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H E n r iq u e V e r a s t e g u i速

T A K I

ONQgy

Lluvia Editores


ETICA I. II. III.

Monte de goce Taki onqoy Angelus novus

Edición a cargo de Lluvia Editores Carátula: Detalle del Acrílico Pentecostés de Josué Sánchez. © ©

Reservados todos los derechos, Enrique Verástegui, 1993. De esta edición, Lluvia Editores, 1993. Av. Garcilaso de la Vega 1976, 5to. piso, Of. 501 Lima.

Hecho e impreso en el Perú Rurasqa qellqasqa Perú llaqtapi Made and Printed in Perú


Para Elena que so帽贸 conmigo este poema


1.

Eran pobres, nada poseían, pero su naturaleza era de hombres prodigiosos. Popol Vuh: 3, IV.

Z

"Perfección ” es trabajo. Paul Valéry, Tel Quel I.


PROFECIA DE LAS ROSAS


Lugar:

Tiempo:

Lima, capital del Perú, d tiempo de una rébdión espléndida en la ciudad caótica.


I


Abandonar la historia para siempre, bellos, perfectos, lúcidos, antes de ser apuñalados por el rencor. Un buen purgatorio es sufrir la historia donde héroes, hombres de acción, soñadores redimen su vida. Tu muchacha son las flores, tu mar, el cielo. ¡Oh! Zeus: Ecce florescunt lilia: gotas de rocío en tus pár­ pados. 1:

Quien busque realidadno la hallará como quien utilizando lucidez se encontrará transformando lo irreal.

Pero escuchemos todavía por un tiempo más a los amigos -muchachos de pelo largo como un pincel sobre los cielos y los muchachos o su música (ama toda la verdad, todo el amor) es­ parciéndose como círculos de tiza en paredes tan extrañas como un sueño: imágenes de aves frescas volando contra el viento, & los gritos ruedan sobre el asfalto: 9/15 am.: se ha cortado el tránsito & "ya nos jodimos": manifestación relám­ pago en pleno sueño, manos con flores superpuestas en un lienzo de muslos. (MI RADIO ANUNCIANDO LOS ULTIMOS SUCESOS PARECE UN ANGEL CON LA PRIMERA COPA DE ULCERA DEL APOCALIPSIS: & ¡click! pongo música sacra: Nobilis, nei... Apago. Enciendo las noticias: el prisma de mi mente se proyecta analizándolas):

el tiempo es una mercancía que envejece sobre un mostrador, la época una ladilla arrodillada bajo mi In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti & entonces nos ponemos a cantar: 1:

Quien busque realidad no la hallará como quien utilizando lucidez... etc. 17


Y el más joven ("eh, poeta, déjate de huevadas") jodidamente parti­ cipa entonces de los hechos, deshojo las pestañas de la noche y digo como digo tan dulcemente en el amor cuando me gustas: amar es (por lo visto) un sueño hermoso como un Paraíso: un cuerpo sobre otro cuerpo como una flor, y mi punta rosa movible en los muslos de Demeter. 1:

Quien busque realidad no la hallará como quien utilizando lucidez... etc.

Es necesario pulsar la guitarra y alejarse de las Bibliotecas. Pulsar una guitarra como se pulsan muslos y pechos bajo la colcha iluminada con la primera luz del amanecer, tu dulce belleza desvanecida por las uvas del encanto y Demeter se ha cogido de mi brazo: el flujo avanza entonando lemas y canciones, el flujo de gafas bajo cabellos crecidos avanza cogido en cadene­ tas por los brazos y gritando y entonando lemas y canciones: lo nuevos juglares se adueñaron de los parques: Universitario, San Martín, Unión, Bolognesi, etc. 1:

Quien busque realidad no la hallará como quien utilizando lucidez... etc. a

Huanacaure: los cuatro hermanos Ayar, un verano como un Paraíso sa­ lieron al mundo para incrustrar un Varayoc en la tierra que ahora flore­ ce: Manco Capac, Mama Occllo, flor verde en el lago más alto del mun­ do. Imperio de los Inkas: ama sulla, ama quella, ama Hulla. Trabajan hombres aguerridos como el paisaje donde florecen sus obras: templos, andenes, ciudades. El mundo es bello, la naturaleza no tan cruel como cuando se toman las armas: nuestro Imperio es una máquina guerrera, el pasado no resiste este avance de Pachacutec.

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Norte El Imperio ha de crecer co­ Cusco Este mo el conocíOeste miento de nues­ ombligo del mundo tros sabios. Sur

Nuestra frontera es ilimita­ da como nuestra mente y cada arco iris marca la ruta del guerrero.

Un rostro pétreo e impenetrable como el verano contempla ahora la be­ lleza de un imperio aguerrido como este duro avanzar de guerreros se­ dientos de victoria. ¡Uiskitey! ¡Uiskitey! 7pm. Nuestra flor fue esta oda afinada en el dolor de llagas atroces como un infierno y el azufre de Virgilio en su camastro pero con el dragón bajo los pies del contendor: un anatema a descifrar en el fino trazo de un anónimo pintor del Cusco: "mierda, ya nos jodimos" dije y dijo Demeter: "allí viene la repre"/"pon tu cara de palo" -dije y vi muchachos como ángeles descendiendo de omnibuses largos como sierpes: "amigos" dijo Demeter y Demeter jadeó como la yegua envergada: "vengan". "Allá" -señalé sobre la masa oscura cerrando nuestro paso, y el grito resonaba (aún resuena, ángel de la noche) en labios de la joven cubriéndose en mi brazo: "por allá" dije y entonces corrimos a la esquina opuesta: "uf, por poco" dije, y nos pusimos a cantar: 1:

1.

Quien busque realidad no la hallará como quien utilizando lucidez... etc. b

Excursión al Museo de Sitio de Paracas.

1964: los escolares llegaron por el pesado 19


arenal entre plantas de espina y asombro relampagueando rosa en la cal de la tarde. El sol del oeste incendiábalas dunas y el cielo temblaba con chispas azules: sudaba el rostro con rastros perdidos de acné, casi adolescente. Allí entre cascajos y arena recogí una piedra (¿un sílex?): punta de lanza y cuchillo, hacha con bordes toscos en la luz brilló su resplandor de miles de años, pescador y cazador de serpientes, venados, zorros que estas manos diestramente volvían vestidos, sandalias, comida. Al calor del desierto el profesor disertaba muy socrático la vida y edades de Paracas: comercio de peces, tejido de mantos (que "pondrán ver en colecciones privadas") y cerámica llena de polvo y olvido como esta forma rara y punteada de los cráneos humanos, la trepanación de los huesos fundidos con oro y estaño -cirugía perfecta y que persiste en los brujos del campo. A escondidas fumamos el primer cigarrillo y las colegialas tan interesadas y aburridas y luego ruborizadas accedían a pecar inocentemente. ¡Qué sensación de eterna soledad, qué inmenso y sagrado silencio perdura en mí ante aquellas tumbas abiertas a flor de tierra! Un cierto temor impidió que tocáramos dientes y mandíbulas, trozos de huesos en la necrópolis: un olorcito a muerte desprendiéndose de vajillas rotas, telas quemadas como la noche donde velábamos azules y verdes. Yo me traje esta piedra a mi casa y la acomodé preciosamente sobre mis libros, como un pisapapel, un testimonio de haber ya vivido otro tiempo quizá parecido a este pero sí puro y salvaje.

2.

Nazca: copa ritual y calendario. (x. I-VI dC.) Mundo de piedra como esplendor de mil 20


serpientes en la mano. La mano que cultivó la tierra arrancó los astros de la noche, tornó simétrico lo informe: sol y viento/lluvia y mares fueron más que una fría geometría la concepción, el jardín verde blanco rojo (depurado como un sueño) y en el desierto arenal el mono el pez labraron el mar inmenso del sueño que como un Apocalipsis volvía llevándose cosechas, mujeres, ceramios. La Constelación del Ave perfecta y precisa cayó en Tierra donde estilizada aún domina las compuertas del cielo y rige al viejo labriego siembra y recolección de sus frutos. El sacerdote en el alba en luna llena vestido con oro irrumpía del porvenir al pasado, del este al oeste y las cabezas rodaban degolladas. En alto la copa bebía la sangre de sus prisioneros, esplendor de barro, danzaban las sierpes como flores de verano.

3.

Mochica (s. I aC-VII dC): Arte erótico.

La noche nos recibe en su lecho y el viento arrastra el dulce olor de la noche ---------- - cielos y mares copulan a través de tus ojos, copulan a través de tu piel que lenta recibe palabras y está abriéndose a mi goce. Destreza (primera categoría florida) y sólo ---------- destreza del cuerpo que encaja en el otro, del cuerpo que ahora contemplo lleno de luz como un campo de amapolas al llegar 21


el otoño. Dulces flores brotaban en tu piel, flores terribles como este sueño poseyéndote al alba. Tu cuerpo giró elástico bajo el doble peso del sol en mi cuerpo - giró como una gacela que salta y mi cuerpo se dobló sobre el tuyo perfecto en el canto del atardecer. Este movimiento de caricias tenía en sí mismo el impulso del fuego ------- - la suavidad de una palabra al oído. Y en la penumbra cuatro muslos con ritmo sereno de girasol (en busca de luz) ----------- . se movían de aquí movían hasta como allá y se t cuatro aspas de un molino que hiende en remolinos el aire. Yo mordía tu nuca y te escuchaba gemir en mis manos que rodeando tu busto apretujaban tus senos y nos doblamos hasta ser tú como yo.

Nuestra obra fue esta flor verde brotada entre las llagas y el azufre de Virgilio: flor de lucidez y anatema elevándose como Demeter torso cuer­ po desnudo en la calzada y estos ojos hechidos por la belleza de un gol­ pe de luz rosa trazan después de todo una frase en la pared: ¿en qué cír­ culo de Infernus maquinará Dante la caída de Pompeya, el final reen­ cuentro, su gran asalto al Paraíso?

No aceptar ninguna proposición de muerte es desalojar al infierno de tu obra: rehecho y escrito ahora tan limpiamente como un pincel que se desliza dibujando flores de luz rosa verde en la noche: segunda mitad del s. XX sin otro verbo 22


(ningún verbo dejó de brotar porque no brotaron flores sin furor en la nada) que el gusto no tan parco por mis ángeles incendiando autos sobre el smog urbano.

Suscipe, flos, florein, quia flos designat amorem! Illo de flore nitnie sun captus amore -canta Cari Orff en mi instrumento cuadrafónico: Huticflorein, Flora duldssima, semperodora! Apago. Me gusta esa tonada: no será historia que guste al poder, no al menos como una mediocre versificación de Placencia: -como el Archipoeta olvidado: música para oídos no alienados. Mi espíritu no está alienado. No sé palidecer tanto como la noche de otoño en tus ojos: Nam velut aurorafiet tua forma decora. He gustado esa tonada: su dulce voz es una flor en la noche: no como G. Malaver ni como una mediocre versificación de Placencia. Me arrojo sobre tu cuerpo como sobre un lecho con flores, gustar a tu cuerpo fue abandonar el intranquilo pasado. I Tenemos la fuerza, el imperio, el poder: no aún las bocas de fuego y esas bestias que mascan metal con los dientes de espuma. No podemos caer como Huáscar que permanece en el sur prisionero del poder de Atahualpa pero habremos de precisar una estrategia. El conquistador ha recibido una embajada, Atahualpa prefiere ope­ rar en la altura a dejar que los hombres de piel de papel se vuelvan al mar. Podemos trazar un cerco, no dejar que los demonios vestidos con ropas metálicas avancen más que las propias patas de sus caballos. La guerra es la guerra: sus leyes tan inflexibles como una columna de pie­ dra son la flexibilidad de nuestros guerreros al atacar por los flancos: atacar no es dejar de moverse hasta que el enemigo quede, como ahora, 23


exhausto. El conquistador ha perdido tres caballos, un hombre: poca co­ sa son y mis hombres cercarán al enemigo allá en la entrada a los baños termales. Entre nosotros la lucha es más fuerte aún y entre nosotros se resuelve el mandato: quien se apodere de este enemigo que cae como fuego del cielo tendrá poder sobre el otro, podrá emprender el designio. Donde una cabeza dirige otro no puede oponerse: Huáscar, o Atahualpa. Podemos trazar un cerco, no dejar que demonios vestidos con ro­ pas metálicas avancen más que las propias patas de sus caballos. Chalcuchímac tú encárgate de ordenar militarmente esta estrategia política y que los demonios, que están en Tumbes, no pasen de Cajamarca. ¿Ima kkychin kay yana kkuchi Sayarimun ? Qósqoq aucánpas millay wacchi Ularimum, Túkuy impapi sajra chijchi Ttakakamun!

Pero la suerte está echada, quien pierde la posibilidad de su unidad -como un caballo que huye de su función- tiene ya perdida la unidad del poder.

n ¿Sirven para algo orden coraje exposición de un poderío si lo que no tenemos es lo que podrá derrumbam.os? Poca luz el oráculo y su flor fragante cuando brota en la yerba se ha vuelto tiempo perdido, noche fatal coirto una luz ausentada en tus cam­ pos. Sobre una anda hecha con oro macizo, plata, incrustraciones tur­ quesas desciende Atahualpa hacia la plaza Mayor. Pendones que ondu­ lan ^ ^ ie n to con los colores del Arco Iris preceden la marcha del Inka que avanza rodeado por cincuenta mil guerreros sin armas que van al encuentro del hombre que ha llegado del mar. Ni el poderío del sol que embellece el verano se ha mostrado magnánimo -entre violentos nuba24


rrones el día, el atardecer parece un signo de mal agüero- y hay ahora un silencio fatal, un cura con un libro en las manos y una doble cara por donde el demonio asoma su lengua partida. Triste es la noche, la vida menos tranquila cuando historia y hombre se dan la mano, masa y pól­ vora, jardines arrasados, sonido de un tambor que suena en una piragua de fuego. Ibamos desarmados a este encuentro, desnudos bajo el aire del tiempo como para enfrentar honorablemente el poco gusto de la muerte. ¿Podíamos ver un signo no ausente de lucidez en los ojos de los animales que no se reflejara en el mínimo cauce del sueño? Watupakurqan sunqollaymi Sapakutin; Musqoyniypipas cheqmi Uti utm, Chirinka qhenchataraqui, Aqoy phutu.

El chasqui había llegado de Tumbes trayendo la descripción del hombre que con la cola se cortaba en dos, echando fuego por los labios: Maizabalica había enviado a ese chasqui, y el chasqui tan veloz como un rayo que ilumina los cielos había traído el quipu y con el quipu la escri­ tura sagrada que está bordada en los mantos sagrados. Tres ladrones de nuestro oro y un caballo habían sido ajusticiados por Maizabilica, y los ladrones habían echado cadenas sobre los tobillos de los caciques de Tangarara. Luego, habían llegado hasta aquí Hernando de Soto con 20 hombres a caballo e hizo antesala para ser recibido por el Inka que brin­ dó en un kero de oro con el hombre venido del mar e hizo pasar ante él a Hernando Pizarro también que porque Hernando de Soto se había de­ morado en la tienda del Inka conversando con la chicha escandalizó ante el cuerpo de guardia, y fue introducido ante el Inka. El Inka era el hijo del sol: su descendiente, su representante, su mano de fuego que alum­ bra a esta tierra y ellos sólo capitanes de un rey de ultramar enviados a parlamentar con su majestad Atahualpa pero entonces Atahualpa, que permaneció distante inalcanzable como un lucero en el cielo dijo de pronto que con el sol de un nuevo día llegaría hasta la plaza en el tambo de Cajamarca precedido de todos sus príncipes y su cuerpo de resguar25


do y todo su poder expuesto en cincuenta mil guerreros que iban, como escuadrones de autodominio, donde se dirigía Atahualpa en su peregri­ nar por el imperio hacia el sur. Inti tutayart qqelluyaspan Huj watuypi: Atawallpa ayachaspa Chay sutimpi Wañuyhuklanta chikachaspa Huj cchillmiypi.

ni Había pasado el caballo y el arcabuz, el cráneo de Gonzalo Pizarro en la pica de la plaza Mayor. Páginas de sombra se sobreponían al ojo de la luna y daga y cuchillo surgían como la noche para estampar un sello de sangre sobre el infolio de la aventura. Ni un lento redoblar de campa­ nas repicando sobre los tejados de la noche un Ave purísima que se hace dulcísimo -ni una silenciosa oración en torno a la mano que cambia rosa­ rio por vihuela- podía detener el cielo atropellador del afán. No estaban aquí un corazón grande como la tierra que circundara Vespuccio sola­ zándose en un ventanal de la historia y tampoco el cerebro era un gera­ nio que brota verde en la mano cuando la luz adormece. Quien deseaba la gloria tenía un talego con oro y el oro se conseguía atravesando -espada o arcabuz, mitad de la noche entre capas que el viento ondea en una esquina- el abdomen, el poco cuidado de aquel minero que ha llegado cargado de Potosí. No hay aún amor sino una manera particular de con­ cebir a la honra: entre la carne ensangrentada y el cielo median confesio­ narios y monasterios. El cura que se opone a la absolución cae bajo la es­ pada de Dios y Femando VII en cuyos nombres el conquistador arroja fuego, y saquea, pasa por agua hirviendo a nativos rebeldes y a cristia­ nos dormidos. Años en que por una puta se dan toneladas de oro, por el mapa de un tesoro escondido la muerte y un entierro grandioso. Esta aventura no perdona a pusilánimes ni a letrados y tampoco 26


necesita cerebros de la que buenas muestras acaba de dar la locura de Fray Luis de las Casas, esa bestia que ha preferido cohabitar entre indios y no con el pendón escarlata, el escudo y las frases del reino. Escrituras son estas sagradas manos de la locura: Biblia, espada desenvainándose para escribir su ruta en el polvo de los caminos. No doctos poetas barro­ cos o conceptistas: plumíferos y con plumíferos de versos ramplones bastan notarios y regidores. Tierras son estas de Indias, oro de buena ley, allá cohabitan lujuria y sangre, triste placer que reproduce una orgía en la corte y todo lo que llene las áreas del Escorial. Ah Señor Gobernador, Miradlo bien por entero, Allá va el recogedor, Aquí queda el carnicero. Albores del XVI, galeones cargados con legajos de sueño hunden la panza en el mar del verano y el mar se revuelve como una yegua salvaje, un puma con ojos clavados en la codicia que ha despedazado templos, sembríos de yuca y maíz en terrazas bajo la luna ante un sacerdote al­ zando lentamente una copa de sangre para ofrendar al Dios fundador de todas las cosas. Por una ruta de huesos sembrados en un arenal -cráneo y fémur, sonrisa de huesos calcinados como una erupción de codiciauna tropa maltrecha intenta nuevamente la conquista del sur: cantimplo­ ras saladas, azufre que brota en ojos abyectos, corto calzón abombado y en la noche desolada hombres perdidos se revuelven a solas hablando con monstruos, seres tan terribles como la sed que Dios envía como cili­ cios para la carne. Nada podrá detenerme, detenerlos: ni extrañísimas vi­ siones posesionadas como gárgolas sí pero gárgolas de oro macizo en el cráneo ni súplicas atrabiliarias, ni amenazas, flores, flechas envenenadas que llueven desde impenetrables alturas donde los indios se oponen a que el conquistador tome posesión de estas tierras en nombre de Feman­ do VII, vasallo de Dios y rebelde al protocolo de Roma. Quien saltó hasta esta tierra ha de atenerse a lo que esta tierra da: buen oro abundante y no es poca cosa que tampoco lo es morir por la gloria de Dios. Un cuchillo afilado, la horca no valen tanto como el teso­ ro que he descubierto y en España se han quedado quienes no saben vi­ vir en su tiempo: Reinos del Pirú -donde el mineral, como el vino, se 27


acumula bajo tantos párpados que se escapa al talego de prestamistas menos ventrales que España, más cerebrales- y hasta el amanecer aún un triste curaca va escribiendo la verdadera historia de estos tiempos. 1:

Quien busque realidad no la hallará como quien utilizando lucidez se encontrará transformando lo irreal.

Mujer muslos espléndidos como sabor de cebolla. Cuyo vientre terso ondulaba bajo el largo navio de mi energía desbordada. Pechos duros como una fruta probaba deliciosamente en una calle. Todo el mundo ahora no parece tan interesante como esta forma perfecta de tu cuerpo labrado en mis manos. Una bella pareja, esta ciudad es un laberinto que nuestro rumbo (¿hacia dónde?) desen reda impecablemente: una teología sin Paraíso como un ciudad sin belleza no puede perte­ necemos. Sin embargo, no huimos de la época ahora que la destruimos, y el Paraíso es el lugar donde el hombre es perfecto como un Dios, un mundo concebido no como tedio sino como actividad no alejada a los astros. 2: Var a:

Si la flor deseada de tu cuerpo, mujer: no arde rosado como un clavidordio lila entonces arroja de ti jeans, brassier, todo amor es belleza, y antes de soñar en los brazos de tu muchacho, pon patas arriba a tu San Antonio.

Pulsar la guitarra y alejarse de las Bibliotecas como por el camino de una vulva humedecida: 28


In interiori hotnined habitad veritas (San Agustín dixit) cuando te enamoras del cuerpo que habrá de proseguir contigo tu rumbo al Paraíso. Un lecho no es un Paraíso que puede permitir ensamblar opiniones contrapuestas en la noche de marzo. Una única opción. Una sola meta conceptual. Flores de locura en las manos. ¿No será siempre mejor organizar el Paraíso que vivir fuera de él? Cada vez que hablamos de Paraíso el cuerpo se nos aparece como su imagen más perfecta. Eso está bien pero eso no es todo el problema. Trasladar a la historia el orgasmo sentido en nuestros cuer­ pos entrelazándose cuando copulamos es la meta a realizar y Demeter, posición tan perfecta como una flor esperando abrir sus pétalos, abrió levemente sus muslos pero dobló sus rodillas sobre el lecho antes de depositar su rostro en los brazos cruzados para sentir llamear al falo como un estremecedor orgasmo en su carne, bello copular como pulsar un clavidordio lila en la noche, y este bello torso doblado como manta sobre la dulce curvatu­ ra de tu espalda de verde pasto mordido lentamente sintió estremecerse a tu cuerpo en el pasto turquesa de la no­ che: tú sabes, no es un pecado estarse así pero haberse problemas por no dejar acoplar mi falo al poder de tus caderas es estúpido, tú sabes: Paraíso entró fornido en tu vulva humedecida. Demeter & Enrique, un corazón, un verano interminable. 2: Var. b:

Si la flor amable de tu cuerpo, mujer: no arde rosado como una viola lila entonces sombréate azul celeste los párpados, una ciruela en los labios, resplandece tierna como un sueño

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para el muchacho esperándote ahora en un aula de la universidad.

Caylla llapi/Puñunqui chaupituta/savansac Mayninpiri/chiccimunqui ritimungui -rumor de la historia: un paria bebe guinda en un bar. No el duque de Spatula llevando una rosa ensangrentada en el smoking ni la industria firmando la guerra. Oscula des flori! Duke Ellington organizando su jazz. No batallones infecctando aldeas: Pacha rurrak/pacha carnak Stravinski consagra una primavera que este poema te ofrece. Gotas de rocío como flores en tu pelo son la sabiduría alejandrina. No ninguna llovizna de Stronsium-90: no ninguna bomba H. El arte de componer recrea pero no sustituye al objeto, y toda ética mueve la historia como la estética al cuerpo. Wiracoclta cay inapak Enamorados se entrelazan para oler sus cuerpos como flores. Este poema posee una tan dulce melodía como el Cosí Fan Tutte. Churasunguic amasungui Tan solitario como Kierkegaard pero enloquecidamente hermoso como Don Giovanni salgo ahora a florecer en tus ojos.

IV i

Aprendimos a domar el caballo extranjero, sus bocas de fuego son ahora nuestras: el mundo renace, Juan Santos Atahualpa está en todas partes pero el círculo de nuestro poder permanece inhallable para el extranjero. Todas las tribus selváticas disponen ahora hombres y armas bajo mi mando. Huánuco, Tarma, Jauja son el centro de mi poder que ha destrui­ do al conde de Superunda y al marqués de Villagarcía. Esta rebelión du­ ra ya 14 años pero un amanecer Juan Santos se consumió como llamara­ da en los papeles de una leyenda que aún celebra su cabalgar sobre las cordilleras de la rebelión.

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He puesto un telegrama a mi casa: "vagabundeando en Chiclayo regreso pronto" (año 70). Aún no he regresado como un buen hijo pródigo a recibir el desayuno en la cama. Escapado en el ómnibus que me traslada por una solitaria carretera del país medito en la noche. ¿Son flores que tiemblan estas muchachas que amo? Tiempo de verano. Chavín es una ciudad atrapándote en la noche. Tras los vidrios de la ventanilla las muchachas aún se levan­ tan las largas faldas sobre los muslos para recoger flores en el borde de la carretera. Veo entonces ruinas preincas en un poniente enrojecido. Estoy en casa: tejidos Chismancus cuelgan como un afiche en la pared de mi escritorio de estudiante. Puntas de lanza y cerámica negra y rojo indio desenterrados por abuelo en los años 30 se arruman junto a tazas de porcelana japonesa. Años 60: estoy buscando restos preinkas en Canchan. Año 64: vi extasiado la Fortaleza colgando sobre el río que pasa por el valle de Cañete. Año 71: amo a un muchacha sobre un puente de la sierra de Yauyos. Año 69: contemplo lomas y quebradas sembradas con trigales donde revolotean mariposas desde el monasterio de Ocopa. El bosque de viñedos rosados llamea en el atardecer desolado. Mis antepasados ¿dónde están? Sangre salvaje en las venas son ahora este poeta que no ha vuelto a casa. No puedo permanecer más tiempo en una sola provincia, el ómnibus parece una mariposa en un trigal. ¿Tiene sentido no potenciar una bella estructura? Se me tacha de máquina sin tomillo, y juventud alocada,

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me han dicho Leonardo, máquina de pensar cosas incomprensi­ bles: no iluminar mentes obtusas es no comprobar que el invierno huye de nosotros como de la peste, la primavera no se detiene a contemplar tonterías. Aprende (&/o comprende) &/o analiza: ¿la calidad del presente se determina por la cantidad de distancia entre futuro y pasado? Toda ecuación semántica es un bouquet de flores no adormecidas, y "mierda, allí está la tombería" dije y dije "aprende (&/o com­ prende) &/o analiza”: 3 elementos básicos. 1. Comprender es musicalizar sonidos y silencio como un templo. 2. Aprehender es acentuar un sentido en el bouquet semántico. 3. Analizar es diseñar toda la riqueza de la noche. El mundo necesita de la primavera como de su propio cráneo pero el Circo de mi tiempo son tecnocracia y fascismo: patentes usuradas en bóvedas bancadas, palabras sin ninguna lucidez en la mirada. 2: Var. c:

Si la flor dulce de tu cuerpo, mujer: no arde rosado como un verano lila, entonces, mano en la cintura, cabellera agitándose sedosa en el viento de mayo plántate en la esquina de los muchachos, sé tan feliz como la noche, porque el amor es eterno como el universo.

10/15 am. Y los muchachos ahora han caminado toda la mañana arrojando palabras como pedradas y cantando lemas en contra de la guerra van tomados del brazo en cadenetas de color: su irresistible alegría como ángeles que descienden para copar el esquema arquitectó­ nico es música de salterio en una fiesta, y la Tecnocracia (Packard obstrusivo) en el poder 32


gobierna pero no cambia la naturaleza de los medios de comu­ nicación masiva: estamos en los mismo (¿todos los caminos te conducen a Hawlott Packard Co.?): el César reparte palos & una imagen extraña: máscaras de carnaval en el espejo convexo (de nuestros televisores a color), &c. 1:

Quien busque realidad no la hallará como quien utilizando lucidez se encontrará trasformando lo irreal.

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ramas de vii edcs»e extienden Oc *

II ■

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No hay grandes naciones en el mundo moderno que no surgieran como un pabellón de belleza en el alba elevándose sobre sangre, carne quemada, huesos molidos, y metralla. No hay un muchacho alocado sin el clavicordio de su patria por quien combatir, o rasgarse la carne furiosa mientras se arranca un fruto al verano y uno va allí correteando contra la soledad o la inhumanidad cuando la lluvia ha ido engredando un pasto verde furioso en rocas primaverales. Y todo lo que uno ha amado -su tierra como este cielo donde vuelan mis ojos y sus noches sublimes como un incendio de lirios en lo alto de un cerro, espléndida laguna encantada, huacas de barro y piedra donde ramas de viñedos se extienden floreciendo hermosos como toda bondad cuando uno sueña un verso en lo hondo de un bosque de manzanos silvestres y ya no posee sino lo que uno ha sido y será -tierra como lla­ maradas de gladiolos anaranjados con alondras cuyo corazón palpita en tus ojos y yo he sentido entonces una fuerza que viene, como el ayer, de un mañana liberado en mi mente donde sol y luna se aliaban y fuego y mar, esta terca belleza de no haber podido aún resistirse a lo bello ni a la bendición de amar un gran país que nació a fuego y a sangre, Tahuantisuyu, Túpac Amaru, guerra de la independencia como puños y hoces segando el pezcuezo de encomenderos inquisidores virreyes y esto es lo que hemos amado y ha perdurado en el centro de esta sangre que no es monu­ mento olvidado -con verjas, ofrenda de flores pusilánimes- sino impulso y magnificencia, historia: ríos de lava y horcas donde se balancea ahora el fantasma de quienes se autollamaron padres de la patria, terratenientes, obispos simoníacos, banqueros que son le­ ña quemada, 37


azufre en la puerta de sus comercios cerrados y allí donde lo que hoy es quietud, pasto de parque, fue rabia y carne descoyuntada, sablazos, hombres comiéndose una descarga de pólvora antes de perderse esta dicha de ver a sus hijos posesionados como alondras en una primavera arrogante. Y no hay grandes naciones que no surgieran tumultuosamente violentas, turbas o masas hambrientas sacudiendo la madrugada de un libro de visionarios insomnes porque lo que hoy es esta belleza en el cielo es el coraje que pudo engendrarlo. (MI RADIO PARECE AHORA UN ANGEL CON LA SEGUNDA COPA DE SANGRE DEL APOCALIPSIS EN LAS MANOS:

aviones caídos, bombardeos en Iraq, tensión el desierto. Apago: esos disparos atraviesan mi ventana). ¿Gente poca práctica el atardecer de toda una época? Conocí madrugadas inmensas como un muchacho desarrapado en el parque -producto de postguerraestigmatizado en la calle. Producto de una época no terriblemente rabiosa pagaba la culpa de su pasado: ^ no una producción adecuada como flores deseosas brotando en los ojos de la pecadora que amas: lo inadecuado hubiera sido no transgredir lo irreal aún si la autoconciencia no fuese menos violenta que su propia actividad: el sueño de una escritura es un peligro para el fascismo, su impotencia ordena injuriar: esos disparos atraviesan mi ventana. El ruiseñor alemán posesionado en una rama de la noche cantaba: locura verde arañando a la noche -"en el sentido etimológico" propuesto por Martínez Estrada: "veo al libertario":

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en los bosques de cedros el conjunto de un cedro es la perspecti­ va del bosque -sistema de una totalidad no sintagmáticamente ilógica en la visión: "intangible, imposible de asir por el brazo para llevarlo a cualquier parte, ni al Paraíso". Esta masa verdosa de los bosques se eleva en el cielo azul: "noli me tangere es también su grito de independencia. No es Héctor, ya sé: es Teseo. No mata soldados, ya sé: mata alimañas y quimeras". Se equivoca esta vez don Estrada: no existen quimeras capaces de oponerse al libertario, o es una quimera combatir contra quimeras. Heinrich Heine no combatió quimeras: combatió las alimañas de su tiempo.

Los marginales exultantes -un país dentro de otro- caminando en los extramuros de una economía que busca venderse como a una flor en los mercados: "serranos cholos negros de Barrios Altos necesitan su voz" -d i­ jo Mateo y dijo: "hacerles comprender el valor de Malcolm X, y Leroi Jones, y Eldridge Cleaver, y Dubois, y Jackson". Vi esa gente en callejones de un solo caño apretujarse para cantar un vals en la noche como para zapatear el huaino que concluye la fiesta en una madrugada de verano. ¿Podríamos transportar un plano de Le Corbusier -organizar una estructura mejor- a un paisaje que envejece como a un terreno desolado? Tugurios como fábricas envejecidas. Rostros agotados por el trabajo circulan en los omnibuses. Armando dijo: ensamblar volúmenes diseñándolos bellamente es destruir el pasado. Poder comunicar del marginado que sale de la fábrica a perderse en un pin-ball: 39


espacio abierto a la subconciencia salvaje, y una luz unida a otra luz genera belleza en tus ojos, diamante que brilla en los párpados abiertos, este enloquecido encanto de una luz descascarando la herrumbre del syeño. Quisiera ser picaflor y que tú fueras clavel para libarte la miel del capullo de tus labios. 3: Var. d:

Ay mamai nei, ay mamai nei, todos los negros tomamos café.

La luz se hizo sombras y nació el indio, hierve mi entraña cuando lo nombro.

Cuando nada perturbe tu mundo, muchacho: la loca energía que mueve tu cuerpo, entonces arroja de tijeans, casaca, todo amor es belleza, y antes de soñar en brazos de tu muchacha contempla el esbelto cuerpo que tus manos dibujan.

Y fue cuando hacia el principio, noche y pasión, locura, belleza, magma, lujuria, estas palabras se deslizaron como una sierpe de la tierra. Proveniente en línea directa (por la parte materna) de la dinastía Angola y el trono legado por los Tang -idioma de Boxer como una pradera de lanzas doradas fla­ meando en una madrugada con flores, coyotes que tragando gacelas de papel, un bello ideograma como una espada de Li Po en otoño, y dulces canciones folk tan llenas de dolor en estanques y parques de la noche, sembríos de A roña, noches de Santa Bárbara donde los negros esclavos intentaban expresar su interior en su caló tensionado para recordar cuando se apaña algodón y los abuelos al cortar caña de azúcar tejían también figuras con los pies al danzar 40


una noche de julio antes de lanzarse al monte a plegarse a los guerrilleros. Toda esa bella gente cargando el machete en la montonera cuando el negro esclavo Antonio Oblitas encabezaba las huestes rebeldes al lado del gran Túpac Amara. Y ti Marina emboscaba a las tropas enemigas en Lunahuaná. Allí vencimos al enemigo, apuñalamos la soldadesca chilena como a animales. Todo no era entonces tan extraño como ahora que hablo con mis antepasados sobre los cementerios desolados, yerba en las tumbas, luz de la luna sobre los cerros lejanos. Salen de noche a danzar los gentiles sobre las ruinas incaicas. Pasos aplastados la yerba danzan en tomo a la presa diaria, flauta de hueso de ganso o el saxo perfecto de Ellington, barrio de negros en El Carmen o La Victoria o Guadalupe, galope de caballo y piel de leopardo saltando tras una presa en el algodonal. ¿Jazz, rumba, alcatraz? ¿Flor que llora en las Antillas? ¿Charlie Parker? ¿Una llama iluminando la verde noche de julio en la mente? El mundo era un negro lleno de músculos rebosantes alzando con una mano un costal de arroz y con la otra empuñaba firmemente una lampa de tosca madera labrada. Por la línea paterna mi sangre es una flama de flores en lo al­ to del valle de Jauja, en la sierra, trono de los chankas, José del Carmen Verástegui, gran héroe de la lucha por la Independencia del Perú. 3: Var. e:

Cuando nada perturbe tu cuerpo muchacho: la loca energía que produce tu cuerpo, entonces dirige tus manos al cuerpo que amas, un cigarrillo en los labios, resplandece tierno como un sueño para la dulce muchacha esperándote ahora en un lecho de verano. 41


V

Túpac Amaru Rostro tallado en roca, noche, flor de yerba en un paraje de la sierra, país salvaje como una mirada, hombros tan poderosos como sus manos cuando empuñan pico o espada. ¿Existe aún el hombre que ordenó ejecutarme? Nada perturba su alma serena, su pecho ancho como un batán vuela en mayo. Su cuerpo es un eucalipto hecho flor de un verano. Su corazón no tiembla como las llamas de la noche. ¿Existe todavía el Imperio que ordenó perseguirme? Corregidor ni Imperio existen ahora. El siempre fue su conciencia no destruida en su obra. A las 3 de la tarde subió gallardamente al patíbulo, caballos desatados no pudieron desmembrar su sueño. Mi mundo permanece incólume como sierpe. Rostro tallado en roca, noche, flor de yeíba en un paraje de la sierra, su cuerpo era un templo, su templo sste saludable vigor de una historia no destrozada por nadie.

Vlicaela Bastidas vlandar hombres como lanzas no es innecesario, debelarse contra la opresión de mi pueblo fue mi destino. 21 mundo es una flor, la belleza 42


un lugar conquistado al pasado. Primero fui una joven señora madre de 4 hijitos antes de tomar el fusil para seguir a Túpac Amara. Descendiendo de un imperio que no se destruye tuve el valor de no aceptar el fuego de los encomenderos ex­ tranjeros. Masas de indígenas como flores que brotan en verano fueron la bandera que yo defendí. Ahora mis hijos son ajusticiados ante mis ojos. Mi patria es el cadalso donde ahora se incinera mi cuerpo.

Diego Túpac Amara Tengo catorce años, esta tarde subiré al patíbulo a ver morir a mi padre. El sol se ha escondido, el cielo entristecido se aleja de los ojos de la muchedumbre. Tengo catorce años, esta tarde veré morir a mi padre. Caballos amarillo, y verde, negro, y blanco saltan en direcciones distintas con las extremidades de un hombre amarrado a sus monturas. El hombre no se descuartiza. El mundo por el que luchó se reunifica ahora en sus ojos. Tengo catorce años, esta tarde subido en el patíbulo asciendo al cielo donde mi padre está.

Antonio Oblitas Sé que se me acusó de haber colgado al corregidor Areche con el péndulo de una horca en la plaza mayor de Tinta pero no se dijo que tracé con buen pincel 43


IIIIP IIIIH IIIH IIM

.................................................. ni.....i.....i...... i....... ni........ .....

el rostro de mi compañero de armas Túpac Amaru. Tengo la edad de la rebeldía, mi arte fue tan fiero como mi espada. Todo ha pasado pero yo no he muerto, mi color -negro como un pincelfue una bendición del cielo, rebelarse contra la esclavitud en los infiernos llegar al Paraíso. Si vivo es porque no elegí una causa perdida. Mi nombre es una flor que el pueblo levanta arrojándola en la noche.

