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U N A P U B L I C A C I Ó N D E M I N I S T E R I O S E N C O N TA C T O | A B R I L 2 0 1 4


COMIENCE A DISFRUTAR DE UNA VIDA NUEVA

Al aceptar a Jesucristo como su Salvador personal ha tomado la decisión más importante de toda su vida, pero como nuevo creyente se puede estar preguntando “¿y ahora qué?”

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A B R I L

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artículos 17 La vida de santidad

Aunque los creyentes somos declarados justos, no siempre actuamos como tales. Pero Dios nos llama a tener una vida enfocada en lo espiritual, cada día del año. por Charles

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F. Stanley

Los hombres que salvaron la Pascua Usted puede pensar que ha escuchado todo sobre la crucifixión y la Resurrección, pero ¿qué sabe de los dos héroes insólitos que arriesgaron todo por lo que creían? por Andy Stanley

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SECCIÓN ESPECIAL

Devocionales y Estudios Bíblicos de Pascua Haga de su tiempo con el Señor uno muy especial mientras se prepara para recordar su muerte y celebrar su resurrección.


A B R I L

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Esta publicación de

departamentos

es para la Gloria de Dios

Dr. Charles F. Stanley PRESIDENTE Y FUNDADOR

C. Phillip Bowen DIRECTOR EJECUTIVO

John E. Courtney, Jr. VICEPRESIDENTE DESARROLLO Y MERCADEO

Cameron Lawrence

en la PALABRA

EDITOR EN JEFE

por el CAMINO

Victor M. Rodriguez

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Cordones sueltos y viento recio Cuando llegan los problemas, ¿se enfoca usted en lo que puede controlar o confía en Aquél que lo gobierna todo? p o r J O H N VA N D E N O E V E R

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Un día de fiesta Muchas cosas pueden servir para compartir las buenas nuevas de la gracia, incluso las donas. por W I N N CO L L I E R

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DIRECTOR DE CONTENIDO

Martha Alvarez Restrepo EDITORA

Tom Sabonis-Chafee DIRECTOR DE SERVICIOS CREATIVOS

La novia se vistió de rojo

Nora T. Hernández COORDINADORA DE MERCADEO

Jesús enfatizó el amor por encima de las tradiciones religiosas, y nosotros debemos estar dispuestos a hacer lo mismo.

Diana Chavez COORDINADORA DE CONTENIDO

Steve R. Lindsey DIRECTOR DE MATERIALES

por G I N G E R G A R R ET T

Y DISTRIBUCIÓN

David Blahnik GERENTE DE PRODUCCIÓN

otras secciones 6

Palabras del Dr. Stanley

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Meditaciones diarias Devocionales diarios extraídos de los mensajes del Dr. Stanley.


La Palabra de Dios.

Las notas del Dr. Stanley. Una combinación poderosa. Aproveche la sabiduría del Dr. Stanley con esta Biblia, que incluye notas y artículos de más de treinta años de su ministerio. Y además, descubra su método comprobado para el aprendizaje de la Palabra de Dios con la Guía de Estudio.

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Utilice la hoja de pedido adjunta o llame al 800-303-0033 para solicitar este material. Para adquirir recursos adicionales, visite encontacto.org. Revista En Contacto©, abril de 2014. Tomo XIV, no 7. Todos los derechos reservados..

No se aceptan manuscritos que no hayan sido solicitados. Impresa en los Estados Unidos de América.

MINISTERIOS EN CONTACTO®, P.O. Box 48900 Atlanta, Georgia 30362 800-303-0033 o fuera de EE.UU. 770-936-6281 Lunes-viernes, 8 a.m.– 7 p.m. (e) Todos los precios son en dólares estadounidenses, a menos que se indique de otra manera. La revista En Contacto no se hace responsable de la publicación ni distribución de ediciones internacionales, ya sea en inglés o traducidas, a no ser que la edición haya sido autorizada por el personal administrativo de la revista In Touch. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera de 1960, Sociedades Bíblicas Unidas.

