Camino de Fuentelรกmparas La senda de la dehesa
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Con la llegada de las primeras nieves, los pastores de la sierra reunían sus rebaños para bajar a las tierras de invernada a los pies de la montaña. Duros días en los que dejaban a sus familias para migrar con el ganado en busca de pastos. Ahora rememoramos a los pastores de la trasterminancia con esta ruta por las dehesas de la rampa serrana. La dehesa de Fuentelámparas consta de 345 hectáreas pertenecientes al municipio de Santa María de la Alameda y comparte lindes con las dehesas de Zarzalejo y Robledo. El camino de Fuentelámparas nos ofrece la posibilidad de un camino agradable, poco exigente físicamente, que nos sirve de pretexto para adentrarnos en la vida de los pastores, la ganadería y las construcciones rurales, como majadas o molinos harineros. La senda de la dehesa nos acerca a la biología de las dehesas de fresnos y melojos, a sus habitantes, a la geología de los grandes colosos de granito que salpican las praderas y a los misterios que guardan sus lagunas. Lagunas y lagunajos que conforman un ecosistema muy especial que alberga a algunas de las especies más amenazadas de nuestra geografía. Estas tierras también sufrieron la barbarie de la guerra civil y aparecen diseminados numerosos fortines, algunos de alto valor histórico, como el torreón de Fuentelámparas. Esta es otra de las rutas de las que disfrutaremos repitiendo en diversas épocas del año y podemos hacer con toda la familia. Son numerosos los bellos parajes donde descansar y recrearnos con la mirada.
Enrique García
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Flor de fresno (Fraxinus agustifolia)
Fresnos y zarzas se agolpan en las vallas
Típica estampa de buey en berrendo en colorado
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Nuestro camino comienza en la plaza de la iglesia de la pedanía de Pajares o Zarzalejo estación. Desde esta localidad serrana custodiada por los dos colosos graníticos de las Machotas, emprendemos la marcha por la calle de la Estación en sentido ascendente o a la derecha, dejando atrás la iglesia. Casi al final de la población unos carteles en fucsia nos indican Los Molinos y Posada Felipe II, aquí tomaremos la calle del puente, que nos lleva a cruzar las vías de la línea Madrid-Ávila. Tomaremos aquí el camino de frente y a unos cincuenta metros, desatendiendo el cartel que indica a los Molinos, tomaremos el camino de la izquierda o camino del cañal cojo, que poco a poco comienza a descender y se adentra en los primeros prados, donde aparecen con frecuencia los fresnos, las zarzas, los robles melojos o los majuelos. En estas fresnedas es fácil sorprender a los rabilargos, e incluso con las primeras horas de la mañana, encontrar a la garza real o a las cigüeñas rebuscar entre el pasto de los prados. Casi llegando a la yeguada y picadero se nos abre la posibilidad de visitar una de las frecuentes lagunas que se forman en las navas. Tan solo debemos abandonar el camino a la izquierda y aventurarnos entre los prados siguiendo la suave depresión del arroyo, hasta dar con ella a escasos cuatrocientos metros. Regresaremos sobre nuestros pasos para retomar el camino. A la altura de la entrada del picadero continuamos de frente por una pista más ancha. Aquí, los bucólicos prados festoneados por los fresnos, se abren en una dehesa descarnada con afloramientos graníticos muy dispersos, que antaño servían como tierras de labor y hoy atesoran una de las joyas gastronómicas de nuestra sierra.
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Grandes vacadas de bueyes que pacen tranquilamente propiedad del carnicero y distribuidor, Jiménez Barbero. Animales que se crían con pastos naturales y que serán sacrificados con edades superiores a los diez u once años. El camino discurre entre la atenta mirada de estos coloridos animales hasta las proximidades de las casas de la dehesa. A nuestra derecha se encuentran las tierras de la dehesa de Robledo, a la izquierda las de la dehesa de la sierra que se prolongan más allá de la carretera que une Fresnedillas con Zarzalejo, propiedad de Santa María de la Alameda. Estas edificaciones son frecuentes en las dehesas, alejadas de las poblaciones, servían de refugio a los pastores y labriegos que las trabajaban, así como a los guardas y su ganado. En la época de la siega, estas edificaciones resultaban pequeñas y en no pocos casos, algunos dormían al raso o bajo los carros. Continuaremos el camino pasadas las casillas, por el camino que sale a la derecha y abandonando la pista. La actividad predominante es la ganadería extensiva de vacuno y la caza, otras actividades complementarias, como la agricultura o el pastoreo de ovejas y cabras, ha desaparecido o casi, como la obtención de leñas, maderas y carbones. En estas amplias campiñas es fácil distinguir al milano, al busardo e incluso con suerte a las águilas reales e imperiales, que tienen en estos campos sus áreas de caza.
