Pesca deportiva y desarrollo sostenible Dr. Freddy Pacheco Le贸n*
PESCA DEPORTIVA Y DESARROLLO SOSTENIBLE
U
n proceso de desarrollo sostenible no tendría razón de ser, si no involucra la ejecución de proyectos en los que el uso de los recursos naturales no juegue un papel fundamental. Sin embargo, por obvio que parezca, esa no es siempre la realidad, pues previo a la cita de Río Janeiro en 1992, en que ante las perspectivas destructivas que se cernían sobre el ambiente, hicieron urgente la convocatoria de los máximos líderes mundiales para tratar el tema del futuro planetario, la confrontación entre ambiente y desarrollo ha sido y sigue siendo la tónica. En Costa Rica, donde son reconocidos los esfuerzos por salvaguardar un ambiente ecológicamente equilibrado y donde las áreas de conservación guardan el mayor patrimonio de los que felizmente habitamos este hermoso país, se han tenido que librar luchas en las que por un lado han estado los que ven la necesidad de promover un progreso material y económico ajeno a visiones conservacionistas; los que por el contrario consideran que la conservación de la naturaleza es y ha de ser la única opción posible de un modelo nacional confuso; y los que, sin rechazar del todo las dos visiones anteriores, consideramos que es posible configurar una estrategia donde el MANEJO RACIONAL de los recursos naturales pueda ir de la mano con procesos de desarrollo que consideren visiones a largo plazo, donde tal uso de recursos sea sustentable en el tiempo. Si por un lado la opción costarricense ha sido la de estimular un progreso económico ajeno a actividades altamente destructivas, como sería el caso de la minería a cielo abierto de metales como el oro, la perforación de pozos petroleros y la trituración de rocas subterráneas para liberar gas metano, tampoco debería cerrarle las puertas a actividades que se caracterizan AMIGABLES CON EL AMBIENTE, por su bajo impacto y reconocidas potencialidades de desarrollo. El fiel de la balanza nos indica que, bajo los principios del desarrollo sostenible es posible y hasta recomendable, la existencia 2
Dr. Freddy Pacheco León de proyectos que conlleven beneficios tangibles para comunidades, cuyos habitantes generalmente sufren de un inmerecido estancamiento social, económico y cultural. Bajo premisas semejantes una vez propusimos (La Nación, 18.3.13), para dos regiones paupérrimas y abandonas, la instalación de sendas marinas turísticas, de pequeño tamaño, en BARRA DEL COLORADO y PUERTO JIMÉNEZ, al norte de la vertiente Caribe y al sur de la vertiente del Pacífico, respectivamente. Entonces destacamos como la ciudadanía ha venido desdeñando la importancia del TURISMO de la sostenible pesca deportiva en Costa Rica, que recibe anualmente unos 300.000 turistas extranjeros en busca de sitios para su deporte, por lo que aún con escasas instalaciones, generan más de 70.000 EMPLEOS directos e indirectos y al menos $600 MILLONES en divisas. Visitantes que, paradójicamente, para una mejor protección ambiental, requieren de instalaciones adecuadas donde obtener combustibles, servicios de agua potable, labores de mantenimiento, tratamiento de residuos, oficinas de migración y aduanas. Y tuvimos reacciones muy divergentes. Por un lado, políticos, funcionarios y habitantes, interesados en promover el desarrollo integral de la provincia de Limón, acogieron con interés la propuesta para Barra del Colorado. Pero, del lado opuesto, desde el cantón de Osa la respuesta de algunos fue, para decirlo de alguna manera, de oposición confusa. Aunque los que se han opuesto reconocen que para Puerto Jiménez, pobrísima comunidad que sobrevive en medio de una riqueza paisajística de gran potencial para procesos de desarrollo sostenible, no se vislumbran opciones tangibles de progreso, se argumenta que no quieren “convertirse en un segundo Guanacaste” y que prefieren seguir sobreviviendo en su ambiente bucólico, campestre, idealizado, aunque con un índice de desarrollo humano indeseable para sus 7000 habitantes. De esta forma, por reconocidos prejuicios, se oponen a la construcción de UNA MARINA para unos 250 yates que se construiría en una “esquinita” de un golfo que, con sus 80.000 hectáreas y sus 50 km de largo, hacen del Golfo Dulce un sitio adecuado para ese limi3
PESCA DEPORTIVA Y DESARROLLO SOSTENIBLE tado desarrollo turístico. Argumentos insostenibles desde el punto de vista de los que creemos en que ¡sí es posible! poner en ejecución procesos de desarrollo sostenible. Que, al igual que en Barra del Colorado, no se vislumbra daño ambiental alguno ni la copia de un proceso turístico como el de Guanacaste que, por cierto, cuenta con solo una marina turística con un buen récord de funcionamiento, en bahía Culebra. Aunque entendemos a los que, de buena fe se oponen al desarrollo del turismo sin control ni planificación adecuada, el conocimiento del proyecto de la marina en Puerto Jiménez nos permite afirmar que el camino del desarrollo se puede seguir, si se avanza de la mano del cumplimiento de la legislación y normas conexas. Que el “control cruzado” que experimentan las marinas turísticas desde la Setena y la Comisión Interinstitucional de Marinas y Atracaderos Turísticos (Cimat), garantizan un tratamiento técnico especializado especial. Que es, hasta cierto punto egoísta, negarle a una comunidad una fuente de trabajo donde, además, un pequeño hotel de 74 habitaciones promovería más largas estadías de los deportistas visitantes. ¡Ojalá! la “industria sin chimeneas” pueda también, mediante proyectos amigables con el ambiente, desarrollarse en comunidades olvidadas que, como las dos señaladas, urgen de una alternativa diferente a la miseria en que están sumidas, para que sus jóvenes no se vean obligados a emigrar hacia las plantaciones de piña, palma africana, banano y cítricos, en busca de subsistencia, cual si no fueren también costarricenses con derecho a soñar. *Especialista en estudios de impacto ambiental
Publicado en Página Abierta – Diario Extra – del martes 18 de marzo del 2014.
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