NOVEDADES SOBRE LAS ARTES NUESTRAS
AÑO 2 / MARZO-ABRIL 2012 / ARG $12
Nacho Rodríguez, Pablo Dacal, Lucio Mantel y Tomi Lebrero
NOBLES KAMIKAZES Estos músicos sub-30 podrían disfrutar de la comodidad del rock, pero se lanzan a andar el camino de la canción popular. Comparten una búsqueda estética y poética. Metabolizan ritmos, desde el jazz hasta el folklore. Y prefieren la magia del formato acústico que les permite lograr una mayor horizontalidad con el público. ADEMÁS
LA NOVELA DE LA CLASE MEDIA | CULTURA CANNÁBICA | Arte sin cianuro CUADRITOS, PERIODISMO DE HISTORIETA
Sketches de Revista de Harold Pinter
SĂĄbados 21 hs. en Bravard 1178 (CABA). ActĂşan: Claudia Mac Auliffe, Sonia Novello y Alejandro Vizzotti. Entrada general: $30. Reservas: 156 758 0457
www.agencia
.com.ar
revistanan.blogspot.com
EDITORIAL
la cultura más allá del arte
Marzo/abril 2012 www.revistanan.blogspot.com.ar revistanan@agencianan.com.ar
Staff
Ilustración
Ailín Bullentini Esteban Vera María Daniela Yaccar Nahuel Lag Nicolás Sagaian Paula Sabatés Sergio Sánchez
Adrián Rolón Damián Scalerandi Lucía Pechersky
Colaboradores
Mopho
Historieta
Diego Villa
Diseño gráfico
Acorazado Potemkin Carolina Sánchez Iturbe TAPA Darío Aranda Fotógrafa: Cecilia Villegas/ Derecho a Leer Asistente: Alejandro Doti Facundo Arroyo Facundo Gari Hernán “Mantu” Mantoani Juan Marco Castiglione Luis Paz Martín Graziano Nicolás Alonso Soledad Arréguez Manozzo Fotografía
Cecilia Villegas Eva Fernández Federico Moscoso Natalia Pastor Santiago Meligeni Stefanía Sbruzzi The Dark Flack NaN permite la reproducción total o parcial de la presente revista, siempre que no sea para fines de explotación comercial. Registro de la propiedad intelectual en trámite. NaN es una publicación bimestral de circulación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y zonas de la provincia de Buenos Aires. Su finalidad es brindar información sobre arte y cultura. Puntos de venta CONURBANO BONAERENSE: puestos de diarios en andén 2 de la estación de ferrocarriles Adrogué; República de Siria, a la entrada de la estación Lomas de Zamora, lado oeste; andén 4 de la estación de ferrocarriles Lanús; y andén 2 de la estación Monte Grande. CIUDAD DE BUENOS AIRES: puestos de diarios en la estación de subtes Constitución, andén central; estación de subtes Avenida de Mayo, andén hacia Retiro; estación de subtes Diagonal Norte, andén haciaRetiro; Mu, punto de encuentro, Hipólito Yrigoyen 1440; Centro Cultural La Gomera, Benito Quinquela Martín 1799; Callao y Avenida Corrientes; y Santiago Arcos Ediciones, Puán 481 (frente a la Facultad de Letras). Más en www.revistanan.blogspot.com. El grupo de comunicadores de NaN es también responsable del sitio sobre arte autogestivo y cultura Agencia NAN (www.agencianan. com.ar). Los artículos firmados expresan la opinión de quienes los escriben. NaN no es responsable por el contenido de las páginas web a las que hace referencia en sus artículos o publicidades. El contenido de los avisos publicitarios es exclusiva responsabilidad de los anunciantes.
N
o esperamos a que el calendario nos arrojara un nuevo año desde aquél “hasta el próximo número”. Antes del fin de 2011 comenzamos a pensar en los cambios que podrán ver en las siguientes 48 páginas de NaN –y eso ya es un cambio, claro– y en las que las sucederán a lo largo de este 2012. Nos tuvimos que agrandar, no por la satisfacción de haber cumplido el objetivo de concluir el primer año de la publicación, sino porque teníamos más cosas para decirles. También repensamos esta exposición, esta transparencia, esta complicidad de ir contándoles número a número cómo seguimos nuestros pasos. ¿Será un recurso agotado? Quizá. Pero los inagotables cambios en busca de la forma ideal –palabra tramposa como barril sin fondo, aunque cargada de empuje– de desarrollar nuestra vocación periodística, que implica comunicarnos de la mejor manera con ustedes, nos obliga a explicarles desde qué lugar hacemos nuestro medio. Sobre todo en tiempos de máscaras que caen y extremos que se tocan. Había algo que a NaN le picaba –le pica y le picará–. Incluso, antes de ganar, hace más de un año, el concurso de Nuevas Revistas Culturales de la Secretaría de Cultura –todavía estamos a la espera de recibir el total de la ayuda económica que otorgaba ese reconocimiento– que nos empujó a salir a la calle a buscarlos a ustedes, a quienes confían en lo que hacemos y nos respaldan económicamente con ocho pesitos, que este año serán doce –por la cantidad de páginas mencionadas antes– o con una pauta publicitaria. Decíamos que algo les pica e inquieta a los integrantes de este colectivo. Una frontera nos inquieta. Una que está entre dar cuenta de los discursos, colores, interpelaciones, movimientos, sonidos y trabajos artísticos que dan vueltas en el nutritivo territorio que forman lo alternativo y lo popular, por un lado. Y lo que gira alrededor de periodistas, fotógrafos, entrevistados, diseñadores y lectores. Aquello que nos (a)condiciona. O sea, lo social. Y lo social lleva una carga inmanente: lo cultural, en sentido amplio. La cultura más allá del arte, la cultura más allá de una secretaría, la cultura más allá de los museos. “Lo cultural” como síntesis de las relaciones, prácticas y costumbres sociales y sus transformaciones dentro de un ámbito determinado. En números anteriores de la revista encontramos enfoques, excusas periodísticas para abordar desde el arte situaciones que lo desbordaban. Sin duda el arte las interpelaba, pero otras voces hubieran sido también necesarias. Ahora son un hecho. En las páginas de NaN encontrarán una sección dedicada a ensayos y otra a crónicas, dos géneros que ampliarán nuestra mirada y sumarán la de otros. Esa inquietud no nos quita la anterior: descubrir las voces alternativas, jóvenes, contrahegemónicas en el arte. Por eso, incorporamos una sección exclusiva para “esos raros sonidos nuevos”, con el objetivo de poner el oído en las nóveles expresiones musicales, quizás el arte más convocante para nuestra generación. Y de la misma manera, nadamos en la web para hallar sitios que traigan innovaciones en todos los ámbitos artísticos. Se lo debíamos a la red de redes que nos vio nacer y pronto nos verá transformados con página web renovada. Se lo debíamos por espacios como Cuadritos –destacado sitio de periodismo de historieta– que este año se sumará a la resistente aventura del periodismo gráfico. Éstas son las novedades, las expectativas, las nuevas fronteras hacia las que viajará NaN este año para seguir adelante con este anhelo/lujo/esfuerzo que significa crear un medio, en el cual pretendemos dar a conocer la sociedad que queremos.
VERMÚ
ARTE MEMORIA
UNA IMAGEN PARA MIL PALABRAS Soledad Arréguez Manozzo
Federico Moscoso
CON TRAZOS DE PINTURA SOBRE FOTOGRAFÍAS DE MILITANTES DESAPARECIDOS, EL COLECTIVO DE ARTISTAS PLÁSTICOS INVITA A REFLEXIONAR SOBRE EL PASADO Y DEJAR DE LADO EL SILENCIO. LA INTENCIÓN ES NO SOLAMENTE REPARAR EN CÓMO MURIERON, SINO TAMBIÉN, EN CÓMO VIVIERON.
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l brillo de los ojos cobra vida en los pequeños cuadritos de color. Pero son las sonrisas, sin duda, las que contagian alegría, sorprenden a los distraídos, reconfortan la memoria. Ellas dejaron atrás el dolor, pintado en blanco y negro, para resurgir en la paleta de Arte Memoria, un colectivo de artistas plásticos que interviene fotografías de desparecidos durante la última dictadura militar. Sus retratos tienen mucho para contar. Hablan de lucha, también de ideales y de sueños. Cada espacio del lienzo pintado revive una anécdota. Las miradas las cuentan, las sonrisas lo demuestran. O al menos así lo insinúan los gestos que asoman entre los huecos en blanco, a la espera de pintura. “¿Ustedes se animan a pintar?”. Esa simple pregunta se transforma en el punto de partida para la creación colectiva, ya sea en la calle con la comunidad o puertas adentro en la intimidad del taller. Entre muchas manos, se colorean nuevas historias, se reflexiona sobre el pasado y se mantiene viva la memoria. “¿Van a pintar?”, insisten a los que llegan al taller del colectivo, en La Boca. Estar ahí, frente a todos esos retratos, hace imposible rechazar la oferta. Carlos, Liliana, Osvaldo y Susana tenían casi la misma expresión en las fotos. De frente o de perfil, serios, con la mirada para un costado. En blanco y negro, todos se parecen. Con el pincel, en cambio, se busca dejar atrás los tonos marcados de muerte para el reencuentro con otra imagen viva de esos militantes. Y allí lo que no faltan son las anécdotas y las sonrisas. “Lo que hacemos es actualizar la imagen, poniendo color y contenido. A partir de ahí, los traemos al presente. Es una nueva versión, actual, colorida, viva”, resume Jorge González Perrin, integrante del colectivo mientras prepara un lienzo para comenzar a pintar. “¿Cómo se hacía el violeta? ¿Qué es esto? ¿Puedo poner naranja acá?” Las preguntas técnicas, las manos sucias con acrílico y las risas forman parte del proceso. Las fotografías se transforman
en una hoja cuadriculada, cada espacio se enumera y como si se tratara de una batalla naval. Los pinceles completan con color una ubicación cercada por la cinta de papel. Pero mientras se pinta, suceden muchas otras cosas: se habla de las fotos, sus familiares conversan sobre ellos, cuentan cosas divertidas, los recuerdan en colores, se ríen. La memoria no repara sólo en cómo murieron, en el sufrimiento y el horror, sino también en cómo vivieron. Y ahí aparece la alegría. Los cuadraditos como piezas de un rompecabezas, que va tomando forma, se convierten en pedacitos de historias que emergen desde el silencio. A veces, la simple mezcla de las pinturas alcanza para que se recupere la palabra silenciada. “El terror no solamente hizo desaparecer personas, sino también el deseo de la acción. Si uno lo siente, tiene que poder manifestarlo. Esta es una forma”, asegura Perrin, que junto a Marcela Seoane, Silvina Basualdo y Liliana Gómez Requeijo –también del colectivo– compartió con NaN la confección de un retrato. En el taller, se habló de colores y de los efectos que desencadenan en la creación artística. Para muchos, la propuesta de Arte Memoria es la posibilidad de ver a sus familiares en un sinfín de tonalidades. Para algunos, una oportunidad para reivindicar los ideales de los compañeros desaparecidos. Para otros, una experiencia colectiva para tomar acción desde el arte. “Si bien la anécdota no está pintada forma parte de la construcción. Está en lo que cada uno aporta. Surge la necesidad de poner íconos (o la caligrafía) que representen a esa persona. Las cosas que hacía, lo que pensaba. También es un descubrimiento: acá se conocieron familias que por 30 años no se habían visto”, subrayan.
“Ponemos color y contenido en cada imagen. A partir de ahí, los traemos al presente.” Perrin
* Arte Memoria presentará la muestra “El Arte como impugnación del silencio” del 8 de marzo al 22 de abril en Palais de Glace, Posadas 1725, Ciudad de Buenos Aires.
VERMÚ
Proyecto Bisiesto
El año de los
366 días creativos Carolina Sánchez Iturbe The Dark Flack
LA EXCUSA FUE PERFECTA. MAITE DOESWIJK DECIDIÓ APROVECHAR QUE EL 2012 TRAÍA 24 HORAS MÁS PARA EMPRENDER UNA INICIATIVA EN LA QUE NO PASARA NI UN MES SIN PRODUCIR. DESDE DISTINTAS DISCIPLINAS EL GRUPO TRABAJA UN CONCEPTO MENSUAL CON DISTINTAS HERRAMIENTAS E INTERPRETACIONES PARA LOGRAR EN DICIEMBRE UNA ÚNICA GRAN OBRA. En el colectivo los artistas entran y salen cada trimestre, a su criterio.
C
uando 2011 estaba cerca de anunciar su final, Maite Doeswijk, artista plástica, periodista y música de La Plata, decidió que ésta vez no le pasaría lo mismo de siempre. Aprovechando que el año nuevo traía en su calendario 24 horas de regalo, además de alguna que otra profecía apocalíptica, se juró que ésta sería la oportunidad para cumplir con la promesa de aprovechar los meses del verano e iniciar un trabajo artístico que, finalmente, la mantuviera productiva los 366 días por venir. “Estaba volviendo en micro desde Gualeguaychú a La Plata y, en el viaje, se me ocurrió armar un proyecto porque cada vez que arranca un año me dan ganas de aprovechar los meses muertos, que son enero y febrero, para producir más cosas. Primero pensé en hacer una obra por día, individualmente. Pero después, me pareció mejor ampliarlo a más gente y empecé a charlarlo con amigos artistas. Al principio, pensamos hacer un laburo que dure todo 2012 y en el que cada artista hiciera una obra por día, pero después nos dimos cuenta de que nos habíamos cebado, era demasiado”, cuenta Maite intentando explicar cómo fue que craneó el nacimiento de Proyecto Bisiesto, el grupo multidisciplinario que hoy coordina. Las nuevas tecnologías traducidas en redes sociales y blogs fueron una de las grandes herramientas que Doeswijk utilizó para lograr poner en funcionamiento el proyecto que estaba gestando. Así, a través de Facebook, a principios de 2012 abrió una convocatoria para conformar el primer conjunto de artistas que, durante tres meses, realizaría trabajos. Poco tiempo después, once personas provenientes de diversas disciplinas comenzaron su recorrido por el enero del año bisiesto de Maite y produjeron las primeras piezas del calendario-obra. Pero la convocatoria no se cerró entonces. Es que una de las propuestas de Proyecto Bisiesto es que el grupo sea un espacio dinámico en donde la gente pueda entrar y salir al inicio de cada trimestre. Lo que diferencia a este espacio de otros grupos artísticos es que, si bien cada uno de los integrantes realiza individualmente un trabajo por mes, todas estas propuestas responden a una idea que Doeswijk postula: “Yo les tiro a los artistas disparadores para cada
“En el encuentro con el otro cambia la perspectiva sobre lo que uno realiza.” Doeswijk mes y cada uno desde su disciplina, en su casa y con lo que tiene a mano, va trabajándolo individualmente hasta concluir en una obra. Cada uno interpreta el concepto que se plantea como quiere y como mejor le parece, pero el resultado es un montón de interpretaciones acerca de un único concepto, que se traduce en laburos atravesados por un color que unifica”. Así, durante el primer mes del año, los artistas realizaron trabajos sobre el ocio y utilizando el color amarillo; en febrero, le tocó el turno al año bisiesto y al naranja; mientras que en marzo, las producciones se desarrollan en torno al rojo y a la rutina. Otro de los rasgos característicos del proyecto de Doeswijk es que la propuesta no sólo incluye el entrecruzamiento de interpretaciones respecto de un mismo concepto, sino que además todo el proceso de elaboración de las obras artísticas es compartido. En el blog de Proyecto Bisiesto (www.artebisiesto.blogspot.com) pueden verse los bocetos de los trabajos y, así, artistas y espectadores dan apreciaciones sobre el rumbo que está tomando cada pieza. “Todos vamos mirando el trabajo del otro y opinando, sin por eso ir en contra de la libertad de hacer, claro. Pero está bueno porque en el encuentro con el otro cambia la perspectiva sobre lo que uno realiza”. Convencida de que el entrecruzamiento de miradas es un espacio de suma riqueza, Maite planea sacar pronto a Proyecto Bisiesto de la virtualidad. De ese modo, espera realizar en abril la primera exposición colectiva del grupo, donde será posible ver los trabajos que cada artista realizó durante el primer trimestre y juntar energías para iniciar el segundo tramo del año. Luego, en diciembre, finalmente el grupo llegará a su gran cometido: un calendario-obra de arte que, compuesto por varias “mini-obras”, demuestre que éste fue un año en el que los 366 días fueron utilizados creativamente.
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ESPECIAL
MES DE LA MUJER
EL ARTE DE LAS PIERNAS MÁS BONITAS Paula Sabatés
Adrián Rolón
LA MUJER CREA Y ES REPRESENTADA DESDE TIEMPOS REMOTOS. SIN EMBARGO, SU RELACIÓN CON EL ARTE VIVE UN ESTADO DE ETERNA TENSIÓN. TRES JÓVENES DEL MUNDO DE LAS LETRAS, LA MÚSICA Y LA PLÁSTICA REFLEXIONAN SOBRE ELLA.
L
a relación mujer-arte siempre ha dado que hablar. Quizá porque a siglos de la aparición de la primera manifestación artística todavía no se ha naturalizado (tanto) como la de hombrearte. La crítica del arte universal está repleta de etiquetas que hacen parecer que el “arte femenino” es un género más, mientras que no existe un “arte masculino”: éste es simplemente “arte”. En el mes de la mujer (el 8 de marzo se recuerda el día en que decenas de obreras murieron calcinadas en una fábrica neoyorkina durante un reclamo por mejores condiciones laborales), NaN se propuso explorar esta relación a través de dos ejes fundamentales: la mujer como sujeto creador y como representación artística, es decir, como sujeto (o, más bien, objeto) de inspiración. La elección de las entrevistadas no es casual: las tres coinciden en una búsqueda que gira en torno a lo femenino, desde distintos lugares. El resultado es un pantallazo sobre la visión que las artistas de hoy tienen sobre su lugar en el mundo creativo. También, un análisis sobre las obras que de ellas hablan o de ellas se desprenden. “Cuando todavía eras/ cuando te quedaba una mínima posibilidad/ no entendías el significado/ nada/ -ahora sí-/ el vientre vacío, el vien-
actualmente trabaja en un libro-objeto titulado Corte y Confesión, un escrito-collage que presenta una crítica a la industria cultural en el que se reflexiona, entre otras cuestiones, sobre la representación de la mujer como objeto de consumo. La mujer como artista: ¿apocalíptica o integrada? La mujer fue tema de representación desde que el arte es considerado tal cosa, aproximadamente la época del Paleolítico Superior. Las obras de arte más célebres suelen ser, en su mayoría, representaciones de mujeres. Basta con enumerar solamente los primeros cuadros que se vienen a la cabeza cuando se piensan obras maestras de todos los tiempos: La Gioconda, Las señoritas de Avignon, Las Meninas, La maja desnuda y Las tres Gracias; pinturas, todas ellas, que representan cada período y cada movimiento. Resulta extraño, entonces, que la primera mujer artista de Occidente se haya registrado como tal recién en el siglo XVI (esto es, la primera que firmó un cuadro con su nombre de manera “legal”). Y más llamativo es que hasta el Modernismo Brasilero, en el siglo XX, ninguna haya tenido nunca el mismo reconocimiento que los artistas masculinos en ningún movimiento. No sólo en el arte pictórico se dio el desfasaje. El teatro recién incorporó actrices en el siglo XVI, con el estallido de La Comedia Dell´Arte, en Italia. Antes, los papeles femeninos debían ser representados por hombres, que usaban máscaras o seleccionaban a los actores más jóvenes para esos roles. Las actrices de cine no sufrieron ese destino, pero simplemente porque el cine nació en el siglo XIX, cuando en el campo de la actuación la cosa ya estaba más o menos equiparada. De todos modos, todavía son muchas menos las directoras que los directores cinematográficos (se calcula estimativamente que, en premiaciones internacionales, las mujeres al frente de proyectos competidores no llegan al 15 por ciento del total de realizadores). La primera directora en ganar un Oscar fue Kathryn Bigelow por The Hurt Locker, recién en 2010. En la literatura y la música pasa algo similar: si bien existieron las
“No recuerdo canciones que hablen sobre la mujer de una forma copada: es madre o puta.” Carolina Pacheco tre seco/ deshijada/ te quitaron el nombre provisorio/ mujer era/ y ya no más/ no hay mujer si no es habitada/ dicen los libros/ y a los libros siempre hay que creerles/ así que ahora/ ni siquiera mujer/ ganaste el nombre con la primera gota y lo perdiste con la última.” Así versa Nadina Tahuil, joven escritora, en ranamadre, libro de poemas que publicó en diciembre por Viajera Editorial. En él propone una nueva forma de pensar la maternidad y lo femenino, sobre todo torno a lo corporal. “Los temas del libro tienen que ver con una búsqueda que vengo haciendo desde hace muchos años, que está relacionada a las exigencias del ser mujer y a cómo lidiar con ellas”, cuenta la autora, que reconoce que se le hizo más fácil publicar este libro por Viajera…, dirigida por mujeres. “Necesitaba una mirada femenina que ayudara a cerrarlo”, remarca. Carolina Pacheco es Señorita Carolina, al menos cuando hace música. Con Más filoso, su tercer álbum, editado recientemente y de manera independiente, dice que se siente más madura y más representada. “Es mi disco más consciente respecto al género, en el que aparece, por ejemplo, la violencia.” Su nombre artístico deja por sentado claramente quién es, qué es y qué se propone esta artista. “El `Señorita Carolina´ fue cero intencional. Pero me fue gustando cada vez más la idea porque cada uno interpreta lo que quiere. Unos me dicen que es por la soltería y porque no necesito casarme para ser feliz, otros que es un guiño a las señoritas de los colegios, por la inocencia”, contrasta. Como sea, la artista suena cada vez más en el circuito under: desde hace un tiempo se desempeña como vocalista de la reconocida Miss Bolivia y mientras tanto sigue afinando su carrera solista. Y también su dulce pero contundente voz. Paula Landoni es una artista plástica que nunca sintió predilección “por las técnicas tradicionales de las artes visuales”. Su obra está hecha con materiales propios de campos no artísticos, como recortes de revistas, historietas o libros. Asegura que no le interesa la problemática de género, pero sin embargo en sus trabajos abundan las figuras o rostros femeninos. “Mi obra es muy autobiográfica. Tengo una experiencia cultural concreta que es la de ser mujer. Entonces produzco sobre eso porque es sobre lo que más sé. No puedo obviarlo”, explica la artista, egresada de la carrera de Artes, que
“El hombre no se pregunta qué es el hombre, porque ya es. La mujer se cuestiona todo el tiempo.” Nadina Tahuil brillantes Simone de Beauvoir, Emily Brontë, Virginia Woolf y Jane Austen, o Aretha Franklin, Janis Joplin, Joni Mitchell y Diana Ross, nunca serán tan populares como Miguel de Cervantes Saavedra, Oscar Wilde, Herman Hess y Edgar Allan Poe o John Lennon, Frank Sinatra, Elvis Presley y Freddie Mercury. La comparación es arbitraria pero intenta ser ilustrativa. En síntesis, hasta el siglo XX, la mujer artista tuvo un protagonismo menor al del hombre, fenómeno claramente a tono con el resto de las esferas sociales de la vida cotidiana (esta historia en Oriente ocuparía un análisis diferente y seguramente más extenso). La pregunta es qué pasa en la actualidad, ya que se ha avanzado mucho en esa problemática, sobre todo en los últimos dos siglos. –¿Creen que la mujer pudo conseguir un lugar en el arte igual al del hombre o que todavía está en desventaja? N.T.: –Si bien ha ganado muchísimos lugares, en el arte todavía tiene menos espacio. No por menor capacidad, sino porque para el género es más difícil todo porque tiene que ganarse el derecho de piso, demostrar que puede. Además las exigencias de la sociedad hoy son muchas más para las mujeres, por lo cual es imposible que puedan
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dedicarse por completo al arte. C.P.: –En comparación con épocas anteriores, éste es un mundo bastante libre para las mujeres en cuanto a su lugar en el arte. Nunca sentí limitaciones ni me faltaron oportunidades. Sí hay otras esferas en donde la diferencia es terrible. Si algo no pudieron detener los hombres fue nuestra fuerza creativa, nuestro impulso. P.L.: –Está nivelado completamente. Hasta el siglo XX estuvo esta cosa de etiquetar la producción de las artistas mujeres como “arte femenino”, rótulo que no era más que un índice del dominio masculino. Pero esa etiqueta no puede existir. Las respuestas varían de acuerdo a la disciplina en la que trabajan. Landoni cuenta que actualmente hay muchísimas artistas plásticas y que “en varias exposiciones hay más mujeres que hombres”. Pacheco asegura que si bien los grandes músicos argentinos son hombres, en los festivales hay cada vez mayor diversidad. La menos optimista es Tahuil, quien experimenta la mayor diferencia desde las letras. “La literatura tiene un movimiento femenino fuerte en poesía, porque ésta tiene que ver con algo muy intimista que la mujer maneja mejor. Pero si bien es maravillosa como género y súper compleja, la poesía es lo menos leído y sin dudas lo menos popular. Entonces es más difícil que se haga conocida una mujer escritora”, sentencia la autora. La mujer como modelo de representación: ¿sujeto u objeto? El debate más profundo debe ser, de todos modos, el otro: ¿cómo está representada la mujer en el arte? La razón es simple: la pintura (fundamentalmente hasta el siglo XVIII pero igualmente aún hoy), luego el cine y, más que nada, la publi-
cidad, exponen a la mujer a una estereotipación constante. Altura, delgadez, belleza y pechos enormes parecen ser condiciones básicas que debe reunir una mujer para ser inmortalizada en un cuadro, una foto o una toma (el desnudo, como género pictórico, llevó al máximo estas características). “El arte educa”, se suele decir. Entonces, esta imagen queda en el inconsciente colectivo y en la idea de cómo debe ser la mujer moderna. Ergo, si la sociedad tiene ese concepto del género femenino, entonces la mujer debe servir para satisfacer las de-
“Tengo una experiencia cultural concreta: la de ser mujer. No puedo obviarlo.” Paula Landoni mandas del hombre. Y si eso hace entonces no puede ni debería tener tiempo para ser una artista. –La cosificación de la mujer es innegable en las artes visuales. ¿Cómo creen que está representada en las otras disciplinas artísticas? C.P: –En cuanto a la música, durante años fue tomada como objeto en las canciones del rock nacional. Se tomaba su belleza o su perfil maternal, pero no se la describía como ser activo ni se hablaba de otros rasgos femeninos como el poder, la fuerza o la creatividad. Todo eso quedaba invisibilizado. No recuerdo canciones que hablen sobre mujeres de una forma copada. En cambio, hay miles que hablan de las piernas más
bonitas. También hay muchos temas que cuentan la historia de un tipo que se enamora de una puta. Queda ahí: madre o puta, sin punto medio. Por suerte, como más mujeres crean ahora, ella empieza a tener otras aristas en el arte. De todos modos hay canciones machistas hechas por mujeres, porque es muy difícil escapar de ese achatamiento con el que crecimos. Igual, no me parece que el hombre lo haya hecho con maldad tampoco. Ellos también están súper formateados y les cuesta salirse de ese lugar. N.T: –En la literatura hay muchos estereotipos, mucha mujer-objeto. De hecho no recuerdo grandes heroínas femeninas en los libros, más allá de La Maga o Madame Bovary (N. de R., personajes de Rayuela, de Julio Cortázar; y de novela homónima, de Gustave Flaubert, respectivamente), que por algo marcaron un estilo. De todos modos, cuando las hay siempre están usadas como contrafigura del hombre, nunca como identidad o lógica propia. Es muy difícil romper con eso aún hoy en día. Las tres artistas coinciden en que, si bien a menudo repite los vicios de las producciones masculinas, la creación femenina suele tener un plus, generado por la característica fundamental de ser mujer. Tahuil pone como ejemplo La Grieta, de Doris Lessing y El infinito en la palma de la mano, de Gioconda Belli, libros que “la inspiraron” a la hora de escribir el suyo. “Hay algunos textos de los que te podés dar cuenta de que fueron escritos por mujeres aún sin leer el nombre del autor, porque cuestionan la femineidad. El hombre se podrá preguntar por la existencia, por la vida y por la muerte, pero no sobre qué es el hombre como género. No duda porque ya ‘es’. Pero la mujer se cuestiona qué es la mujer todo el tiempo y eso se nota en la literatura, y creo que en todo el arte.”
