Construcciones de adobe costarricenses

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Rafael BolaĂąos V. Historiador

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Tipología de las construcciones en tierra

S

anto Domingo de Heredia es un cantón donde sus construcciones en tierra se hicieron centenarias hace mucho tiempo y donde es posible aun encontrar casas que se levantaron desde finales del siglo XVIII y que han retado al tiempo, capeando hasta el presente sismos de importante magnitud, profusos aguaceros y cambios climáticos por más de dos centurias y sobretodo enfrentadas a ¨la modernidad¨. Las construcciones en tierra, adobe y bahareque tienen milenios elaborándose. Muestras muy valiosas y conservadas se encuentran en Mesopotamia, en el Valle del Nilo y en Perú. En Centroamérica nuestros antepasados nativos construían mucho en un bahareque rústico, muy similar al que hacen todavía las poblaciones Lencas Hondureñas, principalmente en el Departamento de Santa Bárbara, donde podemos encontrar paisajes muy vernáculos, muy de antaño. En Costa Rica las construcciones en tierra evolucionaron a lo largo de muchas décadas, innovándose conforme hubo más acceso a los materiales, al desarrollo del transporte y el acceso a mejores herramientas para preparar la madera, usada profusamente en su construcción, al igual que la caña brava y paja o fibras vegetales especiales para la techumbre, que poco a poco fue combinándose con el uso de la teja, materiales todos a la mano para los indígenas y para los nuevos colonos, radicando aquí el éxito y permanencia de estas casas y su construcción y además por la escasez de otros recursos. En el Santo Domingo encontramos referencias claras a este tipo de construcción en los documentos coloniales de ventas, hipotecas


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y otros movimientos que se dieron sobre las propiedades. Los informes de las autoridades políticas y eclesiásticas, que en ocasiones se desplazaban por estos lares desde las primeras décadas del siglo XVIII, hacen referencia a casas muy rústicas, en adobes y con sus techos de paja la mayoría de los casos. Las primeras descripciones no son muy detalladas, pero sí señalan casas con un corredor frontal, no muy largo ni muy ancho, sostenido por dos horcones o maderos verticales rústicos, con uno largo horizontal amarrando y de descanso del alero frontal; madera sin mayor elaboración, preparados a pura hacha y hachuela, sin cepillo, sin curado, sobre el cual descansa la techumbre, en la mayoría de los casos de material pajizo tejido sobre caña brava o sobre ramas de menor dimensión. Los pisos eran totalmente en tierra, que a fuerza de barrerlos con escobilla a falta de las escobas de millo, que llegan a posteriori, alcanzaron bastante impermeabilización y brillaban. En el centro de ese corredor una entrada que se resguardaba con un ancho y amplio tablón, a veces dos, a manera de puerta, que debía sostenerse por dentro con otro tronco menor en ausencia de hierro para clavos, bisagras, picaportes y otros elementos modernos que no eran accesibles a la mayoría de estos colonos. Las ventanas igualmente estaban ausentes, a lo sumo alguna carencia de adobes se dejaba para ventilación y claridad.


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Por dentro ausencia de divisiones fijas tres áreas si estaban definidas: opuesto a este corredor, al final y a lo largo de la casa un cuarto igual o más largo que el corredor frontal, pero totalmente tapado, oscuro aunque muy cálido, durante el día cumplía un rol de gran alacena o bodega para guardar los granos y otras cosas valiosas y cotidianas, por la noche era un cuarto para casi toda la familia, en el cual se extendían los cueros y esterones, especie de alfombra elaborada de materiales vegetales como bagazo de caña de azúcar que se arrollaba con facilidad y para dormir ofrecía una superficie menos áspera que los cueros secos de animales también usados con este propósito. A un costado, por dentro también se distinguía una gran área de cocina, con un fogón al centro, fuese un anafre de barro y arcilla que más adelante se cambió por las cocinas en hierro, para quienes pudieron darse ese lujo; tenía el moledero o tablón grueso y rústico que permitía amasar y hacer la preparación de los alimentos. Otros tablones, también rústicos, como especie de mesa, adornaban estos espacios que en las tardes se convertían en el centro de reunión de toda la familia, la cual se sentaba a tertuliar mientras se desgranaba el maíz, se escogían los granos, especialmente frijoles. Allí se tostaban y molían otros granos, se raspaba el dulce y atendían otros quehaceres importantes antes que oscureciera, luego al descanso temprano en ausencia de electricidad y otros inventos ¨modernos¨, casi siempre después de rezar el cotidiano rosario. Frente a la casa y al corredor estaba un espacio muy importante para el jardín y huerto pequeño, que proveía de plantas medicinales y las especies y olores de la cocina y nunca faltaron flores en el mismo. La orientación de estas casas no es frente a calle porque no estaban ubicadas dentro de un cuadrante de pueblo, inexistente por entonces, a lo sumo pretendían tener vista al camino frontal más cercano, mermar las corrientes del viento y captar el mejor sol o calor diurno, por ello la pared última del cuarto largo y caedizo descrito daba al oeste, para capturar buen calor para que rindiera toda la noche. La cocina de uso diurno evitaba cargarse de mucho calor porque la disposición del fogón de por sí lo brindaba, así como el poco de