Para recibir la revista, llame 800-303-0033, o escriba a encontacto@intouch.org Comentarios sobre la revista escriba a editor@encontacto.org Lea la versión digital de esta revista en encontacto.org/revista

Foto del Dr. Stanley por Corey Lack Pictures


palabras del DR. STANLEY

Una razón para celebrar ¿Ha pensado usted en los sentimientos que experimentamos durante la Semana Santa? El Viernes Santo sentimos dolor y pesadumbre por el sufrimiento y la muerte de Cristo, pero el Domingo de Resurrección nos llenamos de gratitud, esperanza y gozo. Si preguntamos cuál es la definición de “gozo”, alguien que no sea cristiano podría decir que es lo que se siente cuando se está feliz. Aunque las palabras parecen sinónimas, en realidad son muy diferentes. Felicidad es el sentimiento que tenemos cuando se produce algo bueno, o cuando la vida marcha de la manera que nos gusta. Pero gozo es lo que sentimos, independientemente de las circunstancias, pues éste fluye de conocer a Cristo. La muerte, sepultura y resurrección de Jesús nos abrieron el camino para comenzar una relación con Dios. A los que tienen fe, el Padre celestial les envía su Espíritu Santo para que more en ellos; Él es quien produce el fruto del gozo en nuestra vida (Gá 5.22). Gozo es lo que sentimos, Si Jesús es el objeto de nuestro amor, independientemente de las no podemos sino regocijarnos. Cuando el mundo nos mira, es importante que vean el circunstancias, pues éste fluye gozo que hay en nuestros corazones para de conocer a Cristo. que se sientan atraídos. Sin embargo, el Señor no desea que nuestro gozo dependa de momentos felices, como el Domingo de Resurrección. Él quiere que sea evidente en nosotros cada día. Aunque los problemas puedan venir uno tras otro, nuestra relación con Jesús nunca cesará. Incluso cuando las circunstancias parezcan robar nuestra paz, Él todavía está con nosotros. Hay maneras de regocijarse, sin importar lo que esté sucediendo. Primero, ponga sus ojos en Cristo, no en su situación. Considere lo que Él ha hecho por usted, y tome la decisión de alabarlo. Luego, ríndase a su voluntad. Es posible que a usted no le guste su circunstancia, pero el entender que el Señor la utilizará para bien, le permitirá sentir gozo. Si usted está pasando por una situación difícil en este momento, aférrese a las palabras del Salmo 30.5: “Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría”. Así como el Domingo de Resurrección vino después del Viernes Santo, una paz confiada llegará en su debido tiempo. Espérela, porque la verá.


e n l a PA L A B R A

ILUSTRADO POR JEFF GREGORY

PERSPECTIVA

CORDONES SUELTOS Y VIENTO RECIO Cuando se vea atrapado en la tormenta, recuerde quién sostiene el cordel de su vida. por John VandenOever


en la PAL A B R A

M

adison tenía tres años cuando tuvo su primera cometa. Hurgó en la hierba plástica de su cesta de Pascua, un largo paquete adornado con un jovial personaje infantil popular en ese momento. Yo había anticipado iniciarla en una danza deslumbrante en el cielo, pero descubrí pronto que yo estaba mucho más interesado que ella en la cometa. Madison prefería claramente las cosas que estaban en el fondo de la cesta: malvaviscos y dulces de chocolate, merengues azucarados, y una multicolor mezcla de caramelos. Mientras probaba estas cosas, yo preparaba la cometa de plástico, ansioso por enseñarle todo lo que sabía sobre el viento, la tensión y el manejo del cordel. Afuera, en el patio, sus pequeños dedos agarraban firmemente el cordel, mientras yo la invitaba a que corriera y moviera la cometa para atrapar el viento. “¡Ve! ¡Ahora!” El viento está perfecto. Echa a correr, y mira esto tan hermoso. Sin la más mínima idea de lo que tenía que hacer, salió disparada mientras la cometa chocaba contra la hierba. “Deja que papá te enseñe”, le dije apretando el cordel con mis gruesos dedos y agitando mi muñeca en el aire. La cometa se elevaba cada vez más a medida que se desenrollaba el cordel. Madison me lo quitó y se apoderó de la cometa, solo para ver que se iba a pique, estrellándose al igual que su roto corazón. Así que la persuadí con ruegos a que volviera a elevar la cometa, pero con mis manos sobre las de ellas en el cordel, manejando la tensión en la parte superior mientras mi hija se emocionaba cada vez más. La cometa se levantó y se elevó por encima de noso8 ABRIL 2014 EN CONTACTO