Casillas de pastores
Dos buitres leonados sobrevolando los campos
La ausencia de cabras favorece la aparición del monte bajo
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Terrenos divididos en prados o bocage
Estos afloramientos recuerdan a los kopje de la sabana africana
Un hueco natural era utilizado para guardar los corderos recién paridos
Desde uno de los caminos que parten de la izquierda, podemos acceder al llamado torreón de Fuentelámaparas, una pequeña variación que nos supondrá unos dos kilómetros de desvió con la ida y la vuelta. Para ello tras pasar el caserío, a unos seiscientos metros, debemos aventurarnos por la segunda cancela de la izquierda, que tiene el cartel de “Ganado bravo”, por lo cual desaconsejamos el camino. Si es su deseo aventurarse, se prosigue por esté hasta sobrepasar unos edificios y alzarse sobre la colina donde se encuentran las ruinas del torreón. Poco a poco los afloramientos de bolos, berruecos y horts, son cada vez más frecuentes, a un lado nos encontramos el paraje abierto de la dehesa y al otro el paraje dividido en prados, conformando lo que se denomina el bocage. En este paisaje encontramos con frecuencia castilletes que nos recuerdan a los kopje de la sábana africana, que constituyen un refugio de fauna y flora. En estos reductos rocosos podemos encontrar especies como el madroño o el castaño. .
El torreón de Fuentelámparas Es una edificación rectangular que apenas levanta metro y medio del suelo, formada por sillares de granito y reconvertida en puesto militar durante la Guerra Civil. Todavía son visibles los nidos de ametralladoras en sus muros. Algunos lo fechan en el siglo XIV y le dan utilidad de pabellón de caza, no es de extrañar pues estos parajes ya aparecen en el Libro de la Montería como escenarios de caza y el topónimo de arroyo de los palacios, también lo sugiere.
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Tras pasar por una vaquería el camino comienza a descender hacia el valle del arroyo de Los Palacios. Es probable que encontremos algunas cancelas cerradas. Debemos atravesarlas dejándolas en su estado anterior para evitar trastornar los movimientos del ganado. Así como evitaremos molestar a los animales si los hubiera. Transitaremos por una estrecha calleja que termina en una nueva cancela que debemos pasar y nos conduce al arroyo que hay que vadear con cuidado. A partir de aquí, durante unos centenares de metros, el camino se marca en el pasto, sólo debemos seguir el muro de piedra de la derecha, hasta encontrar la cancela que nos lleva de nuevo a una pista. Esta zona comienza a ser más boscosa y aparecen con más frecuencia robles melojos y encinas en los terrenos más ásperos. Un antiguo caserío de pastores es el anticipo a unas praderas amplias. Aquí el camino gira sobre si mismo, tomando la pista de la derecha, que cruza estas praderas, para atravesar un nuevo arroyo y posteriormente el arroyo de los Palacios, esta vez sobre un pontón de granito. Frente a nosotros, un cerrillo aparece almenado, es una edificación de la guerra civil que aparece en lo alto. Podemos hacer una exploración sobre él, y ver los nidos de ametralladoras y disfrutar de una esplendida perspectiva desde aquí. Apenas nos desviaremos unos centenares de metros, para regresar de nuevo al mismo punto. Continuamos el camino hasta desembocar en una calleja denominada, la calleja del molino patatero, hoy propiedad particular. Aquí la tomaremos a la izquierda en sentido ascendente.
Hiedras, nuezas y zarzas conforman el sustrato aéreo o lianas
Fortín de los Picoruchos
Fortín visto desde el camino
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Morucha salmantina
Trascurridos unos cuatrocientos metros, de la derecha parte una calleja, que se encuentra cerrada con una cancela de alambre. Si queremos descender unos doscientos metros encontraremos el molino. El abandono de la calleja hace más sencillo el paso si vamos por los prados aledaños. El edificio es monumental, aún derruido, todavía conserva numerosas piezas que nos facilitan reconstruir mentalmente su uso y funcionamiento. Si subimos por los prados de la derecha a retomar de nuevo el camino, encontraremos antiguos caserones ganaderos hoy arrumbados.
