Mujer y empresa Araceli Estefanía Cárdenas Espinosa. Derecho
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La aportación de la enfermera en la relación médico-paciente: un plus de intuición, cercanía y competencia 11 Adriana Quiñones Leyva. Enfermería Postales históricas de lo femenino para la identidad de la Mujer en el siglo XXI Andrés César Baquedano Soria. Economía
19
La mujer: esa otra minoría Pablo Cobo Pineda. Contaduría
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Mujer y sexualidad: los abismos de la libertad Elizabeth Gutiérrez Frías. Filosofía
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Ya no hay tierra para nadie Antonio de la Rosa Franco. Finanzas
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Mujer y varón: un complemento para el éxito Ana Belén García Pérez. Ingeniería
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Paternidad y maternidad como notas distintivas de varón y mujer Alfredo Velasco García. Finanzas
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Haced lo que Él os diga Andrea Diego Armida. Pedagogía
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El hombre original Venancio Ruiz González. Filosofía
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Participación de las moderadoras: Lic. Pilar Costal
90
Mtra. Diana Ibarra
1
92
La revista Humanidades UP es un espacio abierto a la comunidad universitaria para exponer y difundir la reflexión de alumnos y profesores sobre temas humanísticos. Su publicación está a cargo de la coordinación de Humanidades de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana.
El primer número, que ahora presentamos, reúne las mejores ponencias del Foro Universitas 2008, que se tituló “El papel de la mujer en el s. XXI”. El evento tuvo lugar en las instalaciones de nuestra Universidad el 20 de noviembre de 2008, en el marco del vigésimo aniversario de la publicación de la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem. El Foro contó con la participación de alumnos de todas las escuelas y facultades.
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Mujer y Empresa Araceli Estefanía Cárdenas Espinosa.
Introducción Para comenzar este breve ensayo, abordaré ciertos aspectos que nos permitirán reflexionar acerca del papel que toma la mujer en el ámbito empresarial. Pretendo mostrar en estas páginas que la mujer debe ejercer un papel femenino de acuerdo con sus habilidades sin pretender tomar, en ningún momento, el lugar del hombre. Se analizará la capacidad femenina para imponer cambios en la empresa que impliquen un desarrollo positivo o benéfico para todos los que integran dicha empresa y ver cómo la mujer es capaz de desempeñar un papel de tipo empresarial aprendiendo a visualizar su realidad concreta, para que con ello pueda alcanzar el equilibrio personal y profesional, y en consecuencia, la felicidad.
1. Diferencias entre el hombre y la mujer Si pretendemos hablar en primer término de la naturaleza humana, podemos decir que el hombre y la mujer son uniformes; sin embargo no debe confundirse uniformidad1 con igualdad2, ya que somos semejantes desde un punto de vista fisiológico, ambos somos racionales, tenemos inteligencia y voluntad
1
Entiéndase por uniformidad (uniforme): Aquello que es semejante; Diccionario de la Real Academia Española.
―uniforme‖ en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=igualdad 22
Entiéndase por igualdad: Conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad,
correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que uniformemente componen un todo; nótese que en derecho la connotación es diferente: Principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos.
Diccionario
de
la
Real
Academia
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=igualdad
3
Española.
―igualdad‖
en
etc., en cambio, la igualdad implicaría que, tanto el hombre como la mujer tienen las mismas necesidades, son iguales en forma, calidad, cantidad y naturaleza. La diferencia esencial entre el hombre y la mujer es que cada uno tiene diferentes modos de conocer y de sentir, a nivel psicológico y de percepción de la realidad. En el hombre se manifiesta el conocimiento de una forma abstracta y en el caso de la mujer su conocimiento tiende a ser más experimental, enfocando de varias maneras las decisiones a tomar. A pesar de esta atribución de facultades tanto el hombre como la mujer pueden desarrollar alguna que pudiera considerarse no propia, por ejemplo el hombre puede ser delicado y captar detalles concretos y la mujer puede encabezar una organización o estar al frente de un país. Por lo que sin perder su condición masculina o femenina, es decir, sin que el hombre cambie de género ni viceversa, pueden adquirir cualidades para su propio perfeccionamiento humano. En mi opinión, una de las ventajas que el hombre tiene, es que el hombre tiende a ser más racional, mientras que la mujer es más sentimental, lo que podría generar conflictos en algún momento de la dirección empresarial, ya que el corazón al estar por encima de la razón, impide la toma de decisiones de una manera más fría y sólida, sin el peligro de cambiar de opinión por algún tipo de sentimiento involucrado, y eso es algo que tiene que corregirse. La mujer debe aprender a ser un poco más racional y no dejarse llevar tanto por los sentimientos, por ejemplo, involucrándose de manera excesiva con la vida personal de sus trabajadores y descuidando otros sectores tanto de la empresa como de la vida personal; cuidar estos detalles no significa deshumanizar la figura misma de la mujer empresaria, solamente es racionalizarla más, de forma que tenga cabeza fría para poder tomar decisiones más neutrales. Los hombres tienden a generar alternativas y las mujeres tienden a fijar criterios y límites a las soluciones, saben en determinada medida hasta donde llegar. Hay que entender que la naturaleza del hombre y de la mujer no pueden ser independientes, en cambio los dos hacen un complemento y concluir apresuradamente que tanto el hombre como la mujer son iguales y por lo tanto los dos tienen los mismos derechos y en consecuencia las mismas obligaciones; simplemente habría que decir que son distintos, por ello se necesita la colaboración de los dos para lograr la cuasi-perfección3. Por otra parte en las reuniones de trabajo las mujeres suelen ser más prácticas, rápidas y operativas; en cambio, los hombres siguen procesos y verifican resultados, puedo por esto atreverme a afirmar que el hombre y la mujer son necesariamente complementarios, ya que si bien es cierto, tanto el
3
Con este término hago referencia a que somos perfectibles, más no perfectos.
4
hombre como la mujer pueden perfeccionarse en aquellas cosas que les hacen falta por adquirir, tanto conductas como conocimientos que le ofrece al otro que no lo tiene.
2. Los roles de la mujer empresaria
Es importante considerar que como mujer hay que adaptarse a los diferentes roles que enfrenta o desempeña, distintos roles que se toman en diferentes dimensiones como son el familiar, laboral, social o espiritual. Lo más difícil, desde el punto de vista de la mujer, es saber desarrollarse en diferentes ámbitos logrando así el equilibrio; por lo que es necesario asignar el tiempo que sea necesario a cada uno de estos roles, hay que procurar la calidad y no la cantidad, y sobre todo hacerlo con agrado o bien con gusto. San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de la Universidad de Navarra consideraba que: ―la mujer está llamada a llevar la familia, a la sociedad civil, a la Iglesia, algo característico que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad‖4, en réplica a la reflexión de San Josemaría Escrivá, la mujer de hoy ya no está hecha sólo para ese tipo de actividades, ya que tiene una perspectiva muy diferente del mundo, es decir, quiere explotar sus capacidades a otro nivel; sin embargo es cierto que gracias a la mujer es como se puede lograr el equilibrio familiar y valorativo de la persona, lo cual se ve reflejado al establecer relaciones humanas con los demás. El modelo de familia que se ha manejado durante siglos es hombre – el que provee / mujer- ama de casa, sin embargo este modelo choca hoy en día con el mundo moderno, entonces ¿cómo manejar o plantear el nuevo modelo? ¿Hombre y mujer –proveedores y mujer – ama de casa? Al hablar de la mujer en su etapa como madre, debe recordarse que siempre ha tenido la responsabilidad de civilizar y mejorar el mundo educando a sus descendientes, esa responsabilidad y confiabilidad es un compromiso que tiene la madre de ejercer el poder de forma honesta y sensata. El cambio de mentalidad de la famosa igualdad entre el hombre y la mujer, rompe con esa tradición en la cual la mujer se hacía cargo de la familia y por lo tanto cuestiona la figura patriarcal del padre, ¿será un patriarcado compartido? La mujer entonces se encuentra usurpando la figura del padre o ¿es más bien la inquietud por desarrollarse en otros ámbitos a parte del puramente familiar?
4
María, NURIA CHINCHILLA: “Mujer y empresa en el s. XXI” en Revista de Antiguos Alumnos, septiembre del 2000, p. 20.
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Aunque la mujer puede verse impedida a acceder a altos puestos empresariales al pasar por un momento importante de su vida como es el la maternidad; por lo que hay que empezar a cambiar un poco la ideología tradicional de las empresas en cuanto a los tabúes que existen en torno a ella.
3. El papel de la mujer en la empresa
Vivimos en una época en la que las mujeres comienzan a sobresalir en el mundo de los negocios, son independientes, madres solteras, empresarias, etc. El papel que desempeña la mujer en una empresa tiene dos grandes características que le ayudan de manera determinante a desempeñar su puesto como son: la laboriosidad y la creatividad. Lo que realmente necesita una mujer empresarial es: confianza en sí misma, orientación hacia el logro, liderazgo, experiencia en la técnica que emplea dentro del trabajo (que sea profesional), autocontrol, competitividad y sobre todo auto motivación pues el hecho de tener un equilibrio interno se va a ver reflejado de manera indirecta en su toma de decisiones empresariales. Y bien, de todo lo mencionado anteriormente surgiría un cuestionamiento clave: ¿Cuál es el papel de la mujer dentro de la empresa? En primera instancia es importante mencionar que cualquier cultura empresarial es el resultado de las decisiones de sus distintos directivos que se encuentran al mando de la empresa. Si los directivos de una empresa tienen una ideología reduccionista de la persona o individualista, la única manera en que pueden ven a sus empleados es como si fueran máquinas que sólo producen, sin que algo más les importe; pero no sería correcto pensar que dirigir una empresa es puro negocio financiero hay algo más detrás de dicho objetivo empresarial. Las empresas necesitan comenzar a adaptarse a que la mujer está ingresando al mundo laboral, debido a la globalización, y por esto deben reestructurar las políticas empresariales, centrándose en los verdaderos valores humanos que permitan el desarrollo profesional y personal de los que trabajan en la empresa. En segundo lugar, la mujer en la vida empresarial trata de hacer aportaciones en aras de conseguir el bien común. En torno a este planteamiento acerca de cuál es el papel de la mujer dentro de la empresa nos hemos de dar cuenta de que la naturaleza de la mujer no ha cambiado. La mujer sigue siendo la misma de ayer sin embargo utiliza su libertad para involucrarse con nuevos proyectos relacionados con su vida profesional (la empresa). En general se busca una líder que tenga la capacidad de afrontar una crisis y saber que su gobierno ante todo es la razón, atendiendo siempre a su recta voluntad, por eso la mujer compite, ¿con quién? Consigo misma y sólo así le puede dar sentido a su vida.
6
Las líderes que el mundo necesita deben ser buenas comunicadoras, que tengan el deseo de transmitir la verdad y de sembrar el bien; al cumplir con estas características la mujer puede empezar a ganar poder o bien influencia, ¿será que la mujer prefiere tener influencia en lugar del poder? Desde mi punto de vista la mujer está más interesada en crear relaciones de influencia, con esto me refiero a que adquiere la autoridad para intervenir en negocios, no sólo es la facultad dictatorial de hacerlo, sino que tiene la capacidad de dirigir a las demás personas para lograr los fines que se propone al frente de una empresa. La mujer empresaria trata de participar y alentar la misma participación con la finalidad de mantener siempre o lo más posible una comunicación interpersonal con sus subordinados, la mujer prefiere la cooperación, más que la competencia misma. En relación con los conceptos antiguos de Roma como auctoritas5 y potestas6 : Las mujeres deciden el tipo de liderazgo que quieren ejercer, si el del jefe que se gana el respeto de sus subordinados en vez de exigirlo; o aquel que simplemente lo impone de forma unilateral, sin que le importe la opinión de los demás en strictu sensu. Así como la razón de Estado es, en las palabras de Maquiavelo en El Príncipe: ―adquirir, conservar y aumentar el poder‖, que al realizar la analogía en el ámbito del poder empresarial en general el poder debería estar encaminado a ese fin; procurando ser buenos seres humanos, preocupándonos por nuestros subordinados y reconociendo sus méritos cada que lo demuestren o lo merezcan. Ahora, ¿cuál es la motivación de la mujer para desempeñar un cargo empresarial? Podría ser la perfección de su persona a nivel espiritual (interna), por dinero o con el objetivo de alcanzar la perfección laboral, para eso es preciso alcanzar el éxito en cada uno de los ámbitos, es decir, que se tenga la iniciativa para lograr la meta, el sacrificio (ya sea físico, mental, etc.), y el trabajo continuo en las actividades para alcanzar el fin deseado. Sin embargo, una de las grandes desventajas a la cual la mujer tiene que hacer frente es a las consecuencias que trae con sigo el hecho de ser mujer de negocios muy ocupada en su empresa: tiene menos resistencia física y mental, surge el descontento generado por el estrés, el deterioro de la relación conyugal y una afectación interna (de salud); la mujer a lo que se expone es a descuidar a su familia indirectamente por la gran presión laboral, y que sus jornadas de trabajo sean más extensas.
5 6
Auctoritas como el saber socialmente reconocido. Potestas como el poder socialmente reconocido.
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4. ¿Cómo alcanzar la felicidad?
La mujer de manera general es más susceptible a los fracasos, por lo que debe salir adelante, invirtiendo el tiempo necesario en soluciones adecuadas. El papel principal de la mujer, que es el de servir a los demás para alcanzar su auto perfección, radica en estar constantemente atenta a la vida de los demás siendo protectora, asumiendo el compromiso de construir un mundo mejor y sociedades más justas, pues sabe que la esencia de todo su ser está presente dentro de la familia, en la educación dada dentro de la misma, de ahí que al mujer aprenda y pueda relacionar todo aquello que hace en cualquier ámbito. Conforme trabajan más, transmiten a los demás y dan más incondicionalmente, logrando con esto influir y modificar situaciones o hechos que van en contra de la justicia que se persigue de manera constante día con día. Hay que ser justos para poder vivir con justicia. Aunque es importante hacer una observación: para que la mujer pueda ayudar a los demás antes debe, como decía Sócrates, conocerse a sí misma, por lo que ésta se debe aceptar tal como es, amarse y así poder alcanzar la excelencia humana, conservando en todo momento su dignidad como persona. La mujer e incluso cualquier ser humano, podrá alcanzar la perfección cuando sea capaz de sonreír, de amar, cuando se esté dispuesta a servir, a comprender y a sentir en carne propia los insultos e injusticias. Es muy cierta la oración del emperador Marco Aurelio: ―Dios mío, dame fuerzas para cambiar lo que puedo cambiar, paciencia para aguantar lo que no puedo cambiar y, sobre todo, sabiduría para distinguir lo uno de lo otro‖7, en relación con la capacidad que debe tener la mujer para poder sobrellevar cualquier tipo de conflictos relacionados ya sea con su familia, empresa o con su persona misma. La perfección humana radica en el constante descubrimiento de uno mismo, encontrando el lado bueno de las circunstancias y las lecciones en los fracasos. Para poder alcanzar el equilibrio y la felicidad es necesario saber distribuir bien el tiempo (ya que es un recurso limitado y de ninguna manera retroactivo),
para eso hay que empezar a establecer
prioridades, reflexionando acerca de sus metas, capacidades y oportunidades, para que respecto a éstas establezca los tiempos necesarios para lograr cada uno de los propósitos hechos.
7
Op. cit. María, NURIA CHINCHILLA, p. 27
8
Nuestro mejor éxito será cuando tengamos una vida lograda, plena y satisfactoria para traducirla así en la felicidad misma.
Conclusión El papel de la mujer es fundamental para poder establecer relaciones interpersonales, la mujer puede llegar a adquirir la capacidad para poder dirigir sin ningún tipo de conflicto una empresa. La mujer tiende a ser perfeccionista, siempre logra lo que quiere si se lo propone, tiene convicciones, ya que si de ella depende la educación total de la población, quién mejor para dirigir un corporativo que una mujer. Al terminar este ensayo me pude dar cuenta que en realidad la mujer tiene mucho por hacer sin rendirse ante las adversidades que puede enfrentar, al tratar de conciliar su estatus como mujer empresaria y su familia, y con muchos otros roles que desempeña dentro de la sociedad; sin embargo es de real importancia recalcar que hay que dejar atrás la idea tan trillada de que los hombres y las mujeres somos iguales, ya que al analizarlos a cada uno nos podemos dar cuenta de que eso no es del todo cierto. Somos semejantes por nuestra misma naturaleza, pero no somos iguales, ya que si no parecería que o bien todos seríamos hombres de sexo masculino o bien hombres de sexo femenino. Para finalizar quisiera decir que la mujer es una pieza clave para la sociedad, sin ella no podría establecer relaciones pacíficas, provechosas y duraderas, no todo es la competencia, aunque un mundo tan globalizado e industrializado como el nuestro es casi imposible no pensar en la competencia. Sí hay que competir pero de una manera en que todos podamos salir beneficiados, buscando el bien común, para así evitar la necesidad de cortar cabezas a lo largo de la carrera profesional – empresarial, hay que tratar de ser día con día mejores seres humanos capaces de ayudar a todo aquel que nos necesita, y si, sólo si empleamos valores, podremos alcanzar la felicidad plena que es el objetivo principal de todo ser humano.
9
Bibliografía
Diccionario de la Real Academia Española www.rae.es
Amparo RAMOS LÓPEZ, “Mujeres y liderazgo, una nueva forma de dirigir”. Valencia: ed. Universitat de Valencia (PUV), 2005.
Gina ZABLUDOUSKY KUPER, “Empresarias y ejecutivas en México y Brasil”. México: Porrúa, 2001.
Juan
Antonio PÉREZ LÓPEZ,
“El
papel
de
la
mujer
en
la
empresa”
consultado
en:
http://www.bizkaia.net/Home2/Archivos/DPTO1/Temas/Pdf/ca_mujerempresa.pdf
María, NURIA CHINCHILLA: “Mujer y empresa en el s. XXI” en Revista de Antiguos Alumnos, septiembre del 2000, IESE, España.
Ronya KOZMETSKY: “La mujer en los negocios, la mujer como manager, profesional o emprendedora” Buenos Aires: Garnica 1989.
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La aportación de la enfermera a la relación médico-paciente: un plus de intuición, cercanía y competencia
Adriana Quiñones Leyva
Introducción En estos inicios del siglo XXI presenciamos una progresiva deshumanización en muchos campos, herencia de siglos anteriores y fruto de un mundo despersonalizado y materializado en el que lo económico y lo útil parecen ser los valores más cotizados.8 En especial en el ámbito médico, la abundante carga de trabajo, la competencia por mejores puestos, los intereses económicos, y la imperiosa necesidad de soluciones rápidas, y directas, han llevado a los médicos y enfermeras a desembocar en actitudes profesionales muchas veces eficientes, pero frías y netamente prácticas.9 Sin que se tenga ninguna intención de dar solución o ayudar a confortar la situación difícil por la que pasa habitualmente el paciente, se ha perdido con frecuencia la visión de que es a una persona a la que se atiende. Dentro de este estado de cosas, la historia del siglo XX ha presenciado también el progresivo incremento en la participación de la mujer en todos los ámbitos laborales, incluyendo el de la salud. Se han ido descubriendo las ventajas de la injerencia de lo femenino en lo médico. La aparición de la enfermería en el siglo XIX fue el inicio de la experiencia del papel fundamental que desempeña la mujer en el trato con los pacientes y con los médicos. Un desempeño profesional novedoso, extensión del campo de acción femenino, antes exclusivo del hogar, al ámbito de atención de la salud. Tenemos el caso de mujeres como la Madre Teresa de Calcuta, religiosa que sobresalió por sus labores en el ámbito de la enfermería, y que dedicó su vida a atender a enfermos y moribundos desprotegidos que necesitaban apoyo. Pero no sólo cabe mencionar a grandes mujeres, sino también a aquellas enfermeras, que aunque no llegarán a ser famosas, sí son dignas de reconocimiento por su aportación eficaz y callada en la atención personalizada y necesaria hacia los pacientes, así como su apoyo a la labor de los médicos.
8 9
Cf. Manuel OCAMPO. Filosofía de la cultura. México: EDICEP. 2005. p. 21 Cf. Jacinto CHOZA. Los otros humanismos. España: EUNSA. 1994. p.127
11
Dentro del tema de las relaciones médico-paciente,10 la enfermera juega un papel relevante como mujer y justo porque es mujer. Sus peculiaridades femeninas proporcionan un carácter especial a las interacciones que ella entabla, tanto con los pacientes como con el médico. Desempeña además un papel de mediadora entre ambos, resultando un elemento esencial como una influencia positiva y determinante en el modelo. En el presente ensayo, con base en la experiencia de muchos años de práctica de la enfermería, se hace una reflexión sobre las cualidades que permiten a la enfermera, como mujer, aportar ese algo que resulta esencial e insustituible en el ámbito de la salud.
Relación médico-paciente Se entiende la relación médico-paciente como una ―relación interpersonal‖.11 Sin embargo la realidad es mucho más rica y compleja. En el ideal de una relación médico-paciente, el médico debe tener interés real y empatía hacia sus pacientes, una buena comunicación, asumiendo sus aciertos y sus errores, además de facilitar al paciente la confianza. Esto no se logra fácilmente. Se tiene que construir. Pero existen factores que propician esa buena integración. Uno de estos factores clave es la presencia de la enfermera.
La mujer como enfermera y su humanismo profesional
No fue sino hasta 1895 que la enfermería fue considerada como profesión gracias a las aportaciones de Florencia Nightingale, por cuyo impulso se logró que la enfermería tuviera un rumbo específico y se dejara de pensar en la enfermera como una profesional de segunda, menospreciada por la sociedad, aunque en la actualidad se sigua luchando contra esos prejuicios. La mujer es una enfermera instintiva, formada por la madre naturaleza. La enfermera siempre ha sido una necesidad, y por tanto ha carecido de estatus social. Careciendo de la dignidad de su oficio y de una ética profesional, no podía emerger de la degradación de su entorno (…). La
10
Cf. María de la Luz CASAS MARTÍNEZ: Bases bioéticas. México: Trillas. 2008, p. 38. Ricardo GONZÁLEZ. M: La Psicología en el Campo de la Salud y la Enfermedad. La Habana, Cuba: CientíficoTécnica. 2004. 11
12
enfermera sin formación es tan antigua coma la raza humana, la formada es un descubrimiento reciente.12 Hay cualidades específicamente femeninas como son el saber escuchar, ser respetuosa, tener voluntad, ser cuidadora por naturaleza, educadora, compasiva y caritativa. Son las que facilitan atender y mejorar la salud de las personas convalecientes que necesitan de un apoyo físico, moral y espiritual, que les lleve a una pronta recuperación e integración a la vida cotidiana. La mujer tiene por naturaleza un papel fundamental que es de suma importancia para el desarrollo óptimo de una sociedad, el de ser cuidadora de la persona. En la enfermería se orientan naturalmente estos cuidados a la restauración de la salud. De ahí que su misión ha sido el cuidar tanto del dolor físico como el dolor espiritual y, de manera especial, acompañar el proceso de la muerte. ―A eso se le llama el arte de cuidar, donde cuidar es ayudar a vivir y cuidar es ayudar a morir‖.13
Lo específicamente femenino y la enfermería Nos dice un autor del siglo XX, con vasta experiencia en el tema de lo específicamente femenino: La mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad civil, a la Iglesia, algo característico, que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad (...). La femineidad no es auténtica si no advierte la hermosura de esa aportación insustituible, y no la incorpora a la propia vida. Para cumplir esa misión, la mujer ha de desarrollar su propia personalidad, sin dejarse llevar de un ingenuo espíritu de imitación que —en general— la situaría fácilmente en un plano de inferioridad y dejaría incumplidas sus posibilidades más originales.14 Sin despreciar a los hombres que practican la enfermería, que tienen también mucho que aportar, es destacable que la mujer enfermera refleja lo específicamente femenino en su profesión, especialmente en su trato con los pacientes. Lo cual difícilmente lo puede desarrollar un varón. Hay un plus de intuición, cercanía y competencia.
12
Jorge Luis HERNÁNDEZ A. Bioética y la Mujer. México: Trillas. 2007, p.112 Jorge Luis HERNÁNDEZ A. Bioética y la Mujer. México: Trillas. 2007, p. 114 14 Cf. Josemaría ESCRIVÁ DE BALAGUER, ―La mujer en la vida del mundo y de la iglesia‖ en Conversaciones. no. 27 México: Editora de Revistas. 2000 13
13
La intuición, que se puede definir como la percepción clara e inmediata de una idea o situación sin necesidad de razonamiento lógico, es algo con lo que cuenta la mujer por naturaleza. Su fácil percepción y entendimiento rápido en algunas situaciones le permiten actuar de alguna manera más comprensiva y humana que el varón. La cercanía que crea la enfermera con sus pacientes es inigualable; facilita un ambiente de confianza y amabilidad que el hombre no puede conseguir en la misma medida, ya que mientras la mujer, sin dejar de pensar, tiende a llegar más al corazón; el hombre, sin dejar de sentir, tiende a usar más la razón. El vincularse a una persona por el corazón, acerca mucho más que al hacerlo por la cabeza. La competencia es una característica que puede alcanzar tanto la mujer como el hombre, pero de distinta manera. Dentro de las actividades propias de la enfermería, ser competente comprende las aptitudes o capacidades para acoger y atender, lo mismo para conciliar y comprender; que son más propias de la mujer. La enfermería como profesión es un proceso que incorpora los elementos del alma, la mente y la imaginación, es el sentimiento de poder escuchar al paciente con dolor, de tocar y calmar al que tiene miedo, de captar miradas de desconcierto, de buscar juntos los porqués del sufrimiento y el encontrar los medios que nos lleven a quitarlo o por lo menos aminorarlo.15
Un acercamiento al mundo de la enfermería La dignidad de la mujer se relaciona íntimamente con el amor que recibe por su femineidad y también con el amor que, a su vez, ella da. Así se confirma la verdad sobre la persona y sobre el amor"16. La experiencia actual de lo que puede y debe aportar una enfermera, habla de este amor que ella puede dar dentro del contexto de la práctica clínica, y que se manifiesta en el respeto a la dignidad del enfermo como persona, la orientación y el respeto a su libertad para la toma de decisiones, el reconocimiento de su condición de vulnerabilidad física, de sus derechos, y la obligación de facilitarle una rehabilitación pronta y adecuada. Esto resalta, especialmente en la mujer enfermera, que lleva impregnada en su labor
15 16
Jorge Luis HERNÁNDEZ A: Bioética y la Mujer. México: Trillas. 2007, p. 115 Cf. JUAN PABLO II: Carta apostólica mulieris dignitatem. México: Parroquial de Clavería. 1988.