tros, y encontré el momento que había deseado. Pero cuando me volví a ver el alegre rostro de mi niñita, lo que vi más bien fue una expresión de frustración en su cara enrojecida. Su semblante se transformó en un mar de sollozos, mientras apuntaba con su dedo tembloroso a sus zapatitos rosados que se le habían desatado. El triunfo que había tenido en el cielo había sido tragado por unos cordones sueltos. Así es la vida en Cristo. La nuestra

es una historia escrita desde antes del tiempo, un futuro en el que Dios “hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan” (Ef 1.11 NTV), y dejamos que el equivalente espiritual de los cordones


sueltos sea nuestra ruina. Nos sentimos atraídos por las cosas terrenales —por lo que podemos palpar y controlar­­— y ­ nos perdemos de lo que Cristo está haciendo. Eso le sucede a todos. El profeta Elías proclamó una sequía de tres años, vivía de una jarra sin fondo de aceite, resucitó a muertos, e hizo descender fuego del cielo; sin embargo, se sintió deprimido por la amenaza de una reina (1 R 19.2). Después de quitar su mirada de las victorias del pasado y de las promesas del futuro, corrió desaforadamente al desierto para salvar su vida. Los hijos de Abraham tuvieron también esta tendencia. Olvidando su liberación de Egipto y rechazando la ruta directa a la Tierra Prometida, se desesperaron —quejándose a Dios y aborreciendo los mismísimos regalos que Él les había dado. Después se deslizaron las serpientes, una queja terrenal como nunca se había visto. La gente fue mordida, y muchos de ellos murieron (Nm 21.4-6). Sin embargo, como respuesta a sus gritos desesperados de que los salvara, Dios les dio una imagen perfecta de la manera de salir de la conmoción. Moisés debía tomar la misma imagen de lo que los había dañado, y ponerla en un poste para todo el que había sido mordido la mirara y viviera. Esa cuerda de salvamento es precisamente la esperanza de rescate que tenemos hoy. Cuando levantamos a Jesús, muy por encima de nuestros problemas, sustituimos la frustración, el temor y la muerte por la paz, la fe y la vida. Como escribió Pablo a los corintios: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Co 5.21). Este es nuestro rescate, nuestro lugar de partida, y donde debemos poner nuestra mirada. Más de 3.000 años después, es muy fácil mirar con desdén la queja de esos

Cuando levantamos a Jesús, muy por encima de nuestros problemas, sustituimos la frustración, el temor y la muerte por la paz, la fe y la vida. quejumbrosos peregrinos bíblicos, y burlarnos de su miopía espiritual. Su falta de fe convirtió a una caminata de 40 días desde Egipto a Canaán, en una peregrinación de 40 años, y sus circunstancias solamente empeoraron en cada capítulo de Éxodo. Pero ¿somos nosotros realmente tan diferentes, incluso en este lado de la Encarnación? ¿Con qué frecuencia dice el cristiano occidental que está “muriéndose de hambre”, “agotado” o “perdiéndose de lo que todos los demás tienen o llegan a hacer”? Somos demasiado rápidos para medirnos por una escala terrenal —por lo que tenemos y a quien conocemos, y también por nuestras oportunidades y desafíos, y por nuestras dificultades y bendiciones. Sabemos que estos son instrumentos poco confiables en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo, y sin embargo, los usamos de todos modos. Mientras que la obra de Dios en nuestra vida está destinada a crear un hermoso vuelo, somos aplastados, abatidos y se nos enrojece el rostro una y otra vez cuando quitamos los ojos de las cosas que Él está haciendo, preocupándonos por nuestros “cordones de zapatos”. Los estándares humanos siempre nos defraudarán, de la misma manera que ENCONTACTO.ORG

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en la PAL A B R A

lo hacen las reglas y los ritos carentes del Espíritu. Hay una razón para que las Escrituras utilicen el lenguaje de la luz y de la vida, y del agua que brota —la fe salvadora tiene una riqueza y una vitalidad que captan no solamente nuestra realidad, sino también nuestra pasión y nuestra imaginación. Hemos sido resucitados con Cristo y, como resultado, tenemos una nueva identidad y también la libertad de reordenar nuestra manera de pensar y de valorar. Las dificultades de la vida son muy reales, no importa qué tan fuerte sea nuestra fe. Tienen importancia cuando nuestras finanzas se desploman; cuando la persona en quien confiábamos resulta ser deshonesta; y cuando recibimos un diagnóstico fatal. Cosas como estas

pueden y deben tocarnos. Pero cuando lo hacen, hay que recordar quién mece al viento. Con mi hija derrumbada delante de mí, me agaché para atar los cordones que la habían deshecho. Su reacción fue extrema, pero no quise enfocarme en una nimiedad cuando había tanto que ver arriba en el cielo. Así que, con dulzura y con una sonrisa en mis labios, comenzamos de nuevo, dos seres aprovechando el poder que había en lo alto. Juntos, corrimos hacia adelante, dando tropezones y cayéndonos, con la cometa en ascenso en una corriente de aire. De mi garganta salían llamadas de aliento mientras me desprendía del cordón y dejaba que Madison siguiera corriendo llena de alegría. l

