Homenaje a José Jiménez Villarejo

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Homenaje a

José Jiménez

Villarejo

Juan Ceyles Domínguez · Ana Pérez · María Isabel Roldán · Fernando Arcas Cubero Diego Rodríguez Vargas · Trinidad Jiménez García-Herrera · Juan Antonio Lacomba Avellán Antonio Morales Lázaro · José Jiménez Villarejo 1



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Edita: Ateneo de Málaga / Servicio de Publicaciones Director: Juan Ceyles Domínguez Comité de Dirección: Junta Directiva Dirección creativa: Equipo ANS Diseño y Maquetación: navarroguille.com Fotografía: Pepe Ponce Impresión: Urania Depósito Legal: XX 0000-0000 ©Ateneo ©De los textos y fotos: sus autores




Índice Editorial Juan Ceyles Domínguez

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Entrevista a José Jiménez Villarejo

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Carta de dimisión

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Prólogo Ana Pérez – Bryan

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José Jiménez Villarejo: un gesto y una vida María Isabel Roldán Cruz

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El Ateneo Vigilado Fernando Arcas Cubero

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Referente de honestidad, independencia y compromiso social Diego Rodríguez Vargas

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Un padre afectuoso, tolerante, culto y divertido Trinidad Jiménez García-Herrera

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Ejemplo emblemático de la utopía Juan Antonio Lacomba Avellán

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Carta abierta a José Jiménez Villarejo Antonio Morales Lázaro

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Una breve reflexión sobre la independencia judicial José Jiménez Villarejo (leído por José Jiménez García-Herrera)

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Clipping de Prensa

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Editorial Juan Ceyles Domínguez Vocal de Publicaciones del Ateneo de Málaga



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Juan Ceyles Domínguez

Editorial Juan Ceyles Domínguez Vocal de Publicaciones del Ateneo de Málaga

En la China de los siglos de Oro (618-907) coincidente con la dinasơa T’ang, era inconcebible un cargo público que desconociera la poesía, imposible un gobernador que no fuera, a la vez, un destacado poeta. La corte era lo más parecido al Parnaso. Aunque, no nos engañemos, este refinamiento social y políƟco no impedía la corrupción, el nepoƟsmo o la crueldad; daba gusto, sin embargo, leer una expropiación o una sentencia de muerte, sobre todo si no eras la vícƟma. Esta especie de añoranza utópica, o de utopía retroacƟva, sin pretender abrigar vacuas inocencias, me fue cayendo como lluvia menuda cuando las personas que se iban acercando al atril nos desentrañaban la rara personalidad del homenajeado: ¡un jurista poeta! con un pensamiento riguroso y un oído exquisito. Y, a saber, no había nacido chino, sino malacitano. La composición que tuvimos ocasión de paladear intelectualmente, corrobora su hechura humana, su temple de argonauta y su obsƟnación democráƟca. Una pieza imprescindible para interpretar las claves de un estado democráƟco moderno. Un regalo imprevisto que ayudó a dignificar el acto en una reciprocidad inusitada. La presente publicación es fiel hermana de cuna y compromiso con los anteriores Cuadernos de Divulgación del Servicio de Publicaciones del Ateneo. Desde que iniciamos el corriente cuatrienio (extensible hacia el inicio de nuestra campaña electoral), los miembros de la Junta DirecƟva comparƟmos una fijación: el Ateneo había de esforzarse para ajustar su dial a los Ɵempos –ahora y aquí- para enfaƟzar su uƟlidad al servicio de la ciudadanía; reafirmarse como instrumento con un compromiso de actualización permanente, para orientarse a su fin esencial; mirarse desde la cabeza a los pies para actualizar y agilizar sus formas, para afinar sus herramientas y revitalizar sus mensajes.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

En esa filosoİa, en ese proceso de repensarse, elaboramos un documento que fue ampliamente discuƟdo a lo largo del primer año de nuestra gesƟón (“El Ateneo como sistema”), en el que hacíamos corresponder nuestras respecƟvas vocalías con los paradigmas inspirados en la demanda de la sociedad, además de nuestra clara acƟtud proacƟva, nuestra vocación creadora, innovadora. Desde esta Vocalía hemos intentado en todo momento mantenernos in-quietos; la mirada atenta, los poros abiertos… para estar a la altura, dar respuesta sin descuidar nada. Ofrecer lo que tenemos e imaginar lo que podríamos tener. Así arrancaba y así conƟnúa nuestra formulación y compromiso con la cultura y con los ciudadanos. Con esta publicación queremos cumplimentar el homenaje al poeta-jurista José Jiménez Villarejo y contribuir al recuerdo de la memoria de cuando –y cómose fraguó el Ateneo malagueño, y que ello nos ayude a tensar el arco con certera perspecƟva, aquí y ahora. Ignorando la historia es imposible asumirla, y sin asumirla es diİcil proyectar el futuro. Aquí y ahora, cuando la diİcil encrucijada de nuestra economía se ha converƟdo en fácil chantaje para frenar y reducir las justas aspiraciones de los ciudadanos, llegando a crear obsesivamente un ridículo y cansino argumentario; alimentando paralelamente una perniciosa vocación anoréxica de la políƟca, del Estado: mientras unos se empinan otros se inclinan. Lo más urgente (extraemos con cuidado): poner a salvo el pensamiento y pelear para que la libertad de expresión pueda ejercerse sin amaños ni cortapisas; abrir ámbitos, crear canales en esa gran selva editorial que ocupa abusivamente/ casi exclusivamente las estanterías. O la excesiva información que, paradójicamente, se convierte en anƟinformación, en un gran tapón. Cada acto ha de ser un manifiesto que declare aquello y reivindique esto, que ofrezca un afilado machete para abrirnos paso en la jungla. Por eso mismo, este homenaje del que fuera presidente por apenas unos días, explica la importancia, la cualidad del gesto en el compromiso, y de la memoria, y de la graƟtud…

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Juan Ceyles Domínguez

Todos los asistentes al acto –quienes subieron al estrado y quienes permanecimos en el paƟo de butacas-, nos senƟmos actores y conƟnuadores de aquellos principios (la éƟca es un punto de parƟda). Todas las intervenciones fueron justas, inteligentes, hermosas, esƟmulantes. PerspecƟva y corresponsabilidad es lo que necesitamos para rehabilitar la políƟca. Asumir el pasado para crear el futuro y evitar la torpe estupidez maniquea. Y seguir escarbando en nuestra mollera con humana ambición. Este ejemplo nos deja, en su exquisita suite, aquel que fuera presidente por casi un instante, pero a veces un instante basta para iniciar una obra duradera.

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Entrevista a JosĂŠ JimĂŠnez Villarejo



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Entrevista

Entrevista a José Jiménez Villarejo

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… Pues como te iba diciendo, Ángel2 y yo, pues, en aquel momento estábamos muy cerca ideológicamente, teníamos la idea, seguramente fruto del opƟmismo de quien ve un futuro que todavía no conoce, pero que desea de alguna manera y veíamos como la posibilidad de que en torno a la democracia crisƟana se creara un grupo de izquierda democráƟca que fue como se llamó la democracia crisƟana que finalmente fundó Joaquín Ruiz Jiménez. Bueno, luego tuvimos Ɵempo más que de sobra de comprobar que eso no era posible, la democracia crisƟana nunca iba a ser una opción de izquierda, pero en aquel momento seguramente por error, por un error de perspecƟva pues parecía posible. Y Ángel y yo pues, estuvimos muy próximos en la creación del Ateneo, porque el Ateneo… Bueno el Ateneo cuando empieza, se parece más a una aventura intelectual que a una aventura políƟca, esa es la verdad, el Ateneo en cierta manera venía de un vacío, el vacío cultural que la falta endémica de la universidad en Málaga producía. En aquel momento exisơa ya una Facultad de Económicas pero no una universidad. De manera que yo creo que en principio el Ateneo que fundamos era una aventura intelectual más que políƟca, lo que pasa que toda aventura intelectual pues no puede desarrollarse sin un ambiente de libertad y naturalmente el deseo de la libertad, de que aquello se desarrollase en plena libertad pues suscitó la hosƟlidad del régimen e inmediatamente, quizás como consecuencia de esa reacción hosƟl, el Ateneo adquirió fuste políƟco.

1. Realizada en el Parador de Golf de Málaga, el 31 de julio de 2012, por Fernando Arcas Cubero, Diego Rodríguez Vargas y María Isabel Roldán Cruz, transcrita por Marina González Doña y corregida y anotada por Fernando Arcas Cubero. 2. Se refiere a Ángel Fernández Sepúlveda, abogado, miembro fundador y presidente del Ateneo en 1985, dirigente de la Democracia Cris ana en Málaga durante el franquismo y la transición democrá ca.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

¿Qué importancia tuvo José María González Ruiz en el nacimiento del Ateneo? Sí, pero José María3 por aquella época yo no tengo seguridad de que estuviera viviendo en Málaga, José María siempre estuvo muy cerca de nosotros, porque era un referente para todo progresista malagueño de la época. José María era un referente y un amigo permanente. Pero yo, me parece que en la propia fundación del Ateneo, no estoy seguro de que tuviera un papel muy acƟvo José María porque no estoy seguro de que viviera en Málaga aquellos años. Su vida se desarrollaba entre Málaga, Madrid, Roma, algunas veces en Jerusalén por su condición de “biblicista”, pero en fin, siempre estuvo muy cerca de nosotros por supuesto y coincidía plenamente con la fuerza intelectual que animaba el Ateneo.

3. José María González Ruiz (1916-2005), teólogo y canónigo de la catedral de Málaga, representante destacado de la iglesia progresista española durante el franquismo y la transición democrá ca, par cipó en el Concilio Va cano II y propició el diálogo entre cris anismo y marxismo. Fue procesado en 1968 por el Tribunal de Orden Público, y multado por una homilía en la Catedral en 1974.

