9 NOVEDADES SOBRE LAS ARTES NUESTRAS AÑO 2 / SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2012 / ARG $12
Un tal
Minimal líder de pez. músico prolífico. laburante del rock.
ADEMÁS
una historia de locos | Poxy Club | Conflicto Palestino-Israelí |
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EDITORIAL
septiembre/octubre 2012 www.revistanan.blogspot.com.ar revistanan@agencianan.com.ar
Staff
Fotógrafos
Colaboradores
Ilustradores
Ailín Bullentini Esteban Vera María Daniela Yaccar Nahuel Lag Nahuel Gomez Nicolás Sagaian Paula Sabatés Sergio Sánchez
Ana Pouchard Serra Diego Represa Jair Toledo Juan Pascual María Baumler Rodrigo Jardón Stefanía Sbruzzi The Dark Flack
VIENTOS DE
RENOVACIÓN N
El grupo de comunicadores de NaN es también responsable del sitio sobre arte autogestivo y cultura Agencia NAN (www. agencianan. com.ar). Los artículos firmados expresan la opinión de quienes los escriben. NaN no es responsable por el contenido de las páginas web a las que hace referencia en sus artículos o publicidades. El contenido de los avisos publicitarios es exclusiva responsabilidad de los anunciantes.
aN es cada una de las páginas que ustedes, lectores, tienen frente a sus ojos. Es también las páginas de las ediciones pasadas. Y quiere seguir siéndolo en cientos de nuevas páginas futuras. Esa, simple y sencilla, es la única razón por la que, mientras este número circula en las calles, el colectivo que la hizo –que es el mismo que hizo todas las anteriores— recorrerá junto con otros colectivos hermanos los pasillos del Congreso, se escabullirá en las aulas universitarias e irrumpirá en el trajín del corazón porteño con un futuro soñado en las manos: el proyecto de ley de fomento a las revistas culturales. No es la primera vez que lo decimos –quien empiece a sospechar que estamos obsesionados con eso no estará tan equivocado–, pero nos resulta tan vital como el saber que al paso de la derecha le sigue el de la izquierda: vivimos en una época en la que el periodismo está puesto en debate en tanto transportador de verdades únicas y los medios de comunicación sufren un descreimiento letal. El asunto abarca al mundo entero y se hizo muy fuerte en la Argentina tras la discusión y el advenimiento de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Los medios gráficos, sin embargo, son todavía un sector no alcanzado por los vientos de renovación. Aún no se habló de dar la batalla en el papel prensa, y hasta algunos se animan a presagiar el fin. Allí, resistiendo hay, por lo menos, unas 200 publicaciones de todo el país –sin contar diarios recuperados en varias provincias– que decidieron unir fuerzas en la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA). Contra el prejuicio del lector distraído no son experiencias impulsadas por el puro altruismo sino que son parte de un sector que tiene su público –con tiradas que alcanzan los 25 mil ejemplares–, que ponen a trabajar a centenares de periodistas, diseñadores, ilustradores y fotógrafos, y que se sostienen en el tiempo, algunas por décadas. ¿Qué le pedimos al Congreso? Que ponga en letra de ley el reconocimiento a un sector social y económico que promueve y enriquece la tan mencionada “pluralidad de voces”. El objetivo fundamental del proyecto, conocido por los principales bloques legislativos, es declarar de interés público y fomentar la producción independiente y autogestiva de comunicación cultural por medios gráficos y de Internet. Para eso, bastaría con un pequeño porcentaje del millonario presupuesto que el Estado destinada a la pauta oficial y que sólo reparte en pocas manos. ¿Qué me importa?, dirá usted, querido lector. Salteando que sin una política de Estado, la existencia de los medios autogestivos seguirá dependiendo de la capacidad de aislamiento o unión de cada proyecto y de sus habilidades extraperiodísticas para sobrevivir en el mercado de la distribución y la competencia publicitaria, y de que de no tener suerte en aquello usted dejará de enterarse de ese otro análisis de la realidad; le daremos la razón. Entonces, no sólo se lo contamos a usted y a los legisladores sino también a los estudiantes de comunicación que como nosotros continúan formándose con una mirada conservadora en la manera de “hacer” periodismo. Hacia los claustros llevaremos, en formato de charlas y debates, la iniciativa de ley para invitarlos a pensar y ejercer la profesión desde una óptica y una postura distinta. La “pluralidad de voces” que reflejan los medios gráficos y virtuales independientes y autogestivos –seremos sinceros: es aquello lo único que nos mancomuna ya que el contenido que aportan nuestras publicaciones nos ubican en diferentes, y en muchos casos distantes, latitudes—se convertirá en masa crítica en la porteña Manzana de las Luces, cuando llevemos a cabo el Foro Social de Revistas Culturales Independientes (entre el 11 y el 14 de octubre). Además de mostrar la esencia de aquel quehacer, la principal característica de ese espacio es sus puertas abiertas: es necesaria, intrínseca al origen y al por qué de medios como NaN y el resto de las publicaciones compañeras, la integración de voces nuevas, de diferentes ámbitos y con diferentes perspectivas al torbellino de ideas que significa, para nosotros, la comunicación.
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Lea el proyecto de ley completo en www.revistasculturales.org
Carolina Sánchez Iturbe Ezequiel Boetti Enrique Alcatena Facundo Gari Fernando Noy Juan Marco Castiglione Lola Kuperman María Laura Carpineta María Luz Carmona Nicolás Alonso Nico Hache Oscar Ciancio Valeria Tentoni Foto de tapa:
Florencia Cibeira Gastón Souto Sebastián Scherman Historieta
Diego Villa
Cuadritos, periodismo de historieta
Andrés Valenzuela Diseño gráfico
Mopho
Martín Santoro
NaN permite la reproducción total o parcial de la presente revista, siempre que no sea para fines de explotación comercial. Registro de la propiedad intelectual en trámite. NaN es una publicación bimestral de circulación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires y el interior del país. Su finalidad es brindar información sobre arte, cultura y sociedad. Puntos de venta CONURBANO BONAERENSE: puestos de diarios en República de Siria, a la entrada de la estación de ferrocarrilles de Lomas de Zamora, lado oeste; andén 4 de la estación de Lanús; y andén 2 de la estación Monte Grande. CIUDAD DE BUENOS AIRES: puestos de diarios en la estación de subtes Constitución, andén central; estación de subtes Avenida de Mayo, andén hacia Retiro; estación de subtes Diagonal Norte, andén haciaRetiro; Mu, punto de encuentro, Hipólito Yrigoyen 1440; Centro Cultural La Gomera, Benito Quinquela Martín 1799; Callao y Avenida Corrientes; y Santiago Arcos Ediciones, Puán 481 (frente a la Facultad de Letras). Más en www.revistanan.blogspot.com.
VERMÚ
P.H.I.L.O. Bañistas
PARA LEER EN EL TRONO Carolina Sánchez Iturbe
The Dark Flack
LUCÍA PACHECO Y VALERIA MOGNIE CREARON UN DISPOSITIVO IDEAL PARA CUANDO EL INODORO ES EL MEJOR ASIENTO, QUE SALVA A LOS LECTORES DE LA CONDENA DE LAS ETIQUETAS DE SHAMPOO.
Cada rollo puede contener poesías, cuentos breves, noticias o datos curiosos.
P
aso 1: coloque un Philobañista en su baño. Paso 2: dele unas vueltitas para desenrollar el papel higiénico, según necesite. ¡Y atención! Encontrará un papel doblado. Paso 3: despliéguelo y disfrute de textos finamente seleccionados. De eso se trata P.H.I.L.O. bañistas: rollos de papel higiénico con sorpresas literarias en su interior, listos para ser usados en el rincón más íntimo y solitario del hogar. El poder de síntesis, no obstante, no logra contener todo lo que encierra el proyecto que Valeria Mognie y Lucía Pacheco, dos periodistas de La Plata, concibieron hace un par de años. Mejor remitirse a los inicios. Las chicas fueron de las primeras “caminantes” de ese nuevo espacio que, allá por 2009, se abría en la capital de la provincia de Buenos Aires. La FLIA (Feria del Libro Independiente y Alternativa) se presentaba irremediablemente como un gran lugar de intercambio artístico y cultural. “Éramos fans de la feria. Era un aprendizaje recorrerla, una llegada a textos que de otra manera uno no conocería y una posibilidad de charlar con artistas”, remarca Pacheco. Aquel fanatismo fue el que les provocó la necesidad de participar activamente y pensar en “algo distinto” para ofrecer ahí. Durante una noche de inspiración la idea apareció: “Hacía tiempo que veníamos pensando en las prácticas comunes, como leer en el baño. Y entonces el dispositivo ‘papel higiénico con textos’ surgió casi espontáneamente”, explica Mognie, la otra mitad de esta sociedad fundada en 2010. Sin intenciones de ostentar un carácter erudito, desde sus comienzos P.H.I.L.O. bañistas apostó a lo lúdico, propuso “desaburrir el baño” y se autodefinió como un “papel higiénico de lectura ordinaria”. Llegó con el fin de invitar a sus lectores a habilitar ese ambiente de la casa para el aprendizaje o el contacto con la literatura, salvándolos, de paso, de la condena de leer por enésima vez la lista de componentes del desodorante de ambientes. “Leer en el baño es una práctica muy habitual aunque eso no se diga. Uno lee ahí cual-
quier cosa, desde un shampoo hasta un diario viejo o el celular, todo en el afán de sentir ese momento como algo divertido”, reflexiona Mognie. “Queríamos que esa lectura totalmente banal se transforme en una experiencia que pueda dejar algo”, redondea Pacheco. Luego de definir el objeto y el espacio de acción, las Philobañistas eligieron los textos que los rollos de papel higiénico contendrían detrás de un objetivo: “Lo mismo que escribir un libro o una revista, esta es nuestra forma de manifestarnos, de mostrar lo que nos gusta”. Para cada recopilación, las chicas aplican el sentido de la variedad “porque está bueno sorprender a todos los integrantes de la casa”. Cada rollo contiene desde poesías, cuentos breves, frases y datos curiosos hasta biografías de artistas populares, letras de canciones con acordes para tocar en la guitarra, noticias, datos estadísticos e, incluso, textos no literarios que llamaron la atención de alguna de las chicas. “Yo trabajo en una fotocopiadora —recuerda Pacheco—. Una vez un cliente trajo una carta para fotocopiar que le dirigía a (el gobernador bonaerense, Daniel) Scioli contándole que no tenía trabajo. Era una ternura pensarlo a él pedirle ayuda al cabecilla. Por esa cosa tierna que tenía la esperanza de ese hombre nos pareció bueno incluirla en un Philo”, recuerda. Después de su primera aparición en la FLIA, que resultó un éxito —tanto que aquel día se autoadjudicaron el primer Premio Revelación—, P.H.I.L.O. bañistas se expandió de a poco, participando en todas las ediciones subsiguientes de la feria itinerante y haciendo sus incursiones en otros encuentros y en locales de diseño de la Ciudad de Buenos Aires. Pero además, los rollos literarios lograron conseguir fieles adeptos que llegaron a diseñar bocetos de instrumentos para mejorar el enrollamiento del papel, a proponer sistemas para la conservación de los textos e, incluso, a producir sus propios rollos.
Sin intenciones de ostentar un carácter erudito, P.H.I.L.O. bañistas apuesta a lo lúdico, proponiendo “desaburrir el baño”.
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VERMÚ
PoxyClub
NIÑOS BIEN QUE SE PORTAN MAL Gentileza de PoxyClub
Facundo Gari
CON EL VIDEO “FIESTA EN EL BÚNKER DE MACRI” SE CONVIRTIERON EN SUCESO DE INTERNET. ROProyecto Cartele* RRO Y MATE SE RÍEN DEL CARETAJE CON RIMAS DISTORSIONADAS Y ELECTROPOP NOVENTERO.
E
n julio del año pasado, Mauricio Macri era reelecto como jefe de gobierno porteño. Nuevamente se desataba la parafernalia de cotillón y contoneo del ex presidente de Boca al ritmo de “Arde la ciudad”. Muchos miraban todo eso por TV con una tristeza rayana a la impotencia. Los seguidores de Macri vitoreaban a su líder, que paseaba su sonrisa de Grinch por el colorido escenario. Había fiesta en el bunker de Macri. Y era una fiesta VIP. Pocos días después, un video de PoxyClub comenzaba a aparecer en las redes sociales. En él, dos adolescentes trajeados se susurran uno a otro el plan para esa noche: “Se pone búnker, se arma alta fiesta”. El humor, es sabido, tiene efectos sanadores. Esta fiesta me vuela la peluca, soy el más canchero, egresado de la UCA. Soy el más banana de la Propuesta Republicana, meto globos, meto facha: no me bajan de esta racha. Mi bigote está que arde, vení al PRO, no seas cobarde. ¡Acá hay fiesta, eso es PRO! ¡Acá hay minas, eso es PRO! La verdad de la milanga es que me bailo esta fritanga. Un invierno después, los videos de los veinteañeros Rorro y Mate son furor en Internet, con hitazos de rimas distorsionadas y electropop noventero, siempre con una mirada crítica de los estereotipos y mandatos sociales, sobre todo de la clase económicamente más pudiente. A falta de un Parakultural de la segunda década de este milenio, parte de las propuestas artísticas más transgresoras se cargan en bytes. Ellos dicen que prefieren no contar las cifras de reproducciones en YouTube y SoundCloud porque “en el juicio final los números van a ser Legos que se derriten en las manos”, pero admiten que son “un tocazo”. Tanto éxito tienen que durante el pasado festival Ciudad Emergente tocaron junto a Dani Umpi y el público celebró cada pegadizo estribillo. En sus canciones, este tándem con reminiscencias de los estado-
El dúo manifiesta una mirada crítica hacia estereotipos y mandatos sociales.
comparación con la forma de expresarse de sus nicknames, al unísono. Por correo electrónico, más a tono con su propuesta, cuentan a NaN: “Nos conocimos en un seminario de origami en Belgrano. Nos quedamos charlando con el maestro Chan Kam Fai sobre la historia del origami underground occidental y después nos fuimos a tomar una birra”. En ese universo paralelo, Mate es acróbata y Rorro, un programador que hace aplicaciones “para explotar cosas con el pensamiento”. —PoxyClub aborda modelos con los que parece estar en contacto. “Se ríen de sí mismos”, comentan en sus videos. ¿Son autocríticos? —Hablamos de gente que nos causa gracia y que nos puede dejar algo de guita. Igual, ser caretas es algo que brota desde lo profundo de nuestro subconsciente, así que es probable que siempre estemos hablando de nosotros. —¿Recibieron ofertas de discográficas? ¿Piensan editar un disco? —Tuvimos ofertas de todo tipo, desde nuestra propia marca de Diabolo Bronco hasta filtros para mate cocido con la cara de Rorro. Las discográficas no se quedan atrás, pero por ahora no tenemos intención de hacer plata, queremos regalar nuestra música al mundo porque somos dos jóvenes con mucho amor. Sí hacemos apariciones en boliches por más o menos 300 pesos, a tratar con nuestra manager. —Sus canciones son críticas de la parte de la sociedad más económicamente estable. No se ríen de la marginalidad. —Si sos un pibe de buen corazón y ganás al Zelda nunca te vas a reír de alguien que la esté pasando mal. A menos que seas de los que tenían la PlayStation 1 en vez de la Nintendo 64, gente que tiene zarpadas secuelas con todo el tema del contacto humano.
“No queremos hacer plata sino regalar nuestra música: somos jóvenes con mucho amor.” unidenses The Lonely Island le pone el ojo a la moda —estética antes que tecnológica— de la nueva generación de celulares (“Flaca, comprate un BlackBerry”), a las dudas adolescentes frente a ciertas carreras universitarias (“Administración de empresas”), al efímero paso de las llamadas tribus urbanas (“Floggers de Tucumán”) y a la vida en San Isidro (“Tengo zapas DC”) y en los countries (“Poxyland”). Sus videos, influenciados por lo mejor de TeVe Compras, según destacan, han ido mejorando desde esas primeras incursiones hasta las más recientes, como “Quiero ser Tinelli” y “Mundial de RRPPs”. Aparecen disfrazados, con coreografías hilarantes y guiños a la iconografía juvenil de los noventa (“A jugar con Hugo”, “Pokemón” y la Súper Nintendo). Rorro y Mate son personajes, existen sólo en el limbo de la imaginación. Rodrigo y Mateo hablan así: “Somos músicos y nos expresamos como compositores, pero nos vemos como productores, que es el estrato más alto de la música: el que forma la idea”. Aburrido en
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ESPECIAL
Día de la Salud Mental
Cosa e’ locos
María Daniela Yaccar y Nahuel Gomez
Ana Pouchard Serra
Florencia Cibeira
CUANDO LA VIDA TRANSCURRE EN EL ENCIERRO AL QUE LA SOCIEDAD CONDENA LO DISTINTO, LO INQUIETO, EL ARTE SE CONVIERTE EN LA MEJOR MANERA DE “ENFRENTAR LA REALIDAD”. AQUÍ, UNA HISTORIA QUE LO PRUEBA.
A
Pablo Eduardo Morales lo internaron en el Hospital José Tiburcio Borda en 1978 “por padecimiento sentimental por una chica”. A ella le dedicó un tema musical, “La chica de quince”. Pablo Eduardo Morales también pinta, hace circo, escribe poemas, saca fotos con la técnica estenopeica y, dice, está filmando películas. “Hice La asamblea, De artistas y de locos, Amigos hasta que la muerte nos separe y Cigarrillos sin filtro. Actúo de protagonista principal.” Pablo Eduardo Morales es uno de los participantes más activos del Frente de Artistas del Borda. “El arte es lucha contra la represión antihumana y humana. Te encontrás con el adentro y afuera, te encontrás con la vida exterior y te parece diferente porque estás encerrado en tu mundo”, define Pablito. Desde 1984, el FAB coordina talleres abiertos a la comunidad para la “desmanicomialización” de los internos. Así, resiste a la idea del manicomio como institución vinculada al encierro, el maltrato, la segregación, la violencia y el olvido hacia quienes lo habitan. Entre mates, mientras la pava que pierde va armando un charco cada vez más grande cerca de sus pies, y siempre con un Red Point en la boca, cuyas cenizas caen en su ropa gastada, Pablo define esa palabra di-
fícil de pronunciar: “La locura no existe. Uno puede estar encerrado y estar más sano que nosotros. Desmanicomializar es ayudar a la gente que no puede efectuar un trámite en su encierro. Por ejemplo: en tu casa te sentís encerrada, y salís y también te sentís encerrada. Es tratar de sacar de su encierro a esa persona”. Morales está alojado en el servicio 18. Su sonrisa, aunque desdentada, contrasta con las paredes grises y beiges, ventanales enrejados, puertas con candado, la luz de tubo y la música de la lluvia. Pablo está sentado en un banco largo, con muchas ganas de seguir comunicado con quienes lo visitan esta tarde. “Dénme su numeración”, pide, y entrega su celular. “Él es muy sociable, extrovertido y alegre. Estoy contenta de que lo vengan a visitar”, acota una enfermera que pasa. “Estoy siempre presente en todos los lugares que me piden: una cárcel, un hospital, un colegio, una facultad”, cuenta. “Cuando salgo a la calle me siento contento, acompañado con mis propios amigos y amigas. Me gustan las chicas, pero no para enloquecerlas sino para ser amigos.” Está triplemente enamorado: de dos enfermeras y de una policía. Hace unos meses lo invitaron a participar de un festival cultural en la unidad 46 de José León Suárez en donde cantó, bailó
Hace 24 años que Pablo está internado en el Borda. Allí, es músico, pintor, cirquero, poeta, fotógrafo y actor.
“La locura no existe. Uno puede estar encerrado y estar más sano que nosotros.”
La Piedra de la Locura (Acto I: Silencio) La oscuridad se aproxima La muerte anuncia silencio Silencio Nuestros cuerpos y nuestras almas ya fueron elegidos El silencio acontece y mi locura se opaca Los labios y los dientes quedan como estatuas vivientes Ahora la piedra de la locura es mostrada Y el silencio cuida sus secretos Recuerdo a estos sonidos cuando aparezca el silencio Los sonidos que se escuchan Cuando no se escucha nada Recuerda que te olvidas De repente; de la muerte Cuando el silencio se aprieta Se encoge
Se ensancha Y se r o m p e. y secundó a un clown. Va a pintar un mural con los internos de esa prisión, en una de las paredes del inmenso complejo que está construido sobre el célebre basural de Operación Masacre. —¿Qué te gusta de ir a la cárcel? —La comunión que hay con los amigos. La pasé bastante bien. Cuando nos llevaron al pabellón de los chicos me puse a pensar qué será de ellos que están encerrados. Y me puse a pensar que estaba en el Borda por una notificación, por padecimiento sentimental. Yo soy perito mercantil y bachiller recibido, y cadete recibido del Instituto Militar Tandil. Lo que quiero es triunfar como artista y tener millones de amigos en la vida, también en “Leonor” Suárez (así le llama a la cárcel que visita). No como un Sandro ni un Favio, sino amigos de veras. Sandro cuando fue famoso se dedicó a las mujeres y al alcohol; Favio, a Carola, su mujer. Después se separó, tuvo hijos y problemas. Yo, aunque tuve un problema sentimental, quiero enfrentar la realidad de la vida. Si llegan a escuchar esta grabación el oficial Alfredo, el director de la cárcel de Suárez, los chicos y las femeninas, quería decirles que los quiero un montón. Y sobre todo a los médicos de acá que me atienden de mara-
villas. Duermo en una habitación particular, qué sé yo, duermo con pesadillas, sueños, pesadillas, sueños… pesadillas grandes que tengo, pero eso es llevar todo arriba y enfrentar la vida real. —¿Te pareció distinto el encierro de la cárcel a éste? —Me pareció que esos chicos me deben extrañar a mí, mucho. Había fotografías mías en el pabellón. Me da pena entrar y salir de ahí, me dan ganas de quedarme a ser más que un actor. Quisiera ser un protagonista de lo que les está pasando. “Hacer amigos”. A Pablo le interesa eso. A los pocos días llamará por teléfono e invitará a una función de Circo Manija (FAB). Hace 24 años que está internado. Sus familiares no vienen a visitarlo. Es su drama. Lo primero que impacta al ingresar al Borda es la soledad. Hoy 600 vidas transcurren allí, de hombres y de unas pocas mujeres. “No sé si es adopción o no sé qué es. Tengo sueños de monstruos pero no sé por qué. La doctora no me lo dijo todavía, por eso el juzgado no me deja ver a mi familia.” Sus compañeros de servicio merodean el lugar de la entrevista. Algunos saludan con la mano, otros con un beso. Uno ofrece una golosina. Un señor grande mira fijo y
con el ceño fruncido, cara de enojo. Y otro pregunta si alguien sabe hablar italiano. “A ellos les gusta el sistema de mi opinión. Yo soy una eminencia. Sé el sufrimiento de las personas. Me doy cuenta mirándolas a los ojos, la cara, el físico, la forma de caminar.” Pablo no tiene drama en hablar de nada. Bah, de casi nada. En el Borda “Macri” es casi una mala palabra. La última jugarreta del gobierno porteño fue la decisión de instalar un centro cívico ¡justo en terrenos del hospital! donde funcionan talleres de rehabilitación en los que los internos aprenden oficios. Le pedimos su opinión, pero Pablo no quiere hablar de política. Sin embargo, días más tarde, en la jornada Cuerpos de-mentes en lucha, en la que el FAB marcó su postura al respecto, Pablo se largó a opinar. “Me asusta que cierren el Borda. Es tremendo. Estuvo la Metropolitana, salió en el diario. Siento temor de que pase algún movimiento, algún desastre.” —¿Qué significa el arte para vos? —Tratar de enfrentar la realidad de la vida. Dice la doctora que no me haga problema por los documentos, porque no tengo fecha de cumpleaños. Lo que vieron los cadetes o la autoridad principal o los de arriba es que soy un pibe en crecimiento. Soy jovencito,
Lo que impacta al ingresar al Borda es la soledad. Hoy, 600 vidas transcurren allí, de hombres y de unas pocas mujeres.
