paralelo junto con Shitty Games, una desarrolladora de videojuegos independientes. Están armando un arcade de Capitán Menopausia (un shoot ‘em up nacional y popular) y, a su vez, preparan una línea de figuras de acción para el lanzamiento. “Nuestro fuerte son los juguetes: desde el boceto inicial, que puede salir de una borrachera, hasta la máquina para hacer las burbujas de los blísters”, redondea Panulo. Y cuando la sociedad le escapa a lo feo, lo grotesco o lo monstruoso, los Trucho Toys —como El Bosco, Caravaggio o Tintoretto— hacen de aquello un culto, una religión.


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UNA PELÍCULA ZARPADA el_cazador_de_aventuras

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l sueño de muchos freaks y nerds dejará de ser una ilusión para convertirse en realidad: a mediados de 2016 comienza el rodaje de Cazador, la película, protagonizada por Luis María Montanari (La Masa en 100% Lucha), guionada por el padre de la criatura, Jorge Lucas, dirigida por la dupla Marcelo Leguiza-Georgina Zanardi y producida por Mutazión y Mondo Lila, productoras independientes dedicadas al cine de terror, fantástico y de ciencia ficción. Casi veinticinco años después de su primera aparición en papel, y para alegría de los adultos nostálgicos y las nuevas generaciones que lo descubrieron en reediciones, el cine de género argentino se prepara para recibir a este clásico antihéroe, que promete romper todos los esquemas al grito de “¡viva la concha!”. El Cazador de aventuras (también conocido como “Cazita” o “El Caza”) nació en las páginas de una historieta creada por Jorge Lucas —en equipo con Ariel Olivetti, Claudio Ramírez y Mauro Cascioli— y enseguida se convirtió en uno de los personajes más queridos de nuestra cultura popular y nerd. Antihéroe impulsivo, zarpado, malhablado y brutal, El Caza supo cosechar fans a lo largo y ancho del país a fuerza de historias bizarras llenas de violencia explícita, con apariciones de personajes de la cultura popular y superhéroes yanquis que siempre terminaban arruinados. El Cazador de aventuras fue una anomalía irreverente que explotó en los años ‘90 —cuando la industria de la historieta nacional languidecía bajo toneladas de cómics importados—, vendiendo como nunca lo volvió a hacer ninguna producción en el rubro y transformándose en pieza de culto pero popular. Lo que por aquella época nadie imaginaba era que El Cazador algún día llegaría a ser adaptado a la pantalla grande. Y hoy ese sueño se está haciendo realidad gracias a las nuevas tecnologías y el trabajo colectivo. Según el mismo Lucas, la película será realizada de manera independiente y financiada con los aportes de fans a través del crowdfunding, para no dejar la obra en manos de productores poco criteriosos y evitar el sentido comercial primando por sobre el artístico y la consecuente pérdida de la esencia del Caza y su universo ultra violento. No será nada fácil el bautismo de fuego de El Cazador de aventuras en el séptimo arte, ya que que su narrativa propone una estética sobrecargada, barroca, plagada de personajes grotescos y violencia extrema. Pero la confianza hacia

ambos directores y principalmente hacia el guionista, alma mater de todo el universo del Cazita, ilusiona y empuja a creer que estamos ante una obra que puede marcar un antes y un después en lo que respecta a la adaptación de historietas de superhéroes vernáculos. Con la confirmación de La Masa encarnando al protagonista, sólo queda esperar al ritmo de la especulación, imaginando qué famosos harán sus cameos y cuán profundo será el humor negro de nuestro antihéroe favorito. Después de esa bomba de Nicanor Loreti llamada Kryptonita, que le voló la cabeza tanto a la crítica como al público general, y con la confirmación del inicio de rodaje de esta película, podemos afirmar que se acerca la hora de los antihéroes nac&pop en la pantalla grande.

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ESTADOSDESUNIDOS

“pesco en busca del momento de paz”

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Shaman Herrera lo apasiona la pesca. El cantante y guitarrista de Shaman & Los Pilares de la Creación, que acaba de editar Sueño real, un disco excelente que se posiciona como una de las mejores producciones nacionales de 2015, le contó a NAN cómo son los preparativos para lanzar la caña en búsqueda del gran salmón del sur. —¿CUÁNDO COMENZÓ TU PASIÓN POR LA PESCA?

—Surgió por herencia familiar. Cuando era muy chico, mi viejo se fue para el lado de las montañas de Comodoro Rivadavia (Chubut) y arrancó con el tema de la pesca. Primero se la pasó a mis hermanos y después a mí. Así que de chico salgo a pescar y me gusta mucho. En realidad, la pesca es un relajo, una desconexión, una especie de mantra. Lo que importa es estar rodeado de paisaje, naturaleza, y no tanto “pescar algo”. —¿SE TE OCURREN CANCIONES EN LA SOLEDAD DE LA PESCA?

—No sé si canciones específicamente, pero es un momento en el que la mente está en un estado de suspensión. Sirve para acomodar las ideas. Podés sacar ideas como en cualquier estado

#LegadoFamiliar #CanciónYCaña #ElGranSalmón

de contemplación, y a veces salen cosas buenas. Ir a pescar es como desfragmentar el disco. —¿Y CÓMO TE INTERESÓ LA PESCA DEL SALMÓN EN PARTICULAR?

—Me gusta la pesca de lago, río y agua dulce. En realidad voy por ese lado porque siempre me interesó estar rodeado de árboles y encontrar senderos ocultos que te lleven a lugares donde no va a pescar nadie. Ahí tenés más posibilidades de sacar algo bueno. Lo que me gusta de la pesca de lago es que estás permanentemente en contacto con la naturaleza. El sonido del agua corriendo es relajante. Me gusta la Patagonia por esos detalles.

“primitivo”. Algunos tienen su huerta y a otros les gusta atrapar el animal y hacerlo a la parrilla. —SI BIEN EN TUS CANCIONES NO HAY REFERENCIAS CLARAS A LA PESCA, HAY OTRAS COSAS DE LAS QUE SÍ HABLÁS, COMO LAS MONTAÑAS, LOS RÍOS, LOS BOSQUES, EL VIAJE.

—Sí, en todas mis canciones están esos elementos. Quizás no está la pesca, pero es la actividad que voy a realizar a esos lugares. En mi música veo más reflejado el paisaje y el acomodamiento de ideas. Quizás tendría que hacer una canción sobre la pesca. —¿CUÁNDO FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE FUISTE A PESCAR?

—Voy casi todos los veranos, siempre por la zona de Trevelin, el Parque Nacional Los Alerces y Río Pico, más al sur. Trato de hacerme una escapadita todos los años. —¿CUÁL ES TU EQUIPO DE PESCA?

—Tengo una caña y un reel Spinning. Esta caña tiene un señuelo que al moverse hace las veces de pescadito y los peces piensan “uh, me voy a comer a este guachín”. Y, bueno, ahí los cagás. También tengo un chaleco en el que cuelgo las cucharas, otro reel, tanza de más por si se me corta y una guía de nudos. Después, en la casa de mis viejos, en la Patagonia, tengo otro equipo pero de pesca con mosca. Ese es otro tipo de caña y otro tipo de reel que lleva una tanza mucho más gruesa y una mosca hecha de tela y algodón. El señuelo flota, lo traés muy despacito simulando ser una mosca que está chapoteando, y ahí pica el bicho. —¿QUÉ TE OFRECE LA PESCA QUE LA MÚSICA NO?

—Son cosas muy distintas, pero la pesca principalmente me hace no pensar. La música es un trabajo intelectual en el que uno tiene que sopesar cosas, es otro tipo de laburo. La pesca es una automatización, una especie de piloto automático, una actividad mucho más pasiva.

—¿HAY ALGO RECONFORTANTE EN

—MUCHOS DICEN QUE IR A PESCAR

ESA EXPERIENCIA?

ES ABURRIDO. ¿TE ABURRÍS?

—Lo reconfortante es comer el pescado que sacás del agua. Tiene que ver con algo que nos precede, con algo

—No, jamás. Tampoco voy en busca de diversión. La pesca es relax. No tiene que ver con estar con alguien y pasarla


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bien, tiene que ver con estar solo. Voy en busca del momento de paz. A veces estoy tres horas sin sacar nada pero me encanta.

—CHRISTOPHE KRYWONIS, JURA-

—¿LA PESCA SIEMPRE ES CON FINES

QUE UNA HAMBURGUESA.

DEPORTIVOS O LO HACÉS TAMBIÉN

—La crianza del salmón es jodida. Jodida porque le dan alimento balanceado a base de pescado. Entonces se comen a sí mismos, son caníbales. Cuando voy a una pescadería en Buenos Aires no compro salmón porque son todos los que están en criaderos y los engordan mal. Pido animales de río, como el pejerrey o la merluza. Si voy a Comodoro, como truchas que sacó mi viejo, salmón pescado por uno, que es más natural que comprarlo en una pescadería. Tiene un sabor mucho más rico.

PARA ALIMENTARTE?

—Siempre trato de devolver, pero si saco un pescado bueno y de gran tamaño, me lo como. Pesco muchas veces con anzuelo sin rebaba para lastimar lo menos posible al bicho y hacer una devolución más saludable. Algunos te dicen: “¿Lo sacás, lo lastimás y lo devolvés? No, llevátelo”. Si fuera por eso no habría más peces, ¡si hay cada depredador! —¿CÓMO TE GUSTA COCINAR EL PESCADO?

—Me gusta mucho el salmón a la parrilla y al horno a los cuatro quesos. También queda muy sabroso a la cacerola con papas hervidas, aceite de oliva y pimentón. Otra variante es al estilo oriental, con salsa de soja. —EL SALMÓN SE USA PARA EL SUSHI. ¿TE GUSTA?

—No me gusta tanto, pero igual lo morfo si es lo que hay.

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DO DE “MASTERCHEF ARGENTINA”, ASEGURÓ QUE EL SALMÓN, POR SU CRIANZA, ES MENOS SALUDABLE

—EN “SUEÑO REAL” LA LIBERTAD ES UN CONCEPTO QUE APARECE REPETIDAS VECES. ¿CUANDO VAS A PESCAR SENTÍS ALGO PARECIDO A LA LIBERTAD?

—Sí, totalmente. La libertad es un estado mental. En el momento de estar ahí con la caña uno se saca toda la mochila del año. Por eso siempre relacioné esta pasión con el verano y

la desconexión. En esos momentos uno piensa menos, es más pasivo y se encuentra en un estado de meditación plena. Esa libertad tiene que ver muchas veces con la paz. —¿RECORDÁS ALGUNA ANÉCDOTA QUE TE HAYA MARCADO PRACTICANDO ESTA ACTIVIDAD?

—Una vez fuimos con una expedición a Puerto Cisnes (Chile) y la lancha que nos llevaba se metió entre los fiordos donde desembocan todos los ríos. En esa parte, en la base de la cordillera, hay muchos salmones que se meten en el mar para aparearse y vuelven otra vez a los ríos para desahogar y tener a sus cachorritos. Fuimos a una desembocadura donde estaban subiendo los que habían ido de joda al mar. Aprovechamos esa situación y empezamos a sacar bichos de entre cuatro y cinco kilos. Fue una tarde muy emocionante porque saqué cinco o seis truchas. En un momento, tiré y enganchó uno que me rompió el reel. Vimos salir el lomo y debía pesar más de trece kilos. Para poder pescar uno de esos tenés que luchar entre dos o tres horas. Increíble.


ESCUCHÁ

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#VamosLasPibas #FrutasOGolpes #RockPlayero

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s lo que no encaja, lo que se distingue. En el departamento del barrio porteño de Montserrat todo está limpio y ordenado histéricamente. Nada fuera de lugar. En el living, un mueble de maderas oscuras y fuertes, una mesa ratona circular y un sillón de dos cuerpos dan un aire aristocrático al ambiente. En un rincón hay un escritorio con una computadora, una remera tirada y un corcho atado al mueble, con fotos y panfletos. El protector de pantalla se activa. Sobre el fondo negro las letras blancas avisan que ese espacio —ese sector que no cuadra con el resto del paisaje— pertenece a Las Piñas. Acá es una de las bases de operaciones del trío platense formado por la vocalista y guitarrista Sofía Cardich, la batera Antonela Perigo y la bajista Celina Ortale. Este sitio, también, sirve como metáfora perfecta para describir el lugar que ocupan en la escena. Punto uno: un grupo de identidad diversa, constituida por un surf rock con arrebatos garage y una estética veraniega. Punto dos: en un circuito plagado de hombres, son una de las pocas bandas íntegramente formadas por chicas (Joyaz e Isla Mujeres son los otros grupos femeninos de La Plata). Con esos elementos y a fuerza de buenas canciones, con menos de un año de vida, Las Piñas comenzaron a sobresalir: las editaron en Estados Unidos, las reseñan en el exterior con críticas elogiosas, suman fechas con ritmo vertiginoso. En octubre, por ejemplo, tocaron en la Ciudad Cultural Konex con Amor en la Isla, giraron por Misiones y Paraguay, y las espera Uruguay.

La identidad surgió de improviso. La primera composición propia marcó el camino a seguir. “Costa este” arranca con una guitarra. Suena como fuera de plano y se mueve ágil, construyendo a base de sacudones un ritmo fresco. El aire corre y la batería entra derecha: dos golpes empujan la canción hacia delante. Mientras, Sofía canta sobre ir a la playa con la voz hundida como en una cámara. No hay más que eso y todo funciona. La estructura minimalista otorga firmeza al primer track de El Perro Beach, EP debut de Las Piñas. “Nunca pensamos hacer una banda”, dice Sofía. “Fue de la nada, después de que salió una canción y nos copó.” Todo empezó de a dos. En la casa de Sofía había una batería y Antonela arrancó a tocarla. Eran mediados de 2014. “Antes no había tenido acercamiento al instrumento”, dice ella, que enseguida sacó “Accidente”, de Las Ligas Menores, otra banda de chicas (y chico). En octubre, Antonela decidió tomar clases, después de algunos meses de zapada. “Fui por la banda”, cuenta, y añade que duró cuatro meses y pasó por tres profesores. En febrero se encantaron con “Costa este” y decidieron formalizar como banda. Ahí todo hizo combustión y estalló: empezaron a armar fechas, subieron dos canciones a Bandcamp y de golpe se vieron inmersas en un trajín de shows que devino en un importante caudal de followers en sus redes sociales. Todo eso trajo, además, la llegada de Celina (que toca un country rabioso en los platenses Casiasesino & Los Malos Conocidos) en agosto pasado. En unos meses pasaron de ser dos amigas en una garaje a formar un trío con ascenso nitrogenado. “En una banda normal los tiempos son más lentos. Con Las Piñas es todo muy rápido”, dice Sofía, que es parte del grupo indie Los Chicos de Portugal. Por ese vértigo que adquirió la banda tuvieron la necesidad de colgar temas en Internet. La demanda de canciones devino en un aumento —o en un surgimiento— de la oferta, que se

cristalizó en el demo de dos temas que grabaron cuando eran un dúo. Desde el comienzo el objetivo estuvo claro: diferenciarse. “Estamos ahí en la fina línea entre que sea indie rock y que no queremos que lo sea”, explica Sofía. “Porque ya ‘Costa este’ no lo era y nos encanta cómo es.” Distinta al resto. Las otras tres canciones propias que completan El Perro Beach acentúan la tendencia inicial: violas al frente, parches concisos y paisajes costeros en letras cortas. En “Hawaii” la veta introspectiva aflora en una canción de guitarras garageras que aportan dureza a una lírica de fragilidad amorosa. “Tiburón” vuelve a marcar la onda surf rock (el agua salada parece salpicarte) y es, al mismo tiempo, una obra con gran intensidad climática (de las que te meten en una película de suspenso). Por su lado, “Olas asesinas” se acerca al indie por la sonoridad lo-fi y a la historia costumbrista por el tono cancionero. “Nos encanta el indie. Somos hijas del indie. Pero tratamos de no hacer eso”, dice Antonela. “Es difícil dejar de lado lo que uno es y lo que te forma, todo eso que uno escucha. Tratamos de desviarnos para no ser una banda más de las que hay.” —¿CÓMO ES COMPONER TEMAS PLAYEROS VIVIENDO EN LA CIUDAD?

Antonela Perigo: —Muchas letras, que las escribo previas a la canción, son imágenes o recuerdos. Pero también trato de despegarme de ellos para no cargar esas letras de sentimientos propios. —ARRANCARON COMO UN DÚO. ¿POR QUÉ SUMARON UNA INTEGRANTE?

Sofía Cardich: —Lo del dúo se dio así, y a medida que fueron pasando los recis nos fuimos dando cuenta de que estaba faltando algo. Recaía en mí todo el hecho de tirar los acordes. Sentía que tenía el peso de no confundirme, o sonar fuerte, o rellenar. Con la incorporación del bajo, la guitarra se permitió volar y la base empezó a sonar más compacta. Las canciones se cargaron de firmeza y dejaron de lado la tensión. El triángulo femme se completó.


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Cuando en los primeros tiempos las fechas se empezaron a suceder como una avalancha, Las Piñas se sorprendieron. “Creíamos que era porque éramos dos chicas”, confiesa Antonela. “Pero después nos dimos cuenta de que no era por eso. La banda suena bien. Si fuésemos una mierda, no tocaríamos en ningún lado.” Otro elemento vital en la constitución del grupo son las redes sociales. Ellas tienen cuentas en Facebook, Twitter, Instagram y Tumblr, donde permanentemente están generando contenidos. Son más activas que en sus perfiles personales, dicen. “En el mundo de hoy no sólo importa la música que hace una banda sino todo lo que construye alrededor de las redes sociales”, cree Antonela. “Nosotras tenemos un manejo de redes que es muy intensivo y rompebolas. Estamos en todos lados. Y subimos cosas todo el tiempo. Eso

a la gente le llega y termina haciendo que la banda guste.” Las Piñas creen que es vital tocar. Por eso, mientras planean la salida de primer disco, meten —como mínimo— dos fechas por mes. “Siempre tuvimos en claro no quedarnos en La Plata”, dice Sofía. “Si no, te terminás moviendo en un círculo. Y queremos que nos escuche otra gente en otros lugares.” El tour de la banda incluye cada vez más recorridos por la autopista que las conduce a Capital, incluso más allá. “La apuesta es salirse del lugar fácil y cómodo en el que uno se mueve”, agrega Antonela. “El gueto no nos gusta. Tratamos de escapar de la idea de las bandas que tocan en los mismos lugares con las mismas bandas.” Nueve son las canciones que Las Piñas grabaron para su primer disco, que está en proceso de mezcla y masterización. Composiciones que, cuentan,

siguen la misma línea estética de “Costa este”: guitarras con reverb, cortes de batería pujantes, lírica playera. “Hay algunas más cancioneras, pero intentamos evitar eso”, cuenta Sofía. El objetivo parece ser el impacto a partir de temas cortos, directos y fuertes. Cachetazos. El álbum todavía no tiene fecha de salida. También es una incógnita si el ahora trío lo editará de manera independiente o lo hará bajo un sello. “Pensamos qué nos podría aportar el sello que nosotras solas no podamos resolver. Te puede pagar el cedé, todo bien, pero qué más”, dice Antonela. “Tenemos una gran dicotomía”, avanza. “Hasta qué punto queremos ser parte de un sello o hasta dónde encajamos sin ser parte de un gueto. Ése es el tema de los sellos, que agrupan a bandas que tienen un sonido similar.” Y ellas tienen su marca de agua. Diferente al resto.



OBSERVÁ

la fragilidad del movimiento

marina_otero

l

a mina aparece en el escenario sola, precedida por imágenes de su infancia. Iluminada por una luz tenue, le habla a la audiencia sobre un quilombo de salud que tuvo justo a partir de la época del video en el que se la ve sonreír con toda la potencia del metal de sus aparatos fijos. Con la palabra hablada, con recursos escénicos audiovisuales y de movimiento novedosos, incluso con la ayuda del público, relata su derrape adolescente, su primer protagónico (autodirigido, autodestructivo, autogestivo), su búsqueda permanente, su “llegada”. Recordar 30 años para vivir 65 minutos es lo más parecido a la consagración de esta joven artista que se reúsa a la casilla de “bailarina” (“No sé cómo me defino, me dedico a la creación”). Y NAN arranca un diálogo con ella con una pregunta que parece obvia, pero no. —¿ES AUTORREFERENCIAL “RECORDAR...”?

“¿Te tengo que contestar?”, rompe el hielo, y esta cronista empieza a avergonzarse. Pero no. Continúa Otero: “El arte es autorreferencial más allá de que esté enmascarado detrás de un personaje. En la danza, como es más poética, el autor se esconde más, se dibuja más. En este caso, la pieza es autorreferencial y además me hago cargo de eso. De todos modos, hay algo que me pasa, que lo cuento en la obra también, y que es real. Yo ya no sé qué inventé y qué pasó de verdad. Llegué a un punto en que la imaginación y la verdad se desdibujaron; una alimentó a la otra”. “Hace ocho años que intento terminar esta obra”, dice Otero, desde el escenario, al comienzo de Recordar.... Estrenó ésta, la cuarta etapa del largo proceso al que llamó “incendio creativo”, en agosto pasado, en El Excéntrico de la 18°. Bueno, en realidad había probado a fines de 2014, pero no tuvo la respuesta del público ni la fuerza propia para sostenerse en la programación. O no pintó; eso también pudo haber pasado. Pero esta vez fue diferente: a las cuatro funciones de agosto —cuatro sábados—, le siguieron cuatro de septiembre, cuatro de octubre y todos los domingos de noviembre. La rompió Otero, tanto que ganó el premio de la Bienal Arte Joven de Buenos Aires por dirigir esa obra. “Quizá ahora

#UnaPiezaDeRecuerdos #DanzaKamikaze #CuerpoPolítico

sea algo parecido al punto de inicio de un camino, pero al principio y en varios otros momentos fue una especie de abismo”, confiesa. El segundo intento de Recordar..., al que bautizó “no puedo bailar”, fue en Brío Teatro y Café Müller durante 2014. El primero, “el alter ego que salva”, sucedió en Café Müller y en el Teatro Del Perro un año atrás. Andrea, el germen escénico de todas las Recordar.... “Viví mucho tiempo dentro de esta obra y esta obra vivió mucho tiempo dentro de mi vida. Me esforcé mucho por experimentar en la vida real cosas que imaginaba; de golpe volvía a otra realidad posible, se me mezclaban las dos, se me siguen mezclando”, refuerza la idea de la autorreferencialidad. Por eso, hablar de Recordar... es una excusa que esta revista encontró para hablar de Otero, para descubrir sus maneras de hacer, su apuesta a un cuerpo “político” sobre el escenario, su dolorosa obsesión, sufrida, angustiante, por “concretar imaginaciones y sueños”. —¿DE QUÉ ESTÁ HECHA “RECORDAR...”?

—Mi proceso creativo fue como lo cuento en la obra: un proceso de mucha angustia. Las veces que intenté armar una coreografía descubrí y confirmé que no iba conmigo. Los momentos que la obra tiene de danza tienen que ver con estados y recuerdos. “El monstruo” (un momento en la puesta en la que trabaja con la tensión en el cuerpo y sonidos guturales en penumbras, completamente en pelotas) salió en medio de recuerdos. Allí sale esa fisicalidad; de un estado


Ailín_Bullentini.doc 15

Lucio_Bazzalo.jpg

yo nunca había armado una coreografía. En otro momento, yo sólo podía estrolarme contra el piso, y eso terminó siendo parte de Recordar.... —PERO ESOS ESTADOS NO ESTÁN EXPRESADOS SÓLO A TRAVÉS DEL CUERPO.

