Revista Digital Psicología Ambiental

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PSICOLOGÍA

Ambiental

PRECIO 2000.00 Bs.S.

PERCEPCIÓN AMBIENTAL Emoción

y ambiente

Apropiación Espacial Abril, 2019.

Identidad social urbana. Enfoques teóricos utilizados en las Ciencias Sociales para analizar la relación persona-entornoconducta.


PERCEPCIÓN AMBIENTAL

Proceso a partir del cual se organiza e interpreta la información sensorial en unidades significativas. La percepción ambiental es el resultado del proceso psicológico por el cual las diversas sensaciones se organizan e integran para configurar un cuadro coherente y significativo del entorno o de una parte de él.


Principales teorías sobre la percepción ambiental Las propiedades constitutivas del ambiente de Berlyne Dos son las contribuciones más importantes de Berlyne en el ámbito de la percepción ambiental. La descripción de las propiedades colativas, conferidoras o comparativas del entorno (Collative properties) y el análisis de la capacidad exploradora de la persona en la percepción del entorno (Berlyne, 1960; 1974).

(Berlyne, 1960; 1974).

Las propiedades colativas del ambiente son aquellas capaces de provocar respuestas investigadoras, inquisitivas en la persona que percibe un determinado estímulo ambiental (entendido de manera amplia, como imagen ambiental). En la medida en que se presentan en una determinada proporción y combinación, estas propiedades despiertan en la persona una actitud de curiosidad porque provocan algún tipo de conflicto perceptivo que incita a comparar este estímulo con otros para intentar resolver el conflicto.

Las propiedades colativas descritas por Berlyne son: La complejidad, o grado en que una variedad de componentes caracterizan el estímulo ambiental. La novedad, o grado en el que un estímulo contiene características nuevas o previamente desapercibidas por la persona. La incongruencia, o grado en el que un factor estimular no se ajusta a su contexto. La sorpresa, o grado en el que no se confirman las expectativas de la persona sobre la situación perceptiva.


Todo estímulo, imagen o unidad ambiental percibida contiene, en diferentes proporciones y combinaciones, algunas de estas propiedades y el resultado de esta proporción y combinación genera un determinado tipo de conflicto perceptivo ante el cual se activa nuestra curiosidad perceptiva y nuestra actitud investigadora para resolverlo. En otras palabras, estas propiedades actúan llamando más o menos nuestra atención sobre el estímulo y el conflicto que genera y, por lo tanto, atrayéndonos más o menos. En cualquier caso, parece que tanto los estímulos poco "conflictivos" como los que lo son demasiado, no contribuyen a despertar esta actitud en la percepción. Por ejemplo, un entorno percibido como poco complejo puede generar un efecto de monotonía ambiental que incita poco a su exploración o atención. Por el contrario, un entorno excesivamente complejo puede resultar difícil de interpretar, generar sobreestimulación ambiental y provocar respuestas de inhibición por imposibilidad de desentrañar su sentido. Parece que la adecuada combinación de unos niveles intermedios de estas propiedades o una sutil desproporción entre

alguna de estas características serían propuestas adecuadas para activar este papel activo y explorador de la persona en el proceso de percepción ambiental. Precisamente, la segunda aportación importante de Berlyne corresponde a la distinción entre dos tipos de exploración perceptiva: La exploración diversiva tiene lugar cuando uno se encuentra infraestimulado y busca estímulos que lo activen en el entorno. Tras tres horas de espera en la antesala del médico, por ejemplo, uno ya habrá leído todos los títulos colgados en la pared o todas las revistas a su alcance, aunque realmente no tenga ningún interés por todo ello. La exploración específica tiene lugar cuando uno se encuentra excitado por un estímulo particular y lo investiga para reducir la incertidumbre o para satisfacer la curiosidad asociada a la excitación estimular. Evidentemente, Berlyne hace su propuesta de propiedades colativas estrechamente vinculada a sus tipos de exploración, de manera que la exploración de un estímulo se da en función de su complejidad, novedad, sorpresa o incongruencia.