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Pablo Morales
en realidad soy joven. Dice que no me haga problema por lo que dice el documento. Me tranquiliza. Dice que el día de mañana cuando crezca y sea adulto, o piense como adulto, voy a pensar más sobre la niñez mía que llevo adentro mío. Lo que más me gusta es actuar, divertirme, conversar, tomar mate. El artista, tarde o temprano, se vuelve famoso. Le dicen “uh, a vos te vi en el cine, en la televisión…” Pero es una persona común y corriente. Nada más le hicieron un reportaje. Yo puedo llegar a ser famoso pero soy un chico que está llegando a la fama mediante esto de ir a una cárcel, salir de ese encierro, pensar en esos chicos. El documento que nos muestra Pablo Eduardo Morales dice que nació en 1958. Es cierto que no dice nada sobre su día y mes de nacimiento. Él tiene su propia carta de presentación. “Nací en El Tigre, me eduqué en Quilmes, en el colegio 29. Soy el famoso alumno del colegio 29. Me eduqué en Tres Arroyos, hice la facultad, hice Perito Mercantil y estudié Gendarmería en un colegio privado que es el Ejército de Salvación. Fui abanderado del colegio 29, tengo fotos de eso. También fui abanderado del Nacional”. Además del arte, su otra pasión es el deporte. Lleva puesta una casaca de Chacarita, pero le cuelga del cuello un llavero de Boca Juniors. “Fui el tercer goleador de Defensores de Tres Arroyos (luego dirá que es verdaderamente hincha de ese club). Después jugué para el Nacional y Huracán de Tres Arroyos. Me quise fichar en la tercera de Boca, pero no quisieron porque estaba interno”. “¡La comida!”, grita un interno por los pasillos. A Pablito le interesa más la charla que el sán-
guche de milanesa y pan francés de la cena, que llega a las ocho. Antes que eso, una larga fila de hombres se armaba frente a una puerta. Era la hora de la medicación. —¿Y la inquietud por el arte cuándo te surgió? —Desde muy chiquito. Hacía dibujos tontos que fueron premiados en el colegio 29. Como primer dibujante premiado me empecé a dedicar al dibujo. Las poesías mías fueron premiadas también. —¿Qué contás en las poesías? —De deambular en un lugar, de cadáveres. Según mis sueños. En grabación no sé si animarme. Sueño cosas de monstruos. Pesadillas monstruosas, algo que te va a
“El artista, tarde o temprano, se vuelve famoso. Pero es una persona común y corriente a la que solo la entrevistaron.” clavar, te despertás, gritás, viene el médico, “¿qué pasa?”, y al final no te sucede nada. Eso lo plasmo en canciones y poesías, como “Rebelde”, la que canté una vez. “Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así”, dice. —¿Qué arte te gusta más de todos los que hacés? —Lo que me gusta es tratar de pensar en mi persona particular, en lo que voy a hacer el día de mañana. Qué es lo que voy a hacer el día de mañana. Voy a triunfar como artista y protagonista de la escena. Me encanta el conocimiento que podría tener la gente de afuera sobre mí. Querrán saber si el triun-
fo que voy a hacer es totalmente el objetivo que yo quería. Pensarán: “¿Esto habrá querido Pablo, y no ser un drogadicto?” —¿Cuánto tiempo le dedicás al arte? —Mi manera de pensar es que el día de mañana veré a papá y mamá o conoceré a gente importante. —¿A quién te gustaría conocer? —A Tormenta. —¿Qué música te gusta? —Romántica. Mi canción favorita es “Soy rebelde”, que es un tema mío. Ustedes que me están grabando ahora, quiero que el día de mañana me vean como la misma persona que están viendo ahora, que no mentí. Porque esta grabación va a estar hasta el tiempo de mi vida. Quiero que me vean en el otro mundo con las mismas ideas con las que me vieron en vivo. De la misma forma conversando en el día del futuro. Ahora una pregunta les voy a hacer a ustedes, que me están reporteando y fotografiando. El día que me vean en la pantalla mayor del cine, ¿qué van a hacer? Le decimos que volveríamos a entrevistarlo. Apagamos el grabador y Pablo nos invita a otros mates. Va en busca de su sánguche de milanesa. En el fervoroso saludo con la fotógrafa se le cae al piso, lo vuelve a agarrar y promete que no lo devorará. Nos acompaña hasta la salida, por un largo camino de pasillos larguísimos y silenciosos. En el medio encuentra a un médico, le cuenta que le hicimos una nota y pide una foto con él. Sonríe. Sonreír y fumar es lo que hace Pablo constantemente. Sonreír, fumar, hacer amigos. Y a lo mejor da un abrazo que dure para siempre.
RESISTIR, LUCHAR Y PRODUCIR
Por Oscar Ciancio*
A
l Borda lo llamo “manicomio hospital”, un depósito de hombres con un servicio más reducido de mujeres en el que conviven prácticas manicomiales y hospitalarias. Sería injusto decir que todos los médicos y enfermeros atienden igual. El servicio es una ruleta: si hay ética profesional, el internado es asistido humanamente a pesar del estado edilicio del lugar. Si no la hay va a estar sobremedicado, atado a la cama, castigado y no va a poder generar vínculos que lo reintegren a la sociedad. Cuando hablamos de manicomios hablamos de prácticas de encierro en todo sentido. El manicomio puede ser la cabeza de la persona, la familia, la escuela, el trabajo, el hospicio. La solución manicomial es encerrar lo que no se entiende, lo distinto, lo que produce malestar, lo que confunde o inquieta. Una de las personas que viene con reformas importantes fue Enrique Pichón-Rivière, quien proponía grupos operativos con los enfermeros y los internados. De este maestro surgen, entre otros, dos discípulos que actúan en el Borda: Alfredo Moffatt y Vicente Zito Lema. Alfredo genera la peña Carlos
Gardel. Vicente viene en busca del poeta Jacobo Fijman, cuando lo encuentra en el Borda lo acompaña hasta sus últimos días. En la dictadura cívico militar estas actividades de alternativa se cierran violentamente. Vicente parte al exilio y Moffatt se va del Borda. Cuando se recupera el gobierno democrático, Alfredo genera Cooperanza, de donde surge La Colifata. Resumen sobre el FAB: José Grandinetti (fundador y actualmente director de la Escuela de Psicoanálisis en el Borda) convoca en esos años a Alberto Sava, mimo y psicólogo social, para que genere un espacio distinto en el Borda, inspirado en la movida desmanicomializadora de Franco Basaglia en Trieste (Italia). Alberto funda el Frente de Artistas del Borda y, cuando vuelve de su exilio, Vicente coordina el taller de periodismo del FAB. En estos tiempos se intentó la desmanicomialización en la Argentina. Resultados de la experiencia: en San Luis se cierran los manicomios. En Río Negro se avanza positivamente en esta propuesta, en Córdoba y en Buenos Aires fracasa por la oposición de las corporaciones médicas. En Buenos
Aires sólo queda como experiencia el FAB con 27 años de existencia sosteniendo las banderas. En la discusión actual, lo primero que tenemos que poner en la balanza es la dignidad del internado y del externado. Pese a que tenemos dos leyes de salud mental (la 448 de Buenos Aires desde 2000 y la nacional 26.657, promulgada recientemente), la gente que sale de este lugar generalmente termina en situación de calle. Estamos de acuerdo con las leyes, pero los gobiernos tienen que generar dispositivos de atención a la salud mental para que la desmanicomializacion no sea un mero vaciamiento del hospital público. Hay que tener cuidado cuando proponen que los internados vayan a clínicas privadas. Éstas suelen ser manicomios privados. Consignas frentistas: “Sí al hospital público, no al manicomio” – “Un centro cívico en el Borda no es parte de un proceso desmanicomializador”. *Artista plástico, mimo, coordinador de los talleres de mural y plástica del FAB, coordinador general junto a otras siete personas.
MEDIOS
Sonido Ambiente
UN DESAFÍO ESCÉNICO Sergio Sánchez
Gentileza Sonido Ambiente
SURGIÓ DE LA MANO DE REALIZADORES QUE FILMAN A MÚSICOS INDEPENDIENTES EN LUGARES NO CONVENCIONALES DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. HOY SE ABOCA TAMBIÉN A LA GESTIÓN CULTURAL.
El proyecto nació como piloto de cuatro episodios para vender a la TV, pero la burocracia pudo más y llegó a Internet.
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y Boom Boom Kid protagonizaron un cruce inesperado en la estación de trenes de Paso del Rey. Son 30 los episodios que se pueden ver en www.youtube.com/sonidoambientetv. Y la cosa no queda ahí. La constante vinculación con la escena los llevó a registrar también shows en vivo (Lados B), producir a pedido y meterse de lleno en la organización de ciclos, como Las Rondas, de Vuela El Pez; Eléctrico, en Ultra Bar; Feliz Domingo y el reciente C.A.S.A, en C. C. Konex, entre otros. Además, crearon el sitio Discos Compartidos (www. discoscompartidos.com.ar/), “un proyecto hijo de SA” que compila material con descarga gratuita de la escena independiente. “La hegemonía de las industrias y los medios ya está quebrando. Y lo que va a quedar va a ser lo que se construya por fuera de esa caja”, sostiene la realizadora. “Siempre les digo a las bandas que tienen que dejar de soñar con que venga un productor, les ponga plata, les saque un disco y las haga tocar en el Luna Park de cero. La realidad es que ya no funcionan las cosas así y no sé si estaba bueno que así fuera. ¿Cuánto más valioso es que llegues a juntar el público que reúne Lisandro Aristimuño u Onda Vaga por tus propios medios sin que venga nadie a bancarte?”. Los videos de SA se caracterizan por el despojo, la creatividad y la veracidad. Y sobre todo por la búsqueda del aura del espacio elegido, de ese tan ansiado “sonido ambiente”. “Nos parece interesante que la música invada el espacio pero que también el espacio invada a la música, es decir, que sea un ida y vuelta”, explica. Y sigue. “Tratamos de respetar la toma única. Lo que está sucediendo es lo que está sucediendo en ese momento. Sin artificios. No estoy maquillando al protagonista, no lo estoy vistiendo con un vestuario: lo que ves es lo que hay. Y el músico tiene que disponer su trabajo escénico pensando que esto es un escenario, aunque esté parado en el medio de la calle. Uno se pone de igual a igual con el músico. Los dos tenemos un desafío escénico, artístico, y lo que pase va a ser un reflejo de lo que suceda en realidad”.
En qué parte de la historia de la humanidad decidimos que para escuchar música en vivo tiene que haber un espacio cerrado con un escenario, luces y un micrófono? ¿Acaso la música no es algo súper humano que atraviesa nuestra cotidianidad?”, se pregunta la realizadora audiovisual Carla Sanguineti, y pone en jaque los parámetros de lo “normal”. Esos mismos interrogantes son los que, en cierta forma, fundamentan la existencia de Sonido Ambiente (www.sonidoambiente.tv), un medio de comunicación alternativo audiovisual que en apenas dos años “se volvió un pulpo que excedió la grabación de videos musicales” y se expandió al campo de la gestión cultural. SA es un claro ejemplo de que de toda crisis sale algo bueno y de que la cultura siempre encuentra grietas para subsistir. Mientras aumentaban las restricciones para tocar en la Ciudad de Buenos Aires, Sanguineti y un grupo de realizadores salían con sus cámaras en busca de bandas y músicos independientes “no difundidos por los medios” para invitarlos a tocar en espacios no convencionales para la música. ¿Los requisitos? Una gran cuota de espontaneidad, crudeza, instrumentación acústica y una toma única. El proyecto surgió como un piloto de cuatro episodios para vender a un canal de televisión pero la burocracia pudo más y la cosa se estancó. “Nos parecía que estaba tan bueno que nos daba bronca cajonearlo. Entonces, un par de meses después de hacerlo y viendo que iba todo lento, decidimos sacarlo por Internet. Y fue una locura, empezó a funcionar muy bien”, recuerda Sanguineti. Y realmente fue así. La estética de SA –inspirada en La Blogothèque del director francés Vincent Moon– adquirió un verdadero color local y llevó a cancionistas y rockeros a pasear por los rincones más curiosos y extraños de Buenos Aires. Así, Nikita Nipone entonó una serenata en un bullicioso puente, Rosario Bléfari hizo de las suyas en un campanario, La Joven Guarrior regresó a la infancia en una calesita, Alfonso Barbieri salió a navegar por los Bosques de Palermo y Palo Pandolfo
“La hegemonía de las industrias y los medios ya está quebrando. Quedará lo que se construya por fuera.”
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ESOS RAROS SONIDOS NUEVOS
SEMILLAS DE LA CANCIÓN CASTAÑAS DE CAJU
Sergio Sánchez
Gentileza de Chaparrón Fotografía
ESTA BANDA PLATENSE NO SE PONE RESTRICCIONES EN CUANTO A LOS GÉNEROS. ENTRE SUS BROTES HAY MURGA, VIDALA, CHAMAMÉ, JAZZ Y ROCK. ASPIRA A ENCONTRAR “EL SENTIDO DE LA CULTURA”.
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o que realmente importa son las canciones. Esa parece ser la premisa que guía a las nuevas generaciones de músicos. No es un dato menor: que la canción esté por delante de las etiquetas habla de un cambio de época. Si antes pertenecer a un determinado género podía ser sinónimo de status, hoy eso parece estar en crisis. De esto da cuenta Juan Pedro Dolce, cantante y compositor del grupo Castañas de Caju, cuando la charla con NaN se mete en el terreno pantanoso de las definiciones. “No somos un grupo de folklore ni de rock ni de música rioplatense. A nuestra manera hacemos un poco de todo eso, pero nos gusta decir que somos un grupo de canciones, que hace composiciones propias y que trabaja sin prejuicios y sin pensar en las bateas comerciales. No sé dónde ponen el disco de Castañas, eso es un problema de comercialización. Nosotros pensamos más en la música que en otras cuestiones.” Es que, como muchos pibes de su espacio (en este caso, la ciudad de La Plata) y tiempo, los músicos de Castañas crecieron con el rock y luego fueron descubriendo los folklores locales y de tierras vecinas, como Uruguay y Brasil. Nacido en 2008 en la ciudad de las diagonales, el grupo publicó su primer disco, Entrelunalashojas, a fines del año pasado, y hoy intenta abrirse un camino en la escena. Con la percusión siempre al frente, en el disco conviven canciones poéticas y costumbristas con aires de murga, candombe, vidala, chamamé, chacarera y pinceladas de jazz y rock. Una invitada de lujo, la cubana Yusa, presta su voz en “Aldea”. Las canciones, compuestas en su totalidad por Dolce, iban a formar parte de un proyecto personal (la banda de sonido de una película) pero finalmente adoptaron un carácter grupal. “Empezamos a laburar mis canciones, pero felizmente el proyecto tomó una impronta colectiva. Cada uno aporta lo suyo y hace que todos seamos imprescindibles para el grupo”, considera el guitarrista y vocalista. El quinteto se completa con Facundo Codino (bajo y voz), Ramiro Florentín (bandoneón, clarinete y voz), Andrés Castellani
(cajón peruano, djembé, timbao, mbira, udu, berimbao y kalimba) y Joaquín Zaidman (batería y bombo legüero). “Todos anduvimos en nuestra adolescencia por el rock y después cada uno se volcó para un lado y tuvo sus búsquedas”, señala Dolce. “Me interesa la idea del cancionista”, dispara el músico oriundo de Saladillo devenido platense. Es que, más allá de recibir influencias de grupos de rock y de folklore, los Castañas sienten una especial admiración por cancionistas uruguayos como Fernando Cabrera (una suerte de revelación para los jóvenes), Eduardo Mateo, El Príncipe, Jorge Drexler y el brasileño Vitor Ramil, quien popularizó el término “templadísimo” (o Estética del Frío) para referirse a la canción melancólica que comparten Buenos Aires, Uruguay y Río Grande do Sul. Sin buscarlo, ese clima sonoro se siente en Entrelunalashojas. “Si hay algún parentesco musical con Vitor Ramil y con los cancionistas, en todo caso, tiene que ver con que son referentes para nosotros y a la hora de componer, tal vez inconscientemente, tendamos a poner elementos que están vinculados a ellos”, repara Dolce. Y sigue: “En principio, no hay una búsqueda consciente de pertenencia. En todo caso, nos une el hecho de ir por caminos alternativos a los que ya están establecidos en el folklore formal. Son músicos que no tienen pretensiones de mercado, que tienen una búsqueda personal y que no apuntan a repetir una fórmula para vender”. En ese sentido, admiran los pasos de grupos vinculados con el folklore pero que apuestan a la renovación, como Puente Celeste, Acá Seca Trío y Edgardo Cadozo. ―Entre sus “favoritos” también recomiendan a cancionistas como Lucio Mantel y Lisandro Aristimuño… ―Son referentes para nosotros. Son más contemporáneos aún, por cercanía etaria. Son los que llevan la bandera de la canción despojada del género en el país, porque abren el camino a los que venimos detrás. Ellos empezaron a abrir el juego para “educar” al público
“La búsqueda del no género tiene que llevar al artista hacia la raíz, que es degenerada.”
en este lenguaje. Recién ahora empezamos a entender a qué nos referimos cuando hablamos de la canción como lenguaje, por fuera de los géneros. ―¿Por qué creen que se dio esa amplitud musical y no se encerraron en un solo género? ―No nos pusimos límites o restricciones en relación a los géneros. Permitimos siempre que la canción utilice los rasgos y los arreglos de los distintos estilos indiscriminadamente, sin prejuicios. Si la canción necesita un rasgo tímbrico del folklore o un gesto rockero se lo permitimos. En todo caso, el rasgo que nos identifica es el eclecticismo. Tratamos de no pensar en géneros, sino en la canción y lo que necesita. Y lo que está a nuestro alcance se lo damos. ―¿Tiene que ver con un cambio de época? ―La música es un reflejo de otras cuestiones más complejas que tienen que ver con la vida y lo cultural. Eso hace que la idea de género comience a quedar chica. Antes era más fácil clasificar. Para ser exitoso, por ejemplo, tenías que ser rockero. La búsqueda del no género tiene que llevar inevitablemente al artista hacia la raíz. La raíz de la música es degenerada. Pero cuando ciertas características musicales se interpretaron como géneros encerraron a la música. Hay una cosa folklórica súper interesante que se está empezando a descubrir ahora. Me
refiero al valor, al sentido del folklore, no a tocar chacarera o huayno. Sino a una cuestión que tiene que ver con la razón de esa música, con el conocimiento de la tierra, de un determinado punto geográfico. La música no se puede pensar abstraída de todo eso. El folklore trasciende la idea de género. Hacia ahí vamos. Estamos yendo a encontrar el verdadero sentido de la cultura. Por ejemplo, ahora le estamos dando bola a tipos como Mateo y Cabrera que quizás fueron desconocidos pero que tienen canciones increíbles, que se hicieron conocidas por otros intérpretes, como Liliana Herrero. No es casual que florezcan todos estos personajes ahora. ―Más allá de no pensar en géneros, tienen que pensar los lugares en los que se van a presentar y los públicos para los cuales van a tocar… ―Eso fue una maduración que venimos haciendo en base a la experiencia. Desde el comienzo empezamos a poner nuestra música en vivo en ámbitos diversos, desde un centro cultural chiquito para veinte personas hasta escenarios más masivos, como un festival folklórico en la Patagonia. Anduvimos en escenarios muy distintos y empezamos a ver cuál era la gente que podía interesarse por nuestra música y cuál era el lugar en donde Castañas podía tocar. Por suerte tenemos un repertorio vasto de
canciones propias, más allá de las del disco, que permite que podamos adaptarnos y seleccionar las canciones acordes al lugar. Las nuevas composiciones en los shows tienen otra energía, que tal vez en el disco no se puede percibir bien. Pensamos al disco como una instancia de difusión, porque nos interesa más la música que se toca en vivo. Tiene que ver con una necesidad expresiva, más que con diferenciarse. La música como una manifestación abstraída de otras expresiones empieza a desdibujarse. Estamos en la instancia en la que el músico necesita poner el cuerpo en vivo además del sonido. ―El disco salió hace muy poco, pero ya están mostrando canciones nuevas. ―Si bien el disco tiene poco tiempo de edición, las canciones tenían un tiempo bastante más grande. Entonces sentimos la necesidad de hacer otras cosas, de seguir creando. Queremos probar otras formas y seguir jugando. Lo asociamos con la idea del juego. Cuando ensayamos nos ponemos en ese plan: probar, reírnos, ir y venir en lo sensorial. El vivo también tiene mucho de eso. Hoy Castañas tiene un poco de ese disco pero también cosas nuevas que estamos haciendo. Además de jugar, lo que nos interesa con las canciones es ser sinceros. No importa si una canción es introspectiva o tiene un tinte social, siempre y cuando hayamos sido sinceros.
Los Castañas pisaron escenarios muy diversos, desde centros culturales pequeños hasta festivales folklóricos masivos.
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CRÓNICA
CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ
EL REINO DEL REVÉS María Laura Carpineta (desde Cisjordania)
Diego Represa (Pág. 12) y Rodrigo Jardón (Pág. 14)
Gastón Souto
CADA GRANO DE TIERRA DE CISJORDANIA LLEVA LA HISTORIA DE DÉCADAS DE ODIOS, MIEDOS Y RESIGNACIONES QUE DESPIERTAn UN ENFRENTAMIENTO QUE YA ES RELIGIOSO Y CULTURAL.
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a sensación es frustración; una tristeza mezclada con una pizca de bronca y de resignación. Y la resignación de uno parece hasta egoísta y soberbia cuando se enfrenta a la resignación en los ojos de una señora de sesenta y tantos que, sentada en un banquito en un almacén, conversa con la dueña del negocio un día después de que los soldados israelíes le comunicaron que se quedaban con sus tierras y sus árboles de olivo porque por allí va a pasar el muro de concreto que intenta crear fronteras que no convencen a nadie más que a ellos. No parece enojada, ni triste, ni desesperada; simplemente lo cuenta como si le hubiese pasado a otro. De hecho, le pasó a otro, a otros. No hay una sola persona en Palestina que no tenga una historia similar para contar. Algo así seguramente le pasó a un hermano, a un primo o a un amigo. Con familias que suman entre 12 y 15 personas —solo contando a los cercanos, cientos cuando se incluyen los primos, primas, tíos y tías— no sorprende el adormecimiento, la normalización de la tragedia y la injusticia diaria. A pesar de eso, la señora se toma el
tiempo de explicar qué le pasó a ella a su familia y a tres occidentales que esa mañana habían decidido ir hasta el pueblo a ver si las topadoras y los soldados seguían allí, arrasando cualquier esperanza de solucionar algún día un conflicto que no es religioso ni cultural, pero que se está volviendo parte de la religión y de la cultura, generación tras generación. Los palestinos quieren hablar, quieren ser escuchados y, por eso, aprovecharán cualquier posibilidad para hacerlo. Un joven palestino le dijo una vez a una joven estadounidense: “Nosotros somos todos actores. Desde que sos chico te acostumbrás a que un extranjero, con una cámara o un anotador, te pregunte qué pensás de Israel o si se puede alcanzar la paz o si la solución es uno o dos Estados. En este conflicto hay un guión y todos nos lo aprendimos”. Por eso hablan, cuentan, explican. Aún cuando la mayoría sólo maneja unas pocas palabras del idioma inglés y los extranjeros sólo algunas del árabe, se esfuerzan. Ésa es una de las principales diferencias entre uno y el otro lado del muro. Del otro lado, del lado donde los parques son verdes y los soldados son amables y simpáticos, la gente no siente esa necesidad de compartir sus miedos y sus resignaciones. Muchos las tienen —soldados muertos en guerras
Los palestinos buscan la empatía de todos. Muchos israelíes saben que no la encontrarán.