¿CUÁNDO COMIENZA LA ETERNIDAD? A lo largo de esta serie, el Dr. Charles Stanley enfatiza que el día en que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador personal es el día en que comenzamos a vivir eternamente. Basándose en esta realidad, nos enseña de qué manera podemos dejar de vivir para alcanzar triunfos sin valor eterno, y así poder empezar a vivir con propósito y alegría.

VIDA ETERNA

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p o r el C A M I N O C E L E B R A C I Ó N

UN DÍA DE FIESTA Una iglesia lleva las buenas nuevas de la Resurrección de manera poco tradicional.

F O T O P O R A N D R E W T H O M A S L E E . T O M A D A E N R E V O L U T I O N D O N U T S , D E C AT U R , G A .

por Winn Collier

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por el CA M I N O

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i solo se pudiera apartar un día del año para hacer una fiesta en mi iglesia, entonces ese día sería el Domingo de Resurrección. Ese día santo se ha convertido en el pináculo de nuestro año, cuando hacemos todo lo que está en nuestras manos para llevar la celebración a las calles, y lo mejor de todo es que la celebración incluye donas. En la Pascua, la vida resurge al quitarnos de encima nuestra ropa sepulcral y deleitarnos en la vida nueva en Cristo. En la Pascua, la audacia de la asombrosa acción de Dios en Jesús nos aturde, y la esperanza simplemente se niega a refrenarse. En la adoración del Domingo de Resurrección gritamos aleluyas. Cantamos con más fuerza de lo que lo hacemos cualquier otro día del año. La predicación, la música y la gente irradian una energía exuberante. En el Domingo de Resurrección la vida resurge por todas partes. Al vivir todo el drama cristiano, tenemos que experimentar, con Jesús, la agonía de nuestro pecado y las innumerables maneras en que nos lastimamos a nosotros mismos y a otros (y también las innumerables maneras en que hemos sido heridos por otros). Sin embargo, la cruz no es el evento principal; es el preludio. La Pascua, el día cuando la resurrección sorprendió al mundo, revela la victoria perfecta de Dios. Y cuando Dios triunfa, se desata siempre una alegría ensordecedora. Hace varios años, esa conciencia condujo a nuestra iglesia a reconsidera la manera de celebrar la resurrección. 12 A B R I L 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

Mientras que las semanas previas a la Pascua llaman al arrepentimiento y, algunas veces, a la grave reflexión, el Domingo de Resurrección en sí llama a tener una fiesta. Jesús inició su ministerio público en una fiesta de bodas en Caná, y siempre estuvo apareciendo en celebraciones, alimentando a multitudes hambrientas, y compartiendo momentos festivos con los cansados y trabajados. Desde el principio, nuestra iglesia ha querido solidarizarse con la generosidad y la hospitalidad del Señor Jesús. Algunas personas saborean la gracia antes de creer en la gracia. Jesús vino para ser celebrado por todo la humanidad, y creemos que Dios quiere que nuestra iglesia sea una celebración para nuestra ciudad. Todo esto nos ha llevado a hacer nuestra la práctica espiritual de la planificación de la fiesta. En la Pascua, nuestra fiesta incluye la contratación de nuestro amigo Matt, para que prepare rosquillas durante varias horas el Domingo de Resurrección. Mark estaciona su restaurante ambulante de color rojo en el centro de la ciudad, en una importante intersección peatonal. Elegimos el mejor lugar para poder captar a la muchedumbre de personas que se pasean buscando un lugar donde comer algo, o yendo al parque de la ciudad lleno de gente en los cálidos días


