Camino de los molinos

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Camino de los molinos La senda del rĂ­o Cofio


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Camino de los molinos Senda del río Cofio

Enrique García.

Camino de las pedanías Senda de los oficios olvidados

Este Camino de los Molinos, nos invita a un paseo sencillo recorriendo lo que antaño fue una floreciente industria. Allá por el siglo XVIII, se llegaron a contar hasta trece de estos ingenios, que funcionaban, aprovechando el desnivel del río, en la molienda de grano y como batanes en las industrias textiles. Partiendo de la pedanía de Santa María de la Alameda Estación, nos invita a recorrer la Senda del Río Cofio a lo largo de su vega, entre el imponente cortado de Navalespino y la extensa pineda que se abre, en la llamada, Tierra de Pinares abulense. Muy recomendable para todos los públicos por su escaso desnivel. Siempre la podremos acortar, dependiendo de nuestra condición física o el tiempo de que dispongamos, en el puentecillo de Molino Nuevo. Nos servirá como escusa para descubrir el bosque de ribera y la fauna que habita nuestros cursos fluviales, gravemente amenazados por las industrias ganaderas y los numerosos embalses. Así podremos transitar bajo el dosel de sauces, fresnos y chopos, sorprendernos con el vuelo fugaz de la oropéndola o el rabilargo, sumergirnos en busca de la trucha común y conocer a las bermejuelas, las bogas, los cachos o la trucha arco iris. Emerger como los mirlos acuáticos en las pozas en busca de los pequeños moradores subacuáticos del río. Si extremamos la atención en las planicies herbosas, con suerte encontraremos a la cigüeña negra y podremos maravillarnos ante el vuelo de las fabulosas águilas reales o el buitre negro. Casi será imposible encontrar a la extinta nutria o el visón europeo, pero no lo será tanto encontrar a su primo el visón americano. Este Camino de los Molinos, las Senda del Río Cofio, es sin lugar a dudas una buena escusa para pasar una mañana agradable, y aventurarse en la naturaleza y las costumbres populares, sin apenas esfuerzo.


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Bosque de Galería

Espiga de agua (Potamogeton polygonifolus)

Cominera borde (Carum verticillatum)

Cárice de Reuter (Carex elata reuteriana)

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Comenzaremos en el parking de la Estación de Ferrocarril de Santa María de la Alameda, pasaremos hasta el otro lado de la vía por los pasos habilitados para salir por el andén dirección Madrid, por un camino que parte paralelo a la vía a la derecha. Junto a un edificio, cruzaremos la cancela y continuaremos el camino. Atravesaremos por terrenos baldíos, antaño fértiles tierras de labor, donde crecía el trigo, la cebada o las algarrobas; hoy abandonadas, se cubren poco a poco de enebros de la miera, mejoranas y jaras pringosas. Tomaremos el camino que descienda hacia nuestra izquierda y estaremos precavidos para coger la calleja que sale a la izquierda y nos acerca a las antiguas caleras. Aquí podemos ver numerosos hornos de cal, dispuestos en dos graderíos. Un viejo horno de teja o ladrillo, y las antiguas dependencias de la calera. No lejos se pueden ver la pequeña cantera de extracción de caliza, materia prima para la elaboración de la cal. Retornaremos al camino que llevábamos, que desembocara en la calle La Navilla y ésta, a su vez, en Doctor Fleming, que desciende por la Avenida del Pimpollar hasta terminar en un camino de tierra, adentrándonos bajo los pinos negrales y haciéndonos cruzar el río por un pequeño puente. Desde el puente podremos contemplar el llamado bosque de galería, compuesto por sauces, fresnos y numerosas especies ribereñas, que son el cobijo y el sustento de una variada fauna. El camino ascenderá suavemente y veremos un primer molino muy deteriorado, del cual apenas se distingue la regadera y un par de paredes.


