Guadernos de Madinat al -Zahr谩'
Vol. 4
C贸rdoba, 1999
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ECI SONUECIVIIf
O Junta de Andalucía. Consjería de Cultu¡a (O
l-os autores.
Imprenta San Pablo, S. L. - Córdob¿ Sot Ángela de ia Crtz, 1.2 - TeLéfono 957 283 JO6 ISSN:1139-9996 Depósito Legal: CO. 6041 1999
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GARABATOS DE ALARIFES: LOS GRAFFITI DE LAS GALERÍES ON DESAGÜE OE MADIN AI AL-ZAHRÁ ¡osÉ
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T\ esde hace unos pocos años en España, los L) groffiri parietales meclievales son objeto de
diciones, el prime r conjunto de graffiti de Madrnat al-Zahra' , que vamos a pasar en revista
estudios cada yez más numerosos allnque no siempre debidamente sistemáticos (1). Sin embargo, hasta hoy, los datos sobre los que se pueden atribuir a la época califai son muy reducidos; recordaremos, entre éstos, tres ejemplos de Madlnar alZahra' (el esquema director de un arco trilobulado,
ahora (1 0), constituye una referencia excepcional.
la representación parcial de un personaje, y un motivo reticulado de tipo <tres en nya") (.2),
Rahmán III mandó construir Madrnat al-Zahra' en 936 o quizá en 941 (11) y que en este mismo año ya estaba edificada la mezquita (12). Todo parece inclicar que la instalación de las galerías de desagüe fue anterior a ia edificación del conl'r-rnto palaciego que se levantó por encima, y que su realización formaba parte de un proyecto arquitectónico común clue ya tenía en clrenta la iocalización futr-rra de los distintos edificios en clrestión. Al no haber aparecido indicio de restauración posterior de las ¡¡alerías (en particuiar de haberse extendido más capas de enlucido que las primitivas), los graffiti así inventariados son fechables en finales de la primera mitad del siglo X. Sus autores, por otra parte, forman Lrn grupo cuyo grado de homogeneidad social o cultural
algunas marcas de canteros de Ia mezquita mayor de Córdoba (3) o los graffiri epigráficos de la Rábita de Guardamar del Segura (4) así como, si se acepta la datación propuesta por su descubridor, los de Marmuyas en los Montes de Málaga (i). En la Siria y la Palestina omeyas, aparte de las marcas de canteros de algunas residencias califales como M5atta, Jirbat al-Mafiar o Qásr al-Hayr al-Sarqi (6), no conocemos más que los grabados rupestres de übal 'Usays, de difícil atribución cronológi-
ca (7) y el esquema de fortificación de Qásr alHayr al-éarbi (8), aunque es mlry posible que otros casos, dispersos en 1a bibliografía arqueológica, hayan escapado a nuestra atención. Mientras tanto, los numerosos grabados rupestres de la península Arábiga (actuales Yemen, Omán y Arabia Sar-rdita) deben corresponder a largos periodos de tiempo, antes y después del Islam, en Ios que los intentos de establecer cronologías relativas no han sido todavía muy positivos (9). En estas con-
Todos han sido trazados en Ios enlucidos recién aplicados sobre las caras interiores de varias de las numerosas galerías de alcantarillado: su fecha de realización se puede, plres, avanzar con cierta precisión. En efecto, sabemos qr-re 'Abd al-
desconocemos todavía, pero qne tiene como pr-rnto en común el hecho de se¡ el de los constructores de los palacios de Madrnat al-Zahn' . Sólo el estu-
dio pormenorizado de los dos grupos de graffiti (eI
de los edificios y el del aicantarillado que nos ocupa ac¡,rí) nos permitirá evaluar en qué medida 39
estos sencillos gfabados nos aportan nlleva información sobre estos alarifes de Madlnat al-Zahra' , su origen, sus preocupaciones culturales, sus creencias o slrs técnicas de trabajo y la organización de éste. En todo caso, cual sea el nivel analítico alcanzaclo por esta aportación, el corpr-rs así constituido quedará, en si, como un testimonio único, para un momento clado, de un modo de expresión individual y espontánea, frente al arte oficial
omnipresente en la ciudad palaciega.
En cuanto al estudio práctico, debemos señalar qr-re los grffiti han sido localizados por J. A. Molina durante la fase de exploración de las galerías en vista a slr recuperación para el desagüe del conjunto arqr,reológico de Madrnat al-Zahra'. Después de una visita por parte de Y. Montmessin, P. Cressier y J. I. Barrera a fin de definir el métodcr óptimo de levantamiento de dichos grabados y de comprobar que la fotografía no podía ser de gran
utilidad, J. I. Barrera procedió ai levantamiento de cada dibujo sobre peiícula plástica rransparente. Los documentos iconográficos así obtenidos constitLryen el objeto del presente estudio.
DESCRIPCIÓX ON LOS DISTINTOS CONJUNTOS DE GRAFFI:fI Describiremos a continuación los gralfiti aparecidos en cuatro de las galerías visitaclas de la red de alcantarillado de la ciudaci (13). La galería 1, con un total de doce paneles (con uno o más motivos en cada uno de ellos), es la galería que más graffiti posee; baja en dirección Noroeste-Sureste desde el pórtico hacia la terraza inferior, donde se ubica la mezquita aljama y las habitaciones de abliición (14).La galería 2, con ia
misma dirección y situada bajo el Jardín Alto, frontero al salón de 'Abd al-Rahmán III, posee nueve paneles (15). La galería 3 discurre en dirección Oeste-Este entre las estancias (viviendas y baño) anejas al salón de 'Abd al-Rahmán III y el Jardín Alto, y cuenta con tres paneles (16); y por úrltimo, con un solo panel, Ia galería 4 corre sponde a un tramo de la canalización que discurre perimetral al patio superior occidental (17). Todos ios
grffiti,
salvo contadas excepciones
que señalaremos a 1o largo de estas primeras observaciones, han sido reaiizados por incisión en el enlucido recién extendido. Los instrumenros utilizados pueden haber sido tanro unas punras 40
finas como útiles del tipo palustrilla, o incluso hojas de cuchillos.
GALERÍA
1
PAI{EL n."
l:
Es el panel más grande de los estudiados, y ocupa una sr-rperficie de 1,60 m. de ancho por 0,10 m. de alto (fig. 1). A simple vista se puede observar que ei conjunto se divide en dos bloques separados por un espacio de pared que solo conriene una 1ínea obiícua hacia la izquierda.
(A), contiene una figura central, que corresponde a un arco irrcgu-
El
bloqr-re de Ia izquierda
lat, cuyo radio es aproximadamente de 12 cm.; en su interior se clibr-rjan una se¡ie de líneas verricales, horizontales y oblícr-ras, qlre aparenremente no fepresentan motivo alguno, salvo quizá un .To que parece sostener el interio¡ del arco. Toclas vienen a rellenar el espacio limitado por el círculo clryo trazo ha sido previo. A la derecha de éste se trazan dos líneas verticales qr-re contienen a su vez otras líneas, menos relevantes, y debajo una scrie de formas cuadrangulares con reticulados y figuras romboidales. Así mismo se han trazado una serie de líneas curvas que se unen por slr exrremo superior, semejando arcos apunrados, y que volveremos a encontrar (aunque no con la misma orientación) en otros paneles de la misma galería como P8 o P11 por ejemplo. El bloclue de Ia cierecha (B) está formado por cinco figuras rectangulares dispuestas en senrido vertical, limitadas por lineas verricales recruzadas por otras oblícr-ras; las dos de Ia izquierda, además, se cierran arriba por dos arcos de circunferencia entrecruzados. La figura del centro conriene en su
.inte¡ior un cuadriculado formado por cinco hileras horizontales de dos casillas cada una, cortadas Ia mayor parte de éstas por diagonales tanto hacia
la izquierda como hacia la derecha La simetría axial, la relativa regularidad de la composición (siendo el ancho de cada una de las cinco fajas casi igual y la figr-rra resultante casi cuadrada) evoca un esquema arquitectónico (fachada, planra, pavimento). Sobrepuesto al bioqr-re de la izquierda se trazan cu¿ltro líneas oblicuas y paralelas, de un grosor
mucho mayor (aproximadamente 0,1 cm.), que se unen entre si, por slrs extremos en clrrva , el elemento superior así definido está recorrado por una
cuarta línea perpendiclrlar a las demás siendo el aspecto cruciforme bien marcado. Este motivo (C) constituye el caso más claro de superposición de grabados del conjunto de galerías (18), aquí ademis con l¡n¡ técnira dis¡int¿r.
PAI\EL
n." 2:
Este panel, está formado por cuarro graffiti que ocupan una superficie de 39 cm. de ancho por 50 cm. de alto 6ig. 2). Tres de ellos se disponen en los vértices de un imaginario triángulo invertido, y un cuarto aproximadamente en el centro del lado derecho de ésre: en la parte superior izquier-
da encontramos Lrna figura que representa un motivo vegetal constituido por dos formas .espigadas o ramiformes, con cinco tallos cada una, unidas entre si por dos líneas horizontales y paralelas (A); a Ia derecha de esta figura aparecen siete
pequeñas líneas verticales y paralelas dispuestas horizontalmente (B), en la parte inferior del conjunto, encontramos cinco cuadrados concénrricos
incompletos, cuyos Iados están consritlridos de arcos de círculos incompletos (C). Por último, entre B y C -como ya señalamos-, han sido grabadas tres líneas paralelas y una oblícua respecto a ellas (D).
otras de menor tamaño en forma de bayoneta.
PAIIEL
n." 1:
El conjunto ocupa una superficie de J4 cm. de ancho por 67 cm. de alro (fig. 4). Está consrituido por una serie de figuras más relevantes que flanquean otras secundarias agrr-rpadas en varios pequeños nírcleos.
En el extremo izquierdo del panel (A) exisre un gran arco parabólico, bajo el que se dibuja una línea en ángulo recto, así como una forma trapezoidal discontinua e inclinada, dividida interio¡mente en dos m.itades por una línea. En el extremo derecho (B) encontramos tres arcos de circunferencia de aproximadamente 13 cm. de radio, uno de los que, abajo, llega a ser medio círculo, mientras los otros dos, más cortos, vienen a apoyarse en é1 hacia arriba; contienen estos últimos lineas oblícuas densemente reparridas.
Entre estas figuras ya descritas, que flanquean
los extremos del panel, existe un espacio de
,12
cm. de ancho, ocupado por un sinfín de líneas rectas (verticales, horizontales u oblícuas) y curvas, agrupadas en número y según una densidad va¡iables; algunas forman flechas o cruces.
PANEL n." 3:
El panei oclrpa una superficie de 73 cm. de 43 cm. de alto (fig. 3). Aquí podemos diferenciar dos figuras principales (A y B) en torno a las cuales se trazan orras de menor releancho por
vancia.
La figura A representa una forma rectangular que encierra un cuadriculado constituido por cuatro hileras horizontales cle dos casillas cada una,
cortadas todas ellas por diagonales hacia
figura se traza Llna gran línea vertical, así como
1a
izquierda. A pesar de la ausencia de cuadriculado por este extremo, podemos observar una posible continuidad de la figura hacia esta dirección, con-
PANEL n." 5: Este panel ocupa Lrna superficie de 35 cm. de ancho por 38 cm. de alto (fig. )). El elemento principal lo constituye el conjunto de un arco de círculo que se enmarca en Lrna figura compuesta por dos líneas, una oblícua y otra horizontal; las
dos están recortadas por otras líneas, verticales y oblícuas, qlre no dejan de evocar, aunque de forma muy imperfecta, a un arco con sus dovelas; en este caso, los cortos trazos verticaies y horizontales situados artll>a a la izquierda se asemejarían a la
superior y la segunda oblícua a partir de abajo.
representación de un aparejo. EI coniunto está limitado hacia abajo y a la izquierda por una suce-
Junto a esta figura aparecen dos líneas verricales cruzadas por otras de menor tamaño; y sobre ella
sión de líneas rectas dispuestas a lo largo de un arco de círcr-rlo de amplio radio.
otras tantas oblícuas y en ángulo recro, que tal vez formasen parte de otro reticulado.
PANEL n,' 6:
La figura B se sitúa a la derecha de la anteriormente descrita, y representa un rectángulo discontinuo con slr interior dividido en dos mitades por una línea vertical. A continuación de esta
El panel mide 92 cm. de ancho por 45,t cm. de alto (fig. 6). En é1 se representa un gran friso de líneas que se cruzan entre si, en forma de .X" y se inscriben entre líneas verticales, que son la
tinuidad materializada por la línea horizontal
41
prolongación de otras de mayor tamaño qlre
se
sitúran bajo ellas.