Flores como llamas de neón rosa se encendían en la Torre del parque Universitario. Marchaban estudiantes con sus libros bajo el brazo. Marchaban obreros con pancartas sobre la cabeza, mineros con sus cascos de linternas encendidas en la frente des­ cendían hacia Lima. Demeter & Enrique se habían unido a la protesta. Todo era tan bello como un sueño que prefigurase el porvenir. Entre atrapar los contenidos de la realidad para forzarla a desnudarse como para poder captar el referente invento las fio res que tus manos aprietan ahora para mí. Copular esta realidad como una muchacha es cambiar su mente, abrir la flor de sus muslos como desnudar el fonema subyacente del sentido es precisar un rumbo, hacer luz en la flor delirante de la noche del s. XX ahora que otra vez mi lengua afinada por estas correrías como Marx cuando muy joven leyó a Goethe o Kant o Dante y amigo de juerga con Heine: "sentí nacer los amores/dentro de mi corazón" se pone a escribir cosas poemas a escondidas del viejo y sin embargo todavía el pasto brota fresco como un canto aquí limpiando este verso de la mala yerba y los tropos no tan necesa­ rios como un cambio de imagen en la realidad que cambia a la realidad de tus ojos, un terrible deslumbramiento en la vigilia: ¿la vida se mide con cucharaditas de café, amigo Eliot?

VI Es peligroso escribir, pensar es un atentado contra el poder: la guardia del rey exige acrósticos, alabanzas en versos nada desengalanados a su majestad. Sin embargo, fundamos la Sociedad Amantes del País: nues­ tras palabras parecen espadas, explosivos nuestros cerebros que sueñan independizarnos del poder español. Un lámpara color llamas verde cla­ ro se enciende tras los ojos de quienes abren secretamente un libro: La florida del inca, Los comentarios reales, como inteligentísima biblia del nue­ vo Perú. Detrás de cada esquina hay alguaciles, la cárcel espera a quien pueda escribir un verso como una horca donde ha de colgar el último vi­ rrey del Perú. Viracocha apoacochan titu uiracocha hualpi huana Viracochan topapo achuyo Viracochan runas rumor de la historia, no enfrentarse al pasado haría imposible fabricar flores. El poeta envestido en la majestad yachachurar huarnay de sus sueños acha cuchinir ruinachum: avanza impasible. llacta pacha casilla aynispilla cachum camascayquitaqgua caycha yatalli ymay Pachainamac haycay Pachacamac. ¿Quién puede oponerse a que hagamos del mundo el lugar del Paraíso soñado? El poder de la flor -como dijo Marcuse- es un corazón acariciado en tus muslos. No deseamos neón: buscamos desmistificar la sociedad carnívora. El trauma del siglo es la guerra bicéfala: militar & económica, temor de la noche extendiéndose aún en tus ojos: no sé qué es el demonio pero la bondad siempre será Dios. 3: Var. f:

Cuando nada perturbe tu mente, muchacho: la loca energía que florece en tu cuerpo, entonces, casaca sobre el hombro, tu libro de geometría heliocéntrica en la mano, 45

MU M táéáiM i U M átáli i t M iktí íU kkkk ilikélkM ikii iáli i l itttíU L itílilil 11 iii11iii111ji1i1iii1i1iiU llllllilU lllL U im U U LU illlU lU lin iLiL LL liU U lliiU lU lU U llU lí iiiim iiilL m itiiL ilíiillL iL L íillL iíiiim U m n in i i i n i l u m U H iilii


Ilil III llllllllllillllllllll II lililí II lllll!lllll!llllllllllllli]UUIIII!lli]lllillilllllll!llllilllllillllllllllllil!IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!lllltlllIIII]II!IIIIIIilll

plántate en aquella reunión de muchachas, sé tan feliz como el verano, porque el amor es eterno como el universo. (MI RADIO ENCENDIDA PARECE AHORA EL ANGEL CON AL TERCERA COPA DE LOCURA DEL APOCALIPSIS EN LAS MANOS:

"Que pueda yo morir por la patria..." (música de Stravinski). Giro el rotor: siguen las balas. Apago. ¿Terminó la guerra fría? ¿Empieza la historia de la rosa? Nuestra rosa es el vivir alejado de la historia).

VII El viejo mundo se derrumbó a las tres de la tarde. Diez mil patriotas tenían hojas de geranio en la mente, una espada clavada en el corazón del reino enemigo. Olor a pólvora y a sangre espesa como un río de noche fueron este bando de libertad pegado a una pared. Combatieron hermanos contra hermanos, padres contra sus hijos, muchachos contra viejos cañones oxidados reflejaban, otra vez, la ley fatal de la-guerra. Todo un pueblo se concentró en las laderas del monte Junín antes de cabalgar contra el pasado y en Ayacucho se desató la última descarga, un último preciso escupitajo al monarca enemigo. El caballo de la cólera se encabritó en primavera y todo fue tan tranquilo luego como una tormenta pasada, un ramillete de retamas al borde un largo río verdoso, un charango triste y bondadosamente pulsado en la noche.

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Por esto nada es imposible ante el poder de la naturaleza que eres tú hecho tierra, flor, lucidez, programa tan genético como bella totalidad furiosa, y voluntad, ahora que has abordado junto a tu amiga este viajar de un mundo desde donde por una visión fulgurante -llamaradas naranjas acarician tus cabellos trayéndote estas imágenes, primaverales como el orgasmo- te contemplas a ti mismo en un hombre que en la yerba brota de una muchacha, gente inopinadamente angustiada, o que está aquí empezando todavía un bloque de belleza sobre otro como una fortaleza que se construye desde hace 5 mil años. Y esto es ebullición de un vivir incesante o economía en el sentido menos estrecho de su concepto. Patria es juventud sobre todo con una meta tan razonable como la gloria y es así como ha de concebirse el vivir porque no hay, como Shakespeare, o Mozart, grandes naciones en el mundo moderno que no se hubieron para sobrevivir agarrado a tiros de cañón contra flatulencia, y fatiga, contra soborno, y desgracia, contra herrumbre, y autoconmiseración sin sentido, y tampoco hubo país que en su belleza no encontrara su fuerza, y su poderío en destruir toda herrumbre que presagie cualquier cosa no fértil para el programa impreso de sangre y huesos y cerebro en el fondo surgido de la noche terrible donde fuimos procreados. Si esta bondad una vez prometida por el cielo se obstinara en permanecer distante a tu fuego y tu sueño -esto que la toma bondad porque de ti, el hombre, el poder, la mujer es donde se realiza la gran promesa- entonces todo derecho es tu sueño y el soñar tu deber para escribir la Visión, la profecía, el reino prometido que está en el futuro, y es una página que ni ha sido leída aunque su lindo estilo es esta flor incomprensible en quien confluyen sueños como abejas dulces de la noche, y estos proyectos trazados sobre la madrugada, o arrancados a noches 49


tan puras como toda llamarada dorada donde la pasión florece, para que tomen la pétrea concreción de toda catedral flameante una vez salidos -esta sinfonía de flores- del cerebro del arquitecto. &c./ partieron de Letras de Química de Ciencias Económicas de Cirugía y de Letras Proserpina con su gente. 9/55 am. Se eleva una llamarada fresca en el follaje de moras de la resi­ dencia de la Universidad, ojos como relámpagos dorados flores cimitarras guitarras florecían furiosamente en la marcha: decenas de miles de obreros marchaban lentamente por la jungla urbana (senderos de cemento, follajes de vidrio, orquesta de matracas y consignas): rumor de girasoles como hélices en toda mente analítica y gotas de rocío sobre pétalos de tus cabellos que acaricio podían ser el arco voltaico de la noche, una tierna sabiduría tu mirada y estos versos llamaradas doradas que florecían del roce de tus ojos con la realidad. Gotas de rocío como flores en tu pelo parecen la sabiduría alejandrina. Av. Venezuela, Av. Argentina, el trayecto hacia Lima es una comparsa hermosamente inasible como esta matraca de gritos que ni la represión puede detener. Muchachos esbeltos como chompas blusas violeta verde limón y mandarinas exprimiéndose (canasta de senos) en mis labios marchan una mañana soleada hacia Lima. Golondrina emigrando hacia el este (aguja girando en una brúju­ la de enero) en busca de frutas


como de unos muslos donde poder depositar ternura: a eso de las 12 m. estuvieron descendiendo (imagen de aves frescas volando contra el viento) en las calles más próximas al.centro, grupos compactos caminaban bajo el ardor de un sol que estremecía los cabellos y era San Miguel quemando los pastos de cemento y los postes sin locura reflejados en un charco poseían no tanta verdad como este haber pasa­ do por encima del reflejo.

APARICIONES EN EL PARQUE UNIVERSITARIO (Un film a colores en 16 mm.) 12m.: se reúnen estudiantes, obreros. Pancartas con flores verdes en el aire. Dirigentes universitarios lanzan consignas. Discusiones como ale­ gorías en un televisor. Música de palabras no adormecidas en la calle. Violines dorados, pianos con teclas de flores azules, una orquesta que florece naranja en el cielo de mayo.

Angel (primer plano del cuerpo rnn la espada en las manos) Un país que no ama su prole y se obstina en arrojar su cráneo a la noche, machacarlo como huacatay, apretujarlo, triturarlo, es un país condenado al fracaso. Un país sin propósito ni genio, sin bondad ni talento como una gárgola en lo alto de una iglesia es una rueda apenas imperdonable, una madrastra rencorosamente alimentándose con el poco temor de sus hijos golpeados.

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Yo nací en tierra peruana, tierra para soñar, ciudades que se levantan en la misma puerta del cielo, allá donde son necesarios vigor y destreza para llegar, cora­ zones de acero, espadas rebeldes contra reyes ungidos para ser impecablemente derrotados. Yo nací en un país tan enmarañado como esta cabeza de donde han nacido motines, rebeliones, revoluciones que traían hidroeléctricas, no oscuridad ni silencio. Un país donde el fascismo asesina, secuestra, mata, es un país atrasado y sin armonía en la mano. Cuando bajo mi memoria el hueso lance su manojo de yerba y no aspire ya el olor a jazmín en tus pueblitos perdidos entonces sabremos que la noción de patria se desvanece con la pérdida de uno solo de estos hombres que florecen como tu marcha por un mundo hecho no para devo­ rar otras pasiones sino para saludar a un hombre que llamea cuando en él los geranios son la obra que tú has fabricado. Estar en tierra peruana ahora y sentirse como el primero de los hombres es un tesoro que habremos de cuidar magistralmente, un acto para el fracaso de todo rencor. (Truenos. Pianos violetas. Una bandera lila flamea en lo alto de la Torre del parque Universitario. Se abre paso un joven con gafas foto-braum).

Inteligencia (primer plano del rostro con el micrófono dirigiéndose a la muchedumbre). No tengo tan poca piedad que no alcance a consolar tu angustia y toda esta piedad hecha flor 52


la he depositado una noche en tus manos para cuando sea necesario sonreír y esta sabiduría sea finalmente el botín que hallamos logrado arrancar a toda una época. Que tu deseches a este infierno de la chatarra y todo te sea beatífico como una tranquila sonrisa en el arte de Leonardo requiere mucha precisión y trabajo, mucha inteligencia bellamente aplicada en resolver enigmas que la naturaleza renueva como la época porque todo esto no es un hombre sino historia soñada, ese carro cambiando continuamente de corona pero no de trayecto. Su amor es todavía tan no imperfecto como todo esta piedad que he podido repartir entre todos. (Se baja del banco de mármol del parque Universitario. Suben dos jovenes. Jeans. Casaca. Blusas serranas).

Amor (abraza a una muchacha)

De violencia y locura está formado el amor, caricias y flores como locuras en los ojos son estas uñas clavándose a una piel en la noche. Yo que construí el amor me lleno de locura, y asombro. ¿Tanta pasión uno descubre en lo que uno creía apacible? ¿Tantas flores puede contener lo que uno ha modelado con manos expertas, y rápidas? De violencia y locura está formado el amor, dos jóvenes cónyuges dan la espalda a su época para encontrarse en su lecho de amor, 53


su lucidez despierta, la terrible belleza que habrá de anular lo que no deseamos nunca a nadie. Toda pasión hecha amor es la belleza esperada, la comunión de los cuerpos son estas flores que mis labios besan en tu vientre. (Clavicordio. Flores. El parque Universitario permanece bello como una muchedumbre agitada. Bajan. Sube un joven con los cabellos largos).

Tiempo (primer plano del cuerpo con la mano izquierda en la cintura mientras eleva la mano derecha en el aire) Tiene este tiempo su descripción que ha de corresponder a un tesoro de pirata, un dulce ejercicio de la inteligencia por sobre el ánimo dormido tras un ventanal. No es el límite en la noche -el chirrido de un auto- una cámara del hombre que trata de filmar a este infierno. Toda noche se aleja bajo tus ojos y la lucidez sólo es flor silenciosa. No es el límite en la noche -e l rencor es una máscara indiscreta- un jardín en el que puedas nombrar la locura como un mundo que te signe, porque todo madura incluso en tu mano que florece. (Truenos. Clavicordios. La misma escena. Baja. Sube un joven con los cabellos largos).

D ios (primer plano del cuerpo con una cruz elevada hacia el cielo) Si no fuera porque las flores son sueños de tu bondad ya estaríamos lejos de aquí,


tapiados, caídos en polvo y en olvido, comidos por una mísera náusea. Tus flores no son el enemigo y lo que ha procreado tu magnificencia son mis sueños. Obvia cualquier otra sugerencia, cualquier luz que no se haya generado en la terrible bondad no merece tu aprecio. Pero Dios es el sueño de toda bondad y la rosa la aparición de un sueño en nosotros. (Truenos. Flores. Clavicordios. Torre del parque Universitario. Baja. Sube un joven con gafas foto-braum).

Santidad (plano del cuerpo arrodillándose con un poema en las manos) A veces quisiera una palabra de Gerard Manley Hopkins para mí, una mirada en la que yo pueda recostar mi rostro, mis párpados llenos de rocío, el sollozo en los ojos de San Juan de la Cruz antes que yo me ponga a beber todo el licor, todo el mar de anclas que llueve dentro de mí. Yo quisiera ver cómo el hombre desciende del cielo y he estado aquí contemplando una pluma en las manos del dulce varón, una sonrisa, unas palomas contra el abedul hecho cuerpo que vuela. Ellos tuvieron una pluma en la mano, un algo que hacer -levantar un convento, peregrinar por el corazón de los hombres- con la otra moviéndose como bellísimo rosal en conventos lejanos. La causa del mundo fue su palabra sin no más enfermedad que la dicha de sobreponerse a la ruina,

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lliiiiiiiiiiiiiiiim iiliiijU iiiiiiiiiiü iiiiiiH iiiiiü íliiiü n .ü iü iiiiiiiiü iiiiiiü iíilliU illü iiíiiiiliK lliiü liilililjllilliiü lilllH iiiiiiiji


y no otra mejor dicha que cultivar flores bajo una lluvia de piedras. Como estos santos varones ahora el poeta no es todavía un árbol deshecho, un monumento de sufrimiento que es apenas decisión ante el mundo. La santidad está lejos de mí pero la honradez que está en la santidad todavía me pertenece.

Un allegro como un Do mayor, un bello Si bemol sostenido intercalado entre el grito de las consignas cuando la marcha son llamas de flores do­ radas -Angel, Inteligencia, Amor, Tiempo, Dios, Santidad son agitadores re­ partiendo volantes- en las calles de Lima. Un concierto. Se reanuda la marcha. Palabras como muchedumbres rosa se dirigen por estas calles trazadas como silencio.

Nuestro tiempo inmerso en la noche como estos muchachos que avanzan por las calles del verano es un ojo elevado en la tormenta, el tiempo más duro que cásca­ ra de nuez. Oh mi dulce patria, terrible energía de estos versos, ¿podré yo dejar de sufrir alguna vez por ti? No existes para mí sino en la noche desnudada bajo el cielo de setiembre. Mi bella patria, ¿cómo no dejar de filmarte como un Paraíso con flores de la mente de la sierra? ¿Tú eres también el enemigo? ¿Interesa ya lo conocido: vecinos, inventos, cielo azul, peces de colores, la triste heren­ cia de Carlos V? Hemos caminado ahora toda la mañana arrojando palabras como pe­ tardos, hemos cantado lemas en contra de la época. Hemos permanecido aquí comiéndonos la mierda, los escollos, sufriendo incomprensiones absurdas como una película de Hitchcoch. Imágenes impresionistas como aves hambrientas nos filman en las calles. 10 am. "¡Reconocedme! ¡Miradme!" 56


iiiiiimuimiifiimmiiiiiiii

El tiempo más duro que cáscara de nuez: "soy un marginado/pende­ jo/alucinado/ladrón de cadáveres en el mercado". Un paria delira en la calle: "fornicando, fornicando -prevengo de la peste, de la enajenación de nuestro sueño". Estoy arrecho, muchacha: "¿Cuántos vidrios rompistes y cuántos culos?" Es subversión lo que digo, estas manos desencadenadas no poseen moral ni trauma. Nuestro ojo permanece azuzando la tormenta: "Oscuramente como un estudiante, dije no a la raza de los posee­ dores -y aquí pálido y turbado detrás de la ceniza besé a mi muchacha y me perdí entre el gentío con mi pancarta cubriéndome de los insultos. En la Universidad todo es un chajuaco -maldito enredo donde la sensibilidad no existe ni la inteligencia, y yo vi enloquecer a muchos -el muchacho delicado como una flor de camisa blanca insultado por el profesor: '¿ah, qué mira usted? ¡cuídese! ¡yo lo expulso! y mis amigos de lengua furiosa en las carpetas: ¿la universidad no sirve? ¿la universidad es crítica?: 'En los exámenes conteste con preguntas' leí en las paredes, fogatas sobre la noche, Joplin disolviéndose en la nada/cuando encendemos el televisor como para abrir un libro extraño en nuestra casa donde la condición de existen­ cia son flores peligrando en la yerba segada, conciencia asumiéndose en la perfección de su ser: Apollinaire como Soderberg parecen una bella guitarra del verano, Sklovski aún revoluciona la mente de Occidente, Lefevre planteándose dialectizar la lógica ahora que mi realidad cayéndose como la manzana de Newton es el poema donde puedo explorarla y organizaría: un muchacho triste, ojos palidísimos, y Hendrix murió como mueren los gallinazos en mi patria.

4:

El sol es una mariposa blanca posada en el verdor de los ojos: 57


tu amor son llamaradas de ternura brotando en mi amor, la mariposa blanca aletea en tu pubis ahora.

ESTUDIO DE PINTURA CUSQUEÑA (Relaciones Alegoría/Poesía) 1.

Descripción del motivo.

El ángel se ha clavado al cielo. Un cielo espeso, salvaje como un mar. En el hombro la cabellera tosca brilla como este verso enlacado donde abrevo mi sed. Trozo de pintura agresiva en una pared de piedra revestida con yeso y cal. Asombra no el ángel -el trabajo duro y paciente con elementos naturales que ordenados dan el aire salvaje y ya perfecto. Las yerbas maceradas, las tierras sagradas se combinaron en la paleta del artista. La luz oscura duerme en el mural cusqueño. La proporción de la bóveda mística ha girado una vez más con las estaciones, y en verano el sol fatal son los ojos que se deslumbran entre sombras: la complicidad con lo bello. La pintura se ha encendido con el alba. La variedad de tonos con predominio de lo azul pálido entre un rosa evanescente, con fresco dominio de lo verde claro diluido en blanco azucena: pétalos de sangre. Otros toques de fuego bien meditado. El paisaje interior, la memoria del paisaje que trasciende el acto. 58


La ecología enmaridada con el arte. Y todo es leve aquí, dulce, trasparente.

2.

Alegoría de espadas y batalla.

Y el ángel se duplica en otros ángeles. El ángel se duplica en flores, arcabuces, metáforas de una conciencia clandestina. La luz del pincel ha incidido en la mirada. El rostro tenso ha vuelto con el alba. Los ojos dulcemente intensos son algo más que aceite de lino mezclado con arcilla: revientan como el mar revuelto del coraje. Y el barniz asegura más que el brillo la perduración de una semilla en la memoria. La difícil perspectiva alude este presente. La geometría de la bóveda refleja un gusto, una estación de la razón perdida. Esa bóveda he trazado como un bello sueño. En los jardines florece la hipótesis de lo absoluto que ángeles en masa cantan. La revuelta. El estampido. El destrozo. Y la calma luego. Y se deshizo el sueño. El sol tácito alumbra esta inaprehensible escena sin dónde ni cómo pero con por qué. Lo real se ha vuelto una metáfora precisa. Vuelo de espadas además de una batalla significan más que acción -meditación. Abanico de ángeles no son meditaciones: son un sagaz esquema de batalla. Vuelo de ángeles/abanico de espadas escenifican un discurso alucinado. Y son el ojo izquierdo una ideología, no una técnica pictórica: un rugido mental. Los que vuelan no son arcángeles de yeso. No son de cedro ni pintura más suave 59


que la seda del crepúsculo el vuelo de las vestimentas bordadas con fuego. Que con espada y fuego levantamos nuestro canto. Pero el Circo aquí -film de Hitchcock como una pesadilladesbarranca esa posibilidad de Paraíso y la vida es la vida de la muerte: "no existe noche más oscura que el vuelo de la vida": J. Mario delirando y rugiendo por calles de Lima como Nietzche (¿como Nietzche?): como Nietzche (¿como Nietzche?) por calles de Lima: "sombras capuchinas/ en el hall de las neblinas", donde la indiferencia destruye a las mentes más lúcidas de mi tiempo. El Arcángel de trompeta amarga y las legiones (muchachos como ángeles descendiendo en las esquinas) que se enfrentan al pasado son mi vida, llamaradas rosa brotando en el dorso de las aguas, según leimos en el Apocalipsis: enigma de números grabados en la noche: "aniquilar la luz/ aniquilar la oscuridad", y esta mística Visión meditada como un Paraíso en acción pudo alumbrar entonces el rumbo de la marcha: "ave rapaz/seres hambrientos de luz: el que hace la luz": montaje como un ensam­ blaje de pensamiento cuestionándose el mundo: "qué hacer para decir tal como es la realidad: pálida vida des­ camada jardín de torturas y más hambre, bello mar empecinado": Arcángel tocando su trompeta de frambuesa en turbulentos cielos del verano: "¡Hosanna! ¡Hosanna! ¡Aleluya! ¡Todos somos hermanos, todos somos el amor!" y Demeter pálida como espasmo fugaz 60


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-"dardos florecieron en tus manos/y donde tocas brota con más furia tu belleza" rueda hermosamente en la yerba del verano y sus pechos son más dulces ahora: "aún puedo desnudarme para aca­ riciar tus senos: y delicadamente como las lluvias/para lamerte vientre tus alegrías y tus muslos que se abren ahora en mares de lumbre" como esta imagen de un amor enloquecido: "es como seguir acari­ ciándonos/como capturar lo inaprensible": Demeter descendiendo briosa en las esquinas.

4:

Tu amor son llamaradas de ternura brotando en la mariposa blanca posada en el verdor de mis ojos cuando las llamaradas de ternura como este sueño son mi amor.

(MI RADIO ANUNCIANDO LOS ULTIMOS SUCESOS PARECE UN ANGEL CON LA CUARTA COPA DE FUEGO DEL APOCALIPSIS:

música. Noticias, Música. Noticias. Música: "Que pueda yo morir por la patria...". Apago. Noticias).

Pulsar la guitarra y caminar sobre los parques como sobre un cielo: "los Museos ¿son el cagadero de los tiempos? Pero qué hacer para decir tal como es la realidad/más exactamente cómo cogerla golpe por golpe: olas de mar encajando en las rocas como el vuelo de los cóndores: 'cóndor, cóndor' de Alomías Robles, y Simón & Garfunkel cantan en mi radio/qué hacer para destruirla construyendo un nuevo sentido a la vida. Y esta noche sobre el jardín de torturas escuché a las sirenas. Ah, las sirenas bogaron sobre el espacio del papel: 61


en el espacio de la mente reflexiva como un sueño. ¿Puede destruirse lo falso sin no actuar como un Paraíso? ¿Se destruye el pasado en el verano de nuestra creación? Tiempo más duro que cáscara de nuez y las sirenas pintadas en mis ojos una a una despaciosamente vienen rodando hasta caer sobre el estanque del verano, flores que aprietas en tus manos".

¿Tú amas no comprendeer lo que brilla en tu ojo? "ojo de noche: ojo anhelante, ojo de luz: ojo impaciente, ojo de roca: ojo quemado, ojo de avispa: ojo revuelto, ojo de espina: ojo espinoso, ojo de azul: ojo cortante, ojo de cuero: ojo plegado, ojo de vidrio: ojo escindido, ojo de lis: ojo fragante, ojo de quiebre: ojo afiebrado, ojo de era: ojo de ojo, ojo enojoso: ojo de enojo, ojo preciso: ojo de frente, ojo enfrentando: ojo de enfrente: ojo enfrentando/ojo marcando/ojo andando/ojo soñando".

11/55 am.: todo ojo araña cruelmente lo que se aparte ahora de él.

4:

Una mariposa blanca se posa en el verdor de mis ojos ahora: tus llamaradas de ternura brotan en la mariposa blanca ahora aleteando como una flor en la locura de tu pubis.

(

Una retórica envejecida propuesta como símbolo a nuestras letras no es necesariamente lo que el futuro brotado en nuestro estilo necesita:

un módulo verbal vaciado en una estatua persiste como bronce pero no como presente: no Darío ni Herrera & Reissig/tampoco Lugones/ni Huidobro/ni Silva: la retórica modernista no poseída por esta espléndida lucidez es innecesaria. ¿Escribo para ser destrozado como para no comprender a mi pro­ pia vida en la noche de la locura? Esta flor abierta en mis manos se pregunta: ¿no es historia -la necesaria- toda muchacha amada apasionadamente en la noche? ¿es innecesario encontrarse con una muchacha en un parque de flores delicadas? 100 años después -"mocos por babas"- no puede desearse lo que es pasado y toda retórica establecida necesita ser destruida por estos muchachos que sueñan su po­ livalencia lingüística: no 'impersonalidad' (cf. Sollers) pero belleza para ensamblar el ser en el discurso real como destrucción del referente, lúcidos en su violenta escritura de un Apocalipsis bondadoso, un nuevo estilo amoroso: el verano donde poder expresar una lengua total: ojo enfrentando, ojo impaciente, ojo queman­ do, ojo preciso/alegría tan irresistible como ángeles descendiendo terriblemente bellos para copar el esquema arquitectónico: "esto es más jodido que caminar por el Infemus sin ninguna compañía sin Virgilio" y Demeter de ojos hermosos como almendra levita cuando cazo mariposas de neón bajo la luna: mis fuerzas no participan de la producción pero mis ojos van diseñando el tejido de lo real -e l des/enlace del todo- como un producir historia y agudas percepciones yuxtapuestas en el film del poema: muchacho caminando solitario en el parque Universitario: cuerpos espléndidos enlazándose en el dibujo de Blake: su furor persiste como un bello cielo en la mirada:

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-

lliíliiJiiiliiiiiliiiiiiiíiiiiiilJiilillliiiiiliiiiiiiiiiiiiliiilillJliiiJiiiiiiiiiijiijiiiiiiiiiiiJiJJjiJiiiiiJiiiiiiiiiiiiiiiliiiiiiiiJliiliilH IliililiiiiJliiiiiililiiii


sobre la yerba crecida el remolino de las flores recibe a estos cuerpos que se adoran: pelos señales el pasto mordido con furor son nuestros cuerpos que florecen en el cielo: ,f& Raimunda Orfi también lejos de Santa Fe camina besando las aguas del Pacífico (año 1970), sus senos como flor ardiendo en mis dedosV limpieza de lo que persiste sin un perderse en la noche: su ética precisando la historia pero sin apartarse de su estética/"y los muchachos estallaban con sus gritos y la cabellera larga”: 10/15 am.: no palabras con metáforas que no vuelen en tus ojos: ¿no escribo para ser tu flor adorada? ¿escribo no para compren­ der a mi propia vida en la noche de los tiempos? caminando sin prisa pero con un rumbo preciso el desposeído: su ojo afiebrado y Demeter & Enrique permanecen en la marcha como amantes del ser que impulsa el verano: lo que se quiere decir y lo develado en la esfera no es lo disuelto en la nada: su ojo arañando, enamorados como ser asumido en la conciencia de lo producido en belleza.

TALLER ARTESANAL (Relaciones Práctica/Gnoseología) 1.

Economía del Trazo.

Tal vez trazó un círculo en su memoria. Necesitó inventar muy bárbaramente el mito para perfeccionar su obra sin contradecir lo natural: un belío círculo preciso girando el índice sin mover la punta del codo en tierra como el Giotto clásico que ahora se produce en el taller artesanal. 64


El navegante lo conoció en las estrellas. El hombre de montaña en el arco del sol. El polvo del camino fue la página donde el caminante se perdió y encontró su ruta hincado en el mapa de tierra que no tuvo. Allá donde cae el Arco Iris queda el saber. Donde el sol se oculta un esplendor se muestra. La mujer arroja sangre en el ciclo lunar. El arco de la vida se desdobla como un cerco de piedra donde el destino se ha perdido. Aquí y acullá el mismo arco resplandece. Eterno principio de la intacta simetría. La matemática vista en el modesto taller halla su real luz manual del teorema. Ubicuidad del saber como un dios se eleva aquí libre en un Paraíso de letras. El círculo más que locura otra forma fue de lo perfecto -rodaba en la memoria del campo y de la urbe. No fue un accidente -obra pura y natural. Era el círculo divino como el sol vital. Y más que vital era como el sol divino. El círculo hermoso brotó sin historia sin arte y con geometría y costó sangre: un principio del trabajo artesano.

2.

Armonía del bordado.

Tal vez trazó un círculo en su memoria: culo y ojos hermosos, boca, cielo, sol. Duro tiempo sin tiempo del instinto. Aunque no trazó el círculo primero ni leyó las internas proporciones que mi adolescencia amó en el colegio su dura vida brindó al brote de una flor. Aunque no pronunciara el Phi el artesano más directamente estableció ese valor. 65


No trazó tal vez el triángulo ni sumó la mediatriz con otra y otra mediatriz llegando al mismo centro sin centro de la elíptica que su universo con flores, astros, aves y dioses armónicamente bordó entre un sueño y su hermosura. El universo puro y primitivo -incandescente. No extrajo el diámetro ni sumó la radio pero yo celebro lo perfecto de su trazo y celebro la vieja armonía de su obra.

3.

Escrito sobre Mates Burilados:

Relumbra el dominio del pulso en flores muy grácilmente grabadas con la sabia pausa del instinto, con el saber que llega a través del lento labrado de los elementos. Relumbra lo preciso del pulso intrépido. La lezna con punta al fuego blanco está penetrando a dos milímetros la cáscara del ojo entre el cabello fresco y el vuelo de la abeja estampado con el arte medido. El verde pastizal se ha dorado con luces. Muy claro ha brotado un relámpago perpetuo. La forma esférica lenta gira en la mirada: cántaro, recinto, bella inspiración sagrada. Trota eterno el potro fijo en el grabado. El pastizal dorado ha floreado el néctar que probé del vientre terso (fiesta, licor) enlazado como siempre al cuerpo de la noche. Unas frescas yerbas médicas brotaron con la observación que experimenta sin rubor: vibran sus ramas desprendiendo un suave olor. Si bello el Mate fuelo más su proceso: una tierna, inalterable sabiduría en tu cuerpo. Mates Burilados: plenitud del sentido.

6 6


Trozo de lenguaje aún perdido en nosotros. Este sublimado dolor antiquísimo.

4.

Arte de la medicina.

Podría echarte contra el pasto y rodar tan misteriosamente como el tiempo ha de rodar en ti este huevo -¿tres veces y por cada vez en cruz, en santo remedio?que habrá de quitamos ansia o miedo, este tenernos así a punto de ser barridos por la enfermedad inconstante. Podría echarte contra el pasto. Tener que desnudarte para repasar un huevo en tu cuerpo. Y sacarte luego este mal, tu fiebre, tu dolor de entrañas ahora que te sacudes acurrucada aquí contra la colcha y yo como un poco de pasto, un rocío en el pasto de tu cabellera de abedul. Pasar tan lentamente un huevo (y duro y perfecto) -quizá helado como un estetoscopio golpeando despacito los músculos de tu espalda, el levantarse y tranquilizarse de una respiración dormida. No hay plata para médico. A esta hora la botica está cerrada, ¿la farmacia de turno no habrá de costarme todo el poco sueldo que yo y tú ganamos? Aprendí a combatir este mal viendo cómo se me extraía como una muela picada el mal -de-ojo con el paso de un huevo sobre la piel afiebrada -sobre un tiempo incierto. Cómo con un trozo de cuerno de venado, chamuscado (oliendo todavía el humo del cuerno chamuscado) el tiempo giraba un tiempo más sobre la tierra, el mal no afloraba tan bruscamente como un trozo de grasa en el gancho de un mercado. 67


Y el agua era límpida en el vaso y luego -¿qué calentura o qué extraña vibración de la piel puede enturbiar casi cocer la clara?si esta, yema o clara, se ha enturbiado luego habrás de ir a un hospital, llamar tal vez a un maestro en el arte de curar al prójimo por apenas un quíteme estas pajas, saludos que el respeto adquiere. Yo podría echarte y podrías tú echarme echarte contra el pasto y sin embargo, no. Aquel maestro ha vivido más que yo y su experiencia aún es este arte que me ha conducido a tu lecho.

(MI RADIO ANUNCIANDO LOS ULTIMOS SUCESOS PARECE UN ANGEL CON LA QUINTA COPA DE DESESPERACION DEL APOCALIPSIS:

Piero cantando: "nació con el siglo..." Giro a otra estación. Noticias. Apago).

Tecnocracia & Patentes sin contenido humano son una pesadilla rasgando el arco de perfección de las matemáticas (cuídate del número, de su vacía fuerza centrípeta: formas como engranaje sin flor en el movimiento de las máquinas): "Yanqataq chaupimanta chay/yetpa' kaucinwatt, ritimantapas astawan filo kauchiwan ñawikita llidiruwaq” & esa cuestión aún no perfectamente criticada de los navegantes sin rumbo en el espacio sideral -com o un pavo real Caronte: viejo Packard, en las aguas de la impostura: demonios de la cosificación -el pan de cada día.

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;

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.

IV


Finalmente he podido hallarte Giotto. 1 pm. Caminé muchos kilómetros bordeando los parques de San Fiero y recitando: "acaso no es la vida como el gusto del azufre: un lucero inmóvil sobre mis mejillas tristes..." -versos que ya nadie recuerda ni son las aguas que habrían de lavamos de las ocurrencias de estos días: & la maraña mental colgaba como yedra en el arco de piedras enmohecidas: "Ubú Rey gesticulando en las manos del actor: escena de locura bajo la carpa y el luminotécnico de luces que se escapan: & el grupo con sudor en las axilas": &/ sin embargo aún puedo sentirme con un algo de alivio por recordar a Marx, &/ tenerlo aquí presente como el eterno flujo y reflujo de las olas: una visión de setiembre, y la sal despedazándose en mis labios.

Finalmente he podido hallarte Giotto. 2 pm. "Este poema se expresa en el porqué de los finales del s. XX: no se aleja y manifiesta su destierro: & su destierro está manifestado en el entierro de la noche en sus ojos": &/ en mis labios va rodando una canción: (y el cassete con Leonardo Favio continúa): &/ "araña escupe patea sobrevive en el destierro" -pradera de lanzas que florecen en tu mente"pero ese gusto que ilumina nuestros ojos después de hacer el amor es mi alegría mi destino": &/ "la satisfacción de las cosas muy bien realizadas: la fresca flor abierta en el corazón de las muchachas": &/ "de alguna u otra manera el papel es también un receptor de bloques que se mueven en colores".

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Finalmente he podido hallarte Giotto. 3 pm. "Este poema expresa su porqué a finales del s. XX: no se aleja y manifesta su destierro: y su destierro se ma­ nifiesta en el destierro de la mercancía" -toda pureza formal (Giotto traza rápidamente un círculo en el aire) libra de no complejidad al valor de su contenido: luz tus lindos ojos, Demeter, luz tu bella voz y aquellos labios manchados con rouge que en la marcha soltaban su buena artillería de palabras (un Che Guevara, contraste negro sobre naranja, alzado en la pancarta es el arte masificado) son ahora el arco volteado de la noche: luz espléndida tu cuer­ po situándose ya a diez cuadras del parque Universitario: 12 m.: mar de cuerpos ya a 8 6 4 2 cuadras llegando -muchachos como juglares- a esta concentración de obreros en huelga: banderas/flores/molotovs: y estas imágenes impresas sobre las blusas con senos enhiestos de las muchachas: banderas, molotovs, flores, tan violentamente deliciosas como caminar entre todo este grite­ río -e l P.U. ha sido rodeado por la policía&/ "unos minutos más y empezará la filmación" /Giotto, has de pintar -marcha de mineros hacia Limatrazando tan diestramente -esteta, magister, y arte gráfico: Jesús Ruiz Durand- tus colores como flor desesperada en el lienzo: no cuestiones inútiles, lo real analizado y simbolizado admirablemente en tus pinceles.

2: Var. a:

Si la flor deseada de tu cuerpo, mujer: no arde posado como un clavicordio lila entonces arroja de tijeans, brassier, todo amor es belleza, yantes de soñar en los brazos de tu muchacho, pon patas arriba a tu San Antonio.

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Entonces en el entorno de Lima se desplegó el abanico: mis amigos como luz de historia y de meditación iluminándose los ojos se desplazaban por calles bellas como una flor bajo el cielo de mayo: obreros (hélices de hierro en la tormenta) como un pincel impresionista llenan de vida y alegría nuestro vivir sentimental (imagen de aves volando contra el viento -mes de la migración): y gritos como flores ruedan sobre el asfalto -se ha cortado el trán­ sito (coro de cláxones, voces) (imagen de flores frescas en el parque): mitin obrero /estu­ diantil en pleno mes de las flores: imágenes de Mariátegui, contraste negro sobre fondo rojo, presiden nuestra marcha.

MARIATEGUI

I Tu nombre florece en una pared. Trazos fuertes (rojo, negro) son el brochazo del amanecer. Tu rostro como un corazón grabado en las paredes indica la lucha obrera. Al mediodía una manifestación relámpago te ha convocado en la conciencia. Tu nombre se ha elaborado con la práctica. Aquellas voces roncas se alzan como hoces donde flamean reivindicaciones como flores. Lentamente este presente está incinerándose. La represión sin paz sangra la historia. Se derrumba el fascismo. Bárbaros muchachos irrumpen ahora limpiamente en la metrópoli. La luz explota en los cabellos sudorosos, 73


encrespados como cedros que se incendian, esparciéndose como una consigna en las paredes. Mítines obreros iluminan el camino.

n Mariátegui murió el 30. Nació en el brillo del Partido obrero. Mariátegui severo y sereno. El estilo preciso. Tu palabra separó lo que será de lo que fue. Podó sin asco esas palabras ya marchitas. Mi poesía quiere ser el detonante de la significación poética a través de la manifestación obrera. Entre esas voces florecen versos más puros que entre anaqueles y clases académicas, tan lámpidos como el aire puro con rumor. La poesía de una rebelión contra el capital. Escribo que en tus páginas entrevi otra luz de historia como un destino de pronto revelado: lo que será recuerdo amargo en la mañana. Y el destino claro donde no hay explotación. Hoy la lucha se ha profundizado. Y este lazo tendido al porvenir son los mecanismos de la belleza y el análisis.

m No hay lámpara ahora. Hay páginas que iluminan este rostro tranquilo en la mañana, luces intranquilas como flores que se adensan con clamor en la conciencia. En tus páginas vislumbré la poesía. Allí germinaban reflexión y pasión, se calcinaba también la herida del pasado. Una puerta se cerraba como otra podía abrirse sin gozne ya ni marco y sin paciencia. 74


I I I I I I I I 1 I I I I I I I I I I I I Ü I I I I I I I I I I 1 I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I I 1 I I I II J i l m l l l l l l l l l l

Los 7 Ensayos: luz que embellece a la mirada. Tus palabras constelaron el profundo universo que no había en el país -y así como el fuego arr lo decrépito pudiste clausurar aquel pasado en tu escritura que soñó el otro amanecer. El fuego inventa praderas cuando faltan, destruye luego el olvido que nos sobra. No tenemos ya pasado: tenemos apenas que destruir el largo infierno del presente. Lo pasado se ha escondido entre aquello que nos sobra enmascarándose arpíamente. Tu estilo me enseñó a demoler palabra por palabra el muro amargo de la historia. A demoler lo no preciso que fue el sentido y el sofisma de una clase en cuestión. Aprendí que la imaginación contribuye como la crítica al clausurar lo que pasó. Que la literatura es un arma de la Revolución. Hoy creo en la clase obrera.

