La ciencia

Page 1

La ciencia, en todas partes Natalia Martín Palacios

Era el último día de clase en la Universidad. Daniel cursaba el tercer año del grado de Biología. Había quedado en la playa con sus amigos, donde iría directamente al finalizar la última lección tediosa de matemáticas, asignatura que iba arrastrando desde primero de carrera y se le atragantó en el colegio porque los profesores más que explicarlas las recitaban como si de un mantra se tratara, desde las sencillas tablas de multiplicar hasta las complicadas fórmulas, todo era cuestión de memorizar y seguir unas reglas. _Esto es así, no hay más_ le había dicho su profesor de Matemáticas en cuarto de la ESO cuando Daniel tuvo la genial y nefasta idea de preguntarle de donde salía la fórmula de la ecuación de segundo grado.

Aunque frustrado con las matemáticas, la ciencia le fascinaba. Al salir de clase se despidió con un efusivo abrazo y un fuerte apretón de manos de sus compañeros más allegados y se dirigió a su coche. En el maletero llevaba el bañador, las gafas de buceo, una toalla , protección solar y una sombrilla. Quedó con cuatro amigos: Juan, María, Alberto y Antonio. Alberto era primo de Daniel y también el novio de María, a quién conoció en la empresa de venta de móviles donde ambos trabajaban. Juan, Antonio y Daniel se conocieron en el instituto y desde entonces eran amigos inseparables. Daniel tenía la costumbre de observar los pequeños detalles a su alrededor e indagar en ellos para encontrar respuestas de por qué las cosas eran como eran. Creía que la mayoría de las personas, incluidos sus amigos, eran incapaces de observar la realidad por falta de interés y vivían en un mundo de sombras, sin ver los objetos que las proyectaban en la oquedad cavernosa que ellos mismos se habían construido a golpe de voluntad.. Las sombras convergían en conversaciones superfluas, mundanas y él era sólo un bicho raro que se mimetizaba con su entorno. No obstante, eran sus amigos y debía aceptarlos con su forma de ser. Aparcó el coche en el paseo marítimo y se cambió en un baño público. Atisbó a sus amigos a poca distancia y agitó el brazo para saludarlos. El mar estaba en calma y era azul claro. ¿Por qué el mar es azul?.El sabía que los colores se producen por el reflejo del espectro de luz que no es absorbido por las partículas. El agua absorbe las ondas de luz roja e infrarroja por eso el agua es azul y era de una tonalidad clara porque el día era soleado y el mar hacía las veces de espejo reflejando la claridad del día en sus aguas, por eso en los días nublados el mar era azul oscuro.


Reflexionando en esta absurda cuestión para la mayoría de los mortales llegó donde se encontraban sus amigos, extendió la toalla calvó la sombrilla en la arena y se aplicó la crema protectora.

_Olvídate de bañarte, hay medusas_ le aconsejó su primo. _ No creo que aguante sin refrescarme toda la tarde ,además me gustaría bucear un rato. _ Puedes refrescarte en las duchas pero te tendrás que aguantar las ganas de bucear si no quieres que te piquen las medusas_ dijo María. _ Correré el riesgo, veo gente en el agua._ dijo Daniel, convencido._ Voy a echar un vistazo. Daniel caminó por la orilla hasta toparse con una masa transparente gelatinosa con tentáculos. Se puso de cuclillas junto a la medusa varada y la observó. Dentro de la masa de gelatina había agua ¿Por qué la medusa era transparente?, pensó que por la misma razón por la que el agua de un vaso o de una bañera eran transparentes. La clave estaba en la cantidad de agua. El agua que contiene un vaso o una medusa es escasa en comparación con la del mar o una piscina, por tanto, a menos agua se refleja menos cantidad de luz y hay más transparencia. Ésta proporcionaba a su vez un buen camuflaje a la medusa, pasando así desapercibida a los bañistas asustadizos que pretendían capturarlas con todo un dispositivo de utensilios, redes, cubos , bolsas….Pero era muy difícil verlas. Decidió bucear por las rocas. Se metió en el agua hasta cubrirle la cintura. Escupió saliva en el interior del cristal de las gafas y frotó todo el cristal con los dedos, así conseguía que el cristal no se empañara por la condensación de la humedad del aire, ante el descenso de la temperatura del mar. La saliva actuaba como una barrera viscosa que retenía las gotas condensadas de agua provenientes del aire, impidiendo que éstas entraran en contacto directo con el cristal. Se colocó la boquilla del tubo en la boca y se tumbó boca abajo dejándose mecer por el agua. En las rocas atestadas de mejillones y lapas divisó tres pequeños jureles y una lata oxidada, de color verde , en el fondo arenoso. Hay cosas que se oxidan más rápido que otras lo que indica que pierden sus electrones con más facilidad al entrar en contacto con materiales más oxidantes que ellos. También hay materiales que no se oxidan jamás. Se metió dentro del agua para coger la lata, sin percatarse de la presencia de una medusa junto a la misma. Sintió miles de agujas incandescentes atravesándole la piel, y al retirar bruscamente la mano se hizo un pequeño corte con la lata.


