Guía Introductoria de Economía y Finanzas Instituto Econospérides | 2012
Equipo de trabajo: José M. Domínguez Martínez (dir.) Sergio Corral Delgado José Antonio Díaz Campos Miguel González Moreno Rafael López del Paso
Prólogo La relevancia alcanzada por la educación financiera de la ciudadanía se ha incrementado de manera exponencial como consecuencia de la crisis financiera internacional vivida desde el año 2007. En todo el mundo se han multiplicado las iniciativas tendentes a disminuir los déficit constatados en esa materia. Por otro lado, las repercusiones que la crisis financiera ejerce sobre la actividad económica real, generando un bucle muy difícil de quebrar, ha colocado igualmente en un primer plano un conjunto de conceptos económicos que hasta no hace mucho quedaban reservados para los especialistas. Ante una economía y unas finanzas sumamente complejas, en pleno proceso de transformación, a un ritmo intenso e incesante, se hace patente la necesidad de conocer un amplio abanico de cuestiones económicas y financieras para poder interpretar la realidad que nos circunda, así como para adoptar decisiones individuales que afectan a nuestro bienestar presente y futuro. Hoy más que ayer, la educación financiera y la educación económica están llamadas a ser elementos de primer orden para que pueda existir una ciudadanía informada y responsable. Más allá de esa importancia estructural, su trascendencia adquiere tintes cruciales en una etapa como la que estamos viviendo, caracterizada por una crisis económica sin precedentes, en la que los problemas y los conceptos económicos a escala macroeconómica y, por supuesto, microeconómica, marcan la existencia diaria de los ciudadanos. En este contexto se inscribe la presente iniciativa, impulsada conjuntamente por el Ateneo de Málaga y el Instituto Econospérides, de poner a disposición de la ciudadanía una guía con el objetivo esencial de ofrecer una visión introductoria de los principales conceptos económicos y financieros, claves para la identificación, la medición, la interpretación y la transmisión de la percepción de la realidad económica y financiera. Hace años, el filósofo francés Jean-François Revel recordaba que “la democracia no puede vivir sin una cierta dosis de verdad… La información en la democracia es tan libre, tan sagrada, por haberse hecho cargo de la función de contrarrestar todo lo que oscurece el juicio de los ciudadanos, últimos decisores y jueces del interés general”.
Pero –se preguntaba el pensador galo, “¿qué sucede si es la información la que se la ingenia para oscurecer el juicio de los jueces?”. A este respecto, difícilmente puede encontrarse una más paladina justificación de la relevancia de la adecuada información económica y financiera, absolutamente vital para iluminar el juicio de los ciudadanos, abocados a emitir un dictamen sobre las causas, las implicaciones y las posibles salidas de una angustiosa situación. Los contenidos de la guía elaborada se estructuran en tres bloques diferenciados: en el primero se abordan los conceptos e indicadores macroeconómicos, a fin de acotar las nociones necesarias para una primera visión macroeconómica o agregada de la economía; en el segundo se presta atención a cada uno de los principales grupos de agentes económicos: familias, empresas, entidades financieras y administraciones públicas; en el último se efectúa una incursión especial en el sistema financiero y en los productos ofertados en el mismo. El texto que el lector tiene en sus manos es fruto de la labor desinteresada de un equipo de trabajo, a cuyos integrantes, Sergio Corral, José Antonio Díaz, Miguel González y Rafael López, quiero dejar constancia de mi agradecimiento. Gratitud que también se dirige al Ateneo de Málaga, así como a Unicaja, instituciones que han hecho posible su publicación. La única motivación de quienes participamos en este proyecto es contribuir, aunque sea testimonialmente, a la difusión del conocimiento económico. Poner a disposición de los ciudadanos nuestro modesto y limitado saber es nuestra única pretensión, que no espera nada a cambio. Aun así, saber que hayamos podido contribuir marginalmente a iluminar el “juicio de los jueces”, en un terreno tan importante como el económico y el financiero, sería nuestra mayor recompensa.
José M. Domínguez Martínez Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga
Edita: Ateneo de Málaga / Servicio de Publicaciones Director: Juan Ceyles Domínguez Comité de Dirección: Junta Directiva Equipo de trabajo: José M. Domínguez Martínez (dir.) Sergio Corral Delgado José Antonio Díaz Campos Miguel González Moreno Rafael López del Paso Diseño y Maquetación: navarroguille.com Ilustraciones: Paco Aguilar Impresión: Urania Depósito Legal: MA-000-0000 ©Ateneo ©De los textos y fotos: sus autores
Índice Introducción 1. Conceptos e indicadores macroeconómicos El circuito económico: sectores y operaciones Producto interior bruto Componentes de la demanda agregada Ahorro Balanza de pagos Dinero Tipo de interés Tipo de cambio Productividad Inflación Mercado de trabajo
2. Agentes económicos Familias Empresas Entidades financieras Administraciones públicas
3. Sistema financiero y productos financieros Funciones Estructura Mercados Reguladores Productos financieros Requerimientos de capital de las entidades financieras
Introducci贸n
Introducción La presente publicación tiene como objetivo ofrecer una serie de conocimientos básicos que puedan permitir a cualquier ciudadano adentrarse mínimamente en la consideración e interpretación de la realidad económica. Tratar de expresar conceptos económicos que sean fácilmente entendibles por una persona sin formación económica específica constituye un reto de una magnitud considerable. Ante la diversidad de aspectos contemplados en el sumario, el reto se multiplica, lo que obliga a ser modesto en cuanto a las pretensiones planteadas. Más que aspirar a proporcionar un plano detallado por donde moverse siguiendo señales estáticas, la meta es que un hipotético lector pueda llegar a orientarse en el terreno del conocimiento económico elemental sin la ayuda de señales, sino, más bien, a partir de unas nociones y criterios asimilados con carácter general y aplicables en diferentes contextos. La existencia de distintas acepciones en el caso de algunos conceptos constituye un problema añadido a efectos expositivos, que se agravan por el hecho de que
algunos de ellos difieren según la perspectiva concreta adoptada, económica, contable o fiscal, lo que incluso aboca a patentes contradicciones terminológicas: por ejemplo, lo que comúnmente se considera una operación financiera, como los intereses pagados por un préstamo, ¡constituyen una operación no financiera desde el punto de vista económico!; tampoco son siempre coincidentes los criterios utilizados por las cuentas nacionales y los presupuestos de las administraciones públicas… En definitiva, nunca están de más las cautelas, ni de sobra las especificaciones sobre las variables o los datos que sean objeto de consideración. Los contenidos de esta guía están agrupados en tres grandes apartados: en primer lugar se exponen las principales nociones necesarias para una primera visión macroeconómica o agregada de la economía; en segundo término se presta atención de manera diferenciada a los principales grupos de agentes económicos; por último, se lleva a cabo una incursión en el sistema financiero y en los productos comercializados en éste.
1. Conceptos e indicadores macroecon贸micos
1.1. El circuito económico: sectores y operaciones La realidad económica es un complejo entramado en el que continuamente se están tomando decisiones: cuando decidimos comprar un libro, efectuar un ingreso en nuestra cuenta corriente, llenar el depósito del coche de gasolina… cuando una empresa contrata a un nuevo empleado, compra un equipo informático, atiende un pedido de un cliente… cuando una administración pública construye un hospital, dicta una norma o emite un título de deuda… cuando una fundación organiza una exposición de pintura… cuando una entidad bancaria concede un préstamo hipotecario… cuando una compañía aseguradora paga una indemnización al beneficiario de un seguro… cuando un turista extranjero contrata los servicios de un hotel… La maquinaria de la actividad económica no conoce respiro. Son muchos los sujetos que intervienen, a quienes solemos llamar genéricamente “agentes económicos”, e innumerables los tipos de operaciones que se realizan. Con objeto de disponer de una visión ordenada de esa complicada realidad es conveniente establecer algunos criterios que, de forma sistemática, nos permitan clasificar las distintas categorías de agentes y de operaciones. Comencemos por los agentes. En una economía nacional podemos distinguir los siguientes sectores: familias, sociedades no financieras, entidades financieras, empresas de seguro, organizaciones sin fines de lucro y administraciones públicas. Por otro lado, a fin de acotar las relaciones
de la economía nacional con el resto del mundo es oportuno diferenciar un sector exterior. Podemos delimitar los sectores mencionados señalando los rasgos más características de la actividad de las unidades que se encuadran en cada uno de ellos: › Familias: las personas que forman parte de una familia o viven independientes son consideradas esencialmente consumidoras de bienes y servicios para satisfacer sus necesidades personales (alimentación, ropa, salud, educación, cultura, ocio…). Al mismo tiempo las familias son las propietarias de los factores de producción privados de los que dispone la sociedad (tierra, trabajo y capital). La cesión de tales recursos, normalmente a cambio de una retribución, a las unidades que se encargan de la producción es crucial para que se pueda desarrollar la actividad económica. Algunas de esas personas físicas deciden emprender directamente una actividad empresarial de forma individual, sin constituir ninguna sociedad. Son los empresarios autónomos. › Sociedades no financieras: este sector comprende aquellas unidades constituidas como sociedades cuya finalidad esencial es la de producir o distribuir bienes y servicios de carácter no financiero, es decir, aquellos relacionados con la agricultura, la ganadería, la pesca, la construcción, la industria o los servicios (no financieros). Los bienes y servicios producidos o distribuidos son puestos a la venta a un precio de mercado. Con los ingresos obtenidos, las
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empresas, además de pagar los bienes y servicios adquiridos a otras empresas, retribuyen a los distintos factores que contribuyen a la producción (esencialmente mediante salarios, intereses por el capital ajeno utilizado, alquileres y beneficios por los capitales propios invertidos). Adicionalmente, han de hacer frente a sus obligaciones impositivas y deben ir apartando unas cantidades en concepto de amortización para reponer los bienes de equipo utilizados una vez que acabe su vida útil. › Entidades financieras: son aquellas entidades especializadas en la provisión de servicios financieros, tales como la captación de recursos en forma de depósitos, la concesión de créditos, la emisión de tarjetas de crédito, la captación de ahorro del público mediante otros instrumentos como participaciones en fondos de inversión, planes de pensiones… › Entidades de seguro: son empresas dedicadas a la cobertura de determinadas situaciones de riesgo a cambio de la percepción de primas. En caso de producirse las contingencias cubiertas (sucesos negativos), las empresas de seguro indemnizan a los beneficiarios de los contratos de seguro.
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› Administraciones públicas: son aquellas instituciones que tienen como finalidad esencial producir bienes y servicios que no van destinados a la venta en el mercado (se ofrecen gratuitamente a los ciudadanos o a un precio que cubre sólo una pequeña parte de su coste) y/o llevar a cabo la redistribución de la renta y la riqueza nacionales. Para poder realizar tales funciones, las administraciones públicas aplican impuestos, tasas y cotizaciones sociales que han de ser pagados obligatoriamente por los individuos y las empresas que cumplan los requisitos o incurran en los supuestos de hecho establecidos por la legislación. › Instituciones privadas sin fines de lucro: además de las sociedades mercantiles hay otras instituciones que participan en la actividad económica aunque con fines benéficos, sociales o culturales, sin buscar una finalidad lucrativa. › Sector exterior: la justificación de la diferenciación de este sector es recoger todas las operaciones económicas que los agentes nacionales efectúan con agentes de otros países, con independencia de cuál sea su naturaleza concreta.
Conceptos e indicadores macroeconómicos
Dejando al margen el sector exterior, por sus características especiales, el resto de unidades que operan en la economía nacional podemos clasificarlas en dos grandes agregados: el sector privado y el sector público. El sector público comprende aquellas unidades (administraciones, organismos, fundaciones o empresas) que están controladas por los poderes públicos; el sector privado está integrado por las familias, instituciones y sociedades que son propiedad de personas físicas o están controladas por éstas. Por otro lado, en las cuentas económicas de la nación se presta atención al criterio de la financiación de las empresas. Así, una empresa que sea propiedad pública y cuyos ingresos provengan mayoritariamente de las ventas en el mercado forma parte del sector privado; por el contrario, una empresa pública cuyos ingresos se nutren mayoritariamente de subvenciones públicas forma parte del sector público. Llega ahora el turno de las operaciones
económicas realizadas por las referidas unidades. Existen muchos tipos de operaciones económicas, por lo que es fundamental, antes de entrar en sus características específicas, delimitar las grandes categorías básicas. Una primera gran distinción atiende a si las operaciones corresponden a actividades reales, tales como la producción, el consumo, la inversión, la obtención de rentas, la redistribución de rentas o el pago de impuestos, o a actividades financieras, tales como la concesión de préstamos, la emisión de títulos de deuda, la constitución de depósitos bancarios o la venta de acciones. Estas últimas van directamente ligadas a una variación de un activo o de un pasivo financiero. Por ejemplo, cuando el Estado emite títulos de deuda pública, está aumentando sus pasivos financieros y al mismo tiempo se generan activos financieros para quienes suscriben los títulos de deuda. Cuando una persona deposita un dinero en una 17
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cuenta bancaria pasa a ser titular de un activo financiero (el depósito) y la entidad bancaria contrae simultáneamente un pasivo financiero por el mismo importe. Este tipo de operaciones se denominan financieras. Las otras operaciones son las no financieras, que no van ligadas directamente a la variación de un activo o de un pasivo financiero. Las operaciones financieras y no financieras son de naturaleza muy diferente, por lo que no deben mezclarse. Cuando el Estado emite deuda pública contrae la obligación de tener que devolver en su momento el dinero captado; cuando el Estado aplica un impuesto, obtiene asimismo unos ingresos, pero no está contrayendo ninguna obligación de devolver ese dinero posteriormente a quien lo ha desembolsado. Dentro de las operaciones no financieras pueden distinguirse, a su vez, dos grandes
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categorías: operaciones corrientes y operaciones de capital. Las primeras están relacionadas básicamente con la producción, el consumo, la obtención y la distribución de rentas; las segundas, con la inversión o formación de capital. Por ejemplo, cuando una empresa compra material (fungible) para producir, se está generando una operación corriente, y cuando compra maquinaria, se trata de una operación de capital.