MEDIOS
Antena Negra TV
IMÁGENES EN LUCHA Nahuel Lag Natalia (Antena Negra)
LA AUTOGESTIÓN NO ES UNA UTOPÍA. SIN DEPENDER DE NINGÚN PARTIDO POLÍTICO, DE SUBSIDIOS ESTATALES NI SIQUIERA DE PUBLICIDAD, LOS INTEGRANTES DEL CANAL 4 TRANSMITEN POR EL AIRE DE CABALLITO Y POR STREAMING EN INTERNET PARA ROMPER “LA MAGIA TELEVISIVA”. Por las nuevas condiciones, el medio no está incluido en la nueva legislación.
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l cordón policial está en frente, fuera de foco, esperando la orden de avanzar. En primer plano, un hombre de traje, con un documento de desalojo, habla con una mujer que con insistencia le pregunta adónde va a dormir con sus hijos. Luego, la escena cambia. Los uniformados se alejan de la cámara. Mientras, el trajeado los sigue por detrás. Un inquilino da testimonio: “El desalojo está suspendido por dos semanas”. “Transmisiones de emergencia”, las llaman en Canal 4, Antena Negra TV. La imagen fue tomada con una cámara digital. La transmisión se entrecorta, a veces, porque llega por wi-fi y la señal no abunda donde las necesidades no pasan por una notebook. Sorteando esos detalles, la resistencia al desalojo es sintonizada por aire por los vecinos de Caballito y viaja a todo el planeta por streaming a través del sitio www.antenanegratv.com.ar. “La comunicación no es mercancía”, “la autogestión no es utopía”, manifiestan en Antena… quienes, en 2008, clavaron un transmisor casero en el techo del edificio de la Asamblea del Cid “para romper con la magia de la televisión y que no sea una cajita cerrada”, señala Natalia, documentalista e integrante del equipo del programa “Artículo 14 Vip”. La magia de los grandes estudios de producción y sus estructuras directivas se estrellan contra otra realidad cuando los 15 integrantes de la TV –que no depende de un partido político ni subsidios estatales ni vende espacios de publicidad– se reúnen en asamblea para decir hacia dónde va el canal y su programación; con ciclos que llevan algunos años, videoclips, películas y documentales, difíciles de hallar en las grillas comerciales. No hay condición para entrar a la asamblea –al canal–, “los roles se distribuyen de acuerdo a las necesidades del proyecto y los programas, y sobre todo desde el compromiso de cada persona”, indica Patricio, estudiante de comunicación social e integrante de Antena… Las voces que se escuchan en la pantalla son “las de las organizaciones sociales, las de los valores humanistas; ausentes en el ‘lo que vende’ de los canales comerciales”, explica Natalia. Esas “otras voces” se suman a las que replica la Red Nacional de Medio Alternativos (RNMA) y bajo ese mismo concepto respaldaron, desde 2006, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Sin embargo, hasta el momento, los medios de la red no son parte
“Mientras los medios masivos buscan mantener el status quo, nosotros buscamos crear una nueva subjetividad.” de la pluralidad de la nueva legislación. “No estamos incluidos ni desde lo económico –las licencias trepan los 30 mil pesos– ni desde la categorización. Los medios de comunicación alternativa y popular queremos una categorización que contemple nuestras características: sin patrón, sin transmisiones homologadas, sin registro de propiedad intelectual, sin patrimonio. Aspiramos a romper con la mercantilización de la información”, resalta la documentalista. A la espera de un nuevo encuentro con las autoridades del Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), cumplieron con los requisitos de la ley –asumieron una figura legal y fueron censados– para poder acceder a una licencia. ¿Qué voces aún no están siendo escuchadas? “A diferencia de los medios masivos, no llegamos a una situación de conflicto por la información que te pasa la Policía sino a partir de una organización social cercana que nos convoca. Nuestras cámaras están detrás de la gente y no del cordón policial. Mientras los medios masivos buscan mantener el status quo, nosotros buscamos crear una nueva subjetividad”, apuntan. –¿Cómo se plantean llevar ese mensaje contrahegemónico al público masivo? Natalia: –Si trabajamos junto a las organizaciones sociales desde un pensamiento de izquierda y socialmente esas ideas no son masivas, pretender serlo sería omnipotente. No hay que perder referencia de la coyuntura. Si estuviéramos al margen ante una insurrección popular como la de 2001 deberíamos cuestionarnos, pero en este momento social sería extraño sostener el discurso de las organizaciones y alcanzar masividad. Creemos que podemos convencer a la gente de que tiene que ver otra cosa, cuando quieren a Marcelo Tinelli, pero esas son condiciones objetivas que no podemos regular. El desafío es que cuando sientan, como en 2001, que ‘nos mean y los medios dicen que llueve’, se encuentren con nuestro trabajo.
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ESOS RAROS SONIDOS NUEVOS
Viva Elástico
Ese pop barrial
estirado Juan Castiglione
Eva Fernández
La banda de Longchamps encara su segundo trabajo, más directo y minimalista, luego de haber pegado en el ambiente con su disco debut. Ahora, llegó el momento de dar otro paso, el que brinda la libertad de la búsqueda estética para consolidar un sonido Hi-Fi y cristalino. “Por más músico artesano que seas, tenés que tratar de ser educado con el oído”, remarcan.
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a humedad asfixiante que se respira en Burzaco contrasta con el ambiente ameno y relajado que prima al mismo tiempo en el patio del Tío Bizarro, antro que todos los viernes se despoja de su piel de cordero para convertirse en el epicentro de la cultura alternativa de zona sur. Son poco más de las 11 de la noche, Viva Elástico acaba de terminar su prueba de sonido y en el aire aún pueden sentirse los resabios de las pizzas que fueron servidas a los últimos comensales de la noche. Dentro de algunas horas, cuando el recinto se llene, la historia será radicalmente distinta, y lo que hasta ahora eran aguas calmas se transformará en un clima denso, oscuro e irrespirable, con palabras que se perderán entre mares de voces y sonidos de guitarra, que estremecerán los cimientos de la cuadra. Pero ahora estamos acá: sentados en unas sillas sucias, disfrutando de la calma que precede a la tormenta. Alejandro Schuster y Mateo Zabala son voz y guitarra de esta agrupación oriunda de Longchamps que, a fuerza de estribillos épicos y un retorno sincero a las raíces del pop más dulce y melancólico, conquistó los oídos de propios extraños. Y fue precisamente con su disco debut, el homónimo Viva Elástico, que la banda (que completan Santiago Pacek, Juan García Del Val y Juan Condori) logró saltar a las grandes arenas, pasando del circuito de recitales independientes de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense a grandes festivales. Ahora llegó la hora de dar el siguiente paso. -¿Existe la famosa presión de encarar el segundo disco, luego de la muy buena repercusión que tuvo el primero? Alejandro: –No, la presión del segundo disco no la tenemos. El primer disco tuvo prensa a buen nivel y nos fue muy bien, pero creo que ya lo superamos. Pase lo que pase ya quedó superado, tanto musicalmente como a nivel banda. Además, a este disco lo grabamos todos juntos. En el anterior éramos pocos, lo grabamos casi
integralmente con una maquina de ritmos. Estamos más unidos y nos gustan más las canciones. También hubo muchos errores en el primero que nos sirvieron de experiencia a la hora de encarar el nuevo… Mateo: –Estamos bastante seguros de las nuevas canciones. Principalmente nos tienen que gustar a nosotros y después vemos que pasa, pero ya con que nos guste a nosotros es suficiente. -A la hora de entrar al estudio, ¿este trabajo lo abordaron de forma distinta? Mateo: –Este disco fue diferente porque gran parte de los temas, en cuanto a armonía y fraseos de voz, los trajo Ale armados y después lo produjimos a nivel banda. Los fuimos estructurando en ensayos a lo largo del año y más que nada en el último tiempo antes de entrar al estudio, donde estuvimos ensayando entre tres y cuatro veces por semana. Así tuvimos los temas bastantes definidos, y a partir de esa base empezamos a hacer una postproducción, agregando y quitando cosas que tal vez no fueron pensadas en un principio. -¿Se puede decir entonces que este disco fue todavía más pensado? Alejandro: –El anterior fue más espontáneo, se fue haciendo sin entender qué producción de canción teníamos. No tenía forma, eran canciones de fogón. En éste lo teníamos todo estructurado, tocado, por ahí faltaban los finales, pero la estructura, en sí, estaba casi completa. –¿Supieron aprovechar mejor las herramientas que les brinda el estudio? Mateo: –Sí. En el primer disco, mientras se grababa, se componía. En este caso, ya teníamos todo bastante cocinado, salvo algunos arreglos y cosas menores que se terminaron de arreglar durante la grabación. Pero, en sí, estaba todo ya bastante más pensado, y sobre esa base se trabajó, se fueron agregando cosas, sacamos otras, incluso algunas guitarras se fueron. Sintetizamos muchísimo.
“El disco anterior fue más espontáneo, se fue haciendo sin entender qué producción de canción teníamos. En éste todo está más estructurado.” Schuster
El grupo reconoce influencias del rock inglés y la música electrónica, sin dejar de lado el punk arrabalero local.
Alejandro: –Sacamos muchas guitarras y se llegó a un buen nivel de síntesis. Estábamos tratando de ser lo mas minimalistas para tocar y nos dimos cuenta en el estudio que podíamos sacar cosas. La dinámica de composición del nuevo disco contó con una particularidad: la dupla conformada por Schuster y Zabala trabajó separada por kilómetros, más precisamente aquellos que existen entre Longchamps y Coghlan. En gran parte gracias a las bondades de la vida 2.0. Mateo: –Alejandro me llamaba y me decía: “Che, mirá el tema que hice”. Cuando veía que alguno podía ir nos poníamos a trabajar. Nos mandábamos loops por Internet, intercambiábamos fragmentos e íbamos armando los temas a partir de eso. –¿El sonido del disco se terminó de plasmar mientras lo grababan? Alejandro: –Teníamos una idea de cómo tenía que sonar. Con reminiscencias al sonido de las bandas de FM de la década del 80. Que bardeara cuando tuviera que bardear y apoyado en guitarras limpias, con eco casi todo el tiempo, resultando lo menos indie que podíamos pensar, en términos de sonido. Mucha de la influencia vino además de bandas como The Cure o los Smiths. A su vez, estuve escuchando mucha música electrónica, algo que sin dudas se ve plasmado en los temas. –Hace algunos años afirmaron en varias entrevistas que a lo que ustedes apuntaban
era poder lograr un sonido Hi-Fi. ¿Continúan con esa búsqueda? Mateo: –Sí, seguimos pensando lo mismo. Nosotros crecimos escuchando música que sonaba bien. Mucho tiempo después empezamos a escuchar cosas más Lo-Fi, como Pavement, por ejemplo. Alejandro: –Me gustan mucho bandas como Pavement y Sebadoh, pero siempre me gustaron más las bandas grandes, aquellas que sonaban nítidas y donde se entendía todo. Por más músico artesano que vos seas, tenés que tratar de ser educado con el oído. No tenés que ser cabeza, tenés que intentar sonar estéticamente lo mejor posible. Los discos de Beck son Lo-Fi, pero desde lo estético. Están grabados con mucha delicadeza. Tienen un criterio estético, es una elección. No porque no tiene recursos y no le queda otra, ni tampoco porque los tiene y no los quiere usar. Pero, no sólo por su sonido cristalino se destaca Viva Elástico, sobre todo dentro de ese heterogéneo conglomerado de bandas llamado “el nuevo indie argentino”. Escapando a los estereotipos del género, la banda de Longchamps se permite incluso incursionar en lo que, en los últimos tiempos, se pareció bastante a una lengua muerta: la canción de amor. “De a poco esa tradición se va recuperando. Las mejores bandas de a historia han hecho canciones de amor. David Bowie hizo canciones de amor. Incluso los Ramones hacían cancio-
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nes de amor re lindas. Sí, decían ‘nena te amo’, pero a nivel sónico estaban perfectas”, reflexiona Alejando. Canciones como “Imágenes de Amor” o “Las motos”, tal vez, sean el mejor reflejo de la sensibilidad del grupo para abordar las historias de amor (y desamor) post-adolecente, marcadas por la perdida de la inocencia y la ebullición hormonal. “Las letras son muy directas, no uso metáforas a la hora de armarlas. A lo sumo utilizo representaciones del tiempo, pero nada más”, explica el cantante. “Por ahí cuando era más chico me daba más vergüenza cantar sobre el amor, y utilizaba conceptos como el de ‘Las motos’ o ‘Ropa’. En este disco no. En un tema canto una estrofa que dice ‘pateando el acelerador’. En otro momento no me hubiera animado a decir eso, que para mí es un lenguaje casi tanguero. De a poco te vas liberando, es la búsqueda de la estética.” La entrevista termina entre vasos de cerveza anónimos y galopes de bajo que emergen desde el interior del Tío Bizarro. Slalom, proyecto electrónico que esta noche comparte fecha junto a Viva Elástico, acaba de comenzar. Algunos se acercan al escenario, otros, tal vez indiferentes, charlan alrededor de rondas de alcohol. Alejandro y Mateo vuelven al improvisado camarín del recinto. La tranquilidad deja de ser tal y el patio se puebla de personas. Es un hecho, terminó la calma, y comenzó la tormenta, en el rincón más infernal de Burzaco.
CRÓNICA.
VIAJE AL INTERIOR DE LA COMUNIDAD DIAGUITA
LA VIDA ES EL
TERRITORIO
Darío Aranda
(Desde Trancas, Tucumán)
Darío Aranda
EL 12 DE OCTUBRE DE 2009 ASESINARON DE UN BALAZO AL INDÍGENA JAVIER CHOCOBAR. A MÁS DE DOS AÑOS DEL CRIMEN, LOS ACUSADOS ESTÁN EN LIBERTAD Y LA PROVINCIA AÚN NO ENTREGÓ EL TÍTULO COMUNITARIO DE LA TIERRA. LA COMUNIDAD RESISTE FRENTE A EMPRESARIOS, POLICÍAS, JUECES Y POLÍTICOS.
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a nube gris está en la cima del cerro. Sólo deja ver unas casas que asoman desde la altura. La subida, en espinada y sinuosa, angosta y de piedra, sólo es posible de a pie. La vegetación es abundante, verde a ambos lados del sendero. Son sólo cinco minutos de caminata, pero dejan sin aire. Arriba, separadas por un patio de piedra, hay cuatro casas de adobe, techo a dos aguas, muy prolijas. Desde la cima se observa el valle, otros cerros y un riacho: un paisaje de postal. Una de las casas es la del diaguita Javier Chocobar, asesinado por defender el territorio ancestral, que es pretendido por empresarios que buscan explotar la riqueza de las piedras lajas y el enorme potencial turístico. El silencio y la impunidad del crimen radican en que son una comunidad indígena y que enfrentan a empresarios, policías retirados, caudillos políticos y al Poder Judicial. La comunidad encuentra otro factor que le juega en contra: “Los grandes medios juegan para el poderoso”. Un gobernador feudal,
un asesinato silenciado y una justicia que no llega. Crónica desde territorio diaguita. Fecha trágica De San Miguel de Tucumán, por ruta 9, 60 kilómetros al norte provincial. Poco más de hora y media. Departamento de Trancas. Al dejar la ruta, un camino de tierra recto, ancho, pocos kilómetros. El auto gira a la izquierda y encara por un camino angosto, maltrecho, que zigzaguea mientras sube el cerro. Curva y contracurva, cinco minutos, y se abre una panorámica impecable, de cerros en fila, nubes bajas y pendientes repletas de vegetación. Una piedra larga, incrustada en la pared del cerro, anuncia: “Comunidad Indígena Chuschagasta”. Unos 800 habitantes, 40 mil hectáreas pretendidas por empresarios de canteras, especuladores inmobiliarios y políti-
“Todos somos iguales. Tienen que saberlo. Nosotros no vendemos, no nos vamos, nos quedamos, como Javier.” Balderrama
cos de distinto signo. El camino desemboca en un riacho, en estos días de escaso caudal, y una pared natural de lajas grises. Fue el escenario del crimen. La comunidad apunta al empresario Darío Amín (que pretende explotar la cantera), acusado de apretar el gatillo. El asesinato de Chocobar (68 años) fue un día simbólico: 12 de octubre (de 2009), fecha sindicada por los pueblos originarios del continente como el comienzo de sus males. “Papá, abuelo, nunca te olvidaremos. Te recordaremos para siempre en nuestro corazón.” Está escrito con pintura blanca en la pared de lajas. A dos metros, en el lugar preciso donde cayó Chocobar, una ermita (pequeña capilla, de un metro de alto), construida con las mismas lajas. Una cruz negra y flores frescas. Periodismo cuestionado Desde la casa de Chocobar, en lo alto del cerro, se observa el lugar del asesinato. Un alero de cuatro metros por cuatro hace de living. Dieciséis personas reunidas. El mate circula, la torta frita es exquisita. Gabriel Chocobar (hijo de Javier), abre la charla. Pide disculpas porque no está toda la familia. “Nos sigue haciendo mal recordar y contar lo de ese día triste. Y nos hace mal que no haya justicia”, resume en forma de prólogo. Un hombre alto, pelo corto azabache, sentado en un rincón, toma la palabra. “Se habla mucho del derecho a la información y de la libertad de expresión, pero eso no corre para los pueblos originarios. Los medios
El empresarioAmín, los medios y el poder político argumentaron “enfrentamiento” cuando murió Chocobar están manejados para no contar la verdad”, arremete con hablar firme. Hace silencio y se presenta: “Andrés Mamani”. Otra vez silencio y remata: “El Gobierno no quiere que se sepa la injusticia que vivimos”. Padecen al periodismo como aliado del poder político. El recelo está justificado. La comitiva de visita también está integrada por Carlos Soto, técnico de la Subsecretaría de Agricultura Familiar (del Ministerio de Agricultura de Nación), que trabaja junto a la comunidad. Soto también integra la Corriente Agraria Nacional y Popular (Canpo), espacio kirchnerista que pretende debatir el modelo agropecuario, correr por izquierda a la Mesa de Enlace, aunque con escaso poder para torcer el rumbo sojero que eligió el Gobierno. Soto explica la razón de la visita. Tiene buena recepción en la comunidad. También acompaña Mariana Fuentes, integrante del colectivo autogestionado Contrapunto, parte de la Red Nacional de Medios
Alternativos (RNMA), que cubrió el asesinato de Chocobar. Al escuchar Contrapunto, la confianza vuelve a la reunión. Luz verde para seguir. Mamani estaba junto a Chocobar el día del ataque. Una bala ingresó por su abdomen. Estuvo un mes y 28 días inconsciente. Al despertar se enteró de la muerte de Chocobar, y que él había estado dos meses dormido, a un paso de la muerte. “Fue duro”, recuerda. Y se corrige: “Es duro”. Estuvo internado cinco meses y medio. “El médico me dijo ‘te hemos salvado, ya casi estabas en el cajón’”. La esposa de Mamani (sentada junto a él) mira al piso, lagrimea. Mamani tiene seis hijos. Nahuel, de diez años, presenció cuando lo balearon. “Toda la familia sufrió, pasó necesidad. Todo es muy triste, aún no podemos reponernos. No hay justicia”, denuncia. El crimen La comunidad diaguita Chuschagasta habita el lugar “desde siempre”. En la década del ‘70 comenzaron los problemas. Políticos y empresarios de la época visitaban el lugar y reclamaban lo que la comunidad siempre había poseído y trabajado. Darío Amín es un resabio de aquellos supuestos propietarios. “Nunca trabajó la tierra. Hace tres o cuatro años llegó y se presentó como dueño, quiere explotar la cantera”, explica Azucena Cata, joven de la comunidad. El 12 de octubre de 2009 a las 18.30 llegó Amín. Lo acompañaban dos hombres. Fue directo a la cantera. Le salieron al cruce Javier Chocobar, Andrés y Emilio Mamani. Amín preguntó quién era el encargado. “No hay encargado, somos comunidad indígena”, fue la respuesta. Mamani recuerda: “Él sabía que no podía estar ahí. Le dijimos que se retire. Entrecruce de palabras y sacó el arma. Fue un momento, como un relámpago, varios disparos y cayó don Chocobar”. La charla se vuelve bullicio. Todos recuerdan alguna parte del hecho, todos necesitan contar. “No fue enfrentamiento, como dijeron algunos medios. Vinieron a matar”, afirma Néstor Chocobar, de unos 60 años, anteojos y canas. Y apunta al diario más importante de la provincia: “La Gaceta miente, siempre del lado de los terratenientes”. Contrapunto reveló que junto a Amín estaban los policías retirados José Valdivieso y Luis “el niño” Gómez. Éste último está acusado de integrar el comando parapolicial “Atila”, que encabezaba el cuestionado comisario Malevo Ferreyra en la década del ‘80. Gómez también es cuñado del jefe de la Policía de Tucumán, Hugo Raúl Sánchez. Amín, grandes medios de comunicación y poder político argumentaron “enfrentamiento”. Un muerto y dos heridos (Andrés y Emilio Mamani) del lado de la comunidad. Los agresores, ilesos. Semanas después, un video fue subido
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a internet. Mostró el momento exacto del asesinato. Chocobar interpela a Amín. Éste saca el arma, dispara. La cámara cae. Se escuchan gritos. Pese a la prueba, la Cámara de Apelaciones en lo Penal dejó en libertad a los acusados. Recién casi dos años después, en agosto pasado, se elevó a juicio, que debiera ser este año. “Hay testigos, hay video, hay muerto. Y los culpables están libres. ¿Cómo creer en la Justicia?”, interroga Mamani. El resto de la comunidad asiente con la cabeza. La media mañana se hace mediodía. Llega un hombre mayor. Camina lento, aparenta unos 70 largos. Botas de goma negras, pañuelo gris que envuelve su cabeza y se anuda en el mentón. Sombrero de ala ancha. Todos lo saludan. “Balderrama, Demetrio Francisco. Cacique de la comunidad Chuschagasta”, se presenta.