En las zonas rurales, tejidos de alambres de púas les marcan a los palestinos sus territorios prohibidos.
o sirviendo el servicio militar en los territorios ocupados, u hombres, mujeres y niños a los que les tocó ser víctimas de las olas de atentados que años atrás solían azotar las ciudades israelíes—, pero no comparten tan fácilmente esas historias con el foráneo. No las comparten porque están convencidos de que el foráneo no lo entenderá; no entenderá su sufrimiento y, peor aún, lo cuestionará. Mientras los palestinos buscan instintivamente la empatía de todos los que se les acercan, muchos israelíes saben que no la encontrarán. EL FUERTE SOMETIDO “Hay una campaña de desprestigio contra Israel. La gente en el mundo no entiende lo que pasa acá.” Así explica una gentil mujer de unos cuarenta años los porqués que impulsaron a Israel a dejar, hace tiempo, de mirar al mundo esperando su aprobación. Los de afuera no entienden lo que es estar rodeado por pueblos —en realidad es uno solo para los israelíes; todos son simplemente árabes— que los odian, que no los reconocen, que en cuanto ganan un poco de libertad hacen poco más que expresar su rechazo, su repudio, su desprecio hacia cualquier relación amigable con Israel. Esa lectura de la realidad supone algunos problemas. Sin mencionar el origen histórico de ese “odio”, las heridas aún sangrantes de la limpieza étnica palestina que comenzó en 1948 y continúan hoy de la mano de una violencia más inteligente de baja intensidad pero con igual planificación, existen algunos puntos esparcidos en esa realidad que ponen en duda el sentido común israelí. Israel está rodeado por enemigos, pero hace más de 60 años que negocia acuerdos más que beneficiosos con la monarquía ve-
cina de Jordania y 30 que mantiene un entendimiento incontestable con lo que ellos mismos califican como una dictadura en el Egipto pre-primavera árabe. Los otros vecinos cercanos, Líbano y Siria, es verdad, no son tan amigables. Pero poco debería temer un país que ocupó militarmente al primero durante más de una década —Israel invadió el Líbano en 1982— y al segundo le robó una porción de su territorio y lo anexó al propio —hace más de 30 años que Siria perdió los Altos del Golán y no parece tener ninguna ilusión de recuperarlos a través de la fuerza militar—. Esa es la lógica ilógica que domina gran parte de la sociedad israelí: somos la víctima,
“Nosotros somos todos actores. Hay un guión que todos aprendimos”, dice un joven palestino. pero tenemos a todos los peligrosos vecinos a raya y no hay nada que ellos puedan hacer. Quizá, la confusión radica en la narrativa tradicional que presenta a la víctima como un actor débil y muchas veces incapaz de defenderse por sí mismo. En este caso, según ese relato genérico —el mismo que explicó y explica el Holocausto—, la víctima claramente se halla del otro lado del muro. Pero el Estado israelí creó, desde su nacimiento en 1948, un nuevo relato basado en la hazaña imposible de David, el pequeño que logró poner de rodillas y vencer al poderoso Goliat. David nunca dejó de ser pequeño, pero aún así mantuvo a raya a su enemigo, lo doblegó. Israel, entonces, debe hacer lo mismo con sus enemigos. En el imaginario social israelí —y de gran parte de la comunidad judía en
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el exterior— ellos siguen siendo el pequeño Estado, el pequeño David, rodeado de un gigante Goliat árabe y en esta historia la única moraleja posible es que David desarrolle su músculo y mejore su lanzamiento hasta que el enorme Goliat que lo rodea no se anime a intentar siquiera un movimiento. Es tal razonamiento el que sostiene, socialmente, la ocupación militar de los territorios palestinos, la construcción del muro y la humillación diaria que sufren sus habitantes que osan cruzar los checkpoints (puestos de control) y entrar a Israel para trabajar o rezar. En nombre de la defensa de un pueblo históricamente perseguido y reprimido, todo parece legítimo si no se escarba un poco en el presente o en la otra versión de la historia, la que se cuenta del otro lado del muro y en contadas aulas universitarias o en centros culturales alrededor del globo. EL DÉBIL SOMETEDOR Sólo un convencimiento tan fuerte como el de defender a los propios, a la familia de uno, al pueblo de uno, puede explicar cómo la mayoría de los israelíes pasan años y años custodiando como soldados los territorios ocupados: son guardias en los puestos de control o participan de redadas, arrestos y misiones que sólo pueden ser entendidas como una campaña de intimidación psicológica. Y aún así, pese a ser capaces de sentir semejante amor por lo propio y por los propios no logran humanizar a los palestinos, entender el sufrimiento, la bronca y el odio que surge de vivir bajo una ocupación militar descarada e impune. La enajenación se hace más evidente cuanto más tenso y abierto es el choque. Hebrón o el Valle de Jordán son excelentes ejemplos. La Ciudad Vieja de Hebrón impresiona
hasta al turista más apolítico y despistado. Su corazón está dividido en dos por metros y metros de alambres de púas, bloques de cemento que tapan las entradas de antiguas callejuelas y numerosos checkpoints que controlan las principales arterias que llevan al tesoro más deseado por todos, la mezquita de Abraham, profeta de las dos religiones en supuesta pugna. Pasar los controles esparcidos en varios puntos estratégicos de conexión entre las poblaciones implica entrar en un pasillo de paredes de concreto. La primera puer-
En el imaginario israelí, ellos siguen siendo el pequeño Estado rodeado de un gigante Goliat árabe. ta que uno debe atravesar —al estilo de la presentación del Superagente 86— es una rotatoria compuesta por tubos metálicos horizontales que se suceden a lo largo de dos metros. Cuando la luz se pone verde arriba, se pueden empujar los tubos y hacer fuerza hasta pasar. Ni bien pasa todo el cuerpo, la puerta se vuelve a trabar para evitar la concentración de gente en la segunda parte del pasillo. Una vez libre, no hay otra opción que hacer cinco pasos hasta el detector de metales —un clásico en los edificios israelíes, sean cines, shoppings o estaciones de colectivos—. Si uno no lleva un arma o una bomba atada al cuerpo, puede dar otros dos pasos hasta la caseta en la que lo espera un joven soldado.
Ningún palestino podrá traspasar los checkpoints sin someterse a controles extremos.
“Pasaporte”, reclamará impávido, mientras relojeará de pies a cabeza a la persona que espera el dictamen final. Uno puede haber sido un santo toda su vida, pero aún así se sentirá nervioso en esos segundos eternos. En ese instante el soldado tiene total libertad para decidir sobre los próximos momentos de la vida de uno. Puede elegir sonreír y dejarlo a uno pasar o iniciar un interminable y sinsentido interrogatorio cuyos protagonistas, interrogador e interrogado, sabrán que están jugando un juego en el que se puede mentir. Es más, se espera que se mienta.
Uno de los muros con los que Israel dibuja las fronteras de su propia historia.
Finalmente, esta vez, el soldado opta por devolverme el pasaporte y hacer una señal con la cabeza para que siga camino. Cuando me estoy alejando siento que se arrepintió y quiere agregar algo. “¿Qué?”, pregunto, forzando una media sonrisa que disimule el incipiente nerviosismo. “Que lo disfrutes”, responde el sonriente adolescente de no más de 21 años desde adentro de su caseta color verde militar en la que apenas caben él y su ametralladora automática. Aunque al principio lo dudo, luego me convenzo de que no quiso ser irónico.
¿QUÉ ES EL ARTE?
ARTE Y HÉROES EL TRÍPTICO BATMAN, DE CHRISTOPHER NOLAN, UNA ALUSIÓN EVIDENTE AL 11-S, VUELVE A PONER DE MANIFIESTO LA RELACIÓN ENTRE HÉROES Y Antihéroes, y EL ORDEN ESTABLECIDO QUE LOS CREA.
VILLANOS TERRORISTAS NUESTROS SUPERAMIGOS Ezequiel Boetti*
Enrique Alcatena*
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osa mutante este cine, que en más de un siglo atravesó un sinfín de variables estéticas, de temáticas y de consumo. Quizás lo único que se mantiene inalterable es su alambicada relación con el humor social. Bastará recordar las significaciones sobre las construcciones argumentales del cine de terror (los invasores del Planeta Rojo en los ’50 y primeros ’60, los zombies como víctimas del capitalismo floreciente de los ’70) o el cine de acción (la paranoia en los ’70, los recontramalvados dictadores centroamericanos de los ’80) para comprobarlo. En ese sentido, la caída de las Torres Gemelas, eso que el francés Jean Baudrillard denominó un “atentando perfecto contra las formas”, tenía, desde su misma concepción, la potencia de marcar otra vuelta de página. Al fin y al cabo, se trata de la fortaleza violada, el enemigo interno, el mal a la vuelta de la esquina. No era de extrañar que el cine de acción y el de terror volvieran a virar el eje. Pero quizás el hijo dilecto del 11-S y su paranoia sean las películas basadas en cómics, con Spiderman (estrenada menos de un año después de los atentados) como máximo exponente. En toda esa maraña hay películas excelentes, buenas y de las otras. Hay un consenso bastante generalizado entre el público —no así entre la crítica— de que el tríptico de Batman de Christopher Nolan oscila entre la primera y la segunda categoría. Vale dedicarle algunas líneas a analizar las particularidades de sus efectos. Motorizado por su decisión de darle una impronta personal más cercana al realismo bourneano que al glamour inmaculado de las 007 pre-Daniel Craig, Nolan concibe un tríptico (o dúo, ya que la tendencia se remarca en El caballero de la noche y El caballero de la noche asciende) de malvados alejados de las tipificaciones genéricas. Así, la maldad ya no es irracional e impetuosa sino que se construye desde la hiperplanificación de los golpes, el razonamiento extremo de la acción y, en el caso del enorme y ya legendario Guasón de Heath Ledger, la búsqueda del mal por el puro placer de generarlo (característica ausente en Bane que le resta un par de puntos a ECDLNA, un film que no quiso ser mejor). No es casual que el único momento en que el Guasón luce auténticamente descolocado es cuando el detonador no funciona; es decir, cuando se rompe el lazo entre hechos y premeditación. ¿Se dijo golpes? Claro, porque lo anterior conlleva a una nueva operatoria de los villanos —¿se puede seguir hablando de heroísmo o anti-heroísmo después del 11-S?—. Ahora buscan la inoculación dentro de la sociedad para, una vez mimetizados con el entorno, dañarla de forma aparentemente irreversible. Lo que no deja de tener su lógica: los villanos post 11-S de los estadounidenses ya no son generalísimos maquiavélicos y soviéticos ávidos del control total mundial ni narcotraficantes colombianos, sino un grupo de terroristas vaciados de motivaciones putativas.
ubo un tiempo en que, desde las tapas multicolores de revistas baratas ofrecidas en el kiosco de la esquina, nos invitaban a la aventura. Ávidamente volteábamos las páginas tras el rastro de cierto excéntrico millonario que, disfrazado de murciélago, velaba el sueño de Ciudad Gótica. O enfrentábamos junto a aquél científico de la Policía convertido por el proverbial accidente químico en un rayo dorado y escarlata a villanos pintorescos, mas no por eso menos letales, como el Capitán Frío, Onda Cálida o el Amo de los Espejos, en las amplias avenidas de Ciudad Central. Alelados, fuimos testigos de cómo un cuarteto de valientes —un hombre elástico, otro de piedra, una mujer invisible y un muchachito de fuego— hacía frente al cuasi divino devorador de mundos que había venido a despacharse a nuestro planeta. Estos entrañables justicieros fueron nuestro esparcimiento, nuestros modelos, nuestra mitología. Por supuesto, sus habilidades sobrehumanas nos maravillaban. Pero en el fondo nos enseñaban que el verdadero heroísmo no estaba en los anillos de poder, en las capas y emblemas, en las máscaras y en la musculatura apolínea. Por el contrario, ese poder estaba en la abnegación, en el sacrificarse por el prójimo, en elegir el camino difícil. Nada más elocuente que el ejemplo de cierto huérfano kryptoniano: de haberlo querido podría haber sido el omnipotente soberano del mundo que lo cobijó, pero prefirió servir a su planeta adoptivo y, escondido tras unas gafas y un empleo cualquiera, aprender a ser un hombre más. El tiempo y las modas también pasaron para aquellos paladines de nuestra infancia. Al fin de cuentas, como todo mito admiten diferentes lecturas, variadas interpretaciones. Actualmente, parecería primar una mirada más “realista”, oscura y descarnada sobre ellos. El justiciero de Ciudad Gótica se ha vuelto un vigilante truculento. Incluso despiadado, a veces. El escandinavo dios del trueno, el hombre de hierro y el patriota del escudo son ahora poco más que agentes paramilitares de la primera potencia mundial. El tono pretendidamente más adulto al que se somete el género ha opacado un poco la magia inicial. La ingenuidad de otras épocas es hoy mala palabra y en pos de una más sofisticada relevancia los superhombres adoptan un gesto adusto, se erigen en las fuerzas de choque del Gran Hermano, visten armaduras y, en vez de protectores, devienen verdugos. Hemos perdido de vista el origen folletinesco, lúdico y circense de estos aventureros. Trasplantarlos a algo parecido al atribulado mundo en que nos toca vivir no los favorece, los desnaturaliza, los hace implausibles y hasta ridículos. Su espacio es otro, el de la imaginación desenfadada, donde lo prodigioso es cotidiano. Por suerte todo pasa. Entonces, tal vez vuelvan los héroes luminosos que encendieron nuestra fantasía desde aquellas viñetas impresas a cuatro colores.
*Periodista especializado en cine. Escribe para Página/12, Revista Ñ y Otros Cines.
*Dibujante de la tira Conan el Bárbaro para la editorial Marvel, entre otras.
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Cuadritos / periodismo de historieta por Andrés Valenzuela
Cómo actúan las editoriales ante los eventos de historieta
Agenda completa ¿Qué lugar tienen los festivales de historieta en el medio? ¿Cuánto los tienen en cuenta las editoriales a la hora de producir? Guía para entender uno de los pilares del crecimiento de la historieta argentina.
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ientras este número de la revista NAN se cocinaba, en Rosario se hacía Crack Bang Boom, una convención espectacular dedicada al cómic, con invitados nacionales e internacionales y público llegado desde todo el país. Mientras los rodillos de la imprenta trabajan para poner este ejemplar en circulación, otro evento, Dibujados, toma por asalto un hostel porteño. Y para cuando esta revista salga de imprenta, estará por comenzar una nueva edición del festival internacional Viñetas Sueltas, repleto de autores latinoamericanos y albergado en Tecnópolis. En poco menos de dos meses, tres encuentros comiqueros de perfiles muy distintos. Y no son, ni de casualidad, las únicas actividades dedicadas exclusivamente al universo de los cuadritos, o con buena presencia de ellos.
su fecha estable en ninguno de sus tres avatares, fuentes de la organización confiaron a Cuadritos-NAN que están evaluando fijar el mes de agosto como el más indicado para sus próximas ediciones. En septiembre, en tanto, se multiplican las actividades en todo el país, en buena medida gracias a la sanción del Día de la Historieta (que cae el 4 de septiembre). Por ejemplo, en Mar del Plata se realiza Historieta a Toda Costa, pero hay celebraciones en todo el país. En septiembre también se organizan las Conferencias Editoriales del programa porteño Opción Libros, que desde hace algunos años incluyen charlas profesionales que consideran a la historieta entre sus temas. 2012 no es la excepción. Es más, este año las Conferencias Editoriales coinciden parcialmente con un evento comiquero que está en las antípodas: Dibujados. Esta actividad ultraindependiente tiene dos ediciones al año. Otra con dos ediciones anuales ahora es Animate, un evento muy particular, copado por las actividades relacionadas con la cultura oriental, pero que sigue siendo un punto relevante en el calendario comiquero. Hasta hace algunos años, era la única opción fuerte del año y concentraba toda la atención. Ahora la mayoría de los editores prefiere poner sus fichas en otros puntos del cronograma, a la búsqueda de un público más afín a su línea de publicaciones. La segunda edición de Animate de este año se hará en noviembre y coincidirá, al menos parcialmente, con actividades que también se realizarán en el interior del país: Unicomix y San Luis ComicCon. La primera tiene un perfil enfocado en autores argentinos destacados y el segundo aún debe revelar sus intereses, ya que este año sería su salida al ruedo.
Las editoriales planifican sus lanzamientos considerando el circuito de festivales.
Todo el año es carnaval ¿Se puede trazar un calendario comiquero vernáculo basado en los eventos? Seguramente. El verano, como sucede en casi cualquier actividad cultural, queda bastante chato. La cosa empieza a levantar en marzo, cuando empiezan a aparecen las presentaciones de libros, y estalla en abril, con la llegada de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Es cierto: la Fundación El Libro no trae ningún historietista entre sus invitados, pero las viñetas ganan espacio cada año. La lista continúa, pues la Feria del Libro se extiende hasta los primeros días de mayo y en julio llega su homóloga infantil y juvenil, que desde hace tres ediciones alberga su propio festival de historieta. Enseguida, en agosto, se realiza Crack Bang Boom. Si bien el encuentro rosarino no mantuvo
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Descubrí más en http://avcomics.wordpress.com/
Cada año la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires crece en importancia para el circuito.
¡Dale que no llegamos! Una de las ventajas de la consolidación de este circuito de festivales es que muchas editoriales ya piensan sus principales lanzamientos de acuerdo con ellos. Por ejemplo, Ediciones de la Flor concentra sus mejores títulos en la Feria del Libro de Buenos Aires y hacia fin de año, para coincidir con el frenesí regalero de las fiestas. Esto no es casual, pues el sello que capitanea Daniel Divinsky está inserto desde hace décadas en el circuito de librerías y es una marca fuerte en sí misma, que se desarrolló por fuera del “mundillo” especializado. Las otras editoriales adaptan sus prioridades de acuerdo a su perfil. Por ejemplo, Larp Ediciones, que se dedica a publicar manga (historieta japonesa), suele anunciar sus novedades para el siguiente año en la última edición de Animate. Como apunta a ventas masivas y presencia por fuera del nicho, esta editorial también alquila un stand en la Feria del Libro y se asegura de tener novedades durante los 20 días feriales. En cambio, ni siquiera aparece por eventos con un perfil más independiente o de autor o en los orientados
a los superhéroes. ECC Ediciones y OvniPress, en cambio, licenciatarias de los cómics de DC y Marvel, respectivamente, hacen todo esfuerzo a su alcance para llamar la atención en eventos como el Crack Bang Boom, donde además suelen ser invitados autores que trabajan en el mercado norteamericano. Claro, ambas también contaron con sendos stands en la última Feria del Libro. OvniPress, incluso, aprovechó su presencia allí y el estreno simultáneo de Los Vengadores para hacer campañas promocionales. Y en la Feria del Libro Infantil y Juvenil aprovechó para presentar Marvel Aventuras, una línea apuntada a los más pequeños. Por el mismo motivo, Pictus y Comiks Debris, que se especializan en historieta infantil, presentan la mayoría de sus novedades en la FLIJ. La primera con stand propio, la segunda “colándose” en la oferta de una librería especializada amiga. ¿Y el resto? Bueno, a veces su elección está motivada por el calendario. Por ejemplo, la naciente editorial Dead Pop estaba lista para salir al ruedo en agosto. En lugar de esperar dos
Estar en el evento es el primer paso, hay que completarlo con trabajo constante.
Entrevistas Reseñas Noticias Más. Más.
meses a Viñetas Sueltas, apareció en Rosario mostrando su primer material. Llanto de Mudo, de Córdoba, acumuló varios lanzamientos y los puso a disposición del público en el mismo lugar. Pero fueron tantos que tuvo que pactar con su distri-
buidor una salida escalonada al mercado, para no saturarlo y evitar que sus títulos compitan entre sí. Algunos otros emprendimientos, por su parte, salen cuando pueden o se les da la gana. En dos extremos muy distintos desde lo estilístico, es lo que sucede con Editorial Común y el sello patagónico La Duendes. El primero, dirigido por el humorista gráfico Liniers, va lanzando libros en la medida que sus cuentas (impulsadas por Macanudo, claro está) se lo permiten. Idealmente aspiran a la Feria del Libro y fin de año, pero les ha pasado retrasarse en momentos críticos y terminar lanzando un libro en enero o febrero. La Duendes, en cambio, corre con la dificultad de la distancia a sortear, que le impide acercarse a la mayoría de los eventos. Dependen para ello de la presencia de su distribuidora, que aunque los cuida no deja de llevarlos a los encuentros junto con otro montón de material.
Ok, pasó el evento, ¿y ahora? Y ahora a distribuirlo bien, asegurarse que esté en los puntos de venta importantes y a darle la difusión adecuada. Porque lo cierto es que no alcanza con un buen lanzamiento en un festival, convención o jornada, sin importar cuánta gente pase por ella. “Estar en” es el primer paso. Una forma de mostrarse y recordarle al público que existen. Pero no todo visitante va allí para comprar todos los libros. Algunos sólo los ven y anotan mentalmente el deseo de adquirirlo más adelante. Por eso es fundamental que el trabajo sea continuo. Así lo entienden algunos editores. Por ejemplo, en La Pinta, saben que a veces pisar una de esas actividades significa perder plata, en lugar de ganarla. En Rosario fueron alegremente a pérdida. Tuvieron buenas ventas (la sonrisa del editor era notable), pero los costos acumulados del viaje hasta la ciudad de Roberto Fontanarrosa y la correspondiente estadía, más el alquiler del stand superaron cualquier éxito de ventas. “Nunca hacemos plata en estos lugares, pero son fundamentales para hacernos conocer y siempre hay lectores nuevos que se enteran que existimos”, justifica su editor.
Los eventos son punto de encuentro con el lector.
En las
bateas Cybersix (Napoleones sin batallas/ Deux Studio/Entelequia, por Carlos Trillo, Carlos Meglia) Un crítico dijo que Cybersix no podía fallar. Era imposible desde su mismo concepto: un clon, vampireza transexual, acompañada por una pantera negra. Pero a un concepto delirante, la dupla sumó carisma y buenas historias. ¿La historia? Efectivamente, Cybersix es la única clon sobreviviente de un experimento, que de día se disfraza de hombre para dar clases y que de noche busca su alimento. Claro, tiene un archienemigo (su creador, un científico psicótico) y amigos que la ayudan.
El bondi (La Duendes, por Chelo Candia) Un thriller muy bien hecho, con historias que se cruzan en torno a un colectivo que resulta ser el escenario de múltiples conflictos. Un grupito de ladrones de baja categoría, un viejo a punto de morir, un policía que frena el bondi para robarlo y una trama de corrupción que lo atraviesa todo, afectando la vida de gente que nada sospecha. Candia ofrece una de las historietas más cinematográficas de los últimos años. Sus páginas piden a gritos una adaptación a la pantalla grande.
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Inhumano (Llanto de Mudo, por Ariel López V.) ¿Humor delirante? Inhumano es humor delirante. Y no hay mucho más modos de describirlo. Los chistes de López V. se abigarran en la hoja. Los organiza como si fueran avisitos clasificados en una revista gratuita de barrio y se aprietan para quedar bien en la página. La ocupan por entero y de allí sale todo el humor rabioso. Con una yapa, el autor es uno de esos dibujantes que dejan el alma en cada página. Para los amantes del grotesco, un libro imprescindible.
Extractos
Eduardo Mazzitelli, guionista: “Cuando empezás a observar las historias, vas encontrando en ellas elementos que vos pusiste casualmente, pero que te van sirviendo para el desarrollo de la trama y, sobre todo, la escena final. Entonces la observación que vas haciendo de tu propia historia es casi tan importante como tratar de imaginarla desde afuera. Hay que prestar atención incluso a los elementos menos importantes porque de ahí te puede surgir una línea que te levante el nivel de una historia o que te la salve si se está cayendo”. (http://wp.me/seJSO-12524)
Eduardo Risso, dibujante, organizador del festival Crack Bang Boom: “La ciudad no cuenta aún con un gran espacio que permita contener todo el evento, por eso este año quedan afuera más de diez expositores. Por otro lado, esto tiene de positivo que sumamos otros espacios culturales y eso permite generar una movilidad en el público y que interactúen con nuestra ciudad. Con los invitados internacionales pensamos primero en algún star. Con los nacionales el criterio cambia de algún modo: la idea es que haya presencia de la vieja y de la nueva generación de artistas”. (http://wp.me/seJSO-12575).