14
profesional, una facilidad de servir, de crear confianza y de establecer lazos de amistad, ―algo en lo que siempre existe implícito un respeto a la intimidad y a la autoestima de la persona.17
Experiencias de una estudiante de enfermería El tener el don de poder observar alegría, tristeza, molestia o desacuerdo en las personas, es muy grato, pero es aún más simbólico el poder hacer algo al detectar todos estos sentimientos en alguien, ya sea escuchando, resolviendo o aconsejando, dependiendo de cada situación. Como estudiante, en ocasiones lo único que se puede hacer es observar y mantenerse un poco al margen, sin relacionarse mucho con el paciente, pero esto no debe de ser un pretexto para no tomar decisiones, para darse cuenta en qué situación están ciertas personas, empatizar con ellas y aportarles algo positivo. Lo mejor que he podido experimentar, como estudiante de enfermería, en estos pocos años, es ver a alguien recuperarse y saber que hice algo para que eso fuera posible. Reconocer que realmente fui una parte importante para esa recuperación.
Eje médico-enfermera-paciente El cambio de modelo de las relaciones médico-paciente, en las últimas décadas, dejando el paternalismo absoluto, en el que el médico era la suprema autoridad y el paciente no participaba; ha pasado a una reivindicación de la autonomía del paciente, que va teniendo más y más derecho a involucrarse en las decisiones sobre su tratamiento y evolución, e incluso sobre su vida. Por otro lado se observa que se ha establecido también en esta relación entre médicos y pacientes, una relación meramente comercial, de prestación de servicios, sin mayor trascendencia ni participación que la de brindar la ayuda técnica profesional exclusivamente referente al padecimiento del paciente. Con base en el estudio del modelo de relación médico-paciente, y de la reflexión sobre las actuaciones de enfermeras como Florencia Nightingale, Virginia Henderson, Dorothea Orem, y la Madre Teresa de Calcuta, se presenta una propuesta que establece un modelo relación enfermera-paciente. Se resume en el Cuadro 1, comparándolo con el modelo tradicional relación médico-paciente. 17
Adriana QUIÑONES L. Entrevista personal a Yolanda Murad. 8 de Septiembre, 2008.
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Modelo Relación Médico-Paciente
Modelo Relación Enfermera-Paciente
Paternalista
Maternalista
Contractualista
De Necesidad
Amistoso
De Vinculación
Autónomo
De Respeto
CUADRO 1. Propuesta Modelo relación enfermera-paciente. Los elementos que se aportan en este modelo son: Maternalista: Esta relación se refiere a la postura natural de sacrificio y abnegación que toman las enfermeras, al contrario del paternalismo de los médicos que se reduce a decisiones acertadas impuestas a los pacientes. La enfermera adopta la actitud de ―madre‖ y por otro lado el médico, adopta la del ―padre‖ por su papel de autoridad. La enfermera no puede evitar la compasión por el enfermo, misma que la lleva a buscar directamente, como prioridad, la salud de su paciente, descuidando incluso su propia salud. El fundamento de esta actitud es el hecho de que la enfermería tiene sus raíces en la actuación de la madre en busca de la salud y bienestar de su familia así como de aquellos que constituyen su entorno próximo; siempre buscando brindar un servicio en bien de los demás. De necesidad: Esta relación es a lo que C.S. Lewis llama amor de necesidad.18 Es la que refleja una tendencia natural e innata hacia la atención al otro, la cual planifica y realiza a la persona que la vive. La enfermera tiende a resolver la problemática del paciente, por un amor de necesidad. Busca su bien. Se hace violencia cuando no lo busca. Esta tendencia pertenece sobretodo a su sentido femenino materno, aunque también a su sentido humano, de saber querer. El médico habitualmente cae en la relación contractualista, donde se establece un acuerdo comercial de prestación de servicios que tiene límites difíciles de rebasar. Más difícil es que se deje llevar por la mera necesidad de atender. De vinculación: La enfermera es, por naturaleza, creadora de vínculos estables causados su condición femenina. También se trata de un tipo de amor de vinculación por interés real, no sólo por mera 18
Cf. Clives S. LEWIS. Los cuatro amores. 9ª. ed. España: EUNSA. 2003, p.25
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afectividad y menos aún por conveniencia. La mujer enfermera tiende puentes estables y ella misma hace de puente. Y lo disfruta. Es parte de su ser femenino. Esta vinculación está basada en la confianza que engendra las actitudes de interés y cariño, sumadas a la comunicación que logra la enfermera al procurar el acercamiento, con ambos, médico y paciente. De respeto: Implica primero dejar al paciente tomar sus decisiones legítimas y luego darle espacio y privacidad, sin omitir una adecuada orientación o guía. El respeto es fundamental para aceptar las decisiones del paciente. Que la enfermera pueda apoyarlo, comprenderlo y acompañarlo en cualquiera que sea su decisión, siempre y cuando no comprometa valores fundamentales. Lo mismo en relación al médico, para ayudarlo a respetar al paciente y su dignidad como persona.
Enfermera como puente de la relación médico-paciente Uno de los papeles más importantes de una enfermera es el vínculo que ella crea entre el médico y el paciente. Ella facilita la labor conjunta de ambos, que hacen un equipo con ella. Por un lado, al aplicar el tratamiento y esmerarse en los cuidados concretos al enfermo, proporciona esperanza para que enfrente la enfermedad. Gracias a su colaboración práctica, cercana y eficaz en el cumplimiento de las indicaciones del médico, y de sus propios medios -como son los cuidados correspondientes a los diagnósticos de enfermería, con los que resuelve problemas reales y potenciales que se puedan presentar- la enfermera hace que el paciente se sienta atendido y acompañado en el tratamiento, aunque éste sea doloroso y arduo. Ella, más que el médico, es quien favorece que el enfermo entienda lo que le pasa y lo que le hacen. Discretamente vigila, sugiere y apoya en las decisiones del médico. Su sola presencia da confianza a ambos. Facilita enormemente la adecuada comunicación en el eje enfermera-médico-paciente, por la cercanía que puede lograr con el paciente y su conocimiento de la visión del médico. Esta doble dimensión facilita que ella juegue un papel muchas veces determinante en el tratamiento y en la recuperación del paciente.
17
Conclusiones La condición femenina en la enfermería es esencial para determinar el tipo de modelo que rige sus relaciones profesionales tanto con el médico como con el paciente. La aportación femenina en este ámbito humaniza la cruda problemática de la enfermedad y sus cuidados. Es por esencia una relación maternal, de necesidad, que vincula y respeta. Lo cual desemboca en acoger, acompañar, suavizar, resolver, comprender por naturaleza a quien es vulnerable: el paciente. Ayudando, así mismo, al médico a tener esa misma perspectiva. La enfermera aporta una vía humana de comunicación entre médico y paciente. La acogida de la enfermera y su aproximación al paciente es esencial en su recuperación o en su aceptación de una situación terminal. Sin esta mediación el médico quedaría como un ejecutor. El papel de la enfermera, antes menospreciado, va convirtiéndose en un elemento humanizador indispensable en muchos ámbitos, pero de manera especial en el de la salud.
Bibliografía Clives S. LEWIS: Los cuatro amores. España: EUNSA. 2003. Jacinto CHOZA: Los otros humanismos. España: EUNSA.1994. Josemaría ESCRIVÁ DE BALAGUER: ―La mujer en la vida del mundo y de la iglesia‖ en Conversaciones. no. 27 México: Editora de Revistas. 2000.
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Postales históricas de lo femenino para la identidad de la Mujer en el Siglo XXI Andrés César Baquedano Soria
Cada vez más mujeres al frente de organizaciones políticamente fuertes e influyentes, pero ¿cómo es que las mujeres han podido desplazar a los hombres de puestos supuestamente exclusivos para ellos? A lo largo de la historia de la humanidad y hasta nuestros días ―parece que toda expresión de sociedad humana ha sido encabezada por el sexo masculino. De tal manera que el papel de la mujer en este proceso histórico de la evolución social parece haber sido nulo, sin embargo esto no es así‖19. El problema es que el hombre se ha encargado de rescribir la historia de tal manera, que en la mayor parte de las etapas históricas los personajes más recordados suelen ser masculinos. Pero según estudios de antropólogos y sociólogos esto no fue siempre así. Se tiene la teoría de que en un principio los primeros grupos de seres humanos rendían culto a la luna, a la que asociaban con la figura femenina y con la fertilidad, y que dicho culto jugó un papel central en la vida de los primeros humanos hasta que el hombre descubrió la agricultura. ―Con la agricultura los primeros seres humanos se pudieron convertir en seres sedentarios y ya no sólo dependían de los recursos de la zona, sino también ellos mismos podían proveérselos‖20. Dicha actividad se volvió central en el nuevo estilo de vida del ser humano, pero esta actividad dependía a su vez de un recurso indispensable, el sol. El sol se asoció con el poder de hacer crecer e incluso de destruir, atribuyéndole características masculinas, dando inicio a un nuevo culto por el sol desplazando a segundo término al de la luna y por tanto a la feminidad. Desde entonces el hombre desarrolló sus formas de organización social gracias a la capacidad de ser sedentario y de mejorar sus condiciones de vida. Aunque posteriormente el hombre se dedicó a
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―Prejuicios y opción personal‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, p.132 20 ―Evolución de las Sociedades‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, pp.114-115
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actividades más duras diferentes a la agricultura, ésta última se convirtió en base sustentable de la sociedad humana dirigida por el hombre21; sin darse cuenta que las nuevas dueñas de dicha actividad eran las mujeres. La organización social se volvió tan compleja que surgieron actividades supuestamente propias para hombres y otras para mujeres. Es entonces, en la prehistoria, que gracias a las mujeres dedicadas a la agricultura que las hizo sedentarias, surge el sentido de pertenencia y con ello la necesidad de un lenguaje oral y escrito que dio el paso a los tiempos históricos. Con el inicio de los tiempos históricos también comenzaron a gestarse nuevas formas de organización social, nacieron las primeras ciudades y civilizaciones. Un ejemplo de poder de la mujer en las culturas mesopotámicas, fue ―la reina Artemisia II, quien mandó construir una de las maravillas del mundo antiguo a la muerte de su esposo, el Gran Mausoleo de Halicarnaso‖22, ejemplo de que una mujer podía tener voz para mandar construir uno de los grandes proyectos arquitectónicos de la antigüedad cuando eran los hombres los que lo hacían. Otra cultura que tuvo aún más ejemplos y mucho más visibles e incluso influyentes en el futuro de la historia de la humanidad fue Egipto; cultura y civilización aportaron mucho, incluso en medio de grandes cambios hasta la caída definitiva de su imperio. Uno de los personajes femeninos más conocidos de Egipto es ―Nefertiti, esposa de uno de los faraones más controvertidos en la historia egipcia, Amenophis IV o Akenathón‖23; controvertido dado que él ―intentó cambiar a todo el panteón egipcio, por un nuevo culto monoteísta, el dios Athón (el disco solar)‖24. El culto se aceptó a regañadientes hasta su muerte, sin embargo durante esa época, la persona que se volvió extremadamente importante y poderosa en la política egipcia, fue precisamente su esposa, sin la cual el pueblo tal vez hubiera comenzado revueltas. ―Nefertiti tuvo tanto poder que tras la muerte de su esposo logró garantizar el futuro de sus hijos, entre ellos Tutankathón, posteriormente llamado Tutankamon‖, al restaurarse al antiguo culto25. Aún cuando Nefertiti nunca fue faraona, sí hubo una mujer anterior a ella: el faraón MaatkaraHashepsu, o mejor dicho ―la faraona Hatshepsut, hija del faraón Thutmosis I, quien la educó prácticamente para ello ya que no tenía un hijo varón legítimo, fue tan poderosa que construyó su propio gran palacio‖26. Sin embargo tuvo que sacrificarse para ganar el respeto de la sociedad egipcia, y 21
―Sociedades pre estatales‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, 118-119 22 ―Asiáticos occidentales‖ en El hombre. Origen y misterios. México: UTEHA, 1983 pp. 285-287 23 ―El valle de los reyes‖ en National Geographic en Español. México: Septiembre 1998. pp.6-32 24 ―Egipcios‖ en El hombre. Origen y misterios. México. UTEHA 1983. pp.186-189 25 Cf. ―Nefertiti‖ en Diccionario Nauta de biografías. Colombia: Ediciones NAUTA. 1994. 26 ―Egipcios‖ en El hombre. Origen y misterios. México: UTEHA 1983. pp.147-148
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asumiendo el papel de gobernante como si fuese un hombre, para fungir como faraón. Sus efigies labradas en la caliza dan testimonio de ello, al ser representada con vestimenta y una barba falsa que los faraones masculinos usaban. Egipto a pesar de ser una gran cultura no estuvo exenta de sufrir conquistas, tal fue el caso de su caída en manos de Alejandro Magno; después a la muerte de éste, el Imperio Alejandrino dejó una nueva herencia para Egipto que a la vez sería causa de su definitiva extinción. ―Ese regalo fue la dinastía Ptolemaica de Egipto, de orígenes griegos.‖27 La última reina de esta dinastía fue, posiblemente la más famosa mujer de la historia antigua, Cleopatra VII Filopatór. Según la versión romana, ―se le acusa en Roma de querer apoderarse de dicho imperio con su hijo, nunca reconocido, Ptolomeo XV o Cesarión, hijo ilegítimo del dictador Julio César a los ojos de los romanos (…)‖28; pero existe otra versión mucho más imparcial, sobre la vida y actos de la última reina de Egipto. Dicha versión no proviene ni siquiera de los mismos egipcios sino de los pueblos árabes. En ella se habla de una mujer muy diferente, se describe a una mujer muy culta y seria, tanto que dominaba no sólo el griego sino también el egipcio, además de realizar una gran cantidad de estudios de las ciencias conocidas, y buen gobernante, querida por su pueblo e inteligente en los asuntos de Estado, que impulsó el desarrollo de su nación. Al contar con todas estas características resulta natural que los romanos sintieran amenazados por sus capacidades políticas teniendo como única solución, para terminar con esta amenaza, la conquista de Egipto orillando a la reina egipcia a la muerte. En las culturas grecolatinas, el papel de la mujer fue más bien opacado, sobre todo en la Grecia clásica donde los hombres ejercían con gran ahínco sus deberes que se centraban en la guerra y el gobierno. En Roma por ser una prolongación de la tradición griega con ciertas modificaciones, resulta plausible que a la mujer nunca le permitieron la entrada a los círculos de poder y de gobierno. A raíz de esto, los romanos enfrentarían muchos tipos de problemas en los que curiosamente ―en aras de su caída, mujeres de los pueblos bárbaros enfrentaron a las legiones romanas, dirigiendo ejércitos de dichos pueblos no conquistados y no romanizados.‖29 Entonces ¿por qué en algunos pueblos no romanizados o poco romanizados, las mujeres asumieron papeles de dirigentes e incluso papeles exclusivos para los varones en las grandes civilizaciones? La respuesta se esconde precisamente en el pequeño detalle de que estos pueblos eran 27
Historia Antigua en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. España. SALVAT. 1985. pp. 30-31 Grandes descubridores y conquistadores. México: UTEHA, 1985, p. 352 29 Grandes descubridores y conquistadores. México, UTEHA, 1985, p. 397 28
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seminómadas, ya que las regiones en las que habitaban eran inhóspitas, así que tanto hombres como mujeres ayudaban en las tareas diarias, pero al llegar a las fronteras romanas, enfrentaban una nueva amenaza, los romanos, esto quería decir guerra y la guerra se convertía en una nueva tarea diaria, así que muchas mujeres comenzaron a participar en ella. Sin embargo, no sucedió en todos los pueblos bárbaros, sino en ciertos sectores, como en la Galia o en la Britania, donde en los lugares romanizados de ésta última, como la ciudad Londium, hoy Londres, no había gladiadores, sino gladiadoras. Pero llegó la Edad Media, y en el mundo conocido es una ―época de gran ajetreo militar, [donde] la sociedad en general estaba sumida en la pobreza y entonces era más importante sobrevivir que estudiar o hacer otras actividades lúdicas.‖30 Época en la que los hombres dominaban el destino de la humanidad, sin embargo aparecieron personas que cambiarían la historia, entre ellas algunas mujeres. Por ejemplo, tenemos a Juana de Arco, ―mujer que toma las armas, un oficio hasta entonces sólo para hombres, prueba su valía y capacidad con la conquista de Orleáns y la expulsión de los ingleses: a pesar de ello, es maltratada por el monarca francés‖31. Otro ejemplo sobresaliente durante esta época es la reina Isabel de Castilla, la Católica de España, quien se vuelve el apoyo principal de Cristóbal Colón, el cual daría a España su gran imperio y el inicio de un auge que marcó la historia universal en toda su sociedad y cultura con el Siglo de Oro Español (15501650)32; sueño que terminaría en el ―siglo XIX (1889) con la pérdida de las últimas colonias españolas en América‖33. A partir de la Edad Moderna y Contemporánea, la humanidad vivió y sigue viviendo un gran torrente de cambios, en los cuales las mujeres cada día obtienen más reconocimiento por sus aportaciones en todos los campos. Durante la época moderna se dio la consolidación de los Estados Nación. Destacando el excepcional caso de poder político y social con el reinado de Catalina II La Grande, zarina del Imperio Ruso34. ¿Por qué excepcional?, por el simple hecho haberse convertido en la gobernante más poderosa de un imperio de la época.
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―El Feudalismo‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, p.10 ―Juana de Arco‖ en Diccionario Nauta de biografías. Colombia, Ediciones NAUTA, 1994 32 ―El descubrimiento de América‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, p.32 33 ―España, de la I a la II República‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, p.46 34 ―Rusia en los siglos XVII y XVIII‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, p.65 31
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Ella llega de Alemania y se casa con el Zar viudo Pedro III y por la incompetencia de éste logra derrocarlo y eliminarlo. Se convierte a la religión rusa,
expande el territorio e impulsa la
modernización del Estado Ruso. Está influida por las ideas de los ilustrados franceses, afronta revueltas por lo que pone en práctica nuevas leyes‖, aunque no logró solucionar todos los problemas que aquejaban.35 ¿Pero qué pasa con la mujer del resto del mundo?, recordemos que el mundo no sólo es el ―Viejo Mundo Occidental‖ Hasta ahora sólo he hablado de las mujeres en los gobiernos y política del ―Viejo Mundo‖, ¿qué pasa en México, por ejemplo? Bueno en México la influencia política de la mujer es incipiente debido a la clara cultura e idiosincrasia mexicana. A pesar de ello hay chispazos de poder de las mujeres. Tal vez una de las primeras mujeres en intervenir en asuntos de esta índole fue ―la corregidora de Querétaro, Josefa Ortiz de Domínguez, quien se hizo partícipe de la insurrección que culminó con la independencia de nuestro país‖36, papel posiblemente destacado si comparamos con los levantamientos de otros países o de la época. Otra mujer determinante en las decisiones políticas de su esposo fue ―la esposa del segundo emperador mexicano Maximiliano de Habsburgo, Carlota de Bélgica, quien incita a su marido a aceptar el trono mexicano ofrecido por los conservadores‖37, lo que ambos ignoraban era el alto costo de aceptarlo. Además de esto, Carlota impuso muchas costumbres modernizadoras y liberales para la mujer mexicana de la época, una de ellas fue la educación femenina. Después de ese momento, la mujer en la política mexicana quedó relegada del poder con el Juarismo, luego con el Porfiriato y la Revolución, hasta aproximadamente los años noventa del siglo XX, cuando las mujeres regresan a la escena política mexicana, cada vez con más fuerza. Igualmente en el resto del mundo las mujeres empiezan a tomar las riendas de sus instituciones de gobierno e incluso del gobierno en general. En algunos lugares con obstáculos infranqueables, tal es el caso de Myanmar o Pakistán; en otros lugares, las mujeres llegan a lo más alto de sus gobiernos; tal vez la más recordada, sobre todo por encabezar uno de los países más poderosos del mundo, fue Margaret Thatcher, quien sentó el precedente para gobiernos como el de Bachelet en Chile, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y Ángela Merkel en Alemania.
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Cf. ―Catalina II, la Grande‖ en Diccionario Nauta de biografías. Colombia: Ediciones NAUTA, 1994 Gloria M. DELGADO DE CANTÚ. ―Legado histórico y pasado reciente‖ en Historia de México. México: Pearson Prentice Hall, 2004. p.116 37 Ibidem p.186 36
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Sin duda alguna, la mujer ha estado sometida a la voluntad masculina desde que el matriarcado femenino de la comunidad primitiva fue desplazado por la sociedad humana masculinizada. La lucha femenina ha sido continua, ardua y tan larga que la perseverancia de las mujeres se ha hecho notar, una lucha que no lleva unos cuantos siglos sino prácticamente la historia entera de la humanidad. Esta lucha es una búsqueda por la reivindicación del género femenino, debemos darnos cuenta que esto no es feminismo sino la búsqueda de las mujeres por ser consideradas tan capaces como los hombres en cualquier ámbito de la expresión del raciocinio humano. Muchos preguntarán si las mujeres son capaces de asumir las grandes responsabilidades, pues no es lo mismo dirigir a una familia que a la institución más grande que ha generado la sociedad humana, se trata de dirigir el Estado, una institución con características masculinas, desde su concepción en las antiguas civilizaciones y evolucionando hasta lo que es hoy en día. ―El Estado está dotado de funciones y poderes, otorgados unos expresamente y otros tácitamente por la sociedad.‖38 Sin embargo los hombres han sido los que lo han forjado y la mayor parte del tiempo quienes lo han dirigido, con los casos excepcionales ya mencionados. Sin embargo, la respuesta a la pregunta que he planteado esta en que estas mujeres tienen una característica en común que tal vez todas las mujeres tengan; y es que estas mujeres que han luchado en contra de los regímenes masculinos y sus cerrados círculos, notaron que si el Estado representa a la sociedad y por tanto a todos los que la componen, ellas también son parte de dicha sociedad y como tales han asumido tanto el deseo como el compromiso de aportar algo a su nación, para ello era necesario ascender a esos puestos que sólo estaban reservado para hombres. La mujer ha tenido que superar paso a paso muchos infortunios de la sociedad y de sus marcos legales antes de llegar a esos lugares privilegiados de la política. En ciertas sociedades donde eran consideradas inferiores a los hombres, con el tiempo se ha reconocido su igualdad ante la ley y fuera de ella, y se ha reivindicado su lugar social a la par de todo hombre. Otro ejemplo del Estado masculino era que las mujeres no poseían el derecho a votar en elecciones, como lo hacían los hombres en los regímenes supuestamente democráticos y republicanos. Y este es el caso de nuestro país, ―donde a la mujer después de muchos esfuerzos le fue otorgado el voto y derechos políticos durante la década de los cincuenta en México‖39. Sin embargo esta apertura al voto y a los derechos políticos no sólo significó reconocer el sentido equitativo que debían tener las elecciones y la vida política de un gobierno democrático, sino también les abrió las puertas de los altos círculos de la 38
―Orígenes de las civilizaciones‖ en Gran enciclopedia didáctica ilustrada. Hombre y Sociedad. España: SALVAT, 1985, p.120. 39 Op. cit. Gloria M. DELGADO DE CANTÚ. p.410.