Gabriel Chocobar, hijo del diaguita asesinado en 2009.
De inmediato toma la palabra. Parece más diplomático que Mamani. Su primera intervención parece calculada, una jugada de ajedrez: “El Gobierno Nacional ayuda, no nos podemos quejar de eso”, afirma. Carlos Soto, del Ministerio de Agricultura de la Nación, agradece el reconocimiento, mueve la cabeza hacia adelante, gesto de aprobación (en el viaje de vuelta a San Miguel de Tucumán remarcará a este periodista el dicho del cacique, teme que no esté citado en la nota). Provincia y Nación En noviembre de 2009, un mes después del asesinato de Chocobar, la ONG Abogados del Noroeste Argentino en Derechos Humanos (Andhes) relevó que al menos 13 de las 19 comunidades indígenas de la provincia enfrentaban procesos judiciales para ser echadas del territorio donde siempre habían vivido. La explicación de los abogados era simple: los terratenientes locales redoblaron la presión por tierras en paralelo que comenzaba a aplicarse (con demora de tres años) la Ley Nacional 26.160 (de suspensión de desalojos y relevamiento territorial). En los últimos tres años poco ha cambiado. “El gobierno provincial nos sigue mintiendo. Prometen pero mandan al juez, a la Policía o al empresario”, denuncia Gabriel Chocobar. José Alperovich gobierna Tucumán desde 2003. Fue reelecto en 2007 y otra vez en 2011. A pesar de su origen radical, se declara un ferviente kirchnerista y milita la reelección indefinida. Su esposa, la senadora
“Los pueblos indígenas siguen subordinados a formas y prácticas neocoloniales”, subraya un informe de varias organizaciones. Beatriz Rojkés, fue designada (con venia de la Presidenta) titular del Senado Nacional. “La defensa de las tierras tradicionales por parte de la comunidad Chuschagasta, que ya se encuentran reconocida por principios constitucionales, se ha llevado la vida de un hermano por la ausencia total de compromiso y de acciones positivas a fin de asegurar nuestros territorios por parte de los gobiernos provincial y nacional”, denunció la Unión de la Nación del Pueblo Diaguita (UNPD), que nuclea a 54 comunidades (incluida la de Chuschagasta). El comunicado, fechado el 15 de octubre de 2009, tres días después del asesinato, y firmado por todos los caciques de la UNPD, reclamó: “Exigimos a ambos gobiernos (provincial y nacional) que en forma inmediata realicen todas las medidas necesarias para asegurar las tierras tradicionales y, en particular, hagan las investigaciones para que este hecho sea esclarecido a la mayor brevedad, aplicándose las sanciones máximas pertinentes a los
responsables”. A dos años y medio del asesinato, la comunidad diaguita no tiene el título comunitario y los acusados del crimen esperan el juicio en libertad. Javier Chocobar fue asesinado el 12 de octubre de 2009. El 13 de marzo de 2010, en Santiago del Estero, murió de un paro cardiaco la campesina Sandra Ely Juárez, mientras enfrentaba una topadora que pretendía arrasar su vivienda y su campo ancestral. El 23 de noviembre de 2010, en Formosa, fue reprimida la comunidad qom “Potae Napocná-Navogoh” (Puño de oso hormiguero-La Primavera), y asesinado Roberto López. El 16 de noviembre de 2011 fue el turno del campesino santiagueño Cristian Ferreyra. Cuatro asesinados en sólo dos años. “Los pueblos indígenas siguen subordinados a las formas y prácticas neocoloniales. La participación en las decisiones de gobierno que les atañen es sumamente restringida y tratada como una cuestión meramente asistencial”, se denuncia en el “Informe sobre la situación de los pueblos indígenas en Argentina: la agenda pendiente”, un documento presentado en diciembre pasado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), la Comisión de Derechos de los Pueblos Ori-
ginarios de la UBA y la Comisión de Pueblos Originarios de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de La Plata –entre otras organizaciones–. El escrito advierte que “las luchas emprendidas por las comunidades reciben una respuesta institucional violenta que incluye la criminalización, la represión, el asesinato y la persecución y amedrentamiento de las autoridades indígenas y los defensores”. El cacique Balderrama recorre la legislación en la que constan los derechos de los pueblos originarios: Constitución de Tucumán, Constitución Nacional, Ley 26.160 y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). “Es vergonzoso. No respetan la ley que escriben, son ‘ave negra’ (mala gente), quieren apropiase de la tierra, se la quieren dar a gente que nunca vivió acá, quieren pasarnos por encima, creen que somos ignorantes”, se enoja el cacique. –¿Quién tiene la culpa?–, pregunta NaN. –Primero los políticos, luego los jueces. Se creen Dios. No saben que todos somos iguales, con derechos. Hace silencio. Todos los miran. Ni los niños se mueven. Retoma la palabra: “Todos somos iguales. Tienen que saberlo. Sólo que nosotros tenemos acá (señala el piso) las raíces más profundas. Nosotros no vendemos, no nos vamos, nosotros nos quedamos acá, como el hermano Javier Chocobar”.
QUÉ ES EL ARTE
Quien domina
Repensar la
denomina
industria cultural
Derecho a leer*
Juan Pablo Fernández*
S
A
OPA y PIPA son dos leyes que el Congreso de Estados Unidos trató durante los últimos meses. SOPA significa “Stop Online Piracy Act” y PIPA “Protect Intellectual Property Act”. Como indican sus nombres persiguen el loable objetivo de “combatir la piratería” en Internet. La estrategia es transformar en complicidad total cualquier nexo con actividades infractoras: quienes enlazan, indexan, alojan y hasta direccionan un dominio quedan automáticamente involucrados con el delito. Alcanza sólo con una denuncia para desencadenar el proceso. Dado que gran parte de la infraestructura de Internet y los servicios que usamos habitualmente están en jurisdicción estadounidense, de aprobarse SOPA o PIPA el efecto sería global. Quien domina denomina. Quien denomina domina. No es un juego de palabras. La palabra “piratería” naturaliza ideas equivocadas: que acceder a una obra sin pagar es un delito grave o que “copiar es lo mismo que robar”. Sin embargo, es una perspectiva tendenciosa. La práctica de acceder libremente a las obras es tan antigua como la existencia de las bibliotecas. Y a diferencia del robo, la copia no desposee al copiado. Como la llama, pasa de vela en vela sin que ninguna se apague cuando se enciende la otra. Piratería es asaltar barcos, no copiar archivos. El copyright es una idea relativamente reciente que ha servido para dar fundamento al modelo de distribución cultural desde Gutenberg en adelante. Pero en el siglo XXI, las máquinas de copiar y el sistema de distribución --antes costosos recursos sólo posibles dentro de la escala industrial-- son dispositivos de orden doméstico, baratos y personales. Por tanto, la abundancia de copias y la consiguiente facilidad para acceder al conocimiento y la cultura son, paradójicamente, “el problema”. Tanto Hollywood como las discográficas y las editoriales perseveran en la utópica idea de retroceder en el tiempo y hacer nuevamente escasas las copias para mantener sin cambios su esquema comercial. SOPA y PIPA son exponentes extremos de esa idea, donde la represión legal estatal es el motor de la escasez. El primer daño colateral de esta avanzada se parece a una Internet imaginada por Orwell. Si las copias ilegales viajan por las redes que la gente utiliza para comunicarse, expresarse y compartir, no queda otro remedio para reprimir el delito que implementar un monstruoso sistema de vigilancia en pos controlar toda la información que circule. Ante la primera sospecha de que un enlace en un simple comentario amenace su proyecto, cualquier administrador de un servicio web no dudará en dar de baja un “post”, “tweet”, resultado de búsqueda o la cuenta completa del usuario. En el medio, miles de usuarios quedan censurados y vigilados “por las dudas”. Si en algún lugar del poder las redes incomodan por su potencial de empoderamiento popular, la “piratería” es la excusa perfecta para avanzar sobre la privacidad, la libertad de expresión o las garantías de juicio justo. Las corporaciones por el negocio, el estado por la vigilancia: una alianza muy peligrosa. En el medio, las comunidades online, en particular las colaborativas (y los sitios y tecnologías a su servicio) son quienes saldrán más perjudicados por SOPA o PIPA. El 18 de enero, el histórico “apagón” de Internet, cuyo protagonista más notable fue la enciclopedia mas consultada del mundo, Wikipedia, detuvo, por ahora, el avance de estas leyes. Para muchos el suceso ha servido para entender la magnitud de la amenaza: Internet, tal como la conocemos, puede tener los días contados.
nte proyectos como SOPA y PIPA habrá canales cerrados entre compañías, artistas y consumidores y, por otra parte, canales abiertos entre artistas y público. Podrá haber leyes más o menos duras, pero el espíritu de todas es el mismo: proteger los catálogos de las multinacionales, no el derecho de los autores. Su fin es reprimir las descargas gratuitas invocando “derechos de autor”, cuando son los sellos los que, con el abuso de sobreprecios, han alejado al público de las disquerías. Hay que recordar que los artistas en muchos casos son dueños de una parte muy pequeña de sus derechos. Y por eso es una oportunidad para repensar la industria cultural y empoderar desde el Estado y organizaciones a los artistas y al público para que sean los verdaderos propietarios de las canciones, de las obras de arte y de los medios para acceder a ellas. Es preocupante que estas corporaciones, que tienen poder de lobby en nuestro país, puedan con el tiempo generar las condiciones para que se apruebe una ley en la que el hecho de compartir se equipare a un delito. La aprobación de nuestro Congreso de la Ley Antiterrorista tiene que ser un punto de alerta. Hay que pedirles a los legisladores que a partir del ejemplo de otra ley, la de medios, se ubique a las industrias culturales en un lugar de bien común, de espacio social, cultural y educativo. Es decir, que no tengan su razón de ser como industrias de consumo de entretenimiento, en un modelo en el que la rentabilidad de la propiedad privada de los dueños de los derechos de autor prevalece por sobre el espíritu comunitario del hecho artístico. ¿Cómo debería el nuevo modelo de negocio? Habrá ensayo y error. Internet para todos sería un buen comienzo. Pero seguramente, como dice el editor Hernán Casciari: hay un nuevo mundo y hay un viejo mundo. Habrá una nueva relación entre el artista y su público y eso genera canales de acceso muy definidos. Y habrá dos veredas, por supuesto. Hay músicos que son felices cuando miles de personas pueden acceder voluntariamente a su obra, como nos pasa a nosotros con el disco Mugre, que ya tiene 10.500 descargas. Y hay otros infelices que sólo ven cuántos discos pudieron haber vendido. Para nosotros, Acorazado fue una decisión muy simple desde lo afectivo, compartir lo que hacemos. A partir de ahí las reflexiones y proyecciones que se pueden hacer sobre futuras ediciones son infinitas. Cuando se deja de lado la especulación del medio, aparecen el cariño genuino del público que es agradecido y la colaboración espontánea de un montón de gente que amplifica nuestras canciones. El año pasado hubo un proyecto que al final no fue tratado: el canon digital, que prevé gravar impositivamente a todos los dispositivos electrónicos que sirvan para almacenar archivos digitales, con el fin de compensar a autores e intérpretes por las copias de las obras que se realicen en el ámbito privado. No conozco el proyecto. Seguramente esa tasa irá directamente a Sadaic. Habrá que preguntarle a ese organismo cómo la va a repartir, para que no le llegue solamente a las multinacionales que no necesitan más recursos. Debe repartirse justamente entre los asociados y sobre todo en la mutual y a los jubilados.
*Derecho a leer (derechoaleer.org) es una organización no gubernamental.
*Cantante de Acorazado Potemkin
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Cuadritos / periodismo de historieta por Andrés Valenzuela
Impacto del e-cómic en la edición local
El método del click La consolidación de la historieta en Internet es generadora de material para la edición en papel. ¿Qué hay para leer? ¿Cuánto de lo que se publica online llega al libro tradicional? ¿Por qué el fenómeno está detrás del nuevo empuje de la historieta argentina?
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n este momento hay no menos de diez buenas páginas y blogs colectivos con autores argentinos dedicados a publicar historieta. Sitios en los que un montón de historietistas de distintas edades y estilos que suben sus tiras y viñetas cada día y cada semana. Diez, y sin siquiera censar todas las bitácoras individuales de dibujantes y aspirantes a vivir de la tinta. Portales con casi un centenar de títulos que cualquiera puede visitar para encontrar la propuesta más afín a sus gustos. Un campo rico y vibrante, sí. ¿Pero qué significa esto para toda la producción historietística del país? ¿Qué peso tiene a nivel editorial? ¿Qué posibilidades hay de que estos autores puedan transformar estas páginas digitales en un método más para pagar la factura de luz y gas?
Panorama de proyectos
Entre los proyectos más nuevos se cuentan Factum Cómics (http://www.factumcomics.com/) y 4” (http:// www.4segundoscomics.com/). El primero es de autores jóvenes, con historieta de género desde una perspectiva contemporánea. El segundo reúne a profesionales en actividad, incluso en medios importantes. A estos hay que sumar al equipo de Vivo con mi madre (http://vcmm-comics.blogspot.com/) y a la gente de Pelotazo (http://revistapelotazo.blogspot.com/), con historieta de aventuras e infantil respectivamente. Uno actualiza todos sus relatos los lunes y los otros sacan una revista digital cada mes. Otros que se sumaron a la idea de las revistas digitales son los integrantes de Ediciones Noviembre, que combinan historieta y música en la publicación homónima (http:// edicionesnoviembre.blogspot.com/). Con proyección internacional se cuentan Chicks on Comics (http://edicionesnoviembre.blogspot.com/), un espacio en el que mujeres historietistas reflexionan y dialogan desde las viñetas, y Marche un cuadrito (http://marcheuncuadrito.blogspot.com/). En rigor, este es un proyecto uruguayo, pero incluye a una buena cantidad de autores argentinos, en particular cordobeses. Finalmente, no se puede dejar de lado la iniciativa más joven de todas: Historietas Nacionales (historietas.telam. com.ar/), surgida de la agencia estatal de noticias Telam que, además es el único que paga a sus colaboradores por el material publicado.
“El 13 por ciento de las historietas de autores argentinos publicadas en papel durante 2011 surgieron de espacios digitales.”
Como en las historietas, a veces el modo más ordenado de comenzar a desarrollar una escena es empezar por un plano general, cosa de mostrarle al lector un panorama de situación. Uno de los primeros blogs colectivos en surgir en el país es Historietas Reales (http://historietasreales.wordpress. com/). Hoy está lejos de su gloria inicial, pero no deja de ser un actor relevante. Empezó dedicando sus publicaciones a la historieta autobiográfica, pero ahora se abrió a otros géneros. La mayoría de sus integrantes vienen de la comunidad de fanzines que explotó a fines de los ’90. Otro espacio con larga trayectoria es Historieta Patagónica (http://historietapatagonica.blogspot.com/), que pese a su nombre también congrega autores del resto del país e incluso de América latina. Tiene una comunidad muy fuerte y un estilo propio.
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La secuencia de viñetas
OK. Entonces hay un montón de historietistas publicando, cantidad de títulos para seguir. ¿Cómo es que esto no está
Descubrí más en http://avcomics.wordpress.com/
El cuervo que sabía, uno de los mejores libros de 2011, surgió del blog colectivo Historietas Reales.
socavando la industria editorial? ¿Cómo es que los editores no lloran por lectores y ventas perdidas? En primer lugar porque esta historieta online y gratuita no vino a quitarle espacio a la historieta en papel, sino a complementarla. Se podría decir, incluso, que permitió recuperar lectores. Como con la música, no son pocos quienes se entusiasman con alguna serie o autor en la web y luego deciden comprar sus libros. En segundo lugar porque permiten generar material para una industria editorial que está resurgiendo con mucho esfuerzo y no siempre puede pagar por esas viñetas. Cuando los sellos locales retomaron la actividad, se encontraron con que el andamiaje de creación de profesionales de la historieta se había deshecho. Quienes cultivaban el oficio fronteras adentro eran los me-
nos y la mayoría de los dibujantes y guionistas vivían publicando su producción en el extranjero. Los historietistas que no habían llegado a insertarse en el mercado, en tanto, apenas si tenían obra publicable. Así que la producción digital vino a cubrir esas dos necesidades. Por un lado, para un historietista es factible crear de a una página por semana mientras se dedica el resto del día a un trabajo regular. Es lo que Federico Reggiani, co-fundador del colectivo realista llamó en algún reportaje (http://wp.me/ peJSO-ov) como “el método HR”. Al cabo de un año, un año y medio, hay suficiente material para un libro mediano, publicable y mostrable. Y el editor se encuentra con material relativamente novedoso, que ya tiene un público formado y cuya aceptación está probada.
“El sistema de subir material una vez a la semana ayuda a crear obra publicable, ganar lectores y hacerse un nombre dentro del circuito.”
En las
bateas
El chileno Alberto Montt se popularizó en Internet y lanzó con éxito su libro en Argentina
La fórmula funciona mucho mejor de lo que se creería, y lo demuestran los números de los últimos dos años. En 2010 se publicaron cuatro libros a partir de material previamente publicado en Internet y otros 13 con recopilaciones de tiras publicadas en medios tradicionales. En 2011 esta última cifra se mantuvo sin cambios, pero la cantidad de títulos sobre material que primero pasó por la pantalla ascendió a diez. A estos habría que sumar las ediciones locales de Virus Tropical y ¿Quién es Montt?, ambos de autores latinoamericanos que se popularizaron Internet mediante. También habría que contabilizar la edición uruguaya (que se puede conseguir en Argentina) de Valizas, publicada originalmente en Historietas Reales. Sobre 82 títulos de autores argentinos publicados en 2011, esto significa que alrededor del 13 por ciento de la producción se cubrió gracias a material que los dibujantes crearon primero para sus espacios personales o colectivos. Algunos, además, recibieron una buena respuesta de público, de crítica o de ambos. El resto de la producción se reparte entre distintos rubros. Los principales son las recopilaciones de material publicado en medios tradicionales, ediciones locales de obras publicadas primero afuera y las reediciones de clásicos (o como suelen decir los franceses, “patrimonial”). Es decir, títulos que ya “amortizaron” sus autores al publicarlos profesionalmente en otro canal que financió su producción. Luego queda un segmento no despreciable (alrededor del 40 por ciento) de
novedades que fueron creadas fuera de la vista “pública” y publicadas luego en papel. Esto vale tanto para 2010 como para 2011. El detalle alentador a nivel industrial es que en 2010 los editores empezaron a encargar obras, pagando adelanto y proponiendo a los autores temas, títulos y enfoques. No son muchos, por ahora, pero son una tendencia que se mantiene y que supone alrededor de una de cada diez libros publicados de autores nacionales. Esto era algo impensado años atrás.
Plano detalle
¿Funciona el método? Por lo pronto, sí se puede afirmar que es útil y práctico. Son pocos los autores que realmente pueden vivir sólo de la historieta (aunque sean muchos más que hace algunos años), pero el sistema de creación empujado por la necesidad/obligatoriedad de subir material en Internet una vez a la semana ayuda a crear obra publicable y a hacerse un “nombre” en el circuito, lo cual puede redundar en trabajo(s). ¿Alcanza por sí sólo? Probablemente, no. “Llegar” requiere además un esfuerzo adicional que implica “gestionar” la propia carrera, sea acercando activamente el material a los editores o, incluso, pensar en la posibilidad del crowfunding –como hizo Paio Zuloaga para su Cada día una copita–. No es fácil. Como en cualquier disciplina cultural, sigue requiriendo de tiempo y esfuerzo, tanto en el papel como en la pantalla. Pero es un camino. Uno nuevo que puede dar muchas satisfacciones a autores, editores y lectores.
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Muffins (Manoescrita Ediciones, por Iñaki Echeverría) Una novela gráfica muda de enorme sensibilidad que presenta a un pastelero reputado, con nostalgia de los sabores y aromas de su niñez. Usa un dibujo simple, de líneas alargadas y estilizadas. Sin usar más que una palabra, el libro apela a la emoción y los recuerdos del lector. Sin construir un relato y ni siquiera una anécdota, Muffins consigue que el lector sienta que conoce al protagonista y que comprenda sus sentimientos.
Mi Buenos Aires querido (LocoRabia, por Alejandro Farías y otros) Un libro que entremezcla historias de amor poco convencionales con gran inteligencia. Se trata de 18 relatos trabajados por otros tantos dibujantes y con guiones de Farías. Aunque tiene un enorme nivel gráfico, destaca por su trabajo de guión y de composición. Mi Buenos Aires querido no es un relato coral, sino un modo de pensar el amor desde múltiples perspectivas y múltiples desenlaces, siempre distintos.
McKosher (Llanto de Mudo y Ediciones Noviembre, por Brian Jánchez) ¿Cómo es trabajar en un McDonalds? ¿Y si ese Mcdonalds, además, es “kosher”, como el del Shopping Abasto? Jánchez toleró la experiencia una semana y, años más tarde, la plasmó en esta historieta excepcional por su buen ritmo y su discurso parco e irónico. Viñetas lacónicas, pasajes tragicómicos y una mirada destemplada hacen que uno de los grandes méritos del relato sea que el autor trata a sus compañeros de trabajo con la misma conmiseración que consigo mismo: ninguna.
Extractos Sebastián Noejovich, director del programa Opción Libros (GCABA): “Uno de los problema centrales que tiene nuestro país es la base acotada de lectores. Otro es la comercialización y ahí el eslabón más débil es la librería, que tiene un margen de ganancia bastante acotado. El segmento del cómic tiene históricamente una cantidad importante de lectores, que paradójicamente no transita por las librerías, así que se nos ocurrió vincular los dos sectores. Por otro lado el segmento tiene un dinamismo y una creatividad muy particular que nos interesa alentar.” (http://wp.me/seJSO-10791)
Diego Agrimbau, guionista: “En Francia es difícil encontrar algo que te sorprenda, que sea totalmente disruptivo y que no puedas encasillarlo en lo que ya conocés. Eso sí me pasa en Argentina. Acá encontrás un libro o un autor y no sabés de dónde salió, ¿Renzo Vayra salió por generación espontánea? Es un genio con un mundo muy particular y lo tenés que medir con un parámetro aparte. Allá, por la industria tan grande que hay los tamices funcionan y salen tipos muy eficientes, muy buenos, pero no demasiado locos ni disruptivos.” (http://wp.me/seJSO-10152)
Lautaro Ortiz, jefe de Redacción de la revista Fierro: “Que tengamos una Fierro Brasil es un dato que por ahora no pasó más allá del ohhh de algunos que luego opinan severamente, pero insisto en que ya llegará alguien que se ponga a ver, analizar, criticar y ensayar sobre la importancia de ésta Fierro en el panorama de la historieta nacional. Acá se cree que Fierro es una suerte de pulpo multimedia y que nadie puede competir con ella. Somos dos personas apoyados por el talento y las ganas de autores. Sin ellos, no hay revista. Así se hace.” (http://wp.me/seJSO-9827)
Claire Denton-Spalding, investigadora en Economía: “Hasta el momento, creo que la estabilidad económica le permitió a la gente probar suerte y dedicarse a hacer historietas. Entre 2003 y 2011 el crecimiento del PBI argentino creció a una tasa muy estable del 8 por ciento. Los últimos ocho años beneficiaron a la historieta argentina y le permitieron a un montón de gente vivir de los cómics. Muchos de los artistas que entrevisté pudieron empezar a vivir de esto alrededor de 2005-2006, dejando sus trabajos anteriores y hoy escriben y dibujan.” (http://wp.me/seJSO-9974)
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ARTIVISMO
ECOS DE LA CORDILLERA
LA ZAMBA DE LOS MINEROS Nahuel Lag
Lucía Pechersky
EN PRIMERA PERSONA, TRES ARTISTAS –DEL CINE, DEL FOLKLORE Y DE LA MURGA– ALZAN SU VOZ PARA REFERIRSE A UN RECLAMO SENSIBLE: EL DE UN DEBATE SERIO SOBRE LA MEGAMINERÍA. EN SUS RELATOS, EL CERRO Y SU GENTE SON LA MISMA COSA.