Cocina del Molino de Ventura
Los Molinos En el arroyo de la Pontezuela o de los Palacios se sitúan los dos molinos, ambos derruidos. El llamado Molino patatero, da nombre al camino y se sitúa al final de éste, es un molino de los denominados de cubo. El molino harinero o de Ventura, está unos centenares de metros más a bajo y se denomina de caz porque retiene el caudal del río para mover el rodete del molino. Se sabe que es posterior y se reconstruyó en “1881 siendo amo y maestro Manuel Santos Ventura”, como se puede leer en el dintel de la puerta. En él se pueden distinguir la cocina, la presa, el saetín, las dos piedras del molino o el lugar donde se alojaba la cabria. El agua se almacenaba en la presa hasta que era expulsada por el saetín, que golpeaba los alabes del rodezno, Éste a su vez hacia girar la piedra volandera que trituraba contra la solera el grano, que era introducido por el ojo de la muela superior. El agua salía de nuevo al cauce del río por el cárcavo o por el aliviadero, si había en exceso.
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El camino continua fresco y sombreado, entre afloramientos graníticos de mayor entidad. A unos cuatrocientos metros del desvió de los molinos, encontraremos una cancela verde a nuestra izquierda. El sendero que se abre a sus pies nos conduce a las lagunas de Fernando, que se encuentran ganando la espalda a la colina. De regreso al camino patatero el terreno se vuelve más desarbolado y aparecen las primeras canteras de granito, hoy la mayor parte abandonadas. Pocos metros más allá cerraremos el camino y regresaremos sobre nuestros pasos a la plaza de la iglesia.
Dintel donde puede leerse “1881 siendo amo y maestro Manuel Santos Ventura”
Lagunas de Fernando
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El uso antropológico de la Dehesa Desde antiguo los rebaños descendían de las tierras altas con la llegada de las primeras nieves, y asentaban sus rebaños en las praderas de pie de sierra o en los valles, donde el invierno era más bondadoso. Con la llegada del verano regresaban con sus rebaños a las tierras altas, donde las majadas tardaban más en agostarse, aprovechando de esta forma los pastos que ofrece el medio de manera natural. No realizaban grandes desplazamientos de centenares de kilómetros como los grandes rebaños trashumantes de La Mesta, tan solo los pequeños rebaños de los campesinos se agrupaban durante estos desplazamientos en varias centenas de cabezas, y les era suficiente asentarse en las tierras próximas de los valles, distantes a unas decenas de kilómetros, es lo que se conoce como trasterminancia. La llamada Dehesa de Fuentelámparas era utilizada por los rebaños de la villa durante los duros meses de invierno, cuando las cumbres se cubrían de nieve. Hay que recordar que aunque lo veamos como un hecho inusual, las crónicas nos comentaban que el puerto de la Cruz Verde, permanecía cerrado por las nevadas de Noviembre a Abril, lo que equivale a decir, que durante este tiempo el ganado permanecía estabulado, siendo su coste económico muy alto o debía peregrinar a las tierras más bajas.
Gineta Genetta genetta Del tamaño de un gato, se cree que fue introducido por los árabes para actuar como éste. Este carnívoro prefiere los prados y fresnedas donde busca roedores, pájaros, así como vegetales y frutos dependiendo de la estación. Pasa el día oculto en los huecos de las paredes o de los viejos árboles, y su actividad es principalmente nocturna. Su presencia la delatan las letrinas que suele utilizar. Generalmente en primavera la hembra pare de dos a tres crías, y si la temporada es abundante en alimento, puede darse una segunda camada en otoño.