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política a las mujeres después de tanto tiempo. Esto significó un cambio radical en una sociedad más bien machista, donde la mujer en la mayor parte de la historia había estado sometida a la voluntad de los hombres. A partir de estos acontecimientos, tanto en México como en otros países, la mujer ha participado destacadamente en los asuntos de interés nacional y teniendo así una voz fuerte en estos. Otro caso aún más reciente es la cambiante situación de la mujer es Afganistán, donde se ha llevado a cabo cierta apertura tanto social, cultural y también política para las mujeres. Y contrario a lo que pudiera pensarse muchos hombres están a favor de este cambio, no quiere decir tampoco que todos estén muy de acuerdo, no se puede cambiar ni adaptar años de costumbre de la noche a la mañana. Sin embargo las mujeres son partícipes de más actividades que a nosotros nos parecerían muy normales, como es el simple hecho de manejar. El hecho es que hay mujeres que lo desean, y no es que quieran destruir la cultura y el orden establecido por tradición; lo único que buscan es su propio desarrollo humano y social, aquel que el género masculino ha gozado por siglos. Las mujeres de Afganistán y tal vez posteriormente las de Irak, buscarán crecer en su participación social. No en perjuicio de los hombres o de la sociedad y menos en contra de su cultura islámica, que a fin de cuentas les da su identidad; sino buscando el beneficio de esas sociedades, para cambiarlas y hacerlas mejores. Tal vez falte mucho y tardarán un buen tiempo en llegar a ser lo que hoy muchos países han alcanzado en materia de derechos y libertades políticas para las mujeres, pero es posible. Hay lugares como Turquía o los Emiratos Árabes Unidos donde la mujer tiene más libertades, aunque en sus países usen sus vestimentas típicas y para nosotros parezca un poco anticuado, debemos entender que son culturas diferentes, con una visión diferente del mundo, por tanto sus mujeres, conscientes de ello deberán adaptarse a tales circunstancias para desarrollar y alcanzar sus ideales. Tendrá que haber una evolución en la manera de pensar de la sociedad de dichas regiones, donde a fin de cuentas las mujeres saldrán avante, pues lo hemos visto antes. Con el desarrollo y ascenso político y social de las mujeres no quiere decir que se pierdan aspectos tradicionales, el asunto es saber adaptar la cultura. El hecho es que si las mujeres quieren alcanzar un mejor lugar para dirigir países tradicionalistas, como los árabes, deberán entender el equilibrio que deben hallar entre modernidad y su cultura. Es claro que las mujeres han ganado poco a poco la batalla a la intransigencia de los hombre y en este comienzo del nuevo siglo han llegado para quedarse en la política sin duda alguna, algunas de ellas han alcanzado los puestos políticos más altos, independientemente de que lo hagan bien o mal, o incluso mejor que los hombres, eso dependerá de sus capacidades y aptitudes, tal y como es con los hombres. El que las mujeres jueguen un papel cada vez más importante en la política es enriquecedor para la sociedad
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y al igual que como se hace con los hombres, deberán ser juzgadas en sus gestiones de la misma manera y de la forma más objetiva posible. Tanto hombre como mujer son humanos a fin de cuentas, con defectos y virtudes, por tanto siempre puede errar en sus decisiones y en ello no hay distinción. El deseo de las mujeres por incrementar su participación política no significa que busquen destruir el orden masculino construido durante siglos; es errónea esta idea pues ellas buscan ser oídas y participar del desarrollo de su sociedad, cultura y, ¿por qué no?, de su historia; buscan forjar la base para un futuro más brillante. Tal vez con esa sensibilidad superior a la de los hombres logren cosas que ningún hombre ha logrado, eso está en su propia naturaleza, es un hecho, pues son sólo ellas las que pueden dar vida, y no los hombres. Probablemente el que la mujer sea aceptada con más apertura, no sólo en la política sino en los demás ámbitos de las actividades humanas, lleve a la sociedad a una revitalización. Debo decir que la mejor sociedad, a mi parecer, es donde tanto hombres y mujeres gocen de las mismas oportunidades y libertades, y donde encuentren y estén consientes de su historia y cultura, de otra manera cualquier sociedad será incapaz de hacerse adaptable y abierta al desarrollo y progreso, aproximando el momento en que sea inevitable su desaparición. Es tiempo de entender que las mujeres tienen tanto derecho como nosotros los hombres a dirigir un gobierno y por tanto a la sociedad. Nosotros los hombres debemos ayudar a no perjudicar su lucha, pues ellas buscan ayudar a la sociedad. Nos toca a nosotros los hombres reformar los Estados y las sociedades para que la mujer no sólo pueda participar en igualdad de circunstancias con los hombres, sino que también se realice como mujer, como madre y esposa, sin hacerla sacrificar ninguna de las múltiples facetas que quiera desempeñar.
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Bibliografía
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Diccionario Nauta de biografías. Colombia: Ediciones NAUTA. 1994.
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La mujer: esa otra minoría
Pablo Cobo Pineda
“Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo, porque no es lo que importa llegar solo ni pronto sino llegar con todos y a tiempo.”
León Felipe
Si en algún momento hemos tenido interés en investigar acerca del papel de la mujer en la humanidad a lo largo del tiempo, tendríamos que remontarnos hasta los orígenes del ser humano para comprenderlo. Por supuesto, cada quien puede tener distintas teorías, ideas, hipótesis, o incluso certezas de la evolución del concepto de mujer; por lo cual analizaré el origen y desarrollo de este apasionante tema. Concluiré con unas reflexiones propias respecto de la visión extrema, contemporánea y postmoderna que nos propone la voz de la Premio Nobel de literatura 2004 Elfriede Jelinek en su controvertida novela Deseo. Como sabemos, la historia de Occidente ha sido escrita desde la perspectiva del hombre blanco, europeo, burgués, cristiano, lo cual deja en manifiesto la discriminación que siempre ha existido hacia los otros, "las minorías": mujeres, minusválidos, afroamericanos, clases marginadas, homosexuales, no cristianos. En consecuencia, la historia que conocemos se muestra muy influenciada hacia un camino que no contempla la totalidad de los individuos, donde el papel protagónico y machista del hombre -en la connotación de género- ha prevalecido en distintos ámbitos. Buscando mantener en un lugar secundario y poco visible a la mujer. ¿Qué sucedería si la mujer fuera el sexo dominante, en lugar del hombre? ¿Cambiaría la historia? Ambas preguntas resultan intrigantes y sólo podrían resolverse en el terreno de la ficción. Lo que podemos explicar es porqué el hombre decidió reprimir históricamente a la mujer hasta llegar a nuestros días, cuando la mujer toma un papel de suma importancia, protagónico. Colocada por sus méritos y deficiencias, propias e individuales, en una condición que cada día le abre más posibilidades de autodesarrollo, la mujer ha minado poco a poco la ancestral barrera del machismo. Así, ha logrado
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recuperar el papel que le corresponde como el ser inteligente, sensible y actuante que siempre ha sido, al que la masculinidad, la religión y la conveniencia históricamente han escamoteado su condición real. Porque aunque la mujer sufrió el mismo proceso ontogénico y evolutivo que el hombre, ha tenido que sobrevivir en su naturaleza de ser humano para dejar de ser una cosa, y convertirse en un individuo más. Baste recordar la representación escultórica del paleolítico de la Venus de l`Esplugue40 que nos muestra una figura femenina de redondeces exageradas y una cabeza pequeña en clara desproporción con las partes antes señaladas. Ejemplifica lo que para el hombre primitivo fue la esencia de la mujer: un ser reproductor, destinado a la procreación, importante, sin duda, en tanto conserve la capacidad perpetuadora de la especie. Quedando implícita la idea de que al haber más individuos, las actividades tribales de caza, defensa, guerra, la misma reproducción y hasta la sobrevivencia podían llegar a ser exitosas.
Venus de l`Esplugue41
La mujer-cosa Los hombres, en nuestra cómoda posición misógina, somos los principales escultores de esta desigualdad social; además de la débil trascendencia de los valores. Para efectos de estos temas citaré a Otto Weininger con su obra Sexo y Carácter de 1903, con la que busca dar una explicación más
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Adolfo VÁZQUEZ Sánchez: ―3ª. Parte, cap. II‖ en Invitación a la estética. México: Random House Mondadori, 2007. 41 ―Venus de l’Espulgue‖ en http://www.nazaretti.org/cnazaretesplugues/Etapas%20educativas/Web_Femart/venus/venus_lespugue.jpg, marzo del 2009.
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ideológica y ensayística que científica, filosófica o psicológica; estableciendo una dimensión trascendental del hombre y la mujer, donde se fijan los roles de cada uno. En sus obras, Weininger muestra cómo el miedo del hombre a ser desplazado de su posición por la mujer, con sus capacidades distintas, era motivo suficiente para que la humillara y considerara como una cosa: ―Desde el punto de vista moral no puede hacerse otra cosa que dar la bienvenida a las mujeres que en todo momento son más masculinas que las restantes (...). [La mujer] como hasta ahora hemos visto carece de reflexión; representa la completa falta de sentido, la insensatez.‖42 Para Weininger, la mujer no tiene destino porque carece de voluntad de ser; es enemiga de la identidad y siempre está pronta a dejarse llevar. La considera como un animal sensual, debido a que su naturaleza es ser la amante de todo, pues todo la invade, olvidándose de sí. Incluso menciona a la mujer como un ser histérico, ya que vive desdoblada entre aquello que cree ser y aquello que realmente es; humillándola frente al Yo libre, inteligible y eterno del hombre. Con esta descripción de la mujer, podremos entender por qué Weininger, al igual que los demás hombres de su época, reducía a la mujer a un artículo sexual, e incluso compara el fenómeno del gonocorismo43 en el mundo animal, con la realidad humana. Esto nos indica que consideraba al hombre y a la mujer como dos especies distintas, con diferentes facultades, realidades, responsabilidades y virtudes. Llegando al punto de menospreciar a la mujer, considerándola como algo útil sólo para la conservación de la especie, la misma concepción prevaleciente desde ¡el paleolítico!, e incluso para satisfacer algunas necesidades de los hombres; es decir, la remitía a una existencia dependiente del hombre. En pocas palabras, Weininger afirmaba que la mujer no existía por sí misma, carecía de individualidad y de voluntad, por lo que el papel del hombre consistía en ser el causante de su existencia, moldeándola conforme sus necesidades. En resumen, el hombre la utiliza y le otorga sus funciones en la vida. Para resumir todo lo anterior y hacer más claras las ideas que hasta el momento se han expuesto, me gustaría referir un fragmento del ensayo de David Picó, referido a lo escrito por Weininger: El tradicional enigma de la mujer es, en Weininger, su vacío. Siendo pura superficie, la mujer es recreada por el hombre. Como la mujer es la falta de esencia, es el hombre quien se halla en
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Otto WEININGER: Sexo y Carácter, Barcelona: Anagrama, 1985, p. 225. Sexualidad en la que los animales, por lo general peces, se reproducen sólo como machos o sólo como hembras. 43
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disposición de erigirla, de darle valor. Aunque en esta lucha espíritu-materia, control-descontrol, víctimas y verdugos puedan alternarse. La relación entre el hombre y la mujer es la misma que la del sujeto y el objeto. La mujer busca ser considerada objeto44. (…) Cuando el hombre se hizo sexual, creó a la mujer. La mujer es la culpa del hombre, existe cada vez que el hombre peca, es su error. Por eso, (…) para que la mujer deje de existir basta con que el hombre supere el deseo sexual en sí mismo45. (…) Es el deseo el que construye a la mujer. Todo hombre se crea a una mujer, en la cual se encarna (se arroja) a ella misma en su propia culpa.46
Esto que se ha mencionado acerca de la mujer y el hombre, recae a una sola afirmación; el hombre tiene miedo de la mujer. Este miedo se deriva de las capacidades de la mujer, de la falta de sentido y el temor ante el abismo de la nada que la relaja. Motivos por los que preferían oprimirla hasta el punto de considerarla como nada, porque la mujer podía ser causa del fin del mundo. Todas estas ideas que he podido recalcar sobre Weininger, se derivan de los pensamientos de la época en los que la mujer no tenía cabida en ningún ámbito de la sociedad, debido a que la mujer degeneraba las ideas del superhombre. Lo masculino se consideraba como el triunfo del intelecto sobre la naturaleza; y al ser la mujer considerada como naturaleza (entre más bella, más natural), no se le podía permitir que compitiera contra el hombre, por provenir de distintas realidades. En cambio la mujer real considerada como algo más oscuro, enemiga de la sociedad, del capital, del intelecto y del espíritu; llega al punto de ser comparada como una hénide47. Todos estos temas influyen en Weininger, y fueron los causantes de su postura misógina; no intento su justificación, pero toda su época se vivió de esta manera y esa era la realidad en la que vivía el hombre blanco, europeo, burgués, cristiano de fines del siglo XIX.
La mujer-objeto Como consecuencia de lo anteriormente mencionado, surge una realidad mal entendida y que no justifico, en donde la mujer era condenada a ser una cosa útil, que el hombre poseía, sólo para la preservación del ser humano.
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Op. cit. WEININGER, p. 289. Op. cit. WEININGER, p. 211. 46 Ibid. p. 300. 47 En la cultura griega, las hénides tienen un papel mitológico, el cual carece en su mayoría de importancia, y casi siempre aparecen protagonizando aventuras amorosas con los dioses o con los mortales. 45
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El hombre le dio la oportunidad a la mujer de convertirse en el tema artístico por excelencia, lo cual podría resultar en algo extraño y difícil de comprender debido a la situación misógina de la época. Pero esta oportunidad no surgió por un aprecio, amor, agradecimiento, o cualquier otro sentimiento que se nos venga a la mente; el único causante de esta nueva faceta de la mujer es la materia a la que los artistas masculinos de la época se enfocaron, la cual se desarrollará más adelante definiendo ciertos conceptos de la época. La mujer era considerada como aquello que se encontraba delimitado como tal; en ella no hay formas imperfectas, irreconocibles por el varón. Esto la convertía en el ejemplar perfecto, para basar toda obra artística; lo anterior, en lugar de acrecentar su ego, la reducía hasta la mera expresión de un objeto. La materia más importante para los artistas de la época era la forma; la mujer adquiría un papel limitado a un nivel pura y meramente material, donde se le desprendía de toda capacidad intelectual o carácter humano. Derivado de esto, se concibe a la mujer como un objeto artístico; de ahí se derivan problemas actuales, por ejemplo, la anorexia y la bulimia, ya que este estereotipo fijado en la mujer resulta parte de su identidad, enmarcada por la abundancia de imágenes que los hombres proponen como estéticas. Problema que en la actualidad también empieza a afectar al hombre, como resultado de una obsesión por cierto tipo de imágenes, aunque esto se origina de otra vertiente, que es la sociedad de consumo. La imagen-objeto-estético de la tradición grecolatina, donde se reduce a lo femenino a un compañero frío, distanciado e inhumano; considera a la mujer como una representación ideal que sólo tenía como propósito pertenecer a un hombre. Slavoj Zizek, en su obra Las metástasis del goce, dice que la mujer adquiere una relación de súbdito frente al hombre, donde éste la ordena según sus caprichos. Concluyendo que la mujer es quizá el objeto más representado precisamente por ser irrepresentable, privándola ―… de toda sustancia real, la Dama funciona como espejo en el cual el sujeto proyecta su ideal narcisista‖48, que extensamente refiere el poeta Rainier María Rilke en su obsesivo símbolo del ángel en las Elegías del Duino. Esta afirmación se completa con las precisiones de Lacan: ―El espejo, dado el caso, puede implicar los mecanismos del narcisismo y, principalmente, la disminución destructiva, agresiva, que luego volveremos a encontrar. Pero cumple otro papel, un papel de límite.‖ De esta manera entendemos los motivos por los que la mujer es rebajada a una naturaleza meramente material; debido a que ―su lugar está vacío, funciona como un tipo de agujero negro 48
Slavoj ZIZEK. Las metástasis del goce. Buenos Aires: Paidos, 2003, p. 158.
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alrededor del cual está estructurado el deseo del sujeto‖.49 Esta postura se da tanto en el siglo XIX como en el siglo XX; y recibe una mejor explicación en el mito de Pigmalión50 que nos llega a través de Las metamorfosis de Ovidio. Este mito cuenta de un hombre llamado Pigmalión que vivía sólo y sin ninguna compañera, por lo que decidió crear una mujer de marfil, a la cual llamó Galatea. La creó de la manera más perfecta, resultando ser una escultura muy bella de la cual terminó perdidamente enamorado. Él la vestía y le hacía regalos, como si fuera una persona de carne y hueso. Viendo en la estatua la compañía que necesitaba, y desarrolló una serie de sentimientos hacia esa hermosa escultura. Un día en la fiesta de Venus, pidió a la diosa que su estatua adquiriera vida, es decir se hiciera humana y su deseo le fue concedido. La misma diosa Venus, complacida del amor de Pigmalión y Galatea, atestiguó su boda. Tuvieron una hija, pero al poco tiempo Galatea fue escapándose del control de su marido: empezó a tener un círculo de amigas intelectuales, engordó, tomó clases de cerámica y mostraba un desapego al hogar, inclinándose hacia la expresión artística, su ontogenia real. Sus inclinaciones molestaron en gran medida a Pigmalión, ya que no podía aceptar que su mujer saliera de la esfera del hogar, del cuidado del marido, ni la falta de aceptación de su verdadero lugar. La reclusión hogareña al cuidado exclusivo de Pigmalión, que no dejaba posibilidad alguna para la expresión individual, deja clara la preferencia del protagonista por la estatua-objeto-precioso. Este mito recrea perfectamente la manera en que el hombre concebía la naturaleza femenina, o sea, como un objeto, el cual debía ser moldeado a las necesidades del hombre; necesidades que eran más bien consideradas como placeres cumplidos. El ideal masculino era convertirse en un Pigmalión, quien se fabrica una mujer para poder amarla, construirla, educarla, elegir por ella respecto a sus gustos más mínimos; hacerla a su imagen y semejanza. Este antiguo mito sigue vigente en nuestros días y la raza de Pigmaliones prospera. El despojo de todas estas tareas que el hombre le había asignado a la mujer, para lanzarse a los dominios de lo público y lo social, (espacio que ya era por naturaleza propiedad del hombre) abreva de otra vertiente en las religiones judeo-cristianas, donde a la mujer se le considerara como satánica, símbolo del pecado y agente transmisor del mismo. A partir de Eva, es la mujer quien, seducida por el demonio, sucumbe a tentaciones y arrastra al hombre. Lo ejemplifica bellamente la Divina Comedia de Dante Alighieri. El círculo infernal más alejado del empíreo o sea de la divinidad, es el que aloja a 49 50
Ibid. p.145 OVIDIO. Las metamorfosis. Madrid: Juventud. pp. 209-210.
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las víctimas de la soberbia, el pecado más grave, ya que implica el deseo de igualarse a lo absoluto; precisamente la falta que cometen Adán y Eva al comer lo prohibido buscando transformarse en dioses. De aquí se desprende la noción de pecado, muy diferente de la de la falta o error, ya que éste lleva asociada una culpa y la imposición de un castigo que nos viene gratuitamente a todos los humanos que nos consideremos descendientes de Eva. Así, la causante de que tengamos que trabajar, sufrir hambre, enfermedades y dolor, es, según estos pensamientos, la mujer. El castigo que se le impone a lo largo de siglos es el de permanecer sometida al hombre, y la forma de lograr esto evoluciona desde la violencia física, a la tolerancia y aceptación de algunos roles secundarios, siempre en calidad de ignorante. El castigo más brutal que puede darse a un humano es negarle lo que su propia condición demanda: el desarrollo del intelecto. Así, prácticamente hasta el siglo XIX, la mujer no era recibida en escuelas, universidades o centros de enseñanza. Estos lugares le son vedados, salvo contadas excepciones, como en los casos de mujeres aristócratas, quienes tienen acceso al arte y sólo de forma muy sutil, casi anónima, tienen acceso a las fuentes de la cultura. Como consecuencia de lo anterior, busco ejemplificar cómo la mujer ha luchado contra los diversos estereotipos que la humanidad le ha implantado, reduciéndola a la causa de todos nuestros males. Esta relación entre mujer-males, es lo que la ha conducido a su reducción como objeto del hombre. Aunque a la vez, pudimos empezar a observar cierto tipo de rebelión por parte de ella, para así plasmar sus ideas en la historia.
Un género, dos sexos Después de haber mencionado posturas totalmente misóginas o machistas, creo que sería apropiado mencionar alguna de las posturas feministas que han ayudado a este escalonamiento de la mujer en la sociedad. Para esto, mencionaré algunas ideas de Judith Butler, una de las principales expositoras de la teoría feminista. De ella retomaré algunos temas referidos a la sexualidad, los cuales intentarán convencernos de la inexistencia de los términos mujer y hombre como los conocemos; dejaré de lado algunas de sus ideas, como sus preferencias sexuales, con las cuales no concuerdo y, dada su complejidad y controversia, prefiero no entrar en detalle. A continuación mencionaré una de las principales ideas de esta autora: ―El género también es el medio discursivo/cultural mediante el cual la naturaleza sexuada o un sexo natural se produce y
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establece como prediscursivo, previo a la cultura, una superficie políticamente neutral sobre la cual actúa la cultura‖. Butler nos indica que existe una obligación cultural de ser hombre o mujer, al establecer la diferencia entre el cuerpo sexuado y el género, declarando que la definición de sexo como tal, se encuentra mal explicada, y debe ser considerada más bien como género. Esta idea la utiliza para eliminar el juicio ya establecido de los hombres acerca de las mujeres, y busca reducir el hecho de la existencia de dos géneros de seres humanos a uno solo, justificándose en la heterosexualidad como principal eje de acción. Es decir, la simetría, había sido la causante de esta creación de dos géneros relacionados íntimamente con la preferencia sexual. Para dejar más claro lo que J. Butler buscaba, entre otras cosas, citaré otro de sus principales pensamientos: Tanto en el caso de hombres como de mujeres, esta afirmación tiende a subordinar la noción de género bajo la identidad y llevar a la conclusión de que una persona es de un género y lo es en virtud de su sexo, su sentido psíquico del yo y diversas expresiones de ese yo psíquico, entre las cuales destaca el deseo sexual. Con esto busca eliminar la existencia del género, dejando en claro que lo verdaderamente relevante y trascendente es la preferencia sexual, pues es lo único que podría llegar a causar la distinción entre hombre y mujer; pero como tal no existe un género que los separe o razón alguna para la existencia de un género dominante. Al igual que las demás partes de mi ensayo, esta postura es extremista y toca temas muy complicados; en los cuales preferí no extenderme, porque se alejarían del concepto que buscamos.
El hoy y la mujer El tema da para muchas páginas más, sin embargo, quiero hacer una elipsis que nos lleve a nuestros días y contrastar lo escrito previamente con el pensamiento de la mujer intelectual, libre, blanca, europea, atea y galardonada con el Nobel de Literatura 2004, analizando la propuesta de su inquietante obra Deseo; me refiero a la austriaca Elfride Jelinek. El titulo en alemán es Lust, traducido por Deseo, invoca desde ahí una posibilidad de relato erótico y, efectivamente lo que se narra tiene ese componente, sólo que evoluciona por una ruta de no excitación, más bien de estupor, sorpresa y repugnancia a lo descrito.
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La trama es sencilla: relata la vida de una mujer casada con un empresario próspero que es adicto a los prostíbulos, pero que, por temor al sida, deja de acudir a ellos y vuelca toda su perversión sexual en su esposa, a la que obliga a todo tipo de excesos, no importándole en ningún momento la sensibilidad de la esposa. Su esposa, Gertie, huye de la casa en una condición alterada, al parecer alcoholizada o dopada (no se aclara con precisión) para encontrarse accidentalmente con un joven a la orilla de una carretera con el que tiene sexo. Lo encuentra atractivo diferente; se resalta la diferencia de edades (temática recurrente de la autora). Gertie busca repetir la experiencia mientras que el joven la somete a vejaciones con su grupo de amigos, que acaban con la destrucción de la protagonista51. El mensaje de la novela es la denuncia feminista de una mujer europea que en el siglo XXI aún es sometida, utilizada y cosificada, y es únicamente necesaria para fines reproductivos y satisfacción sexual unilateral, a lo que ella misma está dispuesta, siendo cómplice de un hombre que le paga por ser la madre de su hijo y recibiendo toda la violencia que él decida imponerle. Todo esto, dentro de las bendiciones sacramentales de la institución civil-religiosa. No hay solución a su conflicto. La realidad de la mujer actual en otro entorno social, muestra un cambio ascendente, en el que las mujeres contemporáneas tienen cada día mas posibilidades de ser ellas mismas, no gratuitamente, el precio es el esfuerzo, la dedicación y el sacrificio que tienen que auto imponerse para obtener sus ideales de crecimiento personal, familiar y social. En este proceso, quiero mencionar los logros que desde la era moderna han ido conquistando (con grandes dificultades y sacrificios), y que considero importantes: la posibilidad de acceder a las escuelas, universidades y centros de educación de todo tipo, la participación voluntaria en la vida democrática con el derecho a votar y ser votadas, además de regular su fertilidad mediante uso de anticonceptivos de diseño farmacológico. En el pasado era impensable que las mujeres pudieran elegirse democráticamente para dirigir una nación, lo que es cada día más frecuente y, lo mejor, menos visto como rareza. En el mundo profesional igualmente, es del todo normal compartir las actividades, retos y satisfacciones que una actividad profesional, técnica o de cualquier índole laboral implica, aceptando que las posibilidades de desarrollo y progreso no están basadas en actitudes de género. La mujer que elige dedicarse a su familia como una opción libre y autónoma, con la libertad para realizar actividades paralelas en el arte, la sociedad, la cultura o la filantropía, son algunos de los muy variados ejemplos que se pueden citar. Si bien es cierto que estas libertades no han permeado a la totalidad del género, que persisten actitudes discriminatorias atávicas, en paralelo hay un proceso, una lucha: la tendencia apunta al avance. Este
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Cf. Jelinek ELFRIDE. Deseo. México: Planeta, 2004.
