B irmin g h a m, A lab ama
New Hope® Publishers P. O. Box 12065 Birmingham, AL 35202-2065 www.newhopepublishers.com New Hope Publishers es una division de la WMU®. © en inglés 2011 por Jason C. Dukes Reservados todos los derechos. Primera edición 2011. Impreso en los Estados Unidos de América Printed in the United States of America Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en ningún sistema de recuperación o trasmisión en forma alguna o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o de cualquier otra naturaleza, sin previo permiso por escrito de la editorial. Información de la Biblioteca del Congreso respecto a catalogado de publicacion. Dukes, Jason C. Carta Vivas, Usted es una carta enviada por Dios: ¡Demuéstrelo! Jason C. Dukes. p. cm. ISBN 978-1-59669-315-9 (sc) 1. La vida cristiana. Título I.. II. Título: Usted es una carta. BV4501.3.D84 2011 248.4--dc22 2010053988 A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas se toman de la Santa Biblia, Versión Reina Valera Revisada, Revisión de 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas en América Latina. Usadas con permiso. Las citas bíblicas que se marcan con las siglas PDT se toman de La Palabra de Dios para Todos, propiedad del Centro Mundial de Traducción de la Biblia. Usadas con permiso. Las citas bíblicas que se marcan con las siglas NVI se toman de la Nueva Versión Internacional, NVI ® Copyright ©1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Usadas con permiso. Las citas bíblicas que se indican con las iniciales DHH se toman de la versión Dios Habla Hoy, propiedad de las Sociedades Bíblicas en América Latina. Usadas con permiso. ISBN-10: 1-59669-315-0 ISBN-13: 978-1-59669-315-9 N114149 • 0511 • 5M1 Traducción al español: Dr. Miguel A. Mesías E. Diseño de portada y libro: Michel Lê
mamรก para mi
fue) e usted u q a t r a la c ido por (agradec
contenido
una introducción 11
capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo capítulo
1: repensando su “vivir” 18 2: repensando su conexión 30 3: repensando la iglesia 43 4: ¿gasolinera u oficina de correos? 55 5: una carta, no una lista personal de cosas por hacer 64 6: usted no es correo chatarra 72 7: cuando la correspondencia se atasca 83 8: la correspondencia va a una dirección 101 9: consérvese en la ruta postal (o “servicio inalámbrico”) 111 10: aprenda y viva los caminos del autor 121 11: ni nieve, ni lluvia, ni calor, ni oscuridad de la noche 132 12: ¿en realidad estoy viviendo como enviado? 141 13: viva hoy como enviado 153
capítulo 14:
sinceramente 164 contactos y recursos
pd
172
una nota a líderes 173
o una introducciรณn
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(usted es una carta)
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sted es una carta, un correo electrónico, un mensaje. Su vida cotidiana es más que un relato que se está escribiendo. Su misma vida es una carta. Usted fue creado para recibir y enviar un mensaje intencionalmente en las vidas de las personas con quien pasa su vida a diario. Dicho de manera sencilla, usted fue hecho para conocer la vida en abundancia, y la vida en abundancia tiene lugar cuando usted vive más allá de usted mismo. Ya no basta hacer la pregunta: ¿Qué se supone que debo hacer con mi vida? De hecho, “ya no basta” no es apropiado. Su vida nunca tuvo el propósito de que sea sólo asunto suyo. Nunca basta simplemente hacer preguntas en cuanto a usted, respecto a lo que se supone que usted debe hacer, o qué es lo que más quiere hacer. Una mejor pregunta sería: ¿Cuál es mi parte en esta épica llamada humanidad? Las personas con quienes usted se encuentra todos los días en realidad lo necesitan. Ellas lo necesitan, y usted las necesita. Nos necesitamos unos a otros, conocernos unos a otros; y nuestras vidas a la vez se complementan y suplementan unas a otras. Así es como funciona la humanidad; juntos. Algo me falta, de hecho, cuando usted no es todo lo que se supone que debe ser en relación a mí. Algo le falta a usted cuando yo no soy todo lo que se supone que debo ser en relación a usted. Se pudiera decir que no lo amo si no entrego en su vida el mensaje escrito en mí y por medio de mí. Así es cómo se demuestra el amor y cómo se cultivan las relaciones, y así es cómo las personas hallan vida en abundancia como se supone que deben hallarla. El Remitente (Dios) nos entregó su mensaje y luego escribe su mensaje en nosotros y por medio de nosotros para que nosotros lo entreguemos a otros. Él nos envía. Somos su carta de amor a la cultura que nos rodea, y a personas a
las cuales él amó lo suficiente como para morir por ellas. Él nos pide ahora que amemos de la misma manera.