1.2. Producto interior bruto La variable clave de cualquier economía es la que conocemos como el PIB (Producto Interior Bruto). A través de ella inferimos si está en expansión, estancada o en recesión; es decir, si la economía marcha bien o se halla en crisis. Esta diversidad de posibles situaciones se deriva de una característica esencial de cualquier economía de mercado: el carácter cíclico
Conceptos e indicadores macroeconómicos
de la actividad económica; ésta no tiene un comportamiento constante a lo largo del tiempo, sino que registra oscilaciones. A título de ejemplo puede observarse el gráfico adjunto, en el que se refleja la evolución cíclica de la economía española a lo largo de las últimas décadas. En definitiva, toda economía está sujeta a ciclos de distinta duración temporal, si bien un ciclo coyuntural tendría la siguiente morfología o fases:
El producto interior bruto (PIB) representa, de forma agregada, el valor de la actividad productiva realizada en un determinado período en un país (u otra área geográfica), por los agentes residentes en el país, tanto nacionales como extranjeros. 19
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Representa el valor de la producción total final de bienes y servicios generada en un país (u otra área geográfica) durante un determinado período de tiempo (año y/o trimestre). Debe tenerse presente que muchos de los bienes y servicios que se producen no van destinados para su uso final, sino que se utilizan para la producción de otros bienes y servicios. Por eso se les da el nombre de bienes y servicios intermedios. Por ejemplo, de una manera muy simplificada, para fabricar un ordenador personal hacen falta componentes eléctricos, circuitos integrados, programas informáticos y materiales diversos para la estructura del aparato. Supongamos que cada una de estas partes se produce de manera independiente por empresas diferentes que venden a otra empresa que se encarga del ensamblaje definitivo y de vender los aparatos al público. Esta empresa paga un precio de 100, 200, 300 y 400 unidades monetarias a tales proveedores y vende el producto final a un precio de 1.200 unidades monetarias. La producción total tiene un valor de: 100 + 200 + 300 + 400 + 1.200 = 2.200. Sin embargo, en este cálculo hemos efectuado un doble cómputo, ya que los elementos utilizados han sido contados dos veces, de manera independiente y como parte del producto final. Para evitar este tipo de inconvenientes e incoherencias, en el PIB sólo se incluyen los bienes y servicios finales y no los intermedios. Sin embargo, el PIB presenta una serie
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de limitaciones, que vienen dadas en primer lugar por su inoperancia a la hora de contabilizar las operaciones que se producen fuera de mercado; en segundo lugar porque no tiene en cuenta las posibles mejoras de calidad en la producción, y por último, porque no considera los efectos de las externalidades (negativas) del crecimiento (por ejemplo, la contaminación atmosférica). El PIB puede calcularse de tres maneras diferentes, a través de tres enfoques, que deben llevar al mismo resultado: 1. Enfoque de la producción (oferta): como la suma de los valores añadidos brutos (VAB) generados en las diversas etapas de la producción y en todos los sectores de la economía. El concepto de valor añadido se utiliza precisamente para evitar el doble cómputo, ya que el valor añadido de cada empresa es la diferencia entre el valor de su producción y el valor de los bienes y servicios que adquiere de otras empresas para realizar dicha producción. El PIB por el lado de la producción se obtiene, por tanto, a través de la siguiente fórmula: VAB sector primario + VAB industria y energía + VAB construcción + VAB servicios de mercado y no de mercado + Impuestos indirectos ligados a la producción e importación – Subvenciones a la producción. Ejemplo: los datos de producción de una economía en el año 2011 son los siguientes (en millones de euros):
Conceptos e indicadores macroeconómicos
El PIB se obtiene mediante la suma de la producción total de cada sector productivo. 2. Enfoque de las rentas: cada empresa, para poder llevar a cabo su producción necesita disponer de una serie de recursos y factores (fundamentalmente, trabajo, capital propio, capital ajeno, bienes de equipo e inmuebles), a los que tiene que retribuir. El valor añadido que genera tiene como contrapartidas las rentas o retribuciones satisfechas a los distintos factores: sueldos, beneficios, intereses, amortizaciones, alquileres. Siguiendo con el ejemplo anterior, supongamos que dicha economía remunera a sus factores de la siguiente manera:
PIB = Remuneración de los asalariados + Excedente bruto de explotación + Impuestos sobre la producción y las importaciones = 175.000 + 130.000 + 10.000 = 315.000 millones de euros.
1. La remuneración de asalariados comprende aquellas cuantías que se destinan a retribuir a los trabajadores a cambio de la prestación de servicios: sueldos y salarios, y contribuciones a la seguridad social. 2. Este concepto hace referencia a aquellas cuantías derivadas de la propiedad de los factores de producción, como por ejemplo pueden ser los intereses, alquileres o dividendos. Mide lo que se obtiene de la producción antes de atender los pagos de intereses y alquileres.
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Conceptos e indicadores macroeconómicos
3. Enfoque del gasto (demanda): mediante la suma del gasto en bienes y servicios finales efectuado por las familias, las empresas, las administraciones públicas (demanda interna) y el sector exterior. Dicho gasto comprende el consumo y la inversión, tanto privados como públicos, así como las exportaciones de bienes y servicios, netas de las importaciones (teniendo en cuenta que una parte de los bienes que corresponden al consumo y a la inversión provienen del exterior y estarán registrados en tales rúbricas). La demanda interna está compuesta por el consumo y la inversión, los cuales a su vez están compuestos por el consumo de los hogares y de las administraciones públicas, y la inversión en bienes de equipo, construcciones y otros productos, respectivamente. Por su parte, la demanda externa es el resultado de las exportaciones menos las importaciones, y por tanto, puede ser positiva o negativa. El conjunto integrado de todas estas variables constituye el cuadro macroeconómico, que tiene la siguiente estructura:
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Ejemplo: una economía presenta en 2011 los siguientes datos (en millones de euros):
PIB = Demanda interna + Demanda externa = Consumo + Inversión + (Exportaciones – Importaciones) = 200.000 + 100.000 + (120.000 – 105.000) = 315.000 millones de euros.
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Conceptos e indicadores macroeconómicos
En el cuadro adjunto se incluye un ejemplo simplificado de una economía donde se recogen los principales conceptos y magnitudes. Los conceptos que se recogen en la anterior tabla hacen referencia a lo siguiente:
1. Ventas de bienes de consumo: son las ventas de aquellos bienes que se destinan al consumo final por parte de un agente económico, ya sea una familia, empresa o administración. 2. Ventas de bienes intermedios: son las ventas de bienes que son de utilización en los procesos productivos mediante los cuales se obtienen otros bienes. 3. Ventas de bienes de capital: son las ventas de aquellos bienes que se destinan a la inversión, es decir, aquellos que permiten acumular y crear riqueza. 25
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4. Salarios: los salarios son las cuantías que los asalariados obtienen como retribución por su trabajo. 5. Intereses: son aquellos importes que suponen un coste para el agente económico y que son pagaderos debido al uso de recursos a plazo. 6. Amortizaciones: las amortizaciones hacen referencia a las cuantías destinadas a la recuperación del valor como consecuencia de la depreciación que sufren los bienes de capital. 7. Beneficios: son aquellos importes procedentes de las ganancias derivadas de la inversión o de una actividad empresarial. 8. Compras de bienes corrientes y servicios: estos bienes son aquellos que se destinan al consumo final por parte de los agentes económicos. 9. Compra de bienes de capital: son aquellos bienes que se destinan a la inversión, es decir, aquellos que permiten acumular y crear riqueza. 10. Valor añadido: por valor añadido se entiende aquel valor que incorpora un bien como consecuencia de la aplicación del proceso productivo sobre el mismo. 11. Consumo: bienes y servicios utilizados por las familias o la colectividad para satisfacer necesidades individuales o colectivas.
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12. Inversión: gastos que los diferentes agentes económicos efectúan en activos reales (maquinaria, edificios, etc.), necesarios para mantener e incrementar la producción. 13. PIB: es una magnitud macroeconómica que recoge el valor total de los bienes y servicios producidos en una economía en un periodo determinado, habitualmente un año o un trimestre. 14. Depreciación: la depreciación es aquella merma de valor que sufren los bienes de capital como consecuencia de la obsolescencia o el paso del tiempo. 15. Producto Interior Neto: es igual al PIB menos el importe de la depreciación de los bienes de capital (consumo de capital fijo). Por otro lado, existen dos formas de valorar el PIB: › A coste de los factores, es decir, mediante la siguiente expresión: cantidad física producida x coste de producción. › A precios de mercado, es decir, mediante la siguiente expresión: cantidad física producida x precio de venta. El PIB a precios de mercado se obtiene a partir del PIB a coste de los factores sumando los impuestos indirectos (que incrementan el precio) y restando las subvenciones a la producción (que disminuyen el precio).
Conceptos e indicadores macroeconómicos
La relación existente entre ambas valoraciones del PIB es la siguiente: PIBpm = PIBcf + Ii – S Donde: PIBpm = PIB a precios de mercado PIBcf = PIB a coste de los factores Ii = Impuestos indirectos S = Subvenciones Supongamos, por ejemplo, que el PIB a coste de los factores de una economía en el año 2011 fue de 200.000 millones de euros. Si el importe de los impuestos indirectos ascendió a 5.000 millones de euros, y el de las subvenciones a 2.500 millones de euros, podemos conocer cuál es el PIB a precios de mercado a través de la expresión antes comentada: PIBpm = 200.000 + 5.000 – 2.500 = 202.500 Hay otro aspecto muy importante que hemos de tener presente en relación con el PIB. Supongamos que en el año 2010 el PIB de un país fue de 100.000 millones de euros y que en 2011 el PIB alcanzó un valor de 120.000 millones de euros. Observamos que ha tenido lugar un incremento del 20%. Sin embargo, a partir de esta información no sabemos realmente cuánto ha aumentado la producción. Si no hubiese habido ninguna variación en los precios de los bienes y servicios, podríamos asegurar que se habría registrado un aumento real de la cantidad producida (incremento cantidad). Pero si, como suele ser habitual, ha habido un incremento de los precios, parte del
incremento aparente se debe simplemente a la subida de precios (incremento precios). Las cifras indicadas están expresadas a precios corrientes (de cada ejercicio), por lo que, para realizar una comparación homogénea, necesitamos que las cifras del PIB vengan expresadas a precios constantes, es decir, en euros del mismo año. Para ello recurrimos al PIB real, que elimina la distorsión que produce la variación de los precios en el PIB nominal o a precios corrientes. El PIB real se obtiene dividiendo el PIB nominal por el “deflactor del PIB”. El deflactor del PIB es un índice de precios que recoge la variación que se ha producido en el nivel de precios de un país durante un período determinado. Supongamos que en el año 2010 el índice de los precios de los bienes y servicios incluidos en el PIB es de 130 y que en 2011 es de 140. Podemos expresar el PIB de los años 2010 y 2011 a precios del año base dividiendo por el índice de precios correspondiente y multiplicando por 100 (índice del año base): 100.000 x 100/130 y 120.000 x 100/140. De esta manera, obtenemos que el PIB de 2010 a precios del año base (no nos hace falta más información de éste, para nuestro propósito) es de 76.923,08 millones de euros y el de 2011, de 85.714,29. Ahora las dos cifras son homogéneas y comparables, y podemos apreciar que el crecimiento del PIB entre los dos años, en términos reales, ha sido del 11,4%.
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Conceptos e indicadores macroeconómicos
1.3. Componentes de la demanda agregada La demanda agregada (DA) es la cantidad total de bienes y servicios finales adquiridos en un periodo por los agentes que conforman una economía (hogares, empresas, instituciones sin ánimo de lucro, administraciones públicas y sector exterior). La demanda agregada está compuesta por: › Consumo privado (C): comprende fundamentalmente el consumo final de las familias: alimentos, vestidos, bebidas, alquileres de viviendas, energía, bienes de consumo duraderos (automóviles, electrodomésticos…), salud, ocio, etc. Las compras de viviendas no se incluyen como consumo de las familias, sino como inversión. › Inversión bruta o formación bruta de capital (I): incluye las compras de maquinaria (comprendido el software) y edificios, así como la constitución de inventarios (existencias o “stocks”) por las empresas. Cuando se excluyen los cambios en las existencias, nos encontramos con la formación bruta de capital fijo, que comprende parcialmente los gastos en bienes que se van a usar para producir otros bienes. Por otro lado, el calificativo de “bruta” hace referencia a que del importe correspondiente no se ha detraído el consumo de capital fijo que ha habido en el ejercicio. Si se detrae dicho consumo de capital fijo (depreciación), la inversión es neta. Por ejemplo, en un año la inversión realizada asciende a 1.000 millones de euros y el capital existente ha registrado una
disminución de 20 millones de euros. La inversión bruta asciende a 1.000 millones, pero en realidad en lo que aumenta el “stock” de capital es en 980 euros, es decir, en el importe de la inversión neta. › Gasto público de consumo e inversión (G): recoge los gastos que las administraciones públicas realizan en un periodo determinado. Dentro de estos gastos podemos distinguir los siguientes (en función del destino al que van encaminados): gastos de funcionamiento, que son aquellos que se dedican a financiar los gastos corrientes; gastos de capital, que se destinan a la adquisición de bienes de inversión. › Exportaciones netas (X - M): diferencia entre las exportaciones (X) e importaciones (M). Las exportaciones representan los bienes y servicios que siendo producidos en una economía se venden al resto del mundo. Tales exportaciones se traducen en ingresos. Las importaciones corresponden a los bienes y servicios que siendo producidos en el exterior, son adquiridos en una economía para la satisfacción de las necesidades de sus agentes económicos. Tales importaciones se traducen en pagos realizados. La suma de los componentes Consumo privado, Inversión y Gasto público da lugar a la demanda interna: Demanda interna: C+ I + G
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Por su parte, las exportaciones netas representan el saldo con el sector exterior, que puede ser positivo, si las exportaciones son mayores que las importaciones, o negativo, si las importaciones superan a las exportaciones: Saldo con el sector exterior: X - M ¿Cuál es su relación con el PIB? Pensemos en los bienes y servicios que una economía tiene disponibles en un ejercicio para atender las distintas demandas. Éstos nos vienen dados por el PIB más las importaciones, que se destinan a cubrir los distintos componentes de la demanda: consumo privado, inversión privada, gasto público y exportaciones: PIB + M = C + I + G + X De esta manera, PIB = C + I + G + (X – M)
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Conceptos e indicadores macroecon贸micos
En este punto, una cuesti贸n esencial es establecer las relaciones causales que ligan estas importantes variables con otras que influyen en su evoluci贸n.
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Asimismo, es posible llegar al PIB de una economía a través de la agregación de los PIB de los diferentes sectores que componen dicha economía. Estos sectores son normalmente; agricultura, ganadería y pesca, energía, industria, construcción y servicios. Suponiendo, por ejemplo, que el sector de la agricultura, ganadería y pesca hubiera producido un total de 500 millones de euros; el sector de la energía, 750 millones de euros; el de la industria, 1.500 millones de euros; el de la construcción, 1.200 millones de euros y el sector servicios, 3.000 millones de euros, y que los impuestos y subvenciones ascendieran a 200 y 300 millones de euros, respectivamente, el PIB sería: PIB = 500 + 750 + 1.500 + 1.200 + 3.000 + 200 – 300 = 6.850 millones de euros Ejemplo: supongamos una economía que presenta los siguientes datos: consumo, 50.000 millones de euros; inversión, 7.500 millones de euros; gasto público, 15.000 millones de euros; exportaciones, 22.000 millones de euros; importaciones, 13.500 millones de euros. A través de estos datos se puede calcular la demanda interna, el saldo exterior (demanda externa) y el PIB de una economía. Demanda interna = 50.000 + 7.500 + 15.000 = 72.500 millones de euros Saldo exterior = 22.000 – 13.500 = 8.500 millones de euros PIB = 72.500 + 8.500 = 81.000 millones de euros
1.4. Ahorro Para dar una noción intuitiva del ahorro es conveniente centrarse en un ejercicio económico, normalmente coincidente con un año natural. Una unidad económica tiene, a lo largo del ejercicio, una serie de ingresos corrientes, es decir, aquellos que tienen un carácter ordinario y recurrente, así como un conjunto de gastos corrientes, que se circunscriben al ejercicio y que asimismo tienen un carácter recurrente. Pues bien, la diferencia entre los ingresos corrientes y los gastos corrientes es lo que se denomina ahorro. Si la diferencia es positiva, la unidad económica de que se trate puede acumular unos recursos que le permitirán financiar el coste de las inversiones que necesita realizar en bienes de equipo o inmuebles, o bien adquirir activos financieros con los que obtener una rentabilidad. A la hora de juzgar la sostenibilidad de la situación económica de una familia, de una empresa o de una administración, es de enorme trascendencia que tenga capacidad de ahorrar; si los ingresos corrientes no bastan para cubrir los gastos corrientes, es muy probable que se llegue a entrar en una situación delicada. Es importante tener presente que el ahorro se genera siempre que los ingresos corrientes superen los gastos corrientes, con independencia del uso que se haga del remanente. Es decir, una persona cuyos ingresos corrientes anuales fuesen de 40.000 euros y sus gastos corrientes de 38.000, estaría generando un ahorro de 2.000 euros, con independencia de si los mantiene en efectivo, si los coloca 33
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en un depósito bancario o los invierte en acciones. Desde otro punto de vista, el ahorro es la diferencia entre la renta disponible, es decir, el conjunto de los recursos de los que dispone una unidad económica para gastar, y el gasto en consumo final.