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Estas tierras más bajas, poseían una tierra más fértil que las abruptas cresterías de la sierra, y se acuartelaban o dividían para explotarlas también agrícolamente con la siembra de trigo y cebada. Este tráfico de pastores, agricultores y jornaleros pronto provocó la construcción de unas sencillas edificaciones para el refugio de personas y ganados o vivienda para el guarda de la dehesa. Con el devenir del tiempo, la ganadería de ovino decayó y el clima más benigno hizo innecesario el desplazamiento de la menguada cabaña, con lo que su uso se adjudicaba en subasta para la explotación agrícola y cinegética principalmente. Con el desarrollo económico, la agricultura de cereal cayó en estas zonas a favor de terrenos más productivos y de mayores posibilidades a la hora de introducir maquinaria agrícola. Hoy se dedican fundamentalmente a la cría de ganado bobino en régimen extensivo. Las razas autóctonas más duras y adaptadas al terreno, como la avileña ibérica negra o la morucha salmantina, han dado paso a especies foráneas como la limousin o la charolais, de mayor producción de carne. Para ello requieren mayor cantidad de alimento intensificando su acción sobre los pastos y necesitan de la importación de piensos que suplan la dieta. Este resultado empobrece los pastizales y la evolución del monte, que es utilizado principalmente para la obtención de madera por el trasmochado de los arboles y la actividad cinegética de caza menor.
Toro charolais
Toro limousin
A veces la roca sufre disgregaciones focalizadas dando estas curiosas formas, se denominan tafonis
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El ecosistema de la Dehesa
Fresnos, melojos y encinas se entre mezclan con los pastizales en la dehesa
Fresno trasmochado o con perfil de cabeza de gato
En la corteza del fresno aparecen numerosos líquenes y musgos. El gris es un liquen del género Parmelia y el amarillo del genero Xantoria
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La dehesa es un ecosistema artificial creado por el hombre en el que por su uso, se han alcanzado unos valores de estabilidad medio ambiental que asemejan el modo natural. Dehesa proviene de la palabra ”defessa”, que significaba terreno protegido. Durante la Edad Media el auge de la cabaña ganadera otorgo enormes privilegios al Honrado Concejo de La Mesta, por el cual los rebaños trashumantes podían utilizar los terrenos anexos a las cañadas durante su transito. Para proteger los pastos, se erigieron cercas que evitaban los enormes rebaños de miles de cabezas. La dehesa combina en su explotación el monte, los pastos, la agricultura y la ganadería de forma que todas ellas se complementan. Los bosques que encontramos a pie de sierra, en la llamada rampa serrana, son de terrenos arenosos y de naturaleza ácida. El nivel freático esta próximo a la superficie, alentando la proliferación de lagunas naturales temporales, y la aparición de fresnos y melojos que forman su arbolado principal, junto con otras especies más termófilas como encinas, enebros y quejigos, en los terrenos más secos. Estos bosques cercados, se aclararon para dar mayor grado de insolación al suelo, y se despejaron de matorrales y monte bajo para favorecer el crecimiento de los pastos. Los grandes árboles, liberados de competencia, crecen en mayor medida y bombean nutrientes del suelo profundo que favorecen la fertilidad de su medio. Con sus grandes copas equilibran la temperatura, protegiendo al suelo de la fuerte insolación en verano o de las grandes heladas en invierno, así como reduciendo la velocidad del viento al frenarse éste con sus ramas.
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Por lo cual, se crea un clima ideal para la proliferación del bosque, surgiendo de nuevo el monte bajo, para evitarlo se pastoreaba con rebaños de cabras que eliminaban los rebrotes y limitaban el avance el monte bajo. Los pastos así favorecidos, servían para mantener la cabaña de ovejas, que a su vez estercolaba de manera uniforme las praderas. Las ovejas con su forma de cortar el pasto, favorecen la implantación de pastos muy nutritivos, principalmente leguminosas y gramíneas. El ganado de tiro: vacas, burros y caballos, complementaban comiéndose aquellos productos que despreciaban las ovejas. Las copas de fresnos y melojos proveían de sombra durante el estío, y sus hojas o ramón, servían como alimento al ganado, en las épocas en las que el pasto escasea.
Floración del enebro de la miera (Juniperus oxycedrus)
Rebaño de oveja rubia del Molar
Madroño Arbutus unedo Frecuentemente lo encontramos en formas arbustivas aunque puede alcanzar tallas de diez metros. Sus hojas son perennes, de un color verde oscuro, aserradas y de aspecto lanceolado. Florece durante el invierno con pequeñas flores blancas. El fruto esférico de cubierta picuda, es de color verde que muda a naranja o rojo cuando esta maduro, lo que sucede al año, por lo que es frecuente encontrar flores y frutos al mismo tiempo. Las ramas y hojas son ricas en taninos, que sirven para curtir el cuero, y los frutos son comestibles y se han usado tradicionalmente para la elaboración de licores.