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siglo XXI parece perfilarse como testigo de la mujer en un plano de individuo igual a sus semejantes; las diferencias de género estarán reducidas, a lo que son: biologías y sensibilidades diferentes y complementarias. La superioridad –si esto puede pensarse- en la escala del individuo, se crea, gana, respeta y construye en un proceso dinámico y no gratuito. Ese otro, la mujer, la veo de frente y a los ojos; sólo espero ser digno de que ella me vea de la misma manera. Mujer, ser humano De esta forma, espero haber logrado transportar sus mentes a las distintas épocas, para así poder entender todo el ambiente alrededor de los distintos autores que he citado, tratando de fundamentar cada una de estas posturas, de manera que estas ideas resultaran congruentes y que pudieran demostrar por qué las personas de la época podían creer como verdad única esas posturas. La mujer siempre ha poseído las mismas capacidades que el hombre, lo cual me parece importante recalcar para no caer en un abismo del error, pensando que la participación o el ejercicio de la razón de la mujer comenzaron a partir de los más recientes siglos. En el pasado, la mujer también realizaba obras literarias o filosóficas de gran trascendencia, pero movidas por la estructura del momento, ocultaban sus nombres o géneros, ya que de lo contrario podían ser condenadas a muerte. A pesar de que no recibía las mismas oportunidades de educación que el hombre, la mujer supo avanzar dentro de la ciencia de la época, y así, ir tomando un papel más importante con el paso de los años. En la actualidad no se ha podido terminar con las ya mencionadas, y algunas otras posturas misóginas o feministas, pero en algunos países se ha podido lograr un progreso significativo en la posición de la mujer en la sociedad. Para ejemplificar la nueva posición de la mujer posmoderna, me gustaría tomar como ejemplo y como base a la cultura europea, ya que la postura de mi ensayo se basa en la ideología del hombre blanco, europeo, burgués, cristiano, de una cultura antigua y civilizada, en diversos aspectos. El primer paso que dio la mujer, fue independizar la relación marido-esposa-hogar; que fue causa principal de la opresión de la mujer a lo largo de la época. El cambio en la forma de pensar de la sociedad, surgió de ambas partes. Desprendido de ahí, la mujer logró cambiar su forma de pensar, haciendo saber que tenía las mismas virtudes, habilidades y aptitudes que el hombre, lo cual ni la hacía inferior ni superior al hombre. Motivada por la creciente globalización y el materialismo, aunado a la avaricia del ser humano, la mujer buscó salir del hogar para conseguir satisfacer sus necesidades. El segundo paso fue la transformación de la idea del hombre acerca de la mujer; es decir, el paso que siguió para olvidar a la mujer como una más de sus posesiones, y que merecía los mismos
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derechos y obligaciones que un hombre para su desarrollo (aunque éste ni siquiera es tan relevante, porque la mujer por méritos propios ha logrado su crecimiento). A partir de estos dos pasos, fue que la mujer ha ido adquiriendo un papel más relevante en nuestra sociedad, demostrándonos que es capaz de lograr su desarrollo personal, profesional, cultural, familiar y religioso sin contraponerlos. Además, la sociedad ha jugado un papel de suma importancia para este crecimiento y desarrollo de la mujer. A lo mejor, las situaciones por las que se ha ido dando la apertura de la sociedad no fueron las más deseadas, pero al final resultaron capaces de un cambio estructural. Respecto a estas situaciones puedo mencionar el caso de las guerras mundiales, en donde el género masculino se vio más afectado que el femenino, lo cual empezó con destapar algunos tabúes y permitir o enviar por necesidad a la mujer a la guerra. Con ejemplos como éste, y por méritos propios, la mujer demostrado que sus facultades son las mismas que las de un hombre. Esto lo menciono sólo como inicio, mas no significa que la mujer haya ganado su lugar por la casualidad; sólo lo he recalcado como un inicio de sus oportunidades. A pesar de esto no todo en la mujer ha sido favorable, también existen problemas que derivados de la vida actual y de los estereotipos que ya se tenían desde épocas antiguas, y que han retornado a la mujer a una concepción de mujer como objeto, ya que pierden su identidad buscando ser alguien diferente. Por ejemplo, este estereotipo que se le ha asignado a la mujer es el de ser bella, refiriéndome a una belleza física como parte fundamental e incluso como único estilo de vida. Esto causa en ellas problemas de identidad, ya que la mujer de hoy, en muchas ocasiones pierde la conciencia de su yo para buscar ser alguien más, e incluso para buscar su aceptación en la sociedad. Esto nos muestra cómo la mujer no exterminado los diferentes fetiches que se le han impuesto a lo largo de la historia. Pero ha logrado dejar ese papel de minoría para convertirse en un igual del hombre, lo cual no es lo más importante de todo este desarrollo, pero sí ha permitido que la mujer obtenga un papel protagónico en la historia, al igual que el hombre. Recalcando que el hombre no fue quien le permitió u ofreció a la mujer Esta igualdad (aunque sí ha habido una mayor aceptación en la actualidad); sino que ella, a través de su esfuerzo y lucha, ha buscado desplazarlo y superarlo; escalando en la estructura social de la humanidad hasta colocarse como igual de todo hombre.
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Bibliografía Adolfo SÁNCHEZ VÁZQUEZ: Invitación a la estética. México: Random House Mondadori, 2007
Jelinek.ELFRIDE: Deseo. México: Planeta, 2004. Slavoj ZIZEK: Las metástasis del goce. Buenos Aires: Paidos, 2003.
Otto WEININGER: Sexo y Carácter. Barcelona: Anagrama, 1985.
OVIDIO: Las metamorfosis. Madrid: Juventud., 2008
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Mujer y Sexualidad: los abismos de la libertad Elizabeth Gutiérrez Frías
Introducción. Definir la sexualidad
La sexualidad es un lugar de desencuentros, pero también de maravillas. Al estar ligada con los aspectos más íntimos de la persona, la sexualidad trae consigo tanto perplejidades como autenticidad y goce. Esta cercanía con nuestra interioridad la convierte en un tema polémico y a menudo intimidante, que frecuentemente preferimos silenciar –en especial las mujeres. Sin embargo, justamente por tratarse de un asunto entrañable y profundo, involucra peligros también medulares para la persona, debidos al mal uso que se haga de ella. Ahora bien, es propio del filósofo denunciar tales imposturas, y es tarea de la mujer definir el lugar que quiere ocupar en la sociedad, colaborando con el rescate de la identidad femenina. Dada la complejidad de la cuestión, no pretendo en este ensayo utilizar un lenguaje filosófico riguroso ni resolver los enigmas, sino únicamente identificarlos. Una de las tendencias contemporáneas pretende reducir la sexualidad a un conjunto de elementos instintivos y puramente irracionales, equiparándola con la sexualidad animal, con la pura satisfacción de una pulsión egoísta, llevada a cabo en un plano enteramente corporal y determinada por factores biológicos. No obstante, la sexualidad involucra la totalidad del individuo, y el individuo humano no puede reducirse a componentes materiales o corpóreos, sino que supone otros factores, que lo especifican como humano. No me refiero con ello a un alma o a un espíritu inmaterial, sino únicamente a aquello, previo a la razón, que nos hace humanos. Tal vez Heidegger podría llamarle una apertura originaria hacia el resto de los entes. Trataré de explicarlo con un ejemplo: cuando nuestra mirada se cruza con la de alguien más, ¿podemos decir que se trata simplemente de un fenómeno de refracción de la luz? Pienso que cuando las miradas se cruzan, una parte de nuestra intimidad se muestra al otro y nos volvemos al menos parcialmente transparentes. Se trata de una identificación que no es aún racional, pera tampoco meramente física. ¿Cuántas cosas puede esconder o revelar una mirada? Pienso que sucede lo mismo con la sexualidad: no involucra sólo el cuerpo, sino la totalidad de nuestro ser, de aquello que nos hace humanos. De cierta manera, hace comunicable nuestra intimidad. Por ello, Aquilino Polaino-Lorente, filósofo y psiquiatra español, sostiene que en la sexualidad humana intervienen factores cognoscitivos y afectivos de los que no podemos desentendernos, además de que implica una dimensión de libertad que no posee la sexualidad animal.52 En el ámbito biológico
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la sexualidad está teleológicamente orientada a la procreación y a la conservación de la especie. Sin embargo, la sexualidad humana tiene también fines subjetivos y psicológicos, tales como el compromiso afectivo con el otro, el evitar la soledad y el satisfacer la tendencia a la paternidad.53 La sexualidad involucra una red de significados íntimos y de asociaciones culturales, complejas y cambiantes, que la alejan del ámbito de la mera biología. Así como el hombre no sólo se alimenta, sino que hace gastronomía; mujer y hombre no sólo copulan, sino que practican su sexualidad, dotándola de valor y significado. Independientemente de si la sexualidad tiene por sí misma una dimensión sagrada, espiritual o trascendente, el hombre tiene la posibilidad de dársela. Y no solamente tenemos la facultad de otorgarle un sentido a nuestros actos, sino que es imperativo para nosotros, pues experimentamos una apremiante necesidad de sentido. Entonces, la sexualidad requiere de una sabiduría peculiar, que permite al hombre humanizar el sexo y dotarlo de un compromiso biológico, afectivo e intelectual.
Los extremos de la sexualidad: represión y erotismo La sociedad actual mantiene una doble relación con la sexualidad, puesto que por un lado la reprime, mientras que por otro la incita. Asociamos la sexualidad con la suciedad y con la indecencia. Esto se refleja en el lenguaje: hablamos de sexualidad mediante rodeos y dobles sentidos, como los albures, que revelan nuestro ingenio, pero también nuestros temores. Una prueba de que en la sexualidad se expresan nuestros miedos es que las groserías son, frecuentemente, alusiones sexuales. La sexualidad se manifiesta así como un tabú.
Pero tanto recato, lejos de proteger o darle significado a la sexualidad, genera miedo, represión y desinformación. Es bien sabido que lo prohibido, por el simple hecho de ser prohibido, se antoja aún más apetecible. Entonces, el libertinaje sexual se convierte en una forma de rebeldía, de transgresión, de ir en contra de lo establecido. El problema es que los sectores de la población que buscan ir en contra de las normas son precisamente los sectores que están en busca de su identidad: los adolescentes, los homosexuales y, para efectos de nuestra investigación, las mujeres. Pero el buscar la
Aquilino Polaino-Lorente, ―Psicofisiología y sentido de la sexualidad humana. Estudio psicológico‖, en Jacinto CHOZA, Rafael GÓMEZ Pérez, Manuel GUERRA, Teodoro LÓPEZ, Guillermo LÓPEZ García, Juan JIMÉNEZ Vargas y Aquilino POLAINO-LORENTE: Analítica de la sexualidad. Pamplona: EUNSA, 1978, p. 56 52
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Jacinto CHOZA, Rafael GÓMEZ Pérez, Manuel GUERRA, Teodoro LÓPEZ, Guillermo LÓPEZ García, Juan JIMÉNEZ Vargas y Aquilino POLAINO-LORENTE: Analítica de la sexualidad. Pamplona: EUNSA, 1978, p.66
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identidad a través de la liberación sexual no constituye una forma genuina de liberación, puesto que no se define a partir de acciones, sino a partir de la negación de límites arbitrarios.
El propio tabú reprime e incita, y con ello, es causante de los mismos excesos y patologías que se proponía evitar. Los miedos de la sociedad definen las deformaciones y así las hacen surgir. ¿Es inevitable la existencia de tabúes? ¿Cuál es la función que cumplen en la sociedad? Laura Kipnis, escritora estadounidense, sostiene que ―los historiadores […] suelen inspeccionar ejemplos de mal comportamiento y de descaro –es decir, contemplan a los herejes, los rebeldes, los criminales […] – porque cada fisura en la fábrica social traza el mapa de sus propias contradicciones orgánicas y da cuenta de sus […] frágiles nexos institucionales.54
¿Es posible eliminar el tabú ante la sexualidad? ¿Eliminaríamos con ello el erotismo y la experiencia de la sexualidad? ¿Es el pudor el que genera el erotismo? No lo sé. No es deseable eliminar por completo la represión –incluso Freud lo estableció así. Sin embargo, la represión que ejerce un tabú excede los límites de lo racional. Además, el pudor tiene tanto una dimensión social y convencional, como una dimensión natural, que consiste en la protección de la propia intimidad.55 Con ello, el pudor sería parte integrante de la sexualidad.
Por otra parte, además de reprimir la sexualidad, la sociedad la incita, tanto en la forma del amor romántico, como en la forma del erotismo. Existe la concepción de que el acto sexual es la máxima expresión de amor entre una pareja. Yo pienso que el amor pleno debe exceder las capacidades de expresión del acto sexual. Resulta extremo equiparar amor y sexualidad, pues esto dificulta las relaciones de pareja: la cercanía sexual, aún siendo íntima y afectiva, no puede sustituir la cercanía propia del amor. Esta confusión, aunque parece provenir de un nexo puramente natural, puede proceder de la influencia de los medios. Laura Kipnis lo expresa recordando ―la fragorosa y omnipresente propaganda que […] embiste nuestra psique hora tras hora: millones de imágenes de parejas flechadas […] se ciernen sobre nosotros y nos hacen abordar por la fuerza el tren del amor. Toda superficie bidimensional intenta enjaretarnos amor‖.56
¿Qué tan pasajera y convencional es nuestra concepción del amor? ¿Cuánto sabemos realmente acerca de nuestros deseos y motivaciones? ¿No podrá constituir esta idea del amor una
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Laura KIPNIS. Contra el amor. 1ª ed. México: Tumbona, 2008, pp. 32-33. Jacinto CHOZA: La supresión del pudor, signo de nuestro tiempo y otros ensayos. Pamplona: EUNSA, 1980, p. 28. 56 Op. cit. Laura KIPNIS. p.40. 55
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manera de moldear nuestra personalidad de acuerdo a las necesidades de la colectividad y de la armonía social?
Pienso que la sexualidad debe constituir una dimensión del amor. Esto implica que despojar a la sexualidad de su carácter afectivo es posible, pero no deseable. Nuestra libertad nos otorga el poder de convertir el acto sexual en una expresión de amor, o de sustraerle toda carga afectiva. Sin embargo, no podemos despojarlo de su carácter íntimo. Por tanto, el acto sexual, aún despojado de cualquier rastro de afectividad, involucra siempre la intimidad de la persona. Por eso, una relación sexual sin afectividad es una intrusión en lo más profundo del individuo: se trata casi de una violación de nuestra intimidad.
La sexualidad de la mujer contemporánea Aunque la revolución sexual en la década de los sesenta logró atenuar la discriminación sexual hacia las mujeres y reconocer su derecho al placer, la sociedad actual conserva tendencias androcéntricas. Según Alicia Puleo, investigadora de la Universidad de Valladolid, ―el sensual (en ocasiones, pornográfico) modelo femenino post revolución sexual es también –como lo era el puritano ángel del hogar– una proyección del deseo masculino‖.57
Es la misma sociedad, a través de los medios masivos de comunicación, la que define y extiende tales concepciones paradigmáticas de la mujer, con lo que establece un control sobre el cuerpo y la sexualidad femeninos. Al definir el modelo de lo que debería ser una mujer, influye y configura la conciencia de las mujeres, limitando sus ambiciones y regulando sus modos de vida. Como sostiene Alicia Puleo, ―ser perversa es la nueva propuesta del patriarcado a las jóvenes rebeldes‖.58 Por ello, es necesario tomar distancia respecto del arquetipo de la feminidad que propone la sociedad contemporánea, puesto que no ha sido creada por las propias mujeres.
Desde estos arquetipos, las peculiaridades de la mujer pueden ser manipuladas o malinterpretadas. Por ejemplo, al considerar la menstruación como una impureza se le asigna un carácter negativo a una diferencia natural femenina. Además, el caracterizar a la mujer como hipócrita o superficial forja peculiaridades construidas y no naturales que, sin embargo, no suelen diferenciarse de las naturales. Alicia H PULEO: ―Mujer, sexualidad y mal en la filosofía contemporánea‖ en Daimon. Revista de Filosofía de la Universidad de Murcia. No. 14, enero-julio 1997, en http://www.fyl.uva.es/~wceg/articulos/mujersexualidadymal.PDF, al 30 de octubre de 2008, p.1 58 Idem 57
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Y si estos arquetipos, además, son difundidos y justificados por los medios masivos de comunicación, el resultado puede ser desastroso. La publicidad suele mostrar a las mujeres únicamente como objetos de deseo. La sexualidad femenina es uno de los recursos más efectivos para vender casi cualquier producto. Es doloroso recordar que las estrategias que permitieron la dominación y el abuso por parte de los nazis, fueron justamente el deshumanizar y objetivar al pueblo judío. Podríamos argumentar contra ello las razones de Kant, que estableció como imperativo el tratar siempre a los humanos como fines, y nunca solamente como medios.
Uno de los aspectos más desafortunados de esta comercialización de la sexualidad es la pornografía.59 Se trata de una de las industrias más poderosas e influyentes que, para alcanzar sus metas de ventas, excita de manera sistemática los impulsos sexuales de la población, utilizando además la tecnología de las artes gráficas para alterar el cuerpo humano, a fin de hacerlo más ―atractivo‖.
Esta enajenación del cuerpo, sobre todo del cuerpo de la mujer, debilita las relaciones humanas, al crear modelos distorsionados de sexualidad femenina y masculina. Olvidamos que estos modelos son ficciones, forjadas de manera arbitraria, siguiendo intereses económicos. El verdadero daño reside en confundir estas ficciones con la realidad. Con ello, el consumidor de pornografía es esclavo de ella, pues permite que los modelos artificiales de la sexualidad configuren sus relaciones reales. La pornografía sustituye el contacto humano, reduce la intimidad y limita la identidad de acuerdo con una lógica simplista, regulada por el consumismo. Ante ello, las mujeres no podemos tener un papel pasivo. Es tarea nuestra denunciar las actitudes artificiales que, como efecto de la pornografía, interfieren en nuestras relaciones humanas. Como mujeres, nos corresponde definir el papel que queremos jugar en la dialéctica del amor sexual, pues está en juego también nuestra identidad.
Por otra parte, el extremo opuesto es considerar la sexualidad de la mujer como un ámbito que expresa de manera paradigmática su pureza moral. Pienso que el verdadero sentido de virginidad y pureza se ha desplazado para dar lugar a una serie de prohibiciones que se aceptan de manera personal sin fundamentarlas racionalmente. ¿Por qué relacionamos impureza moral con sexualidad? ¿Por qué le
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Un análisis de la objetivación de la sexualidad en la pornografía puede encontrarse en el artículo de Héctor Zagal y Rocío Mier y Terán, ―La mujer y el neoliberalismo‖, en Carlos LLANO, Rocío MIER Y TERÁN y Héctor ZAGAL: Familia y empresa en la sociedad posindustrial. México: Universidad Panamericana, 1995, pp. 49-55.
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atribuimos estos imperativos de manera especial a la mujer? ¿No tiene la pureza un significado mucho más amplio?
Aunque de manera cada vez menos patente, la nuestra es una sociedad machista y regida aún por principios masculinos. Los arquetipos que indican lo que debe ser una mujer se encuentran de manera tan interna en nuestras mentes que, por ejemplo, aceptamos diariamente la idea de que la mujer debe esmerarse en su arreglo personal, incluso si esto implica sacrificios. En cambio, le perdonamos al hombre no hacerlo. ¿Es coincidencia que la industria del cuidado personal mueva millones de dólares? ¿No es esta una manera de convertir a la mujer en un objeto, casi en un adorno? ¿Debemos por ello rechazar nuestras costumbres?
Los abismos de la libertad Ante este panorama, ¿qué sucede con la sexualidad en la sociedad contemporánea? Para tratar de responder, expondré los argumentos que dio el filósofo francés Paul Ricoeur. Comienza afirmando que en la antigüedad, la sexualidad constituía casi un ritual mágico, inscrito dentro del orden de una sacralidad total, cósmica. En cambio, la sacralidad que domina actualmente es la trascendente, que es mucho más adecuada para sostener una ética política, que un lirismo de la vida. El orden actual ―es incapaz de recoger dentro de sí el demonismo latente, la creatividad, la violencia del Eros; no puede sostener más que la disciplina institucional del matrimonio‖.60
Muchos pensadores establecen un vínculo entre la pérdida de la dimensión de la sacralidad, o nihilismo, y el creciente interés por la sexualidad. Al parecer, cuando la razón desespera en su búsqueda de un sentido trascendente, uno de los caminos que toma es el de la sexualidad. Sin embargo, la sociedad contemporánea también ha dotado al sexo de nuevos significados. Tal vez el más importante sea el reconocerlo como un lenguaje sin palabra, como un órgano de reconocimiento mutuo que permite una peculiar expresión. Además, en la sacralidad cósmica, la sexualidad era considerada infrapersonal, irresponsable y más ligada a lo animal. Ahora, en cambio, la sexualidad es un acto de personalización mutua, que involucra cariño e implica la responsabilidad de dar la vida.
Para conseguir que sea más intensa y duradera, la sexualidad debe someterse a la disciplina del matrimonio. Este pacto humaniza la sexualidad, aunque también conlleva sacrificios y sufrimientos. Sin embargo, el matrimonio, según Ricoeur, ―sigue siendo la apuesta cardinal de nuestra cultura en
Paul RICOEUR: “Sexualidad: la maravilla, la inestabilidad, el enigma” en http://es.geocities.com/lectio2/documentos/biblos/Ricoeur/sexualidadenigma.doc, al 27 de octubre de 2008, p.2. 60
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cuanto al sexo […] (y) la mejor oportunidad para el cariño‖.61 Sólo de esta manera se puede incluir en los fines de la sexualidad la perfección de la relación interpersonal. Es importante anotar que el hombre es un ser para otro: la vida de un hombre encerrado en sí mismo carece de sentido. La plenitud humana reside en este ser para otro. La sexualidad manifiesta de manera muy clara la complementariedad entre mujer y hombre: se trata de una relación de identidad y alteridad. Ni la mujer ni el hombre pueden definirse de forma separada, sólo pueden definirse en relación con el otro. Únicamente en la entrega libre y recíproca, en la comunión, que también se manifiesta en la paternidad y en la amistad, es donde podemos alcanzar la plenitud humana.
Sin embargo, lo que predomina en nuestra sociedad es la cultura del erotismo, donde erotismo se entiende de manera peyorativa, pues impera en él el egoísmo de la satisfacción propia, y no la reciprocidad del don. Esta ambivalencia del Eros parece confirmar la concepción que de él tenían los antiguos griegos: Eros era un demonio, un intermediario entre los dioses y los hombres, con sus correspondientes miserias y grandezas. El demonismo del Eros, en nuestros días, se manifiesta según Ricoeur en la doble posibilidad del erotismo y del cariño.
Tal preponderancia del erotismo tiene como consecuencia, paradójicamente, la pérdida de la significación de la sexualidad. La mayor libertad sexual y la facilidad de acceso a ella tornan lo sexual tan cercano y disponible, que pierde su sentido y se vuelve insignificante. Este efecto es comparable al hartazgo que podemos sentir incluso ante la comida más deliciosa, si la consumimos siete días a la semana. La sexualidad, por su omnipresencia, ha perdido su sentido. Muchas personas se quejan de no poder experimentar un compromiso afectivo en sus relaciones, como si fueran anónimos y no estuviera presente su personalidad, tanto en el ámbito sexual, como en el social.
Al parecer, el modo de vida contemporáneo no satisface al hombre, que encuentra continuamente decepciones en distintos ámbitos de su actuar. Esta decepción del sentido, que Nietzsche predijo, puede llamarse nihilismo. Así, ante la decepción de sentido provocada por otros ámbitos de la vida humana, se busca en el erotismo el placer instantáneo que por un momento dote de significado la propia existencia. De este modo, la sexualidad –ya despojada de significado– se vuelve imperativa. Sin embargo, el placer que otorga es, por su misma constitución, efímero, y se encuentra ya vacío de toda significación, tanto en el ámbito de la procreación, como en el ámbito del cariño. Por tanto, la situación parece desesperada y casi insalvable: buscamos el sentido que añoramos en un acto que nosotros mismos hemos despojado de sentido, y cuyo carácter es esencialmente no duradero ni satisfactorio por sí solo. Nuestra cultura establece como imperativo buscar algo que ella misma ha 61
Ibid. p.4
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desprovisto de significado. Con ello, no es extraño observar cómo mucha gente se encuentra absorbida por el deseo errante, que conduce casi siempre a la promiscuidad o a la soledad. El erotismo, cuando es erotismo vacío, no puede compensar la pérdida de sentido. Chesterton dijo ―bebed porque sois felices, pero nunca porque seáis desgraciados‖. Lo mismo puede decirse de la sexualidad: sólo conduce al verdadero placer y a la entrega genuina cuando se tiene algo que entregar como persona.
Ricoeur aventura la tesis de que la sexualidad tal vez sea impermeable a la reflexión y no pueda contenerse en una ética. Sin embargo, sostiene, tenemos la conciencia de que el sexo implica ciertas armonías que reflejan el misterio de la vida a través del gozo sexual. ―El hombre –afirma– no se personaliza ética y jurídicamente más que sumergiéndose también en el río de la vida: ésta es la verdad del romanticismo como verdad de la sexualidad.‖62 La sexualidad va más allá de lo que podemos definir: en palabras de Ricoeur, ―atraviesa el lenguaje, lo sacude, lo sublima, lo embrutece, lo pulveriza en murmullo, en invocación; lo desmediatiza; es Eros y no Logos‖.
Conclusión: Sexualidad e integridad de la persona Ante las reflexiones anteriores, es difícil establecer una conclusión capaz de solucionar el conflicto del Eros. No obstante, se puede arriesgar una respuesta teórica, que no puede venir más que de la vivencia integral de nuestra naturaleza humana. Para la mujer, esto representa el desafío de inventar caminos nuevos, de redefinirse. Es necesario explorar nuestra naturaleza femenina y nuestras posibilidades, y definir así aquello que queremos alcanzar.
Esto implica, en cierto sentido, cambiar el curso de la historia, puesto que desde la antigüedad, la mujer ha sido insistentemente considerada inferior al hombre y confinada al ámbito privado, al silencio y a la discreción. Nuestra sociedad no es diferente en este sentido, pues considera que sólo los agentes económicamente activos son útiles y valiosos. Esto desvaloriza completamente el trabajo femenino, por considerarlo esclavizante y poco relevante. No creo que, en nuestra sociedad, la mujer pueda realizarse dedicándose exclusivamente al ámbito familiar. Pero la mentira que los medios nos gritan es que sólo puede alcanzar su plenitud fuera de la familia.
