Urdimbre N° 1

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Revista de psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana / NEL– Maracay Año 1 - Mayo 2015 - Nro. 1

El niño y sus síntomas hoy



Revista de psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana / NEL– Maracay Año 1 - Mayo 2015 - Nro. 1

El niño y sus síntomas hoy


Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana Delegación Maracay Año 1 - Mayo 2015 - N° 1 Director de Publicación; Ángel Sanabria Consejo Editorial: Adriana Meza, Alba Alfaro. Diseño de portada: Ángel Sanabria Diagramación: Víctor Loreto López Foto de portada: Gego, Tejedura 88/8 . © Fundación Gego Depósito legal N°:


editorial Al hilo de la escritura Ángel Sanabria

1

conferencia El malestar escolar y los cambios globales José Fernando Velásquez

5

carteles PRESENTACIÓN DEL CARTEL: “LA DIMENSIÓN DEL GOCE EN LA

CLÍNICA CON NIÑOS”

La intervención y el deseo del analista Luisa Arias

37 33

Las invenciones en un niño psicótico Alba Alfaro

Demandas parentales y síntomas infantiles Nakary Romero

Función del corte en la clínica con niños Yumilis Rojas

35 40 44

textos Psicofármacos y discurso de la ciencia Ronald Sánchez

El síntoma: Un uso singular del cuerpo Alba Alfaro

47 51


Sobre la actualidad de la psicosis en psicoanálisis Adriana Meza

Lugar del síntoma en el acto del educador Ángel Sanabria

58 61

acción lacaniana Grupo de investigación clínica “Psicoanálisis en Institución con Niños y Adolescentes” (PSINA) 65


Al hilo de la escritura Ángel Sanabria

“En esa geometría que yo elucubro y que llamo geometría de sacos y cuerdas, geometría del tejido, lo que intento articular es una geometría que resiste. (…) Quizá la ciencia tomaría otro giro si se hiciera de ello una trama, es decir algo que se resuelve en hilos.” J. Lacan, Seminario 24

Presentamos hoy la primera publicación de la Delegación Maracay de la NEL, un proyecto largamente acariciado y finalmente concretado luego de un recorrido no exento de percances y rodeos. Le hemos dado por nombre Urdimbre, queriendo invocar ese telar de la escritura que esperamos pueda servir para entretejer las preguntas propias del psicoanálisis y las inquietudes de nuestra vida actual –y en particular en este número, sobre todo en relación a los problemas contemporáneos de la infancia y el lugar niño en los discursos de la salud mental y la educación.

Entretejer el adentro y el afuera Si buscamos el término “urdimbre” encontraremos la siguiente definición: “conjunto de hilos paralelos que forman la base estructural del tejido y que enlazados con la trama forman la tela.” ( Wiccionario). Es decir que primero está la urdimbre como puro soporte en tensión, y es luego que viene a hilvanarse la trama, para que finalmente haya tela que cortar –una tela cuya mejor o peor “caída” dependerá, además, de la justa tensión entre hilos y agujero1. 1. “El tul, el encaje y la red son telas que intercalan hilos y agujero, el calado de la trama hace a la distinción y a la singularidad de ese tejido, pero la belleza está sugerida en


El entretejido de Urdimbre, como el derecho y el envés de una tela, pone en tensión un interior y un exterior, a saber: el límite entre Escuela de psicoanálisis y Ciudad. Por una parte, se trata de hacer presente el psicoanálisis en la ciudad (ex-tensión), y por la otra, de dar lugar al producto del trabajo en la Escuela de cara a la formación de analistas (in-tensión).

Hacer presente el psicoanálisis en la ciudad Hacer presente el psicoanálisis en la ciudad quiere decir participar en la discusión e interlocución sobre el malestar actual, desde la perspectiva específica del psicoanálisis: “ hacer legible” los problemas contemporáneos a título de síntomas, es decir, como formas singulares de arreglárselas con el goce. Esto es justamente lo que logra estupendamente la conferencia de José Fernando Velázquez que abre el presente número, “El malestar del sujeto escolar en una época de cambios globales”. Esta conferencia fue dictada en el Museo de Arte Contemporáneo “Mario Abreu” (MACMA) en ocasión de su visita a Maracay en el marco del SIC II (octubre, 2011), ante una nutrida y diversa audiencia de padres, maestros, profesionales y estudiantes. La publicación ahora del texto de esta conferencia (actualizado y revisado por el autor especialmente para Urdimbre), salda una deuda con el público maracayero que en aquel momento manifestara un grande interés en tener acceso a la misma. J. F. Velázquez logra aquí transmitir de una manera especialmente clara y amena, los conceptos y planteamientos más actuales del psicoanálisis. A partir de una iluminadora caracterización del sujeto escolar como sujeto contemporáneo y a la luz de la concepto de parlétre (como ser hablante y como ser de goce), José Fernando muestra la lectura que hace el psicoanálisis de la diversidad de manifestaciones actuales del síntoma escolar, desde el bullying, el suicidio y los School killers, hasta las fobias, la anorexia y las llamadas neo@dicciones.

La escritura y la formación dentro de la Escuela En cuanto a la vertiente del interior de la Escuela, el presente número de Urdimbre recoge a continuación los productos del cartel “La el modo en que el hilo –el límite- tensa ese espacio que es ilimitado, si la trama es muy cerrada se ve rígida, fea, si es puro agujero tampoco luce”. Rovere, Carolina: “La belleza en la estética femenina”, en: Blog Caras de lo femenino (entrada del sábado, 4 de enero de 2014). http://carasdelgocefemenino.blogspot.com/2014/01/la-belleza-en-la-esteticanina.html


dimensión del goce en la clínica con niños”. Se trata de un cartel que surge a partir del trabajo conjunto con el “Centro de Salud Mental” de la Universidad de Carabobo (CESAMUC), desarrollado por los integrantes de lo que ha pasado a ser, bajo la coordinación de la psicoanalista Alba Alfaro, el grupo de investigación de Psicoanálisis en Instituciones con Niños y Adolescentes (PSINA) –constituido en su mayoría por jóvenes practicantes que se inician en la NEL Maracay. El hilo común (la urdimbre) que puede rastrearse en estos trabajos, es la escucha de la singularidad del niño más allá del discurso familiar de las madres y cuidadores que lo traen, y de la introducción de la especificidad de la práctica psicoanalítica en los intersticios de las instituciones de salud mental. Esta circunstancia le da a estos trabajos el particular interés de mostrar de qué modo algo que se despliega inicialmente como acción lacaniana puede ser recogido por los dispositivos propios de la Escuela, en este caso el cartel, para provocar efectos de formación en los practicantes. Esto nos lleva a evocar el señalamiento de Lacan en el seminario

RSI, en cuanto a que es necesario que el analista sea “al menos dos”: el

analista “para tener efectos” y el analista para “teorizar esos efectos” (Clase del 10 de diciembre de 1974). En ambos casos el analista requiere de una “política de lo escrito”: para tener efectos, debe saber apuntar a “lo escrito en la palabra”, como dice Miller 2, leer lo que hay de escrito en los dichos del analizante; y para teorizar esos efectos debe poder pasarlos a lo escrito, a la escritura del caso. Y lo que se escribe del caso es el encuentro con la angustia no sólo del lado del analizante, sino también del lado del analista, como lo recuerda Leyack: “Tope con lo real de la clínica que empuja a la escritura al analista: el encuentro con la angustia percibida, por ejemplo, como un límite a nuestra eficacia o a nuestro saber y que transformamos en un interrogante al que ponemos a trabajar teóricamente.” 3 He aquí entonces el agujero que los hilos de la escritura deben bordear –bordar. Respecto a este punto de la función de la escritura en la formación, estos trabajos aportan también una enseñanza para nosotros. Producidos inicialmente para la presentación a cielo abierto del cartel en la Escuela, los trabajos pasaron luego nuevamente por el tamiz de la escritura, pero esta vez con miras a la publicación, lo que se tradujo en un trabajo a fondo de edición. Este plus de exigencia de producir un escrito “puro” –que se sostenga por sí mismo, fuera del contexto de su presentación oral - tuvo en muchos casos efectos de esclarecimiento de la 2. Miller, J-A.: “La lectura del inconsciente”, en Bitácora Lacaniana , N° 1. 3. Leyack, Patricia: “La escritura del analista”. Artículo en línea, disponible en el sitio de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL): http://www.efba.org/efbaonline/leyack 08.htm


posición del practicante-escritor, en la medida en que los puntos de tropiezo en la escritura tocaban justamente los aspectos problemáticos del caso que el practicante intentaba elaborar y transmitir. El texto mismo lleva, entonces, las marcas de lo real de la experiencia, y el trabajo de escritura permite extraer de allí un efecto adicional de formación.

elaboración

transmisión escritura

efectos de formación Textos

Cierra este número con una serie de textos producidos por integrantes de la NEL Maracay en diversos momentos y contextos. Ronald Sánchez nos trae una revisión muy actual del tema Psicofármacos y discurso de la ciencia. Alba Alfaro se ocupa de poner en tensión dos dimensiones aparentemente contrapuestas del cuerpo en el síntoma: el cuerpo disarmónico e inadaptado de la pulsión, y el “cuerpo Uno” en el que el parlêtre encuentra su satisfacción. Por su parte, Adriana Meza interroga la actualidad de la clínica psicoanalítica de la psicosis y el autismo, en el doble sentido de la renovada vigencia de la escucha del sujeto psicótico, y del efecto de actualización que esto induce en los modos de abordaje clínico que hoy por hoy se desarrollan dentro del psicoanálisis de orientación lacaniana. Finalmente, tenemos un adelanto del libro de Ángel Sanabria de próxima a publicación, El psicoanálisis y la apuesta del educador, en donde se interroga lo que podría leerse como “empleo del síntoma” en el acto por el cual el agente de la educación busca producir algún anudamiento de los semblantes de la ley, del saber y del sujeto. *** Como publicación de la NEL-Maracay, Urdimbre nace, no precisamente de una facilidad de escribir, sino más bien de cara a la dificultad, es decir, de cara a la escritura como síntoma. Es una apuesta no sólo a una “política de publicación”, sino a una política de escritura de la que puedan esperarse efectos de formación y de transferencia de trabajo.


El malestar del sujeto escolar en una época de cambios globales1 José Fernando Velásquez

Gracias por asistir y responder a la convocatoria que hace la NELMaracay a esta actividad que realizaremos en un espacio tan acogedor como el de este Museo. La invitación que me han hecho es para tratar de pensar hoy los síntomas o fenómenos del malestar que sufren los niños y adolescentes en el espacio escolar. La idea es poder pensarlos desde una dimensión psicoanalítica. Seguramente habrá dimensiones pedagógicas o sociológicas que puedan abordar esta misma temática, pero mi interés es abordarla desde cómo lo piensa y cómo lo asume un psicoanalista. Contando con una decisión importante, que es la de tratar de pensar, antes que nada, en quién es este individuo que tenemos ahí en frente y que puebla las escuelas, los institutos, los colegios; y cómo, desde qué lugar, lo vamos a leer y lo vamos a interpretar. Para ello les propongo, como primer momento, diferenciar qué es lo que nosotros consideramos como singular en este objeto de trabajo que es el sujeto, niño o adolescente, dentro de la experiencia colectiva y la época actual. 1. EL SUJETO Y LA EXPERIENCIA COLECTIVA

SER VIVIENTE, INDIVIDUO, SUJETO, SER DE GOCE El ser humano obedece a cuatro perspectivas: ser viviente, indivi1. Conferencia dictada en Octubre del 2011, en el Museo de Arte Contemporáneo “Mario Abreu” (MACMA) de Maracay, Venezuela. Texto establecido por Ángel Sanabria, revisado por el autor.


duo, sujeto y ser de goce. No es reducible a una sola de dichas condiciones, ni a la de ser viviente, ni a las características dadas por el Otro de la cultura o el Otro social. Ese Otro social lo hace individuo. El ser humano también está habitado por el lenguaje, se hace un sujeto de discurso; y al habitar un cuerpo que goza de manera singular, es un ser de goce. Podemos decir a partir de esto que ningún sujeto se acomoda completamente a las normas y a los ideales, a lo que es un individuo social.

SER VIVO: A este nivel trabajan las ciencias médicas y biológicas, contando al sujeto como objeto el organismo vivo, como animal que es. Por ejemplo, tratando de explicar la relación entre los sexos como una respuesta de feromonas. No es esa la dimensión donde nosotros nos orientamos como psicoanalistas porque consideramos la extrema singularidad con que cada uno responde respecto al sexo. Los animales todos responden igual.

INDIVIDUO: Es el nivel en el que trabaja la política, la psicología y los

programas de asistencia social, la educación y la epidemiología. Los individuos pueden agruparse por edades, niveles educativos, sexo, raza, estado civil, país de procedencia, y esta serie puede extenderse hasta el infinito. El Otro impone los casilleros en los que cada individuo debe ser clasificado. El individuo es adjetivado por el Otro: puede ser nominado entonces como hombre, mujer, puede ser de Valencia, de Maracay, puede tener 10 ó 20 años. Es lo que hace la epidemiología, que trabaja con adjetivos o variables que califican a un individuo determinado. Hasta este nivel, consideramos a esos seres sujetos de la ciencia. Tampoco desde allí va a trabajar el psicoanálisis, y siguiendo con el tema de la sexualidad, consideramos que por ejemplo hay una satisfacción sexual en los niños, algo impensable desde un punto de vista científico.

SUJETO: La dimensión subjetiva es una dimensión en la que se entra a pensar quién es este sujeto, uno por uno, con sus variables emocionales,

identificatorias, y sus formas particulares de satisfacción. La dimensión subjetiva tiene como característica que depende del reconocimiento del Otro, de ese Otro que puede por ejemplo decir: “ este muchacho es el mayor de la casa”, o “ es el juicioso”, o “ es el calavera”, o “ es el benjamín”. Son todos calificativos que tienen en común la propiedad de hacer de la posición de ese sujeto, la de un sujeto orientado por ciertos significantes que, de alguna manera, van marcando su historia. No es lo mismo crecer con la historia de ser “el necio de la casa”, a crecer oyendo decir “es el más juicioso de la casa ” -o el peor, el bonito, el blanco, etcétera-. Un significante es algo que proviene del lenguaje del Otro y que marca a ese sujeto. Entonces, estamos de alguna manera nadando en una cantidad de palabras significantes que no son indiferentes a nuestro ser, sino que son palabras que, en cierta forma, nos van dando un lugar


en el lazo social que tenemos con los demás, van marcando nuestra historia y perfilando nuestro destino. Todas esas palabras son significantes que no pasan desapercibidos. No es la misma dimensión en la que estábamos en los dos registros anteriores del ser vivo y del individuo. El sujeto, entonces, se define en términos de reconocimiento, de cómo se está representado en el campo del Otro. La dialéctica del reconocimiento tiene que ver con una demanda que hacemos al Otro porque, como lo planteaba Rousseau, en la medida en que el otro me valora aumenta mi propia valoración. Otro autor, Tudorov, dice: “Que nos

observen, que se ocupen de nosotros, que nos presten atención con simpatía, satisfacción y aprobación: esas son todas las ventajas a las que podemos aspirar. (…) la naturaleza, al formar al hombre para la sociedad, le enseñó a encontrar su placer o su pena en las miradas del otro, según sean favorables o desfavorables” 2. Para hacer esa demanda, el ser humano adopta un semblante para el otro, un tipo de engaño mutuo, como sostenía Pascal: “La unión que hay entre los hombres se funda en

un engaño mutuo. Los hombres no vivirían mucho tiempo en sociedad si no se engañaran unos a otros, cada uno para obtener del otro aquello que busca” . En toda esta dimensión de la subjetividad estamos hablando de un sujeto universal, a todos les aplicamos un mismo sentido, el sentido común para todos.

