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Construir Igualdad

Reconocer que las mujeres han estado relegadas de la industria de la construcción implica no sólo asumir que es difícil ver mujeres trabajando en obra (albañilas, herreras, pintoras, yeseras) sino que también es difícil ver mujeres dirigiendo técnicamente obras (arquitectas, ingenieras, técnicas y son poquísimas las mujeres titulares de empresas constructoras o en áreas de dirección. También están ausentes de la historia reciente de la arquitectura las precursoras o pioneras en la profesión, que sin embargo existieron.

Hoy, los tiempos son otros. Buscando “no atrasar”, grandes empresas proveedoras del sector desarrollador como las propias constructoras, abren líneas de estímulo a la inclusión de género. Y para confirmar que el proceso es sistémico y general, también profesionales, académicas, trabajadoras, obreras especializadas promueven el asociativismo entre mujeres y disidencias -unirse- para romper los techos de cristal que tanto conocen.

Dispuestas a mover fichas en un tablero demasiado estático por décadas, empujan una creciente inclusión de “mujeres en las obras” bajo diversos formatos que abarcan desde cooperativas y asociaciones civiles de oficios hasta influencers que enseñan por redes a colocar una ventana o armar desagües. Lo novedoso es que ya no son sólo iniciativas sociales o solidarias que crecen desde el pie. Grandes proveedoras del sector, multinaciones y regionales, apoyan con fondos, materiales, alianzas estratégicas y demás. ¿Moda, estrategia de marketing, nuevas políticas públicas, concientización o todo junto?

“Holcim nos premió como ConstruActoras por nuestro proyecto (ver aparte) pero también porque la empresa ha decidido impulsar la equidad de género como uno de sus objetivos 2030”, cuenta Alejandra Cabeza, lideresa de “@mujeresenobra junto a la arquitecta Georgina Arnhold. Juntas, aprovecharon la pandemia para planificar y la postpandemia para entrar en acción. Desde San Lorenzo, Gran Rosario, no paran de crecer: capacitan en oficios a mujeres y disidencias, realizan trabajos en obra y asumen cada tarea como gran autoexigencia, cuidando terminaciones y detalles para “marcar diferencia”.

“La realidad está cambiando más rápido de lo que podemos procesarla, estamos en un momento de transición pero hay datos objetivos. La construcción sintetiza la desigualdad de género, es percibida y naturalizada como masculina. Actualmente, el porcentaje de mujeres en obra es menor al 5% (promedio país), y en su mayoría son arquitectas y administrativas. Los oficios con expertise no abundan”, reflexiona Alejandra Cabeza de @ mujeresenobra.

Por otro lado, también de Santa Fe y con una segunda sede en Paraná, Entre Ríos, hace tres años nacía Mujeres a la Obra -los nombres son parecidos pero no iguales-, una asociación civil sin fines de lucro fundada por la arquitecta Ileana Rossi con el fin de lograr “relaciones más igualitarias en la construcción, teniendo como eje la educación”.

“Si bien la construcción es históricamente un ambiente muy masculinizado, consideramos que el cambio está sucediendo ahora, que somos una generación bisagra y que cada vez más gente se está sumando. No es fácil, pero es necesario”, resume la arquitecta Ana Belén Ramírez, voluntaria de la asociación civil. “Facilitamos cursos de oficios libres de arancel destinado a mujeres y disidencias, hasta ahora la experiencia ha sido intensa pero muy gratificante. Vamos registrando más de 250 asistentes entre los diferentes cursos de Paraná y Santa Fe y estamos con nuevas capacitaciones en ambas ciudades así que seguimos sumando”, cuenta la arquitecta Ramírez

Tecnología al servicio de la inclusión

“Creemos que hay un cierto obstáculo en la construcción tradicional por el tema de las cargas que debe soportar la persona que trabaja en esta actividad. Sin los sistemas livianos (Steelframe por ejemplo) no tienen esta dificultad, pero hace falta estar más capacitada y ser más prolija. Otra opción es eliminar pesos excesivos, en España por ejemplo se ha logrado dejar atrás la bolsa de (cemento) de 50 kilos”, cuenta la arquitecta Ramírez de Mujeres a la Obra. (En Argentina existe una ley que aún es letra muerta para erradicar la comercialización de cemento en bolsas de 50 kilos por sus consecuencias insalubres).

Alianzas con proveedoras y empresas

“Vemos cada vez mayor interés por parte de empresas y de fabricantes. Notamos como en este corto tiempo fue cambiando, está todo en proceso”, define Ramírez.

Y si bien reconoce que “hace falta desandar más camino para que haya más cantidad de mujeres que se animen a dedicarse a esto porque les gusta”, a la vez recuerda que van a encontrar “un grupo que las valore por lo que saben y por lo que son capaces de hacer sin que haya una vara distinta, más allá del género, o de su identidad u orientación sexual”.

El Instituto Politécnico de Rosario, por iniciativa de su Secretaría de Extensión, lanzó en junio una segunda edición del curso “Mujeres y Feminidades Albañilas” y logró el apoyo de Sebastiano Ladrillos, que tiene hornos en Alvear y en tres provincias más, fabricante de ladrillos artesanales. Tigre se ha sumado a capacitaciones en desagües de Mujeres a la Obra, Easybrick ladrillos, a las capacitaciones de Mujeres en obra y siguen las alianzas estratégicas que aúnan inclusión, ecología y sustentabilidad, pilares en los que la industria de la construcción ya decidió apoyarse.

Para contactarte: @mujeresenobra y @mujeresalaobra en Instagram

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