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De ingenieros, poetas y locos, todos tenemos un poco.
from 15 de Septiembre - Nigromante Septiembre 2016
by Nigromante. Revista de la DCSyH, Facultad de Ingeniería, UNAM.
De ingenieros poetas y locos, todos tenemos un poco.
Por Yusura Bulhusen
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Actualmente se cree que la filosofía y las artes nada tienen que ver con la ciencia, que ésta última requiere de más empeño y conocimientos que las primeras. Además, las humanidades han sido tachadas como inservibles y aburridas, incapaces de generar personas económicamente productivas. Pero, ¿qué pasaría si un hombre dedicado a la ciencia, o más específicamente a la ingeniería, se dedicara también a escribir?, ¿Cuál sería el resultado de combinar la genialidad de la ciencia con la magia de la literatura?
La respuesta a estas preguntas es asombrosa y en esta ocasión la resumiremos en tres nombres: Jorge Cuesta, Fiodor Dostoyevski, y Vicente Leñero.
El primero, Jorge Mateo Cuesta Porte-Petit, nació el 21 de septiembre de 1904 en Córdoba, Veracruz. Estudió Ingeniería Química en la Facultad de Ciencias Químicas y más tarde comenzó a relacionarse con algunos miembros del grupo de Los contemporáneos, quienes en 1930 lo acogieron y nombraron El alquimista. Su trabajo como ensayista ha logrado mayor reconocimiento que su obra poética. Cuesta es considerado como un escritor inteligente y decidido; un ensayista crítico y polemista; un poeta experimental, pero a la vez intenso y revelador, que plasma mediante versos su imposibilidad de vivir la vida y la reivindicación de una condición humana comprometida a la muerte. Canto a un dios mineral, representa su trabajo poético más destacado, en el que el autor habla de las relaciones entre el hombre y la naturaleza y de la naturaleza con la naturaleza, el encuentro consigo mismo y la muerte.
Si viajamos a las inmediaciones de Europa y Asía, para ser exactos a Rusia, encontraremos al inolvidable escritor Fiodor Dostoyevski, ícono de la literatura universal, quien se interesaba por lo extraño, lo dramático y lo real, pero improbable al mismo tiempo. Partiendo de circunstancias de la vida cotidiana, Dostoyevski describe en sus obras la condición humana y además, reconstruye lo excepcional y extraordinario. Se trata de un escritor ambivalente, cuya obra vacila entre lo real y lo simbólico, lo natural y lo mítico, respondiendo con regularidad a la protesta de orden social, siempre mediante un pensamiento ético.
Antes de convertirse en escritor fue ingeniero militar, se enamoró de la literatura tras realizar la traducción de una novela de Honoré de Balzac, con la que pretendía cubrir una deuda a un usurero. Abandonó el ejército para seguir el camino de las letras dejándonos como legado novelas extraordinarias como: Pobres gentes, Crimen y castigo, El jugador, Diario de un escritor y Los hermanos Karmazov, entre otras grandes obras.
Finalmente, para cerrar con broche de oro ésta mini lista de ingenieros-escritores, regresamos a México, lugar de nacimiento del excepcional Vicente Leñero, uno de los escritores mexicanos más innovadores y provocativos de su generación. Leñero estudió Ingeniería Civil en nuestra Máxima Casa de Estudios, posteriormente
inició la carrera de Periodismo en la escuela Carlos Septién García. Ha incursionado en prácticamente todos los géneros literarios: cuento, novela, cine, teatro, crónica y televisión (aunque en poesía en menor grado), destacando en cada uno de ellos como un autor profundo y reflexivo. Sus obras dejan ver la influencia que dejó
su paso por la Facultad de Ingeniería sobre su pensamiento, prácticamente trasmutado en un hambre feroz de contarlo y escucharlo todo, de poner siempre en evidencia la verdad y privilegiar la libertad. Leñero cuenta con una vasta lista de textos en los que se ha destacado su novela Los albañiles (1963), con la que prácticamente inicia su carrera literaria y con la cual dejará huella en la historia de la literatura mexicana.
Ésta es una pequeña probadita de las grandes aportaciones de los ingenieros en la literatura, si se adentran en la obra de los escritores mencionados descubrirán las maravillas de encontrar el equilibrio entre la ciencia y las humanidades. Así que no sean tímidos, nigromantes, comiencen a compartir el lápiz con el que resuelven sus ecuaciones matemáticas con la literatura y empiecen a crear su propio universo de letras.