SER DE GOCE: Pero hay otra dimensión que para el psicoanálisis es muy importante, es la del Ser de Goce del sujeto. No sólo somos sujetos

hechos de palabra, marcados por el significante, sino que también somos seres que habitamos un cuerpo, un cuerpo que goza. El término “goce” tiene que ver con el uso que hacemos de algo. En términos psicoanalíticos es equivalente a los términos jurídicos: gozar de algo es tener derecho al uso sobre algo, y usarlo para el propio beneficio 3. Lo mismo es el ser de goce: el ser de goce usa su cuerpo, sus afectos, su pensamiento y su dimensión de ser social para su propia satisfacción. El ser hablante tiene un cuerpo que goza, y cuando digo cuerpo, va más allá de su organismo, es el conjunto de dimensiones que lo constituyen como cuando hablamos del cuerpo social. Es decir que usa todo el conjunto de cosas que lo conforman, a su modo, cada uno de forma diferente, cada uno “con su chifladura” –la misma siempre. Esta dimensión del goce es algo que caracteriza a cada uno, cada uno es identificable por su estilo, su manera de hacerse a la satisfacción. Esto tiene que ver con una verdad que toca lo más íntimo de cada ser, pero que a la vez es

2. Tudorov, T. La vida en común. Ensayo de antropología general , Madrid, Taurus. 2008. 3. Lacan, J. El Seminario. Libro 20. Aun . Ed. Paidós, Buenos Aires. 1987. Clase del 21 de noviembre de 1972.


imposible de controlar, que irrumpe sin sentido, que sorprende al sujeto fuera de base, lo toma desprevenido. Ese goce, cuando aparece, se impone y tiene un efecto traumático que entonces genera angustia en el sujeto, porque ahí el sujeto, frente de su verdad más íntima, está solo. Y tratándose de los niños y jóvenes, ahí no vale de nada estar con los padres, con los compañeros, con la profesora. Allí el Otro de la paternidad, de la autoridad, del afecto, aparece tachado, inválido, sin poder de acción sobre el sujeto. Es allí donde fracasa la predicación, fracasa la consejería, la amenaza y el sentido común. Esta dimensión del ser de goce no es algo que pase desapercibido para los psicoanalistas, y en ese sentido trascendemos la dimensión del sujeto. Como sujeto puedo decir que vengo marcado por algunas palabras, por ejemplo, que me bautizaron con tal nombre “ porque era el nombre del abuelo” , y tal vez desean preservar su memoria y que me parezca a él; pero también puedo ubicarme en esta dimensión de ser de goce y decir: “ es mi goce”, “me gusta ser mirado”, o “ me gusta comer”, o “ser pegado”. Nótese que transcendemos a una dimensión mucho más singular, mucho más íntima. Me parece muy importante diferenciar estas categorías porque si somos maestros, orientadores, padres de familia, que tenemos a cargo, niños y adolescentes, debemos saber que ese niño o adolescente se mueve en estas cuatro dimensiones. En las dos primeras dimensiones (el “ ser vivo” y el “ individuo”) podemos decir que existe un patrón para todos: todos tienen que saber sumar y restar al terminar el primer grado, aprender matemáticas, a leer, etc. En esta otra dimensión, en la del sujeto, en cambio, tenemos que saber que si lo estoy calificando como “ el necio de la clase” o “el brillante”, ya estoy dándole a ese sujeto una cantidad de improntas, de adjetivos y calificativos, que van a marcar su historia particular. Todos fuimos marcados por haber sido “ tal o cual” para el Otro, generalmente el Otro de la autoridad. Pero también debemos saber que tenemos estudiantes que como sujetos están orientados por su propio goce particular, por las cosas de las que ellos hacen uso. Y en esta dimensión, que es la dimensión del ser de goce, no cabe ni la educación, ni la consejería, ni tampoco la orden. En esta dimensión nos vemos prácticamente sin gobierno, sin dominio, y es en ella donde observamos fenómenos como, por ejemplo, “ no puedo evitar mirar a una mujer que pasa, se me va la mirada para allá ” o “Fulanito no puede dejar de comer algo, todo el tiempo está comiendo” –o moviéndose, brincando, etc. Aquí es donde podemos ubicar el alcoholismo, la anorexia y otros fenómenos sintomáticos en los que, por más que les echemos una cantaleta, por más que los regañemos, por más que le digamos que le hace daño, nada de eso opera para el niño o el muchacho en su ser de goce. En esta dimensión tenemos que leer a


todos nuestros sujetos para poder entender muchos de los fenómenos de malestar o de síntoma que vamos a ver.

LOS CONJUNTOS SOCIALES, EL GRAN OTRO: SERIE, GRUPO Y SOCIEDAD También me parece importante, como docentes, orientadores o como psicólogos, tratar de pensar dónde vamos a ubicar a este colectivo, a este grupo, a esta sociedad de estudiantes que tenemos. Jean-Paul Sartre en Crítica de la razón dialéctica4 distingue tres especies de conjuntos sociales: la serie, el grupo y la sociedad. La serie es el agrupamiento de hombres en el que cada uno está solo porque es intercambiable por todos los demás. La serie es una agrupación inerte, como por ejemplo: la fila en una parada de bus. Un interés común agrupa a la gente, son agrupados por el objeto, por lo que hace la unidad de la serie, que es exterior a ella. La relación de todos con el objeto es la misma, pero hay indiferencia de cada uno por los demás: no hablo con los otros, sólo espero como ellos. Hay en cada uno, una pasividad respecto del otro. No hay prójimo. La posición del sujeto acá es de inercia y de impotencia. Por eso Sartre dice que la serie es el reinado del Otro. Podemos tomar a nuestros estudiantes en ese sentido: están aquí para aprender a sumar y restar. Pero resulta que los seres humanos no nos quedamos solamente en la serie, sino que también tenemos tendencia a hablar. Pero hablamos frente a una dificultad. Por ejemplo, si el bus no llega, hay protestas comunes y un elemento de fusión: Me dirijo al otro, en tanto que como yo, él encuentra insoportable la espera. El grupo es el advenimiento de una unidad activa en la que hay reconocimiento de uno y del otro y se da la reciprocidad, y esta unidad se produce por la implicación de nuestra subjetividad frente a una falta, frente a un imposible. Pero lo que se forma allí generalmente es muy frágil, es un lazo social relativamente débil, no hace estructura. Para que haya sociedad, esta dificultad tiene que ser permanente. Tiene que haber un imposible instalado en esa serie o en ese grupo, para que se constituya realmente una sociedad, para que haya una ley que estructure ese colectivo y ese grupo humano. La sociedad es la forma interiorizada por cada uno de los que conforman el grupo. Aquí hay una implicación, una filiación, un tipo de lazo simbólico que permite una cierta estabilidad. Todos seguirán siendo los mismos y ninguno se

4. Sartre, J. P., Crítica de la razón dialéctica . Ed. Losada. Buenos Aires, 1963.


convertirá en un gran Otro, y al mismo tiempo el sujeto da su garantía de que no se convertirá en gran Otro. Eso es lo que trabaja Freud en Tótem y tabú 5, que es un mito con el cual Freud trata de imaginar cuál sería el origen de la estructura social. Freud decía allí: existe un Amo, dueño de todo, de todas las mujeres, de todas las tierras, dueño de la vida y posibilidades de todos los que pertenecen a ese colectivo. Entonces, todos de alguna manera rivalizan con ese amo y lo matan. Pero entre los que quedan como sobrevivientes se genera un pacto, que es el de que nadie va a ocupar ese lugar de Amo. Se genera una leyque consiste en que nadie puede tener a todas las mujeres. Se genera así una especie de límite del cual surge la fraternidadentre todos los que están en ese colectivo. Esto que Freud imaginó bajo la forma de un mito, sucede también en una dimensión muy sencilla, en un grupo de veinte o treinta muchachos, bien sean de cinco años o de veinte años. La novela de William Golding, El Señor de las Moscas6, de la que luego se hizo una película, es recomendable para ilustrar esto. Existe la necesidad de establecer lazos mucho más fuertes y estructurados, que es lo que vemos donde hay un líder negativo o un líder muy positivo, pero también se van auto-limitando esos líderes: “ hasta aquí, más allá no ”, “derroquemos a este líder, reemplacemos a este otro”. Es decir, empieza a generarse entre ellos un intento de sociedad, o es lo que ellos le piden al maestro, al rector o a quien haga ley: que haya límites. Hay necesidad de reconocer siempre estos dos puntos: por un lado un imposible, es decir: “ yo vengo a dominar con mi goce o con mi manera de ser a todo el resto del grupo”. Y además, tengo que someterme a una ley, a una norma que puede ser explícita o simplemente táctica –el hecho de que yo no puedo venir a golpear a cualquiera que me dé la gana, o no puedo jugar a la hora que yo quiera. De alguna manera los niños van pasando por esta forma de estructurar sus vínculos sociales hasta que puedan someterse a la condición de hacer parte de un lazo social, no solamente de un grupo o de una serie. Esta experiencia es la que tienen que aprender a vivir los niños cuando entran a un colectivo, bien sea a un preescolar o a una escuela. Esto, en nuestras sociedades modernas, generalmente no lo viven en el interior de su casa. En su casa de alguna manera ellos son los amos, ellos

5. Freud, S., Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XIII - Tótem y tabú, y otras obras (1913-1914) , Amorrortu editores, Buenos Aires, 1978. 6. Golding, W., El Señor de las Moscas , Alianza Editorial, Buenos Aires, 2004.


son la ley, ellos son dueños de su capricho. Que es un poco lo que la sociedad contemporánea le está ofreciendo al niño de hoy, el hecho de que se pueda ubicar en un lugar de privilegio, de ser el amo del lazo social que vive en su casa. Ese niño llega a un grupo social estructurado como la escuela, y ahí se generan choques y fenómenos sintomáticos, que es lo que vamos a tratar de especificar enseguida. Me parece importante, entonces, subrayar el hecho de que la experiencia colectiva que tienen los niños y adolescentes, hoy en día, es una experiencia en la que tienen que tratar de estructurar su lazo social de una manera generalmente sintomática. Eso no es sin síntoma.

CONSTITUCIÓN DEL SUJETO COLECTIVO: ENTRE EL GRAN OTRO Y EL SER DE GOCE Cuando hablamos de las Instituciones, como la Familia y la Escuela, hablamos de lazo social, y ésta es una cuestión fundamental, por cuanto las Instituciones generan los lazos que unen entre sí a las personas. El lazo social se basa en un imposible, en un “No -todo” respecto al otro semejante, y por eso siempre la estructuración del lazo social va a generar síntomas. La estructuración de lazo social en una pareja que se ame mucho siempre va a implicar fenómenos de malestar y síntomas: “¿por qué te levantas tan temprano?”, “¿ por qué roncas?”, “¿ es que a mí no me gustan los huevos de esta forma? “¿por qué no puedo jugar a esta hora?”, “¡A mí no me gusta hacer la tarea tan larga! ”, “¿por qué no puedo ver el programa?”. Acomodarse a la ley y al límite y acomodarse al hecho de que hay una imposibilidad de satisfacerse siempre, eso implica la aparición de fenómenos sintomáticos. Entonces, todo sujeto, todo ser de goce que habla, tiene que responderle a dos amos que de alguna manera forman parte de sí mismo y que son opuestos; por un lado está ese Otro social que exige ciertos límites; y por otro lado, la exigencia de responderá su propia necesidad de satisfacerse, la presión que impone la pulsión freudiana y el goce lacaniano. Hay necesidad de responder a estas dos condiciones, y esta bipolaridad en la que está tomado el sujeto, genera siempre fenómenos sintomáticos.


Otro

sujeto

ser de goce

síntoma Así pues, la sumisión del sujeto a la ley y al Otro parte de la insuficiencia de su ser, de su condición de “ No todo”, aquejado de una falta en el ser: no se basta a sí mismo. Además de su condición de prematuridad que hace que cuando niño requiera del otro para su cuidado, debe someterse también al lenguaje que le precede, a ser nombrado con significantes que le son asignados, a pertenecer a un orden preestablecido. Requiere del encuentro con el “ Tú” en término afectivos, y también sexuales. El encuentro con el otro, con el prójimo -como dice el cristianismo-, consiste en el hecho de que no importa cuál sea la intención de mi satisfacción o uso sobre ese otro, finalmente no lo poseo, algo se me escapa, y ese algo tiene que ver con el goce que es propio del otro. Esto puede nombrarse de una forma sorprendente: la “ no relación sexual ”7, es decir, la no proporción a nivel de los goces cuando dos seres se encuentran. Tampoco existe garantía de que todo lo que se desea pueda ser logrado o de que todo lo que quiera expresar pueda ser dicho. El ser hablante está atravesado por un conjunto de imposible en diferentes dimensiones. En este punto es que quiero que situemos al sujeto niño cuando entra al ambiente escolar. Allí se topa con una nueva dimensión del Otro, más amplio, más exigente, más indiferente que el Otro al que estaba acostumbrado en su hogar. Desde el momento en que hay acercamiento a un colectivo en el que todos aparentemente son iguales en el lenguaje, todos inscritos en la misma institución, todos bajo un mismo profesor, hay confrontación de tantos modos de goce incompatibles, como de individuos haya. El conflicto es inherente a ese encuentro entre el goce propio con el goce del prójimo. Para él yo seré un potencial objeto de su goce y él para mí será otro potencial objeto de mi goce, y es 7. Ver: Lacan J., El Seminario. Libro 19. …O peor , Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012. Clase del 3 de marzo de 1972; y El Seminario. Libro 20. Aun , Ed. Paidós, Buenos Aires, 1987. Clase del 21 de noviembre de 1972.


ahí que se produce un desencuentro (como decía Lacan: “no hay relación sexual” ), porque hay algo que hacer con la incompatibilidad entre esos dos goces. Se dan cuenta de cómo esto de lo que hablamos lleva implícita una dimensión ética donde el ser hablante debe asumir un ser -para-elotro y un no-todo del goce. Está implícito un problema ético e incluso lógico: ¿Cómo convivir en un colectivo, familiar, escolar, laboral, social; cómo hacer comunidad, cómo obtener una legitimidad para un lazo social, si cada uno busca su goce en singular? Esto es lo que el niño y el adolescente aprenden un “saber hacer”, a partir de confrontarse con las demandas de su propia dimensión de ser de goce y de deseo, y con las mismas demandas en el otro y en los otros que son sus semejantes, por ejemplo en el ámbito escolar. Es toda una nueva experiencia en la que no encontrará la misma estandarización que tenía en casa. La situación que vive cada niño puede plantearse, entonces, bajo la siguiente pregunta: ¿cómo cada uno obtiene la legitimidad para su goce singular? Lo que en este proceso se pone en juego es la estructuración de su subjetividad. En cada caso se trata de una invención en singular que da cuenta de las diferentes formas que tienen los seres humanos de hacer con esta dificultad que se presenta en el encuentro con los goces de otros y con el propio goce. Y es en ese choque entre el Otro con sus leyes y condiciones, y el no-todo de cualquier goce propio; es en ese encuentro con los goces de los otros, donde veremos surgir el síntoma psíquico.

EL SÍNTOMA ESCOLAR Y LA ACCIÓN PSICOANALÍTICA SOBRE ÉL El síntoma escolar figura como un motivo de consulta cada vez más frecuente en nuestra sociedad y cultura, y es interesante arriesgarse a buscar en algunas consideraciones, el ¿por qué? de esto. Durante las décadas más recientes el periodo escolar se ha hecho obligatorio y se ha ido extendiendo cada vez más en el tiempo, comienza desde más temprano y termina cada vez más tarde. El escolar está cada vez más exigido y requiere de una mayor asistencia externa. Los tres agentes que participan en el proceso educativo están aquejados de situaciones que afectan el proceso de aprendizaje. No hay buena parte de las condiciones prioritarias de necesidades físicas, afectivas y sociales que necesita el alumno para estudiar y aprender. Hay que agregar una percepción de síntoma y frustración entre el profesorado, que no está a gusto con lo que hace o con lo que puede hacer. Y por último, el tercer agente, el medio social, está afectado por una situación compleja de violencia social y limitación de recursos, y una percepción de crisis generalizada. El síntoma escolar tiene efectos demoledores en ciertas capas


de la población, pues la amenaza de exclusión y segregación para algunos no es sólo escolar sino también laboral. La ausencia de certificaciones escolares tiene una relación muy fuerte con las dificultades de inserción en el mercado de trabajo y aumenta sustancialmente la probabilidad de marginación con respecto a los empleos y ocupaciones. La propuesta del psicoanálisis es que el síntoma es una de las múltiples formas de que dispone el sujeto para escribir aquello que le es imposible frente al Otro, (aquello que hemos llamado la “ no relación sexual ”). Este síntoma, dice el psicoanálisis, es algo que atañe a lo real de cada sujeto y de cada época. El Otro social contemporáneo en su afán de eficacia y competitividad pretende resolver cualquier síntoma, silenciar la manifestación del niño, sin advertir que se desestabilizarán las construcciones o soluciones que cada niño o adolescente ha producido. En el discurso del amo moderno se autoriza a aplicar medidas, medicamentos, aulas especiales, etc., donde cualquier indicación se vuelve un imperativo y el resultado es que el sujeto queda excluido y siendo simplemente, aquel que encarna lo imposible de educar. Es necesario saber, como decía Hebe Tizio, que “ detrás de un comportamiento descabellado puede haber una defensa, una lógica en juego que se puede investigar” 8. El síntoma en el escolar sólo toma su

valor posible cuando el mismo sujeto puede, mediante algún dispositivo, producir un saber sobre lo que le sucede. Entonces es importante ver cómo es que el sujeto se queja de ello, si hay o no angustia, de qué se hace responsable, dónde proyecta su sufrimiento, a dónde acude y a quién. Esto permite hacer cálculos clínicos que se ponen a operar en la práctica, según ubiquemos la estructura psíquica (neurosis, perversión o psicosis): Aquí el psicoanalista se pregunta: ¿se trata de un lapsus anudado a una significación, es decir, está en juego la represión?, ¿es una denegación?, ¿o se trata de un fenómeno elemental, o sea, de lo que Lacan llama la forclusión, allí donde no existe el mecanismo de significación de la castración? Sabemos que hay sujetos en los que hay una estructura psicótica, y que su primera manifestación evidente fue el síntoma durante la convivencia escolar. El psicoanálisis se ofrece como el Otro con el que el sujeto puede construir el nudo de elementos que le son fundamentos para sostenerse en el lazo social.

