Elora y la sombra sobre Lúmenor - Pilar Barrios

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Título Original: Elora y la sombra sobre Lúmenor © Pilar Barrios 2014 pilukibar@gmail.com © 2014 Editorial Seleer info@editorialseleer.com www.editorialseleer.com Impreso en España / Printed in Spain Impreso por EDITORIAL SELEER 2014 Diseño de Portada: Borja Muñoz Romero 1ª edición ISBN: 978-84-943368-0-5 Depósito Legal: MA 1950-2014


ELORA Y LA SOMBRA SOBRE LÚMENOR

Lo que veis es lo que soy. Y lo que escribo, lo que conservo de lo que fui.

Pilar Barrios Ibañez



− Capítulo 1 −

Los secretos de una cabaña

A

quel día sabía que tendría que esperar un poquito más que el resto de los días a que se obrara el cambio. En plena adolescencia, Lori observaba sus cambios de humor y sus sentimientos como en la distancia, y había aprendido sus ritmos. Sus impaciencias, malos humos y ansiedades la recomían pero también sabía que, al final, llegaría. Siempre llegaba ese cambio de humor. Así que decidió hacer la espera más amena cogiendo el libro que su abuelo le había dejado con tanto secretismo. —No se lo digas a tus padres. Será un secreto. Tú le echas un vistazo y luego me cuentas. ¿Qué habría querido decir el abuelo? Era todo tan raro, pero le gustaba y le motivaba, le daba cierto toque de misterio a su absurdo retiro. ¡Un libro en sus manos! Y no sólo eso, sino que además le apetecía mucho “echarle un vistazo” como decía su abuelo. —No hace falta que lo leas, Lori; realmente no hará falta —le dijo su abuelo. ¡Qué cosas más raras decía el abuelo! Pero bueno, cómo no iba a decirlas, era un tipo raro, muy, muy raro.

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#Pilar Barrios Rodríguez

Con el libro del abuelo bajo su brazo se dirigió a la “casita del sauce”, la cabaña que el abuelo le había enseñado el primer día que llegó, hacía exactamente una semana. Seguramente era lo más bonito que podía señalar de aquel lugar perdido y apartado del mundo, o incluso del fin del mundo: un lugar tan remoto que, por supuesto, no tenía cerca un centro comercial donde dejarse unos euritos, un lugar tan superlejano al que no se molestarían en ir ni los vendedores de telefonía móvil. ¿Para qué? Si no sólo no había cobertura, sino que no la habría jamás. Aunque la cobertura intentara llegar en algún momento, tenía que atravesar un bosque en el que mamá (pese a mis rezos por lo contrario) se acordaba del camino. Si no, es imposible llegar. Bueno, vayamos a lo que a Lori le llamó la atención. Era el espacio más impresionante que había visto hasta entonces. No sabía por qué le intimidaba tanto. Era una cabaña en el bosque, sin más, pero llenita de camuflaje, tenía enredaderas y musgo por todo su exterior, la verdad es que eso era lo que más llamaba la atención de Lori. ¿Cuánto tiempo llevaba visitando la cabaña? Desde el primer día que llegó, y aún no conocía todas sus habitaciones. Era algo extraño, lo sabía, pero desde que estaba allí, había empezado a no darle tanta importancia como le había dado el primer día, que nada más entrar salió zumbando, ya que la sensación de entrar fue tan intensa y tan, tan… No sabía cómo explicarlo, no había encontrado aún una descripción para tal sensación. Sabía que la cabaña tenía alguna extraña conexión con el libro, pero todavía, no sabía cuál era. Bueno, más adelante tiempo tenía, y además, suficiente: debería permanecer allí todo el verano. Qué faena, cada vez que se acordaba se le llenaba la cabeza y todo su interior de sapos y culebras y llegó, cómo no. No se saltaba ni un solo día porque no terminaba de pasar [6]