La división tradicional que separa el mundo femenino del masculino no es ni radical, ni fija. En primer lugar, el mundo vital o femenino, que abarca el ámbito privado y el afectivo, no debe considerarse irracional, pues posee una racionalidad propia y que complementa aquella razón instrumental que solemos atribuir al hombre. En segundo lugar, el mundo vital es inseparable del ámbito público, pues constituyen la integridad del actuar humano, y no dos dimensiones separadas. Y 62
Ibid. p. 7
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por último, el mundo vital no tiene como única protagonista a la mujer, sino que es también el ámbito propio del hombre, así como la mujer puede acceder también al ámbito público desde su especificidad femenina.
A partir de estas distinciones, podríamos intentar reconstruir la identidad de la mujer a partir de sus diferencias específicas respecto del hombre, recuperando la complementariedad esencial que constituye la relación entre ambos sexos. Con ello, se podría defender a un tiempo la igualdad de los derechos de la mujer y el varón, y los caracteres diferenciales de la mujer, que van íntimamente unidos a su cercanía con la vida a través de la maternidad y en la que radicaría su modo peculiar de pensar.63
Sólo así, la práctica sexual expresaría la integridad de la naturaleza femenina, que de esta manera se afirmaría con respecto al hombre y podría establecer una verdadera relación con él. Lou Salomé, quien fue interlocutora y amiga de Nietzsche, Freud y Rilke, expresó esta idea diciendo que lo que diferencia a la mujer del hombre ―es lo que le permite afirmarse junto a él, en toda la especificidad femenina de sus dones; pues se trata […] del ritmo natural de su vida, el ritmo fisiológico, y psíquico‖.64
De esta manera, al involucrar la plenitud de lo humano en el acto sexual, se vuelve posible integrar la sexualidad al yo. Lo opuesto, deslindar a la sexualidad de algunos de los factores que nos conforman como humanos, implica tristeza, soledad y pérdida de sentido. Cuando es vivida de manera íntegra, la sexualidad puede establecer una dialéctica entre los aspectos del yo y tal vez, como lo quería Nietzsche, conservar un equilibrio entre nuestros caracteres apolíneos y nuestras tendencias dionisiacas. Así podríamos declarar con Paul Valéry que ―lo más profundo del hombre es su piel‖
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Jesús BALLESTEROS: Postmodernidad: decadencia o resistencia. Madrid: Tecnos, 1989. Michelle PERROT, y Georges DUBY: Historia de las mujeres en Occidente. 3ª ed. Madrid: Taurus, 1993, tomo V. pp. 560-563 64
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Bibliografía
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Michelle PERROT, y Georges DUBY: Historia de las mujeres en Occidente. 3ª ed. Madrid: Taurus, 1993, tomo V. Alicia H PULEO: ―Mujer, sexualidad y mal en la filosofía contemporánea‖ en Daimon. Revista de Filosofía de la Universidad de Murcia. No. 14, enero-julio 1997, en http://www.fyl.uva.es/~wceg/articulos/mujersexualidadymal.PDF, al 30 de octubre de 2008. Paul RICOEUR: “Sexualidad: la maravilla, la inestabilidad, el enigma” en http://es.geocities.com/lectio2/documentos/biblos/Ricoeur/sexualidadenigma.doc, al 27 de octubre de 2008.
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Ya no hay tierra para nadie Antonio de la Rosa Franco
Ineludible desde el principio de los tiempos la mujer era para el hombre como la flor al polen, pero igual de necesario el hombre para la mujer. Hasta que el bipedismo, seguido a una mayor capacidad craneal, nos dio status de hombre y comenzamos a pensar un poco más allá de lo que nuestros instintos nos permitiesen. Así comienza el largo recorrido del hombre en la búsqueda de su identidad, de su vida y de su enriquecimiento (tanto corporal como espiritual). Sin embargo, las estructuras sociales se mueven tal como placas tectónicas: su movimiento es pausado, inapelable y definitivo; su andar marca nuevas tendencias que antes resultarían imposibles de pensar: ¿acaso una Pangea, no es una sino cinco?, ¿de dónde salió tanto mar entre ella? Al igual que el mar, el hombre fue tomando nuevas posiciones y colocándose donde mejor se veía (dominado por sus culturas, normas y valores No obstante, su caudal sigue labrando camino y hoy en día las mujeres ya no se encuentran mirando desde el litoral, y deciden echarse un chapuzón, aventurándose a su bienestar, aunque con ello salpiquen al resto del territorio. ¡Y vaya salpicada que le está dando la mujer a la sociedad! La mujer se ha ido definiendo, en cuanto a su rol social, a lo largo de toda la historia. Un breve recorrido nos plantea su vivir. En la edad primitiva una excelsa agricultora, para la Edad Media una ostentosa artesana y en la Revolución Industrial una mano pávida. Hasta entonces, la mujer no pasaba de ser un elemento útil, fresco y explotable a merced del capricho y voluntad de la religión así como el linaje civil. Después, la Segunda Guerra Mundial sólo creó vacantes en las líneas de ensamble y desesperación; desesperación que la mujer se vio orillada a colmar con su sudor. ¿Quién iba pensar que las cuatro paredes de su señorío, se extenderían a nuevos territorios; que hasta el día de hoy no se han terminado de descubrir? Desde ese momento el hombre dejó de tener exclusividad de conquista y su hegemonía mostró más de un asiento; un asiento que ya no se llenaba con fuerza física, sino que comienza a demandar lo mismo que su coprotagonista: conocimiento, información, habilidades y experiencia. La cultura muda de piel; deja atrás aquellas pesadas cadenas, eslabón por eslabón, diezmo por diezmo, libro por libro y culto por culto. Se le reconoce libre albedrío social a la mujer. La mujer no solo es un decorativo de la vida cultural del hombre; es parte de su vida, juntos son la sociedad. La mujer tiene derechos y gustosa carga las obligaciones de éstos. Hay que determinar un punto céntrico en el paso transformativo del andar de la mujer a lo largo del siglo XXI: si la mujer pierde su esencia y cometido de mujer. Diferenciar entre la mujer que a trote procura sacar del juego al hombre y se masculiniza al intentar serle igual, cuando en realidad
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existen distinciones claras entre uno y otro. Si acaso, la mujer no lucha contra el hombre; sino que impregna su esencia en un arduo trabajo de integrar convenientemente a su vida aspectos sociales que antes no le habían sido accesibles. Y ante todo eso nos plantemos: ¿Hoy en día, cuál es el rol que representa la mujer; cuál es la casilla que representa en este gran juego del existir? Para algunos podrá ser la casilla de la muerte, la cárcel; para otros la del comodín; finalmente otros pensarán que es la casilla última del juego que da por concluido el logro de la meta; o como yo, podría ser la casilla de inicio del juego. Ahí donde cada pieza se coloca en espera de que el jugador decida su suerte, viendo al horizonte pero sin tener toda la perspectiva; pero eso sí, listo para tirar un dado. Ella coloca a los participantes, que de ahí en adelante tratarán de conquistar al juego, ya sean fichas azules o rosas. Y antes de que las fichas rosas comiencen a llenar el tablero y entendamos cómo es que un tablero rosa se ve mejor que uno azul y cómo desencadenan los turnos y avances de cada participante; tendremos que salir del juego, sin cerrarlo, y mirar a partir de la casilla de inicio y hacia atrás de ella. ¿Cómo es que la mujer del siglo XXI no ha dejado atrás su vocación femenina y materna que aporta lo extraordinario al juego: a la sociedad, a la cultura? Cuando volteas y miras tu hogar no ves el deseo culminado de tu madre y el despliegue en finitud de su fin último. Ves aquel toque único en inteligencia y voluntad que sólo el hombre puede hacer sobre este mundo: cultura. Entonces, ¿podemos suponer que la importancia de una sociedad radica en sus hogares? Más que la importancia de una sociedad radique en sus hogares hablamos de que un factor de alto impacto que permite la subsistencia de una sociedad es el hogar. Teóricamente bajo parámetros psicológicos, una persona requiere cubrir ciertos niveles emocionales para encontrarse en un sano equilibrio mental. Aquella persona que no los satisfaga recurrirá constantemente, consciente o no de ello, a conductas agresivas (en primera instancia instintiva) y de ahí a conductas violentas.65 Forjándose poco a poco una personalidad violenta que atenta ferozmente contra una población: crímenes, violencia, asesinatos. Nos topamos de frente el acontecer diario y decidimos encerrarnos bajo cuatro candados en nuestras casas. Todo esto ya no es simplemente inseguridad, hablamos claramente de un grave problema de salud pública. Una sociedad viciada, al menos, de violencia. Para que la conducta violenta se presente deberán de interactuar distintas variables psicológicas, biológicas y sociales. Siendo así que cada variable presente en la persona incrementa la
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Feggy OSTROSKY-SOLÍS: Mentes asesinas. 1ª. ed. México: Quo Libros, 2008, p. 224.
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posibilidad de producir un individuo agresivo, pero cuando los tres factores se combinan, la posibilidad de que surja una personalidad violenta es altísima.66 Sin resultar un somero remedio; la sociedad puede actuar para acriminar a la violencia; al ser capaz de que uno de los tres factores no se presente en los individuos y reduciendo en gran medida la posibilidad de incubar una personalidad violenta. Parece ser que la palabra mágica que soluciona cualquier tipo de problemas o inconvenientes sociales, políticos, económicos, financieros… es: ―educación‖. Abordando a una inicial; en cuanto al desarrollo de una integridad moral para rechazar desde ahí fidedignamente las conductas antisociales y a su vez aportar una educación que disminuya los factores sociales que incitan la violencia. Respecto a los factores biológicos no se puede hacer mucho, los accidentes están a la orden del día. De los psicológicos, dependerá de cada quien. Finalmente resulta en lo social donde se puede sacar un jugoso provecho. Las casillas del juego ya no serán: ―te asaltaron, retrocede dos casillas‖, ―secuestraron a un conocido, pierdes un turno‖. Y la solución tampoco se encontrará en casillas como: ―ganaste la lotería, toma un premio‖ o ―te encontraste un coche, tira de nuevo‖. La criminalidad no se asocia con la carencia de recursos materiales o con la pobreza, sino que este fenómeno nace directamente de las familias disfuncionales. Uno de los acontecimientos más importantes en la vida de un niño es el apego a sus padres. Al ser inexistente, el niño nunca será capaz de desarrollar un sentimiento de apego con ninguna persona y terminará por cosificar a las personas; sus valores (ya sean pocos o no muy bien delineados a la ética) no chocarán con sus actos antisociales al no valorar dichos actos como actuaciones en contra de personas.67 ¿Las mujeres del siglo XXI están empollando pequeñas incubadoras fértiles de violencia? ¿Qué tanto ha delegado la mujer en la actualidad su maternidad, o mejor dicho, qué tanto la ejerce hoy en día? ¿Por qué cuando se habla de forjar un hogar todas las fichas azules se retiran del tablero inmediatamente? Es cuando vislumbramos un nuevo amanecer, que como cualquier otro nunca sería igual al anterior, y a lo mejor por las sensaciones diferentes que cada amanecer nos despierta. Partiendo de que si en verdad el hogar es el lugar de la mujer por confabulación ancestral, sí dependerá efectivamente de ella el porvenir de una vigorizante raza humana. ¿Pero cuál es el hogar del siglo XXI?
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Cf. Ibidem. Cf. Ibidem.
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En la actualidad el hogar, no es un bonito departamento en el sexto piso con vista a una de las avenidas principales o una pintoresca casa rural a las afueras de la ciudad; el hogar no se limita a cuatro paredes, un techo y algunos cuartos que en demasiadas ocasiones se encuentren vacíos y con luces apagadas. El hogar del siglo XXI acompaña a cada miembro a donde éstos se encuentren. El hogar es cada uno de los individuos que integran a la familia, por consiguiente cada uno de sus intereses son los intereses del hogar. La mujer del siglo XXI se encuentra pendiente del hogar, más no atada a una cocina. Cada hijo es su hogar, preocuparse por el hogar es ver por sus hijos en amor y amparo, sus ámbitos son los ámbitos de ella. El hogar se vuelca en toda la ciudad, como corriente marina se adentra hasta el último rincón de la parcela más lejana y hasta el más recóndito callejón; se vierte en la industria, en el campo, en la iglesia… el hogar ya no le pide cuentas de mantenimiento, le ruega crecimiento. Pero, a bien dicho, es el mismo hogar quien decidió desbordarse y no limitarse a cuatro paredes; no culpemos de aquel fortuito escape a la economía, al libre mercado, al capitalismo o a la misma vanguardia tecnológica. El hogar decidió salir porque necesitó encontrarse con la mujer que antes que él decidió vivir. La casilla del tablero le quedaba chica, los bonos y premios ya no le llegaban. Se había quedado castigada y perdiendo turnos, y años, encerrada en ella. Decidió arriesgarse, ir por más, por lo que le corresponde, defenderse y vivir. Si el juego no cambiaba las reglas ella si lo haría; ahora bien ella tirará de los dados. La mujer del siglo XXI no deja de velar por su hogar, ni por ella misma. Por lo que ahora deberán de converger su vida y su hogar en la calle y jalar para adelante juntos; lleva con ella el hogar a donde sea, no le abandona. Y no porque miren a las actividades supuestas del hombre, se debilita su esencia materna. Somos animales racionales pero animales sal fin y al cabo, cada vez más los instintos animales se van guardando en un cajón; que a diferencia del hogar no tumba sus paredes. La necesidad de producir ya no es un dilema que le quite el sueño, no rehuye de la maternidad ni la pospone; le da su tiempo y espacio cuando se le considere pertinente a su vida. Pero si a esto le agregamos las nuevas percepciones del hombre; compaginar a un hombre y a una mujer en un hogar es más que imposible. Le pese a Hera o Hestia, dependerá de ella el adecuado desenvolvimiento de sus hijos en la sociedad. Las primeras vías de comunicación de cualquier persona se dan entre él y su madre, aún desde embrión desarrollo se da en la familia y en primera instancia de la madre. Cual seres no acabados, nos valemos de normas para valorar nuestras acciones, pero en los inicios de normas ajenas a nuestra propia reflexión sobre su adecuada existencia y razón de ser; que con el paso de los años iremos sustituyéndolas por normas de creación propia. ¿Acaso no resulta primordial o al menos relevante pensar que serán nuestros padres quienes nos doten de estas primeras normas? Para que una familia sea fructífera ha de iniciar bien. ¿Qué clase de valores, ideales, juicios o percepciones
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transmitirán unos padres que no sean cabales por sí mismos? ¿Acaso desde un principio no se está apostando a nada? Por lo mismo, la mujer no deja de ejercer su maternidad en nuestro presente, la vive de manera tan inimaginable para su madre como para Eva. Aunque piense que salió perdiendo en el reparto, ante tanta discriminación imperante; o piense que ha de anteponer su carrera sobre su familia; sabe que su actuar pasó a bien de ser mendiga del hogar a fábrica matriarcal. Como si desde un inicio la ficha que decidiéramos tomar para colocarla en la casilla de inicio, efectivamente no estuviera rota o rajada en alguna de sus partes. Dar la oportunidad de comenzar a bien y para bien. Y evidentemente esto se reflejará en el mismo juego. El compromiso existe y lo sabe, si como fábrica matriarcal conecta el cariño, amor y comunicación orientados a bien; no sólo ayuda a sus hijos fluyendo el hogar por todo aquel sitio que los intereses despierten, logrará que el tablero no presente caminos oscuros o temerosos; dotará de luz al juego. Pero comenzaron las normas, costumbres y tradiciones a invadir el juego por cultura; poco a poco las casillas, exactamente las mismas, se difuminaban de azul a rosa mostrando especificaciones propias de acuerdo al mismo participante. Aquellas fichas rosas andarían por el tono rosado y las azules por el azul; y pobre de aquel que, en un acto de terrorismo banal, atente contra su persona, el resto de las fichas y hasta contra el mismo juego al caminar osadamente por en medio de aquellos polos sobre la parte difuminada. Es claro que hoy en día demasiadas fichas se sitúan en el color apuesto a la misma pintura que le cubre. El juego no estipuló en concreto las reglas, sino estaríamos acabados y completos desde el inicio del juego, resultando sobrantes el resto de las casillas porque la de inicio y fin resultarían las mismas y única casilla de éste. Pero las reglas no nos resultaron claras, el juego suponía que el mismo tablero enseñaría cómo debiese de ser jugado; horrorizándose por aquellas fichas que decidieron atravesar la frontera del color. Resulta evidente que no debemos de transgredirnos con mano propia; pero la manera en que decidamos andar en el tablero tiene que ser propia. Aquello que destruye a la ficha, le denigre, es una casilla que el mismo hombre esbozó en éste sin que el juego le diera el visto bueno; y que las casillas que sí definió desde el principio, nunca se dio cuenta de cuándo fueron pintadas de azul o rosa. Las
conoce,
sabe
cuáles han y deben de ser andadas por cada ficha y cuáles recomendaría
dependiendo de la vestidura de cada jugador, pero nunca las polarizó. El hombre sí lo hizo. Y de antemano sabemos, que aunque el miedo nos provoque temblar la mano, debemos de tomar nuestro peón y situarlo en la casilla que nosotros consideremos que debe de ocupar, pese a su color o forma. Desde aquella tan cercana y lejana casilla de inicio donde coloca su hogar, trata de que aquella casilla éste llena de luz y sea acogedora para que en el caso de que en el siguiente turno sus fichas regresen a ésta. ¿Mas cómo dota de vida y color a la casilla de inicio? La mujer quiere lo mejor para
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los suyos, siendo por esto que lo busca pese la lejanía de ello con su casa, pero lo hace porque realmente quiere ver feliz a su hogar. Misión que desde sus orígenes ha cargado cuesta al hombro sin queja y con sonrisa; algo que el siglo XXI nunca le quitará. Y sabe que edificar su hogar a base de una educación forjadora de hombres de bien es lo mejor que les puede dar, seguirá donde sea intentándole. Les quiere un porvenir de paz, abundante en felicidad; repleto de alegría. Y sabe que si dota de buen color la casilla de inicio, aunque ella no sea la que tire los dados por ellos y ya no les pueda mirar más, ellos estarán bien porque les dio lo más importante: un juicio sano y puro que los guiará en su encuentro con la felicidad y que es lo único que desde el principio ella quiso para ellos. Fichas sanas que al fin y al cabo sanarán al juego; a cuestas de que sea poco a poco. La mujer del siglo XXI se atreve y se sitúa donde tiene que estar, sin dejar de ser mujer, la mujer que es. El mundo, la gente, las circunstancias y la vida la envuelven y empujen a actuar de la manera en que hoy vive. Se enfrenta a la nulidad del tiempo malgastado en tareas hogareñas, entre cuatro paredes, que el progreso ha abatido. Su corazón es su hogar, nunca le abandona ni la abandona; la maternidad es inminente e inherente a ella y la forma en que le practicase es tan íntima como su propia esencia. Mientras sea mujer será una fábrica matriarcal de hogar; a donde los intereses del hogar apunten, el hogar correrá hacia ellos; si los intereses envuelven al mundo, el mundo es su hogar. ¿Pero hasta cuándo el mundo le dará cabida a este gran pilar? ¿Entonces por qué seguimos pensando y juzgando lo que se hace o lo que se deja de hacer, y señalando? Entenderé que todo tiene una manera de realizarse, un tiempo, una forma. La cultura nos lanza gritos pávidos de llanto para obedecerle y temer de su juicio el acto que le atente. Cada persona en su sitio, cada sitio en su lugar y el lugar en espera de que la persona que tiene que ocuparle, por posición ancestral, lo haga en el tiempo y forma estipulados; como supuestamente debería acontecer. ¿A caso todo está dicho y repartido por una voz imperante e irrefutable? Parece ser que ya no hay tierra para nadie.
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Mujer y varón: un complemento para el éxito
Ana Belén García Pérez
En la actualidad, en la sociedad en la que vivo, cada día se ven más y más casos de mujeres exitosas, lo cual causa cierta envidia por parte de los hombres; pero esto no pasaría si a ambos les quedara claro que son un complemento, y que ninguno es mejor que el otro, sino diferentes. El hombre tiene características especiales que lo hacen completamente diferente de una mujer, pero a su vez, lo hacen complementario a ella. Pero desde hace ya varios siglos se ve que tanto el hombre como la mujer se atacan unos a otros, queriendo ser mejores sin darse cuenta que jamás un hombre podrá ser mejor que la mujer, porque no son iguales. Es como si comparáramos al gallo con la gallina, no podemos compararlos porque cada uno cumple una función diferente en la granja. Así, mujeres y hombres tienen su función en la vida y deben llevarla a cabo, pero lo que falta entender es que si la mujer pretende acercarse a las características del hombre, iría contra su propia naturaleza, y es por esto que hoy en día tenemos tantos casos de homosexualismo, pero éste ya es otro tema. Pienso que el hombre, desde la antigüedad, se ha empeñado en hacer que la mujer siempre aparezca en segundo término, pero hay una conocida frase que nos muestra cómo el papel de la mujer es importante en la vida del hombre, y dice: ―Detrás de cada hombre exitoso hay una gran mujer impulsándolo a ser mejor‖. Pero si la mujer se empeña en ser mejor que el hombre, ¿dónde quedaría esta frase? Para entender detalladamente lo diferentes que son el hombre y la mujer, empezaremos por estudiar al cerebro. El cerebro es el responsable de que nos movamos, hablemos y pensemos. A lo largo de nuestra vida, hemos escuchado que el cerebro del hombre y el de la mujer funcionan diferente. Sin embargo, no debemos creer que estas diferencias en el cerebro nos lleven a concluir que existe una superioridad para uno u otro sexo, ya que tanto hombres como mujeres tienen algunas funciones más desarrolladas que otras, pero no por eso se consideran mejores o superiores, simplemente son diferentes. El cerebro es considerado el vértice del sistema nervioso central68, es quien nos muestra mucho de porqué somos tan diferentes, ya que el hombre y la mujer tienen formas distintas de pensar
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Está formado por la Médula Espinal y se encuentra protegido por tres membranas. En su interior existe un sistema de cavidades conocidas como ventrículos.
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y actuar. Por ejemplo, para un hombre es más fácil entender las matemáticas o las ciencias como la física. Sin embargo, para una mujer es más fácil hablar y expresar los sentimientos, o hacer cálculo mental. Al menos es lo que siempre nos han dicho, pero para afirmarlo, primero hay que saber si es cierto y por qué sucede. Partiendo desde la concepción de un nuevo ser, en la sexta semana ya podemos saber su sexo y es precisamente en este momento cuando se tiene una gran actividad hormonal, la cual es responsable de que el cerebro se forme de manera diferente según el sexo del bebé. Gracias a toda la tecnología existente al día de hoy, es posible captar imágenes de cómo se realiza la actividad cerebral. Con esto, se ha podido estudiar y analizar las diferencias y causas funcionales que hay entre el cerebro de una mujer y el de un hombre. Hay que saber que la actividad emocional, está regulada por el sistema límbico69 del cerebro, que se divide en varias estructuras: una de estas estructuras es la amígdala70, la cual es responsable de regular la conducta, en especial la agresiva y de cómo expresamos nuestros sentimientos. Durante la infancia, tanto a las mujeres como a los hombres les cuesta trabajo expresar sus emociones. Esto es debido a que esta función se lleva a cabo en la amígdala. Conforme pasa el tiempo y se vuelven adolescentes, los hombres continúan con la actividad emocional dentro de la amígdala, mientras que las mujeres la transfieren a la corteza cerebral, por lo que la respuesta ante estímulos emocionales será siempre mayor a la de los hombres. Es por esto, que los hombres desarrollan durante toda su vida la agresividad física, siempre están buscando rivales para exhibir su fuerza o buscan deportes rudos, mientras que las mujeres toman la línea de la agresividad verbal. También podemos saber que las conexiones entre los hemisferios del hombre y la mujer actúan de forma distinta. El hombre, al no tener las suficientes conexiones entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho, su cerebro comparte o relaciona poca información entre ellos. Por tanto, el hombre, utiliza el hemisferio izquierdo para todo aquello que tiene que ver con el habla; mientras que, el hemisferio derecho lo utiliza para todo aquello que tiene que ver con la vista y con lo que siente. Es por esto que a los hombres les es más difícil expresar sus sentimientos y se les facilita el entendimiento de las matemáticas, o el tener una excelente ubicación espacial. Al tener poca comunicación entre los hemisferios, también hace que requiera mayor concentración y que en consecuencia sólo pueda hacer una actividad a la vez71.
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Límbico, sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestiona respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales relacionados con la memoria, atención, emociones, etc. 70 Amígdala, forma parte del sistema límbico y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales. 71 Cf. José María BARRIO Maestre: Educación diferenciada, una opción razonable Pamplona: EUNSA, 2005, pp.272-274.
