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INSTITUTO TEPEYAC CAMPUS COACALCO 2019-2020 PRIMARIA33 NOMBRE: MAURO URBAN SOLANO MATERIA:
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Para Fred Lessing
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OSOYFRED Título original: Bear and Fred D. R. ©del texto: Iris Argaman, 2016 D. R. ©de las ilustraciones: Avi Ofer, 2016 Publicado de acuerdo con The Institute for the Translation
Oso y Fred
of Hebrew Literature
Iris Argaman
D. R.©de la fotografía de la página 42: Yad Vashem Artifacts Collection,
Ilustraciones de Avi
Ofer
cedido por Fred Lessing, Birmingham, Michigan, EUA D. R.©de la traducción: Becky Rubinstein Wolojviañsky, 2017 Primera edición: abril de 2018 Primera reimpresión: febrero de 2019 D. R.© Editorial Santillana, S. A. de C. V., 2018
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Av. Río Mixcoac 274, piso 4, Col. Acacias 03240, México, Ciudad de México
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ISBN: 978-607-01-3798-3 Impreso en México Reservados todos los derechos conforme a la ley. El contenido y los diseños íntegros de este libro se encuentran protegidos por las Leyes de Propiedad Intelectual. La adquisición de esta obra autoriza únicamente su uso de forma particular y con carácter doméstico. Queda prohibida su reproducción, transformación, distribución y/o transmisión, ya sea de forma total o parcial, a través de cualquier forma y/o cualquier medio conocido o por conocer, con fines distintos al autorizado. Esta obra se terminó de imprimir en marzo de 2019 en los talleres de Editorial Impresora Apolo, S.A. de C.V. Centeno 150-6, Col. Granjas Esmeralda, C.P. 09810, México, Ciudad de México. · www.Loqueleo.com/mx
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SANTILLANA"
LoQ.ueleo· ....,..
El sol me hace cosquillas en los ojos, abro
Prólogo
uno, luego el otro. Hay mucha gente a mi alrededor. Una mujer amable me toma entre sus manos y me abraza. Por su rostro se deslizan lágrimas redondas. Al lado de ella, un hombre alto dice: -¡Bajé una caja enorme de mi camión y, al final, sólo sale de ella un osito roto, y todos lloran de la emoción! ¿Qué les pasa? No entiendo. Yo tampoco entiendo qué pasa.
Estoy sentado solo en mi caja. Está oscuro
La mujer amable me susurra al oído:
y tengo frío.
-Bienvenido a casa,
De pronto, escucho voces y gritos: -¡Con cuidado... Despacio!
osito de Fred. Bienvenido a
Entonces, la caja se abre...
Jerusalén . ¡Por fin
Se oyen murmullos y crujidos de capas
llegaste!
y capas de papel para envolver. De repente, la luz brilla. El sol dorado me encuentra con sus largos rayos y me acaricia el pelaje. Ahora, me siento bien, caliente y tranquilo.
Hace mucho tiempo, en un país lejano llamado Holanda, en la ciudad de Delft, yo era el oso de Fred. Nunca tuve un nombre, Fred no me puso ninguno. Yo vivía en la habitación de los niños junto con otros juguetes. ¡Era el oso más feliz!
El pequeño Fred me prefería entre todos sus juguetes. Me llevaba con él a todas partes. Siempre estábamos juntos, y en la noche, cuando Fred se metía bajo las cobijas, me dormía a su lado, sobre su almohada, y soñaba cerca de su sueño.
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Casi muerde la pequeña mano de Fred, pero, en el último momento, clavó sus colmillos en mí y me arrebató de Fred. ¡Me asusté mucho! Sus colmillos eran largos y afilados, y no me soltaba. El perro me sacudió contra el suelo con furia, hasta que finalmente me aventó a la acera. El pequeño Fred me rescató, me limpió el pelaje y me susurró al oído: -Mi pobre osito; no estés triste. Te quiero, aunque tu cabeza cuelgue de un hilo. Un día de invierno Fred y yo salimos a pasear, él me llevó en sus manos y vi las calles por donde siempre caminábamos. Reinaba un silencio de miedo. Había pocas personas caminando, y todos se veían muy tristes. De pronto, escuché ladridos fuertes: un perro negro y enorme nos atacó. 10
Me senté en el al.c'· leizar de 1a ventana. Soplaban vi entos helados, las hojas . . . marchitas volaban Impulsadas por el viento y 1 a lluvia ca·la suavemente. .. F re d me dlJO que el otoño hab'la llegado .