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Gato montés ( Felix silvestris)
El excedente de madera, que producían los árboles, era cortado para emplearlo como madera o carbón que se obtenía en las propias fincas. Los terrenos más fértiles eran sembrados con cereal, que servía como alimento y forraje para los animales. Así el medio mantenía un equilibrio en el que la naturaleza permanecía domesticada y la intervención del hombre no quitaba potencial al medio. Hoy la actividad principal de la dehesa es la ganadería extensiva de vacuno. El ganado vacuno sestea en gran medida nitrificando los suelos y pace durante las primeras y últimas horas del día, arrancando con la lengua la hierba. Esto dificulta la proliferación de especies que no poseen un sistema radial muy potente. Por el contrario desechan las partes leñosas del rebrote del monte que avanza en
Protegidas del diente del ganado, numerosas especies crecen entre los huecos de los berruecos
Galápago europeo Emys orbicularis Las encontramos en charcas o cauces de aguas lentas. Su caparazón es poco abombado y presenta manchas amarillas en forma de abanico, pudiendo alcanzar los 20 cm. Su cabeza es pequeña, su mandíbula inferior blanca y presenta manchas discontinuas de color amarillo en el cuello. Durante el invierno hiberna. Se alimenta de insectos, invertebrados, anfibios y pequeños peces. Culminado el periodo de letargo entran en celo, tras lo cual, ponen de 4 a 16 huevos que eclosionaran al mes.
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forma de matorral compuesto por retamas, escobas, enebros, majuelos, zarzas,… debido a la ausencia de cabras. Con la desamortización, las grandes áreas se dividieron en pequeños prados dando a la dehesa una configuración de bocage, que dificulto la presencia de los grandes herbívoros silvestres, pero fomento la aparición de conejos, ratones, lirones o topillos, que encuentran en estos cerramientos su cobijo. Las grandes rapaces no encuentran árboles viejos donde anidar, lo que no impide que sitúen aquí sus cazaderos águilas imperiales, águilas reales o milanos reales. No son escasos los avistamientos de buitres leonados y negros, que mantienen limpios los campos de la dehesa. Las fresnedas y melojares son frecuentados por el búho real, la perdiz, el rabilargo, la paloma torcaz, la abubilla, la urraca, el agateador, el carbonero y un sin fin de aves forestales más. También la proliferación de topillos, ratones o lirones, atrae a depredadores como la gineta, el gato montes o el zorro. No es difícil encontrar en nuestros paseos los rastros del jabalí, mucho más esquivo que el muy común conejo. Las características geológicas tan peculiares provocan que los grandes afloramientos rocosos actúen como islas, donde encuentran refugio algunas especies como madroños y castaños. También es habitual, la formación lagunas y lagunajos de carácter temporal que llevan asociadas una flora y fauna particulares. Además de juncos y ranúnculos, proliferan en sus aguas tritones, gallipatos, sapos parteros o galápagos europeos así como diversas anátidas.
Cantera de granito
La abundante piedra ha sido utilizada en caseríos y vallas
Bolo
Detalle de los barrenos utilizados en su extracción
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La geología de los berruecos
A veces una piedra aparece encima de otra, son las llamadas piedras caballeras
Tafosis
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Zarzalejo está dominado por la mole imponente de las Machotas, dos grandes bloques graníticos que se vieron elevados por las fuerzas tectónicas y la erosión se encargó de esculpir y desenterrar. Una, la Machota alta o Pico del Fraile, con 1461 metros y otra, la Machota baja, con 1404 metros. El granito se origino en el interior de la tierra por la solidificación, a gran presión y temperatura, del magma, componiéndose de cuarzo, feldespato y distintos tipos de micas (biotita y moscovita). Con los posteriores movimientos tectónicos, estas masas se elevaron y quedaron descomprimidas, por lo cual que comenzó su disgregación en diaclasas. Grandes fracturas de trazado ortogonal o en forma de capas de cebolla, que disgregaron los bloques y permitieron una mayor erosión química. Las micas y feldespatos de los granitos sufren una oxidación que las transforma en arcillas, mientras que el cuarzo liberado, forma arenas o arcosas. Estas grandes moles descubiertas adoptan forma de montículos de grandes piedras apiladas, son los denominados montes isla o inselbergs, cuando como en el caso de las Machotas, aparecen de manera aislada.