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humo superior para controlar a los molestos insectos nocturnos y de paso ahumar algunas carnes y alimentos. PrĂĄcticas todas que se fueron desarrollando a lo largo de tiempo y mejorando conforme hubo acceso a mĂĄs cosas, en especial herramientas importadas de Europa que intercambiamos primero por cacao, luego por tabaco y masivamente al final con el cafĂŠ.


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Las casas del tabaco

Llamamos así a algunas casas de construcción muy rústicas y sencillas que se conservan en algunos lugares y que en Santo Domingo las encontramos a lo largo de nuestra margen con el Río Virilla y también con el Río Tibás. Se nos ha ocurrido denominarlas del tabaco porque su construcción corresponde plenamente a la época que se caracterizó por la siembra del tabaco en el Valle Central y que vino a modelar el paisaje de ambos lados del río Virilla, en las provincias San José y Heredia en las cuatro últimas décadas del siglo XVIII. Esta denominación ni es antojadiza ni gratuita, porque a lo largo de muchas décadas hemos observado que, con la desaparición de muchas de estas casas, para dar paso a casas más modernas, aparecen muchas matas de tabaco dispersas por donde los adobes con que fueron construidas son desboronados y expuestos a las condiciones climáticas.


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Para construir estas casas los propietarios del terreno extraían la tierra del mismo predio donde se construirían, la tierra usada la mezclaban con pitilla o zacates y otros elementos menores que permitirían adobarla con los pies descalzos, para luego lograr el bloque de tierra al ponerla en moldes de madera, secarla y así tener el adobe. Al extraer la tierra y otros materiales de donde se plantaba tabaco por ese entonces, muchas semillas de este producto de siembra masiva por entonces, quedaron atrapadas en al adobe, cuya tierra sin agua y sin sol, protegió las semillas por décadas y siglos, por eso hoy que hemos venido tumbando estas vetustas casas y expuesto sus adobes al agua y al sol, toda semilla atrapada en ellos germina de nuevo. Hemos notado que destaca el tabaco entre muchas otras plantas que germinan de y en ellos. Esto nos ha permitido mapear bastante la zona de siembra del tabaco a lo largo del río Virilla desde Mata de Plátano, Mozotal, Moravia, Tibás, La Uruca y Santo Domingo. Con el auxilio además de otra ciencia que en el laboratorio puede analizar con precisión el tipo de tabaco correspondiente a estas matas, nos permite así ubicar o descartar si pertenecen o no a esta época. En el laboratorio se analiza su flor y nos dice si en efecto corresponde a este periodo colonial con lo cual tenemos un marcador y datador bastante preciso a nuestra ciencia histórica. Los moldes de los adobes de estas casas no siempre fueron uniformes en los primeros tiempos, pero por lo general eran de unos cincuenta centímetros de largo y 30 o cuarenta de ancho, con un grosor de unos 30 centímetros o medidas muy cercanas. Todavía estas casas no son tan pintorescas como las que se describen los viajeros extranjeros que vinieron a recorrer nuestro territorio a partir de la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo sus propietarios conocían el uso de la cal, la boñiga y otros elementos que les permitía proteger las paredes de la humedad, de los insectos y roedores. Luego fue muy común usar la encalada de toda la casa y por fuera se combinaba con color azul extraído del jiquilite o índigo para dar color a la franja inferior de las paredes, con este “azul de mata”, el rojo obtenido del ocre o de raíces y hojas se usó con el mismo propósito.