1.5. Balanza de pagos La balanza de pagos es un documento contable que registra sistemáticamente el conjunto de transacciones económicas de un país con el resto del mundo durante un período determinado, generalmente un año. La balanza de pagos se divide en varias sub-balanzas o cuentas, según el carácter de las transacciones recogidas: corriente, de capital y financiera. La diferencia entre los ingresos y los pagos de una determinada cuenta se denomina saldo de la misma, que puede ser de superávit (los ingresos superan los pagos) o de déficit (en caso contrario). La balanza corriente recoge las transacciones de bienes y servicios que se realizan. Se subdivide en cuatro balanzas básicas: a. Balanza de bienes (comercial): En ella se recogen la compra y venta de mercancías. b. Balanza de servicios: se recogen las transacciones de servicios tales como turismo y viajes, transporte, comunicaciones, construcción, seguros, servicios informáticos...
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c. Balanza de rentas: en este caso, los ingresos son las rentas percibidas por los propietarios de los factores (trabajo y capital) empleados en el extranjero, mientras que los pagos son las rentas que se envían a extranjeros propietarios de factores productivos empleados en nuestro país. d. Balanza de transferencias (corrientes): recoge las transferencias corrientes entre residentes y no residentes. La cuenta de capital incluye las transferencias de capital y las transacciones relativas a inversiones reales y recoge principalmente las transferencias de las Administraciones Públicas con la Unión Europea. La cuenta financiera registra las operaciones de carácter financiero, como pueden ser las inversiones directas de cartera, otras inversiones... A continuación se recoge un ejemplo de una balanza de pagos. La economía correspondiente presenta un déficit por cuenta corriente y un superávit por cuenta de capital. En conjunto se da un déficit, por lo que esta economía está recibiendo un préstamo neto del exterior. Esta entrada de financiación se refleja en la cuenta financiera, a través de un saldo positivo (la variación de pasivos es mayor que la variación de activos). Al tratarse de cómputos independientes, normalmente se registran unas diferencias (errores y omisiones).
Conceptos e indicadores macroeconómicos
Ejemplo de balanza de pagos (cifras en unidades monetarias):
Ejemplo: Supongamos que una empresa, radicada en Málaga, decide adquirir maquinaria producida en Estados Unidos por importe de 125.000 euros. A efectos de la balanza de pagos española, esta operación tiene la consideración de una importación: Balanza por cuenta corriente = Ingresos (exportaciones) – Pagos (importaciones) = 0 – 125.000 = – 125.000 euros. Cuenta financiera = + 125.000 euros. Como se puede observar, el saldo de la balanza por cuenta corriente es negativo, puesto que esta transacción supone una importación para el país de origen (España). Sin embargo, como se puede observar el saldo de la cuenta financiera es positivo, puesto que para realizar la transacción esta empresa ha necesitado vender euros y comprar dólares. Por el contrario, si atendiéramos a la balanza de pagos estadounidense, al tratar la venta de la maquinaria como una
exportación, el resultado sería justo el opuesto al caso español.
1.6. Dinero De manera genérica, el dinero es el medio aceptado por todos los ciudadanos, empresas y administraciones públicas para realizar los pagos, y se utiliza como unidad de cuenta o de medida para valorar las transacciones económicas. Adicionalmente, el dinero sirve en sí mismo para acumular riqueza. Existen diferentes acepciones del dinero en la práctica, que van desde el dinero en efectivo en manos del público (M0) a otras que amplían el abanico de los instrumentos financieros computados, incluyendo: › Los depósitos a la vista (M1) › Los depósitos a plazo hasta 2 años (M2) › Todos los depósitos más la acepción de dinero M2 (M3).
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Conceptos e indicadores macroeconómicos
1.7. Tipo de interés Puede decirse que la posibilidad de utilizar el dinero durante un tiempo es un bien (más correctamente, un servicio) en sí mismo, del que puede derivarse utilidad, como poder hacer frente a pagos para los que no tenemos recursos en la actualidad, para realizar compra de bienes de cuantía elevada, etc. Como todos los bienes o servicios que son escasos, la utilización del dinero está sujeta a un precio, que es el tipo de interés. Interés simple: La aplicación de un interés simple significa que si se presta un capital durante varios períodos, el interés obtenido va a ser siempre el mismo en cada período, puesto que los intereses que se van generando no se reinvierten. Ejemplo: Si se contrata un depósito de 100 euros a un plazo de 2 años, a un tipo de interés anual del 5%, se obtendrían 5 euros de intereses al final del primer año y otros 5 euros al final del segundo año. CF = 100 * (1+2*5%) = 110 euros Interés compuesto: Los intereses obtenidos se van añadiendo al capital inicial (se van reinvirtiendo), de manera que, en los siguientes períodos, los intereses se calculan sobre una cantidad cada vez mayor. Ejemplo: En un depósito de 100 euros a un plazo de 2 años, a un tipo de interés anual del 5%, los intereses del primer año se calcularían sobre el capital inicial (100) y serían de 5, pero no se percibirían en ese momento, sino que se acumularían; así,
los intereses del segundo año se calcularían sobre 105 (100 + 5) y se obtendrían 5,25 euros (5% de 105 euros). Al final del segundo año, el depositante, recuperaría su capital (100), más el total de intereses (5 + 5,25). Con carácter general, la suma total que recupera una persona vendrá dada por la siguiente expresión: Capital final = Capital inicial x (1 + tipo de interés de un plazo)nº de plazos. En el ejemplo, capital final = 100 x 1,052 = 100 x 1,1025 = 110,25. El tipo de interés se expresa, en las fórmulas, en tanto por uno (5% = 5/100 = 0,05). Interés nominal e interés real: Una distinción muy importante es la existente entre el tipo de interés nominal (o de mercado) y el tipo de interés real, en el que se descuenta la tasa de inflación. Supongamos que un depósito a plazo de 1 año ofrece un tipo de interés nominal del 4% (anual), y que la tasa de inflación anual es del 2%. Si contratamos el depósito por un importe de 1.000 euros, al cabo de un año obtenemos unos intereses de 40 euros y recuperamos el capital de 1.000 euros. Como consecuencia de la inflación, para mantener el poder adquisitivo de nuestro capital necesitaríamos percibir 1.000 euros más el 2% de 1.000 euros (20 euros). Así, para saber el interés real que hemos obtenido, del total de intereses percibidos restamos la parte que corresponde al efecto de la inflación: 40-20 = 20 euros. Así, con carácter general, el tipo de interés real se obtiene restando del tipo de interés nominal la tasa de inflación: 4% - 2% = 2%.
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Pero, ¿qué ocurre si se aplica el IRPF sobre los rendimientos? El IRPF se aplica sobre el total de los intereses percibidos. Suponiendo que el tipo de gravamen es del 20%: IRPF = 20% x 40 = 8; intereses nominales después del impuesto = 32 -20 = 12. De esta manera, el tipo de interés real después de impuestos será igual al 1,2% (12/1.000 x 100).
norteamericano, por lo que se dificultan las exportaciones de los países de la Unión Monetaria Europea a Estados Unidos, esto es así ya que por cada euro los norteamericanos deben entregar más dólares a cambio. La situación es la contraria si el euro se deprecia respecto al dólar y el tipo de cambio euro/dólar se coloca, por ejemplo, en 1,20.
Con carácter general, el tipo de interés real después de impuestos se obtiene como sigue: tipo de interés nominal – (tipo de gravamen x tipo de interés nominal) – tasa de inflación. En el ejemplo: 4% - (20% x 4%) – 2%= 4% – 0,8% – 2% = 1,2%
Otra acepción es la del tipo de cambio real. El tipo de cambio real entre las monedas de dos países es un indicador de los precios de una cesta de bienes y servicios de un país con respecto a los de otro país. Indica la relación a la que podemos intercambiar los bienes de un país por los de otro país.
1.8. Tipo de cambio El tipo de cambio es el precio de la moneda de un país (divisa) en términos de otra. La acepción más utilizada es la del tipo de cambio nominal, que consiste en la relación a la que se puede intercambiar la moneda de un país por la de otro. Así, si el tipo de cambio euro/dólar es de 1,32, significa que por cada euro se obtienen 1,32 dólares. A partir de este tipo de cambio se puede obtener el recíproco, el tipo dólar/euro, que vendrá dado por: 1/1,32 = 0,76, lo que indica que por cada dólar se obtienen 0,76 euros. Si el tipo de cambio euro/dólar sube a 1,40 (el euro se aprecia con respecto al dólar), los productos norteamericanos resultan más competitivos en los países de la Unión Monetaria Europea, puesto que por cada dólar hay que entregar cada vez menos euros (tipo de cambio euro/ dólar al alza), mientras que los productos europeos se encarecen en el mercado 38
Ejemplo: Una cesta de bienes tiene un precio de 300 dólares en Estados Unidos y de 310 euros en España. El tipo de cambio euro/dólar es de 1,35. La cesta de bienes en Estados Unidos cuesta 300/1,35 euros, esto es, 222,22 euros; la cesta de bienes en España cuesta, como se ha indicado, 310 euros. Por tanto, el tipo de cambio real euro/dólar es de 1,40 (310/222,22). El hecho de que el precio en Estados Unidos sea inferior en un 3,2% al de España está originando que los productos estadounidenses sean realmente más competitivos de lo que marca el tipo de cambio nominal. Lo contrario ocurriría si el precio fuese superior en Estados Unidos. Por último, podemos diferenciar entre tipo de cambio fijo y tipo de cambio flexible. El tipo de cambio fijo es cuando el valor de una moneda está determinado, respaldado y mantenido por el Banco Central del país.
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Ahora bien, que el tipo sea fijo no significa que su valor sea inalterable. Las autoridades monetarias pueden, si lo estiman conveniente, modificar el valor de referencia de su moneda: si la modificación es al alza estamos ante una revaluación y si es a la baja hablamos de devaluación. El tipo de cambio flexible es cuando se deja que una moneda fluctúe libremente en los mercados de divisas; por tanto, su valor viene determinado por la oferta y demanda de dicha moneda. Bajo este sistema, las oscilaciones cambiarias están causadas por las fuerzas del mercado; en tal caso, hablamos de apreciación cuando la oscilación es al alza y de depreciación cuando es a la baja.
1.9. Productividad La productividad es una variable que relaciona la producción de bienes y servicios obtenida con la cantidad de factores utilizados. Por ejemplo, la productividad del trabajo se define como el cociente entre la cantidad de producción obtenida y el número de horas de trabajo empleadas. Podemos apreciar el papel desempeñado por la productividad mediante una descomposición simple de la variable “producto interior bruto per cápita”. El PIB por habitante podemos expresarlo de manera que identifiquemos el papel que juegan las diferentes variables que lo determinan:
Siendo: PIB el producto interior bruto del país; POB, la población total; POB16+, la población en edad de trabajar; ACT, la población activa; E, la población ocupada; H, el número total de horas trabajadas en la economía. Podemos ver que la expresión del lado derecho es justamente la misma que la del lado izquierdo, el PIB per cápita, pero cada uno de los cocientes nos permite centrarnos en otras tantas variables significativas: representa la proporción que la población en edad de trabajar tiene dentro de la población total. mide la tasa de actividad, es decir, la proporción de las personas en edad de trabajar que trabajan o están dispuestas a trabajar. representa la tasa de ocupación, esto es, qué porcentaje de las personas activas tienen un empleo. mide el número medio de horas trabajadas por persona empleada.
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mide el valor de la producción de bienes y servicios obtenida por hora de trabajo. Este indicador es justamente una forma de concretar la productividad de la economía en su conjunto. Mientras mayor sea el valor de la producción obtenida por hora de trabajo, mayor será la productividad de la economía. La expresión anterior nos sirve para aislar el efecto de los distintos factores que influyen en el PIB per cápita y que delimitan los resortes a los que puede apelar una sociedad para elevar su nivel de vida: ocupación, esfuerzo laboral y productividad. También cabe la posibilidad de que se mida la productividad en función del PIB por persona empleada, lo cual es menos significativo ya que ignora las posibles variaciones en el número de horas trabajadas:
1.10. Inflación Por inflación se entiende normalmente un aumento continuado del nivel general de precios de una economía. La variación de los precios de una economía puede calcularse para el conjunto de los bienes y servicios que integran el PIB, para los productos industriales, para la construcción, para los bienes de equipo, para los bienes y servicios que consumen las familias, etc. La medición de la variación de los precios que afectan al consumo de las familias se realiza mediante el Índice de Precios al Consumo (IPC).
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El IPC es una medida estadística de la evolución de los precios de una cesta de consumo representativa de la población residente en viviendas familiares en España, referenciada a un periodo base (actualmente 2006), que es aquel en el que el índice de precios adopta el valor 100. La cesta de consumo representativa se determina atendiendo al peso relativo de cada uno de los grupos de bienes y servicios en el gasto total (columna 1), de acuerdo con la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares correspondiente a los ejercicios 2004 y 2005.
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Determinados los pesos relativos de cada uno de los grupos, se procede a la toma del precio correspondiente a 491 artículos en 33.345 establecimientos (hipermercados, supermercados y tiendas especializadas en función del artículo) de 177 localidades (52 capitales de provincia, más 125 municipios, cuya población representa al menos el 30% del total de la provincia). ¿Cómo se calcula? Al tratarse de un índice compuesto, en un periodo concreto, el valor del índice general viene dado por la media ponderada de los índices de cada grupo de bienes y servicios (columna 2) en función de su peso relativo en el gasto familiar total
(columna 1). Así, por ejemplo, en el mes de abril de 2011, el IPC alcanzó un valor igual a 112,64, resultado de multiplicar el índice correspondiente a la rúbrica “alimentos y bebidas no alcohólicas” (109,4) por su peso relativo en la cesta de consumo representativa (18,2%) más el resultado de multiplicar el índice de bebidas alcohólicas y tabaco (148,7) por 2,9%, y así sucesivamente para el resto de los grupos de bienes y servicios delimitados3: IPC General Abril 2011: 109,4 x 18,2% + 148,7 x 2,9% + 104,1 x 8,6% + 124,1 x 11,7% + 108,5 x 6,8% + 96,3 x 3,2% + 118,4 x 14,7% + 98,7 x 4,0% + 98,1 x 7,6% + 117,1 x 1,4% + 115,0 x 11,5% + 115,0 x 9,4% = 112,64.
3. Como consecuencia de los redondeos utilizados en el ejemplo surge una diferencia en la cifra obtenida respecto del dato real.
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¿Qué información nos proporciona? Un valor igual a 112,64 significa que, desde finales del período base (2006) a abril de 2011, el precio de la cesta de consumo representativa de las familias españolas se ha incrementado en un 12,64%. El análisis de los valores correspondientes a los índices específicos permite identificar a qué responde este aumento. Por ejemplo, durante este periodo, las bebidas alcohólicas y el tabaco se han encarecido en términos relativos en un 48,7%, mientras que el ocio y la cultura se han abaratado un 1,9%. Igualmente, puede interesar calcular las variaciones de precios en términos interanuales (abril de 2011 respecto a abril de 2010), anuales (abril de 2011 respecto a diciembre de 2010) o mensuales (respecto a marzo de 2011). Un concepto de inflación que es de gran importancia por recoger la tendencia estructural de los precios de la economía es el de inflación subyacente. A tal fin se suprimen del cálculo los precios de aquellos bienes (alimentos frescos no elaborados y energía, fundamentalmente) que tienen un comportamiento más volátil o errático. Por otro lado, un procedimiento similar al descrito se utiliza para calcular los índices bursátiles. En este caso es preciso, primero, elegir la “cesta” de valores a considerar y, en segundo lugar, fijar los “pesos” a dar a cada valor dentro de dicha “cesta”.