Miembros de la Iglesia comparten las buenas nuevas del Domingo de Resurrección con otros residentes del área, mientras hacen fila para echar mano de las deliciosas creaciones de Matt. (Fotografía de Jared McComb)

de la primavera. Matt pone al rojo vivo su freidora, deja caer la fresca masa y produce, una tras otra, cantidades enormes de ricuras para el paladar. El año pasado, cuando tratábamos de calcular a cuántas personas podríamos dar de comer, Matt nos dijo: “Voy a mantenerme sacando rosquillas tan rápido como pueda durante dos horas”. Las donas de Matt, hechas con huevos orgánicos del lugar, harina y zumo de manzana, son muy populares. Cada vez que él estaciona su remolque rojo en cualquier lugar de la ciudad, se forman filas rápidamente en las aceras. Mi parte favorita de nuestras fiestas del Domingo de Resurrección es ver a la gente tomar sus bolsas de rosquillas calientes, sacar su dinero para pagarlas, y luego ver su expresión cuando Matt les dice: “No, hoy las donas son gratis”.

La noticia de la resurrección de Jesús no puede ser algo que nos reservemos calladamente para nosotros mismos, agazapados dentro de nuestro privado enclave cristiano. Los clientes usualmente lucen desconcertados, y preguntan por qué. Mueven la cabeza sorprendidos, pero a medida que se alejan, vemos montones y montones de sonrisas. Cuando le pregunté ENCONTACTO.ORG

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p or el CA M I N O

La Pascua, el día cuando la resurrección sorprendió al mundo, revela la victoria perfecta de Dios. Y cuando Dios triunfa, se desata siempre la alegría. a uno de mis amigos de la iglesia lo que más disfrutaba de nuestra fiesta de Pascua, me respondió: “La expresión de incredulidad que veo en las personas cuando se dan cuenta de que les estamos dando algo sin pedirles nada a cambio”. Un año tuvimos música en vivo interpretada por músicos de la ciudad. Por lo general, planeamos actividades para los niños en el parque que inevitablemente se convierten en un caos masivo con niños corriendo por toda la hierba. Cada año, ofrecemos café caliente, y recientemente añadimos jugo de manzana a la mezcla. La escena es festiva, alegre y abierta. La Semana Santa no inspira una simple celebración, inspira una fiesta pública. La buena noticia de la resurrección de Jesús no puede ser algo que nos reservemos calladamente para nosotros mismos, agazapados dentro de nuestro privado enclave cristiano. Cuando las primeras mujeres que estuvieron en el sepulcro de Jesús se dieron cuenta del extraordinario hecho de su resurrección de los muertos, corrieron a toda velocidad adonde estaban los discípulos, desbordantes de gozo por el sorprendente giro de los acontecimientos. No pudieron contenerse. Mientras que las horas anteriores habían estado llenas de pesar y lágrimas, la euforia de ahora había hizo añicos la tristeza de los discípulos. La resurrección nos produce un gozo incontrolable. Para 14 A B R I L 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

nuestra iglesia, esta es la razón por la que queremos llevar la Pascua de Resurrección a las calles. Queremos lanzar la invitación a todas partes. Queremos invitar a toda la ciudad a nuestro jolgorio. Durante un par de horas cada Domingo de Resurrección, nos sentamos en el centro de nuestra ciudad, conocemos nuevos amigos, y comemos más rosquillas que cualquier ser humano normal debiera consumir en la vida. Compartimos conversaciones y risas. Cada vez que alguien nos pregunta por qué lo hacemos, le respondemos simplemente: “Porque Jesús resucitó de los muertos. Esa es una oportunidad para hacer fiesta”. En la bulliciosa fiesta del Domingo de Resurrección del año pasado, tuve una conversación con un hombre que me habló de su pesar en cuanto a la iglesia, de las muchas maneras que había sido decepcionado, y de los muchos hipócritas que había encontrado en diversas congregaciones cristianas. Este señor me enumeró múltiples razones por las que había abandonado la iglesia. Sin embargo, antes de marcharse (y entre su primera y segunda ida al camión de donas), me pidió que orara por él: “Ore por mí, pastor. Pídale a Dios que esté conmigo”. Lo hice —y creo que Dios lo hará. Es por esto que celebramos. Gracias a la Resurrección, Dios vive. Dios, en Jesús, está siempre con nosotros. l


C U L T U R A

LA NOVIA SE VISTIÓ DE ROJO Lo que importa no es cómo celebramos, sino a quién. por Ginger Garrett