Juan Bobillo, dibujante: “Creo que personajes como Ramón, o tipos como yo, si nos das a elegir, preferimos que la voz cantante la lleven ellas, y esto sin ser pollerudos ni nada. Por esta cosa de la no responsabilidad, ¿sabés? Tengo muchas, pero disfruto cuando alguien asume una en mi lugar. Una de las cosas que comparto con Ramón es la liberación de la responsabilidad, porque en la sociedad aparecen responsabilidades que no son importantes, como tener celular, o qué marca de ropa te ponés, pavadas totales. La voz de Coca es la de la institución, la de normalizar todo”. (http://wp.me/seJSO-12303).
Dave Johnson, portadista, animador: “Más viejo te ponés, menos mierda aguantás. Decidí que puedo vivir barato, sin comprar cosas que no necesito ni ir tan seguido a la comiquería porque si bien mi departamento es mejor, también es más chico que el anterior. Como guardé plata mientras trabajaba en animación, donde pagaban bien... bueno, decidí que mientras pague las cuentas, puedo ganar menos y vivir mucho más contento. Y si me quedo en rojo volveré a la animación y maduraré un poco”. Jamás vio un centavo por el merchandising de Ben 10, personaje que diseñó. (http://wp.me/seJSO-12745)
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ARTIVISMO
FAROLITOS
ROCK SOCIAL Y DEPORTIVO Ailín Bullentini y Nahuel Lag (desde Rosario)
Gentileza Farolitos
EL LUCHADOR, UN CLUB DE BARRIO ROSARINO, Y LA BANDA MÁS POPULAR DE LA CIUDAD SE FUNDEN EN UN INÉDITO proyecto QUE COMIENZA CON LA CREACIÓN DE UNA SUBCOMISIÓN DE JUVENTUD LUCHADORA.
B
arrio La República. A 30 cuadras del Monumento a la Bandera. Mediodía del sábado. Coordenadas para llegar al corazón de —dicen— la banda de rock más popular de Rosario. Faltan dos horas para otro maratónico ensayo de ocho horas y la voz, Marcos Migoni, cuenta que los temas del próximo disco van tomando forma, pero que aún le falta madurar para transformarse en el tercero del grupo —editaron En esta parte de la tierra (2007) y Las voces del sótano (2010)—. Surgidos en 2001, Farolitos se posiciona como una de las bandas más convocantes de Rosario, añade Marcos, que se jacta de llenar los clubes del conurbano rosarino con cada uno de los recitales, en lugar de colmar Willie Dixon, el epicentro del circuito comercial de la tierra de Fito Páez. Sin embargo, este año sólo tocaron por el interior de Santa Fe y se preparan ansiosos para viajar a Venezuela, pero no habrá shows en la ciudad natal. ¿Por qué? De jogging y buzo de fútbol, el cantante farolero recibe a NaN sentado al borde de una mesa de madera larga y vieja, en un salón adornado con algunos trofeos, bombos, archiveros. Mate en mano, apoya las llaves a un costado y queda a la vista el llavero con el escudo del Club Social y Deportivo Obrero El Luchador. El mismo símbolo aparece en la tapa del cuadernillo en blanco y negro que la voz de Farolitos pasa: “Memoria y Balance”. En él, Marcos tiene una responsabilidad similar: es vocal primero también, pero de la comisión directiva del club. Él y el bajista y secretario, Eduardo Dezorzi, son el reflejo de la historia en la que El Luchador y Farolitos se funden en un inédito. Para ponerlo en términos de géneros y etiquetas: rock social y deportivo. Hijos de padres trabajadores, los integrantes de la banda comenzaron a subirse al escenario al mismo tiempo que salían a buscar su primer empleo, en plena crisis social y económica. “A la hora de escribir canciones, ¿qué íbamos a hacer sino relatar esa realidad, la
que estábamos pasando? Por eso, fue una cuestión de inercia asociarnos a los lugares donde estaban viviendo lo mismo, tocar en espacios distintos a los tradicionales y conocer organizaciones, grupos de vecinos, militantes”, cuenta Marcos el parto de Farolitos y hace el puente con El Luchador. La República es un barrio histórico de clase media trabajadora en Rosario. Así también se llama la plaza, pero no es su nombre institucional. “Ciro Echesortu” figura en el registro catastral, en homenaje a un terrateniente que para no pagar impuestos donaba tierras. En ellas se levantó El Luchador, un 1° de mayo, como no podría ser de otra manera. “Desde pibe venía a hacer unos tiritos, pero no sabía lo que pasaba acá adentro”, recuerda el cantante y vendedor ambulante de perfumes como paso previo al click que los llevó a él y a los faroleros a meter las manos en la masa. “Jóvenes socios de nuestra institución expresaron la inquietud de trabajar dentro del club para ayudar a la comisión directiva, organizando eventos todos relacionados con nuestra sociedad”, dejó en actas el entonces presidente de la institución, con ese tono acartonado propio de los papeles administrativos. Hablaba de la conformación de la Subcomisión de Juventud Luchadora, primer paso de los rockeros dentro del club. Además de organizar algunos recitales de Farolitos para recaudar fondos y realizar jornadas de trabajo para restaurar la infraestructura de los peores años, también se tomó consciencia: “Nos dimos cuenta de que el espacio de militancia puede ser el mismo barrio y que no hace falta ser de un partido político”. Los dirigentes históricos fueron dejando sus cargos y, en 2009, los faroles llegaron a la administración: Dezorzi quedó como presidente y Migoni como vice hasta el año pasado, cuando barajaron de nuevo. “La comisión está para hacer papeles, hay que hacer
“No pisamos lugares en los que se puede conseguir mejor el dinero, sino otros en los que se entiende mejor el discurso.”
Farolitos rompe la lógica instalada entre los músicos rosarinos: “Firmar con la primera productora que se cruza” y rumbear a Buenos Aires.
las cosas verticales para que el Estado las apruebe, pero no le damos bola, somos un mismo grupo”, destaca el cantante por la horizontalidad con la que trabajan unos 20 jóvenes. “Todo está pensado para multiplicar la acción, para que los pibes se involucren. Eso te lleva a pensar qué necesitan, cómo podrían participar, cómo pueden expresarse. Es una pregunta constante”, se preocupa y adelanta que la Escuela de Música es el próximo objetivo para la institución del barrio, por la que pasan siete mil personas por año, casi un 50 por ciento más que en años anteriores. La experiencia de los músicos al frente del club y el andar de Farolitos por los barrios hizo correr la voz hasta llegar a un grupo de chicos que quería recuperar El Federal, institución que estaba a punto de ser rematada. Un grupo de dirigentes de otro espacio aparecía como interesado en avanzar sobre él con una iniciativa privada. “Pensábamos cómo enfrentar a estos tipos cara a cara, políticamente, mientras, los pibes del barrio metieron una pelota y comenzaron a hacer actividades. Esa era la manera de tomar el edificio, involucrando a los vecinos”, resume Migoni, que recuerda al festival organizado para darle un empujón económico al club recuperado como “el recital más grande” de los faroles. “Trabajamos siempre para corrernos de ese lugar porque sino los pibes se alejan, les parece algo distante”, apunta el cantante. Cerca de los vecinos, la luz de Farolitos iluminó hacia lugares propios. “Y…nosotros veníamos de los clubes, ¿dónde íbamos a tocar?”, preguntó el músico, a la espera de la respuesta que no tardó en lanzar: “Hacíamos dos recitales por año en
El Luchador, pero también tocábamos en las plazas de otros barrios”, como el Alvear, Empalme Granero, Barrio Toba. “Hemos tocado en lugares comerciales; esos que detrás tienen una radio grande, una productora, un diario o una revista, pero no son los que nos gustan porque se violentan contra los pibes, no te dejan colgar banderas, y a la hora de cerrar, los números no te dan. En las disquerías pasa lo mismo, lo único que les interesa es lucrar con vos. Quieren convertir un bien cultural en una mercancía. El local que más vendió discos de Faroles es el kiosco de al lado de El Luchador”, resume Migoni e invita a romper con una lógica instalada entre los músicos rosarinos: “Firmar con la primera productora que se te cruza y que te lleve a Buenos Aires”. Para los faroles, el “tocar” es regalar su música pero también prestar sus oídos y abrir sus ojos para conocer las historias de los lugares a los que llegan. La realidad compartida con diferentes espacios generó un engranaje perfecto que en algunos casos fue afianzado por el debate y los acuerdos. Así pasó con la Casa de Pocho (Leprati, el militante social que fue asesinado durante la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001), en el barrio vecino Ludueña, que cada febrero organiza dos días de carnaval con shows de bandas musicales en la plaza que también lleva el nombre del mártir popular rosarino. “No pisamos ciertos lugares en los que tal vez se puede conseguir mejor el dinero. Pisamos otros en los que se entiende mejor el discurso”, sentenció. Los rockeros sociales y deportivos tejieron su historia en los escenarios de 15 clubes barriales y en las varias actividades colec-
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tivas a las que se sumaron. El sendero los fue llevando a compartir la constitución de un movimiento cultural que trabaja el arte como herramienta de transformación social. “Somos un montón de pibes que saben que no tienen una guitarra en la mano sino un fierro así de grande —define Migoni y despega las manos del mate para extenderlas a lo largo—. Somos los que nos encontramos en todas las movidas sociales, desde una marcha por el 24 de marzo hasta el cumpleaños de una organización.” El colectivo tuvo su primera prueba de existencia el año pasado, en lo que se conoció como Huerto de la Música, una asamblea de 400 personas que organizaron en el mítico Sportivo América, el primer escenario rosarino que pisaron Los Redonditos de Ricota y Luis Alberto Spinetta. “No sabíamos que éramos tantos los que trabajábamos de forma autogestiva y que por una visión elitista de la cultura en la ciudad siempre nos chocamos con algo. Nos impusieron el hecho de no reconocernos como trabajadores, entonces, no sabemos que tenemos derechos, no sabemos que hay una Secretaría de Cultura que tiene un presupuesto que siempre queda en las mismas manos, tipos que juegan para los gobiernos.” El Huerto… es la respuesta al Puerto de la Música, un emprendimiento millonario generado por el gobierno local y el Nacional para construir un complejo cultural en la zona céntrica de Rosario, en donde “no podría tocar el grupo de guitarras del barrio Bellavista o Farolitos. Sabemos que la gente de los barrios no se moviliza hasta el centro excepto para hacer trámites. Se quedan acá”.
NOTA DE TAPA
ARIEL MINIMAL
OBRERO DEL
ROCK&ROLL Nahuel Gomez y Paula Sabatés
Martín Santoro
¿FRÁGIL O INVENCIBLE?: EL LÍDER DE PEZ PASA HORAS EN FACEBOOK PELEANDO CON QUINCEAÑEROS QUE LO TILDAN DE “GORDO”, PERO ESTÁ MÁS QUE SEGURO DE LA BANDA MÁS DIFÍCIL DE ETIQUETAR. Y ESO, AUNQUE NO LO CONOZCA NADIE.
La vida musical de Minimal transita por Pez, El Siempreterno. Sus descansos, con Flopa y sus trabajos como solista.
-U
n músico, eso soy. El tipo lo tiene bien claro. —¿Sólo eso? —Bueno, también soy padre de familia, hincha de Huracán y hago una pizza buenísima. Pero posta que no hay más que eso. Ariel Minimal fuma porro durante toda la charla y en ningún momento ofrece. No lo dirá directamente, pero es bastante probable que la situación le hinche las pelotas. “Odio dar entrevistas, de ahora en más sólo hablarán mis canciones”, dice en más de una ocasión parafraseando al Indio Solari, que avisó que el que le dio a la revista Orsai en julio era el último reportaje de su vida. —O sea que vas a hablar únicamente de la estrella... —¿Qué estrella? No existe la estrella. Somos unos muertos de hambre que tocan hacen quinientos millones de años y no los conoce nadie, en comparación con bandas que salieron hace dos meses y las pasan en todos lados y llenan cinco Luna Park. Nosotros no somos populares, somos obreros del rock ‘n roll. Minimal —apodo que a Ariel Sanzo le quedó desde Los Minimals, banda en la que al mejor estilo Ramones todos se apellidaban igual pese a no ser familia— es el líder (guitarra y voz) de Pez, la banda de “muertos de hambre” que paradójicamente es considerada una de las más virtuosas de la Argentina. Tocan desde 1993 y tienen editados doce discos de estudio, dos en vivo y un DVD, todos ellos, sin excepción, elogiados por la crítica. Pero algo de cierto hay en lo que dice: por alguna razón, Pez nunca será masivamente apreciada — ya no—, no habrá correspondencia entre su calidad y su reconocimiento y no llenará nunca cinco Luna Park (seguidos, claro). —¿Por qué creés que pasa esto con Pez? —Porque no importa la crítica ni nada de eso, lo que importa es la repetición sistemática en las radios y el cartel más grande en la calle. La plata que se le ponga al proyecto, eso es lo que importa. Igual no nos preocupa. De hecho, eso es lo que nos mantiene con los pies en la tierra, lo que hace que no nos la creamos. Pero yo toco desde antes que Foo Fighters. Como que una banda que toca hace 20 años podría llenar el estadio Wembley. Y nosotros vamos a un barrio y hay muchos pibes que no nos conocen. *** En una de las paredes que separan la “sala de espera” de una de las de ensayo (además del de Pez hay otro estudio más en la casona de Flores donde se desarrolla la entrevista con NaN), hay una calcomanía que, literalmente, reza: “Jesús es tu camino”. Imposible no preguntar: “A veces en las letras de los temas termino recurriendo a imaginería bíblica. De hecho, cuando le pusimos Pez yo sabía que el animal era un símbolo del cristianismo… pero no fue por eso. Simplemente quería un nombre corto como Yes o Kiss. No es que no sea cristiano. Es que no soy religioso directamente”, dice Minimal, que se educó, sin embargo, en un colegio católico hasta que terminó la secundaria. —Tenía la cabeza deforme por esa educación, pero a los quince empecé a ir a una biblioteca anarquista con Patricia Pietrafesa y me gustaba leer a (Mikhail) Bakunin y después iba a
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“Somos unos muertos de hambre que tocan hace quinientos años y no los conoce nadie.” clases con alfileres de gancho en la corbata, por decir una estupidez. Me enteré de muy chico de cosas que no me enseñaban en mi casa ni en el colegio. Yo toda la vida pensé que era de clase media, por ejemplo. Después me di cuenta de que eso ni en pedo era la clase media, porque si bien nunca faltó nada, tampoco nunca sobró. —¿Eso no es la clase media? —No, la clase media es otra cosa. Porque mi viejo tenía que tener tres laburos para poder mantener el circo andando. Y porque las vacaciones no eran todos los años y sólo había Coca-Cola en los cumpleaños. Tampoco era clase baja, baja. —Entonces tu forma de laburar, de encarar tus proyectos, la aprendiste de tu casa... —No, el concepto de autogestión lo aprendí del punk. *** A los quince años formó Descontrol, su primera banda de punk, en la que tocaba junto a “Poli” y “Alez” Barbieri, sus amigos de la infancia (las vueltas de la vida harían que, siete años después, este trío fuera la primera formación de Pez). Desde entonces no paró. En los años posteriores también integró Cadáveres de Niños, pionera del movimiento fundante del punk en la Argentina (en la que tocaba con Pietrafesa, hoy Kumbia Queers), Los Minimals y el grupo de reggae Cosa de Negros. Cuando esos proyectos se disolvieron, el músico fundó Martes Menta —con el tecladista Mariano “Manza” Esaín entre otros músicos—, que compartió escenarios con Babasónicos y Los Brujos. La banda fue “apadrinada” por Soda Stereo, que para la presentación de Dynamo (1992) la eligió como telonera. Pero la “fama” (si dice no tenerla hoy, es de imaginarse lo que pensaría de esta palabra en aquél entonces) le llegó por primera vez en 1996, cuando Sergio Rotman, que había producido grabaciones de Los Minimals, lo invitó a tocar con Los Fabulosos Cadillacs. Acababan de lanzar Rey Azúcar y estaban en su mejor momento. Con sus acordes, la banda editó Fabulosos calavera (1997) y La marcha del golazo solitario (1999). —Lo de los Cadillacs era algo muy distinto a lo que habías hecho. ¿Fue más un trabajo que un proyecto musical? —Fue todo. Un trabajo, pero también un sueño. De tocar en escenarios grandes, de viajar, de grabar en buenos estudios, de estar en una banda con muchos instrumentos y que suene como un mastodonte. Encima yo fui fan de los Cadillacs los tres primeros discos, los iba a ver. Después, en la época de
“Matador” y “Mal Bicho” les perdí el rastro. Igual siempre sentí que era el proyecto de otra gente. Yo solamente bailaba y tocaba. Mi rollo personal y mi obligación para conmigo mismo ya era Pez. Para cuando Minimal ingresó a los Fabulosos Cadillacs, Pez ya había editado Cabeza (1994) y Quemado (1996), éste último con una nueva formación que incluía a Franco Salvador, baterista de la banda hasta estos días (completa el trío Gustavo “Fósforo” García en bajo). Cuando dos años más tarde editaron su tercer álbum, titulado igual que la banda, ya todo queda más o menos claro: Pez no sólo sacaría, en adelante, un disco más elogiado que el anterior, sino que iría mutando de estilos, ritmos y sonidos indefinidamente. Así, en su haber registran trabajos más cercanos al jazz y la música rioplatense (Convivencia Sagrada), de más resonancia con el rock nacional (Frágilinvencible) y más calmos —o “de minita”, según el propio Ariel—, como Hoy. “Para nosotros es sorprendente porque los que nos parece raro en un momento, con el tiempo se convierte en un disco de Pez”, cuenta el músico. —¿Quién se pueden sentir identificado con una banda que muta tanto? —Un nerd, ja. Sabemos que hay muchos músicos a los que les gusta Pez, pero sería muy deprimente pensar que somos una banda exclusivamente para músicos. Me haría acordar a bandas feas como Dream Theatre, tipos que tocan bien pero que son horribles. Ese concepto lo detesto. Podemos tocar un poco mejor que otros, pero nuestra energía está canalizada en otro lugar. —O sea que no te gusta el rótulo de banda virtuosa… —Ni en pedo. Detesto las clases, las escalas, los sonidistas, no entiendo nada de eso. La única clínica de la que te podré hablar alguna vez va a ser de aquella en la que me internen. —Sin embargo tenés influencia de los músicos de los ´70, que tienen cierto virtuosismo. Y hasta usás tu propio modelo de guitarra… —Obvio, me gustan mucho los guitarristas de esa época, pero lo que más rescato es la parte animal del asunto, no la parte técnica. No soy el nerd de la tapa de la Guitar Player que posa con los dedos todos estirados. Soy un chabón que hace canciones y Pez una banda de rock más de todas las que hay. —¿Tampoco estás de acuerdo con que se la catalogue como banda de culto? —No sé muy bien lo que es eso. Banda de culto se supone que es aquella que no
“Si la crítica es buena no me importa. Si es mala me da bronca. Suma sólo para el ego.” fue muy conocida en su momento pero que después, con el tiempo, la gente dice que está buena. Si es ésa la definición, es un escenario de mierda y no me interesa ser eso. Si ser banda de culto es influenciar a muchas bandas, tampoco me interesa. Me parece que cualquiera que trató de explicar qué es Pez falló, porque es algo que cambia todo el tiempo. El año pasado la banda editó su último disco de estudio titulado Volviendo a las cavernas, un compendio de doce temas de rock “pesado y primal”, como el de los comienzos del grupo. En él participó Pepo Limeres, tecladista, que hasta hace unos meses formaba parte de la banda, pero se fue porque, según Minimal “era muy ruidosa para él”. —Pensábamos que el nombre del disco no tenía nada que ver con volver a los comienzos de la banda, que estábamos simplemente siguiendo el viaje, pero casualmente volvimos a ser un trío. Es que no pienso lo que hago: escribo automáticamente, no corrijo, no tacho nada. Algunas letras de hecho salen al momento de cantar. Llega el momento de grabar el disco, canto y sale eso. Tengo ese método, funciono bajo presión. Hacemos lo que nos gusta y lo hacemos con ganas. Después cuando pasa el tiempo veo lo que hicimos y genero una visión crítica. O no. Hasta hace algunos años, no muchos, Pez editaba mucho más de lo que tocaba en vivo. En el último tiempo eso cambió, en parte gracias a los “Festipez”, encuentros que la banda organiza generalmente dos veces al año. “Empezó como un chiste. Cuando dejaron de invitarnos a los festivales decidimos crear el nuestro. Ahora seguimos porque es un espacio para tocar. Además tratamos de abrir el escenario a bandas que llevan menos cantidad de personas para que puedan ser vistas en un escenario grande. Parece altruista de nuestra parte, pero también es porque son bandas que nos gustan y con las cuales nos gusta compartir escenario”. —¿Les cuesta encontrar lugares para tocar? —Los espacios te los tenés que generar vos. Yo siempre tengo la sensación de que no se puede hacer nada, de que nunca hay suficientes lugares para mostrarse. Me parece muy difícil todo, pero miro para atrás y me sorprendo al darme cuenta de que todo el tiempo estuvimos haciendo. —Y en retrospectiva, ¿te gusta todo Pez? —Sí, no me arrepiento de nada. Igual siempre se puede hacer todo mejor, hay un montón de discos que suenan medio como
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el orto. Pero no me preocupa eso. —¿No te importa la crítica? —Es re pedante lo que voy a decir. Si la crítica es buena no me importa, si es mala me da bronca. A mí me suma sólo para el ego, pero no como músico, porque si voy a escuchar lo que me dice un crítico soy un idiota. Opina, no hace una mierda. A veces ni siquiera va a ver a las bandas, sólo escucha los discos de entre los 80 mil que le regalan. Todo bien, puede tener mucha música escuchada, ¿y qué? No sabe cómo es la historia. *** —Entonces: padre de familia, hincha de Huracán y buen pizzero. ¿Con cuál arrancás? —Las pizzas nada, es de lo poco que sé hacer. Hago las de panceta y jamón y mi mujer las vegetarianas, con cherry, morrones, cebolla, hongos. Pero no sé hacer nada más. Después, soy un papá de mierda. Llevo a la nena todos los días al colegio. Vivo con ella, está todo bien. Pero capaz que me dice “papá, mirá tal cosa” cuando estoy justo mirando un recital de los Dead Kennedys y le digo “pará un poco, de noche no hay que hablar tanto, hay que prepararse para dormir, no hables”, y no le doy bola. No soy el mejor padre del mundo ni en pedo. Pero bueno, le pongo el pecho. —Mejor hablemos de Huracán. —Hace como un año y medio que no voy a la cancha. Ahora tengo que mandar una foto para hacer el carné nuevo. Qué sé yo, se armó un equipo para poder pelear el ascenso. —¿Creíste que descendían? —No, pero tampoco estaba tan seguro de que no. —Dijiste en una entrevista que estabas feliz por el descenso de San Lorenzo. Te quisiste matar cuando se quedaron en la A… —Sí, boqueé antes de tiempo. Me parece que yo los dejé en primera a esos putos. Pero bueno, es lo lógico, soy hincha de la contra. Para mí eso es el folklore del fútbol, no ir a cagarme a piñas a una esquina. No me cabe el concepto de barrabrava, hinchada y toda esa movida. Es medio dark, no me interesa. —¿Qué pensás entonces de la “futbolización del rock”? —¿De la futbolización del rock, o de la futbolización del propio fútbol, mejor dicho? Qué sé yo, las bengalas no las entiendo, ponele. Si tenés cuatro años y prendés una estrellita el 31 lo entiendo, pero después no. Lo de las remeras no me interesa. Yo tengo tatuajes de Zappa y me compro remeras
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Su ideología está en lo que hace: la autogestión que mamó del punk.
de bandas todo el tiempo. Me las mando a hacer incluso, porque las de las bandas que me gustan a mí no existen. Y a los show de Pez van pibes con remeras que les vendo yo. Lo que está mal es lo otro, lo que tiene que ver con las pautas de comportamiento, el circo extorsivo, violento. Todo se conecta, eso coexiste con la Policía y con la venta de paco y con la violencia. Todo es el mismo negocio, la misma gente. Esa que está en la hinchada es la misma que aparece para ser fuerza de choque de algún político medio oscuro. Es el mal y el bien, todo se reduce a eso. Y yo, si bien soy bastante mierda, me quiero quedar del lado del bien, entonces no me gusta esa situación. —Bueno, ahora podés ver a Huracán en la tele con Fútbol para Todos… —Sí. Aunque sinceramente yo pondría las fichas en otro lugar. Está todo bien con el
fútbol y con la cultura, pero creo que hay otros temas más urgentes. Lo demás, cuando esos se solucionen, se va a arrimar solo. Por más de que la banco públicamente a Cristina y todo, y la hubiera re votado si hubiera estado en el país, de acá a 20 años no me importa que haga nada más que no sea para la educación y la salud. —¿Te interesa la política? —No entiendo nada. Cuando tenía 13 años tenía los stickers de Alfonsín en mi carpeta de primer año. Esa fue mi mayor aproximación a algo. Mi bisabuelo era anarquista y después fueron todos radicales, por lo que siempre hubo un antiperonismo en mi familia. Pero yo nunca tuve una afiliación ni me interesó ningún partido establecido ni ninguna propuesta. Lo que más me acerca a una ideología es el modo en que laburo.