1.11. Mercado de trabajo Hay una serie de variables relevantes para el análisis y el conocimiento de la situación del mercado de trabajo: 42
› Población total: conjunto de personas residentes. › Población en edad de trabajar: normalmente se incluyen las personas de 16 y más años de edad. › Población activa: comprende el conjunto de personas en edad de trabajar que están empleadas o en proceso de búsqueda de empleo. › Población ocupada: personas que desempeñan una actividad laboral, por cuenta propia o ajena. › Población desempleada: personas activas en situación de paro. › Oferta de trabajo: equivale a la población activa. › Demanda de trabajo: equivale al empleo existente más las vacantes no cubiertas. › Tasa de actividad: total de activos/población de 16 años y más. › Tasa de ocupación o de empleo: total de ocupados/población activa. Aunque ésta es la definición habitual, en ocasiones se toma como referencia la población en edad de trabajar. › Tasa de paro: número de parados/total de activos. › Fuentes estadísticas del mercado de trabajo: › Encuesta de Población Activa (EPA), que recoge el empleo y el paro estimados. Se trata de una encuesta de periodicidad trimestral, que es realizada por el INE (Instituto Nacional de Estadística) y trata de obtener
Conceptos e indicadores macroeconómicos
información acerca del mercado laboral en España. › Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE), que recoge el paro registrado en las oficinas de dicho Servicio. El SPEE elabora mensualmente la estadística de paro registrado, a partir del número de personas demandantes de empleo inscritas en sus registros. › Seguridad Social, que ofrece información acerca del número de personas afiliadas y cotizantes. A menudo surgen discrepancias entre las cifras de desempleo de la EPA y el SPEE, debido, principalmente, a que mientras la EPA se acoge a la definición de parado dada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el SPEE no. También tienen una incidencia destacada en dichas discrepancias las diferencias metodológicas entre ambos registros, y su referencia a distintos momentos temporales.
Un ejemplo viene dado por los grupos considerados como parados por la EPA y no por el SPEE, los cuales son: los demandantes de empleo no ocupados (DENOS), los afectados por un Expediente de Regulación de Empleo (ERE)4, y los trabajadores fijos discontinuos registrados fuera del periodo de actividad. La Encuesta de Población Activa es la fuente principal para conocer la estructura y la evolución del mercado de trabajo español. Se realiza trimestralmente por el INE desde 1964, y se dirige a una muestra de 65.000 hogares (lo que equivale a 200.000 personas). La información que suministra se refiere a población inactiva, activa, ocupada y desempleada, desagregada por características tales como sexo, estudios terminados, ramas y sectores de actividad, tipo de búsqueda de empleo, etc. Además, la información se ofrece para el total nacional, por Comunidades Autónomas y por provincias.
4. A efectos del Servicio Público de Empleo Estatal, se considerará como ocupado a todo trabajador procedente de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) siempre y cuando el trabajador tenga la certeza de la reincorporación a la empresa en el plazo máximo de tres meses, o cobre al menos el 50% de su salario.
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Conceptos e indicadores macroeconómicos
La EPA, siguiendo las directrices de la OIT, define claramente las variables del mercado de trabajo: › Población económicamente activa: población de 16 y más años que en la semana de referencia está trabajando o bien busca activamente un puesto de trabajo. › Población ocupada: aquellas personas que en la semana de referencia desempeñan una actividad laboral ya sea por
cuenta ajena (asalariados) o por cuenta propia (no asalariados). Los ocupados se pueden considerar y clasificar desde distintos puntos de vista: › Según su situación profesional: no asalariados o trabajadores por cuenta propia (empleadores, empresarios sin asalariados y trabajadores independientes, miembros de cooperativas, y ayudas familiares) y asalariados o trabajadores por cuenta ajena.
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Los asalariados pueden ordenarse atendiendo al sector donde trabajan (asalariados del sector público y asalariados del sector privado) y según el contrato o relación laboral (indefinidos y temporales). › Según la duración de la jornada laboral: con respecto a este criterio los ocupados pueden dividirse en: ocupados a tiempo completo (cuando la actividad laboral supera las 30 horas a la semana) y ocupados a tiempo parcial (cuando la duración de la jornada habitual semanal es inferior a las 35 horas).
› Parados: personas de 16 y más años que en la semana de referencia han estado disponibles para trabajar pero que, buscándolo activamente, no han encontrado un puesto de trabajo. Los parados pueden subdividirse en dos grupos: los que buscan su primer empleo y los que han trabajado con anterioridad. › Población económicamente inactiva: todas aquellas personas que teniendo 16 y más años no están ocupadas ni paradas. Dentro de este amplio colectivo estarían comprendidos: estudiantes, jubilados, labores del hogar, pensionistas, incapacitados para trabajar, etc.
2. Agentes econ贸micos
2.1. Familias En la representación esquemática del circuito económico puede observarse cómo la renta fluye a las familias, en primera instancia, como consecuencia de su participación en el mercado de factores, donde aportan una serie de recursos, fundamentalmente el trabajo, además de capital e inmuebles. A raíz de ese proceso, las familias reciben distintos rendimientos, tales como sueldos, intereses, dividendos, alquileres o beneficios,
cuando las personas físicas realizan directamente alguna actividad económica. Adicionalmente, las familias perciben determinadas prestaciones sociales, como las pensiones, subsidios de desempleo u otras transferencias de las administraciones públicas. Para tener derecho a algunas de tales prestaciones, las familias tienen que pagar periódicamente cotizaciones sociales, que disminuyen sus ingresos, como también lo hacen los impuestos directos que recaen sobre los rendimientos obtenidos, esencialmente el
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IRPF. El juego de las retribuciones y las prestaciones sociales, por un lado, y el de las cotizaciones sociales y los impuestos directos, por otro, determina la renta disponible de las familias. La renta disponible puede ser destinada a adquirir bienes de consumo o a ahorrar. A través del ahorro acumulado, complementado normalmente con créditos obtenidos del sistema financiero, las familias llevan a cabo inversiones en vivienda o en otros inmuebles.
La renta, en definitiva, es una magnitud que refleja las entradas de dinero que una familia tiene a lo largo de un período, normalmente un año. Hay que tener presente que el concepto de renta es indefinido a menos que especifiquemos el período al que va referida. A su vez, la riqueza o el patrimonio hace referencia a los bienes y derechos de los que es propietaria una persona. Para determinar la riqueza de una persona es preciso, primero, inventariar todos los bienes y derechos de los que es titular en una fecha concreta y, posteriormente, asignarles su valor monetario. La riqueza neta o el patrimonio neto se obtiene mediante la disminución del importe de la riqueza total en la cuantía de las deudas que tenga la persona y las cargas que recaigan sobre los bienes inventariados.
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Pueden utilizarse distintos indicadores para evaluar la situación económica y financiera de una persona. Además del importe absoluto de las rentas recurrentes anuales y del patrimonio neto, un indicador muy significativo viene dado por el cociente entre la carga financiera anual (cuotas de los préstamos vivos) respecto a la renta disponible anual. La carga financiera de un préstamo es la suma del capital que se amortiza más los intereses correspondientes a un período. Cuando una entidad financiera estudia la viabilidad de una operación de préstamo, uno de los parámetros que suele analizar para la concesión de esa operación es la carga financiera relativa, que no es más que el cociente entre la carga financiera anual y los ingresos netos del solicitante del préstamo. Las entidades financieras, normalmente utilizan la regla del tercio, es
Agentes económicos
decir, que lo recomendable es que la carga financiera relativa no sea superior a un tercio de los ingresos netos. No obstante, el nivel absoluto de los ingresos condiciona, lógicamente, la aplicación de esta regla. Ejemplo: Un cliente solicita a una entidad financiera un préstamo de 10.000€ a cinco años, al que corresponde una cuota mensual de 150€. Dicho cliente tiene unos ingresos netos anuales de 22.000€ (siendo la media mensual de 1.833€). Carga financiera relativa = 150€/1.833€ = 8,18%.
2.2. Empresas La actividad empresarial puede realizarse a través de dos formas fundamentales: directamente por personas físicas (autónomos) o a través de sociedades, que adquieren una personalidad propia y diferenciada de la de sus propietarios. Para conocer la situación y la evolución económica de una sociedad hay dos instrumentos esenciales: › Por una parte, el balance, que permite conocer la situación patrimonial a una fecha determinada, identificando los bienes y derechos, que forman el activo, y las deudas y obligaciones, que forman el pasivo. La diferencia entre el activo y el pasivo da lugar al patrimonio neto, que representa aquellos recursos que son propios de la sociedad y que, por tanto, ningún tercero puede reclamar. El balance de situación de una empresa está integrado por una serie de partidas que se agrupan en función de sus características:
› Activo: › Activo no corriente: también denominado activo inmovilizado, está formado por aquellos elementos que permanecen en la empresa más de un año: inmovilizado material (inmuebles, maquinaria…), inmovilizado inmaterial (patentes, marcas…) e inmovilizado financiero (participaciones de carácter estable en otras empresas…). › Activo corriente: está formado por partidas que forman parte del ciclo de un solo ejercicio económico, por lo que permanecen en el balance menos de un año, al estar sujetas a una elevada rotación. Está integrado por las existencias, el realizable y el disponible: › Existencias: recogen las materias primas necesarias para la producción de la empresa, los productos en curso y los productos acabados que están aún en proceso de fabricación o en el almacén. › Realizable: comprende todos aquellos derechos de cobro con vencimiento igual o inferior a un año (clientes, deudores, efectos comerciales a cobrar…) o activos que pueden venderse en los mercados (títulos de deuda pública…).
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› Disponible: corresponde al dinero en caja y las cuentas corrientes bancarias, es decir, representa la liquidez inmediata. › Pasivo: Está compuesto por dos grandes rúbricas: › Pasivo no corriente: también denominado exigible a largo plazo, está formado por deudas con vencimiento superior a los doce meses (préstamos bancarios a largo plazo, deudas con proveedores a largo plazo…). › Pasivo corriente: también denominado exigible a corto plazo, está integrado por las deudas con un plazo de vencimiento inferior a los doce meses (proveedores, préstamos bancarios a corto plazo, deudas con Hacienda y la Seguridad Social, pagarés emitidos…). › Patrimonio neto: recibe también las denominaciones de no exigible, capitales propios o fondos propios. Está formado básicamente por el capital aportado por los propietarios de la sociedad, así como por los resultados que anualmente se han ido asignando a las reservas, en lugar de distribuirse a los propietarios.
› Por otra parte, la cuenta de resultados, en la que se registran las entradas o ingresos y las salidas o gastos correspondientes a un ejercicio económico, que suele coincidir con el año natural, aunque no necesariamente. Hay empresas cuyo ejercicio económico va, por ejemplo, desde el 1 de marzo hasta el 28 (o 29) de febrero del año siguiente. La diferencia entre los ingresos y los gastos da lugar a un resultado o excedente, que es la suma que la sociedad tiene a su disposición cuando se cierra un ejercicio. Los propietarios de la sociedad deciden a qué destinar ese excedente (del que ya está detraído el correspondiente impuesto sobre sociedades): bien a reservas, es decir, a fondos que quedan dentro de la empresa, pasando a aumentar sus
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Agentes económicos
recursos propios (patrimonio neto); bien para remunerar a los propietarios de la sociedad, en la forma de dividendos o asimilados. Al computar los gastos del ejercicio, la empresa no sólo debe incluir aquellas salidas efectivas de dinero (pagos por sueldos, compras de suministros…), sino también reflejar el “consumo” anual de los bienes de equipo (amortizaciones) y otros importes en concepto de provisiones cuando se espere que algunos derechos que figuren en el activo (por ejemplo, la deuda de un cliente) no van a poder cobrarse total o parcialmente. Pueden utilizarse numerosos indicadores para valorar la situación económico-financiera de una empresa. A continuación se recogen algunos de los más utilizados: ROA El ROA (“Return on Assets”) es un indicador que mide la rentabilidad económica con respecto al total de activos de la empresa. Se calcula como el cociente entre el beneficio neto y el activo total. Expresa la rentabilidad económica de la empresa, independientemente de la forma en que se financie el activo (con recursos propios o recursos ajenos). Ejemplo: en el año 2011, la compañía XYZ, S.A. tiene un activo total de 10 millones de euros y un beneficio neto de 1 millón de euros. Su ROA será: ROA = 1.000.000/10.000.000 = 10% Al año siguiente, el beneficio se incrementa hasta alcanzar los 1,5 millones de euros. Sin embargo, el activo total de la empresa ha aumentado también hasta los 20 millones de euros, tras una ampliación
de capital y la posterior salida a bolsa de la compañía. El ROA es de: ROA = 1.500.000/20.000.000 = 7,5% Aunque el beneficio de esta empresa se ha incrementado, su activo total lo ha hecho a un mayor ritmo, de ahí que el ROA baje. Eficiencia El concepto de eficiencia está relacionado con la óptima utilización de los recursos disponibles para la obtención de resultados. Se hace un uso eficiente de los recursos cuando no es posible obtener una mayor producción utilizando tales recursos; desde otra perspectiva, no es posible producir un nivel dado de producción utilizando una menor cantidad de recursos. Aunque de una manera impropia, en la práctica suele utilizarse como indicador de eficiencia el cociente o ratio de los gastos de explotación (gastos de personal, gastos generales y amortizaciones) respecto al margen del negocio típico de la empresa. Ebit El EBIT es un indicador que mide el beneficio operativo de una empresa. El EBIT no tiene en cuenta ni los intereses ni los impuestos pagados por la misma en un ejercicio a efectos del cálculo de su beneficio. De esta manera, este dato indica la capacidad de una empresa para ser rentable, y en definitiva para generar beneficios. La principal diferencia entre Ebit y Ebitda subyace en que el primero tiene en cuenta para su cálculo las amortizaciones y depreciaciones que se han ido dotando a lo largo del ejercicio, mientras que el segundo no. 53
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Ebitda El EBITDA (“Earnings Before Interest, Tax, Depreciation and Amortization”) es un indicador que mide el margen bruto de explotación de la empresa antes de deducir los intereses, impuestos amortizaciones y depreciaciones. Se considera que los intereses que paga una empresa dependen de su nivel de endeudamiento y de los tipos de interés vigentes. Por otro lado, las amortizaciones dependen del valor contable de las inversiones realizadas y de los criterios
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de amortización aplicados. Por último, los impuestos dependen de los intereses y de las amortizaciones, y, por supuesto, de la normativa vigente, con lo cual también varían en función de criterios ajenos al negocio. Por tanto, el EBITDA, al eliminar esas “distorsiones”, permite una comparación más homogénea entre empresas en lo que se refiere a la actividad de explotación. Ejemplo: la sociedad PLM, S.A. presenta ante sus accionistas sus resultados correspondientes al ejercicio 2011:
Agentes económicos
Donde: Margen bruto = Ventas – Gastos de fabricación – Otros gastos EBIT = Margen bruto – Amortizaciones – Provisiones – Otros ingresos y gastos EBITDA = EBIT + Amortizaciones + Provisiones Beneficio ordinario antes de impuestos = EBIT – Gastos e ingresos financieros Beneficio antes de impuestos = Beneficio ordinario antes de impuestos – Ingresos y gastos extraordinarios Beneficio neto = Beneficio antes de impuestos – Impuesto de sociedades A simple vista se observa que esta empresa ha incrementado su beneficio neto en un 4,49% en el periodo comprendido entre 2010 y 2011. Por otro lado, los gastos de la empresa han crecido a un mayor ritmo que las ventas, por tanto, esto es lo que hace que el beneficio neto se resienta y su ritmo de crecimiento anual (4,49%) sea menor que el crecimiento anual de las ventas (6,67%) de esta empresa. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el incremento experimentado por el EBITDA es superior al crecimiento del beneficio neto, lo cual indica que si no se tienen en cuenta ciertos aspectos (intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones), el resultado real de la empresa sería mucho mayor. ROE El ROE (“Return on Equity”) es un indicador que mide el rendimiento del capital. Concretamente, mide la rentabilidad obtenida por la empresa sobre sus fondos propios. Su fórmula es la siguiente: ROE = Beneficio neto /Fondos propios medios. Ejemplo: La sociedad ATX, S.A. tiene unos fondos propios medios de 500.000€ y obtiene un beneficio neto de 100.000€; por tanto, su ROE será: ROE = 100.000 / 500.000 = 20%. En el siguiente año, el beneficio aumenta hasta 140.000€, pero los fondos propios medios, tras una ampliación de capital realizada, se elevan ahora a 1.000.000€. El valor del ROE es el siguiente: ROE = 140.000 / 1.000.000 = 14%. Mientras que el beneficio se ha incrementado, los fondos propios lo han hecho a un mayor ritmo, haciendo a la empresa menos rentable con respecto a sus fondos propios.