8. Mari Cruz Fernández: “ I Jornada de l’Àrea Infanto -Juvenil del Sagrat Cor, Serveis de Salut Mental de Martorell i CDIAP de Sant Boi de Llobregat.” Reseña disponible en el Blog de la ELP: http://www.blogelp.com/index.php/i_jornada_de_l_area_infanto_juvenil_del_


2. EL SUJETO Y EL SER DE GOCE CONTEMPORÁNEOS

LA PLURALIZACIÓN DE AMOS Y LA AUTORIZACIÓN A GOZAR Muchos de ustedes pertenecen a una generación que posiblemente haya tenido un Otro social mucho más caracterizado por la unicidad que en la actualidad. Antes, era el papá de la casa el que se sentaba en la cabecera de la mesa, el que decía si prendíamos o no el televisor, si nos dejaban salir a la esquina, si podíamos o no tener tal o cual juguete. Era el profesor que podía ordenarnos hacer esto o aquello. Era el patrón de la empresa que decía “ trabajen de ocho a cinco”, “se va a jubilar dentro de veinte años”. De alguna manera era un Amo, por llamarlo así, único; era un orientador de nuestros ideales, porque todos queríamos llegar a ser el dueño de la empresa, o a jubilarnos, o ser algún día el papá que se sentara en la cabecera de la mesa. Todos teníamos más o menos un mismo Otro que nos condicionaba y teníamos que someter nuestro ser de goce a esos ideales colectivos comunes. Hoy en día estamos viviendo una situación en la que no hay una unicidad en ese Otro social, no hay un Amo único sino que hay una pluralización de Amos. El sujeto actual está teniendo que responder a una multiplicidad de amos todos distintos; a una diversidad infinita de modelos de identificación que encontramos en el gran Otro que se filtra por la televisión, el cine, los medios, al alcance del sujeto contemporáneo y especialmente al alcance del niño. Antes decíamos, por ejemplo, sométase a nacer hombre o nacer mujer. Hoy en día se puede ser “bi”, lesbiana, travesti, homosexual, machista, playboy, e identificarse a ese modelo, además si nazco con carac-

teres sexuales masculinos, puedo cambiarlo al femenino. Infinitud de modelos religiosos: antes era la versión católica; ahora hay católicos, adventistas, evangélicos, budistas, a los que les gusta la astrología, etc. Entre a una página pornográfica y va a encontrar un listado interminable: asiáticas, adolescentes, orgías, heterosexuales, bisexuales, en fin, una infinitud de modelos para vivir la sexualidad. Lo mismo ocurre para cualquier tipo de situación, gusto, práctica, entretenimiento, etc. Antes, todos queríamos ser abogados o médicos, ahora vemos a jóvenes hombres decir “ me gusta la culinaria”, “ me gusta la peluquería ”, cosa que hace treinta años hacía que inmediatamente se empezara a sospechar de su masculinidad. Igual pasa con la familia contemporánea. Antes, teníamos la familia compuesta por el papá, que era el que salía a trabajar, la mamá que se quedaba en la casa. ¿Hoy qué modelos identificatorios tenemos? No solamente los dos trabajan, sino que además están los hijos míos, los hijos tuyos, los hijos nuestros en una misma casita. O somos una pareja homosexual que queremos adoptar o incluso, tener un


hijo por medio de un vientre de alquiler. Una señora de sesenta y dos años, ocultó su edad y su condición de soltera, y logró una fertilización gemelar, no con el ánimo de críalos, sino de simplemente, tenerlos. Otra quiso un hijo de su esposo, pero resulta que había muerto, utilizando una donación de semen que había hecho años antes. Entonces Ustedes pueden ver que el niño de hoy, en lugar de identificarse al papá, se identifica al cantante de moda, o al amigo de la esquina, o al metalero de tal parte. La pluralidad de modelos identificatorios en su sumatoria, son lo que conforma al Otro con el cual se encuentra cualquier sujeto, cualquier niño y adolescente. No podemos pedirle que tenga el modelo anterior que era del Uno sólo. Esto es lo que condiciona buena parte de los fenómenos sintomáticos que vamos a ver ahora. En definitiva, cada cual se autoriza hoy en día a vivir su ser de goce. Antes ese ser de goce tenía que permanecer más reprimido y acomodado a lo que decía el amo. Hoy, cualquiera puede decir, una mujer por ejemplo de veinticinco años, “ yo quiero pesar 32 Kgs.”, y va y lo hace. O yo puedo decir “ voy a tatuarme el cuerpo completo desde acá hasta abajo”. ¿Y quién me puede impedir que goce? Hay una autorización a vivir el goce sin que nadie pueda impedirlo. Es una condición del sujeto contemporáneo; más aún cuando todos los medios publicitarios, toda la sociedad capitalista, toda la sociedad de producción y la industria están invitando a que consumas goce. A que lo consumas y a que lo renueves, porque el comercio se mueve generando novedad –hay que cambiar el celular, hay que adquirir un nuevo televisor o el computador cada año está obsoleto -. Y además, cada producto a su vez multiplicado buscando que haya consumo: si antes había un solo tipo de yogurt, ahora hay una gama inmensa yogurts para cada tipo de personas y con funciones supuestamente distintas.

CARACTERÍSTICAS DEL SUJETO CONTEMPORÁNEO El niño y el adolescente contemporáneos no son ajenos a las improntas que deja el discurso predominante de hoy: un discurso polifacético que ha derribado fronteras, grandes unidades sociales, tradiciones; y ha modificado las formas cómo un sujeto se identifica y estructura su ser psíquico. Citaré algunas características de ese sujeto que se conjugan (niño, adolescente, joven, adulto, etc.) dando una singularidad a su posición frente a otras épocas.

ERRANCIA: Hoy en día, el sujeto está de alguna manera caracterizado por la errancia frente al objeto de deseo. Lo que vemos hoy es un sujeto


consumidor que ayer quería una cosa y mañana quiere otra: si el niño ayer pedía el playstation1, hoy quiere es el playstation3, y mañana será la consola de tal o cual tipo. O también el ejecutivo contemporáneo que hoy quiere trabajar en esta empresa y mañana en aquella otro, que hoy está con esta mujer, pero no sabe por cuánto tiempo y pasado mañana puede ser con otra mujer. Es lo que Baumann llamaba “ el amor líquido”9, los lazos líquidos. Todo se ha vuelto absolutamente líquido, nada es consistente. El sujeto contemporáneo anda, entonces, sin brújula y sin amarres. Lacan lo llamaba, un desengañado del Nombre del Padre, del orden, de la ley. El sujeto pasa de una identificación a otra, de un ideal a otro con facilidad, de un objeto a otro, y lo hace hasta con cinismo y crudeza. No se tolera la inexistencia del objeto de deseo porque la tecnología, los medios sociales y el mercado proponen remedios de goce para cualquier tipo de insatisfacción momentánea. Ese no ligarse a nada que impide que el sujeto pueda reconocerse, Lacan lo llamó: un “estigma de lo Real”10.

NEO-DESINHIBICIÓN: Otra característica del sujeto contemporáneo es la neo-desinhibición del yo: siempre el sujeto puede superar inhibiciones

iniciales que le imponía el conflicto con el Amo, con el Otro tal como lo venimos nombrando. Pero hoy el sujeto tiene acceso a cualquier cosa, todo es posible y el individuo se siente autorizado a tenerla. Hoy puedo elegir cualquier forma de ser, de vivir, de semblar mi ser frente al Otro, que cualquier elección es una pueril decisión en que se basa su hacerse a una diferencia. Puede ser por el tatuado, por llevar el cuerpo de una forma o de otra, por tener un tipo de exceso, por un tipo de deporte. Son cada vez más novedosos los modos que la cultura hipermoderna y globalizada suministra, y que los sujetos utilizan para reparar cualquier falta subjetiva. El capitalismo se sostiene ofreciendo una serie de especializaciones de goce a ese universo de sujetos errantes, donde ellos terminan siendo esclavos.

EXCESO: Hay un empuje a que todo sea llevado al extremo. Veamos

por ejemplo los modelos de deportes actuales dentro de las nuevas generaciones: lanzarse en parapente, paracaidismo, rapel, etc. Siempre dentro de la búsqueda de cosas nuevas: no basta con el deporte que hago en un momento dado, sino que siempre quiero ver qué otro deporte hay con más adrenalina, con más exceso, con alguna novedad. Son formas maníacas de orientar la satisfacción, las que son tan exagera9. Bauman, Zygmun,. Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humano, Ed. Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2005. 10. Lacan, J. El Seminario Libro XXIII. “El sinthome” , Buenos Aires, Paidós, pág. 100.


das que bordean la angustia y la depresión: inseguridad, incertidumbre, sometimiento, competencia, inestabilidad de lazos amorosos, familiares y sociales; formas severas de segregación, o la demanda inclemente de más y más goce.

IDENTIFICACIONES LAXAS/RÍGIDAS: Otra característica actual es la proliferación de identificaciones, sean ellas laxas o rígidas. Laxas porque hay tanta necesidad de pertenecer al grupo, que hoy puedo ser emo, mañana metalero, pasado mañana puedo ser del hip -hop. ¿Rígidas por qué? Porque transforman todo el ser, la manera como me visto, la manera como hablo, con quiénes me relaciono, todo está determinado por el tipo de música a la que me identifico. Son identificaciones bastante dominantes, así sean transitorias. Entonces, de un lado, hay un enjambre de modelos identificatorios ofrecido por el Otro, que producen cada cierto tiempo formas de uniformidad, globalizadas pero transitorias; y de otro lado tenemos, que la forma de asirse a cualquier identificación es de un modo rígido y alienante. ANGUSTIA: La incertidumbre y la angustia también son características del sujeto contemporáneo y en particular de los niños y adolescentes. Hoy en día, al menos en mi país y en muchos otros lugares, tener un trabajo no garantiza que mañana lo voy a tener. Puede que no tenga seguridad social. ¿Tener una pensión de jubilación, cotizar desde ahora para una jubilación?, eso no está en el modelo de los jóvenes contemporáneos. Antes se entraba a un trabajo, se firmaba un contrato, y eso era a término indefinido; hoy en día en el escenario global se trabaja por contratos, se termina y ¡chao!, “ Freelance”, “ consultor” o “ prestador de servicios” con los que no hay ninguna garantía de estabilidad. El sujeto contemporáneo es un sujeto que se autoriza por sus excesos pero que también en el fondo tiene mucha angustia, porque no tiene las garantías que antes tenía. Y eso se lo transmitimos a los niños y adolescentes. Hoy, más que antes, hay un sentimiento de inseguridad que se pretende evitar en los menores y adolescentes, pero que ellos captan de nosotros los adultos. El miedo es nuestro y lo transmitimos a ellos: el terror totalitario que el sujeto vive hoy es frente a ese poder desaparecer como sujeto y como ciudadano a nivel productivo, económico y afectivo, porque el discurso contemporáneo arremete contra los lazos y las tradiciones, las bases en que se sustenta la estabilidad de un sujeto.

ADICCIÓN: Otra característica es la propensión a la adicción. Todo se

convierte en adicción, la música, el internet, un amigo, la marihuana, una mujer. Cualquier cosa lleva a la adicción. ¿Por qué? Acá es donde el psicoanálisis hace énfasis sobre lo que es particular de la época, la caída del Otro como ordenador. Esta época inaugura a un nuevo sujeto, el de los desengañados del Otro Simbólico, de los que no se engañan más con


un orden preestablecido, con la existencia de un único Otro divino, académico, económico o paterno al que habría que identificarse. No es que ya no haya un gran Otro, sino que hay una fragmentación en pequeños Otros, cada uno con la fuerza y tiranía del Uno. El deporte extremo, la anorexia, el cuidado corporal, las medidas perfectas, el consumo, el dinero, el fundamentalismo religioso, el fundamentalismo científico, etc. Todo deviene adicción a un Dios diferente para cada uno. Estas son algunas de las características del sujeto contemporáneo. No solamente del adulto joven, sino también del niño y el adolescente. Todas ellas hacen parte del tipo de respuesta al orden social que estamos viviendo hoy en día. 3. LAS SOLUCIONES SINTOMÁTICAS DEL SUJETO ADOLESCENTE Y NIÑO CONTEMPORÁNEOS Les decía que del choque entre la necesidad de responder a muchos amos y la necesidad de responder a sus propios goces, vienen los síntomas. Una de las condiciones necesarias para entender los fenómenos sintomáticos es el hecho de que siempre aparecen con los imposibles, con lo que nosotros llamamos el “no -todo”. Eso puede ser “no todo lo que deseo lo puedo lograr”, “no todo lo que gozo lo voy a puedo seguir gozando toda la vida”, “no todo lo que quiero expresar lo puedo expresar”. Siempre hay un desencuentro, una imposibilidad que caracteriza al ser hablante y con la que tiene que confrontarse. Y esa imposibilidad es lo que más nos humaniza, lo que más nos hace seres sociales –lo que decíamos ahora de pasar de la serie al grupo y del grupo a la sociedad. Alrededor de ese imposible, de ese “No todo”, se establecen diferentes tipos de respuesta por parte del sujeto. A partir de allí podemos agrupar lo que he llamado soluciones sintomáticas del sujeto adolescente contemporáneo. EL SÍNTOMA EXTREMO-PATOLÓGICO

PATOLOGÍAS NARCISISTAS Nos podemos topar con una primera situación posible, hay sujetos que no tienen “registrado” el no -todo. Estas son las llamadas patologías narcisistas. Freud habló de dos narcisismos, un narcisismo primario dedicado a la satisfacción sin tener en cuenta al otro como semejante sino como objeto, y otro narcisismo secundario en el que el otro es importante: el otro me valora y, en esa medida, me valoro. En el caso de las patologías narcisistas, estaríamos haciendo referencia al narcisismo primario donde no hay Otro que no sea el sí mismo.


Para ese niño o adolescente no hay imposibilidad lógica, no hay vacío. Me refiero a las psicosis: pacientes con autismo, síndrome de Asperger, trastornos del desarrollo, la paranoia, esquizofrenia, y las llamadas psicosis ordinarias. Son casos que cada vez están apareciendo más y más. Y lo más particular: son detectados en la escuela. Es el Otro, el maestro o el director, es la estructura social que está por fuera de la casa, la que detecta este tipo de cuadros. La mayoría de ellos pasan desapercibidos para sus propios padres: “Ah no, es que yo no lo veía, yo no entendía, yo sí veía que él era como distinto…”. Cuando uno entrevista a los padres se encuentra con que están desorientados y perdidos, y es por el colegio que llevan al niño a la consulta. Es el niño que no hace el cambio de serie  grupo  sociedad; porque para poder hacer esa transición tiene que experimentar esa imposibilidad del no-todo. Entonces, es el niño que no acata órdenes, que dice “yo quiero este color que tiene Fulanito” y se ¡pum! lo arrebata – “es que yo lo quiero”, “es que yo lo necesitaba”. No hay ese punto de frontera, de detenerme frente al no-todo, que es que si el otro lo está utilizando tengo que decirle: “me prestas por favor el color rojo”. Ese niño va directo. Bien sea en el juego, en la manera de trabajar, en la manera como se relaciona con el saber, en la manera misma de conducir el cuerpo. Insisto, esto lo vemos mucho en los niños que los colegios nos remiten a la consulta, muchos niños con ese tipo de patologías narcisistas: trastornos del desarrollo, trastornos del espectro autista, síndrome de Asperger, esquizofrenia, paranoia. Es una condición que la clínica nos demuestra como insostenible, porque son sujetos que basculan entre un gran Otro que es el sí mismo – no hacen caso, imponen, y si no consiguen lo que quieren se genera agresividad, melancolía, y ruptura del lazo; o en un segundo caso, construyen como síntoma un delirio: hay un Gran Otro afuera de ellos, que los persigue, los invade, se les impone. EL SÍNTOMA REGULAR Hay otro tipo de patologías que implican la puesta en juego el narcisismo secundario, sujetos que sí han registrado la experiencia del no -todo. Siguiendo las tres dimensiones en la que nos ha enseñado Lacan que habita el ser hablante –Imaginario, Real y Simbólico- podemos agruparlas en tres tipos: patologías de la potencia y la inhibición (I); patologías del sentido, de la angustia y la certeza (R); y patologías del goce del Otro (S).


A) PATOLOGÍAS DE LA POTENCIA: INHIBICIÓN Y PASAJES AL ACTO En primer lugar las patologías de la potencia, que son patologías del deseo, del acto. Todo ser humano para poder acercarse al otro tiene que hacer uso de un semblante. Lo que cada uno de nosotros ofrece al semejante son semblantes que permiten ser deseado, elegido, rechazado, agrupado o clasificado. Y lo que ofrecemos a los otros desde la estructura social son semblantes: ser el profesor, el padre, el agente de tránsito, etc. Semblantes que pacifican, mantienen al otro a cierta distancia, o semblantes convenientes socialmente para obtener del otro aquello que se busca. Si yo quiero que el otro me preste el lapicero con el que está escribiendo, yo tengo que investirme de alguna manera para que él me dé el lapicero: “Podrías por favor prestarme el lapicero”. Eso constituye un semblante: tengo que “disfrazar” mi ser de goce para que el otro acceda a algo. Es en esa dimensión. Si quiero conquistar a una mujer, tengo no solamente que echarme una locioncita, ponerme una camisita, sino ver cómo hacer el semblante de investirme para cautivar. Todo esto porque paso por el no-todo: por el solo hecho de querer el lapicero o de quererla a ella, yo no tengo garantizado que lo voy a tener. Entre las respuestas a las que recurre el ser humano más desprovisto de recursos sociales están la inhibición y el acto. El sujeto pretende “ganar la partida”, imponer su semblante, tener lo que sea, sabiendo que el otro puede o no consentir a ello. Cuando no se tiene la fuerza para dominar al otro o sobre una realidad, viene la inhibición . La contrapartida de la inhibición es el acto como atravesamiento de una barrera. El acto es: arrebato lo que quiero, o violento al otro. O el acto es: me suicido porque no logro conseguir lo que yo quiero. El acto toma clínicamente dos formas: el pasaje al acto y el acting out. El pasaje al acto es una respuesta ante un momento sumamente

embarazoso, en la que un impulso precipita al sujeto fuera de la escena, que al dejarse caer, se identifica al desecho mismo, rechazando todo saber. El acting out es fundamentalmente un hacer, a los ojos de todos, en un deseo de mostrarse, dirigiéndose a un Otro en la búsqueda de una interpretación.

Suicidio

Los actos por excelencia son los suicidios, porque marcan un antes y un después. El acto suicida ya no es tanto exclusivamente del joven, que es la población en la que históricamente más existía. Ahora empezamos a ver suicidios en escolares; los suicidios entre escolares se han multiplicado en los últimos veinte años hasta por diez veces. Generalmente estos actos suicidas tienen que ver de alguna manera con los otros. Lo primero con lo que tiene que ver es el rendimiento escolar.Por ciertas épocas suelen llegar casos de intentos de suicidio de pequeños


asustados con la reacción de sus padres frente a sus resultados académicos. Y lo segunda es con las habilidades sociales. Vemos que los sujetos que más se suicidan son los que menos habilidades sociales tienen, con una falla en la socialización en la escuela. El hecho de poder tener un grupo en la escuela, de poder ser aceptado por los compañeros, se convierte en un factor protector para evitar el suicidio. Para los jóvenes este espacio es fuente de bienestar y felicidad, y así se convierte en un factor que protege frente a otras causas como el maltrato, la falta de comunicación familiar, etc., ya que allí es posible compartir intereses, gustos y preferencias con los amigos, lo cual enriquece su sentido de la vida. Lo contrario, las ofensas, burlas e intimidaciones cotidianas en la escuela, son un factor de riesgo.

