La única manera de llegar a algunas de las islas del archipiélago filipino es por mar. y en pequeñas embarcaciones como el kayak.
por mar
Tras las huellas de Magallanes Recorrer el archipiélago filipino, compuesto por más de siete mil islas, es una aventura por territorios vírgenes, aguas salvajes llenas de mucha historia y de una naturaleza vasta y rica. texto y Fotos alfredo martínez fernández penas tres mil islas tienen nombre y un poco más de 800 aún se conservan vírgenes. Una forma de visitar este archipiélago es en kayak de mar, como fue mi caso. Explorar la selva filipina y las aguas que rodean estas islas con más de 200 millones de años de vida es un reto, en conjunto integran el “Cinturón de Fuego” que da la vuelta al Océano Pacífico, pasando por la Tierra del Fuego en Argentina, Nueva Zelanda y Japón. Esta zona tiene gran actividad volcánica. Hay cerca de 37 volcanes activos (como el Pinatubo, con 1780 metros de altura, el Mayón, considerado el cono más perfecto del mundo, y el Volcán Island, conocido por ser el más pequeño y peligroso del orbe). Descubierto por Fernando de Magallanes, este archipiélago es una de las ilusiones de los aventureros. Por ahí cruzaba la Nao de China en su viaje rumbo a Acapulco. 34
Llegué junto con un grupo a Manila, puerto histórico y multicultural, las distintas tradiciones se palpan en los barrios como el Quiapo, Santa Cruz y Binondo. Visita la Bahía de Manila que es la zona más antigua de la ciudad. En la iglesia de Quiapo contempla al Nazareno, un cristo negro. En el sur, dirígete al Parque Rizal (también conocido como Parque Luneta); esta también es la zona de los museos. Uno de los propósitos fue realizar el mismo recorrido que Magallanes, así que lo primero que hicimos fue explorar las islas de las Visayas, situadas en el corazón del Archipiélago Filipino; esta constelación de masas de tierra dispersas separa el Mar de Sulu al oeste del Mar de Filipinas al este. A las siete islas mayores (Bohol, Cebú, Leyte, Masbate, Negros, Panay y Samar) se le suman cientos de islotes separados por golfos, estrechos, mares y canales. Esta es una de las regiones más remotas y aisladas del archipiélago; casi no hay turismo, la selva
predomina y sólo parte del territorio es habitado por los Waray Waray, quienes van y vienen navegando a bordo de sus bancas (embarcaciones locales) por los ríos, que son las principales rutas de comunicación. Para aprovechar el tiempo y poder visitar lo más posible, optamos por regresar a Manila y ahí tomar un avión a Tacloban. Desde las alturas contemplamos las fumarolas del volcán Mayon, situado cerca de la ciudad Legazpi en la provincia de Albay de la isla de Luzón. Después de una hora de vuelo aterrizamos en el aeropuerto de Tacloban en la Isla de Leyte. Esta capital también es conocida como Dakuban. Cabe señalar que existe un monumento al General McArthur. Otros de los atractivos son el Capitolio y el Museo Español del Santo Niño.
Estas islas han sido escenario de películas como apocalypse now, la selva, las playas y la naturaleza son imponentes. Al recorrer estos sitios uno entiende y vive la palabra aventura.
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a rienda suelta
De ahí nos dirigimos a la isla de Sama, la tercera más grande del archipiélago, cuya característica principal son sus cocoteros, aroma que te invade. El recorrido lo hicimos en Jeepney (los jeeps Willys que dejó el ejército estadounidense). Seguimos la costa del Mar de Samar, paramos de Barangay en Barangay, como se les llama a los pueblos filipinos, desde Catbalogan, Calbayog hasta llegar a Catarman, donde descubrimos bellas playas. En Pambuyan iniciamos nuestra aventura tierra adentro, primero navegando en los ensordecedores Pumpboats por el río Catubig. Después de un par de días navegando y disfrutando de la hospitalidad de la gente llegamos el poblado de Gueguinta, donde iniciamos una caminata de una semana a través de la selva con el objetivo de conocer los pueblos Waray – waray, que habitan en los lugares más recónditos de la jungla. Para realizar cualquier exploración en la selva es necesario ir acompañado de guías locales. Primero visitamos el pueblo de las Navas, después continuamos hasta el poblado de Paco, a partir de esta zona la selva se vuelve tan densa que hay que ir abriendo paso con machete, las lluvias nunca cesan, el calor es intenso y la humedad es abrumadora. Después de pasar por uno de los puntos más altos de la Isla de Samar, marcado por el Monte Capotoan (850 metros de altura), descendimos al Barangay de Tarabocan del Rosario. Los habitantes viven en chozas construidas sobre pilotes separadas del suelo, para evitar los lodazales y la entrada de bichos, arañas, milpiés gigantes, culebras etc. Son muy
amables y grandes anfitriones: siempre te reciben con un plato de arroz, raíces de yuca, plátanos y brochetas de pollo. Decidimos descansar un día para luego marchar rumbo a la caverna de Sulpan (40 metros de altura y 25 de ancho), las enormes estalactitas semejaban la afilada dentadura de un cocodrilo, el cual devoraba la selva y de cuyas fauces salía una espesa neblina, el paisaje era de otra época, quizás del Jurásico. Luego, atravesamos de nuevo la isla de Samar hasta llegar a Borongan, donde recorrimos la costa Este visitando los apacibles y pintorescos poblados de Suribao, Balangkayan, Llorente, Mc Arthhur hasta llegar a la isla de Calicon, donde nos fuimos abriendo paso entre los cocoteros hasta llegar al paradisiaco poblado de Sulangan. Ahí nos quedamos dos días en
lo que conseguíamos un par de Subirans (veleros locales) para regresar navegando por el Golfo de Leyte hasta Tacloban, reviviendo una pequeñísima parte de la gran aventura de Magallanes. Nuestra travesía por el Golfo de Leyte nos tomó dos días. Nos maravilló la vista de grandes islotes como Binabasalan y Camoropudan. Para concluir nuestra expedición no podíamos dejar de visitar la isla de Cebú y Mactan, que tienen un papel fundamental en la historia de las Filipinas. De regreso a Tacloban abordamos el autobús rumbo a Ormoc donde nos embarcamos en el ferri que en dos horas nos llevó a la isla y ciudad de Cebú, conocida como la Ciudad Reina del Sur, la segunda en importancia después de Manila. Cuentan que aún antes de la llegada de los españoles el asentamiento de Zulú era una de las comunidades comerciales más importantes la cual recibía tributo de los juncos provenientes de Siam y China. Este, además, fue el primer poblado cristiano fundado en el archipiélago, símbolo del cristianismo es la réplica que contiene restos de la cruz dejada por Magallanes en 1521. Esta isla es un paraíso tropical y merece tomarse unos días más para disfrutar de sus playas (Sogod, Bantayan, Moalboal, Panagsama, Badian Island, Sumilon Island, Argao y Dalaguete) y arrecifes de coral ideales para practicar el buceo. Aquí finalizamos nuestra gran aventura en este conjunto de islas filipinas, donde hace falta más de un viaje para descubrir sus secretos. La navegación es una forma de vida en los pueblos filipinos. De esta actividad dependen su economía y su cultura.
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