—No. Recordar... tiene movimiento, pero también tiene palabra. Necesité de todo eso para armar Recordar.... Todo lo que me ocurre artísticamente tiene que ver con una necesidad. No podría armar una coreografía y bailar si no me pasara por dentro una necesidad. Lo puedo hacer con un esfuerzo tremendo, puedo resolverlo fríamente para otro. Pero me termina aburriendo, me embola. No es mi manera de crear: a mí me sale la potencia, me inmolo en el escenario. Y eso que creó: en noviembre integró como intérprete el equipo de El grado cero del insomnio, de Emilio García Wehbi; bailó durante muchos años La idea fija, de Pablo Rotemberg, en donde también se desempeñó como actriz y asistente de dirección; bailó y actuó en Una obvia, de Marisa Villar, El primer drama de Amanda, de Bernardo Cappa, y Primera magnitud, con dirección de Roxana Grinstein. Integró la compañía de danza de la UNA y dirige el laboratorio de investigación Persona-Personaje. —NO TE CONSIDERÁS BAILARINA, PERO VENÍS DE ESE PALO: ¿VOS SOS LA DIVERSA O TU CONCEPCIÓN DE LA DISCIPLINA LO ES?

—Un poco de las dos cosas. Para mí la danza es movimien-

to y el movimiento no sólo está en el baile sino también en la palabra: el movimiento es acción. A partir de ahí, todo empieza a ser parte de lo mismo. La danza es un cuerpo pasándole cosas. Siempre pienso en un cuerpo político, que cuente, aunque tenga o no tenga palabra, que esté vivo y disponible para vivir y morir en ese escenario. De todas maneras, necesito de todo: de la danza, de la palabra, la escritura, porque me pasan cosas todo el tiempo. Por eso cuando me preguntan qué estilo de obra es Recordar..., si de danza, si de danza teatro, si de teatro... qué se yo: es lo que necesite este cuerpo hacer. Si necesito quedarme quieta en el piso llorando, si ni quiera necesito llorar; si necesito moverme, escribir... De hecho, creo que en un momento todos los bailarines odian la danza, dejan de bailar. A mí me pasó. Me asqueé de todo: no quería ir a ver siquiera obras de danza porque me parecían todas una mierda. Típico. Pero me di cuenta de que lo que quería, lo que buscaba, era la fragilidad. ¿Dónde están los cuerpos frágiles? ¿En dónde nos queda la fragilidad a los bailarines, que entrenamos tanto para tener un cuerpo súper disponible? ¿Qué es lo que no puede hacer un bailarín? Eso también me interesa: la fragilidad del movimiento que hace que aparezca la danza. Algo frágil que se exponga desde esa misma condición es necesario en este momento del mundo en el que todo es posible. ¿Qué pasa si volvemos a un lugar más simple? Ahí está lo que me interesa. La simplicidad y lo complejo del despojo.


MIRÁ

yo quiero sembrar la anarquía américa_scarfó #LaNoviaDeDiGiovanni #DocumentalEpistolar #CulebrónCombativo

e

sta nota comienza con un spoiler del tamaño de una casa: uno de los protagonistas muere al final de la película. El personaje en cuestión es un obrero inmigrante en la Argentina de la Década Infame, pero también es un antihéroe, un anarquista vindicador que no se deja vendar los ojos al momento de ser fusilado, un idealista que muere gritando “¡que viva la anarquía!”. Se llama Severino Di Giovanni y su accionar político —tanto en el plano de las ideas como en el de la violencia física— quedará grabado en la historia menos luminosa de nuestro país. El otro personaje fuerte, la protagonista que da nombre al film, es una adolescente llamada América Scarfó. América, la hija de inmigrantes italianos, la hermana del joven anarquista Paulino Scarfó, el amor eterno de Severino. América, la novia, amiga

y confidente. América, la soñadora romántica, la que supo ser mucho más que una chica linda y amorosa. América, la luchadora que se jugó por sus ideales y por el amor de su vida, la joven que desafiaba el orden en una época en que la mujer era poco menos que el adorno del hombre. América encarnaba el ideal libertario. América era el anarquismo. Los ojos de América es un documental epistolar que narra, por un lado, el accionar del movimiento anarquista en la Argentina de los años ‘20 y, por otro, una historia de amor intensa, prohibida, digna de un culebrón del prime time. Durante la etapa de investigación, los autores se encontraron con un relato tan sugestivo que no lo pudieron obviar. La intensidad de esta historia les torció el rumbo de la narración; entonces viraron la trama hacia una tesis más intima. “Nos pusimos a investigar a las mujeres anarquistas de fines del siglo XIX y principios del XX en nuestro país. En principio pensamos en una especie de serie en la que contásemos la vida de cada una de ellas, su militancia, de qué manera habían contribuido a la historia del anarquismo. Y también en la que propusiéramos entender qué pasó con esas mujeres que quedaron completamente anónimas en la historia”, cuenta Daiana Rosenfeld, que dirige el audiovisual junto a Aníbal Garisto. “Nos pareció interesante que fueran mujeres olvidadas incluso por el mismo movimiento anarquista. Fueron mujeres revolucionarias, y nuestra idea era narrar su lucha desde el periódico La Voz de las Mujeres, a finales del 1800. Pero de repente nos encontramos con una historia de amor increíble y al mismo tiempo conocimos otra faceta de Severino. Decidimos indagar en qué había pasado con América después del fusilamiento de Severino y de Paulino, su hermano. Nos atrapó, conectamos con esa historia.” El anarquismo es una filosofía política que está estigmatizada en nuestra sociedad. “Anarquía” es una palabra que suele tener una connotación negativa. Para el ignorante refiere casi siempre


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al descontrol y se usa como sinónimo de caos. Pero a mediados de los años ‘20 era uno de los movimientos más organizados e importantes de la clase obrera internacional. Por esta razón, la idea de ambos directores fue rescatar los valores del anarquismo mientras narraban una historia de amor. —¿CÓMO DEFINIRÍAN SU RELACIÓN

quismo. La presencia de Malatesta en la Argentina nos llevó a leer cosas de su autoría, como también de Bakunin. Leímos mucho y fuimos aprendiendo y conociendo. También nos sorprendió la infinidad de corrientes que hay dentro del anarquismo. Nosotros rescatamos mucho el “hacelo vos mismo”, el llevar adelante una idea.

CIONAL DE CINE Y ARTES AUDIOVI-

de esto, y de otra manera éste iba a ser un proyecto muchísimo más largo. En vez de un año iba a tardar tres. O no lo hubiésemos podido hacer con la misma calidad técnica que con el presupuesto para alquilar equipos, trabajar el sonido y el color, hacer la posproducción en uno de los mejores estudios de sonido de Buenos Aires... Hay ciertos parámetros de calidad que sin financiación no hubiésemos podido lograr. Nuestra idea era que la historia de América llegase a la mayor cantidad de gente posible.

CON EL ANARQUISMO?

—¿NO HAY UNA CONTRADICCIÓN

Aníbal Garisto: —No somos militantes del anarquismo, pero hay un montón de cosas con las que estamos de acuerdo. Podría decirse que somos simpatizantes. No nos casamos con ninguna ideología. Tenemos una filosofía, una manera de ver la vida, y en ese sentido con el anarquismo compartimos muchísimas cosas.

ENTRE EL “HACELO VOS MISMO” Y

SUALES?

—LA PELÍCULA TIENE ALGO INTERESANTE EN CUANTO A ESTÉTICA:

—DURANTE EL PROCESO DE INVES-

A. G.: —Es verdad, por ahí hay una contradicción ahí. Nos ayudó el Estado a hacer la película. Lo importante es que se conozcan las historias y gracias a esa ayuda llegamos a toda Latinoamérica.

TIGACIÓN Y REALIZACIÓN DE “LOS

—PERO SI TUVIESEN QUE HACER

HICIERON PARA ARMAR UNA PELÍCU-

OJOS DE AMÉRICA”, ¿DESCUBRIE-

UNA PELÍCULA CON RECURSOS Y

LA QUE RECONSTRUYE LA VIDA DE

RON ALGUNA FACETA DEL ANAR-

FINANCIACIÓN PROPIOS, LA LLEVA-

DOS PERSONAS QUE VIVIERON EN

QUISMO QUE LOS ENTUSIASMARA Y

RÍAN ADELANTE DE IGUAL MANERA.

AQUELLA ÉPOCA PRESCINDIENDO

LOS ACERCARA A SU FILOSOFÍA?

A. G.: —Sí. Nos conocimos haciendo una película sin subsidio, con aportes nuestros. Lo que pasa es que vivimos

DEL RECURSO?

A. G.: —Sí, al hacer la investigación leímos a muchos teóricos del anar-

ELABORAR UNA PELÍCULA EN PARTE FINANCIADA POR EL INSTITUTO NA-

CASI NO HAY MATERIAL DE ARCHIVO AUDIOVISUAL. UN NOTICIERO DE URIBURU RECIÉN APARECE HACIA LA MITAD DEL DOCUMENTAL. ¿CÓMO

Daiana Rosenfeld: —Las cartas nos ayudaron mucho. De todas formas, si

Sandra_Cartasso.jpg


américa_scarfó

hubiera habido mucho archivo, no sé si lo hubiésemos utilizado. Fue una decisión estética que tuvo que ver con lo poético. Me parece que la forma en el documental es vital, porque al documental siempre se lo relaciona con lo desprolijo, con el registro directo y rápido antes que con la forma. Por otro lado, es una historia de amor de aquella época y al tener poco archivo audiovisual nos parecía interesante poder llegar a la atmósfera de ese momento a través de ciertas imágenes y la combinación con sonidos, como las cartas y la voz en off. Ésa era nuestra premisa: fuimos por el lado romántico en el sentido más amplio del término, no sólo desde la historia, sino también desde la ideología y la forma. También es muy loco porque es una historia de amor de dos personas que no tienen ni una sola foto juntas. —LA SENSACIÓN QUE DEJA ES LA DE UNA HISTORIA DE AMOR TRUNCA. UNA ESPECIE DE CULEBRÓN ANARQUISTA.

D. R.: —Sí, es un culebrón, completamente. Y la idea desde lo estético fue cuidar la forma y que ella te llevase a meterte en la historia. —CON TAN POCO MATERIAL DE ARCHIVO LA INVESTIGACIÓN NO DEBE HABER SIDO FÁCIL.

D. R.: —Fue una investigación ardua. Conseguimos el libro que tiene las cartas completas transcriptas en el Ateneo Anarquista y trabajamos en base a eso. También escuchamos diez horas de audio de América contando su historia, pero decidimos no utilizarlo por una cuestión estética y narrativa, porque estaba en casete y se escuchaba bastante mal y porque era una América más viejita y queríamos retratarla más atemporal. —A LA VEZ DESCUBRIERON OTRA FACETA DE SEVERINO.

A. G.: —Sí. Leímos 40 cartas, algunas de ellas muy largas. Leímos bastante de algo que no se conocía y tampoco se quiere conocer. A veces es mejor decir que Severino sólo hizo tal cosa, para criticarlo o para caer en algo facilista. Intentamos mostrar otra cosa. D. R.: —Más allá de la historia de amor

y de su lado sensible, las publicaciones de Di Giovanni eran muy didácticas. Eran el anarquismo en su estado más puro, con los temas pedagógicos, el vegetarianismo. Eso nos llamó mucho la atención, no sólo de Severino sino del anarquismo en general. A. G.: —También trabajamos mucho su testamento para la segunda parte de la película. Lo escribió en una cárcel horas antes de ser asesinado. Fue un material al que llegamos por otro libro, de una italiana. La investigación fue como armar un rompecabezas. D. R.: —Esa fue una de nuestras motivaciones. ¿Qué pasó con ella después? Es famosa esa foto de cuando la meten presa, de ahí sale el nombre “Los ojos de América”. Durante mucho tiempo no encontramos nada, hasta que llegamos a los audios. La familia no sabía su historia. Sus sobrinos no sabían que América era América. Era

la tía Fina. Y muchos se enteraron de quién era en verdad en un programa de televisión. —¿QUÉ OPINAN DE LA MIRADA QUE SE TIENE SOBRE EL ANARQUISMO EN LA ACTUALIDAD?

A. G.: —Creo que hay una campaña amarillista muy fuerte. La gente piensa que “anarquismo” es igual a “caos”. Pero hay un montón de cosas, como el “no patria”, el “no bandera”, que me parecen geniales. Que nos peleemos por una bandera es violencia. Nos impusieron conceptos como patria. D. R.: —El anarquismo es un cambio de paradigma total. Es súper revolucionario, porque plantea un cambio, el paradigma de no delegar, de hacer, de cooperar, de pensar realmente en el otro, de no tener un referente que te diga lo que tenés que hacer. Y creo que el capitalismo nos preparó para no estar preparados para esto.


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ENELMEDIO

AQUÍ HAYel_gato CIENCIA_y_la_ caja LIBERADA

q

ue la carrera espacial se haya convertido en un hito de la cultura de masas no es raro. La hazaña de meter a un hombre en un cohete y mandarlo a la luna es toda una proeza. Sin embargo, la ciencia no siempre ha gozado esa suerte. La mayoría de los descubrimientos pasan inadvertidos para gran parte de la sociedad: el bosón de Higgs, los efectos del GDF11 o el Homo naledi se transforman así en eslabones perdidos en medio de esa marea de conocimiento que brota de los laboratorios. Pero, ¿por qué tiene que ser así? ¿Por qué la ciencia tiene que estar confinada a un círculo selecto, sólo a aquéllos que entienden el comportamiento de las partículas? El proyecto El Gato & La Caja nace como una urgencia frente a la necesidad. Si bien la divulgación científica ha dado pasos gigantes en los últimos años —de la mano de Adrián Paenza, Mariano Sigman y Diego Golombek, entre tantos otros—, el camino que queda por desandar es enorme. “Para empezar, necesitamos que la ciencia abandone los auditorios y vuelva a tocar en bares”, rompen el hielo Pablo González, Juan Manuel Garrido y Facundo Álvarez, creadores de este experimento multiplataforma que no sólo riega de ciencia la web (elgatoylacaja.com.ar), sino que ofrece contenidos en radio (con una columna semanal en Vorterix), en formato físico (en un anuario-libro) y en vivo (a través de charlas y eventos). La propuesta es más que interesante: toman hechos de la vida cotidiana, relatos, anécdotas lo más pop posibles, los mastican y les meten ciencia de pre-

#DivulgaciónCientífica #ConocimientoPop #WebRadioYVivo

Natalia_Berninzoni.jpg

po. “Es la lógica del Caballo de Troya. Te muestro una cosa, pero en realidad te estoy hablando de otra”, revela Juan Manuel. Bajo ese método, por ejemplo, publicaron artículos sobre drogas psicodélicas para explicar cómo reacciona nuestro cerebro cuando soñamos; tomaron el tema de los zombis como excusa para hablar de virus y epidemiología; y se metieron un poco con el Mundial para hablar de álgebra y combinatoria. “La idea es dar la promesa de que se trata de algo pasatista, que no requiere tanto esfuerzo epistemológico, y de golpe aparecen conceptos y estás aprendiendo algo nuevo”, agrega Pablo. La intención de fondo no es enseñar, sino contagiar la mecánica del pensamiento científico: primero la duda, después la pregunta, luego la investigación y, al final, la evidencia y la verdad. “Abrazar esa forma de ver el mundo nos

permite entender cómo funcionan las cosas y tomar mejores decisiones sobre nuestras vidas”, sostiene Pablo, y aclara que con algunas cosas no concilian: la religión, la magia y las terapias alternativas: “En eso somos fundamentalistas”. En casi dos años, El Gato ha crecido tanto que ya no cabe en sólo seis manos. Ha cosechado miles de visitas en la web, más de 54 mil seguidores en Facebook y de 15 mil en Twitter. Sus creadores andan con ganas de hacer “algo” audiovisual. “No nos molesta decirlo: somos unos mercenarios”, reconoce Pablo. “Podemos hacer cualquier cosa con tal de comunicar ciencia. Lo importante es entender a la construcción colectiva del conocimiento como un acto poderosamente transformador y a la comunicación pública de la ciencia como un gesto político. Cómo se haga es otro tema.”


LOSCANDIDATOS

“creo en la política en tanto ficción” sagrado_sebakis #Lúdico&Experimental #PoesíaEstéreo #Sucede

g

Luciano_Vecchio.jpg

ordo. Así se titula una de las tantas creaciones literarias de Sagrado Sebakis, una metanovela con tintes experimentales que explora el mundo de las redes sociales desde la perspectiva de un joven que pesa 170 kilos. Gordo es también el nombre de la productora de desarrollo de contenidos que lleva adelante con su socio Camilo Sce, creada con el fin de consumar proyectos artísticos que articulen con lo educativo y ayuden en la promoción del arte como un medio para el aprendizaje y el progreso de cada persona. Además, gordo es el protagonista de Hashtag, la novela que Sebakis publicó a continuación de Gordo, un delirio posmoderno y futurista en el que el Pity Álvarez y Pablo Lezcano son subversivos que, envalentonados por el levantamiento del desaparecido revolucionario Indio Solari, lideran la resistencia rolinga contra la dictadura digital de los mecha floggers y su indiscutido líder, Daniel Scioli. Pero... ¿quién es Sagrado Sebakis? Él se define “productor, actor y director en proyectos artísticos cuya base por lo general es el trabajo en vivo, de forma analógica y con posibilidad de creación de lazos para ampliar hacia distintas puntas; una forma de arte fortalecido por lo colectivo y experimental”. Cualidades extra del candidato en cuestión: gestor cultural, escritor inquieto y experimental, figura del teatro underground y amante del animé. A pesar de contar con una extensa bibliografía, Sebakis es bien conocido por ser uno de los impulsores de esa especie de torneo lúdico de poesía oral de origen norteamericano conocido como slam, que usa la competencia como excusa para el encuentro entre distintas voces y oralidades. “El Slam!


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Argentino de Poesía se juega hace cinco años regularmente en Buenos Aires y hace dos o tres años en al menos la mitad de las provincias de la Argentina. Cada lugar cuenta con su propio estilo de reglas y espectáculo, y con diferentes organizadores. Lo interesante es que donde aparece un slam también aparece cantidad de artistas de oralidad, poetas, cuenta cuentos, piropeadores, locos, vendedores ambulantes, actores, bailarines que recitan y locutores. La excusa de la competencia mensual y las competencias más grandes, como los mundiales en Brasil y Francia, sirven para jugarse la vida en cada poema a recitar y mejorar la literatura propia todo el tiempo, pero en una forma de avance grupal”, añade Sebakis. Por otro lado, su nombre también está ligado a Poesía Estéreo, la dupla de investigación de nuevas literaturas orales que conformaron con Diego Arbit en 2010 y que continúa en movimiento. “Con Diego escribimos, traducimos, copiamos, mashapeamos, rompemos tanto textos nuestros como de otros para pasarlos por el cuerpo de Poesía Estéreo en forma de recitales.” Sebakis es un agitador cultural con un espíritu inquieto y por demás creativo. Sucede es el nombre de otro de sus proyectos, en el que mezcla el teatro con lo audiovisual, la poesía y la improvisación. Además, en 2015 le sumó a todo lo anterior un programa de televisión llamado, también, Sucede. —¿CÓMO DEFINIRÍAS “SUCEDE”?

—El Sucede se define a sí mismo como un mash-up de artes ultra contemporáneas. Es un animal artístico compuesto por un número que oscila entre treinta y cuarenta multiartistas que construyen rituales que jamás se repiten. Si viviste la experiencia, bien; si no la viviste, pues nos veremos en la siguiente. En 2015 nos invitaron a hacer una función dentro de la Bienal de Arte Joven, la titulamos “Nunca me faltes”. En este mash-up, la gente recorría toda la Ciudad Cultural Konex y tenía momentos de 1 on 1 con distintos actores que rompían con ellos como pareja, y otros actores con los que hacían distintos tipos de terapia: lacaniana, gestáltica, de grito, de violencia. De modo que en una hora y media te dejaban quince personas y hacías cuatro tipos de terapias diferentes para procesar lo que ibas viviendo. Además, estamos haciendo un programa de televisión llamado Sucede en el canal Un3tv, de la Universidad Tres de Febrero, del que estamos súper orgullosos. Tenemos la suerte de estar siendo dirigidos por Emiliano Romero y Tomás Larrinaga, y tanto la realización como la producción completa descansan en manos de Luzila Bucari. Y tenemos un elenco de puta madre, así que podemos decir orgullosos que hay equipo. —ESCRIBÍS POESÍA, NOVELA, CUENTOS. ¿CON QUÉ GÉ-

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—¿EXISTE CIERTA BÚSQUEDA DE TRANSGRESIÓN O AL MENOS UN INTENTO DE INCOMODAR A QUIEN SE ACERQUE A TUS OBRAS?

—Yo no quiero incomodar a nadie. Mi intención es narrar una historia, no puedo prever cómo se va a sentir cada lector. Cada uno de nosotros se construye con otro balance de los eventos de su vida y reacciona ante el arte de forma única. Sólo puedo contar una historia y eso es lo más lindo e importante. —¿TE INTERESA LA POLÍTICA?

—Creo en la política en tanto ficción del espectáculo, reguladora de lo real. —¿PARA QUÉ PUESTO TE IMAGINÁS CANDIDATEÁNDOTE?

NERO TE SENTÍS MÁS IDENTIFICADO?

—Para subsecretario de Desayuno Americano y Pernocte.

—Por suerte con todos me llevo bien. Cada estilo necesita su tiempo y tratamiento, así que jamás me aburro de ninguno.

MAMENTE Y QUE TODO EL MUNDO DEBERÍA CONOCER?

—DE TU OBRA ESCRITA, ¿CUÁL ES TU LIBRO FAVORITO Y POR QUÉ?

—Careta. Está por salir y es enorme e incómodo. No lo podés llevar a ningún lado, no es un libro que te simplifica la vida, es otra cosa.

—¿ALGO INTERESANTE QUE HAYAS DESCUBIERTO ÚLTI-

—Vi Naruto completo y lo recomiendo totalmente, pero sólo si lo ven con la guía, porque tiene un 45 por ciento de capítulos de relleno. —¿ALGO MÁS QUE QUIERAS AGREGAR?

—¡Cuidado! ¡No hay donde ir!