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Apalancamiento Financiero El apalancamiento financiero hace referencia a la utilización de recursos ajenos en la financiación de una empresa. Se pueden utilizar diversas ratios para medir el nivel de apalancamiento, entre ellas: Grado de apalancamiento = Recursos exigibles / (Total pasivo + fondos propios). El apalancamiento puede tener un efecto: › Positivo: si la rentabilidad de los activos en los que la empresa invierte los fondos obtenidos es superior al coste de dichos fondos. Por ejemplo, una empresa solicita un préstamo bancario, a un tipo del 8% anual, e invierte esos fondos en un proyecto del que obtiene una rentabilidad del 10% anual. › Negativo: si la rentabilidad de los activos en los que la empresa invierte los fondos es inferior al coste de dichos fondos. Por ejemplo, una empresa solicita un préstamo bancario, a un tipo del 8% anual, e invierte los fondos en un proyecto del que obtiene una rentabilidad del 5% anual.
Ejemplo: la sociedad IBE, S.A. presenta el siguiente balance de situación correspondiente al año 2011 (datos en millones de euros): Sabiendo que tiene una deuda con proveedores y acreedores que asciende a 75 millones de euros (integrada en el pasivo) y por la que paga un tipo de interés medio del 7,5%, el grado de apalancamiento financiero de esta empresa será el siguiente: Grado de apalancamiento financiero = 75/170 = 44,11% Para conocer el efecto que tiene este grado de apalancamiento en las cuentas de la empresa, se debe comparar con una medida de rentabilidad de los recursos totales de la empresa, como el ROA. Suponiendo que el ROA ascendiera en este caso al 9%, el resultado sería positivo, concretamente de un 1,5%. Cash flow El concepto de cash flow (flujo de caja) hace referencia a los flujos de entrada y salida de dinero que se presentan en una empresa durante un periodo determinado. Otra acepción de cash flow lo identifica con los recursos generados por la empresa, que vienen dados por la suma del beneficio neto, las amortizaciones y las provisiones. 56
Agentes económicos
El Cash flow, se puede obtener, por tanto, a través de la siguiente expresión: Cash flow = Resultado neto + Amortizaciones + Provisiones El beneficio neto se obtiene una vez que se han deducido una serie de conceptos (amortizaciones y provisiones) que, aunque son gastos para la empresa, no generan salida de dinero, al tratarse únicamente de apuntes contables. Las amortizaciones representan la pérdida de valor que va sufriendo todos los años el inmovilizado de la empresa (edificios, instalaciones, maquinarias, vehículos de transporte, equipos informáticos, etc.) debido a su uso, a su obsolescencia, etc. A su vez, las provisiones representan la pérdida de valor que en un momento concreto puede sufrir algún elemento del activo, por ejemplo, existencias que se han deteriorado. Ejemplo: Calculemos el cash flow generado por una empresa, a partir de los siguientes datos:
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El cash flow de 2010 será igual a: resultado neto de impuestos + amortizaciones + provisiones = 142 + 20 + 60 = 222. Solvencia La solvencia hace referencia a la capacidad de una empresa para hacer frente a sus obligaciones de pago. La ratio de solvencia se puede definir de forma agregada como el cociente entre el activo total y el pasivo. Lo ideal es que el valor de esta ratio sea superior a 1,5, pero interesa analizar la composición del activo y del pasivo. Un concepto muy importante a la hora de valorar la situación de solvencia de una empresa es el denominado fondo de maniobra. El fondo de maniobra se puede obtener restando el activo no corriente
del sumatorio del patrimonio neto y el pasivo no corriente. Si el fondo de maniobra es positivo, significa que los fondos propios de la empresa más el pasivo no corriente (a largo plazo) no sólo permiten cubrir el activo no corriente, sino que existe un remanente que respalda parte del activo corriente. Lo anterior es síntoma de que la empresa tiene una holgada posición financiera. El problema surgiría con un fondo de maniobra negativo, es decir, cuando el pasivo corriente excede del activo corriente, con lo que la empresa se encontrará con unos vencimientos de deudas que no podrá atender con la realización del activo corriente. Lo anterior queda representado por medio de los siguientes esquemas:
Ejemplo: siguiendo el supuesto de la empresa IBE, S.A., vamos a calcular su ratio de solvencia y su fondo de maniobra. El balance de situación a finales del año 2011 era:
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Ratio de solvencia = Activo total / Pasivo = 170 / (85 + 25) = 1,55 Fondo de maniobra = (Patrimonio neto + Pasivo no corriente) – Activo no corriente = 45 Ejemplo general. La empresa GJ, S.A. presenta la siguiente cuenta de resultados y balance de situación a 31 de diciembre del año 2010 (datos en miles de euros): › Cuenta de resultados:
› Balance de situación:
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Vamos a utilizar estos datos para calcular los ratios anteriormente expuestos: ROA = Beneficio neto / Activo total = 220,5 / 8.500 = 2,59% ROE = Beneficio neto / Recursos propios = 220,5 / 3.000 = 7,35% Ebit = Margen bruto – Amortizaciones – Provisiones = 800 – 125 – 35 = 640 Ebitda = Ebit + Amortizaciones + Provisiones = 800 Apalancamiento financiero = Recursos exigibles / Total pasivo = 5.500 / 8.500 = 64,71% Solvencia = Activo total / Pasivo = 8.500 / 5.500 = 1,55 Fondo de maniobra = Activo corriente – Pasivo corriente = 2.900 Cash-flow = Resultado neto + Amortizaciones + Provisiones = 220,5 + 125 + 35 = 380,5
2.3. Entidades financieras El balance y la cuenta de resultados son, como en el caso de cualquier sociedad, instrumentos imprescindibles para conocer la situación y la evolución económica de las entidades financieras. El balance de los intermediarios financieros tiene algunos rasgos peculiares. El fundamental, 60
dado que tales entidades se dedican a captar dinero del público para otorgar créditos, es que, dentro del pasivo, tienen una enorme importancia los recursos ajenos captados; como contrapartida, en el activo tienen una gran relevancia los créditos concedidos, así como determinados activos
Agentes económicos
financieros, como la deuda pública o los préstamos concedidos a otras entidades bancarias, en los que las entidades de depósito colocan parte de los recursos captados a fin de disponer de liquidez en caso de que sea necesario para poder atender las demandas de fondos depositados por sus clientes. Una exigencia crucial para las entidades financieras es la de su solvencia, es decir, su capacidad para responder a sus obligaciones económicas y de hacer frente a pérdidas inesperadas. Dado el papel de dichas entidades, están obligadas a cumplir en todo momento un coeficiente de garantía o de solvencia. La normativa regulatoria exige unos recursos propios mínimos cuya cuantía va a depender de los activos de la entidad financiera ponderados por un grado de riesgo. Ejemplo: una entidad bancaria tiene unos activos totales de 20.000 millones de euros, que corresponden a tres categorías diferentes de riesgo: 5.000 millones, con una ponderación del 0%; 10.000 millones, con el 50%, y 5.000, con el 100%. Sus activos ponderados por riesgo serán: 5.000 x 0% + 10.000 x 50% + 5.000 x 100% = 0 + 5.000 + 5.000 = 10.000 millones de euros. Si el coeficiente de recursos propios es del 8%, dicha entidad habrá de tener unos recursos propios mínimos de 800 millones de euros. Existen diferentes acepciones de recursos propios, por lo que habrá que atender a aquellas categorías que sean computables. Los recursos propios se pueden clasificar en función de su “pureza”, es decir, de que se exija o no algún tipo de condicionamiento para su utilización por la entidad
para cubrir pérdidas. Los más puros son el capital y las reservas... Por lo que respecta a la cuenta de resultados, es importante conocer, en primer término, lo que la entidad obtiene como consecuencia directa de su actividad de intermediación (ingresos o productos de los créditos menos costes por la captación de recursos ajenos). Es lo que se denomina margen de intereses. Si se añaden las comisiones netas obtenidas por la prestación de servicios y la comercialización de productos no bancarios, así como otras partidas (dividendos percibidos por participaciones en empresas, resultado de operaciones financieras…), se obtiene el margen bruto. Si se detraen los gastos de explotación (gastos de administración –gastos de personal y gastos generales- y amortizaciones), se obtiene el margen de explotación (antes de saneamientos). Una vez que se aplican los saneamientos (dotaciones a provisiones y pérdidas por deterioro de activos financieros), se llega al resultado de la actividad de explotación. El resultado de la actividad de explotación más los resultados extraordinarios (positivos o negativos) da lugar al resultado antes de impuestos. Finalmente, restando el importe del impuesto sobre sociedades, se llega al resultado del ejercicio. En las operaciones típicas de las entidades financieras desempeña un papel fundamental el tipo de interés.
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Préstamos
Ahorro
En el caso de los préstamos, el tipo de interés es el porcentaje que se aplica al capital pendiente para calcular los intereses que deben abonarse. El tipo de interés puede ser fijo, variable o mixto. El tipo de interés fijo es aquel que se mantiene constante durante toda la vida del préstamo.
Desde la perspectiva de los ahorradores, la noción fundamental es la de la rentabilidad, que mide el rendimiento (interés o ganancia) que produce una inversión, en un periodo, en relación con el capital invertido:
El tipo de interés variable se actualiza y revisa en los plazos acordados con la entidad financiera. La revisión suele ser cada 12 meses (aunque puede variar dependiendo de lo que se establezca contractualmente). El tipo de interés mixto mantiene un tipo fijo durante los primeros años y el resto del tiempo, hasta su cancelación, pasa a ser un tipo variable. Cuando se habla de un préstamo a un tipo de interés variable generalmente se hace alusión a un tipo de referencia más un porcentaje que se denomina diferencial, por lo que resulta de la siguiente ecuación: Tipo de interés = Referencia + Diferencial. Ejemplo: Si un cliente tiene contratado un préstamo hipotecario al Euríbor más 1 punto porcentual y el Euríbor está en el 2,5%, el nuevo tipo de interés del préstamo será el 2,5% más 1 punto porcentual, 1%, establecido en el diferencial, es decir, un 3,5%. El índice de referencia más utilizado en España es el Euríbor, acrónimo de “Europe Interbank Offered Rate”, o sea, tipo europeo de oferta interbancaria. Es el tipo de interés aplicado a las operaciones entre entidades financieras de Europa, o sea, el tipo de interés aplicado cuando un banco presta dinero a otro.
Rentabilidad anual (%) = (intereses anuales / capital invertido) x 100. Ejemplo: Una imposición de 10.000 €, a 92 días, produce a su vencimiento un rendimiento de 150 €, pagaderos al vencimiento. Su rentabilidad será la siguiente: (150/10.000) x 100 = 1,5%; (1,5 x (365:92))= 5,95%. Realmente, para calcular la rentabilidad utilizamos una regla de tres simple: › Si el depósito, en 92 días, da 150 €, en 365 días dará x. › x = (365/92) x 150 = 595,11 €. › Rentabilidad anual = (595,11/10.000) x 100 = 5,95%. Sin embargo, es conveniente que, además de ver el tipo de interés nominal, se preste atención al tipo de interés efectivo, que viene dado por la tasa anual equivalente (TAE). La TAE mide de forma más exacta el coste de un préstamo o la rentabilidad de un producto de inversión, porque tiene en cuenta la periodicidad con la que se liquidan los intereses y, si es el caso, las comisiones y otros gastos (que beneficien a la entidad financiera): TAE = (1+i/k)k – 1, donde i representa el tipo de interés nominal anual (en tanto por uno) y k el número de liquidaciones de intereses durante un 63
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año (k vale 12, si los intereses se liquidan mensualmente; 4, si se liquidan trimestralmente…). Ejemplo: ¿Cuál es la TAE de un depósito a plazo fijo, cuyo tipo de interés es el 6% nominal y la liquidación de intereses mensual?: [1 + (0,06/12)]12 – 1= 6,17%. ¿Y en el caso del mismo depósito con liquidación trimestral?: [1 + (0,06/4)]4 – 1 = 6,14%. Como puede observarse, la TAE es mayor cuanto más corto sea el período de liquidación de intereses. Puede considerarse que cuanto antes se perciban los intereses, el ahorrador tiene la posibilidad de rentabilizarlos. Si los intereses se liquidan sólo en el momento del vencimiento, la TAE coincidirá con el tipo nominal. TAE, de hecho, significa tasa anual pagadera a término vencido equivalente. TAE préstamos Por otro lado, la tasa interna de rentabilidad (TIR) es un concepto muy útil para conocer la rentabilidad que genera una inversión que da una serie de rendimientos a lo largo del tiempo. Lógicamente, las cantidades que se perciben en diferentes momentos no son verdaderamente homogéneas: los importes que se reciben antes en el tiempo son más “valiosos” que los que se perciben más tarde. Para poder compararlos de manera homogénea, es preciso que todos los flujos
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ligados a un producto de inversión (entradas y salidas de dinero) los refiramos a un mismo momento, por ejemplo, el del inicio de la operación. Para realizar este cálculo, lo que se hace es “descontar” todas las cantidades utilizando un tipo de interés. El tipo de interés que iguala lo que se invierte con lo que se percibe a lo largo del tiempo es precisamente la TIR. La TIR de una inversión nos informa de la rentabilidad que se obtiene de dicha inversión. Ejemplo: supongamos que tenemos la posibilidad de invertir en un negocio que requiere un desembolso inicial de 50.000 euros y que luego tiene unos gastos anuales de 5.000 euros durante 5 años, en los que genera unos ingresos anuales de 20.000 euros. Para facilitar los cálculos, supongamos que todos los ingresos y gastos tienen lugar al final de cada año. Los datos aparecen reflejados en el cuadro 1. Para expresar todas las cantidades en términos homogéneos necesitamos “llevarlas” al mismo momento, por ejemplo, al año 0. Para ello hemos de utilizar un tipo de interés con el que “descontar” los distintos valores en función del tiempo que transcurre desde el año 0 hasta el año correspondiente. Comencemos a hacer los cálculos tomando un tipo de interés cualquiera, por ejemplo, el 5 por ciento anual. Observamos que el proyecto arroja un valor actual neto (VAN) referido al año 0 de 14.942 euros, cómo reflejan estos cálculos:
Agentes económicos
Cuadro 1
Si ese fuera el tipo de rendimiento normal en la economía, este proyecto sería muy atractivo, ya que nos da un valor claramente superior a 0. Pero no sabemos exactamente qué tasa de rentabilidad nos estaría aportando. Probemos con un tipo de interés superior, por ejemplo, con un 10 por ciento. También obtenemos un VAN positivo y lo mismo ocurre con un tipo del 15 por ciento. Sin embargo, si utilizáramos un tipo de interés del 16 por ciento el VAN sería ya negativo, lo que significa que genera una rentabilidad inferior al 16 por ciento anual, pero ¿cuál exactamente? Si seguimos probando tipos, con la ayuda de una hoja de cálculo, encontramos uno concreto para el que el VAN del proyecto es justamente cero (véase cuadro 2). Este tipo es del 15,238 por ciento. Este tipo que hemos localizado haciendo pruebas lo que hace es que el valor actual de los ingresos netos obtenidos se equipare con el valor actual de los desembolsos efectuados, es decir, que el VAN sea nulo. Pues bien, dicho tipo es precisamente la TIR del proyecto considerado, y nos sintetiza la tasa de rentabilidad que obtendríamos si lo lleváramos a cabo. Cuadro 2
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En relación con los préstamos hay algunos conceptos que son particularmente relevantes: Valor de Tasación Los préstamos hipotecarios tienen como garantía un bien inmueble. Para ello es necesario conocer el valor de ese bien, por lo que las sociedades de tasación realizan un informe certificando el valor que presenta ese bien inmueble a efectos de constituir una hipoteca sobre él. Los valores de tasación suelen determinarse a partir del valor de mercado (importe neto que razonablemente podría esperar recibir un vendedor por la venta de una propiedad en la fecha de la valoración) o del valor de coste de reposición del bien. Morosidad Es un concepto que hace referencia al incumplimiento de las obligaciones de pago. En el caso de los créditos concedidos por las entidades financieras, normalmente se expresa como cociente entre el importe de los créditos morosos y el total de préstamos concedidos. Así, la tasa de morosidad se define como: Tasa de morosidad = Créditos impagados/Total de créditos. Se pueden distinguir cuatro tipos de riesgos, en el otorgamiento de operaciones financieras: a. Riesgo normal: las operaciones de riesgo normal son aquellas que presentan pequeñas debilidades que, sin llegar a exigir mayores coberturas que las exigidas para este tipo de operaciones, requieren de un seguimiento especial por parte de la entidad.