El funcionalismo probabilístico de Brunswik La teoría funcionalista de Egon Brunwik (Brunswik, 1956; 1959) parte de la idea general de que la información sensorial que proviene del entorno y que posibilita la percepción ambiental de una persona, nunca tiene una correlación perfecta con el entorno real. Así, la persona recibe constantemente señales complejas y engañosas sobre el ambiente. Esta ambigüedad en la percepción comporta que la persona que observa un entorno deba estar haciendo estimaciones probabilísticas de la verdadera situación, elaborando juicios probabilísticos sobre el ambiente. Para explicar estos procesos de carácter eminentemente cognitivo, Brunswik propone su MODELO DE LENTE. El proceso de percepción ambiental parte de la captación de una amplia variedad de estímulos provenientes del entorno. Estos estímulos varían en cuanto a su validez ecológica: unos estímulos proporcionan una representación más precisa del entorno real que otros.

MODELO DE LENTE DE BRUNSWIK La persona estructura este conjunto de estímulos dispersos - procurando combinar aquellos que considera tienen mayor validez ecológica- y los concentra para configurar una percepción integrada del entorno. La precisión perceptiva alcanzada se pone a prueba mediante acciones en el entorno, lo que proporciona un feed-back necesario para reconsiderar, si es pertinente, el juicio probabilístico que está en la base de una determinada percepción.


El funcionalismo probabilístico de Brunswik

Estímulos proximales, resultantes del impacto de un determinado patrón sensorial en la persona (patrón de luz que se forma en la retina del ojo de una persona), incluyendo también una primera elaboración de la información sensorial.

Estímulos distales, que son la fuente de patrones sensoriales que le llegan a la persona (una montaña lejana, la presencia de un río, etc.). Son, en definitiva, las características objetivas del entorno.

Así, según el Modelo de Lente, el proceso perceptivo consiste en seleccionar los estímulos distales que se consideran más válidos ecológicamente y procesar o utilizar los estímulos proximales resultantes (impresiones subjetivas de los primeros) para llegar a una percepción o juicio ambiental.


La perspectiva ecológica de Gibson La obra de James J. Gibson (1950; 1966) y, especialmente, su libro The Ecological Approach to Visual Perception, publicado el 1979, produjo un gran impacto dentro de las teorías clásicas de la percepción en Psicología. Su concepción radicalmente diferente sobre el modo sobre cómo percibimos, le supusieron no pocas críticas por parte de las diferentes tradiciones (que aún hoy se mantienen) más reduccionistas en el estudio de la percepción humana, aunque ha recibido también un amplio reconocimiento. En esta línea, Neisser (1990) destaca que Gibson fue el primer investigador sobre percepción que aportó algo realmente nuevo a la Psicología moderna.

Para Gibson, la percepción del ambiente es más directa y menos procesual de lo que se había estado manteniendo desde los posicionamientos cognitivistas. La percepción es holística e integrada en un marco ecológico, de manera que las propiedades ambientales se perciben no como puntos diferentes y aislados sino como entidades significativas dentro de un determinado contexto ecológico de variables relacionadas entre sí.

En este sentido, Gibson recibe la influencia de Brunswik, en concreto su idea de validez ecológica, pero difiere en lo esencial: la percepción no es tan interpretativa sino mucho más directa. Si Brunswik enfatiza el procesamiento al nivel de estímulos proximales, Gibson parte de los estímulos distales y lo amplía para hablar del patrón óptico ambiental (ambient optical array).


Para Gibson, toda la información que una persona necesita percibir del ambiente ya está contenida en el impacto producido por un patrón óptico ambiental. Este patrón, como explica Neisser (1990), no es ni un estímulo (distal o proximal), ni una estructura cognitiva, ni tan sólo un significado proyectado. Es básicamente, el entorno visto desde una determinada perspectiva, con unas determinadas "gafas". Las diferentes relaciones ecológicas (interacciones dentro de un sistema integrado) entre la persona, el ambiente físico y el ambiente social, hacen que la exploración activa -y la necesidad de moverse por el entorno y utilizarlo- permita tomar contacto con los objetos de diferentes maneras y, por tanto, producir diferentes patrones ópticos ambientales.