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Entrevista

Háblanos un poco del grupo, ¿cuáles son las personas claves en poner en marcha el Ateneo? Básicamente, yo señalaría más que un grupo a una persona que era Ramón Ramos4. Ramón Ramos fue definido alguna vez, me parece por Rafael Pérez Estrada5, como el Homo-ateneísta. Era el hombre que vivía casi exclusivamente para el Ateneo, el soportó muchísimas batallas porque hubo muchas contra el Ateneo, y siempre salía airoso de las batallas, también estaba Ángel, estaba Rafael Pérez Estrada, tu padre6… bueno yo no sabría ahora mismo, porque han pasado muchos años, hacer una relación de personas y por eso me fijo especialmente en Ramón, porque Ramón era el hombre que vivía para el Ateneo. ¿Cómo surge de nuevo después de tantos años, después de la guerra civil, cómo surge este nuevo grupo, liberal, anƟfranquista, diverso…? ¿Qué mecanismos se producen en Málaga para que eso surja, para que cristalice luego en esta o en otras iniciaƟvas, pero en esta del Ateneo? ¿Qué pasa en el mundo profesional en concreto, en el tuyo dentro del campo de la jusƟcia? Pasa que mucha gente tenía muy claro que el franquismo estaba próximo a desmoronarse y que pronto la sociedad española alcanzaría la madurez suficiente para converƟrse en una sociedad democráƟca. Esto lo percibíamos muchos, muchos, incluso gente que seguía integrada…

4. Ramón Ramos Mar n desde su trabajo en el Banco Coca fue, con Juan Vázquez -interventor del Banco Zaragozano-, el alma del primer Ateneo. Ramos fue elegido presidente en 1976 -tras Fernando Álamos - y pertenecía a la misma línea del pensamiento polí co demócratacris ano. En aquella ocasión disputó la presidencia a una candidatura encabezada por Rafael Pérez Estrada. 5. Rafael Pérez Estrada (1934-2000), abogado y escritor, nieto del ministro de Alfonso XIII José Estrada, una de las personalidades más brillantes y extraordinarias de la vida cultural malagueña del tardofranquismo, la transición y la democracia y uno de los miembros clave del Ateneo. 6. Se refiere a Fernando Arcas Luque, ingeniero de Caminos, autor del proyecto de la presa del río Guadarranque y profesor de bioestadís ca de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

Las dificultades que había con la autoridad competente en aquella época, ¿cómo se vivían? Bueno… como mejor se podía. ¿Se percibía una represión permanente? Hombre…sí, si. Yo recuerdo que… el Ateneo surgió en una reunión que había sido autorizada por la autoridad gubernaƟva, no fue una reunión clandesƟna ni muchísimo menos, pero ocurrió una cosa muy curiosa, que no se si mucha gente recuerda o mucha gente sabe. Al día siguiente de celebrarse la reunión consƟtuyente, y de ser nombrado yo presidente, el gobernador civil de aquel momento7 monto en cólera y dijo que quién había autorizado aquella reunión. Y la persona que la había autorizado, que era el secretario general del gobierno civil8 dijo que no tenía ni idea de cómo se había podido celebrar aquello. Entonces alguien próximo al gobierno civil, le pidió a quien tenía en su poder la autorización, le pidió que se la devolviese, y este fue tan torpe o tan débil que efecƟvamente le devolvió la autorización y nos quedamos naturalmente en el aire, y aquello había sido ya oficialmente, una reunión clandesƟna, porque no había constancia alguna de que había sido autorizada y creo que el gobernador civil dijo que yo era un sujeto peligrosísimo, nunca he tenido conciencia de ser peligroso para nadie, pero dijo que yo era un sujeto peligrosísimo que era capaz de colaborar incluso con los comunistas, lo cual era rigurosamente cierto, por supuesto. Y que aquello no podía salir adelante si yo no desaparecía de la presidencia. Entonces tras una semana, diez días de Ɵra y afloja, alguien, no próximo al gobierno civil ni tampoco distante, me aconsejo que yo dimiƟera para que los papeles salieran del cajón donde estaban en el gobierno

7. Era entonces el teniente coronel de intendencia del Ejército del Aire granadino Ramón Cas lla Pérez. 8. Se refiere al abogado Ceferino Sánchez Calvo.

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Entrevista

civil, y yo dimiơ. Y eso fue todo, yo dimiơ para que el Ateneo exisƟese en definiƟva, porque si no, según parece, la peligrosidad de mi personalidad no permiơa que exisƟera el ateneo. Por eso se dice que el nombramiento es no nato… Claro, yo no ejercí la presidencia nunca. Yo pensaba que había sido nombrado pero que por la condición de su cargo era algo incompaƟble. No, no, fui nombrado en la asamblea… yo era fiscal entonces. En la asamblea consƟtuyente fui nombrado y al día siguiente salió en el Sur la noƟcia de que se había consƟtuido el Ateneo y que yo había sido nombrado presidente, yo no creo que fuera presidente mucho más de una semana. Bueno según los documentos que tenemos aquí creo que fue hasta el veinƟtantos de enero, desde el 16 de diciembre hasta el veinƟtantos fue al menos cuando se registró la carta de consƟtución. Entonces fui presidente algo más Ɵempo…pero no ejercí la presidencia porque el Ateneo lógicamente no podía funcionar mientras no estuviese autorizada su consƟtución por una dirección general de aquella época, que era del ministerio de la gobernación, no sé qué dirección general era, pero yo no dejé de ser presidente… yo no presenté la dimisión mejor dicho porque mi cargo fuera incompaƟble con mi condición de fiscal, eso no es cierto, no es cierto porque no lo era en primer lugar. Presente la dimisión porque si no los papeles se morían de risa en el cajón del gobierno civil. Sin embargo eso es lo que piensa la mayoría de la gente, que la dimisión fue consecuencia de la incompaƟbilidad con el Cargo de fiscal. No había tal incompaƟbilidad, aunque es cierto que desde el Jefe de la época de la Fiscalía también me aconsejó que dimiƟera para no tener problemas.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

Esa imagen que Ɵenen desde el gobierno civil siendo como se ve el listado de socios fundadores, que hay personas que no pertenecían al régimen pero sí que eran personas de las insƟtuciones ¿por qué el gobierno civil ve tan peligrosa esta insƟtución? Porque era una insƟtución que nacía para mover el pensamiento libre en Málaga y también de alguna manera para promover el encuentro de personas ideológicamente diversas, y…bueno, el hecho de que, y desde luego no tenía ninguna vinculación con el régimen, con el movimiento, eran personas que no eran especialmente, no estaban especialmente significadas, como podríamos llamar a la oposición en aquel momento, algunos sí, pero eran personas que trataban de encontrar un espacio de encuentro, con independencia de sus disƟntas posiciones ideológicas y eso ya era un peligro para el régimen. Todo lo que significase una pluralidad al margen del Estado, al margen… pues… era evidentemente un peligro. La libertad para el régimen franquista era un peligro. La pluralidad también, la posibilidad de que surgieran como surgieron iniciaƟvas de oposición, pues evidentemente que era un peligro. No hay más que ver las personas que fueron invitadas por el Ateneo por aquellos años para venir a dar conferencias y te das cuenta de que eran personas que nada tenían que ver con el franquismo sino todo lo contrario. Bueno quizás lo que podíamos considerar la poliƟzación del Ateneo fue una reacción lógica en el régimen franquista, insensiblemente (…) de alejarse de él. Yo creo que en los años 60 a medida que la sociedad española se desarrollaba económicamente inevitablemente se desarrollaba también ideológicamente y en aquel momento de la consƟtución del Ateneo esto era algo que percibíamos sino todos, muchos en Málaga. Tardamos diez años en comenzar la transición pero bueno era aquello que decíamos “Franco algún día se morirá” aunque el chiste era responder “o no”.

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Entrevista

Y había alguna personalidad como Modesto Laza, que era como la tradición republicana… Modesto estaba en la asamblea consƟtuyente, sí, Modesto representaba un sector importante de la tradición republicana, por supuesto, y algunos más. Y personas de la izquierda, que tampoco se ven muchos en esa lista, que se supiese que estaban en organizaciones como el PCE o el parƟdo socialista, tampoco había muchos en esa época… Es que realmente había muy pocos, es decir, la gente del PCE o estaba muy vigilada, muy controlada por la brigada políƟco social, y tenían cuidado de no aparecer en público y del PSOE igual, pero se fueron incorporando rápidamente, poco a poco. Entonces, ¿la imagen del Ateneo nido de rojos no era cierta? Por supuesto no era cierta, lo que pasa que por entonces ser liberal era ser rojo, sí, porque la verdad es que los liberales de la época eran liberales de verdad, y entonces para el régimen eso era ser rojo. Hubo un momento sin embargo, yo me fui de Málaga en el año 1975, pero hubo un momento en que las reuniones del grupo dirigente del Ateneo, en cierta manera prefiguraban lo que luego serían en muchas ciudad una junta democráƟca9, porque sin darnos cuenta en esas reuniones había demócratas, crisƟanos, liberales, social-demócratas, socialistas, comunistas… en cierta manera aquello, no era un nido de rojos porque es una expresión evidentemente inadecuada, pero sí que era un nido de oposición, era un grupo de oposición. A mí me recordó luego cuando surgieron las juntas democráƟcas cuando yo ya no estaba en Málaga, lo que había sido el Ateneo, un anƟcipo de junta democráƟca sí que lo fue.

9. La Junta Democrá ca de España se crea en 1974, inspirada por el Par do Comunista de España y formada por organizaciones polí cas y sindicales y personalidades independientes. En 1975 el Par do Socialista Obrero Español crea con otras organizaciones la Plataforma de Convergencia Democrá ca. Ambas organizaciones trataban de preparar el tránsito de la Dictadura a la Democracia desde la oposición an franquista.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

¿Por qué elegisteis la palabra Ateneo? ¿Tenía alguna relación con el de Madrid, teníais el referente de Madrid por ejemplo? Yo no recuerdo haber intervenido en la elección de la palabra. En todo caso la palabra Ateneo hace referencia a un ámbito cultural, plural donde se debaten temas con libertad y donde no se rehúye ningún tema por vidrioso o problemáƟco que pueda resultar. Nos gustaría que nos dijeses como ves el Ateneo hoy y un mensaje de futuro Estoy muy alejado por razones geográficas, yo falto de Málaga en el año 75 cuando me fui de fiscal a Huelva, y luego en el 82, 83 me fui a Madrid directamente cuando me nombraron Teniente Fiscal del ConsƟtucional y he estado muy alejado de la vida diaria del Ateneo aunque la he seguido a través de los amigos. Yo creo que con que el Ateneo sea fiel a esa idea de ser un ámbito de pensamiento libre, y lo está siendo y nunca ha dejado de serlo, hay más que suficiente, es un programa más que suficiente.