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Si observamos veremos que el camino continua paralelo a la regadera del viejo molino, hasta encontrarnos de bruces con el molino de la Tía Gorronda. Se puede apreciar la entrada del cubo de sección cuadrangular. Su regadera continua hasta perderse en los cimientos del puente Recondo o de los siete ojos, llamado así por los siete arcos que se levantaron, para salvar un desnivel de casi cincuenta metros, en la construcción de la vía de ferrocarril que unía Madrid con Ávila. Inaugurado el 1 de junio 1963. Dejando atrás la añoranza a los viejos convoyes, tirados por las máquinas de vapor de la serie 1900, continuaremos hasta encontrar, entre una fresca fresneda, los paredones del llamado molino de Los Cuchillas. Perdida la techumbre conserva dos piedras de moler y el cárcavo del molino; su regadera ha quedado engullida prácticamente por el camino. Poco más allá encontraremos el Molino Nuevo o Molino del Tío Madejas, que estuvo en funcionamiento hasta los años sesenta. Merece la pena una parada para reconocer numerosas piezas que se conservan y su funcionamiento pasado. Seguiremos hasta encontrarnos con la vieja presa de Las Navas, donde, la sedimentación del río, colmato la presa, provocando su total desmantelamiento. Hoy podemos ver el trabajo de restauración de los márgenes y con suerte, sorprender al Martín pescador o al visón americano, en sus orillas. Al final del cauce restaurado, ligeramente desviado del camino, se encuentra entre la arboleda El Molino de los Tebeos, que conserva parte del cubo, el cárcavo y el saetín.

Cacho (Squalius pyrenaicus)

Rana común (Rana perezi)

Nutria (Lutra lutra)

Hierba lagunera (Ranunculus trichophyllus )

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Violeta (Viola cornuta)

Poleo (Mentha pulegium)

Escaramujo y agalla Provocada por una avispa(Diplolepis rosae)

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Retomaremos el camino que asciende perpendicular a la izquierda siguiendo la cerca del prado, en las dos siguientes intersecciones seguiremos a la derecha. Iremos entre un fragante bosque de pinos negrales (Pinus pinaster), antaño propiedad de la Marquesa de Medinaceli. En 1870, tras una provechosa visita a Francia, puso en marcha la fábrica de resinas Ángela María. Tras su cierre, hoy vemos como se están volviendo a resinar estos mismos pinos. El camino continua entre varias explotaciones ganaderas hasta desembocar, junto a una vaquería, en la AV-P-308. Extremaremos la precaución, pues circularemos por el arcén de la carretera unos 800m. Junto al puente veremos el Molino de los Méndez o de Saluda, el único de origen más moderno, de cubo cilíndrico y vertical. Continuaremos por la carretera hasta el punto kilométrico 4, de donde parte un camino a la derecha. Iremos por una senda bien marcada a las faldas del cortado de Navalespino, hasta desembocar en un nuevo camino, sombreado por fresnos, que tomaremos a la izquierda y continuaremos sin salirnos. A medida que nos acercamos a la urbanización de Molino Nuevo, veremos que el pinar abraza el camino. Atravesaremos prados de siega y huertos baldíos, salpicados de escaramujos, enebros, encinas y zarzas. Se tornan impenetrables los jarales sombreados por pinos negrales. El camino se abre a la izquierda y asciende suavemente, abriéndose el pinar al poco de cruzar el depósito del agua. En los harrenes, antaño buenas tierras de laboreo donde se sembraba trigo, cebada o centeno, ahora medran en ellas enebros y encinas aisladas.


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Junco de churrero (Scirpus holoschoenus )

Culebra viperina (Natrix maura )

Hoja de fresno

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A la altura de la cija podremos ver, a la izquierda, afloramientos de mármoles y calizas. Tomaremos como referencia la valla metálica y descenderemos por la derecha siguiéndola, hasta encontrar un camino que baja hacia la izquierda desde la misma esquina. Lo haremos entre un encinar aclarado en exceso, donde encontramos frecuentes barrancos, producto de la explotación de caliza para las caleras. Nos servirá ahora como referencia, un gran caserón para retomar el camino, que nos lleva desde ésta, hacia el barrio de la Estación, directamente por el vallejo. En esta tenada, se recogía el gran rebaño que pastaba por estas laderas, en la época de rastrojera o barbecho. Cruzaremos al otro lado de la carretera extremando la precaución y subiremos la calle Vasco de Gama, con una fuerte pendiente, que termina en la placita anexa a la estación de ferrocarril, donde habíamos comenzado.