Problemas de conducta

Otro tipo de acto serían los problemas de conducta. Indisciplina, irritabilidad, dificultad con la norma, uso de drogas y alcohol, robo, irresponsabilidad y vagancia. Generalmente las causas no están directamente asociadas al contexto escolar y obedecen a momentos críticos, durables o no, que atraviesa el sujeto frente a su entorno, su identidad, su familia y sus identificaciones. Los actos se convierten en una especie de “lenguaje sustituto” del sujeto. Aquellos que tienen dificultad para establecer el lazo social a través del lenguaje, lo establecen a través de los actos, las conductas y los comportamientos. Si estoy tratando de lograr una identificación que me reafirme, porque reafirmarse es una necesidad de todo ser humano, puedo hacerlo a través de los actos. Es muy típico de los niños que están terminando su infancia y entrando en la adolescencia. Es una forma habitual de “lenguaje” que tienen los adolescentes, y que constituye lo que nosotros llamamos acting out. Contrariamente al pasaje al acto, como sería el suicidio, el acting out es mostrarle a alguien algo, tratar de transmitirle algo a alguien con

mi comportamiento. Se le dice que llegue a las 11… ¡llega a las 3! Que se le dice y se le castiga… ¡llega a las 4! El sujeto sabe que la autoridad es un semblante y la desafía. La pregunta en estos casos es, ¿cuál era el semblante que funcionaba antes y por qué cayó? Ahí hay un lenguaje que es necesario interrogar, qué es lo que quiere decir ese sujeto.

Bullying

Hay una forma de violencia que es bullying, el maltrato entre los mismos compañeros, generalmente sobre un estudiante en particular. Muchos de los actos que son encuadrados en el llamado “acoso escolar” tradicionalmente han sido considerados parte integrante de la experiencia escolar, inherentes a la dinámica propia del patio del colegio, como una lección más de la escuela en la que como anticipo de la vida, el me-


nor tiene que aprender a resistir, a defenderse, a hacerse respetar, e incluso a devolver el golpe. Pero el bullying ha tenido en los últimos tiempos un aumento bastante significativo y parece entrar en la espiral de otros acosos que están cada vez más de moda, el sexual, familiar (violencia intrafamiliar), y el laboral (mobbing). Sobre el bullying quiero insistir en algo. Muchos de los especialistas trabajan sobre el agresor. Que hay que educar al agresor, que hay que trabajar mucho sobre los líderes negativos del grupo, etc. Yo quiero resaltar otros dos aspectos: el público y el agredido. Cada vez es más frecuente que esos actos sean hechos para ser mostrados. O sea, el público no queda solamente entre los compañeritos, sino que hay que montar eso a Youtube, hay que difundir eso en Facebook y mostrarlo en todas las redes sociales. En el público se juegan tres factores: los beneficios identificatorios que conlleva, que hace que muchos sujetos del colectivo se anticipen a ser incluidos en el grupo mayoritario por temor a ser rechazados, el pánico de verse segregado de ese espacio compartido (pandilla, círculo del patio, chat,..) y el goce de la mirada que no se limita a los compañeros que hacen de público, sino que se extiende a todos los que curiosean los videos en YouTube, o a los que comentan con burla los sucesos en las redes sociales. El bullying se hace también en todas esas redes sociales. También quiero llamar la atención sobre quién es el agredido. Generalmente el agredido es un sujeto que tiene dificultades en su estructura psíquica. No solamente porque sea inmigrante, no solamente porque es negro, o porque es el gordito, o porque es el retrasadito… también los muchachos hoy día quieren evitar ser el brillante de la clase, lo que llaman el nerd. Lo importante es qué habilidades tiene ese sujeto para asumir el “nosotros”. Pasa, por ejemplo, con esos pacientes con síndrome de Asperger, que son estructuras psicóticas con muchas habilidades para saber matemáticas o para estudiar, pero que les cuentan un chiste y no saben manejar esto del doble sentido. Entonces les dicen cualquier burla o le tiran un marcador a la cabeza o una tiza, y ellos no saben hacer con la broma. Ellos no tienen la habilidad de saber que eso es parte del lazo social escolar –el apodo, el chiste, el tirar la tiza, la broma cuando sale al chat- y reacciona de una manera tal que el otro empieza a ensañarse con eso. Y comienza a generarse un automatón en el que va a ser marcado por el lugar de ser el “tonto” o el que reacciona mal o el que no tolera las bromas, el que vamos a contarle un chiste y no lo entiende… Entonces quiero llamar la atención sobre el agresor sino también sobre qué estructura psíquica tiene el agredido, porque ahí es donde muchos papás y muchos colegios se desorientan. Cuando a un sujeto le hacen bullying, toda la gente está es sobre el otro –sobre el


agresor- para tratar de evitar enfrentar que en el agredido muchas veces se encuentra un paciente psicótico.

School killers

Otro de los fenómenos muy llamativo en ciertas sociedades, y sobre todo en la sociedad americana, son las grandes masacres en las escuelas. La gran mayoría ha ocurrido en el este de los EE.UU.; también los hay en Noruega, en la Patagonia, en Alemania, pero generalmente es en la sociedad americana. Siempre son muchachos varones, entre los 11 y 18 años. O sea, hay entre estos asesinos escolares muchachos de 11 años. Atacan de tal manera que las primeras víctimas no tienen posibilidad de reaccionar ni de ponerse a salvo, muchas veces esas primeras víctimas son su madre o ambos padres. Hay una predilección por víctimas mujeres, compañeras o ex - novias. Algunos tienen el propósito de quitarse la vida antes de ser capturados. Estos episodios han ido en aumento geométricamente desde los años de 1997 en adelante, cada vez buscando más y más figuración. Porque lo que buscan los agresores no solamente es vengarse –porque le hacían bullying, porque era oriental, o porque la novia lo dejó- sino que buscan figurar. Hacer records de cuánto más matan, de cuántos más quieren dejar su nombre en Youtube. Han filmados previamente la planeación de sus crímenes, la envían a los medios, cometen la masacre, y después escriben de eso. Y la meta es: mientras más, mejor. Hay una característica en todos estos asesinos escolares y es el hecho de que han sido personas con muchas dificultades en la inserción social. Casi todos han tenido tratamientos psiquiátricos que no detectan el potencial acto de este sujeto. Casi todos recetados con antidepresivos. Por ejemplo, Eric Harris, uno de los autores de la masacre de Colombine, fue diagnosticado como un desorden obsesivo compulsivo y depresión, y entonces fue medicado con Zoloft y posteriormente con Luvox. Weiss de la masacre de Red Lake fue medicado con Prozac y dos semanas antes del hecho redoblaron su dosis. Kinkel, autor de la masacre de Oregon había sido expulsado de la escuela, formulado en su infancia con Ritalina y más adelante diagnosticado como Depresivo Mayor y formulado con Prozac. Cho Seung-Hui, autor de la masacre de Virginia-Tech, estaba medicado con Prozac. Hay muchos testimonios dados por estos muchachos. Por ejemplo, los de la masacre de Columbine. Dylan Klebold y Eric Harris, entraron en la Columbine High School, estado de Colorado, el 20 de abril de 1999 (día del nacimiento de Hitler), abriendo fuego contra el estudiantado; asesinaron a 12 alumnos y un profesor e hirieron a 24 personas, para finalmente suicidarse en la biblioteca –esto pueden verlo muy bien representado en “Elephant”, una excelente película de Gus Van Sant que re-


construye estos hechos. En su diario, Harris habla de sus planes de acumular explosivos para "volar medio país". Dice: "Quiero dejar mi huella en el mundo". Y agrega: "A las seis de la mañana: reunión, a las 10.30: prepararse, a las 11: alistarse, y a las 11.16: divertirse". Tanto Harris como Klebold describieron el "no caber dentro", y "no ser aceptados", pero esto iba en sincronía con lo que llaman la "timidez" y sus ideas de superioridad. Hablaban de cuán "desarrollados" eran, de cómo se consideraban "sobrehumanos", sobre la rabia y la cólera que había aumentado por años y que destruiría el mundo. Uno de los de la masacre de Red Lake, Jeff Weise, de 16 años, les preguntaba a los que iba a matar antes de dispararles: “¿tú crees en Dios?”. Otro de la masacre de Patagones en Argentina, un adolescente de 15 años, escribió en el pupitre que usaba: “Si alguien le encontró sentido a la vida, por favor escríbalo aquí". Son actos bastante cínicos… pasar.

Se trata de temas bastante escabrosos, pero que no quería dejar

Inhibición académica

En el polo opuesto a esto de la potencia y del acto está la inhibición, y una de las inhibiciones más importantes es la inhibición con respecto al saber, la disfunción académica o el trastorno del aprendizaje. Aquí hay algo que quisiera resaltar algo, y es que –al menos en mi experiencia clínica - encuentro que generalmente esto es un síntoma para otros, y hay un “matrimonio sintomático” donde no hay que limitarse a trabajar sobre el niño sino trabajar la dupla madre-niño, porque generalmente la madre está implicada en este fenómeno sintomático. Generalmente, la inhibición con respecto al saber coloca al niño en una posición subjetiva de debilidad, donde el otro es el que tiene que hacer, el otro es el que tiene que decir: “sentémonos a estudiar”; y el niño: “es que yo no me siento a estudiar hasta que Ud. no llegue”. Y eso es fomentado desde muchos colegios, que tiene que darle acompañamiento, si el niño fracasa el representante prácticamente es el responsable –el papá o la mamá. Muchos colegios fomentan esto de “siéntese a hacer tarea con su hijo”, cosa que yo insisto en que hay que revocar, hay que revertir. Cada sujeto debe ser absolutamente responsable de la tarea que tiene que hacer. Si tiene una consulta muy difícil, o una maqueta muy difícil, uno puede entrar a ayudar. Pero no esa condición de “acompañamiento” que fomentan los colegios, que me parece que más bien lo que fomentan es la instalación de algo que en psicoanálisis llamamos la demanda. La dificultad de la relación al saber es una condición multifactorial donde el psicoanalista debe preguntarse por cuál es la función de ese síntoma. Del lado del Otro, en algunos casos aparece en primer plano el


odio como ataque directo al modo de goce del sujeto; en otros, la pérdida del deseo del educador con la consiguiente mortificación del saber que no puede operar como causa del interés, la pérdida de la promesa de futuro que la educación encarnaba, etc. Pero en todos los casos hay que ver qué sucede del lado del sujeto, por qué no sostiene la dimensión del sujeto-supuesto-saber por lo que hay pérdida de la transferencia o lo que es peor, la aparición de la transferencia negativa como rechazo radical no exento de violencia. B) PATOLOGÍAS DEL SENTIDO. ANGUSTIA, LA CERTEZA La vida no tiene sentido, pero cada sujeto, niño o adulto, debe inventarse uno y creerlo. Debe encontrar un nivel de certeza de sí que le sirva de referente para relacionarse con el otro semejante. Cuando el sentido se pierde o es cuestionado, aparece la angustia.

Fobias

Hay un síntoma que es muy típico en la clínica de niños, que es la fobia. Se ha convertido en mi consulta en uno de los síntomas más radicales en los escolares, causa de un importante abandono escolar. Un niño hace una fobia generalmente ante un hecho que es significante, puede ser un evento o un objeto particular. Puede ser la fobia a un profesor, al aula de clase, a determinada materia, el sujeto se apoya en una condición significativa para iniciar su fobia. Pero la fobia es un síntoma que ayuda al sujeto a tramitar transitoriamente algo más profundo en relación su propio ser de goce y su relación al Otro. Entonces, frente a un niño que le tiene miedo a ir al colegio los lunes, no se trata de simplemente de decir: “no te va a pasar nada” y acompañarlo, que la profesora lo llame, etc. Hay que desentenderse un poco de todo ese andamiaje y saber que el niño está tramitando algo, resolviendo otra cosa con sus propios goces, con su propio cuerpo, con su propia manera de satisfacerse y de gozar. No hay que fomentar el síntoma, como decía Lacan, alimentar el síntoma dándole garantías al niño: “ven al colegio, que la profesora te va a acompañar, la psicóloga te va a acompañar”. Toda una cantidad de andamiajes que construye el Otro, para garantizarle al niño que no tenga miedo, y a pesar de eso sigue teniendo el mismo miedo. Lo que hay es que trabajar psicoanalíticamente o psicológicamente, para que ese sujeto pueda resolver lo que tiene que resolver con relación a su propio goce.

Anorexia

La anorexia es una patología que generalmente ocurre en adolescentes. El escenario escolar es el más cuestionado por la epidemia de niñas anoréxicas y bulímicas, pues es un síntoma típico de la pubertad femenina en relación directa con el florecimiento sexual del cuerpo. Se


trata de una posición del sujeto frente a la metamorfosis de la pubertad. Desde el punto de vista clínico sostenemos que no se trata de un trastorno de la alimentación, como dice el DSM, sino que es un problema de la identificación sexual, de la relación de ese sujeto mujer con su sexuación, y con aceptar ser deseada como mujer. Se trata de la dificultad de esta niña para asumirse como mujer y sentirse en la posibilidad de ser deseada por un hombre. La anoréxica siente aversión hacia esa condición de considerarse una mujer expuesta al deseo de un hombre, y evita por todos los medios ocupar ese lugar. Se dice mucho en los estudios y en las campañas de prevención que la anorexia tiene que ver con el ideal estético de delgadez promovido por los mass media, que entonces las chicas quieren ser como las modelos de la televisión y mortifican su cuerpo para alcanzar ese ideal. Pero más bien se trata de una forma de rechazo y autosegregación frente al “volverse mujer. Ella es el objeto “nada”, que garantiza que un deseo no se deposite en ella, pues lo constante es que ella no lo soporta.

Certezas con un nuevo sentido

Les decía que hoy en día el sujeto contemporáneo está empujado a identificarse muy rápido con cualquier cosa. Sujetos adolescentes quienes pronto o precozmente se afilian a una identidad sexual, ocupacional o social. Hace un poco un paciente en la consulta, un niño de 10 años, sentó a su papá y a su mamá y les dijo: “yo soy gay” – un niño de apenas 10 años, empujado quién sabe por qué o por quién a identificarse tan rápido con una orientación sexual. Del mismo modo, otro dirá “yo no sirvo para las matemáticas, si yo voy a ser cocinero para qué voy a hacer matemáticas, yo quiero es meterme ya a estudiar culinaria”. Son formas de identificación muy tempranas, en las que los sujetos adolescentes están empujados –por la misma incertidumbre, por la misma angustia- a encasillarse en un rótulo: Neoadicciones11 C) PATOLOGÍAS DEL GOCE DEL OTRO Por último estarían las patologías del goce del Otro. Para poder entender esto, retomemos la idea de cada sujeto tiene que asumirse como ser de goce y tramitar su goce –con esta imposibilidad que mencionábamos de no tenerlo garantizado y de que es efímero- a través del encuentro con el Otro. Este Otro –llámese “otra”, llámese “otros”, cualquier pareja- va a implicar la posibilidad de un desencuentro.

11. Neologismo propuesto por la comisión ELP -Catalunya (N. del E.).


Tribus

Las tensiones con el goce del Otro provocan la necesidad de reafirmar la subjetividad con la exaltación de una singularidad propia a veces insólita, cuya estrategia se inscribe en la adopción de una postura que rompe con el Amo y lo hace a media o a extremos, un sujeto desadaptado. Dentro de esas identificaciones están las llamadas tribus. En las tribus es como si los sujetos construyeran un tipo de familia sustituta, un tipo de colectivo sustituto en los que hay un conjunto de juegos, rituales, sentimientos, formas de expresión y códigos representacionales que suponen la transgresión a las reglas socialmente instituidas. Entonces si yo soy de la tribu de los Emo, al entrar a esa tribu tengo que identificarme con una manera de vestir, a un tipo de música que tengo que escuchar, en qué esquina me voy a parar, cómo me tengo que peinar, que tipo de cordones uso para mis tenis… Es una mera de establecer un lazo social alternativo al del resto de la sociedad. Son pequeñas sociedades que ellos establecen y que puede haberlas de todo tipo. Los EMO, los hardcore, los punk, los metal, hip hop, tecno electrónica y los góticos, se agrupan en torno a la música. Pero puede haber también el grupo de anoréxicas. Hacen redes muy fácilmente, hacen colectivos muy fácil y se someten a las “leyes” que ese colectivo les impone.

Segregación

Los problemas de tribus vienen acompañados de otro fenómeno que es la segregación. En la medida en que estamos identificados a un nombre, nos distanciamos de los que se identifican a otro nombre. En la medida en que yo soy “metalero” no me junto con el “punketo”, en la medida en que soy del interior rechazo a los de la costa. En Europa se ve en el rechazo a los inmigrantes. No se trata de la segregación a nivel social, sino que es en las mismas escuelas donde se ven este tipo de fenómenos. En las escuelas existe segregación de origen religioso, social, racial, sexual. El sentido de la vida queda íntimamente cuestionado cuando nos situamos frente a sujetos con dificultades de algún orden o con modos de goce diferentes a los nuestros. Esto se aplica a niños con Down, retraso mental, o los llamados trastornos profundos del desarrollo. La respuesta primaria siempre es el rechazo, el tomar distancia.