ALMANAQUE

qué culpa tiene Aylan Kurdi refugiados_sirios

#ElPoderDeUnaFoto #MigrantesDeNadie #DañosColaterales

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a mujer le acomoda los rizos a la beba de no más de dos años que duerme sobre la vereda. Vela su sueño. A ella se la ve cansada. Parece tener más años de los que arrastra. Se arrodilla al lado de su tesoro; quizá sea el único que le queda. Son sirias. La nena duerme en paz en medio del bochinche de la calle Istiklal, la arteria central en Estambul, la capital turca. Cae la medianoche y la marcha no se detiene en esa calle, que

cada tanto es partida en dos por la llegada de un tranvía, pequeño y atestado. La mujer y la niña son presencias invisibles para la multitud que corre, camina, grita y compra en la calle Istiklal. Una multitud diversa, activa, vertiginosa y multicultural, casi tanto como la misma Europa que estuvo tratando de bloquear sus fronteras a quienes intentan huir del horror de Siria, un horror atizado por las potencias del mundo y que, como todo horror, tiene sus “daños colaterales”. La mujer y la niña no son las únicas presencias invisibles en la calle Istiklal, se cuentan por decenas. Pero el drama de los refugiados sirios en Turquía se volvió una presencia visible el 2 de septiembre pasado, cuando la foto de un niño de tres años muerto en una playa recordó a esos miles que vagan por la cosmopolita Estambul. Sin quererlo, Turquía se volvió un tapón entre una Siria devastada por el Estado Islámico y por los bombardeos de las potencias occidentales, y la Europa a la que el gobierno turco quiere pertenecer. Según las autoridades turcas, hay alrededor de cuatro millones de sirios que escapan. La mitad está en Turquía. “Si Europa no nos ayuda, nosotros vamos a tener que dejarlos pasar”, dice con tono de advertencia un vocero del gobierno de Recep Tayyip Erdogan, cuyo partido de corte islamista y conservador logró hacerse con la mayoría para formar gobierno. La victoria electoral vino después de que un atentado matara a


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por lo menos 95 activistas opositores en la capital Ankara y que el gobierno turco impusiera una censura de prensa a la hora de informar sobre el ataque por el cual se responsabilizó —por lo bajo— al Isis, que en agosto le había declarado la guerra al Estado turco. De acuerdo con información suministrada por el Ejecutivo turco, menos de la mitad de los refugiados que están en su territorio se encuentra en campos para refugiados. Es decir, menos de la mitad cuenta con una vivienda y una tarjeta para hacer las compras en un mercado. “Otros prefieren estar libres”, también comenta el vocero. Los números de la Autoridad para la Gestión de Desastres y Emergencias indican que alrededor de 600 mil personas viven en los campos de refugiados. El resto se acomoda sobre el asfalto en las grandes ciudades. Las cifras las proveen las autoridades turcas, ya que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) está en el terreno pero no se le permite llevar esos registros. Aún así la oficina humanitaria se suma al reclamo de las autoridades turcas y pide al mundo occidental que coopere. Al fin y al cabo, Turquía parece estar condenada a hacer el trabajo sucio al que las potencias la empujan: recibir a quienes escapan de un horror del que Occidente no es ajeno e impedir que la tragedia toque las costas de la noble Europa. FRACASO

Aylan Kurdi, de tres años, y su hermano mayor, de cinco, subieron a un bote que podía sacarlos de la desesperación en la que vivían. Era una embarcación para cuatro personas pero los acompañaban otras once. El bote se dio vuelta. A Abdullah Kurdi se le escurrieron sus dos hijos de las manos. La mujer también murió. Él fue el único sobreviviente de una tragedia familiar que es una tragedia social. Sin embargo, la imagen sin vida de Aylan, con su remera roja empapada y sus vaqueros, sobrevivirá a varias generaciones de europeos a las que la foto golpeó en la cara como sólo golpea la vergüenza.

La mayoría de los diarios del mundo discutieron qué hacer con esa foto que recorría las redacciones. En Europa, los diarios justificaron en sus ediciones impresas por qué decidieron usarla. Había dos fotos. Una, la de Aylan, solo, tendido en la inmensidad de la playa de Bodrum, en Turquía. Otra, la de un rescatista que cargaba el cuerpo liviano del niño sin vida. “Hasta ayer las fotos que se publicaban eran dramáticas”, escribió El País de España. “Ahora, el cuerpo sin vida de la criatura sobre la arena de la playa —que este diario ha decidido no publicar por su extrema crudeza— ha recordado que hemos llegado a un límite”, se pudo leer en el diario fundado en la transición española. Su principal competidor en el mercado de medios españoles, El Mundo, grabó la discusión editorial a la hora de decidir si publicar la imagen que se viralizaba por las redes sociales. “No estamos para dosificar la realidad, no estamos para subrayar lo más trágico de la realidad y caer en sensacionalismo, pero estamos para contar lo que ocurre y lo que ocurre es eso”, sostuvo el subdirector de El Mundo, Javier Gómez. En Inglaterra, el diario The Independent —de corte liberal— dedicó toda su portada a la foto de Aylan tendido en la playa. “The Independent ha tomado la decisión de publicar estas imágenes porque, entre las palabras a menudo simplistas acerca de la ‘crisis migratoria actual’, es muy fácil olvidar la realidad de la situación desesperada que enfrentan muchos refugiados”, explicaron en sus páginas. En la Argentina, el debate sobre la fotografía se dio mayormente en las redes sociales. Sin embargo, algunos columnistas se vieron en la obligación de explicar por qué se optaba por apelar a la imagen cuando las palabras habían enmudecido o, al menos, habían fallado al explicar el drama que, día a día, se apoderaba de la vida de cientos de miles. “Esta foto no es buscada. Golpeó la puerta de los medios. Nos obligó a tenerla en cuenta”, explicó Miguel Wiñazki en Clarín.

El columnista Marcelo García también analizó la imagen en el Buenos Aires Herald. “Las reacciones emotivas no son buenas consejeras a la hora de diseñar políticas. La historia mundial está llena de esos ejemplos. Pero la foto de Aylan muestra que aun en un mundo globalizado —inundado de información— todavía una toma puede hacer que se detenga la rueda informativa por un momento y que nos enfoquemos en lo que realmente importa. Una periodista estuvo allí para hacerlo.” García se refería a Nilüfer Demir, la reportera gráfica que había estado en Bodrum para toparse con el cuerpo sin vida de Aylan. “Cuando lo vi, se me heló la sangre. No podía hacer nada por él. Lo único que podía hacer es que su grito fuera escuchado en el mundo”, dijo la periodista a la prensa. Su foto generó indignación. Pero la convulsión se vivió al interior de los medios. ¿Habían sido los periodistas como los transeúntes de la calle Istiklal? ¿Habían caminado más preocupados en busca de otros rumbos sin prestar atención a la desesperación de Aylan y de los suyos? ¿Cuántos otros Aylan había en el mundo sin ser fotografiados? FOTOGRAFÍAS

Para muchos, una fotografía opera como un talismán: guarda secretos, dispara emociones. Para John Berger, la fotografía nos recuerda algo que hemos olvidado. La de Aylan, quizá, nos recordó la indiferencia ante cada una de las bombas que destrozan Siria o de los naufragios antes de tocar la costa europea. “La excitación que produce la fotografía deriva de una carga de memoria”, sostiene el novelista y crítico de arte inglés. Es cierto que quizá nunca hayamos estado en Bodrum. Ni nunca hayamos visto a un refugiado muerto. Ni hayamos perdido un hijo ni hayamos sentido ese momento en el que una pequeña manito se escapa irremediablemente para perderla entre la fiereza de las aguas. Pero esa foto —la que disparó Nilufer Demir— condensa to-


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dos los temores que habitan en algún rincón de nuestro inconsciente. Como recuerda Susan Sontag, la historia de la fotografía puede resumirse en la pugna entre dos imperativos: el embellecimiento y la veracidad. Cada foto, cada disparo de una cámara, nos pone frente a un heroísmo particular. Nadie retrata la misma imagen, como nadie escribe la misma crónica ni nadie pinta el mismo cuadro. Más allá del poder del que generalmente se pretende investir a la fotografía, ésta no puede retratar la verdad, sostiene Sontag. Las fotografías no explican, reconocen, no condensan todos los sentidos. Sin embargo, autores como Lynn Hunt sostienen que las fotografías tienen una capacidad mucho más poderosa que la de explicar. Esa capacidad es la de hacer sentir, la de crear empatía, la

de hacernos estar allí viendo a Aylan en esa playa turca. En su libro La invención de los derechos humanos, la historiadora sostiene que, por ejemplo, las fotografías tomadas por los aliados al liberar los campos de concentración nazi sirvieron para hacer conocer en el mundo las atrocidades sucedidas allí y empezar a generar la idea de la no repetición, lo que por estas pampas se conoce como el Nunca Más. Esa empatía —que para Hunt es el motor del cambio— fue lo que empujó hacia la Declaración Universal de los Derechos Humanos, una plataforma de acuerdo entre las naciones que muchas veces termina siendo un papel mojado. Para Hunt, el concepto de derechos humanos se fue ampliando a medida que los derechos —o su ausencia— se volvieron evidentes. ¿Podría algo

ser más evidente que una foto? Las fotos no explican, dice Sontag, pero reconocen. LOS NO-REFUGIADOS

Las Naciones Unidas crearon el Acnur en 1950, cinco años después de la fundación de la organización y dos tras la sanción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Entre sus principales funciones, debe velar por conseguir asilo para quienes huyen de sus tierras. La agencia humanitaria debe también hacer cumplir el non-refoulement, un principio básico del derecho humanitario que significa que nadie puede ser devuelto a un lugar donde su vida esté en riesgo. Entre otras cosas, para no morir, se requiere recibir el estatus de refugiado. Pero, en Turquía, los dos millones de sirios que cruzaron la frontera no lo tienen. ¿Por qué no? La Autoridad para la Gestión de Desastres y Emergencias explica que no es posible darles el estatus de refugiado a esos dos millones por una sencilla razón: habría que darles el permiso para trabajar allí. En Turquía, los funcionarios no creen que


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la economía pujante pueda absorber a la masa de expatriados sirios. Tampoco se animan a predecir que los sirios podrán acomodarse en las escuelas turcas. Esperan que un milagro europeo se acuerde de ese país que está dispuesto a mucho por ser parte del continente, de ese país que sueña que para su centenario como nación —para cuya conformación atravesó un genocidio que se niega a reconocer— lo encuentre como la décima economía del mundo. Esperan que para 2023 el drama de los sirios sea sólo un mal recuerdo. Las autoridades turcas se vanaglorian por su política de fronteras abiertas, que adoptaron en marzo de 2011, cuando huir de Siria era un mandamiento para quienes querían seguir con vida. Si bien Ankara no le permite al Acnur registrar a quienes ingresan a su territorio, las autoridades sostienen que —de acuerdo a las estimaciones de las Naciones Unidas— son el país con mayor cantidad de “refugiados” en el mundo. De acuerdo con la Dirección General de Prensa e Información (DGPI, por

su sigla en inglés), quienes ingresan al territorio son registrados por sus datos biométricos. A estas personas se les entrega una tarjeta que no es equiparable con el documento de identidad turco. “No tienen los mismos derechos que un ciudadano turco”, se apuran en explicar en la DGPI, cuya sede recuerda más a las dependencias de la Europa del Este de los tiempos de la Guerra Fría que lo que las autoridades turcas quisieran Según fuentes oficiales, son 25 los centros temporarios en los que hasta fines de agosto estaban alojados 260.536 refugiados. Fuera de esos centros temporarios, vagan 1.700.000 personas. Turquía no lo dice muy alto para no molestar a quienes sueña con tener como socios, pero Europa le da la espalda al Estado que opera como un tapón que frena el éxodo de sirios. De

los 420 millones de dólares que recibe, el 35 por ciento viene del Acnur y el 31 del Programa Mundial de Alimentos. Otro diez por ciento proviene del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y sólo un trece por ciento de otros países. A diferencia de las imágenes que conmueven —como la de Aylan tendido en la playa—, sólo los fríos números pueden funcionar como indicadores de cuánto le importa a Europa la tragedia siria, esa brasa que ayudan a diario a encender. Las fotos pueden no servir para explicar. Los números, quizá, sí. Pero la foto de Aylan servirá para hacer arder la memoria.

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RASTROS

jugar con la esperanza bingo_la_noria #SaltóLaBanca #JuegosBonaerenses #TragamonedasYVidas

“Y como no hay proyecto, o mientras no lo haya, la única respuesta es bien conocida: el lucro dirá qué hacer.” Alain Badiou

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abel tiene 52 años. Es ama de casa. Vende productos de una revista de cosméticos y vive en Ingeniero Budge. Se fuma dos atados de cigarrillos por día y siempre tiene olor a cenicero mezclado con perfume floral. Por las tardes dice que va a comprar y en realidad se escapa al bingo. Cuando se le pasa la hora, su familia se preocupa, aunque ya saben dónde está. Tres veces por semana se toma un colectivo hasta Camino Negro y, desde ahí, otro al Bingo de Lomas. Una vez ganó siete mil pesos de un sacudón e invitó a sus amigas a comer afuera. Cuando se “zarpa” trata de aflojar y deja de ir por un tiempo. Su marido siempre trató de relativizar su problema y de creerse ingenuamente sus inventos. Ella le sigue el juego. Un día vio una marquesina y se enteró que abrirían un bingo en Puente La Noria, a catorce cuadras de su casa. Esa misma tarde le dijo a su marido que, cuando abriera, lo iba a invitar a comer para que viera que es divertido, que no pasa nada. Ahora, cada vez que se va a tomar el colectivo a la terminal para ir a ver a sus clientas, camina los cien metros entre la parada y la entrada del bingo. Como un ritual, le pregunta al policía que custodia la entrada: “¿Ya se sabe cuándo va a abrir?”. Y hasta ahora la respuesta siempre es la misma: “Todavía no”.


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Veintiséis de noviembre de 2014. Última sesión ordinaria del Concejo Deliberante de Lomas de Zamora. El calor era sofocante en el recinto y el debate llevaba horas. La sesión volvía a reanudarse luego de un nuevo cuarto intermedio. Casi era de noche y ya se habían aprobado, entre otros temas, el Presupuesto 2015 y el llamado a licitación para la renovación del contrato del servicio de recolección de basura. Ambos expedientes habían despertado discusiones y fisuras en los bloques del oficialismo y la oposición. La plata que había en juego era mucha. Entonces llegó el turno del expediente 1178-W-14: un proyecto de ordenanza para incluir modificaciones en el plan de obra original de la Terminal de Puente La Noria. La iniciativa había sido aprobada en 2005, cuando se le dio el aval al empresario Néstor Otero —dueño de TEBA SA, procesado y enviado a juicio oral por presunto pago de dádivas al exsecretario de Transporte Ricardo Jaime— para avanzar en la construcción y la explotación de una terminal adonde se levantaría un complejo comercial, dos estaciones de servicio, un hipermercado, un centro de trasbordo de larga y media distancia, y un Banco Provincia. En principio, el proyecto tenía un plazo de obra de treinta meses, pero por diversas razones se prorrogó a pesar de incumplir con las condiciones previstas. Nueve años más

tarde, Otero buscaba “emprolijar” el expediente y sumarle otros “emprendimientos”. No decía cuáles. En el HCD, ningún concejal podía asegurar con certeza de qué hablaba la letra chica del texto que iban a votar; pero un rumor cobraba fuerza: allí se iba a instalar un bingo. La maniobra era poco clara. El proyecto de ordenanza que se estaba por tratar, en su artículo 1, decía que aceptaba “las modificaciones al proyecto aprobado por las Ordenanzas N°11086/5 y 11133/5”. No agregaba más información. Sólo contenía cinco artículos más, “de forma”. El concejal del Frente Renovador Ramiro Trezza Silva fue el primero en pedir la palabra. “Adelanto mi voto negativo”, soltó y se recostó sobre su banca. Lo mismo hizo su exsocio político, Gabriel Mercuri. El interbloque UCR-GEN acompañó esa postura. Hasta ahí nada raro. Pero, de repente, el Frente para la Victoria empezó a mostrar sus grietas internas. Los tres integrantes del Movimiento Evita y los dos de Proyecto Nacional anunciaron que también iban a votar en contra. La tropa del intendente Martín Insaurralde quedaba sola. Para el radical Marcelo Pellegrini la explicación era simple: “Nadie quiere pagar el costo de decir ‘estoy a favor del juego’”. Y si bien hasta ese momento no había nada claro, ante la duda cualquier sector que pudiera verse involucrado en esta trama se hacía a un lado.


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La discusión no duró mucho. Apenas se extendió unos pocos minutos. Casi nadie habló. Sólo la UCR. Y, ante el silencio en el recinto, el oficialismo hizo valer su mayoría. Con apoyos inesperados —de La Cámpora, Kolina y sectores del duhaldismo—, aprobó el proyecto de ordenanza por catorce votos a favor y nueve en contra. La localización del bingo parecía un hecho. Sin embargo, aún faltaba algo más: la firma de autorización del gobierno bonaerense. Hasta ese día, la obra de Otero avanzaba en silencio en Puente La Noria. Poco importaba si tenía permiso para hacerlo. Los obreros montaban la estructura detrás de un cerco de chapas y una lona verde. La edificación era un rectángulo

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de cemento, sin ventilación ni ventanas, sólo con un par de escaleras laterales de emergencia y una puerta doble en el frente. Los movimientos eran custodiados por tres efectivos de la Policía Bonaerense. A la vista de todos, el empresario y sus socios de la firma Codere —dueña de unas catorce salas de bingo en el territorio de la provincia— se movían con una impunidad increíble. “El Estado es permisivo y connivente con el poder que gerencia las salas de juego”, asegura Walter Martello, exdiputado provincial de la Coalición Cívica y autor del libro No va más. Las leyes y las concesiones de las administraciones locales, provinciales y nacionales favorecen la expansión de este esquema de negocios que, se estima, moviliza alrededor


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de 105 mil millones de pesos al año y se ha transformado en un modelo rentístico fenomenal. En toda la provincia de Buenos Aires existen 46 salas explotadas por diez empresas en 32 municipios. La mayoría, en el Conurbano. Allí está el negocio. Sólo en tragamonedas, los bingos bonaerenses mueven 4715 millones de pesos al año. Las cinco salas que más dinero recaudan no están en el Hipódromo de Palermo ni Puerto Madero, sino en Berazategui, San Martín, Lomas del Mirador, San Justo y Avellaneda. El bingo de La Noria viene a reforzar ese esquema. Su desembarco en la zona persigue esa lógica: en Lomas de Zamora, Codere tiene dos salas, una en pleno centro de la ciudad, a dos cuadras de la estación de trenes, y otra en Temperley, en el primer piso del complejo comercial del supermercado Coto. Esa sala está en las últimas. Es pequeña y luce abandonada. Ofrece sólo 105 máquinas y un pozo de 2200 pesos. La clientela se reduce a jubiladas que se escabullen de sus casas para ir a jugar y probar suerte. Por eso sus dueños, peso pesados del mercado, buscan redoblar la apuesta y trasladar el bingo de Temperley a La Noria, a un lugar mucho más transitado y mucho más grande. El predio donde está instalado este megaemprendimiento tiene 9100 metros cuadrados. En Buenos Aires, pocos bingos tienen un despliegue de estas dimensiones. Según se calcula, la nueva sala podría llegar a tener una capacidad para más de 700 máquinas. En febrero pasado la empresa de ingeniería MadEX se encargó exclusivamente de la instalación de los slots y del acondicionamiento de los salones donde funcionarían los juegos de paño y de cartón. La apuesta de Codere es fuerte. Si no, no se entiende cómo la empresa es capaz de arriesgarse a construir un edificio sin saber exactamente cuándo podría abrir sus puertas. Al cierre de esta edición, la resolución de la provincia para autorizar el traslado todavía es una incógnita. “Fijate —resalta Marcelo Pellegrini—, los tipos se dan el lujo de armar todo eso sin tener la autorización. Es la impunidad que tienen. Esto lo inventó Otero y Daniel Mautone (presidente de la Cámara Argentina de Salas de Casinos y Bingos) con (el exintendente de Lomas) Jorge Rossi. Porque esto no es nuevo, no empezó en la intendencia de Martín Insaurralde”. La elección del lugar no fue azarosa. Por día, en Puente La Noria pasan 500 mil personas, 35 líneas de colectivo y alrededor de cien mil vehículos que van y vienen de Capital Federal. La zona, sin dudas, es una de las más transitadas de Lomas de Zamora y, por si eso fuera poca cosa, a sus alrededores se levantan los barrios de Villa Fiorito, Budge, Villa Lamadrid y Villa Centenario, donde viven poco más de 300 mil personas, según datos de la Municipalidad. En ese paisaje de casitas apiladas y calles gastadas, La Noria encierra una paradoja: es a la vez la zona más rica y más pobre del partido. En eso mucho tiene que ver La Salada. La feria ilegal más grande de Latinoamérica mueve, sólo en efectivo, 150 millones de pesos por día; es decir, 1300 millones de pesos al mes (y abre sólo lunes, miércoles y domingo)

en sus 30 mil bocas de expendio, distribuidas en las veinte hectáreas de Urkupiña, Punta Mogotes y Ocean. Cada semana, la Ribera recibe 400 micros del Interior repletos de compradores, 6000 autos particulares, 250 combis e incontables visitantes que llegan en transporte público. Los tiempos muertos, entre que unos terminan de comprar y otros esperan que el ómnibus vuelva a salir, se matan en bares o en puestos de comida callejera. El negocio de La Noria apunta a captar a esos clientes. “Por ejemplo, la gente viene del norte, de cualquier lado. Viene con plata, para en La Salada, compra y al final del día dice ‘¿cuánto nos sobró?’, ‘500 pesos’, ‘bueno, vamos al bingo’”, grafica el concejal del GEN, Luis Figuerón. El diputado provincial de Progresistas Marcelo Díaz coincide, y afirma que “es una estrategia recaudadora”, tanto de Codere como del municipio, “para sacarle el dinero a los más pobres”. “En el barrio no hay nada, es cierto. Y tener un lugar para salir o pasar un rato puede estar bueno. Pero, ¿y las consecuencias? ¿Quién las paga? Acá ya tenemos mesas de juego clandestino, donde la gente va y se gasta el pago semanal, la pensión o la jubilación. Ahora con un bingo, ¿qué esperan?”, se pregunta Marisa, referente barrial que hace diez años trabaja con chicos, adolescentes y adultos en prevención de adicciones en Villa Lamadrid. La estrategia de los bingos para captar clientes se escuda en la inocencia del entretenimiento. Si no son espectáculos gratuitos, es comida a un precio barato o sorteos de autos cero kilómetro. Las luces de neón y los ruiditos de los slots tienen algo que hipnotiza y llama la atención. “Hay algo en la pantalla, en los colores, en los dibujitos de los juegos que atrapa y es lo mismo que pueden producir la tele o la PlayStation”, explica Débora Blanca, directora de Entrelazar, un equipo interdisciplinario de investigación y tratamiento de las adicciones al juego. En los sectores más vulnerables la ludopatía tiene su anclaje en la esperanza. “Los apostadores encuentran en el juego un lugar en el que ganar implica la posibilidad de dar un salto. Es un ideal: ganar para cambiar. La promesa de un futuro mejor”, completa la especialista y da cuenta de que el ambiente en las salas es propicio para la adicción: el clima es templado, hay calefacción en invierno, aire acondicionado en verano, los baños están limpios, no hay ventanas ni luz natural. En el bingo las horas no pasan. Todo está pensado en pos del negocio. “La ludopatía está absolutamente ligada a los rituales. Es como si el apostador fuera a una iglesia: el azar es Dios. Hay rezos individuales y colectivos.” Juegan mucho las cábalas. “También hay distinción entre los juegos, como entre el que consume drogas: una cosa es el que fuma marihuana, otra el que toma crack o cocaína. En el juego pasa lo mismo. Las máquinas son las más adictivas por el efecto que producen. El periodo entre la apuesta y el resultado es más corto, y ése es el momento en que el jugador encuentra cierto grado de


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‘bienestar’. Así se arma el circuito que se repite una y otra vez”, explica la licenciada. Las maquinitas son el juego más barato y cortoplacista, y las empresas lo saben. Y así la cuenta recae sobre víctimas anónimas: un número creciente de ludópatas condenados a la ruina. El Estado justifica la proliferación de bingos y casinos bajo el eslogan de “la plata que vuelve en obras”. En 2015, el Instituto Provincial de Loterías y Casinos de Buenos Aires (Iplyc) repartió, según datos oficiales, cinco mil millones de pesos para distintas áreas entre lo recaudado en las salas y en las agencias oficiales. Pero el aporte que realiza es ínfimo.