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El Bosque de Ribera

Tremendales o trampales

Coruja o pamplinas (Montia fontana )

Sapo común (Bufo bufo) Pino albar (Pinus sylvestris)

Arroyo de montaña

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Nos encontramos en un pinar de pino negral (Pinus pinaster), salpicado de jaras pringosas y pies aislados de un bosque anterior de encinas y enebros de la miera. Esta formación se ve interrumpida por el curso del río Cofio, formado por la unión de los arroyos de Valtravieso y Las Herreras. Discurre durante 51 kilómetros, hasta verter sus aguas en el Alberche. La influencia del agua, como vemos, modifica sustancialmente el paisaje. Las montañas tienen la peculiaridad de poder condensar el agua contenida en las nubes. Éstas, impulsadas por el viento procedente del Atlántico, chocan con las sierras, ascendiendo, enfriándose y precipitando en forma de nieve, nieblas o lluvia. Parte de estas precipitaciones se introducen entre las grietas de la roca madre y parte, precipitan en escorrentía, formando regajos y regueros, principalmente durante la primavera. El agua, en las zonas altas, a veces se estanca en pequeñas hoyas o allí donde afloran los manantiales; creando, lo que se denominan, tremedales o trampales, generalmente de carácter estacional y donde crecen pamplinas, berros y extensas praderas de cervuno (Nardus stricta). El agua desciende ladera a bajo, formando arroyos de mayor entidad, que mantienen un cauce intermitente, secándose con los primeros calores. En estas vaguadas frescas se mantienen las bardagueras, los zarzales, los escaramujos y algunos juncos de churrero. Cuando desembocan en los ríos, el caudal se mantiene más estable, dando vida a una comunidad trófica más amplia y especializada.


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Son aguas frías, oxigenadas y rápidas que exigen a sus habitantes adaptaciones especificas. Así las orillas, sacudidas por la fuerte erosión de las aguas violentas y el permanente encharcamiento, son colonizadas por sauces, juncos y carices, que mantienen el curso del río y sirven de cobijo a numerosas especies. En sus aguas, multitud de insectos ponen aquí sus larvas, sufriendo adaptaciones como la presencia de ganchos, cuerpos duros y aplanados, para evitar que la corriente los arrastre o terminen aplastados por los materiales que lleva. Son el caso de las efémeras, plecópteros y los tricópteros, pequeños insectos que segregan una seda donde adhieren piedrecillas, formando un capuchón protector, que vulgarmente se conoce como canutillo. Esta gran población de larvas e insectos, atraen a una comunidad de depredadores altamente especializados. Sorprenderemos, en las pozas poco profundas, al mirlo acuático; agachándose en las piedras salientes antes de sumergirse. Con ayuda de sus alas, rebusca en el fondo pequeños invertebrados. Poco tiempo después emergerá y se sacudirá el agua de su plumaje. También las truchas comunes aprecian este manjar, tanto en fase de larva como de adulto, que capturan saltando o permaneciendo de cara a la corriente, a la espera de aquellas que no han resistido a los embates del río. Una gran variedad de pájaros sobrevuela los tupidos corredores de ramas, que a veces, sepultan el curso del río, dando esa forma característica de galería. Son habituales las oropéndolas, los ruiseñores, los agateadores, los chochines, los petirrojos, las lavanderas blancas

Bardaguera (Salix atrocinerea)

Flor femenina Flor masculina (Salix atrocinerea)

Álamo negro (Ulmus minor)

Barquero (Micronecta scholtzi)

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Cigüeña negra (Ciconia nigra)

Visón americano (Neovison vison)

Mirlo acuático (Cinclus cinclus)

