Chacarita, Puntarenas
L
a historia del Ferrocarril al Pacífico se remonta a principios de la segunda mitad del Siglo XIX, fue el primer esfuerzo gubernamental por dotar a nuestro país de ese poderoso medio de transporte; ingenio de acero y progreso. Costa Rica por fin conocería un poquito de las bondades del desarrollo tecnológico mundial que muy pronto abrieron las puertas a la Revolución Industrial. El Presidente Juan Rafael Mora Porras (1849-1860) aprobó en 1854 un proyecto para la instalación en el país de un ferrocarril que conectaría nuestra capital con el Puerto de Puntarenas. Puntarenas había sido declarado “Puerto Mayor de Costa Rica” desde 1814, título que aun ostenta. La primera etapa de construcción del ferrocarril uniría, mediante la instalación de quince kilómetros de rieles, la población de Barranca con la ciudad de Puntarenas. El promotor de ese interesante proyecto era un conocido comerciante y diplomático inglés, Cónsul de Inglaterra en Costa Rica y poseedor de mucho capital en efectivo; su nombre era Richard Farrer. Durante tres años se trabajó la ruta y se alistaron los terrenos, lentamente se fueron instalando las vías paralelas de rieles de acero y sus traviesas para el transito efectivo del futuro transporte. Para mediados de 1857, lo único que se había logrado construir fue el tramo original de la primera etapa; esta sección fue inaugurada el 12 de noviembre de 1857. ¿Locomotora a vapor? No había. La fuerza motriz de esa corta línea era anacrónicamente impulsada por animales de jale, tales como caballos y burros; un trencito casi de juguete, propio del tiempo de “Fusil de Chispa”.
Una yunta de bueyes, pero moderna. A su máxima velocidad, el nuevo trencito de Barranca a Puntarenas nunca superó los tres kilómetros por hora; su velocidad promedio era de dos kilómetros por hora. Todo un bólido… Se le conoció en el argot popular como “El Burrocarril” (The Donkey Road). Su único vagón de pasajeros era un cajón de madera pobremente elaborado y con rusticas bancas para sentarse; su plataforma de carga la constituían unos tablones de Guachipelín que se ponían en lugar del cajón de pasajeros. Por viaje, o se llevaba carga o solamente pasajeros. Nunca juntos. O sea, todo un fracaso. Sin embargo el tramo Barranca-Puntarenas puede considerarse un verdadero Patrimonio Histórico de Costa Rica con más de ciento cincuenta años de antigüedad. ¡Por si solo constituye el primer esfuerzo de nuestro país por tener un ferrocarril real y práctico, aun hoy la ruta sigue el mismo trayecto construido por Farrer en 1857.
Angostura, Puntarenas. 20 de abril del 2014. Marca, peso masa y fecha estampados en el canto del riel. Lado norte
El Ferrocarril al Pacifico tuvo otros constructores y muchos cambios más a lo largo de una centuria, pero esos primeros quince kilómetros de vías férreas fueron los pioneros en Centroamérica. Durante la Semana Santa tuve la oportunidad de observar y recorrer parte de los quince kilómetros de rieles que constituyen esa antigua ruta ferrocarrilera. Extrañamente es una línea que se encuentra en condiciones de conservación bastante buenas a pesar que desde hace muchos años no circulan trenes por ella. El vandalismo que destruyó todo el tendido eléctrico del ferrocarril a finales del Siglo XX, terminó por respetar los antiguos rieles. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe.
Ignoro cuanto sería la inversión para poner a funcionar de nuevo ese trayecto de quince kilómetros entre Barranca y Puntarenas con un tren turístico, sin dejar de lado un tren colectivo de personas y carga que sirviera diariamente a los miles de habitantes de esa larga lengua de arena. Presumo que sería mucho dinero. De concretarse en un futuro la apertura de un servicio de trenes en esa zona, el beneficio comunal sería incalculable; estoy seguro que de inmediato se verían beneficiadas las populosas comunidades de Barranca, El Roble, San Isidro, Chacarita, Cocal y hasta la misma ciudad de Puntarenas. No se imaginan lo útil que hubiera sido poder contar con un tren de pasajeros durante la exhibición acrobática de aviones meses atrás, Puntarenas colapsó completamente desde Caldera hasta el centro del Puerto. Solo la línea del tren estaba solita y esperando. Retomando nuestro paseo de Semana Santa, el Domingo de Gloria nos dedicamos a transitar por las centenarias líneas del tren de Chacarita. Caminando entre rieles me encontré con una bonita sorpresa, llegando al comienzo de la Angostura pude observar en el canto de un riel el estampado de fundición que indica la marca, peso masa (80 Lbs.) y año de fabricación. ¡Sorpresa! Ese riel y muchos más tienen entre ciento ocho y ciento nueve años de antigüedad (1906-1907), sus condiciones físicas son extremadamente buenas; poco o nada de herrumbre y mucho menos un desgaste visible que imposibilite volver a usarlos nuevamente. Rieles de verdad. Comprados a principios del Siglo XX, su casa matriz de fabricación corresponde a una gran industria del acero situada en Sault Ste. Marie; Ontario Canadá. Su nombre: “Algoma Steel”, fundada en 1902. Los años de fundición estampados en los rieles de Chacarita, 1906
y 1907, los colocan entre los primeros producidos por esa acería. Algoma Steel existe en Canadá y se le conoce actualmente como “Essar Algoma Steel”. Observando nuestros viejos rieles, me quede pensando: -¿Servirán todavía? -Posiblemente que sí. Al menos muchos de ellos se encuentran en condiciones de soportar varios trenes y todos sus vagones rodando por cien años más. De eso estoy seguro. Los rieles de la Gran Chacarita son un Patrimonio Histórico de Puntarenas, un humilde tesoro que la luz del Sol agonizante saca del olvido todos los días; solo hay que bajar la mirada y verlos… Saludos Puerto. Manrique Álvarez Rojas Abril del 2014 Marca, peso masa y fecha estampados en el canto del riel. Lado sur. “...SOLO HAY QUE BAJAR LA MIRADA Y VERLOS”.
Fotografías: Rebeca Zunbado Ruíz
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