N

o habían pasillos en este mercado, solo una multitud de personas yendo de un sitio a otro. Puestos iluminados ofrecían todo tipo de comidas, incluyendo unos que Marcia no sabía que existían. Por no poder leer las etiquetas de los envases ni los precios, solo compró tallarines y un pastel de chocolate. El día siguiente iba a ser Domingo de Resurrección, y ella esperaba ansiosamente poder disfrutar de una cena tranquila antes de su día preferido del año. Pero cuando Marcia servía la cena, se dio cuenta de su error. El pastel estaba lleno de pasta de frijoles negros, no de chocolate. Desde que llegó a Japón con su esposo, hacía tres semanas, había cometido muchos errores parecidos. Era por eso que se sentía tan entusiasmada en cuanto al Domingo de Resurrección. Marcia se había enterado de que había una iglesia que se reunía en un apartamento cercano. Qué maravilloso sería adorar con otros creyentes y hacer algo que ella conocía. De modo que, el Domingo de Pascua por la mañana se puso su mejor vestido de color pastel. Desde el exterior, el edificio se veía como cualquier otro. Pero una vez dentro, Marcia hizo una pausa para quitarse los zapatos y estudió las diferencias. El apartamento estaba dividido por puertas corredizas de papel blanco y madera. No había ninguna obra de arte en las paredes. Marcia notó la ausencia de colores, hasta que entró en

la habitación principal. Todas las mujeres estaban vestidas de color rojo brillante, de todos los matices, desde el cereza hasta el granate. Afortunadamente, una de las mujeres presentes hablaba inglés; la cual le explicó que llevaban puesta ropas rojas para honrar el sacrificio de la sangre de Jesús, y su triunfo sobre la muerte. El rojo era un color muy estimado en su cultura, que simbolizaba felicidad y respeto. Las otras mujeres estaban igualmente intrigadas por Marcia. ¿Por qué usaba ella colores suaves y fríos en esta importante mañana? Marcia no tenía ninguna explicación, mas que era parte del Domingo de Resurrección en su país. Se sintió incómoda, hasta que una mujer le tomó la mano para orar. Cuando los creyentes de esa minúscula iglesia local se tomaron de las manos y elevaron oraciones en este extraño pero hermoso lenguaje, Marcia sabía que estaba lejos de su casa, pero rodeada por una familia. Por primera vez en semanas, sintió gozo. Marcia experimentó lo que significa ser una persona extraña en su propia fe. Lo que ella no sabía era que en Japón todo el que ENCONTACTO.ORG

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¿En qué piensa cuando ve una cruz? Probablemente al ver una cruz, lo primero que le venga a la mente no sea esperanza. Sin embargo, el Dr. Charles Stanley enseña que el dominio del pecado fue destruido en la cruz, y gracias al sacrificio de Jesús tenemos esperanza para hoy, mañana y la eternidad.

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16 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

cree en Jesús es un extraño. Aproximadamente el uno por ciento de la población es cristiana. Aunque una versión secular de la Navidad es una fiesta importante en Japón, la Pascua de Resurrección no se celebra. Compartir una tradición con otra persona se siente muy parecido a compartir la celebración, aunque con una diferencia. Las tradiciones pueden excluir a las personas; el amor nunca lo hace. Jesús vino para los extraños; para los pecadores que no podían alcanzar la “justicia” de los fariseos. Vino por los enfermos, los débiles y los heridos. Y al hacerlo, rompió muchas veces con sus propias tradiciones judías. Comió con el peor de los pecadores, y tuvo duras palabras para los hombres más religiosos. Permitió que las mujeres se acercaran a Él libremente, y ofreció sanidad a quienes tenían almas y cuerpos dañados. Jesús no escogió a los mejores y más brillantes para que fueran sus discípulos. Vino a cumplir la ley, pero de una manera inesperada. Después de una brutal crucifixión, el Hijo de Dios se levantó de la muerte dentro de una oscura tumba. Acompañado por dos ángeles, Jesús dobló perfectamente su sudario y salió al amanecer apacible. Lo primero que hizo fue dar una caminata. Quería ver a sus amigos; tenía una buena noticia para ellos. Esa mañana desafió todo lo que la humanidad creía en cuanto al pecado y la salvación, la vida y la muerte. Jesús creó un espacio entre lo que se espera y lo que Dios está dispuesto a hacer. Al igual que Marcia, algunos nos sentimos abrumados y asustados por una situación o una nueva etapa de la vida. No tenemos la comodidad de lo familiar. Podemos sentirnos como extraños, pero el milagro de la Pascua de Resurrección es que nada puede impedir que el Señor venga a nosotros. No importa donde esté usted o lo que enfrente, el amor siempre le encontrará porque Dios es su Padre. l


ABRIL 2014

ARTÍCULOS

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ILUSTRADO POR JEFF GREGORY

18 A B R I L 2 0 1 4 E N C O N T A C T O


La vida de

Santidad Para los cristianos, todos los días de la semana deben ser santos.