IV Hoy quiero entrar en una biblioteca y extraer un volumen con tu nombre. He caminado años errando de un libro a otro libro. A veces me sorprendió el alba en unas callejuelas solitarias. No tuve destino en mi vagancia ni encontré otra belleza que la angustia. Fui un personaje del romanticismo. Soy una versión moderna de la dasicidad. Mi adolescencia se aventuró entre versos y praderas para soñar los cielos que creí ver en cada verso y no conocí la piedad. No la conozco ni quiero conocerla. No tuve más razón que mi instinto y entre el turbarse y el deseo aventurero


te encontré, Mariátegui, a los quince años. Te apunté en mi cuaderno como un tema y una cita que hoy -tras mucho tiempo voy a reencontrar. Esta noche se consume ahora lentamente (y mi vida) como aquel libro que fascinados no hemos deseado concluir. Y tengo rabia. La rabia de cifrarte y descifrarte como un sueño que es vivir.

Y V

Hay lecciones magistrales. La tuya, Mariátegui, es inevitable. Mirada múltiple que explota en la historia. Lecciones transparentes más que el aire del opúsculo, que el silencio. Tu limpidez de estilo, tu disciplina. Admiro la dialéctica del tema que concluye en el inicio de la huelga. El análisis que habla de la fábrica tomada. ¿Al final del infierno arde el Paraíso? No. Arde el infierno en la memoria. Y no es táctica poseer aún el Paraíso sin liquidar lo que ha sobrado. Destruir la memoria si: no la experiencia. Así he presentido serenamente violenta la imaginación que acelera su motor y sus pétalos de hierro en la tormenta. No hay belleza sino ideología en cada gesto. Toda flor es un método y una consecuencia.

VI En tus páginas leí toda historia del lugar llamado llanto, explotación. La historia con edad ya de rebelión. 76


El Perú que una lucidez ve levantarse en la conciencia del proletariado organizado. Floresta de fuego, relámpagos perpetuos. Tu interpretación ha destruido la imagen colonial de este país que es otra más profundamente lacerada en tu versión. Y es otro país más profundamente iluminado. Tu versión de la hermosa y rotunda subversión. Así la realidad dejaba de ser una necesidad y al necesidad es transformar la realidad. Tu óptica cambió el Perú y su ser quedó condicionado a la destrucción de su pasado. José Carlos Mariátegui, han florecido tus escritos en la lucha obrera donde mejor que en ninguna biblioteca el socialismo vibra impecable en el discurso de la insurrección.

10/18 am.: el flujo avanza entonando lemas: "El maestro en las calles también está enseñando"/"Más escuelas, menos cuarteles" / "El maestro en las calles también está enseñan­ do" (rumor de a-aplau-aplausos) y cogidos por los brazos (cadenetas, cohesión como fuerzas productivas dirigiendo la historia): esta imagen tan bella es una protesta producida por hombres que hacen vida y obra con sus manos atareadas: y el flujo avanzaba lentamente y entonando lemas (estudiantes como juglares con clavicordios en las manos) de­ sembocan en la esquina (los enamorados van tomados de la mano) (imagen de muslos ro­ zándole en penumbras) -tratan de llegar y apoderarse el presente (lento y largo travelling del sueño: rostros iracundos, rostros curtidos en el duro trabajo de las fábricas, 77


periódicos bajo el brazo, libros de Bakunin y de Mariátegui en el bolsillo de las casacas de cuero) y en las calles se produce esta reflexión: puños en alto, nuestra vida es un furor inagotable como soñar el paraíso.

2: Var. b:

Si la flor amaole de tu cuerpo, mujer: no arde rosado como una viola lila entonces sombréate azul celeste los párpados, una ciruela en los labios, resplandece tierna como un sueño para el muchacho esperándote ahora en un aula de la universidad.

Y en mis labios va rodando una canción: Así/ en tus labios va rodando calladamente esa canción y en las calles Demeter era conducido por Fígaro. Luego/Demeter era conducido al Paraíso y en las calles una canción rodaba alegremente como Figaro. Así/ una flor de belleza son tus cabellos vagamente ascendien­ do ahora hasta el antiguo esplendor de los inkas. Luego/ sólo es música el viento del verano y este follaje con flores lilas extendiéndose bajo un cielo de piedra. Así/ eres (Figaro se dirige a Demeter) un cuerpo dorado como el dorso del mar al caer extendido bajo este cielo de flores. Así/ no has de volver ya (Figaro continúa) al infierno: ella no volverá allí -imagen de Figaro abrazando a Demeter cuando ambos dirigen sus miradas al horizonte- como ha vuelto esta luz espléndida a sus ojos. & en el cassete: pero en las manos de mi muchacha este poema "araña escupe patea sobrevive en el destierro" -pradera con lanzas doradas que florecen en tu m ente"pero ese gusto que ilumina nuestros ojos después de hacer el amor es mi alegría mi destino": 78


&/ "la satisfacción de las cosas muy bien realizadas" -fresquísima flor acariciada como el corazón de las muchachas&/ "de alguna u otra manera el papel es también un receptor de bloques que se mueven en color": &/ "¿tierra dónde jamás brotará una yerba como dicen que decía Atila?" -ese pasado arrasado por la belleza de sus huestes guerreras&/ "muchos fueron cegados por la Metro Goldwyn Mayer" 2 horas hueveando sin reconocerse en la inocencia de Chaplín": &/ "Fumanchú celebra por un lado que más le convenía delante del biombo sus más célebres fugas": &/ "mandarín como Góngora en los recovecos y cantares de Tacora: Confucio buscándole 3 pies al gato": &/ "etcétera...": &/ "¿tierra dónde jamás brotará una yerba como dicen que decía Atila?" -Roma prefiere robustecer el imperio celebrando un perfecto ma­ trimonio con la hija de un bárbarofe/ "muchos fueron cegados por la Metro Goldwyn Mayer: 2 horas hueveando en el templo de Chaplín": &/ "Fumanchú celebra por un lado que más le conve­ nía delante del biombo sus más célebres fugas": &/ "mandarín como Góngora en los recovecos y cantares de Tacora Confucio buscándole 3 pies al garto": &/ "etcétera...".

2: Var. c:

Si la flor dulce de tu cuerpo, mujer: no arde rosado como un verano lila, entonces, mano en la cintura, cabellera agitándose en el viento de mayo, plántate en la esquina de los muchachos, sé tan feliz como la noche, porque el amor es eterno como el universo.

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Arden mis palabras como las flores que la economía ha cautivado, como esos lirios que la ideología envolvió con mica en el mercado. Las flores del poema son más reales si yo relaciono hermosura con llovizna, fragancia con pétalos quemados por un beso. Más dulces y más bellas mis flores si ellas brotan en la lucha de clases como que las produjo el jardinero, no el jardín ni el burgués que las vende. Por esta página fabricó el follaje, los pétalos de un pensamiento amargo. No me engaño: en Lima son amargas las flores, densas y salvajemente tiernas. En una página de Marx contemplo la belleza. Del verso me queda su compostura y el trabajo, la rabia que florece en su lectura. No existe poesía sin economía que negar como no hay luz que no descorra el cortinaje de la noche. La mano que fabrica el producto impulsa mi "estro" por el texto.

ESTETICA DE LA FLOR

(MI RADIO ANUNCIANDO LOS ULTIMOS SUCESOS PARECE UN ANGEL CON LA SEXTA COPA DE SEQUEDAD DEL APOCALIPSIS:

"Somos libres, seámoslo siempre..." & dick).

Finalmente he podido hallarte Giotto. 4 pm. &/ "la primavera del 66 me encuentra iniciándome esa madruga­ da en el secreto de la poesía": &/ "Marco Polo aferrado a las escalas de Gershwin" -música de cláxones en una urbe cuando caminas al trabajo-

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&/ "ningún atisbo de yerba en los complejos de cemento" -Elseneur ahora arrestada en un castillo de perversiones es liberada por Fígaro en un acto valeroso&/ "King Lear transmuta su energía enloquecida en olas salva­ jes que florecen como rocío de tus pechos": &/ "aguas bajando turbias: ninguna embarcación podía atrave­ sar las dudas los tormentos": &/ "Blake Donne Rimbaud Villon Oquendo Dylan Hopkins bebían cerveza conmigo una madrugada de octubre": &/ "mi buen amigo Curay productor director redactor diagrama­ dor poeta ensayista narrador dramaturgo de la revista Sendero": &/ "ahora, ¿nos interesa la amarga bondad de las ciudades?"

Unos obreros salieron a encontrarse VITARTE: 1919/8 hs. con el Manifiesto de las rosas de la noche. Tomar el poder era su derecho a la vida. Su luz invisible florecía entre las fábricas, alumbraba el sindicato como una insurrección laboriosamente argumentada, que va a despedazar mausoleos y libros de la prehistoria. La violencia de la revuelta arderá otra vez en los barrios obreros. Aquel Vitarte del 19 es ahora el mismo lleno de experiencia. Lima será envuelta no entre las llamaradas de la metáfora ni en el sol cansado del crepúsculo Lima reflejará su angustia. No habrá luz sino un fogonazo cruzado de los oprimidos. Se habrán volado puentes, lugares estratégicos. La huelga revolucionaria paraliza la producción. Lima es sólo una pieza de ajedrez en el país. El jaque-mate ya lo ha ido preparando el proletariado. Y alucino este rumor de consignas y pasos tropezándose sin ruido. Hay un claroscuro como un cuadro de Goya. Envuelve a Lima un humo espeso y ocre 81


nada bello. El parto doloroso y difícil. Entre la oscuridad salta un puño crispado como un trazo bien rotundo de Sabogal. La hora del adiós y la bienvenida. Llega ya el aire fresco de los pobres.

El año 19 se arrancó las 8 horas. VITARTE 2 :1 9 1 9 /8 hs. La obra del proletariado organizado. Una conquista sindical y popular. Miles de obreros (himnos, banderolas, bandas de música, flores de pólvora) se desparramaron por las calles cantando La Internacional La Marsellesa proletaria, llenaron parques y teatros con sus asambleas, cada sindicato legisló la libertad. Una victoria muy larga llena de sangre y muertos: en la memoria aún brillan los cadáveres, las balas rebotaron del pecho de las mujeres que abrían el desfile. Rugían las hélices obreras. El instinto de clase ruge más fieramente. En la clandestinidad alumbra el sol sin pausa en la conciencia: el sol de madrugada. Las paredes se han pintado con consignas. La carretera de Chosica está bloqueada. El gobernante ordena reprimir todo signo de dignidad, todo indicio de pensamiento. Florecen asambleas populares en la sombra. Hay más impuestos, todo cuesta más. El hombre que trabaja no puede ya ni hablar. Los dirigentes ruedan en las cárceles extrañados del país sin documentos, reprimidos. La policía viola domicilios, cartas, intercepta teléfonos, dispara y quema libros. Toda acción determina una reacción igual y en sentido contrario: ley físico-matemática que aplicada a la política es tan real 82


sólo que en lo social la reacción es doble. Y Vitarte: barrio obrero, concentración fabril, lo sabe desde siempre como condición vital. La Comuna volverá como vuelven las pinturas del jardín, las flores, la marea eterna. *

Finalmente he podido hallarte Giotto. 5 pm. & / "silenciosos y tristes frente al mar de Barranco colgados como ángeles en la noche de Delfín": & / "me acariciabas yo bajé tu calzón yo diciéndote palabras co­ mo estas tristes dulzonas": & / "todo lo que se le dice a una mujer cuando el amor extiende sus dedos acariciándonos ligeramente el párpado": & / "al final de cuentas el recuento de todo esto es más valioso que todos los estilos de arena que hayamos podido destruir". Apunchao ynca iriti yayay Cusco tambo cacho aticcaella sacoc cachum ñispa charac camac muchascay (inmensa luna de mayo) quicusi : historia bella como un bosque de manzanos. Demeter & Enrique: amantes perfectos como un Beethoven. quispo cachum amatisca amalla sasca cachuncho aticucpacllas capac camascayqui churascaypi. El ángel de la dialéctica transforma la noche en amor. Toda precisión en el montaje produce velocidad en el mundo: ¿nos alejamos ya del infierno? Subvenir. Menos insensato que copiar la Comedia es leerla desechando palabras inservibles como Infemus para crear un Paraíso necesario al corazón. Demeter & Enrique van en la marcha alejándose del pecado. ¿Su Dios? La belleza. ¿Su Paraíso? El amor. ¿Su amor? La libertad que ellos levantan tan perfectamente como esta computadora de flores donde trabajar es ahora delicioso.

Camino del cielo destroce alambradas de púas casetas de pesadilla torres de concreto edificios inmensos 83


como un techo de basura donde todo -amor y belleza esta dulce ternura que pudo florecer en mis ojos como una lila de furor estaba tan podrido como lo que no deseábamos producir para esta vida pero belleza fueron estos largos cabellos trotando en tus hombros como caballos que se alocan ahora que dejo de ser para ti un ser solitario cuando desnuda me miras aparecer con mis versos como con flores de ternura en las manos que te modelan como a un florfero mientras los autos van pasando veloces en la noche de agosto y ahora explicar una época a través de una ciudad que se critica como a un gastado módulo verbal parece un problema tan hermoso como identificarme con algo que sin desear amé a través de lo que desprecio y al final solucioné esta época sin dejar de cambiarla como a las flores del florero de tu cuerpo acariciado ahora en un parque.

3: Var. d:

Cuando nada perturbe tu mundo, muchacho: ¡a loca energía que mueve tu cuerpo, entonces arroja de tijeans, casaca, todo amor es belleza, y antes de soñar en brazos de tu muchacha contempla el esbelto cuerpo que tus manos dibujan.

10/24 am. &/ "destrozando las malezas de un viejo libro omnipotente: cojo una Biblia": 84


&/ "se observa que llegas gran Isaías/majestuosamente vas llegando como un joven testarudo": &/ "entre las olas de muchachos copando los vacíos del P.U. y su barroca distribución arquitectónica": &/ "sembrando otras flores y otra manera de segarlas: ape­ nas acariciadas por la brisa como un verso lírico": &/ "Jorge Manrique o Juan de la Cruz negaron sus texturas pa­ ra alegría del mercado": &/ "hoy no hay esclavos pero ¿si no te vendes te mueres de hambre?" -los obreros empuñando sus máquinas diseñan un tiempo más bello para un mundo angustiado como una flor-

12 m. Y el terror del infierno se abre (imagen en sepia de camio­ nes descargando policías -un primer plano para el casco: GC/SE): tiembla el seno de una joven y grita ("Abajo la represión") (coro: "Abajo") (puños en alto: "aba­ jo") (bocas abiertas: "abajo") (dientes cariados blancos nicoti­ na: "abajo) (camisas coloreadas abiertas: "abajo") (chompas serranas sobre el cuello: "abajo") (senos hinchán­ dose: "abajo") -estalla una granada lacrimógena (toses, ardor de nariz, picazón de garganta, lágrimas: el flujo no se detiene). Y grita: "¡Las calles son del pueblo! ¡Hambre! ¡Hambre! ¡Las calles son del pueblo!

Era el mitin de mayo en el parque Universitario y entrelazados como lanzas alzadas en el viento íbamos cantan­ do el último estribillo de una oración rebelde: 85


2:

todo amor es belleza, yantes de soñar en los brazos de tu muchacho, pon patas arriba tu San Antonio.

10/21 pm. llamaradas inmensas arden en el centro de Lima. Demeter desnuda a mi costado -avalancha de flores son estas lanzas cogiendo el tránsito tranquilo en la Avenida pero en el rápido prisma de mi mente esta acción se proyectaba como un vuelo de aves iluminando la posibilidad de una acción concreta: atrapar la realidad como una muchacha dejándose montar en el crepúsculo y forzada a fornicar como una corza con rocío en la punta de sus pechos: resplandor anaranjado y un brotar de flores dulces en los muslos: todos los jóvenes marchaban tan brillantes como esta agresiva pupila de los pumas y desnudos como flores en mis manos leían El cantar de los cantares: Demeter brindándome sus labios probados como una cereza era tan hermosa como un swing de Ellington en esta madrugada -una loca melodía visual como afiches en las paredesiluminando a los cuerpos en su eterna ley de atracción: continuamos a través de toda la marcha y enamorados del arte como del trigo que florece en primavera: -ahora hay que correr (¿hay que correr? -abres los ojos). Te estreché la mano y te dejaste guiar por estrechas calles como por círculos dantescos mientras la policía cargaba por allí/por acá/por allí y ángeles bellos como un Leonardo revolotean sobre el pavimento: hasta que hicimos frente y entonces cantamos y arrojamos piedras con las manos. Angeles no más perdidos que una margarita en primavera pero enfrentándonos a las fuerzas del pasado. Los muchachos se abrieron como un abanico en las calles 86


y plantados como casuarinas eran un bello proyecto de futuro. Un coro polifónico lanzando una canción estratégica preferida:

2:

todo amor es belleza, y antes de soñar en los brazos de tu muchacho, pon patas arriba a tu San Antonio.

y lentamente c/u se fue colocando tras los postes en la es­ quina bajo los portales con marcos de puertas talladas suavemente para poder enfrentarse -una flor, un libro en las manos- en condiciones superiores a la represión.

1:

Quien busque realidad no la hallará como quien utilizando lucidez se encontrará transformando lo irreal.

&/ dice Isaías: "predicar buenas nuevas a los oprimidos": &/ "los muchachos de pelo largo iluminando el cielo con foga­ tas y carajos": &/ "han caminado toda la mañana arrojando sus palabras y can­ tando": -transmutando su energía mental en praxis son entonces un va­ lor de uso: no un valor de cambio-. & son ahora 10/21 de la noche: enormes llamaradas se elevan de llantas quemadas en todo el centro de Lima. Toda una época se incendia bajo estudiantes como flores rabiosas brotando para derrocar la opresión.

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(MI RADIO ANUNCIANDO LOS ULTIMOS SUCESOS PARECE UN ANGEL CON LA SEPTIMA COPA DE RELAMPAGOS DEL APOCALIPSIS:

y apago. Y enciendo las noticias: el prisma de mi mente elimina lo fú­ til pero proyecta lo verdadero en esta página.

&/ en la escena ondulan armoniosamente cuerpos como flores: & los colores integrándose perfectamente a la noche son el verano de los cuerpos: en el papel estos signos vuelan como navegantes siderales: & en el diseño urbano esta ecuación entre volúmenes y vacíos es perfección moral: la noche suelta su telón tercio­ pelo enrojecido tras un mar de cabellos pero a lo lejos la madrugada es bella: ningún símbolo obstrusivo en la visión: sin la flor marchita de una retórica envejecida los sujetos es­ plenden en el cielo. Ese es el Paraíso: la rosa que florece fuera de toda persecusión.


I.

"y si no adoraban las dichas guacas o hazían las dichas serimonias o sacrificios que les predicauan morirían y andarían las cabecas por el suelo y los pies arriba y otros se tomarían guanacos venados vicuñas y otros animales y se despeñarían dessatinados...”, cf. Cuaderno de 1571, ff. 32 v. 33 r., legajo 316, Archivo General de Indias, Audiencia de Lima.

II. Así un libro, siendo él mismo una pequeña máquina, ¿en qué relación, a su vez mesurable, se encuentra esta máquina literaria con una máquina de guerra, una máquina de amor, una máquina revolucionaria, etc. -y una máquina abstracta que las arrastre? Deleuze/Guattari: Rhizome


I Rituales y t茅cnicas de meditaci贸n


1 Todo parece la nostalgia donde la noche delira. Permanezco pensativo y distante a los caballos que vuelan, el mundo soñado se pierde tras el yelmo extraño, pertenecí a una cultura nunca abatida, el tiempo de la soledad se yergue en la noche donde si el mundo no renace, aquel tiempo en que fundándose el imperio para la comprensión de la vida, la organización de los días haciéndose flores, las flores mariposas como ojos del cielo en la noche donde, frente a los cerros, alzamos los brazos al conversar con la eternidad encamada en el templo, para que esta vida nos sea saludable, habitable la tierra por la que transitamos como por la rueda del cielo que nos depositó en el destino, ése ante el que ya no sollozamos, ni bajamos la cabeza, ni nos dejamos maniatar, y ante el que ahora, cuando el destino son las ofrendas donde la huaca florece, hemos hecho la promesa de las flores de nuestra vida que en el camino brota para negar el yelmo, el arcabuz, la horca, mientras todo renace, el Dios soñado, este saber antiguo como la primavera sin el que nuestra vida no tendría el cielo donde llamea el Tahuantisuyu.

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Si la nobleza es el mundo de la felicidad, allí donde se yerguen las flores, las luces sin el arco nocturno, este sentirse la imagen del cielo cuando nuestros párpados contemplan las aguas que pasan sin que se quedara nuestro cuerpo mientras la imagen que persiste en la memoria 95


brota en cada flor, eucalipto, quipu para la organización de la vida, el arte, preciso siempre, perfecto, alambicado allí donde esta forma contiene no al alfarero, su maestría, la tela bordada para que los ángeles, una recta como un eucalipto, los triángulos donde el horizonte del mar son flores para que las muchachas dancen en cada primavera, al llegar el amancebamiento, la habitación, el cuadrado verde trazado entre canales, las terrazas escalonadas sin las que las llamaradas verdes no vuelan hasta la cumbre donde estas palabras se depositan, un haylli, un taki, un haraui en tiempo rosa, el ondular azul, el tiempo cambia pero no el corazón, ni la mente deshaciendo aquello que desagrada a la vida, trae irremisión pero no la perfección conseguida allí donde un fa continúa a geranios que, tras la noche, vuelan un amanecer donde la belleza, la tristeza se hunde, la nada se hunde, el miedo se hunde, la niebla se hunde, pero no nosotros ni la sangre hecha una llamarada deslizándose detrás del destino, un sufrimiento, extrañísimo, como aquello que no buscamos, ni deseamos, tras el que hemos situado nuestra mente, situándonos también nosotros, el corazón, párpados, manos, Santa María, Santa María Magdalena, sacerdotisas, habiendo bebido ayahuasca, quienes buscan la resurrección después que el mar de la tierra eleve sus olas, danza, estalla, sepultando el tiempo marchito, los árcones, dagas, arcabuces, como ahora, esta noche eterna en el corazón, un mundo sin que la destreza no sería mundo, ni la eternidad convocar nuestras vidas haciendo donde la tierra se encuentra con el cielo, para contemplar las luces de la noche, trazar el vuelo de un gorrión, bordar piernas cuyos ojos miran a través de los nuestros cuando 96


rugen en los cerros, cuando estos cerros somos nosotros, un templo, la piedra sagrada ante la que un sacerdote pronuncia su plegaría soñada, alejados de lo irreal, preocupándonos sólo de florecer en la noche, cuando la primavera sucede al hastío, y el hastío es haber sufrido apartados de nosotros mismos, nada se corrompe, el mundo se aleja del hastío allí donde la vida se acerca a la belleza, esta sangre, estos cuerpos, esta dignidad conquistada para las flores son el trasmundo donde danzan nuestros antepasados, nada muere, y cada generación se prolonga en la obra de lo que ahora hacemos para la gloria de nuestra sangre, sabiéndonos nobles, bellos, honestos, porque el tiempo de la felicidad renace en nuestro mundo. Todo aquello que vive me conduce al Tahuantisuyu. Subí hasta lo alto de un templo de Pachacamac para encontrar la civilización: barbarie, contumacia, desorden destruyen la primavera.

3 ¿Qué hago aquí? Rosas: eso es lo soñado en setiembre, el Dios al que imploro, busca la perpetuidad de su sangre encontrada entre las flores que brotan, después que el cielo se desgarrara, en Pachacamac donde si Pachacútec despertase el mundo se apartaría de su desamparo, como ahora nosotros solitarios que contemplamos las constelaciones bordadas en la noche alejamos la soledad, la tristeza, el suplicio, deslizándonos hacia la primavera donde nada se aleja de su lucidez, ni se desesperan las azucenas, ni el tiempo es el enigma en el que sollozan las rosas, ahora cuando, la mirada perdida en el horizonte, pensativos, contemplamos un infierno de garfios, 97


un horizonte sin rosas, tras cuyo espectro pueda aparecerse nuestra belleza, nuestra locura presentida tras un valle de azucenas, las montañas, altas, majestuosas, entre cuyas piedras brotan estas flores desgarrándose en la herida de un guerrero, la selva espesa entre cuyas catedrales de extravío nada, ni la noche, la nostalgia, o lo extraño se deteriora, un mar verde como un manto Paracas, una tempestad de flores donde el hastío se destruye, se destruye la nada, el olvido, la envidia, el tiempo cambia pero no nuestra sangre, que brota en la noche, triste, acongojada, silenciosa, para desear que, tras de aquello que desde lo alto del templo contemplo, se aparezca la vida, o su concepción, esta tempestad de perfección, una fábrica de lucidez, la matemática sentimental, cuando los calendarios destruyeron el desorden, el quipu, perfecto y manusible, registra la riqueza imperial, el arybalo lleno de chicha, hojas de coca donde se concentra el enigma, el mundo deseado apartado a lo tenebroso, salta, como un puma montés, entre caravanas de náusea, ingresa setiembre, apoderándose de las rosas, un mundo de insurrección, el incario que vuelve como la primavera, el verano a posesionarse de la realidad que permaneció, atenta y distante, en la mente, el corazón desgarrado de retamas, sangrante, eterno, florece en mis manos, rueda entre los peñascales, mezclándose el mar cuyas olas recibe una mujer que ablusiona su cuerpo, sin pecado original, sin vergüenza que ocultar, sin ausencia de poder, la estirpe, perfecta y admirable, florece en el templo del cielo primaveral, desde antes de la noche, desde muchísimo antes del suplicio, después de la noche, cuando la música se apodera del cuerpo para ser llama en el paisaje cuyos eucaliptos, al florecer 9 8


lllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll'lliillllllliiillllllliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiim iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiM iM iiiiiiiiiiM in ii

en la noche, son este arte de contemplar la vida, la historia que vuelve como una rueda celeste, este meditar, solitario, zamaqueado, envuelto en llamas, ahora, cuando sumido en mi laboratorio de instrospección, contemplando el horizonte interior, dialogo con Dios, el tiempo, el cielo, para implorar equidad a estas tierras, implorar el tiempo de la justicia a estos hombres, implorar el tiempo de la felicidad a este mundo, hasta que, hecho una rosa, y habiendo rendido culto a Pachacamac, yo también me reintegre a la mitología de setiembre.

4 Y millares de campesinos como sauces que brotan en el pequeño poblado llegaban con banderolas y hoces: I o de Mayo. Dirigentes obreros tan pobres como el micrófono cogían el micro y en Quechua blandían el Machete de su protesta. Las mujeres (polleras verde amarillo violeta) en quechua se dirigían a las mujeres y el dulce cielo celeste ardía como una franela rosa desplagándose en la noche estrellada. Ni doblegados ni tristes: imponentes como una lenta montaña que avanza y en masa compacta avanzaban -BRONCAS VOCES QUE CANTAN/GRUESOS PUÑOS EN ALTO

retumbando como flores insubordinadas entre peñascos y cumbres donde un sol espléndido como una hoja sin pausa se pone a picotear sin piedad: -Camaradas, en 2 arcones de hierro duermen 50 Máuseres (voz pausada y gesto seguro): 50 Máuseres con un agujero en la recámara. -N o importa camarada, los técnicos los reacondicionarán a las particulares del terreno.

.. .......... " ......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . i..... .

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CORO

G/l: Dlgd7c:

QJ2: Dlgdyc:

C73:

Dlgd7c: C J l:

CORO

Un viejo sótano oscuro una pequeña ciudad provinciana un valle que se lo traga el infierno y la gente que dice que no y que no y se envalentona.

El delegado campesino tiene un mensaje. Hemos preparado ciudadosamente como un reloj esta huelga y los cc. de la organización se han portado bien. Continúe camarada. Sin embargo recién empieza, como se dice, el bailon­ go. Los terratenientes han traído bandas armadas y es seguro que el suprefecto ya mandó llamar a la GC. Pensamos que frente a esto tenemos que actuar de otro modo. De acuerdo, camarada. En principio no hay que desespe­ rarse. En principio debemos saber que no sólo en situa­ ciones favorables sino también en condiciones adversas podemos y debemos desarrollar mejor nuestros reflejos. El comité de lucha me ha propuesto que consiga armas para defender nuestra huelga. De acuerdo camarada si ello es un deseo de la mayoría: las conseguiremos. Hemos organizado ya el apoyo y vamos a combinar la lucha legal con la ilegal.

Nuestras armas están en las cartucheras del enemigo. Estas armas están a un paso de nuestras manos.

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Chocné: el último paquete (dijo, mientras una linterna cubierta con un arru­ gado pañuelo lanzaba una débilísima luz que, sin embargo, des­ pués de unos rápidos 12 o 14 minutos: no más, emergía entre los ojos golpeados por las tinieblas como un poderoso alicate destro­ zando suavemente cerraduras y armarios, escritorios y estantes, anaqueles llenos de óxido y estos dos viejos arcones: -cedro -h a ­ bían dicho y por todo comentario-, pero los han forrado con fie­ rro -por cuyo pesado pero incuestionable vital contenido se esta­ ban ahora -noche triste de sábado y jaranas que como un sueño estallaban a lo lejos- jugando la vida o la cárcel, la comodidad de una cama, los estudios, un menbrugo de pan, o el tener que vivir perseguido como una alimaña toda la vida mientras la policía te pone tu foto en los diarios y te ponen un alias, te fichan, violan tu domicilio, queman tus libros, le hacen la vida imposible a tus fa­ miliares). El nudo está medio flojo, agárralo fuerte. Pedro: (contuvo un poco la respiración justo en el momento en que reci­ bía en su antebrazo, que hizo un gesto leve y decidido hacia abajo -lo s bíceps se le endurecieron- como para amortiguar unos 25 ki­ los de peso, los últimos 5 fusiles que colocó inmediatamente en bloque contra su pecho mientras con el otro brazo, en cabestrillo, los sostenía para dirigirse luego -con paso ahora un poco cansado pero seguro, sudando a chorros por el esfuerzo- al patio trasero: patio sembrado con cajas de basura, cáscaras de huevos podridos, botellas vacías y sucias, puchos de filtros quemados -el piso en el que se acumulaban estos desperdicios y residuos de toda especie no había sido barrido, se notaba a la legua, por lo menos veinte años- donde en lo alto de una descascarada pared revestida con yeso y con manchas de algún lejano conato de incendio sobre un rosa ya viejo y como nicotinado, coronada a su vez por algunas hileras torcidas de picos rotos de botellas antiguas de cerveza y trocitos de vidrio hundidos en una gran costra de barro seco, lo esperaba Túpac que, previamente, había tenido que sacarse el an­ cho descostrándola, abriendo cuidadosamente una brecha ochenta centímetros bastaban y sobraban para poder pasar los fu­ siles por allí: había calculado- entre tantos vidrios que ya casi le habían descolgado la goma de las zapatillas, limpiándola en fin con esa meticulosa aplicación característica de quienes cuando te101


■mu

nían un trabajo que hacer -cuando sobre todo del trabajo depen­ día, como en todo trabajo surgido por una necesidad vital e inme­ diata, el éxito en la acción de la célula- lo hacían a cabalidad y hasta sus últimas consecuencias: -milicos de mierda, milicos conchesumadre, hijos de puta, abusivos -escupió a un lado- ¿por qué no se meten con los blanquitos? ¿por qué? ¿a los blanquiñosos si les tiemblan, no? allí sí se bajan se chupan se aperran pero cuando vienen aquí son unos kaiseres unos mandamaces unos sobrados sacan pecho insultan a las mujeres las tratan peor que a putas le bajan las faldas patean a los escolares los hacen cuadrarse mar­ char por las huevas los ponen a barrer las calles las letrinas a los más rebeldes nos ponen como cojudos a marchar los domingos los días de fiesta se creen la divina pomada y todos, no todos: al­ gunos, esos pituquitos esos que tienen puestitos en el Estado los que sólo conocen de tarjetazos los que ponen sus edificios sus co­ fres de perlas sus toallas tan tibiecitas como los asientos de sus ca­ rritos que porque los tiempos han ido cambiando y nosotros h.l.r. dudan están inseguros los platudos los saludan los soban les invi­ tan un traguito le dan su damajuana les traen sacos de papa ca­ mote coliflores pichones gallinas chanchos y chanchos gallinas eso es lo que son igualitos pues que los tiras esos rayas creídos y abusivos que con la paradita que tienen se creen dueños de todo y cuando se enchatan se la agarran con uno con cualquiera el más humilde y nomás te sacan su placa pa sacarte la plata te amena­ zan te gritan por gusto te quieren llevar a la cana te pisotean te in­ sultan y están en combina con las dicen "fuerzas vivas" pendejas serán con los gamonales los ricachos con los tombos aunque con estos tienen sus roces ¿no ves que se creen más que tombos coju­ dos? ¿no ves que tombo anda arrastrado echándose hasta ante el tira más aguardientoso? pero roces de falsedad será porque cuan­ do llega la Leva todos se ponen de acuerdito suprefecto alcalde notarios jueces milicos fascistas comisarios P1P y GC tiras y tom­ bos para hacer batidas en las haciendas chacritas cerros caseríos distritos barriadas poblados ciudades puertos caletas y llenar cár­ cel pidiendo papeles a pueblerinos muchachos campestres pesca­ dores obreros mecánicos vendedores de baratijas aceite de cule­ bra mercachifles escolares caras de serrano recién bajaditos son cercados como ganado a la salida de sus chambas talleres algodo­ 102


nales fábricas tambos tiendas los sábados domingos en la noche a cualquier hora día de la semana por sorpresa papeles carajo y tu­ vieras o no tuvieras papeles a punta de metralleta te llevaban con Belaunde más todavía a la comisaría te empapelaban en calabo­ zos todos sorteaos, todos sorteaos, tudu pinta serranu sorteau puis y si nuay platita chivilinis a Lima puis, si nu tienes vara a Li­ ma puis,si nu das cincu ucho jormales pal patroncito uficial a Li­ ma puis, tudu el mundo pa Lima puis y cumu nuay chamba pa Lema puis, servir patria dicen, servir patria puis y quién mante­ ner familia dar pal papeo, cun prupina puis dicen, ¿y prupina al­ canzar? dicin puis, ¿y tú ceer patria? patria puis, ¿y qué te da pa­ tria?... puis, ¿entonces pa qué hablas patria? patria puis, ¿y nu te gusta mujer? me gusta puis, ¿pa que te cierras en patria puis? de­ fender patria puis dicen, ¿y quién defender mujer hiju chacrita?... ¿quién defender Ayllu comunidad acasu fascista tombu blanquito? nu sé puis, ¿acasu tombu buina gente blanquito porta bien? nu sé puis, ¿acasu serranu nu es juguete pa blanquito nomás?... ¿acasu pishtaco nu hace grasa de avión con serrano perdido en pampa puna?... ¿no ves que pishtaco misti tiene buina casa buin papeo?... ¿no ves que blanquito engorda y engorda nomás?... ¿no ves que pishtaco súlu quiere carru engañándute trampeándute?... ¿acasu tu amigo fascista? nu puis, ¿tú papear con blanquito? nu puis, ¿entonces pa qué hablas patria? ¿nu ves que es para sacar utilidad de ti? ¿nu ves que pishtaco ruba y ruba por que no tiene originalidad? ¿no ves que pishtaco es perro supaypa fachistoide? patria de blancos será patria de mentiras de supayapas patria pish taca pa joder nomás sirve para fregar pa que vengan tombus y maten paisanos se lleven chuño vaquitas te metan en cárcel abusan mujer te castiguen pur gusto insulten ¿acasu no saben quí li pasú al Gabriel cúmu se perdió la Graciela? ¿acasu nu viste cúmu entraron trupas al Ayllu cúmu destruyeron tudito? ¿acasu no viste que blancos fascistas cumandan tropas? entunces pa qué ha­ blar patria patria de blancus será y nosotros querer patria de tra­ bajadores nomás y caraju caraju llegaba la leva y el que no salía embalau comu un pedu pal monte o no se iba a esconderse con el compadre en la quebrada se lo cargaban a la cómica y allí se jodía por serrano por zambo por cholo por negro por cholo por pobre por recien bajadito por huele a huanaco por tienen alas de gallina103


zo por su pinta su apellido y estos tombos abusivos y estos tiras chuchasumadre estos cachacos milicos fascistas maldecidos estos suprefectos que están con Apra o Belaunde y con Belaunde Perú se hunde, Haya canalla, Bedoya trampoya y empolla estos perros pa lo único que sirven es pa disparar sobre el pobre, como son chupamedias de ricos entonces se creen ricos y abusan con los po­ bres, como son perros de ricos y por eso ahí mismo entraron con inMorales entonces muerden al pobre, milicos generales mojones de mierda la gente no es tan cojuda como piensan, no, estos mojo­ nes no piensan, tienen un excusado en la cabeza tienen corazón de serpiente alma de perro cuerpo de chancho y balas contra el pueblo esto es lo que son los fascistas tiras torturadores tombos prefectos suprefectos estos blanquiñosos pishtacos que creen que las cosas no cambian y los ricos siempre seguirán tan ricos y tan con sus edificios y carrazos de siempre, pero no, tán bien quinceados, tán bien huevones, huelga hemos dicho y huelga es lo que vamos a darles huelga revolucionaria huelga armada -rezongó para sí Tupac envuelto en la fresca camisa del cielo de octubre, agazapado en lo alto de un muro más grueso que lo corriente y desde donde podía dominar, sin ningún problema, tanto el espa­ cio que ocupa ese espacio pestilente -en el que seguramente se meaban cuando estaban borrachos estos chanchos fascistas uni­ formados- como el que desde allí se iniciaba -en la calle espera­ ban dos camaradas con la maletera del auto abierto en la que iban metiendo, sin ninguna concesión a la lentitud que, por otra parte, tampoco se podían permitir, el producto de lo que el comando 1 le estaba expropiando- y se extendía, más profundo, por sobre la triste y la serena noche campestre de Cañete esperando los fusiles que Pedro habría de alcanzarle, pensando en su vida pasada y fu­ tura, más decidido que nunca a que el fuego de su corazón torpe­ deara los cielos y se fundiera en una sola brasa inextinguible con la lucha de todo un pueblo): Apúrate con el resto, necesitamos tam­ bién todas las libretas que encuentres. Chocné: de acuerdo (el silencio tronó como un látigo que había que eludir a como dé lugar. La serenidad en esta como en cualquier otra pa­ recida circunstancia era una cuestión no visceral ni personal -la linterna saltó y se cogió como una mandíbula hambrienta a las