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Carta de dimisi贸n



Carta de dimisión Queridos amigos: He estado meditando durante estos días en nuestro úlƟmo cambio de impresiones del que puedo deducir inequívocamente que el esfuerzo por crear el Ateneo se está confundiendo en ciertos medios con una empresa políƟca. Como quiera que yo, por mi situación profesional, no puedo, de ninguna manera, tomar una acƟvidad políƟca, he llegado a la conclusión de que debo, así mismo, evitar figurar en un grupo al que se atribuye ese carácter o esa finalidad, por gratuita y absurda que encuentre tal atribución. Por ello, os ruego que me tengáis por renunciado al cargo de Presidente, y a cualquier otro de la Junta de Gobierno o ConsulƟva, con carácter totalmente irrevocable. Creedme que siento muy de veras tener que negaros mi colaboración –fácilmente susƟtuible por otra parte- para una tarea que bien merece encontrar en Málaga mejor acogida que la de la desconfianza. Con mis mejores deseos, recibid un fuerte abrazo. José Jiménez Villarejo 12 de enero de 1967

La dimisión se hizo efecƟva en la Junta de Gobierno de 23 de enero de 1967

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Prólogo Ana Pérez – Bryan Periodista



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Ana Pérez – Bryan

El Ateneo no existiría si yo hubiera seguido siendo presidente Ana Pérez-Bryan Periodista

La insƟtución homenajea al jurista José Jiménez Villarejo, a quien el Gobierno Civil obligó a dimiƟr un mes después de asumir el cargo en 1966 Que Ɵre la primera piedra el que esté libre de pecado, ése de despojar a las palabras de contenido, de uƟlizarlas en cualquier contexto y situación hasta hacer que pierdan parte de su significado original. De su grandeza. Sucede, por ejemplo, con los términos «democracia» y «cultura», que en el caso de la historia del Ateneo de Málaga han ido de la mano durante casi medio siglo y que, esta vez sí, adquieren todo su senƟdo cuando se echa la vista atrás. A pesar de que en estos días la pluralidad se da por más que asumida entre los miembros de la insƟtución, los fundadores, los que abrieron camino, no lo tuvieron tan fácil. Y si no que se lo pregunten a José Jiménez Villarejo, el primero que se puso al frente de esa aventura liderada por un buen grupo de profesionales malagueños con ganas de sumar. «Un nido de rojos» para el Gobierno Civil de la época, que contempló con profundo desagrado cómo el 16 de diciembre de 1966 el propio Jiménez Villarejo, por entonces fiscal de la Audiencia de Málaga, asumía las riendas del proyecto. Un mes y cientos de presiones después, tuvo que dimiƟr. «El Ateneo no exisƟría si yo hubiera seguido siendo presidente», afirma con un punto de nostalgia desde su casa de Madrid el jurista malagueño, de 83 años, cuyo delicado estado de salud por una caída reciente no ha mermado sin embargo su capacidad de ilusionarse por el homenaje que esta tarde (19.00 horas) le rendirá el Ateneo en su sede. Lo recibe «con una profunda graƟtud» y con el convencimiento de que, vistos los logros de todos estos años, su sacrificio mereció la pena.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

Porque Jiménez Villarejo quizás haya sido el presidente más fugaz del Ateneo, pero también uno de los más simbólicos y determinantes. Ése es el moƟvo del reconocimiento que los ‘ateneístas’ –como gustan de llamarse– tributan hoy a este «Ɵpo demócrata y serio, malagueño y encantador», en palabras del pintor Eugenio Chicano, uno de los pocos supervivientes de aquel grupo que luchó contra la mordaza «en aquel mes dificilísimo». «Vivíamos en permanente vigilancia, con dos individuos de la social o dos policías que se ponían al final del salón para ver qué temas tratábamos», recuerda Chicano, un joven que apenas frisaba los treinta en aquella época y que hoy, ya superados los 75, Ɵene claro que estará allí «para aplaudir a José». «Un punto de referencia» La memoria colecƟva del Ateneo acumula anécdotas de aquella «época tremenda», por eso el presidente de la insƟtución, Diego Rodríguez, asume casi como una deuda el homenaje «a una de las personas que hizo que todo esto fuera posible». «Vivimos además en una crisis muy profunda, y no solo desde el punto de vista económico, sino también de los valores, por eso es necesario encontrar puntos de referencia que desempeñaron una labor fundamental y que fueron ejemplo para todos», argumenta Rodríguez, que hoy tomará la palabra en el solemne salón de actos que previsiblemente se quedará pequeño. Junto a él, dos antecesores en el cargo de la presidencia –Juan Antonio Lacomba y Antonio Morales– y, sobre todo, una de las hijas de Jiménez Villarejo, Trinidad Jiménez, que glosará la figura de su padre a través de sus vivencias personales. «Será algo más emoƟvo y personal», confiesa a SUR durante la visita diaria a casa de sus padres la exministra de Sanidad y de Asuntos Exteriores. Su tono, al otro lado del teléfono, combina a partes iguales la emoción y el orgullo, y su relato está plagado de anécdotas familiares relacionadas con su padre. «Pocos saben que su verdadera vocación fue la de poeta. Incluso llegó a editar un libro que llevaba por ơtulo ‘19 poemas de juventud’», desvela Jiménez, quien se refiere también a su afición por releerse cada verano los ‘Episodios Nacionales’ de Benito

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Ana Pérez – Bryan

Pérez Galdós o a su gusto por rodearse de sus hijos en torno a la mesa –«İjate la que se lía, porque somos nueve», bromea– y hablar de asuntos serios, de cultura, o de Historia. «No le gustan las tonterías», concede con cariño la exministra, a quien también acompañará esta tarde su hermano mayor, José. «Es un gran jurista, y le gusta mucho Juan Ramón Jiménez», concluye. Leyes y versos. Democracia y cultura. Dos términos que, en perfiles como éste, recuperan –felizmente– toda su dimensión.

(Arơculo publicado en Sur el 9 de noviembre de 2012)

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José Jiménez Villarejo: un gesto y una vida María Isabel Roldán Cruz Vicepresidenta de Asuntos Jurídicos del Ateneo de Málaga



Homenaje a José Jiménez Villarejo. María Isabel Roldán Cruz

José Jiménez Villarejo: un gesto y una vida María Isabel Roldán Cruz Vicepresidenta de Asuntos Jurídicos del Ateneo de Málaga

José Jiménez Villarejo tuvo la grandeza y la generosidad –también la prudencia en un Ɵempo diİcil- de dimiƟr de su cargo de Presidente para que el Ateneo naciera. Este homenaje, y esta publicación dan cuenta de ese temprano servicio a la cultura y a la democracia en Málaga. Resulta muy diİcil resumir una vida profesional y personal tan rica, íntegra y compromeƟda como la suya: discuƟda en ocasiones, y siempre en defensa de la jusƟcia y los valores humanos. Su nombre, trascendió a la vida pública a raíz de que fuese nombrado en 1986 Magistrado del Tribunal Supremo, donde ocupó la presidencia de las Salas de lo Militar en 1988 y en 1997, de lo Penal. Se jubiló en junio de 1999, aunque siguió en la Sala 2ª como Magistrado Emérito hasta Enero 2004. Ha recibido numerosas condecoraciones durante su vida, como la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, máxima condecoración en el mundo del Derecho, desƟnada a premiar a las personas que han contraído “circunstancias y méritos espacialísimos” en el servicio a la JusƟcia. También ha recibido la Cruz de Honor y la Cruz de 1ª Clase DisƟnguida de la misma Orden, así como la Gran Cruz del Mérito Militar. Pero además del dilatado currículo de José Jiménez Villarejo, su trayectoria profesional, se disƟngue por el talante de valenơa y entrega con las que llevó a cabo sus numerosas actuaciones como Fiscal y Magistrado.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

Así, en 1980 fue elegido Presidente de la Asociación de Fiscales, puesto desde el que, al día siguiente del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, con el Congreso aún ocupado, hizo pública su adhesión al Rey y a la ConsƟtución. Más adelante, durante su carrera en el Tribunal Supremo, siendo Ɵtular de la Sala de vacaciones del Supremo, denegó la libertad condicional al ex general Alfonso Armada por el golpe de Estado del 23-F. Y en 1993, cuando presidía la Sala que concedió el indulto al ex Teniente Coronel golpista Antonio Tejero, él emiƟó su voto parƟcular en contra al considerar que “no exisơa ni una sola razón de JusƟcia, equidad o uƟlidad pública que lo aconsejara” y considerar que Tejero debería demostrar su arrepenƟmiento. Jiménez Villarejo presidió asimismo, el Tribunal que juzgó los casos ArgenƟa-Trust de Mario Conde y el GAL (1983-1987). Vinculado a Izquierda DemocráƟca durante el franquismo –filiación de algunos de los fundadores del Ateneo malagueño-, ello le costó el inicio de varios expedientes por moƟvos entonces considerados tan graves como levantar la prisión provisional a miembros del PCE, “razonando más o menos que, a la altura de los Ɵempos que corrían, lo de la asociación ilegal podía estar a punto de desaparecer”.

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María Isabel Roldán Cruz

Sin embargo, como hombre fundamentalmente honesto, trabajador y bueno, como se dice en estas páginas por quienes mejor le conocen, para él, el momento más emocionante de su carrera ocurrió en Huelva, cuando reƟró la acusación contra un hombre que estaba en prisión provisional por receptación, y, al comunicarlo el Presidente de la Audiencia, el público de la Sala empezó a aplaudir. Esa fue para él una de las pocas veces que ha percibido que la gente entendía “lo que se estaba haciendo allí”.

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El Ateneo Vigilado Fernando Arcas Cubero Profesor de Historia Contemporรกnea de la UMA y Vocal de Historia y Patrimonio del Ateneo de Mรกlaga



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Fernando Arcas Cubero

El Ateneo Vigilado Fernando Arcas Cubero Profesor de Historia Contemporánea de la UMA y Vocal de Historia y Patrimonio del Ateneo de Málaga

De todos los aspectos de la historia del Franquismo y la Transición democráƟca el peor estudiado sin duda es el de la función cumplida por la cultura. Y sin embargo la historiograİa más reciente está descubriendo que junto al papel que jugaron las fuerzas políƟcas anƟfranquistas y el movimiento obrero, la deslegiƟmación que llevaron a cabo insƟtuciones culturales, profesores, arƟstas y estudiantes consƟtuye un capítulo fundamental para entender la pérdida de influencia del régimen de Franco entre unas clases medias que habían crecido significaƟvamente dentro de la sociedad española durante la década de los años 60. El Ateneo de Málaga jugó un papel esencial en la lucha cultural de los sectores demócratas malagueños, que representaron al mismo Ɵempo otras insƟtuciones andaluzas como el club Gorka de Sevilla, el Círculo Juan XXIII de Córdoba o el Ateneo de Almería. Málaga carecía, hasta la llegada del Ateneo, de un foro público para la expresión de las nuevas inquietudes de una sociedad en rápida transformación. La relación de primeros socios de la enƟdad revela una parƟcipación muy amplia de los sectores profesionales y culturales de Málaga, y muy diversa por cuanto es evidente que a la llamada de la enƟdad acudió también el mundo de la cultura cercano ideológica y políƟcamente al franquismo. Sin embargo, su legalización -aprovechando la Ley de Asociaciones de 1964- es fruto de las primeras contradicciones internas del régimen, ya que las autoridades eran perfectamente conscientes de que el núcleo de los fundadores del Ateneo combinaban en sus objeƟvos el interés por crear un ámbito para la Málaga progresista, culta y profesional tanto en su verƟente cultural como políƟca. Muy probablemente, sin ese carácter diverso de los socios antes aludido, la legalización no hubiese sido posible.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

Según Juan López Felices, médico almeriense de familia republicana y socio fundador, la aprobación del Ateneo como asociación legal fue finalmente el fruto de una carambola afortunada que sacó de la parálisis un largo trámite administraƟvo. El gobernador de la época –Ramón CasƟlla Pérez- se mostraba reƟcente a la autorización, a pesar de que los principales promotores –Fernando Alamos, José Jiménez Villarejo, Ramón Ramos, Angel Fernandez Sepúlveda y Juan Vázquez entre otros- eran personas de reconocido presƟgio aunque algunas señaladas por su cercanía a la democracia crisƟana representada por Joaquín Ruiz Jiménez y José María Gil Robles. Fue, según el doctor López Felices, una ausencia del gobernador y la firma del gobernador interino Ceferino Sánchez Calvo lo que sacó adelante la legalización del Ateneo, y el paso de la insƟtución a disponer del local de la Plaza del Obispo, abandonando una época semiclandesƟna de reuniones celebradas en su mayoría en el Banco Coca o en los despachos de los promotores. Según el mismo tesƟmonio, CasƟlla Pérez montó en cólera al conocer la noƟcia a su vuelta a Málaga, pero no pudo parar el comienzo de la andadura del Ateneo. Desde este punto de vista, los primeros ateneístas malagueños comparƟeron los métodos clandesƟnos del anƟfranquismo, dentro de los cuales la simulación y las concesiones eran prácƟca habitual exigida por la vigilancia policial y el peligro de prohibición del Gobierno Civil. Al grupo de promotores y socios fundadores –una élite profesional y social de la Málaga moderna de los 60- se añadiría muy pronto una representación de la Universidad a punto de nacer, o de la Facultad de Económicas que casi coincide con el nacimiento del Ateneo, conectando así la cultura con el mundo universitario, otro de los protagonistas de la lucha anƟfranquista. Sin embargo, la legalidad no supuso la desaparición de las tensiones entre la nueva insƟtución y la autoridad gubernaƟva, siempre vigilante y apremiada por los sectores franquistas de la ciudad y de las fuerzas del orden público, todavía muy poco estudiados en el caso de Málaga.