[Di o s si e m p r e ha estado enviando un me nsa je ]
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n el huerto del Edén su mensaje fue obvio. Él nos ama y nos hizo para que conozcamos su amor y andemos con él. A Noé su mensaje fue un poco más enfático. Los seres humanos se habían vuelto muy egoístas. Ya ni siquiera pensaban en Dios, recordando que él los hizo. Así que él limpió la tierra con lluvia torrencial. Los que creyeron en su mensaje sobrevivieron. A Abraham su mensaje fue muy conmovedor, literalmente. Le dijo a Abraham que le siguiera a un lugar que le mostraría. Dios estaba estableciendo un pueblo que a la vez oiría su mensaje y sería su mensaje al mundo. Para Moisés su mensaje de compasión ardió con pasión, comunicado mediante una zarza que ardía y no se consumía. Dios había oído los clamores de su pueblo en Egipto. Él anhelaba que ellos clamaran a él todo el tiempo, y no sólo en tiempos de problemas o buscando algún favor de él. Con todo, se propuso rescatarlos antes de que ellos clamaran, antes de que ellos se vieran atrapados en sí mismos. Le dijo a Moisés que fuera y los rescatara. Envió a Moisés, pero con un mensaje de que este era simplemente un rescate temporal. El Rescatador último vendría más adelante. Por medio de los profetas su mensaje fue más directo, pero todavía de amor. Triunfando sobre las creencias de que Dios era frío y distante, vino mediante los mensajes de los profetas. Les dijo lo mucho que detestaba todos los espectáculos religiosos. No los hizo para eso. No los hizo para que ellos pudieran proteger su imagen, sino para que ellos pudieran vivir a imagen de él, para amar, conocer, para ser. El YO SOY deseaba que ellos estuvieran en conexión completa de vida con él. Los profetas repitieron algo que Moisés dijo. Proclamaron que el Rescatador último vendría; Ellos deberían confiar en Aquel a quien Dios enviaría; seguirle. Él sería el mensaje último del amor de Dios. Y entonces el Enviado vino: Jesús. Jesús dijo en el Evangelio de Juan: “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Juan 20:21, NVI). De hecho, el hecho de ser enviado es un tema en todos los relatos de Jesús que se hallan en el Nuevo Testamento, en la Biblia. Él hizo énfasis en cómo fue enviado con un mensaje. Juan incluso le llama el Verbo: un mensaje último o comunicación completa de Dios. Simplemente el hecho de que Dios se vistiera de piel humana y anduviera entre
introducción
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nosotros, que sea Emanuel, indica lo importante que es para Dios la acción de enviar. El mensaje debe continuar. Pablo intentó explicar más las enseñanzas de Jesús, introduciendo una metáfora muy pintoresca y retadora en 2 Corintios 3. Allí, él defendió el enfoque, autenticidad y credibilidad del mensaje que entregó y el ministerio que vivió. Dijo que los que recibieron de él este mensaje de Jesús eran ahora cartas escritas por el Espíritu del Dios viviente. Sus propias vidas eran un mensaje que Dios escribió sin pluma. Él lo inscribió en las vidas de ellos. El mensaje continúa siendo enviado hoy. El Remitente continúa escribiendo su mensaje como siempre lo ha hecho. Mejor dicho, él hace más que escribirlo o mecanografiarlo. Lo inscribe; no en tablillas, sino en nuestros corazones. Y así, usted es una carta. Yo soy una carta. Si le seguimos, él continúa escribiendo su mensaje en nuestros corazones y mediante nuestras vidas. Y nosotros vivimos enviados como una carta de Dios a la cultura, proclamando el mismo mensaje que él ha estado enviando todo el tiempo: Te amo; estoy cerca. Sígueme.
[el m e n sa j e d e este libro]
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or más de seis años ya, nuestra familia de iglesia, Westpoint Church, ha estado haciendo énfasis en el mensaje y misión de vivir como enviados. Durante ese tiempo, varias personas que me han servido de mentores y han dado aliento a mi vida me presentaron el reto de escribir este libro en cuanto a este énfasis. A modo de introducción, estos son los cuatro elementos que sugiero que son de la mayor importancia para la misión de ser las cartas que se supone que debemos ser como seguidores de Cristo. El contenido de los capítulos que siguen simplemente desarrolla estos cuatro elementos. Primero, a fin de vivir como enviados, hay algunas cosas que necesitamos repensar. Son cuestiones fundamentales: La vida, la iglesia, relaciones personales, propósito. Algunos pensamientos y preguntas se presentan sobre estas cuestiones fundamentales en la primera parte del libro. En segundo lugar, vivir como enviado es cuestión de confiar en el valor de uno mismo. El obstáculo primordial para el seguidor de Cristo que está hecho para vivir como enviado es que no confía en el valor que Dios le ha dado. Lo que necesitamos entender es que nuestro valor no es algo que se evalúa; se lo declara. Confiar en lo que Dios ha declarado de nosotros y en que él nos ha
confiado su mensaje para que lo entreguemos es esencial para ser la carta que él propuso que seamos. Luego, vivir como enviados es cuestión de vivir la vida juntos. La épica de la humanidad, como ya mencioné, se debe ver de la manera más hermosa dentro del movimiento que Jesús empezó y que él llamó su “iglesia.” Desdichadamente, demasiado a menudo este no es el caso. Tendemos a ser simplemente cartas los unos para los otros, y nos perdemos la importancia de ser cartas a la cultura. O somos cartas tan crueles unos con otros que la cultura que nos rodea no la lee en ningún caso. Ellos quieren hallar amor, y a menudo no ven que se lo practique dentro de la iglesia. Así que, ¿cómo podemos empezar a vivir la vida juntos como humanidad como fuimos hechos para vivir juntos la vida? Algunas sugerencias se ofrecen aquí. Finalmente, vivir como enviados es cuestión de entregarnos intencionalmente. Jesús se entregó con propósito restaurador. Conocemos lo que es el amor en que Jesús entregó su vida por nosotros, así que nosotros también debemos entregar nuestras vidas por otros (1 Juan 3:16). Una cosa es servir por lo que me hace sentir; es algo completamente diferente servir en amor por causa de lo que sucede en la vida de aquellos a quienes servimos. Debemos amar, y mostrar ese amor mediante el servicio, de modo que el amor y la vida se dan y se reciben de otros. Daré unos cuantos relatos y pensamientos más adelante en este libro respecto a esto también. Mi oración sencillamente es esta: Que usted halle su verdadero yo, su yo creado por Dios, enviado por Dios, amado porque él nos amó primero, y que la iglesia sea libre para ser las cartas de Dios que él propuso que sean cuando las escribió.