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La mujer tiene una buena interconexión entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho, por lo que el cerebro de la mujer sí comparte y relaciona información entre ambos hemisferios. Aunque esta información se lleva a cabo de una forma difusa, la mujer es capaz de mostrar sus emociones y su estado de ánimo tanto de manera verbal, a través de palabras; como de manera no verbal, es decir a través de gestos expresados por la cara, y gracias a esto es que la mujer es intuitiva, comprensiva y habla mucho. Las hormonas también influyen en las diferencias. Todos los seres humanos poseen hormonas en mayor o menor cantidad. En las mujeres predominan los estrógenos72 y la progesterona73 en ciclos cambiantes, lo que les provoca cambios de humor. En los hombres la hormona que predomina es la testosterona74, la cual les provoca ser más competitivos y agresivos. Las mujeres en estado de estrés, generan en grandes cantidades una sustancia llamada acetilcolina75, la cual les provoca un estado totalmente opuesto al que sufre el hombre. Así, la mujer siente mareos, se bloquea y le cuesta trabajo pensar o moverse, esto es debido a que hay un bloqueo mental. Por tanto, para las mujeres, los estados de estrés les generan una sensación muy desagradable, lo cual la hace menos propensa a caer en vicios. Pero, esto no es todo lo que nos interesa, ya que en cuanto a su función, el hombre utiliza más el hemisferio derecho, y desarrolla tareas específicas con metas concretas. La mujer, al utilizar los dos hemisferios al mismo tiempo, posee un cerebro que siempre está en actividad, ya que lo procesado tiene un mayor grado de complejidad. Aquí no se está afirmando que el cerebro de la mujer sea mejor por estar siempre en actividad, simplemente es diferente al del hombre. En los sentidos también influye, como por ejemplo, el sentido del oído está más desarrollado en las mujeres, por lo que se sienten agredidas cuando se les levanta la voz. Los hombres por su parte, necesitan que se les hable fuerte para poder entender. En cuanto al sentido de la vista, las mujeres son sensibles al color, la textura y los detalles de manera estática, debido a que en la retina femenina, predominan las células P responsables de captar esos estímulos. En los hombres predominan las células M, cuya función es captar el movimiento, la localización y la dirección. Al pensar en semejanzas y diferencias entre un hombre y una mujer, se nos viene a la cabeza cualquier cantidad de ideas acerca de sus diferencias, y nos cuesta trabajo encontrar otra similitud que 72
Estrógeno, hormonas sexuales de tipo femenino principalmente producidas por los ovarios menores cantidades por las glándulas adrenales. 73 Progesterona, hormonas sexuales que desarrollan en la pubertad y adolescencia en el sexo femenino y ayudan a preparar el endometrio para la implantación del embrión. 74 Testosterona, hormonas propias del género masculino que permiten desarrollar los músculos del hombre con muy poco esfuerzo. 75 Acetilcolina, sustancia distribuida en el sistema nervioso central y periférico su función como neurotransmisora es mediar
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no sea el que ambos son seres humanos. Sin embargo, el hombre y la mujer deben ser catalogados como iguales y diferentes a la vez. No me refiero a igualdad en cuanto que a la mujer se equipare al hombre en todos los sentidos, sino con base en las características que comparten en igualdad de condiciones. Por otra parte, al tener características diferentes, hombre y mujer se acompañan y complementan. Si intentamos explicar desde un punto de vista antropológico las diferencias entre los dos géneros, el ser hombre o ser mujer no es más que una forma de estar y de comportarse, con caracteres y configuraciones cromosómicas diferentes, que provoca una atracción natural y complementaria entre ambos. Para poder comprender y lograr una buena convivencia entre hombres y mujeres, es necesario saber las principales similitudes y diferencias que los afectan tanto a nivel físico, como a nivel de comportamiento. Entender las similitudes y las diferencias, ayudará a que encontremos medios adecuados para que, tanto hombres como mujeres desarrollen sus capacidades al máximo. El género humano está formado por cualquier persona, ya sea hombre o mujer. Somos los únicos seres considerados como personas, ya que en nosotros actúa una dualidad indisoluble compuesta de cuerpo y espíritu, que es la que nos diferencia de los animales. Existen dos elementos comunes al hombre y a la mujer. El primero de ellos es la identidad intrínseca76, la cual se refiere a la superioridad del ser humano frente al resto de lo creado. El segundo elemento es el
carácter
77
relacional , el cual se refiere a la construcción de la relación de la persona con los demás. Por tanto podemos decir que la persona es un ser que se relaciona de una u otra forma con los demás, sin importar el sexo al que pertenece. El desarrollo evolutivo comprende desde el nacimiento hasta aproximadamente los veinte años, que es en teoría, el fin de la adolescencia y digo en teoría, porque hoy en día los jóvenes, ya sean hombres o mujeres están viviendo adolescencias tardías. El desarrollo evolutivo se divide en tres etapas debido a las transformaciones que se manifiestan en cada una de ellas a nivel físico y psicológico. La primera etapa se considera de los cero a los seis años, que en la mayoría de los casos, es cuando el ser humano vive la mayoría del tiempo en un ambiente familiar. Su educación y desarrollo se basa comúnmente en la escuela materna. La segunda etapa es su desarrollo y educación en la escuela hasta la pubertad, mientras que la última etapa es de la adolescencia a la juventud, aquí es donde se prepara al ser humano para lograr desarrollarse en alguna profesión.
76
Conjunto de rasgos íntimos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. 77 Conjunto de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar, de las demás.
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La primera diferencia del ser humano, radica en su análisis ontológico, es decir, desde su formación en la concepción y durante todo su desarrollo, hasta la madurez. Esta diferencia obviamente está relacionada con el cuerpo y junto con él, el sexo. El sexo es considerando como una distinción en el mismo interior del ser humano. Surgen así, las dos formas de persona que conocemos: la masculina y la femenina. En los primeros años de vida, también hay diferencias que cualquiera de nosotros ha percibido. El hombre casi siempre es más inquieto e impulsivo, tiene mucha curiosidad por conocer su entorno y en la mayoría de los casos no mide el peligro, por lo que necesita de una atención continua. Sus juegos son con aquellas cosas que representan movimiento, como lo son coches y trenes. Busca obtener lo que quiere mediante la fuerza física, por lo que es común ver a dos niños, de dos a tres años peleando a golpes. La mujer en cambio es más pasiva y cautelosa, busca juegos en los que no tenga que estar en constante movimiento, le gustan las muñecas y detesta ser molestada físicamente por un niño. En las relaciones personales, de manera general, lo que un hombre debe saber acerca de una mujer es primero que nada, que nunca será capaz de entenderla, pero dentro de toda su extrañeza, aprenderá a quererla. La mujer necesita que la traten con delicadeza y la conquisten por el oído. Buscan en un hombre la seguridad y más que un compañero, les preocupa el tipo de padre que será para sus hijos. Aman de verdad sin importar las circunstancias por las que estén pasando como pareja, siempre y cuando le admiren. La mujer es la que generalmente da el tono humano a la relación. En contraparte, la mujer debe saber que el hombre siempre seguirá siendo un niño, por lo que les cuesta trabajo saber que es lo que realmente quieren, a veces la responsabilidad adquirida les queda grande. Ellos necesitan sentirse conquistadores y nosotras como mujeres, tal y como dice la canción de Ricardo Arjona: "dime que no y me tendrás pensando todo el día en ti planeando la estrategia para un sí”78, no les debemos hacer creer que nos han conquistado totalmente. A los hombres les atrae nuestro físico, por lo que siempre debemos andar vestidas de forma correcta. A la mayoría de ellos, les gusta que la mujer sea femenina, que evite comportarse como hombre. En una relación, el hombre es la fuerza y la mujer la ternura. Hombre y mujer se unirán y formarán una familia donde cada uno desarrollara actividades y tendrá funciones que los complementan. Hombres y mujeres son personas que poseen una misma igualdad de dignidad y son diferentes genética y funcionalmente. Las mujeres a lo largo de la historia, han desarrollado el papel más importante que es el de formar y mantener unida a una familia, por lo que desde la antigüedad hasta la Época Moderna, poco se sabe de ellas en un escenario de desarrollo de actividades públicas. A ellas no 78
― Dime que no‖ en http://www.mp3lyrics.org/r/ricardo-arjona/dime-que-no/
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les importaba participar en actividades culturales, políticas o económicas. La mayoría de ellas, no buscaba ocupar lugares que estaban seguras, no les correspondían (o por lo menos eso es lo que nos han hecho creer hasta ahora). Así, el hombre trabajaba para mantener a su mujer y sus hijos, mientras que ella se responsabilizaba de educar a los hijos y de llevar a cabo correctamente las labores domésticas. Era la forma en que se complementaban.
Con el paso del tiempo, esto se ha ido
modificando. Desafortunadamente, hoy en día muchas mujeres influenciadas negativamente por el movimiento feminista, evitan a toda costa preocuparse por formar una familia o del curso de una casa. Aborrecen el trabajo de ama de casa y evitan tener hijos porque los consideran un estorbo. Pretendiendo basar su complementariedad de manera equivocada, ya que se están comportando como si pertenecieran al otro sexo, evitando a toda costa mostrar todas las cualidades que tiene una mujer. Todas estas diferencias, nos hacen ver que hombre y mujer en cierto momento de su vida empiezan a complementarse. Por decirlo de alguna forma, aquello de lo que carecemos como mujeres, lo encontramos en un hombre, o viceversa. Los hombres por lo general, necesitan mostrarse al exterior, luchan por vivir en un mundo donde las cosas son las que importan, mientras las mujeres buscan interiorizarse y viven en un mundo donde lo importante es la persona. Hombres y mujeres siempre tendremos dificultades para complementarnos, ya que a veces es muy difícil ignorar todas las diferencias que tenemos y pretendemos que el hombre piense y actúe como lo haría una mujer, o viceversa. Tratar de lograrlo hará que vivamos en constante conflicto. Debemos evitarlo y entender por qué esto es humanamente imposible. El hombre piensa, se comunica y reacciona, mientras que la mujer siente, se comunica y responde. Por lo general, el hombre, cuando tiene alguna dificultad, se aísla del mundo para buscar una solución y evita hablar del tema, mientras que para que la mujer logre superar alguna dificultad, necesita externarla, de preferencia con la persona amada. Si logramos comprender estas diferencias y aceptar que el otro sexo es así, seremos capaces de encontrar estrategias adecuadas, donde cada uno sea aceptado tal y como es.
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Bibliografía
Ángela APARISI: Varón y mujer complementarios. Madrid: Ed. Palabra, 2007.
José María BARRIO: Educación Diferenciada, una opción razonable. Pamplona: EUNSA, 2005.
Mark GARRISON, Olga LAREDO. Psicología, México: Ed. Mc Graw Hill, 2002.
Dime que no‖ en http://www.mp3lyrics.org/r/ricardo-arjona/dime-que-no/
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Paternidad y maternidad como notas distintivas de varón y mujer Alfredo Velasco García
Introducción Hombres y mujeres, ¿seremos exactamente iguales o encontramos notas que marcan rasgos distintivos entre los dos géneros? Ambos somos iguales tanto en dignidad como en naturaleza, pero aquello que nos hace diferentes es la tendencia a la paternidad en el varón y la maternidad en la mujer; todo lo que implica la paternidad en el hombre es lo que lo hace más masculino, así como la maternidad a la mujer sea más femenina. Para hablar acerca de la realidad en que vivimos hombres y mujeres, es
necesario aclarar que: ―Varón y mujer somos iguales en dignidad. Eso sin embargo, no nos hace idénticos. La diferencia de sexos hace que seamos diferentes no sólo físicamente, sino también sentimentalmente,
funcionalmente,
afectivamente,
espiritualmente.
Estas
diferencias
constituyen una fuerza, de forma que el hombre y la mujer, en conjunto, representan más que la suma de sus partes.‖79 Nos encontramos con el problema de que las tendencias actuales buscan un total equilibrio y semejanza entre los sexos, donde no exista una diferenciación de ningún tipo; lo cual tiene muchos aspectos positivos, como la búsqueda de una igualdad ante oportunidades laborales, pero también otros que sin duda no respetan las diferencias existentes entre varón y mujer. Sin duda varones y mujeres amamos, pensamos, sentimos y actuamos de maneras distintas (sin que esto implique que uno sea mejor que otro) alcanzando una complementariedad que, por sí mismos, ninguno de los dos sexos podría lograr; logrando un efecto de sinergia de ambos sexos hace que la sociedad pueda funcionar de mejor forma. ―Porque varón y mujer resultan complementarios. Lo específico de cada sexo hace el equilibrio, la balanza del otro.‖80
79 80
Ricardo SADA: La pureza de las jóvenes, Minos III Milenio, Ciudad de México, México, 2006, p. 156. Ibidem p.157.
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―No somos, pues, unisex. Tampoco afirmo que lo unisex sea en sí mismo malo, pero es absurdo pensar en una equiparación total.‖81 Esto puede verse reflejado desde ejemplos tan cotidianos como lo es el hecho de que en la industria de la construcción los hombres se desempeñan mejor como albañiles que una mujer por su capacidad para levantar y mover objetos pesados, mientras que las mujeres realizan mucho mejor la tarea de educar a niños pequeños y en general a los miembro de la familia. Esto debe remarcar la necesidad de ambos sexos para el adecuado funcionamiento de las distintas actividades que la sociedad requiere.
Paternidad y maternidad como notas distintivas de varón y mujer Vivimos en una sociedad que ha desvalorizado la naturaleza humana, hemos dejado de ser el centro de la creación para pasar a ser un elemento más que participa en la existencia del cosmos, esto ha traído como consecuencia el hecho de perder una dimensión sobre la naturaleza humana quitándole su valor espiritual y quedándose sólo con una dimensión corpórea. Dentro de este enfoque materialista no podemos distinguir aquellos rasgos propios tanto de los hombres como los de las mujeres, nos hemos quedado con una idea en que se debe de buscar una igualdad total sin respetar todo aquello que marca nuestra diferencia, y no es que el que seamos distintos requiera una connotación negativa, al contrario, la complementariedad entre ambos sexos hace que la sociedad pueda funcionar mejor que la total igualdad de los sexos. El encontrar aquellos rasgos que permiten al hombre ejercer su paternidad y a la mujer ejercer su maternidad nos harán notar en dónde radican nuestras diferencias, potenciando de mejor manera la naturaleza del hombre y de la mujer. Ya que en todas las facetas de la vida humana hombres y mujeres pensamos y actuamos de distintas formas, adoptando rasgos que nos acerquen a la paternidad o maternidad respectivamente, estos rasgos paternales o maternales alcanzan su culmen al educar a los hijos, mismos que, sin duda, se ven expresados en el día a día en nuestras relaciones de amistad, de filiación, de empresa y de donación. ―La persona humana es una estructura compleja. No es simplemente corporal, como los animales… es una estructura compleja y unitaria de corporalidad y espiritual. Lo espiritual tiene una expresión también corporal. Diversos aspectos del alma expresan en diversos aspectos del cuerpo.‖82 Esto remite a la concepción de que el ser humano es un ser compuesto de cuerpo y alma, por lo que el
81 82
Ibidem 156. Mikel GOTZON: Saber amar con el cuerpo. México: Ediciones Populares, 2000, p. 9.
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hombre no sólo vive para satisfacer sus necesidades corpóreas, sino también para alimentar y cultivar todas aquellas actividades que enriquezcan la vida del alma. ―El hombre, ese ser creado, es racional… capaz de pensar… y de orientar su vida hacia la perfección correspondiente al alto fin para el que fue creado [la visión beatífica]. Además el ser humano es libre y, por lo tanto, capaz de decisiones personales‖.83 De manera que no podemos llegar a comprender tanto al hombre como a la mujer si no asumimos que son seres creados, inteligentes y libres, donde la libertad del hombre debe de ser el motor que lo impulse a actuar responsablemente en su vida en individual y social. Las tendencias actuales a través de los medios de comunicación y doctrinas filosóficas han orillado a las personas a creer que la única cuestión fundamental a resolver es el hecho de satisfacer nuestras necesidades corpóreas, de vivir el hoy, sin importar las consecuencias que esto traerá para nuestra alma y para nuestra vida interior. ¿Pero es esto realmente cierto? Tanto mujeres como hombres nos vemos inmersos en la necesidad de buscar algo más allá de lo que lo efímero por sí solo, nos puede ofrecer. ―La primera constatación importante que hay que hacer se sitúa, en nuestra experiencia humana, desde el punto de vista del conocimiento y del amor de nosotros mismos. ¿Podríamos considerar que la experiencia de nuestro cuerpo es la única experiencia de nosotros mismos? Si vivimos en una gran exterioridad y si estamos marcados por el positivismo reinante, nos veremos obligados a responder afirmativamente. Pero, ¿hemos tenido ya la experiencia de un verdadero amor en nuestra vida?, ¿hemos pensado profundamente en algo? Si tenemos un poco de lucidez con respecto a lo que somos, nos daremos cuenta inmediatamente de la diferencia que hay entre la exterioridad de nuestro cuerpo y la interioridad espiritual de nuestro amor y de nuestro pensamiento. La apariencia externa de un ser difiere de lo que profundamente es.‖84 Aún así la condición trascendente del hombre no le impide ser feliz en esta vida, por lo que todas las actividades que realicemos deben de estar encaminadas a que seamos más felices. En un mundo concebido por un materialismo excesivo, donde las únicas aspiraciones consisten en satisfacer necesidades momentáneas de carácter temporal, causa una insatisfacción espiritual que las tendencias modernas no pueden satisfacer. ¡Parece mentira que se pueda ser tan feliz en este mundo donde muchos se empeñan en vivir tristes, porque corren tras su egoísmo, como si todo acabar aquí abajo!‖85
83
Carmen BALSAMEDA: La mujer frente a sí misma, Pamplona, EUNSA, 1983, pp. 31 – 32. Marie-Dominique GOUTIERRE: El hombre frente a su muerte ¿El absurdo o la salvación? Pamplona: EUNSA, 2002, pp. 75-76. 85 San Josemaría ESCRIVÁ: 296 en Surco, 3ª edición, Madrid: Rialp, 1986 p. 149 84
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El hombre —ya sea hombre o mujer— es persona igualmente; en efecto, ambos, han sido creados a imagen y semejanza del Dios personal. Lo que hace al hombre semejante a Dios es el hecho de que —a diferencia del mundo de los seres vivientes, incluso los dotados de sentidos (animalia) — sea también un ser racional (animal rationale). Gracias a esta propiedad, el hombre y la mujer pueden «dominar» a las demás criaturas del mundo visible… La imagen y semejanza de Dios en el hombre, creado como hombre y mujer (por la analogía que se presupone entre el Creador y la criatura), expresa también, por consiguiente, la «unidad de los dos» en la común humanidad. Esta «unidad de los dos», que es signo de la comunión interpersonal, indica que en la creación del hombre se da también una cierta semejanza con la comunión divina «communio». Esta semejanza se da como cualidad del ser personal de ambos, del hombre y de la mujer, y al mismo tiempo como una llamada y tarea.86 Este contexto sobre la dimensión espiritual del hombre y la mujer nos servirá para profundizar en las características con las que cuentan la paternidad y la maternidad. No se puede hablar de las semejanzas y diferencias entre varón y mujer si no conocemos primeramente quiénes son y cómo afecta la parte espiritual y corpórea a cada uno de ellos, las implicaciones que esto tiene en las relaciones que se presentan entre ambos. La verdadera igualdad de la mujer con respecto al varón se fundamenta en la posibilidad de acceder a cultivar la inteligencia en todos los órdenes, desde el inicio en la primera edad hasta los estudios universitarios o de formación profesional… Y una vez formada su inteligencia, entrar en el mundo del trabajo, de acuerdo con sus posibilidades y aptitudes, sin ningún obstáculo que le impida desarrollarse en la profesión elegida.87 Hombres y mujeres debemos ir descubriendo aquello que nos hace adquirir el carácter de padres o de madres, que nos hacen más varón o más mujer. ―Hombres y mujeres tenemos muchas cosas en común: la dignidad humana, la inteligencia, el poder de amar y de entregarnos, la capacidad de iniciativa, la responsabilidad, etc. En lo esencial, tenemos una misma naturaleza, que adquiere matices diferentes según se exprese en masculino o femenino.‖88 Hasta este punto todo parece indicar que tenemos muchos más rasgos en común que rasgos de diferenciación y esto es cierto, las diferencias provienen desde de la forma de ejecutar nuestra capacidad de amar y de entrega, donde cada género expresa de manera distinta sus afectos y sentimientos, la forma de realizar el trabajo; hasta las características fisiológicas. ―Dentro de una relación, el varón será siempre más impulsivo. Dada la naturaleza activa, tenderá a la relación 86
Cf. JUAN PABLO II: Mulieris Dignitatem. 3ª edición. México: Actas y documentos pontíficos.1989 Mercedes EGUÍBAR: La nueva identidad femenina, Madrid: Palabra, 2003, p. 48. 88 Op. cit. Mikel GOTZON. p. 35. 87
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inmediata. La mujer, por sus características, será siempre más receptiva, esperará que se le considere y valore en toda su dignidad.‖89 Parece razonable que en ámbitos como el jurídico exista una nivelación de género donde las legislaciones locales deben velar para que hombres y mujeres reciban los mismos derechos y obligaciones, ya que las leyes implican el carácter de persona del individuo y no un carácter de género. Igualmente dicha nivelación debe de existir en ambientes educativos y de oportunidades para el desarrollo integral de la persona. Pero no podemos caer en el error de decirnos iguales en aspectos emocionales, psicológicos y menos aún fisiológicos, ya que la forma en la que percibimos y nos relacionamos con el mundo es totalmente distinta para hombres y mujeres.90 Pero, ¿por qué hay diferencias entre hombres y mujeres? ¿En dónde surgen las diferencias entre la paternidad y la maternidad? ―En el ámbito de lo que es humano, es decir, de lo que es humanamente personal, la «masculinidad» y la «feminidad» se distinguen y, a la vez, se completan y se explican mutuamente.‖91 La tradición judeo-cristiana trata de explicar religiosamente la diferencia entre hombre y mujer. En el Génesis se establece una ruptura por la caída del hombre mediante el pecado original, donde dicho pecado rompe la unidad de la naturaleza humana y la degrada 92; dicha alteración representó una desviación en la relación hombre – mujer donde anteriormente existía una relación de donación hacia el otro pero que con la ruptura de la naturaleza humana: Aparece el dominio: «él te dominará». Este «dominio» indica la alteración y la pérdida de la estabilidad de aquella igualdad fundamental, que en la «unidad de los dos» poseen el hombre y la mujer; y esto, sobre todo, con desventaja para la mujer, mientras que sólo la igualdad, resultante de la dignidad de ambos como personas, puede dar a la relación recíproca el carácter de una auténtica communio personaru. Si la violación de esta igualdad, que es conjuntamente don y derecho que deriva del mismo Dios Creador, comporta un elemento de desventaja para la mujer, al mismo tiempo disminuye también la verdadera dignidad del hombre.93 La ruptura de la naturaleza no solo implica una connotación negativa para la mujer, sino que al alterar la relación de donación, el hombre también se ve afectado porque no puede alcanzar su plenitud
89
Op. cit. Ricardo SADA p.157. Cf. Julián MARÍAS: La mujer en el siglo XX, 3ª edición, Madrid: Alianza, 1981, pp. 113 – 126. 91 Cf. Mulieris Dignitatem 92 Haciendo un breve paréntesis, la naturaleza humana no se encuentra en plenitud dado que existe una desviación en su forma de ser, una desviación que a veces no busca aquello que perfecciona la naturaleza humana sino que la altera. 93 Cf. Mulieris Dignitatem 90
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sin que el otro género la alcance, la verdadera donación no puede existir cuando hombres y mujeres no procuran su mutuo perfeccionamiento. Ahora es importante entrar en aspectos fisiológicos y emocionales de los hombres y las mujeres para conocer las diferencias que nos separan pero que a la vez facilitan la convivencia en sociedad por la complementariedad que existe entre ambos géneros. Dichos aspectos fisiológicos preparan al hombre y a la mujer para convertirse en futuros padres, donde la madre y el padre contarán con rasgos distintivos que permitirán ejercer tanto la maternidad como la paternidad. El aspecto donde se comienzan a notar las divergencias de mayor manera es en el aspecto fisiológico.94 Por otro lado el desarrollo social y de la personalidad de los hombres y las mujeres es distinto, el desarrollo social implicará las formas en que la maternidad y la paternidad van adquiriendo su modus operandi, es decir, lo que hace verdaderamente que el hombre sea más varón y la mujer sea más femenina, estos factores incluso van variando conforme la persona va creciendo y desarrollándose.95 Ahora el rol que hombres y mujeres deben tener dentro del contexto social, como padres y como madres, exige que entre ambos exista una relación, un trato frecuente del cual surjan lazos de amistad y de concordia que permita a los dos géneros convivir de la mejor manera, donde ambos puedan apoyar al otro dependiendo del tipo de relación en el que se encuentre. Las relaciones entre hombres y mujeres muchas veces se vuelven complicadas por el hecho de que no conocemos y no identificamos el sentir del otro. Otro factor a considerar es el hecho de la atracción mutua que existe entre hombres y mujeres, donde dicha atracción encuentra su culmen en el matrimonio. La donación entre hombre y mujer alcanza su mayor grado de perfección en el matrimonio, donde la diferencia de caracteres hace que la vida familiar sea mucho más rica, dando lugar a una relación completa porque la pareja se complementa entre sí. Pero las diferencias siguen siendo latentes incluso en el matrimonio sin olvidar otras dimensiones que involucran la vida del ser humano. Las mismas palabras se refieren directamente al matrimonio, pero indirectamente conciernen también a los diversos campos de la convivencia social: aquellas situaciones en las que la mujer se encuentra en desventaja o discriminada por el hecho de ser mujer… constituye el principal argumento contra todas las situaciones que, siendo objetivamente dañinas, es decir
94
Para más información Cf. Diane PAPALIA y Sally WENKOS: Desarrollo Humano, 6ª edición, Bogotá: Mc Graw Hill, 1991. 95 Idem
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injustas, contienen y expresan la herencia del pecado que todos los seres humanos llevan en sí.96 El matrimonio debe de procurar una relación de donación entre los esposos, donde cada uno debe de velar el bien del otro, lo que exige un conocimiento basto, pero más importante aún, exige que dicho conocimiento se traduzca en una sana convivencia con el sexo opuesto. La relación conyugal es aún más bella por el hecho de que del amor del hombre y de la mujer surge vida y se constituye el núcleo de la sociedad a través de la familia. ―El don recíproco de la persona en el matrimonio se abre hacia el don de una nueva vida, es decir, de un nuevo hombre, que es también persona a semejanza de sus padres.‖97 La apertura de la vida nos lleva al momento de la paternidad del hombre y de la mujer donde los dos viven de maneras distintas la forma de expresión de la paternidad pero no por esto resultan distintas paternidades, sólo formas diferentes de concebirla y expresarla. En la maternidad de la mujer, unida a la paternidad del hombre, se refleja el eterno misterio del engendrar… Y si la mujer, guiada por el amor hacia su marido, dice: «te he dado un hijo», sus palabras significan al mismo tiempo: «este es nuestro hijo». Sin embargo, aunque los dos sean padres de su niño, la maternidad de la mujer constituye una «parte» especial de este ser padres en común, así como la parte más cualificada. Aunque el hecho de ser padres pertenece a los dos, es una realidad más profunda en la mujer, especialmente en el período prenatal. La mujer es «la que paga» directamente por este común engendrar, que absorbe literalmente las energías de su cuerpo y de su alma. Por consiguiente, es necesario que el hombre sea plenamente consciente de que en este ser padres en común, él contrae una deuda especial con la mujer. Ningún programa de «igualdad de derechos» del hombre y de la mujer es válido si no se tiene en cuenta esto de un modo totalmente esencial.98 En el contacto del hijo con sus padres, éste irá adquiriendo una educación en la que la madre y el padre se verán en la necesidad de desempeñar roles distintos para la formación del hijo, donde la madre podrá ser más receptiva hacia ciertos problemas de su hijo mientras que el padre podrá abordar problemas del niño que por su masculinidad, a la mujer le costará más afrontar. Vivimos tiempos de cambio, tiempos que abren un panorama de posibilidades y oportunidades nunca antes imaginadas pero que sin duda traen consigo una gama de nuevos retos que hay que enfrentar. Mujer y varón, madre y padre, el rol de ambos en el siglo XXI debe ser protagónico, no
96
Idem Cf. Mulieris Dignitatem 98 Cf. Ibidem 97
70
podremos avanzar como sociedad si uno de los dos no desempeña su papel. Las diferencias fisiológicas, emocionales y sociales hacen notar que no somos iguales, dichas diferencias son fundamentales: la forma en la que amamos, sentimos y vivimos; sin dichas diferencias el hombre no podría realizarse en su totalidad al darse cuenta de que le falta una parte de sí, una parte que sólo puede ser encontrada al descubrir al sexo opuesto, haciéndonos notar lo bello que puede ser la relación entre hombre y mujer. La relación más profunda e importante entre hombres y mujeres se da en el matrimonio, el cual busca la unión del hombre y de la mujer, donde de dicho amor surgirá una nueva vida. Esta vida de entrega en el matrimonio exige una continua entrega y donación hacia el otro, incluso olvidándose del yo con tal de que el tú se encuentre feliz. Es en esta donación donde alcanza su mayor perfeccionamiento la relación padre-madre. Es momento de aprovechar la coyuntura que vivimos para poder entablar de mejor manera la relación hombre y mujer, haciéndola más justa y respetando nuestras diferencias, es momento de actuar y reconocer el papel de la mujer en el s. XXI.