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Fernando Arcas Cubero

La documentación policial conservada en el anƟguo archivo del Gobierno Civil y ahora depositada en el Archivo Histórico Provincial es una fuente privilegiada para reconstruir la naturaleza de la represión de las acƟvidades anƟfranquistas por la autoridad gubernaƟva de la provincia. En el caso del Ateneo, o de la Iglesia, permite estudiar las dificultades del franquismo para enfrentarse a sectores que se situaban en el terreno de la legalidad establecida, pero que no por eso dejaban de minar con gran eficacia aspectos tan relevantes como el de la cultura o la religiosidad, llenos entonces de contenidos anƟfranquistas. Por lo que respecta al Ateneo, el Archivo conserva los informes que funcionarios del Gobierno Civil remiơan al Gobernador con resúmenes detallados de sus acƟvidades, y muy especialmente de sus conferencias, que eran el vehículo más relevante de reflexión sobre la realidad española en aquellos momentos. De todas ellas, destacan las organizadas bajo el amparo de la vocalía de Historia dirigida por el profesor Juan Antonio Lacomba, y la de PolíƟca dirigida por Angel Fernández Sepúlveda. En estos resúmenes se aprecia el celo de los informantes policiales ya que presentan una cuidada redacción y precisión de los contenidos, siguiendo un formulario establecido de antemano. Los informantes añadían comentarios sobre las reacciones del público asistente, e incluso sobre el tono y el esƟlo de la oratoria de los conferenciantes con el fin de captar en ellos los maƟces en los que a falta de declaraciones explícitas, podían contenerse críƟcas a la políƟca española. Los documentos carecen de firma, y sólo llevan el sello del Servicio de Información de la Dirección General de Seguridad en Málaga, como ocurre con la gran mayoría de los que se conservan en el Archivo y que impiden un estudio sobre la tupida red de confidentes e informantes de la policía en la Málaga franquista. Ser conferenciante en el Ateneo podía suponer entonces incluso la detención por la policía, como le ocurrió al profesor Manuel Tuñón de Lara, que fue retenido en Comisaría varias horas antes de poder imparƟr su conferencia. Entre los documentos mencionados encontramos las conferencias de Luis González Seara, Javier Tusell, Manuel Jiménez de Parga, Manuel Cantarero del

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CasƟllo, Ramiro Cercós y Juan Antonio Lacomba. Como puede verse, los organizadores trataban de compensar la nómina de quienes se situaban en el anƟfranquismo con conferenciantes que planteaban entonces la apertura del mismo desde dentro. Los conferenciantes uƟlizaban los recursos imprescindibles en una época de falta de libertades, en el fondo una autocensura que el confidente debía escudriñar atentamente. En el caso de Luis González Seara era el humor, otra manera suƟl de expresarse en Ɵempos de Franco, así por ejemplo que el milagro español era más bien “presƟdigitación”, que el franquismo perseguía “masones y enanos infiltrados”, que consideraba a patronos y obreros “una familia”, que algunos amenazaban con “echarse al monte”, etc, a lo que el fiel copista añadía que entre el público se producían “risas”, para resaltar la complicidad tan especial entre público, Ateneo y conferenciantes en una atmósfera diİcil. El confidente entrecomilla las frases sospechosas y más explícitas, como que los años 40 fueron “de privaciones y temor”. El coloquio fue accidentado, por la intervención de una persona mayor que interpela a González Seara con el peligro del comunismo en la futura democracia, lo que “inició un conato de tumulto oyéndose silbidos, fuera y abucheos”. Finalmente “el señor Lacomba, posiblemente para evitar el mal cariz que iba tomando el acto, rogó que no hicieran más preguntas al conferenciante porque se hallaba muy cansado”. La conferencia de Seara se inscribía dentro del ciclo de Historia del siglo XX organizada por Lacomba. Lacomba era vigilado no sólo en Málaga. Un telex del Gobierno Civil de Alicante del 2 de febrero de 1975 pedía al Gobernador de Málaga “informes urgentemente” por estar “incluído en ciclo de conferencias de esta ciudad pendiente de autorización”. La respuesta de la policía malagueña es un monumento al grado de paranoia con que se vivía el peligro subversivo en el seno de los servicios de información en 1975, poco antes de la muerte de Franco. Lo reproducimos íntegro por su interés histórico: “Ha sido profesor de los insƟtutos de Valencia, Béjar y Vélez-Málaga donde ya comenzó a manifestar sus ideas opuestas al régimen y a sus insƟtuciones. En

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1963 mantuvo estrecho contacto con los integrantes de la organización clandesƟna ADPE con sede en Roma. En 1964 se destacó en acƟvidades de ADEV como consejero de Asambleas Libres. En Béjar hizo proseliƟsmo de sus ideas comunistas entre los profesores en excursión realizada al campo, proponiendo cánƟcos injuriosos al régimen y sus figuras destacadas. El padre, maestro nacional, fue separado del servicio por sus acƟvidades marxistas. Juan Antonio Lacomba Avellán es actualmente encargado de cátedra de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Málaga en la que destaca por su apoyo tácito a las acƟvidades de Ɵpo marxista que en ocasiones se desarrollan en dicho centro manteniendo contacto con todos los elementos organizadores de huelgas y de otras acƟvidades marxistas no legales. Es miembro destacado del Ateneo de Málaga en el que se han organizado conferencias, en ocasiones con parƟcipación de intelectuales contrarios a nuestro régimen. Salúdole, José María Aparicio, Gobernador Civil de Málaga”. En el resumen de su conferencia en este ciclo, sobre “La más úlƟma historia de España, 1939-1975”, Angel Fernández Sepúlveda, según el confidente, dijo que el conferenciante “iba a contar una historia que no quisieran oir los energúmenos retrógrados, ni los enanos de siempre” y que él “propondría al Sr. Lacomba para que se le concediera la medalla al valor por su valenơa de expresión”. Lo más interesante del documento es que pese al rigor del historiador el confidente no quiere dejarse engañar, en este juego tan suƟl de la tolerancia del franquismo con quienes sabe que son sus enemigos, por lo que concluye: “El tema de la conferencia, en conjunto, pretende ser totalmente objeƟvo, pero el conferenciante, ya por medio de una entonación despecƟva o en otros casos por un deje irónico muy suƟl, procura acentuar los párrafos de ataques al Régimen español o de exaltación de sus oponentes”. Aunque las conferencias de Jiménez de Parga y de Tusell fueron más neutras y ni siquiera el tono resultó sospechoso, los contenidos suponían un cambio en los temas y en el enfoque completamente actual de los mismos. Es otro lenguaje, alejado de la ortodoxia oficial que representa una nueva sociedad. Es esta la función primordial del Ateneo, converƟdo en una isla democráƟca en la Málaga

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franquista. El confidente informa de que Jiménez de Parga dice que “el sistema español, si es que sabemos lo que somos, es una democracia orgánica pero que no es democracia, ya que sólo Ɵenen representación los grupos financieros, industriales, eclesiásƟcos y terratenientes, dándose el caso de que en la úlƟma elección de Consejeros Nacionales, de los cuarenta elegidos, no había entre ellos ningún obrero, ni empleado, ni modestos industriales, sino banqueros, generales y terratenientes”. La descripción de Tusell del sistema caciquil de Alfonso XIII, aunque se negara a idenƟficarla con el papel de los gobiernos civiles de esos momentos, estaba también cargada de alegorías a la vida políƟca franquista. La parƟcipación de políƟcos cercanos al régimen como los procuradores Cercós y Cantarero del CasƟllo no hacían más que respaldar el carácter del Ateneo como foro abierto a todos –una medida inteligente para protegerlo de un cierre-, más que para atraerlo al sistema. Era la democracia la que salía reforzada de estas presencias que además representaban las posiciones más abiertas dentro de las Cortes españolas del momento. Todo ello debía preocupar a los sectores inmovilistas y al propio gobernador civil de turno. El mismo Servicio de Información de la Policía se hace eco de estas reƟcencias en una de las notas que resumen la situación que generaba el Ateneo, y que reproducimos íntegra por su interés: “NOTA INFORMATIVA ASUNTO: ATENEO DE MALAGA Desde hace algún Ɵempo, tan pronto se tuvieron noƟcias, en ciertos sectores de la capital, de que iba a ser concedida una subvención al Ateneo de Málaga, por parte del Ministerio de Información y Turismo, con el İn de ayudarle a sufragar los gastos que le ocasionaba su labor cultural, se recogieron comentarios adversos a tal decisión, por sƟmar los comentaristas que en dicho centro cultural, bajo el amparo de la pretextada labor, se había estado atacando al Régimen en muchas de las conferencias que se han dado, en especial las celebradas dentro de los locales sociales, por la Sección de PolíƟca, que dirige el destacado miembro de la democracia

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crisƟana en esta ciudad, don Angel Fernández Sepúlveda, así como algunas de las organizadas por la Sección de Historia, a cargo del profesor, filo-comunista, don Juan Antonio Lacomba Avellán. Ahora, con moƟvo de haberse hecho público la entrega de dicha subvención, los comentarios han vuelto a suscitarse, si se quiere con más acritud, en el senƟdo de que este dinero podría haberse dedicado a fines más loables, y no a fomentar acƟvidades, más o menos solapadas, en contra del Régimen” Málaga, a 28 de agosto de 1974”. Aquella subvención procedía del Ministerio presidido por Pío Cabanillas, y de la dirección General de Cultura que ocupaba el historiador Ricardo de la Cierva, que había sido conferenciante en el Ateneo y recibido la medalla de la enƟdad, y que protagonizarían el intento fallido del aperturismo de la primera etapa de Arias Navarro. El episodio es uno más de la tensión dentro del franquismo ante la cercanía de la desaparición de Franco y las posibles salidas cuando ésta se produjese. La tensión con los sectores progresistas de la Iglesia en Málaga llegaba también al Ateneo por la presencia entre sus miembros más destacados y acƟvos del canónigo de la catedral José María González Ruiz. La policía también vigilaba las reuniones que se mantenían por algunos de los miembros del Ateneo y que darían lugar a la tertulia del Club Demos, a la que asisơan Ramón Ramos, Angel Fernández Sepúlveda, Juan Antonio Lacomba, José García, José Ibáñez, el arquitecto Carlos Verdú y el ingeniero autor de la Presa del Guadarranque Fernando Arcas. La Policía informaba así de estas acƟvidades el 7 de julio de 1974: “Sector políƟco-religioso: se Ɵenen noƟcias de que desde hace algun Ɵempo se reune un grupo de diez o doce personas en el Club Mediterráneo, periódicamente cada quince días entre cuyas personas se idenƟfican simpaƟzantes de la democracia crisƟana y casi todos ellos socios del Ateneo. Ha sido invitado a la próxima comida del día nueve don Manuel Cantarero del CasƟllo, que no es habitual a estas reuniones, y el canónigo don José María González Ruiz, de ideas comunistas y progresista que hablará sobre su viaje a Portugal”.