[con t a n d o e x p e riencias . . .]
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l principio de cada capítulo se dará un relato de vivir como enviado. Pienso que es importante contar estas experiencias por dos razones. Primero, espero que le dará a usted la oportunidad de ver que vivir como enviado importa. Hay vidas que han sido cambiadas, y están siendo cambiadas, heridas que están siendo sanadas, soledad que está siendo transformada en comunidad. y quebrantamiento que está recibiendo restauración. En segundo lugar, espero que usted leerá estos relatos y pensará: Yo puedo hacer eso; porque usted puede. No es complicado; usted fue hecho para eso.
introducción
A
[l e p r e se n t o e l reto]
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i usted ya está siguiendo a Jesucristo, le presento el reto de entrar en esta conversación con corazón y mente abiertos. Voy a presentar algunos pensamientos que he aprendido y continúo aprendiendo. Al hacerlo así, estoy abandonando algunos pensamientos que había aprendido y tuve que desaprender. Usted tal vez necesite hacer eso también. Si usted no se inclina por las cosas religiosas, o si usted ve a los cristianos como arrogantes y dados a juzgar, siga leyendo. Le aseguro que lo que a menudo se ve en los medios de comunicación respecto a los que se llaman cristianos no es lo que Jesucristo propuso para sus seguidores. Lo que recibe más periodismo, desdichadamente, no es lo que él quería cuando les pidió a sus seguidores que sean “sal y luz” de este mundo. Dios tal vez le esté llamando a usted para que sea un agente de cambio e influencia, y, más importante, de amor y restauración. Recuerde que Dios siempre ha estado enviando un mensaje. ¿Es usted la carta de Dios llevando su mensaje como él propuso que sea? ¿Es su vida una carta del amor de Dios? Tal vez usted y yo tenemos que escuchar de nuevo lo que Jesús enseñó, repensar algunas cosas, y permitir que el Autor reescriba el motivo y enfoque de nuestras vidas. El Remitente nos ha enviado a usted y a mí para que seamos su carta de amor para la humanidad. Que podamos vivir todos los días como enviados; y que empecemos hoy.
[CO N S I D E R E y C O N V E R S E ]
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l final de cada capítulo hallará una sección llamada “Considere y Converse.” Son sencillamente preguntas para usted al continuar procesando lo que quiere decir vivir como enviado. Úselas para su reflexión personal. Úselas para diálogo en grupo pequeño. Úselas para hacer dormir a su perro por la noche. Sea como sea, están allí para ayudarle conforme usted avanza en esta conversación continua de vida. Aquí están las del “capítulo 0.” [1] ¿Por qué no hacer la pregunta: ¿Qué se supone que debo hacer con mi vida?
[2] Este libro empieza con una declaración: Usted es una carta. En vista de una relación personal con Dios, ¿cómo pudiera explicarle esta declaración a otra persona? [3] ¿Puede usted hallar en la Biblia ejemplos de Dios enviando a los suyos y su mensaje? [4] Basado en los cuatro elementos de este libro, dialogue sobre las siguientes preguntas:
introducción
¿Qué necesita repensar la iglesia (como cuerpo de creyentes)? ¿En qué o en quién necesita confiar la iglesia? ¿Cuál es el propósito para el que fue hecha la iglesia? ¿Qué es lo que debería abandonar la iglesia?