H
ay un documental que recorre el país desde hace cinco años. Relata los orígenes de una asamblea de vecinos surgida como respuesta a la “licencia política” para la explotación transnacional de los recursos mineros. También hay una canción surgida al pie del cerro Famatina, en Chilecito, La Rioja, que celebra que “hay simples cosas que no se tocan”. Y hay una murga en Tucdum, San Juan, que levanta polvo hace tres años, “trayendo un mensaje/ de la Cordillera/para el hombre ingrato/que mata mi tierra”. Desde hace tiempo, las voces cordilleranas están en los pueblos y en las rutas donde se desarrollan los emprendimientos mineros, que entre 2003 y 2011 aumentaron de 40 a 600 (“en todo concepto”) de acuerdo al último informe de la Secretaría de Minería. Allí los vecinos realizan cortes selectivos, con información para debatir y no violencia para obedecer, como la Policía repartió en Famatina y Tinogasta. Lo hacen a la espera del “debate serio” convocado por la presidenta Cristina Fernández Kirchner y aceptado por la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), en una carta abierta que fue difundida sólo por los medios alternativos. El debate aún no aparece en las provincias, más allá de algunas operaciones de prensa. Los puntos a discutir serían los que quedaron abiertos en el coyuntural tratamiento mediático de las últimas semanas. Uno es el eje contaminación-no contaminación, escudo de funcionarios provinciales y nacionales, de académicos y periodistas que minimizan los efectos medioambientales. Ellos olvidan que, en 2009, diez facultades del país rechazaron los fondos provenientes de La Alumbrera por “contaminar el aire, el agua, el suelo y las personas”. Otro punto es el andamiaje de legislaciones neoliberales de “promoción” minera aprobadas en 1994, nunca debatidas en el Congreso. Las empresas transnacionales tienen permiso para extraer recursos no renovables –utilizando, por ejemplo, 100 millones de litros de agua por día de la reserva acuífera del Campo del Arenal– y tributar sólo el tres por ciento del valor del mineral, al
precio más bajo del mercado. Y hay un punto más, al menos, para escuchar en una posible mesa de diálogo, con las asambleas en ella. Un argumento que sostuvo el reclamo hasta el día en que llegaron las cámaras y lo seguirá haciendo: la autodeterminación de los habitantes, el respeto por su relación con el territorio, por sus fuentes de agua, sus tierras y sus medios de vida. Un reclamo sensible que NaN encontró en el relato de tres artistas acerca de sus obras, la Cordillera y su gente. A cielo abierto (Carlos Ruiz, cineasta) En 2006 la megaminería parecía un tema menor, pero me llamaron la atención unas notas en los diarios de La Rioja sobre la llegada de grandes emprendimientos al cerro Famatina. Y comencé a investigar. No era la primera vez que el cerro era codiciado por sus enormes riquezas minerales. A principios de 2007 me contacté con los vecinos de Famatina y Chilecito. Barrick Gold ya llevaba un par de años haciendo exploraciones en el cerro, donde un gran cartel sobre una ba-
“El cerro y la gente son la misma cosa. Da igual morir ahora defendiéndolo que morir envenenados o sin agua.” rrera, en el único camino de acceso, decía: “Propiedad privada”. Los vecinos comenzaron a comunicarse con otros pueblos, como Esquel, Catamarca y San Juan para reunirse en asamblea. El 8 de marzo de 2007 se cortó el acceso al campamento de la Barrick, intimándola a abandonar el proyecto, cosa que ocurrió a los pocos meses. Luis Beder Herrera, entonces vicegobernador, sancionó una ley que prohibía la minería a cielo abierto e impulsó un juicio político para destituir al gobernador Ángel Maza, denunciándolo por el
contrato firmado con la minera. Finalmente se quedó con el cargo. Ése era el tema de mi documental Cielo abierto. Apenas se estrenó, a fines de 2007, los diarios locales lo dieron a conocer. Pero poco a poco fue silenciado. Ahora está censurado en la emisora provincial, Canal 9 de La Rioja. ¡Cómo lo van a pasar si Beder Herrera sale en la película diciendo que la minería nos va a dejar sin agua, que las empresas van a contaminar, que vienen con plata para “repartir”! Luego de que asumió derogó la ley y continúa sosteniendo que la minería “es la única salida para La Rioja”. Todos los artistas que se han pronunciado en contra de la minería tuvieron episodios desagradables y a muchos que son docentes no se les renuevan los contratos. Sin embargo, junto a los vecinos aprendí que esta lucha no es “antiminera”: es más que eso. La minería aparece porque se trata de una forma de vida, pero mi documental es sobre la gente. Retrata el hartazgo hacia la clase política, el descrédito total hacia las instituciones, la defensa ante políticas impuestas desde afuera de nuestro país, que son centrales y atravesaron los gobiernos de Menem y de los Kirchner (N. de R: el cineasta está grabando la secuela). Es un despertar, una afirmación de su lazo con la naturaleza y una autodefensa ante el riesgo cierto de la contaminación. En otros lugares la consigna es “No a la Mina”; en Chilecito es “El Famatina no se toca”. El cerro y la gente son la misma cosa. La defensa del cerro es a muerte, porque –siempre lo dicen– da lo mismo morir ahora defendiendo el cerro con dignidad que morir después envenenados o sin agua. No se trata de un fundamentalismo, se trata de autodeterminación. Dadas las circunstancias, un acuerdo me parece imposible. No porque la gente no lo quiera –me consta que siempre ha buscado el diálogo–, sino porque el avance de la megaminería tiene como condición el hecho de hacerse a espaldas del pueblo. Es hiperrentable para ellos y apenas rentable para unos pocos en las zonas afectadas. No veo
que quieran cambiar de método. A menos que los pueblos ganen. No se toca (Emiliano Zerbini, folklorista) En todas las canciones uno se inspira en alguien a quien quiere mucho, en uno mismo o en lo que le pasa al pueblo. En este caso se reúnen todas esas condiciones: el desacuerdo con la minería es algo muy latente en el pueblo y algo de lo que estoy convencido. Luego, la canción sola hace su destino y la gente se la apropia: así, “No se toca” (N. de R.: integra el disco Luz de Andar) se transformó en un estandarte. Cuando la canción trasciende el cantor debe darse cuenta de que tiene algo universal. Para nosotros, los chileciteños, la cuestión minera tiene que ver con la historia, proceso y futuro de nuestra tierra. Me da pena que el problema minero se
“En las canciones uno se inspira en alguien a quien quiere mucho, en uno mismo o en lo que le pasa al pueblo.” tome como una información liviana por parte de algunos medios de comunicación, como un foco de protesta que explotó hace 15 ó 20 días. Más allá de que haya servido para que muchos tomen conciencia y para que el resto del país se haga eco, este conflicto está presente hace mucho en la Cordillera. Hay medios de comunicación locales que tratan de ocultar la información sobre la minería a cielo abierto y otros que apoyan constantemente a las asambleas. Nos gustaría que los medios nacionales acompañen hasta el final el proceso político. Nuestra canción acompaña el reclamo desde cuando poca gente lo conocía, cuando éramos 20 ó 30 locos como desacredita el gobernador de La Rioja. Por eso me han llegado a consultar si no estuvimos en la gri-
lla de Cosquín este año por nuestra postura. Pero no es así: a nosotros nunca nos censuró nadie. De todas maneras, creemos que así sean uno –como denunció Raly Barrionuevo– o mil, la censura no cabe para ninguna manifestación popular. Sin caer en el sensacionalismo hay que marcarles a nuestros gobernantes las cosas con las que estamos de acuerdo y las que no. De esa manera, veo en el horizonte chileciteño al Famatina intacto –todos tendrían que venir a conocerlo para entender de qué se trata–, y veo la voluntad de la gente intacta y luminosa como el cerro. Con ello espero que se respete algo tan crucial y tan importante para todos como es el agua. Mientras tanto, apoyamos la lucha con la canción popular. No somos los artistas los únicos encargados de generar el cambio ni tampoco de generar la manifestación y la lucha. Toda la sociedad está movilizada y todos tenemos la responsabilidad de elegir a los gobernantes como corresponde y reclamarles de la misma manera. Alegría pachamamera (Matías Muñoz Aguilera, murguero) En mis 25 años viví dos momentos diferentes. Uno fue el de trabajar con mi padre en el campo, con el ganado. El quiebre de paradigma ocurrió cuando la minería llegó a Tucdum con su publicidad de trabajo y una mejor vida. Desde el secundario las empresas invitan, gratuitamente, a realizar cursos sobre cocina, plomería y manejo de camiones para poder ir a trabajar al hotel de los operarios o en el campamento de Veladero. Pero cuando fui a trabajar en el comedor del hotel no era como lo pintaban. Vi trabajos como el que hacía una amigo en el dique de cola (N. de R.: sistema para filtrar los residuos de los minerales procesados, con miles de litros de agua), un trabajo insalubre por una mala paga. Ambos renunciamos, pero nuestras familias continúan viviendo del campo, donde vemos que el clima se modifica, y la costa de los ríos y del dique de Cuesta del Viento
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baja de una manera evidente, mientras que en la mina utilizan una cantidad impresionante de agua. Junto a otros amigos nos fuimos a estudiar a la ciudad, a 220 kilómetros de Tucdum, y cuando te vas es cuando más te aferrás a tu pueblo y se ven los cambios que la minería produjo. De 700 habitantes se pasó a 1200, por los empleos en la minera o las contratistas. Los jóvenes bajan de la mina con dinero, pero no tienen espacios donde encontrarse, y crecen los problemas de adicción. Los chicos no tienen un terreno donde jugar. Por eso comenzamos a trabajar con los vecinos en la creación de nuestra murga Alegría Pachamamera. Decidimos aprovechar la liberación especial que dan el baile y el sonido del bombo. Al inicio cometimos el error de ir al choque con la minería y el gobierno. No surgieron amenazas directas, pero la gente de la política y de las empresas mineras tiene su gente, que te señala como “la murga antiminería”.
“Al inicio íbamos al choque con la minería y el gobierno. Nos señalaban como ‘la murga antiminería’.” Todos tienen un padre, un hermano, un tío o un hijo que trabaja en la mina y tienen miedo de perjudicarse, por lo que alejaban a los chicos de la murga. En el primer carnaval al que asistimos con la murga, en la ciudad vecina de Las Flores, interpretamos canciones críticas con la minería. Los organizadores y el gobierno local con el respaldo del sector minero nos acusaron de utilizar a los chicos. Sin embargo, habíamos roto el hielo del miedo a hablar del tema y la gente lo celebró. Este año no volvimos a interpretar esas canciones fuera de Tucdum, por pedido de los padres que no querían problemas. Pero primero los chicos y luego sus familias van decodificando que el mensaje no es “contra la minera” sino a favor de la vida, el amor, la cultura y la tierra.
De izquierda a derecha de arriba a abajo: Lucio Mantel-Nacho RodrĂguez-Pablo Dacal-Tomi Lebrero
NOTA DE TAPA
LA NUEVA CANCIÓN POPULAR
misión “ de los artistas es golpear los límites del lenguaje” La
Sergio Sánchez Cecilia Villegas / Asistente: Alejandro Doti
Desde una misma matriz, esta generación de jóvenes trovadores sub-30 abre el cerco sostenido por el rock de gueto para caminar con los pies sobre la tierra. No son un movimiento sino parte de una postura común compartida en el Río de La Plata. Así, el ADN de sus obras está conformado por ritmos como el jazz, el tango, la chanson, folklores latinoamericanos y la música académica. Influidos por la poética, ésa que supo explotar El Flaco Spinetta, intentan jugar con recursos estilísticos, en busca de lograr una apertura musical, de creaciones populares e integradoras.
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E
l mes pasado Luis Alberto Spinetta partió hacia el sol pero dejó en la tierra sus rayos luminosos que seguirán alumbrando el camino. Atinadas o no, las variadas crónicas y los análisis periodísticos dejaron abiertos un sinfín de interrogantes. ¿Es acaso Spinetta un gran referente del rock argentino o es mucho más que eso? ¿El rock, entonces, estuvo a la altura de uno de sus referentes más sublimes? Si tomamos a Almendra como una banda fundacional del rock local, no podemos dejar de reconocer la amplitud musical de sus canciones. El tango, el jazz y los folklores latinoamericanos latían en una misma canción. Desde esa misma matriz entienden la música una generación de jóvenes trovadores sub-30, que durante la primera década del siglo XXI comenzó a moldear una abrazadora canción popular, con el ancla puesta en las raíces de la región. Sin embargo, muchos de ellos no comenzaron sus caminos a partir de esa búsqueda estética, sino que estaban vinculados con el rock como espacio de pertenencia. Pero en algún momento ya no se sintieron representados. “Una forma de darle un aire nuevo a lo que veníamos haciendo era salir de ahí y volver a entrar, pero de otra manera”, intenta sintetizar el nuevo rumbo Lucio Mantel, uno de los cuatro cancionistas que asistió a la cita propuesta por NaN. Apenas unos minutos antes, Nacho Rodríguez, de Onda Vaga, se fundía en un abrazo con Pablo Dacal mientras que Tomi Lebrero recordaba con Lucio el inolvidable show que habían compartido apenas la noche anterior. Lo que pretendía ser un concierto más del ciclo de los miércoles de Lebrero terminó siendo un espontáneo homenaje a Spinetta en el día de su partida. Por esas casualidades de la vida, la nota se realizó un día después de su muerte (el 8 de febrero) y, sin dudas, una sensibilidad especial se respiró en el ambiente. Se tornó más inevitable hablar sobre la evidente influencia musical que El Flaco dejó en cada uno de ellos. “Ayer a la noche, en lo de Tomi, (Pablo) Grinjot me dijo, ‘Lo que pasa es que murió el primero de nosotros’”, desliza Dacal y un silencio generalizado llenó de sentido la frase. “Me di cuenta que era un poco así –sigue–. Me da la sensación, con temor a equivocarme, de que de alguna manera decidimos tomar un poco esa línea que no era la preponderante en el rock. Vos no podés escuchar a Spinetta en Bersuit, en Los Piojos o en Callejeros. Sí en Babasónicos, por ejemplo. Es una corriente que quedó minoritaria dentro de lo que se llama rock argentino o nacio-
nal. Al momento de buscar nuestra canción, decidimos agarrarnos un poco más de ahí y un poco menos de Pappo, quizás. Me refiero a esa relación de Spinetta con la literatura y otras músicas. Fue alguien que atravesó muchísimos lenguajes, que se metió a hacer una música que no le interesaba a nadie pero la hizo igual.” El periodista Martín Graziano, en su libro Cancionistas del Río de La Plata (Gourmet Musical, 2011), sostiene que se trata de una escena que “si bien tiende un lazo umbilical con el rock, también lo trasciende, poniendo su canción en contacto con los folklores, el jazz, el tango, la chanson, la música académica y la contemporánea”. Según el autor, el resultado no se puede definir como simple fusión, sino que los géneros fueron “metabolizados” y forman parte del ADN de esta canción. El rock, en todo caso, “se escucha como un cauce más”. —Todos vienen del rock. ¿Creen que produjeron una ruptura con respecto a ése género? Pablo Dacal: —No hubo una ruptura, sino que tomamos muchas cosas del rock como de otros lados e hicimos canciones. Nacho Rodríguez: —Ahora, ¿qué es el rock? Es difícil saberlo. Pablo: —A mí me gustaba del rock esa cosa de club del cual no formaba parte el costado careta de la ciudad. Sentía que me conectaba con mis amigos y que no era lo que sonaba en otros lados. Era un código que manejábamos, que nos abría el bocho y que nos conectaba con muchas cosas. Y el rock ahora no es eso. Lucio Mantel: —Claro, era una música que nació como contracultura. Pero en determinado momento se convirtió en el establishment. Nacho: —Si uno está en una búsqueda de expresión inevitablemente tiene que cambiar. Quizás el rock en un momento se volvió una máquina de hacer chorizos. Sentí que ya no me representaba, que era un discurso masticado y que no generaba un pensamiento nuevo. Ojo, a mí el rock me encanta a nivel sonido y lo escucho mucho. Tomi Lebrero: —A mí también, pero las cosas se empiezan a enfrascar, hay lugares comunes. Lo interesante es no caer en el lugar común, retórico y anacrónico, que no tiene sentido. Me encanta el rock pero me hincha las pelotas la idea de que es lo único. Estoy abierto a otras cosas. El rock es importantísimo, yo soy parte de la cultura rock, pero no se puede desconocer que en este país existieron el tango y Atahualpa. Pablo: —No me resulta tan interesante la discusión acerca de qué es rock y qué no. El
rock, en otro momento, también incluía todo eso. Sin ir más lejos, escuchás el primer disco de Almendra y está (Rodolfo) Mederos tocando el bandoneón, y suena “Plegaria para un niño dormido”. No era todo rock como lo entendemos ahora. Pappo era genial pero había otra cantidad de cosas. Volvimos, quizás, a hacer una música que tiene ese grado de esponja, que puede captar otras cosas y permite meterse en otros géneros, y en tra-
“Importan más las canciones que los autores. Rendimos culto a aquellas que amamos.” Dacal diciones que nos gustan, como la música latinoamericana, la brasilera, la uruguaya y la colombiana. Tratamos de romper fronteras. No creo en eso de que una cosa termina acá y la otra empieza allá. Lucio: —De hecho lo que hacemos todos tiene muchísimo de rock y hasta se podría entender como tal aunque hay diferencias. Pero lo que a mí en algún momento me frenó es que el rock se volvió ortodoxo. Entonces, una forma de darle un aire nuevo a lo que veníamos haciendo era salir de ahí y volver a entrar, pero de otra manera. En determinado momento me di cuenta que el
rock era un porcentaje bastante bajo de la música que escuchaba. Escucho un montón de rock, pero también un montón de otras cosas. El periodista Diego Fischerman dijo que el rock perdió su carácter inclusivo. Y eso es lo que me empezó a hacer ruido. En determinado momento se esterilizó. Por eso salí a buscar afuera, pero con la conciencia de que provengo del rock. No sé si lo que hacemos es una ruptura o no, pero cada uno conserva en lo que hace la intención de seguir el camino propio. Pablo: —Igual creo que no habla mal del rock. La discusión es vieja. Si eso que se conoce como rock comenzó a mediados de los ’50 ¿Por qué tendría que durar 400 años, si lo que llamamos Romanticismo duró cien años en un mundo menos comunicado y con cambios menos veloces? Nos transformó, nosotros somos hijos de eso. Cuando nacimos El Flaco ya había sacado varios discos. ¿Por qué ese movimiento tendría que ser sostenido por nosotros? —¿Que haya predominado el formato acústico tiene que ver con eso? Nacho: —Me parecía que cada vez que tenía que hacer un recital era una movida muy grande, muy cansadora y no veía la manera de vivir de eso. A Doris (su antigua banda) no le iba súper bien, pero 300 personas venían a los shows. Tenía la necesidad de que todo sea más inmediato. De hecho, cuando empezamos con Onda Vaga ni siquiera nos invitaban a tocar. Nosotros nos metíamos en una fiesta, tocábamos y nos íbamos, todo en un segundo. Si hay uno que quiere tocar y otro que quiere escuchar, ya está. Pablo: —Con la Orquesta (de Salón) quizás tocábamos dentro de una ronda y había otro tipo de conexión, muy poderosa. Lucio: —Lo acústico tiene que ver con montar un recital desde la fragilidad o la desnudez. Nacho: —A mí me pone mucho más nervioso tocar con Los Caracoles para veinte personas que tocar con Onda Vaga para mil. Pablo: —No creo que la búsqueda haya sido por lo acústico, sino que fueron todas estas cosas. Me parece que en esa etapa acústica estábamos todos componiendo las primeras canciones, pero no teníamos tantas. Estábamos buscando un lenguaje y por eso todos nos acustizamos a un nivel extremo. Ahora vamos perdiendo eso y volvemos a tener más instrumentación o cosas eléctricas. Encontramos una identidad que nos conforma más. Nacho: —Me interesa como una estética la electricidad del rock, pero no creo que la fuerza tenga que ver con una guitarra distorsionada. En un momento sí encontré muchas cosas en eso. Pero lo
acústico también es muy fuerte. Atahualpa decía: “Los micrófonos alejan a la guitarra de la tierra y sus misterios”. —Dacal, dijiste que estaban “buscando un lenguaje”. ¿Cómo lo caracterizarías? Pablo: —Sólo pensaría en una frase: un desprejuicio absoluto. Siempre me interesó esa idea de tocar un tema de Rodrigo y uno de (Carlos) Guastavino. Incluir diferentes capas sociales de la música, de diferentes regiones y culturas. Lucio: —También ampliar el lenguaje, ¿no? Un poco la misión de los artistas es golpear contra los límites del lenguaje. Una forma de hacerlo crecer en estas últimas décadas es descontextualizar. También salir de un lenguaje que se repite que te hace volver
“Lo acústico tiene que ver con montar un recital desde la fragilidad, la desnudez.” Mantel desde otra perspectiva. Nacho: —Tampoco está bueno pensar las cosas como opuestas. No lo son lo acústico y lo eléctrico, por ejemplo. No son opuestos: son distintas formas de la música. ¿Qué nos une a nosotros? Yo creo que cada uno de nosotros está inquieto, tratando de ser íntegro consigo mismo, de estar despierto. También nos une que somos amigos (risas). Pablo: —Pero hay un mundo de acá para allá. En un concierto te cruzás con cuatro de nosotros. De repente hay como una especie de club, que serán unos cuarenta músicos y unas doscientas personas. No es una definición estética cerrada. A veces me siento incómodo con que me cataloguen en una escena, pero, mal que mal, logramos impulsar cierta cosa. Nosotros somos esto. Quizás la característica es que estamos atentos a cualquier cosa que pueda suceder. Pero creo que sí nos interesa la música con raíz profunda, ancestral. —¿A qué se debe que haya cierta hermandad entre ustedes? Tomi: —A una afinidad estética, a una cosa generacional y al lugar donde vivimos. Es muy lindo y nutritivo sentirte acompañado en este viaje. Genera responsabilidad y competencia, en el buen sentido. Pablo: —Si lo pienso, puedo tocar un tema de cada uno. Nos fuimos conociendo en la música. Eso de compartirla es una característica muy intrínseca de todos nosotros, la idea de abrir el juego. Me parece que hay muy pocos que están encerrados, hay una interacción. Y creo que Onda Vaga logró llevar eso a un grado muy alto. Lucio: —Es interesante que haya pasado eso sin ser tan parecidos. Hay de todo entre los que nos cruzamos todo el tiempo. No hay mucha cosa genérica que nos encierre. Tenemos búsquedas y conceptos muy diferentes y
hay muchas cosas que hace uno que el otro no haría. Y todo eso está en el mismo lugar. Construir la melodía que hable de vos A diferencia de movimientos como el Nuevo Cancionero Popular encabezado por Armando Tejada Gómez, Manuel Oscar Matus y Mercedes Sosa en la década del ’60, esta generación de músicos no se unió para redactar un manifiesto. El cruce afectivo, discursivo y estético surgió espontáneamente. El año pasado, el uruguayo Daniel Drexler, quien forma parte de esta escena, le dijo a este periodista: “No creo que se trate de un movimiento.