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El ejemplo del Ateneo es significaƟvo del clima cultural y políƟco de los años finales del franquismo y de las dificultades para la prácƟca de las libertades, amenazadas siempre por la vigilancia policial. Al crear esta isla de libertad en el piso de la Plaza del Obispo, la insƟtución –que nunca llegó a ser clausurada- hizo un extraordinario servicio a la preparación de la llegada de la democracia a Málaga. Por encima de la influencia políƟca concreta, creo que lo más relevante de este servicio reside mucho más en la fuerza transformadora de la cultura vivida en libertad. Y fue ese desparpajo de la libertad que se pracƟcaba en los salones del Ateneo lo que más preocupaba a la policía de Franco.

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Referente de honestidad, independencia y compromiso social Diego RodrĂ­guez Vargas Presidente del Ateneo de MĂĄlaga



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Diego Rodríguez Vargas

Referente de honestidad, independencia y compromiso social Diego Rodríguez Vargas Presidente del Ateneo de Málaga

Desde la entrevista que le hicimos el 31 de julio de 2012 hasta el día de hoy, he podido comprobar la enorme ilusión con que recibió la noƟcia de su homenaje y, aún más, recibirlo personalmente a pesar de su delicada salud. Sin embargo, un fortuito accidente domésƟco le ha impedido desplazarse de Madrid a Málaga. No obstante, José Jiménez Villarejo, 1º Presidente del Ateneo de Málaga, va a recibir, hoy, el homenaje que, la Junta DirecƟva del Ateneo ha aprobado por unanimidad. Reconocemos así la enorme trascendencia de su trayectoria como jurista y cofundador del Ateneo de Málaga, al mismo Ɵempo que se convierte en un referente de honesƟdad, independencia intelectual y compromiso con la sociedad en que vivimos. Para ello, dos ex presidentes -Juan Antonio Lacomba y Antonio Morales-, una ex ministra muy allegada a nuestro homenajeado –Trinidad Jiménez- y yo mismo, intentaremos fundamentar este merecimiento. José Jiménez Villarejo no es solo un gran intelectual del mundo de la jurisprudencia. Es sobre todo un demócrata y una persona excepcional. Desde esta tribuna, que fue la suya, le envío un abrazo en nombre del Ateneo y de cuantas personas nos acompañáis esta tarde. En su lugar, leerá su discurso su hijo mayor José Jiménez García – Herrera, a quien agradezco su presencia como la del Alcalde de Málaga, Delegado de Gobierno de la Junta de Andalucía, Rectora de la Universidad de Málaga, Delegado Territorial de

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Salud y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, Delegada de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Concejal de Cultura Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Málaga, Diputada de Cultura de la Diputación, Vicerrectora de Extensión Universitaria de la Universidad de Málaga, …, ateneístas y amigos, por sumaros a este homenaje. José Jiménez Villarejo fue Fiscal en la Audiencia de Sevilla, de Málaga, y fiscal jefe de la Audiencia de Huelva. Primer fiscal especial para la Coordinación de la lucha contra la droga. Magistrado del Tribunal Supremo, donde ocupó la presidencia de la Sala de lo Penal. Presidente de la Sala de lo Militar hasta su jubilación en diciembre de 1999. En mayo de 2011, el Consejo de Ministros le concede la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, la máxima condecoración existente en el mundo del Derecho, desƟnada a premiar a las personas que hayan contraído “méritos relevantes” al servicio de la JusƟcia. Méritos que, en muchos casos, fueron riesgos para conseguir que la democracia por la que tanto arriesgaron muchos españoles, entre ellos un centenar de malagueños fundadores del Ateneo de Málaga, es, ahora, esclava de los mercados financieros. Aquel centenar de malagueños, reunidos en asamblea consƟtuyente, decidieron elegir Presidente a José Jiménez Villarejo el 16 de diciembre de 1966, en este mismo Salón de Actos, entonces Escuela de Artes y Oficios. Cuarenta y seis años después volvemos al mismo lugar para conmemorar que el Ateneo fue desde aquel día un modelo abierto a los nuevos creadores en cualquier ámbito de la cultura, y un espacio de libre pensamiento, de debate y de críƟca, hoy habituales en la vida democráƟca, pero impensables en aquel Ɵempo. La ciencia, la literatura, las artes, la música, el teatro… fueron acercando a la ciudadanía el conocimiento y provocaron en nosotros la agitación de las ideas y la emoción de la cultura. Decía Diógenes en el siglo V a. de C.: “Cuando un referente se convierte en líder, éste debe estar al servicio de los demás, nunca sobre ellos”. “El hombre que

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se precie de serlo, -conƟnuaba- no ha de esperar galardones por el esfuerzo o sacrificio que haya hecho en busca de su independencia individual. ¡Alcanzarla es su mejor medalla!” “El que no sabe ser libre que regrese a besar el anillo del Tirano”. Esto se decía en el ágora ateniense, bajo la atenta mirada de Atenea, la diosa de la sabiduría. En otro Ɵempo más cercano, me refiero otra vez al año 1966, muchos creían que el grupo de intelectuales que se atrevían a fundar un Ateneo en Málaga, sólo colocaban piedras, una sobre otra que, finalmente, se derrumbarían ante el anillo del Tirano. Otros, sin embargo, convencidos de que se estaba construyendo un sólido proyecto cultural, independiente y plural, trabajaban para acoger el libre pensamiento y la defensa de los valores democráƟcos. Y en la niebla cultural de “la ciudad del paraíso” de Vicente Alexandre, o de la ciudad del “Imperio de la luz” de Ortega, una esperanza alumbró a los creadores sujetos a la censura; a los historiadores, obligados a difundir una visión incompleta e irreal de la historia; a los enseñantes del pensamiento único; y a los juristas, someƟdos a los intereses del poder. Querido primer Presidente: Debes saber que… El Ateneo sigue vivo, muy vivo, a pesar de la dura crisis que de forma preocupante nos afecta. Que seguimos fieles al ideario de los fundadores. Que ya somos más de 750 socios. Que la reflexión y el debate son instrumentos de la acƟvidad cultural, que supera los 300 actos anuales. Que hemos estrechado los lazos con la Universidad y abierto la parƟcipación a los jóvenes.

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Que la Junta DirecƟva está consƟtuida por veinƟtrés vocalías con implicación de personas cualificadas de gran valía humana y profesional que desarrollan una programación de calidad, en la que lo más importante es la intensa vida cultural, que ofrecemos cada día a la ciudadanía. Que hemos diseñado una nueva imagen de idenƟdad en consonancia con los Ɵempos, y un nuevo esƟlo de comunicación a través del magazine y de la web. Que el Ateneo, en fin, sigue siendo un modelo cultural dinámico, parƟcipaƟvo y democráƟco como se consƟtuyó hace 46 años. Si entonces la libertad y la democracia eran la prioridad, ahora nos preocupa la cohesión social y los derechos básicos de trabajo, educación, salud y vivienda sin exclusión alguna. Un pueblo sin derechos reales es un pueblo sin cultura. “Ningún hombre ha llegado nunca a ser sabio por casualidad”-decía Séneca-.

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No es fortuito que hoy recibas este merecido y senƟdo homenaje que no has buscado ni pretendido, sino que te ofrecemos convencidos de que lo mereces por tu aportación a la historia de este Ateneo. Enhorabuena y muchas gracias. Como símbolo del reconocimiento que hoy celebramos, le entrego a José Jiménez García – Herrera, para que lo haga llegar a su padre, el máximo galardón que otorgamos a quienes elegimos como referentes de nuestra forma de entender la cultura: el nuevo disƟnƟvo del Ateneo de Málaga, un Ágora agluƟnadora de ideas al servicio de la cultura, de la jusƟcia y de la democracia. Es un honor poder ofrecerlo a José Jiménez Villarejo, primer Presidente del Ateneo de Málaga.

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Un padre afectuoso, tolerante, culto y divertido Trinidad JimĂŠnez GarcĂ­a-Herrera Ex Ministra de Sanidad y de Asuntos Exteriores, Parlamentaria del Grupo Socialista



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Trinidad Jiménez García-Herrera

Un padre afectuoso, tolerante, culto y divertido Trinidad Jiménez García-Herrera Ex Ministra de Sanidad y de Asuntos Exteriores, Parlamentaria del Grupo Socialista

Comprenderán que para una hija no es sencillo hablar de su padre con un mínimo de objeƟvidad y distancia. Yo voy a intentar ser objeƟva, aunque de ninguna manera quiero tomar distancia de una persona excepcional, como es mi padre. La mayoría de los presentes lo conocen bien, por lo que no es necesario que subraye su inteligencia, su capacidad de trabajo y su condición de hombre esencialmente bueno. Yo hoy quiero hablar de, en mi opinión, uno de los rasgos que mejor le caracteriza: su absoluta, su insobornable honesƟdad. También es de sobra conocido, pero me interesa recalcarlo hoy por dos razones. En primer lugar, porque la razón de este homenaje Ɵene mucho que ver con ese carácter intachable. Todo el episodio de la elección de mi padre como presidente del Ateneo de Málaga, su brevísimo mandato y su dimisión forzada, es una historia de honesƟdad. En 1966 no corrían buenos Ɵempos para la libertad de pensamiento. En realidad, para ningún Ɵpo de libertad. Quienes, junto a mi padre, impulsaron la creación del Ateneo, se movían con ese espíritu: el de abrir cauces para la reflexión y el debate. Y no hace falta recordar que reflexión y debate son conceptos con los que las dictaduras se sienten especialmente incómodas. Sin duda, no era una empresa fácil y, pese a ello, la pusieron en marcha. Mucha gente trabajó para la recuperación de la democracia. Algunos, con grave riesgo para sus propias vidas; otros, asumiendo un compromiso que les generó

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no pocos problemas. Entre ese grupo de patriotas que defendían la convivencia en libertad, se encontraban los fundadores del Ateneo de Málaga. Aquello fue un gesto de honesƟdad que, en el caso de mi padre, recibió la respuesta que aquel régimen odioso dedicaba a las personas honestas. Como les decía, hay otra razón para que enfaƟce la honesƟdad de mi padre; una razón que no Ɵene que ver con acontecimientos de hace más de cuarenta años, sino con el presente. Vivimos un momento muy diİcil. Se habla mucho de la crisis económica y es absolutamente natural que así sea, porque mucha gente lo está pasando muy mal; pero hay otra crisis, en mi opinión, igualmente importante, de la que se habla menos: Es una crisis de confianza, no tanto hacia las insƟtuciones –que también-, sino frente a principios y valores que han asentado nuestra convivencia desde hace décadas. Es una quiebra menos percepƟble que la económica, pero de efectos más profundos.