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b. Riesgo subestándar: son aquellas operaciones que si bien no pueden ser consideradas como dudosas o fallidas, sí presentan ciertas debilidades que pueden suponer la asunción de pérdidas por parte de la entidad financiera mayores a las coberturas dotadas. c. Riesgo dudoso: se consideran operaciones de riesgo dudoso aquellas que presenten un retraso en el pago superior a 90 días (3 meses). d. Riesgo fallido: son aquellas operaciones cuya recuperación se considera remota, por lo que procede darlas de baja del activo. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la morosidad tiene una destacada incidencia sobre la cuenta de resultados de la entidad financiera, debido a las provisiones para insolvencias que ésta debe ir dotando como consecuencia de los impagos que vaya recibiendo. Dentro de estas provisiones se distinguen dos tipos: a. Genérica: son aquellas provisiones que van destinadas a cubrir las pérdidas de operaciones en riesgo normal. b. Específica: las provisiones específicas van encaminadas a provisionar operaciones en situación de riesgo dudoso o fallido. Además, las entidades financieras se ven afectadas negativamente como consecuencia de la paralización del devengo de intereses de las operaciones en mora. Relación préstamo/valor Esta relación hace referencia al cociente entre el importe de un préstamo concedido y el valor del bien que sirve de garantía. Comúnmente se conoce por sus siglas en
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inglés, LTV (“loan to value”). Ejemplo: El Sr. García decide pedir un préstamo hipotecario de 100.000€ para la compra de su primera vivienda, que ha sido tasada en un valor de 150.000€. La relación préstamo/valor es: 100.000€/150.000€ = 66,7%. Cuanto menor sea este valor, más viable será la operación planteada. Para la compra de la primera vivienda, el importe a financiar, es decir, la relación préstamo valor, no suele pasar del 80%.
2.4. Administraciones públicas Anteriormente se ha señalado cuáles son las funciones esenciales de las administraciones públicas, que se delimitan en función del ámbito territorial de sus competencias. El Estado tiene competencias en todo el territorio nacional, mientras que las administraciones territoriales las tienen dentro de su respectivo ámbito geográfico: comunidades autónomas, en las regiones; ciudades autónomas, en Ceuta y Melilla; las corporaciones locales, en las provincias (diputaciones), islas (consejos y cabildos) y municipios (ayuntamientos), como instituciones más relevantes. Por su parte, las administraciones de seguridad social agrupan todas aquellas administraciones con funciones en el ámbito de la seguridad social. › Presupuesto público El presupuesto público refleja los ingresos que tiene previsto obtener y los gastos máximos que puede realizar una administración pública. Un papel fundamental corresponde a los Presupuestos Generales del Estado (PGE), que comprende los ingresos y gas-
tos del denominado sector público estatal. Los presupuestos públicos se presentan según distintas clasificaciones: › Orgánica: indica cuáles son los organismos encargados de ejecutar los ingresos y los gastos (Ministerio de Defensa, Ministerio de Fomento…). › Económica: atiende a la naturaleza económica de las operaciones (gastos de personal, compras de bienes corrientes y servicios, transferencias, inversiones…). › Funcional: agrupa las partidas de gasto según la finalidad (pensiones, educación, sanidad…). › Por programas: según líneas específicas de actuación (programa de mejora de la red de autovías…). › Gastos públicos El gasto público comprende la suma de los gastos realizados por instituciones, entidades y organismos integrantes del sector público de una economía nacional: el Estado y sus organismos autónomos, las comunidades autónomas, las corporaciones locales y la seguridad social. Por medio del gasto público se trata de dar respuesta, en los países con economía de mercado, a: las necesidades de carácter colectivo (la prestación regular de servicios indivisibles como los de seguridad, defensa, justicia, etc.); la provisión de bienes y servicios preferentes (sanidad, educación…); alcanzar una distribución más equitativa de la renta y la riqueza nacionales; alcanzar un mayor grado de desarrollo o crecimiento económico; conseguir el pleno empleo de los recursos productivos. 67
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› Ingresos públicos Para poder realizar sus funciones, las administraciones públicas necesitan contar con recursos dinerarios, con ingresos públicos. Los tributos son la principal categoría de ingresos públicos. Se trata de una serie de recursos de diferente categoría previstos por el ordenamiento jurídico para poder hacer frente al gasto público. Las personas físicas y jurídicas, siempre que cumplan los requisitos o incurran en los supuestos de hecho establecidos por la legislación, quedan obligadas al pago de tributos. Además de los tributos, las administraciones públicas obtienen otro tipo de ingresos (los derivados de los activos de propiedad pública, las transferencias recibidas del exterior, las multas, los ingresos provenientes de la venta de algunos bienes y servicios…). › Tributos Los tributos son ingresos públicos que consisten en prestaciones pecuniarias (en dinero) exigidas por una administración pública como consecuencia de la realización del supuesto de hecho al que la ley vincula el deber de contribuir, con el fin primordial de obtener los ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos. Esto quiere decir que: › Son una obligación patrimonial, generalmente económica, que adquiere un particular con el Estado u otro ente público por incurrir en alguno de los supuestos previstos por la legislación para la aplicación de los tributos (hecho imponible).
› Los tributos deben ser establecidos y regulados por ley. › Están obligados a pagar tributos no sólo los españoles, sino cualquier persona, física o jurídica, que realice hechos imponibles en España. › El fin del tributo no es sancionador, sino que el Estado obtenga recursos. Los tributos se clasifican en impuestos, tasas y contribuciones especiales. 1. Impuestos: los impuestos son tributos sin contraprestación (es decir, el particular obligado al pago de impuesto no recibe del Estado ningún bien o servicio directamente relacionado con dicho pago). Su hecho imponible está constituido por negocios, actos o hechos de naturaleza jurídica o económica, que ponen de manifiesto la capacidad contributiva del sujeto. Por ejemplo: Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), Impuesto sobre Sociedades (IS), Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). 2. Tasas: las tasas son tributos cuyo hecho imponible consiste en la prestación de servicios o en la realización de actividades en régimen de derecho público, que se refieran, afecten o beneficien a los sujetos pasivos, cuando se da una de las dos siguientes circunstancias: a) que no sean de solicitud o recepción voluntaria; b) que no puedan ser prestados por el sector privado. También se exigen por la utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio público. Por ejemplo,
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se aplican tasas por la concesión de la licencia para la apertura de un establecimiento, por la expedición del DNI, por la recogida de basuras. 3. Contribuciones especiales: las contribuciones especiales son tributos cuyo hecho imponible consiste en la obtención por parte del sujeto pasivo de un beneficio o de un aumento del valor de sus bienes, como consecuencia de la realización de obras públicas o del establecimiento o ampliación de servicios públicos. Por ejemplo, por la primera pavimentación de una calle, por la apertura de una plaza, por el establecimiento del alumbrado público. › Déficit público El saldo presupuestario de las administraciones públicas, en su acepción más extendida, se determina de la siguiente forma: ingresos corrientes – gastos corrientes + ingresos de capital – gastos de capital. Si el saldo es positivo, se obtiene un superávit; significa que las administraciones públicas cubren con sus ingresos no financieros el total de gastos no financieros y tienen capacidad para financiar al resto de sectores de la economía o para reducir su nivel de deuda acumulada. Si el saldo es negativo, se da un déficit; las administraciones públicas no logran
cubrir con el total de ingresos no financieros sus gastos corrientes y de capital, por lo que se encuentran con una necesidad de financiación, viéndose obligadas a apelar a otros sectores, normalmente mediante un aumento de su endeudamiento. El límite se ha establecido según el artículo 126 y el protocolo del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea en el 3% del PIB. › Deuda pública Cuando los ingresos públicos no financieros (impuestos, principalmente) no son suficientes para hacer frente a los gastos públicos, el Estado acude a recursos de carácter financiero, entre los cuales ocupa un lugar destacado la deuda pública, que consiste en un instrumento financiero de naturaleza pasiva para el ente público emisor que busca en los mercados nacionales o extranjeros captar fondos, bajo la promesa de devolución futura y el pago de una remuneración durante su vida. En cuanto a la proporción deuda pública sobre PIB, también se establece un límite en dicho artículo 126 y protocolo del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que actualmente está fijado en el 60% del PIB.
3. Sistema financiero
3.1. Funciones El papel fundamental del sistema financiero es el de canalizar los recursos dinerarios que, en un momento dado, tienen disponibles unos agentes económicos, por encima de sus necesidades de gasto, hacia aquellos otros agentes que están en una situación contraria, es decir, tienen necesidad de afrontar unos gastos para los que no cuentan con recursos suficientes.
El sistema financiero ofrece distintos mecanismos para posibilitar el trasvase de recursos desde los agentes con capacidad de financiación hacia aquellos otros que tienen necesidad de financiación:
Se trata de una misión fundamental a fin de superar las diferencias que surgen entre esos dos partes o grupos, en cuanto a plazos, cuantías, riesgos, etc.
› A través de los mercados de valores (desintermediación financiera): los agentes demandantes de financiación emiten títulos o instrumentos financieros que pueden ser adquiridos por los ahorradores, directamente (mercado de valores) o por medio de instituciones de inversión colectiva5. En este caso, el ahorrador asume directamente el riesgo, ya que su dinero se coloca en la entidad que emite los títulos.
Además de estas diferencias, surgen más dificultades, como son las que vienen dadas por la información asimétrica que se genera entre ambas partes, al tener mucha más información acerca de la posibilidad cumplir la operación los demandantes de recursos financieros, que los oferentes de recursos financieros, que son quienes asumen el riesgo.
› A través de los intermediarios financieros bancarios (intermediación financiera): en este caso, el ahorrador entrega su dinero a una entidad de depósito, que decide libremente dónde colocarlo, asumiendo el riesgo de sus inversiones. Así, el ahorrador no asume ningún riesgo con los agentes que se endeudan, sino con la entidad donde deposita su dinero.
5. Las Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) son aquellas entidades que tienen por objeto la captación de fondos, bienes o derechos del público para gestionarlos e invertirlos en activos, financieros o no, siempre que el rendimiento del inversor se establezca en función de los rendimientos de los resultados colectivos obtenidos.
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Además de la canalización del ahorro hacia los agentes demandantes de financiación, el sistema financiero contribuye, entre otras funciones, a sustentar los sistemas de pago que permiten realizar las transacciones económicas. Asimismo, tienen la misión de analizar la viabilidad y, en su caso, aportar financiación para proyectos de inversión.
3.2. Estructura El sistema financiero está compuesto por una serie de instituciones que se diferencian según las operaciones que pueden llevar a cabo: › Banco de España, integrante del Sistema Europeo de Bancos Centrales, que se encarga de la emisión de billetes y monedas de curso legal, de realizar operaciones de cambio de divisas, de
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promover el buen funcionamiento del sistema de pagos y de ejecutar la política monetaria establecida para la zona del euro. › Entidades de crédito, cuya función es la de otorgar créditos y préstamos al público. Dentro de las entidades de crédito se incluyen las entidades de depósito (bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito), que son las únicas autorizadas para captar fondos directamente del público mediante depósitos, con la obligación de su restitución, destinándolos a la concesión de créditos. › Otras instituciones financieras: instituciones de inversión colectiva, sociedades de valores, sociedades de garantía recíproca, empresas de seguros, fondos de pensiones, auxiliares financieros…
Sistema financiero
3.3. Mercados Si bien puede hablarse con carácter general de mercados, para hacer referencia al desarrollo de actividades para las que existe una oferta y una demanda (por ejemplo, de depósitos), el concepto de mercados se suele utilizar en un sentido más restringido para hacer alusión a aquellos de carácter organizado donde se negocian los distintos instrumentos financieros, posibilitando el intercambio entre los distintos agentes económicos participantes en los mismos. Los principales mercados financieros existentes son los siguientes: monetario, interbancario, de deuda pública anotada, de capitales, de futuros, de opciones y de divisas.
3.4. Reguladores En España existen tres organismos supervisores básicos en función del tipo de mercados o de la actividad desarrollada: Banco de España (entidades de crédito), Comisión Nacional del Mercado de Valores (emisiones de títulos, fondos de inversión…), y Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (seguros, fondos de pensiones).