No es momento para eso. La década del ’60 fue muy prolífica en movimientos de todo tipo, pero la era de Internet es una mucho más incierta y caótica. No veo que todos nosotros nos hayamos juntado, hayamos hecho un manifiesto y hayamos decidido tener una postura estética común. Y eso se está dando no sólo entre Uruguay y Argentina, sino también con Río Grande del Sur y la región”. Sin embargo, existen puntos en común con aquél movimiento que abrazaba a Sosa: la apertura musical, la búsqueda de una canción popular e integradora y el rompimiento de los prejuicios estilísticos. Si aquellos intentaban superar la antigua rivalidad entre tango y folklore, esta generación apunta, en líneas generales, a abrir
La dama del fuego “Hola, estoy acá y soy igual a vos”, pareciera ser la idea madre que mueve la música de Julieta Rimoldi, una de las damas de esta escena. “Voy a unificar, no dividir, tengo mucho para unir / Voy a mezclar, no etiquetar, dejar de criticar”, canta en “El amor es el poder”, un tema de su reciente segundo disco, Voy. Es que Rimoldi entiende que la “canción de protesta” ya perdió vigencia y la necesidad en este tiempo de transición es “irradiar amor”. “Estamos llegando al final de la noche, al momento más oscuro, pero lo que viene es el amanecer”, explica, con la misma poética que late en su canción. “El despertar es algo tranquilo, que sucede muy en silencio, cada uno con uno mismo. La revolución está en generar una cadena de buena onda”. Nacida en la ciudad más austral del continente —Ushuaia— pero radicada hace algunos años en la urbe porteña, la fueguina logró conectar una canción paisajística y orgánica con una estética urbana. Si en su primer disco, Tierra (2008), evidenciaba el desarraigo de su ciudad, en su reciente trabajo, Voy, su canción parece haber encontrado un equilibrio. “Al momento de grabar este disco llegué con una confianza diferente y tomé la decisión de no juzgar nada de lo que hacía. Uno se puede poner muy meticuloso y a veces termina perdiendo una idea esencial y fresca que tiene que ver con el momento de composición”, sostiene Rimoldi. Aunque
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Por S.S.
más urbana, la naturaleza sigue estando presente en su obra. “Creo que mi link con la música es la tierra. Cuando compongo siento que puedo abrirme, dejar todo de lado y conectarme con algo natural: ver una planta crecer, mirar el cielo o escuchar la lluvia.” Según ella, esa conexión con lo terrenal, una mirada contemporánea y las consecuencias políticas de la tragedia de Cromañón –como el sistemático cierre de espacios culturales- fueron algunos de los motivos de la aparición de esta generosa escena y de su vínculo con el formato acústico. “Nos empezamos a encontrar con las canciones puras y nos dimos cuenta de que había muchos autores que nos gustaban a todos, como Atahualpa o Fernando Cabrera. Se volvió natural el hecho de sacar una criolla, cantar y compartir la música, como sucede en el folklore”, compara. La necesidad de dialogar también acortó la distancia con el público. “Ahora es muy necesario el contacto directo, no los protagonismos. Porque hay mucha tecnología que nos hace creer que estamos cerca pero en realidad no lo estamos”, analiza Rimoldi y propone: “Hay que reconocer que el público es indispensable para que suceda el hecho artístico; y hay que hacérselo notar. Que no haya un escenario o que el músico no enchufe el instrumento y se siente en el medio de la gente, en ronda, es muy importante para acercarnos”.
el cerco genérico sostenido por el rock de gueto. Sin duda, todos coinciden en algo: la música no es un mero producto de consumo. Las flechas apuntan al monopolio que producen las grandes discográficas (“¿Por qué no sonamos en la radio?”, se pregunta Nacho), la industria cultural y los medios hegemónicos. Como contrapartida, su principal herramienta de difusión es Internet y el mágico “boca en boca”. “Hay gente que está buscando una música específica y la encuentra en la web. Antes se necesitaban muchas más cosas en el medio para conocer o conseguir información de un artista. Ahora alcanza con Google. Y eso también tiene que ver con la relación directa que se da con el público”, analiza Mantel. Pero Dacal pone un reparo: “A la vez que nos ayuda, también desconfío. Si hubiera en los shows y en la vida una repercusión real de lo que sucede en las redes sociales, habría muchísimo más público en los shows”. Aunque todos confiesan que no tienen una postura tomada sobre la libre descarga de música, la mayoría decide subir sus discos. “Mi experiencia, en general, es que la gente que me compra discos antes se los bajó y los escuchó —dice Mantel—. En la mayoría de los casos, con respecto a nosotros, los discos dejan pérdida. Pero estamos en un momento pre-digital. Está todo en un nivel de revolución que aún no se estabilizó. No sabemos qué está bien y qué está mal. Yo no tengo una postura
tan firme anti-bajarse discos o pro-bajarse discos”. Nacho dice estar de acuerdo con que se bajen sus discos, pero apunta, con sensatez: “No sé qué pasaría si uno no recibiera ningún tipo de dinero, porque hacer un disco implica un montón de laburo”. Y Pablo hace un análisis más amplio: “De a poco esto se tiene que estabilizar. Alguien se está quedando con la guita. Pero el problema no es la gente, es la compañía o los servidores”. Por lo pronto, ninguno recibió una propuesta tentadora de alguna discográfica grande y todos continúan autogestionando sus proyectos. Sin embargo, la única independencia que les importa es estética. Todas las canciones la canción Promediando la primera década del siglo XXI, Pablo Dacal y su Orquesta de Salón co-
músicos comenzaron a coincidir en los mismos ciclos y espacios hasta a cruzarse, ya sea como invitados en los discos de los otros o en proyectos conjuntos. Un ejemplo de ello es el trío acústico y con aires de bossa nova Nacho y Los Caracoles —integrado por Rodríguez, Setún y el percusionista Faca Flores—, una experiencia antecesora a Onda Vaga que ya contenía dos piezas fundamentales: “Cántale” y “Me dijiste”, rebautizados más tarde “Mambeado” y “Te quiero”, respectivamente. A base de melodías y letras sencillas, rítmicas populares —una mezcla de reggae, cumbia, rumba y flamenco—, estribillos de fogón, hermosos arreglos corales y un horizontal espíritu de banda —todos cantan, todos componen—. Onda Vaga logró desprenderse del resto y llegar a otros públicos. “Al no haber un líder, se da cierta integración. La fuerza de OV
“El rock es importantísimo, pero no se puede desconocer que en este país existieron el tango y Atahualpa.” Lebrero menzaban a cruzarse con otros ensambles acústicos de similar formato: Tomi Lebrero y su Puchero Misterioso, Pablo Grinjot y La Ludwig Van y Alvy Singer Big Band, un proyecto del cellista y contrabajista Jano Setún en el que recrea ritmos de la primera mitad del siglo pasado. Estas experiencias derivaron en el Festival de Cantautores con Orquestas que se realizó en 2005 en el teatro Margarita Xirgu. Y un año más tarde en el Teatro IFT, en una segunda edición. Pero la cosa no quedaría ahí. Con o sin orquestas, en formato cuarteto, trío o en plan solo con guitarra, estos
es la fuerza grupal”, dice Nacho. Al cierre de esta edición, la banda concluía un ciclo dominguero que duró dos meses en Ciudad Cultural Konex, con entradas agotadas y con Dacal como invitado. Hasta el momento, el grupo grabó dos discos cuyos nombres reflejan fielmente cada etapa: el urgente Fuerte y caliente (2007) y Espíritu salvaje (2010), grabado en El Calafate. En esta sintonía, Lebrero —bandoneonista y guitarrista— recoge elementos del primer rock, el tango, la psicodelia y el folklore rioplatense y andino para conjugar su canción telúrica y barroca, que quedó registrada en Tomi Lebrero y su Puchero Misterioso (2006), Cosas de Tomi (2008) y Me arrepiento de todo (2011). En otro plano, las canciones de Mantel se refugian en la música académica, la MPB (Música Popular Brasilera) y hasta en texturas folklóricas de acá y de Medio Oriente. ¿El resultado? Nictógrafo (2008) y Miniatura (2011), dos discos con delicados arreglos de instrumentación, composiciones intimistas y climáticas y un elevado trabajo vocal. Después de varias experiencias grupales —Violeta Plástica, La Orquesta de Salón y Viajantes—, Dacal publicó el año pasado su primer disco en solitario, El progreso, un interesante trabajo en el que regresa a los sonidos eléctricos y propone un diálogo entre el pasado, el presente y el futuro, a través de una prosa filosa y directa. No es casual que participen como invitados en su disco Fito Páez y Palo Pandolfo.
Cantautores no. Cancionistas Que prefieran ser llamados cancionistas antes que cantautores no es un mero capricho ni un simple catálogo. Es, antes que nada, una cuestión política. Los motivos son variados y hasta dependen del interlocutor. Pero todos coinciden en que lo suyo es el “formato canción”, no los géneros puros. “Somos cancionistas ¿O no hacemos canciones?”, lanza Dacal. “Creo que nos importan más las canciones de los autores que versionamos y traducimos. Rendimos culto a las canciones que amamos. La considero una forma muy elevada de expresión artística y social”, completa la idea. Su forma de entender la canción lo asemeja a su maestra y amiga, Liliana Herrero. La cantante entrerriana, quien dialoga con esta generación, entiende que interpretar una canción implica una relectura, la invención de un lenguaje sobre lo que ya estaba. “La intérprete”, la llaman, y es tan referente para ellos como lo son Spinetta, Atahualpa Yupanqui, Fito Páez, Charly García, Ramón Ayala, Lito Nebbia, Caetano Veloso, Fernando Cabrera, Carlos Gardel y Palo Pandolfo —“es como un tío, de una generación intermedia”, según Dacal—. Ellos están atravesando un proceso de asimilación de las raíces musicales del continente, los géneros tradicionales del mundo y el cambio de relaciones que propone Internet y las nuevas tecnologías. “Un poco la búsqueda es retratar el momento, pero cada uno tiene su viaje”, dice Tomi. No hay que desatender, también, que su espacio de confluencia es Buenos Aires —ciudad cosmopolita si las hay—, aunque algunos provienen de otras provincias o viajan permanentemente a otras regiones del país. “Por alguna razón también nos sentimos cómodos en Berlín, Barcelona y ciudades cosmopolitas y no tanto en otras”, apunta Dacal. Músicos y público, la misma canción En el primer concierto del año de Lucio Mantel —el 12 de febrero en Café Vinilo— sucedió algo mágico. Cuando parecía que ya no quedaban más canciones, el músico se bajó del escenario con su guitarra acústica, se sentó entre el público y dijo: “Ayúdenme a cantarla”. Entonces, los dulces versos de “Nadie en el espejo” se replicaron en decenas de gargantas atentas. El público, como si hubiera recibido algún tipo de instrucción, siguió el juego y entonó cada una de las estrofas sin perder el hilo de la canción y respetando los silencios. “Trato de ver en vos/ encuentro un reloj/ un silencio”, dice la letra. La misma búsqueda que propone esa canción por encontrar a un otro y construir algo nuevo parece guiar a esta generación. Uno de los fundamentos que se desprende es la necesidad de decir algo renovador y lograr una comunicación más directa y horizontal con el
público. Sin embargo, eso no significa que lo que sucede abajo del escenario sea más importante que el hecho artístico. En todo caso, una lectura posible es: “Hay que respetar la música, no podemos sentirnos más que ella, como tampoco podemos sentirnos más que la tierra”, dijo Lisandro Aristimuño una vez. —Se podría decir que en sus shows el diálogo con el público es más horizontal y que no se da una relación “fan–estrella”. ¿A qué creen que se debe? Pablo: —Puede ser. Pero también pasó con el comienzo del rock eso. Imagino una cofradía importante viendo a Almendra, que tocaba en teatros y no para 800 mil personas. Lucio: —Hace poco escuché la grabación de la presentación de Artaud, que fue en el Astral un domingo a las 11 de la mañana y el público está interviniendo todo el tiempo. “El Flaco” dice algo y el público le contesta. Es una cosa mucho más horizontal. Y es muy interesante escuchar la diferencia que hay entre esa grabación y lo que uno tiene
entendido por recital masivo hoy. Tomi: —También tiene que ver con el tema de cuestionar los modelos, los clichés, el lugar común. Un poco lo que (Diego) Capusotto bien retrató en su personaje Pomelo. Nosotros, de alguna manera, también captamos esa impostura y tratamos de no repetir algunas cosas que creemos que no funcionan. En todos se nota que primero está lo artístico. Nacho: —Me acuerdo cuando iba a ver a los Babasónicos a Cemento. Ellos tenían una forma de pararse en el escenario, se disfrazaban y generaban un espectáculo. Y me gustaba esa magia de no saber qué iba a pasar. Sin embargo, yo no me planto así en el escenario, aunque me gusta como espectador. De hecho, lo que hacíamos con Onda Vaga era ya estar probando y tocando los instrumentos al mismo tiempo que la gente entraba al lugar. Ya rompíamos la separación. A veces el escenario estaba ubicado en el piso y cuando entraba la gente nosotros estábamos charlando.
Fuera de Radar
Por Martín E. Graziano*
Hace unos días me prestaron Just kids, el libro que Patti Smith le dedica a su amigo Robert Mapplethorpe. Me puse a hojearlo y terminé devorándolo en un par de sentadas. Aún cuando eran unos fugitivos en el charco de la miseria neoyorquina, Patti y Mapplethorpe eran dos artistas arrolladores, capaces de desafiar el establishment desde su habitación pulgosa del Chelsea. Y si algo queda claro de entrada, es lo siguiente: que Patti Smith se haya vuelto universalmente conocida como cantante de rock es una circunstancia. Mucho antes de siquiera imaginarse en un escenario, la muchacha dibuja y pinta, toma fotografías, trenza collares, escribe poesía. Luego, casi accidentalmente, encuentra que el canto es un vehículo directo al corazón. Que, a mediados de los ’70, la música rock conservaba cierto poder revulsivo. Todavía suspendido por la gravitación del libro, me puse a buscar algunas fotos de Patti y Mapplethorpe juntos. Me inquietó notar que la imagen de esos dos artistas, entonces contraculturales, ahora parecía una publicidad de Levi’s. Que treinta años después, la dictadura del marketing había vampirizado sus rasgos más superficiales para convertirlos en producto. Amigos, ya no busco a Patti por allí: como es una verdadera artista, hace mucho que está en otro sitio. “En otra canción.” La revelación me permitió entender mejor aquello que ya sabía. Qué había vivido desde que, quince años atrás, empecé a sentirme más desafiado por un disco de Liliana Herrero que por —digamos— el
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último de Los Piojos. Intuitivamente, comenzó una busqueda que fraguó mi nueva sensibilidad como periodista. Desde luego, pensé que estaba más o menos solo: no era así. Entre otras cosas, porque toda una generación de trovadores rioplatenses y exiliados del rock ya estaba en el camino asimilando los folklores, la trova latinoamericana, el tango, el jazz y la música académica. Mirando hacia adentro y desactivando los lugares comunes para hacer su propia canción. El tesoro que encontraron estaba, por supuesto, fuera del radar. Incluso para la prensa del rock, ese establishment involuntario donde se dictamina qué debe ser la cultura joven. Los cancionistas del Río de la Plata no sólo no tienen look, sello o gadgets tecnológicos. Tienen más de treinta y, en ocasiones, usan lenguajes viejos para decir cosas nuevas. Estructuras que los periodistas, formados como críticos sólo con discos de rock, no alcanzan a dilucidar. Entonces, quizás con culpa, suelen ser incorporados en algún nicho como el de los cantautores indie sensibles o alguna de esas huevadas. Una forma de neutralizar a esta generación que pone en crisis su status quo. Personalmente, si ser joven es asistir a un festival donde se homenajea a Spinetta (aunque nadie lo escuchó) y un galán de moda hace cuernitos frente al banner de Claro, prefiero ser viejo. I’m not there. *Periodista. Autor del libro Cancionistas del Río de La Plata.
COBERTURA/TEATRO
EL PETISO OREJUDO
EL OTRO COSTADO DE UNA LEYENDA Paula Sabatés Gentileza de El Petiso Orejudo
LA OBRA DEL DIRECTOR ADRIÁN CARDOSO CUENTA LA HISTORIA DEL PRIMER ASESINO SERIAL CONOCIDO DE LA ARGENTINA. SU MIRADA NO ES, PRECISAMENTE, LA DE LA CONDENA AL PERSONAJE: REPASA SU VIDA, RASTREA LAS CAUSAS Y APUNTA A LAS DEFICIENCIAS DEL SISTEMA CARCELARIO.
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ue la cárcel es una institución de castigo y no un medio social en pos de la reinserción social es evidente y sabido. Pero hay que tener coraje para hacerse cargo de esa afirmación cuando el caso que se toma como ejemplo es ni más ni menos que el del primer asesino serial conocido de la Argentina: Cayetano Santos Godino. El director Adrián Cardoso llevó al teatro su versión de El petiso orejudo, de Julio Ordano, que se presenta todos los viernes a las 21 en el Teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549, Ciudad de Buenos Aires). Además de contar la historia de las víctimas del adolescente que a los 15 años ya había causado cuatro terribles muertes, al menos seis intentos de asesinato y el incendio de siete edificios, la obra es una clara muestra de la violencia del sistema carcelario hacia sus internos, sobre todo en aquellos que se quedan por años y años. La pieza transcurre durante los años de prisión de Santos Godino, magníficamente encarnado por Pablo Juan. Narra de forma intercalada su infancia y (las causas de) los hechos que lo llevaron a estar tras las rejas en la prisión de Ushuaia, donde murió luego de años “por causas dudosas”. En el medio, Marcela Chiesa interpreta a las madres de las víctimas –todas criaturas de no más de diez años–, a una periodista que investiga el caso y a una médica especializada en salud mental. Facundo Blanc hace las veces de médico, compañero de prisión del protagonista y cruel carcelero que se esfuerza por hacer de la estadía del asesino de orejas enormes y corte Carlitos Balá un verdadero infierno. Sin intención de justificar el accionar del asesino, es notorio el esfuerzo del autor y el director por acentuar, sin embargo, esto último: abundan las escenas en las cuales, aún mostrando una perceptible aunque leve mejoría de su perversa manía, Godino es maltratado (casi siempre verbalmente, aunque esa puede ser la peor de las violencias habidas), ignorado y forzado a aceptar que es un alienado mental. También, que nunca obtendrá la libertad condicional, que sus hermanas nunca van a responder sus cartas y que lo suyo es nato, peligroso e irrecuperable. Aunque de ningún modo se oculta lo horrendo de sus hechos ni se minimiza su culpa por lo ocurrido, también es claro que el texto y las decisiones de dirección pretenden
Pablo Juan encarna magníficamente a Cayetano Santos Godino.
Abundan las escenas en las cuales Godino es maltratado e ignorado.
rescatar su lado más humano. El vehículo son relatos que remiten a su infancia traumática, dominada por un padre alcohólico y golpeador que nunca lo quiso y, sobre todo, el recuerdo de la muerte de uno de sus ocho hermanos, al que nunca conoció pero del que habla constantemente. El clásico esquema de caja negra: la escenografía es austera pero suficiente (papeles arrugados en el suelo y un cubo de madera en el centro de la escena son los únicos objetos que componen la escenografía) y está acompañada por un cuidado trabajo de luces y sonidos que acompañan los distintos momentos que atraviesa la historia. Llantos, gritos de dolor y de orden, tartamudeos nerviosos y algún que otro guiño de humor (aunque no es lo que abunda) componen climas y matices. Un desnudo en vivo sube la apuesta de esta versión de la clásica leyenda urbana de principios de siglo XX. Todo para que el espectador salga con dudas, muchas dudas. ¿Está bien apresar a un menor de edad? ¿Por qué? ¿Desde qué edad se lo puede considerar consciente de sus actos? ¿Para qué sirve la cárcel? ¿Sirve la cárcel? ¿Cómo sería una institución que en lugar de castigar y pudrir a los delincuentes, los haga realmente reflexionar sobre los motivos por los cuales están allí y ayudarlos a cambiar esos impulsos? ¿Cambiará alguna vez este sistema donde el remedio es peor que la enfermedad? ¿Por qué el Estado no hace nada? Al plantear todos estos interrogantes, El petiso orejudo deja de ser solamente una obra de teatro que habla sobre una historia particular del pasado y se convierte en una radiografía también del presente. Ojalá que no del futuro.
ANECDOTARIO
DIEZ AÑOS SIN RICKY ESPINOSA
EL PUNKY QUE DORMÍA EN LA TERRAZA HERNÁN “MANTU” MANTOANI*
Adrián Rolón
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uestro ingreso al circuito under de Buenos Aires se dio por medio del compilado Sick Boys Records VOL. I (1993), que tenía entre sus filas a Sin Ley, Flema, Penadas por La Ley, Desakato, Comando Suicida y nosotros (Bulldog). A partir de la salida de ese disco, empezamos a tocar en Buenos Aires y a conocernos entre las bandas. Resultó que, además de hacer muy buenas migas, Flema, Sin Ley y nosotros logramos un poco más de repercusión. Hasta nos llegaron a denominar “La trilogía del punk”. Cuando ellos tenían una fecha nos invitaban, y nosotros devolvíamos la gentileza y los traíamos a Rosario. Se generó una gran onda que mantenemos hasta ahora. Particularmente, Flema nos dio un gran empujón en la escena de Buenos Aires. A partir de ahí empieza nuestra relación con este gran personaje del punk rock argentino: Ricky. Era, sin duda, la persona con más carisma entre nosotros y más arrastre entre sus seguidores. Era muy inteligente, tenía un vocabulario muy rico y era un buen lector. Era muy desenfadado para moverse y para hablar. Pero era bipolar: a veces era muy tranquilo y otras muy extremo. Tengo muchas anécdotas con Ricky. No puedo olvidar las largas noches de drogas y rock & roll: terminábamos con los cuerpos más que averiados y buscando algún lugar donde caer. Una vez Ricky lo invitó al Rata (Ramiro España, bajista de Bulldog) a dormir a su casa –vivió toda la vida en Gerli pero en ese tiempo alquilaba en Hudson– y le dijo que lo acompañara a su cuarto, que quedaba “arriba”. Empezaron a subir y… ¡terminaron en la terraza! “Ésta es mi habitación, acá vivo yo”, le dijo Ricky aquella vez. Si bien él era así, también sabía que se salía de las reglas y muchas veces lo hacía adrede. Es que cuando tenía actitudes extremas, el público se volvía loco y lo seguía. La gente esperaba que escupiera o puteara a alguien o hiciera un fondo blanco de cerveza. Pero el verdadero espíritu punk rock lo demostraba de otra forma. Si le preguntabas cuál era su banda favorita, él te mencionaba a los Rolling Stones. En un show, en el medio de un tema de Flema, se puso a tocar un riff de los Stones y lo empezaron a chiflar. Mientras más le gritaban, más la cantaba y tocaba. ¿Qué quiere decir punk rock? Que hacés las cosas porque tenés ganas y no pensás en el qué dirán. Musicalmente hablando, es hacer lo que querés. Si quiero hacer una chacarera, la hago. Creo que ésa era un poco la mentalidad de Ricky. De todas formas, en la parte musical siguió una línea punk; aunque le gustaba mucho el heavy metal y hasta tuvo una banda de rock & roll. Hasta podría decir que punk era lo que menos escuchaba. Lo recuerdo como una persona que demostró que con ganas y autenticidad se puede llegar lejos. Como alguien que dejó un puñado de canciones interesantes, cánticos de guerra, que hoy le siguen gustando a la juventud en cualquier punto de la Argentina. Y como alguien con una visión clara acerca de cómo manejarse ante la independencia. Era muy frontal: lo que pensaba lo decía y lo hacía. Cuando un artista hace algo honesto logra trascender. Al contrario, lo inflado, lo inventado, en algún momento se diluye. El punk y Ricky no van a morir porque nunca estuvieron de moda. Son legados que quedan eternamente. Fue el último punk argentino, un amigo, un sorete, un genio, un asesino de su herencia.
Breve biografía:
M
anuel Ricardo Espinosa nació el 31 de diciembre de 1966 y vivió casi toda su vida en el barrio bonaerense de Gerli. De joven encontró en la música su principal modo de expresión. Después de tocar en varias bandas con amigos, en 1988 se sumó a Flema como guitarrista. Un año después se puso al frente de la banda y se adueñó del micrófono. A partir de ahí, la historia del punk rock local ya no sería la misma. En la cúspide de su carrera y con un nuevo disco bajo el brazo, Ricky se suicidó el 30 de mayo de 2002. Según trascendió después, el músico saltó al vacío de un quinto piso de un monoblock de Avellaneda donde vivía su amigo Luis “Luichi” Gribaldo, guitarrista de Flema.