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Bibliografía
Carmen BALSAMEDA: La mujer frente a sí misma, Pamplona, EUNSA, 1983. Mercedes EGUÍBAR: La nueva identidad femenina, Madrid: Palabra, 2003. San Josemaría ESCRIVÁ: 296 en Surco, 3ª edición, Madrid: Rialp, 1986.
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Marie-Dominique GOUTIERRE: El hombre frente a su muerte ¿El absurdo o la salvación? Pamplona: EUNSA, 2002. JUAN PABLO II: Mulieris Dignitatem. 3ª edición. México: Actas y documentos pontíficos.1989 Julián MARÍAS: La mujer en el siglo XX, 3ª edición, Madrid: Alianza, 1981.
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Ricardo SADA: La pureza de las jóvenes, Minos III Milenio, Ciudad de México, México, 2006.
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Haced lo que Él os diga (Jn, 2 1-11) Andrea Diego Armida
Cada vez son más las voces que se preguntan por el verdadero papel de la mujer en esta vida y el camino hacia su realización en la vivencia humana, específicamente femenina. Durante años la tradición cultural ha tipificado la feminidad de modo negativo, afirmando la inferioridad de la mujer. Por esto para que no se le subestime, se ha visto obligada a imitar la manera de actuar del varón. Esta situación se debe, en parte, a una deficiente educación antropológica para desenmascarar el verdadero significado de la feminidad: el ser mujer. La dignidad de la mujer y su transitar en el mundo ha sido un objeto constante de reflexión humana y cristiana, demostrada en el Mensaje del Concilio Vaticano a las mujeres99 Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder, jamás alcanzados hasta ahora. Por eso es en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga.100 Así, desde los ojos de Cristo y sus seguidores es evidente su llamado a formar parte operante y viva del mundo de hoy y de ahora. Se trata de comprender la razón y las consecuencias de que el ser humano pueda existir como mujer o varón. Y es que ambos tienden al pleno desarrollo humano, sin embargo sexuado, femenino o masculino, es cómo logrará plenitud. Sólo partiendo de estos fundamentos, se descubre la profundidad de la mujer y su presencia activa en la sociedad. Hoy, se exhibe el papel de la mujer en la sociedad buscando seriamente, su realización profunda cuya estructura íntima y penetrante embellezca la vida humana. Es necesario recorrer un camino hacia el propio corazón para desde allí, notar el llamado profundo. Así, en la esencia se encontrará entonces, el aroma de la mujer. Ahí dentro de cada una se esconde la verdad de la naturaleza humana femenina.
99
(8 diciembre): AAS 58 (1966), 13-14.
100
Cf. Mulieris Dignitatem.
73
¿No es en este momento que puede hacerse un enfrentamiento con la realidad actual? Hoy existe una devaluación de lo específicamente femenino: la maternidad. La mujer esconde un embarazo como el peor de los fraudes. Por egoísmo, miedo a la soledad y al rechazo social, la mujer ha cerrado las puertas a la vida101. Entonces ¿qué le falta a la mujer ahora? Habrá que romper con el famoso vive y deja vivir basado en no transigir en las necesidades de los demás. Poner en práctica el rasgo característico de la vivencia de la esperanza en la mujer. La esperanza en el amor paciente. María genuinamente mujer, no se perturba, no tiene miedo; porque se sabe creada y amada por Dios en su naturaleza femenina. ¡Qué diferente actitud de espera! Ella caracteriza su esencia con una capacidad fascinante de mantenerse en pie. Es así cómo la mujer de hoy debe aceptar su verdad. Ponerse de pie y defender la vida, ante toda adversidad. Aún en la enfermedad, en la pobreza, ante la frustración o ante la interrupción de los planes; es ella la responsable de reconocer su propia naturaleza. ¿Qué hay de aquéllas cuya vida está en riesgo a causa del embarazo? Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años, y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado; cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a Él por detrás entre la multitud y tocó su manto. Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré. Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción. Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa? Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: `` ¿Quién me ha tocado? Pero Él miraba a su alrededor para ver a la mujer que le había tocado. Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad. Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.102 101
Cf. A. APARISI. El feminismo de la complementariedad. Madrid: La Razón, 2005
102
Mc 5 25,34
74
La respuesta está en la fe. Esta mujer estaba gravemente enferma, incluso desahuciada por los médicos. Sin embargo, ella pensó que con tan sólo tocar su manto quedaría curada. Ésta es una fe viva, confiada plenamente en el amor de Cristo La mujer es capaz de arrancar aquello que desea, si lo pide confiada. Jesús responde a la fidelidad femenina, dándole lo que necesita. Por tanto una pequeña intervención de Dios, cualquiera; le ofrece las palabras de su cura y ella les presta atención, así la mujer ha de permanecer alerta y dispuesta a responder confiada. ¿Pero qué pasa cuando las condiciones que le esperan a la creatura serán adversas para ella? Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Más buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.103 La mujer de hoy debe recordar que Dios sabe bien lo que el hombre necesita. Pero habrá que ser fuertes y reconocer que aún cuando las condiciones parecen adversas, la fortaleza para aceptarlas y en profunda oración entregar todo aquello que no esté en sus manos a Cristo. Es que la mujer es capaz de soportar cualquier circunstancia firme, sin huir, siempre que se encuentre segura de que fue Dios mismo quién implantó en ella esa vocación de madre. Porque toda creatura es producto del amor de Dios, independientemente de los medios de los que se valga para su concepción. Entonces lo específicamente femenino es la maternidad. Ahí dentro de cada una se esconde la estructura dispuesta a acoger la vida. Ante cualquier circunstancia la mujer es capaz de ponerse de pie y decir sí. Necesitará entonces de una fe firme. Segura de que Cristo responde a la fidelidad femenina si ella está dispuesta a confiar en que es Él quién sabrá lo que ella necesita. La mujer caracteriza su esencia con una capacidad fascinante de mantenerse en pie ante las difíciles circunstancias de la vida siempre que espere paciente, y segura de esa vocación implantada en ella.
103
Lc 12 29,31
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El Hombre Original 7 autores, dualidades 7 Venancio Ruiz González
Algo me detuvo. Aun siendo fuerte mi cuerpo, el contacto me ha dejado helado. Es un poder distinto el que me retiene. Era Idunatán. Sólo sus ojos han mantenido en la transformación, esos ojos sin pupila que lo devoran todo. Ella también desconoce la incógnita, pero vive como yo en la mente de este mundo desde su nacimiento. Es un duelo titánico el de nuestras miradas, una amenaza poderosa.104
El hombre está extraviado en un páramo de la filosofía, antropomorfo pero indefinido. Aclarando, no me refiero al hombre genérico, sino al hombre-varón, concretamente a la persona masculina. El hombre y la mujer han perdido y reencontrado juntos su identidad durante siglos, por esta senda del misterio, este camino simbólico que nos une y nos separa. El escenario contemporáneo de nuestros dos actores, el hombre y la mujer, posee un andamiaje muy peculiar; arrastra aún anticuados escayolados modernos, tintes de desilusión postmoderna y potencialmente puede virar, como cualquier ahora, hacia un desenlace determinado, unívoco, y sin precedentes que lo analoguen. De entre los elementos de esta amalgama, atenderé uno en particular: el hombre original. Original puede entenderse en dos sentidos: como modelo arquetipo, o como un nuevo modelo. Esta dualidad lo hace único; se trata de un hombre fragmentado, que no ha sido justo en su manera de sentir; que ha sido violento consigo mismo y con los demás; que defiende un canon hereditario de masculinidad; que tiene miedo de sí mismo. Sí, tiene miedo de conocerse, de reconocerse, de reencontrarse. Pero es dual, y lo dual es libre. El reciente interés por lo femenino ha expuesto las fracturas de lo masculino. Este estremecimiento en la arquitectura del hombre responde a puntos clave de inestabilidad, apuntalados en la piedra angular. En opinión del poeta Robert Bly, fundador del ―movimiento de búsqueda de la masculinidad perdida‖, estamos viviendo una ―crisis de la masculinidad.‖
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Esta crisis deriva de la
ausencia de la figura paterna en el hogar pues, alejado emocional y / o físicamente de los suyos, se ha convertido en un eterno extraño: es el hombre original. Es comprensible que a falta de un modelo 104
Venancio RUIZ González: Amargelion Blanca CASTILLA y CORTÁZAR: La complementariedad varón-mujer, nuevas hipótesis, Segunda Edición, España: RIALP, 1993, pp. 50-51 105
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masculino ecuánime, muchos hombres no deseen serlo. La masculinidad es un reto, y no un derivado estático e inmutable de la herencia. Masculinidad y feminidad se han desvanecido en una maraña difusa que, gracias a la iniciativa feminista, está delineando nuevos contornos. Ha llegado la hora – corrección, siempre ha sido ―ahora‖ – para que el hombre se detenga, deje de huir de sí mismo y enfrente lo desconocido. La vida es riesgo. Asúmelo, y vive. Con la esperanza de lograr un acercamiento a la esencia de la masculinidad, he optado por la interpretación fragmentaria de 7 obras. Sus autores - seis hombres y una mujer - representan siete abordajes literarios: Wojtyla, el teatro; Saramago, el ensayo; Bly, la poesía; Seidler, la teoría social; Clarissa Pinkola Estés, el análisis psicológico-folclórico, Ende; el género fantástico. Por lo que a mí respecta, haré las veces de autor, interlocutor y si cabe decirlo, hermeneuta. Cada ensayo versará sobre una dualidad masculina en conflicto, un duelo entre objetos concretos y abstractos. El ensayo final, ―Tú-Yo y Nosotros‖ fungirá como conclusión, pues es el destilado final de todos los anteriores.
Los ojos y la ceguera a) Los ojos. Andrés: Llegué hasta Teresa por un camino largo, no la descubrí en seguida. No recuerdo siquiera si nuestro primer encuentro estuvo acompañado de algún presentimiento o algo parecido. Ni tan sólo sé qué significa ―amor a primera vista‖. Después de un cierto tiempo noté que ella se encontraba en el ámbito de mi atención, es decir, que debía interesarme por ella, y que aceptaba con gusto la idea de tener que hacerlo. Sin duda habría podido no actuar tal y como sentía, pero comprendí que esto hubiera carecido de sentido. Era evidente que en Teresa había algo que sintonizaba con mi personalidad. 106 Teresa: Nos vemos reflejados en el escaparate como en un espejo que encierra el futuro.107 Los ojos tienen una doble capacidad frente a la luz: recibirla o reflejarla. Al recibirla, pueden guardarla o comunicarla. Al reflejarla, pueden rechazarla o compartirla. Hombre y mujer reaccionan de manera distinta ante la luz; pero ambos son libres de guardarla, comunicarla, rechazarla o compartirla. Este conocimiento debe ser activo por ambas partes, hombre y mujer, pues un espejo pasivo, un espejo que no refleja nada, no es espejo, sino espejismo. El reflejo, si no es mutuo, simplemente no se forma. La unilateralidad deforma la imagen. El hombre se ve en la mujer cuando ella lo está conociendo a él. Hombre y mujer nos vemos reflejados el uno en el otro. La mujer se abre al conocimiento del otro. Conociendo ella al hombre, le posibilita que se encuentre a él mismo al
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Karol WOJTYLA: El taller del orfebre, trad. Anna KLEMENSIEWICZ Rodon, Madrid: Editorial BAC, 2005, p. 5 107 Ibidem p. 26
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conocerla. Él, al conocerla a ella, no sólo conoce la naturaleza de ella – puesto que la naturaleza humana es común a ambos –, sino que el hombre se conoce a sí mismo en tanto persona masculina radicalmente singular. Al mirar a la mujer como una persona distinta a él, se reconoce a sí mismo y a la persona femenina. Teresa frente a Andrés, y Andrés frente a Teresa. Se reflejan, se comparten, se reconocen dos personas distintas, mujer y hombre. Ambos se ven reflejados en el espejo que son ellos mismos. El camino del reconocimiento no es sencillo para el hombre, porque ha de abrirse, y al abrirse, darse. La mujer se abre sin salir de ella misma, y así, recibiendo, ella se da. El signo de los ojos ha sido olvidado por muchos, por ambos. En su ausencia ha emergido una sombra ocular, una sequedad de la córnea, la opacidad de lo cristalino, la atrofia de la retina. Una realidad sin entidad propia ha aparecido en escena: la ceguera. b) La ceguera Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una ―ceguera blanca‖ que se expande de manera fulminante. Los ciegos, internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, tendrán que enfrentarse con la parte más primitiva de la naturaleza humana. El médico que examinó al primer ciego estaba inquieto. Se trata de una ceguera inexplicable, blanca, jamás reportada antes en la historia de la oftalmología. Tarde en la noche, al guardar los libros de medicina que había estado consultando, se queda ciego. Su mujer aún no lo sabe. Ahora lo sabrá. Ninguno de los dos imagina que ella abrirá los ojos de muchos – y muchas –. Cuando la mujer se levantó, se fingió dormido. Sintió el beso que ella le dio en la frente, muy suave, como si no quisiera despertarlo (...) Solo,(...), el médico (...) permitió que dos lágrimas, Serán blancas, pensó, le inundaran los ojos,(...) ahora comprendía el miedo de sus pacientes cuando le decían, Doctor, me parece que estoy perdiendo la vista. (...) se volvió hacia donde sabía que estaba el espejo, esta vez no preguntó Qué será esto, no dijo Hay mil razones para que el cerebro humano se cierre, (...) sabía que su imagen estaba allí, mirándolo, la imagen lo veía a él, él no veía la imagen. Oyó que la mujer entraba en el cuarto. (...) la sintió a su lado, (...) entonces él dijo, como si los dos estuvieran representando un papel (...) tengo algo en la vista. (...) Déjame ver, pidió, le examinó los ojos con atención, No veo nada, la frase estaba evidentemente cambiada, no correspondía al papel de la mujer, era él quien tenía que pronunciarla, pero la dijo sencillamente, así, No veo, (...) 108 El hombre se siente inseguro frente a los ojos de la mujer, porque revelan algo que él desconoce de sí mismo, algo que reprime y quiere mantener oculto. La mujer fácilmente penetra en los demás y lee los corazones, siente lo que el otro siente, intuye lo que el otro necesita, se pone en el lugar del otro y lo comprende. El hombre da por sentada su racionalidad; mas el objeto de estudio que 108
José SARAMAGO: Ensayo sobre la ceguera, México: Alfaguara, 2006, p. 45
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tratamos, que es él mismo, no puede ser analizado sólo bajo parámetros universales. Él emplea mecanismos de defensa para eliminar esta angustia. Lo desconocido nos da miedo, porque nos percibimos vulnerables y dependientes, sin control. Racionalidad, hegemonía, independencia... son todos paradigmas falsos de una masculinidad ficticia. El doctor está llorando, pero se repone, intelectualiza la sensación. ―Serán blancas‖, pensó. Ahora siente lo que evitaba enfrentar ante sus pacientes y mujer: el miedo de no saber quién es. Ya no le parece justo argumentar que ―hay mil razones para que el cerebro se cierre‖, ahora que su mente es la que se ha cerrado. El espejo estuvo delante de él todo el tiempo. La mujer está delante de él. Ella no ve nada en sus ojos, aparentemente sanos. Pero él no ve. Si él no decide actuar, abriéndose a ella, ella no podrá ver tampoco. Si él no responde, no hay nada que hacer. Ver y verse son uno en acto, por paradójica que parezca.
La lágrima y el miedo a) La lágrima. La doctora Pinkola Estés, al analizar mitos culturales, revela la faceta instintiva de la mujer, arista que el hombre admira y teme. Para ella, ―unirse a la naturaleza instintiva (...) significa establecer un territorio, encontrar la propia manada, estar en el cuerpo con certeza y orgullo, cualesquiera que sean los dones y las limitaciones físicas.‖ Aunque fragmentado, he conservado lo esencial de este mito inuit para interpretar el signo de la lágrima. Un hombre ha extraído accidentalmente del agua el esqueleto de una mujer, mientras pescaba. Es un encuentro inopinado. Asustado, corre hasta su casa, pero enredada en el sedal le acompaña la Mujer Esqueleto. (...) cuando encendió su lámpara (...), la vio allí acurrucada en un rincón sobre el suelo de nieve de su casa (...). Más tarde el hombre no pudo explicar lo que ocurrió, (...) a lo mejor fue porque él era un hombre solitario. (...) se sintió invadido por una cierta compasión y (...), empezó a desengancharla del sedal (...) al final, cubrió a la Mujer Esqueleto con unas pieles (...) De vez en cuando la miraba (...) Y ella (...) no se atrevía a decir ni una sola palabra, pues temía que aquel cazador la sacara de allí (...) El hombre (...) se deslizó bajo las pieles de dormir y (...) empezó a soñar. A veces, cuando los seres humanos duermen, se les escapa una lágrima de los ojos. No sabemos qué clase de sueño lo provoca, (...) La Mujer Esqueleto vio el brillo de la lágrima (...) y, de repente, le entró mucha sed. (...) acercó la boca a la lágrima. La solitaria lágrima fue como un río y ella bebió, bebió y bebió hasta que consiguió saciar su sed de muchos años.109
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Clarissa PINKOLA ESTÉS: Mujeres que corren con lobos, Barcelona: Sine Qua Non, 1998, pp. 146-147
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La mujer no ha creado la lágrima del hombre, sino que él mismo es su artífice. Algo, misterioso e íntimo suscitó ella en él. Sin embargo, la puerta emocional fue abierta voluntariamente por él; primero despierto, ante la imagen amenazante que de la mujer tenía; luego, en su fantasía onírica, con la que relegó la resistencia conciente. Pero, como prosigue el relato, él y ella se conocerán ya no en el miedo, ya no en el sueño, sino en la realidad. Él está preparado para despertar, reconocer y encontrarse con una mujer de verdad. La mujer, tras beber la lágrima, procede a extraer el corazón del pecho del hombre mientras aún duerme y, conforme le canta a este corazón, su cuerpo vuelve a llenarse de nervios, venas y carne. Ella reencarna por la lágrima nacida de él, él renace con la canción de ella. b) El miedo. (...) quiero volver a referirme, Andrés, a aquella excursión nuestra (...), a aquella noche en que oímos los extraños clamores. Se creó entonces, como recordarás, una cierta confusión y división de pareceres. Pensaban unos que debíamos salir en busca de los montañero presuntamente extraviados (...), mientras que los demás aseguraban que se trataba sólo del grito de un pájaro rezagado (...). Tú eras de éstos. (...) entonces – al menos así me lo parece, Andrés – te vi verdaderamente. Y créeme –, casi me saltaron a la vista las desproporciones que dormitan en ti. Es inevitable la desproporción entre el deseo del hombre y sus posibilidades. Pero tú tratas a toda costa de computar tu felicidad, como lo calculas todo en tu oficina de proyectos. Te faltan el valor y la confianza – ¿en qué? (...) 110 (...) de modo que tú eres valiente y estás llena de confianza – sin embargo, cuántas veces he leído lágrimas en tu semblante, aunque los ojos permanecían secos. Quizá también tú pienses llegar a la felicidad sólo con valentía, pero en realidad no es más que una forma distinta de temor – o al menos de prudencia. 111 El hombre Andrés ha sido sorprendido por Teresa, y él se escuda abstrayendo una valentía con la que se defiende. Teresa ha descubierto al hombre real y no la fachada con que se cubre. Él no lo habría podido ver solo. El hombre se comporta ante los demás como un extraño. Sobrevive en constante defensa, obsesiva comparación y una eterna insatisfacción. Profundamente, su orgullo masculino ha sido herido, y esto explica su réplica agresiva. La valentía es para Andrés la erradicación del miedo y el sentimiento. La expresión de ira parece loable entre los hombres. Desplaza la carga emocional a Teresa, como una culpa estorbosa. No sabe cómo lidiar con sus propios sentimientos y hacerse responsable de ellos. Por eso tiene tanto miedo de las emociones ajenas y evita involucrarse. Cree que los demás están ahí para ser socorridos objetivamente por él, que él ha de ser un soporte para que otros salgan del mal paso, un redentor. Los demás pueden ser objetivados. Está convencido de que 110 111
Fragmentos de cartas de Andrés y Teresa en Op. cit. Karol WOJTYLA. p.21 Op. cit. Karol WOJTYLA. p.22
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no necesita de nadie. Si la mujer quiere simplemente ser escuchada, él ofrece maquinalmente una solución racional y rompe el diálogo, cuando – para empezar – ella no solicitó la solución a ningún problema. El hombre ha puesto la confianza en él y sólo en él. Cree ser heredero de fuerzas intelectuales y físicas sin límite, mimetizando la concepción que del hombre se creó en la modernidad. Tantos hombres – y mujeres también – que adoptan los defectos masculinos para ingresar en la estructura laboral dominante, obsesionados con su trabajo, con su prestigio, los títulos y nuevas adquisiciones, viven un día a día frío y mecánico. La novedad les aburre y ya no les sorprende nada. Para satisfacer sus necesidades emocionales, recurren a una bulimia de sensaciones: experiencia calculada pero excedida, espasmódica y orgásmica. Como los sentimientos tienen que ser puestos de lado, respondiendo a las guías de moda, el hombre usa cosméticos varios para pasar inadvertido. No es que esté de moda, sino que se ha convertido en una necesidad para sobrevivir. El cambio siempre representa un reto. Y, claro, es más cómodo el estatismo, pues da todo por sentado. Vamos a lo seguro. Se supone que somos ―objetivos‖ y ―racionales‖. ―Miedo‖ se dice de muchas maneras. Nuestro ecosistema se ha tornado en una verdadera jungla jerárquica de falos y sus extensiones simbólicas. Unos trazos de tinta, un título, unas frases consonánticas. Todo puede alimentar el ego. Es lógico. Parece como si la masculinidad estuviese siempre en juego, al borde del colapso. Necesitamos que nos afirmen hombres y mujeres por igual. Todo lo que no encaja en estos axiomas es ajeno al movimiento del progreso masculino. Bien, pero, ¿progreso hacia dónde? Las humanidades y el arte parecen un suspiro de lo que ha sucedido, sucede y sucederá; trazas de fantasías fallidas y sueños imposibles que estorban a la sociedad. Son incómodas. No hay que volar, porque existe el peligro de caer. Si desplegamos las alas de Ícaro, sabemos la consecuencia. Si abandonamos la caverna cometemos un sacrilegio. Se nos aniquilará por el atrevimiento. Sin esta locura nos volveríamos locos. Cuanto más ―objetivo‖ se vuelve el entorno en el que sobrevivimos, la sensibilidad del hombre se anquilosa, como si sus nervios se hubieran congelado. Su panorama se nubla con la luz de sentencias concretas, masificadas, que niegan lo que antes parecía propio, personal, único y genial. Todo está sujeto a la razón experimental y siempre habrá una hipótesis de la cual nadie escape. Los genes guardan el futuro; nuestra conducta es explicada por un espiral enigmático de bases esencialmente duales y amigas del azar. Los miasmas corporales rigen nuestros actos. ¿Qué es un hombre?, ¿es un deterioro, una sobredosis, o un balance? Es una sospecha, hija de la postmodernidad. ¿Andrés, darás la cara por Teresa? Mucho se ha decidido. No eres un cobarde. Teresa espera pero, ¿serás capaz de escuchar?