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chapas del primer armario de la izquierda-, tampoco tenía que ver la serenidad con algún tipo de conturvenio con la nada o con algún otro tipo de concepto sectario: en la acción -en todo tipo de acción encaminada a satisfacer el encargo social de la historia- es­ to más que una pura cuestión funcional era una pura función tra­ ducible en términos de eficacia. De lo que ahora se trata era del lenguaje de la eficacia -no déla utilidad ni del pragmatismo, sino de los efectos que inutilizan la realidad -abriendo paso a la ver­ dad de lo real- como consecuencia de la marcha de una teoría y de su estrategia. "El corazón ardiente y la cabeza fría" -lo recordó pero no tenia necesidad de recordarlo, corría por su sangre desde que se sumergió en la lucha como el insistente golpetear de su propia sangre en las venas de un pulso seco y firme. "El corazón ardiente y la cabeza fría" hubiera parecido una frase más entre otras frases, en otros tiempos, con alguna película en sepia -pero ahora, cuando la historia apremiaba y no se tenía ni tiempo para dormir, no era ni un lema ni una frase más: era como la propia linterna que ahora tenía en su mano proyectándose azul -pensó que allí se encondía sin duda más de un tapado- sobre la rocambolesca cerradura del armario metálico. La rapidez -aunque no la precipitación, a la que siempre su instinto salvaje le aconsejaba imponerse y a la que había combatido muchas veces sin éxito- no podia sino medirse -la rápidez en él no era menos intensa que sus párpados cuando se entrecerraban- por la capacidad para sortear los accidentes posibles o no en el ejercicio de los actos y ahora ha­ bía que ser, costara lo que costara, eficaz -un diestro manejo del desarmador pudo eliminar rápidamente cuatro tomillos de la ar­ mella que sujetaba el candado en vez de haber perdido inútilmen­ te unos minutos de más tratando de serrucharlo-. Esta eficacia no entraba, como ya lo habia dicho otras veces, en el terreno inservi­ ble de la precipitación: no obstante, tampoco significaba -todo lo contrario- una evasión al problema de la velocidad. Quien era efi­ caz era porque había actuado al problema de la velocidad. No era este pues un momento apropiado para el nerviosismo: tiempo de sobra tendría luego, y eso -cuando hubiera cumplido con su tra­ bajo- para relajarse, ahora no: -mierda -dijo-, aquí sólo hay lega­ dos -pero había más. Viejos paquetes de La Crónica y Libertad Empresarial fuertemente amarrados en cruz por una piola se


arrumaban, amarillentos, llenos de polvo y telarañas en uno de los compartimientos del sucio armario que exploraba: esta mier­ da, como todas esas notitas de brindis y agasajos capitalistas, no le servía para nada: a todas luces el papel higiénico -respetando la dignidad del papel higiénico- ofrecía un uso más adecuado y natural a las necesidades del cuerpo. Y por el brusco relámpago secreto de su linterna girando -el sucio crema zarroso de la pared soportaba las huellas de clavos que habían sido desclavados, esas pequeñas erupciones de yeso que indicaban que alguna vez allí se tambaleó el marco de una foto que por alguna razón cambió de lugar o había sido arrojado a la basura- y desviándose hacia arri­ ba -saltó un kepí, saltó un uniforme, saltó una corbata, saltaron los tallarines dorados de unos galones, saltaron las condecoracio­ nes, saltaron las cintitas coloreadas, saltaron los grandes contra­ bandos: un presidente cualquiera del Perú- y bajo -el zócalo en mayólicas ocre estaba lleno de esputos verdosos y resecos- y nue­ vamente arriba -en el vértice de la esquina que soportaba el techo colgaba una madejas espesas y blandas, sedosas, blanco perlado en la que unos puntitos negros irradiaban locamente los hilos de una red que ni la andanada de carajos, lanzada cada cierto tiem­ po, ni la escoba había podido desbaratar- y un poco más allá, en la misma línea pero bajo el foco del milico o lo que fuera se retor­ cía, como un animal hambriento, el escudo peruano -fauce en vi­ gilia, cuerno donde volvía a derramarse una pus maloliente y devaluada: -pobre Perú- se dijo. Abajo un escritorio de metal tipo 501 destartalado y sin un ápice de gracia se inclinaba como una tortuga coja y maloliente: -los sellos -pensó, pero no hizo ningún gesto pues se podían rehacer en menos de un dos por tres y la muñeca, aunque inexperta, poseía una precisión que en otras oca­ siones había demostrado ya ampliamente en lo que a la fabrica­ ción de las molotov tanto como a su colocación le concernía, con­ tinuó girando rápidamente hasta desembocar intempestivamente en las grietas de un túnel lóbrego y oscuro -un largo pasillo que conducía al baño, se dividía en dos habitaciones que recorrieron apenas entraron y terminaba, finalmente, en el patio trasero por donde habían saltado para establecer allí entre el basural y la deli­ cada complicidad de la luna un primer angustioso y quizá decisi­ vo cuartel de mandos para el operativo-, mientras al lado, en un 106


mástil clavado en un pequeño pero macizo taco de madera -un pésimo gusto lo había colocado allí para que sirviera de marco con la puerta- un trapo de satén rojo descolorido al que atravesa­ ba una franja blanco amarillenta en cuyo centro volvía a destacar­ se, aunque en tamaño reducido, ese mismo zorro hambriento pe­ ro esta vez con algún lema alusivo a la patrona de algún caserío colgaba en forma de rombo. La bandera peruana era lo primero que agujereaban las balas del ejército fascista y de la policía cuan­ do éstos iniciaban la represión de cualquier manifestación, y era lo segundo que -junto con sus portadores- pisoteaban sin mira­ mientos: -humjú -la débil proyección azul volvió a agarrarse a dentelladas sangrientas con los perros guardianes de chapas, ar­ mellas y candados desaforados que sólo alcanzaron a soltar unos cuandos "cruc” "cruc” "cruc" nada sensuales en el momento en que una ligera placidez sudorosa se extendía por su entraña-, aquí están -y allí estaban. La linterna había parado en seco -los músculos, tensos, trabajaban. Armario revuelto, ocho segundos. Una cuestión de oficio, como la del mecánico que a un sencillo pe­ ro eficaz golpe de vista sabe dónde está la falla y cuál es su traba­ jo. Extendidas, sin doblar se apilaban en pequeños paquetes unos tras otros las L.E. de cartón claro con fondo verde y sufragio per­ dido: una bolsa de plástico grueso se abrió justo para embucharse todo lo que quiso embucharse -aquí no cabía ningún tipo de cháchara, ningún discurso que no se ajustara con precisión a los di­ versos momentos de la práctica- y antes de volverse a cerrar un par de ágiles pasos ya se habían clavado como un puñal en la me­ sa del escritorio -relampagueó una ganzúa como una hipodérmica ante el ojo de la linterna y se introdujo en el tercer cajón de la derecha -donde dormitaban, sin duda, lo que a veces se desperta­ ba entre bostezos crueles y roncos: -humjú -la bolsa se abrió una vez más, engulló lo que tenía que engullir, se tambaleó en la ma­ no y ya no sería abierta sino mucho después. Enfocó luego hacia el lóbrego pasillo, unos pasos imperceptibles se acercaban). Pedro (volviendo): ¿ya? (La voz tembló con un ligero tono impaciente): ¿sacaste el resto? Chocrté (con una bolsa en la mano): todo.

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Pedro: entonces vuela (hizo un leve gesto con la cabeza). Tenemos reunión de célula dentro de una hora.

!!! AL PUEBLO DE CAÑETE !!! Ante la represión que vienen ejerciendo los gamonales, las autori­ dades locales -léase GC y PIP principalmente- y demás adulones contra el pueblo trabajador en su conjunto y contra los trabajadores del campo en particular, ante la miserable explotación (bajos salarios que ya no al­ canzan para nada, tratamiento inhumano) de que venimos siendo vícti­ mas los trabajadores todos; ante la represión social (inestabilidad labo­ ral, despidos de dirigentes sindicales, desconocimiento de sindicatos) decretada por el régimen títere de Morales Bermúdez; ante el alza del coste de la vida, la carestía de alimentos y el quebrantamiento de la eco­ nomía familiar, las organizaciones populares y sindicales cañetaftas ha­ cen un llamado clasista al bravo pueblo de Cañete para profundizar la lucha a muerte contra la dictadura militar antipopular y vendepatria -tal como en un pasado reciente lo hizo al apoyar a los guerrilleros que lu­ charon contra la dictadura parlamentaria de los agentes gran burgueses Belaúnde, Haya de la Torre, Villanueva del Campo, Odría y Bedoya-, a reprender el combate victorioso contra este gobierno hambreador y bu­ rocrático nucleándose en tomo a la huelga de los proletarios agrícolas y de los campesinos sin tierra que vienen luchando heroicamente contra el gamonalismo, la gran propiedad y por mejores condiciones de vida para todo nuestro pueblo. Cañete es un valle rico en recursos naturales que, debido al régi­ men capitalista imperante y a la llamada "economía de mercado" dicta­ minada por las grandes empresas transnacionales, ha sido sometido a una agricultura exportadora de sus materias primas... [Después de estre­ mecerse, frenar y volver a estremecerse al auto saltó como un disparo guinda en la cruda carne de una madrugada inaudita. Una cuadra más allá, justo antes de chocar con El Paso, dobló en primera por 9 de Di­ ciembre: -pucha, el burdel que se va a armar cuando... Un dedo apretó el botón de la guantera: -léete esto primero (Ante la represión que vienen ejerciendo los gamonales, las autoridades locales...) -el consejo sonó como las gotas de una amarga recriminación rebotando y 108


disolviéndose en la dulce música que lentamente se escapaba de la radio encendida a bajo volumen esa noche fresca y tranquila, clara y profunda como son en primavera -manzanos, duraznos, jazmines llenan con su perfume los aires que acarician el rostro del que noctámbulo sale a to­ mar el fresco en las calles todas las noches de este valle febril y hermoso. Tan hermoso que cuando la naturaleza repartió abundantemente sus virtudes entre la accidentada geografía donde se había aposentado nuestro pueblo, debió haber estado locamente enamorada de algún mu­ chacho cañetano pues -no es por vanidad, pero la literatura oral de ésta región así lo confirma- en lo que a belleza y a riqueza y a calidad se refie­ re este valle no podía dejar de ser comparado con cualquier otro hermo­ so valle de la tierra. Sin embargo, el chico -como, por lo demás, todo buen Adonis que se haya construyendo sus armas- debió ser, también, no tímido pero sí arisco y rebelde: la falla geológica en Mala (y su reflejo en el zócalo continental, a cientos de metros de profundidad en pleno mar), que eran la causa de muchos de los temblores y terremotos que asolaban la zona de la costa central, no debía interpretarse sino como un coqueto recurso de Venus para recordarle a los hombres que el sentido último de la vida y de todas las cosas en esta tierra era la creación que surge por el trabajo. Que el trabajo se encontrara ahora alienado, que existiera capitalismo, que existieran residuos de feudalismo, que incluso hubieran hasta formas de esclavitud indirecta -ahora a cuatro quinque­ nios del próximo siglo- eso ya no era problema de la naturaleza sino de los propios hombres que tenían y debían (cuanto más antes mejor) resol­ ver sus propias contradicciones. La naturaleza había cumplido, y estaba cumpliendo, con lo que no podía dejar de cumplir: tierra, agua, plantas, mares, noches dulces y ardientes. En cambio, cuatro animales (la gran burguesía) querían echar a perder este portentoso designio humano y de hecho se habían apoderado ya (estos mismos cuatro animales, mediante traías y guerras) de la tierra y de todos los medios e instrumentos de producción en y con que centenarse de miles y millones de hombres tra­ bajan. Para resolver este asunto pendiente, para poner las cosas en su si­ tio (llevar adelante la guerra contra la burguesía y destruirla) además de para llegar a enamorar totalmente a la naturaleza (para acostarse con ella por completo), miles de hombres trabajaban organizados como células, partidos, sindicatos, movimientos de liberación ecológica en toda la tie­ rra, a esta misma hora, empleando métodos adecuados para cada caso.

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El comando que a toda velocidad había doblado -hará tres segun­ dos- por 9 de Diciembre se había propuesto como su meta más inmedia­ ta castigar y expulsar a la burguesía y a los gamonales de Cañete. -..."estos mismos intereses gran burgueses" -leyó en voz no muy alta Isidoro- "impiden la industrialización de nuestro valle pues la rique­ za que producimos se la llevan lejos de aquí". -Correcto -dije- Pero una vez satisfechas nuestras necesidades el plus producto debe distribuirse de acuerdo con las necesidades de la economía nacional. -Bueno, eso es exacto hasta un cierto punto -terció Pedro-. Un go­ bierno popular, un gobierno de los proletarios primero tiene que planifi­ car la producción a escala nacional de acuerdo con los intereses de cada región pero teniendo en cuenta que cada región debe supeditarse a los intereses de todo el pueblo. Las llantas chirriaron...] con el consiguiente detrimento económico para su población. La riqueza producida por el pueblo de Cañete es succionada voraz­ mente tanto por los terratenientes como por los monopolios encargados de la compra-venta e industrialización del algodón a la vez que es utili­ zada para sostener a la burguesía agropecuaria y a su régimen central que... [mientras desembocaban virando otra vez en ángulo de 90° en la espejeante brea oscura de la Panamericana Sur: -eso -señaló a su iz­ quierda levantando los ojos del volante que a partir de ese día iba a dis­ tribuirse profusamente entre la población de Cañete (una lucecita roja se encendía y apagaba intermitentemente en lo alto de una antena que, co­ mo una lanza larguísima, se clavaba en el corazón de una caseta color beige llena de turbinas y motores Diesel: "eso" -que con tanta rabia, una rabia ancestral y terrible, había señalado Isidoro- era, naturalmente, la pequeña central eléctrica de radio ERPA, uno de los tantos tentáculos -el cerebro quedaba en Piura- de la empresa eclesiástica del Opus Deis que aparte de difundir rosarios, sermones, y jaculatorias no se dedicaban a otra cosa que a rezar entre los campesinos más pobres)- tendremos que volarlo pronto -se apresuró a decir, cargando el acento en el vocablo vo­ larlo, cuando ya no era más que un punto indistinguible en la distancia. -Copar la radio sería más correcto, camarada -cortó Pedro.

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-No. Volarlo, volarlo. -Usted se equivoca, camarada: eso sería lo último que haríamos y eso. Además los del Opus Dei están perseguidos por los fascistas. Con un cierto regusto amargo en la boca agregó: -los instrumentos de producción también son nuestra arma...] como todos los gobiernos que hemos tenido hasta ahora en nuestra expoliada república, es un ré­ gimen de tumo al servicio de una econontía oligárquica. Nuestra tierra, Cañete, se ubica en al estructura neocolonial de la sociedad peruana desarrollada fundamentalmente sobre la base de la feudalidad existente en las partes altas y en las serranías de Yauyos, Canta, Matucana y Huarochirí que aportan abundante mano de obra ba­ rata. Nuestras tierras de cultivo alcanzan las 24 000 hectáreas pero se en­ cuentran en manos de la gran propiedad terrateniente y de los medianos propietarios en la proporción siguiente: 1) gamonales, 35%; 2) cooperati­ vas estatales, 33%; 3) pequeños propietarios, 17%; 4) medianos propieta­ rios, 15%; lo que hace que cerca del 70% del área cultivada, y hasta el porcentaje restante, obedezca al gran capital financiero gran burgués que sólo tiene interés en los llamados cultivos industrializables (algodón fun­ damentalmente). Sin embargo, estos mismos intereses gran burgueses impiden la in­ dustrialización de nuestro valle pues la riqueza que producimos se la lle­ van lejos de aquí. Esa riqueza vuelve después en forma de productos manufacturados e industrializados (ropas, telas, zapatos, aceite, jabones, etc.) de por sí ya caros y a precios exorbitantes, dejándoles una amplia ganancia multiplicada a un porcentaje inimaginable a los monopolios in­ termediarios. Por otra parte, nuestro valle tampoco puede capitalizarse debido, entre otras razones, al altísimo costo de los intereses bancarios para el crédito agrícola (al 31% como promedio), a los excesivos impues­ tos cobrados por el Estado (17% a la exportación y 22% a la renta), al pa­ go de la deuda agraria, a la existencia de distribuidoras de productos im­ puestas en muchos casos por el Estado, como en el caso de la leche que hay que entregar (15 000 litros diarios) bajo amenaza y coacción estatal a las empresas capitalistas especializadas en su envasado... [Al llegar a la altura de Dos de Mayo, el desvío al centro de San Vicente, dos o tres des­ tartalados cartelones de neón suspirantes, por entre los que se pasa bor­ deando la plaza de Armas, cuatro o cinco bares -uno de los cuales per­ 111


manece abierto día y noche-, se llega a la San Martín y se continúa luego -a través de lo que se conoce más como Valdivia Alto (5 o 6 minutos a unos 50 k/ph) pero también se puede seguir por Valdivia Bajo, un cami­ no estrecho y de tierra, sembrado de casitas sinuosas, pasar por el viejo Lazareto, cruzar el cementerio que colinda con el estadio, doblar a la de­ recha tras el estadio donde duermen y gimen las putas de un burdel que se sostienen, canasta de mugre y placer, sobre los bordes de un antiquísi­ mo canal de regadío inkaico, y salir a los mismos límites de Hualcaráhasta llegar a ese bello potencial de agresividad -los sábados por la no­ che las botellas se quiebran en las mesas y saltan por el aire- encamado en Imperial y alrededores, disminuyó un poco su velocidad y el pie- hi­ zo un rápido cambio con la palma de la mano vuelta hacia arriba (Ferrus, como todo socialista probado en inumerables luchas, en contiendas innumerables y sinfónicas era impenetrable tanto como imper­ turbablemente frío en sus decisiones aunque sus ojos centellearan como piedras profundas e indescifrables) sin perder ni una gota de la un poco relapsante conversa (había actuado, es cierto, aunque fría ardientemente en todos los detalles para el logro de un trabajo eficaz y contundente pe­ ro en cierto modo la alta tensión a la que estuvieron sometidos se disten­ día -los asientos, el balazo guinda en el que habían depositado sus cuer­ pos se estremeció ahora- suavemente como la tierna pincelada de un co­ mentario aquí, el meditado toque a cello de otra acotación allá) pues consideraba como un deber ineludible intervenir ya para poner orden o zanjar en contra de lo que podría considerar incorrecto (aunque desde luego tampoco ello lo eximía, en modo alguno, de la autocrítica)- volvió a presionar con no demasiada suavidad la plantilla del acelerador y el motor a explosión, las gardenias y turbinas en marcha, el cielo profundo y extenso, las escrituras multiplicadas, las sintaxis de fuego y la semánti­ ca como velocidad controlada: orquesta que como el universo delicadísi­ mo de una flor tanto como la turbadora energía de esta flor de un uni­ verso en el que acción humana es conciencia, corola de hermosura y co­ rola tan incomprensible como el asombro que por asombro inventó lo incomprensible, se abría o abría, enrumbaba, volvía a enrumbar y enrumbaba por una noche que se desesperaba como los cuadros de una pe­ lícula en que el desenlace es enlace, flujo de fuego. Y continuó velozmente por aquella Panamericana envuelta en el ai­ re salobre -no menos ajardinado, pero como el ajardinado en que entre 112


los gladiolos se alzan legumbres y arvejas, que un aire en abonado- de un mar, ahora tranquilo y plateado, con pequeñas llamas indicando la posición de los pescadores nocturnos, que años antes (mediados y fines de la década de los 60) había sido brutalmente expoliado por millares de redes y miles de brazos, espaldas desnudas, pechos tostados al sol, an­ zuelos, camionadas de licor, poleas que trabajan y se elevaban de entre las olas, dársenas, rompeolas, grúas como cangrejos de metal clavando su garra en el crepúsculo, hombres de voces roncas y ariscas, pieles cur­ tidas, barcos de carga y descarga, toneladas de aceite fétido y amargo, muelles apestando a pescado podrido, carnazas y nuevos sueños hun­ diéndosele como una enorme mano en las entrañas rosadas y con vege­ taciones de coral y revolviéndole y arrancándole tripas y visceras, des­ cuajaringándole la placenta robusta y fructífera. Las fábricas de harina de anchoveta surgieron, como hongos voraces, bajo una lluvia de inver­ siones -una imagen ficticia de bienestar se tradujo inmediatamente en un escape a la realidad de los problemas, a lo largo de toda la costa, y el hu­ mo pestilente de sus chimeneas inundó por algunos años (los escolares de aquella época no podían ni respirar encima de sus techos donde, bajo un firmamento celeste y profundo, se ponían a estudiar sus materias) las chacras y calles, los cultivos, las ilusiones del valle de Cañete. La ancho­ veta desapareció (o mejor: fue exterminada en epopéyicas jomadas) y, junto con la anchoveta, volvieron a deplomarse las fábricas que la proce­ saban en Cerro Azul que ya había sufrido un golpe mortal con la cons­ trucción de la misma Panamericana, primero -que redujo a dos horas el traslado del azúcar a Lima lo que a comienzos de siglo se hacía en un poco más de veinticuatro-, y en los años 50 y 60 con la tecnificación del puerto de Pisco -lo que volvió tan remota como la luna la posibilidad de que un barco de gran tonelaje volviera a atracar en el romántico muelle de Cerro Azul. Banchero Rossi era, entonces, entre otras cosas, dueño de todo el litoral peruano, de todos los peces habidos y por haber, disponía como quería de una docena de almirantes de la Armada y de otra canti­ dad parecida de generales en el Ejército, tres cuentas cifradas en Suiza, el directorio de un gran periódico limeño, vicios menores y ya iba a meter sus pulcras manos en las recién descubiertas minas de cobre -una verda­ dera herejía para el capitalismo internacional que no permitía que sus subordinados se apoderaran de rubros estratégicos- cuando, una maña­ na apareció muerto (lo asesinó una mujer en complicidad con un hom­ bre y un alfeñique al que ella, tan buena en la cama como en la oficina,


convenció con el cheque en blanco de una culeadera a las mil maravillas) en su residencia de Chosica. Pero todo esto había pasado, formaba parte ya de la leyenda popular: sus consecuencias en lo económico, sin embar­ go todavía se sentían. El mar, entre tanto, esmeralda enorme y con reflejos dorados y ma­ tices de plata y jade aguamarina descansaba, reponiéndose, recuperando sus fuerzas, listo ya para lanzarse a las grandes tormentas, contra las ro­ cas rosadas de una costa angustiada y empobrecida de pronto. La pesa­ dilla había pasado -en el horizonte, siempre hay un horizonte por donde el sol aparece, los lugareños veían ya la materialización de sus sueños- y Ferrus continuaba acelerando, en aquella noche heroica y temible, sobre una pista llena de curvas y camiones que iban o venían de Lima, contra el tiempo, contra la misma noche que ya terminaba, contra sus propias ganas de fumarse un cigarrillo -aunque ello le pareciera un gastadero de plata por gusto- pero con mano precisa y perfecta. -El arma principal es la propia situación estratégica de los trabaja­ dores en la producción -dijo alguien. -El poder nace en el fuego del fusil y es el Partido quien dirige al fusil -añadió Túpac. -Ello no está en discusión. -¿Entonces? -La estrategia y la táctica dentro de una situación concreta, ahora. Y ahora había ocurrido, estaban ocurriendo muchas cosas en el país. Ni Túpac ni Pedro, Isidoro ni Chocné se equivocaban. Campesinos y obreros -presionados por las propias contradicciones que repercutían agudamente sobre ellos- intervenían y movían las poderosas e inmensas ruedas dentadas de la historia, tomaban conciencia. Sobre el pequeño recuadro de metal, en el iluminado tablero de mandos, la aguja nerviosa e insistente oscilaba marcando 90 100 120...] Lo que hace que siendo Cañete un valle rico seamos un pueblo empobre­ cido. La existencia del monocultivo exportador impide el desarrollo de mejores condiciones de vida para nuestro pueblo pues los ricos, los ga114

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monales, los hacendados y sus gobiernos (ya sean estos civiles o milita­ res) nunca van a tomar en cuenta las reales necesidades del pueblo cañetano, se llevarán nuestras riquezas y se llenarán de plata los bolsillos. Só­ lo un Gobierno del Tahuantisuyu, surgido de las entrañas mismas de nuestro pueblo y en guerra a muerte contra la gran burguesía y la buro­ cracia militar, expulsará al gamonalismo de nuestras tierras, resolverá nuestros problemas y planificará la producción de acuerdo con los inte­ reses populares. No es una agricultura exportadora lo que necesitamos sino una agricultura que convenientemente planificada no olvide sino más bien intensifique la producción de alimentos de primera necesidad y que la riqueza generada por esta producción -tanto como la que se genera en las zonas que deberán forzosamente dedicarse al cultivo industrial- se quede en nuestro valle para de este modo industrializarlo y tecnificarlo aún más. Nuestra riqueza en lugar de servir a los festines de los ricos de­ be emplearse en la construcción de centrales eléctricas, represas y cana­ les de regadío, la canalización del río y de los sequiones ya existentes, fá­ bricas acorde con las necesidades de la producción agrícola y de todo el país, modernos hospitales y postas médicas con todos sus implementos médicos y sanitarios, unidades habitacionales bien ventiladas y huma­ nas, medicina y fármacos gratuitos, carreteras asfaltadas que puedan co­ nectar todas la zonas del valle, escuelas y universidades gratuitas para todos los obreros y campesinos, bibliotecas con todo el patrimonio cultu­ ral y los últimos adelantos de la ciencia y el saber humanos, centros de recreación y de diversión, en toda clase de mejoras sociales y en la crea­ ción inmediata de más puestos de trabajo para la juventud cañetana que hoy día se ve obligada a emigrar por falta de los mismos y por la preca­ ria situación económica en que nos han sumido tanto este como los ante­ riores gobiernos... [100 120 k/ph bajo la cáscara de un vidrio duro y transparente, en la almohada inalcanzable del negro velocímetro ilumi­ nado con iridiscentes y euclidianos listones verdes en el que se prendía de vez en cuando una plaquita rojo encamado alternándose -guiños de ojos que las bujía y baterías, los chicotes, caja de cambios, piñones y em­ bragues se permitían intercambiar entre sí- con otra azul adorable (que indicaba los niveles o densidad del aceite) cuando llegaron, suspiro inobjetable, destreza reposada y alerta en la muñeca del chofer enfunda­ do en su gruesa chalina de tosca lana tejida a mano doblada y volteada 115


sobre un saco raído y parchado, a la doble curva en S (la bordeaban una catedral de pinos rocosos y oscurecidos en cuyas ramas como duras cuerdas de un tierno violoncello atizado por corazones implorantes -co­ razones, parejas inscribieron en las cortezas los maremotos de una cópu­ la sin lado- se desprendía, a veces, el fugaz quejido de un Do mayor cla­ vándose en los lomos de un cielo donde como una muchacha se enlaza­ ba con el rocío de un Fa que prendido a la amapola del Re se deslizaba entre los crocantes pezones castaños de La que ondulándose bárbara­ mente caía en un Si lánguido y morboso como el cálido lago de una vul­ va suavemente entreabriéndose -ploac, gotas de sudor en los pechos y muslos humedecidos... inscribieron en las cortezas los maremotos de una cúpula sin lado... ploac, entreabriéndose- en clave de Sol...] Por ello, la lucha de los proletarios del campo es la lucha de todo el pueblo de Cañete hoy levantado contra el capitalismo, las condiciones semifeudales aún supervivientes en nuestros serranías, el gamonalismo y su régimen militar (que sólo ha servido para llevamos a la debacle eco­ nómica). [(lago de una vulva suavemente entreabriéndose -ploac, gotas de sudor en los pechos y muslos humedecidos... inscribieron en las cortezas los maremotos de una cúpula sin lado... ploac, entreabriéndose- en clave de Sol para un Mi concentrado en la electricidad de los mundos y en el rebosante poder de los músculos trastornado montañas y despedazando los muros y lindas o roturando los campos y trabajando en el fuego fe­ bril de las fábricas que trae el anarquismo después de los partos rom­ piendo las cadenas que entraban este callado y tierno entrecortado gemi­ do imprudente de unos enamorados perseguidos por la moral clerical) de Montalván: "Elle a parler des frases sur la revolution d' octovre” -oh, qué bonita canción- no me aguanté. A bajo volumen, el tuning de la ra­ dio se había encontrado -baraja de barajas: A s- con esta popular chanson francesa: ’’j'ai feuse dejá contre la tombe de Lenin on irait oü café Puschkin..." -o y e -dijo alguien-, a mí también me gusta pero hay que es­ tar al tanto de las noticias. -Sólo un momento -dije. "La place rouge etait vide je lui presencha..." Las buenas canciones populares peruanas, las que podían expresar deseos de rebelión (o que mostraran, también, la rebelión de los deseos) 116


precisamente por eso y porque a través de su belleza (la que no deja de ser tampoco un arma infalible) una realidad nada bella se mostraba no se podían encontrar -excepto en casos o momentos rarísismos (el disjoc­ key se quedó dormido o se pasó de copas)- en las emisiones de la radio peruana: estaban si no directa tácitamente prohibidas por el gobierno peruano. Nathalie se había transformado en un diamante inencontrable y los corazones chispeaban -café Puschkin, Lenin, su pieza de la universidadcon su letra entristecida (gotas de un oboe en el maremoto substancial).

-Los patas tienen problemas con sus directivos pero de todos mo­ dos pasan esta canción por las radios cañetanas -dijer

-Si pueden pasarla -agregó Pedro-, está bien. Bueno -se dirigió a Túpac-, sigue. -"Por ello, la lucha de los proletarios del campo es la lucha de todo el pueblo de Cañete hoy levantado" (tono contundente) "contra el capita­ lismo, las condiciones semifeudales aún supervivientes en nuestras se­ rranías, el gamonalismo y su régimen militar" -chispas duras y amargas"(que sólo ha servido para llevamos a la debacle económica)"- levantó los ojos... La única arma contundente que poseemos en estos momentos es la huelga y apelamos a ella para hacer valer nuestros derechos y para lu­ char contra la patronal que ha desatado una feroz represión en el campo mediante su conturvenio con la suprefectura, la alcaldía, la GC, la PIP y la contratación de mercenarios armados que ya el 22-9-1978 al mando de los siniestros gamonales Valle Riestra, Alayza Grundy, Beltrán sucesión, hermanos Ramos y otros dispararon a mansalva contra un grupo de nuestros compañeros que se encontraban rastrojeando en Cachibana. Es­ to no es nuevo: cada vez que el pueblo sale pacíficamente a protestar lo reciben con balas. Los cañetanos recordamos muy bien a ese siniestro ga­ monal que mandó acribillar a balazos a los heroicos compañeros campesinos que durante la huelga general de 1965 salieron al frente en defensa délos intereses del pueblo cañetano... [(-te toca a tí- dijo). Pedro cogió el volante, Ferrus continuaba acelerando, la noche era fresca y terrible -tan terrible como un florero de abejas hambrientas- en aquel motor disparado sobe los portentosos caminos que se acercaban al horizonte. 117


Esta ópera zurda (escritura de actos que impulsaban los mundos, ajetreo y agitación en el valle) tronaba ahora -violines y campanazos borgoña, máquinas dominadas por el obrero, cielos y órganos y aperos de labranza, proclamas, clarinetes, saxos, flores (De pie obreros del mun­ do -himno de victoria y de guerra, tronaba ahora), puños en alto- con más luz y energía que nunca, masa en acción, izquierda, tronaba ahora en la noche triunfal. - Espera -su voz sonó tan seca como el choque de dos piedras-. Tú ibas a decir algo -se dirigió a Chocné. -Bueno -empezó, y seco y directo:- ya tenemos lo que queríamos y también -abrió una bolsa y metió una mano en ella- ésto -el frío cañón recortado de una pistola emergió como un naipe marcado en la penum­ bra. -Cuántas. -Nueve -la llama de un fósforo se alargó en el aire mientras se co­ locaba un Belmont en los labios. -Ferrus, también tenemos nueve pistolas de yapa. -Señores -Ferrus ladeó ligeramente la cabeza empujándola hacia atrás, la voz irrumpió suave como una esquirla en un balón de gasolina-, me alegra lo de las pistolas pero no hay por qué alardear demasiado]... Frente a esta flagrante provocación, que por otra parte constituye el modo de ser del capitalismo, no nos queda sino constituir nuestros pro­ pios piquetes de autodefensa, nuestras propias milicias armadas, como una forma superior de la guerra económica a la que pasa la sociedad pe­ ruana en circunstancias en que el Estado oligárquico se descompone a causa del proceso de neocolonización del país, en que las condiciones objetivas para el triunfo, de la revolución proletaria están maduras sobre la base de la persistente, heroica y fructífera lucha desarrollada por nues­ tro pueblo contra la dictadura militar antipopular, vendepatria y buro­ crática... [Menos de treinta segundos después un centelleo de colores difuminándose anunció que pasaban por la primera gasolinera y en línea recta (la aguja oscilaba entre 120 140 k/ph) estaban ya sobre la polvo­ rienta y oscura boca de Arona (hilera de árboles que desembocaba en una casona estilo s. XIX, donde había vivido el poeta que le dio su nom­ bre a la hacienda -que fue un regalo del gobierno a don Hipólito Una118


nue-, tras la cual se levantaban los archipiélagos tristes de rancherías, ca­ ballerizas y chozas de mirada perdida y golpeada en los que se podían encontrar las raíces -amargas, lejanas, cercanas, violentas raíces flore­ ciendo- de otros poetas anunciando los miles de años de hermosura en la tierra). -Bien -el auto era un dardo clavado en el terciopelo carbonizado de un paisaje arrasado por bacterias racionalmente producidas (los terra­ tenientes poseían no sólo pequeños aeropuertos privados, que le servían para el "weekend" y los contrabandos y para que las avionetas rociaran con folidol todos los algodonales del valle en época de fumigación -épo­ ca en que alondras y tórtolas y animales acuáticos desaparecían por mi­ llares, aunque también caían envenenados niños y campesinos-, sino también su propio laboratorio de experimentos agropecuarios en el que se producían estas bacterias o se procesaban los datos que cientos de computers manuales recogían contando hasta los huevos de las distin­ tas gusaneras)-. El objetivo de las armas se ha cumplido. El trabajo se vuelve ahora más importante, más delicado, más prioritario que nunca y exige de nosotros -e l pie en el acelerador, la mano serena empuñando el timón a la altura de la siguiente gasolinera que apenas pudo ser un sus­ piro prendido como una placa robada al parachoques del automóvil (que horas antes fue extraído de una calle de Miraflores) igual que la vie­ ja fábrica de insecticidas (rodeada por alambradas y vallas, techos in­ mensos de calamina) que ya no era más que un esputo deshilachado y oscuro como una champa de barro en la ventanilla trasera- el máximo de nuestras capacidades, toda nuestra entrega al Partido del Tahuantisuyu. El auto (ocho cilindradas, pintura descascarada en la que se consu­ mían algunos pétalos guindas, motor en buen estado) avanzaba feroz­ mente incontenible como el indetenible proyector de una máquina de imágenes frescas tragándose kilómetros interminables de negra cinta de brea: -todos estos gamonales, todo estos ricachos de mierda van a sentir ahora el puñetazo en la cara que le vamos a dar los campesinos, los po­ bres, los cañetanos encojonados -agregó-. Unos segundos más tarde]... Sabemos bien que cuando el pueblo avanza en la defensa de sus dere­ chos, los explotadores no temen desatar la represión o la guerra de clases o la guerra civil, o recurren a la guerra contra otros países para exsacer119


bar el espíritu nacionalista de las masas y desviarlas así de sus objetivos clasistas. El pueblo hoy, como entonces, no se amilana ni se dejará enga­ ñar. El pueblo hoy, como entonces, se mantiene al margen de estas com­ ponendas y manifiesta su espíritu pacifista. Lo único que el pueblo quie­ re es que los fascistas y la gran burguesía se vayan porque no sólo con la actual dictadura, sino también con los otros gobiernos que hemos teni­ do, se han mostrado incapaces de resolver los problemas populares y los problemas nacionales. El combativo pueblo de Cañete -q u e ya en el pa­ sado contribuyó con partisanos a la lucha de liberación nacional contra el colonialismo español e igualmente integró las montoneras alzadas contra el poder central-, esta vez con sus braceros agrícolas y con sus trabajadores eventuales y sin tierra a la cabeza en tanto que fuerza prin­ cipal pero en estrecha alianza y bajo la dirección política de la clase obre­ ra, no sólo no se intimidará ante las amenazas del explotador sino que sabrá responder golpe por golpe a la represión desatada por gamonales, capitalistas y militares... [Unos segundos más tarde -unas pocas decenas de metros antes de la entrada al desolado y casi abandonado pueblo de San Luis- entre el chirriar de las llantas ardiendo doblaron a toda veloci­ dad con la maletera y el piso de los asientos posteriores repletos de fusi­ les por el bien conservado circuito Soriano en dirección a la gran esplen­ dorosa revolución galopante en la que estaban inmersos desde antes de nacer.

-Esta huelga y -sus ojos poseían ahora toda la inescrutable belleza de una luna nueva en un cielo despejado- la lucha que vamos a desarro­ llar a partir de ella -chispas de sílex-, la lucha armada, será la respuesta práctica de nuestro pueblo a la explotación, la represión y la incapacidad de la burguesía para resolver los problemas de la sociedad peruana -un levísimo resplandor violeta anaranjado se levantaba al fondo, bien al fondo, en el terciopelo azul y agreste configurado por las estribaciones serranas que como eternas plantas de metal acarician nuestras partes ba­ jas, esa tierna y ardiente sedienta costa peruana]... Estamos seguros que esta medida de huelga, así como todas las luchas que forzosamente ha­ brán de emprenderse, decretada por los campesinos pobres de la capa más explotada, por los obreros, los maestros, los intelectuales, los artesa­ nos, y garantizada por nuestros propios grupos de autodefensa, va a ob­ 120


............................. ........ ............ .... 'lili;....... ........ .... II111IIIIIIIIIII... Illllllllll... lillllllll l ll l l ll l ll l ... ...

tener un éxito rotundo porque cuenta con el respaldo absoluto y com­ bativo de todo el pueblo de Cañete.