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Enebro rastrero (Juniperus communis subsp.nanas)
Cuando los procesos son muy intensos, solo nos quedan grandes planicies de arenas en los que destacan grandes piedras redondeadas como restos residuales, son los denominados berrocales. En ellos es frecuente encontrar algunos de estos berruecos todavía agrupados en castilletes o horst, o unos encima de otros en prodigiosos equilibrios, son las piedras caballeras. En estos terrenos de naturaleza tan plana, se forman concavidades que recogen las aguas de escorrentía, dando lugar a lagunas temporales que aquí son tan frecuentes. Las canteras de extracción de granito han sido una fuente de ingresos en la economía local desde antiguo, y sus piedras se lucen en monumentos como el Monasterio del Escorial, el Palacio Real o la Catedral de la Almudena.
Cantera de granito abandonada
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Lagunas de Fernando
Fuente:geocachingmadrid
Las lagunas de Fernando Los procesos erosivos del granito, originan que éste se descomponga de manera heterogénea dando lugar a concavidades. Éstas, por el proceso de la erosión, se ven a menudo colmatadas por arenas o arcosas. Cuando se producen las precipitaciones, el terreno plano vierte sus aguas en estas depresiones o navas donde el agua se filtra a través de las arcosas hasta la roca viva que es impermeable, si estas precipitaciones son intensas, el agua aflora manteniéndose hasta la llegada de los calores del estío. Estas lagunas dan cobijo a una de las especies más amenazadas de nuestra fauna, el galápago europeo así como a no menos importantes comunidades de anfibios, reptiles y aves acuáticas. Como ejemplo de estas lagunas, en los alrededores nos podemos encontrar con la laguna de la Grulla, los lavajos de Fuentelámparas, los lavajos de la Dehesa de la Sierra, las lagunas del Prado del tío Daniel, las lagunas de Prado Nuevo o las lagunas de la dehesa de la sierra, entre otras.
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PK
570m 880m 910m 950m 1000m 2480m 3410m 4900m 5210m 5340m 5370m 5690m 5810m 6600m 6970m 7120m 7240m 7390m 7780m 7990m 8280m
8670m 9710m 10190m 10300m 10630m 11200m
DESCRIPCION Desde la plaza de la iglesia tomamos la calle de la Estación a la derecha, sentido ascendente. Coge la calle de los molinos a la izquierda. Cruzar la vía del tren por el puente. Continua camino de la izquierda. Sigue de frente. Continua por el camino izquierda, desatendiendo el cartel. En la puerta del picadero continuar de frente. Pasadas las casas de la dehesa, abandonar la pista por una camino que sale a la derecha. Continuamos de frente por un camino menos marcado. Frente a la cancela tomamos la estrecha calleja de la izquierda. Cruzamos la cancela y vadeamos el arroyo de los Palacios. Seguimos por el camino marcado sobre la hierba, llevando como referencia la pared. Tomamos el camino más marcado a la derecha. Cruzamos la cancela y continuamos recto. Cogeremos el camino de la derecha que parece volver hacia atrás. Vadeamos de nuevo el arroyo de Los Palacios y continuamos de frente. Cruzamos otra vez el arroyo de los Palacios por encima de un pontón de piedra. Si quieres subir al fortín del cerro continua de frente, sino sigue el camino que gira bruscamente a la derecha. Toma el camino del molino patatero a la izquierda. A la derecha del camino sale una calleja cerrada por una cancela, casi cubierta por la maleza, desciende paralelo a ella por las fincas cercanas. Llegada al molino, puedes regresar por el mismo camino o paralelo a él desde los caserones avandonados cercanos al molino. Continuamos por el camino que abandonamos. Si deseas llegar hasta las lagunas, cruza la cancela de color verde que aparece a la izquierda, continua el sendero hasta dar la espalda al cerrillo y encontrarás las lagunas de Fernando. Continuamos de frente por un camino menos marcado. Retomamos el camino por él que comenzamos. Cruzamos de nuevo el puente sobre la línea de ferrocarril. Tomamos la calle de la Estación a la derecha. Llegada a la Plaza de la Iglesia.
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