En la provincia, de cada cien pesos que se juegan en los slots, sólo cinco van a parar al Estado. Sucede que en el actual esquema, el gobierno prácticamente es un “socio bobo”. La Ley 13.063 dispone que al menos el 85 por ciento de la recaudación total de las tragamonedas debe destinarse al pago de premios a los clientes. Del porcentaje restante (el 15 por ciento de las utilidades brutas), el 66 va para la sala y el 34 para la provincia. En el caso del bingo tradicional, cada vez menos popular, la ley 11.018 dispone que el 58 por ciento de cada cartón vuelva al apostador, en concepto de premios, y el 21 vaya al operador (el Estado). El resto se divide: un seis por ciento al Fondo Provincial de Educación, un cinco a los municipios

La ordenanza para modificar el plan de obra de la Terminal de #PuenteLaNoria y el proyecto de resolución de concejales de la oposición.


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sin salas, un cuatro a municipios con salas, un tres al Iplyc, un dos a Desarrollo Social y el uno restante a la Policía Bonaerense. En concepto de la Ley de Bingos, Lomas recibió en 2014 sólo 1.761.000 de pesos, es decir casi ocho veces menos que lo que recauda el municipio por la Tasa de Publicidad (13.700.000). Para 2016, la proyección es más elevada: 2.182.000 de pesos. Así y todo se trata de un aporte mínimo a las arcas comparado con los 200 millones que obtiene por la Tasa de Servicios Generales. “Los fondos que recibe el municipio son nada comparados a las ganancias que tiene el juego. Si vos decís ‘permito el juego porque la plata vuelve a la gente’ está bien, pero eso

es el chamuyo oficial, porque la plata del juego a final de cuentas va a los empresarios del juego, a los tipos que se enriquecen”, apunta el concejal Figuerón. Si bien los balances de Codere hoy son una incógnita, habrá que ver si el próximo año sus cuentas cierran con números equilibrados. El parate de la sala de La Noria y un cóctel de situaciones que fuerzan a la empresa a coquetear con los números rojos complicaron aún más la crisis de liquidez del grupo económico, que en 2014 entró en preconcurso de acreedores. En la Argentina, hace años que sus empleados conviven con reiterados anuncios de venta y amenazas de recortes de personal. A pesar de eso, la compañía es una de las que más factura en el mercado del juego local. “Un dato alcanza para ilustrar su nivel de rentabilidad: el 40,25 por ciento de sus ganancias mundiales proviene de la Argentina. O mejor dicho, de Buenos Aires”, aseguran los periodistas Federico Poore y Ramón Indart en el libro El poder del juego. Pese a eso, a la empresa no le gusta perder terreno. La noticia de que no saldría la autorización del exgobernador Daniel Scioli para poner en funcionamiento la nueva sala antes del 10 de diciembre no cayó nada bien en su consejo directivo. La maniobra fue desarticulada, tras una serie de medidas de presión de distintos espacios políticos y sociales. Primero fue el Obispado de Lomas, que el 25 de noviembre emitió un duro comunicado: “Queremos levantar nuestra voz, sabiendo que expresamos el sentir de muchos, para oponernos enérgicamente al funcionamiento del bingo de La Noria. Todos sabemos las consecuencias terribles de la adicción al juego. Permitirla y favorecerla es criminal, un crimen contra los más pobres, ya que si hay un lugar donde circulan miles es en esa zona de nuestra periferia. No olvidemos que el juego desune y destruye familias, quiebra la autoestima de las personas, enferma y esclaviza”, reza el documento difundido por las autoridades de la iglesia. Por si eso fuera poco, una semana después la Cámara de Diputados bonaerense también fue contra el bingo: el cuerpo aprobó por unanimidad un pedido de informe dirigido al Iplyc para conocer el estado de situación de los trámites de relocalización. El proyecto fue presentado por el diputado del Frente para la Victoria Fernando “Chino” Navarro, quien justificó su decisión ante los rumores de una inminente apertura. En realidad quiso evitar que se negocie la firma por lo bajo antes de que el sciolismo abandonara el poder. “No sería ilegal que firmaran el traslado, sería inmoral que lo hicieran. No se puede hacer cualquier cosa con la salud, ni con la moral ni con el bienestar de nuestro pueblo”, justificó Navarro. Según él, el ex jefe de Gabinete bonaerense Alberto Pérez le confirmó que no había firmado el permiso. Ante la posibilidad de que abriera sus puertas “en el marco de la ilegalidad”, el diputado del Movimiento Evita amenazó con denunciar a Codere ante la Justicia si pretendía hacerlo. Hasta ahora no hubo noticias.


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ANECDOTARIO

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BATALLÓN DE CENTAUROS

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iego eligió que su cuerpo fuera incinerado y ése no es un dato menor: para una llama ardiente, el deseo final es, de seguro, apagarse con otra. Físicamente, Cortés nos dejó un 4 de agosto de 2015, en pleno transcurso del vigésimo aniversario de Llanto de Mudo, editorial de la que fue fundador y espíritu. Su pasión por la historieta lo llevó a fundar, allá por 1995, junto a Pablo Peisino y Federico Rubenacker, la editorial que se convertiría en uno de los referentes más importantes del mundo de la viñeta nacional. Guionista excelso, sus trabajos con múltiples ilustradores tienen una calidad parejísima, un uso del silencio y del narrar sin texto que debería estudiar cualquier aspirante a escritor, no sólo de cómics sino de literatura a secas. Es difícil hablar sobre Diego. Mi cercanía, mi amistad, que empezó como una colaboración cuando acepté su invitación para dirigir la colección de poesía de Llanto, me tapaba la magnitud del trabajo de Cortés. Sabía, entendía que era un tipo superlativo, alguien que se elevaba por sobre la medianía en la que otros remamos; que tenía asimismo la tan mentada humildad de esa grandeza y una entrega al trabajo que podría adjetivar como oriental. Pero así como no se ve el cielo desde un pozo, ser su amigo no me dejaba ver su figura en pleno. En su velorio, multitudinario, doloroso, increíble, tomé conciencia del alcance del trabajo de Diego cuando recibimos, familiares y amigos, el pésame del Ministerio de Cultura de la Nación. Nosotros que pensábamos que el hueco que dejaba era un hoyo en medio de una ciudad

nos dimos cuenta de que la falta la sentía, al fin y al cabo, todo el país. Cada viernes, casi religiosamente, luego de la transmisión de Feel The Oink, el programa radial que había nacido como parte de los festejos de los veinte años de la editorial, comíamos un asado en casa de Diego, hecho por él, y al que alternativamente invitábamos a escritores, periodistas y músicos, a compartir otra de las pasiones de Diego, la conversación, la risa, la camaradería. Era asombroso escuchar cómo podía saltar del comentario preciso y jugoso de la obra de James Ellroy o una visión igual de certera de la poesía norteamericana post beat a la formación de Boca del ‘89, pasando por un dato que tiraba sobre su amado Alan Moore y la pelea de Alí contra Foreman en el Zaire. Como si íntimamente supiera que la debilidad de su corazón lo ponía en la línea de fuego sin miramientos, absorbió todo lo que pasaba por delante, atando los cabos entre la poesía, la narrativa, el cómic, el eximio arte de la conversación y el placer de divertirse con amigos, a los que nos regaló un paseo en sus hombros de gigante. Llanto sigue sin él, abocado ahora sólo a la historieta, en un impulso por resguardar ese legado gigantesco que, como editor, Diego llevó adelante en esos veinte años, con la fuerza de un batallón de centauros. El legado es gigantesco; la obra que dejó, imperdible; el vacío en la cultura y en la vida literaria de Córdoba, imposible de llenar. Diego eligió que su cuerpo fuera incinerado y no dejó un epitafio, aunque siempre que lo recuerdo me resuenan sus palabras: hay que hacer, hacer, hacer.



CARA

El cantante de @ElMato, la banda más importante del post #Cromañón, desanda su historia: de la adolescente escucha de un casete de #EmbajadaBoliviana en su casa de Barrio Jardín a convertirse en el artista latinoamericano que más veces entonó en el @Primavera_Sound.

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¡Ey, amigo! No te olvidés de mí.” Lo recita con la voz más grave aún, pero en tono bajo como si contara un secreto. Hace dos minutos comenzó el viaje hacia Barrio Jardín — su cuna y la de una escena musical en La Plata— y, en el primer silencio tras el saludo, cita a Tom (y la Bestia Bebé), uno de sus camaradas en ese colectivo artístico llamado Laptra, que creó hace once años para editar el primer disco de su banda. Eso fue por el invierno de 2004. Hace días volvió de la cuarta gira por Estados Unidos. Tres minutos más y vuelve a aparecer esa palabra. Javier “el Gato” Sisti Ripoll, que lo conoce desde antes que crearan 107 Faunos y Él Mató a un Policía Motorizado, dice que “parte de su talento radica en su poder de síntesis”. “¡Ey, amigo! No te olvidés de mí”, canta, y es una plegaria, amor y hermandad, algo que necesita mucho más que llenar teatros y salas. “Todos aman la música que hacemos con mucha pasión. Es lo primero que tenés que visualizar en tus compañeros cuando armás una banda”, celebrará a su pandilla de aventuras: Pantro Puto (guitarra), Niño Elefante (guitarra), Doctora Muerte (batería) y Chatrán Chatrán (teclados). Es la pandilla de Santiago Barrionuevo; o el Chango, por herencia paterna; o Motorizado, por herencia punk; o Corazón, en solitario como músico y dibujante, y con Él Mató como letrista, bajo y voz, arte y diseño. “¿Querés ser mi amigo?”. Santiago recuerda cuando conoció a su primer compañero musical: Guillermo Ruiz Díaz (Doctora Muerte). Fue en 1990, en el ingreso al ciclo básico del Bachillerato de Bellas Artes. Estaban en quinto grado y por las tardes asistían al curso para ingresar al secundario con orientación en artes visuales. A la mañana, Santiago iba al colegio Nuestra Señora del Valle, donde fueron todos los Barrionuevo, los dos hermanos mayores, el más chico y su hermana menor. La institución aún está en la calle 1 frente a la cancha de Estudiantes. A sus diez años se sentía “Dios” jugando en un descampado de Barrio

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Jardín, pero aún no había descubierto a su máximo ídolo, Guillermo Barros Schelotto. Las épocas de la primaria fueron reír y hacer travesuras en el camino a Plaza San Martín, donde la banda se decía “hasta mañana”. Y narrar historias que el Chango traducía en viñetas. En algunas de ellas “la maestra era un monstruo horrible al que se le caían las arrugas, y todo era una comedia para burlarse un poco de la institución”, reseña. Esos buenos recuerdos lo hacen decir que aquellos pibes “son como dioses” y lo convierten en un confeso opositor del paso del tiempo. Es esquivo a sus cumpleaños, excepto durante los segundos que lo reconcilian con su nacimiento, el 19 de mayo de 1980:

sopla las velas, mira al cielo y saluda a Joey Ramone, con quien comparte aniversario. En 1993, Santiago y Willy ingresaron al bachillerato de Bellas Artes, en el edificio entre 7 y 60. Alejandro Barrionuevo fue el primero en egresar de esa escuela y más tarde se radicaría en España, desde donde dibuja para DC y Marvel. Santiago no duda en convocarlo con admiración pero también valora los autos que su viejo, el Chango grande (Felipe), le hacía a pedido entre sus planos de ingeniero. La música todavía no era más que algunos shows televisivos de Los Auténticos Decadentes y Los Fabulosos Cadillacs.


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Todavía conservo esa guitarra, le tengo mucho cariño. Es una Samick stratocaster made in Korea, y el rojo es más bien un cereza traslúcido. La compré usada. Fuimos en tren con una amiga hasta las tiendas de Talcahuano y cuando la probé me pareció genial porque el mástil era bastante grueso y yo estaba acostumbrada a usar una criolla de mi viejo. La canción tiene ese ritmo ternario weezeriano y me hace acordar a esa época en la que todos teníamos un montón de tiempo libre y nos juntábamos a pasar el rato, escuchar música y tocar. Más allá de que hable de cosas nuestras, creo que el estribillo es increíble: alguien que en su delirio egomaníaco dice que es “el mejor” y sin embargo te sigue generando muchísima ternura. Es hermoso. Mora Sánchez Viamonte, tecladista de 107 Faunos y novia de Santiago.

El Chango recuerda una currícula conservadora y, a la distancia, analiza: “Es muy delicada la enseñanza artística: puede incentivarte o aplastarte si no genera un espacio creativo. Quizá por eso aparecieron nuestras ganas de tocar música”. En las instalaciones había un aula con paneles acústicos, piano en una esquina y un mueble de estantes alto, repleto de guitarras. “Descubrimos que podíamos pedirle al preceptor algunos instrumentos y nos juntábamos fuera de hora a explorar”, cuenta. En esa sala aprendió a tocar el primer acorde: fa con cejilla. El punk asomaba. Y asomó una tarde en bici en el barrio El Mondongo. Alguien lo cruzó peda-

leando, pero con las manos en una pila de vinilos. Al tope, cuatro neoyorquinos con camperas de cuero. Impreso sobre ellos... “¿un nombre latino?”. Volvió a Barrio Jardín y fue a consultar a su vecino, fiel lector de la Madhouse. “Sí, son todos hermanos”, le aseguró. “No estaba Wikipedia para verificar esos datos”, se ríe Santiago sobre el día en que conoció a Los Ramones. Otro vecino lo llevó a Obras en 1995. “Me explotó la cabeza, era ver fotos en movimiento.” Loco Live estaba ya gastado de reproducciones. Le costó comprar ese disco. Fueron tardes de pasar y verlo en la disquería mientras juntaba las monedas. “¿Me lo podés reservar?” “No, loco, traeme la plata.” En 1996, fue con Willy

Por El Chango y Él Mató siento admiración y agradecimiento. Admiración porque hacen rock de verdad: creen en ellos mismos, son su propio laboratorio. Giran tocando por el mundo y nos cumplieron el sueño a todos los que alguna vez nos suicidamos con el rock. Son los justicieros del rock local. Y siento agradecimiento porque ellos me enseñaron a entender a Embajada Boliviana un poco más. Cuando escucho canciones como “El magnetismo”, “Más o menos bien” o “Noche negra” pienso mucho en eso que yo creo de escuchar canciones y no bandas. Pero concluyo que, si estuviese más o menos bien, en una noche negra disfrutaría del magnetismo en vivo que esta banda del día después del fin del mundo causa en mí. Y pensaría: ¿quién me va a cuidar? Julián Ibarrolaza, músico solista y cantante de Embajada Boliviana.

a despedirlos a River y los recuerda cada vez que le dicen “Motorizado”. El primer Loco Live lo perdió. Su condena es comprarlo cada vez que lo ve. Sin embargo, no fueron Los Ramones los responsables de hacerlo tocar y tocar en el aula del bachillerato. “Nos hablaron de Embajada Boliviana. Tenían un casete grabado y lo vendía el padre de uno de ellos en una agencia de autos.” Una vez que lo tuvo, corrió a escucharlo. “Estaba en mi pieza. Me acuerdo la luz que entraba por la ventana. Lo puse en el radiograbador: ¡puujjj! Era una grabación súper desprolija, súper lo-fi, descoordinada. ‘Es increíble’, pensé. ‘Quiero cantar como este chabón’”, sintió el Chango. “Algo se genera cuando ves que eso que te gusta mucho lo está haciendo alguien de tu ciudad, alguien que no está en la foto de una revista.” El punk lo empujó al “hacelo vos mismo”. El amor por EB y, en particular, por Julián Ibarrolaza, su líder y cantante, tiene varios capítulos en la vida de Santiago. Compartir una fecha durante sus primeros años de músico. Noches de encontrarlo en las diagonales y dedicarle un grito ablandado por el alcohol: “¡Ustedes son mejor que Los Ramones!”. Un largo cruce de miradas, mientras Santiago pensaba “no quiero ser pesado con él” y se rehusaba a saludarlo, para luego enterarse de que Ibarrolaza había escuchado a Él


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Mató y también lo quería conocer. Y el encuentro final en 2010, durante una entrevista que los unió por la vuelta de EB. “Ese día le declaré todo mi amor.” En 2014, grabaron juntos “Postales de una ciudad” para el disco solista de Ibarrolaza Algunos días sin música.

Los Redondos, con sus figuras de acción y de gestión (Indio, Skay, Poli), encarnaron un diseño alto de conducta para el artista independiente. Sumo, con su fusión, fertilizó el surgimiento de muchísimas bandas, y de alguna manera originó el punk, el reggae y el mestizaje argentinos. Soda Stereo despabiló el interés fronteras afuera. Estos tres emblemas, Nonsanctísima Trinidad del rock moderno argentino, lo refundaron todo hace al menos 30 años. Desde hace 10, El Mató a un Policía Motorizado está reescribiéndolo todo, con el chiche de que en este caso es una sola banda, solo estos cinco tipos, la que se solidifica como referencia ética y de “modelo de negocios” autogestivo, como escuela estética e influencia, y como abanderada rockera. El Mató es la banda más importante surgida del post Cromañón; fundamental e inevitable. En el grupo platense se consolida una gama de valores bellos y fuertes, una combinación eminentemente epocal, que tiene banda de cosas del underground ochentista, de Fun People, la Buenos Aires Hardcore, Ween, Weezer, indie estadounidense, rock universitario, rocanrol urbano, noise, la ficción especulativa, el Apocalipsis, la épica corte Cuidado, Hércules vigila o Cuenta conmigo, la intrigante suerte de los perdedores hermosos, el amor, la amistad, la familia, el trabajo, la precariedad, la ausencia, el diseño gráfico, Internet, porro, coches usados, dinero, polvo y Dios. Y aún resultaría injusto adjudicarle a ese ADN, que es indisoluble de su época, de esta época, la gracia de El Mató; puesto que no es la coctelera el asunto, sino la mano del barman, y la obra escrita, grabada y tocada en vivo en cuanto escenario haya de esta cofradía es de una belleza ejemplar. Las canciones de El Mató están buenísimas: son sencillas, sentidas, hondas. Tienen gracia, poesía, verdad, denuncia y caos. Se montan sobre una música ligera y espesa, sensacional y flashera, conocida y desconocida, que les es profundamente propia al tiempo que suena anónima, y por eso acaba clásica. Es más o menos complejo definir musicalmente a El Mató: depende tanto de huellas y de background como de genealogías caprichosas, y hay intersticios en que es imposible definir si un sonido tiene más que ver con el fútbol zen de Timoteo Griguol, el grupo Embajada Boliviana o las primeras Mad Max. Su ubicación en alguno de los cajones del rock argentino responde menos a un sonido que a una estirpe. Santiago Motorizado, como referencia visual y discursiva de El Mató, convive en ese sentido con Solari y con Nekro, con Pat Pietrafesa y Ariel Minimal, con Donvi Vitale y Diego Boris, con El Otro Yo y Horcas. Y no por determinación sónica sino por su actuación histórica, por su política de la verdad, de la amistad y de la música como oficio, profesión, negocio, escuela, capilla, cuartel, delegación, estadio y telo. Luis Paz

Una tarde de ensayos en “el bachi”, un grupo de compañeros estaban listos para grabar su primer video. La cámara esperaba, pero el cantante pegó faltazo. El Chango miraba desde un rincón. “¿Querés cantar vos?”, lo convidaron. “En aquella ciudad de calles peligrosas, los días no existen y un árbol se deshoja. Mi cabeza es como una gran manzana que se pudre todas las mañanas. La gente se pelea con la Policía. Y sólo queda carne podrida.” Santiago canta de memoria la primera letra que interpretó en su vida: sin bajo y ya hablando de la cana (faltaban dos décadas para que, en la tercera gira por España, el sindicato del Cuerpo Nacional de Policía declarara una “barbaridad y falta de respeto” su actuación en Sevilla). “Con lo cagón que soy, fue bastante valiente”, se castiga sentado en la mesa de la casa de sus viejos el músico latinoamericano que más veces cantó en el Primavera Sound, uno de los festivales más importantes el mundo. En Terapia, nombre de esa primera formación punk, se presentó a los Torneos Juveniles Bonaerenses. “Nunca tuve tanto miedo en mi vida.” El escenario fue el Pasaje Dardo Rocha, frente a la Plaza San Martín, donde terminaban los días de travesuras del primario. Ronda eliminatoria, dos canciones por banda, cada una de las otras con un mini Slash en sus formaciones, porque los Guns N’ Roses eran trending topic a mediados de los noventa. El jurado seleccionó dos para la final y realizó devoluciones para todos, menos para ellos. “El premio fue sacarme el miedo de cantar en vivo”, dice. Algunas noches antes de la cena, papá Chango, salteño él, subía con la criolla a su cuarto y tocaba sentado en la cama, con las luces apagadas. “Yo tendría 5 años y con Facundo, mi hermano


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más chico, entrábamos en silencio a escucharlo. Mi viejo íntimo, cantando para él. Una imagen tierna, intensa, romántica. La primera conexión con la música en vivo.” La criolla siempre estuvo en la casa, pero no fue escuela. “No suelen ser buenos maestros los padres, ni buenos alumnos los hijos”, dice Santiago. La criolla paterna también sonaba los fines de semana, cuando se armaba peña con los vecinos en lo de los Barrionuevo. La pasión por Los Chalchaleros no la heredó. Cuando papá Chango le dio play a un casete de los norteños y reprodujo The Cure, quedó claro que el gusto musical había sido regrabado. Aunque no fue con el folklore, la acústica sí lo enamoró: “Soy muy fan de los boleros”, confiesa, y no esconde el disco de covers del trío Los Panchos que le grabó a su mamá (María Inés Iribarne). Tampoco su pasión por las melodías de Lionel Richie, su foto de perfil en WhatsApp: “Es el más grande y por quien (Lionel) Messi fue bautizado”, lo banca.