Este proceso permite descubrir en el entorno las diferentes affordances, concepto clave en Gibson que puede traducirse como oportunidades ambientales, atributos o posibilidades de uso del entorno. Así pues, la información ambiental no se construiría internamente a partir de las sensaciones que se reciben del entorno, sino que más bien uno percibe directamente el significado del patrón de estimulación ambiental en forma de affordances. Estas oportunidades o atributos son propiedades invariantes de los objetos que informan sobre sus posibles usos y funciones. Percibir las ofertas del ambiente es percibir cómo interactuar con él o, dicho de otra manera, lo que se puede o se ha de hacer en un entorno determinado.


La perspectiva transaccional de Ames

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Aunque las ideas sobre la percepción de Adelbert Ames son anteriores a las de los otros autores analizados (Ames, 1951), su ubicación aquí responde al hecho de que su aportación representa una de las corrientes más actuales en Psicología Ambiental: el transaccionalismo, del cual fue él uno de los fundadores. En términos generales, esta perspectiva contempla la percepción como una transacción o "diálogo" entre las personas y el entorno, o sea, más allá de un simple mecanismo «estímulo-respuesta», lo que sucede es una transacción entre los principios que se asumen, las percepciones y las características ambientales. Para Ames y otros autores que se sitúan en esta línea como Kilpatrick (Ames, 1951; Kilpatrick, 1954; Ittelson y Kilpatrick, 1952), la persona ejerce un rol activo en el proceso perceptivo y esta participación es, a la vez, dinámica y creativa. La persona percibe el entorno e interpreta en función de los principios adquiridos a lo largo de su experiencia ambiental. Cuando aparece algún conflicto perceptivo, que contradice la experiencia perceptiva, la persona "dialoga" con el entorno y reajusta su experiencia ambiental. Así, como comentan Ittelson y Kilpatrick: "el mundo que cada uno conoce es un mundo en gran medida creado a partir de la experiencia propia que se adquiere al interactuar con el ambiente".

La consecuencia de todo ello es que los juicios perceptivos que la persona se forma del entorno son altamente subjetivos. El mundo que percibimos es un mundo creado por nosotros mismos a través de nuestras experiencias y transacción ambiental, y es un mundo que refleja nuestras expectativas, necesidades y objetivos particulares, o sea, nuestra manera de ser y de estar en el mundo. Para poner a prueba estos principios, Ames diseñó una serie de experimentos perceptivos en los que la aplicación de asumciones previamente adquiridas comporta como resultado una percepción distorsionada y una experiencia incomprensible por parte del observador. Sin embargo, cuando uno es capaz de adivinar que principio aplicado no es correcto, o sea, cuando comprende por qué lo que ve no parece posible, entonces su experiencia ambiental cambia y también lo hace su interacción con el entorno. Dos de estas demostraciones son "la ventana de Ames" y "la habitación de Ames".


EMOCIÓN Y MEDIO AMBIENTE Un tema que ha ocupado a los psicólogos ambientales tiene que ver con la experiencia emocional del ambiente (Corraliza, 1998), es decir el estudio de aquellos procesos a través de los cuales el espacio físico adquiere significado para el individuo (qué es para una persona un lugar determinado). El análisis del significado supone una valoración personal del ambiente, aspecto íntimamente relacionado con la experiencia emocional. Así, el estudio del significado tiene como marco de referencia el análisis de los patrones perceptivos que desencadenan respuestas emocionales con respecto a un contexto físico determinado. Un ejemplo típico es la reacción de temor que suscita el encontrarse en espacios urbanos que permiten la lectura de señales de alta actividad delincuencial.