Observó el hilillo de sangre verde emanando de la herida mientras nadaba hacia la orilla y dejaba la mano malherida sumergida en el agua .

Juan acompañó a su primo al chiringuito más cercano. Una de las camareras le aplicó agua oxigenada en la herida. El líquido comenzó a burbujear. Las catalasas de las células de la dermis descomponían el peróxido de hidrógeno en moléculas de agua y oxígeno gaseoso. El gas atrapado en el líquido lo hacía entrar en esfervescencia, hasta que las pompas explotaban finalmente y el oxígeno escapaba a la atmósfera. Era precisamente este oxígeno el que actuaba sobre la posible infección de las bacterias anaerobias. Otro de los cameros sugirió a Daniel que se echara agua del grifo en la inflamación. Al echarse agua la inflamación y el dolor se extendieron por la mano. ¿ Por qué. Con el agua salada no había pasado. -¡Claro, el potencial hídrico; el agua dulce tiene un potencial hídrico elevado y ha entrado en los estatocistos haciendo que éstos liberen las toxinas. ¡Mierda!_ rápidamente sacó la mano del grifo.

Volvieron a la playa, Daniel metió la mano dolorida en un cubo lleno de agua salada. Jugaron a las cartas animadamente entre risas y bromas y pasaron una tarde tranquila. Después fueron a tomar algo a un bar cercano. Se sentaron en la terraza y hablaron sobre todo de política. Últimamente era un tema de actualidad debido a los sonados casos de corrupción, los recortes y la mala gestión del dinero público. Mientras la conversación fluía, Daniel observó una tela de araña de forma orbicular, extendida en el hueco entre dos ramas del arbusto en la maceta próxima a él. En el extremo de la tela permanecía la araña inmóvil con la cabeza dirigida hacia abajo y los pedipalpos extendidos hacia delante, esperando alguna vibración de los hilos entretejidos, indicativo de que algún insecto volador había sido atrapado en la red. ¿Por qué la araña no era víctima de su propia trampa? Daniel sabía que los arácnidos se apoyaban sobre la superficie sólo con las puntas de sus patas, así el contacto con la trampa era mínimo, y no quedaban atrapados en la mortífera tela, pudiendo desplazarse sobre ella en busca de sus víctimas con facilidad. Los insectos voladores abarcaban mayor superficie de contacto con la seda debido a que sus patas no acababan en punta y sus anchas y finísimas alas. María se apoyó en el respaldo de la silla y sintió un fuerte quemazón en la espalda. Se le escapó un pequeño gemido de dolor. _ Creo que me he quemado_ dijo Ana. María no se puso crema protectora y se sentó a la sombra de la sombrilla sólo para jugar a las cartas. En la playa no notó que se quemaba. Esto era,


pensó, Daniel, porque el aire tenía poco capacidad para absorber el calor, por eso la arena quemaba tanto mientras que el aire era fresco. Las enérgicas radiaciones ultravioletas penetraron silentes en la piel de la chica. Se decidió así entre todos dar por finalizada la tertulia, debido a que María no se encontraba bien. Los amigos se despidieron y quedaron en verse otro día. Al llegar al coche, Daniel pensó en voz alta: todo es ciencia.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.