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• • • •
1 repensando su “ vivir�
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(la correspondencia de gran volumen llamada humanidad)
[u n a e x p e r i e n c ia: C atalina]
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atalina descubrió nuestra familia de iglesia local en un picnic del Día de la Independencia el 2004. En ese tiempo ella vivía en otra ciudad, pero su hermano acababa de mudarse a la comunidad en donde tenía lugar la reunión. Personalmente no se conectó con ninguna de las personas de la familia de nuestra iglesia ese día, pero recuerda un anuncio en cuanto a cuándo y dónde se reunía la iglesia. Algo de lo que ella vio y oyó ese día despertó en ella un interés muy profundo. Esa fue nuestra primera conexión. De manera totalmente inesperada, como sólo Dios sabe hacerlo, ella acabó recibiendo una promoción y transferencia a una sucursal bancaria cerca de donde se reunía nuestra familia de iglesia. Resultó que era el banco en donde pronto abriríamos nuestras cuentas. Conocimos a Catalina cuando abrimos oficialmente nuestra cuenta en ese banco. Ella recordaba el picnic del Día de la Independencia y nos conectó con esa familia de iglesia de la que ella había oído allí. La invitamos a nuestra reunión del domingo, pero ella más tarde recordaba: “Me llevó algún tiempo reunir suficiente valor para ir, porque yo estaba sola.” Como un mes más tarde ella se asomó para “probar” nuestra reunión del domingo. Más tarde ella recordaba lo genuinamente cariñoso e interesado que todo mundo parecía estar en conocerla. Me contó que nunca había sentido nada parecido “en una iglesia” antes. Esa fue una segunda conexión. En esa reunión, una de las señoras de nuestra iglesia invitó a Catalina para que sea parte de un grupo de señoras. Recibió otra invitación de nuevo en el banco, cuando fuimos para hacer un depósito. Catalina anhelaba amistad, y siendo nueva en el área, decidió asistir. Le encantó la forma en que las señoras le hicieron sentirse, como si perteneciera aunque ellas casi ni la conocían. Esta fue la tercera conexión; y una cuarta, y una quinta, y así sucesivamente, porque se conectó con más de una mujer esa noche. Con el tiempo empezó a ser más que espectadora. Empezó a participar. Las conversaciones en las que participó, y las ocasiones en que hablaban sobre la Biblia, y la vida que vivían juntas, agitó algo en su corazón. Ella había estado
repensando su " vivir"
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expuesta a algunas formas de la religión cristiana al crecer, pero en este grupo de señoras vio el amor de Jesús vivo y radiante. Partes de su vida personal hubieran fastidiado a algunos “asistentes a la iglesia,” pero nadie la regañó. Aquellas señoras la amaron, la aceptaron en el punto en que estaba, y sin ningún acomodo permitieron que el Espíritu de Dios le hablara al corazón; y él le habló. Ella estaba leyendo las cartas de amor de Dios en las vidas de aquellas señoras que la incluyeron, y que estaban viviendo como enviadas justo ante sus ojos. Ella empezó a asistir a nuestra reunión. Fue fiel, viviendo la vida con aquellas señoras. Luego, una noche, vino a nuestra casa para servirse un postre con mi esposa y yo. Dijo que apreciaba cómo nuestra familia de la iglesia le hacía sentirse como perteneciendo. Era cuestión de todas estas personas viviendo juntas como enviadas. La iglesia estaba viva 168 horas a la semana. Ella lo menciona así: “Sentí como me sentí cuando fui a la primera reunión. Digo todo esto para mostrar cuán consistentes son todos ustedes para sembrar semillas, y regarlas, sin jamás imponerse.” Dijo que había visto el amor de Jesús y que ahora le estaba siguiendo, en una relación personal con él como nunca antes. Dijo que sentía en su corazón que algunas partes de su vida personal no eran lo que Dios quería para ella. Sabía que no sería fácil, pero quería cambiar. Quería que Dios sea el amor de su vida y que la cambiara de dentro para afuera, y que él la sostuviera. Imagínese eso. Nosotros no la juzgamos; la amamos; y el Espíritu de Dios habló a su vida y la transformó. Ella leyó la carta de Dios en el banco, y en su barrio, entre aquellas señoras. Llevo tiempo; algo más de 15 meses. Ella vio con sus propios ojos la bondad y el mensaje de Dios. Ahora ella es una carta también, viviendo como enviada a sus vecinos y en su lugar de trabajo.
[l a c o r r e sp o n dencia de gran volumen lla ma da huma nida d]
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os guste o no, vivimos en la correspondencia de gran volumen llamada humanidad. Personalmente, me gusta mucho. ¿Por qué? Porque me gusta observar a las personas. Las cosas se ponen difíciles, sin embargo, cuando tengo que hacer una pausa para observarme a mí mismo, para examinar mis motivos, para repensar mi “vivir.” ¿Qué quiero decir con esto? Vivir como enviado incluye tanto “vivir” y también “como enviado.” Nuestra calidad de enviados siempre la determina nuestro “vivir.” En otras palabras, nuestra misión siempre será determinada por quién o por qué vivimos.