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Trinidad Jiménez García-Herrera

Yo sostengo que la solución a esa crisis pasa por enfrentar nuestros retos con honesƟdad. HonesƟdad intelectual para asumir la verdad por dolorosa que sea y, por supuesto, honesƟdad para nunca dejar de lado la éƟca cuando de resolver un problema se trata. Creo que mi padre, a lo largo de su vida, ha sido ejemplo de ambas cosas y sostengo que, en el diİcil momento que nos toca vivir, esa acƟtud es más necesaria que nunca. Aquí hay hoy muchos familiares y amigos que lo quieren de verdad y les agradezco de corazón que estén en este homenaje. A ellos están ligados esos recuerdos en el Palo, en el Carril de la Pimienta, en el Muelle de Heredia, en Chilches, en Pedregalejo, en el mar (donde aún nadaba este verano), a su Málaga natal recortada por el perfil de La Alcazaba… Pero, sobre todo, a todos vosotros; muchas veces se deƟene en los recuerdos y os convierte en protagonistas de su vida. La vida de un hombre sencillo. A él le habría gustado ser poeta, pero el senƟmiento del deber (y las necesidades después de la guerra), le llevaron al derecho. Y luego, sus nueves hijos hicimos el resto, porque con sonetos no se alimenta a una familia tan grande como la nuestra. Es posible que las letras españolas hayan perdido a un más que digno seguidor de Juan Ramón. Pero este país ganó un gran jurista; un extraordinario fiscal, y un magistrado ejemplar. Y nosotros ganamos a un gran padre. Un padre afectuoso y tolerante; culto y diverƟdo: el mejor modelo que un hijo pueda tener para actuar en la vida. Para nosotros siempre ha sido un referente éƟco y un apoyo constante. Aunque desconectemos cuando nos ataca con sus disertaciones sobre el siglo XIX español, fruto de su cíclica lectura de los Episodios Nacionales. Debo aclarar que en mi familia es falso aquello de que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, porque mi madre nunca ha estado detrás, sino a su lado. Mi padre Ɵene muchas cualidades. Pero todos sabemos, él el primero, que sin Trini, su vida habría sido diferente. Peor, sin duda.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

En nombre de mi madre y de mis ocho hermanos –dos están aquí hoy- y de sus nietos, quiero dar las gracias a los promotores de este homenaje. Muchas gracias de todo corazón. Termino. No sé si he consumido mis cinco minutos, Diego. Podría hablar cinco horas, pero en realidad me habrían bastado cinco segundos para definir lo que es mi padre: Un hombre sabio, un hombre justo, un hombre bueno. Muchas gracias

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Ejemplo emblemático de la utopía Juan Antonio Lacomba Avellán Catedrático de Historia Económica de la UMA y ex Presidente del Ateneo de Málaga



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Juan Antonio Lacomba Avellán

Ejemplo emblemático de la utopía Juan Antonio Lacomba Avellán Catedrático de Historia Económica de la UMA y ex Presidente del Ateneo de Málaga

Nos reunimos hoy aquí para rendir homenaje a José Jiménez Villarejo primer Presidente del Ateneo de Málaga. Conseguir que el Ateneo, y todo lo que este conllevaba, se hiciese realidad fue la aventura ilusionada que un grupo de malagueños emprendieron en los años finales de los 60. Era un grupo heterogéneo sociológica, políƟca e ideológicamente, pero estaban unidos por una idea y un empeño común: crear en Málaga un espacio de cultura y libertad, al margen del control del régimen imperante. En ese grupo se encontraba José Jiménez Villarejo, que fue elegido Presidente de la primera Junta de Gobierno del Ateneo, el 16 de diciembre de 1966. Su “mandato”, si así puede llamarse, fue corto, ya que debió “dimiƟr” en enero de 1967. La lucha por hacer realidad el proyecto de Ateneo de Málaga discurre entre 1966 y 1969, año este úlƟmo en el que iniciará su existencia. Estamos, pues, en una etapa tensa y diİcil del tradofranquismo. Así pues, en una coyuntura complicada, se ponía en marcha una aventura, que podía crear problemas a quienes en ella parƟcipaban, como ocurrió en algún caso. Y en parƟcular, a quien de pronto aparecía como cabeza visible del movimiento ateneísta, el fiscal José Jiménez Villarejo. ¿Cómo era la Málaga de esa época? Para situarla, aunque de manera sumaria cumplo plenamente los versos de Unamuno: “Me desƟerro a la memoria/ voy a vivir del recuerdo”. Y en ese recuerdo, hay tres aspectos que la memoria me trae con más fuerza. Uno es que no había en Málaga Universidad, aunque sí una Facultad de Ciencias Económicas, de la Universidad de Granada, y en 1969 se creará un Colegio Universitario, también dependiente de Granada. Aparecía así en la ciudad la enseñanza superior y con ella llegaba la lucha estudianƟl. Otro segundo es que

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Homenaje a José Jiménez Villarejo

sí había en la Málaga de entonces, aunque soterrada, una viva acƟvidad políƟca, en la que junto a la de obreros y sindicatos, se desplegaba la que llevaban a cabo grupos de profesionales, liberales, arƟstas, escritores, profesores y gentes de la cultura en general. Un cierto número de todos ellos confluirán en el núcleo que impulsaba la creación del Ateneo. Por úlƟmo, en tercer lugar, era evidente el peso del poder políƟco local representado por el Gobernador Civil. Entendía - con todo acierto - que el dinamismo pro-ateneísta no iba en la dirección que marcaba el régimen, sino más bien en el camino - disƟnto - del análisis libre y críƟco de la realidad. De aquí el persistente bloqueo a la creación del Ateneo - “retenidos” sus papeles en un cajón desde 1966 - y el cúmulo de dificultades a su acƟvidad una vez creado. Vuelvo al principio y termino. Estamos aquí para homenajear a José Jiménez Villarejo. Pienso que él es ejemplo señero de lo que fue la lucha por conseguir ámbitos de democracia en una etapa diİcil de España. Y pienso que su personalidad y trayectoria en la etapa fundacional del Ateneo recoge y simboliza la de todos aquellos hombres que en los úlƟmos años 60 del siglo pasado se esforzaron para hacer realidad el empeño, casi utópico, de crear en Málaga un Ateneo que fuera centro de cultura, espacio de libertad y lugar de debate y confrontación de ideas. Y José Jiménez Villarejo es ejemplo emblemáƟco de esa utopía y de esa lucha en ese Ɵempo.

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Carta abierta a José Jiménez Villarejo Antonio Morales Lázaro Ex Fiscal jefe de la Audiencia de Málaga, ex presidente del Ateneo de Málaga y Presidente de la Cruz Roja de Málaga



Homenaje a José Jiménez Villarejo. Antonio Morales Lázaro

Carta abierta a José Jiménez Villarejo Antonio Morales Lázaro Ex Fiscal jefe de la Audiencia de Málaga, ex presidente del Ateneo de Málaga y Presidente de la Cruz Roja de Málaga

Carta abierta al amigo, al compañero y al maestro. Nunca he sabido transmiƟrte mi admiración. Y hoy, en este espacio, en el que misteriosamente aparecen ingrávidas palabras tuyas sobre libertad y derechos humanos voy a tratar de hacerlo. Así pues, mi humilde homenaje a un trabajador incorrupƟble y de nobles valores. A una persona de sonrisa atenta y de mirada transparente que pronto se dejó seducir por la jusƟcia y que incansablemente ha buscado una jusƟcia que diİcilmente hallará en esta Ɵerra. Homenajeamos a una persona de extraordinaria coherencia moral que se traduce en pautas de austeridad, fraternidad y autenƟcidad. A una persona que ha sabido transformar sus conocimientos y experiencias en contenidos y formas de libertad, igualdad, jusƟcia y generosidad. Su voz un punto de referencia para muchos. Su vida luminosa. Su magisterio: la humildad, la sencillez y el compromiso con los derechos humanos, con los valores y con los principios democráƟcos. Homenajeamos, pues, a una persona que conjuga magistralmente los valores consƟtucionales, que algunos llaman fríos, con los valores cálidos ciudadanos, como la amistad, que como es bien sabido forman parte de los senƟmientos.

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No hay nada más hermoso que buscar la verdad, nos enseñó Cicerón. Pero la verdad, al presentarse como alternaƟva o elección, hay que buscarla y a buscarla ha dedicado José Jiménez Villarejo su vida. Pronto adquirió conciencia políƟca y pronto experimentó el mal objeƟvo y el mal social de la dictadura y ambas condicionaron su existencia. Y entonces se incorporó al movimiento demócrata crisƟano, con la ilusión, que resultó irrealizable, de hacer posible una izquierda crisƟana. Porque pensaba y porque piensa que la izquierda es la llamada a construir un mundo menos desigual y menos injusto. Y buscó la verdad en las palabras de sus maestros Alfonso Carlos Comín; Marơn Delgado y José María González Ruiz, cariñosamente llamado Cheuá. Y la ha buscado en la poesía, en los libros de los clásicos, en la dimensión poéƟca de la música, en el conceptualismo de las artes plásƟcas, en el sonido mágico de las maderas y los vientos, en la ciencia, en la filosoİa. Pero su afán por el conocimiento y el saber no es para alcanzar el éxito, ni perseguir la fama. Su afán, el sólo deseo de saber y el sólo deseo de ser. Ha meditado profundamente sobre el yo para trascenderlo. Se ha nutrido del recuerdo, de la memoria, del dolor, de la vida, de la familia, de la amistad y del consuelo. Y como la vida humana parte de la elección (Aristóteles), ya lo he dicho, eligió la jusƟcia para alcanzar la libertad, la igualdad y la dignidad de las personas. Y nos ha enseñado, en sus numerosos escritos: -- que la jusƟcia es el valor que orienta las relaciones humanas; -- que la jusƟcia nos exige, ante todo, ver en el otro, a un igual; -- que la jusƟcia no es el fundamento de la pena, que el fundamento de la pena es su necesidad y que precisamente la jusƟcia es su límite; y