Autores como Russell, Ward y Pratt (1981), estudiaron una serie de descriptores-indicadores afectivos asociados al medio ambiente, sobre la base del diferencial semántico. Los resultados muestran la posibilidad de establecer perfiles afectivos de los estímulos ambientales, utilizando factores tales como: agrado, activación, impacto y control. La información producida por estos estudios, tiene una utilidad potencial en el marco del trabajo que actualmente se despliega para explicar la conducta ambientalmente responsable o las actitudes pro ambientales. Otras fuentes importantes de información sobre aspectos emocionales asociados al medio ambiente constituyen los estudios sobre estrés ambiental producido por el exceso de estimulación física como el ruido o las aglomeraciones, por ejemplo (Cohen, Evans, Krantz y Stokols, 1980).


APROPIACIÓN ESPACIAL El concepto de Apropiación surge en psicología social y en psicología ambiental como diferenciación y matización crítica de otros cercanos (y más extendidos) como conducta territorial, privacía, intimidad, apego (attachment) o personalización, entre otros. Dentro de la psicología ambiental, encontramos dos líneas de origen que, en Europa, de hecho constituyen dos colegios invisibles (como hemos demostrado en trabajos de investigación propios (Pol, 1988)). Estas líneas marcarán desarrollos conceptuales y perspectivas matizadamente distintas (siguiendo por otro lado las grandes líneas paradigmáticas de la psicología social). Por un lado encontramos una línea predominadamente angloamericana, donde la Psicología Ambiental surge básicamente de una demanda institucional, en la que se percataron que el espacio podía influir negativamente a nivel individual (hospitales, instituciones psiquiátricas, organizaciones laborables, etc) y a nivel social (descontento con los desarrollos

del hábitat, tanto a nivel de hogar como urbanístico). En ella predomina el positivismo en todas sus características epistemológicas y metodológicas. Por otro lado una perspectiva fenomenológica importante en la Europa continental, especialmente las áreas francófonas y germánica, sin que sea exclusiva de ellas. Es en el contexto de la psicología social fenomenológica y de raíces marxistas y culturalistas que surge de la noción de apropiación. La apropiación del espacio toma carta de naturaleza en psicología ambiental a partir de la celebración en 1976 de una Conferencia Internacional sobre el tema en la Universidad de Estrasburgo. Organizada por la profesora Perla Korosec-Sefarty, con una significativa presencia de antropólogos, psicoanalistas, sociólogos, filósofos sociales, además de psicólogos sociales y arquitectos (público habitual de las conferencias de Psicología Ambiental en Europa y en USA).

A partir de esta conferencia, planteada desde la influencia de Marx y Heideger en su origen, y de la sociología urbana de Henry Lefebvre -quien forja la primera acepción más cercana a la que se halla al uso-, la noción de apropiación pasará a algunos planteamientos desde otras perspectivas. Se puede encontrar en textos americanos, como los de Brower (1980) o Richarson (1980) y también en artículos del Journal of Environmental Psychology y del Environment & Behavior, aunque en esta más frecuentemente como referencia al "attachment" al "Defensible space" y otros conceptos cercanos.


El concepto de Apropiación (Graumann,1976), surge en principio de Marx, relacionado con el concepto de alineación (ello no implica que su desarrollo se de únicamente desde esta perspectiva). En grandes líneas la realización del ser humano está relacionada con el trabajo. El trabajo es una acción sobre el mundo exterior que produce objetos materiales y no materiales. La 'Alienación' se da cuando el sujeto no se identifica con los objetos que ha producido. A partir de aquí, se propone la 'Apropiación' como reinterización del objeto que se hace mediante la actividad, reaprendiéndolo con nuevos actos, adquiriendo un 'savoir fair'. En Marx, el término apropiación tiene dos sentidos básicos: Apropiación como posesión de la naturaleza, del producto, por parte del ser humano. Apropiación como proceso histórico a tres niveles:

a) Colectivo, en cuanto la cultura integra en ella todo lo que sus antepasados han desarrollado. b) Histórico-individual, en cuanto todo individuo integra él mismo el desarrollo de sus antepasados. c) Histórico del sujeto, en cuanto el individuo antes de 'apropiar' no es el mismo que después de 'apropiar'. Para Lefebvre (1971), revisionista heterodoxo de Marx, la apropiación es un proceso importante contra la alienación que se da en la esfera de lo que él categoriza como vida cotidiana.