En esa sintonía, Motorizado se convierte en Santiago Corazón y sale de “gira rápida y furiosa”, cuando Él Mató lo libera. Esas noches se pone “naif, exageradamente”. “Me gusta jugar al cantante melódico. Es una estética divertida, a veces ninguneada por ‘grasa’. La reivindico desde lo kitsch. No me interesa burlarme del amor sino de ciertos lenguajes y encontrar nuevas formas.” Como solista es sólo “en vivo”, no hay más registro que una grabación cargada en YouTube y, sin embargo, llena salas y el público canta todas. “La música nació tocada en vivo. Escuchabas y te quedaba en el recuerdo. Volver a eso es buenísimo.” En Terapia llegó a grabar un demo y tocó techo cuando compartió escenario con EB. La muerte de Kurt Cobain y el ascenso musical de Peligrosos Gorriones (Él Mató grabó un cover de “Macanas” para el disco Soy tan fanático de todo) volcaron los intereses del Chango hacia el grunge y el rock alternativo. Nació Aneurisma —homenaje

explícito al disco de Nirvana— junto a dos compañeros del bachi: Jo Goyeneche (Valentín & Los Volcanes) y Gastón Olmos (107 Faunos). Fueron guitarra y batería, respectivamente, y la primera vez de Santiago al bajo. Las fechas más recordadas de esa formación fueron junto a Ned Flanders, integrada por Billordo y Javi Punga. “De Ned admirábamos su música y su energía: organizaban fechas, Javi hacía fanzines, promovían la unión de las bandas. Fueron una segunda escuela, después de Embajada.” Aneurisma grabó su único y homónimo disco en 1998 bajo el sello colectivo Chonga Records, con el que organizaron festivales en La Plata y la Ciudad de Buenos Aires. El camino académico continuó en la universidad de Bellas Artes y, con la música, el de la libertad. Nuevo siglo, nuevos amigos: el Gato Sisti Ripoll (107 Faunos) y Manuel Sánchez Viamonte (Pantro Puto), ambos estudiantes de periodismo. Formaron Blas Giunta con Willy en la bata y Santiago en bajo, por primera vez juntos, y el Gato en

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guitarra. El trío salía por las diagonales a tocar covers y temas de En Terapia, para no perder ritmo pero sin rumbo. “Genial, esto es lo mejor”, le dijo Manu. El Chango le había mostrado la melodía de su primera canción. Era 2002, los dos estaban sin banda. “Siempre me habían convocado. Si quería hacer una banda, tenía que hacer canciones.” El debut en letra y música sería “Guitarra comunista”, inspirada en la primera eléctrica de Mora Sánchez Viamonte (tecladista de 107 Faunos y su novia). El segundo track sería “Sobredosis de droga”. Estaban los amigos, la música, las ganas y también la sala: “Era una construcción a medio terminar, una alfombra y los equipos que tenía cada uno”. Quedaba a cinco cuadras de

la casa de Santiago, en la de Diego Darrigrán (Koyi Kabutto). Willy, Diego y Gustavo Monsalvo (Niño Elefante) eran las partes de Mazinger; Manu y el Chango experimentaban; Mora tocaba con las Tita Motor; Peto Miguens (107 Faunos) entró con Bronco; y el Gato decía presente. Cuando todos se cansaban, se abría una cerveza y sonaban Yo La Tengo, Pavement, Guided by Voices, Cat Power, Weezer. “Era juntarnos todas las tardes a escuchar y tocar con distintas formaciones. Fueron los días dorados, la base creativa de todo lo que hicimos después”, resume Doctora Muerte. En 2003, Willy y Gusti se acoplaron en bata y guitarra al bajo y la voz de Santiago y la guitarra de Manu. Compraron CDRs y grabaron “en el estudio de un amigo”. Santiago cortó con trincheta las

copias del collage que armó a partir de un dibujo de Willy, las pegó en los sobres y escribió con fibrón sobre los CD: Tormenta roja, como la novela de Tom Clancy, escritor bestseller que inspiró también el último disco: La Dinastía Scorpio (con el maxisimple Violencia mediante, el próximo álbum se hará esperar uno o dos años más). Con ese primer EP, salieron a los escenarios. Sin largar el circuito La Plata-Capital, con los años y la trilogía (Navidad de reserva, Un millón de euros y El Día de los Muertos) vendrían las “giras de oro”: Brasil, Colombia, Uruguay, Paraguay, Costa Rica, Estados Unidos, México, Ecuador, España, Francia y Alemania. Ya con el quinto motorizado, Chatrán Chatrán en teclados, los fans se hicieron miles y los sellos fuera del país


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dos: Limbo Star (España) y National (Estados Unidos). En el país también dieron cientos de giras: el año pasado llegaron al show 500 y lo celebraron en Pura Vida. “Me acuerdo de las fechas por los afiches”, explica el Chango. Para cada una, saca a relucir bellas artes con sus lápices y acuarelas, físicos o digitales, y les da “guardar como” en una carpeta con la data de la presentación. Así tiene un registro indiscutible y también una obra artística que acompaña el arte de cada álbum (obra que en noviembre expuso en la galería Atocha del Patio del Liceo; que antes exhibió en muestras de músico-plásticos como Alfonso Barbieri y Dani Umpi; y que llegó a libros como Rita viaja al cosmos con Mariano, de Fabián Casas). De todos los shows, uno es la misa anual: el Festi Laptra.

Rebobinar. Stop. Laptra. El Gato dice que el nombre fue una reapropiación de algo que a finales de 2003 su hermanito menor repetía: Lapras, personaje de Pokemón. El Gato lo reapropió como “Laptra” y bautizó así a la bebida emergente de la crisis económica: alcohol etílico con jugo. En 2004, Él Mató tenía diez temas listos para transformarse en el primer y homónimo lanzamiento; y Santiago tenía unos euros ganados a partir de un trabajo de dibujo que su hermano le pasó desde el Viejo Continente. Googlearon “¿cómo editar un disco?”. Y se encontraron con la Unión de Músicos Independientes. Entonces dijeron “hagamos un sello propio”. Le pusieron Laptra y el símbolo fue un tigre, uno blanco porque el Chango lo fusionó

El Chango se calza la guitarra, mira al público y se toma la molestia de aclarar: “Esta canción es un homenaje a Hechizo del tiempo, que en realidad se llama El Día de la Marmota”. La canción es “Pienso en vos”, la película es aquélla en la que Bill Murray se mete en un loop espacio/tiempo. Sucede que el universo representativo del Chango —y extensivamente de Él Mató a un Policía Motorizado— proviene del cine. Alto, bajo, mediano, pretencioso, naif, violento y con corazón: cine. Sin ir más lejos, el nombre de su banda se devela por una frase pescada al azar de un film clase B llamado R.O.T.O.R., mezcla mugrosa entre Robocop y Mad Max. Tan fanático de todo, Santiago ha confesado su amor por Duro de Matar y Bruce Willis, admiración que comparte con el músico Tom Quintans y que se revela en su ilustración para la portada de Jungla de Metal 2, último disco de Bestia Bebé, emulando a los pósters clandestinos de Ghana. Ha sugerido querer dirigir cine y, en esa vía, estrenó el videoclip de “El magnetismo”, dirigido por Esteban Lamothe y Marcos Canosa, en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, espacio que lo contuvo como jurado en su edición pasada. El romance con las formas casposas y videocluberas flota en los temas “Rey del terror” y “Vienen bajando” (ambos guiños a las convenciones de “cine de género”), en el suspiro post-apocalíptico de “El Día del Huracán” o, mucho más, en la influencia georgeromeriana de “Día de los Muertos”. Como muchas veces, la cultura pop escupe y fagocita a distintas artes, por lo que no es de extrañar que “Navidad en Los Santos” sea una oda al videojuego GTA: San Andreas. Santiago ha entendido y plasmado en forma alquímica cómo mezclar la realidad pop norteamericana con la argentina. Si alguna vez se lo cruzan por la calle, pregúntenle cuánto le cambiaron la vida los saltos y explosiones de Vin Diesel en xXx. Por todo eso, sabemos, nunca tuvo tanto sentido utilizar elementos cotidianos y transformarlos en algo estético con un nuevo significado. Hernán Panessi

con el yin-yang. “Desde el casete de Embajada, la autogestión fue como vivimos la música. No lo hicimos porque nos rechazó la industria sino porque en esa experiencia encontramos la verdad de la vida.” El sello era una extensión del colectivo que nació en la sala de Koyi, pero se expandió en La Plata y cruzó a la Ciudad de Buenos Aires cuando Él Mató conoció a Go-Neko (banda disuelta que integraba Tom Quintans, voz y guitarra de Bestia Bebé). Desde entonces, el abrazo del tigre continúa abrigando nuevas formaciones. ¿Cuál es su llave? “Surge una hermandad, un enamoramiento natural con la banda y sus integrantes. Quizá no hacemos la misma música, pero algo nos lleva a hacerla de una manera. Mi arte es mi vida y me gusta compartirla con gente que la siente de manera parecida.” Con conciencia de lo que su generación supo crear —Cromañón y militancia de la Ley de la Música mediante—, el Chango celebra el fin de algunas ideas instaladas por largo tiempo, como aquélla de que para ser “una banda de verdad” tenés que “hacer un demo que le guste a (Daniel) Grinbank o a PopArt”. De todos modos lamenta que “las radios no pasen música nueva”. “La idea del movimiento independiente es no depender de la industria, pero da bronca el ninguneo total. Hubo un crecimiento de calidad en lo independiente, pero los grandes medios se volvieron más conservadores.” Continúa: “Éste es el mejor momento de las bandas de la historia argentina. Si jugáramos a que algo es mejor que otro, ¿por qué las letras de los Faunos no pueden ser mejores que las de Spinetta? Las canciones de nuestra generación me enamoran y también las forma de ser. En el rock hay modas: si sos una diva o un reventado, sos más rockero. Prefiero nuestras formas: más relajadas, en las que lo bueno es ser hermano del otro, despegarse del ego y armar comunidad”. Y ahí va Santiago haciendo coros para Shaman Herrera (Concepto Cero) o compartiendo noche con Julio & Agosto (Monqui Albino). “Todo arte es colectivo”, disfruta.


MEGUSTA

La danza de los principiantes Mi Amigo Invencible En La danza de los principiantes (Fuego Amigo Discos), Mi Amigo Invencible hace frente a la delicada tarea de seguir su magnum opus, La Nostalgia Soundsystem. En vez de querer igualar su trabajo anterior, decide explorar las libertades que da hacer un sexto disco. Entonces escuchamos a un MAI acústico e íntimo (“Noches de ciencia ficción”), y a otro rockero y desprolijo (“Edmundo Año Cero”). Lo que resalta es la plena confianza en la canción como himno. Las guitarras mantienen un lugar central en su sonido, pero no como fuente de distorsión sino como el arma del cantautor. Con un lugar prestigioso en la escena local, la banda ya no tiene nada que demostrarle a nadie, y aún así se esfuerza por encontrar frescura. Eric Olsen

Esto pasa antología

¡(#@&/*)!

Cuadernos de dibujante Szama Ediciones Se siente una boludez decirlo: hacer historieta es difícil. No es tirar tres dibujitos en una hoja, dos globitos en el espacio que sobra y salir a imprenta. Hay un laburo enorme de composición, de ensayo, de diseño de personaje. Un quilombo. Por eso es valioso lo de esta colección: muestra la trastienda olvidada, los descartes (a veces buenísimos) y borradores de distintos autores. La colección se enfoca en el proceso más que en el resultado y en ello resulta reveladora. Además, no se ata a un canon de qué es “la” historieta. Los autores publicados hasta el momento (Risso, Podestá y Depetris) vienen de “mundos” distintos. Y los anunciados para el futuro, también. Más en cuadernosdibujante.com.ar. Andrés Valenzuela

La antología reúne a diez poetas, la mayoría nacidos en los ‘80, como Rocío Macarena, Agustina Paz Frontera, Fernando Bogado y Nicolás Igarzábal. Los poemas se meten en tramas introspectivas, políticas, urbanas, barriales, con estéticas antilíricas, coloquiales, desinteresadas en demostrar un saber cultural. Dice la poeta y compiladora, Patricia González López: “Esto pasa tiene un espíritu más que un concepto”. Así, la antología no construye una generación, pero sí ofrece conocer, sin dudas, a algunos de los poetas más interesantes del mundillo poético porteño. El libro fue editado por Llanto de Mudo. Esteban Vera

La sangre del gallo Mariano y Eric Dawidson La sangre del gallo es un neo noir argentino, un western moderno y urbano que juega con los estereotipos del cine de acción y se erige como un festival de la estética posmoderna. Lo que podría haber sido una copia sin alma del típico cine que llega del norte se transforma en una película con personalidad y estilo propios. La ópera prima de los hermanos Dawidson es un thriller psicológico en el que la sangre, la memoria —o su ausencia— y las balas tienen un rol preponderante, dentro de un relato que si bien tiene algunas fisuras de guión, se ve compensado gracias a una fotografía impecable, una puesta de cámara nerviosa pero precisa y un pulso narrativo adrenalínico, acorde a la oscura y violenta historia narrada. Marcelo Acevedo


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Berlanga, morir matando Torres y Asaro Berlanga, morir matando es una webserie dirigida por los oriundos de Olavarría Benjamín Torres y Javier Asaro. Por su tercer capítulo, es un policial con toques de gore y humor negro protagonizado por Nikola Berlanga, detective despreciable aunque efectivo. El caso es el de una nueva droga que recorre la Ciudad de Buenos Aires y que involucra a una parva de personajes grotescos que no siempre maridan con sutileza. En gran medida por la impronta magnética que le imprime el actor Vicente Silva Ramírez a ese Diamond Gerace de celuloide, antihéroe que no pasa una escena sin fumar o beber, cada entrega deviene cautivante. La serie es financiada por crowdfunding y tiene banda de sonido de Ave Tierra. Facundo Gari

Estilo Naná Natalia Ghergorovich

Ahora la golosina es catada. No hay varietales, pero sí toda clase de exquisiteces que los paladares, los ojos, el tacto y el olfato pueden diferenciar. Natalia Ghergorovich sostiene que es la primera catadora de alfajores, caramelos y chocolates de la Argentina, y se nota que disfruta realmente de lo que hace. En su blog, estilo-nana.blogspot.com.ar, esta sommelier postea, desde lo lúdico, reseñas y entrevistas a artistas sobre dulces. Inés Efrón, Martín Piroyansky, El Príncipe Idiota y Mora Sánchez Viamonte (107 Faunos), entre otros, ya hablaron sobre sus golosinas favoritas. Además, el blog cuenta con cuestionarios breves y videos. Esteban Vera

Rockpolitik Juan Ignacio Provéndola Si hay un territorio en el que Juan Ignacio Provéndola se siente (y hace sentir a sus lectores) a gusto, es el del trabajo de archivo, tarea que es al periodismo lo que a la artesanía sería fabricar arquitecturas de fósforos dentro de botellas. Como Historias de Villa Gesell, su anterior libro, Rockpolitik (Eudeba) hace músculo en esa veta, con un tour —idílico, tormentoso, polémico— por la zona argentina en que el rock y la política entran en contacto. Documentos (la perla de los informes de inteligencia de la Bonaerense), historias y testimonios dan cuenta de esa relación desde los ‘60 hasta el presente. Peronismo, dictadura, Malvinas, Alfonsín, Menem, Cromañón, kirchnerismo y rock, a través de una pluma que no subestima ni esnobea. Facundo Gari

Realización Teodoro Caminos Con Realización (Dice Discos), su primer álbum solista, Teodoro Caminos trae seis canciones de prosa mínima e irregular, de paisaje vigoroso y folk. Un relato melódico que se hace eco en un juego de guitarras texturadas con pianos, armónicas y sonidos que por momentos parecen la ofrenda a algún dios a cielo abierto. Relatos (“Catamarca”), sentimientos (“Estancia”, “Con tu nombre”), cuadros surrealistas (“Peces del aire”) y conciencia divina (“Ardían mis piernas”, “En mi memoria”), Realización condensa un clima etéreo pero planta bandera con un sonido enraizado y singular. Si clasificáramos los discos entre los que envejecen y los que no, éste pertenecería al club de los que cuanto más se escuchan más revelan. Ana Laura Esperança


ZOOM

“mi rasgo más deplorable es la vagancia” osvaldo_bayer


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Osvaldo Jorge Bayer nació en Santa Fe en 1927. Es historiador, escritor y periodista. Estudió historia en la Universidad de Hamburgo (Alemania) de 1952 a 1956. De vuelta en la Argentina se dedicó al periodismo, a la investigación histórica y a guiones cinematográficos. Fue Secretario General del Sindicato de Prensa de 1959 a 1962. Por el libro La Patagonia rebelde y el film homónimo fue perseguido y tuvo que abandonar el país en 1975. Vivió en el exilio, en Berlín, hasta su regreso a Buenos Aires, en 1983. Colabora en Página/12.

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—¿CUÁNDO FUE MÁS FELIZ?

—¿CÓMO SE SIENTE EL AMOR?

—Cuando nacieron mis hijos.

—El amor se siente cuando se vive.

—¿CUÁL ES SU MAYOR TEMOR?

—¿QUIÉN O QUÉ ES EL AMOR DE SU

—Que pase una nueva guerra mundial.

VIDA?

—¿CUÁL ES SU RECUERDO MÁS

—Mi mujer.

TEMPRANO?

—¿CUÁL ES SU AROMA PREFERIDO?

—El tiempo que viví, hasta los 4 años, en la ciudad de Tucumán.

—¿Arma?

—¿CUÁL ES EL RASGO QUE MÁS

—¡Ah! El de las margaritas.

DEPLORA DE USTED MISMO?

—¿ALGUNA VEZ DIJO “TE AMO” SIN

—La vagancia.

SENTIRLO?

—¿QUÉ RASGO DEPLORA EN LOS

—No.

DEMÁS?

—¿CUÁL ES LA PROFESIÓN QUE MÁS

—La mentira.

DESPRECIA?

—¿CUÁL FUE LA SITUACIÓN MÁS

—La de agente de policía.

VERGONZOSA QUE VIVIÓ?

—¿CUÁL ES EL PEOR TRABAJO QUE

—Cuando unos pobres me hablaron como media hora, me pidieron dinero y esa vez no había llevado ni cinco centavos. Me dolió mucho.

TUVO?

—SIN CONTAR INMUEBLES NI RODA-

ÉPOCA VIAJARÍA?

DOS, ¿QUÉ ES LO MÁS COSTOSO QUE COMPRÓ EN SU VIDA?

—A la aldea de donde proviene mi familia en Los Alpes.

—Una colección de libros de Goethe.

—¿CÓMO SE RELAJA?

—¿QUÉ LO DEPRIME?

—En la cama, estirándome bien.

—Me deprimen las informaciones políticas que pueden llevar a una guerra.

—¿QUÉ TAN SEGUIDO TIENE SEXO?

—AROMA.

—El servicio militar. —SI FUESE COSA DE UNA VEZ Y PARA SIEMPRE, ¿A QUÉ LUGAR Y

—¿QUÉ ES LO QUE MÁS DESPRECIA

—¿Qué tan seguido? Bueno, tengo 88 años ya. Ésa es mi respuesta.

DE SU APARIENCIA?

—¿CUÁL FUE LA VEZ QUE MÁS CER-

—El aspecto de vago.

CA ESTUVO DE LA MUERTE?

—¿DE QUIÉN O QUÉ SE DISFRAZARÍA

—¿CUÁL ES SU HÁBITO MÁS DESA-

—Veníamos en un avión desde Alemania y nos tocó una tormenta tremenda durante casi media hora. Se veían pocas posibilidades de salir de ella.

GRADABLE?

—¿QUÉ MEJORARÍA LA CALIDAD DE

—Dormir largas siestas.

SU VIDA?

—¿CUÁL ES EL PLACER DEL QUE

—Vivir todo el año con mi familia.

MÁS SE ARREPIENTE?

—¿CUÁL ES LA LECCIÓN MÁS RELE-

—Comer chocolate.

VANTE QUE LE DIO HASTA AHORA LA

—¿QUÉ LE DEBE A SUS PADRES?

VIDA?

—A mis padres les debo todo el dinero que gastaron en mi educación.

—La muerte de mis queridos amigos luchadores.

—¿A QUIÉN LE GUSTARÍA PEDIRLE

—DÍGANOS UN SECRETO.

PERDÓN? ¿POR QUÉ?

—Tuve varias amantes.

PARA SIEMPRE?

—De Don Juan.

—A los hijos de los desaparecidos.


OLEME

más bostero que xeneize

#BilleteraMataSocio #PresidenciaVIP #BigoteFalso

macri_en_boca “Lo que se asegura Macri, representante de uno de los grupos económicos más poderosos del país, es un lugar gravitante en el fútbol argentino, por el propio peso del club que pasa a comandar y por la tendencia que puede marcar en los demás. Y el tiempo dirá si —como denunciaron durante toda la campaña Alegre-Heller— éste es el inicio de una carrera política.” Diario Clarín del 4 de diciembre de 1995, el día después del triunfo de Macri como presidente de Boca.

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enía bigote. Mucho bigote. Tupido, acolchonado. Una especie de Ned Flanders de Barrio Norte. Con 36 años, aquel niño que fue al Colegio Cardenal Newman, que inició sus estudios universitarios en Nueva York, que luego pasó a la Universidad de Pensilvania y que finalmente se recibió de ingeniero civil en la Universidad Católica Argentina. El hijo de Franco, uno de los empresarios más poderosos de la Argentina de los ’90, que hizo negocios en diferentes rubros: automotores, construcción, minería y comunicación, entre otros. El mayor de seis hermanos. El que se casó tres veces. El que trabajó en Citibank, hizo pata ancha en Socma, la empresa de su padre, y luego dio el salto a Sevel. Ese tipo. Ese nene de cuna de oro y ahora bigote al viento desembarcaba como presidente en el club más popular de la Argentina. Fue el 3 de diciembre de 1995 cuando dio su primer paso en ese trampolín llamado Boca. Hacía más de 40 grados en un país que chorreaba menemismo. Y le corría sudor por la frente cuando a las 18.15 se paró ante un puñadito de periodistas y confirmó que había ganado las elecciones. Un par de horas más tarde, ahí mismo en la Bombonera, Boca perdería 6-4 contra Racing. Quizá

en ese mismo momento se haya dado cuenta de que en el fútbol hay cosas que la plata no puede comprar. Quizá en ese mismo momento se haya dado cuenta de que el fútbol podía servirle de plataforma para la política nacional. Veinte años más tarde, Mauricio Macri asume como Presidente de la Nación. Sin bigote. Macri no tardó en mostrar la hilacha como pope de Boca. Peló la billetera y marcó el rumbo. Una de sus primeras medidas fue aumentar un 25 por ciento la cuota social. Además, redujo los sueldos de los empleados y empezó a recortar los gastos en todas las actividades sociales y deportivas, a excepción del básquet y el fútbol. “Disciplina que no se autofinancia, se cierra”, era su lema. En materia económica-financiera, dos medidas muy turbias marcaron sus inicios. Por un lado, decidió tercerizar todo el merchandising oficial a manos de una empresa denominada Bo-K SA, que luego pasó a llamarse Boca Crece SA, fundada por Inversora de Eventos SA, una empresa perteneciente al Grupo Clarín. Con esta modificación, los ingresos por ventas de camisetas y productos boquenses dejaron de entrar al club y pasaron a manos de empresarios. Para completar el combo, el club se


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lo que viene Como ya se ha mencionado, la cantidad de socios de Boca supera ampliamente la capacidad de la Bombonera y ésta fue la mejor excusa que encontró el presidente del club, Daniel Angelici, para proponer la construcción de una nueva cancha. Más allá de la pérdida de identidad que conlleva, se esconde además un negocio multimillonario y un atropello más en la política de viviendas del barrio. En noviembre de 2014 se envió a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, de

parte del entonces vicepresidente de Angelici, Oscar Moscariello (legislador PRO), un proyecto para la rezonificación de los terrenos de Casa Amarilla, que actualmente son propiedad de Corporación Sur, sociedad del Estado que administra esos terrenos para la construcción de viviendas sociales luego de ser cedidas por el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC), y para que puedan habilitarse para la construcción de un estadio de fútbol. Más de 500 personas se acercaron hasta la Legislatura para oponerse al proyecto, que pese a ser aprobado en comisión fue dejado en stand by por el recinto, producto de la movilización popular. Según anunció, Angelici

planea construir un estadio-shopping con 80 mil asientos, la mayoría de los cuales se venderán por abonados anuales que difícilmente puedan ser costeados por los hinchas que suelen ir a la popular. Cien mil socios adherentes tiene Boca. Para ellos, el club pone a la venta apenas 4500 entradas populares para cada partido en la Bombonera. El “socio adherente” es una categoría nueva, creada por la CD que encabeza Daniel Angelici. Pagan la mitad de lo que abonan por mes los socios activos, pero no pueden ir a la cancha libremente. Cada partido pegan el dedo a la tecla F5 para ver si se les da el milagro de poder ir a ver a su club.