Bajo Ias figuras anteriormente descritas se tra-
zan algunas líneas horizontales y dos pequeños reticulados.
PANEL n." 7: Este panel se encuentra situado balo ei orificio de entrada de una canahzacrón secunda¡ia (de aportación), que desemboca en esta galería. El conjr-into ocupa una superficie de ,i6 cm. de ancho por 59 cm. de alto (fig. 7). En Ia parte superior, se al.za un rectánéJlrlo en posición vertical dividido su interior en dos mitades por una línea horizontal, estando la mitad
superior cortada por una diagonal incompleta hacia la izqr-rierda. Bajo esta figura aparece
un arco de circunferencia, así como una línea vertical cruzada por otras horizontales cle diferentes tamaños. A la derecha de éstos, encontramos una estrlrctufa rectangular discontínua formada por dos líneas verticales y paralelas entre las que se trazan siete 1íneas
horizontales. Asociada a esta figura aparece una línea serpenteante dispuesta verticalmente, que culmina en una espiral. Este conjunto esta atravesado por otra línea vertical de 0,5 cm. de grosor. Por último, a continuación, con trazo igualmente grlreso, se graba 1o qr-re parece corresponder
a un miembro inferior de un antropomorfo. La pierna se dibuja bien diferenciada y proporcionadr, mrcnrras que el pie a¡arece con un ramaño disproporcionado e incompleto. Con un trazo más fino, se dibuja en el interior un trenzado romboidal y seis iíneas horizontales.
iínea en zig-zag, dispuesta verticalmente que cr-Llmina recruzada en su extremo superior. EI a¡co de círculo derecho está parcialmente recortado por la tercera 1ínea vertical. Por último, podemos observar bajo esta circunferencia dos arcos de mismo radio, situados uno frente al otro.
PANEL n." 9: Se representan dos circunferencias incompletas yuxtapuestas, de aproximadamente 17 cm. de radio cada Lrna, qlre no dejan de evocar a la parte superior de r-rn aijímez (fig. 9).
PAIIEL n."
10:
Este panel ocupa una superficie de ,18 cm. de ancho por 37 cm. de alto (fig. 10). En é1, se representan dos líneas en zig-zag dispuestas en sentido vertical, entre las que se trazan otras verticales o abierta. en forma de
"V" PAIIEL n.' 1 l:
En este panel se representa una figr-rra de 32 cm. de ancho por 38 cm. de alto, que bien pudiera tratarse de una embarcación (fig. 11). Tres líneas curvas que se unen por su extremo izquierdo representarían el casco de la nave. En este mismo extremo, se traza una posible vela incompleta, formada por tres líneas casi rectas, dispuestas verticalmente; y del centro del casco se traza lo que podría ser el mástil y r-rna vela latina. Por írltimo a la derecha de esta vela y sobre ella misma, se trazan cuatro pequeños triángulos cuyos lados se prolongan, en forma de "A" inclinada hacia la derecha.
PAI{EL n." 8:
PANEL n." l2:
El graffito, de 93 cm. de ancho por 46 cm. de alto, está formado principalmente por tres circunferencias de aproximadamente 13 cm. de radio. Se hallan dispuestas horizontalmente e inscritas dos
cm. de ancho por 39 cm.de alto, parecía uno de los más singulares del conjunto aquí estudiado, por la evidente precisión de su dibr,rjo y Ia dificul-
de ellas entre líneas verticales (fig. 8). Este dibujo parece fepresentar una arcada con
tres arcos, siendo él de la izquiercla el más completo: las dos líneas verticales entre las que se inscribe Ia circunferencia, corresponderían a las jambas, y las dos pequeñas líneas horizontales que unen aquellas con el arco, serían los salmeres del mismo. El segundo arco no es tan completo como el anterior descrito. Contiene en sn interior una 42
El panel GllP12, con unas dimensiones de 80
tad que suplrso en un principio su inrerpretación. En la parte sr-rperior se eprecia una triple variación alrededor de un elemento característico (línea vertical flanqueada de dos líneas onduladas oblícuas, cruzándose las tres en un mismo punto). En el primer grupo (A), este elemento está atravesado por una línea horizontal adornada de pequeños triángulos dispuestos pr-rnta abajo, y se asienta
sobre una fala horizontal materializada por dos
incisiones paralelas y recrr-rzada en sus dos extremidades por una pequeña faja vertical del mismo tipo. En el grr,rpo central (B) el elemento común está inscrito clentro de un triángulo formado por tres líneas curvas, del qr-re desborda ligeramente hacia abajo. En el tercer grupo (C) se mantiene una de las curvas -que pasa por el vértice del elemento común- pero Ia figura se cierra hacia la izquierda con un arco hiperbólico. Dos líneas paralelas efiIaz fi las dos curvas, y varias verticales bajan de la segr,rnda. Por írltimo, un clrarto conjLrnto (D), evidentemente coordinado con los tres primeros, está dispuesto por debajo cie ellos; agrupa tres arcos irregulares recortados por dos grandes trazos oblícuos, enfrentados a un motivo en "peine, de tres líneas perpendiculares a una cuarVeremos en el momento de interpretarle qtie este panel constitlrye uno de los más interesantes
(y de Ios más antiguos) grabados de barco inven-
dedor de uno principal hacia el que se puede percibir una cierta progresión . EI panel queda limitado hacia la derecha por una línea vertical clue a media altura se desdobla hacia abajo en bayoneta (C). Fuera de este marco,
sin embargo, existe otro morivo constituido por una línea oblícua qlle recorta en su extremidad un círculo casi completo (D). A la izquierda, el panel no se cierra de fo¡ma tan explícita, apreciándose varios trazos incisos oblícuos, así como nlrmerosas improntas redondas, originadas quizá por la punta de r-rn palo (E y F).
EI zoomorfo que se sitúa a la izquierda del panel (A) es un ¿lve zancuda, moñuda, muy escluematiza¿a (dimensiones máximas : 26,2 cm. x 20 cm.). El cuerpo está suÉjerido por Lrn simple arco de círculo y la cuerda que éste define; otro arco de círculo, de radio inferior al primero, representa un ala. Menos claro es el significado del motivo dibu-
tariados hasta hoy.
jado sobre el flanco del animal. EI cuello, perfectamente vertical, está materializado por dos trazos
GALERÍA
paralelos que terminan en Lrn casi círculo de 2,312,1 cm. de diámetro, representación de la
2
PANEL n." 1:
63
Ocr,rpa una sr,rperficie de 35 cm. de ancho por cm. de alto (fig. 13). La figura principal de
este panel representa un trenzado de dos 1íneas dobles dispuestas verticalmente, que dibujan dos formas almendradas de diferente tamaño. La superior, más grande y más completa, tiene el enlucido de su interior bastante deteriorado, pudiéndose
distingr-rir sin embargo una serie de Iíneas que fepresentan un motivo vegetal formado pof un tallo central con ramas curvas laterales que nacen de
é1.
cabeza, con un ojo en posición central. Esta cabeza
sostiene un pico largo, estrecho, ligeramente encorvado hacia abajo y con punta redoncleada. IJna corona de plumas esquematizada en gajos, con el límite superior desdoblado se eleva sobre el cráneo. En cuanto a las patas, son verticales, rectiIíneas y paralelas; cada una tiene por extremidad dos dedos dispuestos en horcluilla y dirigidos hacia abajo. Dos incisiones en el enfoscado, rectas y menos profunda podrían corresponder a ramillas que el ave sostjene en su pico.
Frente al ave anteriormente descrira, otro parece identificable con un pájaro de distinta especie (B), en este caso mucho más esquematizado y de diseño más tosco (dimensiones
Bajo esta figr-rra, se traza otra de incisión más profr-rnda y gruesa (aproximadamente 1 cm.), consistente en dos pequeñas líneas verticales y parale-
grffito
las con un punto sobre ellas, y un motivo en fo¡ma de "C, sol¡re la que también se traza otro punto. TaI vez pudiera tratarse todo ello de un
máximas nuas en
motivo epigráfico. PANEL n." 2:
: 14 cm. x 17 cm.). Dos
líneas disconti-
"S" delimitan el cuerpo del animal. No se juntan en slr extremidad izquierda, lo que impide definir con claridad Ia forma de Ia cabeza, aunque una forma cerrada irregular sugiere sin duda un ojo. Un casi arco de círculo puede consri-
bien organizada: dos zoómorfos (19), en concreto
tuir el ala derecha del pájaro, mientras la cuestión de las patas parece más difíciI de resolver por la presencia de dos pares de posibles órganos de locomoción; sin embargo nos parece lícito identi-
dos aves, flanquean cuatro temas secundarios alre-
ficar Ios dos trazos situados más a la derecha como
Las dimensiones totales del panel son 1,20 m.
de ancho por 51 cm. de alto (fig. 1,1). Su composi-
ción parece, en contra de toda hipótesis previa,
43
parte de la otra ala; en este caso serían los dos trazos más a la izquierda los que constituyeran las patas. El pico o inexistente, o indicado solo por
una incisión oblicua distante unos 1,8 cm. de la cabeza.
Entre las dos aves se desarrolla un entramado complejo de líneas rectas y (en menor núrmero) curvas, entre el que destacan unos éJrlrpos aparentemente autónomos: una línea curva y ot¡as varias verticales y oblícuas (G) que no dejan de evocar las velas de ciertos barcos grabados sobre murallas medievales, bien es verdad que de época más
reciente; un cuadrado discontinuo cuyo lado izquierdo se prolonga hacia abajo (H); dos dibujos en zig-zag (I y J); Lln motivo central donde unas pocas líneas curvas entrecruzadas (abajo a la izqr-rierda) pudieran recordar a un casco de barco (K1), pero donde predominan líneas rectas en zigzag que desembocan en Lrn rectángulo recortado por slrs dos diagonales (K). PANEL n." 3: En una superficie de 17 cm. de ancho por 34
cm. de alto, se trazan dos grandes líneas curvas discontinuas que dibujan una forma almendrada, cr-ryo inrerior se completa con un gran número de líneas curvas, en zig-zag y vertica.les, sin que poda-
mos identificar motivo concreto
(fig. 15). A
la
derecha de esta forma, se trazan dos líneas dobles y discontinuas, dispuestas en sentido vertical.
PANEL n." 6: Este panel ocupa Lrna superficie de 41,5 cm. de ancho por 43,5 cm. de alto (fig. f 8). De izquierda a derecha y en diagonal, se trazan cuatro figuras de mismo tipo, tres de ellas completas, que parecen representar la Ietra árabe ua. Entre Ios dos primeros motivos, se traza en sentido vertical una gran línea zigzagteante; y alrededor del resto, líneas curvas y verticales.
PAIIEL n." 7: Todo este panel ocupa r-ina sr-rperficie de 94 cm. de ancl'ro por 66 cm. de alto (fig. I9). Representa un gran arco de herradura en cuyo interior y laterales se trazan otros motivos. Este arco, principal figura del panel, posee un radio de 28 cm., y
en su parte inferior se trazan las impostas del mismo, llegando a alcanzar Ia línea de impostas una anchu¡a de 35 cm. Hay que destacar en el centro del arco la existencia de una marca de aproximadamente 2 cm. de ancho, producida por presión sobre el enlucido fresco de la pared, tal vez como consecuencia de la utilizac)ón pan el trazado del arco de un "compás de cordel". Sobre la línea de impostas y en el lado exterior derecho del arco, se trazan tres líneas en zigzag de diferente tamaño -como si se hubiera querido tachar esta parte de la figura-, así como otras
mente 13,5 cm. de radio cada uno, dispuestos en ángulo recto, cortado uno de ellos por un cuadra-
curvas y en ángulo recto. En el lado exterior izquierdo encontramos varias líneas paralelas, verticales y un reticulado irregular formado por líneas verticales y oblícuas muy apretadas. Ya en el interior del arco existe un Élran núrmero de líneas horizontales, verticales y paralelas que aparentemente no fepfesentan Ltn motivo concreto, así como tres arcos de circunferencia que se cortan
do discontinuo.
entre si.