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De repente, oí un suave golpe a la puerta. Un amigo de papá vino a avisarnos que unas personas estaban por llegar y que nos iban a expulsar de nuestra casa. Sentí que algo terrible estaba a punto de suceder. Después escuché muchos ruidos: muebles que se deslizaban, cajones que se abrían, murmullos y el clac clac de los tacones. La mamá de Fred dijo: -Niños, tenemos que irnos de casa; no sé cuándo volveremos. Preparé para cada uno una mochila con una cobija, galletas y agua. Pónganse los abrigos, haremos como que vamos de paseo. Papá, mamá, Fred y sus hermanos se sentaron alrededor de la mesa a tomar el té. Sólo escuché los sorbos de té y el tintinear de las cucharas contra las tazas. Nadie hablaba. Eso me pareció muy extraño, porque normalmente todos ríen a carcajadas ·
mientras papá toca su música. 14
Tuve miedo de que Fred me dejara olvidado.
Pero después escuché que la puerta se abría.
No estaba acostumbrado a quedarme solo.
Sentí que la pequeña mano de Fred me
Siempre había estado con él.
abrazaba. Él me acarició y me susurró:
La puerta se abrió y luego se azotó de golpe. Todo quedó en silencio. ¡Fred me olvidó!
-Osito mío, no creas que te voy a dejar solo, tú eres mi mejor amigo. Me metió en su mochila y suspiré de alivio. Fred no podía haberme olvidado.
Me senté en la mochila de Fred. Adentro estaba muy oscuro y yo me balanceaba de un lado a otro. Escuché pasos, suaves y titubeantes, pero luego se volvieron cada vez más fuertes y rápidos .
Un momento después oí un golpe. Alguien abrió una puerta. Era el amigo de papá con el que tocaba en la orquesta. Desde adentro de la mochila, es cuché que todos se sentaban a comer. La mamá de Fred dijo: -Necesitamos encontrar un lugar en dónde escondernos. No deben descubrirnos. "¿Por qué tenemos que escondernos?, ¿hicimos algo malo", pensé. Cuando todos se fueron a dormir, Fred me sacó de la mochila y me acomodó a su lado. Él no podía dormir, daba vueltas en la cama de un lado a otro, y de repente me aplastaba un poco. Hasta que, después de mucho tiempo, abrazó fuerte y se quedó dormido.
-Fred, iremos a Ámsterdam con el abuelo -advirtió mamá. Fred me arrojó al aire y exclamó: -¡Yupi, vamos con el abuelo! Luego mamá explicó: -Fred, eres el único que se quedará con él. ¡Es muy peligroso que nos escondamos todos juntos! Fred dejó de aventarme al aire. Me di cuenta de que se había puesto triste. -No te preocupes; será por poco tiempo. Después volveremos a estar todos juntos otra vez -agregó mamá. Fred y yo queríamos mucho al abuelo, siempre jugaba con nosotros y era muy simpático. A mí me encantaba recorrer las calles de Ámsterdam, recordé que había un parque enorme, que tenía patos y un estanque.
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Después de un rato, mamá dijo: -Querido Fred, tengo que irme .. . Yo también tengo que esconderme. Ahora, tú tienes que cuidarte a ti mismo. No le digas a nadie quién eres ni de dónde vienes. ¡Debes mantenerlo en secreto! Prometo volver pronto por ti. "No entendí por qué Fred tenía que cuidarse a sí mismo y por qué no
Mamá, Fred y yo viajamos en tren. Ella le suplicó a Fred que no hablara, pero él me susurró a mí que no me preocupara.
tenía que decirle a nadie quién era. ¿Hizo algo malo?", pensé. Fred me abrazó con fuerza,
Me sentó sobre sus rodillas y yo pude mirar
apretándome entre sus
a través de la ventana.
brazos. Una lágrima rodó
Observé cómo pasaban las casas, vi el cielo azul tapizado de diminutas nubes grises
por su mejilla y me empapó. -Fred, querido, no
y blancas, y de muchas manchas de varios
estés triste -murmuró
colores que se mezclaban. Al final, me quedé
mamá-. Ya verás que
profundamente dormido.
al final todo va a estar
Me desperté con el fuerte silbido del tren.
bien. Antes de que
¡Por fin llegamos!
me vaya, ¿quieres
El abuelo nos abrió la puerta y nos apresuró
pedirme algo?
a entrar. 22
-Sí, mamá, quiero que le arregles la cabeza
Después ella la cosió a mi cuerpo, y con
a mi oso. Mira cómo se balancea de un lado a
aguja e hilo me bordó unos ojos, una nariz,
otro, tengo miedo de que se le caiga.
una boca y... ¡volví a ser un oso normal!