Síntomas corporales - la cuestión psicosomática

En la dimensión de los goces corporales, de los goces con el Otro, tenemos una patología que es el fenómeno psicosomático, donde el sujeto de alguna manera responde a la demanda del gran Otro haciendo algo de resistencia, pero no con el pensamiento, la palabra o los actos, sino con el cuerpo. Es el sujeto niño o adolescente con vitíligo, con asma, con gastritis, con colitis, que empieza a generar un muro defensivo


para evitar o para tolerar ese desencuentro con el Otro. Ante cualquier dificultad, él hace un síntoma, y ese síntoma condiciona toda la vida de ese sujeto. Si es por ejemplo el asma, no puede hacer educación física, cuando está haciendo frío tiene que guardarse, tiene que cargar su broncodilatador para estar disparándose dos, tres, cuatro veces al día, etc. “Yo soy colítico” –eso quiere decir que no puedo tomar leche, que las ensaladas tienen que ser de determinadas cosas, etc. En la escuela se ven mucho estos fenómenos. Antes era simplemente el asma o la alergia, o cualquier forma de dermatitis. Pero cada vez más estamos viendo niños ya con migraña y jaquecas, niños con gastritis, muchachitos que tienen que tener su endoscopia digestiva, que ya tienen tratamiento para helicobacter… Niños de 9 y 10 años con síntomas psicosomáticos a nivel de su cuerpo. Los fenómenos psicosomáticos empiezan a condicionar la vida de ese sujeto y se convierten en una manera de vivir, en una especie de “burladero”, como dicen en tauromaquia –en lugar de encontrarme con el toro me meto detrás de una barrera que me sirve de protección. Son sujetos que usan su cuerpo como forma de barrera al goce del Otro, pero sin subjetivar lo que está sucediendo, solo hay una queja a nivel de ese órgano en el que se ha fijado una porción de goce. En la Conferencia de Ginebra sobre el Síntoma, Lacan propone que es por la revelación del goce que hay en esa fijación, como se debe abordar lo psicosomático. Es dar cuenta de cómo el goce entró a habitar un significante del cuerpo, de cómo un significante marcó un punto del cuerpo. Es así como el goce queda fijado, petrificado en una parte del cuerpo. ***

A MODO DE CIERRE: DAR OPORTUNIDAD AL SUJETO Desde el punto de vista del psicoanálisis no alimentamos una nostalgia por ese Amo anterior único, ni estamos buscando volver a esa condición. Más bien reconocemos que el psicoanálisis ha sido causante en parte de toda esta multiplicidad; de haber tachado a ese Otro, de haberle movido la “pata” de la seguridad y haber desestabilizado a ese Otro. ¿Quién habló primero de sexualidad infantil si no fue el psicoanálisis hace cien años? Eso fue una bofetada a ese gran Otro que estaba mandando sobre el mundo entero industrializado prohibiendo y diciendo cómo había que educar a los niños. Y viene el psicoanálisis y dice que cada quien debe encontrar su modo de satisfacción. Nos parece que todo sujeto en cada época tiene que resolver sus


impasses y sus dificultades. Creemos que hay una capacidad en el ser

humano de inventar soluciones, y eso es lo que más nos anima. El sujeto hoy en día es un sujeto que inventa, que tiene una cantidad de recursos. ¿Quiénes son, por ejemplo, los grandes innovadores de las últimas tecnologías de la información, los que inventaron Google, Internet o las redes sociales, recursos que hoy todos estamos utilizando? Muchachos jóvenes, adolescentes incluso. Todos sujetos nuevos, sujetos que seguramente atravesaron dificultades como las que hemos comentado hoy. Miren por ejemplo, el caso que muestra la película “Red Social”, un muchacho –a mi modo de ver, psicótico- con una dificultad en el lazo para poder conquistar una mujer. ¿Y qué se inventa? Una red que en este momento tiene más de cinco mil millones de asociados y genera millones de dólares. Entonces, desde el punto de vista psicoanalítico tenemos una gran confianza en las capacidades del sujeto para amoldarse, para inventar, para innovar y para resolver; todo ello reconociendo que siempre va a haber un malestar. Un malestar que ahora va a ser distinto al de las anteriores generaciones, y en el que el sujeto va a exponerse a muchos más riesgos, con toda seguridad. Pero también con la capacidad del sujeto de establecer nuevas condiciones para hacer lazo social, de interconectarse, de manejarse con los recursos tecnológicos actuales, de ser mucho más tolerantes con las diferencias y el goce de cada quien. Hay, en resumen, toda una serie de ventajas y también de riesgos para el sujeto. En este contexto, vuelvo a la definición del síntoma para el psicoanálisis: el síntoma es una solución del sujeto, una solución que está motorizada por la angustia, porque la “gasolina” de todo síntoma es la angustia. Actualmente estamos ante un Otro que busca fijar y etiquetar el síntoma a partir de la ciencia, de taponarlo con la medicación y amordazarlo, con lo cual el sujeto queda más bien fijado a ese síntoma como forma de identificarse y de reconocerse: yo soy hiperactivo, colítico, autista, alcohólico , etc. Desde el psicoanálisis insistimos, entonces, en no dejar perder la oportunidad de que un sujeto pueda hablar de su síntoma, trabajar su síntoma para resolver lo que le afecta y encuentre una manera de llevar su síntoma con un mejor saldo de satisfacción para sí. Gracias.


Cartel: “La dimensión del goce en la clínica con niños” PRESENTACIÓN

¿Qué es un cartel? “El cartel es un dispositivo de trabajo original, propuesto por Lacan tanto a aquellos que practican el psicoanálisis como a cualquiera que desee estudiarlo.” Cuatro integrantes se eligen entre sí para trabajar en torno a un proyecto común, y entre todos escogen a un “más -uno”, que se encarga de motorizar la discusión y la elaboración del trabajo de cada uno, cuidando de no colocarse en posición de saber o de amo.

La dimensión del goce en la clínica con niños El cartel cuyo producto publicamos en este número, se inició el 9 de mayo de 2013, con el tema de “ La dimensión del goce en la clínica con niños ”, fue desarrollado por los integrantes del grupo de investigación y trabajo del Centro de Salud Mental de la Universidad de Carabobo (CESAMUC). Los temas desarrollados por cada integrante fueron: Nakari Romero: “Demandas en la clínica con niños” Yumilis Rojas: “La Función Del Corte En La Clínica Con Niños” Alba Alfaro: “Problemática del goce en la psicosis” Amanda Hernández: “El estatuto del goce como defensa” Luisa Arias (Más-uno): “La Intervención y el deseo del analista” Cada quien desde su deseo, sus preguntas y división subjetiva realizó un recorrido, el cual fue plasmado en los trabajos presentados en la Nel Maracay en agosto de 2014.


Este Cartel constituyó un importante espacio de formación, pues además de la gran variedad de textos que se discutieron, fue propicio para la discusión de casos clínicos atendidos por las participantes en la consulta de CESAMUC, esta modalidad resultó ser muy enriquecedora y el producto final del recorrido particular de cada una se ilustra con una viñeta clínica de los casos presentados en las sesiones de trabajo del Cartel.


LA INTERVENCIÓN Y EL DESEO DEL ANALISTA

Luisa Arias Melo La pregunta de inicio de mi investigación en este cartel -¿cómo apuntar la intervención para producir y sostener la transferencia? - surge de un impasse en la escucha de los niñas y niñas, con una dificultad para intervenir. Mi escucha dejaba fluir el trabajo del sujeto, pero las intervenciones no apuntaban hacia detalles importantes ni interrogaban significantes surgidos a lo largo de las sesiones, pensando en que la transferencia podía interrumpirse con alguna intervención inadecuada. Un caso en especial imprimió un viraje en nuestra posición de escucha. Se trata de una niña de 12 años la cual es llevada a la consulta por la abuela, quien refiere que los padres se habían separado cuando ésta tenía un año. Puesto que ni la madre ni el padre quisieron llevársela, la abuela paterna asume el cuidado de la niña, y desde entonces vive con ella. El padre la ve en algunas ocasiones. La abuela dice que la madre es alcohólica. Se refiere a ella como una niña “ abandonada”, no avanza en la escolaridad y tiene dificultades para la lectura. En las consultas, la sujeto construye historias con animales de un zoológico, que son cuidados por una niña, quien los alimenta. Siempre hay otras personas: papá, tías, abuela, pero siempre la niña está apartada. En una de las sesiones construye una historia, donde aparece una niña muy pequeña, que “ duerme en una cuna”, y que es “ dueña del zoológico”, y coloca una figura masculina montada de pie en una silla. Intervengo y le pregunto por qué está allí montado y me dice que es el papá y que está “muy enano y no ve”. La historia muestra un padre en falta (“ enano que no ve”). El significante “ abandonada” usado por la abuela, es tomado por la niña, quien se comporta como alguien de menos edad, lo que hacía obstáculo en su avance escolar, en su proceso de socialización y en el cuidado y aseo personal. Frente a la falta del Otro ella toma la posición de dueña del zoológico, lo que evidencia su posición de goce. Ella carga con la falta del Otro, un Otro en falta propio de la neurosis. Las intervenciones han debido apuntar hacia esta posición subjetiva de niña “ abandonada”, es decir, identificar la posición de goce del


sujeto, y es allí donde estaba mi dificultad para intervenir. Lo que pude constatar es que prestábamos más atención al discurso familiar que a la elección del sujeto. Escuchar la demanda de la familia, apegada aun a los ideales sociales y educativos, impedía ubicarme en la posición de escucha del sujeto y separar las coordenadas que se desplegaban a lo largo de las sesiones. Este recorrido ha permitido, colocarme con más claridad en la posición de escucha desde el deseo, y colocarme en la investigación con la posición de analizante. Esto ha sido un hallazgo importante que ha dado como resultado un viraje en la formación y recorrido analítico, y abre nuevas interrogantes en relación al punto, para mí aun enigmático, del deseo del analista: ¿Cómo opera el deseo del analista en el acto analítico? ¿Es el deseo lo que sostiene el acto y la transferencia? ¿Qué es el deseo del analista? Lo que permite instalar el dispositivo de escucha analítica es el deseo del analista: El deseo del analista es un resto resultante de un análisis; el analista se presta para ofrecer una escucha desidentificado de los ideales fantasmáticos, “identificado con su propio vacío”1. Como señala Miller “Si pensamos en el analista a partir del a producto de su análisis, no es tan seguro que el analista exista. El objeto a no es universal por lo que hay analistas y no el analista ”2. Pero, si no hay “ el analista” sino analistas, ¿esto significa entonces que cada quien desde su resto sintomático ( sinthome) se hará analista de una manera particular?

1. Miller, J A . El Otro que no existe y sus comités de ética . Paidos 2006. p. 458. 2. Miller, J A. Presentación del tema del IX Congreso de la AMP: Lo real en el siglo XXI, en El orden simbólico en el siglo XXI. No es más lo que era ¿Qué consecuencias para la cura? Volumen del VIII Congreso de la AMP, Grama Ediciones, Bs As, 2012, p 425.


LAS INVENCIONES EN UN NIÑO PSICÓTICO

Alba Alfaro Acoger las producciones de un niño psicótico y dar cuenta del valor de invenciones que éstas toman en el dispositivo, exige del analista “familiarizarse con la clínica del parlêtre”, clínica borromea o clínica del

sinthome1

El interés para mí en este cartel fue extraer la enseñanza que aporta un caso de psicosis infantil en cuyo recorrido pueden constatarse una serie de invenciones que permitieron a este niño una solución estabilizadora. La invención tal como lo formula Miller, está “ condicionada por lo que hay de más esencial en la psicosis ”2. Se trata de la relación directa que el sujeto psicótico sostiene con el lenguaje, en su aspecto formal de significante puro. Lo que él construye en esa relación, afirma Lacan, no es más que “ reacciones de afecto al fenómeno primero, la relación al lenguaje."3 Miller le otorgará el valor de “ invención” a esto que Lacan llama “construcción”4.

Estas invenciones, propias de las psicosis, tienen por función extraer un saber-hacer con lo real, “ un saber hacer allí con su traumatismo ”5. El Otro no existe quiere decir, según Miller, “que el sujeto está condicio-

nado a devenir inventor, es empujado en particular a instrumentalizar el lenguaje. (…) Se ve bien la diferencia entre los sujetos que alcanzan a hacer del lenguaje un instrumento y aquéllos que permanecen instrumentos del lenguaje.”6

1. Miller, JA, La invención psicótica , en Virtualia N°16, Feb-Marzo 2007. 2. Ibídem. 3. Lacan, J. El seminario, libro 3 Las psicosis, Paidós Buenos Aires, p. 284, citado por Jacques-Alain Miller en La invención psicótica , op. cit. 4. Jacques-Alain Miller La invención psicótica , Op. cit. 5 y 6. Ibídem 7 y 8. Velásquez, J. Traumatismo y respuestas del cuerpo del niño psicótico, en El cuerpo en psicoanálisis . Pomaire. Caracas, 2011, p. 196.


Las invenciones de un niño psicótico, atendido durante casi dos años en el dispositivo analítico, dan cuenta de cómo el hacer uso del lenguaje como un instrumento, permite que el objeto de goce particular se vaya cercando, estableciéndose “un cierto límite que separa lo simbólico y lo imaginario de lo real”7. Por esta vía, los objetos y los significantes “anudan lo específico donde ese parlêtre goza”8. Se trata de un niño de 5 años que acude a la consulta por iniciativa de la madre, por presentar peleas constantes con los otros niños, mantenerse aislado y molesto; y no realizar las tareas escolares. El niño explicaba, con un rígido razonamiento, que el origen de sus problemas era que “ los demás lo molestaban ”, y también repetía bajo una forma estereotipada, un dicho de la madre: “ se porta mal”. En la sala de espera se presentaba agitado e impaciente, con urgencia de ser atendido. Constatamos en esta psicosis una ausencia de fenómenos elementales, por lo que podemos ubicarla como una psicosis ordinaria, de carácter paranoico. En la paranoia el goce retorna bajo la forma de un Otro persecutorio que amenaza al sujeto. La respuesta delirante, como construcción defensiva frente a lo real sin -sentido, constituye una manera de hacer con ese real, un intento de localizar el goce. En la clínica con niños las producciones paranoicas pueden presentarse bajo formas sutiles de ideas de persecución 9. Miller nos recuerda la diferencia que se presenta entre las invenciones psicóticas según la estructura. Las invenciones paranoicas recaen, dice, “esencialmente sobre el lazo social”. Para el paranoico no se trata del problema de la relación al órgano, o al cuerpo, como lo es para el esquizofrénico “ que no está tomado en un discurso establecido”. En la paranoia el problema se sitúa en “ la relación al Otro” por lo cual “ él se ve llevado a inventar una relación al Otro.”10 Ahora bien, en el caso de las psicosis ordinarias, no se trata de grandes invenciones, como afirma Miller, sino más bien algo similar al “concurso Lépine”11, de pequeñas invenciones. Miller afirma que “ la in-

vención de un pequeño punto de capitón, de una pequeña identificación” deviene en “la condición para que haya trabajo.”12

El recorrido de este caso lo ubicamos en tres tiempos, a partir de las invenciones que frente a la emergencia del goce, vienen a hacer pun9. Marchesini, A. Acerca de neutralizar los efectos de eco de lalengua , Virtualia, N° 27, Diciembre 2013. 10. Miller, JA. La invención psicótica , op. cit. 11. Célebre concurso francés de pequeñas invenciones, creado en 1901 por Louis Lépine (1846-1933), donde se exponen pequeñas invenciones de juegos y juguetes, quincallería, artículos del hogar, deporte, mecánica, etc. 12. Jacques-Alain Miller, La invención psicótica, op. cit.


tos de capitón, anudamientos.

Primer tiempo. La consistencia imaginaria. “La boca negra”. Durante este tiempo el niño realiza dos actividades paralelas durante las sesiones: construye relatos a partir de escenas de juego y realiza un dibujo que toma el valor de una marca personal, de una firma. En las escenas de juego: localiza un Otro persecutorio. El personaje amenazado pasa de ser un objeto (carros, aviones, trenes) a un ser animado (animales, personas) que enfrenta la amenaza y se defiende. En cuanto al dibujo, hace un rostro en forma de corazón, el cual sufre un cambio hacia el final de este tiempo: agrega un segundo corazón, idéntico al primero, pero más pequeño; y coloca a cada uno una boca abierta y dice “ un corazón y su hijo ”. Agrega: “ los humanos tienen la boca negra”, “ esos somos mi mamá y yo ”. Luego, estas dos figuras devienen en “dos monstruos” con la boca negra y dientes. En este primer tiempo este parlêtre niño logra inventarse una solución ante la posición de objeto que producía para él efectos de real, y se construye una forma de representarse el cuerpo “ humano”, ubicando en la relación especular, un orificio. Esta invención le posibilita una primera estabilización, un primer anudamiento de simbólico e imaginario.

Segundo tiempo. El agujero simbólico. “El secreto”. En este tiempo ya no aparece el dibujo. Construye relatos a partir del juego en los que produce una progresiva separación y ordenamiento del goce: distingue los personajes humanos de las cosas y de los animales. Los objetos hacen uso de los objetos. Y la amenaza surge en el campo de lo humano: “ un robot quiere robar a los pasajeros de un avión ”. Ordena conjuntos y subconjuntos por clase (animales: perros, vacas, etcétera). Ubica las categorías hombre y mujer; y formas de relación entre ellos. Reproduce situaciones de familia a partir de problemas o necesidades, fabricando soluciones. Atribuye el significante “ secreto” a un objeto enterrado, un cofre; colocándolo como punto de partida de la organización familiar. Este tiempo de recortes y de sustracción de goce, le permite hacer barrera a lo real que retorna como sin-sentido en la filiación. Con el significante “secreto” hace suplencia de este real sexual.