PANEL n.' 5:
PAIIEL
PAI{EL n." 4:
EI conjunto ocupa Lrna superficie de 63 cm. 3) cm. de alto (fig. 16). Se representan tres arcos de circunferencia de aproximadade ancho por
n." 8:
de
La técnica en que se ha realizado esre graffiro,
ancho por 48 cm. de alto (fig. 17). En él se trazan dos grandes Iíneas curvas y paralelas que dibr"rjan un arco de circunferencia. Dentro de este arco,
totalmente distinta de la encontrada hasra ahora. ha sido el punteado sobre el enlucido aúrn fresco que recubre la pared de la galería (fig. 20). Las improntas dejadas parecen originadas por la punta de un palo aunque no se puede descartar la intervención de otro instrumento. EI grffito ocupa una superficie de 50 cm. de ancho por 43 cm. de aito.
El panel ocupa una superficie de 58 cm.
encontramos una línea horizontal cortada por sus extremos por otras dos verticales y paralelas; una agrupación de once líneas incisas, enmarcadas en otras dos de improntas, originadas quizá por la punta de un palo; y por último varias líneas verticales que nacen de una forma de aspecto bulboso. 44
Podemos distinguir en la parte superior del panel,
tres líneas de puntos horizontales y paralelas, de
aproximadamente 46 cm. de largo, unidas por slr extremo izquierdo, y posiblemente también por el derecho, aunqlre el deterioro que sufre la pared nos impide comprobarlo. Bajo esta figura y tras un espacio de pared Sin ¡s¡1¡6"t, se rrazan otras dos líneas de puntos horizontales y paralelas de 33 cm. de iargo cada una. A continuación, sin orden aparente, se tÍaza Lrn gran número de puntos que parecen entrecruzarse dibujando "X" irregulares.
PAIIEL
n." 9:
Este gra.ffito se encuenrra ahora situado al ai¡e
libre, ya que ha desapareciclo la cubierta de la galería en esta zona (fig.21). Por tanto ha sufrido bastante deterioro por el efecto de los agentes atmosféricos, corriendo riesgo de desprenderse el enh-rcido de Ia pared que 1o soporta. Ocupa una superficie de 36 cm. de ancho por 18 cm. de alto, representándose un motivo geométrico, fo¡mado por dos rosetones inscriros en un dobie rectángulo. Cada roserón consra de un doble círculo de 14 cm. de diámetro el mayor, y 10 cm. el menor, en cllyo interior se tfa:zan cuatro círculos de aproximadamente 4 cm. de diámetro, dispuestos en cruz. En los espacios triangulares, uno superior y otro inferior, existentes entre los dos ¡osetones, se traza un círculo de 2 cm. de diámetro. La regularidad de la figura no es absoluta ya que Ia distancia entre las formas cuadrilobuladas y los círculos qr-re las enmarcan puede variar sensiblemente y que, también, los cuarro pequeños círculos que éleneran las figuras centrales pueden fecortafse o no. Hemos de destacar la presencia cle líneas que
marcan los diámet¡os de todos los círculos, así como las improntas dejadas en el enlucido por la punta del compás utilizado en la realización del grffita. Todo indica que esre grabado consrirlrye un verdadero boceto de una composición ornamental, hasta ahor¿r la única del con junto inventariado.
GALERÍA
3
PAI{EL n" l: Esros
grffiti
se disponen en dos pianos para-
lelos, que ocupan una sr-rperficie de 55 cm. de ancho por 33 cm. de alto, pudiéndose distinguir en cada uno de ellos tres morivos diferentes (fig. 22).
En el plano superior encontramos de izqr-rierda a derecha, una forma "espigada o ramiformeo de cinco talios (A); jr-rnto a esta exisre un¿ veinre-
na de 1íneas verticales y paralelas, de distinro tamaño, sobre las que se trazan otras oblícuas (B).
Y por último, a una distancia de i9 cm., se tfaza una línea curva cortada por tres líneas verticales, de las cuales dos de ellas tienden a unirse por slr extremo superior (C).
Ya en el plano inferior, de izclr-rierda a derecha, encontramos un grupo de líneas horizontales y verticales de desigual tamaño que se cofran entre si (D): lunto a ellas existe una forma rectangr-rlar de 7 cm. de ancl-ro por 9 cm. de alto, cuyo interior mlrestra tres líneas verricales y paralelas sobre las que se traza Lrn reticulado romboidal (E). Y al igual que ocurría en el plano superior, a r,rna distancia de 10 cm. de esta írltima figura descrita, se traza un triángulo discontinuo y una línea horizontal (F).
PANEL n." 2: La técnica en qlre se ha reaiizado este graffito ha sido el punteado sol¡re el enlucido aún fresc<r
que recubre la pared de la galería, como en le panel 8 de la galería 2 (fig. 23). Las improntas ciejadas han debido ser: originadas por la punta de un palo más que por otro instrnmento que, en toclo c:aso, desconoceríamos. El graffita ocupa Lrna superficie de 74 cm. de ancho por 36 cm. de alro, y representa una forma aproximadamente elíprica cuyos diámetros mayor y menor miden 22 cm. y 1j cm. respectivamente. El espacio así definido esta ocupado por otros plrntos dispuestos en elipses
concéntricos. En torno a esta figura y unidos a ella median-
te líneas de puntos,
se
distribuyen ocho círculos:
tres de ellos situados en la parte sr-rperior e inferior, y uno a ambos lados. Estos ocho círculos se Lrnen entre si mediante otra línea de puntos, resaltando de este modo, aúrn más la forma elíptica de esta. Poseen un diámetro aproximado de 4 cm., y en el interior de cada círculo se aprecia la conrinuación de la línea de puntos que une a estos con Ia fcrrma central. Por clebajo de esta compleja figura, existe otro
círculo clue queda igualmente unido, mediante una línea de puntos cle mayor longitud. Hacia la derecha encontramos otro círculo, no pudiéndose precisar si estaba unido o no a la figura cenrral, 45
debido al deterioro que sufre
1a
pared por este
A continuación una línea horizontal
de punincisas sobre el tos se traza entre otras verticales jr-rnto a esta, dos círculos enlucido; y por último concéntricos punteados unidos entre si mediante tres líneas de puntos.
PAIIEL
graffiti qlre componen los distintos paneles, vamos a intentar proponer una interpretación del variado
extfemo.
n." 3:
Al igual
que para el anterior, la técnica en que
repertorio iconográfico ofrecido. Para ello nos basaremos, tanto en el estr-rdio en si del motivo al que nos refiramos, como en los posibles paralelos que hemos encontrado en Ia bibliografía existente. Así pues, hemos establecido Lrn esquema, elre Z continuación desarrollaremos, en el que agrupamos los distintos motivos en base a su interpretación (20):
se ha realizado este graJfito, ha sido el pr-rnteado sobre el enlucido aún fresco que recr-rbre la pared de la galería (fig. 24). Ocupa una superficie de 51 cm. de ancho por 35 cm. de alto. En si, forma una
estructura rectangular, cuyos lados superior, inferior y derecho están constituidos por una serie de reciculados y formas cuadrangulares; en cambio, el lado izquierdo lo está, por una simple línea de puntos que culmina en slr extremo superior en un círculo de 3 cm. de diámetro, quedando así el interior de esta estructura sin motivo alguno.
Bajo este círculo, se tnaza una línea oblícua de puntos dirigida hacia el exterior de la estructura, que se une a otra de dirección opuesta.
GALERÍA 4
Grffiil incisos ¡ Mo¡ivos geomÉrricos -
lineales
figuras elementales (triángulos, rectángulos) reticulados y cuadriculados círcr,rlos y composiciones de círculos
¡ Motivos epigráficos r Mocrvos figurat ivos
o seudoepigráficos
- antropomorfos - zoomorfos - vegetaies - navales Grffiti pr-rnteados -
PANEL n.'' l: Consiste en una figura rectangular de 11 cm.
lineales reticr-rlados comple j os
de alto por 11 cm. de ancho, inclinada l'racia Ia derecha, cuyo interior presenta r-rn cuadriculado irregular formado por cinco hileras horizontales de cinco casillas cada una (fig. 25). A pesar del deterioro que sufre eI grffito por su extremo de¡echo, podemos observar restos de la continuidad de otras casillas así como de ias diagonales que las cortaban. Las casillas pares de las dos primeras hileras, aparecen cortadas por diagonales hacia la izqr,rierda, en cambio la casilla tercera de la primera hilera, así como Ia primera de la segunda hilera, 1o están hacia la derecha.
Junto a esta forma rectangular, en su extremo izquierdo y con la misma inclinación, se trazan tres líneas verticales de tamaño decreciente, que tienden a unirse por arriba.
GRAFFITI INCISOS MOTIVOS GEOMÉTRICOS En este grupo distinguiremos sucesivamente,
por orden de complejidad, los trazos lineales,
las
figuras simples (como son el triángulo y el rectángulo) y los cuadriculados y rericulados, tratando al final de los círculos.
Motivos lineales Este grupo es uno de los más amplios por la abundancia de motivos y variedad de trazo que estos ofrecen. Hallamos motivos lineales simples, en zrg,-zag, o serpenteantes y figuras en forma de
.Xr. INTERPRITACIÓN Tras la descripción principalmente morfológica y en menor medida técnica de cada uno de los
46
Los motivos lineales simples son los más numerosos; aparecen en la mayoría de los paneles y corresponden a un sinfín de líneas rectas en sus más diversas modalidades, aisladas o agrupadas:
horizontales (muy escasas G2lPl), verricales (Gl/Pl, 6, G2lP2,6) y sobre todo oblícuas (casi todos los paneles), a veces paralelas (G1/P2) y otras perpendiculares (G1/P5). Encontramos varios motivos en zi¿¡-zag y serpenteantes, que se distribuyen en los distinros paneles objeto de nuestro estudio: G1/P7, I0 y G21P2,6,7; podemos observar ciertas características en estos últimos motivos. como son su dispctsición vertical (excepto los tres existentes en eI G2lP7 que son horizontales) o la diferencia de tr¿rzado (sinuoso y curvo en unos, recto y anguloso en otros). La yuxtaposición de numerosas líneas vertic¿les u oblícuas es un fenómeno frecuente en cuanro a grffiti, sobre todo tipo de soporres y en todas épocas. Han sido interpretados los conjuntos resultantes como documentos de recuentos, sistemas de cómputo o calenda¡ios (21); sin embargo, tales recuentos gráficos necesita¡ían ser legibles en
todo momento y aélrupar de forma clara Ios tazos (22), Io que no sucede en las paredes incis¿s y nos lleva pues a descarrar esta hipótesis. De hecho, las agrr-rpaciones que pueden aparecer en uno u otro panel no ofrecen un nírmero filo de líneas ni tienen un¿r morfología fija. Sugieren a veces Ia voluntad por parre del autor de rellenar un dibujo previo o incluso una superficie concreta sin iímires materializados (GI1P4); en los casos en los que podrían aparentarse a verdaderas figuras (grupo D de G3/P1, con nlrmerosos ángulos recros y una disrribución clara, G2lP7) el sentido de aqr,rella está lejos de ser evidente y nos parece más verosímil que sea debida aI azar de un dibujo auromárico, sin otra significación que de acompañar una reflexión, r-rna de M¿rdrnat al-Zahra'
espera, un discurso o Lrna conversación.
Una variante de las simples incisiones recrilíneas la ofrece el panei G1/P6, en el qlre un gran número de líneas se entrecrllz¿rn en forma de aspa o .X' de distinto tamaño. Aqr-rí también, el trazado de las mismas nos parece obedecer ante todo
al mero hecho de .rellenaro el espacio, tal
vez
como entretenimiento o como una idea decorativa particular del ar-rtor. Esta particular deco¡ación la
encontramos nlrevamente en Ia cerámica. dado que, salvo en contadas ocasiones (23), ésta consrituye "el arte popular' por excelencia, y por tanto soporte de Ia imaginación decorativa del amesano ajeno a la dirección y decoración oficial de la época. Así pues, estas Iíneas entrecruzadas las
hallamos -aunque menos compulsivas- por ejem-
plo incisas en una redoma malagueña de época emiral y en varias piezas de Madrnat Ilbrra o pintadas sobre jarritas califales de Murcia, Cuenca y
Mértola (24), frtto de la expresión popular y artística de los alfareros, a1 igr-ral que nllesrros grffiti Io son de los alarifes parricipanres en las obras de construcción de la ciudad palatina.