La Vida Cotidiana, corresponde al nivel de la realidad social que constituye el centro real de la praxis. La apropiación no lo es tanto de la naturaleza exterior sinó de lo que .está en el ámbito de lo cotidiano, constituyendo lo que corresponde a la vida privada (ello nos lleva a privacy, attachment, intimity). Lo cotidiano se aprende por la actitud crítica, la comparación y la contestación, incluyendo la crítica ideológica y una autocrítica perpetua a escala del conjunto social. La apropiación resulta entonces un proceso complejo que Korosec (1986), define a través de las siguientes consideraciones: - Apropiación es un proceso en el que el sujeto se hace a sí mismo a través de sus propias acciones. - Apropiación no es meramente dominio legal (no inprescindible) sinó que es el dominio de las significaciones de objeto.

- La Apropiación es un saber hacer histórico mediatizado socialmente. Por tanto implica un proceso de socialización y las potencialidades del individuo - La Apropiación, en tanto que "saber hacer" o modo o estilo de acción no está necesariamente ligado a la posesión material. - La Apropiación, en tanto a su dimensión social, debe ser siempre considerada dentro del contexto sociocultural concreto. - La Apropiación no es una adaptación sinó el dominio de una aptitud (por tanto la socialización y la educación son muy importantes). - La cultura de cada individuo implica una apropiación diferente. - Toda Apropiación es un proceso, un fenómeno temporal. Por tanto habrá que considerar el cambio del sujeto en el tiempo, no sólo el cambio del objeto, o del espacio. - Finalmente, Apropiación es un proceso dinámico de interacción del individuo (vivencia interiorizada, subjetiva) con su medio externo.


Este planteamiento implica la IDENTIDAD consideración de que los entornos urbanos pueden ser entendidos también como categorizaciones SOCIAL del self en un determinado nivel de abstracción grupal. sentido de pertenencia a determinadas categorías sociales URBANA incluyeEltambién el sentido de pertenencia a determinados entornos urbanos significativos para el grupo. Detrás de esta idea se encuentra la consideración del entorno urbano como algo más que el escenario físico donde se desarrolla la vida de los individuos, siendo un producto social fruto de la interacción simbólica que se da entre las personas que comparten un determinado entorno urbano. Los contenidos de estas categorizaciones vienen determinados por la interacción simbólica que se da entre las personas que comparten un determinado espacio y que se identifican con él a través de un conjunto de significados socialmente elaborados y compartidos. Es de esta manera como el entorno urbano supera la dimensión física para adoptar también una dimensión simbólica y social.

El espacio urbano, pues, representa a nivel simbólico un conjunto de características que definen a sus habitantes como pertenecientes a una determinada categoría urbana en un determinado nivel de abstracción, y los diferencian del resto de personas en base a los contenidos o dimensiones relevantes de esta categoría en el mismo nivel de abstracción. Así pues, desde este punto de vista, los entornos urbanos pueden también ser analizados como categorías sociales. Esta es la premisa fundamental que se halla implícita en el concepto de identidad urbana (urban identity) desarrollado por Lalli (1988; en prensa). Para este autor, "sentirse y definirse como residente de un determinado pueblo, [barrio o ciudad] implica también demarcarse en contraste con el resto de la gente que no vive allí" (1988, los corchetes son nuestros). Parece correcto, pues, pensar que los mecanismos que se encuentran en la base de la identidad urbana son los de categorización y comparación sociales propios de la identidad social. Pero, para Lalli, la identidad urbana cumple también con otra función fundamental: permite internalizar las características especiales del pueblo basadas en un conjunto de atribuciones que configuran una determinada imagen de éste -en un sentido muy similar al de "imaginabilidad social" de Stokols (1981). Esta imagen determina, según Lalli, la atribución de un conjunto de características a los individuos, los dota de un cierto tipo de personalidad: "sentirse residente de un pueblo confiere un número de cualidades casi-psicológicas a las personas asociadas a él" (1988, p. 305).