! VIVA LA HUELGA DE LOS PROLETARIOS DEL CAMPO ! ! AFUERA LOS GAMONALES DE CAÑETE ! ! NO A LA DEUDA AGRARIA ! ! AFUERA LA DICTADURA MILITAR ! ! PROPONEMOS RENACIMIENTO DEL TAHUANTISUYU ! ! TIERRA Y TRABAJO ! ! VENCEREMOS !

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Engranajes de soledad no tienen lo que tiene el dulce mar en sus olas Paqsa quilla paqsa quilla diámetro de hermosura que rueda como las ruedas que impulsan mi vida warakas Himnos de guerra Fortalezas y keros donde yo pruebo como en un vientre terso y combado este polen sagrado: ah, intrepidez del peli­ gro, arisca dulzura producida como manos empuñando flores y má­ quinas, muchachas como un estío en mis ojos: mi mundo me brota dulce para sacudir un mundo marchitándose bajo esta lucidez verde como violines que arrojan sudor groserías nada tranquilas como una música fresca desplegándose en el firmamento de mis ojos saltando como fe­ linos: dulces corolas: belleza para sacudir este mundo, tiempos tan lúcidos como la noche donde estos hombres se elevan hasta ser más que hombres, carne y huesos, cantos gloriosos, grass, mandolinas azules, fuego interdicto/hermosura como una sabiduría salvaje: Ancash 1885/ATUSPARIA: caciques exigen supresión de trabajos forzados y gratuitos, no pagar impuestos de la república, no aceptar esos abusos del gobierno central y local: 100 000 indios se lanzan como pliego del cielo, imprentas de carne, Memorial del furor extendiéndose desde Huaraz -ah Huaraz eu­ caliptos y llanto sobre la nieve Marcará Yungay Caraz Pallasca Huari Aija: columnas armadas, ejército indio transportando su propio gobierno, Andes fogosos y Ucchu Pedro minero -brazo entre los brazos de Atusparia- propone v

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exterminio total de todos los mistis. Minas asaltadas, libe­ rar inmediatamente a los siervos: 40 cajones de dinamita son un buen argumento colocado sobre los mapas de una guerra cuyo destino reside en la conducción de la guerra: Mosquera -nombrado por Atusparia "Prefecto y Comandante General de Ancash"- se resiste a tomar, infier­ no saqueo a los ricos estaban al medio, se resiste a tomar a esta Huaraz que Iraola injuriaba. Y 100 000 indios esperan, piedra y musgo en las cumbres, tropel yéndose en estos versos, entrechocar de espadas. Atusparia herido se ha vuelto nieve escarcha que cae todavía en Huaraz, Ucchu Pedro fusilado me habla dulcemente en el clavicordio de una azucena cariñosa. Puno 1886/87: mansedumbre desbordándose ahora del lago, tristeza quebrándose como hielo celeste bajo este trotar de potrancas: una extraña y salvaje e imperdonablemente hermosa muchacha -VIRGEN DEL ROSARIO te llaman desciende a fuentes plazoletas mareas humanas donde la flor de su vida predica con flores de un templo (con que mi cuerpo se hundió en su cuerpo) oh oh Wiracocha predica trae en sus pechos coraje rebeliones extendiéndose por Chucuito y el Cusco Huancané en conexión con Yunguyo Zepita llave Sta. Rosa La Paz (Alto Perú, zonas bolivianas). Castrovirreyna 1887: no más deudas ni más contribuciones al fisco, no más miseria tampoco por estas alturas; comuneros han tomado su pueblo y destruido el cuartel, a balazos atrapan y expulsan al prefecto. Chiclayo 1887: barricadas atrincheramiento en los techos: Maisera se llama mi calle, gargantas pulmones no tienen abasto en lanzarse un esputo preciso. Pagar contribuciones es menos bello que eliminarlas. 126


Cusco 1894: toda esta amargura hojas de coca que van destrozan­ do mis carnes, hiel en la tarde cuando suavemente coloco mis párpados como el pliegue de una bahía donde naufraga quien hiere a mis lomos tiene su línea de límite más allá de la que no que­ da otro sentido que el que una aldea se arme y se largue hacia el monte ejecutando al comandante Medina al suprefecto de Canchis y al recaudador Larrañaga. En los pliegues de mi bahía no hay carabela que a un sólo de mis zarpazos no fuera hundida. La Mar 1895: Y en aquella noche de luna, luz en las plantas, riego en las chacras, cientos de campesinos -gatos monteses pumas arrastrando cadenas sin que se sientan sus ruidos, saltan sobre suprefecturas estanquerías sitiando al escarnio al abuso, y las autoridades no tienen otro camino que su propio retiro. Cerro de Pasco 1893: hasta lo que no tenemos nos roban y lo que me roban me lo devuleven con balas. ¿Qué hacer ahora contra una época que no termina de pasar to­ davía? Tutupaka, mancebo de las alturas, mi arte es una flor en tus manos. Chinchay, comunidad de Chinchay se lanza contra hacienda Pucurhuay -por abusivos. Gente de Yanachocha no se resigna y se arroja contra hacienda Chincha -p o r rateros de terrenos. Y Chinchay Yanacocha tienen ahora muy buenos motivos para embria­ garme más de la cuenta celebrando esta su inobjetable recuperación de sus tierras. Puno 1896: hora de beber este licor de maíz (que es lo único que ya tenemos) y toparse con lo que alumbra a los cielos. La Paz de que hablan es la guerra que nos declaran, José Gabriel es la antorcha que secretamente guía mis pasos. Y estos hombres que van caminando tristemente agotados por entre la yerba de los senderos no saben 127


por dónde caminan pero saben a dónde van. Machetes que caen donde antes imperaba don látigo. Fuego tragándose eso ante nos masticado por el duro aymará. Cuervos azules posándose sobre 9 mistis ajusticiados: Samán. Y en los montes de Huilacollo -hondazos y lanzas de una escritu­ ra cercando a llave. 9 mistis ajusticiados, poco pago para tanta vida perdida. Huanta 1896: flores extrañas brotan como sierpes por las laderas, azucenas amargas desprendiéndose del monte, entrañas con signos inevitables hablaron de un dios que volvía: a las 3 de la tarde el silencio era silencio, negras hogueras envolvían al sol y los pies desnu­ dos nerviosamente temblaban alrededor de estas intejecciones que los convocan: comandantes guerrilleros anunciaron (a la suprefectura) no pago de impuestos y 50 000 indígenas: hiel en sus ojos rasgados se descuelgan presurosos a un precipicio de brumas tejados inconsistentes: llamaradas murciélagos tumulto impíos en que todo mundo como un alma sin rumbo es envuelto en las páginas de una historia no existible sólo como decretos que ordenan arrasar caseríos dioses que viven en el corazón de los hombres: Julián Abad, suprefecto, muere apaleado y estas grandes casonas solares apestando a muerte se han derrumbado saqueadas1, viento no dejándonos sin flores para acariciarlas. Especuladores hambreadores bolsistas son ajusticiados. Y el prefecto del Callao comanda una tropa especializada en la muerte que trae desolación

1.

Y hasta los que en esos finales y comienzos de siglo poseían la ciencia, se ven en la obli gadón (aunque con una óptica de un racismo bajo su forma positivista) de dar una ex plicación: "el caracter belicoso de los hijos de Huanta es tradicional", cf. Boletín de so dedad geográfica de Lima, Tomo VI p. 272, Lima 1897.

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a estas tierras pacíficas: fusilamientos desollamientos en masa para los hijos de Huanta, flagelamientos cupos confiscaciones son un diluvio del que nadie (ni los más niños) se han salvado. Y estos pobres hombres ni sus aguerridas mujeres han quedado con vida: los heridos se pudren en montañas lastimeras que son blanco paras tropas macabras, carne de una incineración instantánea. Todo este vocabulario tuvo holocaustos ilimitados. Cusco 1896: veintisiete setiembre Maras pueblo de Maras sabe que amotinarse cansa menos que soportar y diciendo no a los impuestos Maras se está amotinando. Diciendo no continúa su sangre echando en la historia. Bilis verde para unos campos con flores de uñas de gato. Juli 1895: todos los apus ayllus de Sihuairo Ccallín Callaccani Paisiri Yacango Sales se han reunido - quenas, noches de luna llena y alfabeto de cólera - tamboras, viento terrible y el furor habla con truenos que salen del fondo del llanto - charangos, hondas que se van preparando y como hablan los pumas monte adentro hablaron - quenas, charangos, tamboras los ayllus que gimen adentro. Esta reunión en la clandestinidad ha terminado. Y no hay más destino que resistir hábilmente al impuesto. Y la ferocidad que nos imputan es la misma que emplearon es­ tos blancos señores contra nosotros. El camino acertado es cercar Juli. Y Juli no salió de este cerco.

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Y el amanecer era oscuramente terrible: no eran oscuros los ojos que lo contemplaban. Azángaro 1906: la guerras concluyen cuando las guerras co­ mienzan y cuando se disuelven las cosas se encienden los astros. Tiempos duros se acercan como masacradores que no han de volver. Y los indios de Escachauri a balazos han sido cocidos. Y los de Cuturi en 1911 a balazos son victimados por unos pa­ trones con ojos tan azules como piedras de una sortija. Y en 1912 en Samán Achaya Laninaca Chupa fusilamientos masa­ cres caen como peste en maizales crecidos. Y en 1913 los gamonales han fusilado a los pueblerinos de Asillo. Y en Samán y Achaya no hay cómo cruzarse de brazos: guerri­ llas ("bandoleros") surgen como fogatas: ser descendientes de Inkas es immponencia que da derecho a la tierra. Y en Santiago de Pupuya (en 1920) señores y gamonales destruyen sembríos, hijos de Llalahua se pudren con balas en el estómago. 1915/ Ázángaro: 200 000 campesinos confluyen confluyen desde todos los Andes a un parque florido donde con su alfabeto ancestral ruge Rumi-maqui. Y el ejército campesino se pone en marcha. Y otras leyes surgen como dulces frutos masticados ahora por todos. En adelante: independencia. No más trabajar gratuitamente. No más servidumbre para el Estado (ni para nadie). Y en adelante: libertad. Tierras habrán para todos mientras no haya nadie que no deje de trabajar. República Quechua/Aymará: Tahuantisuyo en las manos. 200 000 indios sueñan como recodos furiosos en un río tran­ quilo, geranios silvestres, retamas con flores para soñar. Lo mucho que se requiere es lo poco que se desecha. Ejército nómada y arpas, diestro coraje como camino.

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1919/Lima: sindicato textil El inca, 23-XII-18 y obreros de Vitar­ te: huelga general. Y Lima se ha sublevado: 8 horas es nuestra meta. Olla común, marchas, mítines, asambleas. 5 de la tarde, 15-1-19, obreros conquistan este pan de las 8 horas bien conseguidas. 1922: Ezequiel Urviola presenta un Memorial al Parlamento. Campesinos de Puno: trabajos gratuitos cárceles torturas masa­ cres es lo que tragan a diario: 119 asesinatos sólo entre 1920/22 y el Parlamento manda archivar el Memorial. Huancané 1923: diciembre tiene ahora presagios amargos. Indios de Huancané han demandado justicia: trigo maíz como tiernos granos endulzando la boca parten lejos de aquí y aquí apenas queda el sudor con que sembré mi verde maizal. No hay nada en las chacras pero hay hombres armados, uniforme, pisoteo a mis plantas. Y los gamonales mandaron masacrar a los insurrectos que están prestos a defenderse: "acción desigual y sangrienta" "escenas macabras" -cuellos cortados, cráneos destrozados. Se bebían la sangre del gamonal expirando con el pescuezo quebrado en sus manos, la entraña aún caliente era mordida y escupida era en el barro donde sangre y sesos hedían: así murieron los mistis pero así no murieron los indios. Indescriptible matanza, día sombrío: 2 mil indios fueron deso­ llados y enterrados vivos en tumbas con cal. Y Carlos Condorena antes de caer dijo: "debemos organizar un ejército con todos nosotros y reconquistar nuestras tierras, matar a los principales y a las autoridades y volver a implantar nuestra antigua forma de vivir inka". Palabras que son no sólo palabras: luz como verdades para aplicar. La Mar 1923: donde hay linderos no hay nada cierto, ninguna belleza puede construirse con lo que llaga mis lomos.

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En estos sitios ni una piedra se mueve sin el permiso de Albi­ no Añaños y "de sus cachorros". Tristeza para mi vida, dolor sentido allí donde mi perspectiva rebota en los paredones de una hacienda sombría que es razón del infierno: mil latiga­ zos insultos fuego, y no me doblego. Y un 24 de junio el abismo de un dolor queda abierto: campesinos y gamonales chocan tan brutalmente como en un in­ fierno, terrible épica bárbara sin sosiego: hondazos y balas chocan como la trompeta de un regimiento y el alarido salvaje de unas gargantas enronquecidas sin más luz que la que les sale del ojo y se arroja contra la noche. Quebradas y cerros prueban el sabor ácido de la muerte: 60 indios + 5 mistis quedan arrojados para pasto de cuervos. Y el 5 de julio en San Miguel, segundo enfrentamiento. Taquigrafía maldita como no producir flores, 4 horas. En menos de lo que dura el tiempo de un parpadear un mar de brazos hizo astillas la hacienda (que ni para leña sirvió). Y es el suprefecto ajusticiado. Y son ajusticiados 2 hijos ("sus cachorros") de Albino Añaños que huye, un cobarde, rabo entre las piernas. Y 6 gendarme de los que la suprefectura envió han sido ajusticiados también. 4 horas y el tiempo arde como estas mujeres lloran por quienes -marido, niños, futuros de flores- ya no han de volver: miles de hombres son una montaña de carne insepulta, tripas con llagas de pólvora azul, labios amoratados como en una película expresionista, ojos en blanco, carne vidriosa. Mujeres criaturas caseríos enteros fueron destruidos por las tropas llegadas de Lima. Y la desolación es total, mi lamento no llora todavía lo que mi sangre derramó ese día. Paulino Romero en Chiquintirca es proclamado Presidente de la República Inkaica, cumbres

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se cubren con flores frescas, alhelíes, una acción necesaria como vivir. Yanahuara 1924: no existe nada más terco que el hambre, zarpa dulce, nada más victorioso que lo soñado para siempre. Dos mil campesinos con los pequeños agricultores cercan la suprefectura exigiendo derogación de la Ley Regional Na 239. Dos mil campesinos con los pequeños agricultores cercan la suprefectura exigiendo derogación de la Ley Regional N° 239. Dos mil campesinos con los pequeños agricultores cercan la su­ prefectura exigiendo derogación de la Ley Regional NQ239. Dos mil campesinos, verdes maizales sobre las cumbres doradas. Cajamarca 1919/25: despliegue de guerrillas, bosques de cedros. Eleodoro Benel todavía lucha espléndido en esas tierras.

1.

la cosmogonía andina fu e el elemento subjetivo que im­ pulsó los movimientos campesinos que desencadenaron "la tempestad en los A n d e s A l l í donde las fuerzas produc­ tivas mantenían sus formas arcaicas, esta ideología milenarista mostró mayor fuerza y proyección (Cuzco, Puno, Ayacucho, Apurímac). Su expansión al resto del país se realizó a través del Comité Pro-Derecho Indígena Tahuantisuyo, y la acción de los intelectuales y dirigentes progresistas1

Y el C.P.D.I.T. celebra su I Congreso. Y en reacción más de 200 indígenas son masacrados. (Canas, Espinar). El suprefecto ordenó arrancar ojos y lengua brazos de un indio alque per sécula seculorum ha dejado colgado en la torre de una iglesia. Y el C.P.D.I.T. celebra su II Congreso.

2.

Wilfredo Kapsoli: Los movimientos campesinos en el Perú 1879-1965.

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Y en reacción el Parlamento organiza su Liga de Hacendados. Y el C.P.D.I.T. en todo el país se ha puesto a la cabeza. Y en 1927 el gobierno declara fuera de ley al C.P.D.I.T. Y el C.P.D.I.T. no ha cesado. Y la F.Y.C.P. Y el Grupo Resurgimiento de Cusco fueron cosecha abundante. Y en 1929 el partido de los que no tenían sino fuerza e inteligencia en los ojos, Partido Socialista, se ha organizado para crear un país en cada acto de masas.

Condiciones objetivas

Ley de a) Circunscripción Vial

1. Beneficio a la pene­ tración imperialista, 2. a los terratenientes nacionales, 3. a las autoridades locales

b) Ley de vagancia.

Y Domingo Huarca desde Tocroyac levantó su puño: ¡ABAJO EL GAMONALISMO! ¡VIVAN LOS CAMPESINOS! ¡VIVA EL TAHUANTISUYO!

Miles y miles de campesinos marchan apoyando al llamado de un dios nada invisible, carne y hueso, harapos como los que llevan quienes llevan su vida como un atado de granos tostados al hombro. Y un maldito jueves 1921 una tropa especial masacra a los in­ dios que osaron establecer combate indiscriminado. Domingo Huarca desangrándose es apresado y ejecutado. Su cuerpo como geranios clamando por un poco o mucho de be­ lleza en la tierra será arrojado sobre los techos de una iglesia, ara de roca, clavecines dorados en los blancos cartuchos donde Domingo Huarca, domingo de todos, es mi lamento que voy derramando sobre estas noches con menos luz que las flores que yo entresacaba en mis versos.

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Y Domingo Huarca Ucchu Pedro Atusparia Urviola Virgen del Rosario Paulino Romero Carlos Condorena Rumi-maqui Chilihunani son la fuerza perdurable de un Himno aún tronando en campos de fuego, guía del hombre buscándose una identidad perfecta como un amor en los mapas de una guerra desatada por estas calles inciertas.

Manos que florecen callosas como puños en el torno de la fábrica y en el lienzo del cielo en mi mente canto salvaje misterioso calendario diseño sagrado: aquí las Montoneras (con el Máuser levantado) resolvieron rebelarse y aquí unos enamorados se han venido a acariciar o contemplarse (llenos de deseo: templo puro) como un firmamento azul tranquilo y aquí (en las alturas) los bandoleros resolvieron proveerse en armas y asaltar el mismo Palacio de Gobierno porque aquí donde el rugido de un puma son luceros verdosos rodando sobre cerros desolados (& estas madrigueras son chozas de lata y posibilidad ninguna para el costo de vida; jardines de rabia y amargura cercando estos tristes rascacielos de la Capital) un saber me espera como un dulce muslo de margaritas que he delicadamente mordisquedado/aquí... en que el futuro es el despliegue de un sorprensivo ataque rojo a Usura (con consideraciones críticas de un orgasmo fugaz en un Ovalo de neón) porque aquel pasado indeseable continúa tan presente como ayer y aquí habrá siempre un soñar como alguien rebelándose en todo el centro de la noche porque aquí (en las barriadas) donde la dulzura es sólo una palabra desvaneciéndose como todo lo que toca la neblina y el esputo una rosa seca prendida a las paredes como en el charco de orina uno distingue a veces la calavera 1 3 5


de una insuficiencia hecha Kosch, araña, burocracia, pendejada y aquí (en el Perú) el hambre se reparte como panes sin ternura y ahora hay tristeza en tu familia porque hay un padre que murió y 7 niños se quedan solitarios y a Eustaquio -"no se puede contra la muerte", últimas pala­ bras- se lo llevó un ataque al corazón no mientras barbechaba: luchando, lampazo en tierra, amargo, trago de licor de uvas para adormecerse la herencia de una infección a las amígdalas, hundido en el barro de una chacra que apenas podía reportarle embargos deudas hipotecas, 20 treinta años luchando por un pedazo de tierra o 30 años caramboleado de una oficina a otra, entre pasillos, papeles sello 6°, comparendos, abogados, juicios que no avanzan, viajes a la capital de una provincia tan polvorienta y abandonada como todos sus distritos y doblado en un forro de plástico Eustaquio ha traído lleva va rebota el Memorial de los Yanaco­ nas de Mala en que un poco más de medio siglo antes bajó y encontró una mujer hizo los hijos que debió hacer formó sindicatos habló por los suyos fue padrino en chonguinadas cortapelos y malaya se pasó 20 treinta años escupiendo amargura contra un patrón que era ineptitud o soborno y ahora el yanacona campesino pobre ha muerto pero no ha muerto y estos niños tendrán todavía que terminar el colegio, aprender un oficio, una profesión, y no olvidar que aquí su padre dejó años de su vida ellos crecieron antes de ser arrojados a una periferia limeña desde cuya periferia: bulbo raquídeo pulmón bilis de una escritura/lentamente avanza sobre Lima, vida tan pura como estas agallas que me sa­ len, ese algo de nosotros que tiene los pies desnudos,


mirada aterrada, cuerpo mugroso y aquí (ferrocarril deslizándose por una bella sierra atareada) acaricio tranquilamente estos versos como azucenas sombreadas en verano y aquí (campo de letras) converso con las plantas porque aquí (edificios, letreros luminosos) las plantas son cemento plástico tubería transparente y aquí (en la vieja Fortaleza) yo encontré sabiduría quenas de unos hombres que a la luz de la luna se levantan o cosechan pastan como truenos en cerros azules zapatean armándose en noches no tan tristes como las que caerán sobre el mundo cuando de entre esta oscu­ ridad toda una terrible hermosura surga para el mundo.

Trato de comprender:

Intica quillacar ppunchauca tutuca pocyca chiroca manan yancacho:

porque el sol y la luna, el día y la noche o la libélula en verano y estos pétalos que ruedan en otoño no han sido excluidos del movimiento: camachiscan purim (ordenados están) y se desplaza el uno en el otro como una punta de negro en el rojo que arde en el negro de los huayruros de mi amuleto / mar tragándose dulcemente esta luz que una luna devuelve anaranjada: unanchascaman tupuscamanmi -hasta la eternidad.

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Ah Wiracocha, principio del Universo ya seas niña o varón — > tierra o sol luna o cristal &/ movimiento del Ying en el Yang que se mueve en el Ying o/ contradicción entre la semilla y su fruto: V ilca/ulca?/ apu hinatin achiccha camacmay pin canque maypin canqui manacho ricayquhnan fianan pichum hurinpichum quinrayninpichum capac osnoyqui: estás como diàstole y sístole en nos:

afuera tinieblas

canto

WIRACOCHA // WIRACOCHA: llantos del pueblo te imploran, ojos como fuego se adhieren a ti hoz geranios niña o varón:

WIRACOCHA Ying / Yang los hombres del mundo con lomos cansados en ti se iluminan, verte desean:

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CORO

yachaytiy (cuando pueda saber) ricuptiy (cuando pueda ver) unanchaptiy (cuando sepa nombrar) me verás me entenderás, oh sí palomitay arí arí: ricucanquin yachawanquin.

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Vuelo atravesando la bruma del oto単o amarillo


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7 / 8 / 9

C./l.:

Puede usted comunicarle al comité de huelga, compañero, que el Partido del Tahuantisuyo ha conseguido las armas y que estas armas serán dis­ tribuidas en su momento adecuado. Así mismo puede usted comunicarle a los cc. campesinos que el Partido ha dispues­ to que las zonas de Yauyos, Canta y Huarochirí se plieguen a la huelga como medida de solidaridad. Esta es una huelga que se origina en el campo pero que va a contar con el apo­ yo de la clase obrera y de todo el pueblo: la dirección de la huelga le pertenece, sin embargo, a la clase obrera por dere­ cho histórico, y lo fundamental aquí es unir nuestras fuerzas contra el enemigo principal que es la gran burguesía y su dictadura. Por ello, la unidad de todo el pueblo, la unidad de todas las masas trabajadoras es la meta histórica inme­ diata que estamos consiguiendo: unidad que -!no debemos olvidarlo nunca!- ha sido y será siempre el arma invencible de los explotados contra los regímenes de la burguesía aquí y en todo lugar. La reivindicación andina continuará acentuándose cada vez más, y con ella la situación revolucionaria irá madurando también cada vez más: por ello, la condición de la unidad ha devenido como una de las tareas más necesarias en estos momentos. Yauyos, Canta y Huarochirí por sus lazos histó­ ricos y sociales con Cañete, así como porque nuestro Partido tiene profundas raíces en estas zonas, conseguidas a través de grandes sacrificios en medio de una labor dura y persis­ tente, no podían dejar de estar presentes en esta huelga y lo van a hacer con el temple que caracteriza a todo revolucio­ nario y que necesitamos para la lucha que mañana vamos a empezar.

Cámara 1 / Cero horas, Cañete, todo continúa moviéndose. Desde no hace mucho picaflores y abejas de una primavera largamente azotada por inviernos casi perpetuos, pugnaban por acercarse a las matrices -los tiernos botones, como corcheas, estalla1 4 3


ban en unas llamas blancas y delicadas- de aquella suave catarata de jaz­ mines que, sacudida por un viento tranquilo, dejaba escapar granos de una fragancia inobjetablemente intranquila. Las flores que despedían es­ te agradable perfume no tenían culpa alguna (sobre todo, en estos últi­ mos tiempos) en pasar desapercibidas: no ante los pobladores de esta tierra que, como gotas de lluvia, no dejaban de colocar con el mismo amor de siempre el refresco de un riego en las raíces, sino ante un sinnú­ mero de preocupaciones que surgidas de los entreveros de este tiempo no dejaban ya tiempo alguno (excepto en algunos poetas, jóvenes que a pesar de todo se preocupaban menos por las flores que por las flores de su tiempo o por los contornos donde estas flores brotaban: somos pobres -eso lo sabemos, pero tenemos inteligencia y así no desesperamos, como había dicho certera y deliciosamente en una hoja a mimeógrafo uno de ellos) para aquellos ejercicios que se llaman de "contemplación activa". A lo más, para hablar con un lenguaje que los "anacoretas modernos" -ayunos y conventos no son otros, digámoslo así, que estas grandes ur­ bes contemporáneas- llamarían "místico", se encontraban tal vez atrave­ sando por el temporal de un mar bastante difícil: la "vía purgativa". (Pe­ ro que para el hombre actual no puede ser más que -en un lenguaje que no sería otro que el de "las máquinas de guerra"- etapa de organización y lucha). Pero por estos lares ni flores ni pobladores tenían más tiempo que el estrictamente necesario para dedicarse a sus propias cosas: la lu­ cha por supervivir era una de ellas, y aquí la gente luchaba. De esto no quedaba la más mínima duda. A esta hora todo está como en la superficie de un río en el que se reflejan una serie de hechos pero en que los hechos mismos del río no se reflejan sino a través de lo que él con su fuerza de siglos atraviesa, apa­ rentemente en calma. Detrás, hierve la noche. Las llamaradas de plata que se clavan a la partitura infinita del firmamento se desplazan -navios que surcan y se van bordando en silencio: del oriente hacia el este: Pléya­ des- en un firmamento que cuando lo miras en su totalidad convulsiva sientes como que se mueve suavemente en tus ojos. Entonces, ya sabes, entonces surge la certeza de lo que está escrito en el libro de los cielos, las revoluciones imparables. En la plaza de armas, lago de cemento con ocho islotes de yerba, geranios, frondas de viejos ficus girando... (la igle­ sia tiene un túnel que ahora han tapiado pero que se comunica por el norte con la hacienda Arona, por el sur con la hacienda Unanue y por el 1 4 4


oeste con Montalván. El túnel de Montalván todavía se puede ver, está enladrillado, lleno de murciélagos y comunica con las playas de Santa Bárbara)... como cometas en torno a un disco de yerba más grande, con hojas frescas como lechugas picadas ... (y es que por ese túnel que iba a Santa Bárbara se escapaban los Beltrán cada vez que se olían un motín de esos que amenazaban con quemarles la casa-hacienda, y dejaban a sus mayordomos para que se encargaran de joder a la gente -hizo una pausa, conversaban apasionadamente-, Velasco no les quitó la casa-hacienda pero los Beltrán, cuando se repartieron las tierras para evitar que se las quitaran, se hicieron otra casa con paredes de vidrio justo encima de una loma que ahora está llena de manzanos y duraznos, y el que trata de acercarse se friega porque le meten bala. Así que nadie pasa por allí) ... pero surcado por cuatro senderos de loseta oscura que lo dividen en cuatro trapecios que dan sobre una pileta de florcitas de mayólicas azul sobre fondo blanco ... (mi primo, que vivía en la ranchería, me ha dicho que estos desgraciados le dijeron a los cooperativistas que para qué dia­ blos querían todos esos muebles viejos, y tú sabes -se puso todo serio mi amigo- que esos muebles son históricos, estaban allí desde el tiempo de la colonia, también tenían cuartos llenos de libros antiquísimos pero que nadie leía ni limpiaba y que allí estaban apolillándose, sus alfombras, sus vasijas de plata, candelabros, todo eso, y entonces estos mierdas les dijeron que para qué mierda querían todo ese vejestorio si eso era puro vejestorio y no les iba a servir de nada y que para basura nomás servía y que mejor los Beltrán se llevaban todo ese vejestorio a Lima para botarlo en Tacora y en cambio les iban a traer muebles nuevos, recién compra­ dos, y bueno, los cooperativistas atracaron y los Beltrán se llevaron toda esa riqueza histórica a Lima y le trajeron sillas 501. La gente se quedó contenta por un tiempo) ...en cuyo centro, a su vez, gimen los bronces de cuatro sirenas enseñando sus pechos desnudos y extendiendo ios brazos -moños de ballerinas, muslos suavemente entreabiertos, piernas enrosca­ das, pechos saltando como la luz que en ellos rebota sobre los ojos de transeúntes apurados- que son ...(y aquí en el centro, bajo la pileta de agua, hay un volcán que puede explotar en cualquier momento y por eso dicen que hace años un cura le echó agua bendita y le puso un can­ dado para que todavía no explotara pero hay gente que ha visto que a eso de las doce de la noche en punto se escucha llorar y llorar nomás a la pileta y también a veces se ven a los duendes chiquitos con sus tremen­ dos sombrerazos andar y andar nomás por las chacras para llevarse a los 145


moritos que no han sido bautizados. Yo ya no creo en estas cosas pero a veces, cuando me pongo a pensar en ellas, me da un poco de miedo por­ que hay gente que se volvió loca viendo que en una casa había harta gente una noche y a la mañana siguiente se da con que hace años que ya nadie vive en esa casa y hay un árbol que se cae por San Luis por la no­ che y nadie pasa en la noche delante de ese árbol) ... sin contar la gruesa columna coronada por una rosa de lava echando, cuando hay, un chorro de agua que cae sobre el polvo y las colillas de los cigarrillos [contraste de cámara 1 en primer plano directo sobre la iglesia del fondo, contraste de cámara 2 girando 180° sobre su objetivo sensual pero esta vez con el edificio municipal al fondo], toda una ecuanimidad en cuanto a defensa de la vida sensible contra la "austeridad" -esa palabrita del señor Barúa y la economía fascista-, aparte de dos o tres muchachos que a un poco más de las 9 p.m. estuvieron nerviosamente conversando, no hay nadie. Tarde en la noche, ya poca gente camina por estos sitios. Los que sufren de insomnio, o de algún tipo de sed aguardientosa, se van donde "Giro" -un bar situado una cuadra más allá, en la 2 de Mayo. Sin embargo, habían estado sentados en una banca inquieta y verduzca, frente al hotel "Palacio" -propiedad de un ex-mayor de la GC, Godoy, uno de los contrabandistas y coimeros más connotados de la re­ gión. Al lado del "Palacio", a su izquierda, se alzan los dos pisos cremas con puertas de madera enlacada del municipio de Cañete que pocos días antes fuera apedreado por unos manifestantes que, entre otras cosas, protestaban contra el alza del precio de los alimentos (esa triste y célebre "canasta familiar") y contra el maltrato que algunos de sus sucesivos al­ caldes -"alcaides, estos son unos alcaides", decía la gente- sobre todo aquellos que fueron nombrados a dedo por Morales Bermúdez infligían a viejos trabajadores- "hasta cuándo, hasta cuándo vamos a aguantar a este que cree que haciendo su desfilito de chalanes o de zambas que vie­ nen a mover la cintura ya nos solucionó el problema...", comentaban en sus cocinas algunas personas- o a muchachas solteras o no solteras, con hijos o sin hijos. Pero con el tiempo, las cosas habían ido cambiando. No se sabe si Velasco fue nasserista o cardenista, en cambio no se ignora que transformó las grandes haciendas en tierra para todos. Su gobierno ha­ bía sido, como se conoce, un proceso reformista y el Perú pudo sentirse un país digno de la amplia comunidad de Tercer Mundo. Este proceso se encontraba en plena radicalización cuando un golpe fascista interrumpió 146


la historia peruana, y trató obtusa y vanamente de dar marcha atrás al reloj de la historia: coimas, inmoralidades, indignidades de todo tipo volvieron a cocinarse, como fideos -esta imagen es, sobre todo precisa porque la comida desapareció totalmente- en ollas inencontrables. Con el golpe fascista de Morales Bermúdez no sólo se empobrecieron aún más las capas populares, proletarizándose también las clases medias, si­ no que las propias transnacionales volvieron a meter sus mugrientas, an­ tihigiénicas y nada médicas manos en la riqueza nacional. Entonces ocu­ rrió lo que tenía que ocurrir: sin trabajo, sin pan en las mesas, sin un go­ bierno popular revolucionario, sin nada que pudiera asegurarles un fu­ turo claro, vigoroso, hermoso, las capas más pobres entre los campesi­ nos, los obreros sin trabajo, los estudiantes, la juventud, en fin, se lanzó a la lucha armada, a la guerra de guerrillas para enfrentarse al régimen co­ rrupto de Morales Bermúdez. Morales Bermúdez desató una feroz persecusión contra el pueblo, y dejó sin trabajo a decenas de miles de obreros por el sólo delito de haber ido a la huelga como protesta por la carestía de la vida: en las barriadas, los niños empezaron a alimentarse con "nicovita" -un producto maloliente, parecido a pequeños perdigones de tie­ rra, que se arroja a las aves de corral. El señor en Lima, se hizo más mi­ llonario de lo que era y sus ganancias líquidas se multiplicaron a la velo­ cidad de la tuberculosis, la poliomilitis, la malaria, el sarampión y otras enfermedades entre los niños. Para la TXH, esa agencia de noticias que no se ocupa para nada de los pobres, esto pudo parecer sensacional: que la derecha cavernaria, a través de Morales Bermúdez, y el hambre y las enfermedades se mandaran un saludo nada atractivo en este bello país latinoamericano. Menos sensacional, más discreta fue la dación de otros de estos decretos en el que, a pesar de su pluralidad nominativa, entre las sombras los únicos beneficiarios eran los propios ex-terratenientes. Estas y otras muchísimas cosas desde luego que habían sucedido, acá en el valle -que ya había hecho una serie de fuertes huelgas, formando su Frente de Defensa de los Intereses del Tahuantisuyu-, en todo este tiem­ po. Ultimamente el mayor Godoy, que aunque medio chato le gustaba mirar a la gente con un soberano desprecio y de arriba abajo, especial­ mente con los que él consideraba unos calatos o que no merecían el pre­ mio de su saludo porque eran o serranos sin lana o negros aserranados o cholos, le estaban sucediendo cosas extrañas: el otro día un muchacho, 1 4 7


uno de esos mataperros salidos de una de esas barriadas que se han for­ mado con toda esa gente venida de los cerros ("un cualquierita, un calatito cariño") había osado levantarle la voz a él, nada menos que a él que sufre de insomnio consuetudinario en la piel y hasta casi lo había man­ dado a la mismísima mierda ("es un soez no tiene cultura cariño") delan­ te de una cola de amas de casa que aferrando desesperadamente las asas de sus canastas vacías contra sus pechos lanzaban el rosario de un coléri­ co murmullo porque el mayor Godoy le gustaba pasar por encima de to­ dos y a él le gustaba que lo atendieran primero: - a la cola... uiiiii... a la cola- gritaban secamente algunas personas cuando vieron que él los atropellaba y como un pelícano desplumado se plantaba delante del tipo que vendía el pan. Este parpadeó un segundo, dio una rápida ojeada a la gente y ya se disponía a atenderlo cuando de en medio de la cola -n o ha­ bía contado con Abilio que también estaba haciendo, calmadamente, la suya- salió un muchacho que en la perfecta lengua de los que aunque vestidos con harapos no dejan de poseer la clave en la producción del universo, dijo: Oiga, señor. Aquí, que yo sepa, nadie tiene corona y los cuentos de Alí Babá y sus cuarenta ladrones -subrayó tanto la palabra ladrones que, por un momento, pareció como si el rayo de un acento grave en la á hubiera saltado para pelearse con el inanotado de la o e, incluso, le hu­ biera lanzado la zarpa de una leve caricia sobre el eco de la és- hace tiempo que dejaron de asustarnos. Usted acaba de llegar, se lanza con un codazo abusivo y nosotros hace media hora que estamos esperando a que nos atiendan: por favor, haga su cola -el mayor retrocedió, sorpren­ dido, un paso. Estaba sudando. -Insolente, a mí el dueño me conoce y además estoy apurado -fue todo lo que pudo decir. -Nosotros también estamos apurados, ¿qué se cree? -recontratacó¿que no tenemos nada que hacer? Si quiere pan, haga su cola -dijo mien­ tras serenamente y fieramente se interponía entre el vendedor y el ma­ yor. La gente -cuadro renacentista- continuaba levantando los puños y gritando, rostros bellos y con coraje, colores portentosos, ahora con más fuerza: -que haga su cola... uiiiii... a la cola. -Oiga atrevido, me está usted faltando el respeto. -Defendiendo un derecho, señor. 1 4 8