“Cualquiera que trató de explicar qué es Pez falló.”
Miminal grabó dos discos solistas (Un hombre solo no puede hacer nada y Un día normal en el maravilloso mundo de Ariel Minimal), y también integra otros proyectos musicales diversos. Uno de ellos es el grupo El Siempreterno, proyecto paralelo de Mimi Acevedo y Rotman (Mimi Maura), en el que también tocan Fernando Ricciardi la batería y Álvaro Sánchez el bajo. El quinteto editó recientemente Hacia el mar de carbón, su segundo disco. “Me gusta que las canciones sean de Sergio, no necesito que sean mías. Sé cómo funciona la banda y está perfecto”, afirma el músico, que estuvo en una situación parecida en el grupo La Luz, la banda de Litto Nebbia en la que tocó como invitado. “No es que no los sienta como proyectos propios, pasa que es otro el rol que cumplo. Una cosa es componer y estar pensando todo el tiempo en la lírica, en qué es lo que transmite la banda, y otra cosa muy distinta es cuando voy y toco la guitarra”. Eso no le pasa con Flopa-Minimal, dúo que sostiene con Florencia “Flopa” Lestani (ex Mata Violeta y Barro) desde hace unos años, luego de la ruptura del trío Flopa-ManzaMinimal, en la que además participaba su ex compañero de Martes Menta y que desafortunadamente dejó solo un disco de estudio. “Lo que hago con Flopa es un descanso de Pez. La idea es que siga, pero nunca va a tener una frecuencia lógica. Ahora estamos tocando, pero capaz que el año que viene ella tenga que hacer otra cosa y paramos y después arrancamos de nuevo. Es algo aleatorio”, cuenta el músico. Con la cantautora editaron en julio de 2011 el EP digital Reducción de daños, compuesto por cuatro dulces melodías que se superan unas a otras y que luego fueron incluidas, junto con otras, en el disco La piedra en el Aire, que lanzaron este año gracias al aporte económico de sus fans. —Habíamos grabado el disco pero no teníamos un mango para fabricarlo. Hicimos un show y vinieron 170 personas que colaboraron con lo que pudieron. Hicimos 17 lucas esa noche. Yo le dije a Flopa que eso demuestra cierta seriedad de nuestra parte, porque la gente sabe quiénes somos y que si nos dan guita vamos a sacar el disco. Hay mucho cariño en ese gesto. Lo que nos sorprendió es que solamente lo agitamos por Facebook. Internet le dio al músico herramientas para favorecer y fomentar la autogestión, característica de todo su laburo. La presentación oficial de Volviendo a las cavernas, por ejemplo, se hizo a través de un video streaming desde la sala de Pez, lo que hizo que miles de fanáticos pudieran disfrutar del show. Y toda la discografía de Pez y de Flopa-Minimal está disponible en la red para su descarga gratuita. —Yo cobro mis derechos de autor en Sadaic. Si hay un mango para mí, lo quiero. Ahora, que un pibe se pueda bajar mis discos también es algo que quiero. A lo mejor
es confuso, pero eso es lo que pienso. —¿En qué lugar queda Azione Artigianale, el sello discográfico que fundaste? —En realidad no existe, es una idea. Cada artista es dueño de su disco y lo que hacíamos era que cuando alguien editaba le poníamos el dibujito de Azione. Nos poníamos de acuerdo para no pisarnos y que salga dos veces el mismo número en el catálogo y está, eso era el sello. Fue más una cuestión de agruparnos, pero llegó un momento en que se nos fue de las manos. Salía el disco de alguien y yo no lo había escuchado. Se suponía que era un sello de “los de Pez” y cuando alguien sacaba su disco nosotros no lo habíamos escuchado. Ahí abandoné la idea del sello. Los discos le gustan y mucho: “Soy melómano. La música es mi adicción, mi enfermedad. Así como hay gente que consume cocaína, yo lo mío me lo gasto en discos. Me gusta el objeto, me gustan mucho los boxset y me gasto un montón de guita”, reconoce. Entre sus planes para Pez, justamente, está lanzar un boxset el año que viene. —Todo lo que hago es porque me gusta. Nos reímos de nosotros mismos, decimos que nos llegó el capitalismo salvaje. En el último show vendimos tazas con el logo de Pez y Fósforo me preguntaba “¿te parece? ¿Tazas? Los wachiturros venden tazas”. Pero los Wachiturros tienen discos también, para eso no hagamos más discos. Lo de las tazas lo hice porque tomo el té todos los días en una Black Flag que me encanta. Y entonces pensé “¿por qué a un pibe no le puede gustar tomar el té en una taza de Pez?”
*** El olor a porro ya es insoportable. Se nota que llevan horas fumando ahí adentro. Al hablar del faso, Minimal cuenta que era “hiperquinético e histérico” y que desde que fuma todos los días puede “más o menos” concentrarse. —Es una hierba divina, pero no divina por sagrada y toda esa boludez, divina de divina. No sé si está bien fumar, no lo aliento, no digo que todo el mundo tenga que hacerlo. Si trabajás cortando bifes con una sierra y no, no fumes loco. Pero yo no manejo maquinaria pesada… —Marchaste por la despenalización de la marihuana. ¿Para que creés que serviría la ley?
“Soy un papá de mierda pero le pongo el pecho.” —A mí personalmente me ayudaría a no sentirme en off-side, porque es horrible sentirse así todo el tiempo. ¡Si no molesto a nadie! El 98 por ciento de mis amigos fuma y para ninguno el porro fue la puerta de entrada a otras drogas ni ninguno después salió a robar o a matar. Al contrario, todos sabemos todo el tiempo dónde estamos, lo que tenemos que hacer y lo que hacemos. Y encima nos ordena la vida, porque si fumás la tuya tenés que tener plantas y cuidarlas, tenés que levantarte temprano para regarlas. Divierte imaginarlo regando plantitas. De barba, tatuado, con panza, Minimal da
perfectamente con el perfil de rockero pesado que se supone por su música. No es gordo, pero su cara y su cuerpo tienen cierta redondez que hacen verlo más Obelix que Ásterix. Circula en Facebook una foto suya mostrando la panza. “Creo que me acabo de dar cuenta de dónde están las vacas que ya no se ven en los campos...”, le firma un fanático de Pez. Y a Minimal le salta la vena: “¿Las tenías todas adentro del culo y no te habías dado cuenta? Qué culo insensible...”. —¿Es cierto que te fuiste de Facebook por un tiempo porque no te gustaba que te dijeran “gordo”? —Me fui porque era insoportable. Está todo bien, no me molesta que me digan “gordo”, lo que me molesta es el “ehhhhh, gordo”. Cuando me dicen eso me saco. ¿Cómo me vas a decir gordo, pelotudo? ¿Y vos qué sos, pedazo de forro? La concha de tu madre, te voy a pegar tal patada en los dientes que te vas a volver a tu casa escupiéndolos como si fueran maíz, hijo de puta, te voy a matar. Se me va la vida peleándome por Facebook con quinceañeros. Mi mujer me pregunta ‘¿qué estás haciendo? Son las 3 de la mañana, no me digas que te estás peleando de nuevo’. Yo le explico que esto es así, que si me escriben, yo contesto. —A los punks los escupen en los recitales… —A mí me llegan a escupir los hijos de puta y me tiro de cabeza y los mato. —Son tus fans. ¿Por qué creés que te dicen esas cosas, si supuestamente sos su ídolo? —Porque no somos estrellas, porque un segundo antes de tocar estamos abajo del escenario viendo a la banda que toca antes. Entonces la gente se confunde, porque necesita que el de arriba sea un ídolo total, necesita poder comprar el póster. Y como nosotros no somos eso, no entiende muy bien. Después hay gente muy estúpida, más cuando se junta. El otro día un flaco me tiró una lata de cerveza. Es una boludez, pero nunca me habían tirado nada. Pensé que evidentemente estaba yendo más gente a vernos, porque empezaron a aparecer los tarados. —¿Pensás que fomentaste este tipo de relación? —Lamentablemente sí. Esa agresión de ida y vuelta la generé yo. En un momento el chiste era gritarme para que conteste. Igual hace como un año que uso tapones, no escucho nada de lo que me dicen. Y por suerte tampoco veo, sólo luces. Si me pusiera a mirar al público creo que me agarrarían ataques de pánico.
Dice Minimal que es melómano y que se gasta “toda la guita” en discos: “La música es mi adicción, mi enfermedad”.
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COBERTURA/TEATRO
DEMO
EL AMOR ES UN JUEGO DE OPUESTOS Lola Kuperman
Jair Toledo
EN UNA HISTORIA DE MOVIMIENTO CONSTANTE, IDEADA POR IGNACIO SÁNCHEZ MESTRE, DOS JÓVENES SE CURAN LAS HERIDAS CASI SIN PROPONÉRSELO.
L
o primero que hace Lucas al llegar a la casa de Paula es correr la cama y mover el escritorio, sin pedir permiso. Así, ambos se dan cuenta de que el mismo espacio podría ser mejor aprovechado. Eso intentan. Como resultado, la cama entera recibe el aire fresco de la ventana, y en el medio de la habitación queda lugar para un colchón más. Oxígeno para respirar, dióxido de carbono para desechar. Es un demo: dos personas prueban, pero aspiran al disco entero. ¿Por qué dos personas se quieren? ¿Por qué dejan de quererse? ¿Qué tiene el otro que nos despierte admiración o confianza? Son preguntas que rebotan en Demo, obra dirigida por Ignacio Sánchez Mestre. Con una mochila, un bolso, una planta y varias cajas de vino llega Lucas (David Szechtman) a alquilarle una pieza a Paula (Inés Efrón). Y llega, también, para alterar el círculo depresivo en el que se encuentra la joven. Demo es una historia pequeña. El corazón roto de Paula y su extenuante búsqueda por una identidad, cualquiera que sea, conviven con el deseo de independizarse y madurar de Lucas. De la combinación nacen situaciones matizadas por lo tragicómico de lo cotidiano, de lo propio, de lo argentino. Los primeros pasos en falso ―de ambos― hacia una adultez temprana tienen como escenario una ciudad costera donde casi nunca pasa nada. “Decime dos o tres palabras de lo primero que pensaste de mí”, le demanda Paula a Lucas. Se lo exige subida a una silla, en el medio de la habitación en la que los dos personajes aprenden a respetar los miedos del otro y, también, a quererse de a poco. El encuentro de sus fragilidades será el puntapié para la construcción de su vínculo, nutrido por el oxígeno que les regala una peperina, la planta que Lucas trae consigo para airear lo enmarañado del departamento. Las escenas las divide un hombre que viste una campera con la letra “jota”. Aparece en la oscuridad y modifica levemente la escenografía. Jota es el objeto de deseo de Lucas, su amigo y su guía espiritual. Esta división de la obra es quizás uno de los puntos más
El nivel de verosimilitud de la obra, que incluye improvisaciones, asusta. acertados: las representaciones mentales toman cuerpo y forma en el espacio real y así, el nombre que Lucas pronuncia incesantemente modifica con cautela su situación espacio-temporal. La escenografía en Demo funciona a modo de expresión de la estación mental de los personajes. “Inconscientemente me da bronca que el otro pueda y yo no”, explica ella y justifica su risa burlona ante las ideas de Lucas. Él sigue ofendido y procura conectar cables, pero la entiende. Una lámpara con una tortuga de mar explica una posible situación geográfica y una cama desarmada por ella o armada por él se entiende como la manifestación del caos o del orden mental de cada uno. La obra tenderá naturalmente al equilibrio, como un sistema que se ve magnetizado hacia la calma del mar. “Dicen que los extremos se atraen, y el romanticismo de ella me
Ambos personajes dan pasos en falso hacia una madurez temprana.
sabía a gloria, yo soy todo lo contrario y necesitaba de esa otra visión de las cosas. Cuando digo romanticismo quiero significar una actitud de vida basada en el eje emoción-imaginación”, escribe Manuel Puig, y describe las raíces de la relación entre Lucas y Paula. Serán agua marina para el otro: se curan las heridas sin siquiera proponérselo. La obra, escrita por su director, se caracteriza por las improvisaciones asentadas. Tanto Szechtman como Efrón son uno más en el público: la historia maneja un nivel de verosimilitud que asusta. Y gusta. La puesta en escena de Demo denota un extenso trabajo en un lenguaje tanto corporal como verbal que ofrece al espectador un reservorio gigante de empatía. El personaje de Paula es interpretado por Paula Grinszpan desde la última semana de agosto. Este cambio, además de responder a la vida personal de los actores, adquiere sentido en la obra. Porque el movimiento en la historia es constante: no desacelera, no decrece. Es ternura y es tristeza. Demo es salir con el corazón latiendo con furia, con una melodía pegada y siempre, pero siempre, aspirando a lograr el disco completo. * Demo se presenta los jueves a las 21.30 en El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, Ciudad de Buenos Aires.
RESEÑAS
HISTORIAS DE HOTEL
DIARIO DE UNA PRINCESA MONTONERA, 110 % VERDAD
(Varios autores)
(Mariana Eva Pérez)
Nicolás Alonso
Esteban Vera
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e suele pensar que la inspiración y la soledad son laderas fieles del escritor. Que son su hábitat, su espacio, su medio. La inspiración, ese regalo que dan los dioses, suele conjurarse en la soledad de un cuarto, en el humo de un cigarro, en la belleza de un paisaje... pero ―se presume― difícilmente surja en una charla grupal o en el intercambio colectivo. Eso es lo que se atrevió a cuestionar el proyecto Creativa InterZona 2011, que reunió a seis escritores con el objetivo de propiciarles un espacio que estimule la inspiración. El lugar elegido fue el mítico Hotel Llao Llao y la comitiva artística estuvo integrada por los escritores Sergio Chesfec, Gustavo Nielsen, Robertita, Edgardo González Amer, Arturo Cabrera y Ariel Magnus. El resultado es Historias de Hotel (InterZona Editora), libro que reúne los seis textos que estos autores produjeron durante su estadía en la Patagonia. Buscado o no, el proyecto va más allá de la cuestión de la inspiración. Como se dijo, involucra, también, una puesta en cuestión sobre la idea de la escritura como oficio solitario. La antología es producto de una experiencia colectiva. Y tal vez ése sea su mayor valor.
on relatos fugaces con un protagonista: el “temita” del horror de la última dictadura. Entre la ficción y la autobiografía, Mariana Eva Pérez relata anécdotas de una “princesa montonera, ex huérfana superstar, hija de probeta de los organismos de derechos humanos de la Argentina”. Así, postea una recopilación de microhistorias que van desde una arenga en su terraza en Almagro a su pueblo montonero, su “militoncia” en una agrupación de “hijis”, un encuentro con Néstor Kirchner hasta un almuerzo en la mesa de Mirtha Legrand. La escritora (también dramaturga) se pregunta en el libro ―nacido en la blogósfera y editado por Capital Intelectual― cómo escribir con humor acerca del horror. Pérez ―hija de desaparecidos, nieta de Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas, y militante de derechos humanos― recurre a la tragicomedia y al grotesco. Lo hace desde el “ghetto” de los hijis, “minoría muy privilegiada, urbana, educada, politizada, psicoanalizada”. Para la escritora ―radicada en Berlín― es necesario hablar del “temita”, porque “hay cosas que quieren ser contadas” ―como lo hace Félix Bruzzone― desde la mirada de un hijo.
CUMBIA SABROSA
LOS TIEMPOS DE EMPEZAR
(Sonora Marta La Reina)
(Sebastián Dorso y Marcos Monk)
Sergio Sánchez
Andrés Valenzuela
S
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onora Marta La Reina, una de las referentes de la escena de orquestas tropicales porteñas, acaba de editar su (muy buen) primer disco. Impresionan la cohesión y la unidad instrumental, la amplitud rítmica y la sensación de que la orquesta está tocando en vivo. No es casualidad, sino una búsqueda artística. Es que los muchachos grabaron a la vieja usanza: todos los instrumentos juntos, al mismo tiempo y en un mismo salón, como lo hacían hace 70 años todas las grandes orquestas del estilo. El combo musical incluye no sólo cumbias propias y ajenas, sino chamamé, vallenato, guaraña, porro, merengue y otros géneros latinoamericanos. Lo interesante, también, es que el sonido no está anclado en la Argentina, ni siquiera en Colombia, sino que la música viaja todavía más al norte. SMLR se esfuerza por evocar la cumbia mexicana en canciones como “Tu ingratitud” (Marco Antonio Solís), repasa la cumbia santafesina en “Vuelve a mí” (Juan Canosa), rescata el mejor vallenato en “La cañaguetera” (Alfredo Gutiérrez) y regresa al país con el chamamé “Amores que un tiempo fueron” (De Mendonça). La orquesta está integrada por ocho vientos, percusión con tambor, guacharaca, güiro, alegre, acordeón vallenato, contrabajo y voces.
a primera producción conjunta de Dorso y Monk resulta de esas imposibles de clasificar rápidamente. Parte del folklore argentino (hay por ahí una zambita, una chacarera, algo del altiplano), pero recorre muchos ritmos populares latinoamericanos y se escucha la influencia de ritmos (con)urbanos y alguna pincelada de jazz (“En el fondo de un té”). En los once temas se destaca la guitarra bien punteada como elemento central de su música, pero no faltan las voces, la percusión ni el piano para terminar de construir el ambiente Es imposible de clasificar, excepto como un disco a tono con el espíritu del nuevo cancionero popular, fruto de mixturas de ritmos y melodías, pero despojado de prejuicios. A la sólida formación técnica que se trasluce en la aparente sencillez de las canciones hay que sumar una poética etérea que hace pensar en un clima plácido e intimista. Un tono que recuerda a confesiones con amigos (como en “El encanto de este canto”) y susurros de enamorados (ya desde el comienzo, con “Sólo en sueños”). La mayoría de los temas están compuestos por Marcos Monk, excepto dos, de Sebastián Dorso, y uno de Norberto Minichillo, “La Fallada”.
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ENTREVISTA/TEATRO
MELISA HERMIDA
“EN LA ACTUACIÓN NO HAY QUE ENTENDER” María Luz Carmona
Ana Pouchard Serra
DISCÍPULA DE CLAUDIO TOLCACHIR, LA DIRECTORA ASPIRA A UN TEATRO ESPONTÁNEO Y COMUNICATIVO. RECIENTEMENTE ESTRENÓ MEMORÍA DE UN GESTO (NADA EXTRAÑO), UNA HISTORIA DE AMOR.
“S
oy una romántica empedernida. Siempre hablo del amor y mi vida está atravesada por ese sentimiento. Para mí es lo más importante del mundo.” Así se define ―y a su trabajo― la joven actriz, directora, dramaturga y licenciada en Artes Combinadas Melisa Hermida, cuando se le pregunta por la temática de su obra más reciente. Es que el amor, según ella, está en todas partes, y no se lo puede evitar. En Memoría de un gesto (nada extraño), la puesta que dirige (viernes a las 23, en Timbre 4, Boedo 640, Ciudad de Buenos Aires) lleva al escenario el contexto de la Guerra Fría y los enfrentamientos ideológicos. Son la excusa para hablar de una historia amorosa, atravesada por un mundo “caótico y absurdo” en el que sólo existe la destrucción. “El amor borra las imposibilidades, las fronteras de colores. Pero en un planeta que responde a intereses y no a deseos no hay lugar para este gesto: el de la libertad y el sacrificio que implica amar”, entiende Hermida, que además actúa en Tercer Cuerpo, dirigida por Claudio Tolcachir y representada en más de 17 países y 30 festivales internacionales. En la obra de Hermida el mundo está dividido en azul y rojo. Es un mundo incoherente, en donde todo el tiempo se busca aniquilar al otro, al que es diferente. Y en ese contexto no hay lugar para enamorarse. Ese es, tal vez, el rasgo que más llamó su atención y direccionó su creación teatral. “Es llamativo ver como éstos tipos dividieron Europa en rojo y azul, como si fuera un tablero del TEG, como si se tratara de un juego de chicos. Es ridícula y absurda esa división, no hay vuelta que darle”, asegura y reafirma su idea. “Soy una fanática de los mapas, tengo muchos en mi casa. Hay cosas de la guerra que me parecen fascinantes y otras que no entiendo”, agrega. Hermida sabe desde chica que lo suyo es el teatro. Empezó a estudiar actuación a
“La magia del teatro es el poder del pensamiento.” Lo absurdo de la guerra y la imposibilidad del amor se cruzan en la última obra de Hermida.
los 17 años en Andamio 90, donde conoció a Tolcachir (que tenía 19 y ya daba clases). Y desde ese momento viene siguiendo sus pasos. “Tolca es un gran maestro. Estudié con él toda la vida y aprendí mucho”, asegura, con una sonrisa sincera. En el teatro de Tolcachir, uno de los referentes más notables de los últimos años, “hay una búsqueda de la verdad de la acción”, sintetiza. La joven se formó además con los docentes Luciano Suardi y Guillermo Angelelli, entre otros. Actuó en Jamón del diablo y Lisistrata, ambas dirigidas por Tolcachir y representadas en Timbre 4. Y actualmente es docente de teatro en ese espacio. ― ¿Por qué eligió teatralizar el período de la Guerra Fría? ― No lo elegí: él me eligió a mí. No fue una decisión muy consciente. Arranqué la obra pensando en imágenes de espionajes y contraespionajes, y a partir de ahí fui entrando en ese período. Es la época más represen-
tativa, sobre todo en el imaginario popular. Es tan absurda la guerra. Mientras ensayábamos para Tercer Cuerpo me fui a Berlín Oriental a recorrer e hice el Tour Rojo, donde te muestran todos los lugares emblemáticos del enfrentamiento. Es ridículo cómo dividieron el mundo en dos. Durante la guerra estaban jugando al TEG con el mundo real. Me llamó la atención cómo suceden estas cosas que no son naif. Se transforman iconográficamente en algo naif, como esto del rojo y el azul, que se plasma en la obra. Eso me llama poderosamente la atención. ― ¿El contexto es una excusa para contar una historia de amor? ― Sí. En realidad no lo había pensado tan así, pero hoy lo veo así. Soy una romántica empedernida. Creo que uno a lo largo de su vida va hablando de lo mismo, ya sea escribiendo, actuando o dirigiendo. Siempre hablo del amor. Si bien no es una historia clásica, es una de amor. Entonces, contarla
Hermida también es docente en Timbre 4 y actúa en la famosa Tercer cuerpo.
en un contexto en donde la protagonista es la destrucción lo potenciaba. En un mundo tan encerrado, en donde está todo tan determinado ―lo que se puede y lo que no, lo que tenés que ser y hacer―, el amor se presenta como una grieta de posibilidades. ― ¿Cree que hay, en los últimos años, una nueva camada de directores y dramaturgos jóvenes que están proponiendo cosas nuevas? ― A partir de la crisis de 2001, en la Argentina y también en toda Latinoamérica, aparece la urgencia del arte, hay una proliferación infernal de teatro. Cuando viajé a Europa con Tercer Cuerpo vi que los tipos no entienden por qué hacemos teatro. Ellos hacen teatro si los subsidian, si cobran. No existe hacerlo de modo independiente y ensayar hasta las tres de la mañana. Es muy distinto. No existe esta cosa de hacer teatro porque es lo que elegiste aunque sepas que no vas a vivir de esto. Hago esto porque es lo que elegí y es una necesidad. Esto que se vive en Buenos Aires, y que en 2001 se acrecienta, tiene que ver con que el arte es una necesidad. No es una posibilidad y no importa la plata. Y ahí está la otra cara de la moneda, porque es un trabajo y no está bueno no cobrar por él. Hacemos teatro por placer y por amor a esto. En España están muy atrasados, muy pegados al texto. El teatro no está vivo. Es un arma de doble filo, porque lo nuevo, lo vivo, lo urgente no se cobra. No está bueno ensayar hasta las cuatro de la mañana y levantarte a las siete para ir a trabajar de otra cosa. Y a la vez esa dinámica hace que el teatro esté más vivo.