Tercer tiempo. De la ex‐sistencia. Hacerse un-h-ombre: “El mejor cocinero”. Ejercita el uso de ciertas reglas de juego y ordena las relaciones entre los humanos y los objetos. Produce historias donde introduce una pérdida (desparece un objeto) y busca una solución para hacer con ella. Se dedica a un juego de cocina, afirmando: “ estoy practicando para ser el mejor cocinero”. Busca extender las sesiones más allá del corte y al no lograrlo por una vía directa, pidiéndolo, usa una estrategia para engañarme, a la cual yo me presto. Construye una versión de relación entre los sexos a partir del objeto oral: un hombre y una mujer viven juntos y disfrutan de preparar comida. Ellos tienen una “ mascota”. Decide terminar aquí su recorrido. La salida del dispositivo, decidida por él, aparece ante un punto límite, por el momento, en su construcción estabilizadora. El inventar una pérdida hace de borde a lo real y le posibilita la vía para hacerse un nombre. Pudiéramos suponer que la versión de la relación entre los sexos, ordenada por el objeto oral es provisional, al igual que el dar al hijo el lugar de mascota. Habrá que esperar a la pubertad y al encuentro con lo real sexual para saber si esta estabilización se sostiene y si él logra instalar esa nueva experiencia en su aparato sinthomático. En el final de este recorrido, este niño ha logrado posicionarse como el primero de su clase. No sólo ha dejado de pelear con sus compañeros, sino que los ayuda a solventar sus dificultades. Lacan afirma en RSI que: “el agujero es del orden de lo simbólico que es fundado por el significante.”13 Y la ex‐sistencia se presenta, tal como la define Lacan en RSI, como anudamiento de lo real: “ si el nudo tiene una ex-sistencia es por pertenecer a este campo. (…) la ex‐sistencia es respecto de esta correspondencia, del orden de lo real. La ex‐sistencia del nudo es real ”14 En el recorrido de esta cura se verifica “ cómo se da la formación de la consistencia de los registros y cómo adquieren la propiedad de la ex-sistencia, se hacen cada uno ex-sistentes para los otros dos.”15 La exsistencia permite una estabilización, un anudamiento, en la medida en que lo real permanece suelto de los otros registros, de lo imaginario y lo simbólico.

13. Ibídem, clase del 18-2-75. 14. Lacan, J. Seminario libro XXII, RSI, clase del 13-5-75. 15. Velásquez, JF. Traumatismo y respuestas del cuerpo del niño psicótico , op.cit, p. 195 16. Velásquez, JF. ¿Cómo conviene escuchar y qué hacer semblar para sinthomatizar un parlêtre psicótico? Blog de la Nel-Medellín. 30 de marzo de 2013.


El dispositivo analítico, dando lugar a las producciones delirantes del sujeto, apuesta a la consistencia a los registros. Por esta vía el orden simbólico abre el campo a la identificación imaginaria que instala al sujeto en el lazo, y no en la pura relación dual amenazante. El analista hace semblar “ un espacio para el no-todo”; lo cual posibilita una respuesta particular, un sinthoma que vendrá a resolver de modo singular “ la tensión entre la estructura y el vacío o el agujero ”. El agujero es simbólico, por tanto “es posible de ser nominado, nombrado.”16 “El sinthoma adviene como reparación de lo que no marcha en el anudamiento entre los registros en los que mora el ser de goce. Para que puedan anudarse, se hacen necesarias las condiciones previas en cada registro: la consistencia, el agujero, y la ex-sistencia.”17 La oferta del psicoanálisis en la cura con niños psicóticos, puede formularse como: “ localizar un punto donde se pueda articular algo del goce Uno”18. El analista se sitúa como un “ intermediario del Otro”, en una función doble: la de semblante de otro, que le permita al niño aplicar una política en relación al goce, distinta a la del Otro que él trae; la de un espacio, para que el niño actúe, invente, atendiendo sus urgencias subjetivas. En otras palabras, el analista “ Presta su cuerpo, su palabra, su

presencia, su imagen para que el niño pueda componer Otro, su cuerpo y un lugar de goce particular, que no estén sometidos a la invasión del goce mortífero. El analista tolera lo particular del modo como busca su pacificación”19.

17. Idem. 18. Velásquez, JF. Traumatismo y respuestas del cuerpo del niño psicótico , op. cit., p.188 19. Idem.


DEMANDAS PARENTALES Y SÍNTOMAS INFANTILES

Nakary Romero El inicio de mi trabajo en este cartel surge en la pregunta por la demanda en la clínica con niños: ¿Cómo separar la demanda de la madre de la del niño? O dicho de otro modo, ¿Cómo diferenciar la demanda de la madre del síntoma del niño? Esta pregunta se me presenta debido a impases en la clínica con el tema de escuchar las demandas de las madres y tomarlas como verdades absolutas, lo que me obstaculizaba la escucha del verdadero sufrimiento del niño. Uno de los casos en donde se me presentó dicho impase fue el de una niña de 4 años en la que la demanda de la madre era: “ ella se deja pegar”, “todos le pegan y ella no se defiende”. Comencé a atenderla bajo esta demanda sin avance alguno, no podía leer sus sesiones. Al llevar el caso a supervisión, esto puso en evidencia que ese dicho materno de “ella se deja pegar”, no era más que el fantasma de la madre. Asumir esta demanda de la madre como verdadera, me impedía escuchar a la niña como sujeto. No podía descompletar el discurso materno, lo que obstaculizaba mi escucha al verdadero sufrimiento de la niña. Para poder dar respuesta al interrogante planteado, es importante el entender la posición del niño como sujeto frente al discurso del Otro parental, y así poder ubicar lo singular de su padecimiento fuera del discurso de los padres. Jacques Lacan, en Dos notas sobre el niño 1, expone lo siguiente: “En la concepción que de él elabora, el síntoma del

niño está en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar. (…) El síntoma, y este es el hecho fundamental de la experiencia analítica, se define en este contexto como representante de la verdad”. Lacan habla entonces de las diferentes posiciones que puede ocupar el niño dentro de la familia y señala que “ hay que distinguir el niño como falo, el niño síntoma de la pareja familiar y el niño que reali-

1. Lacan, J. Intervenciones y Textos 2: Dos Notas sobre el niño . 1983. Ed. Manantial


za el objeto del fantasma de la madre ”. Esto podrá ser escuchado en el

discurso familiar y tendrá consecuencias directas en cómo el niño responde desde su posición subjetiva. Se trata de la articulación del niño frente al fantasma materno como condición para su estructuración subjetiva −estructuración y no una captura eterna-. Se hace también necesario entender la importancia de las funciones de la madre y del padre para la constitución del sujeto como parlêtre (ser hablante), y cómo el niño articula dicho discurso familiar para tomar una posición subjetiva singular frente al mismo. Lacan afirma que dichas funciones se juzgan según la necesidad de transmitir un deseo que no sea anónimo. “La de la madre: en tanto sus cuidados están signados por un

interés particularizado, así sea por la vía de sus propias carencias. La del padre, en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo”2. (notas sobre el niño?) Carolina Puchet Dutrénit nos dice: “ La función materna se refiere al Otro primordial. (…) Dicha función tiene que ver, por una parte con los cuidados básicos, la satisfacción de las necesidades primarias: comida, higiene, salud. Y, por otra parte, con la transmisión de un deseo particularizado, que el nuevo ser ocupe un lugar no anónimo en el deseo materno”.3 Al respecto, Lacan en su examen de La Metáfora Paterna en el Seminario 5,4 nos explica que el padre interviene en muchos planos, y de entrada prohíbe a la madre. Es decir, en el complejo de Edipo el padre es una metáfora en tanto es un significante que sustituye al primer significante introducido en la simbolización, que no es más que el significante materno. Podemos decir que en un primer tiempo existe la necesidad biológica, la cual está condicionada por un objeto primordial (el objeto materno). En un segundo tiempo aparece la demanda, la cual ya no será demanda de objeto sino de una respuesta, y se inscribe la rivalidad con el padre el cual interviene como privador de la madre. En un tercer tiempo aparece la salida del Edipo a través de la identificación. “ La metáfora paterna hace surgir el deseo ”, definido por Lacan como “la

falta inscrita en la palabra y efecto de la marca del significante en el ser 2. Idem. 3. Puchet Dutrenit, C. “El padre más allá de la familia” Nodvs. L'aperiòdic virtual de la Secció Clínica de Barcelona . XXV Julio, 2008 . Artículo en línea. Disponible en: http://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=293&pub=4&rev=39&idarea=2 4. Lacan, J. Seminario 5: Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires, Paidos. 5. Ibid. Pág. 60


hablante”. Ese deseo, tal como lo explica en su Seminario 5, no será más que “deseo de deseo”5, debido a que su deseo será ser el deseo de Otro, en este caso, ser el objeto de deseo de la madre.

Este deseo, sin embargo, deberá ser prohibido por el padre para poder dar lugar a otro deseo que permita la construcción, en el tercer tiempo del Edipo, de una significación fálica particular para el sujeto. A diferencia de la necesidad primigenia del primer tiempo, el objeto que designa el deseo en este tercer tiempo tiene carácter absoluto. Mientras que la demanda es “ aquello que „pasa‟ desde la necesidad, por medio de un significante dirigido al Otro”,6 el deseo surge en el más allá de la demanda, en una operación mediada por la significación fálica. A partir de allí, nos dice Lacan, toda demanda es demanda de un objeto supuesto como perdido: el objeto a. “ Este objeto a es la causa del deseo y soporte del fantasma del sujeto. El lazo del deseo con el lenguaje”.7 Esto va a evidenciarse en la práctica clínica siempre de distintas maneras, debido a que cada caso es único y particular. En el texto de Problemas de Aprendizaje y Psicoanálisis, 7 Ana Ruth Najles se refiere a lo que ocurre con las demandas en la consulta con niños, y específicamente a la pregunta ¿qué piden los padres?: “Se trata de no olvidar, en

tanto que analistas, que cuando alguien habla, demanda, y sabemos que lo que demanda es un saber sobre la causa de la propia división, es decir sobre su goce”. Entonces, de acuerdo al deseo puesto en el niño, la ma-

dre tendrá una hipótesis particular de este hijo que estará sesgada por su propia historia y por cómo se jugaron para ella estos tres tiempos de su constitución como sujeto. Lo primero que debemos hacer es evaluar qué nos demandan los padres de los niños; para así determinar si realmente hay un síntoma analítico a tratar; y poder determinar si es necesaria la consulta para el niño o si más bien es la madre la que requiere una escucha particular y se presenta con el objeto niño, vacilando así su verdadera implicación en una problemática particular propia, que es depositada en el niño. Se trata entonces de hacer que se despliegue qué quiere decir aquel que dice que a su hijo “ no le va bien en la escuela ”. Sin dejar de escuchar a los que lo traen, escuchamos además, al niño, ya que este puede estar aquejado por un sufrimiento que no necesariamente coinci-

6. Idem. 7. Idem. 8. Najles, A. Problemas de Aprendizaje y Psicoanálisis, Editorial Grama, 2008.


da con el motivo por el que es llevado a la consulta. Hay que hacer comparecer al niño sin dejar de escuchar a los que lo traen; padre, madre, tía /o abuela o, a cualquiera que haya venido a hablar. Hacer comparecer a un niño al dispositivo analítico es darle la oportunidad de acceder a ese “ significante cualquiera” (Sq) que él no sabe que existe. Se trata entonces aquí de diferenciar la demanda del pedido. Una vez que se haya dilucidado la posición en la que es colocado el sujeto desde el deseo materno, esto va a traducirse en la decisión particular del niño mismo de asumir o, mejor dicho, dar una respuesta a esa demanda del Otro. Ser “ el niño prodigio ” o “ la oveja negra de la familia”, por ejemplo, pudieran ser posiciones en las que una madre ubica a ese objeto-niño que trae a consulta, y sin embargo, lo que ésta debajo de eso es la propia historia de esa madre. Sólo si le damos al niño el espacio de escucharlo en su singularidad, se podría saber cómo toma él los significantes del Otro, haciendo síntomas particulares que lo llevan, por ende, a sufrimientos singulares, distintos siempre al problema por el que son llevados al dispositivo analítico.


FUNCIÓN DEL CORTE EN LA CLÍNICA CON NIÑOS

Yumilis Rojas

A partir de ciertos impases en la escucha de los niños en el dispositivo analítico, mi pregunta en este cartel se relaciona con el tema del corte. En diversos casos se me presentaba la duda en relación a mis intervenciones con respecto a qué hacer con los cortes de sesión. En un caso en particular, me preguntaba si el momento en que cortaba la sesión era correcto, percibía este corte como violento y se me dificultaba identificar los efectos que esto producía. Comencé preguntándome, en primer lugar, cuál es la función del corte en la clínica con niños. Para poder responder esta pregunta, se hace necesario conocer, en primera instancia, la lógica que rige el acto analítico. En relación con esto, Hilario Cid Vivas, al comentar sobre el tiempo de duración de las sesiones, se pregunta “ si la duración de la sesión queda a la discreción

del analista (…) ¿cómo saber que el corte de la sesión no es un puro capricho del analista?” 1 Presenta dos viñetas clínicas a partir de las cuales deduce que el corte de la sesión no puede hacerse sobre la base del capricho o la imitación. En este sentido, el analista lacaniano no puede llevar las sesiones preparadas, porque el eje de su acción está orientado por lo real y éste es imprevisible.

El autor explica que eso es sólo posible si tanto por parte del analista como del analizante existe la creencia de que el corte de la sesión obedece a una lógica en la que el tiempo forma parte de la misma; es decir, si el acto analítico, en este caso el corte de la sesión, obedece a una lógica que determina el tiempo de la sesión. En efecto, el acto analítico, de modo imprevisible, procede a la manera del acto quirúrgico con una clara escisión. El camino de un análisis va en la reducción del sentido del síntoma hasta el real y en cada sesión el corte de la misma separaría el sentido para permitir que lo real emerja. Cuando Lacan introduce la expresión “ acto analítico”, la construye apelando a conceptos ya elaborados, particularmente los de signifi1. Vivas, H. (2004). “ Capricho, imitación y lógica en la sesión corta ”. Virtualia Revista De La Escuela De Orientación Lacaniana. N| 9. [Artículo en línea] Disponible en http:// www.virtualia.eol.org.ar


cante, objeto y repetición. En cuanto a las intervenciones, como señala Jorge Chamorro, el corte de la sesión pone justamente en juego el objeto bajo la forma de la fuga del sentido, lo cual produce dos efectos: pone en juego un límite a la voluntad de decir y la exclusión del analista. “La sesión corta y su corte inexacto son solidarios con la naturaleza del sentido”2. El sentido se articula al "qué quiere decir eso ", es ahí a donde apuntan solidariamente el tiempo de la sesión, la interpretación y el corte. Es decir, podemos entender que cuando hablamos de la fuga de sentido se trata entonces de la imposibilidad del significante de capturar al sentido en sí mismo. El corte sería exacto si se tratara de precisar los significantes que determinan el sentido. Miller afirma que “el psicoanalis-

ta agrega al habla una puntuación, y se podría decir que la interpretación analítica es esencialmente un hecho de puntuación. (...) Es fundamentalmente la puntuación lo que agrega, introduce o desplaza el analista”.3 Asimismo, Lacan nos dice: "Así, es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del sujeto. Por eso, la suspensión de la sesión (…) desempeña en él un papel de escansión, que tiene todo el valor de una intervención para precipitar los momentos concluyentes"4. En este sentido, el corte imprevisto de la sesión produce un borde que contornea lo real, es un efecto de despertar que pone tope a todo lo que desde el yo del analizante se organiza en el " querer decir”. Todo corte funciona, por ende, como interpretación en tanto que tope. La primera función del corte es la de un vaciamiento de sentido. Una vez aclarada la función del corte, se nos plantea el asunto del momento del corte. ¿Cómo sabe el analista cual es el momento del corte o de una puntuación afortunada? En El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada5, Lacan introduce tres modalidades de la temporalización: el instante de la mirada, el tiempo para comprender y el momento de concluir. En el momento de concluir se pondría en juego la apuesta con base en la hipótesis realizada en el instante de comprender; y lo que puede decirnos si el corte o la puntuación fue acertada será el

2. Chamorro, J. La sesión corta y el vértigo del sentido. La sesión psicoanalítica, la lógica de la cura y el acontecimiento imprevisto . II Encuentro Internacional del Campo Freudiano. [Artículo en línea] Disponible en: http://www.nel-mexico.org (s.f.) 3. Miller, JA. La lectura del inconsciente”. Bitácora Lacaniana. Revista de psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana. Buenos Aires: Grama Ediciones. 2012. 4. Lacan, J. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis . En: Escritos 2 . Buenos Aires: Siglo XXI Editores. 2009. 5. Lacan, J. “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”. Escritos 1, México, Ed. Siglo XXI, 1971.


efecto de sorpresa, del que sólo pueda dar cuenta el analizante al final de la sesión. Sólo el momento de la conclusión indicará, a posteriori, que la escansión de la sesión no se ha producido ni antes ni después, sino a la hora justa. En consecuencia, se puede decir que el corte debe producirse en el momento preciso, a la hora del objeto a. La ética del psicoanálisis le prescribe al analista que asuma la responsabilidad de su acto, es decir de sus intervenciones, y es guiado por un deseo: el deseo del analista. El punto de anclaje de la función " deseo del analista" es que el analista se hace objeto causa de deseo encarnando el objeto a, soporte del fantasma del analizante, siendo este objeto causa de deseo y, como tal, resto de goce a localizar en un análisis. Por otro lado, Lacan asocia el corte al deseo del analista y plantea que el corte es "sin duda el modo más eficaz de la intervención y de la interpretación analítica”.6 En efecto: "El deseo del sujeto, en tanto que deseo de deseo,

abre sobre el corte, sobre el ser puro, aquí manifestado bajo su forma de falta."7 Este deseo del deseo del Otro. ¿A qué deseo, al fin de cuentas, va a afrontarse en el análisis, si no es al deseo del analista?

El deseo del analista debe limitarse al vacío, al corte, a ese lugar que le dejamos al deseo para que allí se sitúe. La escansión de la sesión, como la del tiempo lógico, toma el tiempo como acontecimiento significante y no como lugar de duración mensurable que contiene los enunciados. De este modo, el analista muestra su disponibilidad a la palabra y apuesta a la enunciación haciendo funcionar su deseo de analista en la distancia entre el ideal del yo y el objeto a.

6 y 7. Lacan, J. (1958-59). El Seminario Libro VI, El deseo y su interpretación digital).