Mamá cortó un pedazo del forro del abrigo
¡Fred se alegró mucho!
de Fred y me formó una cabeza nueva.
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Vimos nuestro reflejo en un espejo
Una tarde Fred me olvidó en el alféizar
inmenso. Me asusté al verme tan diferente.
de la ventana y puede ver que ¡toda la calle
Mi cabeza era gris y mi cuerpo café. Pensé
estaba pintada de blanco!
que me veía muy extraño.
Una mañana, al des pertar, vi que el abuelo
Mamá se fue.
cosía una estrella amarilla en el abrigo de
Fred me colocó en el rincón de su cuarto,
Fred.
y ya casi no jugaba conmigo. Me sentí muy triste.
Cuando salimos a jugar, Fred y sus amigos hicieron un hombre de nieve y me pusieron a mí en su cabeza. Todos se rieron 0
a carcajadas. Mientras los niños jugaban en la nieve, me di cuenta de que casi todos tenían en sus abrigos una estrella amarilla como la de Fred .
Tuve miedo de que Fred me olvidara, pero tomó su gorro, sus guantes, su cuaderno, sus colores y a mí también me empujó adentro de su mochila. Me puse contento, aunque estaba muy apretado y apenas podía respirar. Adentro de la mochila era oscuro e incómodo. Casi no lo noté, porque tenía mucho miedo. Mamá dijo que nos íbamos a otro lugar, Un día apareció mamá. Ella se enojó
pero no explicó a dónde. Mi cabeza estaba
con el abuelo.
llena de dudas y pensamientos.
-¿Por qué le cosiste la estrella amarilla? ¿No sabes lo peligroso que es? -Es más peligroso andar sin ella -contestó el abuelo.
la cabeza contra la mochila y traté de escuchar qué sucedía afuera.
El abuelo se veía preocupado.
Sólo
-¡Nos vamos de esta casa! -dijo mamá
escuché
y arrancó la estrella amarilla del abrigo de Fred. Fred lloró. -No quiero dejar al abuelo, quiero quedarme con él -insistió Fred. Yo tampoco quería irme. 28
Caminamos durante mucho tiempo. Apreté
pasos y más pasos.
De repente una puerta rechinó al abrirse. Mamá saludó y dijo: -Somos una familia que viene del sur.
Mamá y la mujer platicaron en voz baja en el rincón de la habitación.
Nuestra casa se inundó, porque bombardearon
Finalmente, mamá se acercó a Fred y dijo:
la presa y se rompió. Mi esposo se encuentra
-Fred, me tengo que ir ahora. Tú te
muy grave y yo estoy buscando una casa nueva. ¿Podría darle refugio a mi hijo mientras encontramos dónde vivir? No entendí por qué mamá contaba ·
Por un buen rato, permanecimos quietos.
quedarás con esta buena mujer. -Mamá, no quiero quedarme aquí solo. ¿Por qué me dejas con una desconocida? Estoy asustado.
tantas mentiras. -Vengan, entren, no se queden afuera -comentó la mujer cuya voz no reconocí. Fred me sacó de la mochila y me sentó en sus piernas.
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-Querido Fred. A mí también me duele
Cuando el niño le preguntó a Fred de dónde
dejarte solo, pero no tengo otra alternativa.
era, dónde estaban sus padres y por qué estaba
Te juro que volveré. Además, no estás solo,
solo, Fred permaneció en silencio.
tu oso te hará compañía. En ese momento entendí: ¡tenía que proteger a Fred! Fred y yo permanecimos en la ventana para decirle adiós a mamá hasta que vimos cómo ella se convertía en un punto diminuto en el horizonte. . . y luego desaparecía. Desde aquel momento, Fred jamás me dejó. Casi siempre me sentaba en el bolsillo de su pantalón o adentro de la bolsa de su abrigo. Nunca salíamos de la casa, aunque, de vez en cuando, nos asomábamos por la ventana a la calle: Si pudiera hablar, hubiera invitado a Fred a dar un paseo; no me gustaba estar encerrado en la casa. Un día llegó de visita un niño que parecía de la edad de Fred. Juntos construyeron una torre con cubos, jugaron a los soldados de plomo y los escuché reírse. 32
Me di cuenta de que Fred estaba guardando el secreto.