― ¿Cuáles cree que son las inquietudes y búsquedas de los nuevos directores y dramaturgos porteños? ― Hay una búsqueda desde la actuación, que podría unir a Daniel Veronese con Tolcachir, que son los nuevos referentes en la búsqueda de la verdad de la acción. Tolcachir hace foco en lo que está pasando, más que en los juegos de la escenografía y las imágenes. Hay una búsqueda por generar que el actor esté sintiendo lo que está haciendo, desde el despojo del dispositivo teatral. Me encanta el dispositivo, me encanta
“En Buenos Aires, tenemos una urgencia de hacer arte, más desde 2001.” el cine. Haría eso si pudiera. ― ¿Cuál es la particularidad de Tolcachir? ― Tiene que ver con la actuación que él propone. Se trata de no sobreactuar, de estar ahí y pensar. También se los digo a mis alumnos: “No hagas que pensás, pensá”. Lo que pienses en el momento de la actuación hace que esté viva. ¿Cómo hacer 600 funciones de lo mismo? Las hicimos con Tercer Cuerpo, pensando de verdad, encontrándonos con el otro de verdad. No son todos los días iguales. Uno no siempre está igual y la obra no es nunca la misma. Se trata de pensar, escuchar, elaborar el pensamiento y contestar. Eso es algo que Tolcachir sistematizó. En las obras de él, los actores están pensando y te hacen pensar a vos. El teatro tiene algo mágico: si el actor
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piensa, el espectador también. Van a pensar cosas distintas, pero esa es la magia del teatro: el poder del pensamiento. Aunque el texto sea siempre el mismo y haya una partitura, cada obra tiene que ser diferente. Hay que descubrir cosas nuevas cada vez y para eso hay que escucharse y escuchar al otro. Y eso se logra al estar vivo y comunicado con el otro. La comunicación es lo que mantiene vivo el pensamiento. Se trata de esa búsqueda del actor vivo, en escena. Es lo que sorprende de los dramaturgos argentinos en Europa. ― ¿Siempre se logra esa conexión? ―No, es difícil. Pero es más simple de lo que parece. No se trata de hacer grandes esfuerzos. Hay que estar más acá (se señala el corazón), más conectado con uno. Y el canal tiene que estar muy abierto para que te pase. Hay que tener ganas de comunicarte y de que te pasen cosas con el otro. Para que suceda la magia hay que barrer la boludez, es más simple y es más jugado. El actor tiene que poner su universo en juego, prestar sus ojos. En la actuación no hay que entender, hay que dejarse llevar y hacer. ― ¿Hay más espacio para las mujeres en el quehacer teatral? ― Puede ser. También en el cine veo que hay mayor incursión de mujeres. Progresivamente se va a ir abriendo más lugar para el género. La mujer salió más a laburar y también a hacer arte. Hay una lucha fuerte. Está peleando más por salir y cada vez hay más aceptación. Y eso hace que aparezca más dentro de las producciones artísticas. No me identifico con un movimiento de género, pero… ¡Power for women!
CONTRATAPA
CASAS CULTURALES
Y POR AHÍ
ESCUCHÉ DECIR QUE
AÚN EXISTE ESE LUGAR… Nahuel Lag y Nicolás Sagaian Juan Pascual y gentileza de Pen Jaus
COMO UN VIRUS Y EN LA MÁS LIBERTARIA CLANDESTINIDAD, LA MOVIDA DE ABRIR LA PROPIEDAD PRIVADA A LO COLECTIVO INVADE TERRITORIOs. EL ARTE ES EL GRAN MEDIADOR.
E
l edificio ronda el centenario. Explota de luz y mezcla lo barroco con lo moderno. Las escaleras mecánicas llevan y traen a personas que ostentan sus bolsas de compra. Afuera, los autos enfilan para el casco de la antigua estación, entre los bares y los cajeros automáticos. Una puerta entre bordó y rosa, se camufla a mitad de cuadra, en ese paisaje de la ciudad. La entrada abre a un pasillo de 30 metros. Al fondo, un mundo regularmente privado. Pero éste “va hacia lo público”, aclara quien invita a pasar cada fin de semana. Los que tienen la bienvenida son amigos de amigos. Cada uno pasará “sin que se le mire la cara a nadie”. Hay un límite, claro: no deja de ser una casa. Allí la música es la gran anfitriona. Pero las artes plásticas, la fotografía, la literatura, el teatro y el cine también tienen su lugar. “No se termina de entender qué pasa que cada tanto…pum, puerta, gente, música. Entonces, ¿qué hay en la casa de al lado? Un amigo que trabaja en la municipalidad me dijo que los vecinos de los edificios se estaban organizando para hacer una denuncia. Le pregunté al portero qué onda la música, si se escuchaba. ‘Yo ni me enteré’, me dijo”, cuenta Penélope, casera de Pen Jaus, ese rincón urbano, “semiprivado”, “semioculto”, que es apenas uno de los tantos que están surgiendo de forma viral en la Ciudad de Buenos Aires, el Conurbano y La Plata. Sólo hay que saber qué timbre tocar. ¿Cómo es posible encontrar estos sitios? A partir del medieval boca en boca, que no falla y cierra una “cadena de confianza”. También vía Facebook, donde las actividades se expanden como un espiral y donde aquello de “amigos de amigos” se hace virtual. La fecha se organiza y el flyer sube a la red con mucho cuidado, sobre todo, a la hora de hacer pública la dirección. Pese a que se ingrese con un “bienvenido” del dueño y a que el número de gente no sobrepase el cien —según el espacio—, estos lugares están en el limbo de la legislación. Entonces a veces llegan las inspecciones y las cancelaciones por parte de las autoridades que más que seguridad buscan un “vuelto”. Así y todo, subsisten. Como pueden, a su modo, conscientes o no, impulsan nuevas lógicas de relación entre el público, el artista y el acceso a la cultura.
“Hay algo de ‘revolución amor’, de no tener miedo, de ‘tratemos de encontrarnos’. El mundo es bastante hostil. Abrir un lugar es descomprimir.” Penélope. FILOSOFÍA CASERA Bajo cada techo se comparte una filosofía. A diferencia de los bares y los boliches, “la histeria acá no está”, resalta Penélope. “Esto es una casa y la gente viene predispuesta de esa manera”, agrega Valeria, integrante de la Casita de unos Amigos, perdida allá por la escena porteña. Para los caseros, eso significa “energía”, “onda”, “fraternidad”, “conexión”. El arte es lo convocante, pero el plan va más allá: “Hay algo de ‘revolución amor’, de no tener miedo, de ‘tratemos de encontrarnos’. Ya el mundo es bastante hostil. Abrir un lugar es descomprimir”, entiende la habitante de la Jaus. La antigua casa platense, bautizada a principios de este año por el grupo de vocalistas que integra la anfitriona, tuvo un ascenso rápido y repleto de “momentos inolvidables”. Dani Umpi cruzó el charco e hizo un show para 50 personas, como la charrúa Samantha Navarro y los locales Tomi Lebrero y Pablo Vidal. Todos con la biblioteca de la dueña como escenografía, en el ambiente donde se improvisa el escenario. El clima es tan ameno que se generan códigos particulares. “Si alguien viene y considera llevarse un libro o un adorno no puedo hacer nada contra eso. Se genera un ida y vuelta en ese sentido. Yo pongo todo: está el perro, mis cosas, mi ropa… Hay cosas que se respetan sin decirlo”. Sentado en el sillón del living que funciona como sala de exposiciones, apenas a un metro de la escalera que baja hasta el sótano de la casona de Villa Pueyrredón —donde se realizan ciclos de poesía, proyecciones e intervenciones—, Fernando destaca que para
él, como músico, es natural abrir su hogar: “Me levanto, me lavo la cara y ya me están llamando para armar una movida. Si la idea es que seamos 30 nos juntamos acá”. Según calcula, pasaron por allí más de cinco mil personas. Crecieron artistas como Marina Retamal; brillaron bandas como Siddhartha Spiritual Project y nació el Movimiento de Artistas Latinoamericanos (MAL). Pero aclara: “No significa que esté abierto todos los días. Sería desgastante. Cualquier artista puede venir, en tanto se genere una relación, un beneficio mutuo. La idea es juntarnos de un modo más intimista porque la ganancia está a la hora tomar contacto con otros pares”. El plan intimista también pinta por el sur del Conurbano: “Lo que queremos es que la gente vea el show bien. Cuando hay bullicio ya no se escucha la banda. La idea no es ‘cuánta más gente mejor’, sino ‘cuánto mejor la pase la gente’: así se disfruta la obra”, apunta Juan desde La Casita de Temperley, reducto que a simple vista es el hall de la abuela con escenario adentro y la parrilla del “nono” rodeada de murales, afuera.
tienen la opción de presentarse sin más sonido que el de su guitarra y voz”, indica Bruno, consciente del estilo que buscan y del círculo casero apto para la explosión de artistas que eligieron retomar el camino de los cantautores (Pol Nada, Sofía Viola, Ivo Ferrer, Lula Morales y más). Desde La Casita de Temperley, el espacio que encontraron para achicar las distancias del acceso a la cultura under entre el burzaquense Tío Bizarro y los bares porteños, no le escapan a las definiciones y lo dicen de frente: “Queremos que éste sea el lugar de los acústicos y especializarnos en eso”. Como si fuesen curadores, los caseros arman las fechas de acuerdo a los discos que tienen en su reproductor y a la música que
CADA UNO HACE DE SU CASA UN PITO
suena en sus auriculares. “Contactamos a las bandas que nos gusta escuchar”, señalan. Ahora, si algún grupo se acerca con ganas de mostrar lo suyo en el lugar, les piden un demo o algo que escuchar para saber qué es lo que hacen. “No armamos fechas a ciegas”, admiten en La Casita. La meta es alejarse de la lógica de los espacios donde tocan bandas sólo si pueden pagar. “Ahí, un día tenés una banda de reggae, al otro una de ska, al otro cumbia, lo que hace que el lugar no tenga su público propio”, observa Juan. En ese caso, la gente se acerca sólo por las bandas, cuando lo que quieren los caseros es lograr una marca: “Que, vengas el día que vengas, haya algo que te guste. Buscamos un espectro de gente que, en sí, comparta nuestros gus-
La onda es ésa. En estos recovecos se borran muchas fronteras, incluso la del escenario. La cosa es más cara a cara. La relación entre la banda y el público es otra. Sin tarima ni luces todo está al mismo nivel. Los músicos lo viven de una manera diferente. Estos lugares cuentan con ese plus: “Tienen lo que se necesita para que la canción se aprecie bien”, asegura Juan. Para aquellos que arman sus primeras fechas, las casas son una alternativa en la que ver reflejada la devolución de quien escucha. Para los que ya llenan teatros y mueven su público es experimentar, escucharse desde otro lugar y con otra gente. “Hay mucha movida de bandas o grupos de dos o tres personas, hasta solistas, que
En estos recovecos se borran muchas fronteras, incluso la del escenario. La cosa es más cara a cara.
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tos”, confiesa. De la misma manera, también puede caerse al otro lado de una puerta en la que los curadores manejen criterios experimentales: “Si algo nos planteamos desde el principio fue el ‘no demo’. Que venga a tocar el que quiera y toque. No nos importa. Nuestros gustos personales importan poco”, dice Valeria. Lucio, el anfitrión del espacio, la sigue de cerca y cuando ve la posibilidad, aclara: “Hay quienes, una noche, han dibujado lo que quisieron en las paredes o intervinieron el lugar colgando algo del techo. Otros vinieron en la semana a armar algo que no tenía nada que ver con la que iba a ocurrir a la noche. En sí, la gente le fue metiendo mano. Eso es apropiarse del lugar”. En las paredes de la Casita de unos Amigos se nota. Cuando uno sube por sus escaleras de cemento llenas de graffitis y llega a la primera sala, la onda trashera queda expuesta. En una sala puede haber dibujado un monstruo naranja y en la otra un pequeño mundo subacuático en el que flotan estáticos peces de colores, estrellas de mar y números. “El arte acá fluye libremente, no está encorsetado”, destaca Lucio. PAGA EL ARTE Al mirar más allá de estos rincones de curadores o experimentales, los promotores saben que para quien quiera llevar su arte a los lugares tradicionales la cosa no es fácil. La exigencia de un cupo de venta anticipada de entradas o el costo del flete para cargar los equipos son cuestiones que antes de armar una fecha hacen pensar si generan pérdidas o empatan con la billetera. Es que la lógica del lucro aún abunda ahí afuera y tampoco es desacreditada a la sombra de los techos caseros: “El dueño de un bar tiene que ganarse su mango, tiene su familia, quizá lo que sabe hacer es mane-
En Pen Jaus, rincón urbano “semioculto”, la música es la anfitriona.
jar sonido y es mejor que exista ese espacio antes de que abra un kiosco”, apunta el de Villa Pueyrredón. Con un ejemplo, los del Conurbano comparten su mirada: “Cuando vamos a comprar la bebida hablamos con los tipos de los bares. Y te dicen: tengo cinco pooles, traigo a tal banda y no sé qué… Ellos se dedican a la cultura, pero más como una máquina de hacer chorizos”. Todos reconocen que “hay que mantenerse”. Si no está la posibilidad de tener un inmueble propio hay que alquilar, pagar los servicios, mantener el lugar y comprar bebidas. De ahí la idea es sacar un mango para cubrir los gastos de abrir las puertas, para algunos incluso se puede llegar a vivir —el deseo siempre está—, aunque, como ejemplifican los de Temperley, ése sea el último orejón del tarro en la lógica de todo el movimiento casero: “La relación es de pares: somos artistas y nos parece una locura que los músicos paguen para tocar. Te tomás días, meses, para hacer un disco, para ensayar. Te movés con los equipos para que la gente escuche tu música ¿Cómo vas a pagar para mostrar tu arte? En este lugar nosotros tenemos el sonido, los micrófonos, las luces y no se los vamos a cobrar nunca”. Desde la sala de exposiciones, Fernando sigue el coro: “Mi casa no está abierta como si fuera un negocio. Un espacio pensado netamente con ese objetivo no puede bancar un ciclo de poesía al que vienen 15 personas. Estos movimientos se diferencian de ese anhelo excesivo de ganancia sobre la pérdida del otro. Acá el beneficio es mutuo: cuando un artista propone algo, le tiene que
servir a él, a mí y a la gente. Si Beldent decide hacer un superfestival se la va a llevar en grande, pero si se juntan un par de personas emprededoras pueden lograr mover a muchos artistas y a mucha gente. El beneficio es estar haciendo”. COSA DE TODOS Que la movida se arme puertas adentro no quiere decir que en las casas no existan medidas de seguridad. Aunque no se hagan inspecciones constantes, más allá de alguna
“Hay quienes dibujaron lo que quisieron en las paredes. La gente le fue metiendo mano. Eso es apropiarse del lugar.” Lucio. que otra “visita de la ley”, caseros y huéspedes están comprometidos en el cuidado de todo y de todos. Las pautas de convivencia básicas forman parte del sentido común, no están inscritas en ningún reglamento. Cromañón marcó a fuego cierta conciencia que antes flotaba en el aire. “Un matafuego, mínimo, es indispensable. Una luz de emergencia hace falta. Cuando pensamos que hay suficiente gente en el lugar, no dejamos entrar a nadie más”, apuntan los anfitriones. Para fumar está el patio. Cada lugar se auto-regula. “Al principio, el patio y la terraza estaban abiertos. Después pensamos
en los vecinos por los gritos. Se lo dijimos a todos con la mejor onda y lo entendieron lo más bien”, recuerda. La fraternidad es una fija. Al final de cada noche no es raro ver a cualquier visitante ayudando a barrer, ordenar o tan sólo juntar los vasos. Esa disposición aparece porque es algo que brota de las paredes: cada uno de los asistentes siente que está en su propia casa. En lo de los Amigos, Lucio cuenta que cuando quiere sale de la barra “y alguien se copa para atender a los que quieran algo para tomar hasta que vuelva”. Sin embargo, esa atención también existe hacia el afuera. “Tratamos de que la música no moleste a los vecinos, así como no pretendemos que haya grupos masivos en la vereda o en la puerta. No es esa la intención”, afirma Valeria. El trato con los de al lado o los de la misma cuadra es crucial. Ante cualquier queja o denuncia de los vecinos a la Policía o la municipalidad, el lugar empieza a correr cierto peligro. Si las situaciones se repiten estos rincones urbanos pueden sufrir alguna sanción, y lo que es peor, hasta una clausura. Como no están amparados bajo el manto de una legislación, prefieren evitar cualquier problema. El vacío legislativo Desde el Conurbano hasta Capital, y de ahí hasta La Plata, el vacío normativo les pone un cerco a las casas culturales. La figura legal para poder habilitar estos espacios, en el caso de que sus dueños quieran hacerlo, no existe, por lo que están obligados
EXPERIENCIAS CASERAS La Casita de Temperley surgió de una experiencia que su fundador vivió en Londres.
a recurrir a la clandestinidad. También está la posibilidad de anotarse como bar o pub o hasta con un rótulo que nada tenga que ver con lo que ocurre de la puerta para adentro. Pero a veces ni eso es una solución. Los responsables de La Casita de Temperley probaron ir por ese camino pero fallaron al primer intento. “En la municipalidad, cuando fuimos a iniciar el trámite, nos dijeron: ‘música en vivo no pongas. El intendente no quiere’”, comenta Bruno. En Lomas no hay una ordenanza que prohíba los recitales. El problema es que la legislación es vieja. “Para el municipio, un centro cultural es más parecido a un centro de jubilados. No se puede vender alcohol, no se puede recaudar. ¿Cómo nos mantenemos? No hay respuesta a eso”. En Capital Federal la situación es más compleja, llena de contradicciones y de secuencias absurdas. Rincones que son declarados de “interés cultural”, tiempo después tienen estampada en su puerta la faja roja de clausura. Los integrantes de la Casa del Pueblo pueden dar cuenta de ello, también espacios más recientes como el San Nicolás Social y Cultural, Casa Orilla, la Usina, el Pacha y Trivenchi. A pesar de probar con todo, funcionar a puertas cerradas y tomar medidas extremas, como poner una clave secreta para entrar y esconderse como nadie, los promotores de la Casita de unos Amigos no pudieron escapar de los sabuesos del macrismo. “Tuvimos, por lo menos, cuatro clausuras. Levantamos tres y ahora volvió una de 2010. La verdad que es todo muy desordenado, cuando vas a hablar te
explican todo de una manera muy rara, te dicen que algunos papeles no se activaron y te marean”, señala Lucio. La persecución está muy aceitada. Grupos de pseudo-inteligencia revisan incluso Facebook en busca de actividades y eventos públicos organizados por las casas. Así lo levantan y proceden. “Tengo unos amigos que hacían en un bar una varieté. Ese día, caen los tipos, con el evento impreso como prueba, diciendo ‘acá hay teatro y esto es un bar. No se puede, hay que levantar’ dijeron”, comenta Valeria. La excusa la encuentran en las imprecisiones del Código de Habilitaciones y Verificaciones porteño. Hay una experiencia que lleva en su identidad las complicaciones legales que enfrentan quienes quieran salir del limbo de lo privado. Casa Cultural Rechazando Coimas es un espacio que lleva apenas nueve meses en Flores y funciona como búnker de cuatro bandas (Kartopfeln, Gilipollas, La Industria del Porno, Los Monos). Si bien “la coima” es metáfora por el momento, Tomás, uno de los caseros, asegura que la referencia es al “boicot para la vida cultural under de la Ciudad”, que significa la falta de la figura de “espacio cultural”. La situación que obliga a que “los lugares tengan que aferrarse a válvulas de escape para conseguir cualquier tipo de habilitación bajo rubros remotamente relacionados, como ‘milonga’. Al gobierno de la ciudad no le sirve que operemos en la legalidad y con su accionar nos empuja a la clandestinidad”, apunta quien milita una legislación que cubra el bache junto al Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos (MECA).
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T
ransformar la casa, uno de los fuertes núcleos de lo privado, en algo público tiene referencias históricas, movimientos anteriores que lo inspiran. En Casa Rosa, Fernando rememora su andar de mochilero por la Argentina y Latinoamérica desde los 16 años y cómo ese trote lo contactó con espacios que le parecían “irreales” desde la lógica porteña: lugares que se transforman en grandes bibliotecas en las que “podías sentarte a hablar de filosofía o ponerte a hacer música”. “Capilla del Monte o Aguas Claras, en Córdoba; El Bolsón, en Río Negro”, da coordenadas. También rescata el espíritu de experiencias del estilo en Brasil, Chile o las ecovillas en Uruguay. Y más cerca del terruño, recuerda al Forte Garrizone, una casona de Tigre en la que, entre fines de los ´80 y principios de los ’90, fue el lugar de creación abierto por el grupo de clown Los Malabaristas del Apokalipisis. La Kasa de las Gatas, en Córdoba, es otra experiencia iniciada en 2001, aunque con la particularidad de ser un espacio ocupado, algo que tiene su historia también en Europa. Juan volvió de Inglaterra a la Argentina y abrió La Casita de Temperley con la experiencia vivida durante su residencia en Londres, Inglaterra, donde conoció la experiencia de los squatters (ocupas). “Tuve amigos que tomaban casas de seis millones de libras y durante un mes hacían exhibiciones en todos los pisos. Fue una de mis razones para volver, venir a hacer algo de eso acá”. El squatting es un movimiento ligado a la contracultura con gran arraigo en suelo británico aunque, desde este septiembre, el gobierno inglés endureció la legislación para que la Policía pueda irrumpir y arrestar a los grupos que intenten replicar la práctica.
Algunos de estos espacios apuntan a especializarse en acústicos.
OKUPA A LA ESPAÑOLA
CREAR UNA, DOS, TRES, CIEN CASITAS Algunos caseros se sinceran, analizan y se responden que “hay mucho de anarquía en estos espacios”, que “uno no quiere entrar en lo burocrático” porque “cumplir con todos los requisitos para abrir un espacio como centro cultural se hace imposible”, aunque “quizá podríamos recibir un subsidio, pero andá a saber cuándo lo recibís y si quien te lo da no le extrae un rédito político”. Entonces, por el momento, los vacíos que urgen ser saciados son otros: “Lo cultural no funciona de forma institucional sino como algo inherente a lo humano, como si uno hubiese despertado y dicho: ‘Ah, mirá. Todos podemos hacer cultura’. Es una necesidad muy fuerte de generar… y eso va más allá”, asegura el de la Rosa. “Un amigo tiene una casa vieja, me aseguró que la iba a abrir igual. Mientras la gente visite estos espacios y vea que es posible van a seguir apareciendo: es viral. Cada día escucho el nombre de una nueva”, reportan desde la Jaus. El mensaje en Rosa cierra: “Las casas, las FLIAS (N. de R.: Feria del Libro Independiente y Autogestiva) son parte de algo social que se está reorganizando en el inconsciente colectivo, pero creo que faltan muchísimos años para que podemos comprender este período, este momento de cambio en el que se empiezan a cuestionar las instituciones. Y están apareciendo formas de organización más descentralizadas, por eso también es viral. Esa es la lógica social de lo que está pasando. Y lo que implica cultura atenta contra cualquiera que ostente el poder, entonces va a haber una lucha porque, al ver que esto resulta, el que lo hace se entusiasma y contagia”. Esté atento vecino. Estos promotores culturales andan sueltos. Puede haber arte hasta las dos de la mañana al lado de su casa. Puede haber alguien que está ignorando el núcleo de lo privado en la cuadra de su barrio. Hágase amigo de los amigos de sus amigos, quizá liga una invitación y un buen rato.