*Líder de Bulldog
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Mariana Mazover
“El teatro es lo humano” María Daniela Yaccar
Santiago Meligeni
La mujer es un caleidoscopio. Encierra en sí misma múltiples facetas. es comunicóloga, dramaturga, profesora y directora. Su teatro refleja toda esa variedad. según sus propias palabras, cada una de sus obras “es un cruce entre distintas textualidades”, como lo demuestra la recientemente estrenada piedras dentro de la piedra.
E
n la dramaturgia de Mariana Mazover se cristalizan dos afanes: la comunicación y el teatro. No le gusta pensar su arte como (solamente) político, pero lo que elige para poner en escena constituye no solo una historia en sí misma, sino que forma parte de la Historia. El año pasado, Mazover –directora, dramaturga, profesora y comunicóloga– se metió con un texto complicado, La isla de los resucitados, de Rodolfo Walsh, y lo convirtió en El cerco de agua. Fue su debut en la cartelera off porteña. Este año se le atrevió a Rodolfo Fogwill y estrenó un trabajo inspirado en la novela que sobrevuela la guerra de Malvinas Los pichiciegos, titulado Piedras dentro de la piedra. En ambos casos, sus obras llegaron a las tablas en momentos en los que el presente (histórico) lo requería: Walsh revivió el año pasado en el aniversario del golpe militar y Piedras dentro de la piedra coincide con las tres décadas del conflicto armado y con la instalación del tema en la agenda pública y política. “¿Qué hago escribiendo sobre teatro si lo que quiero es escribir teatro?”, se preguntó Mariana mientras hacía su tesis para la Universidad de Buenos Aires, donde estudió Comunicación. Como actriz se formó en la escuela de Timbre 4. “Fue el momento de quiebre entre mis dos oficios. Laburaba en marketing en una empresa y me iba muy bien. Los primeros años convivía con todas las actividades, ensayaba y daba clases de dramaturgia de noche. Pero en un momento tuve que decidir. Cuando uno se enfoca crece más”, relata.
A los 32 años, vive de sus talleres y de la asistencia de dirección. –¿Qué se enseña en un taller de dramaturgia? –Las herramientas esenciales que hacen a la especificad de la escritura dramática. El proceso tiene varios momentos. El primero consiste en el deseo de escribir una obra. Después uno encuentra su imaginario, que no es lo original o inexplorado, sino “eso que me causa escribir a mí”, y empiezan a aparecer las primeras imágenes. Mucho después está la articulación técnica de una totalidad, de una estructura dramática. No conviene partir pensando en el conflicto: los argumentos son pocos. La riqueza y la
“Mi mirada sigue siendo comunicológica: la llevo conmigo, es un modo de ver el mundo, y tiene que ver con mis razones para hacer teatro.” singularidad de un material pasa por la elaboración personal y poética de la trama. El fin de los talleres no es escribir una obra. Es más importante que el que escriba se vuelva autónomo. –Hay prejuicios en torno a este tipo de talleres, cierta idea de que imprimen una estructura a la propia desestructura, ¿no? –Por suerte, cuando termino el cuatrimestre veo diversidad poética en los alumnos. El desafío es tratar de potenciar lo que cada uno trae. Hay una formación clásica,
pero la idea es acompañar e identificar por dónde pasa la poética y las búsquedas de cada alumno. No es sobreimprimir sino escuchar. Lo aprendí de Ricardo Monti, mi maestro. –En cuanto al “imaginario” que, dice, cada uno tiene: ¿Cómo describiría esa unión entre comunicación y teatro que brota del suyo? –Nunca suspendí mi formación en comunicación, nada más abandoné el desempeño profesional. Está en cómo yo pienso el teatro, en los temas y materiales que me interesan abordar. Mi mirada sigue siendo comunicológica: la llevo conmigo, es un modo de ver el mundo, y tiene que ver con mis razones para hacer teatro. Porque no tengo una línea para bajar, no hay nada de Malvinas que no se haya dicho. El teatro no tiene que ver con revelar algo o con una voluntad documental o historiográfica. Es lo humano. Los dos puntos de partida con los que empecé a trabajar en las dos obras que mostré los encontré hace muchos años, en el marco de la carrera. Ya en esa época me quedaban resonando, tenía 21 años y no estudiaba teatro. La interrogación de esos materiales es un oficio que viene dado por la comunicación, pero tengo claro que el teatro no es un ensayo o una nota de opinión. –El lugar común es que el teatro modifica la realidad. ¿Usted piensa eso? –El teatro independiente trabaja con otras coordenadas que el comercial, pero nos dirigimos a un público burgués. La militancia está relacionada a la inserción política en pos de una transformación social.
Debutó en el off teatral porteño con una adaptación de La isla de los resucitados, de Rodolfo Walsh.
Es mi concepto, no el de Wikipedia. Si uno quiere hacer eso tiene que hacer trabajo de base. Quizás el teatro instala un tema o abre preguntas. Pero este espacio (N. de R.: El camarín de las musas, donde ocurre la entrevista) no pega en la dimensión de la transformación como el teatro comunitario. Hay casos especiales como Teatro X la Identidad o Teatro Abierto, cuya eficacia política es innegable. Lo que el teatro independiente tiene de militancia es la convicción de hacerlo sin dinero, a contrapelo del mundo, siendo incomprendidos por nuestro núcleo familiar, transmitiendo este oficio. –Los dos textos que llevó a escena son
poco teatrales. El primero versa sobre la lepra en Chaco y el segundo remite a la guerra de Malvinas y a un escondite que un grupo de soldados hace bajo la tierra. ¿Cómo trabaja con imágenes tan difíciles de representar? –El texto de Fogwill me parece fascinante. Me interesaba hablar de la guerra en general y particularmente de la de Malvinas, con todos los riesgos que implica. El argumento de la novela es muy simple: son soldados que escaparon del enfrentamiento y están esperando que termine para volver. Es un material construido a partir de los vínculos humanos y de la experiencia subjetiva del
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soldado desertor con la guerra. Es profundamente sensorial y me dio muchas imágenes sobre el miedo, el frío o el cómo se es estando dentro de una guerra. Por otro lado, la condición de desertores me permitía trabajar la escena: son lazos humanos funcionando, atravesados por una situación común. La guerra aparece por alusión, se evoca a través de la palabra, así como también de “ese” exterior que está acechando. En las improvisaciones apareció la carne de todo eso. El texto de Walsh también es sensorial. En ambos hay un trabajo minucioso en la construcción de la voz de los personajes, comparten ciertos elementos con la dramaturgia. –Sin embargo, al menos en El cerco…, la obra no consistía en una adaptación sino que el texto de Walsh actuaba de disparador para contar otra historia... –Y con el de Fogwill pasa lo mismo. La gran distancia con la narrativa es que el teatro se cuenta sólo a través de la voz de los personajes. A mí me interesa un teatro de acción, de despliegue de un conflicto. Los pichiciegos no tiene una progresión tan marcada. De nuevo, no es una adaptación: en las improvisaciones empezamos a ver por dónde pasaban las potencias. En el proceso de creación colectiva que coordiné apareció lo nuestro, lo distanciado de la novela. Y es distinto, eso es lo lindo. Uno conoce cómo ser amiga o hermana, pero no sabe cómo es estar en la guerra y tiene que imaginar. La vivencia es de una distancia enorme en relación a un montón de otros vínculos que se atraviesan en el teatro. En este caso, además de la imaginación, hay que nutrirse de fuentes. Por ejemplo, uno de los actores trajo El arte de la guerra y aparecieron palabras que no estaban en nuestro léxico. –Como integrante de lo que algunos llaman la nueva generación de dramaturgos, ¿considera que hay diferentes tendencias teatrales de los creadores más jóvenes en este momento? –La creación está atravesando la fusión del trabajo de dramaturgia y de dirección. Hay directores que escriben la obra y la terminan, otros que transitan procesos más vinculados con la creación colectiva o la dramaturgia de actor. Hay mucho teatro con búsquedas de imagen, que trabaja en una zona de ruptura con la narración: es el teatro de la anti-narración o post dramático. Hay cruces entre distintas textualidades, como en mi caso, y la búsqueda de la teatralidad. Hay poéticas más cercanas al realismo o al absurdo y hay un esplendor de géneros más relacionados con el teatro contemporáneo del siglo pasado que empiezan a resignificarse. *Viernes a las 23 en La carpintería, Jean Jaurés 858, Ciudad de Buenos Aires.
CONTRATAPA.
EL PANORAMA AUDIOVISUAL
LUZ, CÁMARA,
¿ACCIÓN?
Ailín Bullentini y Nicolás Sagaian
Gentileza de prensa
La ley de medios y una importante inyección de recursos en el sector favorecieron el crecimiento de producciones cinematográficas y televisivas. Sin embargo, las reglas del juego de supervivencia para los creadores son las mismas de siempre: el mercado es el que todo lo domina.
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a televisión y el cine son los ámbitos en los que cualquier amante de la producción audiovisual ansía construir su sueño. Sin embargo, dar los primeros pasos rumbo a ese destino nunca fue fácil en la Argentina: la existencia de un espacio televisivo reducido y repartido en manos de unos pocos gigantes, el cuello de botella que generan las distribuidoras y la escasa existencia de salas cinematográficas, las contradicciones de las políticas públicas y la necesidad de grandes cantidades de recursos son circunstancias que se encargaron de minar el terreno. ¿Nada cambió? Algo. Poco. Mediante la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y una inyección importante de recursos públicos en el sector, la cantidad de producciones que se puso en marcha –ya sea destinadas a la pantalla chica o a la grande– creció. No obstante, las reglas del juego de supervivencia que tales contenidos deben soportar son las mismas de siempre: el mercado sigue siendo amo y señor del sector audiovisual. NaN dialogó con varios actores de cada panorama, en una breve pero nutrida recorrida por los tableros. Avances, dificultades y desafíos en…Luz, cámara, ¿acción? TELEVISIÓN: LA CAJA BOBA Culos. Tetas. Escándalos. Morbo. El zapping no hace más que mostrar eso. ¿Rompemos el artefacto y salimos al sol o existe alguna
alternativa? Las cosas cambiaron, aseguran decenas de productores, productoras, pymes, cooperativas y colectivos informales. Creadores de infinitas maneras de contar, buscadores de algo nuevo que decir y de nuevas reacciones que generar desde la TV aseguran que ahora “es real” la posibilidad de mostrar a cada hogar aquello de lo que quieren vivir. Los culos y las tetas seguirán estando, pero además habrá otras cosas. Habrá variedad. Para eso, no obstante, es necesario que la rueda acabe su círculo en la última y más complicada posta de todas: la del mercado. Es que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual permitió la apertura de grietas por las cuales quienes hasta ahora nunca pudieron trepar los muros de ese circo romano donde el dinero es rey, puedan escabullirse. Sí, dentro de un juego cuyas reglas no cambiaron. “Siempre fue difícil producir para televisión”, sentencia Juan Maristany, que rema en el dulce de leche del mundo audiovisual de su provincia, Córdoba, desde 2004. Para el joven director cinematográfico y creador de la productora El Calefón Cine, la dificultad radica en el sistema. “Los canales venden sus horas de aire. El productor debe tener el dinero para realizar, pero también para comprar el espacio en donde exhibirlo; es muchísimo. Con los canales de Buenos Aires ni soñamos. Y los estatales, como Encuentro, trabajan con productoras de cierta trayectoria o con las
La TDA generará un crecimiento en la cantidad de “horas libres” en la tele.
que acostumbran desde sus comienzos. El plan significó la oportunidad de proyectarnos, de mostrar lo que hacemos y de acumular experiencia”. Maristany habla del Plan Operativo de Fomento y Promoción de Contenidos Audiovisuales Digitales, la vía a través de la que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y el Consejo Asesor de la Televisión Digital Abierta (TDA) –organismo integrado por varios ministerios nacionales, con el de Planificación Federal al frente– pusieron en funcionamiento la letra de la Ley de Medios. Algo, al menos. Son varios los puntos de esa norma que intentan reformar –un poquito, nada de borrón y cuenta nueva– el mundo de la televisión nacional. El sistema TDA es el más osado y, a la vez, el que demorará más en mostrarse en pleno funcionamiento. Con la aplicación de nuevas tecnologías, TDA permitirá que cada hogar del país cuente con un servicio de tele gratuito, formado por 24 señales. Todavía no funciona en todo el territorio. La TDA, sumada al límite de los canales provinciales respecto del porcentaje de contenidos de señales de Buenos Aires a repetir y el porcentaje de producción nacional que todos los canales deben sí o sí programar, generará un crecimiento en la cantidad de “horas libres” en la tele. Si bien el tiempo es futuro y varias de esas puntualidades de la norma están en vías de aplicación o no se aplicaron en absoluto aún, el plan operativo es un fomento a los procesos de producción para poner-
los a punto de cara a esa modernización que todavía no llega. Desde 2010, la cartera dirigida por Julio De Vido otorgó los recursos necesarios para que El INCAA los inyectara en concursos federales de producción audiovisual digital para televisión. La primera etapa del plan, culminada en 2011, constó de 11 concursos para series de documentales, de ficción y unitarios. Algunos fueron de competencia nacional, como el destinado a productoras con antecedentes; otros se organizaron a nivel
“Nuestras producciones apuestan a un cambio en el lenguaje y proponen un material descolonizado.” Czombos federal, como el dirigido a realizadores sin antecedentes, en los que los proyectos compitieron por regiones –seis en todo el país–. Poco más de 100 millones de pesos permitieron la producción de más de 500 “horas de pantalla”: 32 series de ficción, 63 series de documental y 54 unitarios nacieron en todo el país. La segunda etapa del plan, cuyos resultados se verán a finales de 2012, inyectará en el rubro 220 millones de pesos. A las de la etapa anterior se sumaron contiendas de crossmedia, que premian a ficciones que permitan la interrelación entre televisión, internet y videojuegos. Habrá dos concursos de tele-
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novelas y uno para producciones de piso impulsadas por los propios canales. La guerra del lenguaje Maristany fue uno de los cerca de mil participantes de la primera fase del plan y uno de los ganadores en la categoría de series documental con Nosotros Campesinos. Ese concurso parió 63 producciones, entre las que también se cuentan Sin tierra en los ojos. La historia del otro campo, de la agrupación del noroeste Wayruro, y 4 guitarras, creada por los chaqueños Marcel y Yoni Czombos. Todas están programadas en las señales públicas de sus provincias y de otras del territorio del país. Para ellos, el plan fue una catapulta. “Es una respuesta a las demandas que durante muchísimo tiempo realizamos desde el interior del país”, consideró el jujeño Ariel Ongaro, de Wayruro: “Nos permitió traer a la superficie la producción de cientos de realizadores que hasta ahora estuvo invisibilizada. Fue una inyección de energía que nos empujó a fondo a ejercitar nuestra capacidad productiva”. Desde el litoral, Czombos agrega sintonía a la definición de Ongaro: “Siento que por primera vez no hubo asistencialismo desde ese gran centro del país que es Buenos Aires. La ciudad no quiere más que mirarse a ella misma, pero estos concursos fueron, por primera vez, una propuesta para que los que estamos lejos de ella podamos mirarnos a nosotros mismos”.
Los creadores de TV aseguran que ahora “es real” la posibilidad de mostrar su trabajo.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de contenidos televisivos, de “horas de pantalla”? ¿Qué ofrece la televisión, más allá de lo superficial, del entretenimiento? El chaqueño desasna al respecto: “Tenemos maneras diferentes de contar nuestras historias, a nuestra velocidad, con nuestros colores. No vamos a estar nunca en Canal 7 o en Encuentro, menos en las emisoras privadas. Nuestras producciones apuestan a un
Familia de organismos públicos para la nueva televisión BACUA: El Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentino es una red digitalizada de material audiovisual nacional y regional. Deberá abastecer a todas las señales televisivas argentinas, privadas, comunitarias y públicas, con contenido listo para emitir. ACUA: El Árbol de Contenidos Audiovisuales Argentino es el recinto que almacenará y distribuirá contenidos audiovisuales de alcance universal producidos por los diversos actores del ámbito comunicacional del país. CEPIA: El Centro de Producción e Investigación Audiovisual es un estudio de producción de contenidos. Cuenta con una sede de 700 metros cuadrados, con tres islas de edición, cabina de locución y salas de producción.
cambio en el lenguaje, proponen un material descolonizado, plantean significantes nuevos no sólo en relación al contenido sino también a la forma”. Es que las cosas no son tan sencillas. La ley de medios abre espacios, el INCAA empuja y los creadores se entusiasman, pero eso no basta para generar el cambio cultural necesario para la apuesta de Czombos. ¿Qué televisión atrae a los argentinos? Decir argentinos es meter a muchos gustos diferentes dentro de una misma bolsa… aunque, esperen. Si los canales de televisión de Salta le ofrecen a sus habitantes El Noticiero del 13, Dulce Amor y AM, programas producidos en
“La ley de medios generó un escenario soñado. Ahora nos toca sostener las pantallas con contenido de calidad.” Ongaro y para Buenos Aires –una realidad repetida durante décadas– entonces probablemente el “gusto televisivo” del salteño no sea demasiado diferente al de un porteño. ¿Y si sucediera al revés? ¿En cuántos segundos cambiarían (mos) de canal si en lugar de Verónica Lozano y Leo Montero condujeran AM dos correntinos de habla pegoteada, dobles ele bien pronunciadas y dobles erre devenidas i griegas? Los productores federales no comen vidrio. “Estoy convencido de que la gente de cada provincia quiere ver sus historias, pero el prejuicio que indica que sólo lo que llega
de Buenos Aires es bueno sigue siendo muy fuerte. Ahí debemos actuar”, comprendió el cordobés, y el chaqueño lo acompañó en el desafío: “Estamos preparados para romper ese prejuicio, para hacer la federalización de la producción en serio”. La batalla de la comercialización La concreción de esa federalización requiere de una sostenibilidad en el tiempo que no puede pensarse sin recursos. La Ley 26.522 no hizo la revolución y sigue pensando a la comunicación en términos comerciales. El Plan Operativo es un fomento, no un subsidio permanente. Los casi 200 productores deberán rebuscárselas para poder hacer de su actividad algo sustentable. Las producciones nacidas de los concursos del plan tienen “pantalla asegurada” dentro del país. El Banco Audiovisual de Contenidos Universales (ver Familia...) se encarga de programarlas en los canales públicos, pero se queda con los derechos de esos contenidos. Así, los creadores no reciben dinero a cambio por ello. Tampoco pueden venderlo a las señales privadas nacionales. La situación es difícil: la única vía que pueden explotar para que sus producciones generen recursos es el comercio internacional. Sólo cuentan con la potestad de sus realizaciones durante 24 meses, contados a partir de que están terminadas. Cuando se cierra esa “ventana”, los productores pierden sus derechos. Sin embargo, no se quejan y le ponen el pecho al futuro. “La ley de medios generó un escenario soñado. Ahora nos toca sostener esas pantallas con con-
tenido de calidad. Deberemos trabajar para tener la capacidad y la calidad necesaria para participar en este nuevo escenario que se abre”, se esperanza Ongaro. Mientras el INCAA evalúa la mejor manera de que el destete no se convierta en una tragedia de nóveles creadores e intenta que su peso en los mercados internacionales de comercialización televisiva los abrace y los inserte allí, las cabezas de algunos volaron más allá de la pantalla chica de sus pueblos. Maristany y varios colegas de su región construyeron un colectivo de realizadores de cine y televisión con la vista puesta en la negociación con los canales: “Sabemos que juntos somos más fuertes a la hora de invitar a los canales privados a que apuesten en nosotros para producir sus contenidos”. La construcción colectiva también es la clave del futuro en el Litoral. Czombos y sus colegas construyeron una distribuidora regional para ser ellos mismos los que lleven sus productos a fuera. *** CINE: PANTALLA ACHICADA El caso es testigo. Las Acacias, ópera prima de Pablo Giorgelli, ha sido una de las películas argentinas más premiadas de los últimos tiempos. En el plano internacional, cosechó la Cámara de Oro en el último Festival de Cannes, el máximo galardón en Biarritz (Francia), el principal honor en Oslo (Noruega). Además, fue seleccionada como la “mejor película latinoamericana” en San Sebastián (España) y reconocida por su “guión inédito” en el 29° Festival de La Habana (Cuba). Pese a todo, a nivel local, el largometraje nunca encontró su lugar en el centro de la escena. O mejor dicho, las salas del circuito comercial nunca se lo facilitaron/permitieron/ofrecieron del todo. Apenas una treintena de cines, de los casi 800 que se desparraman en todo el país, se animaron a presentar esta historia simple y humana, con un elenco lleno de actores muy poco conocidos. Este problema, de todos modos, no es la trama de un unitario. Se ha transformado en una constante en el terreno audiovisual alternativo. Pueden dar cuenta de ello producciones como El Estudiante, de Santiago Mitre; Vaquero, de Juan Minujín; Un Mundo Misterioso, de Rodrigo Moreno; entre otras. Sin dudas, la pantalla grande parecería haberse acotado a un mundillo chico, “en el que cada vez es más difícil producir y subsistir dentro del sistema hoy consolidado”, explica Sergio Wolf, director del BAFICI. Su voz coincide con la de muchos otros. Especialistas, realizadores, críticos, escritores, incluso aficionados levantan esa bandera en alto. En los últimos años, el INCAA optó por llevar a cabo una política de fomento cuantitativa a nivel nacional, financiando 450 películas –entre largos y cortos–, según las planillas de subsidios oficiales entre enero de 2008 a fines de 2011. Pero cada vez me-
nos films son los que llegan a estrenarse. El último año alcanzaron a presentarse apenas 40, y la mayoría tienen características comerciales, con protagonistas del círculo mainstream. Toda esta dificultad radica en los criterios de promoción del Instituto del Cine, las trabas impuestas por las distribuidoras, la falta de salas (dominadas por firmas norteamericanas) y una cuota de pantalla que nunca se
El último año se presentaron apenas 40 películas nacionales, la mayoría de características comerciales. pudo poner en práctica con eficiencia pese a los diversos sistemas que buscaron implementarse desde la Ley de Cine, de 1995. En eso coinciden los productores, directores y guionistas consultados por NaN, sin perder de vista las iniciativas y el dinero (casi 350 millones de pesos) que intenta inyectar el INCAA en este sector de la “industria cultural”. Del entusiasmo al estancamiento Hace más de 15 años, cuando se reglamentó la por entonces nueva ley del sector, el cine se recuperó de su estado de agonía productiva. El increscendo creativo aportó a la aparición de nuevos directores, productores y actores, fruto del retorno a los festivales internacionales y la progresiva incorporación de cada vez más recursos y medios económicos de realización. Más allá de eso, en aquel momento, la norma no aseguraba ni canales de estreno ni vías de circulación. “Entonces algunos planteamos que si no había un control sobre los ‘tanques de Hollywood’ estos ocuparían casi todas las pantallas, aunque nadie nos prestó atención”, recuerda Wolf. Ahí comenzó a generarse un espiral de
“Hay un montón de películas que están a la espera de salas donde mostrarse. Entonces existe la necesidad de inventar esos espacios.” Llambi contradicciones que se mantiene hasta hoy: el cine hollywoodense ocupa un lugar hegemónico, siempre cuestionado por los creadores locales, al punto que muchos plantean la necesidad de fijar límites a estos enlatados. Pero hay una realidad: el fondo de fomento cinematográfico se nutre en parte del 10 por ciento de las localidades vendidas, las cuales más del 80 por ciento provienen de espectadores que van a ver películas extranjeras, como Piratas del Caribe o Rápido y Furioso. Lo
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demás surge de las ventas y alquiler de videos y DVDs (10 por ciento) y de partidas de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (25 por ciento). “Como lo venimos anunciando, el modelo tiene grietas, se tiene que modernizar”, analiza Pepe Salvia, referente de Proyecto Cine Independiente (PCI), entidad que nuclea desde hace una década a directores del palo autogestivo. Es más, en un ciclo de cine organizado a fines de 2011, en el Cine Cosmos-UBA, 50 productores de la asociación presentaron un documento que propone un plan de exhibición federal, con más salas, el impulso de un programa de educación audiovisual para fomentar la creación de nuevos públicos y la instrumentación de una cuota de pantalla (ver Un plan...). Es que los circuitos alternativos son contados con los dedos de las manos. El Malba, la sala Leopoldo Lugones, el Cine del Plata, la Filmoteca recuperada y otros espacios perdidos en el Conurbano son los lugares con los que cuentan directores y seguidores de los films independientes. “Este es el eslabón más frágil del cine. Hay un montón de películas que están a la espera y no encuentran salas donde mostrarse. Entonces existe la necesidad de crear esos espacios”, remarca Agustina Llambi, productora de La Unión de los Ríos, que trabajó en la filmación de El Estudiante, considerada por muchos como la mejor película argentina de 2011. Reglas, formas y subsidios La ópera prima de Santiago Mitre, completamente artesanal, cuenta una parte de
Un plan a largo plazo El Proyecto Cine Independiente (PCI) propone: -Una cuota de pantalla obligatoria para los exhibidores de cuatro títulos argentinos por mes, cada diez pantallas del complejo con programación extranjera. Siguiendo la Ley 17.741. -Existencia de salas de estreno y salas de cruce: este mecanismo habilita dos niveles de salas para películas nacionales y facilita la permanencia de las producciones. -Que el INCAA apoye el lanzamiento con publicidad en la vía pública, con pauta radial y espacio de difusión en la TV pública y TV satelital, especialmente en programas de alto rating, como Fútbol para Todos. -Es indispensable que el INCAA reconozca como parte del presupuesto de cada película los costos de lanzamiento. Podría establecerse un costo tope no menor a los 200 mil pesos.