A su vez, la identidad urbana provee a la persona de evaluaciones positivas del self (aspecto ya destacado por Tajfel y por Turner en sus investigaciones sobre categorización e identidad social) y de un sentimiento subjetivo de continuidad temporal que permite la conexión identidad generación en relación al entorno urbano. Esta continuidad temporal que se deriva de las relaciones simbólicas con el espacio es tratada específicamente por Stokols, resultando un elemento fundamental de la identidad de los grupos asociados a determinados entornos (Stokols y Jacobi, 1984). Así pues, las orientaciones temporales de los grupos sociales juegan un importante papel en las relaciones que se establecen entre estos grupos y sus entornos a la vez que definen la identidad social en función de las particulares perspectivas temporales.

Enfoques teóricos utilizados en las Ciencias Sociales para analizar la relación Persona - Entorno - Conducta Perspectiva individualista o del rasgo Es la perspectiva que menos atención dirige hacia las variables ambientales ya que la unidad de análisis se centra en la PERSONA: sus procesos psicológicos, características cognitivas y rasgos de personalidad. Así, las características personales constituyen la base para la explicación del funcionamiento psicológico con relativa independencia de las variables provenientes de los contextos físicos o sociales. Enmarcada dentro del positivismo científico, asume la estabilidad de los rasgos personales y explica el cambio a partir de mecanismos teleológicos pre-establecidos o de las etapas de desarrollo. Así pues, la perspectiva del rasgo se caracteriza por explicar el funcionamiento psicológico únicamente a partir de características personales (procesos cognitivos, rasgos de personalidad, etc.) obviando el contexto físico y social en el que estos procesos tienen lugar, por lo que de entrada es un enfoque incompatible con los objetivos de la Psicología Ambiental. Las teorías clásicas del instinto serían un ejemplo de este tipo de orientación, aunque también en el resto de la Psicología actual, no sólo en Psicología Ambiental, es difícil encontrar ejemplos con una perspectiva exclusiva del rasgo.


Perspectiva interaccionista

La perspectiva interaccionista parte de la consideración de la persona y el entorno como unidades separadas con interacciones entre ellas. La unidad de análisis en este caso sería “LA PERSONA Y EL ENTORNO” y su objetivo la búsqueda de relaciones causa-efecto entre variables para estudiar un fenómeno a través de un sistema asociativo de antecedentes y consecuentes orientado a la predicción y control de la conducta y los procesos psicológicos. Gran parte de la investigación en Psicología Ambiental puede encuadrarse en esta perspectiva. En este sentido, no podemos olvidar que la filosofía de la ciencia subyacente a esta concepción, el positivismo, ha sido la predominante psicología, a saber, énfasis en lo analítico, la objetividad, replicabilidad, generalización, predicción y, en definitiva, en la búsqueda de principios y leyes universales de comportamiento. Generalmente los objetivos de investigación desde esta perspectiva tratan de analizar el efecto de los factores ambientales (variable independiente o predictora) sobre la conducta y los procesos psicológicos (variable dependiente o criterio), reflejando así una visión causal, o al menos unidireccional de los fenómenos. Los modelos lineales son típicos de esta orientación.

Ejemplos en psicología ambiental de esta perspectiva los encontramos en los estudios sobre hacinamiento, ruido y temperatura, en percepción y cognición ambiental, o en algunos aspectos de la conducta territorial y el espacio defendible. Sin embargo, es justo reconocer que no sólo se realizan análisis unidireccionales del ambiente sobre la conducta. Podemos encontrar trabajos en los que se incluyen los efectos de la conducta sobre el ambiente, por ejemplo los estudios sobre conducta ecológica responsable o sobre el uso y mantenimiento de los espacios públicos. Entre las principales limitaciones de la perspectiva interaccionista para estos autores se encuentran la consideración de la persona y el ambiente como entidades separadas, y la forma en que trata las variables tiempo y cambio: La visión del mundo interaccionista trata los factores temporales como algo distinto de los procesos psicológicos y describe el cambio como un resultado de la interacción de variables, no como un aspecto intrínseco del fenómeno. Estas limitaciones pueden ser complementadas, de acuerdo con estos autores, con un enfoque holístico tal como alguna de las dos perspectivas que se analizarán más adelante, la perspectiva organísmica o la perspectiva transaccional.