. (versión


1 Psicofármacos y Discurso de la ciencia

Ronald Sánchez

El inicio del uso masivo de los psicofármacos inaugurado en la década de los cincuenta del siglo pasado, con la aparición de la clorpromazina, ha llegado a ser denominada la tercera revolución psiquiátrica, luego de que Pinel y Freud justificaron con sus logros las dos primeras. La psicofarmacoterapia ha generado amplios y profundos cambios en la praxis de la atención a los pacientes con enfermedad mental, convirtiéndose en una herramienta terapéutica importante en el tratamiento de psicóticos. Fue el punto de partida de una época de auge de la investigación en neurociencias y de producción de psicofármacos relacionados. Además de otros tranquilizantes o antipsicóticos, entran al mercado medicamentos antidepresivos y ansiolíticos. Más allá de su importancia terapéutica, en la misma Industria farmacéutica, el área de la neurociencia cobra cada vez una mayor relevancia. Esto se evidencia en la cada vez más amplia oferta de productos o moléculas, para un número creciente de objetivos “terapéuticos”. La interrelación entre el auge de la farmacopea y cambios en la praxis de la psiquiatría se evidencia en aspectos relevantes. Uno de ellos es en el área del diagnóstico, donde el DSM se ha establecido ante todo, como una herramienta para el consenso; olvidando todos los temas que incomodan (las etiologías), para concentrarse en los puntos de acuerdo (Los síntomas). Lo que el DSM ha uniformizado no es la manera de diag-

1. Ponencia presentada en el Coloquio de Psicoanálisis. El cuerpo y los objetos del mercado. ¿Para qué sirve un cuerpo? Organizado por la NEL-Maracay. Maracay. 2009.


nosticar, sino la manera en que los psiquiatras observan a los pacientes. Al escuchar a un paciente, se trata de ir despejando todo aquello que tenga que ver con sus anécdotas, interpretaciones propias, recuerdos, hipótesis causales, para despojar a este discurso de todo lazo social y reducirlo a sentimientos, emociones interiorizadas, comportamientos pertenecientes al propio sujeto, es decir, en un “ estado”. El terapeuta aprende a utilizar estas herramientas diagnósticas para interpretar lo que le dice el paciente concerniente a las experiencias personales y convertirlas en criterios diagnósticos. Se ha llegado a definir esta época de la psiquiatría, la vuelta a la medicina, a la ciencia, en el más franco planteamiento positivista. La consideración del trastorno como enfermedad, por parte de la psiquiatría positivista, prescinde del sujeto, ignora el conflicto que expresa el síntoma, viéndolo sólo como signo de un trastorno en sus equilibrios cerebrales, y se propone por consiguiente suprimirlo a través del medio artificial del medicamento. La oferta del medicamento es a la vez un ofrecimiento de desubjetivar el conflicto, atribuir su presencia a causas exteriores al sujeto y, por lo tanto, de eximirlo de cualquier responsabilidad a la hora de entenderlo o tratarlo. El psicofármaco actúa en sentido de aliviar, silenciar los afectos que acompañan al conflicto y que expresan el malestar del sujeto (la angustia, la ansiedad, el insomnio, la obsesión, la tristeza y el desgano del depresivo). No es sólo silenciar el conflicto, es también jugar a favor del síntoma y su permanencia, en tanto impide al sujeto actuar con conciencia sobre las contradicciones de sus deseos o de su realidad. Para la mayor parte de los sujetos resulta tentadora la “ solución” del medicamento para los dolores del malestar subjetivo: al entregarse al saber y al poder del especialista, establecidos en el imaginario social como dominio médico del malestar, pueden abandonar los esfuerzos por hacer inteligible su malestar y enfrentar las contradicciones de su vida. La fuerza que cobró en los últimos 30 años la globalización de la economía, cuyo efecto mayor ha sido el ingreso del mercado y el consumo como valores supremos para el desarrollo de las sociedades, hacía previsible que ningún sector de la vida social y de la cultura pudiera permanecer indemne a estos nuevos valores. La constitución de la identidad ha entrado en crisis en la vida urbana actual. Su reemplazo más notorio es el consumo. De diversas maneras los habitantes están situados y clasificados con base en su condición de consumidores. Los objetos de consumo, las marcas de los objetos, su


precio, etc., definen socialmente quién es cada cual. Emiliano Galende dijo “ Creo que se ha producido un encuentro entre nuevos rasgos culturales y la oferta de la solución del mercado para los síntomas del malestar que producen. A favor de la velocidad de la existencia, la inmediatez de toda experiencia, el dominio de la imagen y de la sensación sobre el pensamiento y la palabra.”2 La oferta de los productos están fuertemente acompañadas con

slogans que se dirigen al Ser, a la apariencia social que puede brindarle tal objeto; todo consiste en un llamado a “ ser” eso que el objeto que posea lo sitúa en una identidad social. El Ser deviene idéntico al valor social del objeto que consuma. Nos invitan a ser otro de lo que somos Pero también la dirección es inversa: del Ser al objeto. Es decir, de transformar al Ser en un objeto más de consumo. Todos pueden devenir un objeto para utilizar, comprar, desechar. Se puede comprar sexo, niños, órganos. Se puede comprar al policía, al político, al médico. Se puede dejar de ser feo o viejo si tiene capacidad de consumo, con alguna cirugía todo orden natural puede alterarse. Todo el consumo está ahora dirigido a generar la ilusión de que “podemos ser otro de lo que somos”. Sin este profundo e inquietante cambio cultural y ético, no hubiera sido posible la implantación a gran escala del consumo de psicofármacos. Campañas en medios de comunicación, hegemonía en las publicaciones científicas, cooptación de los psiquiatras y de sus sociedades científicas por parte de la Industria farmacéutica. Todo este esfuerzo es justamente para instalar el problema del malestar de la existencia y los síntomas del sufrimiento mental en las coordenadas del mercado. Freud nos dice que es justamente el conflicto el indicador de las fuerzas psíquicas que se juega en el devenir del sujeto; y que desentrañar ese juego de fuerzas es lo que permite comprender los síntomas de la neurosis y los malestares de la existencia. No se trata de anular el conflicto o pretender resolverlo, se trata de hacerlo hablar. La escucha analítica restituye la dimensión del sujeto implicada en su existencia en la medida en que cobra importancia en esta escucha la palabra y los significantes propios del sujeto y de su particularidad. El psicoanálisis instituye un lazo social en donde lo que causa el 2. Galende, E. Salud Mental y Psicofármacos -La Ilusión de no ser , 2006. Documento en línea. Disponible en: http://saludypsicologia.com/wp -content/uploads/2011/09/ n20_art02.pdf


sufrimiento de un sujeto se constituye para éste no sólo en la clave para el alivio de sus síntomas, sino también para descubrir un nuevo saber hacer con aquello que hace obstáculo en su relación con los otros, en su medio social. En este sentido el psicoanálisis apuesta al síntoma como aquello que, desde los más íntimo y particular en la vida de un sujeto, le permite asumir responsabilidad en lo que le ocurre, y descubrir, y crear nuevos modos de estar en el lazo social.


El síntoma: un uso singular del cuerpo Alba Alfaro

“Tener un cuerpo” no es algo que nos es dado de entrada, como un atributo de la biología al cual tengamos garantizado el acceso. La práctica analítica permite constatar que disponer de nuestro cuerpo es un efecto y una atribución del lenguaje, y que entre ser y tener, un cuerpo nos plantea problema. Freud funda el psicoanálisis aceptando el desafío que planteaba a la ciencia de su época los síntomas de conversión histérica. Él busca el origen del síntoma más allá del cuerpo, en el discurso del sujeto, donde se revela como portador de una verdad inconsciente, la cual se presenta de manera cifrada, velada, bajo formas metafóricas cercanas a las de la poesía, el arte, las fantasías y los sueños. Acceder a ella supuso para él una lectura y un desciframiento. Lacan toma el relevo a Freud, dando cuenta de lo que en el síntoma aparece como una condición propia al ser hablante: la disarmonía esencial entre el cuerpo y las palabras. Lacan va a formularla con la noción de goce. El goce, noción clave en la enseñanza de Lacan, constituye una expresión y una respuesta a esa disarmonía. Definiéndolo como “aspiración de lo Uno ”,1 el goce es situado en una problemática de la identificación. Se trata de la imposibilidad para el ser hablante de identificarse con su cuerpo, en la medida que, como sujeto, está identificado al significante. Esta identificación separa su Ser y su cuerpo, y de allí surge una afección por la imagen de éste.2 Esta afección proviene de una primera imago, en relación especu-

1. Miller, J.-A. Los signos del goce, Buenos Aires, Paidós, 1998, p. 16. 2. Miller, J.-A. “Biología lacaniana”, La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica . Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 311.


lar con la “ imago del semejante”,3 previa a la identificación simbólica. Esta imago, base de la formación del yo, le ofrece al sujeto una ilusión de unidad frente al morcelamiento del cuerpo producido por la función de corte del significante. Se trata más que de una identificación de una relación de pertenencia, de propiedad, que establece un “ tener” el propio cuerpo. La ilusión de unidad le otorga al cuerpo el estatuto de una “identidad”, tal como el “ alma aristotélica”, la cual da, para Lacan, “ el modelo imaginario de lo Uno”.4 El sujeto busca hacerse Uno con su cuerpo dado que no puede ubicar su cuerpo del lado del ser, y por esta vía aspira hacerse representar por esa imagen, encontrando una manera de darle alguna “consistencia” a su Ser. En el momento del seminario El sinthome, al final de su enseñanza, Lacan formulará “ El parlêtre adora su cuerpo porque cree que lo

tiene. En realidad, no lo tiene, pero su cuerpo es su única consistencia consistencia mental, por supuesto… ”.5 Y agrega que esta adoración es “la única relación que el parlêtre tiene con su cuerpo ”.6 A nivel del cuerpo no hay relación sino con esa imagen; la cual viene a conformar un velo que cubre lo real del cuerpo parcial, del cuerpo pulsional.

Se trata de dos dimensiones del cuerpo de las cuales da cuenta el síntoma. Por una parte el cuerpo pulsional, que “ se opone a la adapta-

ción, trabaja contra la homeostasis y se ubica en la vertiente de la repetición”.7 Este cuerpo se presenta en el síntoma como “disfuncionamiento”, siendo el que inaugura el psicoanálisis y que Lacan construirá durante el primer tiempo de su enseñanza. Y está el cuerpo que Lacan elabora en su última enseñanza, que da cuenta en el síntoma de una satisfacción, de un modo de goce.

La pregunta que intentamos dilucidar aquí es cómo se articulan estas dos dimensiones del cuerpo en el síntoma, la de un saber en lo real, lo pulsional, que hace obstáculo a la adaptación y la de lo imaginario, de lo Uno, que implica una relación de adoración con el cuerpo. Una primera aproximación es la noción de

parlêtre y de sint-

3. Lacan J. “El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos, tomo I . México, Siglo XXI editores, s.a. de c.v., 1987, p. 91. 4. Miller, J.-A . “Biología lacaniana”, La experiencia de lo real en la curapsicoanalítica, op.cit., p. 310. 5. Lacan, J. Seminario, libro XXIII, El sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 64. 6. Idem. 7. Miller, J.-A. Los signos del goce, op.cit ., p. 271.


home, con las cuales Lacan da cuenta de cómo ambas dimensiones se articulan. El término “parlêtre”, construido por Lacan a partir de la lengua francesa, con la combinación de los verbos parler y être, le permite formalizar lo que es la naturaleza propia del “ hablanteser”. El parlêtre implica que el ser hablante dispone de un cuerpo, un cuerpo que es sexuado, del cual puede gozar y hacer del Otro una pareja, un partenaire. Con el término “sinthome”, derivado de una escritura arcaica del síntoma, Lacan ubica la manera específica como la materialidad significante, a nivel de la lengua hablada, permite hacer del cuerpo una propiedad que da una consistencia al ser y posiciona al sujeto en el lazo social, ubicando un Otro. La noción de sinthome implica al parlêtre, es decir el sujeto completado con su cuerpo.

Esta elaboración de Lacan, a la cual llega al final de su enseñanza, es producto de un recorrido que tiene como punto de partida la experiencia y las interrogantes aportadas por la clínica. El síntoma, pivote de la clínica, es situado por Freud como malestar en la civilización, dándole un estatuto “transindividual”8 al inconsciente, y situando la clínica como un espacio, que entre lo individual y lo colectivo, expresando el estado de la civilización. En la época de Freud, el síntoma, definido como malestar, aparece como expresión de un deseo que perturba la armonía, la ilusión de dominio del yo, contrario al ideal social. La clínica de Lacan da cuenta de un síntoma como modo de goce y funcionamiento. Esta modificación se produce en una época donde la decadencia de lo simbólico y la subida al cenit del objeto a, ordenan la vida social por un empuje a gozar sin límites. Este cambio de estatuto del síntoma se presenta de manera tal que lo que antes era malestar ahora aparece como satisfacción. Tal como lo precisa Miller: “ Nuestro punto de vista espontáneo sobre el

síntoma es considerarlo un disfuncionamiento (decimos síntoma cuando hay algo que no anda bien) que sólo es sintomático respecto del ideal. Cuando dejamos de ubicarlo respecto del ideal, ¡es un funcionamiento!”.9 Lo que elabora Lacan es que la caída de los ideales y la promoción del objeto a, en la época del reinado de la ciencia aliada al mercado, permite develar algo que se encontraba ya en la constitución misma del síntoma, y que Freud logró aislar en sus últimos escritos. Algunas modalidades del síntoma se revelan para Freud como satisfacción en el

8. Miller, J.-A. “Lacan et la politique”, Entrevista, Rev Cités, 16, Puf, Villejuif, 2003, p. 112. 9. Miller, J.-A. El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 373. 10. Idem.


malestar, como una forma de gozar por otros medios. De allí que Miller afirme: “tomo como un síntoma el hecho de que el síntoma se convier-

ta en una segunda naturaleza en el sentido en que Freud explica la metapsicología a propósito de la neurosis obsesiva en Inhibición, síntoma y angustia. Hay un momento en que el sujeto adopta el síntoma, lo integra a su personalidad y, consiguientemente deja de quejarse .”10 Es justamente la lectura de Inhibición, síntoma y angustia el eje que Lacan desarrollará en el Seminario XX, Aun, y lo que da la clave de su última enseñanza. En este seminario él introduce lo que va a permitirle situar, luego, al síntoma como “modo de goce”.11 En el Seminario XX, Lacan propone la fórmula “ no hay relación sexual” para indicar que a nivel sexual el ser hablante no dispone sino

de una relación significante. Las fórmulas de la sexuación permiten a Lacan precisar que tanto la posición femenina como la masculina se sitúan en relación con el significante fálico. Esta relación significante es la que posibilita al ser hablante acceder a tener un cuerpo sexuado, por la vía del ser o del tener el falo. Este desarrollo permite explicar cómo el goce realiza una intersección entre el cuerpo de lo Uno y el cuerpo como Otro, como perturbación. Si por la incidencia del significante en el ser hablante el cuerpo es “otrificado”,12 convertido en Otro; el goce viene a realizar una intersección entre estos dos campos que se entienden como opuestos. Así, si el cuerpo del Uno está marcado por el Otro, significantizado, “ desde el

punto de vista del goce, el lugar propio del goce es el cuerpo del Uno, y tiene un nombre clínico preciso: ser gozado por el cuerpo del Otro”.13

El cuerpo del Uno es definido como el gozar “ de un cuerpo que simboliza al Otro”.14 Este Uno sitúa lo autoerótico de la pulsión bajo la

forma autística y cerrada propia del narcisismo. La fórmula gramatical extraída por Freud de la clínica, “ Pegan a un niño ” viene a situar esta forma de satisfacción pulsional a la cual queda fijado el sujeto. Lacan la transformará en su forma activa y sintomática: “ hacerse pegar” (ver, chupar, etcétera). Esta posición define lo que implica la posición de goce, como un hacerse gozar, o un gozarse del cuerpo propio como Otro. Lo cual sitúa la “ posición masoquista fundamental ”15 con Freud, y que

10. Idem. 11. Miller, J.-A. El partenaire-síntoma . Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 27. 12. Ibíd., p. 412. 13. Miller, J.-A. El Otro que no existe y sus comités de ética , p. 381. 14. Lacan, J. Seminario, libro XX, Aun., p. 32.