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convirtió en accionista mayoritario de la empresa, método que fue objetado por la Inspección General de Justicia como una maniobra fraudulenta y contraria a la ley 19.550, de Sociedades Comerciales, ya que una sociedad civil sin fines de lucro no puede constituirse como controlante de una sociedad anónima. Por otro lado, Macri decidió crear un fondo de inversión para recibir aportes económicos. El problema es que el club ponía como garantía nada menos que a los jugadores profesionales de la institución, que al momento de ser vendidos a otro club traerían regalías a quienes aportaban dinero a esta suerte de fideicomiso. ¿Qué pasó? Empresarios cercanos al presidente ponían plata en este fondo y luego ellos mismos participaban de la venta de jugadores, por la cual además recibirían un plus. Uno de los caballitos de batalla en la campaña electoral de Macri fue la Bombonera (cualquier similitud con las promesas de Daniel Angelici en la actualidad es pura coincidencia). Y fue también la primera gran señal de lo que sería una línea definida de su gestión: excluir a los socios y manchar la identidad cultural que supo forjar el club a lo largo de su rica historia. Naturalmente, la solapó con una buena excusa: la remodelación del estadio. Mandó a construir palcos VIP, por lo que redujo la popular media sur y las plateas que dan al Riachuelo. La ecuación era muy simple: más turistas, más posibilidades de vender abonos anuales a precios desorbitantes; un nuevo sector al que denominó “corporativo” para negociar con empresas y menos espacio para la popular, para aquellos socios e hinchas que sólo pueden costear las entradas más baratas. La remodelación le costó a Boca más de 5 millones de dólares, el doble de lo que, en forma contemporánea, San Lorenzo pagó para construir desde cero el Nuevo Gasómetro. “El apoyo que el club le brindaba al barrio de La Boca fue cortado de raíz desde la llegada del macrismo”, subrayan desde la organización política y vecinal Boca es Pueblo. “El club siempre sirvió de lugar de encuentro y contención para los más humildes. Se desarrollaban actividades vecinales, se prestaban desinteresadamente las duchas para los boquenses en situación de calle y se brindaba asistencia a comedores zonales. Las puertas estuvieron siempre abiertas para que sus vecinos pudieran desarrollarse y generar un sentido de pertenencia que era una marca registrada. Con la llegada del macrismo, el club se convirtió en una fortaleza inexpugnable, con un inusitado aumento de requisitos para el ingreso al club y un incremento acelerado de precios para las actividades. A tal punto que en la actualidad Boca tiene la colonia de vacaciones más cara de Buenos Aires: cuesta 6400 pesos para socios y 7200 para no socios.”

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CARLOS SALVADOR BIANCHI

Si de fútbol se trata, el arranque de Macri fue muy cuesta arriba. El equipo cerró 1995 con un empate y tres derrotas. Silvio Marzolini dejó de ser el entrenador y allí el nuevo presidente tomó su primera decisión futbolera: contrató a Carlos Salvador Bilardo para tomar las riendas. Maradona, Caniggia, Navarro Montoya, Juan Sebastián Verón, el Kily González, el Beto Márcico... un plantel rico en nombres que no encontró resultados. Y el dream team, como suele ocurrir en estos casos, terminó en un fracaso. Maradona erró cinco penales consecutivos como símbolo de una campaña sin rumbo. Aunque se destaca una perla entre tanto derroche sin sentido. En uno de los tantos manotazos que intentó pegar Bilardo para darle frescura a un equipo gastado, hizo debutar a Juan Román Riquelme. Un pibito que dejaría más de una huella en la vida de Macri. Se fue Bilardo y llegó el Bambino Veira. El Bambino de gafas y camisas abiertas. La gota que rebasó el vaso para un grupo que se desintegraba y vivía una transición, con la salida de Maradona y Caniggia como emblemas, y que buscaba acoplar a los pibes y a refuerzos sin tanto cartel. El paso de Veira por el club dejó un momento épico cuando Diego Latorre calificó al vestuario de Boca como un cabaret. “Un cabaret es cuando uno va en una noche de diversión, a las dos de la mañana, va a divertirse, obviamente como lo he hecho mucho tiempo yo... y bueno, eso es un cabaret. Esto no es un cabaret”, ¿explicó? el DT. Macri quedaba contra las cuerdas. Dos fracasos deportivos. Para colmo, en octubre de 1997 le rechazaron su primer balance y la gestión fue auditada por una comisión investigadora, algo inédito en la historia del club. “Se observaron errores de gestión que comprometen el futuro de la institución y transgreden las normas estatutarias en vigencia”, sentenciaron. Fue en ese momento en el que se trazó la gran bisagra de su historia en Boca. Estaba a un año y medio de las nuevas elecciones. No tenía margen de error. El equipo debía conseguir títulos. Ésa era la única manera de ocultar los problemas económicos y la ausencia de políticas sociales para potenciar al club más allá del fútbol del domingo. Y ahí apareció Carlos Bianchi. El salvador. Desde su llegada, Boca ganó todo lo que se le puso por delante. Y Macri podrá gritarle al mundo que con 16 campeonatos en su haber es el presidente de Boca más exitoso de la historia, relegando al histórico Alberto Armando, con doce. Pasemos lista: Torneo Apertura 1998, 2000, 2003 y 2005, Clausura 1999 y 2006, Copa Libertadores 2000, 2001, 2003 y 2007, Intercontinental 2000 y 2003, Sudamericana 2004 y 2005, y Recopa 2005 y 2006.


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EL SALTO A LA POLÍTICA

Macri decidió elevar la vara. A la cancha ya no podía ir cualquiera. Boca tenía más socios que capacidad en el estadio así que nadie más podía conseguir un carnet. Y en la esfera dirigencial siguió la misma línea: antes de lanzarse definitivamente a la campaña para jefe de gobierno porteño en 2003, realizó una reforma clave en el estatuto del club que establecía que un socio ya no podría presentarse como candidato a presidente si no contaba con un patrimonio mayor o igual al 30 por ciento del patrimonio del club o si no presentaba avales equivalentes a esa suma. Ésa no había sido la primera reforma en el estatuto que hizo Macri. Ya había prohibido la reelección indefinida (los mandatos pasaron de tres a cuatro años) y sólo se permitían dos ciclos consecutivos. Es por eso que luego de conseguir la reelección en 1999 (venció a Antonio Alegre) su plan para 2003 era imponerse en los comicios en la Ciudad de Buenos Aires y despedirse del club. Pero no pudo. Con un inmejorable presente futbolístico en Boca (en el retrovisor tenía la victoria ante el Real Madrid en Japón y acababa de regresar Bianchi tras un frustrado ciclo de Óscar Tabárez) fundó el partido Compromiso para el Cambio y junto con Horacio Rodríguez Larreta compitieron en las elecciones del 24 agosto contra la fórmula Aníbal Ibarra-Jorge Telerman. Fue triunfo para Macri-Larreta por cuatro puntos, pero la diferencia no alcanzó para evitar el balotaje. En esa segunda vuelta Ibarra retuvo su mandato.

el topo gigio El 8 de abril de 2001, Boca enfrentaba a River en la Bombonera por el Torneo Clausura. A los 26 minutos del segundo tiempo, y con el partido 1-0 para los locales por el gol de Hugo Ibarra, Juan Román Riquelme se paró a doce pasos de Franco Costanzo con la gran chance de estirar la ventaja. Le pegó con más bronca que justeza y su penal salió apenas a la derecha del arquero, que alcanzó a taparlo. La pelota quedó dividida en el cielo del área chica y allí hubo justicia divina. Román llegó un segundo antes que su marcador y la mandó a guardar de cabeza. En esa cabeza seguramente haya aparecido el festejo antes que el remate. Y ahí fue. A inmortalizarlo. A hacerlo símbolo.

¿Entonces? Entonces la letra chica. Macri decidió tapar su primera derrota en la política nacional con un triunfo en la política del club. Por la reforma que él mismo había impuesto nadie se presentó como oposición en las urnas boquenses de 2003, ya que ni siquiera Antonio Alegre y Carlos Heller, que habían sido presidente y vice durante diez años, contaban con los avales necesarios para ir por el cargo. Al no haber oposición, la Comisión Directiva oficialista continuó en su cargo y, como Macri había perdido las elecciones porteñas, decidió seguir siendo el presidente de Boca, dejando sin efecto la reforma que él mismo había establecido para prohibir las reelecciones indefinidas. De ahí en más empezó a manejar el doble comando: su principal objetivo pasó a ser el salto a la jefatura de gobierno de la Ciudad pero al mismo tiempo empezó a dejar en el club semillas de macrismo, que fueron creciendo a lo largo de los años. La reciente reelección de Angelici —dueño de bingos, extesorero del club, nexo vital con los jueces y fiscales de la Ciudad y uno de sus primeros laderos políticos— le puso el broche de oro a un cierre de año perfecto para Macri, que siempre usó a Boca como su mejor carta de presentación. “Cuando llegué a Boca, la oposición se cansó de repetir que iba a hacer un club para pocos, toda la vida me acusaron erróneamente de lo mismo”, dijo en pleno debate presidencial con Daniel Scioli. Cada cual podrá sacar su propia conclusión. Aquella duda que se planteaba Clarín un día después del desembarco de Macri en Boca, está claro, quedó zanjada.

A dejarlo libre para que lo retome cualquier futbolista en todas partes del mundo. Corrió sin gritar el gol, se sacó de encima a los compañeros que llegaban para felicitarlo. Y se plantó. Dio un saltito y se le plantó. En el centro del escenario. Con las palmas de las manos arqueadas detrás de sus orejas. De frente a Macri, con quien estaba luchando por una mejora salarial. Diecinueve segundos estuvo Román haciéndole el Topo Gigio al presidente (vayan a YouTube y véanlo: hasta se fastidia cuando interrumpen su festejo y vuelve a hacerlo), una muestra de personalidad y rebeldía difícil de encontrar en el fútbol argentino. Y difícil de digerir para Macri, que nunca reencausó la relación con el ídolo bostero y que tampoco pudo olvidar ese gesto. Tanto es así que en el cierre de su campaña presidencial, en Jujuy, tuvo que evocarlo cuando sus seguido-

res no le respondían con firmeza. “Voy a tener que hacer el Topo Gigio como Riquelme. ¿Cuento con ustedes?”, insistió Mauricio. Un par de meses después de aquel recordado gesto de Riquelme, Macri sufrió el desplante de otro ídolo, Carlos Bianchi. El DT había decidido no extender su contrato que finalizaba a fin de año y, mientras brindaba una conferencia de prensa, se encontró con la visita inesperada del presidente. Ante la sorpresa de todos, Macri tomó el micrófono y le pidió a Bianchi que diera una explicación pública a él y a “toda la gente de Boca” de porqué no quería continuar en el club. “Si te vas por razones personales, quiero que lo digas, y si lo hacés por otros motivos, también quiero que se conozcan”, insistió. Bianchi mantuvo su postura de no hacer referencia a su contrato, saludó a los periodistas, se levantó y se fue.



SINAPSIS

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ituación: querés compartir en tu blog una foto que no sacaste, que encontraste googleando. ¿Chequeaste que no estuviera protegida por derechos de autor? Al echar mano de imágenes disponibles en buscadores u otros sitios, no siempre contemplamos esa variable. Para muchos, Internet es un hipermercado de contenidos a consumir antes de llegar a la caja. Es que sí, hay una caja, pero somos tantos entre las góndolas que no es capaz de cobrarnos a todos. Todavía no es capaz. Lo temible es que, con algunas modificaciones normativas y una aplicación feroz, puede llegar a serlo. Y hacia allí se dirigen los esfuerzos de la industria cultural. Durante 2015, los derechos de propiedad intelectual (DPI) vinculados a las obras fotográficas se convirtieron en materia de análisis en foros nacionales e internacionales. Como siempre, el

punto más alto de las discusiones fue la posibilidad de extender los plazos de explotación monopólica antes que buscar estrategias legales para encontrar un equilibrio entre el incentivo para los creadores y el derecho al acceso a la cultura de los usuarios. El primer campanazo sonó a mitad de año en el Viejo Continente, cuando el Parlamento europeo rechazó una enmienda presentada por el diputado francés Jean-Marie Cavada que pretendía restringir la libertad de panorama en los países de la Unión Europea. Esta disposición —vigente en las leyes de propiedad intelectual de algunos países— permite hacer fotografías o crear imágenes de edificios y obras de arte ubicadas en lugares públicos de forma permanente, sin violar los derechos de autor de sus creadores (o derechohabientes) ni pedirles autorización para su uso comercial. La pretendida

#FlexibilizaciónLaboral #DerechoDeAutor #DominioPúblico

“Aquel que recibe una idea mía, recibe instrucción sin mermar la mía, del mismo modo que quien disfruta de mi vela encendida recibe luz sin que yo reciba menos”. Thomas Jefferson

restricción alarmó a fotógrafos y a proyectos como Wikipedia que, ante la imposibilidad de solventar el costo de las licencias, se verían obligados a sacar las imágenes de circulación. Sería como si los herederos de Eduardo Catalano quisieran cobrarte un canon por una foto que le tomaste a su palermitana Floralis Genérica y que publicaste, con rédito económico, en un diario. El capítulo argentino se empezó a escribir en noviembre pasado, cuando la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto (registrado bajo el N° 2157-D-15) que busca reformar la ley 11.723, de propiedad intelectual. La iniciativa fue presentada por los legisladores del Frente para la Victoria Liliana Mazure, Gloria Bidegain y Héctor Recalde, entre otros, y pretende extender el plazo de protección de las obras fotográficas de veinte a cincuenta años luego de la primera publicación


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(artículo 34). La versión original del texto proponía equiparar ese plazo a lo establecido por el artículo 5, que estipula un período de protección de setenta años a partir de la muerte del autor para creaciones como las musicales y literarias. Un número poco amigable para la tarea de, por ejemplo, enciclopedias, archivos y bibliotecas digitales (o no) de acceso libre y gratuito. La herida más profunda que podrían sufrir proyectos de este tipo vendría con la modificación del artículo 34 bis. El texto del 2157-D-15 propone que las fotografías que ya están en dominio público por haber cumplido dos décadas de publicadas se reprivaticen bajo el nuevo plazo de protección. Los otros dos objetivos que busca reformar —quizá menos controvertidos para los detractores de la reforma— abarcan la supresión de formalidades para facilitar la acción penal ante casos de defraudación (reproducción no autorizada) y la supresión de la suspensión del derecho de autor de los fotógrafos ante la falta de registro de sus obras, prevista por el artículo 63. De los cambios que alienta el proyecto, ninguno dividió tanto las aguas como la ampliación del período de protección del derecho patrimonial de los autores: por un lado, fotógrafos, titulares derivados, asociaciones de fotoreporteros y de gestión colectiva de derechos, como la Sociedad de Artistas Visuales Argentinos; por el otro, asociaciones civiles, proyectos culturales y educativos, y bibliotecas, entre otros. A simple vista, la distinción puede resultar maniquea, pero ilustra cómo funcionan los cambios legislativos. En un artículo a propósito de la reforma publicado por la biblioteca jurídica elDial.com, el docente y abogado Maximiliano Marzetti explica que las modificaciones a las leyes nunca son neutrales porque incentivan o desincentivan ciertas conductas. “Las normas que extienden privilegios son del tipo suma cero, porque lo que gana un sector, otro lo pierde. No se agranda la torta, sólo se la redistribuye”, dice.

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¿Qué se espera de un régimen de propiedad intelectual? ¿Qué protege? ¿Para qué sirve? La legislación al respecto, explica Marzetti, es compleja porque su punto de partida es una falla en el mercado: “La expresión de una idea no es más que información. Para los economistas, la información es un bien público porque adolece de dos características ausentes en otro tipo de bienes, como una casa o un auto: su consumo no es rival (si yo leo la obra de un autor y usted también la lee, la obra no sufre menoscabo alguno) y la exclusión es imposible o de costo prohibitivo (no se pueden poner ‘alambres’ para evitar que la gente acceda a la información)”. En un mundo que baila al compás de la racionalidad, la eficiencia y las utilidades, una legislación de propiedad intelectual justa es la que consigue encontrar el equilibrio entre el incentivo a los creadores y el derecho al acceso de los usuarios. Como la zanahoria delante del carro, los DPI fomentan la producción de obras nuevas bajo la promesa de que, por un período de tiempo, nadie podrá usarlas con fines comerciales (salvo autorización de su autor). De no existir el incentivo jurídico, algunas personas no invertirían tiempo y dinero en escribir un libro o componer una canción, por el riesgo de que otro pudiera apropiarse de su producción. Sin embargo, esos monopolios

de explotación tienen fecha de vencimiento. ¿Por qué? “Más allá de un plazo razonable para compensar el esfuerzo creativo, el derecho de autor se vuelve un costo social sin beneficios que lo justifiquen”, argumenta Marzetti. Una vez recuperada la inversión, la obra entra en dominio público “para una mayor difusión a precios de mercado”. En la práctica, estas regulaciones tienden más a defender los monopolios de explotación individual que el bienestar colectivo, sin considerar que los plazos excesivos de protección no necesariamente redundan en más beneficios económicos para los creadores. El acceso a canciones, libros, películas y fotos no sólo tiene fines educativos, sino también creativos: nadie produce/inventa aislado, sino más bien inspirado en su entorno inmediato. “Todo autor es un autor anterior del que uno posterior querrá tomar ideas, como a la vez es un autor posterior en sí mismo”, escriben William Landes y Richard Posner en An economic analysis of copyright law. Las ideas de otros funcionan como canteras para nuevas creaciones. Si esas creaciones estuvieran protegidas en exceso, cada vez que alguien quisiera reutilizarlas debería negociar la licencia con el titular de los derechos y pagar las regalías. Una ecuación poco atractiva para los productores de obras derivadas.


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Semanas antes del tratamiento de la reforma en el Cámara baja, distintas organizaciones y proyectos, como Creative Commons Argentina y Wikimedia, expusieron su preocupación por la posible “privatización del patrimonio fotográfico de la Argentina”. Secuencias de imágenes en blanco y negro con la frase “estas fotos van a desaparecer de Internet” acompañaron misivas, reflexiones, videos y artículos de rechazo a la iniciativa de Mazure (otrora directora del Incaa) y compañía. Una de las organizaciones que más se comprometió con el debate fue Fundación Vía Libre. Desde allí, intelectuales y especialistas en propiedad intelectual repudiaron la ausencia de un análisis de política pública que evaluase daños colaterales —como la lesión a derechos civiles y el acceso a la cultura— y de hasta qué punto la extensión del privilegio mejoraría la posición desventajosa de los fotógrafos en un contexto en el que Internet y el avance tecnológico trastocan derechos laborales y parámetros de producción, distribución y consumo. “El aumento en los costos de transacción para obtener autorizaciones de los titulares de derechos, el plazo ideal de monopolio, la importancia del dominio público en la generación de nuevas obras, entre otros factores, nunca fueron tenidos en cuenta. Tampoco se tuvo en cuenta si efectivamente es la solución para los autores fotográficos la extensión en el plazo de los monopolios, o si no es quizás necesario pensar en nuevos mecanismos regulatorios que tiendan a mejorar la protección de sus derechos”, señalan en un artículo en el sitio de la fundación. Para los autores del proyecto y los fotógrafos que lo apoyan, la reforma representa la corrección de una “grosera trampa” que los mantuvo en desventaja con otros creadores desde 1933, cuando se sancionó la 11.723. Créase o no, dice el proyecto: “Por vía del plazo, ingresan prematuramente en el dominio público obras que conviven con la actividad creativa y profesional de sus autores, y que de este modo se pierden para su acervo, reconoci-

miento y goce. Este ingreso en la esfera pública no redunda en un beneficio general de la comunidad, sino en un despojamiento pecuniario y moral del patrimonio de sus autores. En efecto, la segura utilización de esas imágenes redundará en beneficio de la actividad empresarial de los medios periodísticos, que habrán de usufructuar sin cargo alguno un material que conserva intacta su vigencia y efectividad”. He aquí uno de los tantos errores en los que incurre la iniciativa de reforma. Primero, da por cierto que los únicos que podrían perjudicarse con la privatización de las obras son los emporios periodísticos, desconociendo la existencia de pequeños medios y productoras de contenidos, que apenas logran solventarse. Luego, habla de “pérdida de reconocimiento” para los fotógrafos cuyas obras entran en dominio público, como si la ausencia de la protección habilitara la reproducción de las fotografías sin mención de su autor. Algo que no debería ocurrir jamás, esté o no la obra protegida: el crédito debe otorgarse siempre por conducta ética. En dominio público la obra no renuncia a su creador sino a su “rentador”. La reforma tampoco aclara cómo actuar con las “obras huérfanas” (fotografías de las que se desconoce el titular de los derechos o su paradero). ¿Cuántas iniciativas quedarían a medio camino por temor a violar el derecho de autor de esas piezas? Tampoco propone un catálogo de excepciones y limitaciones para bibliotecas y archivos, recurso del que carecen sólo 33 países (entre ellos, la Argentina) de 186, según un estudio de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Una lista que excluya del pago de regalías y de la negociación de licencias a proyectos educativos y culturales libres y gratuitos, como el Archivo General de la Nación y la Biblioteca Digital Trapalanda; e incluso a proyectos colaborativos sin fines de lucro, como Wikimedia Commons, el repositorio de fotografías de Wikipedia, con más de 28 millones de archivos libres. Valga una apreciación: Trapalanda —un acervo digital de la Biblioteca Nacional con más de

seis mil obras digitalizadas, muchas de ellas fotografías— es una iniciativa impulsada por la misma fuerza política que la reforma pero conceptualmente contrapuesta a ella. No es cuestionable que un fotógrafo, un escritor o un músico viva (o pretenda vivir) de las regalías generadas por las obras que produce. ¿Pero cuántos años son suficientes para compensar su esfuerzo creativo y económico? ¿Hasta qué punto es justa, eficaz y equilibrada la protección de una obra hasta setenta años después de la muerte de su creador? Ese excesivo plazo de protección parece más bien un mecanismo que salvaguarda la renta de los herederos, en desmedro del derecho colectivo a la información y la cultura. En el caso de la fotografía, ¿no son suficientes veinte años de protección luego de la publicación de la obra? Las modificaciones que introduciría la aprobación del 2157-D-15 ni siquiera lograrían corregir las pésimas condiciones laborales que padecen los trabajadores de prensa, entre los que se cuentan los fotógrafos. La flexibilización laboral que atraviesan los laburantes de este gremio no se soluciona con más años de protección para sus fotos. La renta no es salario y nada les garantiza a los fotógrafos que más años de explotación monopólica se traducirán en ganancias. En el marco de las iniciativas que producen contenidos de interés público, para las empresas tradicionales la reforma no será tan traumática como suponen. ¿Cuánto podría sacudirse la economía de Clarín si tuviera que elegir entre las regalías por una imagen o una colaboración fotográfica freelance? El horizonte sí se pondrá gris para proyectos periodísticos, audiovisuales, bibliotecas y archivos sostenidos a pulmón. Garantizarle a un pequeño grupo más años de renta no es lo mismo que protegerlos de injusticias laborales. Quizá ésa sea una de las razones detrás de la excesiva duración de los DPI: la idea de que más años de protección compensarán las injusticias contractuales que los autores padecen de parte de las empresas que compran, publican y distribuyen sus obras.


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¿La #DécadaGanada impulsó nuevas estructuras de militancia y de gestión o replicó, con otros resultados, las formas que llevaron al #QueSeVayanTodos? De la distribución de la riqueza a la del poder, un puntapié para reflexionar cómo hacer posible lo imposible pero de otras maneras.

