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Jvier Barros Sierra

© Javier Barrios Sierra

Por Jaime Hernández

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Cuando alguien ocupa un cargo importante, debe ser y hacer más de lo que su profesión indique. Javier Barros Sierra es un claro ejemplo de esto, ya que no sólo fue ingeniero, sino que también fue educador, matemático y servidor público.

Nació el 25 de febrero de 1915 en la Ciudad de México, siendo hijo de José Barros Olmedo y María de Jesús Sierra Mayora, y nieto de Justo Sierra (fundador de la Universidad Nacional Autónoma de México). Realizó sus estudios en la Escuela Alberto Correa, en la Secundaria 3, en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Facultad de Ciencias y en la Escuela Nacional de Ingeniería.

En su vida se desempeñó tanto en el sector privado como en el público. En el primero, se destacó por ser fundador de la empresa ICA (Ingenieros Civiles Asociados) y por su participación en ECSA (Estructuras y Cimentaciones). Como constructor participó en el Mercado de la Merced, en el proyecto de ampliaciones de Ciudad Universitaria y en los conjuntos Lafragua y Reforma. En el sector público se desempeñó en diversos cargos, siendo el primer Secretario de Obras Públicas (1958-1964), director del Instituto Mexicano del Petróleo (1966), director de la Facultad de Ingeniería (1955-1958) y también Rector de la UNAM (1966-1970). Durante su periodo se dio el movimiento de 1968.

Bajo su tiempo como rector de la Universidad se cambiaron los planes de estudio anuales a planes semestrales a nivel licenciatura. Dentro de sus proyectos figura la fundación del Centro de investigación en materiales en 1969 y de la Comisión de Nuevos Métodos de Enseñanza, en 1969. Gracias a él se cambió la forma de entrar a la universidad, pues en su periodo surgió el “pase automático” de bachillerato a licenciatura.

© Javier Barrios Sierra

Uno de los objetivos más grandes de Barros Sierra era el propiciar una formación completa, es decir, que incluyera conocimientos técnicos y humanísticos. Ejemplo de ello fue el apoyo que dio al desarrollo de la OFUNAM y la inclusión de asignaturas sobre estética y bellas artes al plan de estudios de la Escuela Nacional Preparatoria.

Después del bazucazo a la puerta de San Idelfonso por parte del ejército, el 29 de julio de 1968 mandó a izar la bandera a media asta en Ciudad Universitaria y se organizó con los estudiantes. Esto llegó a su máximo el primero de agosto del mismo año, cuando encabezó una marcha de CU a Félix Cuevas, siguiéndolo cientos de personas. Tanto al comenzar la marcha como al terminar, dio emotivos discursos en defensa de la autonomía universitaria. Debido a varios ataques personales, trató de renunciar a la rectoría en 1968, sin embargo, no aceptaron la renuncia y continuó asumiendo su cargo hasta 1970.

La actitud del rector durante el movimiento del ‘68 fue de rechazo a la represión del gobierno, exigiendo el respeto a la ley. En su postura dejó claro que tenía un interés particularmente moral. Su oposición al gobierno surgió porque consideraba las acciones de este fuera de escala y de carácter inmoral. Continuamente defendió el derecho de los estudiantes a estar en desacuerdo y censuró el autoritarismo del gobierno presidencial.

Javier Barros Sierra fue un personaje que brilló en su momento por sus acciones y convicciones, al igual que por los cambios y obras que desarrolló en los sectores donde participó, así como, desde luego, por la forma en que mantuvo su postura ante el gobierno presidencial del 1968. En realidad, fue, con justicia, uno de los rectores más queridos de la Universidad. Prueba de ello es que el auditorio del edificio A de la Facultad de Ingeniería lleva su nombre, y hay un monumento dedicado a él a escasos metros del Edificio de Rectoría. En mi opinión, es símbolo y recordatorio de que no debemos limitarnos al quehacer de nuestras profesiones, sino que también debemos plantearnos que es importante defender nuestra postura ética y política.

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