Figuras elementales (triángulos, rectángulos) Encontramos el triángulo con t¡azado discon-
tinuo en el panel 1 de la galería 3; otras figuras triangulares son las que adoptan bien la fo¡ma de una .V, en posición inclinada o inversa (G1/P1, 4, 8, 10, G2lP6,7), bien la forma de una .A, inclinada preferentemente hacia la derecha (G1/P11, G3/P1). El rectángr-Llo es la forma elemental más freclrente, con Lrn total de cinco motivos: cuatro de ellos divididos transversal u horizontalmente por una línea, como por ejemplo los de G1/P3,4 y 1;
y
r-rno casi cuadrado recortado por sus diagonales en G2lP2.
Estas figuras, así aisladas, son de
difícil inter-
pretación. Creemos qlre su significado debe ir relacionado con otros elementos a los que vayan
nzón para distinguir el significado de algunos rectánglilos recorrados (como los de G1/P7 o G2lP2) de los reticulados descritos a continuación, ya clue los primeros asociados. De hecho, no hay
constituyen los casos más sencillos de los seglrndos.
Otra cosa son las figuras del tipo "A" inclinada que se asemejan a marcas de canteros documentadas en todo el mundo medieval, incluido
-alrnque en menor medida- el mundo islámi-
co (25). Similar interpretación podrían tener ciertos motivos en ( y > presentes en algunos paneles (G1/P8 por ejemplo). Se trararía en cierto mod<r de la voh-rntad de identificarse por pame de algírn que otro alarife, como veremos a propósito de los signos seudo epigráficos.
Reticulados y cuadriculados Los cuadriculados irregulares, los hallamos en GllP6 y G2lP7. Son muy diferentes a los cuadriculados clue describimos a conrinuación, ya que son de trazad.o rápido, simple, totalmente asimétricos y de dimensiones pequeñas. Es de deslos paneles
+l
tacar que aparecen asociados a otros grffiti principales constituyendo figuras secundarias dentro dei
panel donde se hallan (en el
G2lPl junto al gran
arco de herradura).
Dentro del mismo grr.rpo de motivos geométricos, existen otros más complejos que represen-
tan reticulados/cuadriculados, tales como los que aparece n en el G1/P1-3 y en el G4lPl o con trama romboidal en el G3lPi. Los reticulados son figuras que también aparecen grabadas sobre rocas situadas al intemperie, mediante técnica de incisión profunda, como por
ejemplo los de Ia Comarca de las Hurdes en la provincia de Cáceres (26). En uno de ellos, concretamente en el petrogiifo del Puerto del Gamo en el término de Casar de Palomero, los reticulados aparecen asociados a arcos y flechas, puntas de lanza y otras formas geométricas. Han sido considerados como elementos relacionados con las armas, llegando a concluir que estas rocas configuraban santuarios dedicados al culto a las armas o consagradas a ceremonias de carácter militar. La cronología ofrecida para este tipo de grabados reticulares hurdanos, al>arcaría desde el Bronce Antiguo hasta la época romana (siglo I d.C.), siendo la etapa de mayor auge la correspondiente al Bronce Final y comienzos de la Edad de Hierro. En cambio, otros autores como H. de Lumle¡ M. E. Fontvielle y J. Abelanet (27), refiriéndose a este arte esquemático lineal existente en los grabados del Monte Bego, en los Alpes del Sur en
Francia, conside¡an que la cronología de estos motivos debe de estar más próxima a la época romana, e incluso afirman que ciertas figuras pudieran haber sido realizadas por pastores en tiempos romanos y medievales. Así mismo, M. C. Sevillano San José considera de época posiblemen-
te medieval
e1
petroglifo de la roca de "La
Rueda" situada en Navarredonda de la Rinconada (Salamanca), en donde aparece un reticulado asociado a varios équidos y jinetes (uno portando gran lanza), podomorfos de gran similitud a las babuchas árabes, así como escaliformes que bien pudieran representar las escalas utilizadas para el asalto a castillos (28).
Do: bipótuis interpretatiaas no exclu¡iuas
Respecto a nuestros reticulados, hemos de considerarles por supuesto totalmente alejados de
Ias interpretaciones a las que anteriormente 48
hemos hecho alusión (santuario dedicado al culto de las armas o consagrado a ceremonias de carácter militar), ya que no solo ei lugar donde aparecen grabados (es decir la red de alcantarillado) sino también la cultura en el marco de Ia que fueron concebidos rechazan de plano cr-ialquier hipótesis de este tipo. Dos vías de interpretación quedan abiertas, una remite a explicaciones arquitectónicas, la otra a explicaciones Iigadas a actividades lúdicas. R eprese
tt
t,t
ci ó
tt a rq u ) t ett in ) ;a
En un principio pensamos qlre se trataban de motivos arquitectónicos que hubieran representado torres o murallas con su aparejo bien definido, y clryo principal paralelo (entre otros) lo encontrábamos en el graffito sirio de Qasr al-Hayr alCfarbr (29). También. pero csta ver en rerrirorio peninsular, se encontraba cierta similitud con los grabados del Raco Molero en Ares del Maestre (Castellón) (30), fechados en el siglo XV, y que dibujan una serie de estructr-rras arquitectónicas
formadas por reticulados, incluso algunos de trama romboidal, que a diferencia de los aparecidos en Madrnat al-Zahra', son de trazo sinuoso e irregular. En efecto, hemos de señalar que dos de las características que diferencian a estos reticulados cordobeses de todos 1os que hemos citado, son por una parte su trazado l¡astante lineal y geométrico, y por otra la particularidad de que muchas de sus cuadrículas aparecen cortadas por diagonales a derecha o izquierda. En base, pues, a estos elementos definitorios, hemos encontrado otros paraleios en grffiti, también medievales pero de época más reciente, como el aparecido sobre un fragmento desprendido del enlucido de yeso que recubre las paredes de r-rna de las casas de Madrnat Siyása (ss.XII-XIII) (31), el existente en la muraIla nazarí de Granada (s XIV) (32¡, t por írltimo de fecha más tardía (s.XVi), el situado en el interior de una de las torres del Castillo de Petrer (33)
(fig.28lI-2). Sin embargo, este primer intento de explicación no parecía especialmente afortunado y nos pareció más coherente otro tipo de interpretación, iguaimente arquitectónica: Ia de expresiones gráficas, toscas y rápidas, de elementos de la propia Madrnat al.-Zahra', como pr-reden ser representaciones de decoración parietal o de plantas.
grffiti
El mejor arglrmento a favor de la primera posibilidad lo aporta eI graJfiro GllPT donde un cuadriculado asociado ¿ un motivo serpenteante
doce") que tiene una serie de
no puede ser interpretado más que como esquematizactón de un tablero parietal flanqueado por un ataurique (34). Otros ejemplos vienen a confirmar esta posibilidad de representación de decoración arquitectónica; concreramente, es interesante
que se representan tres cuad¡iláteros concéntricos, atravesados por una línea recta que los une en cada uno de Ios lados (ftg. 2817-8). Como apuntó B. Pavón Maidonado, estos grffiil bien pudieran ser "juegos de rayas" similares a los existentes en el castillo de peregrinos de Atlit, posiblemente realizados en momentos de ocio o como símbolos de protección, tal y como se considera al aparecido sobre un bloque de piza:r'a embutido en el muro de una vivienda de la alquería de Fragosa (Mr-rñomoral, Cáceres) (40). Esta función protectora recaería tanto sobre el objeto o lugar al clue va asociado, como sobre la persona que Io posee o hace uso del mismo; de ahí que entendamos Ia aparición de este motivo sobre un fragmento de cerámica sin
el parecido de estos reticulados con algunas de las decoraciones en verde y manganeso o cuerda seca,
de ataifores y jarritas aparecidos en Madrnat alZahra' y en otros yacimientos peninsulares de los sigios X-XI (35), así como con algr-rnos zócalos de viviendas, pintados en rojo sobre fondo blanco de
Bafrana (Pechina, Almería) y Madrnat Ilblra (Atarfe, Granada), donde se dibujan paneles de triángulos y cuadrados 13Q (fig.28/4-5-6). Soluciones decorativas parecidas están también presentes en Madrnat al-Zahrá' y más concretamente en cierros ¡avi menros (.1-). Esto último nos lleva a la segunda posibilidad
aparecidos
sobre piedras areniscas, durante la excavación de
la mezquita de Madrnat al-Zahra' (39), y en
los
bado derecho del panel G1/P1, donde el gran cuadrado dividido en cinco fajas (la axial decorada
vidriar procedente de Alcalá IaYieja 4I). ¿Será por este valor profiláctico o por su relativa simpleza de dibujo respecto a los habituales motivos de los tejidos de la época? pero Io cierto es que en todos los personajes grabados en el castillo de Oroners (Ager, Lérida : ¿s. XIII?) se presentan reticulados, esta vez 1os más sencillos,
por motivos cuadriculados recortados por diago-
sobre sus respectivas tú.nicas (42).
nales) podría comprenderse como la planta de un edificio de cinco naves paralelas con tratamiento
Pero no hay que olvidar tampoco que el mismo motivo de tres cuadrados concéntricos, cortados en el punto medio de sus cuatro lados por cuatro rectas, constituye i-rno de los temas decorativos de cenefas de zócalos pintados en la
de interpretación de carácter arquitectónico, igualmente convincente, ia de representaciones planimétricas. El principal concernido es el gra-
diferenciado del ámbito axial. Evidentemente los edificios modelos que vienen a la mente en este caso son la mezquita de Madrnat al-Zahra' misma, así como Dár al-Yund Ll otras estancias de la ciudad palatina. Representaciín de tablero.¡ de laego
La última hipótesis respecto a este tipo
grffiil
de
difícil interpretación, consiste en asignarles un carácter Iúdico. En relación a que se trate de algún tipo de juego que habría setvido de
para distraer en momentos de ocio a los alarifes encargados de c<¡nstruir estas alcantarillas, aparece en las fuentes escritas y en la iconografía medieval, concretamente en el Libro de acedrex, dado¡ e tablas de Alfonso X finalizado en 1287 (38), ¡-rn juego denominado "alqr-Lerque> cr-ryos tableros guardan cierto parecido con nlrestros cuadriculados. Para la afirmación de esta idea. nos basamos también en la enorme similitud con los tal¡leros de otra modalidad de este juego ("alquerque de
misma Madrnat al-Zahra' (43). Así, pues, éste y
los otros motivos cuadriculados
y reticulados
podrían tener, en un mismo ámbito cultural, tres significados casi intercambiables y en todo caso compatibles: arquitectónico, profiláctico y lúdico (44).
Círculos y composiciones de círculos De forma general, encontramos arcos de círculos simples en numerosas paredes (GIlPI,2,4, 5,7 ,8,9 o G21P3,4, l); pueden aparecer cruzán' dose entre si, dispuestos en ángr-rlo recto o tocándose tangencialmente, y asociados o no a otros elementos; salvo en el primer grupo, son de trazado bastante regular y en varias ocasiones ha quedado marcada la huella de la punta del compás que sirvió para dibujarles (G2lP1 , 9); las dimen49
dispares.
El primero reúne en realidad elementos muy A un primer motivo de arcos de círculos
edificado por 'Abd al-Rahmán III como -a escala mayor en la arcada axial del Salón Rico o de Dár al-Yund), un doble arco incompleto (típico al;ímez) y un gran arco de herradura aislado, uno y otro reiterativos en la arquitectr-rra de Madrnat alZahra' Por írltimo, el tercer grupo está integrado por
que conforman los lados de cuadrados concént¡icos (G1/P2), se le añaden varios arcos de círcr-rlos
un solo grabado (G21PC)). Como hemos tenido oportunidad de indicar en la parte descriptiva de
siones de sus radios oscilan entre 12 cm.
siendo Ia media general de
1l
y 17 cm.,
cm.
Diferenciamos en este apartado tres grupos principales, clasificados por orden de complejidad.