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La alianza y el canon a) La alianza El peso de estas alianzas de oro – dijo – no es el peso del metal, sino el peso específico del hombre, de cada uno de vosotros por separado y de los dos juntos. ¡Ah, el peso específico del hombre, el peso particular de cada hombre! ¿Hay algo más abrumador y al mismo tiempo más inaprehensible? Es fuerza de gravitación continua, encadenada a un breve vuelo. El vuelo tiene forma de espiral, de elipse, – y forma de corazón.... ¡Ah, el peso propio del hombre! Estas fisuras, esta maraña, y esta profundidad – estas adherencias, cuando es tan difícil despegar la mente del corazón... Y en medio de todo ello, la libertad – una cierta libertad, a veces incluso locura, una locura de libertad envuelta en esta maraña. Y en medio de todo ello, el amor, que mana de la libertad, como fuente de tajo recién abierta. ¡He aquí el hombre! 112 Las alianzas son un claro ejemplo de la libertad. Mi modo de ver es diametralmente opuesto al kantiano. El deber por el deber, a mi parecer, ha creado monstruos de muchos hombres. Confío en la libertad vital de interpretación que cada hombre haga de esta sentencia. Pero también conozco los derroteros a los que se llega cuando el no jerarquiza al sí en la elección. La alianza guarda las palabras en el oro y en los símbolos. Ellas están presentes en el preciso momento en que se crea un vínculo sagrado y personal, pero no son ellas las ungidas, sino dos naturalezas iguales con dos formas personales distintas. Ahora llegamos a la analogía con la libertad, a través de la ironía. Ésta radica en la facilidad con que puede deslizarse la alianza y quitarla del dedo para esconderla, eliminarla, perderla u olvidarla. No es sólo el oro el que está en juego, definitivamente lo menos importante. Está en juego la capacidad de compromiso y lealtad de dos personas. Cuando se dice sí, el símbolo se ha creado en la palabra, y la alianza de oro pasa a último término. Pero estos símbolos siempre mantienen algo vivo en nosotros. Una idea de promesa, un nexo con la verdad. La alianza no se ha creado en el objeto, sino que está en la palabra. Nótese el detalle donde pondré en conflicto la voluntad kantiana y la tomista. La verdadera virtud, para Santo Tomás, sigue la vía positiva – y no la negativa y fría racionalización del deber -. El que se confiera mayor mérito el obrar desnudo de sentimientos y mociones afectivas, que a una decisión en la que entró en juego el balance de valores personales hasta llegar a un sí sopesado, con todas sus consecuencias, me parece una contradicción. Repito, miedo se dice de muchas maneras. Y miedo es lo que empuja a esta llamada libertad sin cuestionamientos, con rigidez y falta de ejercicio emocional. Las decisiones del no son las elecciones del que tiene miedo de sí mismo, de tantear sus cimientos. En otras palabras, me parece inhumana esta vía negativa de la libertad.
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Op. cit. Karol WOJTYLA. p.25
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b) El canon Toda esta referencia apunta a un objetivo. La tesis es la siguiente: el esquema kantiano en el hogar es una magnífica excusa para que el hombre no cambie nunca. Se trata de un complejo racional, erudito y universal. No le falta ningún componente para que el hombre se sienta seguro y se asiente sobre cimientos cómodamente, usándola como estandarte y fortaleza. Adoptando esta seguridad dogmática, el hombre no mejora, sino que se cristaliza y, lo que es peor, hereda el esquema patriarcal de dominio por generaciones. Los hijos aprenderán – y posteriormente alguno de ellos lo replicará en su propia familia - que el modelo familiar en el que ha vivido sigue reglas donde las emociones y los intereses personales no tienen valor alguno. El padre en este esquema trabajará como embajador de la ley, subordinando el potencial de los hijos y la mujer a cuestiones irracionales. A fin de cuentas, si él es racional y tomó una decisión ―a la kantiana‖, no hay posibilidad de error. Él es la ley, porque no pone en duda su racionalidad hegemónica. Aquí aparecerán – empujados inconscientemente por la sociedad y los patrones familiares que han heredado – lo que llamaré padres inaccesibles. Y, si recordamos, al inicio de este trabajo indiqué la importancia que Robert Bly confiere a estos patrones y modelos paternos. Efectivamente, un padre inaccesible es todo un macho porque, en primer lugar, no permite el acceso real a nadie. En segundo lugar, la apertura siempre nos hace vulnerables, pero como contraparte la inaccesibilidad nos hace herméticos e inescrutables. Si para Kant el egoísmo natural del hombre es neutralizado con el deber universal, no sé cómo denominar un hombre herméticamente cerrado; tal vez egoísta sea el término más adecuado. Si hemos heredado la idea de que el permiso de acceso es una debilidad, que abrirse es cosa de mujeres, y gastamos nuestras mejores energías en censurar las acciones de los demás, estamos evadiendo el asunto nuclear. ¿Quién soy yo? Me parece oportuno introducir una cita de Victor J. Seidler, que seguramente aclarará este punto. En su libro
La sinrazón masculina, valga la
redundancia, no le falta razón cuando afirma que los hombres (…) aprendemos a desdeñar las emociones y los sentimientos como signos de debilidad que, por lo tanto, ponen en una situación comprometida nuestro sentido de la identidad masculina. Esto crea tensión constante, pues la masculinidad es siempre algo que tenemos que estar dispuestos a defender; a diferencia de lo que ocurre con nuestra razón, no podemos darla siempre por sentada, y más bien se convierte en una fuente constante de preocupación. 113
113
Victor SEIDLER J: La Sinrazón Masculina, masculinidad y teoría social, México: Paidós, 2000, p. 16
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Si estoy de acuerdo con Freud en algún punto, es en éste: la represión de las emociones y los deseos no los aniquila, sino que los potencia y, si no se manifiestan por el deseo original, acabarán brotando de algún modo insospechado e inconsciente. Aquí tengo que hacer una importante aclaración antes de proseguir: No estoy haciendo equivalente la represión del deseo a no actuar el deseo, y de forma similar no estoy equiparando la aceptación del deseo con el ejercicio del mismo. Cosas muy distintas son aceptar mis deseos, esto es, darles cabida como situaciones reales de mi vida, ya sean negativos o positivos, y la satisfacción activa del deseo. Los deseos y las necesidades afectivas – físicos, espirituales, emocionales, intelectuales, sociales y creativos – son innegociables. En otros términos, si no son solventados oportuna y sanamente, encontrarán
otra vía alterna para ser
satisfechos. Ahí está el sí al que me he referido todo este tiempo: el diálogo interno, la deliberación, la negociación, la aceptación y finalmente el acto voluntario. Entiendo, mas no concedo como aceptable, y mucho menos como inmutable, al fenómeno hereditario del padre inaccesible. Su impenetrabilidad remite a su pasado, donde solemos encontrar un padre, otro hombre inaccesible, bajo el cual creció y al que ahora modela. El padre inaccesible en general, no es consciente de los intentos de los demás por entrar en él, e interpreta estas estrategias como amenazas contra su integridad marcial. Los límites que ha aprendido de su padre los establece ahora con casi todos, y es raro que encuentre alguien en quién confiar plenamente. En la mujer puede encontrar una compañera ideal cuando el diálogo sea racional. Cuando la conversación gire en torno a la emoción, él usará distintas técnicas para acallar una situación tan desagradable y, según él, para la que no está capacitado en un combate directo, sino sólo tangencial. Según él, el sentimiento y la emoción son directamente proporcionales a la temperatura: se calienten, luego se enfrían, y todo vuelve a la normalidad, al estado original de las cosas, que adjudica a su inmutable y férrea estabilidad. Muchas veces odia lo que es, pero tiene miedo de que el orden de la constelación se tambaleé si cambia de estrategia. Es un hombre que está haciendo lo mejor que puede para amar a los demás y que está plenamente convencido de que es el modo correcto de hacerlo. Si llega a ser violento, muchas veces asegurará, sin resquicio de culpa, que así es cómo hay que hacer las cosas. Es lo que sabe, es lo que cree, es lo que ha vivido. Pero esto nunca será justificación para negarse al cambio que nazca de él mismo. Tengo buenos amigos, ya padres de familia, que me han expresado el miedo que tienen a repetir estos patrones bajo su propio techo. Se llegan a ver a sí mismos como una amenaza latente. Pero el hombre es libre, no predeterminado, in fieri. Para ilustrar al padre inaccesible a través de los ojos de un niño, no he encontrado mejor ejemplo que el de Bastián Baltasar Bux, el protagonista de “La Historia Interminable” del escritor Michael Ende. El fragmento relata como Bastián, de diez u once años, se encuentra en una de las etapas finales de su aventura en el mundo de Fantasía. Para poder regresar al mundo real, debe encontrar una imagen en las profundidades de Fantasía, pues ahora, lo único que recuerda es su nombre y nada más. Sin una imagen que haga resonancia en él, no
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será capaz de volver a su hogar. La imagen que lo devuelve a casa es la que yo necesitaba. Creo que la imagen especular, clara y distinta, se explica por sí sola. En la delicada piedra especular (...) se veía clara y distintamente un hombre que llevaba una bata blanca. En una mano sostenía una dentadura de escayola. Estaba de pie, y su actitud y la expresión tranquila y preocupada de su rostro conmovieron a Bastián. Pero lo que le impresionó más fue que el hombre estaba congelado en un bloque claro como el cristal. Lo rodeaba por completo una capa de hielo impenetrable, aunque totalmente transparente. Mientras Bastián contemplaba la imagen que tenía ante sí en la nieve, se despertó en él una añoranza de aquel hombre al que no conocía. Era un sentimiento que venía de muy lejos, como un oleaje tormentoso en el mar que (…) se convierte por fin en olas poderosas, (…), que lo arrastran y anegan todo. Bastián se ahogó casi en ese sentimiento y tuvo que luchar por respirar. Le dolía el corazón, que le resultaba insuficiente para una añoranza tan grande. Con aquella oleada (…) olvidó por último lo que le quedaba: su propio nombre. (...) Aquella noche, el muchacho que no tenía nombre (…) veía la imagen ante sí. Era como si el hombre quisiera decirle algo pero no pudiera por estar encerrado en el bloque de hielo. (…) quería ayudarlo, hacer que el hielo licuara. (…) se veía a sí mismo abrazando el hielo para hacerlo fundirse con el calor de su cuerpo. (…) entonces oyó de pronto lo que el hombre quería decirle; no lo oyó con los oídos sino muy hondo en su propio corazón: ¡Ayúdame, por favor¡ ¡No me abandones¡ No puedo salir de este hielo. ¡Ayúdame! ¡Sólo tú puedes librarme de él...! ¡Tú sólo!114
Tú-yo y nosotros a) Tú–yo. (...) el primer ciego (...) Vio y gritó, Veo. (...), se abrazó a su mujer (...) después corrió hacia la mujer del médico y la abrazó también, era la primera vez que la veía, pero sabía quién era (...) Es posible que esta ceguera haya llegado a su fin (...) La mujer del médico preguntó (...) Por qué nos hemos quedado ciegos, No lo sé, quizá un día lleguemos a saber la razón, Quieres que te diga que estoy pensando, Dime, Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven. La mujer del médico se levantó, se acercó a la ventana. (...) alzó la cabeza al cielo y lo vio todo blanco, Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos. La ciudad aún estaba allí.115
114 115
Michael ENDE: La Historia Interminable, México: Alfaguara, 1983, pp. 297 - 298 Op. cit. José SARAMAGO. pp. 415-420
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La ceguera ha llegado a su fin. Tras una denigración sin nombre, el primero en quedarse ciego, un hombre, ha recuperado la vista. ¿Qué ha ocurrido? Perdió la visión en la calle ante un semáforo rojo. Lo asfixiaban entonces la tensión, el tráfico, la rapidez, el trabajo, el deber, la preocupación de un mundo masculino bélico, heredado y viejo. Llegó un momento en que se perdió a sí mismo. Algo se rompió dentro de él, algo que tenía que romperse. Su sistema se reveló, porque no aguantó más. Estaba condenado a la catástrofe o al cambio, y de una se genera la otra. Tenía que caminar a ciegas para volver a ver. En blanco estaba su concepto. En blanco accedió a nuevos sentidos dormidos. Se ha agudizado algo en él. Algo nuevo ha nacido; parece ser un hombre original. Ha reconocido a la mujer del médico sin haberla visto jamás. La ve de un nuevo modo, por eso la reconoce. Tal vez lo agradezca él ahora, tal vez la olvide. Para ver al otro también hay que tenerse a uno mismo, porque nadie ve lo que no tiene. La mujer del médico sabe que somos ciegos que viendo, no ven. Me parece que ella es una imagen que nos invita a detenernos, contemplar, cerrar los ojos y ver. b) Tú-yo-nosotros. Esteban: No entiendo nada de lo que significa eso de ―reflejar la Existencia absoluta y el Amor‖ – pero si Mónica desea tanto alejarse de nosotros, sé con seguridad el porqué: nosotros dos, Ana y yo, los reflejamos muy mal. Lo he visto con claridad y esto, no sé cómo, ha comenzado a hacerme daño. Y en ese momento – por primera vez desde hace muchos años – he sentido la necesidad de decir algo que pusiese al descubierto mi alma entera y decírselo precisamente a Ana (era como un intento de autoacusación, o más bien un intento de repartir la culpa entre los dos –) Me acerqué a ella y puse mi mano sobre su brazo (cosa que no había hecho en mucho, muchísimo tiempo). Le dije además estas palabras: ¡Lástima que durante tantos años no nos hayamos sentido como dos niños! ¡Ana, Ana, cuánto tiempo perdido!
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Esteban ha estado ciego, pero ahora ve. Ana ha sufrido este tormento. Él ha atravesado la ceguera, ha vuelto la visión, pero este tránsito no ha sido inocuo. Mónica, hija de Ana y Esteban, ha quedado marcada. Carga las heridas de Ana y Esteban. Carga el miedo de ambos. Tiene miedo del futuro con Cristóbal, hijo de Teresa y Andrés. Andrés ha muerto en la guerra, pero sigue vivo en Cristóbal. Andrés está vivo en Cristóbal y Teresa. Ana y Esteban viven en Mónica. En la mujer pueden vivir el hombre y la mujer. El hombre puede recibir al hombre y la mujer. Una misma naturaleza, dos personas distintas que sólo se entienden en una dualidad de tres: Tú-Yo y Nosotros.
Nuestra obligación – y se está refiriendo a todos los hombres y mujeres que escriben acerca de este tema – es describir lo masculino de forma tal que no excluya lo masculino en la mujer, y 116
Op. cit. Karol WOJTYLA. p.101
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que aun así toque una cuerda sensible en el corazón del varón (...) en el corazón del varón hay una cuerda interior que hace que todo su pecho tiemble cuando se habla de forma adecuada de las cualidades de lo masculino. Nuestra obligación es describir lo femenino de forma tal que no excluya lo femenino en el varón, y que aun así haga sonar una cuerda en el corazón de la mujer. Sonará, también, una cuerda en el corazón del hombre, pero creo que en el corazón de la mujer hay una cuerda interior que hace que todo su pecho tiemble cuando se habla de forma adecuada de las cualidades de lo femenino. 117 Allí estaba la flor de plata, dura, fría, bella. Con la apagada espada abrió mi pecho, y su rostro se iluminó. Puso sus labios muy cerca de mi herida, y la llenó de su gélido aliento, pronunciando la profecía del silencio y del olvido. La sangre de sus manos corría carmín sobre mi herida. Brillaba como una estrella, una luz intensa en un cielo lejano. Amargelion, susurró acercándose a mi oído, al tiempo que cerraba la herida de mi pecho, en la que guardó la flor. Entonces comprendí el enigma.118
117 118
Cf. Op. cit. Robert BLY. p.103 Venancio RUIZ. Amargelion
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Bibliografía Robert BLY: Iron John, o.c
Blanca CASTILLA y CORTÁZAR: La complementariedad varón-mujer, nuevas hipótesis, Segunda Edición, España: RIALP, 1993.
Michael ENDE: La Historia Interminable, México: Alfaguara, 1983.
Clarissa PINKOLA ESTÉS: Mujeres que corren con lobos, Barcelona: Sine Qua Non, 1998. José SARAMAGO: Ensayo sobre la ceguera, Alfaguara, México, 2006. Victor SEIDLER J: La Sinrazón Masculina, masculinidad y teoría social, México: Paidós, 2000.
Karol WOJTYLA: El taller del orfebre, trad. KLEMENSIEWICZ, Rodon Anna, Madrid: Editorial BAC, 2006.
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¿Son acaso la familia y el ético profesional dos empresas que se contraponen? María del Pilar Costal Pérez
La Liberación Femenina es un movimiento que surgió en Inglaterra a inicios del siglo pasado por un grupo de mujeres que protestaban contra la discriminación de la mujer en cuanto al voto. Este movimiento ha tenido grandes repercusiones para la vida social, política y
económica de la
humanidad, buscando la ―igualdad‖ entre el hombre y la mujer. Hace 30 años las mujeres ocupaban 19% de los pupitres universitarios y eran 20% de la fuerza laboral. Actualmente representan 40% de la matrícula y 35% de la población ocupada, según datos del INEGI y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. Naturalmente no está demostrado de ningún modo que las mujeres formen ―automáticamente‖ un mundo más humano que los hombres, pero algunos rasgos femeninos como la franqueza, la intuición, la confianza y la tendencia a conciliar posturas contrarias, pueden contribuir eficazmente a la humanización del mundo laboral. Hay una extraña coincidencia entre cómo se describe al ―gerente del futuro‖ y el estilo femenino del liderazgo. La maternidad comienza a ser reconocida como una escuela excelente para gerentes, puesto que exige saber organizar, equilibrar distintas exigencias, enseñar, orientar y manejar conflictos. Muchas mujeres que desempeñan todos los días los papeles de esposa, madre y profesionista se preguntan si han tomado la mejor decisión. Es difícil hacer un buen papel en los tres roles y muchas veces esto provoca frustración lejos de hacerlas sentir felices. Ser esposa, madre y trabajadora demanda poseer un organismo que no necesite comer ni dormir, que nunca se enferme, capaz de permanecer alerta las 24 horas del día, que no necesite de estímulos externos y que a pesar de todo nunca pierda el buen humor. La mujer mexicana dispone de él, a lo largo de la historia ha demostrado que es capaz de soportar lo insoportable y de olvidarse de sí misma para entregarse al servicio de los demás. Su familia es su razón de vivir. Bien lo dijo Augusto Comte: ―Vivir para los demás no es solo la ley del deber, es también la ley de la felicidad‖. Cada uno tiene en la vida una misión que cumplir, cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto. Por tanto no puede ser reemplazado ni su vida puede repetirse, su tarea es única como única es su oportunidad para instrumentarla.
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La mujer es el núcleo de la familia, y ésta, la base de la sociedad. La madre que trabaja debe ser fiel a ella misma alineando el trabajo con sus valores. No puede hacer a un lado el camino que libremente eligió. Al formar una familia se comprometió a cumplir tal responsabilidad por encima de cualquier otra. Por eso el trabajo siempre deberá estar al servicio de la familia. La sociedad del siglo XXI necesita que tanto hombres como mujeres compartan lo doméstico y lo extradoméstico. ―Una sociedad con madre y una familia con padre‖. Acabar con los estereotipos para lograr el equilibrio. La madre profesionista debe comenzar este proceso, primero dejando de sentirse víctima y revalorizándose como mujer. Luego analizando si su trabajo está al servicio de su familia o no, para tomar decisiones que la dejen libre de culpabilidad. Finalmente delegando y compartiendo con su familia las labores del hogar. Es posible conciliar maternidad y trabajo. La mujer es capaz de agregar valor a la empresa, solo necesita que el mundo laboral le facilite contar con tiempo para educar a los hijos.
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La transformación de la mirada en voz: el espíritu de la denuncia académica Diana Ibarra Soto Ese irrumpir en el mundo que hacemos cada día tiene por vehículo la mirada. Es cuando se abren los ojos que el mundo cobra realidad para uno mismo y la maquinaria de la conciencia se echa andar. Se alza la mirada y se planea, se baja y la reflexión entra en juego. Y entre esta línea vertical se pasa por enfrente todo aquello digno de atención. Pues no es lo mismo ver que mirar aunque lleven implícitos el mismo transporte. La mirada hace que nuestra curiosidad se centre y se despliegue, generando así todo un cúmulo de sensaciones, asociaciones y presupuestos. ¿Pero, qué es aquello que merece ser contemplado? Aquí es donde generalmente las vivencias y conocimientos previos desempeñan un papel primordial y subyugante. A lo largo de la existencia humana la importancia de las cosas parece cambiar de vez en vez, aunque se pueda hacer una cadena evolutiva de las percepciones. Así podemos encontrar relatos que denotan un cambio en los intereses y preferencias de las personas que al no verse satisfechos mutan a expectativas distintas. El caso de los intelectuales no es distinto, y se puede vislumbrar los objetos de su fascinación haciendo una lectura rápida de sus currícula. Sin embargo ocasionalmente un asalto en la rutina ocurre y hay un suceso lo suficientemente impactante como para desviar la inercia de la propia diligencia. A partir de ese momento las prioridades cambian y si se es honesto, no se puede hacer otra cosa más que hablar de ello. Para muchos de nosotros ese golpe al que hago referencia tiene carga femenina. La situación de la mujer es una sinfonía a muchas voces: liberación, esclavitud, cohesión, desgarramiento, complemento o afrenta. Lo cierto es que se han vertido varios litros de tinta en tratar de desenmarañar a un ser que no siempre ha recibido el trato o la comprensión que por su dignidad personal merece. Es aquí donde aparece la denuncia. La traducción de un espectro de luz, delineado y dimensionado que se traduce en un conjunto de símbolos o sonidos. Esa mentada traducción no es fácil, y a veces no se encuentran palabras. En este foro se ha vuelto la mirada a temas de muy diversa índole: laboral, publicitaria, familiar, sexual, religiosa y política. Estos alumnos se han dejado llevar y han sustraído un poco de su tiempo, un mucho de su pensamiento a cavilar sobre la mujer, no tomando como acabada la problemática que enfrenta en el momento actual. Un verdadero amante del conocimiento tiene que sufrir este tipo de raptos con cierta frecuencia. Debe dejarse llevar por el mundo y ensombrecerse o iluminarse por la realidad fotografiada por los ojos. Ese enmudecimiento perpetuo, ese letargo que hace que la mirada se pierda
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en minucias y la vista se canse y la voz se indiferencie, es el peor peligro para un profesional pues perdería su contacto con el cosmos. Pero si bien la sorpresa al descubrir anomalías en nuestra rutina es significativa El encuentro con la mirada del otro resulta un misterio. Más cuando ese hallazgo de subjetividades es sexuado y cimbra la propia presencia. Mirar al otro, o evidenciarse mirado es una lección enteramente distinta. Sartre dirá en El Ser y la Nada: ―Nunca encontramos bellos o feos unos ojos ni nos fijamos en su color mientras nos miran. La mirada del otro enmascara sus ojos, parece ir por delante de ellos.‖119 La mirada del otro, para este filósofo existencialista, es la lanza que despoja de identidad. Por eso terminará por decir que: ―el otro, como mirada, no es sino eso: mi trascendencia trascendida‖120. No cabe duda que la mirada puede cosificar, vaya que las mujeres han enfrentado ese problema, pero también es cierto que traza un puente, y que en algunas ocasiones se puede encontrar la energía propia y el significado exacto de la existencia autoreferida. ¿Qué dicen unos ojos que miran? ¿Qué se experimenta cuando uno mira, no sólo a través de los ojos, sino de la razón, de los gestos y palabras, escritas u orales otra humanidad? ¿Y si ésta se encuentra en dolor, desprotegida o maltratada, a merced de los infortunios deliberados o azarosos, hasta dónde es válido voltear la mirada? La denuncia es el primero de los recursos ante la injusticia. El académico que se sienta tras sus paredes de ejemplares indescifrables y cierra su campo de visión sólo en virtud de sí mismo no merece reconocimiento, ni honor. El académico tiene un deber con el orbe, su labor es un servicio, su intelecto una herramienta y su mirada una oportunidad. Platón hacia bien al decir que ―la vista es el más sutil de todos los órganos del cuerpo‖121, por que es gracias a esa delicada experiencia del tropiezo con el otro que puedo encontrar lo que él mismo decía al hablar de la vista: la belleza, masculina o femenina. Sólo cabría aclararle al sabio griego que contrario a lo que él pensaba, la máxima belleza no se encuentra en las ideas, sino en la fragilidad de la persona humana.
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SARTRE, Jean Paul: El ser y la nada, p. 165 http://www.cenaifgestalt.org/libros%20pdf/Sartre%20Jean%20Paul%20%20El%20Ser%20Y%20La%20Nada.p df Fecha de Consulta: Junio 14, 2008 120 Ibid, p. 167 121 PLATÓN:Fedro,250d
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