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Viviendo el 68 desde dentro

Por Pedro Alcántara Aguilar

AL CHE

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(Fragmento) Yo tuve un hermano No nos vimos nunca pero no importaba. Yo tuve un hermano que iba por los montes mientras yo dormía.

Julio Cortázar

El joven rebelde de 1968

Según Enrique Krauze, el prototipo de joven rebelde de 1968 habría nacido a mediados de la década de los cuarenta. Habría estudiado en la Escuela Nacional Preparatoria, donde habría tomado sus primeros contactos con la política y el marxismo gracias a Escucha Yanqui o Los marxistas de C. Wright Mills. De la preparatoria habría pasado a la UNAM y se habría convertido en un acérrimo defensor de la revolución cubana. Alguno habría recibido clases en las facultades humanísticas de algún miembro de la generación de Medio Siglo. No dudaría de cargar bajo el brazo un ejemplar de Siempre! como si fuera un escudo o una marca de clase. Para entonces, nunca escucharía los discursos de Fidel Castro ni soñaría con viajar a Cuba; prefería apasionarse por la vida del Che y Trotsky. A partir de 1967 leería a Marcuse, en traducción de Juan García Ponce. Devoraría las páginas del boom y al Octavio Paz de Corriente Alterna. Se rebelaría contra la guerra de Vietnam y admiraría, desde luego, a Monsiváis.

Citado por Jorge Volpi, en La imaginación y el poder, Ed. ERA. 1998.

© La masacre de 1968 que ocultó el Estado/ Tribuna

El movimiento

Le llamamos “movimiento” a una expresión multitudinaria, en este caso particular, de jóvenes estudiantes que deciden expresar públicamente su inconformidad con algo que ha afectado sus derechos, e incluso, su vida, así como la de miembros de su comunidad.

En la semana del 23 de julio de 1968, por una gresca entre estudiantes de una vocacional y de una escuela preparatoria particular, el director de una de esas escuelas llamó a la policía y, enseguida, se presentó un batallón de granaderos (policía antimotines del Distrito Federal) y reprimió en forma muy violenta a los estudiantes (sobre todo del IPN). Muchos resultaron heridos y otros más fueron detenidos. Los estudiantes del IPN de inmediato respondieron haciendo asambleas y exigiendo la liberación de los detenidos (que desde ese momento se les llamó “presos políticos”. Aunque en la cárcel ya había sujetos con diez años de prisión, líderes de movimientos sociales que ocurrieron antes de ese año).

En los días siguientes, se dieron diversas manifestaciones de estudiantes en contra de la violencia de la policía en el centro de la ciudad y se registraron actos de represión que culminaron el 26 de julio con la presencia del ejército en la zona, pues los granaderos no pudieron contener las protestas.

© Armored cars at the “Zócalo” in Mexico City in 1968 / Wikipedia

Los estudiantes se refugiaron en el edificio del Colegio de San Idelfonso (que en ese momento albergaba por la mañana a la Escuela Nacional Preparatoria No. 1 y, por la tarde, a la Escuela Nacional Preparatoria No. 3). El ejército, para ingresar al edificio a reprimir y llevarse presos a los estudiantes, con una bazuca tiró una puerta (del siglo XVI). En cuanto entraron, los militares golpearon a todo aquél que se encontrara ahí, manifestantes o no, sin importarles si eran estudiantes, profesores o trabajadores.

Así, en las escuelas del IPN y de la UNAM se inició una huelga, con la exigencia de que se dejara en libertad a los estudiantes detenidos y que se indemnizara a los familiares de estudiantes muertos y heridos. No se recibió respuesta de las autoridades y en los medios de comunicación e instancias de gobierno se criminalizó al movimiento estudiantil, calificándolo de subversivo y comunista. El movimiento de huelga se generalizó en todas las escuelas y facultades del IPN y de la UNAM, para extenderse luego a otras universidades (una que otra privada y otras estatales en gran parte de la República).

Debe entenderse que el movimiento fue una respuesta a la represión y que en las discusiones que se dieron en las asambleas y en el Consejo Nacional de Huelga (CNH), un organismo de dirección en el que se dio el movimiento con representantes de todas las escuelas, se llegó a la conclusión de que el carácter del Estado mexicano era represivo y antidemocrático. Y aunque las demandas que se expresaron en el pliego petitorio no exigían la democratización del país, sino solo respuestas de carácter inmediato para responder a la violencia y a la represión, sí estaba en el espíritu del movimiento lograr que hubiera libertades y se respetaran los derechos de los ciudadanos.

Señalado de manera explícita en el comunicado del CNH que se publicó en el mes de agosto, lo que se podía concluir es que el movimiento estudiantil de 1968 fue el inicio de un largo camino de la sociedad mexicana por lograr la democracia y la libertad.

Comunicado del CNH:

A la opinión pública, a los maestros, estudiantes y autoridades educativas. Los últimos días han sido de angustia y tensión para el pueblo de México. La violencia y la agresión asaltaron al Instituto Politécnico Nacional y a la Universidad Nacional Autónoma de México. Esta situación fue desatada por la actitud histérica y absurda de un cuerpo policiaco a todas luces antidemocrático, desprestigiado e irrespetable, por sus continuos atropellos a toda la población, que por lo mismo no inspira, ni tiene autoridad moral para imponer orden alguno. Los estudiantes no hemos hecho otra cosa que oponer la razón a la violencia, de la cual hemos sido objeto. No es la primera vez que el cuerpo de granaderos reprime salvajemente a los estudiantes, tampoco es la primera vez que el ejército pisotea nuestros más altos centros educativos: Morelia, Tabasco, Sonora, etc., actúa con mayor saña y se respeta menos la constitución por parte de la autoridades. La libertad está cada día más reducida, más limitada y se nos está conduciendo a una pérdida total y absoluta de la libertad de pensar, de opinar, de reunirse y de la libertad de asociarse.