(GllP4,5, G2lP4, t,1)
y
este trabajo, la particular regularidad de su trazo y
figuras complejas constituidas de sucesivos arcos de radios distintos (G2lP1). Sabemos !lLre, en contextos prehistóricos, Ios círculos grabados han sido interpretados generalmente como símbolos astraies o de culto al sol. Está claro que solo uno de nlrestros gra/fiti se podría acoger a tales explicaciones, el conformado por cr-radrados concénrricos (rl5); es el único, por otra parte, qlre encuentra ciertos paralelos en piezas cerámicas, por ejemplo en decoraciones en oxido de hierro (círculos y ovalos concéntricos) de jarritas procedentes de Ia Rábita de Guardamar (Alicante) y del poblado medieval del Castillón (Montefrío, Granada) (46). Los demás, todos incompletos -y qlle como
de su composición y las huellas dejadas por los
más o menos regulares
tal difícilmente pueden remitir a un símbolo solar- responden más bien a un mero ejercic.io de
pasatiempo o de aprendizaje; éste se basaría en trazar sobre el enlucido aún fresco que recubre las paredes de las alcantarillas, a modo de "pizarra",
instrumentos de dibLrjo muestran suficientemente qLle se trata esta vez de un verdadero boceto, dibujo a escala de motivo decorativo arqr-ritectónico. Sin entrar en el detalle de su estudio que sera retomado por otro investigador en un marco más amplio (48), conviene resaltar el gran interés de este tipo de testimonios directos sobre la elaboración misma de los edificios de Madrnat al-Zahra'. de los que hasta ahora solo teníamos el ejemplo de trazo di¡ector de un arco trilobulado (,i9). Tam-
bién apuntaremos que si el cuadrilóbulo no
es
inusual en la decoración arquitectónica califal (10) no se trata de uno de los motivos más frecuentes. De hecho, allnque esté presenre en las techumbres pintadas de la mezquita mayor de Córdoba (11), en Madrnat al-Zahra' suele limitarse a zócalos pintados o cenefas (52), donde ofrece además lóbulos menos acentuados; en cambio esra forma se genenlizará con el arte mudéjar.
apuntes, bocetos o esquemas arquitectónicos rela-
cionados probablemente con las obras de construcción de Madrnat al-Zahra' (47). Todos acluellos, incluidos la figura compleja G2lP3 que, por la sucesión de formas cóncavas y convexas que dibuja, evoca el trazo <l,e un atauriclue, anuncian en ¡ealidad al segundo grupo.
Las figuras que constituyen éste no son otra cosa que el soporte gráfico de un discurso constructivo, la ilustración de unas explicaciones sobre este proceso de constrr-Lcción, pero nunca -salvo
en el caso muy peculiar del grabado G2lP9 sobre ei que volveremos más adelante- se trata de dibujos a escala de realizaciones arquitectónicas o decorativas concretas. Los t¡es ejempios más claros de este tipo de representaciones están situados en los paneles G1/P8, 9 y G2lP1; representan respec-
tivamente una arcada formada por tres arcos (composición califal frecuente y que se encuentra tanto en ei alminar de Ia mezcluita de Córdoba
t0
MOTIVOS EPIGRAFICOS O SEUDOEPIGRÁFICOS Algunos motivos del panel G2lP6 adoptan sin ambigiiedad Ia forma de la letra árabe ua, sin embargo, en ausencia de otras letras -y a fortiori
palabras- interpretables, esta similitud morfológica no significa neces¿riamenre que se rrate de esta letra como tal. Estaríamos tentados por nuestra parte de considerar a estas z/r-s como unos ejemplos de las habitualmente llamadas <marcas de cantero, o <marcas de identidad>; esra segunda denominación tiene la ventaja de no limirar ¿ priari su uso a una írnica clase de albañiles especializados. Signos similares son urilizados en orras zonas geográfica y por otros grupos sociales, por ejemplo como marca de ganado y por extensión como signo identificatorio de estos grupos sociales (tribr,rs, etc.); así Ios ejewel del mundo tuareg.
En este caso, estos motrvos en 1.¿? constltulfian con otfos motivos ("4" inclinadas hacia la derecha,.Vo y. y ") un Éarupo variado de estas marcas de identidad. De hecho, tanto la < y > invertida como la .V" y la "4" inclinadas aparecen en grupos de petrogiifos de las Hurdes (Cáce-
res), atribuidas a época precristian.r, pero clLre a nuestro pafecef y por la naturaleza de los grabados asociados bien podrían ser meclievales (i3); mrentras clue la " y " y la "V" están documentadas como marcas de cantero en Jirbat al-Mafiar (1.1). Por supuesto, para ser confirmada, esta hipótesis debería contrastarse con más datos, recogidos en
el mismo Madlnat al-Zahra' y en otros tipos
de
soportes materiales.
ilustraciones de "Beatos" de los siglos X-XI,
como por ejemplo las que aparecen en el Beato de Ia Seo de Urgel, qLre representan ejércitos cristianos (57).
Motivos zoomorfos Que pertenezcafi a este grupo, encontramos dos motivos situados ambos, en e1 G2lP2 (fig. 30). Como dijimos, la figura A de este panel ha sido reproducida ya Lrna vez en un estudio previo del sistema de saneamiento de Madrnat alZahra' (i8). El recurso, en este dibujo, a elementos morfológicos originales, nos obliga a plantear
la cuestión de la identificación de la especie concernida. Si es c1r-re ésta se puede efectivamente identificar. deberemos b¿rsarnos en tres indicios fundamentales: la presencia del moño o cresta, la
MOTIVOS FIGURATIVOS Motivos antropomorFos
El graffito que aparece en el panel GLIP7
,
parece corresponder a Ia pierna derecha de un per-
sonaje. Podemos distinguir en ella una serie de
líneas horizontales
soio por la similitud formal qlre muestra con las piernas de algr-rnos personajes clue aparecen en ltrs
y de motivos romboidales
encadenados que nos hacen pensar que este personaje vestía con Lrna especie de media decorada con estos motivos. La idea de que nlrestro gra./fitn real-
mente representa una pierna no es inmediata de aceptar por dos razones principales: una, anecdótica, es que el gran tamaño de 1a pierna hace imposible el dibr-rjo completo del personaje en la pared de la alcantarilla, dada la poca altura de Ia misma; otra es que Ias figuras humanas representadas en las distintas artes islámicas de la época califal difieren bastante de nuestro motivo. Por r-rn lado, no es siempre posible ver las piernas de éstas, r-rnas veces porque Ia pieza está fragmentada como es el caso de la bebedora representada en un ataifo¡ en verde y manganeso proceclente de Madrnat Ilbrra
y otras veces porqlre adoptan posturas determinadas como la mujer sentada de un ataifor de Benetússer (Valencia) (15); o porque van descalzas con largas túnicas hasta Ios pies o a Ia altura de las rodillas, como son los personajes representados en la Arqueta de Leyre, en el Bote de al-Muirra, en el Bote de Sayf al-Dawla, en Ia Botella de los Músicos o en Ia Pila de Játlva (56). Sin embargo, a pesar de las dificultades y diferencias expuestas seguimos considerando este grffito como un motivo antropomorfo allnque sea
forma del pico y la de las patas. Las proporciones de estas últimas, ya lo hemos visto, impiden toda dr-rda en cuanto a Ia pertenencia del ave al grupo de los zancudos. La presencia de la corona de plumas no puede reiacionarse más que con dos tipos de pájaros. El primero es el pavo real, pero en este caso faltaría la larga cola, tan espectacular y omnipresente en 1a decoración islámica, sea en tejidos, cerámica, frescos o esculturas (59), mientras que las patas deberían ser mucho más cortas (obviamente el pavo real no es un znncudo); el segr-rndo es la grulla, de la que sabemos que difiere de las garzas y cigiieñas por su incapacidad para mantenerse en los árboles.
Concretamente, no se trataría de la grulla europea más frecuente (Afega/arnis Grus), sino de la grulla de Numidia (o grulla damisela, Antbropoidu Virga, abundante en Europa del Este y Asia) o, más verosímilmente todavía, de la grr-rlla coronada (Ba/earica Patnnina) presente en toda
Áf.i.o.
Sin embargo, esta l-ripótesis no se puecle consider¿1r como definitiva, por tener estos animales un pico muy grueso y corto, sin ningún parecido con el del graJJit¿ estudiado. Cabe notar, además, que la representación de esta especie de ave en el arte islámico no se ha documentado todavía. En estas concliciones, la forma del pico asocia-
da a la longitud de las patas del grabado de Madlnat aI-Zahn' nos obliga a poner nuestra
5i
atención en la familia de las garzas y de las garcetas, en las que algunas especies presentan una corona de plrlmas (60); mencionaremos la garza imperial (Plrrbeodia Purpurea, extendida en Eurasia y África), la garza real (Ardea Cinerea, también abundante en ELrropa) y distintas garcetas (Egretta
Intermedia, EgretÍa A/ba). En ningún caso, sin embargo, las cabezas de estas aves soportan una verdadera corona, sino un grupo de plumas (a veces dos solamente) inclinadas hacia atras, que Ies confiere un perfil característico y distinto al dei grabado estudiado. Las garzas son, no obstante, muy frecuentes en el arte islámico medio oriental desde sus inicios. En el siglo VIII ya, frescos de Qusayr 'Amra (c.1 15) y de Qásr al-Hayr alGarbr (c.718) presentan aves de esre ripo, respectivamente en Lrna boveda del baño y en el pavimento de una escalera (61). Más tarde se siguen encontrando en los frescos de Samarra (haratn de Dalv5aq) (62).
En la misma época (o en Ia inmediatamente posterior) casi no aparecen estos elementos zoomórficos en al-Andalus: ni, evidentemente, en la decoración arquitectónica ni, sobre todo, en los artes menores a pesar de que tanto en la cerámica (principalmente verde y manganeso y Ioza dorada pero también, más tardíamente, estampiilada y esgrafiada), los rejidos, los marfiles, Ios b¡onces o los esmaltes el tema del pájaro sea particularmente lrecuente: se rccurrc entonLes a especies rariadas aunque en núrmero limitado: águila, halcón o gavilán, paioma, pato, pavo real, perdiz (63). Conramos una única excepción, sobre un plato verde y manganeso de Madlnat al-Zahra' cuya decoración representa una típica garza con slr copete y un elemento vegetal en su pico (64).
Otra posible excepción, más tardía, en caso de que la del fragmento de tejido de época ta.'ifa, Ilamado tradicionalmente "Palio de las Brujas" en el que se reconoce un friso de aves zancudas encorvadas con cabeza ornada con una cresta de plumas; pero de hecho, todo el repertorio decorativo de esta pieza remite claramente ¿rl m¡-rndo oriental (65). Por otra parte, el ave de Madlnat al-Zahra' constitlrye uno de los dos gra/fiti de este tipo hasta ahora más antiguos en al-Andalus. Le puede sef coetáneo el pavo real inciso en una baldosa de ptzarra encontrada en el patio de una casa de Vascos (Toledo) (66). Hasta el momento sólo eran sea realmente andalusí, sería
t2
conocidos algunos ejemplares de Ia cerca de D. Gonzalo de Granada, de mediados del siglo XIV, que recurrían a tales motivos aviformes y entre los que destacaba, una vez más, el pavo real (67). En la figura B, cuyas dimensiones son de 14
cm. de altura máxima y 17 cm. de anchura, hemos de considerar la ausencia de todo carácter morfológico significativamente atribuible a una especie concreta, como hubieran podido ser las patas alargadas (zancudo), el pico alargado, ganchudo o achatado (respectivamente zancudo 1 rapaz o pato), la larga cola y la corona de plumas (pavo real), etc.; esta ausencia y las proporciones generaIes del animal nos Ilevan a pensar que se puede tratar de una paloma, aunque toda especie de ave pequeña podría, quizá, corresponder con idéntrca verosimilitud aI graffito estudiado. Este motivo, por slLpuesto más elaborado, abunda en el arte oficial como ya hemos visto, tanto en Ia época califal como en los siglos siguientes.
Motivos vegetales Hay que distinguir dos conjuntos; el de
las
representaciones vegetales propiamente dichas, siempre muy esquemáticas, y el de los esbozos o reproducciones esquematizadas de morivos vegetales de ornamentación arquitectónica tal como se
enclrentra esculpida en los edificios dei mismo Madrnat aI-Zahra'. Al primero deben pertenecer, a pesar de su extrema sencillez, las ramitas que sosriene el ave zancunda en el pico (así como a las existentes a nivel del suelo, junto a las patas del animal, consistentes en simples trazos paralelos y oblícuos). El mostrar un elemento en Ia boca de un animal es un recurso decorativo muy frecuente en el repertorio icono¡¡ráfico cerámico en verde y manganeso de esta época. Hallamos cuadrúpedos (gacelas, liebres, cervatillos...) y aves (zancudos, pavos reales, palomas...) (68) que portan en sus bocas motivos vegetales algo más complicados que nllestro motivo. Estos suelen ser ramas de trazado curvilineo, que a veces se bifurcan y rematan con pequeñas flores tripétalas o palmetas (fig. 3216); en otras ocasiones las ondas que presenran los elementos cogidos por los picos de los pájaros evocan más bien un animal (reptil o gusano). También pertenecerían al primer ¡¡rupo algu-
nos elementos de los paneles
GIIP2 y G3lP7
cuyos aspectos <ramiformes o espigados> son los que nos conducen a considerarles así, y en los que podemos ver Ia sencillez y esquematismo de su
razado (una línea vertical ligeramente inclinada hacia un lado, que culmina en una corona de cinco pequeños trazos). Motivos muy similares se han hallado en Vascos (Toledo), incisos en baldosas de pizarra, agrupados paralelamente u organizados en motivo cruciforme asociado a estrelias de cinco y siete puntas (69). Igualmente esquemáticas, son ciertas decoraciones vegetales (palmetas,
tailos, etc.) en manganeso sobre fondo melado o amarillo, que portan algunas cerámicas de esta época (70) (fig. 3214-1). En GllP2 la integración de dos de estos motivos en un cuadrado cerrado hacia arriba por tres líneas paralelas deja entrever una voluntad de composición de estos distintos elementos para evocar quizá un espacio ajardinado.