El mayor, que por aquellos días movía todas sus influencias entre los primeros "espadas" de su promoción para ser suprefecto ya que alcal­ de o síndico de gastos no podía ser pues hubiera arrasado con las inexis­ tentes arcas municipales, chupaba con los apristas, seguía a los belaundistas y no queriendo continuar con este escándalo que para sus fines arribistas no le convenía, dio media vuelta y con paso decidido y taco­ neando fuerte como para que no se olvidara que aquí él era uno de los mandamases salió por donde había entrado, pero antes de desaparecer de la puerta dijo: -v oy a sentar una denuncia por faltarme el respeto -e s­ taba colorado, sofocado. -Siéntela donde quiera -dijo Abilio y agregó dirigiéndose al mu­ chacho que repartía el pan: -y tú, so cojudo, ¿qué te has creído? ¿no ves que aquí todos hacen su cola? Para el mayor aquello no pasaba de ser un incidente más en su ya larga vida dedicada a la sobonería y ya casi lo había olvidado. Por otra parte, los muchachos ahora con eso de la "moda" de la educación para todos -pensaba-, con el relajamiento de las costumbres, con aquello de que hasta los profesores eran unos rojimios como él mismo había tenido oportunidad de comprobarlo al escuchar cada año, todos los 28 de julio, ante el escándalo de las autoridades que no sabían qué hacer con sus de­ dos que se les escapaban tamborillando peor que redoblantes por sobre sillas y pantalones, que el profesor encargado del discurso de fondo so­ bre las siempre refrescantes fiestas patrias (refrescantes para los mucha­ chos: feriados y asuetos se recibían como al maná) metía palabras medio desconocidas y con una cierta tintura de desorden como "sociedad neocolonial" "imperialismo" "socialismo" o "allí donde impera la razón de la fuerza no queda otro camino que el uso firme de la fuerza de la razón, que siempre vence" (aplausos desatados entre los estudiantes y entre los pobladores que, en silencio, escuchan y aprenden) "ni ninguna otra arma capaz de enfrentarse exitosamente contra el capital que la huelga de obreros y campesinos", lo cual para él sonaba como si las entrañas de la tierra se dispusieran una vez más a tambalear el mundo, summun del summun del atrevimiento, el acabóse. Todos estos cholitos que dicen que son profesores -volvió a amargarse Emilio Godoy- vienen aquí a so­ liviantar a la gente: con toda esta educación moderna -continuó pensan­ do más asustado que preocupado pues, por otra parte, aparte de este ho­ tel mal avenido y de algunas pocas acciones en la Asociación de Milita­ 1 4 9


res Retirados no poseían más cosas sobre esta tierra- los muchachos tie­ nen que salir unos rebeldes y unos insolentes de mierda. Cosa que, en cierto modo, tenía una ligera punta de verdad puesto que ni sus hijos le hacían el más mínimo caso y esto (que tampoco se escapa a esta ligera punta de verdad) le preocupaba mucho menos que asistir al tradicional agasajo de los viernes en el Rotary Club -o en el Club Social- donde en­ tre el abanico de los platos a la criolla, toneles de cachina traída especial­ mente desde Lunahuaná, palitos insertando la carne asada de los anticu­ chos, picarones, jarrones con "pisco sauer" o whisky "juaite jorse”- ondaroe, te he dicho mil veces que se dice ondaroc, intervenía extasiada doña Dorita- tenía oportunidad para zamparse el mal gusto de una verba pa­ triótica, llena de lujuria por la billetera de la juventud, esa pujante juven­ tud que ya debería dejarse de trabajar, hic, y tomar las riendas de las em­ presas que sus padres, nosotros.... (habla, habla nomás sonso cojudo) ...nosotros, sus padres hemos levantado entre sudor, lágrimas y sangre... (sí, sí so huevón)... ya que los negocios ... (pasa, pasa gusano de mier­ da)... traen plata bastante... (fuera, fuera de aquí): se echaba en suma, co­ mo cualquier borrachera en un chifa bajopontino, lo que él pensaba era la verba florida -eso era lo que él, pobre chistoso, pensaba sin darse cuenta que para los bien vestidos asistentes que con las justas !y eso!: só­ lo sobornando habían podido terminar primaria o cuarto de media en el Sophianum, Recoleta, La Salle, ello no pasaba de un típico ladrido a lo milico- de un discurso sobre la prosperidad de la provincia, el departa­ mento y el país pues "sólo la empresa privada" -d ecía - "o la economía social de mercado" -n o comprendía esta frasecita pero la había dicho Be­ doya (la moda, que no incomoda es estar fuera de moda) y este era el momento de demostrar que, aunque milico de la patria (¿la moda? no: la mona que aunque se vista de seda...), también le daba por decir sus fracesitas aguardientes y huachafas ... (tienes que levantar tu ondaroc cari­ ño, aconsejaba Dorita)- "son una empre, hic, una empre..." (brinda con el ondaroc cariño, jodía Dorita) "... un empréstito nacional" terminaba afir­ mando, sin saber lo que afirmaba, entre hipos y grandes y prolongados aplausos de la concurrencia a lo que a continuación rubricaba con el clá­ sico, chic y criollo pero definitivamente aguardientoso "¡Viva el Perú ca­ rajo!". Los poderosos mandamases de la región haciendo crujir sus botas con espuelas y sus casacas color marrón chocolate [flash en diapositivas con el mismo color de los ojos de Farah Diva mirando un imperio que se va y se va y se fue a la mierda, traqueteo de ametralladoras, murmullo 150


de túnica blancas haciendo pedazos la estatua del Sha] con largos flecos de cuero cheyenne se paraban entonces al unísono, emocionados, y des­ pués de aplaudir, levantar hasta el techo la copa de champagne [el soni­ do de un auto tosió, compulsivo, a lo lejos] y volver a aplaudir se diri­ gían, uno por uno, hacia el sitio del oferente y le entregaban "el abrazo fuerte, grande, emocionado" de la agradecidísima Asociación de Agri­ cultores de Cañete: - a ver esas cinco -decía, feliz, el gamonal Ramos-: Godoycito vales un Perú. El mayor Godoy, lógico, no valía ni un pallar pero como quiera que el había sido sucesivamente el "hombre de confianza" de los gobiernos de Odría, Prado, Pérez Godoy, Lindley, Belaúnde, aunque no con Velasco -en ese tiempo anduvo medio jodido con eso de que "Velasco se está metiendo con los grandazos"-, y ahora era totalmente partidario de todas las bufalerías que se le ocurrían a Morales Bermúdez, la gente, cuando él se dignaba mirarla, lo trataba fríamente de usted pero conservando siempre (con este conchesumadre: nada) su distancia. Pero no le impor­ taba: su Paola, que había cumplido ya los bellos y sensacionales 15 [dijo Lucho: este es el momento, no hay nadie...] y había debutado bajando por la escalera del fondo, rápidamente alfombrada, flores pisoteadas ba­ jo unos taquitos plateados -se sintió orgulloso al llevar en sus propios brazos a este útilísimo producto de su naturaleza, carne de su carne, y sangre de su sangre, y bueno, de Dorita también-,.con un peinado estilo "sueño del misterio imperial" que esa misma mañana se había mandado confeccionar, previa cita especial, en Choco coiffure [y dijo Cancharí: a tí, Chocné, te toca ahora depositar el frasco...] con lo que batió todos los records de ida y vuelta de Lima en menos de lo que canta un gallito, mientras se resbalaba en los acordes azules como billetes del ya clásico Vals de Strauss atronando [y Chocné y Lucho, suaves como gatos mon­ teses, llegaban y doblando por la Bolognesi a los bordes de aquel lago de silencio que a esta hora era la plaza de armas...] el edificio todavía sin terminar pero prestamente y de cualquier modo engalanado en granate oscuro con borlas doradas y fluorescentes en formas de aros con serpen­ tinas y ramitos de clavel pinchados con alfileres sobre un blanco y largo mantel del Rotary Club [y un frasco que pesaba menos que una flor, más que una montaña...] -la orquesta, como el peinado, la mandó traer desde Lima don Ramos [y el frasco rodó, alguien pestañea, por la pequeña abertura de un vidrio hecho trizas cuando dos suaves sombras dejaban ya atrás aquel lago de silencio y, contra el tráfico, bajaban por las 2 de 151


Mayo...] como obsequio delicado y cumplido de un caballero (tortuga puro sebo y puro sebo) a la hija de este su compadrazo el mayor en reti­ ro-, estaba en melosos amores tipo Samoa fin del mundo con uno de los Rizo Patrón: -... o, carajo, Paolita, inexperta como es, aún no se decide porque la semana pasada le consentí su huikén con el tercero de los Alayza en el Waikiki y la antepasada se fue a hacer equitación en San Benito pero este próximo sábado, carajo, es mi hija y tengo que velar por su futuro, va a salir con uno de los Beltrán y esa gente es de quitarse el sombrero -alcan­ zó a coordinar el mayor antes de probar por última vez su whisky on the rocks y deplomarse, borracho, en la perezosa de mimbre que a esa hora, ¿nueve, diez, once de la noche?, le soportaba los ronquidos etílicos en el hall oliendo a cera "Johnson" ("se dice yonson y cuidado que te resbalas cariño") del Palacio.

CORO

Dlgd/c:

La hora de la rebelión ya se acerca. Las mujeres escondieron la corriente del río en sus tinajas de barro. Y las bodegas han trancado sus puertas. Los hombres no pueden ya más. Y hasta lo que era inservible puede servirnos ahora. Porque la hora de ajustar cuentas ya llega.

Tendré un gran placer en llevar esta comunicación a mi co­ mité y a las instancias superiores de nuestra organización campesina. Sólo con armas en las manos haremos respetar nuestros derechos y conquistar lo que nos hemos propuesto. Somos conscientes de que nuestra lucha ha sido y será larga, de que nuestra lucha ha dado y dará hermosos y mejores frutos, de que sólo persistiendo y profundizando nuestra lu­ cha contra los racistas la victoria de nuestro pueblo se hará cada vez más cerca y el Tahuantisuyo será una portentosa y 152


extraordinaria realidad: esto, en el nivel político estratégico que, por otra parte, ya se encuentra a la orden del día. En el nivel táctico, tenemos que profundizar nuestra lucha por conquistas inmediatas y que son reivindicaciones necesarias para nuestro pueblo: en primer lugar, vigencia de todas las libertades democráticas y sindicales, reposición inmediata de todos los despedidos incluyendo a los trabajadores esta­ tales, anulación de los estados de emergencia dictados con­ tra nuestros hermanos mineros y pesqueros y cañeros, anu­ lación de la deuda externa contraída por este y todos los an­ teriores gobiernos con la banca internacional. Y aquí, en nuestra querida tierra, tenemos que luchar por el reconoci­ miento de nuestras comunidades indígenas, por una Refor­ ma Agraria Revolucionaria, por una mejor tecnificación en la actividad del trabajo, por más fábricas, y por el respeto a nuestros derechos elementales. La huelga empieza dentro de tres días, camaradas. Pensamos que las cuestiones estratégico-logísticas deben correr a cargo de ustedes.

C ./2:

A ese respecto debe usted, camarada, coordinar mañana an­ tes de las 8 con la c. Aleja, que está al tanto de lo que sucede y va a intervenir en representación del sindicato de profeso­ res de la G.U.E. Sepúlveda que, conjuntamente con todos los otros colegios de la provincia, irá al paro. Igualmente ella lo pondrá en contacto, a su debido tiempo, con las compañeras que trabajan en La Paradita, con representantes de los profe­ sionales y los artesanos y con el Frente de Defensa del Pue­ blo de Cañete. Y a partir de ahora usted va a coordinar las situaciones puramente político-sindicales de la huelga y to­ dos los problemas que puedan derivarse de ella con el c. Yachay, quien estará en contacto orgánico permanente con el Partido desde su centro operativo en Cerro Aspa.

Cámara 2 / En realidad, Paolita podía ser inexperta en cuestiones que tuvieran que ver con la filosofía de las finanzas pero en los asuntos que se dan con el catre era no menos experta que las 153


que hacen del catre sus finanzas: salió tan putita como la doña -embara­ zo regular, algunos antojos poco exquisitos ("no sé si comerme un chupe de camarones o una lazzaña rellena en salsa crocante, no sé si irme a las playas del Samoa cariño")- que la parió. Y por allí andaría Paolita, por allí -rabito que no tiene compasión- Dorita: el mayor, hacía bastante tiempo ya que se había zampao. A su lado, un perrito movía la cola y trataba de repetir, sapito, los etílicos hipos de su dueño. - Se parece a Perro loco. -Dijo Chocné. -¿Q uién? - '.Quién va a ser! !El mayor! -observó uno de ellos antes de pararse y aplastar su pie sobre una cucaracha que aprovechando el pánico lamía las patitas de una mosquita muerta-. Aunque también, claro, Salchicha no anda muy lejos levantó ¡os ojos. Y era verdad: por estos años todos se marcaban a presión. Y no se podía hacer otra cosa tampoco. El mundo anda medio convulsionado todo se está reestructurando y los poderes nos salen ahora con el sangui­ nario inventito de las "guerras localizadas" porque ya no pueden ni con el chómage ni con la inflación y el petróleo que se les acaba y el Tercer Mundo que se rebela y, además, se libera. Cada quien quisiera meterse en sí mismo, pero ahora este sí mismo forma parte del mundo: de modo que, aunque no quieras, tienes que declararle tu guerra a la guerra. Con­ templar una flor ya es una guerra. Besar los labios de una muchacha ya es una güera. Ponerte a discutir con un búfalo ya es una guerra (y tam­ bién, una pérdida de tiempo porque no tienen cerebros sino manoplas). Cañete, como toda ciudad, tienen también su zoo y sus animales y tal co­ mo toda ciudad exhibe para algún tipo de orgullo sus ejemplares curio­ sos el zoo cañetano exhibía la ausencia de uno: el búfalo, a quien las au­ toridades contrataban -cada vez que se anunciaba una huelga- para "amedrentar" a la población. Pero la población hacía bastante tiempo que se había curado y no se asustaba así nomás porque así. Búfalos no habían pero algunos -por meterse en la Villareal- po­ dían contagiarse: -estudio en la Villareal porque no pude ingresar a San Marcos, mejor dicho, los exámenes de ingreso son más difíciles, pero bú­ falo no soy -charlaba, cierta vez, pura pose alimeñada, uno de esos que 154


sin sus sortijitas y sus pulseras baratas ante una botella de cerveza no se sentirían como en el mejor de los mundos. Pero era en vano: el mundo no es un temo (y mucho menos una camisa negra). - Salchicha estudia en la Villareal. - Bueno. Eso de que "estudia" está por verse -rió, porque la verdad, a ve­ ces, da risa-. Por cada cabeza que rompe de un manoplazo tiene un examen apro­ bado: eso es lo que pasa -concluyó. - Nadie ha dicho que la bufaleria no tenga por característica la brutalidad -acentuó, lúdico, la tonalidad de la frase en la palabra brutalidad-. Son dos veces brutos. Primero, porque no entienden de razones. Segundo, porque lo único que saben es pegarle a la gente. Y tercero, porque son brutos. Yo sólo dije que me sorprendía que Salchichita hubiera ingresado a la Villareal porque ese no sabe ni dónde está parado. - Los que no se meten de apristas no pasan de año y, además, tienen que aguantar los golpes de la bufaleria- sentenció, apodíctico, Lucho. -A q u í Salchichita, cuando viene, no hace nada. Pero en Lima es un rom­ pehuelgas de primera -conversaban suavemente. Al frente, el Palacio. Y arriba, la luna se desnudaba y, desnuda, danzaba. El cielo tenía un color sátiro claro. El viento era fresco.

En grupos de a cinco, ocho, nueve personas o también envolvién­ dose en parejas como vértigos -ah, flechas certeras de una incorregible Eloísa no: sabia y divinamente incorregible Chupiñamca bordando entre la muchachada (chicas, chicos con todo un mundo en los ojos) de esta parte explosiva del mundo, las tiernas ferocidas de un amorío que -no como en un film cuyas sombras y luces evitan otras percepciones sensi­ bles- va a dar en chacras donde rocío, pétalos de un capulí en el borde de un caminito de tierra y arriba las Pléyades hablan flores como en la len­ gua de los pastores de Tupe y no, según se acostumbra en todas estas perdidas urbes de Babilonia, entre las sábanas al paso de los hoteles que no sólo por caros sino porque (como al través) tienen que ver con aque­ llos refranes que empiezan por/tratan de la i en el Diccionario de los re155


franes populares escandalizarían ya (hablando en términos de a calzón quitado, que no son los del frío %) a las poblaciones (más nómadas al es­ te y menos sedentarias en el oeste) de ambas márgenes de aquella sime­ tría excavada en la tierra que son el sequión principal y sus fiorituras acuosas ( herencia entre otras de los Chuquismancu: muchos años antes de Pachakutec, que cambió dos veces su ejército y demoró diez años en atravezar este valle aguerrido que con su paso pasó a denominarse Huarcu, ahora canalizado) de este lugar aguerrido y pacífico, silencioso y que suena a costa bravia como todos los lugares hermosos del mundo la gente, reflejo de un universo, flujo marino, leños ardiendo y conversa­ ciones de caminantes al descansar la jomada, giraba suavemente ilumi­ nando aquel trozo de esmeralda depositado por el oleaje de un Pacífico nada pacífico en esta noche fresca de primavera. Para los males del amor, el agua de chamico, decían los médicos descalzos en estos lares. Y para todos los males juntos, un buen emoliente -m e invitaba mi amigo J.M., que leía a Marx y Friedman como no se podía leer nada tan inigualmente bello. Pero es que Marx y Friedman tenía que ser la solución cien­ tífica a los problemas de Cañete, y no sólo de Cañete, y esto es indiscuti­ ble. Lo discutible es que todavía hay algunos pobres tipos que creen que los que nacieron en cuna rica tienen derecho a abusar de los que no na­ cieron con nada en los bolsillos (y estos son el 99%, ahora sí en términos fríos). Y los muchachos seguían conversando furiosa y animadamente: uno de ellos andaba siempre con un librito en el bosillo y dizque era poeta y como era poeta tenía la cabeza en la luna (pero los pies los tenía bien puestos sobre la tierra): el muchacho seguía o se había dado el tra­ bajo, que era su vida, de continuar la tradición poética en Cañete que en los años del 20 al 30 dio sus buenos y sabrosos frutos: Edilberto Zuleta de Aliaga fue un poeta que las capillas gustan olvidar pero que yo, clereci vaganti, no he olvidado. Desde el Olimpo, Zuleta aún desconocido no ha cesado todavía de enviarme sus rayos inspiradores: en cambio, con Juan de Arona tengo los mismos problemas que tenía mi abuela cuando trabajaba y era tratada como una bestia de carga -sangre coagulada en lirios, latigazos surcando sus lomos- en la hacienda del filólogo Paz Sol­ dán y Unanue. No sólo mi abuela, hay mucha sangre mía metida en esos surcos y muchos llantos: gente que enloquecía, hojas de berro yo he mor­ dido y sábila -para espantar al malagüero. Flamas de jade con rocío: sá­ bila -mano abierta, amuleto con vida y signo de una resistencia a la opre­ sión: aún sin agua viviremos y aún sintiendo hambre no hemos dejado 156

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que el hambre venza. Enterrada en el umbral del marco de la puerta una herradura, y colgando en el mismo marco arriba -una lámpara ver­ de: sábila. Y los que se fueron al monte, los que se largaron de esta ha­ cienda y en la noche volvían por un algo de placer en los muslos de las negras y serranas hacinadas como forraje para el látigo y luego: arrear con el ganado, arrear con la despensa, meterle fuego a la casa de los se­ ñoritos, antes de volverse en plena madrugada otra vez al monte tuvie­ ron palabras que sin palabras heredé -mucho h^y de mi sangre en esos goces, rebeliones adorables. Látigos en fábricas, sangre mía también en estas Desmotadoras y ¿qué hacer? Son cosas de la vida no: de un tiempo, una sociedad que no nos pertenece y al mal tiempo, buena cara. Pero a la mala cara, esta crítica de un lenguaje que es el lenguaje de la cólera: sig­ nos que florecen en análisis o en metáforas (dulce zarpa que todo lo tras­ toca) -frutos que mi escritura cosecha en medio de una tempestad de se­ da. Buena cara: seguir con esta alegría y un no ser escéptico, mi curiosi­ dad. Mala cara: el capital = "cuerpo sin órganos del capitalista", el "ser capitalista". Arrasar, escritura mía, con esta sociedad del capital. Porque todo lenguaje que se desprende como una fruta de uno es insurrección y en la escritura cada letra es un arma, un deseo y mil jardines silvestres que se enlazan y multiplican allí donde la luna, el sol llegan para acos­ tarse en el templo de una fornicación salvaje. Cada letra, un camino y en cada solitario camino que va entre quebradas y malezas mis pasos que prosiguen lo que mi escritura diseña: belleza/rebelión, precisar otro mundo que es este mundo que mis palabras tanto como la pura acción van cambiando. Y la acción es una transcripción menos inaprehensible que el jardín de una conciencia que la imagina y que en tanto que escri­ tura vuelve a transcribirla para la acción que es conciencia y no deja de ser el vuelo metódico que somos cada uno y todos: imaginación. Cambio de tonalidades y velocidades, aceleración: escritura ritual y técnicas de combate (automonía orgánica, despliegue de células de guerrillas como manojos de llantén) contra "la máquina capitalista" "civilizada". Y todo este mi pasado no escrito es mi riqueza, mi riqueza son mi estilo y los frutos de una cólera que yo voy a cosechando para el mundo. Entre las tumbas hay seres que ya duermen, cumplido lo que tenían que cumplir y paz, hartísima paz para los que ya cumplieron lo que habían de cum­ plir. En las oficinas: muertos. Y en la burocracia: muerte y son la muerte que respira, la muerte anonadada y torpe como los comunicados que se difunden por la radio -lo tardío, lo sin imaginación, lo sin delirio, lo sin 157


coraje, y lo repetitivo, lo sin ojos, y lo aceptado, lo sin crítica real, y el embuste, la viveza, y lo ya hecho, la utilidad, y la misma cojudez de siempre, gusanitos y sapos que se arrastran diciendo huachaferías sin dominio de lo que en su huachafería dicen son la muerte y son la muerte apuñaleándose por subir un puestito más en el negro ovillo de las ofici­ nas. Pero no porque esta (dejo bien subrayado el vocablo esta) muerte exista voy a dejar de luchar contra la muerte y no porque esta muerte exista voy a evitarme el bienaventurado placer de lanzar un zarpazo a la misma carótida de esta muerte que mis palabras van como a una víbora de lengua de metal niquelado macheteando: alto a la muerte, y destruc­ ción contra la muerte. Mi alusión en contra -directa y compacta: no a es­ ta muerte sistemática, escritorios lentos y rampantes, corte de energía. Pero la escritura es vida y en la vida la muerte siempre salió vencida. Vi­ vir cuesta mucho pero no más que la muerte. Y vivir es un delito -fabri­ ca flores deliciosas, entonces. Cultivar nuestra belleza en la máquina sil­ vestre: transplantar a nuestras páginas de uniones y disyunciones aloca­ das el ritmo de los astros -danza de unos muslos en el lecho del viento, ojos terribles como la noche pero como una noche que ya va precipitán­ dose en los ojos del alba bañándome de luz. Amapolas de un vientre me miran dulcemente bajo estos pechos que se han embriagado con mi frote y me enamoran. Y es el acto. Y lo sagrado. Y el combate: que es lo sagra­ do, y es terrible: escritura. No alienación, ni cosificación: no reificación. Movimiento de metáforas eidéticas o transparentes o herméticas -¿qué hacen en tanto ellas se materializan siendo?: reflejan un ahora que niega al ahora, centro de la virtualidad (no metáfora sino producto de la per­ petuidad del movimiento). Prometeo entonces: lo perpetuo en sí, y para sí: Einfühlung. Pero la escritura -destruye. Y en destruyendo ha construi­ do un algo -zarpa de un amanecer de lilas espantando al malagüero, en unos muslos que sitúa como la pantera de una mariposa desgarrando a la tristeza, brillo en las llamas que se desprenden como catedrales de tus ojos. Noches por donde me he perdido y me encontré al encontrar una mujer distinta en cada noche -otra y el mismo amar a cada instante: pa­ sión irrenunciable, apasionado cuerpo de caricias transfigurado en un abismo de golondrinas con el horizonte pendiendo de sus alas. Madrigal de belleza -madrigal rosáceo y duro como el coral de una herida que se agita dulcemente, lámpara encarnada, cáliz que me transporta a los cie­ los de la necesidad (que es libertad, y lucha por la libertad): cuerpo nue­ vamente y cuerpo hecho mecanismos de la naturaleza -todo se ilumina


en la rueda del cosmos. Y en cada cuerpo: un cosmos. Desnúdate: lo infi­ nito no se compadece. He sido y seré tranquilo como un mar -m i imagi­ nación se acelera y se está acelerando: lo que he querido está en lo que quiero, aquello que me parió es lo qije yo soy. Estoy volando -m i mente como una molotov está por estallar. He sido y seré violento -lo infinito es luz que más se aleja cuando más cerca estamos. Y la molotov es un trabajo delicado: el primer momento del estallido es la concepción, y el segundo la preparación: el tercero es ir acercándote, y el cuarto alejarte rápidamente -los frutos fructifican siempre (y no lo dudes: la escritura estalla como una ola contra lo relativo). Pero el absoluto está aquí y es tierra: llegar a lo absoluto es llegar a nuestra tierra (pero a nuestra tierra sólo se llega por el corazón). Y la escritura totaliza y canta. Porque la es­ critura es partitura: organización de tonos y notas que vuelan, pinceles mojados en belleza, navios que se deslizan levemente como un aerógrafo de Wunderlich dibujando lo que delicada y dulcemente voy palpando en unos pechos y en tus muslos -fuego (pero fuego verde) y en el fuegosilencio (pero silencio rojo): apenas parpadeos (pero parpadeos negros), apenas gemidos (pero gemidos índigo), unas cuantas frutas que sacuden a nuestros vecinos carcomidos por toda una ideología inmovilista del aparato del Estado transnacional. Música y luz: gloria de nuestro ser pri­ mordial. El espacio es música en la pantera antes de saltar y desbarran­ car a su presa -música es luz en la pantera que sigue adelante. Máquina de escritura y guerra ya perpetua sin tiempo y sin otro espacio ya que esta ciudad una y misma en toda este diseño de occidente. La energía del campó es inagotable (y por eso es campo): la ciudad no vive sin la con­ moción despiadadamente dulce del campo en sus venas. Llegué y te di belleza, te di energía: cachetéame entonces (sabré responder). No una te­ rapéutica sino una transfiguración de los signos industriales necesita­ mos. Y como los grupos autónomos de guerrilla (vascos, irlandeses: los camisards, Rote Armee Fraktion, Brigate rosse) -violento y como los Puruchucos y beduinos, pastores de Tupe, montoneras que iban y resistían a los ejércitos en Lunahuaná y Yauyos violento destruyendo estratos, je­ rarquías, pirámides que no interesan sino a positivistas siempre fuera de foco y siempre dentro de un globo que los maquina. Y pienso en una re­ volución Quechua/Aymara -lo que ha dado como cultura esta costa que arde como un caldero recalentado- rituales^sonográficos de Boras/Shipibos que reflejan la rueda encendida de la máquina silvestre-punta de una lezna al rojo vivo grabando en la corteza del poro escenas de una sa159


biduría aldeana en Mates Burilados-todo un material de sentimientos andando por calles oscuros y mal alumbradas-montones de tristeza y deseperación en los ojos. Máquina oriunda /simbiosis. El orgasmo es la tierra de la casuística y la casuística es soñada por el orgasmo que debe reconocerse como orgasmo. Nuestras minas son nuestra sangre: minas espirituales, no geográficas. Y nuestras minas son invencibles -no se venden, doctor: se trabajan. El trabajo te da la medida de la riqueza de lo que eres. ¿Descansar? Tuvimos bastante tiempo para descansar cuando no habíamos nacido. Combatimos por el sentido más que por palabras la inflación alcanza ahora la esfera del lenguaje y luchamos contra esa in­ flación. El combate por el sentido siembra la noción de realidad pero el sentido del combate es el cambio de la realidad. La realidad se produce eliminando lo falso en la verdad. En cambio no hay verdad que no sea sueño del trabajo y efecto de la acción. El trabajo del sueño es el cuerpo y se produce en el cuerpo donde todo es belleza -jardín que no buscas en ninguna otra parte. El sueño del trabajo es tu cosmos -no metáfora sino verdad de la realidad. Deseo y sueño son objetivos en tanto que no eva­ den la realidad -se dan como necesidad. Pero la necesidad es expresión de los mecanismos que conforman la totalidad del cosmos (y no sólo conforman, sino que mueven al cosmos de lo que se da como sociedad). Por eso lo falso es el error -que en economía es la alienación del cuerpo (todo lo que significa un cuerpo como socialidad) por la mercancía y sus "marketing". El error de lo falso en política es no destruir sino reproducir la mercancía -lo falso es eliminar la humanidad. Entonces lo falso -fas­ cismo- es criminal. Y a lo criminal como a un tumor infeccioso se lo ex­ trae y se le arroja a la pouvelle (en francés, basura). Y no queda más. Es una cuestión de vida o muerte. Los hombres de las barriadas que son el sagrado almácigo de sus pueblos en la ciudad no pueden más, y no pue­ den más. Por eso deseamos, amamos una revolución Quechua/Aymará -idealismo es lo que queremos: humanidad floreciente, conciencia y no mercancías. Y pienso en mi costa que arde como un motor recalentado. Pienso en un pastor con sus labios enverdecidos por la chacha de coca, invitándome un trago de yonque que encendió mis entrañas en el Mantaro. Quien transmite su energía y su dirección a la máquina sabe que no es un problema la máquina -el problema es destruir al bussiness men que se roba el producto de nuestro trabajo. La destrucción del fascis­ mo no pasa por la destrucción de la máquina sino, apenas, por la des­ trucción de lo que se constituye como diferencia social en los seres hu160


manos. Terrible problema -pero solución inmediata, solución necesaria: destruir la reificación, destruir las relaciones productivas y su código. No la fuerza del trabajo como objeto mercantil en la ciudad. No el hom­ bre como objeto mercantil estamentizado en el campo. Liberación. Belle­ za. Inteligencia. Tribu nuestra en el ferrocarril de la historia: almácigo salvaje, célula de combatir sembrando hermosura -destruyendo el auto­ matismo de la maquinaria. Unos van al "compás". Yo, contra el compás. Estando en Lima hablé con el Bosco disperso en láminas y museos euro­ peos: estando en París hablé con plantaciones de uvas y jazmines en Ca­ ñete. Y tierno. Tierno como los campesinos que llegan para formar el proletariado en la urbe, o que llegan para formar el lumpenproletariado también. Omnibus interprovincial que vienen llegando sin más memoria que sus huayllas bailando el sábado toda la madrugada empatando con el Coliseo un domingo escuchándose, música alegrándose, labios enver­ decidos, dientes negros, cosecha de trigo, cebada dorada oscuro en hori­ zontes azul profundo con un sol quemándome la espalda, empapado en sudor en lomas que ondean como retamas -tierra mía por la línea pater­ na con abuela quechua y bisabuelo vasco- y un pan de trigo rico como ninguno en hornos cavados en tierra a un lado del patio, pachamanca exquisita, olor a comida ahumada o patasca que hacía mi madre en ho­ nor de mi padre y se hace poniendo a hervir cabezas y patas de ternero -hasta que salga su gelatina- y tiernos choclos y papas arenosas de huayro, culantro, perejil y qué sé yo todo lo que se encuentre a mano se pone a hervir y se hierve durante horas enteras hasta que eche su sustancia y quiero volverla a comer como la comí en el alba después de un viaje de horas en un tambito de Jauja con mi tío Pancho que volvía a ver mis otros tíos que no conocían a su sobrino estudiante sanmarquino y mis primas desconocidas y el Mantaro tenía la serena majestuosidad de quien ha comprendido y le da un sentido a la vida, color de un caldo de yacuchupe -agua arenosa y con huacatay y papas que se cocinan en huacatay y eso es el yacuchupe probándolo en silencio en una aldea perdida en la margen derecha del Mantaro y por la otra margen al frente conven­ to de Ocopa donde un sacerdote me abre su biblioteca y me deslumbra en un latín que no comprendo y entonces Ramón Llull y Eckart y Scivias de Hildegarde y Mechtilde de Magdebourg y Mechtilde de Hackerborn y el Aminadab de San Juan y Teresa y Eckart: El infierno del mundo es el espejo de nuestra propia grandeza que siempre los sobrepasa y los janse­ nistas y el tacneño González Vigil jansenista y el cubano José Martí entre 161


jansenistas también y entonces John Donne y estos Cantos de Cambrid­ ge, llueve en París, cuarto sin calefacción pero yo estoy ardiendo, pre­ sión arterial alta, ojos enrojecidos, zapatos destrozados por la lluvia pero en rumbo a los cielos, en rumbo a lo que va naciendo de mí y de ti y de todos, en rumbo con mis pecados, en rumbo con mi locura, en rumbo con mi vida que continúa adelante, viajando en el bus atestado de gente, radios con música, llegando a la Av. Grau, callejuelas amargas como be­ rro de la Victoria, descendiendo con sus frazadas a perderse por las si­ nuosidades de Lima, le Marais de París, comité de transportes interpro­ vinciales, estaciones de Metro, ferrocarriles, conventículos arrumados de El Agustino: Encargué a una mariposa, / envié a una libélula, / para que fuera a ver a mi madre, / para que fuera a ver a mi padre. Y te recuerdo tío Eustaquio "cutreándote” porongos de leche que nos traías a nuestra casa y allí hacíamos mantequilla/y quesos y arroz con leche y leche avi­ nagrada y leche tostada/y yo estaba todavía en primaria y mi tío Eusta­ quio, mi tío Eustaquio./Y mi tío Pancho -casita en un callejón del Porve­ nir/genio duro y arroz y cariñosos frijoles también antes de ser gerente en unas minas de capital francés./Tía Pilar -en un convento al que in­ gresó después de concluir dos profesiones en San Marcos: la de econo­ mista y la de químico farmacéutico, para rezar por la humanidad. Y otros igualmente queridos -en San Martín de Porres./Poca gente, mucho am or./Y por la línea materna, gente mía./Tío Ubín trayendo una corvi­ na, coliflores, dónde está esa gente diciendo/y a cada uno entre los ocho chiquillos nos iba dando la pascua/y todavía hasta grandes nos sigue dando su pascua y nosotros vamos a velar/por él cuando viejo porque se casó y no tuvo hijos y nosotros tío Ubín, tío Ubín./Y allí está Antonio trayendo un pote de colao, conejos asados./Y la tía Arsenia -en Aron a./Y Juan mi bisabuelo traído desde China a trabajar de administra­ dor/ en una hacienda de Monterrico - maestro coolí y con su larga trenza de coolí colgándole/a la espalda: Yi Je-Tuan, célula secreta de Boxers en Lima./Juan padre de Paulino mi abuelo -89 años/y todavía con más fuerza que yo./ Y mi abuelo Paulino -trabaja y trabaja y trabaja dentro de una moral radicalmente estoica que le permitió ser un burgués pro­ vinciano./Y por toda esta mi gente yo aprendí a escribir. Y escribo./Por el honor de lograr un poema, / un verso que merezca apenas ser dulce­ mente leído por una muchacha solitaria en un tren que nos lleve a los cielos./Y aprendí a escribir después de rechazar mi educación burgue-

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sa/aunque no mi formación cristiana. Y aprendí a escribir para dejar constancia de nuestras luchas y nuestros sueños,/de nuestras victorias y derrotas,/de todo lo que desde hace siglos hemos venido haciendo en esta vida./Y aprendí a escribir como se aprende a tocar el tambor de la guerra/para ponerme como carne de cañón adelante./Y aprendí a escri­ bir para eliminar el prejuicio/de que calatos y mestizos somos unos analfabetos/-para eliminar las burlitas de los blanquitos creídos./Y aprendí a escribir para darle incluso mi am or/a esos blanquitos creídos. /Y aprendí a escribir por am or./Y por rabia./Por transplantar hermosura allí donde no hay hermosura. / Por colocar un molotov allí donde es pre­ ciso colocarla./Porque no sólo son los míos sino toda una historia/y to­ do un pueblo mío quienes me dan su fuerza para escribir./Porque es ne­ cesario que nuestra sabiduría quede escrita./Porque tengo que combatir lo ineficiente/y porque escribir es combatir./Y por todo esto y porque lo necesario/sin dejar de ser lo que nunca terminará de llegar hasta noso­ tros/cualidades de lo absoluto/que tampoco puede ser sin el ser de no­ sotros mismos/es esto que uno va haciendo aprendí a escribir/comba­ tir/sacarme la mierda hasta para hacer el más mínimo de mis actos: im­ placable conmigo m ism o/y una letra -un zarpazo./Una letra, una forni­ cación./Una letra, maleza que encuentro por todos los caminos: yerbaluisa, llantén./Y aprendí a escribir por el amor a mi gente./Y aprendí a escribir por aquellos muchachos que se paran en las esquinas, / los par­ ques, yendo a jugar pelota sábados y domingos/en las canchas de las haciendas hasta que el administrador ordenaba botarlos/y no saben có­ mo decir lo que tienen que decir/y me invitan un trago/poeta diciéndom e/y son buena gente/trabajan toda la semana en lo que sus padres tra­ bajan/y la destreza en carpintería / ebanistería / mecánica la heredan por­ que aquí no se hereda/más: riqueza que la destreza para poner en fun­ cionamiento el corazón del mundo/aunque hayan sapos que no vivan sino en saunas. /Y por todo esto aprendí a escribir. Y escribo. /Y por mi gente/mís tíos /hermanos/primos/amigos. /Y aprendí a escribir por­ que mi abuelito Paulino quería que yo estudiara/y me lo dio todo para que yo estudiara./Y estudié./Y mi abuelito Paulino —trabaja y trabaja y trabaja:/pone en movimiento la casa./Y mi abuelito Paulino siempre nos dice que hay que trabajar/y yo he trabajado/y sé manejar una lam­ pa/un pico/y sé manejar una plomada/y sé cómo se tarrajea una pa­ red /y colocar un ladrillo sobre otro ladrillo en la champa de una mezcla de hormigón/y sé diferenciar claramente una arena gruesa de una arena 163


delgada/y para qué sirve una arena gruesa/y para qué una arena delga­ d a/y sé como se maneja un catalejo como una cuchara pero más suave­ mente que una cuchara/y sé poner la medida exacta de cemento en tres carretillas de arena/y uno o dos baldazos de agua/y después remover como se remueven papayas plátanos naranjas en una licuadora por el mercado Mayorista pero con gotas de miel de algarrobo/una maña­ na/ siempre una mañana llegando con mi padre a Lima/invitándome un vaso de jugo pero con gotas de algarrobina y un huevo crudo para que yo tenga fuerza/y no me vaya a malograr de la cabeza/y entonces ese era mi desayuno y ya me iba a tomar mi ónmibus para San Marcos/y en San Marcos yo no era poeta sino un estudiante m ás/y llegué a Lima a inscribirme en la universidad/pero en la tarde ya tenía que irme a Cañe­ te porque no tenía dónde quedarme/y todos vestían colores chillones/y yo estaba allí con mis pantalones epatantes y mis camisas epatantes/ele­ gidos así porque quería distinguirme de una burguesía considerada sin espiritualidad por m i/y a veces tenía vergüenza de mi sobriedad/entre tanta gente inconciente/ pero yo había ido a estudiar/y entonces me pa­ sé toda una noche estudiando para el ingreso/y a las cinco de la mañana no habían pasajeros/y todo estaba oscuro y hacía frío en la plaza San Martín/y yo estaba allí dentro del auto haciendo mis últimos repasos de matemáticas/y a las cinco y media de la mañana no había pasajeros/y a un cuarto para las seis ya llegó una pasajera/y como a las seis y cuarto ya el carro salió para Lima/mientras en mi casa todos rezaban para que yo ingresara a la universidad/y a las ocho ya estaba yo en Jardín Botáni­ co dando mis exámenes/y entonces esa tarde me fui a Cañete/y seguí estudiando para el examen del otro d ía/y el otro día tocaba literatura/y tocó sobre Góngora y escribí que Góngora era el deshueve pero no escri­ bí que era el deshueve sino que Góngora manejaba el endecasílabo/co­ mo un tipógrafo su linotipo/y al otro día otra vez estaba yo en Jardín Botánico buscando mi nombre entre miles de nombres/y buscando un sitio entre miles de sitios/y me sudaban las manos/yo me decía ya me cagué/mi madre ya me jodí/y empezando a ver de costadito/chucha di­ ciendo/carajo diciendo/por el último y de abajo hacia arriba/y chucha diciendo/mi madre ya me jodí diciendo/de abajo hacia arriba yo busca­ ba mi nombre entre miles de nombres/y me sudaban las manos/y en Cañete todo el mundo rezando con una mechita votiva encendida en aceite en un vaso de agua/y yo aquí chucha diciendo/carajo ya me jodí diciendo/nunca más voy a estudiar diciendo/pero encontré mi nombre 164


muy bien situado y mi alegría fue un placer sereno/ay chucha/fue to­ do/ah chucha/y entonces me sentí como de aquellos intelectuales cami­ nando por St. Germain/y entonces recordé La edad de la razón -un librito que me gustaba porque trataba de los intelectuales y su vida:/la sensa­ ción de haber ingresado a San Marcos/y de haber llegado a Lima sin­ tiéndome un sanmarquino/lo mejor del mundo/lo increíble/lo más ma­ ravilloso que podía existir en esta tierra/la sensación espléndida y ado­ lescente de ser un sanmarquino/la conquista absoluta de la apoteosis que era el ser un sanmarquino y no otra cosa sino un sanmarquino/y na­ da más que un sanmarquino/y poder decir a la gente yo soy un sanmar­ quino /estudio en la primera universidad de Latinoamérica/la más anti­ gua/la mejor/la que ha parido los mejores cerebros del Perú/esa sensa­ ción de profundidad y transparencia/esa pura tumultuosidad en que to­ do se ve como a través de lo diáfano y que es el ser sanmarquino perte­ nece a la condición del trabajo/esa condición humilde pero coherente del universo/esa condición rebelde en sí misma pero siempre creado­ ra /y esta condición humana que es mi condición por mi origen y por mi desarrollo hecho ahora escritura tiene la cualidad de la adolescencia y la cualidad de las relaciones conflictivas/y ser sanmarquino implicaba pa­ ra mí ingresar en la madurez sin salir de mi adolescencia/y por eso la li­ bertad no era otra cosa que el estallido de los conflictos/y por eso mismo aquella sensación de la apoteosis sanmarquina que marcó mi adolescen­ cia hecha conflicto constituye el impulso de mi escritura/al mismo tiem­ po que mi modo de ver las cosas/y al mismo tiempo que mi praxis en la historia que para mí es una vida, una vida tan plena como la propia vida cotidiana en la que encarna la rosa mística y simbólica -por la que lucha­ mos. /M e gustaba pues San Marcos/y aquella sensación maravillosa de estudiar en San Marcos llenaba mi vida/pero yo no había ido a San Mar­ cos por encontrar una sensación maravillosa/sino que esta sensación maravillosa me llegó como una serie de espasmos en el momento en que me sentí en San Marcos:/sin embargo yo había ido a San Marcos ligera y francamente con la vaga esperanza de nunca terminar de estudiar/por­ que lo único que yo deseaba sentir era aquella sensación de absoluto que me dio San Marcos/y por otra parte merecer ser considerado como un sanmarquino/por sí mismo/no como poeta/sino por sí mismo/y por sí mismo llegué a ser un sanmarquino/no en la Facultad de Letras donde no estudiaba/sino en Económicas donde en vez de estudiar los cursos programados estudiaba lo que me gustaba: literatura/y no es que estu165