A. en huelgadearte (Desde España)
U
no de los debates que más ha dividido a los movimientos sociales en España ha sido el clásico “institución si, institución no”. A menudo, los posicionamientos se anclan en visiones más pragmáticas (money) y visiones más ideológicas (cabezonería). En el campo del arte es particularmente difícil, ya que hablamos de una larga historia de “venires” y devenires con el poder, y la identidad de l@s productor@s artístic@s/artistas ha estado muy relacionada con el mismo. En el Estado español, hay una gran diversidad de okupas relacionadas con la práctica artística (cine, teatro, performance, artes plásticas, fanzines, serigrafía y un largo etcétera) hasta el punto de que hay ofertas culturales que sólo se manejan en centros sociales okupados. Estos espacios funcionan de manera horizontal y autogestionada —¡deberían!— ya que debido a su situación a-legal/i-legal se posicionan al margen de las inercias capitalistas y proponen, con su mera existencia, una revisión del estatus de propiedad y una alternativa al clasismo que emana del mismo. Sin embargo, es importante remarcar que hay tantos tipos de okupas como okupas existen: todas empiezan igual (abriendo una puerta envejecida a gente con propuestas vivas) pero el resto depende de los colectivos, de las ideologías, de las afinidades, de la ciudad, del barrio…y tristemente muchas veces también de la Policía. Desde hace poco tiempo —coincidiendo con las revueltas contra los recortes sociales, claro—, se ha dispuesto una política de desalojos que va sospechosamente unida a una política de “centros culturales para jóvenes”. Es decir, el Estado capta las estéticas de las okupas que desaloja (borrando de el mapa cantidad de sueños y proyectos colectivos) para dar paso a un nuevo modelo de gestión
cultural más “progre”, mediado por aquél con el caramelito de las subvenciones. Es algo como lo que pasa en Berlín con las house projects, lugares que parecen okupas pero que pagan una renta. Un ejemplo claro sería el colectivo artístico de la Tacheles (que finalmente fue desalojado el último 4 de septiembre) en Berlín, que se ha convertido en mera atracción turística. Sin embargo, la okupación de espacios abandonados para convertirlos en espacios liberados no es garantía de nada si no estamos atentos a nuestras propias actitudes. La okupación es un movimiento social y una herramienta importante si queremos recuperar nuestras propias vidas, pero no porque vayamos con la corriente de un nuevo modelo “europeo”, si no porque nos permite vivir más lejos del sistema del trabajo y nos permite un contacto más directo con la praxis cotidiana y la vida en comunidad si es lo que hemos elegido, donde el dinero no invalida la deuda humana, si no que pasa a un segundo plano, utilizando otras herramientas para construir un entorno hermoso que nos permita crear e investigar sin reproducir las jornadas laborales y sin ser víctimas de la productividad imperativa. No hemos de olvidar que el Estado permite lo que le favorece y pone en su punto de mira lo que le genera escozor. No es un secreto que en las okupas en España se mueve mucho activismo que va inevitablemente ligado a los procesos creativos y eso es algo que al poder no se le escapa. Hemos de mirar bien qué estamos apoyando cuando generamos espacios y qué necesitamos para construir el mundo que queremos. Y de esto no se escapa el arte. Contacto: huelgadearte@gmail.com
http://vimeo.com/39930561
COBERTURA/MÚSICA
MORBO & MAMBO
EL BAÚL DE LA ABUELA Juan Marco Castiglione
María Baumler
CON RETAZOS DE ESTILOS RELEGADOS A LA FERIA AMERICANA DE LA MÚSICA MUNDIAL, LA BANDA MARPLATENSE CONSTRUYE UN BATALLÓN PSICODÉLICO QUE GANA LA PELEA AL ABURRIMIENTO. M&M revisa el pasado pero no hurga en lugares comunes.
L
—sonido que rebota en todas las direcciones, espacios abiertos que dejan entrar el frío polar del exterior e incómodas columnas que dificultan la correcta apreciación del set—, cede ante la potencia de piezas como “La espada de Cadorna” y “Blanco Nigeria”, en las que la sección de vientos arremete entre gruesas capas de delay y reverb. “Kerosenne” y “Candomb”, cuyas bases rítmicas remiten al inoxidable “Abraxas” y a una atmósfera general que parece extraída de alguna vieja serie policial yankee (o a Operación Rosa Rosa de Sandro, ¿por qué no?), también dejan el estómago lleno. Saxo, trompeta y trombón son las tropas al frente; guitarra y bajo hacen las veces de francotiradores; batería y percusión cubren la retaguardia. Como un batallón psicodélico, Morbo & Mambo se adentra en el espeso terreno del funk espacial sin más armas que los instrumentos a mano disponibles y la ayuda del eco, el infaltable quejido del wah-wah y las visuales que preparó para la ocasión Trimarchi, alma máter del festival de diseño gráfico homónimo. En el banco de suplente quedan las voces, relegadas a un plano secundario desde donde sólo aportan algunos samples y comentarios reverberados que se esfuman en la inmensidad del galpón de la calle Sarmiento. Entre columnas, imágenes psicoactivas y un público entregado al goce colectivo potenciado por el uso de sustancias alucinógenas, la música propuesta por M&M se consolida como una de las más convocantes del circuito independiente a base de esfuerzo, canciones “redondas”, una promoción constante de su (muy recomendable) disco —disponible para la descarga en Bandcamp— y una revisión del pasado que, si bien no patea de lleno los cánones de los géneros que visita, tampoco hurga en los basureros de los lugares comunes. Por el contrario, se mueve con desenfado por las arenas del groove espacial, lo que no es poco.
a obsesión por el pasado dejó de ser una vaga hipótesis para convertirse en los últimos años en objeto de innumerables artículos, investigaciones, tesinas, ensayos y charlas de café que dan cuenta de un fenómeno que, sin duda alguna, llegó para quedarse. El revisionismo ha tenido un impacto profundo sobre todo en la música. Una nueva ola de músicos/arqueólogos han sabido alimentarse de estilos hasta hace poco demodé, resurgidos de sus propias cenizas, para disfrutar del segundo acto del que el escritor Scott Fitzgerald renegaba en la película The last tycoon, basada en su novela. Ahora bien, el poderoso set ejecutado por Morbo & Mambo en la Ciudad Cultural Konex, ¿es una mera copia en papel carbónico de ritmos escondidos en el baúl de los recuerdos de la historia o el hijo soñado de una orgía entre George Clinton, Santana y Lee “Scratch” Perry? Bueno, hay algo de ambas cuestiones en el poderoso sonido de la agrupación marplatense que situó su base de operaciones en el barrio porteño de San Telmo. La conjunción de ambientes repletos de eco, fiebre sanguínea ejecutada en clave funk, vientos de jazz huracanados y ritmos deudores del rico mambo de Tito Puente se funden para conformar una de las propuestas más interesantes del bajofondo under local, al tiempo que se catapultan hacia las principales marquesinas del ambiente. Por un lado, el septeto ejecuta con pulso académico los yeites más usados (y abusados) de esos géneros y de otros como el reggae, el ska, el soul y el stoner (¿alguien dijo cuelgues?). Por el otro, adereza a cada ejecución crescendo estremecedores, secciones de puro baile e invitaciones al movimiento frenético y el agregado de pequeños arreglos. El plato terminado es riquísimo y golpea como un uppercut en la mandíbula. Incluso una estructura provista por el Konex, poco beneficiosa para un concierto de estas características
Saxo, trompeta y trombón son las tropas al frente; guitarra y bajo hacen las veces de francotiradores; batería y percusión cubren la retaguardia.
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ENSAYOS
ACTIVISMO CREATIVO
EL ARTE NO ESTÁ EN CRISIS Nico Hache* (desde España)
Nico Hache
LA COYUNTURA ESPAÑOLA DEMUESTRA CÓMO LOS QUIEBRES PROPICIAN NUEVAS ARTICULACIONES ENTRE el quehacer cultural Y LA POLÍTICA. COMO NUNCA ANTES, LA TECNOLOGÍA HA OCUPADO UN ROL ESENCIAL EN LA DISPUTA POR EL SENTIDO.
A
partir de las acampadas que el 15 de mayo de 2011 ocuparon sus principales plazas, España se convirtió en un verdadero laboratorio de arte activista. Tal como ocurrió en la Argentina de 2001, cuando surgió —y se consolidó— un gran número de colectivos que buscaban vincular sus prácticas artísticas a la inédita realidad social que los interpelaba, la actual coyuntura española demuestra hasta qué punto las grandes crisis propician novedosas articulaciones entre arte y política. El activismo creativo, en tanto emplea formas y lenguajes ajenos a la política tradicional, es un poderoso medio de creación identitaria al interior de los movimientos sociales. Y es también, por su naturaleza discursiva, una eficaz herramienta de crítica y denuncia. Pero además —y acaso este sea su aspecto más relevante— el cruce disciplinar que estructura sus prácticas promueve la interacción de colectivos diversos y, por consiguiente, la construcción de espacios de acción política autónomos al sistema institucional.
Más allá de los nombres y las particularidades locales —15-M en España, YoSoy132 en México, Occupy en Estados Unidos, Primavera Árabe en el norte de África— se han extendido por todo el mundo distintos procesos de movilización social que ponen en cuestión los fundamentos de las democracias representativas. La analogía de estas emergencias con la experiencia argentina del 19 y 20 de diciembre se sostiene en una serie de rasgos que les son comunes: rechazo a la construcción política partidaria, recuperación del espacio público, cuestionamiento del sistema institucional a muchos niveles. Transcurrida la primera década del siglo, la novedad ahora es la consolidación de Internet y las tecnologías de la información como medios privilegiados en el funcionamiento autónomo de nuevos agrupamientos sociales. La crisis de representatividad —el “que se vayan todos” acá, el “no nos representan” español— y de las instituciones que reclaman para
Un activista retrata a una mujer integrante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
sí el poder de representar (partidos, sindicatos y medios de comunicación) abre espacios a prácticas y discursos que disputan la batalla del sentido al poder establecido. Desacreditado el relato de los medios, cuestionada la acotada participación que ofrecen las democracias electoralistas, denunciada la primacía del poder de los mercados por sobre los estados, agotados en definitiva los tradicionales canales de incidencia en lo público, el activismo creativo permite no sólo construir universos simbólicos divergentes sino también articular nuevos espacios de acción política en torno a ellos. Arte y política: lenguajes para nuevas prácticas La siempre compleja relación entre arte y política adquiere configuraciones particulares según las circunstancias históricas en que se desarrolle. En tiempos de crisis, cuando los marcos institucionales pierden legitimidad, el arte activista pone en escena un intercambio dialéctico entre ambos campos, una serie de préstamos recíprocos que permiten a cada uno trascender sus fronteras disciplinares. Aunque materializado en prácticas, el arte es lenguaje, código significante, y, como tal, constituye para la praxis política una gramática productiva desde la cual generar relatos que nutran la construcción de espacios por fuera de la trama institucional. A la política corresponde, en cambio, el estatuto de la acción —sustentada en símbolos y relatos pero acción al fin—, y por tanto es capaz de donar potencia transformadora al arte, de sacarlo de los museos y escenarios y anclarlo en su
El registro y la difusión toman, a veces, más importancia que las intervenciones artísticas. contexto social. En las acampadas españolas, la acción se adelantó al discurso. Los miles que un día ocuparon las plazas al canto de “no nos representan” rechazaban siglas y banderas, y recelaban de la izquierda casi tanto como de la derecha. De ahí la dificultad para explicar el 15-M con parámetros conocidos y también la necesidad, al interior del movimiento, de generar símbolos para construir su identidad. La explosiva coyuntura, improbable, imprevisible, puso a prueba la creatividad organizativa y discursiva de miles de nóveles activistas, una generación de jóvenes universitarios familiarizados con las tecnologías de la comunicación y los lenguajes artísticos y audiovisuales, pero en muchos casos sin experiencia de militancia política. Las canciones, los eslóganes, los códigos gestuales y visuales inventados por nadie sabe quién en las plazas ocupadas, fueron
Descartes del pueblo: una de las tantas consignas de Plaza Cataluña.
el emergente inmediato, casi instintivo, de la creatividad colectiva como respuesta a una necesidad grupal. El arte activista es especialmente eficaz cuando asume la función de denuncia, cuando aborda problemáticas cuya visibilización es de interés público. Las performances del colectivo sevillano Flo6x8, que denuncian públicamente a los bancos irrumpiendo en las sucursales a puro canto flamenco con letras críticas al sistema financiero, son un buen ejemplo de cómo el lenguaje artístico puede funcionar políticamente. En esta línea, en ocasiones el arte político va un paso más allá de la denuncia y se plantea incluso como espacio de justicia popular, como reparación simbólica que llena huecos dejados por las instituciones oficiales. La escenificación performática de juicios a la banca replicados en todo el territorio español, o la utilización de elementos gráficos creados por el Grupo de Arte Callejero (GAC) en los escraches a genocidas en la Argentina, expresan una vez más la articulación de disciplinas artísticas con el campo político. En paralelo a la conformación de una heterogénea red de colectivos movilizados —jubilados, estudiantes, asambleas de barrio, cooperativas, okupaciones rurales y urbanas—, al calor del inusitado escenario de los últimos años, han surgido en España numerosos grupos que pretenden actuar políticamente desde el lenguaje artístico. Por su intrínseco mestizaje, su carácter trans, el artivismo puede constituir una articulación, un modo de generar prácticas eminentemente simbólicas que produzcan o fortalezcan espacios de acción política genuina, autónoma, revolucionaria no sólo en contenido sino también en forma. El Taller de Acción Fotográfica (TAF!), activo en Barcelona desde el inicio de las acampadas, colabora de forma permanente con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), asociación de personas en riesgo de ser desahuciadas que luchan por el derecho a la vivienda. Uti-
lizando la fotografía como lenguaje creativo, el TAF! elabora dispositivos gráficos que son empleados en las acciones que la PAH organiza contra los bancos responsables de los desahucios. A este lado del océano, la extendida colaboración del GAC con H.I.J.O.S. ejemplifica del mismo modo la simbiosis entre lenguajes y contenidos que está en el corazón del activismo creativo. TIC y clicks: arte y política en la era digital Hay quienes creen ver hoy en Internet el escenario por excelencia de la acción política, un nuevo espacio público, libre y global, en el que a fuerza de clicks nos constitui-
La crisis española puso a prueba el ingenio de miles de jóvenes sin experiencia en militancia política. ríamos como sujetos políticamente activos. Se habla incluso de “democracia 2.0”, panacea en que los ciudadanos tendrían mayor control sobre sus gobiernos y las decisiones se tomarían en función de una participación colectiva permanente. Aún sin caer en un cándido optimismo tecno-político, es indudable que internet y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han convertido en elementos clave de la acción política en general y del activismo creativo en particular. En tanto herramienta que permite trabajar sobre la información, la tecnología informática habilita a pequeños colectivos activistas una autonomía económica y operativa sin precedentes. La masiva manifestación que precedió a las acampadas españolas fue convocada exclusivamente a través de las redes sociales. Desde entonces, Internet se ubicó en el centro mismo del 15-M, no sólo como medio de
comunicación hacia adentro y hacia afuera, sino también como herramienta organizativa. Son, por mucho, las redes sociales el espacio privilegiado donde circulan convocatorias, campañas, documentos, videos, fotografías, en suma, todo lo que constituye el corpus teórico y simbólico del movimiento. La red ofrece gratuidad, velocidad de transmisión, supresión de barreras geográficas y, sobre todo, descentralización. Hasta tal punto es determinante para las prácticas artístico-políticas el poder difusor de las redes sociales, que en muchas acciones el registro y la difusión toman más importancia que las intervenciones en sí mismas. Había unas quince o veinte personas en la sede del rescatado Bankia donde Flo6x8 irrumpió interpretando su flamenco de denuncia. El video de la acción, subido a YouTube, lleva casi un millón de visualizaciones. Queda la pregunta acerca de qué supone ese número, qué efectos, en términos políticos, produce el millón de reproducciones. Además de su utilidad comunicacional, la red también es una fuente de recursos para los colectivos activistas. Justo en el cruce entre autogestión e Internet, se afianza en Estados Unidos y Europa el modelo de microfinanciación colectiva o crowdfunding. La convergencia de las redes sociales con sistemas de pago seguro en línea permite obtener, mediante la suma de pequeñas donaciones, los fondos necesarios para llevar a cabo diversos proyectos. El sistema de crowdfunding dinamita así la lógica de uno a uno y se afianza en el esquema de muchos a uno. La financiación de masas hace prescindible a la gran institución —museo, asociación, organismo público— y posibilita la autogestión de los proyectos. A fines de marzo se realizó en Barcelona un encuentro de activismo creativo titulado Cómo acabar con el Mal. Durante tres días de conferencias y dos de talleres gratuitos, se congregó un buen número de activistas de reconocida
trayectoria global para pensar y construir estrategias de intervención política desde el arte en momentos de crisis. Enmedio, colectivo multidisciplinar que trabaja en el cruce entre arte, política y nuevas tecnologías, organizó el encuentro de manera autogestionada, financiándolo mediante una campaña de crowdfunding que reunió, mediante los aportes de 172 mecenas, el objetivo propuesto de 6 mil euros. Pero las TIC no son importantes para el artivismo sólo a efectos de la comunicación y el financiamiento, sino que también promueven la autonomía de los proyectos en la realización material de los mismos. Técnicas y procedimientos que hasta hace no mucho tiempo requerían saberes o recursos
Del activismo creativo surgen universos simbólicos, identidades y espacios de acción. privativos, quedan hoy al alcance de quien pueda mínimamente acceder a la tecnología doméstica. Muchas de las acciones del TAF! son realizadas mediante software de licencia libre y fácil uso que convierte fotografías en imágenes de gran formato y las divide en hojas de tamaño A4, imprimibles en cualquier equipo doméstico a un costo mínimo. El abaratamiento de los dispositivos técnicos para producir fotografía y video (computadoras, cámaras, impresoras) sumado a la extensión de la conectividad a Internet, facilitan la reapropiación y el uso estratégico de estos medios como herramientas para la intervención artístico-política. Otras prácticas como el stencil, la serigrafía y la performance, surgidas del campo del arte, también experimentaron con anterioridad un proceso de apropiación por colectivos no específicamente artísticos y hoy son habituales en manifestaciones de todo tipo.
La manifestación del 14 de mayo de 2011, que convocó Democracia Real Ya, dio origen a las acampadas.
Dos patas El cruce entre arte y política es siempre una usina encendida, un foco capaz de generar identidades colectivas, relatos críticos y aglutinaciones sociales autónomas al entramado de poderes políticos, financieros e ideológicos que sostienen las democracias representativas. En coyunturas de movilización social y fuerte cuestionamiento institucional, se hace aún más urgente la necesidad de construir nuevos marcos simbólicos que signifiquen y fortalezcan los incipientes desvíos de praxis política. Ya bien entrados en el siglo XXI, Internet y las TIC aparecen como herramientas insoslayables en la generación y vehiculización de esos nuevos relatos. El artivismo se sostiene en un doble apoyo: una pata en el arte, otra pata en la política. La primera lo nutre de forma, lenguajes, códigos visuales imprescindibles para hacer inteligibles los mensajes; la segunda lo dota de contenidos, lo vincula a su tiempo histórico y lo inserta como actor en las disputas de poder, desplazándolo así del campo canónico del arte, de sus métodos, relaciones e instituciones. El activismo creativo es, ante todo, producción de discurso, disputa de pequeñas batallas del sentido a través de prácticas comunicacionales. Desde su estatuto transdisciplinar, de cruce, dichas prácticas pueden promover encuentros, sinergias grupales, acción política. O no. Sin esta articulación, cercenada una pata, las intervenciones artístico-políticas corren el riesgo de quedar mal paradas, en frágil equilibrio. Rengo, el arte activista se reduce entonces a producto de autor, a mera performatividad, a estéril numerito en un contador de clicks. (*) es comunicador social e integra los grupos Enmedio y Taller de Acción Fotográfica!
ANECDOTARIO
ALEJANDRA PIZARNIK
HECHICERA DE LA LUZ Fernando Noy*
Sebastián Scherman
E
BREVE BIOGRAFÍA
star con Alejandra era vivir como ella vivía: “Un transcurrir de fiesta delirante”. Para nada sombría, siempre al acecho de un humor insólito, que incluso involucraba lo trágico. La preciosa Alejandra recibía visitas de otro mundo, hasta el amanecer. En su cuarto escuchaba que alguien la llamaba y me dejaba en el living, no sin antes advertirme que se iba a conversar con Antonin Artaud o Rimbaud: esos poetas que aparentemente están fuera de este mundo, pero que en un momento se conectaban con nosotros. Se la oía murmurar en francés… Una noche atendí el teléfono de su departamento, a las cinco de la mañana. En ese tiempo, la llamada de larga distancia se establecía de persona a persona. Una operadora preguntó si yo era Alejandra, le dije que no, pero pregunté quién quería hablar con ella. Me respondió: “El señor Julio Cortázar”. Conmovido, se lo dije a Alejandra. Ella me respondió con gestos: “No estoy”. Luego de cortar le pregunté por qué motivo no quería atenderlo. Pizarnik me dijo que había perdido los originales de Rayuela, que ella había pasado a máquina, y que los estaba buscando porque Cortázar le reclamaba insistentemente el manuscrito. Volvió a su cuarto y comencé a hurgar la colección de la revista Sur, que me fascinaba. Debajo de unos ejemplares descubrí una carpeta. Hasta hoy tiemblo de sólo recordarla, porque justamente era el original del maravilloso Rayuela. La propia Alejandra no lo podía creer. Cortázar venía a Buenos Aires dos meses después, y entonces ella le tenía la sorpresa preparada. A ella la conocí cuando estaba con un amigo en su casa hasta que llegó su amante. Me fui hasta un cuarto a descansar mientras ellos transaban. De pronto entré al baño y, sobre un banquito, había libros y revistas. Tomé uno y volví al cuarto a leerlo. Una hora después, encandilado por su lectura, anoté el número de teléfono de la autora. En la dedicatoria de Alejandra decía: “A mi amigo desde un jardín maléfico”, y su número telefónico. La llamé al otro día conmovido por ese libro, Extracción de la piedra de locura. Ella me atendió y, perturbada, preguntó: “¿Quién te envía?”. Le dije que nadie. Que, en realidad, había descubierto su teléfono y su libro. No mencioné al amigo en común. Y ella exclamó: “Qué suerte que venís de parte de nadie, qué alegría si me llamás sólo por mi poesía”. “Yo te llamo porque no puedo dejar de conocerte.” Ella me citó en su casa dos días después. Como no había portero eléctrico me pidió que la llamara desde el bar de la esquina, El cisne, en Charcas y Esmeralda. La llamé desde el bar y fui a su encuentro pero no salía. Bajaron una pareja de ancianos, un tipo uniformado de plomero y al rato un muchacho muy apuesto con un jean, gamulán verde y una cabellera inmensa. Quedé fascinado con esa especie de Brian Jones. Enseguida me di cuenta de que era Ella. Mientras subíamos al ascensor rumbo al séptimo piso le comenté, con mi habitual humor irlandés, que la había confundido con un rolling stone. Enseguida me respondió: “Y yo a vos con una prostituta alemana”. Tenía una enorme melancolía por París. Una de las primeras cosas que hizo fue hurgar mi camisa francesa y después, con el tiempo, compartíamos un perfume exquisito que yo robaba, cuando podía, de unas perfumerías carísimas. Y ella, directamente, lo jalaba. Lástima que no se fabrica más. Se llamaba Vent Vert de Guerlain. Alejandra era una hechicera de la luz, para nada oscura. Todo lo contrario al folklore sombrío que se urdió en torno a su figura.