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Todos los días escogemos por quién o por qué vivir nuestras vidas. Escogemos nuestra misión. Jesús lo dijo de esta manera: “Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23, DHH). Claramente recalcó que bien sea vivimos para nosotros mismos y nuestras búsquedas personales, o vivimos rendidos a él y comprometidos a la misión que él propuso para nosotros. Yo vivo para mí mismo, o vivo para Dios. Así ha sido siempre. La decisión verdadera que Adán y Eva tomaron en el huerto del Edén fue esta: Vivir como Dios sabe que es lo mejor o como Adán y Eva piensan que es lo mejor. ¿Qué más podían haber querido? Pienso que no sabían todo lo bueno que tenían, hasta que comieron del árbol de sabelotodo. Entonces supieron más de lo que probablemente hubieran deseado saber. Los mandamientos de Dios para nosotros son tan prácticos. En el caso de huerto del Edén, él debe haber querido que ellos no comieran del fruto del árbol de sabelotodo a fin de que ellos no supieran cuán plenamente capaces eran ellos de perder su “vivir.” Dios les dijo que comieran del árbol del fruto de la vida todo lo que quisieran. ¿Por qué? Porque él los hizo para que disfrutaran de su don de amor y vida; ¡y qué vida que tuvieron! ¡Libertad completa! Libertad para andar con Dios cara a cara. Libertad para estar el uno con el otro sin ningún estorbo de materialismo o inseguridad (¡desnudos como aves estaban!). Libertad para pasear con el león Simba y el oso Balú todo lo que quisieran. Libertad para disfrutar de todo lo que Dios hizo, en lugar de bregar por todo lo que Dios hizo. Como dije, los mandamientos de Dios son muy prácticos. Incluso les dijo que no comieran del árbol para que no “supieran” ninguna otra cosa que la vida. El “mal” siempre trata de robarnos nuestro “vivir.” Trata de hacer que nos volvamos hacia adentro, convencernos de que sabemos mejor, impulsarnos a que abandonemos la vida que fuimos hechos para vivir. Esta sería una buena definición del mal, me parece: Ser cualquier otra cosa de lo que se supone que debemos ser. En inglés la palabra “mal” es evil, y resulta simplemente la palabra “vivir,” live, deletreada al revés. Eso es interesante, porque el mal es vivir en dirección opuesta a aquella para la que fuimos creados. Recuerde, que estamos pensando de esto filosóficamente. Hay un punto que surgirá pronto. Así que Dios no tenía ninguna intención de que el más precioso elemento de su creación supiera otra cosa que la vida. Nunca propuso que ellos conocieran la muerte. Ellos escogieron saber cuán plenamente capaces de ser malos eran. Escogieron saber algo más de lo que Dios propuso para ellos. Escogieron
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saberlo cuando comieron el árbol de sabelotodo, y desde entonces la humanidad lo ha lamentado y lo ha cuestionado. Tomaron la decisión por todos nosotros, en realidad, puesto que la consecuencia cuando ellos escogieron vivir la vida como querían los separó a ellos y a nosotros del mismo Dador de vida. Esa consecuencia se ha mostrado en la absorción egoísta tan claramente demostrada por todo nuestro mundo. Su consecuencia en realidad fue la muerte (separación de la Fuente de vida), y todos hemos visto y sentido su aguijón de muchas maneras. Esto no tomó por sorpresa a Dios, sin embargo. ¿Lo sabía? Las Escrituras dicen que incluso antes de hacernos, él sabía que cosecharía en su propia persona lo que fue sembrado en el huerto del Edén. Dios corregiría un problema que él no causó. Él restauraría una relación personal que él no traicionó. Moriría una muerte que no merecía. De hecho, él usaría eso para poner el escenario para la expresión más demostrativa de su amor. Por eso se introdujo en el Antiguo Testamento el sistema de sacrificios, que fue completado en Jesús; porque la consecuencia de la muerte no era algo que lo creado podía revertir, era algo que sólo el Creador podía revertir; y lo hizo, cuando el tiempo se cumplió. En el momento preciso de la historia, Dios se vistió de piel humana. Jesús entró en una cultura dirigida por un grupo de dirigentes religiosos judíos santurrones que a la vez manipulaban y eran manipulados por un gobierno romano controlador pero apaciguador. Fue esa tensión lo que los obligaría a matar a cualquier revolucionario que se atreviera a hablar en contra del establecimiento, que se atreviera a cuestionar los motivos de los dirigentes que no estaban poniendo en práctica una misión daba por Dios como propuso el Dador de la vida. Conforme el pueblo se entusiasmaba más por las enseñanzas penetrantes de Jesús y se asombraban por su popularidad creciente, la balanza de poder se vio amenazada. Esta amenaza podría posiblemente acarrear un poderoso golpe de las autoridades romanas, que permitían las prácticas judías en la provincia judía, en tanto y en cuanto no hubiera nada que llamara la atención al tratamiento especial que estaban recibiendo. Jesús llamó la atención a eso, a su egoísmo, y a su codicia y ambición de poder, a la forma en que estaban descarriando al pueblo, explotando a la gente para ganancia personal; y ellos decidieron matarlo. Así, en un insólito acto de amor, él permitió que lo mataran. En esa cruz él elevo una oración que cubrió las acciones desde el mismo huerto del Edén hasta el mismo fin de los tiempos. Pidió a su Padre que los perdonara, declarando que ellos no sabían a ciencia cierta lo que estaban haciendo. Ellos no sabían todo lo que pensaban que sabían, así como tampoco sabían lo profundo del
amor que se exhibía justo ante sus ojos. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). La expresión máxima de su amor: llevar sobre sí la cosecha de la muerte, y aboliéndola como consecuencia para siempre, restaurándonos a una relación personal con Dios similar a la que había en el huerto, y todo eso a la vez. ¡Qué amor es este! Y qué mejor tiempo y lugar para hacerlo; qué época asombrosa de la historia. Fue un tiempo y lugar en donde un pedazo de terreno de cómo 35 km de ancho por 150 km de largo, llamado Israel, era un puente de tierra que conectaba tres continentes. Fue un tiempo y lugar en donde un festival estaba en su apogeo, y muchas personas de muchos lugares se habían reunido en aquel punto para el festival. Fue un tiempo y lugar en donde los que se habían reunidos podían llevar consigo un asombroso mensaje de amor al regresar y de modo rápido a todo el mundo, debido a un asombroso sistema de carreteras implementado por un gobierno romano progresista. Antes de dar con su palabra existencia al tiempo, Dios planeó irrumpir en ese tiempo para restaurar una relación que nosotros trastornamos. Cuando se cumplió el plazo, él vino.
