Provincia 4
C O M E N T A R I O
[Sustitución total de red sanitaria] Los heredianos debemos sentirnos muy satisfechos, y a la vez tolerantes por las molestias que causan los importantes trabajos que en la actualidad lleva a cabo la Empresa de Servicios Públicos de Heredia, ESPH S.A., la cual consiste en la renovación de la red de alcantarillado sanitario, obra de trascendental importancia, que por ir bajo tierra, no se le da el valor que tiene. La congestión vehicular, y las nubes de polvo, causan un fastidio pasajero, en cambio la evacuación de inmundicias por métodos modernos, representa un avance duradero.
Una ingrata época herediana Lic. Pompilio Segura Chaves Por el año de 1940, Heredia era la única ciudad importante que carecía de alcantarillado sanitario, el primero fue construido de 1942 a 1944, inaugurado el sábado 1 de abril por el presidente municipal Dr. Marco Tulio Salazar. Pero, ¿Cómo solucionaban nuestros antepasados este problema de ausencia de albañales? Su relato resulta repugnante, pero no es leyenda, es historia que quedó asentada en las actas municipales de Heredia, por lo tanto es una realidad. El Dr. Solón Núñez Frutos, en su calidad de subsecretario de Sa-
lubridad Pública, se presentó el jueves 29 de mayo de 1924 a la sesión solemne que entonces celebraba la corporación municipal de Heredia y manifestó que su asistencia obedecía a que había tenido información de personas que le merecían todo crédito, de que los excusados de esta ciudad, tienen grandes defectos, intolerables en poblaciones de primer orden, que se le ha dicho que aquí se adopta un sistema que cuando no desaguan directamente a cualquier acequia, el tanque, una vez lleno, rebalsa, en todo caso con grave perjuicio para la salubridad pública y que eso debe corregirse a todo trance. Manifestó que esta ciudad se prestaba para la construcción de cloacas, dado su natural declive, que las aguas contaminadas (de las acequias), por los excusados, eran empleadas luego para lavar café y que no sería remoto que se aprovecharan para usos domésticos. El regidor Lic. Juan Rafael Arias Bonilla, presente en esta sesión, manifestó que sería ideal el establecimiento de cloacas, pero que dejaría esta obra en tercer lugar, pues en el primero estaba la reposición de la tubería de la cañería y que a la vez movía la planta eléctrica y en el segundo, el aumento de la energía eléctrica y concluyó ratificando los informes recibidos por el Dr. Solón Núñez, porque él mismo sufría los inconvenientes de un excusado de esos, cuyo desagüe pasaba por su casa. Las advertencias del Subsecretario de Salubridad Pública no dieron mayor resultado positivo y las cosas siguieron al igual y no fue sino a partir de 1928 que la municipalidad comenzó a mostrar interés por erradicar este problema de insalubridad. En la sesión del lunes 26 de marzo de 1928, los regidores manifestaron interés por conocer cuántos excusados se encontraban colocados sobre acequias, cómo estaban distribuidas las aguas de las mismas y qué medios aconsejaba la higiene para corregir estos males, y después de deliberar sobre este asunto, por moción del Lic. Bernardo Benavides se acordó que el Jefe de Trabajos Municipales, el Jefe de Higiene y el Agente Principal de Policía realizaran un estudio y un plano de todas las acequias, indicando cuales estaban en buenas condiciones higiénicas y cuáles en mal estado, ya sea porque se usen de cloacas, o porque tengan excusados sobre las mismas. Luego que la municipalidad conoció el informe, ordenó a Cirilo Rivera, Jefe de Higiene, que procediera a la destrucción de todo ex-
cusado colocado sobre acequias, y que los afectados los construyeran en huecos cavados en los solares de sus casas. Algunos vecinos se opusieron alegando que eran muy pobres, otros decían que en sus solares no se podían hacer huecos de mayor profundidad que una vara, porque pronto botaba el agua y que si la municipalidad se los construía, ellos los pagarían pero en cuotas. La municipalidad, dispuesta a resolver este problema, acogió la idea de los quejosos y ordenó al nuevo Jefe de Higiene Jesús María Hernández que, conforme a contratos, procediera a la construcción del nuevo tipo de excusados. En julio de 1835 Jesús María informó a la municipalidad que había hecho 15 excusados, cuyo valor de cada uno, incluyendo hueco, caseta y planché, era de ¢35.00 cada uno, que en el distrito Central había que construir cerca de 100 y en todo el cantón serían, por lo menos 400. Este cambio de lugar de letrinas, fue muy lento, y aun en 1935 permanecían algunas sobre acequias, pero ya en lugares alejados, pues en la sesión del lunes 21 de octubre de 1935, la municipalidad conoció un memorial enviado por Juan María Solera Oreamuno, en el que manifestaba que tenía informes fidedignos de que en la acequia que del hospital iba al Barreal se encontraban varios excusados sobre ella, con el consiguiente perjuicio para el vecindario que se provee de dichas aguas y para su beneficio de café, y solicitaba la inspección de la acequia, porque de ninguna manera convenía que se enteraran los mercados europeos de que en Costa Rica beneficiamos el café que exportamos, con aguas repletas de inmundicias.
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