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Al Profe... con cariño
from Juan Rulfo - Nigromante Mayo 2017
by Nigromante. Revista de la DCSyH, Facultad de Ingeniería, UNAM.
Por Hugo Germán Serrano Miranda
El pasado miércoles 5 de abril se inauguró la muestra Mejor la verdad: Heberto Castillo Martínez en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), con el objeto de conmemorar a este gran señor con motivo de su 20vo aniversario luctuoso. Éste acto se considera como una manera adelantada de dar inicio a la celebración de los cincuenta años del movimiento estudiantil de 1968, pues Heberto Castillo está íntimamente ligado a ese hito que marcó el rumbo contemporáneo del país y que en 2018 cumplirá medio siglo.
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La gaceta UNAM, en su edición del 20 de abril de 2017, dedicó un espacio para publicar una breve semblanza de este ejemplar profesor universitario, luchador social involucrado en el movimiento estudiantil del 68, pintor, fundador del partido político PMT (Partido Mexicano de los Trabajadores), candidato a la presidencia y además…ingeniero egresado de nuestra Facultad.
Hoy más que nunca la obra de Heberto Castillo y su quehacer social están vigentes en todos sus ámbitos, constituye la obligada pedagogía de ética que todos los universitarios debemos aprender y llevarla a la práctica, sobre todo en estos tiempos, estos terribles momentos por lo que atraviesa nuestra nación convulsionada por la ignorancia, violencia, corrupción, indolencia y rapacidad de nuestros gobernantes, terrible pesadilla que se convierte día a día en la más triste realidad cotidiana de nuestro México.
Recuerdo muy bien el mes de septiembre de 2003, cuando el Ing. Francisco Guerrero Luttherot (qepd), invitó a varios profesores de diferentes facultades de la UNAM a participar en una publicación especial que estaría dedicada como homenaje al Ing. Heberto Castillo, con motivo de su quinto aniversario luctuoso. La publicación se llamó Trascendencia histórica 1928-1997, fue publicada por Editorial Comunicación Política el 24 de octubre del mismo año. El diseño y la edición estuvieron a cargo de Arturo Rodríguez Pineda y Samantha Sánchez Martínez.
La nostalgia de éste pasaje, a distancia de quince años, me llena de satisfacción pues tuve el agrado y la gran oportunidad de participar al llamado de esta convocatoria.
Agradezco la gentileza de mis amigos del boletín del Nigromante, por brindarme la oportunidad en este espacio para reproducir el artículo que escribí en ese momento y que se publicó en octubre del mismo año.

Heberto Castillo, cayó en nuestra Facultad de Ingeniería como manzana newtoniana, como manzana irreverente libre de pecado, como fruto que inspira pensamiento fresco, inteligente y honesto. Mi profe nunca calló ante la injusticia, la intolerancia y el autoritarismo es por esto que no cayó del cielo pues solo de este lugar pueden caer los ángeles carentes de alas rebeldes. Heberto, desciende del árbol generoso que siempre brinda frutos espirituales: sueños, esperanzas, fe y locuras, es por ésta razón que su espíritu heredó intensamente estos aleccionadores encantos.
En la obra de Octavio Paz, siempre está presente la magnificencia del árbol: este ser vegetal humilde y orgulloso cuya principal virtud es estar anclado con firmeza en la profundidad de la realidad terrenal, al respecto, en una carta que éste poeta le escribió a Elena Poniatowska, expresó con tristeza y sinceridad que la pedagogía de los árboles es mucho más aleccionadora para los hombres que la escrita en los libros.
La pedagogía de Heberto, está inspirada en los árboles que arrojan frutos en lugares donde hace falta la ética de la libertad, donde hace falta el amor por los demás, donde hace falta la entrega desinteresada. Alimentarse con ésta fruta eternamente fresca, transforma a los comensales a cometer locuras como construir los medios y condiciones para que todos los hombres no solamente puedan elegir su vida sino realizar lo que elige, a enseñar que las tareas cotidianas se realizan con el corazón, con el alma, siempre con el ánimo alzado. Con ganas de vivir, no por ser el mejor de todos… sino por hacer lo mejor, amar y aceptar al semejante, no como otro sino como diferente.
El gran legado que nos deja Heberto, está inspirado en locuras esperanzadoras y disidentes ya que su fortaleza y razón siempre descansaron en un gran principio que postuló Eugene lonesco: ‘La razón es la locura del más fuerte’. Ésta locura tiene su mérito…en virtud de su muerte y la cruel indiferencia en esta Facultad ante su obra social lo convierte en la conciencia de los ingenieros.
Jamás olvidaremos tus palabras, tu seguridad, tu sonrisa; siempre oportuno con la ironía adecuada para relajar y destensar situaciones, siempre de buen humor, característico de su tierra jarocha que lo vio nacer en 1928.
Nunca olvidaremos que fuiste padrino de la generación de estudiantes 66-70, en aquellos tiempos del inolvidable movimiento estudiantil del 68, en aquellas revueltas cuando junto con José te encarcelaron en Lecumberri, esta añorada generación siempre recordará tus palabras llenas de pasión y sinceridad cuando les dijiste: Acepto emocionado ser padrino de ustedes porque la solicitud proviene de seres limpios y honestos especialmente por ser jóvenes…yo también soy joven porque soy limpio y aunque sufro, la cárcel también me honra, pero la solidaridad de ustedes me prodiga… me fortalece.
Pensar en Heberto, es no olvidar su mirada tierna e inteligente que penetra el alma. Pensar con cariño en mi profe es: no olvidar que aún existen jóvenes que no se doblegan ante el fatalismo de la indolencia y el oportunismo hipócrita, pensar en el maestro es recatar su aleccionadora pedagogía de árboles, es pensar que murió a los 68 y este fatídico número jamás se olvidará.
Heberto, aún vive en nuestros corazones, todavía pervive su discrepancia que es la esencia de esta Universidad Nacional y también la de sus árboles universales.
¡Viva la discrepancia, porque es el espíritu de la Universidad!, ¡Viva la discrepancia porque es lo mejor para servir! (Javier Barros Sierra).
En esta División de Ciencias Sociales y Humanidades, hay tres profesores que estuvieron muy cercanos a éste incansable luchador social, en diversas circunstancias: en el encierro, en las revueltas y en los momentos de reflexión, van dedicadas estas líneas a: Salvador Ruiz Villegas, a José Sánchez y Pedro Alcántara. Amigos entrañables, prudentes y serenos, de espíritu burlón y de alma inquieta.