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Por la abundancia de maderas finas, el cedro, pochote y la caoba fueron las más utilizadas porque eran resistentes, livianas y fáciles de procesar con las toscas herramientas con que se contaba, vale decir que de por sí estos campesinos conocían cuales eran las mejores maderas, el tiempo adecuado para cortar los árboles y el secado correcto, lo mismo podemos decir de la tierra y zacate para elaborar el adobe. Los cimientos generalmente fueron una capa de piedra bola o de cantos rodados, traídas del rio más cercano, sobre la cual iniciaban las primeras hiladas del adobe que se iban entretejiendo unos a otros y uniendo con la misma mezcla de tierra, de tal suerte que entre adobe y adobe dejaban una brecha de unas 3 a 4 pulgadas para esta mezcla y sobre cada línea de adobe acostaban unas cañas bravas a manera de amarre entre línea y línea, que igual quedaban metidas entre esa mezcla de tierra. Algunas de estas casas fueron transformadas luego, para brindar mayor confort que la nueva economía cafetalera exigía, adaptarse también al cuadrante demarcado para los nuevos pueblos. En Santo Domingo no es extraño encontrar que algunas paredes y trazados de las casas actuales se hicieron sobre la casa previamente existente y correspondiente a ese periodo tabacalero. En otro momento presentaremos las modificaciones y fisonomía de la casa que surge en el periodo de producción del café.


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Las casas del café

La producción de café que surge en Costa Rica muy temprano del siglo XIX y que catapulta al país en su economía va a ser un factor importante para que la construcción en tierra evolucione rápidamente a lo largo de este siglo. Con la nueva economía la población hasta entonces muy dispersa comienza a agruparse en pequeños pueblos que pronto definen un cuadrante, se abren nuevos caminos de comunicación y se construyen mejores puentes, el transporte de carreta se intensifica y desde luego que la población va creciendo a mayor ritmo que décadas anteriores, e igualmente se profundiza la especialización en los trabajos y surgen nuevas aristas en esta pujante economía. Las casas de adobe que se construyen en este siglo van a responder a una familia más grande, a su ubicación en un cuadrante y frente a una calle generalmente, la población tiene acceso a un mayor consumo de bienes y servicios, los recursos ahora son mayores, hay importación de bienes europeos y todo esto se traduce en modificaciones constructivas. Por ejemplo al haber más y mejores caminos y posibilidades de transporte se puede acarrear del bosque y ríos más y mejores materiales para la construcción, se pueden importar herramientas de Europa para moldear la madera y la piedra, hay acceso al hierro, así se traen clavos, bisagras, llavines y vidrio y otros bienes importantes en la construcción. Las casas que surgen en esta época siguen siendo construidas en adobe y con las mismas técnicas, sin embargo hay modificaciones


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importantes de diseño, poco a poco desaparecen los corredores exteriores y se trasladan al interior, cuando están dentro de un cuadrante, como lo estarán la mayoría construidas ahora, tienden a seguir los mismos patrones constructivos, el frente a la calle ahora es cerrado y solo la puerta y las ventanas, generalmente de dos hojas cada una, con maderas elaborada ya, al haber herramientas para hacerlo. Internamente encontramos divisiones permanentes, hay una área de salón de estar, un cuarto principal, una cocina que sigue siendo amplia, desaparece el cuarto caedizo, se divide una parte lateral y otra trasera donde se ubica la pila y el baño, cercana a esta construcción se ubica una galera, especie de bodega techada, aunque abierta, para tener la leña seca, los aperos de los animales si se tienen, las herramientas de campo y otras cosas, en muchos casos aquí se construye un horno en barro para hacer el pan. Un servicio sanitario a unos metros de la misma, conocidos como “excusados de hueco”, que en las anteriores casas era inexistentes. Estas casas son más amplias y más altas que sus predecesoras de la época del tabaco, que en muchos casos fueron modificadas, am-


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pliadas para cumplir con los nuevos requerimientos. También llegó a variar con el tiempo el molde para hacer los adobes. El frente de las casas ya no fue tan importante, ya no era la atalaya para vigilar el camino o saludar al que pasaba porque ahora los sitios de reunión se han definido dentro del cuadrante y al vivir más juntos unos a otros es más seguro y fácil comunicarse. Sigue siendo importante la cocina como sitio de reunión por la tarde. El jardín y huerta frontal ahora se traslada a un costado o detrás de la casa y pierde un poco la importancia de la época anterior, porque con la especialización y el transporte, ahora se consiguen en los mercados y por intercambio. Los techos ahora son más en teja y menos de paja. Las familias con las nuevas herramientas ahora pueden hacer sus muebles en madera y por tanto los cuartos son altos, grandes y definidos. Surgen talleres de ebanistería y mucha gente labra la madera diestramente con lo que se talla mucha de ella, las ventanas y puertas se hacen con detalle comparado con las construcciones precedentes. Las casas ya existentes y que se modifican quedan mal ubicadas dentro de un cuadrante o pagadas al nuevo cultivo del café y se le van haciendo los agregados necesarios para estar a tono con los nuevos tiempos y necesidades.


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Investigación: Rafael Bolaños V. • Fotografías: el autor /Prohibida su reproducción o divulgación sin permiso del autor. Producción: soloheredia el blog para los heredianos


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