Los estudiantes estamos hartos de las campañas de calumnias y mentiras por parte de la gran prensa nacional, la radio y la televisión. Estamos cansados de este clima de opresión. Evidentemente estas situaciones conducen en todos los sentidos a un atraso progresivo del país. Por el contrario, las protestas activas de los estudiantes son críticas sociales que siempre llevan un contenido de justicia y libertad, porque son esencialmente verdaderas. Queremos subrayar que somos conscientes de que la razón y la cultura siempre se imponen a la barbarie y la opresión. Galileo se impuso a la inquisición y al obscurantismo, Belisario Domínguez combatió la usurpación y la opresión y nos dio un ejemplo de firmeza y valor civil. Nos consideramos sucesores dignos de la mejor tradición de defensa y desarrollo de la cultura, la justicia social y exigimos garantías jurídicas suficientes para todos los participantes de este movimiento.

Estos últimos acontecimientos nos han demostrado que el estudiantado está presente y dispuesto a no permitir que en el país prospere un clima de represión y de violencia. Los estudiantes exigimos a las autoridades correspondientes la solución inmediata de los siguientes puntos:

1. Libertad a los presos políticos.

2. Destitución de los generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea, así como también al teniente coronel Armando Frías.

3. Extinción del cuerpo de granaderos, instrumento directo en la represión y no creación de cuerpos semejantes.

4. Derogación del artículo 145 y 145 bis del código penal federal, delito de disolución social, instrumentos jurídicos de la agresión.

5. Indemnización a las familias de los muertos y a los heridos que fueron víctimas de las agresiones desde al 26 de julio en adelante.

6. Deslindamiento de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades a través de la policía, granaderos y ejército.

Consejo Nacional de Huelga

Fuente: Documental El grito. Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Difusión Cultural, Dirección general de actividades cinematográficas. Dirección: Leobardo López A. C.U.E.C.

© Un grupo de detenidos el 2 de Octubre de 1968/ La marea

El movimiento siempre expresó su disposición a dialogar con el gobierno públicamente; pero este diálogo no se concretó nunca.

El rector de la UNAM, el Ing. Javier Barros Sierra (que siempre defendió la autonomía de la UNAM y se solidarizó con el movimiento estudiantil) comunicó a finales de septiembre al CNH que el gobierno había comisionado a dos representantes para iniciar el diálogo y, en una reunión que se realizó en la rectoría de la UNAM (a la que asistieron el 1º de octubre de 1968 los representantes del gobierno y del CNH), se comunicó por aquellos estudiantes que el CNH estaba en la mejor disposición para dialogar, siempre y cuando tal diálogo fuera público. No hubo más acuerdos y los representantes del gobierno se llevaron la propuesta.

El 2 de octubre de 1968, en la explanada de la unidad habitacional Nonoalco en Tlatelolco (conocida como Plaza de la Tres Culturas), se realizó un mitin convocado por el CNH para informar a los estudiantes de la reunión con los representantes del gobierno.

El gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz no solo incumplió ese día su ofrecimiento de diálogo, sino que respondió con gran violencia, utilizando un grupo paramilitar que se denominó “Batallón Olimpia” y unidades del ejército mexicano. Se asesinaron cientos de estudiantes y asistentes al mitin que, vale decir, en ese momento asistió una gran cantidad de personas y organizaciones que se sumaron al movimiento. Se apresaron también a un gran número de personas, particularmente a los representantes del CNH que estuvieron presentes en dicha reunión.

© Un grupo de detenidos el 2 de Octubre de 1968/ La marea

Esto hizo que el movimiento se replegara. Sin embargo, siguió habiendo reuniones de estudiantes, pero ya no en forma masiva. A los representantes del CNH apresados y otros (incluyendo profesores que se sumaron al movimiento) que fueron apresados en los siguientes meses, se les acusó de diversos delitos y estuvieron presos por más de tres años.

El CNH siguió emitiendo comunicados. En las escuelas y facultades se inició la discusión de la conveniencia de regresar a clases, y el mismo rector de la UNAM, que ya había hecho varios llamados al estudiantado con ese fin, lo reiteró. En el mes de diciembre algunos planteles empezaron la reanudación de clases. En enero de 1969 prácticamente se terminó la huelga.

Vale decir que, aunque no se lograron de inmediato las exigencias del pliego petitorio, el movimiento estudiantil de 1968, como se dijo antes, fue el inicio de un proceso de largo aliento que aún continua, por la democratización de nuestro país y por las libertades y derechos del pueblo de México.

Dentro de las muchas vidas que se perdieron y que merecen un lugar en nuestra memoria, quisiera recordar la de Ernesto Macías, gran compañero y amigo. Personalmente, quisiera recalcar que este movimiento nos hizo crecer como ciudadanos conscientes y nos impulsó a seguir participando en los movimientos sociales que se dieron en el país (y que se siguen dando).

Quienes estuvimos dentro del movimiento entendimos que la vida tiene más objetivos que nuestros fines personales; que somos miembros de la sociedad y de la humanidad, además de que como ingenieros y profesionistas tenemos la misión de aplicar nuestros conocimientos y habilidades en beneficio de la sociedad, particularmente de los más vulnerables.

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