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diara literatura sino que me ponía a hacerla al modo como yo entonces entendía la literatura:/asistiendo a los mítines estudiantiles/y cuando una vez fui invitado a dar un recital en Letras/me pareció entonces más adecuado coger un periódico y leer algo sobre (contra) la guerra en Vietnam/pues leer uno de mis poemas hubiera sido un acto de vanidad que no me podía permitir:/en cambio, asistir en contra de todos los malos presagios a un recital en Villarreal donde precisamente el Apra no se ca­ racterizaba por su amor a la literatura/era el acto que transfiguraba mi vanidad en coraje/afirmar la negatividad literaria en el terreno mismo del enemigo/ver que llovían bombitas apestosas de todos lados y ver que no asistían hombres sino mujeres llenando todo aquel anfiteatro/y ver que las mujeres no se movían resistiendo a pesar de gritos y bombi­ tas apestuosas/no era sino comprobar que la imagen de que las mujeres son como vaporosas es una vulgar convención machista/pero nuestro recital fue interrumpido cuando bombitas apestosas ni amenazas dieron resultado/y entonces no recuerdo sino un manotazo ciego que se venía desde el fondo con un tipo gritando y el búfalo Pacheco y unos cien apristas vestidos de negro lanzando silletas/bancas/masacrando todo lo que encontraban a su paso/y de pronto verme rodeado por mujeres que me protegían como una coraza fue como tener aquella experiencia del arte corporal/ que a las obras del artista prefiere al artista como obra/no el signo ni el significado sino la significación/en el instante en que en las sociedades tecnológicas algunos artistas lo planteaban como teoría y lo hacían en sus propios cuerpos/como imagen de una autodestrucción/yo lo sufría en mi propio cuerpo como destrucción de aquella ima­ gen que en la realidad histórica peruana era incierta./Las mujeres son sólidas/y a San Marcos me unía no una relación sexual sino algo como una ternura que me envolvía cada vez que me contraba con una sanmarquina en aulas y cafés/pero las chicas de la Católica son inaccesibles/no como expresión sino como relación espiritual/y había como una bondad en cada sanmarquina/que en una joven de la Católica yo encontraba co­ mo la insatisfacción de un interés que las deslumbraba/una especie de entrometimiento natural pero no con "perversité" y muy lejos de la "perversité"./Las sanmarquinas son más seguras de sí mismas y más tran­ quilas y más pacientes y más sólidas/-San Marcos era mi casa /pero co­ mo yo desee no terminar mis estudios aun no he dejado de ser sanmarquino./ Llegar al Palermo a las diez de la mañana y no salir de allí sino hasta las dos de la mañana/era evidenciar una tristeza que deseaba evi166


denciar/pero por otra parte también era no arriesgarme a que me nega­ ran un café en el Versailles./Y de pronto probar el sabor de un cierto fra­ caso. /Yo estaba enamorado de ella/y ella se correspondía a la imagen de una ternura que se sienta en un jardín/para contemplar la tranquili­ dad de un mar en la noche./Encontrarse con una mujer de la que se es­ tuvo enamorado en los umbrales mismos de la pubertad es conocer la emoción de una paz absoluta/y yo me había encontrado con esta mujer cuyo destino ya era opuesto al mío cierta vez en una librería/hojeando con esa serena convulsión con que se hojean los libros/en que la relación no fue sino una sonrisa/una sonrisa triste y tierna y tan hermosa y llena de beatitud como la sonrisa de la Mona Lisa/y un ¿cómo estás? y un aquí que duró apenas unos cuantos segundos pero de unos cuantos se­ gundos llenos de intensidad/en que la intensidad fue un mirarse tierna­ mente a los ojos y esa sonrisa/esa dulcísima sonrisa/y todo eso fue co­ nocer por primera vez el sentimiento de una paz absoluta irrepetible e innombrable/y aquella tarde en verano al ir por las calles todo fue como si caminara en un campo inmenso y con yerbas/y ahora ella permanece para mí todavía en aquella librería donde lo absoluto se reveló para mí en la forma de una tan delicada intensidad./Pero ella era mi amor y por ella había escrito unos versos/largos cabellos como flores que uno reco­ ge de la humedad de la madrugada. /Por ella y por otra ella que era tris­ te y bella y por otra ella que era dulce y larga /-el amor es conflictivo/(y por eso es amor)./Pero por ella/otoño con gotas de lluvia/Munich una noche en la madrugada/y por ella por la que había escrito unos ver­ sos/mirada que desciende a un mar que reventaba a lo lejos/cogidos de la mano/sollocé/cine Colón/cuando preferí no irme con ella invitándo­ me a la locura para amar su inaccesibilidad/paradero a cualquier par­ te/y ella que partía en un micro/y yo me iba a escribir otros versos a otra ella para que ella volviera a mí./Toqué sus senos años después/y me embriagué los labios con sus pezones/nada ha terminado y en cada mujer que yo encuentro la vuelvo a encontrar/(y me encuentro) /pero ahora he ido a pescar camarones a la mina de jabón/debajo del cemente­ rio de los chinos que ya casi fue arrasado por los Beltranes./Y los cadá­ veres allí estaban a flor de tierra y como si los hubieran acabado de ente­ rrar/momificados/rostros como de palo y piel amarillenta/y yo pasaba por allí y me ponía un pañuelo en las narices/mientras pasaba por allí jugando y después no podía dormir/visiones terribles y desoladas/-es­ taban allí los chinitos acostados en un ataúd deshecho apretando todavía 167


en sus manos un contrato que les aseguraba el regreso a su China/pero habían trabajado de peones y no habían podido regresar a la China/y los muchachos pasábamos por allí/mientras yo me ponía a llorar/y al volver a mi casa me empezaba a lavar y nunca terminaba de lavarme con detergente alcohol ron de quemar thimolina./Y este cementerio que­ daba en medio de unos algodonales de los Beltranes/ mina de jabón tam­ bién le llamaban al cerro porque en sus piedras blanco jazpeadas con la­ drillo salía una espuma en la acequia/detrás de Sta. Rosalía./Y por estos algodonales los muchachos salían a seguir el rastro que en el barro hú­ medo dejaban los zapatos de las parejas./Y yo iba con estos muchachos también./Y todos estos muchachos se pasaban horas en las esquinas viendo qué pareja estaba a punto de salir hacia el campo para seguirla con una linterna./Y esto era una distracción en los chicos que tenían más de diez años./Pero había en esto un cierto sadismo que yo no compar­ tía:/seguir a las parejas no sólo para m irar/y dejarlas hacer sus preám­ bulos/las seguían sobre todo para lanzarles piedras en el momento en que empezaban los movimientos del coito/y era como si me estuvieran lanzando piedras a mí mismo./Y las acequias los sábados servían para lavar ropa./Mientras que las mujeres criadas en la ciudad se forman una conciencia del enseñar los pechos desnudos como un pecado/las campe­ sinas tienen otra conciencia del pecado en cuanto a sus pechos: / enseñar sus pechos desnudos no es un pecado/y no los enseñan sino que senci­ llamente tienen sus pechos desnudos como uno tiene las manos desnu­ das./Mi padre nació y se crió en la sierra -valle del Mantaro-/Mi madre nació y se crió en la costa -valle de Cañete./Y mi padre trabajó como obrero en una fábrica/y durante toda mi vida ha sido chofer/levantan­ do, con su propio esfuerzo, y con la misma moral estoica, su propia em­ presa de transportes de la que es el presidente del directorio./Mi madre se ha pasado toda su vida en nuestra casa/y va a misa/pero hasta ahora no ha ido a una sala de cine todavía./Y mi abuelito sólo fumó y fue al ci­ ne una sóla vez en su vida/y no ha vuelto a fumar ni a ir al cine todavía./Y mi abuelito/mi abuelita Paulino empezó a trabajar cuando tenía cuatro años como ayudante de una herrería/y su primer jornal semanal era una taza de arroz que llevaba a su abuelita./Y este jarro de arroz era lo que llevó como un macetero con dalias durante toda su infancia a su abuelita./Siguió trabajando pero no pudo seguir estudiando -terminó el tercero de primaria/pero continuó manejando la tabla de restar y multi­ plicar mejor que el mismo Neruda./Entonces la letra con sangre entraba 168


y lo de a rincón quita calzón funcionaba/como ahora funciona una bujía en un automóvil./Mosaicos se llamaba el libro donde aprendía a escribir y leer./Y los maestros no entendían de contemplaciones. /M i abuelito tuvo que dejar su escuela y muchachito todavía/se puso a trabajar en una piara que recorría Cañete Bujama Chincha Yauyos lea Lunahuan á /y en andando en su piara se conoció todo su valle como quien se co­ noce montes y líneas en la palma de su m ano./Y en andando en su piara con mi tío Francisco a quien recuerdo ya muy ancianito y a lo lejos,/pa­ só toda su adolescencia./Mi tía Marina, hermana de mi abuelito, todavía recordaba que la gente de aquí se atrincheró por las serranías de Yauyos contra las tropas chilenas./Paulino dormía donde lo cogía la noche/y donde lo cogía el amanecer empezaba a buen caldo con yerbabuena y ajos chancados/que ligeramente fritos en una cacerola le dan todo un buen sabor a un caldo con papas y la mitad de un ternero cebado en maíz (costaba dos centavos)./Pero la carne de estos terneros de ahora ya no es la misma de antes: ahora son/com o los pollos de las granjerias pu­ ra química./Y qué vas a ser como antes: el vino de ahora es pura quími­ ca./Pero después ya tuvo que buscar mujer y cuando se juntó con María Luisa, mi abuela, / el capital de las nupcias eran dos ollas de barro y esas mantas de un rocío en las chacras por donde las piaras iban sembrando camino./Y por este honor de haber nacido en una cuna trabajadora y re­ belde es que yo escribo./Y así es como escribo. /Y seguiré así escribien­ do. /Y por eso es que aprendí a escribir. Y escribo. /Y o sé cómo coger una lampa./Y sé cómo sembrar/y cómo regar/y cómo cosechar porque yo he cogido la lam pa/y porque yo he sembrado/y porque he regado/y porque he cosechado./Yo sé cómo subirme en un árbol y coger aceitunas./Yo sé cómo coger el fruto de los paltos/y cómo se matea para coger el fruto de los paltos./Qué ricas son las ciruelas/y cómo duelen riñones y lomos al ir paso a paso arrancando el tomate/sacando las yucas/de­ senterrando las papas/cortando a los zapallos. / Abuelita: estoy comién­ dome un puñado de pasas mientras escribo estos versos./Y yo he sabido cómo colocar losetas sobre una cama de fresco cemento para que unos zapatos en piel de becerro taconen/lo que uno hizo con tanta energía/y tanto am or./Y por eso es que me gustan los campesinos/por eso las fá­ bricas/por eso tengo gusto cuando penetro en una Desmotadora y veo máquinas que se mueven/y veo a obreros moviendo a las máquinas./Y es porque veo el poder del hombre sobre las máquinas./Y es porque siento que sin máquinas tampoco estos versos podrían llegar a más gen169


te./Y yo estoy escribiendo por aquellos hijos de campesinos que se ve­ nían a pie desde muy lejos a estudiar en el colegio del pueblo./Yo estoy escribiendo por aquellos hijos de obreros que no tenían una refrigerado­ ra/ pero tenían su Underwood en la que yo escribía mis versos de ado­ lescente. /Yo estoy escribiendo por aquellos que bajaban de Yauyos/y su vida era muy solitaria en el pueblo./Yo estoy escribiendo por aquellos que llegaban a Lima/y en Lima no encontraban dónde vivir para seguir sus estudios./Y yo estoy aquí desangrándome por toda mi gente./Mis lágrimas son rabia/y mi rabia energía que mueve a mi poesía./Yo sé de­ sarmar y armar una radio./Yo sé desarmar y armar un motor./Y por eso es que me gusta el olor de las fábricas/actividad febril y coordenada co­ mo astros de un universo en las fábricas./Pero qué duro es ir recogiendo algodón con un saco amarrado y colgado de la cintura/y cómo quema la espalda./Qué sagrado y qué inmenso y cuántos motores y máquinas /qué pasión /actividad /flexibilidad /pechos gritando /belleza desen­ cadenada en el recinto de la fábrica mucho más imponente /que esta os­ curidad de las catedrales góticas flamboyante. /Oh el honor del trabajo /nacer y mantenerse en lucha constante contra todo aquello que sale en "Vanidades" "Cosmopolitan" "Buen Hogar"./Amar/carajear como un obrero./Cada letra -una revolución./Cada letra -u n tan explosivo or­ gasmo./Y por todo esto/-por Paulino mi abuelo/y por lo que he sufrido y por lo que he gozado/porque en la amargura de tu decir no se go­ za/ es que aprendí a escribir./Aunque por ser tercera generación he sido siempre un Dandy delicado./Y aprendí a escribir porque escribir es combatir/y combatir es amor./Y porque el mundo necesita belleza/y to­ da belleza es transformación./Porque mi pueblo odia a la opresión/y porque mi pueblo odia a la explotación./Porque mi pueblo ama a la re­ volución./Porque todo es bello si uno combate/y porque todo es bello si uno ama -pero amar a quien./Y porque todo es bello si uno odia -pero odiar a quién./Porque todo es bello si uno ama./Porque todo es bello si uno ama./Porque todo es bello incompasiblemente en el acto de rebelarse. l i l i l í uno va por estos precipicios como senderos donde una maleza llena de flores me rozaba los tobillos, aspirando todo un olor incontroversible como el olor de una vagina que se humedece al depositarle mi lengua mientras el atardecer y el amanecer eran alas de una misma mari­ posa terrible y ahora era noche, orquestas que murmuraban como abejas a lo lejos entre mis hieles torciéndole el pescuezo a una economía bufalesea e iletrada. Estas son madrugadas que yo abro como se abre un libro


interminable. Estos son tiempos privilegiados porque asistimos a la des­ trucción de la peste y la estupidez -a la destrucción del cáncer de la bur­ guesía. Estos son los tiempos heroicos. Y nos ha tocado vivirlos. Y va­ mos a poner nuestros puños para aplastar a la muerte. Y vamos a elevar nuestro puños como un canto de gloria en el momento en que el Estado de la burguesía y el ejército de la burguesía sean aplastados como gusa­ nos leprosos por nuestros cantos de gloria elevándose como chimeneas de fábrica y lampas de los campesinos. Lo que reflejamos, como teoría, es lo que no reflejamos si en la teoría el ser queda eludido: virtualidad es lo que se organiza como escritura. Peligro: empirismo (pero no irresolu­ ble). La crítica del empirismo, en los textos, es el excesivo despliegue de la negatividad. I o /La máquina de escritura en tanto que organización de sus mecanismos y líneas -todas sus líneas: analíticas, críticas, combativas: que pueden ser también sólo una metáfora- destruye a lo empírico. 2o /En la escritura se cohesiona lo que se da como amorfo en el mundo (un mundo mítico, semifeudal, o neocolonial, capitalista). Pero esta cohesión es el sentido de la precisión del sentido del movimiento del mundo: el mundo del sentido no es otro que el mundo en movimien­ to. La escritura cohesiona y tendencializa en un sentido absoluto este movimiento. 3Q /El movimiento se expresa a través de la forma. La forma en la escritura es conciencia: allí donde nada se da como forma el contenido no existe simplemente. Ello quiere decir que una forma sin contenido tampoco tiene calidad de existencia. 4o /La escritura es máquina de guerra: es Panfleto. La relación en­ tre una carta de amor y un volante sindical es su grado de intensidad cualidad esencial de la máquina de escritura como máquina de guerra. 5o /Toda la escritura es reflejo pero reflejo crítico en tanto que forma y sentido. La cualidad del reflejo es la cantidad de realidad some­ tida a crítica. Una cantidad de realidad sólo se logra a través de una in­ mersión en la totalidad de la realidad. 6e /La totalidad es la contradicción: la escritura refleja esta con­ tradicción. Como reflejo, es un efecto directo de la escritura socio-econó1 7 1


mica. Pero la escritura que es puro reflejo no es reflejo puro sino reflejo crítico (en el que entra toda la subjetividad): como reflejo crítico, tendencializa la contradicción y es causa de transformación de la misma estruc­ tura socio-económica. T /L a relación entre el reflejo y la realidad es el ser social del es­ critor (que en tanto que tal es un trabajador del producto social del len­ guaje) y su técnica de escritura. En esta relación se da todo el trabajo de la literatura.

/Sin escritura el mundo no existe sencillamente.

Atrás quedó ya lo empírico. Atrás lo naif (y Arvatov tenía razón). Atrás lo estático. Atrás lo frío. Atrás la incomunicación. Atrás lo inemotivo y lo cuyo motivo es una paralización mercantil. Atrás lo que no es de­ seo o no tiene deseo o no desea. Atrás lo sin locura. Atrás lo sin razón. Atrás lo inatemurado y lo malaventurado. Y atrás lo que no se desnuda. Atrás lo que no tiene oído. Y atrás el fuego que no quema y los que ha­ blan del fuego sin que su fuego queme. Y atrás todo lo que no sirva a la causa del torbellino transformador de la historia. Pero la escritura es organización y es coherencia -como una Inter­ nacional orgiástica: Máquina de combate/cuerpo de amor. Escritura salvaje/estilo sabotaje (contra la burguesía). Y yo iba cruzando esta y otra y la misma ciudad. Yo iba por caminos que se decuplicaban en la historia1.

1.

Pero no hablo más que de una violencia que se multiplica como el llantén en montes y acequias -de la calidad de una violencia (toda aquella revulsión real) que impulsada por las condiciones histórico-sociales que despueblan al campo se vuelca sobre la ciu­ dad para formar en ella la vida de una propuesta. Como escritor -dando que opero so­ bre un producto social como la lengua y el lenguaje- mi ámbito es el del trabajo: en tan­ to que escritor no soy más que un trabajador más. Pero como L.E. 1971302 sencillamen te no existo y esto es lo que me permite la condición de vivir y luchan quien posee la LE. 1971302 no puede existir más que levantado contra una cifra que lo nombra "ciu­ dadano peruano” pero que le niega su esencia nacional en tanto que lo convierte en una mercancía dentro de una geo-política planificada por el Estado transnadonal de una Trilateral. Me explico mejor: en las sociedades capitalistas a los hombres se les con­ sidera y efectivamente son tratados como mercancías por la burguesía (y por eso los hombres se rebelan). La esencia nacional es relaciones humanas -no relaciones mercan­ tiles.

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Mochila de metáforas al hombro. Alfombras de flores de Tarma: apoteosis de unos detalles como sueños sagrados de sus tejedores. Yo estaba en un puente del Rímac, arcos de piedra oscura y labrada donde laúd y mandarinas en las cuerdas de su laúd Ventadorn me can­ taba: Chantars no post gaire valer / si d'ins dal cor no mou lo chans. Cantos del pastoreo y del arreo al ganado yo cantaba: Volvió la maripo­ sa, / volvió la libélula, / tu madre está llorando, diciendo; tu padre está sufriendo, diciendo. Un viaje hacia el infinito que era todo este viaje, un viaje del aquí y el ahora -llanto y placer, lágrima muda, voz como un to­ rrente hecho tic-tac en un sitio que ya se conmueve. Trozos de verdor en los ojos, desiertos amarillos, montañas que resuenan como charangos en cada plaza de pueblo, aves con largas patas picando unos granos río arriba. Yo mismo fui, / yo mismo me trasladé, / y en verdad mi madre lloraba, / y en verdad mi padre sufría. Y todo era terrible. Puro es lo que La esencia nacional, esto es: las relaciones humanas no mercantiles, son una condición rebelde. En cambio una condición democrática tiene que ver con la eliminación de la gran burguesía. Por ello: quien posee la L.E. 1971302 no posee nada, pero se esencializa a través de su levantamiento mismo contra el Estado de la burguesía. Este levanta­ miento forma parte de la literatura y toma parte en la realidad (que engendra a mi lite­ ratura). Entre algunos de los personajes de este poema estoy yo mismo en cuerpo y es­ píritu -pero estoy como nombre de guerra, que es mi verdadera condición de exist­ encia. Como nombre de guerra soy yo mismo en tanto que tal, en tanto que E.V. las ac­ ciones político-sindicales (y a veces político-militares) de las células que se mueven y actúan a través de todo este poema como reflejo de un momento histórico constituyen mi propio espíritu, y mi espíritu se expresa y existe precisamente en el momento en que se niega como espíritu. Mi espíritu existe en el momento en que se transforma en acción. Quien quiera encontrarme entre los nombres de guerra que actúan no encon­ trará más que a la praxis de unos hombres que existen porque son praxis. Lo funda­ mental del poema es que lo que he llamado mi espíritu no existe en tanto que soledad y tampoco existe en tanto que un yo egoísta sino en tanto que relación política y en tanto que inmersión en el pueblo pero como una inmersión que tiene un destino final humanista. He querido escribir este poema como lo mejor que he podido escribir y en este poema he puesto toda mi vida y he puesto toda mi sangre -se trata, por ello, de una autobiografía espiritual y de cómo se ha formado un muchacho de pueblo que por las circunstancias de clase y "de raza” (que todavía funcionan en Lima) aún no tiene derecho ni a la literatura ni a expresarse literariamente. Creo en la libertad, y lucho por la libertad. Sé que mi literatura está por encima de la burguesía, y se sitúa lejos de la re­ latividad de las modas. Pero no lucho por la libertad para dejar el hastío: lucho por la libertad para que otros jóvenes, si su vocación es la literatura, tengan la posibilid ad de encontrarse a sí mismos. Abandoné la universidad y esa fue mi victoria. Ahora escribo este poema y ello será otro fracaso para la burguesía.

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vuela como una mariposa en mis labios, y podrida estaba aquella con­ serva que abrí -mierda de "St. Didier"—y arrojé de inmediato. Ciudadano por las que uno no cesa nunca de pasar, campos de donde uno nunca terminará de salir. Pero el almácigo está aquí, aquí mismo en mi corazón. Y me acaricia una mujer en una penumbra. Me está acariciando en­ loquecida por el deseo. Día de Corpus Christi: danza desnuda y fiesta en que mujeres y hombres se unían bailando y acariciándose suavemente en los cerros. Fiesta de la fecundidad de los inkas en un templo majes­ tuoso y sin muros, cumbre más alta: falo/vulva y algo más alto que fa­ lo/vulva: orgasmo que era más que un orgasmo porque era como un canto al poder de la vida en toda la tribu, felicidad anunciándose en el velo transparente y salpicado de verde en los cerros -gotas de lluvia so­ bre el andén, embriaguez no sólo de chicha sino con una alegría que sa­ cerdotisa Chuquissuso, sagrada y consagrada Chupiñanca y vuelta a ser consagrada por mí. "Súcubo" -te hubieran dicho los frayles, tal vez tam­ bién Francisco de Avila (pero no eras eso y estabas muy lejos de eso). Eras, Chupiñamca, pan para todos -trabajo y maíz para toda la tribu. Pe­ chos y labios, muslos, vientres, piernas que yo acariciaba y el estilo de amar Checan (cultura Mochica, al norte de la costa peruana) no se habla sino se hace y tú sonreías y te dejabas acariciar y te me arrojabas contra los muslos: el arte Mochica es tan perfecto tan vigoroso como las apsaras de Khadjuraho -más cerca como cotidianidad a la Ukiyo-é japonesa pero no más distante como finalidad ritual que la Than-ka nepalesa (cuyos colores sin embargo me han recordado a la cerámica Nazca). Checan/Dzogchen (y lo hicimos). Adoración de la luna: Chanchán. Adora­ ción de la tierra: Pachacamac (y descálzate). Pero adorar nuestro cuerpo es elevar una cúpula en el abismo. Una cúpula como un relámpago eter­ no en la noche. Potenciar la energía del mundo. El sentido de la ecología es oponerse a la territorilización mercantil del capitalismo transnacional. Pero la ecología en tanto que ecología tiene sus límites: estamos más allá de la ecología. Poleas, motores y maquinarias son los aparatos genitales de una historia que surge en quienes mueven esta poleas, motores y ma­ quinarias. Pero el sentido de la belleza no es volver a decir lo ya dicho no es no decir fuego, sino que el fuego aborda lo que no pudo soñar aquel hombrecito que hoy es una factura que yo arrojé en un charco de la rué Mandel. Es inevitable lo bello como no es impertinente nada que pueda

sabotear a una falsa conciencia. Uno levanta una arquitectura como uno se maravilla en cada arabesco: vivir es tan difícil como lograr el goce de apenas una flor perdurable. No perdona la belleza (y trágate eso). Fuente de Barranco, cuatro de la tarde: brota el amor. Existe un equinoccio. Pero ese equinoccio no existe sin la imagina­ ción de los hombres. No existe ese equinoccio sin relojes de piedra, brú­ julas, mapas de viaje. Cinemateca de todas partes: Réquiem por un rey virgen/La caída de San Petersburgo (cf. Syberberg/Poudokhin). Obras maestras. Arte de la historia -no historia del arte. ¿Qué queda de los 70? -muchachas como flores brotadas de nuestra página mientras Dany Cohn-Bendit -su acción es el sueño de mi páginalucha contra desempleo + inflación. Parque Universitario, siete de la noche. La multitud merodea en tomo a la torre del verano y el amor. Casona de San Marcos, una pareja se besa entre geranios. -Volantes con palabras revolucionarias. Ha salido la luna. Espero a mi amor. Ha salido la luna.

Cámara 2/ En realidad, Paolita podía ser inexperta en cuestiones que tuvieran que ver con la filosofía de las finanzas pero en los asuntos que se dan con el catre era no menos experta que las que hacen del catre sus finanzas: salió tan putita como la doña - embara­ zo regular, algunos antojos poco exquisitos ("no sé si comerme un chupe de camarones o una lazzaña rellena en salsa crocante, no sé si irme a las playas del Samoa cariño'')- que la parió. Y por allí andaría Paolita, por allí -rabito que no tiene compasión- Dorita: el mayor, hacía bastante tiempo ya que se había zampao. A su lado, un blanco perrito movía la cola y trataba de repetir, sapito, los etílicos hipos de su dueño.

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Y por aquel ruedo que como los ruedos de San Luis: antigua capi­ tal -en realidad la primera capital (o mejor digamos, cuatro solares) que fue fundada por el virrey Hurtado de Mendoza quedaba en un punto equidistante entre Cerro Azul y San Luis: punto que fue destruido por el pirata Drake en una de sus varias incursiones sobre la costa peruana-, que cuando el algodón terminó definitivamente por desplazar más al norte a la caña de azúcar se alejó, como tiendas de verjeleo: burbujas de soda que se prueba con el ajenjo, mujeres de buena carne que sin bikini? daban los pasos que ni en el mismo Moulin rouge de allá por Montmartre se daban o polainas y pistolas al cinto entre los cuatreros pero no sólo entre los cuatreros asaltando las haciendas vecinas, para ocupar un lugar y su lugar de inocente barbarie entre la mitología dorada del novecentto -época era en que la gente de estos sitios andaba con sus pistolas, dispa­ raban al aire para celebrar alguna festividad o no disparaban sino que sencillamente las llevaban colgadas al muslo hasta que algún gobierno nos salió con el inventito de la Guardia Urbana y a pesar de que ni esca­ ramuzas ni refriegas desaparecieron por eso las pistolas tuvieron que ser escondidas en viejos arcones, enterradas en los huertos y de vez en cuan­ do volvían a ser furtivamente sacadas pero esta vez para traerse abajo al subprefecto que terminaba pidiendo refuerzos a Lima. En fin, por estos ruedos de San Vicente la gente (pocas personas ahora) caminaba. Rue­ dos como aquel ya casi desolado de Cerro Azul, mar verde plata, retreta y proscenio de nogal con tórtolas y el aire de algún clarinete que aún se escucha cuando hablan las olas pero los dulces muslos con sabor a cru­ dos mariscos tienes que por probarlos como se prueba la pólvora peléartelos -en realidad aquí las muchachas son quienes deciden su amor, pero los muchachos ociosos no terminan de comprender todavía el por qué sus amigas tienen ganas de salir a bailar con muchachos de poblaciones vecinas también- como no quisieras peleártelos: chairas y callejones os­ curos, los celos porteños. Y en aquellos ruedos de Quilmaná, como en los de Nuevo Imperial, todo lo transparente: templos y precipicios por Paullo -deslumbramientos y rayos de sol o luna que rasgan las aguas de un río que corta en la niebla azulina el negro granito de las cordilleras de Lunahuaná y Yauyos bajando sobre la costa como trozos de artesanía, manos de gruesos granos de uva, vainitas, frijoles, tomates jugosos y suaves en un delta y en una enredadera de calles y paraditas sinuosas como el Le Marais, el Marché aux Puces/Clignancourt, una Kasbah de Dheli en Imperial con miles de personas caminando, tropezándose, acei-

tes de culebra, tijeras solingen, remedios para todos los males, pomadas, camisas abiertas, adivinos, astrólogos, griterío, zurcido invisible, agujas mágicas, piedras magnéticas, anticuchos, orates, gente medio desnuda embroncándose y enredándose en un remolino de carne y sudor, griterío y escupitajos. Esto, los domingos que empiezan con música a todo volu­ men en radios y tocadiscos. Pero ahora es noche y el silencio es un ámbi­ to encarnizado. La plazuela de San Vicente tiene, también, sus propias simetrías ocultas que reflejan las praderas y recovecos de una mitología, sus propios jardines llenos de barro y flores que sólo se abren cuando el mal-de-ojos ha pasado, plantas de aquí que no se plantan allá y entonces (para no joderte) tienes que eludir sucesivamente el Palacio, la municipa­ lidad, casas que se quedaron sin portales, centros de billar y fulbito me­ cánico, bazares, tiendas, oficinas bancarias, la catedral y más bazares, y restaurantes y más bares (todos de capa caída):

"Perdida te ha llamado la gente sin saber que has sufrido con despe/ración. Vencida quedaste tú en la vida por no /tener cariño que te diera ilusión..." tarareaba Salchicha, siguiendo el compás de la radiola: "Perdida porque al fango rodaste después que destrozaron tu virtud y tu amor", lo ojos aguados pensando en su amor que -con su foto iluminada por una velita-lo esperaba en el cuarto número 15 del burdel: - Qué haces -preguntó ella, coqueta, casi sin vellos en el pubis. - Dicto clases en Villarreal -mintió, pendejísimo-. Nada del otro mundo: un cursito de mercadotecnia -ella parpadeó, admirada: "No te importa que te llamen perdida" -pensaba él, cervecita helada en las ma­ nos- "yo le daré a tu vida que destrozó el engaño" -chupó- "la verdad de mi amor". (- El deshueve cumpa. No me cobró nada -volvió a chupar: "perdi­ da te ha llamado..." (bis)-. ¿Qué buen bolero, no?

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iiiuiaiiiiiiiimmiiiiiniiiim iiiiiiiiiium uiii¡iiiiiiiiiiiiiiiiii)iiiiiiiiiiiiim iilllinuiiii.»»m i


- Qué buena hembra, querrás decir. - Sí. Una buena hembra.) - Tú debes ser muy culto, ¿no? ja ja -rió nerviosamente, ella. - Fíjate -dijo él~. ¿El trago es o no es necesario? -estúpido como siempre. - Oye conchetumadre, le dije, ¿quién mierda eres tú para meterte conmi­ go? -dijo Chocné. - Ese es una mierda completa. -Ruega a Dios que no me encuentre contigo porque te pongo en tu sitio hizo una pausa-. Perro loco se asustó y se quitó más rápido que inmediatamente -sonrió. Una camioneta pasó dando la vuelta, lentamente, a la plaza de ar­ mas. "Perro loco" era el perfecto ejemplo de la estupidez provincial. Te­ nía un soporífero programa radial dos veces a la semana (martes y jue­ ves a las 8.30 p.m.) en el que -entre otras de sus poco inteligentes perlas que entresacaba de otro radioperiódico limeño, el de Ramírez Lazo- se dedicaba al poco estimulante hobby ("mi jobi es jugar a la dupleta cari­ ño") de hacer el kung-fu con ladridos: agredía todo lo que fuera organi­ zación popular, cualquier movimiento reivindicativo de los obreros de Unión, todo lo que fuera acción campesina sin contar que ya había desa­ tado una feroz campaña contra las guerrillas del 65 y contra quienes en un valiente y hermoso acto de solidaridad pudieran manifestar cual­ quier tipo de apoyo a los movimientos de lucha anticapitalista y antifas­ cista: esto último ya era el acabóse y cuando escuchaba hablar de Refor­ ma Agraria era como si le hubieran hablado, por ejemplo, de comunis­ mo. Reforma Agraria, aumento de salarios, invasión a las tierras de los Beltrán sucesión, huelgas en las fábricas ya eran como banderolas rojas que él veía flamear en cada casa. - ¿Y eres profesor o alumno nomás? -preguntó, encandilada. -U ff, alumnito nomás -dijo, grasoso-. Me faltan dos años. 1 7 8


- ¿Qué pose te gusta? -manos bajando hacia las ingles, besuqueán­ dolo. (- Pucha -d ijo-. El filo al catre lo hace como la puta mare -bebió un trago-. Oye, tiene mi foto y le ha prendido una velita en su altar. - El otro día la vi. Estaba en un bazar comprándose una loción.) - Desde entonces Perro loco no pasa, por lo menos, por mi calle. - Ni por la mía. Aquí le hemos dicho que tiene que pagar peaje. Dijo Can­ chan. - Ja -hizo un gesto con las manos- Son varios los que tienen que pagar peaje. Ultimamente había celebrado el despido de los varios miles de tra­ bajadores estatales que la dictadura de Morález Bermúdez había decreta­ do. También había apoyado -ladridos de un perrito al que un puntapié manda a la otra esquina- a todos esos apristas y agentes contrarrevolu­ cionarios que se encaramaron en La Prensa después que sacaran -eso es lo que editorializaba él en "Nuestra palabra" (disculpas por la palabra "editorializaba")- a esos rojimios del suplemento Jornada laboral. Pero matoncito como era (por eso mismo), Lescano Ladilla hacía por lo me­ nos una década que no comía ni dormía tranquilo: cierta vez, un mucha­ chito de esos que no tienen más riqueza que sus propios conocimientos ("un malcriadito un cualquierita cariño") le había advertido que de pro­ seguir en su nefasta intentona antipopular el segundo en sufrir las con­ secuencias de un suave táte quieto so cojudo sería él porque el primero se lo estaban disputando varios gamonales. - Tenía un marido, pero se fue con otra -se puso triste, sus largas pestañas postizas le rozaban el pómulo-. Pero ya desde joven me gusta­ ba. - Me casé porque le hice un hijo a una hembrita, y ahora ya me voy por el tercero -se lamentaba. - Déjale -intrigante-, ¿No has visto que culeo rico? -seductora, so­ ñaba con ser la otra querida. (- No Compadre. Una puta es una puta, y la esposa es la esposa.