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o cascadeñas, los pinzones o los rabilargos procedentes de los pinares cercanos. No es de extrañar que en las orillas, allí donde el agua se remansa y tiene un poco más de temperatura, sean más frecuentes las ranas comunes (Rana perezi), los zapateros (Gerris lacustris), los ditiscos (Dytistus marginalis), las notonectas (Notonectidae sp.) o los pequeños alevines de truchas, bogas y bermejuelas, que son acechados, desde su posadero, por el atento Martín pescador (Alcedo atthis) . En estas orillas, cubiertas de zarzas, ortigas, poleos, juncos…, podemos descubrir las galerías de las ratas de agua (Arvicola sapidus), que bucean y eligen los brotes más suculentos, de los que se compone su dieta. No lejos, saltando de poza en poza, río arriba, no es difícil de encontrarse con el visón americano (Neovison vison), ágil, que se zambulle y emerge unas decenas de metros más allá en busca de peces, huevos o anfibios que llevarse a la boca. Este mustélido ha desplazado ya, casi por completo, al autóctono visón europeo (Mustela nutreola) más pequeño o a la prácticamente desaparecida nutria (Lutra lutra), imponiéndose en nuestros ríos, procedente de los descuidos de granjas peleteras. Numerosas especies de arañas, colocan aquí sus redes, en busca de todos los pequeños insectos atraídos por el agua. Las libélulas (Anisoptera sp.) y los caballitos del diablo (Zygoptera sp.), patrullan la superficie con sus reflejos metálicos, atraídos también por esta fuente de proteínas. Un poco más allá de la influencia directa de agua encontramos los chopos (Populus nigra), capaces de soportar las inundaciones puntuales y más allá, los frenos (Fraxinus angustifolia).


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Los fresnos son capaces de bombear el agua de un nivel freático más bajo hasta la superficie, creando suelo y rodeándose de un cortejo arbustivo muy interesante. El gran valor de este árbol, ha provocado que se encuentre domesticado en gran medida, siendo parte fundamental de las dehesas húmedas y prados de siega. Sus hojas, han servido tradicionalmente de barda para el ganado durante el estío y se ha reservado junto a los tapiales, donde crece rodeado de majuelos, endrinos, rosales y zarzas. Estas orlas espinosas protegen del diente del ganado y de los depredadores a micro mamíferos que habitan en su espesura como topillos, conejos, erizos y ratones de campo. Las cercas de piedra, albergan comadrejas y garduñas. Los claros soleados e irrigados, donde crece la hierba, son frecuentados por las cigüeñas, con mucha suerte, incluso por la esquiva cigüeña negra (Ciconia nigra), que por estos pagos nidifica. Durante la primavera se desvía parte del curso del río y a través de regaderas, se irriga el terreno, dejando escurrir el agua desde las partes altas. Con la llegada del verano, el heno se siega y se deja secar al sol, antes de recogerlo y ensilarlo, para servir de alimento para el ganado en el invierno. Durante las lluvias de la otoñá, la hierba reverdecida es pastada por el ganado y estercolada al mismo tiempo, listo para reposar durante el invierno y comenzar el ciclo de nuevo. Mediante el pastoreo de estas tierras, el ganado selecciona de manera natural aquellos pastos de su predilección, favoreciendo la dispersión de su semilla y la creación de

Tricóptero

Efímera

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comunidades vegetales especificas, formadas principalmente por gramíneas y leguminosas: Tortero (Arrhenatherum bulbosis), grama de jopillos (Dactylis glanerata), heno blanco (Holcus lanatus), cola de ratón (Pheleum pratense), heno de Castilla (Agrostis castellana), entre otras. Otro pequeño habitante es el topillo campesino, que elabora una compleja red de galerías entre la hierba, para moverse con rapidez en busca de alimento y lejos de sus innumerables depredadores, como milanos o rapaces nocturnas. Entre los habitantes que frecuentan los pastos y las vegas húmedas está, la inofensiva Culebra de collar (Natrix natrix). Se alimenta principalmente de anfibios y pequeños mamíferos. La culebra viperina o de agua (Natrix Maura), hábil nadadora, está especializada en anfibios y peces, situando su área de influencia muy cerca del agua. Allí donde el valle del río se ensancha y permite un suelo algo más profundo, también se establecen las huertas