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Este es el punto: Él nos hizo para que les conozcamos y para darnos su amor. Así que su misión última era escoger más allá de sí mismo, dar amor; no simplemente vivir para sí mismo. Esa decisión no se ve mejor que en la manera en que nos mostró cómo vivir, en la manera en que nos mostró cómo escoger por quién o por qué viviríamos. Pablo escribió en Filipenses 2 que Jesús no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse. Más bien, lo dejó a un lado para vestirse de piel, para llegar a ser un ser humano, para andar entre nosotros, y morir una muerte vergonzosa. Todo eso, a fin de que podamos conocer de nuevo la vida en lugar de lo que llegamos a conocer en el huerto del Edén, cuando Adán y Eva comieron del fruto del árbol de sabelotodo y se echaron encima una carga que Dios nunca propuso para ellos. Incluso después de que Adán y Eva traicionaron las instrucciones de Aquel que sabía mejor cómo ellos podían vivir mejor, Dios mismo llevó sobre sí el fruto de la decisión de ellos. Amó, incluso en circunstancias nada favorables, a un pueblo que no necesariamente reciprocó su amor. Ahora nos llama a que escojamos amar a los demás de la misma manera. Dios quiere que repensemos nuestro vivir a fin de que amemos primero a Dios y a nuestros semejantes; a fin de que abracemos la misión que Dios nos
repensando su " vivir"
(Gál at as 4 : 4 ).
ha dado, en lugar de abrazar nuestros proyectos egocéntricos; a fin de que dejemos a un lado las cosas a las que nos aferramos porque pensamos que nos las merecemos; a fin de que demos nuestra vida conforme se nos da vida. ¿Y qué, verdad? Todas estas galimatías filosóficas suenan grandiosas, pero, ¿cómo cambia eso la forma en que vivo todos los días? Las siguientes son algunas sugerencias para las prácticas cotidianas que tal vez necesitemos repensar a la luz de los propósitos de Dios para nosotros y a la luz del amor intencional de Dios.
[b u e n o o m a l o]
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i repensamos nuestro vivir y abrazamos de todo corazón una vida que se vive más allá de nosotros mismos y se arraiga en los caminos de Jesús, entonces eso cambiará cómo definimos lo bueno y lo malo. ¿Alguna vez se ha detenido y pensado en esto? Tendemos incluso a ser egoístas en las maneras en que pensamos en lo bueno y lo malo. Tendemos a pensar de esto a nivel personal en lugar de a nivel de la humanidad. Antes de que me eche a un lado calificándome de estrafalario equivocado, escúcheme. Al presentar a sus oyentes el reto de repensar su vivir, Jesús contó un relato de un verdadero prójimo. Tal vez usted haya oído lo que se llama la parábola del buen samaritano. Se halla en Lucas 10. A un individuo, unos maleantes le roban y le dejan por muerto. Tres personas pasan por allí. El primero era un sacerdote; no hizo nada. El segundo era un levita; no hizo nada. El tercero fue un samaritano; él ayudó al hombre. He oído a muchos maestros enseñar este relato muchas veces. En su mayoría han dicho que se trata de un hombre (el samaritano) que hace lo que no se esperaba de él (porque los judíos y samaritanos eran vecinos encontrados), en tanto que dos individuos santos (ambos de naturaleza sacerdotal) que deberían haberse interesado en el hombre, no hicieron nada. No hay nada de malo con ese enfoque. Definitivamente es verdad en el relato; pero el siguiente es un ángulo diferente. No olvidemos la pregunta original planteada a Jesús. Un experto en la ley, en lo bueno y lo malo, se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” Jesús respondió con una pregunta: “¿Qué está escrito en la ley?” Muy buena pregunta para un experto en la ley. El hombre respondió, básicamente diciendo que había que amar a Dios y amar al prójimo. Jesús le dijo que hiciera esto, y viviría. Bastante sencillo.