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- Sí carajo -se echó cerveza en su vaso-. A las putas les gusta mu­ cho, y a la señora de uno no hay que acostumbrarla tanto -se puso refle­ xivo. - Los científicos, y esos sí que saben -afirmó con la cabeza-, dicen que una vez al mes está bien. - ¿Cómo? -saltó -. Yo creo que eso de vivir aguantado a la larga perjudica -dijo, preocupado. - Si no me crees, lee Ultima Hora.) - Dicen que la mujer de Perro loco se acuesta con Fermín, y que Perro lo­ co sabe pero se hace el cojudo. -Dice Lucho. - Es que Fermín le pasa un barril de cachina en cada cosecha. - Ah, bueno. Ese no tiene bandera. Eso a "Perro loco" lo tenía sin cuidado, aunque los directivos de ra­ dio FESSA no podían decir lo mismo: como tampoco comulgaban no só­ lo con las cojudeces de este señor sino (y muchísimo menos) con las lus­ tradas y su arrastre -en cierta ocasión había dicho que él estaba para "servir a las fuerzas vivas"- ante los tirantes de la PIP, resolvieron que para suciedad ya tenían bastante con la que se acumulaba en sus wateres y que mejor se largara a otro sitio. - Pero si yo te quiero a ti -estaba cariñoso, la monoseaba. - ¿Verdad? -bajando los ojos-. Tú eres mi tipo y estás bien papeao le mordisqueó el lóbulo de la oreja- Eres culto -estaba ante su príncipe azul, en persona. - Te voy a sacar de aquí -prometió-. Te voy a llevar al Rímac -volvió a prometer. (- A mí me parece que con que la dé una vez por semana, me con­ tento -estaban sudorosos, se excitaban conversando. - Hay que tener cuidado con la luna de miel -se puso a aconsejar. Tú todavía no te has casado- chupó otro trago-, así que no sabes qué se hace en la luna de miel. - Bueno, se chupa un poco nomás. No hay que quedarse dormido tampoco. 180


- Sí, pero tienes que hacerlo con cuidado, y una sola vez. Una sola vez -dijo, convencido-, si no la cagas. - Cumpa -dijo-. Aquí el único que la caga es don Rífoli, que no sábe que su mujer es puta. Yo creo porque el hombre se dedica mucho a los negocios, francamente. - O sea, tienes que vaciarte una sola vez y, de allí, hasta el próximo mes. Si la malacostumbras, te jodiste. Uno tiene que tener, también, sus cositas, por otro lado. - Y si no se tiene, para eso se inventó el burdel.) - Además, todo el mundo sabe que Perro loco es un sacabetún de mierda. - Eso es cierto. Sin embargo, lo correcto sería que Víctor, que también tie­ ne su radioperiodicucho, empezara ya a dar las primeras salvas contra este coju­ do. -D ijo Chocné. - Yo creo que Víctor, a pesar de sus problemas organizativos, estaría dis­ puesto. Y "Perro loco" se largó: ahora sacaba su radioperiódico en radio IMPERIAL (sus directivos se opusieron al comienzo, y luego se lamenta­ ron durante un buen tiempo pero al final tuvieron que atracar para evi­ tar que el más joven de los Ramos, los dueños pretéritos de aquel lugar, cogiera su teléfono y hablando con el mayor enviara una orden cortán­ doles el fluido eléctrico). "Perro loco" tenía una voz insuficiente y nasal, y su "Nos preocupa" -la muletilla final del programa- era, como por lo demás todo lo que él hacía, hizo y haría en el futuro (si es que futuro se le puede llamar al tedioso tocadiscos que se compró por lo bajo y a pla­ zos), un atentado directo al buen gusto, al sentido de la proporción, a la belleza en la formulación de las cosas. - Tú eres muy, muy agarradora -le iba quitando el sostén. - ¿Entonces me quieres para divertirte nomás cuando estás sin mu­ jer? -la empujó suavemente contra la cama, que rechinó. Una oblicua luz de sol trataba de atravesar el celofán rosado de la ventana. Mujeres y hombres en posiciones difíciles, desnudos, pero inmóviles, trataban, des­ de que fueron recortados y pegados como tapiz sobre la fría pared de ce­ mento, de seducir y lograr la erección en los clientes de la carne.


- Ponte a Pedrito Otiniano -dijo. Ella alargó su brazo y volvió a co­ locar la aguja sobre el disco que, por novena vez en aquella tarde, iba a dejar escapar la chillona voz del melódico cantante entreverándose a los ruidos de la cama que fluían por todos los oscuros resquicios de aquel cuarto. - No. No te quiero para divertirme -puso su boca en el cuello me­ loso, sudoroso-. Tengo algunos problemas en mi casa -agregó.

- Y otra cosa -m eticuloso-. Dos veces nomás por noche, y nada más. - Ya lo sé compadre -agregó-. Como uno es un arrecho de mierda, uno tiene que darla primero. - Dicen que no hay que dejar insatisfecha a la mujer -pensó-. Pero yo me sigo preguntando, ¿y si se malacostumbra? -se preocupó. Hay que ser muy cojudo pa'dejarla malacostumbrarse -valientito.

- A ti no te cobro nada -ella se acomodaba bajo su peso-. Después de las doce podemos dormir juntos. - ¿Y por qué no ahora, amorcito? -pidió-. Tengo la pichula al palo. - ¿Sí? -dijo, cachacienta-. No siento nada. - Tremendo hueco que te manejas -conversaba- Qué mierda vas a sentir. - ¿Tremendo hueco, o tremenda pichulita? -se preguntó-. Quien la tiene más grande manda más -sentenció. - Yo la tengo más grande, pero tú eres un túnel de La Herradura comprobaba. - O sea que cachas gratis, y todavía me vienes a joder -se empezó a mover. - No amorcito -d ijo -. Tú eres la única que me arrecha -se movía. (- Si sabes guardarte una vez al mes, podrás culear hasta viejo chupaba hasta el último cartucho. Pidió media caja más, dos paquetes de Norton. -Y o creo que a una vez por semana, también llego a viejo -s e entu­ siasmó. - Sí, pero que le guste poquito nomás a tu señora. - Poquito nomás, pues cumpa. Mucho, está bien bravo. - Después va a querer todos los días -aconsejaba-. Si después no puedes, se te va con otro. - Lo mismo que le pasó a conejito, pero ese todavía estaba joven reflexionaba-. No sé qué le pasó, francamente. 1 8 2

- Claro pues hermano.) - Creo que le estamos dedicando mucho tiempo a Perro loco -dijo-. Algún día la va a pagar todas. - Yo creo que ya las empezó a pagar: puntual, como siempre.-Dijo Can­ chan. Para él, Ramírez Lazo -esa huachafería que ventoseaba en vez de hablar- era la mayor lengua (sí, lenguaza atorada de búfalo) con que contaba, aujourd'ui ("quiero aprender francés cariño"), el tan cuarteleado Perú: -después de Juan Ramírez Lazo, yo, que me resbalé primerito, a ra­ dio Moteles y después me pasé a radio VICTORIA -gritó una vez, borra­ cho hasta el cien, en una reunión de notables. Pero en esto, tampoco de­ jaba de parecérsele al mayor (quien le permitía ir a dormir, de vez en cuando, al Palacio como pago por pedos que el éter inmisericordemente arrojaba sobre el valle, del tipo de "Nos preocupa que... el mayor Godoy le hayamos encontrado colorado por el sol... nos preocupa que... no nos haya invitado a su última comilona"): allí donde hubiera oportunidad de lamerle el culo a los entallarinados tiras y policías, a los que tenían la marmaja ("se dice cuenta corriente y libreta de ahorros es otra cosa cari­ ño") estaban ellos, de cabeza. - Hombre es quien bombea cinco veces seguidas -lo abrazaba, se­ ductoramente-. ¿Tú puedes? -toda miel-, - ¿Cómo que no puedo? -saltó-. Tengo una hembrita en la Villa­ rreal y otra flaquita, en el Troca del Callao. También tengo otra aquí que me está jodiendo porque te estoy viendo a ti -se había azorado. - ¿Entonces lo hacemos ahorita? -le ponía los muslos-. Todas las poses que tú quieras -se le sobaba los senos. 1 8 3


- Pero ya hicimos uno enantes -sus manos bajaban por la cintura. - No. Cinco polvos seguidos, o nada -ojos de Libertad Lamarque. - No me has entendido: contigo tengo cuatro hembritas fijas -ex ­ plicaba-, sin contar los jales ocasionales. La del Troca del Callao me saca el jugo -semental. - Para qué te va a servir una flaca -se amargó-, si la abrazas y te agarras tú mismo. Yo soy pura camecita -se comprobó. - Pero después no pidas chepa -matoncito. - Oye, qué te pasa -cogida por sorpresa-. No creas que porque me ves aquí no voy a culear, también, al Cinco y medio. Allí van los de pla­ ta, no cojudos como tú. (- Pero la Zoilita no está nada mal, ¿no? -se sirvió más cerveza-. Qué suertudo es usted compadre -admirándolo-. Yo, en su lugar, me ponía marco a mí mismo. - Cuando seas universitario vas a tener hembras como mierda -d i­ jo. - Una hembrita así como la Zoila nomás quisiera yo, qué deshueve. - Pero antes de ir al Troca tienes que tomarte una pastilla de penici­ lina si no te jodes. - No compadre, yo no me jodo. Con tal de no besar la cosa, el resto se soluciona al toque. Pero con la esposa de uno sí se puede hacer, ¿no? - No mano, ni le enseñes esa cosa a tu señora cuando te cases. Eso, dájala para las hembritas de al costado -se sirvió más cerveza. - ¿Por qué crees que se le fue la mujer al Conejito? Pues porque es­ te cojudo empezó a hacerle la cosa con la lengüita, y después la hembra eso nomás le gustaba y como al Conejito ya le habían salido callos ya no la hacía feliz. ¿De dónde crees que le viene su chapa de Conejito? -se ras­ có la cabeza-. Usted se me está poniendo difícil, cumpa. - No compadre, fácil. ¿Para qué cree que son las putas?) - Bien -se acercó Chocné, volvía de aparentemente ciriar a Paolita- Esta noche damos el operativo decisivo.

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Y por allí andaría Paolita, por allí -rabito que no tiene compasiónDorita. El mundo daba vueltas y ellas, también. Con más sentido del pragmatismo que sus propios maridos (en re­ alidad eran mucho más pragmáticas que cualquier político de la dere­ cha), las mujeres del mayor y de "Perro loco" preferían no meter sus ma­ nos en asuntos que ellas conocían tanto como un carnicero conoce de medicina y, a las cuatro de la tarde -hora en que se acostumbraban citar para tomar el té con algún pastelito, que Dorita preparaba en su homo-, que encontraban con algunas otras amigas de esas que tenían plata y un buen apellido en casa de cualquiera de ellas para conversar de cosas ver­ daderamente interesantes y no tan áridas como los gráficos de las altas finanzas, que conocían sus maridos (!eso era lo que ellas pensaban!): co­ leccionar cuemitos ("blancos efluvios en negros deseos me gustan o no me gustan cariño") es un hobby que tenía que ver con los favores que un peinado estilo "imperio", un vestido sin mangas pero con hombros ramglan producían en sus galantes admiradores. - Yo, con mi Emilito, no tengo ningún problema -acostumbraba a decir Dorita-. Desde que no se le arma -bajaba la voz-, el muy chic se di­ ce feminista -para las amigas. - Y yo con el mío, ninguno -agregaba otra-: con tal de que le tenga sin ninguna arruga su camisa, le ponga su pisquito y su ensaladita para el colesterol me deja libre. - Hija -decía, oportunísima, otra-, si se mete conmigo le tiro un za­ patazo y le digo machista. Por lo menos ya hice que la cuenta corriente figure a nuestro nombre. Sin embargo, existía -leve como una arruga más en la pata de gallouna diferencia: doña Dora no se iba a quitar, ni como cagando, el apelli­ do del marido: le cogiera quisquillosamente la cosa a quien le cogiera ("blancos efluvios en negros deseos qué frase más poética cariño") ella sería siempre Dorita de Godoy para usted y para todo el mundo. En eso, no había vuelto que darle. Cuarentona y entrada en carne, pintarrejeada como una Semíramis pero como una Semíramis sin más imperio que el propio hotelucho de su marido, ella, nacida en Magdalena, hace y deshace, chupa, baila como puede una todavía apetente huaracha y, cuando ya tiene tres traguitos 1 8 5


encima, también el mambo -aunque esté prohibido-, no deja de armar sus jueguitos de canasta y de bridge, fuma largos "Pal Malí" ("se dice palmol cariño") y allí donde el primer ministro inglés se había ido a la mier­ da ella le hace una poco leal competencia a su Paola pues -aunque cua­ rentona no dejó de ser ligeramente apetecible todavía- con lo zorra que es sabe cómo sacando la lengüita ("ay, hija, mi vida es una novela") y co­ locando los labios como potito de gallina mientras con las manos acari­ ciando en lento vaivén al susodicho y volviendo a colocar el potito de gallina como un sombrerito sobre el susodicho pero apretándolo suave­ mente contra el paladar y moviendo ahora muy ágilmente la lengüita que está que se solaza puede sacarle un tarjetazo al administrador de cualquier haciendita de por allí obrando maravillas especialmente si el dueño del susodicho se encuentra atravesando por un vomitivo estado etílico, y generalmente -al menos después de una comida en el Rotary, con sus respectivos discursos a la bandera, a la "economía social de mer­ cado" y a esa "gorda, gorda billetera... (habla, habla nomás sonso cojudo) ...de la juventud cañetana"...- los caídos susodichos tienen que reanimar­ se con diez tabletas de "alka-seltzer" disueltas en agua de San Mateo pa­ ra poder batirse en igualdad de condiciones con doña Dora, la pisahuevos. Y el mayor, en este asunto, como en todo lo que tuviera que ver con las matemáticas puras, las sociología y la historia, se consideraba un "pi­ sado", públicamente y sin murmuraciones ni sonrojos porque no podía considerarse -excepto en las innegables connotaciones filosóficas (es de­ cir, financieras) del asunto- otra cosa tampoco. Todo el mundo sabía ("hay que vivir la vida cariño") que más que un pisado era un perfecto atrasado -los escasísimos clientes que se quedaban a dormir en su hotel, que no era sino su propia residencia a la que le había agregado unas cuantas divisiones en triplay (el decorado lo recortó de "Cosmopolitan"), no eran otros que sus propios amigos de juerga y estos tenían sus pro­ pias casas. El gato encerrado era evidente pero no resultaba tan evidente que todas las prebendas del mayor surgían precisamente de este gato en­ cerrado. La boca como potito de gallina y el meñique levantado son los sig­ nos metódicos de un inquietante atractivo. La otra, tan caída del catre como su marido pero no menos hábil que sus compañeras de timba, cogió sus maletas, metió dos calzonazos de los antiguos ("me acabo de comprar unos eslípines muy apretaditos 186


cariño"), y un vestido de rosas blancas sobre fondo azul (que lo compró en la boutique más parisina de Cañete), un par de zapatos negros charol con hebillas relucientes y -cuando Andrés Lescano Ladilla salió con su cartapacio carcomido por las polillas, cierto jueves en la noche, para con­ tinuar fregándole la paciencia al público (que a eso prefería naturalmen­ te escuchar su "chichita" y toda aquella cosa del "yo soy sensacional”) desde radio IMPERIAL- se fue rápidamente y sin esperar siquiera un minuto por si las moscas al cafetucho "No Se Fía" donde la esperaba (só­ lo había pedido un té con limón) su príncipe azul, que no tuvo tiempo de probar su té, y se embarcaron en un colectivo que tras dos tres cuar­ tos de hora de bache y barro los depositó sanos y salvos a los pies de unas paredes de quincha en uno de los caseríos más apartados de la pro­ vincia. Manuela Cordano, ex-de Lescano Ladilla, dejó de salir en las ruti­ lantes páginas sociales del radioperiódico "Nos preocupa” pero desde entonces sintió como que ahora nadaba en un largo pozo de tranquili­ dad y frescura. - Por lo menos, ya no tendrá que lavarle los calzoncillos -rió. Chocné.

Los muchachos habían estado conversando nerviosa y animada­ mente: -jeje, no sólo a Perro loco, también a ese ¿cómo se llama? ¿Chulo? -agregó uno. Era verdad. Chulo era un fotógrafo por correspondencia y sin clientela, y los billetes los sacaba sacando retratos de quienes tenían la soberana desgracia (ladronzuelos, forajidos de una noche de sábado) de haber sido detenidos e interrogados entre científicas pateaduras por la PIP. Mejor dicho, era el fotógrafo oficial de la PIP en Cañete -una mier­ da, entre todas las mierdas, la más completa. Y un especialista en mirar con desprecio a la gente. A los que no tenían plata o que tenían pinta de serranos o zambos y a los escolares (sobre todo a aquellos que editaban y distribuían unas encantadoras hojas a mimeògrafo: Vanguardia estudiantil) no los podía 1 8 7


ni ver. Y, ay, de aquellos a quienes hubiera visto conversar -o por algún chisme se hubiera enterado que conversaban- con campesinos de las haciendass vecinas ya podían considerarse ipso fichados o miembros de una lista de sospechosos en la PIP porque para lo único que servía este tipo - huesudo y sarnoso, pelo al rape, caminar descoordinado- era para alardear de su sobonería con los tiras. Sin embargo, no por cepillo de ti­ ras andaba tranquilo por las calles: en cualquier momento, tarde o tem­ prano, una justicia que él desconocía -la justicia de nuestra tierra, le dijo bien claro una vez un comunista que cayó preso- le iba a caer como un huayco encima. Y el huayco estaba que se acercaba cada vez más. Todos aquellos humildes y orgullosos estudiantes que se leían con una pasión admirable los versos terribles de los grandes poetas, todos aquellos estudiantes que se reunían para estudiar con una sed inñnita la hermosura contenida en los cielos de Lobachensky, brillantes diagramas de Venn y de Euler, todos aquellos que con sus guitarras salían a los bos­ ques de pinos para celebrar discusiones en honor de un equinoccio que multiplica los luceros hermosos y todos aquellos que con sus libros sa­ lían a reunirse bajo los sauces con campesinos que no tenían dónde dor­ mir o dónde o qué cosa comer, y todos aquellos que no tenían un mise­ rable camastro pero tenían una máquina para escribir y otra máquina para imprimir y no tenía un pan en la boca pero tenían sueños que co­ municar a su tierra o tenían libros pero no tenían con qué vestirse y que fueron -entonces teníamos quince diesiséis veinte treinta años- golpea­ dos y torturados, tratados peor que delincuentes, fichados, ¿dónde esta­ ban? "Tú eres rojo, ¿no?" -decían-. "Así que tú eres comunista, ¿no?" -de­ cían-. "Tú quieres que las haciendas sean de los serranos, ¿no?" -decían"Tú has leído mucho, ¿no?" -decían-. "Tú eres el primero en matemáti­ cas en tu clase, ¿no?" -decían-. "Así que tú has leído mucha literatura, ¿no?" -decían-. "¿Tú no sabes que unos nacieron ricos y otros pobres?" decían-. -Tú eres serrano, ¿qué haces con negros" -decían-. "Tú eres ne­ gro, ¿qué haces con serranos?" -decían-. "Tú eres blanco, ¿qué haces con rojos?" -decían-. "¿Para qué lees libros" -decían-. "¿Para que te vuelvas comunista" -d ecían - "Los libros son peligrosos" -decían. Y decían. Y de­ cían. Y decían. Y diciendo se ensañaban. A los más menores los patea­ ban. A las solteras les metían la mano. A las casadas las empujaban. Y a los más serranos se los llevaban a un playa desierta y allí los pateaban 1 8 8


(tira Percovich, tira Estornuda o algún apellido ponja parecido y todo un tropel de detectives embozados pegándole a unos niños esposados). Di­ cen que el Código de Menores prohíbe los malos tratos, los interrogato­ rios abusivos, el tomado de huellas dactilares, el fichaje y la toma de fo­ tos para niños y adolescentes encarcelados -no lo creo. Esa vez, (era el primer gobierno de Belaúnde), los tiras en Cañete ficharon y fotografia­ ron hasta niños de apenas once años (además de haberse ensañado en los interrogatorios). Pero el mundo da vueltas, y todo cambia. Todos aquellos humildes y orgullosos estudiantes que se leían con una pasión admirable los versos terribles de los grandes poetas, todos aquellos hu­ mildes y orgullosos estudiantes que eran los primeros en su clase y se ponían a estudiar en tomo a los diagramas de Venn y Euler, y que fue­ ron golpeados y torturados, fichados y enjuiciados, ¿dónde estaban? Sí, ¿dónde estaban? Ahora les tenía que decir doctores - médicos, catedrá­ ticos, ingenieros, abogados, profesores, e incluso mecánicos. Doctores, pero seguían siendo tan puros como cuando -entre bur­ las, risotadas, ridiculeces, carajeadas y mentadas de madre- los había obligado a dejarse retratar, uno por uno, de frente, de perfil, y con un largo número en el pecho y otro número encima de la cabeza: -todos juntos carajo, para el recuerdo -ordenó Chulo. Y ahora, pero ni ahora -a estos que el fotógrafo había insultado, es­ tigmatizado, perseguido y sañosamente maltratado- podía decirles doc­ tores. Ahora lo único que tenía que hacer era andarse con cuidadito nomás. Pero no porque le fueran a poner una bomba ni cosas por el estilo, sino porque la gente lo despreciaba. Y esa misma gente que antes anduvo un poco despolitizada ahora había salido a las calles (esto no se vio desde las Montoneras de Cáceres y otras Montoneras que en otros tiempos había sacudido a la historia del valle) y portando enormes cartelones con frases rebeldes y banderas dejó bien en claro que con Morales Bermúdez no querían saber nada. Y no só­ lo participaron obreros y campesinos en la marcha -la clase media (que nunca se mete en nada y cuida muy bien sus corbatas) también participó en la marcha convocada por el Frente de Cañete. Y la marcha fue de lo más pacífica, la marcha fue de lo más serena y era esta serenidad popu­ lar lo que se iba tumbando a la dictadura. 1 8 9


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CORO

C./l:

Nada podía perpetuarse a las márgenes. Un río venía y transtomaba a las cosas. En la propia correntada se decidía cambiar el destino. El momento había llegado -los hombres estaban alertas. Te hago entrega de este revólver y dos caserinas para tu de­ fensa personal. En ningún caso lo uses si es que no sufres una agresión antes. Terminada la huelga me lo devuelves. Yachay va estar en contacto con nosotros, pero en su caso extremo puedes incluso sobrepasar la directiva de supedi­ tarte a él y consultar cualquier problema en forma directa conmigo o con cualquier otro camarada en funciones de res­ ponsable que va a situar su centro de lucha en la zona de Herbay Alto. Tú eres un camarada fogueado ya en estas lu­ chas, el Partido del Tahuantisuyu tiene una gran confianza en ti y una enorme estima por la forma como llevas adelante tu trabajo. El Partido estará junto a ti y todos nuestros camaradas van a actuar, desde sus lugares de trabajo, en esta huelga. El Partido garantiza la victoria de esta huelga pero recuerda siempre que la medida de todo militante es su práctica. Esta será una huelga victoriosa y lo tiene que ser: hemos analizado y organizado al máximo los más mínimos detalles, todo ha sido resuelto ya por el Partido. Y recuerda que lo importante aquí es la dirección que el Partido sepa imprimir a esta lucha revolucionaria del pueblo de Cañete contra los terratenientes y contra la dictadura. Y bien, creo que esto es todo por el momento. Ahora todo depende de la voluntad de acero de nuestro pueblo. Ahora todo depende de la combatividad revolucionaria que nuestro pueblo va a oponer contra la dictadura. Estaremos contigo hasta el final, hasta la victoria total.

Cámara 3/ Morales Bermúdez se iría por las buenas, o por las malas: con elecciones, o sin elecciones. Esto es lo de menos: lo im­ portante es que el pueblo (bajo la dirección de la izquierda revolucionaria) arroje a los facistas del poder. Y hace una buena canti1 9 0

dad de tiempo que el pueblo había dicho que Morales Bermúdez se re­ grese a sus cuarteles. No más dictadura: esta era una de las consignas principales. Pero Morales Bermúdez a las malas aún trataba de quedarse y hacía lo posible y lo imposible por detener el reloj de la historia: los apristas (esto tampoco sorprendía a nadie -por lo menos los apristas de la facción de Villanueva del Campe?) se habían metido de rompehuelgas y hasta habían nombrado a Remigio, el hijo del dictadorzuelo, como su "embajador diplomático" (sic...) ante algunos partidos europeos que ni siquiera lo recibían. Y claro, con toda esa facción aprista, también se me­ tían de rompehuelgas una cantidad (que en realidad era mínima) de ti­ pos que habían servido a los gobiernos de Odría y Prado para acá: estos flotaban peor que un corcho hinchado en un charco de agua apestosa, y había ya que sacarlos de escena. Esta huelga era uno de los métodos -quizá el método principal pues tal como se constituía no podía significar más que la condición de la unidad: o estabas con la huelga, o estabas contra la huelga (y los apris­ tas estaban contra la huelga)- en la lucha de todo un pueblo contra las cadenas que lo atenazaban: los otros, surgirían a su debido tiempo de acuerdo con la realidad de las contradicciones y la única escuela donde la gente podía asistir para prepararse no quedaba más que en la tierra por donde la gente caminaba y cantaba, amaba y gritaba, soñaba y lu­ chaba (fábricas, calles, chacras, parques, colegios, talleres, oficinas tam­ bién eran sitios donde la gente en su relación cotidiana aprendía lo que era la vida y cómo había que defender nuestra vida contra los tiranos). Mañana se verían los primeros efectos de la huelga, pero mañana era ahora mismo. Dentro de unas horas (en realidad, muy pocas) serían las 7.30 a.m. como ahora: a las cero horas, cuando ya el tic-tac del reloj corría indican­ do que el paro había empezado, la gente -que entre las cuatro paredes desnudas de su casa se preparaba con todo lo que tenía a mano para re­ sistir- prefería no perder tiempo, no perder energías, y acudir mejor en masa mañana (dentro de unas horas) a las puertas de sus lugares de tra­ bajo donde con la plataforma de lucha en la mano- mediante asambleas masivas ininterrumpidas, contando con el apoyo pero también con la coordinación de todos los más combativos sindicatos (aquellos, en reali­ dad casi todos que no estaban en manos del agente aprista cruzado) -po1 9 1


día enfrentarse exitosamente a las amenazas nada invisibles de un capi­ tal más bien invisible. Allí pronunciarían acuerdos inmediatos según se desarrollaran los acontecimientos, armarían sus propios piquetes que por el sólo hecho de haberse constituido sería un buen motivo para que el posible amarillaje cruzadista desistiera de cualquier cavernaria inten­ tona antipopular. Organizarían, también, y prepararían los potajes para la olla común: -¿qué fue eso? -la anciana tenía ya más de setenta años y en su vida, vida difícil, vida dura, vida que no había conocido ni de fies­ tas ni de grandes jaranas, ni el más ligero descanso, acostumbrada a te­ ner un sueño ligero y menos reparador (emocionalmente, no físicamen­ te) que el tiempo que se había pasado zurciéndole la ropa a sus hijos, le­ vantándose a la madrugada apenas el negro azulado del cielo se diluía en un rosado antes de ser despejado por un sol que sale por entre las cor­ dilleras anunciando que había que trabajar ahora en un nuevo día, frien­ do -en tiempos de camote- los camotes que se había podido rastrojear o sancochado -en tiempos de papa- estas papas que aún (después de mu­ chas horas de escarbar en la nada) se podían entresacar en los surcos cuando sobre los surcos ya había pasado la cosecha: una vida que agota­ ba, una vida que envejecía y que sacaba arrugas, dura como los latigazos que lanzaban los caporales contra los siervos, silvestres como las hierbecillas que crecían en el borde de las acequias pero dolorosamente dramá­ tica, terriblemente angustiante como la de una pueblerina cargada de hi­ jos en una época en que la falta de pan (aquí no podría hablarse ya de flores, aunque habría que hacerlo: maceteros no faltaban nunca hasta en los hogares más humildes) crecía a más velocidad que los hijos que los vientres iban pariendo: -Dios santo, ¿qué fue eso?- había visto y aún ve­ rías muchísimas cosas más como no lo había hecho desde que entre sus más lejanos recuerdos se levantaban voces de parientes que una clara mañana, machete en mano, charqui y mote en las alforjas: -hija, ya vol­ vemos- entonces autos no habían y entre el vuelo de los peregrinos sur­ gía, libre como un monte de lirios, la rosa de los vientos-: -tu padre salió de caza, Leonor -pero su padre, los hombres de aquella dulce quebrada a las montañas se habían ido y de las montañas habían vuelto, todo era bello pero tampoco era bello y desde aquí la sierra (lo que desde aquí se podía ver de la sierra como una bruma persistente y lejana) era fresca y azul y era -com o la noche- inabarcable: -Manuel -despertó al marido-. Han tirado una bomba.

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- ¿Qué? -restregándose los ojos. - Parece que han tirado una bomba -encendió la luz. Cuatro de la mañana: el reloj despertador, esfera luminoscente, se hallaba sobre una silla, a un lado de la cama: -esto se pone bravo -dijo. Siete treinta de la mañana: la gente se iba congregando, poco a po­ co, en sus lugares de trabajo. El aire estaba calmo, todo era sereno. Al otro lado, muy al otro lado de donde Leonor había encendido la luz y cruzando calles desiertas y mal iluminadas, charcos de tierra pol­ vorienta que se te metía por las narices, casas que permanecían cerradas desde por lo menos tres lustros y paredes que con el tiempo, los terre­ motos, el abandono se había venido abajo, chimeneas de alguna fábrica con algo de una imponencia - sólo la catedral de San Vicente irradiaba esa misma luminosidad y esa grandiosidad que surgía en las naves in­ mensas y febriles de la fábrica Unión- que los años a pesar de todo había sabido respetar, la ventana derecha -uno de cuyos vidrios fue roto, días antes, de un seco y soberbio pelotazo que a uno de los chiquillos mal­ criados del barrio en una de esas que pasó a uno, chocó con otro, amagó, pelotera, volteó... y el vidrio se hizo trizas- de la planta baja y de color crema con zócalo grande del municipio provincial se desplomaba asalta­ da por las llamas de un fuego que tras el seco y chispeante -la explosión se sintió a un kilómetro a la redonda- pero retumbante sonido de la bomba casera al abrirse se precipitaba ya sobre un enmarañado de ofici­ nas y alfombras y cuadros al óleo de los terratenientes del valle: -¿te sir­ vo un pocilio? -dijo doña Leonor, la tetera con yerbaluisa humeaba en sus manos: cinco de la mañana. Manuel estaba vestido. El tono ahora rosado del amanecer era pro­ fundo y contemplarlo -desde el patio de tierra apisonada y húmeda, fresca- daba una sensación de inmensidad increíble, las plantas adqui­ rían un tinte extraño y heroico. Ahora es cuándo - solía repetirse la gente de aquellos sitios. Y ahora es cuándo tendría posibilidades de ser algo real a partir de las 7.30. En otras cosas, en muchas otras cocinas la luz de los fogones se estaba encargando de espejar con los sonidos de sus leños ardiendo a las tinieblas. Ahora los hombres conversaban con sus mujeres mientras los niños dormían -en asamblea había decidido ir al paro esta mañana, y ya estaban dispuestos. Los acontecimientos, estas dos pasa1 9 3


das semanas, aunque nacidos en el drama de estos años, cayeron sobre el valle con la fuerza de un terromoto: conversaban pues -como en este instante tras las puertas de todo Cañete- de la bomba que le acababan de poner al alcalde, un tipo abusivo y altanero como ninguno, del que dicen que los campesinos están armándose, de que ya era hora de que aumen­ taran los salarios, de que los bancos no les querían dar crédito a los cam­ pesinos, de que antes una cajita de fósforos costaba 30 centavos y ahora diez soles, fíjese usted, el pan está por las nubes y con las huelgas algo vamos consiguiendo de todos modos. Conversaban de todo -de los ni­ ños que no puedieron terminar el colegio y ni trabajar podían porque no había trabajo. Accedía, en fin, a la opinión pública por efectos de una crí­ tica directa a la teoría de Me Luhan lo que antes -ese pretérito ya pasado y vencido que muchos deseaban pero que no podía volver- no hubiera pasado de ser algo empírico, desechable en su propia hecho anecdótico. No es que por estos sitios se negara o previamente se le conociera a Me Luhan sino que esta negatividad (a su vez comprobada, determinada y creada por uno de los tipos de práctica: la propaganda del hecho) lo preexistía y sobrevivía desde siempre: desde que, por lo menos, los prime­ ros gérmenes de industrialismo hubieron de desplazar a un tipo de pro­ ducción ligeramente más manufacturera que artesanal y con ello permi­ tir el surgimiento de un pensamiento crítico que desplazó a una mitolo­ gía vuelta ahora raíz, flores, frutos de toda una literatura. Esto quiere de­ cir que la mitología sólo puede lograr su expresión más real a través de la perspectiva que este pensamiento crítico pueda ofrecerle. Y este pen­ samiento crítico es el pensamiento libertario. Aquello de lo que anima­ damente la gente -ahora, seis en punto de la mañana- conversaba, y en lo que (algunos pocos ciertamente a pesar de sí mismos) se veían meti­ dos hasta los páncreas, era la cualidad material de la propaganda. El res­ to... no había, no podía haber ya resto y el tic-tac del reloj nadie lo ha po­ dido detener hasta ahora. Ni Borges. Ni el emperador amarillo. La vida se iba a imponer, contra la muerte, una vez más. Y la vida iba, tenía que vencer.

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10 Encontrar a Dios detrás de la soledad, este caminar, haber atravesado la historia como por la noche, sembrar un rosal sobre el ara sagrada, la acción pertenece al mundo pero nc\a la eternidad, la desesperación de permanecer aquí, este mundo al que fuimos arrojados para florecer contra lo irreal, precisar la producción de nuestras manos, la luz brotada en el corazón, el tiempo produciéndose en nosotros ahora cuando para llegar a la flor que se espera hemos derrocado el sinsentido, una náusea, nada debemos a este mundo, cuando nos alejamos del destino después de haber puesto al mundo en su lugar, y somos una oración en labios de la rosa.

11 ¿Cuál nuestra función? Soñar el templo de la rosa donde llameamos, hacer del templo esta vida, eternizar el vivir brotado de las rosas, antes de desaparecer en la contemplación, la amada, tan lejos, el hombre solitario lucha en la historia como contra la náusea, todo es negación, su gobierno, cuando se busca la felicidad mientras voy alejándome de la historia, esta herida por la que sangran las horas, habiendo precisado el combatir, la espada, sin dejar de mirar la belleza, una imagen presentida en la noche, todo espíritu ilumina, él es el templo hecho carne, un obrar sin imperfección, habiendo derrocado al mal, la historia hecha bien ahora encaminándose desde las rosas, el bien una rosa empuñaba por ti, la oración al reencontrarse con la amada, un mismo ser.

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12 Toda sabiduría huye de la historia, toda bondad, toda belleza, mi destino se cumplió transfigurándose en un rosal, mi vida es la amada que teje esperándome, el templo está allí ahora, el signo de lo soñado, elevándome por sobre la noche, salgo de la historia, allí queda la acción, el estrépido, el cambio, un mundo para la náusea, el llorar sin pausa, el enloquecer, el luchar contra el destino, las rebeliones inclementes, allí el delirio, el mundo tiene un sentido ahora, otra es la historia, el fuego de ser me conduce a la amada, la contemplación. (El sacerdote ha terminado su meditar. Juan Chocné se encamina ahora a su hogar).

París, agosto 1979/8-1

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POSTFACIO DEL 23 DE SETIEMBRE DE 1992

El proyecto de escribir un libro total me surgió ya en mi adolescen­ cia, en los años 60, pero la estructura del libro -esquemas, apuntes, esbo­ zos de temas- la realicé al comenzar los años 70. En el Diario personal que, en todos estos años, he escrito para testimoniar los avances de mi trabajo literario aparece la fecha del 22/ 4/ 1982 como el día, quizá al ano­ checer de aquel aía, en que se concretizó en forma absoluta el proyecto del libro baio el título que lo expresa: Etica. Ese fue también el día en que di por concluida mi Etica, aunque continué realizando algunas correccio­ nes hasta el 7/10/1985, seeún aparece apuntado en mi Diario. El epígrafe de la Etica es un texto de Wittgestein: "Lo ético no se puede enseñar. Si pudiera explicarle a otro la esencia de lo ético mediante una teoría, lo ético no tendría absolutamente ningún valor. Al final de mi conferencia sobre ética hablé en primera persona, creo que esto es algo esencial. Aquí nada más puede ser constatado; sólo puedo aparecer como una personalidad y hablar en primera persona" (cf. Wittgestein: En torno a la ética y el valor, Biblioteca Filosófica, San Marcos, Lima 1967). Por ello, Wittgestein precisa: "este arremeter contra los límites del lenguaje es la ética . Si la etica no puede expresarse en forma teórica más que a través de una forma estética, la destrucción de los límites del lenguaje -que son los límites de una época, finiquitada hace tiempo, y de la que solo nos quedan formas obsoletas como el soneto- es la etica, según afirma Wittestein y, con él, todo lector de literatura moderna. De este modo, mi traajo plantea una nueva forma -que surge de la fuga clásica de Bach pe­ ro, también, de sinfonías modernas como las que, en este siglo, escribie­ ron Orff, Berg, y Stravinski y una estructura a la que he denominado signagógica. La estructura del libro es: ETICA I. Monte de goce. II. Taki Onqoy. III. Angelus Novus. Así, el primer libro, Monte de goce, analiza el pecado en la sociedad moderna y su campo de acción es lo que la filosofía denomina como axiología. El segundo libro, Taki Onqoy, se ocupa de la redención del pecado a través de la acción política y su campo de acción es, según Aristóteles, la gnoseología.

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El tercer libro, Angelus Novus, analiza la experiencia de la virtud a través de la vida en pareja, y su campo es la ontología. Por ello, el primer verso de M onte de g o ce ocurre en un convento donde un hombre, que es San Juan de la Cruz, acariciado por la brisa nocturna, se dispone a descender al infierno e, incluso, a vivir el pecado para después, en Taki Onqoy, y asumiendo la personalidad de Juan Chocné -el chamán que dirigió la rebelión indígena del siglo XVI- inter­ venir en el campo de la acción (y eso es precisamente la historia), hasta ue alcanza la virtud a través de una vida de pareja que concluye allí onde los cuerpos concluyen, cuando los huesos son enterrados en la misma tumba. Sólo que la dialéctica -ese método de análisis tan fasci­ nante como la teología en la antigüedad- promete la eternidad de la vida a esos huesos que se aman a través de las flores que brotarán sobre sus tumbas. Así, si la aventura de Dante, aquel maestro que guió mi mano mientras escribía mi Etica, ocurre en el mundo de ultratumba, esta aven­ tura moderna no puede sino ocurrir en el mundo visible y terminar en el cementerio, con la promesa que la felicidad continuará eternizándose en las flores que brotan en los huesos que se aman. El lector tiene ante sí la Etica y su autor espera que esa belleza lo conduzca hacia la felicidad. Ahora estamos en setiembre, mes de la primavera, y estoy vestido con la casaca, y los colores, de Beatriz, y como los templarios -aquellos caballeros de las sociedades secretas europeas que no sólo lucharon por Cristo sino que, también, hicieron revoluciones políticas en sus socieda­ des, incluyendo la revolución de la independencia en América Latinaahora, empuñando una rosa en la mano, debo terminar este escrito para continuar mi camino solitario por el mundo y, desde la clandestinidad, luchar por la vida, la belleza, la libertad, y el amor.

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Lima, 23 de setiembre de 1992

INDICE PROFECIA D E LAS ROSAS I

15

I I

35

II I

47

V ............................................................................................................ 69 TAKI ONQOY

Enrique Verástegui.

I.

Rituales y técnicas de m editación.......................................93

II.

Al abrir un libro en el ferrocarril de H uancayo............ 123

III.

Vuelo atravesando la bruma del otoño am arillo.......... 141

IV.

Síntesis/Sueño....................................................................... 195

Postfacio del 23 de Setiembre de 1992.............................................199

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