Como representante principal del segundo grupo, renemos eI grffito del panel G21PI. TaI y como 1o describimos en el apartado anterior, se trata de dos líneas dobles dispuestas en sentido vertical que se cruzan entre si, dando lugar a dos formas almendradas de distinto tamaño. A pesar de lo deteriorado que está eI grffita, pueden verse en el interior del motivo almendrado superior unos trazos curvos que bien pudieran representar motivos vegetales. Proponemos, a pesar de la sencillez del motivo, cierta similitud con el esquema de trazado de motivos vegetales en ataurique, frecLrente en Madinat aL-Zalta', entre otros el situado en uno de los paneles parietales del Salón de 'Abd al-Rahmán III, que representa la parte superior de un .árbol de la vida" o el de la decoración de un tablero de mármol procedente de la sala caliente del baño anejc> a este mismo salón (7 1), y el existante en la Portada de San Esteban de la Mezquita de Córdoba (12) (fi1. 3212).
Difícilmente puede el motivo en espiral de relacionarse con grabados rupestres de morfología similar, documentados hasta ahora sobre todo en el Norte de la Península (73); su carácter vegetal está claramente marcado por ei
GllPl
tratamiento ramificado de su extremidad superior. La asociación con la faja vertical comparrimentada -y qtizá el arco de círculo escasamente esbozado a su izquierda- nos conforta en nuestra opinión de que se trata de una visión muy esquematizada de un ataurique parietal como se pueden encontrar
c1e ejemplos en la misma Madrnat alZahra' (1 4) o en la mezquita mayor de Córdoba (frg.3213).
decenas
Motivos navales
Primero son las figuras G y K1 del panel G2lP1, 1as que ofrecen cierta similitud con las velas y cascos de algunos grffiti de barcos aparecidos en el Castillo de Denia (75), bien es cierto que de época más reciente. Pero es el Gl/Pl1, el que nos muestra la figura más completa que poseemos de una posible embarcación: tres líneas ligeramenre curvas unidas lor un cxtremo consriruirían el casco de la embarcación; en este extremo se trazan otras líneas qr.re bien pudieran representar una vela enganchada al botalón, y del centro del casco se levantaría un mástil con vela latina. Según esta descripción nos hallamos ante la representación de una embarcación de poco tonelaje y de aspecto ligero, relacionada posiblemente con la navegación fluvial o marítima de cabotaje, y por tanto con actividades pesqueras o con el transporte de personas y mercancías poco pesadas. Creemos que esta embarcación está emparentada con la familia de la tartana, que posee dos velas
latinas, y con el jabeque, provisto de un casco corto iigeramente pronunciado por Ia existencia del botalón, elemento muy común en los barcos mediterráneos, y de tres velas latinas. Son escasas las fuentes escritas que nos hablan de las actividades pesqueras y de las embarcaciones utilizadas para estas faenas; en cambio son más abundantes las que narran acciones bélicas que nos informan de las embarcaciones de guerra participantes en estos hechos, de características muy diferentes a las qlre nos muestra la embarcación de nuestro grffito, como por ejemplo el patache (fani),la gurapa @urab), Ia carraca (barra4a), o la galera (íatana). Algunas de estas fuentes escritas nos hablan de ia existencia de otras embarca-
ciones más sencillas qlre acompañaban a estas grandes naves en las expediciones militares que realizal¡an o que se usaban para asistir a aquellos barcos mercantes de gran tonelaje, que debido a su gran calado no podían attacar en los puertos: nos referimos al cárabo (qa7ib) o simplemente a barcas (zauta.riq). También es posible,
por tanto,
qne nuestro graffito represente alguna de
estas
pequeñas embarcaciones, que navegaban por las
5)
costas mediterráneas e incluso por algunos de nuestros ríos, como por ejemplo por el Guadalquivir, dado que sabemos que se usaban además de almadías para cÍLtzar de una orilla a otra el río, pequeñas embarcaciones que realizaban en el siglo XI servicios regulares de transporte entre Córdoba y Sevilla (76). Más interesante todavía es el segundo grabado
ausencia de remos que le diferencian totalmente de navios como las galeras por ejemplo. Anunci¿ las formas de la cog cataiana más tardía. Sin embargo, como ya señalaron varios autores, no es posible asegurar el término árabe atribuido en su tiempo a este tipo de barco (8 1). En cuanro a sus
naval (G1/P12: fig. 12). Su interpreración como barco se hubiera quedado muy hipotética si no hubiéramos dispuesto de un documento de comparación excepcional. Se trata cle un ataifor en verde y manganeso, decorado de dos barcos de tamaños desiguales; procede de Mallorca pero fue utilizado en Ia decoración arcluitectónica de Ia igiesia de San Piero a Grado de Siena (Italia) como muchos de estos bacini (Jf ) (fig. 33). El barco sr-rperior, de mayor tamaño, es idéntico al de nuestro grffito: están las formas triangulares (las dos velas latinas delanteras), la líneas verricales y las onduladas (los mástiles y las cuerdas que aparecen en Madrnat al-Zahrá'delante de las velas-), la 1ínea horizontal con triángulos pLrntas abalo (la vela, enrollacla, del palo de misena), así como la forma rectangular soportando este mastil (el casrillete de popa). En eI graJfito de Madrnat aI-Zahra', por írltimo, el casco (D) está solo esbozado; sin embargo este grabado ofrece un¿r información
medido desde Ia quilla hasta la borda (82). Otro aspecto que podría resultar anecdótico, pero qlre es fundamental para Ia validez de nuestro estudio de Ios grffitl de Madrnat al-Zahñ', es que la concordancia total entre este grabado y un elemento especifico del repertorio decorativo de la cerámica contemporánea deja auÉllrrar Lrna genera-
dimensiones, se han propuesto unos 25 m. de eslora total, 6 m. de manga y 4,1 m. de puntal,
Iización de esta concordancia a otros ripos de motivos, y confirma indirectamente la validez de los paralelos que establecimos más arriba con ornamentación de cerámica, a propósito de motivos cuadriculados o zoomorfos por ejemplo. Por último, hay que resaltar que si ios graJfiti de ba¡cos son numerosos en monumentos de ciu-
dades costeras, esta proximidad al mar no es ni
mucho menos una condición imprescindible ya que grabados de este tipo han sido encontrados también en lugares muy conrinentales. En este aspecto plres su presencia en Madlnat al-Zahra' no debe sorprender.
nte del dibujo de I ataifor mallorqr-rín: el timón, claramente dibujado como un largo remo lateral. Es curioso notar qlre otra pieza de Siena, sin lr-rgar a dudas contemporánea, presenta el
La natu.raleza de este tipo de grffiti nos pare-
mismo barco pero con Ia vela trasera -triangular-
ce muy distinta de la de los grabados incisos, aun-
desplegada (78).
que sea sólo por el tiempo invertido en su realización: es mucho más rapido incisar una linea que
ause
G. Rosselló-Bordoy había mostrado ya, gracias a estos ataifores, que la aparición de este tipo de barco era bastante anterior a las fechas ayanzadas a partir de los estudios históricos especializados qr-re no aseguraban Ia existencia de aquél hasra
XII y XIII (79), por ejemplo en las miniaturas de los AnnaliJannuensi k. 1754-1213) los siglos
y en
Lrnos mosáicos de San Marco de Venecia (s.
XIII) (80). EI grffito
de Madrnat al-Zahra' ade-
Ianta su aparición un siglo más, 1o que constituye un dato esencial para la historia de la navegación, seguramente ligada al desarrollo dado por 'Abd al-Rahmán III a su flota para competir con la fari-
mr de lfrrq1y.r.
EI barco aquí representado parece destinado a la carga y el transporte, no a la guerra, dada la ,)4
GRAFFITI PUNTEADOS
imprimir una hilera de puntos. Por lo tanto el autor dispone de r-rn tiempo mayor para la elaboración progresiva de su obra.
No hemos podido constarar a través de la bibliografía consultada Ia existencia de otros graffiti realizados mediante esra misma técnica (impresión sobre una superficie blanda de líneas de puntos); solo podemos señalar Lrn morivo inédito existente en el aljibe de Ia fortaleza de Tíjola la Vieja (Tíjola, Almería) (fig. )4). Este yacimiento -Táiula/Tíjola aparece mencionado como hi.¡n ya en el siglo X, y así lo cor¡obora el temprano material cerámico existente en superficie. El refendo grffito se encuentra trazado en el hormigón hidráulico de la cara interna de la pared oeste del
aljibe y sobre él se superponen parcialmente graffiti crtstianos picados que representan motivos cruciformes (fl3).
Motivos lineales Líneas de puntos impresos en el enlucido recién extendido se encuent¡an asociadas a grllpos de grffiti incisos en los paneles G2lP2 y G2lP5. EI tamaño de la punta utilizada parece menor que el de la que sirvió para los grabados que veremos a continuación. Po¡ lo demás, estas líneas no ofrecen más interés que demostrar la posible coexistencia en un mismo panel de distintas técnicas de dibujo.
Reticulados complejos Mucho más interesantes son Ios tres
paneles
de mo¡ivos retit ula.los.
El primero (G2lP8) nos llama la atención
El tercer conjunto, el del panel G3lP2, responde a una forma muy distinta de estructurar el espacio, con una simetría radial y la asociación de elipses concéntricos y de círculos radiantes a parti¡ de Ia figura central. No podemos en presencia de tales formas invocar a modelos arqu.itectónicos
y
rampoco recuerdan estos motivos a tipos de
ornamentación contemporánea conocida. La zonificación tripartita (interior del elipse central/anillo comprendido entre las dos elipses/espacio exterior), la presencia de los trazos que r-rnen elipse central y círculos periféricos, y la posición de cad¿r círculo respecto a aquellos tres espacios concéntricos, nos hacen pensar más bien en la representación gúfica de conceptos esta vez muy distintos; pneden remitir éstos tanto a la organtzación social
(jerarquización de grupos, de individuos y lazos entre ellos) e incluso política, como a nociones cosmogónicas (aunqr-re aparentemente se deben exclui¡ representaciones planetarias o astroiógi-
sobre todo por marcar la oposición entre dos espacios uno, superior, estrecho, organizado en tres
cas).
líneas alargadas, y un otro, inferior, amplio y verdaderamente relleno de líneas de puntos entrecrlrzadas. Sin embargo poco más podemos decir de este grabado que no sea subrayar el carácter obsesional de su concepción. El panel GllP3, formado por un espacio cen-
responder a un grado de conceptualización muy superior a los incisos. Si su significado se nos escapa todavía en parte, es porque parecen haber respondido mucho más a la inspiración personal, alejada de los estereotipos habituales.
tral rectangular ¡odeado por todos sus lados por cuadriculados, excepto por uno de ellos clue se cierra mediante una línea vertical clue culmina en un pequeño círculo, ofrece más pistas de interpretación. Su similitud con grabados rupestres de la península Arábiga, que han sido interpretados como mapas de parcelarios o de redes hidráulicas, o planos catastrales (aunque estos írltimos no son punteados) (84), impone tener esta posibilidad de interpretación en cuenta. Acluí concretamente, la presencia de un gran espacio vacio rodeado de formas cuadrangulares de varios tamaños evoca más
En suma, Ios grffiti punteados nos parecen
CONCLUSIONES Podrán parecer Lrn poco secas nuestras observaciones a propósito de los distintos tipos de graffiti descvbiertos en Madrnat al-Zahra' . Esta parquedad se debe a nLrestra voluntad de iimitarnos a una aproximación lo más cercana posible a los datos materiales, rehuyendo así las interpretaciones simbóiicas o psicológicas tan frecuentes en Ios análisis de esta forma peculiar de la expresión gráftca. Si referirse a Ia carga simbólica de las figuras
bien la planta de un complejo arquitectónico.
y motivos rlrpesrres pre y proto históricos
Una vez más, no se trataría de buscar su modelo exacto en la misma Madrnat aI-Zahra' (grandes patios, etc.), donde la arquitectura conocida hasta ahora que es ante todo aúlica- nos ha acostlrmbrado a trazados más regulares. Habría que pensar en un dibujo espontáneo clrya inspiración gira alrededor de Ia trama rirbana y cuyo grado cle complejidad era flrnción del entretenimiento de
imprescindible (por la escasez de otras referencias fiables), no parece serlo tanto para las épocas históricas, por lo menos en Lrn contexto como el de las alcanta¡illas y galerías de desagiie de Madlnat
su autof.
es
al-Zahra', ajeno sin Iugar a duda a cualquier manifestación religiosa, incluso las más marginaIes (8)). Qr-rerer encontrar, rras los garabatos que estudiamos, grandes arquetipos culturales y simbólicos, equivaldría a caer en tópicos (el círculo,
5t
por eiemplo, es símbolo soiar en todas las culturas) y suponer en los alarifes motivaciones en realidad muy alejadas de las reales, ya que no resulta nada claro que toda persona que dibuja un círculo sea consciente de este
significado solar.