la vida de Roque Espinosa, un estudiante provinciano que llega a la ciudad para cursar en la UBA. En casi dos horas, la historia permite bucear en las aguas de la política universitaria, la militancia juvenil, el cruce con las viejas generaciones, los acuerdos, las traiciones y el armado en democracia. Por su modo de producción, enfoque y calidad, la película estableció un nuevo paradigma en el ambiente y encendió el debate. Por si fuera poco, ganó cuatro estatuillas en los Premios Sur, tres en el Festival de Gijón (España) y hasta obtuvo un reconocimiento especial por parte del jurado en el Festival de Locarno (Suiza); lo que hizo postergar la elección de la representante argentina en los Oscar, ya que quedó segunda, delante de Un Cuento Chino, y detrás de la elegida Aballay. Así y todo, la película fue vista por sólo 50 mil personas en Buenos Aires. El número no está mal –la mayoría de los largos argentinos no pasan los 10 mil espectadores–, el tema es que nunca llegó a entrar en el circuito industrial. “Ni durante la filmación ni después con las repercusiones”, afirma Llambi. El sistema le dio la espalda desde el inicio, como era de esperarse. En principio los realizadores tenían el guión en el que confiaban. Por eso decidieron producirlo por uno de los dos caminos que el cine nacional prevé: presentaron su propuesta en el concurso de óperas primas del INCAA y no ganaron, quedaron segundos. “La única alternativa, entonces, era preclasificar en asociación con un productor ‘establecido’, pero el presupuesto no daba, debíamos buscar más financiación y para obtenerla estábamos obligados a tener resultados comerciales. Esto significaba un
riesgo económico enorme”, señala Mitre. Decidieron lanzarse por su cuenta y rodar. Con un equipo nunca mayor a las diez personas, la filmación se produjo por etapas y duró seis meses. “Por nuestra formación, nuestra experiencia, sabíamos que una película hecha fuera del sistema no tiene la chance de acceder a recursos que le permitan cumplimentar con todas las reglas de la industria: pasar a 35mm y acceder a un circuito más amplio de exhibición”, aseguró. Los que arrancan fuera del sistema se quedan fuera de él. Así son las cosas. Por si quedaba alguna duda, los productores de El
El Instituto del Cine favorece a las producciones comerciales, con actores reconocidos, para mantener el sistema de mercado. Estudiante se toparon con un obstáculo más, cuando intentaron distribuir la obra por su cuenta. Las únicas salas acondicionadas para proyectar video en alta definición son los multicines 3D (plataforma en la que grabaron), “a las cuales es imposible acceder”. Entonces la opción era hacer copias en 35mm. Para eso necesitaban conseguir un distribuidor que se hiciese cargo de la inversión y de los gastos de lanzamiento de todo film, que define su futuro de acuerdo a la recepción lograda la primera semana. “Ese distribuidor hubiera tenido que costear las copias, el lanzamiento y estar obligado a ver resultados sin subsidios, para recuperar su inversión y hacer su negocio. Ese distribui-
La multipremiada El estudiante fue vista por sólo 50 mil personas en Buenos Aires.
dor, obviamente, no existe”, asegura Llambi. El debate ideológico ¿Qué conviene? ¿Repartir mucho dinero entre pocas películas, como quieren los grandes productores ligados a la industria o impulsar proyectos más económicos, si se quiere, artesanales, para favorecer la aparición de nuevos creadores en el ámbito local? ¿A qué films debe acompañar el Estado? ¿De qué forma? ¿Con más dinero? ¿Más salas? ¿Más difusión? Lo cierto es que, hasta ahora, el Instituto del Cine pendula entre una y otra idea, claro, favoreciendo a las producciones comerciales, con actores reconocidos, para mantener un sistema de mercado. Las formas alternativas por ahora quedan a un costado. De todas maneras, en todo el país “hay entre cuarenta y cincuenta directores de primer nivel que han mostrado sus obras por el mundo, vendiéndolas para cine y televisión, ganando concursos”, sostiene Wolf. Pero esa generación parece tener obstruido el porvenir, al menos en este esquema, aunque encuentran varias grietas. El potencial está ahí, a tiro. “Muchos buscan el desarrollo de un cine más diverso, provocador, con premisas arriesgadas, para ver si se logra zamarrear al público. El tema no nos incluye sólo a nosotros, también a las distribuidoras. A todos. Esta situación no se revierte con una medida sino con un abanico de opciones abierto para tener una industria cinematográfica más sana, con reglas claras y un funcionamiento transparente”, cierra Ariel Rotter, productor de Las Acacias.
COBERTURA/MÚSICA
LOS REYES DEL FALSETE
ODA DESENFADO AL
Esteban Vera
Cecilia Villegas
EL ÚLTIMO RECITAL DEL TRÍO DEL SUR DEL CONURBANO MEZCLÓ ROCK Y CUMBIA ELECTRÓNICOS Y MUJERES CON OREJAS DE CONEJO ILUMINADAS. LA PARTICIPACIÓN DE EL GUINCHO ALTERÓ LA RUTINA DE LA BANDA, QUE ADELANTÓ TEMAS DE SU PRÓXIMO DISCO.
E
n los últimos meses podía cambiar la escenografía o el lugar donde se presentaban, pero siempre, casi siempre, terminaban con el mismo repertorio espontáneo, melódico, noise, bailable y de estribillos arengadores. El de la Fiesta de la forma, un larga duración con versos a las chicas borrachas en bombacha, a los cohetes, Yabrán, Tinelli y al ferrocarril Roca, rebozados con sensibilidad barrial. Pero una noche, con las expectativas puestas en la presentación del esperado cantautor español El Guincho, Los Reyes del Falsete –una de las bandas emergentes más pujantes de la escena independiente local– ofrecieron un (breve) recital de rock electrónico desfachatado. Fue media hora de un ritual filo-tecnológico, a pasitos de lo snob, pero logrado y contagioso. Con su propuesta experimental y psicótica, los Rex y Juanchy Munchy provocaron pequeños pogos y bailes el último lunes de febrero en el célebre Tío Bizarro (Pellegrini 878, Burzaco). Del efímero set de Los Reyes –Nica Rex, guitarra y sintetizadores; Juanchi, guitarra; y Tifi Rex, batería; aunque por momentos rotaron los instrumentos– se destacó el último tema, una cumbia electrónica del próximo disco. La reivindicación al género tropical tampoco faltó en las remeras de
Nica (de La Nueva Luna) o de Tifi (de Leo Mattioli), ya un clásico de sus recitales: una muestra más de la relación fraterna entre ambos géneros (casi no quedan miradas de recelo desde la perpetua frase del cantante de El Otro Yo, Cristian Aldana: “La cumbia es una mierda”). La performance fue un caleidoscopio a partir de una lista caótica de sonidos, falsetes, coreos guturales e imágenes proyectadas que se combinaron hasta convertirse en un collage musical irreverente. Debajo, un puñado de jovencitas con orejas de conejo luminosas bailoteaba y aprobaba el experimento de los falsetes. La buena onda reinó en el escenario y debajo. Los Reyes repasaron “Ida y vuelta (a plaza)”, rapeado junto con Santiago Rial Ungaro (DChampions y ex Perdedores Pop). Del próximo disco también sonó un instrumental. Luego improvisaron dos temas. Así, fueron armando las canciones a medida que avanzaba el tiempo: temas, claro, sin letra, pero con el mismo ímpetu de desenfado. Una selección “cualquierista”, según los músicos. Entretanto, los reyes de Adrogué (en el sur del Conurbano) preparan el esperado sucesor de La fiesta… (2009), su disco debut. Será con más variedad musical –adelantaron– y unas dosis de este formato elec-
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trónico. El trío –alguna vez un cuarteto con bajo– también lanzó los raros EP Las ciclovacaciones (2009), Disco duro (2008), Uno de flores (2008) y El último nectae (2008), todos con grabaciones caseras. En la historia de la banda también hay registro de conciertos en Ciudad Emergente y en el último Personal Fest. El show ocurrió en el marco de la primera Fiesta Blue Monday –organizada por el sello independiente Triple RRR Discos–, que intenta recuperar el concepto de la periferia del Manchester de los años setenta: artistas internacionales “reconocidos” pasan música que combina influencias y versiones remixes de sus temas. La idea es crear un epicentro cultural suburbano. Esta vez, un temporal de lluvia demoró las presentaciones. La fecha comenzó con el dúo de música electrónica Slalom (Martín Salas y Marcelo Díaz Mayer) y continuó con un apagón, un trío de perros y goteras en el escenario. Al final de la noche lluviosa siguió el músico canario Pablo Díaz-Reixa –El Guincho– con mendrugos de sus sonidos caribeños, psicodélicos y poperos: su sesión no fue de las más brillantes y electrizantes y no deleitó a la pequeña pista del Tío; teniendo en cuenta que lo que busca un DJ es una reacción en el público: movimiento.
ENSAYOS
CULTURA CANNÁBICA
Elástico del tiempo y del espacio Luis Paz
Damián Scalerandi
“Con la sola excepción de los alimentos, no existen en la Tierra sustancias tan íntimamente asociadas a la vida de los pueblos, en todos los países y en todos los tiempos, como las drogas.” Ludwig Lewin, toxicólogo alemán, 1866.
L
a marihuana es muy rica, también, como relato. Su historia ejemplifica cómo los seres humanos descubrimos, exploramos, conquistamos, apropiamos y expandimos nuestro entorno; pero a la vez cómo sólo hemos podido domesticarlo en parte; aunque el mismo tema podría dársele a El mapa y el territorio, brillante novela reciente de Michel Houellebecq. El que escribe la consiguió a cambio de Vicio propio, de Thomas Pynchon, ya usado, más 20 pesos. En todas sus novelas, Pynchon cita al cáñamo; y con cada una, se acerca más al Nobel de Literatura que se reclama para él hace décadas. Las Academias admiten al cáñamo como hecho cultural en Cine, Música y Literatura; y la sociedad global, como ícono de culturas pasadas (decadentistas, beatniks, rockeros, provos, hippies). A partir de eso ocurriendo y lo demás planteado aquí, parece que no va más el hablar de una contracultura cannábica. Con sus mitos de origen, manifiestos, discos, libros, películas, autores, modas, diseños, mártires, textos fundacionales, ampliaciones botánicas, sanitarias, religiosas y farmacéuticas; y sí, por aquella pátina de ilegalidad que le cayó encima hace un siglo --a una especie que se considera que tiene diez milenios--, el discurso y la acción en torno del cáñamo ya forman cultura cannábica.
Escritos con resina En La Odisea, la gran epopeya de Homero sobre la Guerra de Troya, que se fecha hace 2800 años, la llegada de Telémaco a Esparta fue recibida con nepente, bebida “que produce olvido del dolor y el infortunio” que Helena había conseguido de la egipcia Polidamna, pues allí “la tierra produce un gran número de plantas saludables”. Éste es el texto occidental más antiguo (y clásico) en el que se menciona al cáñamo. A fines del siglo XVIII, científicos expedicionarios que iban con Bonaparte –De Sacy, Rouyer, Desgenettes– asentaron las características del cáñamo de la región y otorgaron reportes a Lamarck. En Oriente, el conocimiento acumulado es mayor: doce siglos antes, por lo menos (hacia el año 2000 antes de nuestra era), los pueblos hindúes acuñaron el relato de una planta “que brotó cuando cayeron del cielo gotas de ambrosía”, presunta referencia a esa hierba, a la que llamaron manantial de felicidad o de vida. La cita es nada menos que del Atharva Veda, Veda menor (ante Rig, Sama y Iáshur) que dio origen a una tradición paralela del hinduismo, que fue negada por el budista. Milenio después, otra narración le atribuye a Shennong, Emperador Yan, la afirmación: “En exceso, (el cáñamo) hace ver monstruos, pero si se usa
largo tiempo, puede comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo”. Hace 6mil años no había ni Pynchons ni Nobels, pero sí cáñamo; y como la mayor parte del mundo, aún no había sido contado científicamente. En el siglo VII antes del presunto nacimiento de Cristo Jesús, Teofrasto, discípulo de Aristóteles y director del Liceo, lo menciona en su Historia de las plantas como una de las más altas especies de la botánica. En el V a.C., Herodoto confirmó que anteriormente a los griegos, los pobladores de las riberas del Araxes, entre Azerbaiyán y Persia, tenían “árboles de los frutos más extraños”, que lanzaban a una hogera; y que, sentados en ronda, “se embriagaban aspirando el humo” (Historia de las Guerras Médicas). Y también Diodoro lo cita en uno de los 40 volúmenes de la Bibliotheca Histórica, de hace 21 siglos.
atenta contra las bases de la cultura hegemónica porque uno de sus efectos es que diluye esas nociones; y el tiempo y el espacio se aparecen como ejes elásticos que ya no pueden ser administrados. Es una de las causas no investigadas sobre la que se funda este tipo de prohibición. “En la Edad Media europea, los remedios favoritos eran la momia pulverizada de Egipto y el agua bendita, mientras para las culturas centroamericanas (a las que el cristianismo no interpeló) fueron vehículos divinos el peyote, la ayahuasca, el ololiuhqui y el teonanácatl”, indica Escohotado, para concluir que “los monoteísmos no dudaron de entrar en la dieta alimenticia o farmacológica de sus
La replicación en el Oeste del cristianismo eclipsó el uso de las drogas paganas.
d.C: después del Cáñamo Cuando Occidente logró su relato más trascendente a futuro, el bíblico, la replicación en el Oeste del cristianismo eclipsó el uso de las drogas paganas. En su estado natural, el cáñamo y el humano somos expresiones de vida, actos de conciencia universal; pero atravesados por una cultura como la del Cristianismo que aplica al Antiguo Testamento, el cáñamo y el humano pasaríamos a ser actos de una conciencia divina; con lo que la idea de la naturaleza como sistema cíclico se cambia por la de un relato lineal interpelado por la Creación. Rota la idea de los ciclos de vida, la linealidad puso en el eje la productividad o la eficacia de la vida regalada, que hoy se arraigan en conceptos como la productividad financiera y la eficacia laboral, pero por entonces eran herramientas para la Buena o Mala obra. Todas las constituciones modernas disponen o dependen de un sistema religioso ad hoc y basan sus legislaciones administrativas en un sistema de premios (exenciones) y castigos (multas).
fieles, mientras que los paganismos nunca irrumpieron en esas esferas”. Esto sirve para atender a que las leyes naturales, místicas y matemáticas, y las administrativas, legales y comerciales, son un lateral del cuadrante en el que ocurre cada cultura. La Constitución Nacional, en su artículo 19, da por ordenado que “las acciones privadas que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”. Acciones privadas vendrían a ser aquellas que uno hace solo y a la vista de nadie más, aquellas que no componen la cultura social y que por lo mismo, a partir de las definiciones de Tylor, Malinowski, Radcliffe-Brown, Levi-Strauss, Goudenough, Giddens, otros teóricos de la sociedad y el escritor Aldous Huxley, no implican un hecho cultural. El autor de Las puertas de la percepción y de Un mundo feliz aporta un categórico diseño al concepto: “La cultura es, pues, la clase de las cosas y los acontecimientos que dependen de la simbolización en un contexto extrasomático”, es decir, ajeno.
“Si se usa largo tiempo, el cáñamo puede aligerar el cuerpo.” Shennong
Mi humo, nuestro cáñamo
Así como los valores mantenidos por cada sociedad influyen en las ideas que se forman sobre las drogas en cada una de ellas, como interpreta Antonio Escohotado, eminencia en la materia, en el compilatorio Aprendiendo de las drogas, por otro lado aplican determinado sistema de organización del tiempo y del espacio a sus ciudadanos. ¿Y si había una Constitución unitaria? ¿Y si las reformas hechas a ella hubiesen determinado otro plazo para la renovación de los representantes? La Organización Mundial de la Salud también tiene esos parantes, una ley y un paradigma; y entre ellos considera droga a “toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía, modifica su natural funcionamiento”. Sucede que ese funcionamiento se tipifica clínicamente en dos tipos de acciones, movimiento y desarrollo, como procesos del paso del espacio y del tiempo a través y en rededor nuestro. El vértice en el que se juntan, incluso a discutir, la lógica, la ciencia y la fe, son las categorías de tiempo y de espacio; y el uso del cáñamo
El uso del cáñamo, así, ocurre en el ámbito privado del cuerpo, y siempre así; pero el entramado cultural que, se supone científicamente, existe hace diez mil años –después de la tercera migración desde lo que hoy es el Medio Oriente hacia las actuales Europa y Asia meso-occidental durante el Neolítico–, cuando se la domesticó y aplicó a una dieta, ocurre en los confines de lo público. Esta tensión, sobre hacer la obra que se deseé en torno del cáñamo, salvo un porro, una compra-venta o un traslado –y si es un libro como Vicio propio, una película como Kids, un programa como Peter Capusotto y sus videos, una obra plástica como la de Alex Grey, una música como la de los Beatles, a citarla entre nuestras cosas favoritas en
La cultura cannábica es la posibilidad de un desgarro de los ejes planos. Facebook–, corta soberbiamente dos de los ámbitos del asunto, la fe rastafari y la ciencia botánica; pero le deja legalidad al comercio simbólico del cáñamo. El Arte es hoy una industria. O bien las obras artísticas abastecen cierto mercado y el arte es hoy la propiedad de un artesanato. De cualquier modo, ofrecen simbologías, y a partir de ellas, maneras de administrar la vida en el mundo. Comprar un disco, un libro o una película implica una posibilidad, quizás de lo más nueva, quizá apenas diferente, que se abre. La que aparece en torno de la cultura cannábica es la de contar la historia del mundo desde un punto de vista de lo más alternativo, en el que tiempo y espacio quizá no sean hechos necesarios por lo que, por ejemplo, expresó Theóphile Gautier en Le club des Hachichins, 1843: “Nunca me había inundado semejante beatitud”. Algo que se aplica a las ideas del rastafar-I; pero que conmueve en los poderes administrativos: si se llega a la ley
Cheech & Chong, dúo humorístico de los ‘70, ‘80.
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divina, la ley social administrativa caduca; y el sistema de planificación de los bienes en tiempo y espacio cae. Los prohibicionistas siempre han sido imperios hegemónicos: Persia, Egipto, Francia, Estados Unidos ya han sido mencionados en este texto. Hay otros dos escritos, sobre la historia de los Assassins, narrados por De Sacy y Von Hammer a comienzos del siglo XIX: en 1090, Hasan ibn al-Sabbahm creó la orden ismaelita, organización que sirvió de modelo a órdenes religiosas y militares modernas, como la del Temple y la de los Caballeros Teutónicos, y tuvo en sus tropas a los Haxixins o Hashashins, mercenarios pagados con haxix, una concentración de cáñamo resinosa y psicoactiva. La palabra “asesino”, utilizada en el castellano, deriva de aquel término de cuña persa. La cultura cannábica aportó una de las palabras más usadas en los medios de comunicación hoy día. Medios que, por cierto, incluyen publicaciones especializadas como las revistas THC y Haze. Aldous Huxley publicó en 1932 Un mundo feliz.
La variedad Cannabis masiva Según estimaciones de la OMS, el cáñamo está extendido por los cuatro continentes y es también la droga más antigua. El cáñamo es consumido por alrededor de 300 millones de personas. Según la Columbia University, hasta los ‘70, los principales productores fueron México, Colombia, Panamá, Jamaica, Tailandia y Laos. Desde entonces son
los Estados Unidos, a quienes, desde 1988, cosechar les reporta más dinero que su cosecha cerealera y su industria pornográfica, una suma cercana a los 50.000 millones de dólares. Disociada de la pertenencia a determinada subcultura, la marihuana, su uso y su obra asociada han estado siempre pero, sobre todo desde los movimientos juveniles del tercer cuarto del siglo pasado, protago-
nizados por hijos de la posguerra, han salido a la luz general y se han corrido del foco corto de los guetos culturales: desde que no se fuma para ser un beatnik, la obra cultural cannábica traspasó las fronteras del nicho para incluirse en la industria mainstream. No toda la cultura es cannábica, por suerte: cualquier estrechez es poco valiosa. Pero los ámbitos modernos que contribuyó a generar elásticamente –el reggae, el stoner, el pop psicodélico, un tipo de humor, de cine, de videojuegos, de teatro, de dieta, de misticismo– se ampliaron entonces hasta tocarse con los cánones e impregnarlos de resina. Cheech & Chong, (This is) Spinal Tap, Antonio Escohotado, Wassup Rockers, Grand Theft Auto, Los Natas, Babasónicos. Dumas, Charlie Sheen, Bob Dylan, Gautier, las Transfigurations de Alex Grey, los Beastie Boys, Soderbergh, Byrne. Sofía Gala Porro y la planta del baterista de Callejeros, también. La cultura cannábica es ya un tema que se discute en peluquerías, se ve en los puestos de diarios, que no implica contracultura. Y lejos de ser esto algo perjudicial, significa el beneficio de la adhesión de un acto de conciencia universal al relato lineal del mundo moderno. La cultura cannábica es el garfio que el cáñamo, sus conocedores y sus detractores, clavaron en la Eternidad; la posibilidad de un desgarro de sus ejes planos, el acto mismo de un atentado en el centro del universo simbólico. O simplemente, arte de belleza ejemplar.
RESEÑAS
EL CIRCO NUNCA MUERE
“LOS ELLOS”
(Gabriel Báñez)
(Compilado en homenaje a El Eternauta) Facundo Arroyo
Nicolás Alonso
S
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i hay algo que se siente cuando Los Ellos comienza a recorrer su propio camino es la lectura actual de varias de las bandas que representan, fielmente, la escena under local. El sello platense Concepto Cero (www.losellos.com) se propuso realizar una obra que se desprenda de El Eternauta y así surgió este disco, uno de los trabajos más interesantes que se han hecho en torno a la historieta. Posee una fuerte impronta en la diversidad artística, ya que no es sólo musical: hay ilustraciones, fotografías y diseño. Es un álbum facturado por 18 bandas, entre otras, La Patrulla Espacial, Mostruo!, La Perla Irregular, NormA, y Shaman y Los Hombres en Llamas. Esta relectura, bajo una licencia intelectual Creative Commons, cuenta con ilustraciones de Acampante, Dr. Alderete (quien se ocupó de una edición mexicana de la obra del desaparecido Héctor Oesterheld y Francisco Solano López), Corina Arrieta y Marina Fages, entre otros 14 artistas visuales. Se consigue gratis en soporte digital, pero también se lo puede adquirir en formato físico.
ara vez se funden una prosa simple y clara y un profundo espíritu poético. Algo de esto hay en los tres relatos de Gabriel Báñez que componen El circo nunca muere (Editorial Mil Botellas, 2011), entre los cuales se encuentra el cuento homónimo, Primera Mención en el Concurso Internacional de Cuentos Juan Rulfo, de París. En las ruinas de un viejo circo ocurre una bella historia de amor entre un hombre ya anciano (McCornik) y una joven (Daniela), ambos ex empleados del proyecto. Hundidos en la paz y el sosiego de quien ya no necesita del futuro, viven un amor extraño y trágico, que en la pluma de Báñez asume un matiz profundamente poético. En las primeras líneas se puede leer: “McCornik tomó el violín, contempló sin asombro el cuerpo malva de la muchacha y dejó que la melodía llenara las pausas de la conversación”. No es casualidad que la música abra el texto. La prosa, la atmósfera y los personajes emanan una belleza rítmica que hace de éste un libro de esos con los que es grato encontrarse.
