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Junto a la ventana

Junto a la ventana

por: Santiago Villanueva A.

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El reloj de la estación marcaba las 18:27 del último viernes de noviembre. Las caras largas de la gente se podían ver en cada dirección. Los murmullos de las pláticas se cruzaban con la voz del vendedor de palanquetas que trataba de cruzar de un lado a otro del vagón. Algunas personas comenzaban a cerrar sus ojos tratando de aliviar el cansancio de la semana, algunas, otras, el cansancio de vivir. El lugar se volvía más concurrido al pasar cada estación. El vagón dejaba abiertas sus puertas por más de cinco minutos, la gente buscaba distracción en alguna conversación pérdida de sus celulares, otros trataban de entender el libro que llevaban entre manos. Ante la inmovilidad del tren, las caras de frustración inevitablemente comenzaron a aparecer. Un señor golpeaba las paredes tal vez para llamar la atención, o tal vez una parte de él le indicaba que así por fin avanzaría. Otros tantos observaban con mirada de asco a la gente que ineludiblemente los empujaba por todos lados, como si los de su misma especie comenzarán a enfermarlos. Y ahí, sentados junto a la ventana, estaban ellos; mirándose a los ojos como dos tontos. Se sonreían, cruzaban palabras que terminaban con un beso en la mejilla cada vez más cerca de la boca. Ambos sabían que sus labios se buscaban. Se besaron hasta perder la cuenta; se besaron tanto que parecía que hacían el amor únicamente con sus bocas. La gente los miraba con ojos de envidia y ellos, cuando abrían los suyos, sólo miraban las pupilas del otro. Lo que pasaba alrededor de ese par de asientos parecía no importarles. Ella se recostaba en su hombro mientras él mantenía la mirada perdida entre la gente, pero en ningún momento soltó su mano, comenzó a juguetear con ella hasta que la tomó firmemente y le dio un beso, de esos que truenan. La chica sólo sonreía, se sentía dichosa; aquél era el rostro de la mujer más feliz del vagón, del tren, de toda la línea, de todo el país. El camino se hizo largo para todos, menos para ellos, los que estaban junto a la ventana.

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