El ganso de oro

Érase una vez...

Un anciano leñador que tenía dos hijos. El más pequeño llamado “Tontín”.

Su hermano lo despreciaban por ser muy lento para el trabajo

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Un buen dĂ­a, el padre, le concediĂł al hermano mayor poder trabajar de leĂąador...

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Pero ĂŠste se toparĂ­a con una persona muy humilde de camino al bosque.

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El anciano le suplicรณ por un poco de comida y agua, pero al ver que el joven era de corazรณn duro...

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Decidió dejar caer sobre él una maldición, que mientras trabajara, cayera una rama pesada sobre él.

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Enojado por el mal momento que el anciano le habĂ­a hecho pasar, decidiĂł continuar su camino.

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Y cuando estaba talando, de la nada cayó sobre él una rama muy pesada que lo hizo regresar a casa, cediendo el puesto a su hermano Tontín.

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Cuando Tontín se encontró con el anciano canoso no dudó en compartir lo poco que traía consigo...

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El anciano viรณ inmediatamente que la bondad del joven era grande y decidiรณ recompensarlo...

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Diciéndole: “En el bosque verás que uno de los árboles tiene una característica especial que lo diferencia de los demás, ve y córtalo.”

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Cuando terminó de cortar el árbol, justo al centro de él había algo que tenía un brillo extraordinario...

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Nada más y nada menos que un ganso de oro sólido.

Alegre con su regalo Tontín partió para su hogar, pero ya era demasiado tarde y estaba todo oscuro.

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Estando en la ciudad, se presenta una de las hijas del posadero a ofrecerle hospedaje, la codicia de una de las hermanas brillaba en sus ojos al ver tan hermoso ganso de oro.

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Tontín no desconfió de la joven mujer y decidió pasar la noche en el lugar.

Pero cuando él se encontraba profundamente dormido sucedió algo.

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La joven habĂ­a tomado al ganso para arrancar sus plumas de oro, pero cuando intentĂł soltarlo estaba pegada a ĂŠl.

El pueblo era muy solidario pero al ayudar a la joven terminaban pegados uno tras de otro.

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A la mañana siguiente Tontín vio todo lo que había ocurrido y tuvo la idea de ir al boticario de la ciudad para que ayudara en ese pequeño problema.

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Entre el alboroto, TontĂ­n hizo que todo el grupo bailara, haciendo movimiento graciosos, caĂ­das y risas.

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Y ocurrió el milagro que tanto habían esperado. ¡La princesa no paraba de reír!

Y el rey feliz cumplió su promesa de casar a su hija con el hombre que la hacía reír.

Y en el momento que la princesa comenzó a reír, todos pudieron despegarse.

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Así fue que, en poco tiempo, Tontín logró casarse con la princesa para comenzar a vivir una vida llena de alegría y felicidad.

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Fin 29