El invierno llegó a su fin. Los nubarrones grises se esparcieron a lo lejos y los árboles se pintaron de verde. Un día escuché gritos de alegría y emoción: -¡La guerra terminó! ¡La guerra terminó! Fred me levantó de la alfombra, me abrazó y me susurró al oído: -Querido osito, pronto vendrán mamá y papá por nosotros. No te preocupes, ellos no nos olvidaron.
Cada noche, el pequeño Fred me susurraba que extrañaba mucho a su papá, a su mamá y a sus hermanos; que se sentía muy triste y solo; que el mundo era un lugar peligros o, y que tenía s uerte de que yo es tuviera con él, porque yo era su mejor amigo. Mientras Fred me susurraba esto al oído, con mi pata se acariciaba el rostro. Algunas veces de los ojos de Fred caían lágrimas pequeñas y calientes. Yo se las secaba. 34
Una tarde, se abrió la puerta: el papá y la mamá de Fred entraron a la casa. Todos estaban muy felices. Fred lloró y se río a carcajadas; y abrazó a sus padres fuerte, muy fuerte. Recogió sus cosas y las metió en la mochila, pero a mí no. Esta vez, me tomó de la mano y nos fuimos. Caminamos rumbo a una pequeña aldea. Ahí nos reunimos con los hermanos de Fred. ¡De nuevo éramos una familia!
Durante horas, yo y Fred paseábamos en el bosque y en el campo. Fred recogía hierbas y hojas, a veces trepábamos los árboles, y permanecíamos sentados sobre su tronco. Me encantaba estar sentado ahí, escuchar el canto de las aves, ver el sol jugando con las hojas y contemplar el horizonte. Fred me contaba historias sobre tierras lejanas, sobre castillos y caballeros, me aseguraba que el mundo había dejado de ser un lugar peligroso.
tu oso al Museo de Jerusalén para que los
Epílogo
niños lo conozcan?
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-Mi oso y yo jamás nos hemos separado, siempre estaremos juntos -contestó Fred-, pero déjeme consultarlo con él. Fred me tomó con sus manos y me dijo: -Querido oso, siempre hemos estado juntos en las buenas y en las malas . Eres mi mejor amigo. Tú me protegiste en tiempos difíciles. ¿Estás dispuesto a emprender un largo viaje? Estuve de acuerdo.
Cuando terminó la guerra, abandonamos Holanda y viajamos a Estados Unidos. Fred creció y se hizo hombre. Contrajo matrimonio, tuvo hijos y formó una familia, pero jamás me abandonó. Un día sonó el teléfono en casa de Fred. Por la bocina se escuchó la voz de una mujer: -Hola, Fred, mi nombre es Yehudit. Vivo en Israel y trabajo en el Museo de Yad Vashem. Cuando escuché la historia de tu oso, me conmovió demasiado. ¿Podrías prestarle
Hola, queridos niños:
algunas tristes, otras alegres; unas terribles y otras agradables.
Hace poco tiempo, le prometí a Fred que les escribiría una carta. Él me dijo: -Ey, querido oso. No te olvides de pedirle
Fred siempre me repite lo feliz que se siente por haberme tenido a su lado, y porque gracias a eso nunca se sintió solo.
a los niños que cuiden y abracen a sus osos,
Esto me hace sentir muy querido e importante .
porque ellos no saben cuándo necesitarán
¡Soy un oso afortunado porque Fred
amor incondicional, como el que nosotros nos
me eligió entre una multitud de juguetes!
tuvimos. Yo te sigo queriendo, ¿lo sabes, cierto? Le prometí a Fred que les contaría lo que me dijo y
En otros tiempos, Fred era un chico sensible y temeroso, angustiado por las dudas, por eso quiso tenerme siempre a su lado. Desde el primer momento en que nos
que estaba seguro de que
conocimos, me defendió, me cuidó y me amó.
ustedes entenderían.