En igu.rlmcnrc nega( ivas consccuencias desembocaría el intento de someter estos grabados
a la criba de los modernos <tests> de interpretación esencialmente basados en la ciencia psicanalítica : sería muy dudoso que aquellos elaborados en el contexto occidental del siglo XX sean trasladables tal cual mil años antes a otros ámbitos cultu-
Ni -para quedarnos en tópicos- Ios dibu;os en espiral muestran repliegue sobre si rales (86).
mismos, ni las líneas recortadas acciones frustradas, ni el triángulo fantasmas femeninos. Mny al contrario, Ios grffiti de Madrnat alZahra' son el resultado de gestos de acompañamiento del crabajo consrrurrivo.
- El alarife marca
slr presencia con simples signos
de identidad aparentados a las "marcas de cantefo>,
- también
ocLrpa tiempos mLlertos de su tarea recreándose a veces en el dibujo de realidades por 1o inmediato ajenas a aquella (barcos o pájaros
fantásticos);
-
pero en la mayoría de estos momentos de inac-
ción deja vagar su mente y se deja ir en 1o que nosotros llamaríamos dibujo automático, relienos de figuras preestablecidas o acumulación de trazos más o menos organizados;
ante todo, el alarife explica a sus compañeros (o explica con ellos) a propósito de la construcción misma del conjunto arquitectónico. No son verdaderos esbozos (que deberían tener las proporciones de la versión definitiva y toda la información se
estrictamente necesaria a su realización), no son tampoco esqLremas (en los que deben existir un nírmero mínimo de reglas de representación, de codificación de la información, para hacerles intelegible), son garabatos suficientes para enrenderse en el curso de la discusión; la economía de trazo
es
Ia regla, y unas escasas líneas pueden sugerir un aparejo de sillares, una triple arcada, un arco y slr albanega con ataurique, la planta de un edificio de cinco naves, el dibujo de una solera o la idea de
jardín...; - solo en una ocasión el dibujo arquitectónico pasa del garabato ilustrativo a una verdadera r-rn
56
prueba, boceto previo a Ia realización de una obra definitiva, sea ejecutada ésta en las inmediaciones de Ia gaiería o sea un boceto solo destinado a mostrar la maestría del artesano.
Aunque las lagunas no se pueden considerar nunca como significativas, tenemos que interrogarnos sobre el porqué de la ausencia de ciertos tipos de grffiti frecuentes en época actual o en la Antigiiedad clásica (motivos de temática sexual), en otros ámbitos culturales de la Edad Media (símbolos religiosos) o en todas épocas (formas epigráficas). En cuanto a los primeros, el ámbito
cultural islámico (y qvizá cristiano) basta para explicar esta laguna, dado c1ue, en el estaclo actual
de la investigación sobre graffitl medievales, el fenómeno parece general. Más sorprendente es la seglrnda; en efecto, si el Islam no se presra tanro como el Cristianismo a representaciones gráficas esquematizadas (para el último crismones, cruces, símbolos marianos, alfa y omega, etc.) no deja de ser cierto que algunos símbolos -profilácticos por 1o general- le han sido asociados : estrellas de seis
puntas, (manos de Fátima", cuadrados "mágicos>, etc.. Quizá estas manifestaciones, además poco orrodoxas, se generalizaron más tardíamente Por último, en cuanto a la ausencia de epigrafía
.
en Madlnat aL-Zahra' (no compensada por las marcas de identidad que son de otra índole), no se puede inferir de ésta la no alfabetización de los albañiles consrructores de la ciudad palaciega, ni su procedencia extranjera a partir de la presencia de signos peculiares aparentados aIa y , o a la
,,Dr.
"
Quizá sean los grabados "arquitectónicos" (entendiendo la palabra, como hemos visro, en si-r más amplio sentido) la aportación más original y más importante del conjunto aquí estudiado, pues dan fé de las condiciones de consrrucción de Madrnar al-Zahra', dan a enrender que existía una
comprensión global de las obras por parte del conjunto de artesanos y peones que parricipaban en ellas, así como del inrerés puesto en sus disrintos aspectos; lo que no ofrecen en cambio, es información nueva sobre las características arqui-
tectónicas propiamente dicha. Por írltimo, adquieren especial importancia los grabados reticulados cuya presencia insistenre nos recuerda hasta que punto pr.reden interpenetrarse registros a priori sin relación: representación arquitectónica,
ejercicio intelectual lúdico y plasmación simbólica profiláctica.
Por otra parte, dentro del grupo de los grffit) figurativos no arquitectónicos, dos destacan particularmente. Uno, por su fantasía creadora y las posibles referencias orientales que sugiere, es el gran ave zancuda, allnque su ausencia de naturalismo disminlrye un poco el interés de su estudio. EI otro, en cambio es de fundamental importancia para Ia historia de la navegación: nos demuesrra que estas naves probablemente comerciales, con tres velas latinas y castillete de popa, existían ya cracterizadas a mediados del siglo X (manreniendose el tipo hasta el siglo XIII). El grabado de Madrnat al-Zahn' es ahora la representación más antigua de este tipo de barco.
Por írltimo desde un punto de vista merodológico, hay que resaltar el estrecho paralelismo formal entre el repertorio global de los graJfiti aquí estudiados y él de Ia cerámica conremporánea a los mismos, cual sea la técnica que presidió la fabricación de ésta. Este paralelismo, que queda
por explicar, obliga a plantearse con enfoque nuevo el problema de ias relaciones entre manifestaciones artísticas "oficiales" y producciones cerámicas banalizadas. Con todo, esperamos haber contribuido a partir de este modesto testimonio a descifrar la lerra pequeña de la histo¡ia de Madrnat al-Zahn'.
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27. 22.
NOTAS 1. Hay que congratularse de que el reciente coloqllio de Lérida (1 Congrís Internaciona/ de Gratats Rilp€strei i lIuak. Lhid¿ 1992 en prensa-) haya concedido mucho espacio a
rectángulos o reunidas por largas líneas horizonrales: Bernat Roca, Gonzál,ez Gozalo y Se¡ra Barceló 1982, lám. V;
ias comut.licaciones sobre grabados parietales medievales y
23.
en Mallorca donde, gracias a v¡rrios investigardores (M. Bernet i Roca, E. Gónzalez Gozalo y J. Serra i Barceló),
2/+. Iñiguez y Mayorga 1991, p. 127 lám. 5(12);
10!); eran conocidos
OcañaJiménez 1981.
Azuar 19f39. C. Barceló (1989), en contra de los dcmás datos arqueológicos y con crirerios puramenre paleográficos, fecha estos gra¡fiti de la Rábita de Guardamar como almohades.
Ríu 1981, pp./+4i-444 y fig. 1; otros graffit), epigáficos, fucron grabados en el gran aljibe (¿s. X i,).dc Marmuyas; se han considerado de flnales de l¿ Edad Meilia lRíu 198i-86, p. 347 y figs. 2-3). J. A. Souto (1986), quien prefiere con razón llamar ¿ esras marcas.de rdentidad", señala una bibliogrtrfía previa (Baramki 19j6, Crcswell 1969, Grabar, Holod, Knustad y Trousdale 1978) y propone una problemátic¿r de su estudio coordinado, estudio que en toclo caso queda por hacer. Algunas ma¡cas de Jirbat al-Maf$ar esrán reproducidas por B. Pavón Maldon¿rdo (1980, 1lg. J), aunque para este conjunto sea imprescindible tener en cucnta el artículo de J. A. Souto
8 9 LO
LI
12. 11.
(
989). Abu l-Ftrra! al-'U5 1964. C)¡ra cosa son \os graffiri epigráficos omeyas de Mcdio C)riente a propósito de los que se puede consultar por elemplo J. Sourdel-Thomine (1964). Soler y Zozaya 1992, frg. 31, p. 214.
Sobre el problema de la fecha exacta de la tundación de Madinat il-Zahra': Labarta y Barceló 1987, p. 96. Pavón Ma.ldonado 1966, p. 8. Para más facilidad, y en ausencitr de otro tipo de numeración, hemos numerado y ordenado las galeríars cn base al des.
20.
ría.
respecto a
Gómez-
Souto 19U6, pp.463-466 y fig. 2; Souto 1989.
26
Sevillano SanJosé 1991, fig. 23 p. 59, fig. 35 p. [32, etc.. De Lumley, Fontvielle y Abelanet 1976.
27.
29.
Sevillano SanJosé 1991, pp. 58-60 y fig. 23. Soler y Zozaya 1992, frg. 11, p. 21 1.
30
Viñas y Sarria 1!81.
31.
Navarro Palazón 1990. Agradecemos a cstc autor la docu mentación clue nos ha facilitado sobrc los graft'iti, rodavía
28.
inéditos, aparecidos en este yacimiento.
32. 1i. )4
Btrrrera cn prensa. Poveda Navarro y Navarro Poveda
1
Para más detalle sobre este írltimo,
991, fig.
,f
II
3.
inQ", los motivos
vegetales.
3t.
Pavón Maldonado 1972,lám. 6 p. 206; Navarro Palazón 1986, fig. )28, Bazzant t¡ al,, 198i, frg. J7; Kirchner r
Granell 1986, Lám. 1
(27 );
Izquierdo Benito I 979, flg. 5o
(2).
)6.
Castillo y Martínez 1990, fig. 3 y p. 119; Castillo, Martínez y Acién 1987, lám. 2.1 y p. 548; Gómez-Moreno
17.
Ver por e;emplo M. Gómez-Moreno (1951), fig. 206 p.
j8.
Janer 187.i.
1986, lám.
VII.
256).
1L).
P¿rvón M¿rldonado 1980,
40.
Sevillano SanJosé 1991,
lig. 3, p. 190. fig. 13.
+t.
P¿rvón Maldonado 1980,
fig.
42.
Bertrán
3.
i Roigé y Fité i Llevot 1984-8), por ejemplo figs.
10b, i2 y sobre todo 1.1. 41. To¡res Balbás I911,ftg.260 p.461. /+4. En todo caso. los rericulados incisos en los enlucidos Ias galerías de Madinat
cie
¡l-Zahra' no pueden ser más que
las representaciones de estos tableros: su situación sobre paredes verticales no es comparible con
el uso de fichas;
no puden ser, plres, funcionales.
15. El
aspecto clue ofrece esta figura nos recue¡dan a las formas laberínticas tan l¡ecuentes cn Galicia, fechadas dent¡o de la Edad del Cobre y del Bronce, o tambrén al labe-
Hojas n." 10-11 del plarno general de la red. Hoja n." 4 del plano general de la red.
Hoja n." 6 del plano general de Ia red. Hoja n." I del plano general de la red. Otro es él del paneL 7 de la misma galería. Uno de ellos es el úrnico graffito de los estudiados aquí clue ha sido reproducido ya, aunqlre no cstucliado (V.V.A.A. I991, p. 16). A continuación los 25 paneles estudiados aparecerán numerados en función de su posición dentro de cada galería; ejemplo: G1lP2 = segundo panel de la primera gale-
2!fl)
fis.33t.
mayor o menor nÍrmero de grabados clue ofrecen sus pare-
14. 15. 16. fl . 18. 19.
propone M. Barceló (1993: p.
