SONDOKIOSKO ¿Y si pensáramos en los palcos como cajas de música, cajas oscuras o cajas para títeres?
«…Cuanto más se retrasa la construcción de un buen kiosco para conciertos, tanto más crece el deseo popular. ¿Es acaso obra tan indispensable que el público no esté sin él satisfecho?. Parecerá una paradoja, pero tiene la evidencia del hecho: pueblos donde no existen asilos, ni hospitales, ni locales higiénicos para escuelas, tienen sin embargo kiosco para sus bandas y para las agenas [sic.], que de todo hay ejemplos. O declaramos insensatos a estos pueblos o de lo contrario reconoceremos que sus obras obedecen a sus necesidades. La música tiene su fundamento en una facultad natural, satisface un apetito de la sensibilidad. No solo de pan vive el hombre, se ha dicho: por el influjo benéfico que ejerce este arte ha sido ya divinizado por los pueblos más cultos de la antigüedad… No bastaba a Apolo su arte, hubo que fingirlo de febea hermosura: he aquí otra enseñanza. El pueblo ve en el palco de conciertos un monumento artístico elevado para sublimar un arte que le encanta y seduce, quiere rendir tributo a lo que le satisface y va en su entusiasmo hasta la apoteosis. Al pueblo en nombre de la cultura podrá negársele una plaza de toros, pero nunca un templo de Euterpe.» Francisco Javier Martínez Santiso. Palco de la Música de Betanzos, 1913 (Cit. Anuario Brigantino 2009, nº 32 Alberto Erias Morandeira)
Un paisaje necesita ser poblado. En el ecosistema rural hay muchos bienes que conservar. Los palcos de la música son elementos únicos que están desapareciendo por causa del abandono. La evolución de la escena musical giró alrededor de estas construcciones de piedra con cubierta, la cual tiene una doble función: por un lado para guardarse de las inclemencias meteorológicas y por otro para lograr una buena acústica. Su origen se remonta a la segunda mitad del siglo XIX y fue sufriendo modificaciones con el paso de los años, en su tipología y forma y adaptándose a las necesidades de las formaciones musicales (primero los palcos circulares para las bandas de música; segundo los horizontales para las orquestas). Históricamente los palcos se convierten en símbolos intencionados de las fiestas patronales, ya que el resto del año no se les da continuidad con la puesta en marcha de conciertos regulares. Poco a poco las orquestas fueron saliendo de los palcos, quizás porque sus instalaciones necesitaban de un montaje más complejo. Comenzó entonces la competición por ser las mejores y más dotadas, “siendo tal el éxito que prácticamente a día de
hoy casi todos los grupos y orquestas de Galicia cuentan con su propio escenario móvil, liberando de este modo a las comisiones de fiestas de la realización física de este elemento primordial para la celebración de cualquier verbena popular”, según palabras de Xaime Fandiño1. Y mientras, los lindos palcos quedan en el olvido y muchos son trasladados o destruidos. La historia se abandona y se retira, una vez más, de la memoria de los pueblos. Las fiestas continúan vivas pero los palcos muertos. Nosotros justificamos la puesta en marcha de la “conservacción” de este patrimonio a partir de la importancia de la recuperación de la memoria histórica, de los usos y de la recuperación de la funcionalidad de los 1 Fandiño Alonso, X. Do palco ao escenario. Unha aproximación analítica á industria da música nas festas populares de Galicia. Equipo Canal Campus de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Santiago de Compostela con patrocinio de la Agencia Gallega de las Industrias Culturales (AGADIC).
palcos, de la necesidad real que las parroquias tienen de revivirlos de multitud de modos y adaptándose al mundo contemporáneo. Hay palcos que reciben un uso puntual en temporada estival, durante las fiestas locales, con conciertos dominicales de bandas de música o grupos folclóricos; sin embargo las orquestas los sustituyeron por palcos móviles con unas condiciones técnicas que superan a las de los antiguos palcos. Las orquestas no tienen que desaparecer, pues la verbena no es tal sin ellas, pero es posible mantener el uso de los palcos a partir de nuevos usos, de nuevos códigos en el espacio público y sonoro y de los habitantes de las parroquias. Nuestro objetivo es la puesta en valor de un patrimonio en peligro, en desuso y riesgo de desaparición: los palcos de la música también conocidos como kioskos o templetes. Tal objetivo se construye a partir de acciones participativas que recuperen la memoria histórica, el patrimonio material e inmaterial y la funcionalidad del artefacto en clave de “conservactivación” del espacio público. Se propone reconstruir la identidad de una zona geográfica a través de la memoria colectiva y diseñar un espacio de socialización y cooperaciónn donde todos los actores involucrados sientan la necesidad, la inquietud y las ganas de poner en marcha la acción y disfrutar de ella de un modo sostenible, logrando que se mantenga en el tiempo. Todo esto en base a las necesidades de la comunidad protagonista. Siendo los beneficiarios las comarcas, parroquias, ciudades de Galicia y sus habitantes. ¿De qué manera? produciendo nuevas piezas a partir de diferentes disciplinas y campos de creación (exhibiciones, creaciones, encuentros, producciones, talleres, clases, performance, conferencias, exposiciones, juegos y actividades lúdicas, mercadillos, literatura, arte urbano y otras muchas manifestaciones).
Las inspiradoras fotografías de Luís Díaz Díaz y su proyecto Music Boxes nos muestran diferentes tipologías de palcos construidos entre los años 60 y 70. Algunos podemos imaginarlos como cajas oscuras donde proyectar material audiovisual; otros cajas de música donde danzar, bailar, tocar o cantar; o cajas donde títeres se mueven y cuentan historias, como en el teatro o en el circo; o incluso muros perfectos para pintar grafitis. Ideas y propuestas que tienen cabida en estos espacios públicos y todas satisfacen el apetito de la sensibilidad y la emoción. Queremos formar parte de una construcción social dinámica que creemos tan necesaria en Galicia y generar una red distribuída de participación y acción. Relatando y registrando en campo, documentando, participando, generando un equipo transdisciplinar del que todos formen parte, conversando, escuchando las historias, los recuerdos, la memoria…
LAS CAJAS DE MÚSICA ESTÁN EN SILENCIO, SIN VIDA… PODEMOS HACERLAS SONAR DE NUEVO, ABRIRLAS… De ese modo los palcos reviven y se crea, desde el presente, una nueva identidad asociada al pasado y pensada para el futuro.