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ace 40 años, un 25 de septiembre, se quitó la vida, después de haber construido una obra poética surrealista notable. “No quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo”, había escrito en su pizarrón de trabajo, antes de su muerte por sobredosis de barbitúricos. Tenía 36 años. Publicó, entre otros, los libros de poesía La tierra más ajena, La última inocencia, Los trabajos y las noches y El infierno musical, y el relato La condesa sangrienta.
*Poeta.
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ENTREVISTA/LITERATURA
Damián Selci
“LA LITERATURA no capta las
emociones actuales” Esteban Vera
Stefanía Sbruzzi
EL autor de canción de la desconfianza ABOGA POR DEVOLVER EL CONFLICTO A LA PROSA, que “conserva el minimalismo de los LOS ’90”. en esos años “LA SOCIALDEMOCRACIA HABÍA GENERADO LA PREMISA DE QUE VIVÍAMOS EN PAZ. ESO TERMINÓ”, sostiene.
S
tyrax es un profesor de bajo que hace culto de la duda: se pregunta y responde constantemente, ya que “la inanición psíquica lleva al suicidio”. Pero, sobre todo, reflexiona sobre sus oponentes, los Esclarecidos (cínicos), una de las dos caras de una sociedad partida al medio moralmente. Con la mirada puesta en las especulaciones de Styrax avanza Canción de la desconfianza (Eterna Cadencia), de Damián Selci, una notable novela corta y bien escrita, con abundantes descripciones. La historia, que transcurre por Palermo, Liniers, Ciudadela y Necochea, comienza cuando Styrax planea “secuestrar” (“a falta de un término mejor”, se justifica el narrador) a un Esclarecido para adoctrinarlo. “¿Hay algo más lindo que una pedagogía extremista?”, se pregunta. A Styrax lo acompaña un séquito de excéntricos que recuerda a los siete locos de Roberto Arlt: una peluquera, un dentista y un motoquero. Él y sus conspiradores son Empecinados (por el guerrillero español que combatió al ejército napoleónico). El libro pone en juego las ideas literarias de su autor. “No hay debates estéticos e ideológicos en la literatura argentina”, sostiene Selci en un bar a metros del Congreso, cuyas paredes están intervenidas con fotos de políticos, algunos polémicos. No de casualidad el escritor citó a NaN a ese bar. Allí, Selci dispara contra todos: narradores,
críticos, periodistas “perezosos” y el minimalismo de la literatura de los ’90, aún vigente. ―Styrax se plantea el secuestro del “hijito” de un matrimonio de “Esclarecidos”. ¿No cae en métodos ilegítimos? ―Justamente, la idea era agarrar esos temas para invertirlos. A veces es una inversión constante. Así como los militares secuestraron familias, desaparecieron a los padres, entregaron a los hijos y les cambiaron la identidad, también es cierto que anteriormente el avance del peronismo en la sociedad civil logró la adhesión de jóvenes de familias aristocráticas. Por ejemplo, muchos de los conductores de Montoneros. Es un problema recurrente que tiene ver principalmente con la cuestión del desclasamiento. La diferencia de base es que la oligarquía jamás confió en su capacidad de persuasión y nosotros sí. ―El protagonista quiere ser “el moralista argentino”. ¿Por qué esa reivindicación de la moral? ―Es parte de una puja con la literatura social-demócrata. Para mí, un porcentaje preocupantemente alto de los escritores que publican hoy no se toman las cosas en serio, al igual que un porcentaje alto de periodistas. En la novela lo planteo en el sentido de tomarse las cosas en serio. A mí me gusta la crítica que le hace (Slavoj) Žižek
al cinismo. Dice que los cínicos son los que no creen en nada, cuya creencia consiste en que los demás son todos unos tontos que se toman en serio las cosas, mientras ellos están curados del espanto o “esclarecidos”. Žižek dice que esos tipos son los que más creen, porque para ellos la creencia es tan insoportable que tienen que delegársela a los demás. En la literatura pasa mucho que los autores que ratifican una posición cínica escriben poderosamente mal, porque carecen del deseo de que la literatura produzca algo, desconfían de ella, no creen que podría servir para algo más que para ganar prestigio dentro las 2300 personas que consumen libros contemporáneos. ―¿Por eso se puede tomar a Canción de la desconfianza como un relato político que permite leer el conflicto de los últimos años? ―Se supone que la literatura, si es generosa, auténtica, honesta, tiene que percibir las cosas. En la novela no está representado el conflicto del campo con el Gobierno. Me interesa la estructura del problema, no su parafernalia. Me interesa la contraposición en sí misma. O sea, la sensación de que sí podemos pelearnos, que es lo que parecía que no se podía hacer más en el país. Ahora todos nos peleamos y estamos contentísimos. Ya no siento que está todo terminado. Por eso, los que rehúyen al conflicto, al debate en todas las instancias, creen que ganaron. Pero no. La socialdemocracia con su pasado sangriento y terrorista había generado la premisa de que vivíamos en paz. Y eso terminó. ―Pero se puede decir que su postura sólo es dialéctica… ―Yo lo pondría en términos hegelianos: lo único que moviliza a las personas, que las arranca de su concepto, a veces es un terremoto, a veces una guerra y otras una discusión política que te obliga a tomar partido. ¿Qué es lo que le falta la literatura argentina? ¡Conflicto! La pregunta es: ¿hay conflicto en la Argentina? Y los hay. Entonces, hay un problema en la literatura argentina: los personajes no experimentan que su ser es partido al medio. Me pasa cuando leo literatura contemporánea. Emocionalmente, los argentinos están sintiendo una cosa que la narrativa no logra captar. No logra ponerse en el lugar de la antena de las emociones, de los anhelos o miedo actuales, sino que apela al modelo probado del minimalismo. Es lo que pasa también con el Nuevo Cine Argentino (NCA). Yo lo entendería en el ‘98, cuando ser joven era un espanto, no se podía hacer nada, no había mutación posible. Llega la segunda camada de NCA y siguen con la misma tesitura: personajes de clases medias altas que se van de vacaciones en invierno a Mar del Plata, conversan entre ellos de modo lánguido y sin mayores preocupaciones; tienen una especie de grandeza… Son las películas de Martín Rejtman. ―¿Tiene que haber una relación entre el artista y su época? ―No tiene sentido sacar lo social de la lite-
Una notable novela corta y bien escrita.
ratura. Es una operación ilegitima. Otra cosa que pasa mucho hoy es agarrar la agenda mediática, creer que es el espíritu de la época y hacer narrativa con eso. En la última novela de Iosi Havilio hay personajes que están en un subte y se quejan de que está muy lleno, hay una situación de inseguridad y les roban. Eso es la escoria de la época, es ridículo creer que la emoción principal de la época es la que los medios de comunicación dicen. Es absurdo. Un escritor tendría que oponerse tajantemente a eso.
“Es ridículo creer que la emoción principal de la época es la que los medios de comunicación dicen.” NARRATIVA SOCIAL-DEMÓCRATA Selci tiene 28 años, edita la revista de crítica Planta, milita en La Cámpora y es un lúcido provocador que desafía los lugares comunes de la narrativa contemporánea. Entretanto, con las poetas Ana Mazzoni y Violeta Kesselman acaba de publicar La tendencia materialista, una antología crítica de la llamada “poesía de los ’90”. “Estuvo a salvo de las posturas éticas y estéticas de la socialdemocracia española. Hoy esas poesías son legibles, auténticas e interesantes”, destaca. ―¿A qué se refiere con literatura “socialdemócrata”? ―Hay un criterio, entre muchos, para leer un libro de un escritor argentino: consiste en ver cómo escribe en relación a la lengua. Básicamente, una de las causas eficientes de los libros malos es la relación no re-
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flexionada con el volumen de traducciones y todo el sistema heredado del capital español de los ‘90. Así como se quedó con YPF y las telefónicas se quedó con las editoriales, las traducciones y se apropió de la literatura argentina. Cuando se piensa en los ‘90 se suele hacer foco en la norteamericanización. En realidad, lo que pasó acá fue que hubo una socialdemocracia a la española. Menem era un social-demócrata más que un populista neoliberal y la literatura no escapó a eso. En escritores como Rodrigo Fresán, Guillermo Martínez, Juan Forn, se nota esa penetración, esa postura de consumidor de cultura. ―¿Aún domina? ―Ese modelo pervive en mucho de los escritores de prosa narrativa que publican hoy y que de algún modo no llevan adelante de todo una renovación formal, verbal y lingüística. Me parece que el camino para reconducir la prosa narrativa a un punto de eficacia e interés artístico es la lectura de poesía de los ’90 (N. de R.: Washington Cucurto, Martín Gambarotta y Fabián Casas, entre otros). La puja sigue estando a nivel idiomático porque no se trata de los temas: hoy casi no hay ningún autor que no se entretenga con un texto relacionado/interesado en el peronismo. Pero eso también ocurría en los ’90: ya existía esa especie de remoción de escombros de la cultura argentina previa al neoliberalismo. Siempre se escribió mucho sobre temas políticos, pero para no hablar en una lengua que se tomara en serio lo que había pasado con la sociedad en los últimos 25, 30 años. Era cambiar algo para que nada cambie. Es hablar un poco de política para no escribir políticamente. Y me parece que esa es la puja actual. ―¿Cómo describe a esa narrativa? ―La socialdemocracia literaria quiso instaurar la idea de que la lectura debía ser fácil, aceptada; cosas tan abstractas que no están bien ni mal. Los autores trabajan con una idea minimalista, y por lo tanto, con una utilización de muy pocos recursos. El tono es siempre un poco neutro, un poco irónico. El léxico es el cotidiano, adjetivos no hay. La sintaxis es la canónica, encontrar una voz pasiva es raro, la subordinación está casi prohibida, la puntuación está reducida al punto, las comas son solamente las de la respiración, punto y coma casi no se usa. La construcción de imágenes está limitada al desarrollo narrativo. Nunca la descripción logra autonomizarse de la presión narrativa. Lo mismo sucede con el concepto de personaje: predominan subjetividades con poco desarrollo o nulo, en ambientes donde las acciones ocurren de un modo imprevisto o no ocurren, pero nunca están en progresión. Generalmente no hay un impacto del objeto en el sujeto, las cosas ocurren sin que haya transformación. Nada de eso está bien o mal en general, pero me parecía que eso se había convertido en un mito. Me parecía que tenía que romper eso por todos lados y una de las formas que encontré de hacerlo fue invertir todos esos parámetros y demostrar
que, justamente, ahí puede aparecer algo de la época. ―¿Las editoriales independientes tienen un rol en esa puja? ―Hacen lecturas críticas o publican lo que venga. Siempre hubo editoriales independientes o cuasi emprendimientos de locos con intereses benéficos. No están en situación de resolver ningún problema. Lo preocupante no pasa tanto por lo que se publica sino por la dificultad de establecer valoraciones honestas y fundamentadas. Ese es el problema básico. No es tan importante publicar como hablar de literatura. En principio, son el eslabón menos decisivo. ―¿Por qué “establecer valoraciones honestas” es un problema? ―La premisa de funcionamiento de la narrativa social-demócrata es la opción posmoderna de que hacer un juicio de valor es malo, es totalitario, es “estalinista” (así lo calificó el crítico Quintín en Perfil) y así es cómo ellos han logrado su propio autoritarismo, el de la tolerancia, en el que todos pueden emitir una opinión mientras no vaya contra ellos. Cuando alguien discute se lo excluye. Cuando uno instaura un consenso socialdemócrata estético, donde todo es blando, débil, bobo, el acompañamiento natural de eso es que la única provocación puede venir
“Los argentinos están sintiendo una cosa que la narrativa no logra captar.” por derecha. El ejemplo internacional más conocido es (Michel) Houellebecq, un tipo que hace novelas malas, pero que critica a la cultura hippie. No obstante, es un autor al que se toma como medida de cómo uno puede salir del adormecimiento socialdemócrata con más socialdemocracia pero provocadora de derecha. Esa es la falsa alternativa que plantean las posiciones actuales. ―¿Y qué pasa con libros como lo de Pablo Katchadjian, autor de El Aleph engordado y El Martín Fierro ordenado alfabéticamente? ―Katchadjian es un vanguardista con una impronta formal que organiza todo su trabajo. Me parece que cualquier autor de menos 35, 40 años, se hace básicamente dos preguntas: ¿Cómo seguir escribiendo después de la poesía de los ‘90? y ¿cómo no escribir como los que escriben ahora? Lo que hizo Pablo es una solución válida, sólida, que consiste en enfatizar al máximo el camino de la construcción formal. Lo interesante es que elige un procedimiento diferente para cada texto. Cualquier sentimiento vanguardista que uno albergue ―yo tengo los míos― pasa por ir en contra del lugar común. Uno cree saber que los lugares comunes son cosas obvias pero no es así. Hay que conocer muchos lugares comunes para no caer en ellos. ¿Cuál es el problema? Que lo dijo otro. Hay una frase que dice: “El primero que dijo que la mujer era una rosa era un genio, el segundo un exagerado, el ter-
Para Selci no tiene sentido despojar a la literatura de lo social. “Es una operación ilegítima”, dice.
cero un estúpido”. El sistema procedimental extremo de Katchadjian es una manera de avanzar a consciencia. Si yo ordeno los versos del Martín Fierro de modo alfabético, allí prevalece la consciencia. Y cualquier cosa que haga crecer el nivel de consciencia va a permitir alejarse de los lugares comunes y ver al Martín Fierro como otra cosa. ―¿Un escritor tendría que apuntar a una singularidad? ―¿Y la singularidad qué es? Es darse a uno mismo la propia norma de evaluación. Yo no puedo entender a Leónidas Lamborghini con otras categorías que no sean
las que él mismo creó. En cambio, a Guillermo Martínez lo puedo leer con la novela policial chandleriana, hammettiano. A Selva Almada la puedo entender con Cormac McCarthy, o sea, el criterio de evaluación está fuera de ella. No es fácil lograr esto, pero no puede no haber otro objetivo. Conviene fracasar. Hay que mantener una postura romántica, no en el sentido de ser un bohemio que da vueltas por la calle Corrientes a altas horas de la madrugada y no tiene trabajo, si no en no permitir que la norma esté fuera de uno. Ese gesto romántico garantiza el buen texto.
RESEÑAS 2.0
EN LA TERRAZA
MOVIMIENTO DEL RUIDO
DISLEXIA
http://www.enlaterraza.com/
http://movimientodelruido.com/
http://www.marcha.org.ar/
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a filmación del último concierto de Los Beatles, que tuvo lugar en la terraza de Saville Row, es uno de los registros más emulados en todas las latitudes y también uno de los más “íntimos”: lo interesante es cómo lo público se vuelve privado. Algo de esto inspiró a un grupo de realizadores a filmar, cámara en mano, mini recitales en techos de la Ciudad de Buenos Aires. Ya grabaron videos en HD de Nekro, Rosario Bléfari y Santiago Motorizado, entre otros. Todos interpretan nuevas versiones de sus temas sin público, sólo ante la cámara y algunos vecinos curiosos, asomados desde terrazas o balcones cercanos.
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riginaria de La Plata, esta plataforma creada por músicos independientes repercutió en varios países de la región (Brasil, Colombia, Perú, México, Venezuela y Ecuador) y en España. Su objetivo es simple pero no fácil de alcanzar: crear una red global de difusión alternativa. En su nodo local hacen ruido los platenses The Plásticos y Thelefon. Algunas de sus herramientas son la realización de festivales y la edición de compilados. Y son claves las redes sociales para crear campañas que den visibilidad a sus producciones, con la expectativa de que el número de seguidores y descargas (desde el sitio, gratis) aumente.
L
a dislexia, una dificultad en el paso de la codificación visual a la verbal y luego a la escritura, no es un diagnóstico válido para los artistas de esta pequeña novel digizine de fotografía, poesía e ilustración. Con una estética de fanzine (que cualquiera podría mejorar en un paint) no tiene más pretensiones que difundir a jóvenes artistas emergentes. Así, no hay escritos sobre muestras o artistas ni un texto que arriesgue una lectura ideológica, sino un fuerte impulso de mostrar y dar a conocer producciones artísticas. Si el fanzine de papel proliferó en paralelo a las fotocopiadoras, Dislexia lo intenta al ritmo de las redes sociales.
MARCHA
LOS ESPÍRITUS
PLUP
http://www.marcha.org.ar/
http://losespiritus.bandcamp.com/
http://www.unionpoetica.com.ar/
res EP virtuales, con rock, blues y dosis de góspel entrega Maxi Prietto –el que viaja al cosmos con Mariano– en su proyecto alternativo, Los Espíritus. Apenas ocho temas, como el hito “Lo echaron del bar” (también EP homónimo), sirven de presentación de este sexteto con ánimos rabiosos, revoltosos y arengadores. Entre viajes cósmicos, Prietto aporta su guitarra eléctrica y voces encantadoramente desentonadas. Sus canciones, con una estética de baja fidelidad, se dividen entre largas zapadas de más de doce minutos y en canciones de apenas cuatro. Los discos, un work in progress del álbum debut que preparan para este año, se pueden descargar gratis.
l margen del mainstream, aglutina poesía latinoamericana contemporánea y edita plaquetas artesanales. Su catálogo, creado de manera itinerante, apuesta a la difusión de talentos nóveles. Los libritosse pueden descargar gratis del sitio del sello. Se los imprime en un minuto y, luego de dos dobleces en hojas A4, se arma la plaqueta, lista para ser leída. Claro que en el meollo de la propuesta de las poetas Cecilia Eraso, Javiera Pérez Salerno y Sol Bembibre subyace la estética y la actitud punk del “hazlo tú mismo”: el planeamiento es el de una célula literaria latinoamericana, fusión que sintetiza los mínimos recursos del proyecto con los ideales de impacto.
nternet. Información y opinión. En ese medio y con esos contenidos este portal periodístico, impulsado por un colectivo de comunicadores, construye una mirada “popular” de los acontecimientos de la Argentina y del mundo. Todos los días entrega artículos, crónicas, entrevistas, opiniones, informes especiales y fotorreportajes con una perspectiva política. De ahí el nombre de la publicación, que refiere a las movilizaciones. Aunque no aprovecha todos los recursos del la web social 2.0, Marcha cuenta con audios, que son fragmentos de entrevistas de temas del día rescatados de radios comunitarias (como La Tribu o emisoras digitales alternativas de América latina).
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CUENTITO Y AL PIE
LIRENO Valeria Tentoni
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a vas a ver cuando te agarre. No te escondas. Vení para acá. Lireno rodeó la mesa del comedor, buscándolo. Esta vez se lo merecía del todo. En calzoncillos, no pensó ni en que se le hacía tarde para ir a la oficina ni en que los vecinos del edificio podían llegar a quejarse por el ruido. No iba a ser la primera vez. Lo persiguió hasta la cocina, pero se le escurrió y salió disparando. Lireno dio un portazo, clausuró esa parte del departamento. Quería achicar el ring. La furia y el sueño le nublaban la vista. Avanzaba como un mastodonte; el suelo recibía sus pisadas con sismos imperceptibles. En uno de esos movimientos tiró, sin querer, un vaso de agua. Entre las palabras dejaba salir otros sonidos, disparos mugrientos de odio. Respiraba con dificultad. Su cuerpo era una caverna llena de murciélagos. Podía sentir a uno aleteándole en el corazón, intentando descolgarse, boca abajo. Siempre se dejaba preparado un vaso de agua para la noche. A veces se despertaba con sed. Cuando no, lo encontraba intacto salvo por las burbujas que aparecían en el fondo. Aire que se había tomado el trabajo de llegar hasta ahí, de bucear ese pequeño estanque para encontrarse un lugar. No prestó atención al agua que se desparramaba por la mesa y llegaba al suelo, hasta que la pisó con el pie derecho. Hasta que la media de su pie derecho absorbió en una fracción de segundo una cantidad suficiente como para revolverle el estómago y aumentar su ira. Ya vas a ver. En ese momento se detuvo. Lireno sabía que el otro era más ágil. Que era inútil atacar sin estrategia. Subió la persiana. Dejó correr el aire nuevo del día nuevo. Fue hacia el baño y abrió la ducha. Se desnudó, empezando por las medias. Siempre dormía con las medias puestas. Cuando era chico, su mamá le repetía que si se las sacaba podía llegar a enfermarse. La última imagen que tenía de ella era en una cama de hospital. Dos tubitos salían de su nariz. Su mandíbula caía, pesada, como si su cuerpo estuviese obedeciendo a una ley ancestral que no le había sido revelada sino hasta el fin. Donde antes estaba su boca ahora había un agujero seco. Cuando el médico entró en la habitación para explicarle que ya no había nada que hacer, lo primero que hizo fue descubrirle los pies. Estaba descalza. La ducha lo calmó. Su pie derecho estaba congelado, y al contacto del agua tibia sintió como si se le estuviese quemando. Eso duró unos segundos. Después, su pie se alineó con la sensación general de placer.
No sabía dónde se había escondido el otro, pero se propuso desayunar y después encargarse de él. Se vistió, volvió a encontrarse con sus zapatos destruidos bajo la cama. Una baba espesa y corrosiva le subió a la garganta. Tragó. Primero voy a comer algo, se dijo. Sacó un par viejo del placard. No estaban tan mal. Con un poco de betún iban a estar mejor. Fue hacia la cocina y se encerró. No quería ni siquiera escucharlo. Cargó la pava y encendió la hornalla. Una chispa se desprendió del fósforo y cayó al suelo, apagándose en el camino. Algo se movía del otro lado. Intentó no prestar atención, pero le resultaba imposible. Salivaba como un hijo pródigo de Pavlov. Abandonó el desayuno y abrió la puerta de un tirón. Ahí estaba. Por un segundo se miraron fijamente, hasta que salió corriendo. Sabía lo que le esperaba. El otro usó un mueble viejo de madera como escudo, en el que se guardaba la vajilla buena. En el forcejeo, un portarretratos con la cara del papá de Lireno empezó a avanzar hacia el vacío. Los movimientos hacían rebotar el cuadrito en el que su cabeza sonreía. Los dientes de su papá: un ejército de calcio marchando a su destino. Finalmente, logró encajarle una patada en las costillas. El otro soltó un queja que apenas podía escucharse sobre el silbido de la pava. Después, pisándolo en el pecho, le dedicó varias más. Mientras lo golpeaba, una y otra vez, Lireno se sintió definitivo. Cuando lo soltó estaba poco más que muerto, pero todavía respiraba. Lo miró durante unos minutos. Fue al lavadero y volvió con una caja de cartón. Lo metió adentro. Cerró la caja. Se afeitó. Se perfumó con Old spice. Lustró los zapatos viejos. Se preguntó cuánto podrían llegar a costarle unos nuevos. Cargó la caja. Salió del departamento haciendo equilibrio para cerrar la puerta con la mano libre. Bajó hasta la cochera. Puso la caja en el baúl. Encendió la radio. Después de unos veinte minutos ya estaba en la ruta. Alambrados, pasto, una manta de yuyos amarillentos en la banquina. Se detuvo. Me gusta la ruta, pensó. El asfalto era nuevo. Lireno se llenó los pulmones de aire. Me gusta el olor a brea. Podría comérmela a cucharadas. Sacó la caja del baúl. Sin abrirla, la ubicó detrás de unas totoras que se sacudían en la intemperie. Volvió al auto. Arrancó. Observó la ruta. Dejó pasar una camioneta y giró en U. La radio, que había perdido la frecuencia al alejarse de la ciudad, empezó a recuperar los contornos de su sonido. Estos zapatos no están tan viejos, se dijo. Y aceleró.
*Es abogada y escritora (Bahía Blanca, 1985). Publicó los libros de poesía Batalla sonora y Ajuar, y de relatos El sistema del silencio. Obtuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes por Ne bis in idem (inédito).
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9 NOVEDADES SOBRE LAS ARTES NUESTRAS AÑO 2 / SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2012 / ARG $12
Casa Tomada atrás de puertas en apariencia cerradas, hay un mundo en donde el arte tiene su lugar. diseminado en espacios ocultos, el movimiento se agranda de forma viral por los barrios.
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