3.5. Productos financieros Las diferentes categorías de productos financieros se pueden establecer en función de la necesidad que cubren:
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Sistema financiero
› Productos de ahorro: son productos que permiten materializar un ahorro, ya sea en busca de rentabilidad, o simplemente como un medio de depósito de fondos. Sus principales características económico-financieras son la rentabilidad, el riesgo y la liquidez que llevan aparejados. En esta categoría se pueden incluir productos como: depósitos, renta fija, renta variable o fondos de inversión. Con carácter general, este tipo de productos generan una serie de rendimientos que están sujetos en el IRPF, ya sea como rendimientos del capital mobiliario o como ganancias o pérdidas patrimoniales. Estos rendimientos tributarán a los tipos del 21% para los primeros 6.000 euros, 25% para los rendimientos comprendidos entre 6.000 y 24.000 euros y al 27% para los restantes. › Préstamos: posibilitan la obtención de recursos a crédito, permitiendo al prestatario poder llevar a cabo un proyecto de gasto, ya sea de consumo o inversión. Las principales características de esta categoría de productos son el tipo de interés aplicable, las comisiones y el plazo de la operación. › Seguros: pretenden cubrir un determinado riesgo. Así, el seguro puede considerarse como un sistema de protección de la persona y de su patrimonio frente a diversos hechos que amenazan su integridad física, su estado de salud, su situación económica o sus propiedades. Para ello, el asegurado deberá pagar una prima a cambio de una cobertura
que recibirá en caso de que se produzca el riesgo asegurado. › Otros productos financieros: dentro de esta categoría están englobados productos complementarios a los señalados anteriormente, que ayudan al buen funcionamiento de éstos o permiten atender necesidades específicas. Se trata de productos como los medios de pago, los avales, los productos para atender necesidades específicas de financiación o de servicios o los productos derivados. Dentro de estas cuatro categorías, se puede distinguir una gran cantidad de productos financieros, como los siguientes: › Depósitos: un depósito bancario consiste en un contrato en virtud del cual una persona (depositante) entrega una cierta cantidad de dinero (depósito) a una entidad bancaria (depositaria) con el objetivo de que la custodie, y la obligación de restituirla de acuerdo con las condiciones estipuladas en el contrato. Existen dos modalidades básicas de depósitos bancarios, en función de la liquidez, es decir, del momento en el que el depositante puede disponer de los fondos depositados: › Depósitos a la vista: el depositante puede disponer de sus fondos en cualquier momento. Por ello, los depósitos a la vista son productos totalmente líquidos. Los depósitos a la vista son de dos categorías: cuentas corrientes y cuentas de ahorro. Su diferencia radica únicamente en ciertas particularidades 77
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como su soporte (extracto bancario en las cuentas corrientes y libreta en las cuentas de ahorro), el uso de cheques de forma generalizada (es común en las cuentas corrientes mientras que, en general, no sucede así en las libretas de ahorro) o la posibilidad de permitir descubiertos (muy extendida en el caso de las cuentas corrientes, pero menos habitual en las libretas de ahorro). › Depósito a plazo fijo: el depósito se realiza por un período determinado, por lo que el depositante no puede disponer del mismo hasta el vencimiento. No obstante, en caso de que necesite hacer uso anticipadamente de su dinero, podrá hacerlo, si bien tendrá que asumir un coste. Ejemplo: una persona efectúa un depósito a plazo fijo por importe de 10.000 euros, a un tipo de interés anual del 4%, y un plazo de 3 años. Al llegar a vencimiento recuperará el importe depositado y percibirá unos intereses de 11.200 euros: Capital final = 10.000 * (1+4%*3) = 11.200 euros › Instrumentos de renta fija Son valores negociables (el tenedor puede venderlos a otra persona) que representan la captación de capitales ajenos, es decir, la entidad que emite los títulos está obligada a devolver el dinero en el momento del vencimiento.
La característica esencial de los títulos de renta fija es que ofrecen una rentabilidad6 determinada, que no está supeditada a los resultados obtenidos por la entidad emisora, ni a la decisión que ésta adopte respecto al reparto de los beneficios obtenidos, lo que sí ocurre con los títulos de renta variable. Según estén emitidos por una empresa privada o por el sector público, se tratará de activos financieros privados (renta fija privada) o públicos (deuda pública), respectivamente. Los títulos de renta fija generan rendimiento a través de tres formas distintas: › Rendimiento explícito: el título da derecho a percibir un rendimiento (cupón) cada cierto tiempo o bien al vencimiento. Ejemplo: una persona adquiere un título de renta fija con un valor nominal de 1.000 euros, vencimiento a 3 años y un cupón del 3%. Por tanto, cada año esta persona percibirá unos intereses de 30 euros, que son el rendimiento explícito. › Rendimiento implícito: los rendimientos se obtienen por la diferencia entre el importe obtenido a la amortización (normalmente, el valor nominal) y el importe pagado a la suscripción, del que se descuenta el rendimiento (títulos emitidos al descuento). Ejemplo: una persona adquiere una letra del tesoro con un vencimiento a
6. La rentabilidad es el tipo de interés pagadero al tenedor del título de renta fija. En el caso de los instrumentos de renta fija, a este tipo de interés se le llama “cupón”.
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12 meses a un precio del 95%, es decir, de 950 euros. Cuando esta letra llegue a vencimiento, esta persona percibirá la cantidad que inicialmente invirtió (950 euros), más el rendimiento de dicha letra, de 50 euros, dado que su valor nominal es de 1.000 euros. › Rendimiento mixto: se utilizan conjuntamente las dos fórmulas anteriores. › Instrumentos de renta variable: la renta variable agrupa a numerosos activos financieros que se caracterizan por no garantizar ni la recuperación del principal ni la obtención de rendimientos. Dentro de estos activos, cabe destacar el papel de las acciones. Las acciones son títulos-valores que representan partes alícuotas (iguales) en las que se divide el capital de una compañía y son representativas de la propiedad de la misma (otorgando los correspondientes derechos económicos y políticos: dividendos, asistencia y voto en las juntas generales, etc.). Estos títulos tienen la consideración de renta variable, porque se trata de activos que no garantizan ninguna rentabilidad. La rentabilidad va a depender, en primer término, de que la sociedad obtenga beneficios; en segundo lugar, de que éstos se distribuyan o no directamente a los accionistas. Ahora bien, no hay que perder de vista que los beneficios no distribuidos implican un aumento de valor para la sociedad y, por tanto, para las acciones. Por otra parte, el precio de las acciones está
expuesto a un elevado riesgo de incremento o de disminución, ya que, al margen de la propia evolución de las compañías, son títulos que se negocian en mercados financieros donde existe un gran número de inversores con distintas expectativas. Las principales vías de obtención de rendimientos a través de las acciones son: › Rendimientos por el mero hecho de ser titular de las acciones (reparto de beneficios o dividendos, derechos de suscripción preferente, primas de asistencia a juntas y otros). › Rendimientos procedentes de la venta o transmisión de las acciones (ganancias o pérdidas patrimoniales). Ejemplo: una persona compró 1.000 acciones de la sociedad X a un precio unitario de 10 euros. Unos meses después, habiendo percibido un dividendo de 0,05 euros por acción, con las acciones cotizando a 11 euros, esta persona decide venderlas. Como se ha visto anteriormente, esta persona ha obtenido un beneficio por dos vías: › Rendimientos procedentes de la venta: Resultado = (11-10) * 1.000 = 1.000 euros Para calcular el resultado procedente de la venta de las acciones, simplemente hay que multiplicar la diferencia entre el precio de compra y de venta, por el número de acciones. 79
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› Rendimientos procedentes del reparto de beneficios de la sociedad: Resultado = 0,05 * 1.000 = 50 euros Esta cifra es el resultado de multiplicar la cantidad unitaria que esta sociedad reparte en concepto de dividendo, por el número de acciones. Finalmente, por esta inversión en acciones esta persona ha obtenido un rendimiento total de 1.050 euros. › Participaciones en fondos de inversión: un fondo de inversión es una institución de inversión colectiva (IIC) que tiene por objeto la captación de fondos, bienes o derechos del público para gestionarlos e invertirlos en activos, financieros o no, siempre que el rendimiento del inversor se establezca en función de los resultados colectivos obtenidos.
minal, sino que se les asigna diariamente un valor liquidativo, idéntico para las suscripciones y los reembolsos, como consecuencia de dividir el valor total neto del patrimonio entre el número de participaciones existentes. Ejemplo: una persona adquirió 100 participaciones de un fondo de inversión con un valor liquidativo unitario de 5 euros. Pasados unos meses, esta persona decide vender dichas participaciones a un valor liquidativo de 6 euros. El resultado de la operación será el siguiente: Rendimiento = (6 – 5) * 100 = 100 euros
Los fondos de inversión son gestionados por una sociedad gestora de instituciones de inversión colectiva (SGIIC), que representa al fondo, y ejerce los derechos políticos y económicos; y, adicionalmente, por una entidad depositaria, que se encarga, principalmente, de la administración y custodia de los valores del fondo.
› Planes de pensiones: un plan de pensiones es un sistema de ahorro diseñado especialmente para la jubilación. Tiene por objeto proporcionar a los partícipes un capital, una renta o una combinación de ambos. Dicho capital se constituye mediante aportaciones realizadas a lo largo de su vida activa. No obstante, debe tenerse en cuenta que al conjunto de planes de pensiones de un mismo titular, incluyendo cualquier modalidad (empleo, asociado o individual) puede aportarse hasta 10.000 euros anuales, o 12.500, si el partícipe es mayor de 50 años.
El patrimonio del fondo se divide en participaciones, de igual valor y características, y cuyo valor liquidativo se calcula diariamente. Dichas participaciones pueden ser objeto de compra (suscripción) o venta (reembolso) a través de los intermediarios financieros. Las participaciones no tienen valor no-
Por otro lado, las prestaciones se empezarán a cobrar cuando suceda alguna de las contingencias cubiertas (jubilación, incapacidad, dependencia y fallecimiento y, de manera excepcional, el desempleo de larga duración y la enfermedad grave). Las prestaciones de los planes de pensiones pueden cobrarse:
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› En forma de capital: se cobra, de una sola vez, la totalidad de los derechos acumulados. › En forma de renta: consiste en un ingreso periódico según la forma en que decida el beneficiario (temporal, vitalicia…). › En forma mixta: una parte en forma de capital y otra en forma de renta. En la gestión y operatoria de un plan de pensiones intervienen dos entidades, independientes entre sí y sometidas al control de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones: la entidad gestora, encargada de administrar e invertir el patrimonio del fondo de pensiones, y la entidad depositaria, que ejerce la custodia y el depósito de los activos. Además, la inversión en este tipo de productos conlleva una ventaja fiscal, en la forma de reducción de la cantidad aportada a planes de pensiones en la base imponible del IRPF del partícipe. Esta reducción queda limitada a la menor de las siguientes cantidades: › Si el partícipe es menor de 50 años: 10.000 euros o el 30% de los rendimientos del trabajo. › Si el partícipe es mayor de 50 años: 12.500 euros o el 50% de los rendimientos del trabajo.
› Otros productos de previsión social: › Plan Individual de Ahorro Sistemático (PIAS): un plan individual de ahorro sistemático es un contrato de seguro cuyo objetivo es la constitución de una renta vitalicia. El acceso a la prestación no está vinculado a ninguna contingencia (jubilación, invalidez, fallecimiento…). Se definen como contratos de seguro de vida individuales en los cuales coinciden las figuras del tomador, asegurado y beneficiario en una misma persona. La renta vitalicia se constituirá con los derechos económicos procedentes de dichos seguros. El límite máximo anual en concepto de primas a este tipo de contratos es de 8.000 euros, y es independiente de los límites a aportaciones y a los sistemas de previsión social. No obstante lo anterior, el importe total de las primas acumuladas en estos contratos no podrá superar la cuantía de 240.000 euros por persona. Asimismo, este producto también tiene ventajas fiscales, ya que si el rescate de las cantidades aportadas se realiza transcurridos 10 años, la tributación se puede ver reducida por unos porcentajes reductores. Dichos porcentajes reductores son los siguientes:
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En caso de que el rescate se realice antes de que transcurran los 10 primeros años, este producto pierde sus ventajas fiscales, y los rendimientos obtenidos pasan a tributar al tipo de la base imponible del ahorro sin que sea de aplicación ningún porcentaje reductor. › Plan de Previsión Asegurado (PPA): es un seguro de ahorro y previsión con coberturas, prestaciones, límites de aportaciones y tratamiento fiscal análogos a los de los planes de pensiones (existe un límite conjunto para todas las aportaciones a los distintos sistemas de previsión social). La diferencia fundamental entre los PPA y los planes de pensiones es que los primeros, por medio de la entidad financiera o aseguradora, garantizan un tipo de interés, mientras que los
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segundos no ofrecen rendimientos fijos, sino que su rentabilidad depende del comportamiento de los activos en los que se invierte y de la estrategia de la gestora. Al igual que los planes de pensiones, no podrán rescatarse hasta el momento de la jubilación, salvo casos excepcionales. Disfrutan de los mismos incentivos fiscales que los planes de pensiones, cuyas aportaciones dentro, de unos límites, son deducibles en la base imponible general en la declaración del IRPF. › Productos de seguro: un seguro es un contrato en virtud del cual, a cambio del pago de una prima única o periódica, la aseguradora se obliga a resarcir (indemnizar) al asegurado en caso de que sufra alguna contingencia en su persona o bienes, prevista en la póliza.
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Se trata, por tanto, de un mecanismo de protección frente a posibles riesgos que puedan acaecer. Existen múltiples modalidades de seguros, diferenciados especialmente en función del objeto de la cobertura. Así, por un lado, nos encontramos los seguros de personas (sobre la vida, de accidentes, de enfermedad y asistencia sanitaria, etc.), y por otro, los seguros contra daños. El principal objetivo de los seguros contra daños es el de otorgar cobertura a un objeto que se encuentre expuesto a algún riesgo. De esta manera, hay multitud de modalidades de seguros contra daños, como por ejemplo: el seguro de hogar, seguro de incendios, de responsabilidad civil, etc. En el ámbito financiero destaca especialmente el seguro de vida, que es aquél que cubre el riesgo de muerte de una persona (seguro de riesgo) o bien que una persona viva más allá de una determinada edad (seguro de ahorro), o conjuntamente ambas situaciones (seguro mixto). Un seguro de ahorro es un producto de ahorro, cuyo capital garantizado es, básicamente, el resultado de la capitalización de las primas pagadas por el cliente que ha suscrito el seguro. La capitalización consiste en ir agregando al capital invertido los intereses que se van obteniendo, de manera que cada vez es mayor la cantidad sobre la que se van calculando los intereses (interés compuesto). El montante final a
percibir vendrá dado por el capital inicialmente invertido más todos los intereses que se han ido acumulando de la forma descrita. El seguro de ahorro permite garantizar el pago de una cantidad única (capital) o periódica (renta) al asegurado, si éste vive en una fecha o a una edad determinada. La persona que contrata el seguro tiene un derecho de rescate, que le permite rescindir el contrato antes del vencimiento y percibir la cantidad resultante de la liquidación del mismo. › Préstamos y créditos: un préstamo consiste en un contrato por el que se transmite (por el prestamista) un capital para su utilización temporal, con la obligación de su devolución y, normalmente, de pago de intereses (obligación que asume el prestatario). A la hora de formalizar un préstamo habrá que atender a numerosas cuestiones tales como: intereses a cobrar por la entidad financiera, comisiones, intervención o no de fedatario público, costes asociados, posible existencia de fiadores, etc. En función de la garantía aportada para su cumplimiento, existen dos clases de préstamos: › Préstamos con garantía personal: el prestatario responde con el conjunto de su patrimonio presente y futuro (bienes y derechos) de manera general, sin que ningún bien concreto quede afecto o sujeto al pago del préstamo de forma especial.