#Elora y la sombra sobre Lúmenor

aquello, mamá lo llamaba adolescencia, papá “estado de impertinencia perpetua”. Ellos no lo entendían, hicieran lo que hicieran, en algún momento del día, sin ni siquiera ella misma entender nada, todo les parecía mal, absolutamente todo, y era como un cabreo constante con ella misma y por supuesto con el resto del mundo. Por eso le cayó tan bien el abuelo, que en la conversación que tuvo con sus papis antes de abandonarla en la mismísima prehistoria, dijo algo que a Lori le llamó la atención. Era el primer adulto que en el último año decía algo positivo con respecto a su edad y a su estado. Sonó algo así: —No es para tanto, esta etapa es tan respetable como cualquier otra, es la edad en la que uno empieza a verse tal y como es. Sólo que, alguna veces, lo que ves no te gusta y precisamente es el momento ideal para cambiarlo. Por eso hay que tener paciencia, está en época de cambios, seguro que el resultado de ello os va a encantar. No os preocupéis, ella misma sabe y averiguará lo que tiene que cambiar: es muy lista, se parece a mí —dijo con una seguridad aplastante en lo que decía. Qué sabía él, pensó Lori. No me conoce en absoluto. La última vez que me vio, seguramente, fue en mi bautizo y porque mama lo nombró mi padrino, que si no, ni se hubiese dignado a venir a conocerme. Pero sería alguien muy especial en su vida, lo comprobaría más adelante. Pero vayamos a lo realmente importante; Lori había escogido una habitación al azar. Era una cabaña especial: todas las habitaciones eran iguales, solo cambiaban cuando abría aquel libro “mágico”. La habitación era acogedora. No pasaba lo mismo con el interior de Lori, seguía [7]


#Pilar Barrios Rodríguez

enfadada con el mundo, pero qué habría hecho ella para merecer esto. Cuando eres solo una niña tu meta es hacer todo lo feliz que puedes, dentro de tus posibilidades, a tus mayores, y unas veces lo consigues, la mayoría en el caso de Lori, y otras no, pero sigues intentándolo hasta la saciedad, porque sabes que es lo mejor para ti y también para ellos, pero ¡AH!, llega la temida ADOLESCENCIA, donde tú quieres también ser un poquito feliz y entonces empiezan los desacuerdos porque lo que normalmente le hace feliz a Lori seguro no les hace felices a sus padres. Pero, ¿por qué? Es más fácil de lo que ellos piensan, solo deberían tener en cuenta toda la paciencia que Lori tuvo en su niñez a la hora de complacerles, para intentar comprender que lo que ella pretende no es arruinarles la vida ni nada de eso, por Dios, quiere a sus padres... lo único que anhela es encontrarse a sí misma, dejar de ser una niña para convertirse en una mujercita que sepa disfrutar de lo bueno que la vida tiene para ofrecerle. Llegó el primer momento de dejar aparcado lo terrenal. Lori abrió el libro por una página al azar. No había nada de nada en el libro, ni un triste dibujo que ver, y pensó: —No sé si esto va a ser muy divertido, el abuelo piensa que está lleno de historias. Pobre, en el fondo da mucha pena. Y mientras Lori estaba mirando el libro, empezó a notar una brisa en la espalda, se dio la vuelta y de pronto vio algo que le tuvo con la boca abierta durante un buen rato, el justo para reaccionar y cobijarse en un agujero de una montaña que había cerca. Algo se acercaba a mucha velocidad y no tenía ni idea de qué podía ser. Cuando lo vio pasar desde su escondite se dio cuenta de que jamás en la vida había visto nada parecido a ese animal, solo en algún cuento que de niñita le gustaba leer. [8]


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Era deslumbrante, era un caballo con unas alas preciosas, era de color azul claro intenso. Paró justo donde estaba escondida Lori. Ésta empezó a temblar, no sabía si de miedo o de emoción, cuando se dio cuenta de que los ojos, también azules, de ese alado ser, eran como estar mirando la serenidad hecha persona. Tanta tranquilidad y dulzura irradiaba que Lori no pudo más que salir del agujero y plantarse delante de él sin ningún tipo de temor. Se quedaron durante unos segundos mirándose, y su sensación fue la de conocer de algo a ese ser que estaba frente a ella, aunque eso era imposible: donde ella vivía no frecuentaban mucho el lugar seres tan fantásticos como éste. Y de pronto él, con una sonrisa especial y una mirada que irradiaba una intensa luz, haciendo que el sitio donde se encontraban fuera iluminándose y se presentara ante Lori. Ella respiró hondo y observó cada pieza cómo se iba acoplando en el paisaje totalmente nuevo para ella, y de pronto se oyó: —¡Hola, Lori! —su voz sonaba como un susurro. —¡Hola! Uhmm... —Badelcam, ése es mi nombre. —Badelcam, qué nombre más raro. —Una parte de la herencia de mi padre. Bonito, ¿verdad? —Sí, lo es. Herencia dices, ¿y la otra parte? —¿Qué parte? —Has dicho una parte de la herencia, ¿qué es la otra parte? —Bueno, son muchas cosas; es difícil decirte una de ellas, así sin venir a cuento. —¿Entonces no tienes padres? —Claro que tengo padres. ¿Por qué dices eso? —No sé, donde yo vivo, cuando te dejan herencia, es porque han muerto. [9]