2i.
1
Ver por cjcmplo: Jung 1990, Anttt I912, Clarke 1975. Otro conjunto sería él de los grabados realizados sob¡e las paredes dc los monumentos de la ciudad, clue debería ser objeto de un próximo estudio.
1o
Moreno 1!86; Torres 1987 figs. l.i, 1> y 16; Puch, Mar, tín y Ncgrete 198ó, p. 118 fig. 1; Navarro Palazón 1986,
p.
R. Velázquez Bosco (1912, pp. 90 y 91): par.a el terccro, ver R. Castelón (1926) y B. Par'ón Maldonado (1980, fig. 3). desde los trabajos de
Tal como
la cerámica "verde y manganeso).
los resultados han alcanzado el mayor grado de calidad.
7
fig. II2.
Poveda Navarro, Navarro Povecla 1991,
modernos. La investigación sobre gra¡fiti medievales no se des¿rrolla de igual forma en toda ia Península. Quizá sea
2. Para los dos primeros ve¡: S. López Cuervo (1983,
6.
Por elempLo Bazzanaet al. 7984, pp. 35 y 41. Como ocurre en grffiti medievales cristianos mírs rardíos donde las rayas verticales esrán ordenaclas en el interior de
rinto de una estcla funeraria medieval cántabra: Peña y Yázcluez Varela 1979; Lamaifa Díaz I98l , Lám.
Santos 2.
46.
Azuar Ruiz 19U9, p. 65 fig. ) y p. 76 fig. 1t; Motos Guirao 1991, p. )U fig. 22(40). 1+1. Bernat i Roca y Serra i Barceló (1989) publican dibulos parecidos ligados a ia const¡ucción de la catedral de Palma de Mallorca.
48.
Antonio Vallejo, director del conjunto de Madrnat alZahra'.
6I
19
YeLázquez Bosco 1912,
13. Por cjcmplo en Galicia
pp. 9t); Lcipez Cuervo L!l33, p.
109; etc.
i0. i 1. i2. tl.
Pavón Malclonado 1975,
pp. 102-107.
Torres Baibás 197-i, fig.
3i0 p. i'16.
14.
Rico.
fig. 56, p. U3. Por ejcmplo en "EI Canchón, (Vegas de Coria) y en
Par'ón Malclonado 1966,
15. Btzztnt ¡ a/.
1984, por ejenplo tig. 16, p. 26 ó 1lg. 26, p. 3.i. En cambio y logic:rmentc, no hay similitucles con
:i1
(Huret¡c): Sevillano San José 1991, iig. "Pcña Rayá" p. 139 v fig. 16 p. 50, ¿rsí como las t¿blas recapitulativas p. 179 (donde la " 1 " invcrtida estír cl¿sific¡rda como "idcr üform¡r").
1/t 55. 56
tl i8 tL)
Souto Lasala 1989, fig. 7 y
fig.
16.
1t).
Gómez-Moreno 1986, lám. XiI núm. 98; Escribá y Barccló 1990, p. 7.) núm. i3. Al Andalr: 1992, pp lL)2 a 20) nírms. 3 a 6; p. 23-) núm. 26 y pp. 261 a26) núm.49. Millán Crespo 1981 , hg. 21. V V. A.A. 1991, p. 1ó. Esculpido sobre el bote de marfil cle Pamplona (100)): Torres Balb¿is i973, fig. 514 p.7i1; sobre tejido de principios del siglo
17
azuie jo de loz¿ dor¿rda (s. XV): Martínez Caviró 1982, tig. 38, p. 7tl; s¡¡. Sc excluye el tipo Ibrs, a pes:rr de Io encorv¿rdo de su ¡ico, 1a poca
todo: J. Pastor Quijada, nC)bservaciones sobrc la arquirectura naval,, pp. 21 28 y G. Rossclló-Bordoy, "Termirro-
longitucl de sus patas, y las cigtieñas por no
78. 79
tener coron¿ de plumas.
61.
Para Qusayr 'Amra ver por cjemplo: Almagro, Caballero, Zozaya y Almagro 1975, 1ám. XXXIX p. 1tt7, XLII p.
190; Ettinghausen 1977, ¡p. 3/t-35. Para Qásr al-Hayr al-G¿rbr: Schlumberger lc)46-48, trsí como Schlumberger
62. 63
80.
1986, l¿im. 15 y p. f i. Herzfelcl l)27, p. 59 fig. 44 v l¿íms XXIII, XXVI, XXXIII. LVI. No vicnc al caso recoger aquí la evolución cle estos motj-
8l.
vos zoomórficos a Io largo de ocl.ro si¡¡los de producciones
82.
¡rrtes¿rnales andalusíes cle tipos variados.
64.
Yelázqtez Bosco 1912, lám. LIV
65.
Partcarroyo 1992, p.211. La existencia mism¿r de la cresta de plumas hace clucl¿rr de la identificación como ibis de
IXLVIII.
6L).
7U.
11. 12. 62
ll-l'.
85.
.
Eri¿s" (Pinofrarnqueado, Cáceres): Sevill¿rno San José "Las 1991 fig. 32, pp. 77-80. Por otr¿r parte, mucho tiene que progrcsar la arqueología en el conocimiento dc las prácticas rituales y mágicas asociacl:rs -incluso cn el
ámbito islárnico-
¿ l¿rs funclaciones de
ecliflcios y asentamientos. En muv pocas ocasiones se han sabiclo interprctar hallazgos de piezas prehistóricas reaprovcchadas ex proteso, iimulctos o joyas depositaclas en las cimenracioncs cle los ediflcios, y nada se s¿rbc cle las
qrt.
Gómez-Morcno 1986, l/rm. XII nítm. 1001 Pavón Maldonado L972 y Al-Aadalns l9L)),p.263,ním.29. Izcluierdo Benito L!9i, p. 52 y fig. 62 (2) y 6i é). V,rl.le' Fr rn¿nJr z 19s8. Ewer¡ 1987, fig.63;Vallejo 1987,lám. XIII. Torres Balbás 1941 , lám. ll y fig. p. I 3 i
gía naval segúrn las fuentes his¡ciric¿rs v lexicogrhtlcas", en Berti, Pastor Quijada y Rosselló Borcloy 199i). J. Pastor Quijada en Berti, Pastor Quijada y RossellóBordoy 199-i (p. 25).
Cressicr 19136, ;r¡tículo en el quc solo se presentirron los graffiti crrstrtnos. li/t. Jung 1990, fig. B, pp '17-'iS Algunos ejemplos similares se encuentran en la península Ibérica; por ejemplo cn
Izquierdo Beni¡o I994, pp. l5-16, fig. 7 y lám. XVII. Gómez-Moreno 11392, pp. 192 191. Hoy han desaparccido cn gran parte. Los Kr.tJfili snbsistentes han sido estu diados por uno de nosotros: Barrera en prcnsa. Los páj.rrus (palomas o similares) son más frecuentes en graJJ)ti cris ti¡rnos cle la Península; vcr por ejemplo los dc 1a Tor¡c del Vcrdú (Urgell) ¿ss. XII a XIX? (Casanovas, Ferran y Roi¡¡ 19U1, lám. IV, pp. 360-370), los del Castillo de Petrer (Alcante) ¿posteriores al siglo XIII:' (Povccla Navarro y
N¡rrrro Porsd¿ l'r"1.lis.
68.
logía naval segÍrn las fuentes histrlrit¡s l lexieoqrátrcas>, pp. 2)-.7t). Berrt lL)92, fig. 5 p. 1'17. llosselló-Bordoy 1r)92, p.21,3. Sin cmbargo, el ataifor de Siena, que presenta un b¿rrco con su vela trasera dcsplcgacl¿, y¿ había sido iechado en Los inicios clcl siglo XI: Berti 1990, p. 99 y fig. 13. Ver la contribución dc J. Parstor Quilada en Berti, Pastor Qui jacla y Rossclló-Borduv l90l. pp. 2l-26 y figs. 6-8. Pryor y Bcllabarrba 1990 ; Rosselló-Borcloy (nTerminolo
8.1.
estil a\¡e.
66. 67.
Rosselló-Borcloy I 993). Esra pieza, hoy conservada en el museo dc ccrámica de Pisa, se consideró procedentc de Ilriqlya (Bazznntt et a/. I 98,1, p ,1i) hast¿r que Lrnos análisis de pasta confirmaton
su origen nallorqrLín (Rosscllcj-Bordoy 1992, p. 2i8, ¿rrtículo en el cluc se encon¡r¿rrá una biblografTa completa sol¡re este ataifbr). Posteriorncnt(, cstf, liezr l o¡r¿r clc mism¿r temática han sido estudiaclas exh¿rustivamente: Berti, Pastor Quijacla y Rosscllír-Bordoy 199.1 (sobrc
XI, el fragmento dc almaizar dei Instituto
89i sobre
por
el lote de gra[[it) rnvcnttriado cn Mallorca, todos mucho más tardíos (Conzález Gozalo y Pasto¡ Qui jada 199'1). Sobrc cstos distintos tipos de cnbarcaciones, r'er: Lirol¡r 199i, pp 302-)14 y 268-270. Para épocas más t¿rrdías, son intcrcsantes las obsen'aciones clc Ch. Duf-ourq (197.3, pp. l5-47), de A. B¿rzzana tt t/, (1981. pp. 53-79), así como J. Vernet (1992) y las obsen,aciones de J. Pastor Quijada y G. Rosselló-Borcloy (en Berti, P¿stor Quijacla,
de V¿lenci¿r dc Don Juan: Torrcs Balbás 197.1, lám.color entre pp. 784 y 785; sobre cerámic¿ estampillacla almohade (ss. XII-XIII): Navarro Palazón 1986, núm. 183, p.
60.
clondc sue len ser fechaclos en l¡rs Edades del Cobrc y del Bronce: Peña S¿intos y Yázquez Varela 1979; Lamalfa Díez 19137, lám. 2. Por cjcmplo en la enjunta de i¿r arcad¿ centr¿l del S¡rlón
Iibaciones, sacrificios u oraciones quc bien podían acomp.rnJr J c\ru\ dcpri'iro. r'ociro..
86. En un hipotético
T
caso positivo, la inlormación serí¿r más bien de ordcn personal cu¿rndo a nivel histórico lo nás intcresante sería Ia interpret¡rción de la trctitud colectira resultante. De tod¿r formtr, nuestros intentos puntuales en esta dirección no han sido muy csperanzadores.
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F)g. 26: Elet¡¡entos sedo e!)gráficas: <utdl,c.1t ¡le idntidad,. 1: G 1lP 10: 2: G 1/Pti; 3: G 1/P8: 1i: G 1/P l1: 5: G 1/PB 1 6: 2/P6.
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Fig. 27:Principale¡ notit,os c¡td¿h,acrladas de AI¿dtn¿t
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G2/P7;2: G1lP4, G2/P2. GllP3 1G1/P7; 3:
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Fig, 28: Docrn¡ento.¡ de conQaración (ret)culados Roigí1
1,
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P¿tín lIaldonada 1980
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1))1; 3: Bertrán a/. j983;l:Janer 1875:
prenstl: 2: Nauarra Poteda
Fití i Llemt l981-85;4: Gímez Aloreno 1)86; 5: Izqtierdo Benito 1979; 6: Bazzana
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Balbás 197 3.
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Fig,)l:Principaletrnotito.trugeralesdeAlddtu多ral-Z多bri.l:G2lP2:
2:G2/P3: 3:Gl/P7:4: GliP2:i:G2/P2
79
Fig. 32: Documentos de canparación (tnatiuos regetales 1, zoontorfas). 1: Eu,erl 1987;2:Torres Balbás 1917; 3: Ataarique de Ia mezqúta malar de Córdoba; 4: Valdis Fernánclez 19BB; 5: Torres 1987 j' 6: Patón Maldanado 1972.
80
Fig
33: Docantento de conparaciín del motit:o ndu¿/ G I /P
I2: Ar¿r{0r
de
AIallorca (Rasse//ó-Borc/01 19)2).
F)9. 31: A/1ibe fu/ bisn de'Iíjo/cz (Alnnria): figara panteada en e/ enfascado (lot motittas crutifornes, picado:, tott mr1 lasteriores).
81