Estábamos siempre juntos, sobre todo
Además le contesté que yo
en los tiempos difíciles que compartimos .
también lo quiero. Es tni más viejo y querido amigo. Fred y yo vivimos juntos situaciones inimaginables:
Han pasado muchos años y seguimos siendo amigos cercanos . Crecimos y maduramos, pero incluso cuando no estamos juntos, conversamos acerca de nuestros sentimientos .
* Osito de Fred Lessing, que se ocultó dos años en Holanda durante el holo causto. Este oso de peluche fue el único amigo de Fred en ese tiempo, juntos permanecieron escondidos. Yad Vashem Artifacts Collection, cedido por Fred
Nuestra conexión es fuerte e inigualable. Uno siempre sabe qué piensa y siente el otro,
Lessing, Birmingham, Michigan, EUA.
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como si fuéramos una sola persona. Y a lo
N ata de la autora
mejor, lo somos, y siempre lo hemos sido. Queridos niños, les deseo que sean capaces de crear una amistad tan maravillosa como la nuestra. Siempre suyo, el oso de Fred
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Mi decisión de escribir esta historia fue repentina; un día estaba leyendo el periódico y encontré un reportaje sobre una exposición en el museo de Yad Vashem en Jerusalén, titulada " No es juego de niños". En el reportaje, la curadora, Yehudit Inbar hablaba sobre un oso al que llamó " La Mona Lisa de Yad Vashem". Leí el reportaje una y otra vez, y sentí que tenía que ser yo la que escribiera la historia de este oso.
* La isla misteriosa, Julio Verne (N. del E.)
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Me comuniqué con la curadora y ella me
Le sus urré palabras que s ólo él podría
contó que el oso le pertenecía a Fred Lessing,
comprender; le mandé saludos de Fred
quien vive en Michigan, Estados Unidos, y que
y le conté que escribiría su historia para
tendría que pedirle autorización a él para
que los niños se enteraran del oso maravilloso
escribir la historia.
y especial que es.
Después de esta plática, me comuniqué con
Cuando abandoné el museo, el cielo estaba
Fred y le comenté lo mucho que me conmovió
gris y la lluvia no paraba, pero caminé
su historia y mi gran deseo de escribir un libro
emocionada por mi encuentro con el oso
sobre él y su oso.
de Fred.
Al principio, Fred respondió que era difícil
Fue así que emprendí un largo viaje,
para él estar de acuerdo, porque lo que para mí
durante el cual aprendí de la niñez de Fred
era una simple historia, para él era su vida.
Lessing, leí sobre la guerra, me adentré en
Finalmente, Fred lo pensó de nuevo y, en una carta emotiva, escribió que estaba de acuerdo. Un día lluvioso de invierno, viajé a
el alma de un oso singular, escribí y borré, y envié cartas a Fred Lessing, que él respondió. El trayecto fue largo y difícil, pero lleno
Jerusalén rumbo al Museo de Yad Vashem
de sorpresas y descubrimientos, durante éste
para conocer al oso de Fred.
fui forjando la imagen de un oso de juguete,
El cielo estaba cubierto de nubes negras que fueron el preámbulo de una fuerte
al mismo tiempo que descubría el carácter de Fred Lessing, el hombre.
tormenta. Empapada y muerta de frío, llegué a la sala donde el oso de Fred se encontraba exhibido. Me paré delante de la vitrina
Suya para siempre, Iris
que lo protegía y me quedé paralizada. 47
Aquí acaba este libro escrito, ilustrado, diseñado, editado, impreso por personas que aman los libros. Aquí acaba este libro que tú has leído,
el libro que ya eres.
Oso y Fred Iris Argaman Ilustraciones de Avi Ofer
"Hace muchos años, en un país lejano llamado Holanda, en la ciudad de Delft, yo era el oso de Fred. ¡Era el oso más feliz! Fred me prefería entre todos sus juguetes. Me llevaba con él a todas partes, hasta que un día, un amigo de papá nos avisó que unas personas nos iban a expulsar de nuestra casa. Sentí que algo terrible estaba a punto de suceder... . "
Basado en una historia real y a partir de la voz de un oso de peluche, este libro cuenta la historia de Fred, un niño judío que tuvo que separarse de su familia y ocultarse en hogares de personas desconocidas para poder sobrevivir. Afortunadamente, su oso siempre estuvo con él para acompañarlo.
www.Loqueleo.com/mx
LoQ.ueleo· ...,...
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