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participa, otros la participan”, infiere. Desde su óptica, que es El helicóptero tomando altura, separándose del techo de la la de Movimiento Evita (ME, su espacio de militancia) y, en Casa Rosada y llevándose al para entonces ya expresidente parte, también la del kirchnerismo (el movimiento integra Fernando De la Rúa desde aquella calurosa tarde del 20 de el FpV), la política “atraviesa a todos: a los chicos, a los diciembre de 2001 hacia el fondo de la historia argentina. adultos, a los trabajadores, a los estudiantes y a los dirigenÉse fue, hasta el domingo 22 de noviembre pasado, el hecho tes”, a quienes prefiere llamar “militantes”: “La idea de que de inflexión más reciente en la vida política nacional. Para la política es una profesión es una creación del neoliberamuchos de ustedes, lectores —para quienes hacemos NAN, lismo para alejarla del pueblo. No somos políticos, somos seguro—, aquella metonimia fue, también, el comienzo de militantes”. una conciencia, participativa o no, respecto de los vaivenes Donda coincide con la idea de que es la “única manede la economía, de la institucionalidad, de las autoridades públicas, del Estado. Pero las cosas volvieron a virar: a casi 15 ra de transformar la realidad”, aunque abre el paraguas: “Hay muchos tipos (de política) y no todos son buenos”. El años de aquel quiebre y 12 de continuidad en las riendas poMovimiento Libres del Sur (LS), del que ella es dirigente y líticas del país, el Frente para la Victoria perdió las elecciouna de sus máximas referentes, surgió en 2006 y nuclea a la nes nacionales; un hecho que, a priori, permite encapsular cuantiosa organización “de masas” —término sobrepuesto la “década ganada” para empezar a analizarla. ¿Qué cambió? al usual “de base”— Barrios de Pie y al cúmulo de agrupacio¿Quién hace política? ¿Qué clase de política? ¿Qué reglas nes que en algún momento integraron la ochentista Patria nuevas se construyeron en ese juego? ¿Es un juego? Libre, con exmilitantes del Partido Intransigente y varios “El final es en donde partí”, presagia Chizzo en esa canción cuadros que sobrevivieron a la carnicería milica de los ‘70 y en la que se lamenta de no hallar consuelo para su locura. La canción es testimonio de mediados de la década menemista, resistieron a los ‘90. pero sirve para el hoy: la derecha de la “alegría” y el “cambio” le ganó el sillón de Rivadavia a la década de ampliación de derechos. Y si bien las cosas ya están dadas, es necesario retroceder un poco “EL PODER QUE en el tiempo para poder pensar cómo ENFRENTAMOS ES pudo esto ser posible. “A la izquierda MUY GRANDE. PARA de Cristina, la pared.” “Nos merecemos ROMPERLO NECESITAalgo mejor.” “La política es sucia; para MOS UNA COALICIÓN DE FUERZAS cambiarla hay que ensuciarse.” “La bataPOLÍTICAS.” lla es contra el neoliberalismo.” Primer GROSSO dato empírico: los diálogos referidos a la política coparon los almuerzos familiares, encuentros con amigos y amigas, intercambios laborales, posteos, megusteos y retuiteos del nuevo siglo. ¿Quién no ha escuchado alguna vez estas frases? ¿Cuántas veces fue en forma de interrogación? ¿A la izquierda de Cristina, la pared? ¿Nos merecemos algo mejor? ¿La política es sucia? ¿Es necesario ensuciarse para cambiarla? ¿La batalla es contra el neoliberalismo? Los diputados Victoria Donda, Leonardo Grosso y el excandidato a presidente por el Frente de Izquierda (FIT), Nicolás del Caño, respondieron a éstas y otras preguntas referidas a las estructuras de militancia y gestión construidas durante los 2000. EL MANUAL

Peronistas y radicales. Zurdos, de centro, de derecha. Liberales o progresistas. Los “nada”. Hay varios posicionamientos ideológicos que coexisten. ¿Todos se hallan traducidos en maneras de “hacer política”? ¿Todos pueden traducirse? ¿Qué vínculo tiene la política con la ideología? ¿Qué es la política? “La política es la única herramienta que tiene el pueblo para resolver los problemas”, propone Grosso, que emparenta “política” con “participación”. “Si la sociedad no


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de la zanja al piso Caminando apuntes, páginas y crónicas de estos casi 14 años de revista La Pulseada, me encuentro con una grieta. Una zanja. Una caja de cartón. Un niño. Un camión. Un camión para levantar, tirar, compactar y comerse el cartón. En la ciudad de La Plata, en los costados de calles de tierra, en el Barrio Aeropuerto, apenas pasado el año 2000, un niño sin casa se armó la cama dentro de una caja de cartón. Al costado de una zanja. A la noche, su

despertador fue el camión recolector, y con hambre como él. Saltó a tiempo el niño. Dejó su colchón antes de que lo agarren los colmillos del camión. A pocas cuadras, en esos mismos días, la Casa de los Bebés, ese centro de día de la Obra del Padre Carlos Cajade, también habita en una caja de cartón: un barrio, una ciudad, un país que está mordido. Pibitos y pibitas de pocos meses de vida tratan de saltar. Algunos ya no están, como Nazarena. Es “la desnutrición galopante”, como definía el propio Cajade. En ese país de cartón, con niños con hambre y colmillos galopando, una de las notas periodísticas de La Pulseada habla de “K”, una niñita que habita la Casa de los Bebés, hija de una morena misionera que “juega con un oso de peluche más grande que ella”. En “K” está el ciclo político argentino iniciado en mayo de 2003 y culminado en diciembre de 2015. Quizás por ese “carácter fuerte” de la niña, mencionado en esa antigua crónica, o tal vez por las condiciones y oportunidades que le dio el país, “K” ya tiene 13 y le escapó a los colmillos. Cuenta Isabel, coordinadora histórica del centro de día, que a fines de los ‘90, en el barrio había un clima de “guerra” y había que “cruzar los dedos para que los chicos no se muriesen”. Algunos no sobrevivieron; otros sí, “hoy ya son chicos grandes, llenos de vida, hermosos adolescentes”. También cuenta que ahora los bebés tienen sus vacunas; las mamás, un trabajo; cobran la Asignación para ir a comprar comida. Que están terminando la secundaria con el Plan Fines. En el barrio de Isabel y “K” todavía hay colmillos. Como en el país. No es fácil encontrar trabajo. Tampoco es fácil encontrar escuelas, jardines. “O”, “L”, “M” tienen 18, 16 y 14; todos dejaron la escuela para ganarse unos pesos y ayudar a su familia. A “P” lo mató la Policía y su hermano está preso. A los tumbos, pero la niñez y la adolescencia mejoraron en la era kirchnerista. La ley provincial de Promoción y Protección de Derechos es positiva; muchos militantes, entre ellos Cajade, la batallaron. Aunque tiene muchos problemas de aplicación y faltó en la gestión de Daniel Scioli más presupuesto en Niñez y Desarrollo Social, es imposible negar que en estos años se construyó un piso. Un piso desde donde subir, que no podría haber ocurrido sin la entrega de las organizaciones sociales y populares que acompañan desde los ‘80 y ‘90 a la infancia y adolescencia con derechos vulnerados. El desafío debe ser terminar con la violencia institucional, proteger a las mujeres de la violencia machista: seguir subiendo escalones en salud, educación y vivienda, exigir compromiso por un mundo sin cartón, sin zanjas. Javier Sahade, periodista y director de la revista La Pulseada.


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La definición de Del Caño comparte las notas musicales con sus colegas, “militancia”, “pueblo”, “realidad”, “transformación”, pero agrega extremos para que la melodía resulte distinta: “Construimos política de forma colectiva, con un gran esfuerzo militante voluntario, porque consideramos que en esta sociedad lo que vale es pelear para transformarla de raíz, para acabar con la división de clases, de explotación”. A LOS BIFES

Las definiciones de manual son un excelente planteo para quien eso busca. Las respuestas concretas a “¿cómo hacen política?” o “¿quién hace mala política; quién buena?” faltan, se guardan bajo la manga, como si las consultas periodísticas formaran parte del juego que todos los “dirigentes”, “políticos”, “representantes”, “militantes” parecen entender desde el momento en que deciden pelear por eso, llegar a eso, ser eso. El juego se convierte en una especie de mancha

medios> balance dispar

El sistema de medios de la Argentina es un sector dinámico, con vasta presencia de organizaciones privadas con y sin fines de lucro además de estatales. Exhibe una gran cantidad de periódicos y revistas, radios en formatos AM y FM, un número sensiblemente menor de canales de TV Abierta (apenas 44 en la etapa analógica, que crece de a poco a partir de la digitalización), un nivel de penetración importante del mercado de TV pago (por cable o satélite), que cubre aproximadamente el 90 por ciento de los hogares, con presencia de señales noticiosas en un número superior al del resto de países de América latina, como así también blogs y contenidos generados por usuarios en las redes digitales. Se trata de un sistema altamente concentrado en pocos grupos que son dueños de una gran cantidad de unidades de producción y transporte de contenidos. En muchos casos, esos grupos pertenecen a conglomerados económicos que abarcan otras actividades: los medios son sólo una parte de sus negocios y el interés en otras áreas tracciona la línea editorial. Además, se constata una fuerte presencia de capitales extranjeros. También se trata de un sistema muy centralizado en la zona metropolitana de Buenos Aires, donde vive cerca del 30 por ciento de la población del país. Los problemas estructurales de los medios en el país radican en la concentración, la extranjerización, la centrali-

argumentativa (pregunta, respuesta abstracta; repregunta, respuesta evasiva; ejemplos para contrastar, más evasivas; algún reconocimiento, y así) de la que es difícil extraer conceptos concretos. Pero algo surge. Para Donda, la “verdadera” transformación de la realidad sólo puede darse desde la estructuras de poder. ¿Cómo se llega allí? “Si no contás con una organización de masas que ocupe legítimamente el territorio y se ocupe de los problemas de quienes lo habitan, no vas a tener cuadros políticos para ocupar cargos de gestión. Y entonces los vas a tener que pagar. Y cuando empezás a pagar cuadros de gestión, terminan siendo cuadros institucionales, desconectados del resto de la realidad. A La Cámpora le pasa. Pero si esa organización no se anima a pegar el salto y aprovechar el momento histórico, podrá transformar un barrio, la vida concreta de muy pocas personas, aunque no cambiar en grande la realidad”.

zación en la producción de los contenidos, los bajos niveles de diversidad y la gestión vinculada a los gobiernos en los medios públicos. En los últimos 15 años asistimos a un desarrollo exponencial. El conjunto de avances tecnológicos transformó el sistema de medios masivos (prensa gráfica, radio y televisión), generó nuevos medios (Internet como medio y soporte, y redes sociales, entre otros) y nuevas prácticas y consumos. Los cambios pueden ser clasificados en tres tipos: tecnológicos, económicos y políticos (de regulación), con un impacto diferente de cada uno en el Espacio Audiovisual Ampliado. La política de comunicación implementada en ese período oscila entre el refuerzo de la estructura heredada (administración De La Rúa, Duhalde y Kirchner) y la reconfiguración del modo de administración por parte del Estado a partir del conflicto con los principales grupos concentrados, que comenzara en 2008. Su materialización institucional resulta dispar. Incluye avances democratizadores en materia de regulación, con la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en 2009, cuya aplicación de baja intensidad impide ver cambios concretos. La gestión del Estado en el desarrollo de la digitalización de la TV, desde el decreto de adopción de la norma japonesa en 2009 y el diseño de la política que abarca inversión en infraestructura, acceso y contenidos (con cierto sesgo gubernamental) y una regulación amplia, ambiciosa y poco exhaustiva en sus definiciones para el mercado de las telecomunicaciones, con la Ley Argentina Digital de 2014, que deja todo en manos del siguiente gobierno, en un escenario que tiende a reforzar la concentración convergente. Santiago Marino, docente e investigador en políticas de comunicación. Director de la Maestría en Industrias Culturales de la Universidad Nacional de Quilmes.


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“SI NO CONTÁS CON UNA ORGANIZACIÓN DE MASAS QUE OCUPE LEGÍTIMAMENTE EL TERRITORIO, NO VAS A TENER CUADROS POLÍTICOS.” DONDA

Del Caño califica de “muy fuerte” el arraigo que la alianza de izquierda que lo propuso como candidato presidencial tiene en “cada lugar de estudio y de trabajo, las fábricas, el Estado, los transportes, las universidades”, en donde “se da la verdadera batalla para arrebatarle el poder a los terratenientes, a los banqueros, a los grandes capitalistas”. En este esquema, “cada espacio de poder que se tome (como la bancada que comparten en el Congreso nacional y las que lograron en la Legislatura porteña y en algunas provincias del territorio) es puesto al servicio de esta pelea para transformar la sociedad”. UN MILLÓN DE AMIGOS

LS lo hizo en más de una oportunidad, desde su nacimiento. El kirchnerismo también. El Partido Obrero y el Partido de los Trabajadores Socialistas continúan dentro del FIT pese a los petardos que se dedican incluso en época de campaña electoral; Cambiemos es un resultado de la misma táctica: alianzas, acuerdos entre espacios políticos con diferencia de fuerza y lineamientos ideológicos similares en su superficie pero, en su mayoría, prácticamente contrapuestos. ¿Qué proponen las posibilidades de “ir juntos”? El juego de la política es ver en el otro fortalezas que en uno son debilidades y no tener demasiado estómago. “Nunca hay un antes de tiempo para aprovechar el momento histórico”, asegura Donda. La última vez que LS corrió al “tren de la historia” fue con la alianza Progresistas, junto al Partido Socialista (PS) y al GEN, que impulsó a Margarita Stolbizer como candidata a la presidencia en las últimas elecciones. En 2011 se subieron al vagón de Frente Amplio UNEN, junto con la Coalición Cívica, el GEN, el PS, el radicalismo y Proyecto Sur. Pero Donda asegura que el impacto que generó el abismo entre empujar a “Pino” Solanas como presidente y terminar haciendo campaña con Alfonso Prat Gay no dañó a LS. Aquélla “fue la más grande oportunidad del progresismo” para “llegar a estructuras de poder”, pero no pudo ser. “UNEN podía llenar una cancha de fútbol entera, pero no de militancia, sino de egos”, compara. El kirchnerismo fue la primera vez que LS pegó el salto para “aprovechar el momento histórico”. “Nos subimos para poder contribuir con su línea de centro izquierda, le creímos al kirchnerismo”, reseñó. El primer año de Kirchner en la presidencia también fue de redescubrimiento para ella: en 2003, análisis genético mediante, se enteró de que había nacido en la ex ESMA, de que sus verdaderos padres estaban desaparecidos y de que su verdadero nombre era Victoria Donda. En 2007, fue una de las dos diputadas de LS que integraron el bloque del FpV. La otra fue Cecilia Merchán. Un año después, los caminos de ellas y de las agrupaciones se bifurcaron, debate por las retenciones al “campo” mediante. “El espacio desperdició la posibilidad de construir una herramienta política transversal que nuclee distintas experiencias y compró llave en mano el aparato del Partido Justicialista”, reseñó. Se “bajaron” del tren cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia del PJ, cuando el FpV se “pejotizó”.


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“EN ESTA SOCIEDAD LO QUE VALE ES PELEAR PARA TRANSFORMARLA DE RAÍZ, PARA ACABAR CON LA DIVISIÓN DE CLASES, DE EXPLOTACIÓN.” DEL CAÑO

Para Grosso, esa lectura “es un error de los espacios que quedan afuera del kirchnerismo”. “El poder que enfrentamos es muy grande: la oligarquía agroexportadora terrateniente construyó la Argentina a su imagen y semejanza durante 200 años; descontale diez años de Perón, doce de Kirchner y tres meses de Cámpora, por ahí dos años de Yrigoyen, si querés ser generoso”, introduce el diputado referente del ME y responsable nacional de la agrupación juvenil de ese espacio, JP Evita, para plantear su versión: “Para romper eso necesitamos una coalición grande de fuerzas políticas, y el PJ es parte de eso. No podés romper con el kirchnerismo porque se ‘pejotiza’ porque, en realidad, los límites del proceso político son los límites que tiene nuestro pueblo. No se trata de la voluntad de los presidentes o presidentas”. ¿Es el pueblo el que no quiere abandonar al peronismo? Según Donda, el PJ es “un movimiento compuesto por bandas, la negación de la organización, grupos que se pelean entre ellos pero que se unifican detrás de la chequera del Estado o de una parte del Estado”. “¿Quién dirige? El que tiene la plata. ¿No hay plata? No hay unidad”, zanja. Para Del

Caño, “el peronismo tiene funcionarios históricos al servicio de los grandes capitalistas” y los planteos del kirchnerismo en favor de la transversalidad “fueron todos jugadas discursivas”. “Decían eso, pero en realidad se aliaron con los barones del Conurbano”, asegura. LOS LÍMITES DE SUPERAR LA AUTOGESTIÓN

Dice Grosso: “La política es una construcción atravesada por la disputa a lo largo y ancho de la historia argentina que se da entre los sectores populares y los sectores concentrados”. La “ventaja” de esta última década se entiende, según su lectura, en clave de reconciliación: “Vino Néstor y demostró que desde el Estado se podía pelear contra el poder, reconcilió a la política con los pibes, con los sectores populares, y permitió hacer crecer la construcción y la organización política, que volvió a ocupar el centro de la escena. Es más fácil sumar a alguien diciéndole ‘ves que se puede’ que planteándole cosas imposibles”. En 2001, cuenta, cuando militaba en un centro cultural de Las Tunas, Tigre, provincia de Buenos Aires, esa construcción era autogestiva: “Estábamos solos en el mundo, se iba muy despacio”. Ayer nomás, compara, “los


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sindi catos> ¿vivos?

Cuando todavía estaban escribiendo el epitafio en la tumba del sindicalismo peronista, descubrieron que aún respiraba. Con la salida de la convertibilidad y el nuevo modelo de acumulación, que llegó de la mano de su alianza estratégica con el kirchnerismo, el sindicalismo recuperó su lugar clave en la estructura social, política y económica de la Argentina. Ese actor social que parecía condenado a desangrarse hasta la muerte en la década anterior, reconquistó su influencia no sólo en el proceso productivo y en el mundo laboral, sino también en la política y en el territorio. Y así como en la década del noventa, a fuerza de desindustralización y cierres de fábricas, las organizaciones de desocupados y los movimientos sociales marcaban el pulso de la conflictividad social que se mecía al ritmo de los piquetes, en los últimos doce años el actor sindical, revitalizado por la vuelta al trabajo, retomó un sitio que parecía haber abandonado por siempre. La reinstalación de las negociaciones colectivas, la vuelta de las paritarias, el nuevo equilibrio entre el capital y el trabajo, y la vieja estructura gremial golpeada (y autoflagelada en muchos casos) por el menemismo pero no derrotada,

pibes que se sumaban tenían al Estado de su lado”. ¿Genial? No tanto. El ME fue una de las organizaciones kirchneristas que más apoyó a Daniel Scioli en su candidatura a presidente. Grosso deshecha “el manual para hacer la revolución de Carlitos Marx” pero cita a Mao Tse-tung para explicar los “límites” de la “década ganada”. “Planteaba que había desviaciones correctas e incorrectas en cada etapa. Nosotros decimos que la falta de crítica es una de las correctas en un momento en donde la etapa es el institucionalismo: se cae en la defensa de la política pública por sobre los intereses de los sectores populares. En la mayoría de las construcciones jóvenes del FpV no se puede criticar nada”, detalla, y une la reflexión a la instalación de un movimiento nacional y la constitución de un sujeto social sobre el que afianzar lo hecho e ir por más. Una especie de ruptura de los límites del pueblo. “El principal problema es que tuvimos diez años y no construimos el movimiento nacional. El kirchnerismo no asumió la tarea de encastrar una fuerza que respalde lo hecho, el protagonismo de los trabajadores y los humildes. Tampoco construyó a su sujeto social, pero eso es más difícil porque

catapultaron una vez más a los sindicatos como articuladores de poder, recursos y política. La década sindicalizada, entonces, generó el paraguas suficiente para un movimiento obrero a la ofensiva tras haber tocado su piso histórico. Esta etapa representó mejores condiciones para avanzar en la recuperación de derechos flexibilizados en la década anterior, más herramientas para la organización en los lugares de trabajo y más posibilidades para pelear por el salario real de los afiliados. De todas formas, estos años estuvieron lejos de llevar a la clase obrera al paraíso. La vieja guardia sindical peronista no se rejuveneció, evitó por todos los medios su renovación, clausuró las instancias de debate para las generaciones que se incorporaron al mercado laboral, no transparentó sus cuentas y replicó antiguos vicios vinculados al autoritarismo, lo que dejó una cantidad importante de deudas que el movimiento obrero no pudo saldar. La principal —y quizás la que resume el espíritu de la cuestión— es la demorada democratización de los gremios. Esas contradicciones del modelo sindical argentino, que por un lado garantiza un piso importante de beneficios a sus trabajadores, pero también les impone un techo difícil de permear, establecen la agenda para el futuro inmediato y mediato. Y el reto será todavía más complejo: es que “lo que falta” deberá discutirse en el marco de un modelo económico regresivo que amenazará el salario y las condiciones de empleo. El futuro ya llegó, aunque en los sindicatos todavía se resisten a aceptarlo. Jorge Duarte, periodista especializado en temas gremiales.

la sociedad cambió respecto de la del primer peronismo. Sin eso, después no nos quejemos.” ¿Y AHORA?

La superación de esas carencias son suficientes, según Grosso, para “quebrar el péndulo de la historia y lograr que en la Argentina sea permanente la política en el buen sentido”. Avanza: “Lo logramos durante diez años pero la oligarquía, como antes lo hizo mediante fraude y golpes de Estado, ahora rompe a través de partidos políticos modernos, como Cambiemos, esa estabilidad de los sectores populares en la construcción de un país distinto”. Donda mira hacia adelante y encuentra en el camino de LS los códigos que llevaron a esa agrupación a buscar el “verdadero progresismo”: “Sostener esta construcción política, ampliarla, arraigarla, fomentar el surgimiento de más cuadros políticos que puedan asumir diferentes responsabilidades y que puedan disputar poder en el tiempo, poder real”. Del Caño muere en la suya y la del FIT: “Combatir y cambiar esta sociedad anticlasista y anticapitalista para siempre en otra a favor de los trabajadores”.


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Al bajar del ómnibus sentí que mi ignorancia en cuanto a la geografía de la zona era asombrosa. Había creído que el viaje duraría dos horas como mucho, pero terminé arribando pasadas las nueve de la noche, cercado por la oscuridad espesísima de un cielo sin luna ni estrellas. El cansancio empezaba a ponerme ansioso; arranqué a caminar despacio hacia el pueblo con mi mente fija en la imagen de un hotel, de una ducha, una buena cena y una cama cómoda. Dormiría toda la noche, me levantaría tarde y recorrería el balneario en busca de una casita para alquilar y poder, al fin, descansar de tantos años de trabajo, de tantos viajes, novelas frustradas, desilusiones, fracasos y éxitos frágiles y provisorios. Me imaginaba bajando al lago por las mañanas; un poco entrada la tarde me pondría a leer a la luz del crepúsculo, cerraría los ojos y dejaría libre mi mente. Entré al caserío y en el primer boliche abierto pregunté dónde podía pasar la noche. Gracias a algunas indicaciones un poco imprecisas logré dar con el único hostal del pueblo. Me acosté temprano, no serían las once, y concilié el sueño de inmediato. Desperté entrada la mañana, me lavé la cara y elegí ropa liviana y cómoda. Cuando salí de la habitación me asombró el silencio de los pasillos; bajé por la escalera: en la recepción no había nadie, ni tampoco en el comedor. Empujé la puerta de vidrio con un hombro y di un paso, con cautela, como si todo lo que me rodeara pu-

diese romperse de un momento a otro. Afuera tampoco había nadie. El cielo lucía plateado y no había sol, ni tampoco viento. Caminé en dirección al lago, en busca de ruido, rumores, movimientos. Nada. Di una vuelta manzana y miré hacia adentro en todos los comercios abiertos a la mañana un poco fría: la gente había desaparecido y las cosas parecían estropeadas o rendidas, desenfocadas, fuera de contexto. Tuve que caminar un par de cuadras más para entender qué estaba pasando: en dirección a la cordillera y a la carretera por la que había llegado al pueblo una enorme mancha gris se abría camino y aspiraba el horizonte, las nubes, el cielo, las montañas y la tierra, estiraba y anulaba las formas como una lente mal tallada apoyada sobre un cuadro. Era el fin del mundo, o había sido el fin del mundo. Suspiré; aquello parecía acercarse lentamente. Más que nada fastidiado por ver mis planes interrumpidos volví al hotel, guardé mis pocas pertenencias en la mochila y me la eché al hombro. Bajé, salí a la calle (recuerdo con especial claridad que no quise mirar hacia el fin del mundo, aunque no por miedo a constatarle el avance), caminé hacia la avenida principal y de allí hacia la carretera del oeste. Algún ómnibus tenía que pasar (así fuese conducido por demonios), y quizá más adelante podría encontrar un balneario en el que descansar como quería. O, en el peor de los casos, volver a la ciudad. Las vacaciones más cortas imaginables; casi tanto como el universo.