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—No, están vivos. Lo que aquí llamamos herencia es algo tan auténtico que a ellos les gusta concederlo en vida para ver la utilidad que hacemos de todos estos honores, para si no se utilizan adecuadamente poder rectificar y ofrecerlos a alguien que sepa engrandecer la dote. Lo primero que yo heredé fue el nombre, ya que mi padre se llama así y a su vez su padre, es un verdadero honor llevarlo y hacerlo grande y digno cada día. El nombre es algo con lo que te identificas toda tu vida. Tiene que ser acorde a tu persona y tus actos. Badelcam, en nuestro mundo, significa conciencia, así que tengo que vivir acorde y coherentemente con mi nombre. —¿Pero eso es una parte de tu herencia? ¿El nombre? Y, ¿de qué sirve exactamente? —¿Qué de qué sirve, Lori? Mi primer momento feliz y auténtico en la vida fue el día que mi padre me lo ofreció. Sabrás qué es la Felicidad al menos. —Bueno, no me coges en un buen momento para definírtela exactamente pero en algún momento lejano de mi vida he comprobado que existe, la mayoría del tiempo no es real. —No lo entiendo, dices cosas tristes, creo que tenemos un largo camino por delante y podríamos empezar ahora. ¿Vienes conmigo a un sitio que te quiero enseñar? —Vale, contando con que la vida social a la que puedo aspirar por estos lugares es nula, el irme contigo puede ser hasta emocionante. —Dicho en ese tono, hasta la palabra emocionante suena rara. Lori se montó en Badelcam, sintió una satisfacción enorme y cómo el corazón empezó a latirle con tanta velocidad que Badelcam, que lo sintió como su propio latido, giró [ 10 ]


#Elora y la sombra sobre Lúmenor

su cabeza y miró a Lori con esa sonrisa que ya no olvidaría jamás mientras viviese, y por primera vez en mucho tiempo lloró, pero no de tristeza, sino de emoción. Fue como una liberación en el corazón, y entre sollozo y sollozo, empezó a admirar ese paisaje que se presentaba ante ella como algo prodigioso. Badelcam había empezado a galopar sobre todo un valle verde, fresco y sorprendente. La brisa que Lori sentía era como si le estuviese intentando modelar su rostro. Era algo extraño, sentía como la envolvía, era una sensación perfecta. Cruzaron por ríos, bosques de todos los colores, llegaron a pasar por un sitio que Lori pensó que solo estaba en su imaginación. Cuando era pequeña solía soñar que paseaba por un bosque rosa, había montones de árboles, sus ramas tan verdes que hacían resaltar sus flores en tonos rosas claros y fucsias. ¡Era precioso! Además el suelo estaba lleno de estas flores, ya que su fin era decorar los caminos, y caían en cuanto nacían pero no se secaban, estaban fresquísimas siempre, solo se apartaban al pasar Badelcam para que no fueran pisadas, aunque él tenía mucho cuidado de hacerlo. Badelcam empezó a ir muy despacito. Eso le permitió a Lori disfrutar al máximo de tan exclusivo paisaje. Le pidió a Badelcam que parase, quería pasearlo, le apetecía andar por él y sentirlo. Empezaba a presentir que todo lo que le esperaba a partir de ese momento no entraría dentro de lo normal, pero le daba igual, no necesitaba nada, solo a sí misma, tenía ganas de sonreír, solo sonreír y disfrutar. Siguió andando. A lo largo del camino fue descubriendo que había animales que ni siquiera conocía, vio pajarillos de tantos colores que parecía mentira que una cosita tan pe[ 11 ]


Puedes comprarlo directamente a la autora a travĂŠs del mail pilukibar@gmail.com


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