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Fresno Fraxinus angustifolia Árbol corpulento de 20 a 25m, gran copa, frecuentemente trasmochado con hojas compuestas imparipinadas ovaladas y bordes aserrados, tronco grisáceo y rugoso. Hidrófilo y capaz de bombear agua a la superficie. De sus frutos se ha obtenido aceite o se han encurtido en salmuera. Sus hojas han servido como colorante verde, como alimento para el ganado, en forma de barda, y en infusión tiene propiedades antiinflamatorias, antirreumáticas, laxantes, analgésicas, diuréticas, contra la artritis, artrosis y gota. De su corteza se extrae un tinte azul y tiene propiedades febrífugas, tónicas, digestivas y astringentes. Su madera es dura , estable y flexible; se ha utilizado en la construcción de carros, aperos, herramientas e incluso lanzas.


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Lechuga

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tradicionales, regadas a través de regaderas que sangraban una y otra vez el cauce. Se establecían severos turnos de riego en los meses estivales, para sacar a delante patatas, judías, garbanzos, hortalizas y lino. El lino tuvo una importancia inusitada con la potente industria textil de Las Navas del Marques, en el siglo XVII, favoreciendo el desarrollo de este cultivo, que se mantuvo hasta principios del siglo XX. Estos río montanos de grandes desniveles y caudal continuo, fueron muy favorables para las industrias hidráulicas, con hasta trece molinos en sus orillas, por los cuales recibía el sobrenombre de El Río de Los Molinos.

Tomatera

Zapatero (Gerris lacustris)

Trucha común Salmo trutta No suele superar los 60cm de longitud y los 10kg de peso. Cuerpo esbelto, cabeza robusta de boca ancha y dentada de coloración variable, dependiendo de la edad y el hábitat. Predominan los tonos pardos y verdosos punteados de manchas negras y rojas, rodeadas de un halo blanquecino. Prefiere los cursos de aguas puras y frías y se alimenta de insectos y pequeños peces, que puede capturar saltando fuera del agua. Se reproduce en invierno y cada hembra pone una media de 1000 a 2000 huevos por kilo de peso.

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BURRO

CABRIA

TOLVA

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ESQUEMA DE LA MAQUINARIA DEL MOLINO DE RODEZNO

CANALETA TRIQUITRAQUE VOLANDERA GUARDAPOLVO SOLERA PARAFUSO PARADERA ÁRBOL

SAETIN RODEZNO

ALIVIO ALABE

SOPUENTE

Ilustración de José María Legazpi Ingenios de Madera, Cajastur

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A lo largo del río, también llamado de los molinos, se establecieron, teniendo constancia, al menos ocho edificaciones; algunos de ellos, sin duda, no fueron molinos de harina, sino batanes para tuñir paños elaborados en los entonces florecientes telares de La Navas del Marqués, allá por el siglo XVIII La estructura del molino es simple, mediante una pequeña presilla o cacera, se desvía el agua del curso del río, se desplaza por medio de la regadera, hasta un punto donde, por el desnivel propio del terreno, encontremos una variación de al menos cuatro metros. Aquí el agua se recoge y se comprime en un canal cerrado llamado cubo, de sección cónica o piramidal, que se estrecha en el fondo y se contiene con el saetín. El molinero por medio de una palanca abre el saetín y el agua choca con fuerza contra los alabes del molino, que forman una especie de rueda llamada rodezno. Éste está unido al árbol que transmite el movimiento hasta el parafuso, pieza metálica que termina en la lavija. Ésta tiene forma de reloj de arena y se inserta en la piedra móvil o volandera. La volandera gira sobre la piedra solera, situada debajo y fija, que se encuentra perfectamente nivelada y permite pasar el movimiento del parafuso a través de su ojo, relleno y lubricado con estopa y sebo de oveja. El molinero tendrá especial cuidado en la velocidad de las piedras para evitar que se queme la harina con la fricción. Para ello hace uso de la paradera y el saetín, controlando la inclinación del chorro y el caudal, respectivamente. También presta atención al espacio entre las dos piedras, del cual dependerá el grosor de la molienda. Para ello, el rodezno se apoya por medio de una pieza metálica, llamada punto, en un hueco

