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Belarmino Casal Morgan
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Belarmino Alvaro Felipe Casal Morgan Nació el 30 de noviembre de 1932, en Esparza, Puntarenas. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Arturo Torres y en la del Barrio del Carmen de Puntarenas. Su familia emigró hacia Heredia en 1946, con el fin de que realizara aquí su secundaria. Estudió educación, Contabilidad, Sicología, Sociología, Ciencias sociales, Política Internacional y Periodismo. Lector infatigable escritor de novelas. Publicó sus artículos y análisis en infinidad de periódicos nacionales e internacionales. Trabajó 33 años en el Banco Nacional. Falleció el 2 de setiembre de 2002 en Heredia. ::::::::::::: A principios de los años 70 conocí a este caballero, cabal en todo el sentido de la palabra, hombre impecable en su vestir y con un vocabulario exquisito, ameno, con un excelente humor, poseedor de un corazón enorme y generoso. ¡Casi un niño! Religiosamente, todas las tardes se reunía a charlar o a jugar bola negra en la Floresta, con sus amigos. Con mucha disciplina y pasión dedicaba tres horas diarias a leer y a escribir análisis, cuentos, anécdotas y leyendas, las cuales publicaba en algunos medios locales y extranjeros. Recopiló en un volumen que tituló “Añoranzas Heredianas” relatos cortos con recuerdos y tradiciones florenses. El mismo contiene 62 relatos cortos dedicados a su hija Ivania Casal Montoya, a quien “desde niña le encantaban mis relatos”, leemos en la dedicatoria.
facebook.com/soloheredia A principios del 2001, me comentó que había hecho una recopilación de cuentos para enviarla al Certamen UNA Palabra, de la Universidad Nacional, la tituló “Ecos de mi infancia” y la firmó con el seudónimo “Plinio”. Se trata de una obra dividida en dos partes, en la primera recopila 31 relatos ocurridos en Esparta y se los dedica a su hija Agnes. La segunda parte reúne 31 relatos de vivencias en Puntarenas y la dedica a su otra hija, Katia. Curiosamente los relatos suman 62, igual que la primera obra. Un día llegó a mi casa, sacó de una bolsa dos libros empastados y me dijo: “aquí te dejo esto para que los leas... ahí después me decis que te parecen, si queere los publicas; ah, pero el del concurso todavía no”, y se fue. Por supuesto que los leí y una vez terminada su lectura, los guardé en la misma bolsa que me los obsequió. 13 años después los he retomado y hoy quiero reproducir uno de esos relatos, para recordar a este increíble ser humano y ¡verdadero amigo!
¡Pajarón, Viejo Vago, descanse en paz!
“Pajarón, Viejo Vago”
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“Pajarón, Viejo Vago” Existió en la Ciudad de Heredia, en la década de los 50, un personaje singular, pobre, enjuto iletrado, débil, de apariencia tranquila. De edad indefinida por lo descuidado de su persona. Suponíamos los jóvenes de 1951 que él jamás se bañó, peinó o perfumó. Siempre anduvo con un cayado de guayabo como si este fuera su escudo, su estandarte. Aunque los muchachos del ayer aseguran que jamás lo usó contra sus detractores. Lo blandía únicamente para impresionar. La mayoría de los estudiantes estaban atentos a su presencia para gritarle como una broma propia de jóvenes: ¡Pajarón, Viejo Vago!... Y de inmediato su figura se agigantaba. Era el eje central de la tormenta por su rápidas y malsonantes. Y nos hacía creer que se encolerizaba. Y nos perseguía airosamente blandiendo su garrote. Entonces, aquellos muchachos corrían a todo lo que dieran sus piernas. Era pobre, iletrado y egocéntrico. Jamás supe su nombre de pila, profesión, oficio o domicilio conocido. Si tenía familiares y alguna habilidad o destreza manual digna de tomarse en cuenta. Algunas personas de buen corazón se apiadaban de su negra suerte y le daban algunas monedas. Y esto era cosa de todos los días. Por doquier, aparecían bandadas de jóvenes que jubilosamente gritaban: “Pajarón, Viejo Vago, Bañate...” Y la respuesta de nuestro personaje hería los oídos de las señoritas. Porque al finalizar su cantinela siempre venía el
facebook.com/soloheredia consabido mentonazo de madre gritado a la multitud que gozaba “toreándolo”. Este personaje popular pasó a la historia, fu epónimo por su cayado y su grito de guerra. Terminó sus días de manera trágica. AL costado norte del mercado municipal de Heredia estaban las paradas de autobuses de Carrizal, El Roble, Barrio Mercedes; Sarapiquí y San Isidro de Heredia. Y un cobrador de buses de una de esas líneas le dio a Pajarón una broma pesada. Lo agarró del saco en el momento que el bus arrancaba. Hay que tomar en cuenta de que el cobrador era un jovencito menor de edad, que no midió las consecuencias ni el peligro. Deseaba divertirse y divertir a los pasajeros. El pobre Pajarón perdió el equilibrio, pegó contra la parte derecha de la carrocería y cayó al pavimento pesadamente fracturándose la cabeza. Minutos después era trasladado en una ambulancia de la Cruz Roja al Hospital San Vicente de Paúl donde expiró una hora después. Los jóvenes de hoy desconocen aquel personaje enojado y bilioso que hizo correr a cientos de estudiantes de mi época blandiendo su garrote como arma de combate.
Un agradecimiento especial para mi amigo Fernando Garita, quien me regaló en el 2008 la fotografía de este personaje popular y que hoy compartimos con ustedes.