repensando su " vivir"
En esta decisión que tengo que tomar, ¿qué debo escoger para hacer, de modo que Dios sepa que lo amo, y
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Así, el experto en la ley le preguntó al verdadero Experto en la ley si acaso habría un tiempo cuando el amor a Dios y el amor a las personas pudiera estar en conflicto. En otras palabras, Dios tal vez quiera que yo haga algo que se halla en la ley y que me prohibiría mostrar amor a otra persona. Es muy posible, basados en los personajes del relato con el que Jesús respondió, que el motivo del hombre era muy egoísta. Estaba buscando algún subterfugio, porque había personas a las que en realidad él no quería mostrarles amor, como los samaritanos. Jesús respondió con el relato del buen samaritano. Lo que es obvio en la narración es que el hombre a quien los judíos detestaban ayudó a un judío incluso cuando los mismos judíos no le ayudaron. Mirando más hondo, tal vez debemos darles algo de campo al sacerdote y al levita. Ellos estaban haciendo sólo lo que estaba escrito en la ley que debían hacer. Estaban evitando a un hombre que fue dejado por muerto porque pensaban que estaba muerto. De acuerdo a la ley, el hombre, si estaba muerto, era impuro. No debían tocarle; así que, siguieron de largo. ¿Cómo iban a saber si era samaritano o judío, herido como estaba? Hicieron lo correcto de acuerdo a la ley que conocían. Lo que Jesús en realidad parece estar diciendo era esto: En tanto que ustedes (los llamados expertos en la ley) gastan tanto tiempo tratando de hallar subterfugios en su lista de cosas para hacer o no hacer, hay una nación entera de personas que resulta que son sus vecinos (hablando como nación) a quienes ustedes detestan. Aquellos que ustedes detestan entienden “ama a tu prójimo” mejor que ustedes. Dejen de buscar un concepto de bueno o malo en su lista siempre creciente de reglas, y traten de determinar lo bueno y lo malo basados en el mismo mandamiento fundamental que ustedes aducen obedecer: ama a Dios y ama a tu prójimo. Dejen de saber tan bien su ley, y aprendan a conocerme. Así que Jesús cerró la conversación preguntándole al hombre cuál persona era un prójimo. El llamado experto en la ley respondió, probablemente a regañadientes, que el samaritano. Jesús dijo: “Anda entonces y haz tú lo mismo.” En otra ocasión a Jesús le preguntaron cuál era el más importante de los mandamientos de Dios. Él respondió de nuevo “ama a Dios y ama a tu prójimo.” De hecho, concluyó la respuesta con esta declaración: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:40). Si este es el caso, entonces ¿no es seguro decir que lo que es bueno y lo que es malo, lo que es acatar la ley de Dios y lo que no es, se pudiera discernir con una pregunta sencilla? Esta es la pregunta:
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Cartas Vivas
que las personas involucradas y que reciben el impacto sepan también que las amo? Recuerde que ya dije que tendemos a ser egoístas en la forma en que pensamos respecto a lo bueno y lo malo. Pensamos de eso a nivel personal. Pensamos de eso en términos de si nosotros tenemos razón o estamos equivocados, en lugar de en términos de si estamos haciendo bien o mal a otros con nuestras decisiones; si estamos amándolos o pensando sólo en nosotros mismos; si estamos pensando en cuanto al impacto de nuestras decisiones sólo sobre nosotros mismos, o sobre toda la humanidad. Esto tiene implicaciones muy prácticas para la forma en que repensamos nuestro vivir y cómo tomamos decisiones en la vida diaria. De súbito los Diez Mandamientos tienen sentido como mandamientos prácticos para vivir antes que simplemente como una lista de cosas para hacer o no hacer. Si usted necesita refrescar su memoria en cuanto a lo que son, puede hallarlos en Éxodo 20, en el Antiguo Testamento. Piense de esto de esta manera, en la práctica. Si amo a Dios, no traicionaré nuestra relación personal dándole mi adoración a alguien o algo diferente. Si amo a alguien, no le robaré. Si amo a mi prójimo, no codiciaré lo que tiene. Si amo a mi cónyuge, no le daré mi amor a otra persona en adulterio. Si amo a mi amigo, no mentiré. Llevemos esto al lugar de trabajo. Si amo a mi jefe y compañeros de trabajo, trabajaré duro a fin de no interferir en el progreso del equipo. Si amo a mi jefe y compañeros de trabajo, no les engañaré ni hablaré a sus espaldas, y especialmente no para provecho personal. Llévelo a cualquier aplicación que quiera. Hay quienes dicen que lo bueno y lo malo a veces puede ser blanco y negro, y que a veces hay áreas grises. Cuando uno piensa de lo bueno y lo malo basado en las estacas de “amar a Dios y amar a las personas,” blanco, negro y gris llegan a ser colores hermosos de relaciones personales íntimas y vida abundante cuando se toman las decisiones correctas, pero se vuelven soledad oscura y autodestrucción en espiral descendente cuando se toman las decisiones erradas. Se elimina el gris. Este principio de amor se puede aplicar a todas las situaciones, porque el amor es fundamental en toda situación. Así es como fuimos hechos. Ya no se trata de ser blanco o negro, sino de ser persona de amor o egoísta, en una relación personal que conecta o que desconecta.