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› Préstamos con garantía real: en este tipo de préstamos, un bien o derecho concreto queda afecto al pago del préstamo, en caso de que el prestatario no pueda hacer frente a las obligaciones contraídas. La modalidad más importante es la de los préstamos con garantía hipotecaria, en los que la garantía del préstamo es un inmueble, habitualmente adquirido con el importe del propio préstamo. Otra modalidad es la de los préstamos con garantía pignoraticia, en los que la garantía del préstamo está constituida sobre bienes distintos de los inmuebles, como pueden ser imposiciones a plazo fijo, participaciones en fondos de inversión, acciones, obligaciones, etc., que generalmente están depositados en la misma entidad acreedora. Por otro lado, un crédito (en sentido estricto) es un contrato en virtud del cual la entidad financiera pone a disposición del cliente (denominado “acreditado”) una determinada cantidad de dinero máxima durante un período concreto, a cambio del pago de intereses y de una serie de comisiones que se cobran por el saldo dispuesto y por el saldo no dispuesto, según proceda. A su vez, dentro de esta categoría de productos financieros se encuentran los denominados descuentos comerciales, que son operaciones que permiten al empresario obtener por adelantando el dinero que le debe un tercero. La operatoria del descuento comercial requiere de instrumentos de cobro en poder del empresario (ej.: letras de cambio,
pagarés, etc.). De esta forma, los instrumentos de cobro, que reflejan una deuda de un tercero con el empresario, se intercambian por dinero con una entidad financiera, la cual descuenta del importe total una serie de gastos (por comisiones, timbres e intereses). Dentro de estos tipos de productos financieros (préstamos y créditos), se puede encuadrar también un tipo de préstamo hipotecario, con una serie de particularidades, como es la hipoteca inversa. Este producto está diseñado específicamente para que los propietarios de una vivienda puedan recuperar ese ahorro sin necesidad de tener que venderla. Se trata de un crédito con garantía inmobiliaria, por el cual una persona que posee un inmueble recibe cada mes una renta. No obstante, a petición del cliente, la disposición puede ser de una sola vez, hasta un importe máximo determinado por un porcentaje del valor de tasación en el momento de la constitución. Por tanto, la finalidad básica de este producto es facilitar liquidez al propietario de un inmueble, con los siguientes requisitos: › Que el solicitante y los beneficiarios que éste pueda designar sean de edad igual o superior a los 65 años o personas afectadas de dependencia severa o gran dependencia. › Que la deuda sólo sea exigible por el acreedor, y la garantía ejecutable, cuando fallezca el prestatario o, si así se estipula, cuando fallezca el último de los beneficiarios.
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› La persona debe escoger entre percibir una renta temporal o una renta vitalicia. › Al fallecimiento del prestatario o persona designada por éste, los herederos deberán decidir entre: (i) cancelar el préstamo y sus intereses pendientes para liberar el bien dado en garantía, y poder, en consecuencia, heredar la vivienda o, (ii) no cancelar el préstamo, con lo que la entidad financiera procederá a la venta de la vivienda para recuperar los importes pendientes (en el caso de que la entidad financiera vendiera la vivienda a un precio superior a las cantidades desembolsadas más los intereses, la diferencia sería para los herederos). › Avales: un aval es un tipo de garantía en virtud de la cual una persona (avalista) se compromete a responder de la deuda contraída por otra (avalada), en caso de incumplimiento por parte de esta última de la obligación que tiene contraída con un tercero (beneficiario del aval). Existen diferentes tipos de avales: › Según la obligación garantizada: › Aval económico: garantiza compromisos relacionados con entregas pactadas de dinero o bienes en contraprestación por una venta o servicio realizado. › Aval técnico: garantiza compromisos de ejecutar trabajos o prestar servicios según los términos comprometidos.
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› Según el emisor de los mismos: › Aval personal: es el emitido por una persona física/jurídica, quien se compromete al pago de la deuda en caso de incumplimiento del deudor principal. › Aval bancario: en el que quien se compromete a hacer frente a la deuda es una entidad financiera. › Leasing: el leasing es una modalidad de arrendamiento cuya principal característica es que el arrendatario (usuario) tiene una opción de compra sobre el bien arrendado. Consiste en la cesión de uso de un bien mueble o inmueble por parte de una empresa a un cliente, el cual paga una serie de cuotas periódicas pactadas al inicio del contrato, e incluyen una opción de compra a la finalización del contrato. En definitiva, se trata de una modalidad de arrendamiento con opción a compra, de forma que al finalizar el contrato el cliente puede optar por renovarlo, por comprar el bien utilizado o por no ejercer la opción de compra. Por otro lado, el leasing presenta una serie de ventajas fiscales, entre las que se encuentran la posibilidad de deducción de la cuota de leasing, tanto en el IS como el IRPF, entrando dentro de esta cuota los intereses y los gastos de recuperación del coste del bien. Por último, el IVA soportado por las cuotas de leasing también es deducible en este impuesto. › Renting: es un servicio integral de alquiler de bienes a medio y largo plazo dirigido a particulares, profesionales y
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empresas, con todos los servicios necesarios para el buen funcionamiento del bien. Al término del contrato no hay posibilidad de opción de compra. › Factoring: el factoring es un sistema de financiación que consiste en la transmisión de créditos comerciales frente a clientes a una entidad de factoring, que asume la gestión de cobro de los mismos y, en su caso, anticipa un tanto por ciento de éstos. Los créditos transmitidos pueden estar documentados en cualquier forma admitida en derecho: letras, pagarés, recibos, facturas, certificaciones y, en general, cualquier documento de cobro admitido en el tráfico mercantil. Las modalidades de factoring existentes son las siguientes: › Factoring sin anticipo: la empresa de factoring realiza en nombre del cedente la gestión de cobro. › Factoring con anticipo: además de la gestión de cobro, el cedente obtiene financiación sobre las facturas cedidas. Presenta, a su vez, dos modalidades: › Factoring con recurso: las insolvencias de los deudores son asumidas por la empresa cedente. › Factoring sin recurso: las insolvencias son asumidas por la empresa de factoring. El factoring sin recurso supone una venta o cesión de la cartera de créditos comerciales a la entidad de factoring, con la consiguiente transmisión del riesgo.
› Confirming: es un servicio ofrecido por entidades financieras que consiste en gestionar los pagos de una empresa a sus proveedores, ofreciendo a éstos la posibilidad de cobrar las facturas con anterioridad a la fecha de vencimiento. › Productos derivados: un derivado es un instrumento financiero que está vinculado a un activo que se toma como referencia y que se denomina activo subyacente (acciones, divisas, materias primas, etc.). Las principales modalidades de los productos derivados son los futuros y las opciones. Un contrato de futuros es un acuerdo por el que dos personas se comprometen a vender y a comprar, respectivamente, un activo, denominado activo subyacente, a un precio y en una fecha futura según las condiciones fijadas de antemano por ambas partes. Los productos derivados tienen tres funciones principalmente: › Especulación: anticiparse al mercado con base en las perspectivas que el inversor tiene sobre el mismo. Así, en caso de considerar que el mercado tendrá una tendencia alcista (aumento del precio del activo subyacente), estará indicado comprar futuros, mientras que ante una perspectiva bajista (minoración del precio del activo subyacente), el inversor estará interesado en vender futuros. › Cobertura: se puede proteger una cartera de inversión mediante productos derivados, adoptando una posición a plazo contraria a la de contado.
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› Arbitraje: tiene como objetivo aprovecharse de las ineficiencias del mercado en aquellos casos en los que la cotización del activo (al contado) no coincide con la cotización a plazo del mismo. Ejemplo: una persona compra un contrato de futuros sobre 100 acciones de la compañía X a 15 euros, siendo el vencimiento del mismo dentro de 6 meses. Mediante este contrato el comprador se compromete a comprar las acciones de la sociedad X a 15 euros dentro de 6 meses. Una vez que el contrato de futuros llega a vencimiento, pueden darse dos situaciones para el comprador: › El precio de la acción es de 16 euros. En este caso el comprador habrá obtenido una ganancia derivada de operar con futuros: Resultado = (16 – 15) * 100 = 100 euros › El precio de la acción es de 14 euros, El comprador deberá asumir una pérdida igual a 1 euro por acción. Resultado = (14 – 15) * 100 = - 100 euros Por otro lado, un contrato de opciones es un acuerdo por el que se otorga al comprador, a cambio del pago de un precio (prima), el derecho (no la obligación) de comprar o vender un activo subyacente a un precio (precio de ejercicio o strike) y en una fecha futura, según las condiciones fijadas de antemano por ambas partes.
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En este tipo de contratos, el comprador de la opción adquiere el derecho a comprar o a vender el activo subyacente. No tiene, por tanto, cuando llegue el vencimiento de la opción, ninguna obligación. Para ello debe pagar la prima establecida. El vendedor, que se garantiza el cobro de la prima, sí tiene la obligación de comprar o de vender el activo subyacente en las condiciones estipuladas. Las principales modalidades de un contrato de opciones son las siguientes: › Opción “call”: es una opción que otorga, al comprador de la misma, el derecho a comprar el subyacente a un precio determinado en la fecha de vencimiento establecida, asumiendo, por su parte, el vendedor, la obligación de vender en tales condiciones. › Opción “put”: es una opción que otorga el derecho, al comprador de la misma, a vender el subyacente a un precio determinado en la fecha de vencimiento establecida, asumiendo, por su parte, el vendedor, la obligación de comprar en tales condiciones. Ejemplo: una persona compra una opción put sobre las acciones de la compañía X, con un precio de ejercicio de 12 euros y un vencimiento fijado a dos meses vista. Mediante esta opción, su comprador adquiere el derecho (que podrá ejercitar o no) a vender las acciones de la compañía X a un precio de 12 euros, a cambio del pago de un prima.
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Dependiendo de la cotización de las acciones de la compañía X a vencimiento, esta operación tendrá un resultado u otro: › Si la cotización de las acciones de la compañía X cotizan a 11 euros, esta persona ejercitará su opción de venta, puesto que obtiene un beneficio de 1 euro, ya que está vendiendo a 12 euros algo que cotiza a 11. › Si, por el contrario, las acciones de la compañía X cotizan a 13 euros, esta persona no ejercitará la opción de venta de las mismas, perdiendo solamente el importe pagado en concepto de prima. › Esto es así, ya que tiene la opción de vender dichas acciones por 12 euros cuando cotizan en el mercado a 13 euros, lo que supone una pérdida de 1 euro por acción.
3.6. equerimientos de capital de las entidades financieras Los recursos o fondos propios de una entidad financiera son aquellos cuya recuperación nadie puede reclamar en ningún momento, ni existe obligación incondicional de que sean retribuidos. Dada la plena disponibilidad para la entidad, pueden ser destinados a hacer frente a las pérdidas inesperadas que se presenten sin ninguna limitación. Esa es la nota distintiva de los fondos propios auténticos. Hay otros recursos que se computan como fondos propios (no puros) si, por ejemplo, están disponibles durante un período muy amplio y/o si su retribución está sujeta a algunas condiciones. En función de cuáles sean las partidas concretas que se computen nos encontramos con diferentes conceptos, desde el “Core capital”, “Common equity” o Capital ordinario (que engloba el capital y las reservas), el TIER-1 (que computa también otras rúbricas, como las participaciones preferentes, y efectúa algunos ajustes), hasta los recursos propios totales (que incluyen fondos de menor categoría, como la deuda subordinada).
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Estructura de los recursos propios computables de las entidades financieras + Capital Computable + Reservas + Resultado atribuible al grupo = Core capital + Participaciones preferentes + Intereses minoritarios + Resultados del ejercicio computables - Minusvalías renta fija - Minusvalías renta variable - Deducciones por inversión en entidades financieras y aseguradoras - Deducción por pérdidas esperadas y otros - Deducciones fondo comercio - Otras deducciones a efectos de solvencia = Recursos Propios Básicos (TIER-1) + Revalorización activos materiales + Deuda subordinada + Provisión genérica + Otras deducciones a efectos de solvencia = Total Recursos Segunda Categoría (TIER-2) Total Recursos Propios computables= TIER-1 + TIER-2
Es evidente que mientras más capitalizada esté una entidad (más fondos propios tenga), será más solvente, es decir, podrá soportar pérdidas sin dejar de atender sus obligaciones económicas. Imaginemos que un banco tiene unos recursos propios que coinciden con el mínimo legal, establecido en un nivel elevado. Si recibe depósitos de la clientela, no podría destinarlos a conceder crédito a menos que al mismo tiempo captara más capital. Los reguladores se encuentran así ante
una disyuntiva: mientras más exigentes sean las normas de solvencia, mayor será la seguridad, pero menores las posibilidades de que fluya el crédito. La búsqueda de un equilibrio adecuado entre los dos objetivos es, pues, fundamental. Para determinar los requerimientos legales de fondos propios se aplica un coeficiente, por ejemplo, del 8%, sobre los activos totales de la entidad ponderados por su grado de riesgo.
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Ejemplo: Supongamos que los activos (10.000 unidades monetarias) son: títulos de deuda estatal española, 2.000; acciones, 1.000; crédito con garantía personal, 3.000; crédito con garantía hipotecaria, 4.000. La base de cálculo sería 6.500 (2.000 x 0% + 1.000 x 150% + 3.000 x 100% + 4.000 x 50%) y los fondos propios necesarios, 520 (8% x 6.500). Hasta ahora, con carácter general, la normativa derivada de “Basilea II” establecía los siguientes coeficientes mínimos: “Core capital”, 2%; “TIER-1”, 4%; Recursos propios totales: 8%. No obstante lo anterior, en el año 2010, los organismos de supervisión financiera internacional alcanzaron el acuerdo, conocido como “Basilea III”, de reforzar sustancialmente los requerimientos mínimos de capital, con un calendario de aplicación que abarcará desde 2013 hasta 2019, cuando el capital ordinario, más un colchón (“buffer”) de seguridad, se situará en el 7% de los activos ponderados.
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En una clara anticipación de ese nuevo escenario, las autoridades españolas han optado por una aplicación inmediata (Real Decreto-ley 2/2011), e incluso más exigente, de los mencionados requisitos. Las entidades españolas deberán tener, como mínimo, un capital principal (concepto bastante parecido al mencionado “Core capital”) del 8%. Además, si las entidades no tienen emitidos títulos representativos de su capital social o derechos de voto por, al menos, un 20% (léase cajas de ahorros) (y hayan superado un determinado nivel de financiación mayorista), dicho coeficiente será del 10%. En términos puramente cuantitativos, la normativa española implica en la práctica multiplicar por 4 (o por 5, para la mayoría de las cajas de ahorros) los requerimientos de capital ordinario exigidos anteriormente. De manera inequívoca, España se sitúa a la vanguardia internacional en el terreno de la regulación de la solvencia de las instituciones financieras.
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De forma paralela, las entidades españolas se han visto sometidas en el mes de julio de 2011 a las “pruebas de resistencia” o “stress tests”, través de la cuales se evalúa la capacidad de resistencia de una entidad bancaria ante escenarios económicos adversos, con objeto de determinar si, en tales circunstancias, teniendo en cuenta las pérdidas ocasionadas, seguiría cumpliendo los niveles mínimos de capitalización. Para la realización de las pruebas, las autoridades europeas han elevado el nivel de exigencia respecto a las normas señaladas, debiendo superar el “Capital Principal Core TIER-1” (definido como el TIER-1 excluidos las participaciones preferentes, salvo en las que se materializan los apoyos públicos) el umbral del 5% de los activos ponderados por el riesgo.
1. La remuneración de asalariados comprende aquellas cuantías que se destinan a retribuir a los trabajadores a cambio de la prestación de servicios: sueldos y salarios, y contribuciones a la seguridad social. 2. Este concepto hace referencia a aquellas cuantías derivadas de la propiedad de los factores de producción, como por ejemplo pueden ser los intereses, alquileres o dividendos. Mide lo que se obtiene de la producción antes de atender los pagos de intereses y alquileres.
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