Perspectiva organísmica o sistémica La característica principal de esta perspectiva es la consideración holística tanto de la persona como del entorno, que pasan a definirse como elementos dentro de un SISTEMA INTEGRADO con interacciones entre las partes. Este énfasis de lo molar sobre lo molecular es la principal diferencia respecto a la perspectiva interaccionista -característica ésta que es mayoritariamente asumida por la Psicología Ambiental actual. Asimismo se asume la clásica premisa gestáltica de que “el todo es más que la suma de las partes”, es decir, la comprensión de un fenómeno psicoambiental pasa por descubrir las leyes que rigen y dirigen el funcionamiento del sistema como unidad global y no a través de un proceso aditivo de análisis de interacciones aisladas. Su comprensión pasa por analizar el funcionamiento del conjunto y es el conjunto el que da sentido a las partes.

Wapner (1981) define así las principales características de esta aproximación: 1. La unidad de análisis es la “PERSONA-EN-ENTORNO” entendido como sistema integrado por distintos niveles (biológico, psicológico, socio-cultural) considerados de forma holística. 2. El organismo se RELACIONA ACTIVAMENTE con el entorno en términos de objetivos y finalidades que son llevados a cabo a través de una variedad de significados e instrumentalidades 3. Estas relaciones incluyen tanto aspectos cognitivos, afectivos como valorativos. 4. Este sistema opera en DINÁMICO EQUILIBRIO orientado hacia objetivos a corto o largo plazo, de tal forma que una distorsión en una parte de este sistema afecta a las otras partes y a todo el sistema como conjunto. 5. El grado de desarrollo de un sistema (principio ortogenético) depende del grado en que las partes del sistema, su significado y finalidades se encuentran JERÁRQUICAMENTE ordenadas e integradas en él.


Perspectiva transaccionalista La perspectiva transaccional define la Psicología como “el estudio de las relaciones cambiantes entre los aspectos psicológicos y ambientales de las unidades holísticas” (Altman y Rogoff, 1987; p. 24). Así pues, la unidad de análisis la constituyen “las entidades holísticas tales como eventos que implican personas, procesos psicológicos y ambientes”. La diferencia fundamental con la perspectiva organísmica es que en este caso el todo no se compone de elementos separados, sino que se trata de una “confluencia” de factores inseparables que dependen unos de otros para su definición y significado. Se enfatiza además la importancia del tiempo y el cambio para comprender un fenómeno, por lo que estas variables deben convertirse en elementos indispensables de cualquier análisis psicoambiental. Por otra parte, en cuanto al modelo de filosofía de la ciencia, el transac-

cionalismo adopta una orientación pragmática, ecléctica y relativista para el estudio de los fenómenos psicológicos. En vez de buscar leyes generales, se acepta la posibilidad de que diferentes configuraciones de principios puedan ser necesarias para comprender diferentes eventos. Se subraya el valor de los estudios de caso único. Los fenómenos no son necesariamente predecibles y repetibles. La idiosincrasia de cada evento permite analizarlo desde diferentes perspectivas y apreciar la variedad de factores que contribuyen a un mismo fenómeno. Por último, otra importante característica de este enfoque es el papel que adopta el investigador. Desde esta perspectiva, el observador forma parte del propio fenómeno que observa, es inseparable de él, y su papel, perspectiva y localización deben entenderse como un aspecto de dicho fenómeno.


UNIVERSIDAD YACAMBÚ Autor: Natacha Sofía Castro Salas N° de Expediente: HPS161-00001 Cátedra: Psicología Ambiental Docente: María Yanoski Lucena


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