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-- que la jusƟcia consiste en tratar al prójimo según la regla general de igualdad. Defensor, como no, de la independencia del Juez pero como para ser independiente sólo hace falta que el Juez quiera serlo, lo esencial de la jusƟcia para él radica en la imparcialidad del juez, tarea personal que nunca puede presumirse acabada. EnƟende que el conocimiento de las leyes y su estricta aplicación, no deben ser los únicos valores de lo jueces. Los jueces han de atender al senƟdo de la realidad histórica; a la sensibilidad social; y a la jusƟcia del senƟdo común. Pero como homenajeamos a una persona que ama la vida y que toma parƟdo por la vida, también se ha pronunciado y escrito---y ya se sabe que el que escribe, en cierto modo, se expone y se desnuda--- sobre cuesƟones de actualidad tales como: el aborto, la eutanasia, la pena de muerte, la jurisdicción militar, la prevaricación de jueces y magistrados, Consejo General del Poder Judicial y un largo etcétera. Y como además, el pasado nos consƟtuye y forma parte de nosotros ha defendido y defiende la necesidad de conocer nuestro pasado, de enfrentarse a él. Y ha reivindicado la memoria de las vícƟmas, lo que no hicieron los vencedores del año 1939. Abrir las sepulturas es cerrar heridas. Y de ahí, que la memoria histórica, no sea una agresión y sea un abrazo. Pronto adquirió también la conciencia de que vivía en un régimen represivo y en consecuencia había que tomar parƟdo ---“parƟdo hasta mancharse”--- y que había que hacerlo en alguna oposición democráƟca, cualquiera que fuere. Y se significa en el liberalismo, o en palabras de Cervantes: en el desprendimiento, en la generosidad, en la inclinación a dar a las personas lo que se Ɵene, y, en la toma de parƟdo a favor de la libertad. Pero palpa y experimenta la desigualdad y surge en él la necesidad de luchar contra ella y entonces se significa en persona de izquierda, porque la

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izquierda, según él, es la llamada a construir un mundo más igualitario y un mundo más justo. No renuncia a su liberalismo sino que lo hace compaƟble con el socialismo, hasta el extremo de afirmar que la socialdemocracia es la que garanƟza la libertad, y que conseguir la igualdad sin renunciar a la libertad es, en definiƟva, el postulado fundamental de la socialdemocracia. Pero un hombre, decía el clásico, son muchos hombres. Y una persona, que ama el sol y la mar, necesariamente Ɵene que tener una dimensión poéƟca. Y así es. Para José Jiménez Villarejo la poesía es: -- la aprehensión sensible y directa del conocimiento; -- el arma que quiere transformar el mundo, en un lugar con más senƟmientos; -- aquello que intenta incidir sobre el yo, para trascenderlo; y acaso -- la herramienta para descubrir un mejor yo, que quizá lo esté esperando. Y por todo ello escribe: “Hazme sencillo señor como el suspiro que guardan seco las hojas lentas de un libro y diİcil, como el llanto de un adolescente. Hazme sencillo y diİcil como atarse con espuma las dos manos” Y ahora, el final de la carta, para decir al amigo, al compañero y al maestro José Jiménez Villarejo, que nos has enseñado:

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Antonio Morales Lázaro

-- que el trabajo y el tesón son las bases sobre las que se construyen los sueños; y -- que nuestra esperanza de un mundo mejor, más justo, más libre e igualitario no se podrá arrebatar nunca. Como nunca has hablado, ni escrito como un doctor y si lo has hecho como un poeta, con el poeta Mario Benedeƫ concluyo: “me sirve la vida que es vida hasta morirse me sirve tu mirada que es generosa y firme me sirve la medida de tu vida me sirve tu batalla sin medalla me sirve tu sendero compañero”.

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Una breve reflexión sobre la independencia judicial José Jiménez Villarejo 1º Presidente del Ateneo de Málaga (leído por José Jiménez García-Herrera)



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Una breve reflexión sobre la independencia judicial José Jiménez Villarejo 1º Presidente del Ateneo de Málaga (leído por José Jiménez García-Herrera)

No es infrecuente que entre los españoles se hable de la independencia de los jueces como de algo que está por conseguir, que no se encuentra del todo establecido. Incluso políƟcos que deben conocer la realidad insƟtucional del país incurren en este tópico y, cuando se proponen llegar al poder, anuncian a los electores que garanƟzarán la independencia judicial. Este discurso tenía pleno senƟdo durante la pasada dictadura como una queja más ante la situación global en que vivíamos; y lo tuvo también, como aspiración y proyecto a realizar, en los años de la transición que culminaron en la conquista de la democracia, pero no lo Ɵene hoy en absoluto. Digo que tal discurso tuvo senƟdo cuando el sistema y la estructura del Estado respondía al principio de “unidad de poder” puesto que este principio, que excluía la posibilidad de un poder judicial autónomo, también excluía lógicamente su independencia, como lo demostraba a diario, por lo demás, el funcionamiento de los tribunales, siempre que resolvían asuntos en que el único poder estaba interesado. Y tuvo asimismo senƟdo cuando, en los años en que tratábamos de construir una nueva realidad políƟca, superada definiƟvamente la dictadura, aspirábamos, entre otras muchas cosas, a tener jueces independientes; era inevitable que entonces hablásemos apasionadamente de la independencia judicial. Pero ésta ya se alcanzó. Hay dos razones fundamentales para afirmar que así ha sido. La primera es que, establecido en la ConsƟtución un régimen de división de poderes, el judicial ha pasado a serlo con todas sus consecuencias. Conviene recordar que en la azarosa historia del consƟtucionalismo español sólo en la ConsƟtución de 1869 – de corta vida, por cierto – se llamó “poder del Estado” al judicial; y quizá no deja de tener algún significado que en la vigente de 1978 esta denominación se haya

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reservado exclusivamente para el poder judicial. Aunque naturalmente a nadie se le ocurriría dudar de que poderes son también y con mayor contenido y amplitud que aquel el legislaƟvo y el ejecuƟvo. Ahora bien, ¿es suficiente que al entramado judicial se le llame poder para que quede establecida y garanƟzada la independencia de los jueces? Claro que no. Los textos jurídicos están llenos de declaraciones que a veces apenas se reflejan en la realidad. Lo que ocurre es que, en este caso, la existencia de un auténƟco poder judicial se encuentra reforzada por un órgano de gobierno propio que, por primera vez, aparece en nuestro panorama insƟtucional: me refiero al Consejo General del Poder Judicial al que corresponden ahora todas las funciones de gobierno de los jueces anteriormente residenciadas en el Ministerio de JusƟcia, esto es, en el poder ejecuƟvo. No siempre se le da toda la importancia que Ɵene para la independencia de los jueces el cambio que supone la existencia del Consejo: ya no se nombra a los jueces, ni se les desƟna, ni se les traslada, ni se ejerce sobre ellos potestad disciplinaria por un órgano del ejecuƟvo sino por uno propio y autónomo que es el Consejo. Órgano que, por otra parte, no puede interferir en modo alguno el ejercicio de la función jurisdiccional, como tampoco pueden hacerlo los órganos judiciales superiores salvo cuando resuelven los recursos establecidos por las leyes. Estos son los mecanismos que actualmente garanƟzan la independencia de los jueces y que, según mi experiencia, funcionan razonablemente bien. Si se me permite traer a colación un dato de esta experiencia, les diré que en todos los años que ejercí como Magistrado del TS jamás vi perturbada mi independencia por presiones ni sugerencias de otros poderes del Estado; nunca recibí mensajes con que se pretendiera insinuarme una determinada conducta. Espero que nadie ponga en duda esta confesión de un viejo juez. Unas cuantas consideraciones más conviene hacer sobre el tema que nos ocupa. La primera puede parecer una perogrullada. Se trata de la Ɵtularidad del poder judicial, de quienes son sus verdaderos Ɵtulares y, por consiguiente, precisan la independencia para ejercerlo rectamente. Es evidente que los Ɵtulares son lo

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jueces y magistrados a los que se califica en el art, 117.1 de CE como “integrantes del poder judicial”. Sin embargo, en el lenguaje usual se ha generalizado llamar poder judicial al Consejo que es únicamente su órgano de gobierno. El Consejo carece de competencia jurisdiccional, no es él quién juzga y hace ejecutar lo juzgado, por lo que no reside en él el poder judicial. En el error de creer lo contrario caen incluso algunos que desempeñan funciones en el Consejo. Recuerdo que un compañero mío, presidente de una sala del TS, recibió en cierta ocasión una llamada telefónica del Consejo que comenzó con estas palabras”llamo desde el poder judicial”, a lo que rápidamente contestó mi compañero: “se equivoca, el poder judicial no está ahí sino aquí.”Igual podría haber contestado cualquier otro juez. La puntualización no es innecesaria. Cuando se habla de modificar la composición del Consejo – y ahora se está hablando nuevamente de ello – se dice a veces que los doce vocales del mismo que han de ser jueces y magistrados deberían ser propuestos no por el Congreso de los Diputados y el Senado, como ahora está establecido, sino directamente por los jueces. Y se argumenta que de esta forma se evitaría la poliƟzación de la jusƟcia y se garanƟzaría su independencia. Se trata de un sofisma fácilmente rebaƟble. En primer lugar, porque no es la independencia del Consejo lo que los ciudadanos necesitan sino la de los jueces que son quienes les pueden juzgar; y en segundo lugar, porque no se adivina la razón por la que la independencia de aquellos sería mayor si la mayoría de los vocales del Consejo estuviesen elegidos por los jueces ya que su tarea jurisdiccional no puede ser perturbada por intervención alguna del Consejo. Por lo demás opino que la regulación actual de la composición del Consejo es la más conveniente aunque surjan de cuando en cuando problemas de funcionamiento. Y ello por una pluralidad de razones que podemos sinteƟzar en estas cuatro: 1º El Consejo no es un órgano judicial sino políƟco y, como tal, Ɵene que responder en su composición a principios democráƟcos. 2º. El autogobierno de los jueces, al que se aproximaría un sistema en que la mayoría de su órgano de gobierno estuviese designada por ellos, vendría a configurar un poder judicial parecido a una aristocracia. 3º. Este aislamiento aristocráƟco no parecería compaƟble

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con el principio fundamental de que los poderes del Estado emanan del pueblo, reafirmado, a propósito del judicial en el art. 117.1 CE que comienza así: “ la jusƟcia emana del pueblo”. Como la representación legíƟma del pueblo español reside en el poder legislaƟvo, es a través de la designación parlamentaria del Consejo como la legiƟmidad democráƟca llega al poder judicial.4º. El origen parlamentario del órgano de gobierno de los jueces permite que se le exija responsabilidad ante las Cámaras por el funcionamiento global de la justicia, lo que hasta cierto punto subsana la falta de responsabilidad política de los jueces. Volvamos finalmente al tema de la independencia. Hay una confusión a la que gustaría salir al paso: la que idenƟfica independencia con imparcialidad. Es frecuente que cuando se quiere elogiar a un juez se diga de él que es independiente, sin caer en la cuenta de que la independencia no es un mérito sino la situación objeƟva en que se encuentran los jueces de una sociedad democráƟca.