[d ef i n i e n d o e l éxito]
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repensando su " vivir"
O
tra implicación práctica es esta: Si repensamos nuestro vivir y abrazamos de todo corazón una vida que se vive más allá de nosotros mismos enraizada en los caminos de Jesús, entonces eso influirá en la forma en que definimos el éxito en la vida. ¿Se define para usted el éxito por el logro personal o por el avance de otros? ¿Están los que lo rodean avanzando debido a la forma en que usted les entrega su vida? ¿Se define para usted el éxito por listas de verificaciones personales o vidas cambiadas? Tómese un minuto para leer Mateo 25:31-46. ¿Cómo se define allí el éxito? Como los cabritos, algunos enfocamos el llevar cuentas, definiéndonos nosotros mismos por listas de verificaciones. Tomamos nota de cuándo atendemos a alguien. Sin embargo, como las ovejas, algunos podemos mirar más allá de nuestras listas de verificación y acabar cambiando vidas sin notarlo. El fruto de este grupo se evidencia por el hecho de que, cuando el Señor les agradeció por lo que habían hecho, ellos preguntaron: “¿Cuando hicimos eso?” Jesús habló del éxito en términos de fruto; en otras palabras, en términos de lo que brota de nuestras vidas, haciendo que brote vida a nuestro alrededor. Habló de éxito como lo que produce nuestro vivir, antes que por lo que ganamos debido a nuestros propios esfuerzos en la vida. Las vidas de otros floreciendo serían la evidencia del verdadero amor derramado y amistad sincera vivida en la práctica. Sería una demostración de que hemos repensado nuestro vivir para que sea cristocéntrico y centrado en otros antes que absorbido en nosotros mismos. Las personas tienden a tener una definición del éxito como “ganar a toda costa.” Jesús tenía un sistema de valores “perder para ganar”: Pierde tu vida para ganar la vida (Lucas 9:24). Para él, el éxito se definía al vivir como enviado con el mensaje del amor de Dios. El éxito era rendirse a una misión más allá de uno mismo porque vivir así pone los intereses de otros como más importantes que uno mismo. Tenemos una necesidad alambrada por dentro de conectividad de unos con otros porque somos hechos a imagen de Dios. Él es amor, de acuerdo a Juan (1 Juan 4). Puesto que Dios es amor, y su amor es para cada uno de nosotros, y su deseo es que vivamos en comunidad de amor y sincera unos con otros, entonces viviremos en abundancia cuando disfrutemos de su amor mediante el amor de unos por otros. Esa clase de conectividad debe ser una característica definidora no sólo de nuestras vidas, sino también de la expresión local de cada iglesia.
[res u m e n ]
H
ablando de la iglesia, en el próximo capítulo, daré unas cuantas sugerencias en cuanto a repensar en la iglesia. Menciono esto ahora, porque la forma en que pensamos de nuestro vivir, y de lo bueno y lo malo, y del éxito tiene implicaciones significativas en la forma en que pensamos de la iglesia. A la luz de repensar lo bueno y lo malo, y repensar el éxito, y en preparación para el capítulo siguiente, permítame sugerir una definición de la iglesia tan sencilla como “personas que siguen juntas a Jesucristo.” Esto sería una definición más apta según el Nuevo Testamento, a diferencia del edificio en una esquina que tendemos a llamar iglesia hoy. Como individuos, debemos repensar nuestro vivir en el contexto de cómo nos relacionamos tanto en la familia de nuestra iglesia como en la cultura que nos rodea. También debemos, como personas que siguen juntas a Jesús, como su iglesia, vivir para más que nuestro propio sentido de bueno o malo, o de nuestros logros. Si vivimos como enviados, y por consiguiente más allá de nosotros mismos, entonces eso en realidad nos ayudará a aclarar lo bueno y lo malo, y nos impulsará a la clase de éxito para la que fuimos creados. Como la iglesia de Jesucristo tenemos una responsabilidad de ser la carta de amor de Dios para la humanidad. Por eso él empezó este movimiento que llamo la iglesia, hace como dos mil años, a fin de que nos amemos unos a otros como él propuso, como su pueblo, como su familia; y a fin de que hagamos mucho más que “ir a la iglesia,” sino que más bien seamos la iglesia para las personas que encontramos todos los días, amándolas como él las ama. Al repensar nuestro vivir, rindamos nuestras vidas para que sean las cartas de amor que Dios ha escrito y quiere que seamos; y que también repensemos la iglesia.
[CO N S I D E R E y C O N V E R S E ]
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Cartas Vivas
[1] ¿Cuáles son algunos ejemplos prácticos de cómo vivimos sólo para nosotros mismos? [2] ¿De qué manera 1 Juan 4:19 pone un cimiento para que entendamos cómo repensar nuestro vivir?
[3] A la luz del relato del buen samaritano, ¿cuál es la diferencia entre lo bueno y lo malo, y hacer bien o mal a otras personas con nuestras decisiones?
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repensando su " vivir"
[4] ¿Cuáles son algunas maneras prácticas en que usted puede poner en práctica una redefinición del éxito? Anótelas y comprométase a orar al respecto y a ponerlas en práctica.