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Descubrimos que a las tres de la mañana tiene lo suyo encender una fogata en la playa. No recuerdo bien cuántos éramos, pero sé que estábamos Jon, Rex y yo, más Perséfone, Andrea y algunas chicas que habíamos conocido esa misma noche, porque era la madrugada después de un recital o una fiesta, aunque eso no tiene importancia. Lo que sí importa es la playa, la noche sin luna y con estrellas que parecían haber alcanzado un máximo de brillo para luego, como todas las cosas que obedecen a alguna forma de ciclo, quemarse y deshacerse en un polvillo de plata que cubría el cielo, pasadas ya las constelaciones o en una época de constelaciones más difíciles de imaginar. Y fue Jon el que apareció arrastrando un viejo tronco, un poco húmedo, ahuecado, como si fuese la madriguera o fortaleza de alguna forma de vida animal que habitara en las playas y que permaneciese desconocida por los humanos. Rex debió internarse por el monte no tan lejano, ya que se las arregló para conseguir un buen montón de pinocha y de piñas. Yo había encontrado ramitas de acacia (mi abuelo me enseñó que es la mejor leña), y con eso bastaría. Prendimos el fuego mientras las chicas bailaban la música que sonaba en sus cabezas, como en la canción de los Beatles; Rex sacó su zippo de Gandalf y alguien vació lo que quedaba de vodka sobre la pinocha y las piñas. Las llamas crecieron sobre las ramas de acacia y, más despacio, empezaron a dar cuenta del tronco. The grass was greener, cantó Jon, the light was brighter. Las chicas seguían bailando la música inaudible. Yo tomé de la mano a una de ellas y entramos al mar. El agua estaba tibia; alrededor de nuestros pies danzaban peces que imaginé ciegos y fluorescentes. Nos dio un poco de asco y salimos, sin que el agua llegara jamás a nuestras rodillas. Y también reímos. Ahí debimos detenernos. Tiene lo suyo encender una fogata a las tres y media, casi cuatro de la mañana: el mundo allá lejos, en pausa, y la brisa veraniega que empieza a arrancar espuma de las olas. Ahí presentimos el cambio, la curva, el ascenso y la caída. No era el alba, aun no había claridad alguna en el cielo, pero sí se avecinaba algo, o era quizá que ese algo ya había pasado. Lo notamos en los rostros de las chicas, que perdieron la fase con aquella música que ahora quisiera haber podido escuchar. Rex se había vuelto un gato perdido en una noche ajena; Jon cerraba los ojos con fuerza. La línea de las aguas avanzó y se llevó la fogata, mientras nosotros corrimos hacia el mundo y lo que quedaba de nuestras vidas.


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nos siguen pegando informe abajo _correpi #ViolenciaInstitucional #DijimosNuncaMás #MalditasPolicías

l

a información pública y fehaciente sobre el accionar represivo de las fuerzas de seguridad es una cuenta pendiente de la democracia. A trece años del fin de la dictadura, el ministro del Interior menemista Carlos Corach demostró que todavía no estaba entre las preocupaciones del gobierno y disparó a los familiares de víctimas de gatillo fácil: “¿Dónde están los nombres?”. Pasó el tiempo y, si bien algunos analistas indican que en la última década la violencia institucional se instaló en el Estado como una problemática “a reducir”, las organizaciones sociales no pararon de contar víctimas. ¿Se perdió la batalla por el gobierno político de la seguridad? ¿Qué se puede esperar de las políticas que desplegará el gobierno del frente Cambiemos? A partir de las denuncias de familiares y organizaciones de derechos humanos, el repaso sistemático de los medios nacionales y provinciales, y los pocos datos públicos, la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) creó el Archivo de Casos de personas asesinadas por el aparato represivo estatal, que renueva año tras año. En

noviembre pasado, la decimonovena actualización de ese trabajo denunció un total de 4644 “casos conocidos” desde la vuelta a la democracia. Los fusilamientos por gatillo fácil (46 por ciento) y muertes en cárceles y comisarías (39) representan el 85 por ciento del conteo y son “las dos modalidades más frecuentes de la represión orientada al control social”. “Las permanentes campañas de ‘ley y orden’, al amparo del discurso oficial de la ‘inseguridad’, invisibilizan los homicidios de gatillo fácil contra jóvenes y pobres, que sólo trascienden en circunstancias muy particulares, o cuando son seguidos de una fuerte reacción popular que atraviesa el muro mediático”, resalta el informe de la Correpi, que agrega: “Es imposible calcular la ‘cifra negra’ del gatillo fácil y de las muertes en cárceles y comisarías o por la tortura”. Los asesinatos en protestas sociales (70 desde 1995), desapariciones forzadas (200 desde 1983), “causas fraguadas” o consecuencia de otros delitos (1 por ciento) e “intrafuerza” (8 por ciento) reflejan el resto de los “casos conocidos”. El archivo indica que desde 2000 —a excepción de 2002 (192) y 2003 (173), años de profunda inestabilidad y difíciles para el rastreo de datos—, la cifra anual nunca bajó de las dos centenas de víctimas de violencia institucional. En 2015 (el registro se cierre a fines de octubre), los “casos conocidos” alcanzaron los 225. Diez días después de la presentación del archivo, Correpi informó el registro desiete nuevos casos. Un dato que confirma la selectividad del sujeto social construido como “peligroso”: el 49 por ciento de los casos registrados corresponde al segmento de 15 a 25 años y si se suman los de menos de 35, las víctimas de ese rango etario son el 76 por ciento del total.


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LO HECHO

María Victoria Pita es antropóloga e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas abocada a la violencia institucional y propone, para entender qué se hizo y qué no desde el Estado, analizar la problemática como parte de un campo de discusión. “Desde fines de los ‘80 hasta ahora hubo muchas disputas por la hegemonía en torno del sentido sobre la violencia del Estado y la seguridad”, advierte, y reseña que desde 2003 la cuestión vuelve al centro de la escena luego de haberse instalado, a fines de los ‘80 (la Masacre de Budge como “caso icónico”), como “cuestión a combatir” a partir del “avance sobre el control de las policías, limitando su autonomía, su discrecionalidad y su arbitrariedad a la hora de actuar”. Pita marca un punto de retroceso en 1994, cuando el crecimiento de la línea dura habilitó “la intervención más explícita de las fuerzas de seguridad en la represión del conflicto social” (la creación de la Secretaría de Seguridad como toda respuesta del expresidente Carlos Menem frente al atentado a la AMIA). La discusión, en los 2000, tuvo a los humanos, las libertades individuales y el respeto a la vida de las personas como el “eje desde donde la seguridad pública se propone no como orden público sino como la seguridad ciudadana en términos de dere-

chos”. En ese “largo” proceso —que se extiende hasta el comienzo de la última presidencia de Cristina Kirchner— la cuestión de la violencia policial “empieza a ser tenida en cuenta como algo a ser limitado” desde la intervención del Estado, característica distintiva de la época: “Agentes estatales empiezan a implicarse también en esa lucha contra la violencia institucional”, define la antropóloga, y ejemplifica con la creación del Programa Nacional de Lucha contra la Impunidad, a fines de 2003, en la órbita del Ministerio de Justicia nacional, y el surgimiento, años después, de otros programas de política pública orientada a la cuestión, como la ProCuVin, la Dirección de Orientación a las Víctimas y Atajo. Para Manuel Tufró, que coordina el equipo sobre Seguridad Democrática y Violencia Institucional del Centro de Estudios Legales y Sociales, uno de los “momentos esporádicos” en los que la violencia policial fue considerada un “problema a resolver” fue mientras Nilda Garré administró el Ministerio de Seguridad nacional (el otro, sólo un poco más atrás en el tiempo, fue durante la gestión de León Arslanián en la cartera bonaerense). “Garré puso en funcionamiento un programa de uso racional de la fuerza con una mirada atravesada por la problemática de la violencia institucional que abarcaba a la formación y permitía inves-


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tigaciones internas de los casos, además de querer llevar un registro propio. Esto se fue recortando y últimamente está desmantelado”, planteó el doctor en ciencias sociales. Pita coincide en que aquél “fue el momento más álgido de ese proceso en el que se pretendió construir el gobierno político de la seguridad” con “avances en la regulación de las fuerzas, la generación de protocolos que funcionaran como estándares y patrones de acción, y en la intención de someter a las fuerzas a una vigilancia política”. La batalla, sin embargo, se perdió. “El desempeño corporativo de las propias agencias de seguridad, especialmente la Policía Federal, jugó en contra —explica la antropóloga—. A la Federal la dominó su interés por seguir siendo autónoma.” ¿Qué se podría haber hecho? Pita entiende que el escenario “es muy complejo”, que los actores a quienes se busca gobernar tienen “comportamientos corporativos, prácticas históricamente consolidadas, opacas a la mirada del poder político”. En ese juego, la Argentina cuenta con un plus del que no disfrutan otros países: las organizaciones de la sociedad civil de una “histórica tradición de vigilancia, control, demanda, denuncia y presión para políticas públicas”. Para Tufro, fue ese Tercer Sector el que “empujó” para que la problemática de la violencia institucional sea “atendida” por el Estado, aunque reconoció que “claramente no es una demanda mayoritaria”. “Sabemos que en buena medida las autoridades se manejan sobre demanda tratando de demostrar acción en aquellas zonas en donde hay demanda desde la opinión pública: lo que en los últimos años se llamó ‘sentimiento de inseguridad’. Su respuesta es presencia policial masiva, en lugar de abordar los problemas de la policía en funcionamiento, su violencia, su corrupción, su connivencia con la ilegalidad”, plantea. Salvo aquel atisbo durante la gestión Garré, la producción de cifras oficiales que permitan mapear los abusos de las fuerzas de seguridad pública quedaron siempre afuera de cualquier plan estatal implementado. Otro intento fue el registro que inició la Secretaría de Derechos Humanos, pero que “no logró coordinar con las áreas de Seguridad específicas”, indica Tufró. “El Estado no hizo nada para transparentar la información”, concluye el investigador del CELS, un organismo que elabora su propio registro en base a los casos difundidos por la prensa en el área metropolitana de Buenos Aires. Para Pita, ese documento y el de la Correpi son “las dos bases importantes” para analizar la violencia institucional, aunque no son oficiales. “Es fundamental contar con cifras oficiales para conocer no sólo ciertos valores que dan cuenta de la problemática, sino también los patrones de desempeño de las fuerzas, lo que ellas entienden como suficiente, insuficiente y desmedido”.


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LO QUE VIENE

La investigadora del Conicet no está demasiado esperanzada con el compromiso del Estado al mando de Mauricio Macri a propósito de la cuestión analizada. “Los actores con poder en esta nueva escena política son tributarios de la tradición de la represión, entienden que la vía para tratar la conflictividad social es la intervención de la fuerzas de seguridad, y los antecedentes que tenemos de la Ciudad de Buenos Aires tampoco son auspiciosos, ya que el desempeño de la Policía Metropolitana dejó mucho que desear, con tasas de violencia y letalidad muy altas, y con cierta complacencia del poder político”, apunta. Además ejemplifica: el PRO fue el único espacio del arco político que no adhirió al Acuerdo para una

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Seguridad Democrática, firmado en 2009 no sólo por partidos sino por organizaciones sociales, con el objetivo de discutir las respuestas autoritarias a los temas de seguridad y proponer algunos criterios básicos para la acción democrática del Estado frente a los problemas del delito y la inseguridad. En su archivo, Correpi cuenta con 17 casos de gatillo fácil a manos de la Metropolitana. “Son casos de metropolitanos netos. Ahí se ve el resultado de la formación, en la que no podría describir novedades porque reproduce la tradición de la Federal”, sostiene Alina Ríos, socióloga especializada en estudios sobre políticas de seguridad y fuerzas policiales. El último caso registrado es el ataque de un agente de la Metro-

politana que con su arma reglamentaria dejó cuadripléjico a Lucas Cabello, un joven de La Boca. “El poder político porteño apareció inmediatamente para ratificar la versión policial”, advierte Pita. “La formación de la Policía Metropolitana tiene un componente estructural de personal de otras fuerzas”, subraya Ríos. Esa convocatoria inicial se tradujo en que la nueva fuerza saliera a la calle en 2010 con el 80 por ciento del personal proveniente de las policías Federal y Bonaerense; y también de las Fuerzas Armadas, incorporaciones que incumplían la ley de Seguridad Pública sancionada por la Legislatura en 2008. Ríos remarca que los exfederales ocupan “sobre todo los cargos jerárquicos y ligados a la formación”, y señala como ejemplo al coordinador de Formación Policial del ISSP, superintendente Eduardo Orueta, un exfederal que estuvo procesado por participar en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001. A fines de 2010, un informe de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad advirtió que, en su mayoría, los federales con altos cargos “hicieron sus primeros años en la PFA en los años ‘70 y mayoritariamente en comisarías de la Ciudad de Buenos Aires; dicha experiencia realizada en años de dictadura y violaciones a los derechos no se condice” con el modelo de una policía “distinta, moderna y responsable”, lema con el que el PRO vendió su nacimiento. “La Metropolitana fue pensada para un mientras tanto se transfiera la Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la Federal a la Ciudad de Buenos Aires. Ése el horizonte”, sentencia la investigadora del Programa de Estudios de Control Social del Instituto de Investigaciones Gino Germani, aunque destaca que “está organizada a partir de una dirección civil, algo que se reivindica como proceso de democratización de las fuerzas” y sostiene que al ser una fuerza pequeña “están asegurados los resortes de conducción política”, por lo que no se la puede pensar como “fuerza autónoma”. El flamante secretario de Seguridad nacional, Eugenio Burzaco, fue el único civil que actuó como jefe de la fuerza entre diciembre de 2009 y diciembre de 2011, con la represión al Parque Indoamericano en el medio. Jorge “Fino” Palacios y Osvaldo Chamorro fueron los primeros exfederales titulares de la policía porteña, quienes fueron apartados en 2009 por el procesamiento en la causa de las escuchas ilegales que involucró al propio Macri. Desde 2012, el PRO volvió a la corta tradición de exfederales en la conducción y puso al mando a Horacio Giménez y Raúl Pedace, quienes coordinaron las represiones a la Sala Alberdi, al Hospital Borda y al barrio Papa Francisco. “Esa represión no es efecto de una policía que se manda sola sino que está articulada en una respuesta política a problemas sociales”, alerta la socióloga.


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energía_ eléctrica

una mirada a la oscuridad

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a serie Revolution comienza con un epígrafe: “Vivíamos en un mundo eléctrico, todo dependía de la electricidad, y de repente se fue. Todo dejó de funcionar y no estábamos preparados. El miedo y la confusión dieron paso al pánico”. La televisión scifi anticipa lo que ya vienen advirtiendo científicos de todas las latitudes: el gran apagón es posible. Es que la sociedad está cada vez más conectada. Las 24 horas del día. Los siete días de la semana. La energía tiene un rol protagónico en la economía y la producción del planeta. El crecimiento y el desarrollo de un país, incluso los estilos de vida y consumos modernos, dependen de su disponibilidad. Una de las consecuencias evidentes es el aumento de su demanda. Las ciudades de la aldea global consumen entre el 60 y el 80 por ciento de toda la energía generada (en números fáciles, dos mil millones de litros de combustibles fósiles, según el informe “Recursos naturales, metabolismo social y desarrollo”, del ingeniero Walter Pengue), sin olvidar que son responsables del 75 por ciento de las emisiones descontroladas de gases invernadero. Y, justamente, la energía está en el centro del problema, porque es el sector que más emite y regenera gases de efecto invernadero. Para Pengue, “si hoy el mundo pretendiera alcanzar el mismo nivel de consumo que el Occidente más desarrollado, serían necesarios cinco planetas para poder abastecer esa demanda”. Y la Argentina no escapa a la tendencia: año tras año aumenta una demanda eléctrica que, en este momento, alcanza los mil megavatios de potencia cada 365 días, según estadísticas oficiales. Una alta demanda que marginó a las energías verdes, según coinciden los expertos consultados por NAN. Por ese camino, el desastre ecológico acecha al planeta. Como es sabido, los recursos energéticos que hay son limitados, tienen fecha de vencimiento. El desarrollo de energías renovables (eólica y solar, por nombrar dos) es vital para no depender de los combustibles fósiles y enfrentar la crisis climática global. En el país, el Congreso modificó el 23 de septiembre pasado el Régimen de Fomento Nacional para el Uso de Energías Renovables (ley 26.190), que estipulaba para 2016 que el ocho por ciento de la electricidad debía generarse a partir de diversas fuentes renovables, la eliminación de la energía nuclear y la reducción del uso de carbón (la energía más sucia). Ahora el régimen establece alcanzar un aporte de las fuentes renovables del ocho por ciento del consumo de energía eléctrica al 31 de diciembre de 2017 y llegar al 20 por ciento en 2025. Es decir, en dos años se tienen que alcanzar los objetivos que no se lograron en nueve. Si se cumple la meta, se calcula que 6.5 millones de toneladas de emisiones dejarán de emitirse en 2017. Y si en 2025 se alcanza el 20 por ciento en la matriz energética, se dejarán de emitir 21.5 millones de toneladas de C02. El proyecto para modificar la ley había sido presentado por el senador Marcelo Guinle (FpV-Chubut) y

LOSPOSIBLES


fue aprobado por unanimidad. Sus principales argumentos fueron contra el déficit comercial provocado por la importación de combustible y a favor de diversificar la matriz eléctrica con fuentes limpias. Para Nicolás Brown, ingeniero y experto en energías renovables del Foro de Ecología Política Los Verdes, elevar el límite de potencia de las centrales hidroeléctricas de 30 a 50 megavatios es “sólo una recategorización para intentar llegar al ocho por ciento fijado para 2017; es decir, hacer un poquito de trampa”. La energía hidroeléctrica, además, plantea observaciones. “Cuando las represas son chicas y no tienen grandes embalses, no tienen un impacto ambiental sobre el río, por eso se las considera sustentables, pero las grandes impactan en el ambiente y en el ecosistema”, diferencia. Además advierte: “Aún no fue reglamentada y el éxito depende de la reglamentación e implementación, porque sin fondos no se puede hacer nada”. Bruno Capra y Andrés Repar, del Instituto de Energía Scalabrini Ortíz, cuestionan que “la norma fue hecha a medida del lobby de las multinacionales importadoras de aerogeneradores y celdas solares”. Sugieren que “un plan energético debería apoyarse en la industria local”. Es que la norma dispuso excepciones al arancel de importación a equipos e insumos hasta el 31 de diciembre de 2017. Capra y Repar proponen “tener una política de Estado, una empresa estatal de energía eólica y carreras universitarias, como sucede con la industria del petróleo a partir de la Juan_Pez.jpg

estatización de YPF, para crear un sector que las impulse”. Uno de los promotores de la norma en el Congreso fue el por entonces ex CEO de Shell e integrante del equipo de Cambiemos Juan José Aranguren. Sí, el actual ministro de Energía. El asesor del senador Guinle en la iniciativa y director de la maestría de renovables de la UTN, Sebastián Kind, fue designado secretario de Energías Renovables. Mientras tanto, el aporte de energías limpias a la matriz eléctrica continúa siendo realmente marginal (1,4 por ciento del total), incluso en comparación con países vecinos, como Uruguay, que alcanzó el 20 por ciento. La ley 26.190 define como fuentes de energía renovables a las eólica, solar fotovoltaica, solar térmica, geotérmica, olamotriz, hidráulica, biomasa, gases de vertedero, gases de plantas de depuración, biogás y biocombustibles. La ley crea un fondo fiduciario para respaldar la financiación del proyecto, que recibirá el 50 por ciento del ahorro neto en importaciones de combustibles líquidos. También penaliza a los consumidores que no alcancen las metas fijadas por la norma, en particular a los que superen consumos de 300 kilowatts. Y establece que los proyectos que incorporen más insumos nacionales en los equipos tendrán más posibilidades de recibir créditos. A pesar de la ley, desde 2006 avanza sin detenerse el Plan Nuclear Argentino, con inversiones descomunales. A fines de septiembre fue inaugurada Atucha 2 y la construcción de una nueva central está cada vez más cerca, a través de acuerdos

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con China. Brown remarca que “la construcción de un parque solar o eólico es más barata que la de una central nuclear, es más sustentable en el orden económico además del ecológico”. “Con las inversiones que tuvo Atucha 2 no implica un riesgo, pero fue carísima su construcción”, cuestiona. Y agrega: “Genera residuos, tardás unos cinco años en construirla y es una obra carísima. Una vez construida genera energía barata, pero lo que se invierte y por los residuos que genera no tiene sentido”. El argumento del exgobierno nacional era que se trataba de una energía con tarifas baratas, en comparación a las fuentes verdes. Más cuestionada aún es la energía generada a partir de carbón. Con una inversión total de 1929 millones de dólares, en septiembre último fue puesta en marcha la central termoeléctrica a carbón de Río Turbio. “Hoy es inevitable recurrir a las energías fósiles, pero hay que limitar todos sus efectos, porque la quema de carbón para producir electricidad es la fuente que más gases de efecto de invernadero expulsa a la atmósfera y tiene un impacto muy grande en la comunidad local”, critica Brown. Su puesta en marcha va a contramano de la actual tendencia mundial de cerrarlas. El especialista de Los Verdes destaca la energía solar y sostiene que a través de la autoridad de aplicación hay que promover un marco legal para la generación de energías renovables, sobre todo la solar, en toda la sociedad. De todas maneras, admite que se trata de una tecnología

costosa (montar paneles fotovoltaicos en una casa requiere una inversión de entre 70 mil y 100 mil pesos) para los sectores populares. La microgeneración de energía solar complementa a la energía tradicional. Con sol se cargan las baterías y cuando no hay sol se conecta la red eléctrica. “La legislación está orientada a los grandes consumidores y ellos representan un tercio de la demanda del país. El resto no está obligado a comprar energía renovable o a generarla. Además, se orientó a los grandes generadores. Si hoy alguien quiere montar un panel solar en su techo no lo puede hacer, la distribuidora te puede denunciar. Hay un bache legal, aunque hay gente que lo hace clandestinamente, como Greenpeace”, explica Brown. Por lo pronto, sólo en la provincia de Santa Fe una norma lo regula. Para Brown, la energía solar no requiere mantenimiento y hay más componentes en la industria local para construir los panales, mientras la energía eólica requiere grandes inversiones para construir los parques eólicos, los molinos son made in China (en el país se fabrican pero son mucho más caros en comparación con la escala productiva del gigante asiático) y requieren mantenimiento. Por su parte, Capra y Repar complementan que “la Argentina tiene un potencial eólico, sobre todo en la Patagonia, y los parques eólicos pueden ser construidos en menos tiempo que una planta hidroeléctrica”. Las energías limpias no son utopías sino el camino hacia el desarrollo sustentable de la matriz energética. Télam.jpg

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MIENTRASLOSCAMPEONESGANAN



PERIODISMO SOBRE ARTE & SOCIEDAD

#21 / Año 5 / 2016 / ARG $50

LA POLÍTICA GANADA REFUGIADOS SIRIOS BINGO EN LA NORIA INFORME CORREPI


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