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Situación que es presupuesto de la imparcialidad pero que no se confunde con ella. La diferencia que existe, desde este punto de vista, entre una sociedad democráƟca y otra que no lo es, es que en esta úlƟma, como no está garanƟzada la independencia, la imparcialidad del juez puede exigir de este un esfuerzo mayor, incluso a veces heroico, mientras que en la democráƟca el ejercicio imparcial de la jurisdicción no encuentra más obstáculos que los condicionamientos personales que pueda tener cada juez. Porque la imparcialidad, como exigencia moral que es, supone siempre un esfuerzo. Este esfuerzo consiste, primeramente, en que el juez se pregunte a sí mismo con absoluta honesƟdad cuales son los factores capaces de condicionar sus resoluciones – prejuicios, origen familiar, clase social, opción políƟca, etc. – y procure después que dichos condicionamientos no le desvíen del mandato consƟtucional que orienta su conducta: estar someƟdo únicamente al imperio de la ley. No olvidemos que la independencia garanƟzada por la consƟtución y las leyes defiende al juez frente a los otros poderes del Estado pero frente a otros poderes más o menos difusos es al juez al que incumbe su defensa. En definiƟva, la imparcialidad, que con la prudencia, debe ser la primera virtud del juez Ɵene como marco y presupuesto la independencia pero, como cualquier otra virtud, su ejercicio es una conquista personal y diaria de cada juez.

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Homenaje a José Jiménez Villarejo. Clipping de prensa

DIARIO MÁLAGA HOY Pablo Bujalance

El Ateneo reconoció ayer el magisterio de su primer presidente, José Jiménez Villarejo, en un acto que contó con Trinidad Jiménez, Antonio Morales y Juan Antonio Lacomba. El 16 de diciembre de 1966, José Jiménez Villarejo fue nombrado presidente del Ateneo de Málaga en la asamblea consƟtuyente del mismo. Corría una época diİcil para una insƟtución que aspiraba a abrazar la cultura y las artes fuera del control del régimen y el mismo Jiménez Villarejo (jurista ejemplar que, hasta su jubilación en 1999, ejerció de fiscal en las Audiencias de Sevilla y de Málaga y de fiscal jefe de la Audiencia de Huelva, de primer fiscal especial para la Coordinación de la lucha contra la droga, de magistrado del Tribunal Supremo y de presidente de la Sala de lo Militar, y que fue galardonado el año pasado con la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort por el Consejo de Ministros) lo pagó caro: ya en enero de 1967 tuvo que abandonar forzosamente su cargo. Sin embargo, tan breve plazo, junto a todo el compromiso ejercido durante años por las libetades, bastó para dejar una huella profunda. Tanto, que ayer el Ateneo se visƟó de gala para rendirle un homenaje tan justo como necesario. El mismo Jiménez Villarejo no pudo acudir a causa de un accidente domésƟco que sufrió la noche del pasado lunes en Madrid; pero el homenaje se celebró de la mano de los suyos, cómplices, que lograron invocar con afecto su presencia. El acto contó con la parƟcipación del actual presidente del Ateneo, Diego Rodríguez; la hija del homenajeado y ex ministra Trinidad Jiménez; el ex presidente del Ateneo y ex fiscal jefe de la Audiencia provincial de Málaga, Antonio Morales; el también ex presidente del Ateneo y catedráƟco de Historia de la Economía, Juan Antonio Lacomba; y el también hijo de Jiménez Villarejo, José Jiménez, que leyó el discurso escrito por su padre expresamente para la cita. Todos ellos contribuyeron con sus palabras a rendir el homenaje, pero el encuentro contó con una nutrida representación de la vida políƟca, cultural y social malagueña. Allí estuvieron el alcalde, Francisco de la Torre; la rectora de la UMA,

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Adelaida de la Calle; el delegado provincial del Gobierno andaluz, José Luis Ruiz Espejo; la delegada andaluza de Educación y Cultura, Patricia Alba; la diputada provincial de Cultura, Marina Bravo; y emblemas de la cultura malagueña, creadores y ateneístas como el pintor Eugenio Chicano, el historiador Fernando Arcas y el ex director del Centro Andaluz de las Letras Julio Neira. Tras la intervención de Diego Rodríguez, que definió a Jiménez Villarejo como “un referente de honesƟdad, independencia intelectual y compromiso social”, el momento de mayor emoción quedó en boca de Trinidad Jiménez. Tras adverƟr de que “para una hija no es fácil hablar con objeƟvidad de su padre”, adoptó un tono machadiano para referirse a él como “un hombre esencialmente bueno” y para abordar su figura desde la idea de honesƟdad: “Su dimisión forzada de la presidencia del Ateneo, que algunos pusieron en marcha con riesgo incluso para sus vidas, forma parte de esta historia de honesƟdad. Pero la historia conƟnúa hoy, cuando vivimos una época diİcil por una crisis económica y otra crisis de confianza, menos evidente pero muy peligrosa, frente a los valores y principios que han sustentado nuestra convivencia en las úlƟmas décadas. La solución a esta crisis pasa por afrontar los retos con honesƟdad”. Tras evocar algunas anécdotas familiares (singularmente ilustraƟvo fue el recuerdo del empeño de Jiménez Villajero en hablar sobre el siglo XIX y Galdós a la hora de comer, “cuando los demás intentábamos escabullirnos”), alabar la importante figura de su madre, Trinidad García-Herrera, y apuntar la vocación poéƟca del homenajeado, la ex ministra glosó su personal imagen de Jiménez Villarejo como la de “un padre afectuoso y tolerante, justo y diverƟdo, un referente éƟco; un hombre sabio, justo y bueno”. Antonio Morales situó a Jiménez Villarejo en la escuela de Cicerón “por la búsqueda de la verdad”, y recordó la evolución políƟca del primer presidente del Ateneo, desde “su inicial inclinación por la democracia crisƟana y la defensa del liberalismo” hasta su empeño por conformar “una izquierda crisƟana junto a compañeros como Alfonso Carlos Comín y José González Ruiz, porque creía que la izquierda consƟtuía el instrumento más eficaz para trabajar por la igualdad y porque siempre defendió no sólo que en el socialismo podía tener cabida el libe-

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ralismo, sino que era la mejor manera de garanƟzarlo”. Y le bastó citar al mismo Jiménez Villarejo con una frase para ilustrar su compromiso como jurista: “La jusƟcia nos exige ver al otro como nuestro igual”. Juan Antonio Lacomba rememoró los diİciles primeros años del Ateneo, “en manos de un grupo muy heterogéneo para capaz de establecer una causa común: crear un espacio para la cultura y el pensamiento fuera del control de la dictadura”, y la Málaga de la época. Y José Jiménez leyó el discurso de su padre, Ɵtulado, inevitablemente, y con un feroz senƟdo de la actualidad, Una breve reflexión sobre la independencia judicial. El acto concluyó con un breve documental que reproducía una entrevista realizada el pasado verano, en el que Jiménez Villarejo daba cuenta de la torpeza de las insƟtuciones que quisieron impedir la consƟtución del Ateneo en 1966. Y algo, mucho, de libertad quedó en el aire. Para respirar. “El hombre sabio, justo y bueno”

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DIARIO SUR Ana Pérez-Bryan

El salón de actos de la insƟtución se llenó para reconocer la labor de su primer presidente, ausente por su delicado estado de salud El homenaje a José Jiménez Villarejo en el Ateneo descubre los perfiles del jurista La verdad de que cada hombre es, en realidad, la suma de muchos hombres esconde además otro hecho igualmente incuesƟonable: el perfil del ser humano termina por dibujarse con los trazos que aportan cada una de las personas que comparten su vida y su ruƟna. Los que están ahí, al fin y al cabo. Por eso, el homenaje que ayer por la tarde rendía el Ateneo de Málaga a José Jiménez Villarejo no solo sirvió para glosar su figura como primer presidente de la insƟtución. Allí también estuvo el Jiménez Villarejo demócrata, jurista, compañero, esposo, padre y hasta poeta. Y todos y cada uno de estos perfiles fueron reconocidos y aplaudidos por un público que desbordó-literalmente- el salón de actos del Ateneo y que sin embargo no pudo disfrutar de la presencia del jurista malagueño de 83 años. Su delicado estado de salud, sumado a una inoportuna caída en la úlƟma semana, hizo imposible la asistencia al homenaje, aunque bien es cierto que su ausencia no restó ni un ápice de calor a la velada. «Él es el primero que hubiera querido estar aquí con todos nosotros», desvelaba con contenida emoción el hijo mayor de Jiménez Villarejo, que en nombre de su padre agradecía la disƟnción de una insƟtución cuyos orígenes, que se remontan a 1966, deben mucho al fiscal malagueño, su primer presidente. Un cargo que solo ocupó un mes por las presiones del Gobierno Civil pero que sirvió para dar el empujón definiƟvo al Ateneo. «Yo tuve que dimiƟr para que el Ateneo exisƟese. La peligrosidad de mi persona no lo permiơa...», zanjaba con una indisimulada ironía el propio Jiménez Villarejo, presente a través de un documental y una entrevista que los responsables del Ateneo realizaron el pasado verano en Gibralfaro durante las vacaciones familiares de los Jiménez Villarejo.

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Precisamente otro de los perfiles que se dibujó ayer fue el de su condición de jefe de un clan que no faltó a la cita con el Ateneo. Distribuidos en las cómodas butacas o incluso de pie en los pasillos laterales, sus hermanos, hijos y nietos siguieron con emoción el relato del Jiménez Villarejo más ínƟmo, que corrió a cargo de su hija, Trinidad Jiménez. «Podría estar aquí hablando cinco horas, pero si tuviera que definirlo en cinco segundos diría que el un hombre sabio, un hombre justo y un hombre bueno», afirmaba la exministra y diputada socialista, que se dirigió a sus muchos amigos en la sala para rescatar la memoria común «en el Palo, en el carril de la Pimienta, en Muelle Heredia, en Chilches o en el mar, donde se ha estado bañando este verano». «Ha sido un padre afectuoso, tolerante, culto y diverƟdo, un referente éƟco para todos nosotros», añadió su hija, que se detuvo en su gran vocación -la de poeta- y destacó, sobre cualquier otra cualidad, «la honesƟdad» de su padre. Ésa fue acaso una de las palabras más repeƟdas del emoƟvo encuentro de ateneístas. En nombre de todos ellos tomaron la palabra el presidente de la insƟtución, Diego Rodríguez, y dos de sus antecesores en el cargo, Juan Antonio Lacomba y Antonio Morales, que además comparte con Jiménez Villarejo la vocación jurídica por su condición exfiscal de la Audiencia de Málaga. En su caso, salió a relucir su faceta de compañero, que combina, a juicio de Morales, «los valores consƟtucionales, que se consideran fríos, con otros más cálidos como el de la amistad». Lacomba añadió a esta cualidad la de la éƟca, al definirlo como «un ejemplo emblemáƟco de la utopía de ese Ɵempo tan diİcil». La feliz coincidencia quiso además que el homenaje se desarrollara en el mismo salón donde hace casi 46 años Jiménez Villarejo asumió la presidencia de la insƟtución. «Hoy seguimos aquí, fieles a los idearios de nuestros inicios y converƟdos en una referencia del libre pensamiento», reflexionaba orgulloso el vigente responsable del colecƟvo. La cuota insƟtucional la aportaron un nutrido grupo de autoridades locales -desde el alcalde al delegado del Gobierno de la Junta pasando por la rectora-, los herederos de que una democracia «por la que lucharon hombres como Jiménez Villarejo», uno de los motores de esa aventura colecƟva que sigue sumando perfiles bajo el paraguas del Ateneo.

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