EL TREN A VECES PASA
ESQUIVANDO EL ÉXITO
(Ana Manuela Pastorino)
(Damas Gratis) Sergio Sánchez
Nicolás Alonso
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ablo Lescano sale a las bailantas una vez más, con un disco maduro y expansivo. La cumbia es el centro, pero hay lazos con otros universos sonoros. Apenas suena la primera canción, el particular sonido del teclado ya revela que se trata de DG. Pero “Dramas Gratis” –así se titula el tema– no es uno más: la voz rasposa de Andrés Calamaro entra sin pedir permiso y se funde con la del músico de San Fernando. Otro de los puntos altos es la versión a dúo con Vicentico de “Aquí la tienes”, un clásico de Mario “Koli” Arce y su Quinteto Imperial. También hay invitados de la movida cumbiera: la mexicana Nayely, de Miel y Cumbia, cede y canta “Vete de mí”, Diego Verón combina la cumbia villera y el hip hop en “Tu novia la guacha” y el azteca Luis Ornelas suma su acordeón. Además, Lescano apela al humor en “Guacha rastrera”, incorpora elementos de la murga en “El vago de la piedra” y se atreve a convertir en cumbia la balada “¿Por qué me hacés llorar?”, de Juan Gabriel. Una perlita: Lescano grabó aquí “Sos botón”, uno de los temas fundacionales de la cumbia villera, que compuso para Flor de Piedra.
i este libro joven, rojo y pequeño, publicado en 2011 por No Hay Vergüenza Ediciones, pudiera tener una entrada o un umbral, sería de hojas. Telas de araña, enredaderas colgando y frondosa vegetación ambientarían su recibidor. Y es que El tren a veces pasa, de Ana Manuela Pastorino, tiene algo de la belleza enmarañada que ostentan ciertas cuevas. Errática por largos tramos, Pastorino ensaya una prosa que alterna momentos de claridad y lucidez, con otros confusos, oscuros y abigarrados, en que se hace complicado seguir el hilo de los versos: “Tu forma redonda de bullido profundo y certero, la luz tenue, el rápido y constante movimiento de tu cadera, la forma en que desgrano el último sentido de la limitación de mis manos”. La búsqueda personal, la indagación sobre sí mismo y sobre un lugar en el mundo son algunos de los elementos presentes. Tampoco falta ese “otro” al que esta voz interpela frecuentemente. El libro se completa con ilustraciones de la propia autora y fragmentos de prosa poética que explicitan un intento de narración.
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VIOLETA GORODISCHER
“LA CLASE MEDIA SE PARECE A LA DERECHA QUE CRITICA” Esteban Vera
Stefanía Sbruzzi
EN LA NOVELA LOS AÑOS QUE VIVE UN GATO, LA AUTORA RECORRE LAS GRIETAS DEL SECTOR SOCIAL AL QUE PERTENECE. LOS NOVENTA SON EL TELÓN DE FONDO DE LA HISTORIA DE UNA FAMILIA PROGRESISTA TIPO, QUE VIVE EL AUGE Y LA CAÍDA DEL MENEMISMO. LA ESCRITORA ABUNDA EN METÁFORAS Y ALEGORÍAS.
E
n El héroe de las mujeres Adolfo Bioy Casares dice: “El descubrimiento de una grieta en la imperturbable realidad a todos nos atrae”. Eso parece cierto para Violeta Gorodischer. Mediante metáforas logradas y acciones cotidianas, en Los años que vive un gato (Editorial Tamarisco) narra algunas de las fisuras ideológicas del progresismo porteño en los años noventa: ése que veranea en Cuba y admira al Che (es “importante” y “justo”) pero que, al mismo tiempo, llama a la mucama “negra de mierda”, planea un viaje a Disney o censura a los homosexuales salidos del ropero. Así, no son muchas ni pocas las intenciones que se entrevén en esta novela: poner la mirada, provocar, retratar una década, revisar discursos. Con una prosa minimalista, sutil, vacía de adjetivos, que fluye sin apuros ni sobresaltos, la joven narradora acompaña a una niña en su crecimiento hasta el final de su adolescencia, con sus rituales, juegos, enamoramientos, contradicciones y temores. La historia se da en una familia progresista tipo (un matrimonio de profesionales y dos hijos) que vive el apogeo y la caída del menemismo. Así, durante los años que vive un gato la familia se irá desmoronando. Por ejemplo, vivirá el confinamiento de la madre –una alegoría de la caída de los noventa–: pasa de ser una psicóloga y tener mucama a quedar relegada en el hogar. “Atendía cada vez menos y hacía ella misma las cosas de la casa”, cuenta en un momento la narradora. El hijo se alejará para evitar la mirada de los otros. De esta manera, Gorodischer relee el pasado y resignifica el presente. –¿Esas grietas son un retrato del doble discurso de la clase media? –Es una metáfora de las grietas de la clase media progresista, a la que yo pertenezco. Es una clase que tiene un doble discurso: defiende el matrimonio igualitario y hace chistes homofóbicos o dice la palabra “negro” con una carga peyorativa. Lo naturaliza, dice “es un chiste, una forma de decir”. Y si uno lo señala, pone el dedo ahí, muestra ese doble discurso, es juzgado: “¡ay, qué sensible que sos!”. Prejuzga a la clase popular. Todo eso que vi lo quise contar a partir de los personajes, sin hacerlo explícito. El destino noventoso de la clase media fue Miami, el consumismo desenfrenado. Eso, por más de que puteaban a (Carlos) Menem. Y si no era Miami, era Cuba; y si vos ibas a Cuba eras distinto. Yo quise mostrar que no era tan necesariamente así, porque los prejuicios siguen estando y el doble discurso sigue presente. Cuando estás adentro podés ver mejor la estructura, los puntos débiles. En la novela están retratados desde algún punto con amor. –Otro de los tabúes de los noventa fueron algunas enfermedades, como el cáncer que padece la protagonista de la novela. –Sí. Eso también tiene que ver con la mirada ajena y la exclusión en determinados
Según la autora, recién ahora se pueden contar los noventa desde un lugar “más tangencial y menos explícito”.
ámbitos. La enfermedad, la adopción y la elección sexual son ejemplos muy individuales y sutiles. No es una novela política, que sugiera que pasó esto, esto y esto. Las grietas de lo que pasó en los noventa son ejemplos a nivel individual que tienen que ver con la mirada ajena, as exclusiones, los tabúes de época, el crecimiento y la caída económica. En los noventa los tabúes también fueron muy fuertes, por ejemplo, con la homosexualidad. La supuesta libertad de esa década no fue total para un montón de personas. Quizá hoy los tabúes son otros y me son ajenos. –Tal vez se necesita distancia. –Se empieza a poder mirar hacia atrás desde otro lugar y analizarlo con más profundidad. Bueno, ya hay gente que está analizando lo que pasó con la crisis de 2001,
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pero para mí aún falta decantarlo un poco. Hay temas de la actualidad que inevitablemente se cuelan en la novela de uno, la mía mira mucho hacia atrás. Claramente tiene una intención de reconstrucción de historia. Por eso me parece que el 2001 aún está muy cerca. Para mí, los noventa están mucho más claros. En la década del 2000 hay otras grietas. –¿Por qué piensa que se dan esas contradicciones ideológicas? –Es una cuestión sociológica que me excede. O sea, lo observé y lo conté. Y es mi manera de criticarlas, incluso cuando pertenezco a esta clase y cometí ese error en más de una oportunidad. Me hago cargo y es mi manera de mostrar mis miserias también. Está bueno tomar conciencia. Tampoco es una cuestión de corrección política, es muy
sutil la línea. A mí no me molesta, sino que me divierte cuando es una incorrección política. No me molesta si alguien dice “puto”, no voy a levantar la bandera y decir: “No se puede decir”. –Además depende del sentido, la intención… –Exacto. No sé si pasa en toda la clase media, pero sí en ciertos sectores que frecuento y a los que pertenezco. En ese sentido, se homologan un poco a la derecha que tanto critican. No sé si hay mucha diferencia entre un colegio progresista donde discriminan a un chico adoptado y una persona de derecha que lo discrimina de igual manera. Siempre hay un excluido. –¿La mirada ahora está puesta en los noventa? –Sí, definitivamente, sobre todo en para generación de treinta y pico. La dictadura ya fue tan transitada y contada de tantas maneras que es muy difícil encontrar un lugar para narrar. Y si sos de la segunda generación, la anterior te dice, “¿vos desde dónde estás hablando?”. Entonces, lo de Félix (N. de R.: Bruzzone, autor del libro de relatos 76) me pareció muy innovador en su momento porque le daba voz a los hijos. Me parece que ahí sí hay un territorio bastante fértil. Y aunque, ya se han hecho películas, como la de Agustina Carri, o libros, como el de Félix o Laura Alcoba, todavía queda mucho por contar desde ese espacio. Pero sí, ahora se está poniendo mucho la mirada en los noventa como lo que pasó inmediatamente después, como el germen de muchas cosas que están sucediendo ahora, como una década llena de grietas. El apogeo menemista es una época llena de matices, pero no sólo eso: es muy triste también. Quizá no fue tan truculenta como la dictadura, con la represión y Malvinas, pero es muy triste y muchos la estamos contando ahora, porque estamos en la adultez. Tal vez ahora se puede contar desde otro lugar, más tangencial, no tan explícito. Es germen de mucha gente que comenzó a militar en los noventa y hoy está en determinados lugares del gobierno. Para mí es un territorio muy fuerte para entender situaciones presentes, más que los setenta.
Entonces, si yo tomé o no cosas de mi vida, como dice Félix (Bruzzone), “no tengo que dar cuenta a nadie de mi vida y decir qué es realidad y qué no”. Me sorprende que no se pueda reconocer un juego entre la realidad y la ficción: la tapa de mi libro tiene la foto de una niña y todo el mundo me preguntaba si era yo. Y no soy yo, es una foto anónima. Esta ficción tiene un laburo, un clima, un trabajo literario y un montón de lecturas previas de (J. D.) Salinger, (J. M.) Coetzee, (Jonathan) Franzen para armar una cosmogonía, una saga familiar. La familia disfuncional es un género. No es que yo dije que voy a contar la historia de mi vida. Busqué determinados referentes para contar la historia de una familia y que esa familia represente la caída de la clase media. Si yo tomé cosas o no, es problema mío. –Es como si un mago revelara con detalles los trucos que se esconden detrás de las ilusiones ópticas. –Exacto. Es ridículo que yo me ponga a contar si esto pasó, esto no. Me parece que el hallazgo de la novela es las cosas que sucedieron y las que no están contadas con el mismo nivel dramático, en el mismo registro. –En general, ¿nota ese tipo de lecturas? –Cuando Matilde Sánchez publicó su última novela (N. de R.: Los daños materiales) pasó lo mismo. Mi registro es muy realista, quizás eso confunde, pero es un mérito para mí. El registro de ella es más sofisticado, de un lenguaje más complejo, o tiene otra búsqueda para nombrar; y aún así se lo ha leído como biográfico. En el caso de Félix también ha pasado mucho. Como es hijo de desaparecidos, la gente enseguida asociaba sus cuentos con su vida personal. Me parece ridículo. Un escritor siempre trata de buscar sustancia verdadera, porque ahí está la vibra, lo que se mueve. –En relación a lo formal, ¿cómo fue el proceso de escritura, ya que venía escribiendo cuentos? –Me llevó dos años y uno de corrección. La trabajé en el taller de Guillermo Saccomanno. Igual, la terminé sola. Durante un año tuvo un proceso de corrección bastante intenso, con ayuda de los chicos de Tamarisco. Antes escribí una nouvelle, pero no me gustó. Hablaba de una chica que era mucama en una casa. –¿Gladys, la mucama de la novela? –Sí, pero se llamaba de otra forma. Fue un ejercicio súper útil, porque justamente de allí saqué la esencia de esta chica. Lo que yo traté de mostrar en la novela es que nadie es víctima ni victimario. Así como la nena y la familia la acusan, Gladys también tiene sus miserias. Fue aprender a pararme en un lugar donde no tengo que ser benevolente porque yo soy de esa clase y tampoco tengo que matarla por esa misma razón. A esa novela la dejé en un cajón, pero ese personaje me gustaba y lo tomé.
Un laboratorio de experimentación
E
n los últimos diez años apareció y se consolidó una nueva constelación de editoriales independientes, dedicadas a publicar nuevos escritores, entre ellas, Tamarisco (hojasdetamarisco.blogspot.com), una de las más reconocidas por su catalogo de narrativa joven. Gorodischer es una de sus fundadoras junto con sus pares Sonia Budassi, Félix Bruzzone y Hernán Vanoli. “Estamos mucho más al borde, en un lugar de mucho más riesgo en comparación a las editoriales grandes. Como dice Vanoli, nosotros somos como un semillero, un laboratorio de experimentación. Salen muchas primeras novelas y son autores que luego toma el mercado, como pasó con (Juan Diego) Incardona y Sonia (Budassi). Eso, para mí, es el mayor capital simbólico que tiene Tamarisco: que la crítica y los editores pongan los ojos ahí, porque dicen ‘ahí puede haber algo’. Miran a las editoriales chiquitas para ver qué están editando”, comenta la joven editora.
¿Quién?
“El destino noventoso de la clase media fue Miami: el consumo desenfrenado.”
Efecto reality –En una entrevista decía que le impresionaba “el efecto de realidad con el que se lee hoy en día”. ¿Por qué piensa que se da esa lectura? –La historia es una ficción. Me impresiona que la primera persona se homologue directamente al efecto de realidad y que no haya sutileza en la lectura. En algunos casos es como si hubiera un efecto reality en la literatura: se ignora que hay detrás del libro un trabajo de tres años de ficcionalización, de reponer contextos, de laburo en taller, de ver cómo hacer estallar una situación.
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ioleta Gorodischer (1981) es licenciada en Letras y sus relatos han sido publicados en antologías, como Buenos Aires/Escala 1:1 (Entropía), In Fraganti (Mondadori), Hojas de Tamarisco (Editorial Tamarisco) o revistas como El interpretador. Los años que vive un gato es su primera novela. Está previsto que en junio sea publicado su segundo libro, una serie de crónicas “mechadas con experiencias personales, pero que se pueden leer como una nouvelle”, anticipa. Es coeditora del sello Tamarisco. Además, es periodista de las revistas OHLALÁ! y Rolling Stone, y del suplemento Radar del diario Página/12, entre otras publicaciones. En 2008 ganó el Premio Estímulo TEA al periodismo gráfico.
RESEÑAS 2.0
LAS ELECCIONES AFECTIVAS
LOS CARACTERES
UF CARUF
http://laseleccionesafectivas.blogspot.com/
http://loscaracteres.tumblr.com/
http://ufcaruf.com.ar/
s una red de poesía vernácula contemporánea basada en el método de investigación sociológica “bola de nieve”: un poeta publica tres poemas de su autoría y unas pocas líneas autobiográficas, sube una foto y luego recomienda a otros pares para que continúen con el tejido poético creado en 2006. Las elecciones afectivas cuenta con un poemario –en constante expansión– de 508 poetas, muchos de ellos inéditos y nóveles. También, con una audioteca , una videoteca y foros de discusión. Dirigido por el escritor Alejandro Méndez, la bitácora es una referencia para saber qué están escribiendo los poetas subterráneos.
ioleta Castillo, de 22 años, irrumpió en los escenarios con un EP doble, cargado de poesía, Uno y otro. Pero la cantautora, que quería ser bailarina, también sorprende con su blog Los caracteres, alojado en Tumblr, la plataforma de blogging en boga. Junto con su novio, el periodista Lucas Garófalo, lo atiende “de lunes a viernes”. Regalan entrevistas a músicos, periodistas, cocineros, community managers, dibujantes, ciclistas amateurs y madres primerizas. Pero también compilados de temas (sobre todo indie) recomendados por la pareja o músicos invitados. A elección, de fondo, se pueden escuchar las canciones de la artista.
ientras las multinacionales de la industria cultural presionan sobre los Estados para aprobar legislaciones punitivas que terminen con las descargas “ilegales” en la web, cada vez más músicos independientes suben sus obras con licencias Creative Commons a Internet para compartir sus canciones. Una de esas experiencias es el sello on line Uf Caruf, cuya filosofía es “cultura es compartir”. Fundado hacia finales de 2009 en La Plata, el nóvel emprendimiento cuenta con un catálogo de 30 discos –la mayoría de cantautores de rock, folk, pop e indie– que se ofrece en streaming o para descargar gratuitamente.
FELICES LOS ÑOÑOS
CRÍTICA TEATRAL
OBLOGO
http://juanvegetal.tumblr.com/
http://www.criticateatral.com.ar/
http://oblogo.com/
e trata del flamante espacio virtual del historietista, caricaturista, pintor y flyerista Juan Vegetal, un pibe de 20 años que en 2008 causó estragos entre los blogonautas con su tira semanal “Mamá, soy flogger”, en la que caricaturizaba a la extinta tribu del Abasto. El artista trabaja en base a la iconografía pop de su generación. No con intenciones explícitas de retratarla, sino de ponerla en crisis a través del humor, la ironía, el cinismo e incluso el grotesco. Es autor de varios fanzines esporádicos de historieta, pinta sus propias remeras y afiches de recitales de bandas emergentes.
eseñas, críticas de espectáculos teatrales, reportajes y noticias es lo que ofrece esta página web, gestionada por un puñado de teatreros y académicos. Incluso cuenta con una videoteca on line con escenas de espectáculos, compartidas por las propias compañías. Se presenta como una plataforma de difusión de piezas teatrales y de danza de la escena independiente, referencia para indagar qué hay en cartelera. El sitio se complementa con newsletters semanales que amplían lo propuesto y ofrecen apoyo a artistas a través de una cartelera de eventos y talleres de formación.
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omo lo indica su slogan, Oblogo es “la selección de los blogs”. Su soporte es el papel y se edita a modo de revista, una por estación del año. Allí se encuentran compilados algunos de los mejores posts que los visitantes recomiendan en el sitio, que sirve de plataforma de recolección, comunicación y comunidad. Además de reflexiones, cuentos y los más diversos disparates de escritores que siquiera se consideran con ese rótulo, se pueden encontrar relatos de experiencias de proyectos autogestivos, un toque de inspiración necesaria para arrancar ese mambo que postergás hace rato.
CUENTITO Y AL PIE
La
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La
teoríadeldel doctor Herbella
teoría doctor Herbella Facundo Gari*
l dolor en el pecho era ya fulminante. Semanas habían pasado entre la primera puntada, ligera como ensalada de lechuga, y los puñetazos atroces que me sacaban el aire tendido en la cama, noches en las que luego no lograba dormir por temor a un diagnóstico severo. Uno siempre se anticipa a lo peor y así paga el doble de lo que indica la cuenta. —Lamento informarle, Santiago, que usted tiene cáncer. Mazazo que detiene el tiempo pero no el espacio. Habitación que se expande y luego se contrae con velocidad fantástica. Las voces se deforman tanto como sus efectores. La mística del pánico. —¿Cáncer yo? Pero si llevo una vida saludable, doctor. No fumo, cuido la dieta, ni siquiera cojo... ¡Y voy siempre a misa! ¿Cómo puede ser? ¿Está usted seguro? —Segurísimo. —¿Qué tipo de cáncer? —Uno muy raro en un argentino. —¿Raro? Dígame más, por favor. — Usted tiene un tumor en el corazón, Santiago. Ha despertado su dragón dormido, el que todos tenemos desde la panza materna, porque es la madre misma la que transfiere ese nido de fetidez. Todos los seres humanos nacemos con ese cáncer en el corazón, pero verá usted que no es un cáncer corriente: éste suele ser desactivado con el paso de los años. —¿Desactivado? —Sí, como una bomba. Permítame aventurar que usted no es simpatizante de ningún club de fútbol y que tampoco practica ese deporte. —No, no me gusta ni lo práctico. Pero sí me gusta correr, salgo todas las mañanas... ¿Eso qué tiene que ver? —Ya llegaremos a ese punto. Debo admitir que esta enfermedad no es fácil de explicar. No tiene una definición acabada, pero es conocida como el “síndrome del gol ausente”. —Usted me está cargando. —No, Santiago, no lo estoy cargando. Usted ya estaba cargado y no se descargó, ése es el problema. Verá, todos nacemos con una bolsita en el corazón que vendría a ser la manifestación orgánica de nuestras pulsiones psíquicas. ¿Me sigue? —No, no entiendo. —A ver, se lo voy a explicar de la manera en la que me lo explicó a mí el colega que dirige las investigaciones locales sobre este tumor, el doctor Herbella: usted trae desde su matriz una cantidad equis de gritos de gol. Solemos pensar que los goles son una añadidura, que ese grito animado nos otorga un placer extra, pero en realidad es lo opuesto. Llegamos al mundo con una suma de goles que debemos gritar para estar en paz con nosotros mismos, un pagaré de tantos a
la vida, váyase a saber por qué siniestro plan entre Eros, Thanatos y la biología. Cuando una persona grita un gol, esa bolsita en el corazón se descomprime, se le resta un peso que no deberá llevar a su oficina, a su casa, al tren ni a las filas del Pago Fácil. ¿Usted sabe quién es Maradona? —Claro que lo sé, no soy un ignorante. —¿Qué me dice de Messi? —¡Está en todos los diarios, doctor! —Bien, ¿pero le suenan Labruna, Erico, Masantonio? —Supongo que son tres jugadores. —Son tres de los mayores artilleros del fútbol argentino. ¿Palermo? —Un barrio muy lindo y exclusivo. —¡Por Favaloro! ¡Palermo es el último gran goleador de los campeonatos locales! Bueno, tal vez no el último, pero entenderá que soy de Boca. —¡Basta! ¡Esto es una payasada! ¿Qué pasa entonces con las millones de personas que no gritan goles, con las millones y millones que gustan de otros deportes, como el ajedrez o el golf? ¿Todas tendrán cáncer como yo? —Los estudios indican que esas pasiones pueden ser liberadas con otros gritos de similar intensidad. Por ejemplo, los fanáticos de determinada banda de rock se reúnen a cantar sus canciones y lo hacen con la fuerza del “gol”. También hay personas muy apasionadas con la política que vociferan a lo loco los triunfos de su escuadra o los atropellos de los rivales, aunque tampoco es lo mismo porque la política y otros espacios en general carecen de grito ecuménico. Cuando es gol, todos gritan “gol” y no “vamos, carajo”, “arriba” o “Eureka”, cada cual lo suyo. Porque, verá, la parte más intrincada de todo esto es que esa tensión, esa bolsita en el corazón, sólo se calma cuando el grito es colectivo, cuando es de más de uno. El doctor Herbella sostiene que esas tensiones materiales configuran una red de pasiones individuales que luego de armarse se eleva hacia los cielos como el vapor, que más tarde provoca la lluvia. De las tensiones eléctricas emanadas de los cuerpos eufóricos provendría la electricidad de relámpagos y truenos. Los peritajes climatológicos realizados bajo este paradigma otorgan resultados esclarecedores: ¿recuerda usted cuántos días tronó después del seis a cero a Perú? —¡Todo esto es un disparate! Usted me está diciendo que... —Le estoy diciendo, Santiago, que su cáncer tiene cura. Siga las indicaciones que aquí le detallo y hágame un favor: no se haga gallina. —Usted está loco. —Sí, Santiago. Y usted también debe enloquecer. —Se lo repito: usted está loco. —No, Santiago. El que está loco es Bielsa. Ya entenderá por qué.
*Periodista, escritor y editor de Editorial Mondiola. Uno de sus cuentos integra la antología 13 del Grupo Alejandría.
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NOVEDADES SOBRE LAS ARTES NUESTRAS
AÑO 2 / MARZO-ABRIL 2012 / ARG $12
PRIMER PLANO Las producciones de televisión y cine viven un momento de expansión. A partir de la aparición de nuevos recursos y la aprobación de la Ley de Medios, los realizadores parecerían encontrar una forma de filtrarse en el centro de la escena. Sin embargo, las reglas de supervivencia son las mismas de siempre: el mercado es el que todo lo domina.
ADEMÁS
VIVA ELÁSTICO | PERFUME DE MUJER | RICKY ESPINOSA POR “MANTU”