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EL MOLINO Y EL MOLINERO

Molino de la Tía Gorronda

Molino de Los Cuchillas

Molino Nuevo o de los Madejas

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Molino de los Tebeos

Bardaguera (Salix atrocinerea)

Molino de los Méndez o Saluda

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también metálico denominado contrapunto, alojado en una viga central, el sopuente. La viga está unida por una pieza de madera o metal llamada alivio, que se acciona desde arriba por medio de una palomilla. Con la molienda, las piedras de granito se van desgastando y es necesario mantener el grosor y relieve de las mismas, por ello, cada cierto tiempo el molinero retira las muelas con ayuda de la cabría, una especie de pequeña grúa compuesta por un tornillo sinfín. Con ayuda del puntero y la piqueta, repasa de nuevo los relieves de las piedras. Las piedras o muelas se dividen en radios llamados rayones y estos a su vez en tres pequeñas estrías que reciben los nombres de: entrante, moliente y finante de dentro a fuera. El juego de ambas piedras se tallan igual, pero de manera especular, para que una vez en su sitio, las estrías actúen a modo de tijeras, tomando el grano y golpeándolo una contra la otra, expulsando el resultado, que es retenido por un armazón de madera llamado polvera. El proceso comienza vertiendo el grano en la tolva. Con el movimiento de las piedras, se provoca la vibración de una pequeña vara, llamada triquitraque, que unida a la canaleta, deja caer el grano a la velocidad adecuada por el ojo de la piedra volandera. Las muelas distribuyen el grano entre los rayones y el movimiento asimétrico de las mismas lo parte. El resultado sale centrifugado contra las paredes del guardapolvos. Así obtenemos la harina, mezclada con el salvado o cáscara del cereal. Después, en la casa, se cierne con el cedazo, para separar la harina y el salvado. El molinero, obtenía como pago una porción de lo molido, denominada maquila y variaba en función del grano y las zonas.


Descripción Cruzar la vía del tren, extremando la precaución, por los pasos habilitados Tomar el camino paralelo a la vía del tren a la derecha Atravesar la cancela Tomamos el camino de la izquierda Tomamos la calleja que sale a la izquierda, entre dos prados Llegamos a la calera y regresamos al ultimo cruce por el mismo camino Tomamos el camino de frente Tomamos la Calle Navilla a la derecha Giramos a la izquierda para continuar por la Calle Navilla Tomamos la calle doctor Fleming a la izquierda Descendemos hacia la izquierda Cruzamos el puente y seguimos por el camino a mano derecha Primeras ruinas de molino Molino de la Tía Gorronda Puente Recondo Vadeamos el arroyo Molino de los Cuchillas Molino de los Madejas o Molino Nuevo Antigua Presa Molino de los Tebeos, retomamos el camino que asciende a la izquierda Continuamos por el camino de la derecha Continuamos por el camino de la derecha Seguimos de frente Cruzamos la cancela y seguimos por la carretera a la derecha El molino de Saluda o los Méndez se queda a la izquierda A la altura del cartel del P.K 4 tomar el camino de la derecha Continuar el camino por la izquierda Seguir por el sendero de la izquierda, tomar como referencia el poste de la senda pecuaria Continuar por el camino de la izquierda Junto a la vaquería, tomar el sendero descendente de la izquierda, junto a la valla metálica Tomar el camino descendente de la izquierda que parte desde el caserón de La Viña Cruzar la carretera y continuar por la Calle Vasco de Gama Desembocamos en la placita de la estación de ferrocarril

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P.K 50m 50m 150m 860m 1000m 1130m 1260m 1400m 1570m 1790m 2200m 2500m 2920m 3000m 3170m 3520m 3850m 4230m 4920m 5260m 6010m 6180m 6910m 7910m 8200m 8810m 10240m 12870m 13240m 13730m 14120m 14400m 14580m

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ESQUEMA






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