Lacan formula como aquello que hace intersección entre el campo pulsional y el Otro, con la noción de goce. En todo caso lo que se desprende de este recorrido de Freud y hacia el último Lacan, es que el ser hablante accede a lo sexual de su cuerpo, como sustancia gozante, en tanto “algo que se goza”.16 Esta condición, impersonal, del “ se” goza, ubica al cuerpo como Uno, y es referida por Lacan a la operación o la función que cumple propiamente el síntoma. “ El goce se presenta siempre bajo la forma de síntoma, es decir… que el ser hablante goza de modo sintomático”.17 El síntoma, definido como “ modo de goce”, cumple esta función de articulación, por la cual “ una falla en el gozar”,18 formulada por Lacan como “no hay relación sexual”, propia del ser hablante, es suplantada por un semblante de relación, por un modo singular de hacer existir esta relación.19 Jacques-Alain Miller propone el término “ partenaire-síntoma” para ubicar lo que del síntoma suple la inexistencia de la relación sexual, permitiendo situar, como hombre o mujer, un partenaire. El Otro, explica Miller, está representado por un cuerpo sexuado, y el parlêtre también tiene un cuerpo que es sexuado. Y a nivel sexual “no hay relación significante ”, ya que la relación aquí pasa por el goce del cuerpo y el goce de la lengua, es decir, pasa por el síntoma. 20 Así, para poder gozar del Otro, el parlêtre se sirve de ese Otro representado por su propio cuerpo, haciéndolo entrar en su circuito de goce. Esto implica que: “ La relación de pareja, a nivel sexual, supone que el Otro se convierta en el síntoma del parlêtre, un medio de su goce.”21 El síntoma es así determinado como esa “ investidura libidinal de la articulación significante en el cuerpo ”,22 la cual define un modo de

gozar, de manera doble. Por una parte un modo de gozar del inconsciente, del saber del inconsciente. Y por otra parte, un modo de gozar del cuerpo del Otro, que es a la vez el cuerpo propio, tanto en su dimensión de alteridad, como cuerpo del prójimo en tanto “ medio de

15. Miller, J.-A. El Otro que no existe y sus comités de ética, p. 384. 16. Lacan, J. Seminario, libro XX, Aun..Buenos Aires, Paidós, 1981, p. 32. 17. Miller, J.-A. El partenaire-síntoma, op.cit., p. 28. 18. Idem. 19. J.-A. Miller lo formula como a /-ϕ, en El partenaire-síntoma. Ibid., p. 29. 20. Ibíd. p. 407-408 21. Ibíd. p. 408 22. Idem.


goce del cuerpo propio”.23 Con la fórmula, partenaire -síntoma, Miller ubica cómo el goce es siempre autoerótico, en tanto se produce en el cuerpo del Uno, pero a la vez es aloerótico en la medida que es por medio del cuerpo del Otro, que incluye también al Otro.24

El “ no hay relación sexual ”, permite ubicar algo que se constata en la clínica: que “los parlêtres, como seres sexuados, forman pareja, no

a nivel del significante sino a nivel del goce, y que este enlace es siempre sintomático”.25

Las implicaciones de esta concepción del síntoma resultan de gran valor en la clínica contemporánea. Entendemos el sinthome, con Lacan, como del orden de lo más singular en cada quien, y en este sentido, a diferencia del síntoma tratado por Freud, ya no puede concebirse como una formación del inconsciente, sino como una respuesta, pulsional, a lo real de la no relación. En este sentido, es indescifrable. Por otra parte, Lacan concibe la noción de sinthome como reunión del síntoma con el fantasma, pero ello no descarta estas nociones previas. No se trata que no haya malestar o que no existan diferencias clínicas entre síntoma y fantasma. Lo que es fundamental en la clínica del sinthome, y es lo que destaca Lacan con esta noción, es el hecho que la pulsión, tanto en el síntoma como en el fantasma se satisface siempre. Es decir que “el sujeto es felíz”,26 tanto en el dolor como en el placer, lo cual, como ya se dijo, tiene importantes implicaciones clínicas. Lacan propone hacer un “ uso lógico ”27 del sinthome, definiendo este uso como una manera de someter a confirmación la verdad que causa a ese sujeto en particular que nos consulta. Se trata de usarlo hasta “alcanzar su real”, “ al cabo de lo cual él apaga su sed ”.28 Esto define nuestra clínica como orientada por lo real, sostenida en lo real como verdad. Ello implica operar sobre el síntoma no por el lado del sentido, sino haciendo de él un límite, un “ punto de capitón ”,29 que pone freno al goce. Dicha maniobra exige del analista sustraerle al síntoma su sentido, aquello que opera como funcionamiento, es decir su carga de goce, su “de lo Uno” contenido en el objeto.

23. Ibíd, p. 409 24. Ibíd, p. 411 25. Ibíd, p. 410 26. Lacan, J. “Televisión”, Otros escritos . Buenos Aires: Paidós, 2012, p. 552. 27. Lacan, J. El Seminario, libro XXIII, El Sinthome, p. 15. 28. Idem. 29. Brousse, M.-H., “L’avenir de la thérapeutique”. Quarto 78, Febrero 2003, 18-23, p.22


Sostener este tratamiento orientado por lo real del goce, implica la respuesta y una apuesta del psicoanálisis de orientación lacaniana a la civilización de hoy. La ciencia de nuestros días ofrece perfeccionar el modo autístico del goce haciendo de él un estándar, un universal, un síntoma global, domesticable por el mercado. El parlêtre deviene así en un consumidor de saber, de objetos y de tecnología. La apuesta del psicoanálisis implica ubicar el sentido real del síntoma, es decir lo que de él viene a “ ponerse en cruz para impedir

que las cosas anden en el sentido de dar cuenta de sí mismas de manera satisfactoria, satisfactorias al menos para el amo”.30

En la clínica de nuestros días, cuando se constata un “desorden en lo real”, para poder ocupar su lugar, el analista deberá poder leer, ex-

traer aquello que en el desorden pulsional pueda revelarse como lo más real y lo más singular para un sujeto.

30. Lacan, J. “La Tercera”, en Intervenciones y textos 2. Buenos Aires, Manantial, 1988, p. 84.


SOBRE LA ACTUALIDAD DE LA PSICOSIS EN PSICOANÁLISIS Adriana Meza

¿Quién eres, tú sonoro al fondo de mi mismo? ¿Cómo te llamas, horizonte presentido, oscuridad ansiada, ápice del fin, paisaje último donde el gozo no puede saber sino a agonía, olor álgido de un páramo donde la nada hace vomitar y el ser marea, rayo de muerte que sin embargo incendia toda vida? ¿Quién eres? Palabra y silencio, abrazo perfecto y soledad que aterra, memoria secreta de la que se desprenden todos los recuerdos acallados y, a la vez, olvido radical en cuyo vértigo el pasado se disuelve y sólo queda un presente inenarrable (para describirlo, las viejas palabras no nos sirven). Armando Rojas Guardia, El Dios de la intemperie

LA PSICOSIS COMO PREGUNTA Son muchas las preguntas que suscita en la actualidad el tema de la psicosis y el autismo: ¿De qué sufren estos sujetos alucinados, delirantes, atormentados por fantasmas? ¿Qué produce ese sufrimiento y esa angustia? ¿Se trata simplemente de enzimas, neurotransmisores o genes alterados? ¿o es la educación y la familia la responsable? ¿Todas las psicosis se muestran de la misma manera, por alucinaciones, delirios? ¿Es el autismo un tipo de psicosis? ¿Por qué muchos sujetos psicóticos se niegan a tomar el tratamiento farmacológico? ¿Hay, además del fármaco, algún tipo de "psicoterapia" que pueda aliviar al psicótico? ¿Cuál sería su objetivo? ¿Se


pueden mejorar o aliviar estos síntomas escuchando al sujeto psicótico? ¿Y escuchar qué?

LA ACTUALIDAD DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA DE LA PSICOSIS Y EL AUTISMO ¿Qué entender por la actualidad de la clínica psicoanalítica de la psicosis y el autismo? Decimos actualidad en el sentido de la renovada vigencia que hoy día adquiere la consideración de la dimensión de la palabra y de la escucha del sujeto en el abordaje de la psicosis, y actualidad también en el sentido de actualización en cuanto a las modalidades de abordaje clínico que hoy por hoy vienen desarrollándose desde la perspectiva del psicoanálisis lacaniano, tanto en el marco del dispositivo “individual” como en el contexto institucional. El psicoanálisis, desde la orientación de Freud y Lacan, considera a cada entidad clínica (neurosis, psicosis, perversión) como efecto de la estructura del lenguaje sobre el ser hablante. En el caso de la psicosis se trata, para el psicoanálisis, de una falla en la capacidad del lenguaje de frenar el goce del Otro, el cual se presenta entonces en forma invasiva y angustiante, como exigencia pulsional. Desde esta perspectiva, la psicosis es una manera de arreglárselas con el goce, y no un “ déficit” o “trastorno mental”, por lo que es posible ofrecer un tratamiento basado en la escucha de la producción psicótica. En el encuentro con el deseo del analista, el sujeto psicótico hallará lugar para efectuar una construcción particular que le haga posible limitar el goce que lo invade. Una construcción del sujeto hecha a partir de sus propias potencialidades, puestas en juego mediante la elaboración delirante. Paradójicamente, el delirio viene a ser un intento de curación de parte del sujeto, algo por medio de lo cual intenta restituir la “realidad” a partir de la construcción de una “metáfora delirante”. En ese sentido, a través del delirio el sujeto puede efectuar una construcción que le sirva para hacerse de un lugar en lo social. De allí la consigna psicoanalítica de “ escuchar la psicosis”, que apunta a restituir un lugar y un trato más digno para el sujeto psicótico. En el caso del autismo falta incluso este intento de construcción de una “ realidad” por la vía delirante, y de lo que se trata entonces es de un rechazo radical de lo simbólico como espacio para la subjetivación, en tanto lo simbólico se presenta para el sujeto como una presencia traumática e invasiva. Por esta razón, el abordaje clínico del autismo enfrenta importantes obstáculos y retos, especialmente en lo que respecta al manejo de la transferencia. A diferencia de otras técnicas basadas en la normativización educativa o la modificación conductual (que to-


man al autista como objeto sobre el que se ejerce una relación de poder), la orientación psicoanalítica parte en cambio de otorgar al autista un lugar de sujeto, un sujeto con una relación singular con el lenguaje y el goce, y de acoger sus manifestaciones singulares como expresión de su subjetividad (humanidad) en el marco del encuentro con el deseo del Otro. Operando a partir del deseo del analista, se busca producir un trabajo en el cual el sujeto autista pueda consentir a implicarse subjetivamente en el encuentro con ese deseo del analista, y de que de esta manera algo del goce al cual se encuentra sometido, pueda regularse.


EL LUGAR DEL SÍNTOMA EN EL ACTO DEL EDUCADOR1 Ángel Sanabria

De la configuración del discurso del amo depende lo que ocurra en el anudamiento pedagógico; o mejor dicho, la configuración del discurso del amo en cada época condiciona lo que ocurre a nivel del campo pedagógico, entendido como anudamiento de los semblantes de la ley (S1), el saber (S2) y el sujeto ($). ¿De qué modo el paso de la modernidad a la globalización marcan las condiciones del acto educativo? Una caricatura de Emmanuel Chaunu, publicada en la edición del 29/04/2009 del diario OuestFrance,2 condensa este cambio de condiciones con aguda simplicidad: antes los padres preguntaban al niño “¿qué notas son estas?”; ahora los padres preguntan a la maestra “¿qué notas son estas?”.

1. Sanabria, A., Hacerse Docente. El psicoanálisis y la apuesta del educador (FRAGMENTO), Caracas: UPEL Maracay - Subdirección de Investigación (en prensa). 2.Disponible en: http://www.ouest-france.fr/actu/economieDet_-Parents-et-enseignantsles-relations-se-crispent-_3636-906146_actu.Htm


Si examinamos de cerca esta caricatura, veremos que los personajes bien podrían representar los tres elementos del anudamiento educativo: los padres como semblante de Ley ( S1), la maestra como semblante de saber (S2) y el niño como semblante de sujeto ( $). Así tendríamos, en la primera escena, la configuración propia de la modernidad en la cual el sujeto se encuentra bajo la barra de la represión, sometido al significante amo que lo representa ante el Otro –un atribulado niño regañado por sus padres ante la mirada imperturbable de la maestra-. En la segunda tenemos en cambio la configuración propia del discurso del capitalismo global: el saber sometido al imperativo de satisfacer las demandas de un sujeto encumbrado por sobre el significante amo. Entre una situación y la otra, las notas han pasado a ser un objeto de consumo al que se tiene derecho casi al mismo título que los zapatos de marca y demás gadgets que los padres adquieren para el niño. Ese niño colmado y autosatisfecho representa el sujeto de los tiempos de la “pedagogía del aburrido”.3 En medio de estas condiciones, en las que el sujeto de la educación ha sido desplazado por el consumidor –ese sujeto ahíto y anonadado de la sociedad global-, se hace cada vez más difícil para el agente suscitar el deseo de aprender y lograr que el sujeto acepte renunciar a una cuota de placer para emprender el trabajo de apropiación de la cultura. Hoy por hoy, el oficio del educador requiere como nunca antes de un terco deseo de enseñar y de un obstinado empeño en que el sujeto aprenda de verdad. Lo que ese terco empeño implica es del orden de un acto a sostener, más que de una técnica o metodología. Una tendencia de los discursos pedagógicos de hoy –muy a tono con los imperativos contemporáneos de estandarización y exclusión de lo singular- es la de reducir el acto educativo a la puesta en práctica de ciertos procedimientos y modelos preestablecidos. Frecuentemente se supone que existe un patrón a seguir, esencialmente igual para todos, que sería el más adecuado o el más eficaz –ya se trate de la aplicación de determinados métodos o técnicas, o bien del apego a algún modelo ideal de educador. Pero el acto del educador, como todo acto digno de tal nombre, conserva siempre un carácter de invención ligado a las contingencias de la ocasión y al talante peculiar del agente de la educación, que no puede generalizarse al “todos por igual”. Más allá de los recursos técnicos y conceptuales –que pueden tener el valor de medios auxiliares, a lo sumo- el verdadero instrumento del acto educativo es el propio agente, algo de su persona o de su ser mismo, algo de su síntoma en relación al acto educativo.

3.Corea y Lewkowwicz. Pedagogía del aburrido. Escuelas destituídas, familias perplejas. Buenos Aires: Paidós. 2004 .


El síntoma anuda lo singular de cada sujeto, su modo de sufrir y de gozar, con lo imposible de cada discurso (gobernar, educar, etc.). En la modernidad, los tres órdenes implicados en la educación (ley/saber/ sujeto) aparecían anudados “ naturalmente” en torno a la autoridad originaria del Padre, que el educador y el conjunto de lo social daban por sentada. En la globalidad, con la declinación del Nombre del padre, estos tres órdenes aparecen en principio sueltos, sin nada que los ligue necesariamente y que de entrada pueda darse por sentado. En ausencia de la autoridad del padre como elemento trascendente, dicho anudamiento queda entonces sujeto a reinventarse cada vez o a disolverse en la inercia; y es entonces, a partir precisamente de lo que no marcha, que el anudamiento puede aparecer como una urgencia y una exigencia para el agente. Puede uno preguntarse si en la modernidad el campo social (y, dentro de él, el campo educativo) estaba anudado de manera necesaria, o si detrás de las apariencias de solidez del orden disciplinario, el anudamiento fue siempre contingente y el Padre no era más que síntoma de la época, que la globalidad vino a desmontar y a evidenciar en su carácter de semblante. Lo cierto es que, más allá de la distinción entre lo moderno y lo global4, ambas configuraciones coexisten en lo actual y el autoritarismo en educación no ha dejado de hacer de las suyas junto a los estragos causados por la desregulación y ausencia de límites del sujeto contemporáneo. En ambos extremos, el discurso capitalista produce un borramiento de la singularidad y de la responsabilidad del sujeto, que se opone al acto en tanto corte y anudamiento; y en su lugar introduce la oferta de una felicidad consumible y sin síntoma. Desde esta perspectiva, el síntoma es precisamente aquello a partir de lo cual se efectúa el anudamiento educativo, en otras palabras, que es con el síntoma que el agente produce el acto educativo.

4. Márquez, C. Sujeto, Capitalismo y Psicoanálisis. Caracas, Fondo Editorial Trópikos, 2012.


Decir que el agente de la educación produce efectivamente el acto, no con sus ideales educativos o con determinadas técnicas, sino con su síntoma, quiere decir dos cosas: • En primer lugar, que el agente produce su acto de cara a lo que hace síntoma en el campo de su práctica. Se trataría entonces de “ hacer legible” los síntomas de lo educativo de cara al malestar de la época: confusión del educador (entronización del niño e infantilización del adulto), desregulación de las demandas del sujeto y endurecimiento del control técnico y burocrático. • Y en segundo lugar, que el agente realiza este acto desde la manera singular que tiene de arreglárselas con sus propias tendencias pulsionales (su modo peculiar de gozar y sufrir) y las demandas e impases de lo social. Se trataría entonces de: a) Trabajar desde la palabra y a partir de las dificultades reales, antes que desde la oferta de modelos ideales y prescripciones estándar, y b) Clarificar las coordenadas éticas y prácticas del acto educativo desde la singularidad de cada situación y de cada agente, antes que desde la “corrección política” o las “ franquicias intelectuales” de moda. ***

Más allá de los diversos medios auxiliares, estrategias metodológicas y paradigmas conceptuales, el verdadero instrumento del acto educativo es el propio agente y su ser de goce. Si el educador de hoy ha de defender su función original de “ pasador” de legados culturales, le será necesario entonces sostener esa dimensión singular de su acto. Para ello, el psicoanálisis apuesta a creer en el síntoma.


Grupo de investigación clínica PSICOANÁLISIS EN INSTITUCIÓN CON NIÑOS Y ADOLESCENTES (PSINA)

EL Grupo de investigación clínica PSICOANÁLISIS EN INSTITUCIONES CON NIÑOS Y ADOLESCENTES (PSINA)es un grupo asociado a la NEL-Maracay constituido por profesionales de la psicología y de la orientación, que desarrollan una práctica institucional con niños y/o adolescentes, y desean acercarse al psicoanálisis de orientación lacaniana. La coordinadora y miembro fundadora del mismo es Alba Alfaro, psicoanalista de la AMP y la NEL. Originalmente el grupo estaba conformado por voluntarios que realizaban pasantías de formación en el CESAMUC (Centro de Salud Mental de la Universidad de Carabobo), el cual presta un servicio gratuito, de la universidad, a través del Dpto. de Salud Mental, a niños y adolescentes de la comunidad (Municipio Linares Alcántara, Edo. Aragua). Debido a que la atención que se brinda en el mismo está orientada por el psicoanálisis, las discusiones clínica de los casos dio origen a este espacio de investigación y formación. Progresivamente algunas pasantes se separaron del centro para ir a ocupar cargos en instituciones públicas de salud mental en el Estado, pero continuaron asistiendo a las reuniones de discusión clínica, con sus propios casos. Se trataba de analizantes que seguían interesadas en la práctica del psicoanálisis y en iniciar una formación en nuestra escuela. Estas discusiones clínicas, que resultaron ser muy productivas y permitieron elaboraciones teóricas, dieron paso a la creación del grupo PSINA, dando un estatuto formal y una identidad propia a este espacio, que a


partir de all铆 pasa a asociarse a la NEL. Esta formalizaci贸n ha tenido efectos inmediatos de transferencia: a poco tiempo de su creaci贸n el grupo ya ha recibido nuevas solicitudes de adscripci贸n por parte de profesionales interesadas en formar parte del mismo.




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