E

por Charles F. Stanley

l Domingo de Resurrección es un día en el que, con toda seguridad, habrán pocos asientos disponibles en las iglesias debido a la asistencia de personas que no las frecuentan. Incluso los fieles que asisten con regularidad actúan de manera diferente en este día; nos comportamos lo mejor posible, y somos más conscientes de nuestra fe. Pero la vida de santidad a la que Dios nos llama exige que le prestemos atención a los asuntos espirituales todos los días del año, no solamente en los especiales como el Domingo de Resurrección y la Navidad. Es bueno dar más atención a los días santos, pero si esa es la única vez que nos esforzamos por vivir de la manera que Dios quiere, ¿qué dice eso acerca de nuestra fe? La santidad es más que un buen comportamiento. Si bien incluye hacer lo correcto a los ojos del Señor, es solo una parte de la descripción. La vida de santidad se refiere a la experiencia de tener una vida abundante en Cristo, y esa debe ser una búsqueda diaria. Tal vez el problema es que no entendemos lo que significa la santidad. Aclaremos este tema examinando lo que dice la Biblia. La palabra santo trasmite la idea de separación del pecado y consagración a Dios. También puede traducirse como santificado (de la misma raíz de santo). Cuando el apóstol Pablo escribió sus cartas a las iglesias en varias ciudades, las iniciaba por lo general dirigiéndose a los destinatarios como santos (Ef 1.1). ¡Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador, esa palabra se aplica a usted también! La santidad describe nuestra nueva posición con el Señor. Él nos

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Cualquier cosa a la que se entregue —que no sea Cristo— le destruirá. ////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

escogió para que fuésemos “santos y sin mancha delante de él” (Ef 1.4). Nuestros cuerpos son el templo de su Espíritu, y cualquier parte en la que Él habite la convierte en santa. Sin embargo, nuestra conducta no armoniza algunas veces con esta verdad. Somos declarados justos, pero no siempre actuamos como tales. El problema es que muchos cristianos no se ven como Dios los ve. Dicen: “No soy realmente un santo, pero tampoco soy tan pecador”. Por tanto, se colocan en algún punto intermedio. Pero, en realidad, no hay nada en medio de la santidad y el pecado. Usted es, o bien una cosa o bien otra. La Biblia describe a la santificación como un proceso (Ro 6.19). En Efesios 4.1, Pablo lo asemeja a una caminata que se realiza durante toda la vida. Después de exhortarnos con las palabras “que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”, habla del dramático contraste entre la manera en que solíamos comportarnos antes de ser salvos, y la manera en que somos llamados a vivir ahora (vv. 17-24). Este estilo de vida no ocurre de un momento para otro; hay que escogerlo intencionalmente para practicarlo a medida que crecemos en la fe.

Busque la verdad. Dado que nuestras

acciones fluyen de nuestros pensamientos, necesitamos mentes llenas de la verdad de Dios (v. 23). No podemos vivir de manera santa si seguimos pensando como lo hacíamos antes de ser salvos. Según Pablo, los no creyentes andan “en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos” (vv. 17, 18). Puesto que estamos rodeados de esta clase de mentalidad mundana, ésta ejerce20 A B R I L 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

rá su influencia en nosotros a menos que renovemos nuestras mentes con la Palabra de Dios. Si nos aferramos a los principios bíblicos y los aplicamos, seremos fortalecidos para no volver a los viejos caminos.

Escuche al Espíritu Santo. Él es

quien nos alerta y nos declara culpables cuando lo que hacemos no corresponde con Cristo. Antes de ser salvos podíamos “jugar en el barro” y no sentirnos mal por ello, pero ahora el pecado nos incomoda, gracias a que la santidad de Cristo y la pecaminosidad del hombre no pueden vivir en el mismo cuerpo. Sin embargo, si ignoramos o resistimos una y otra vez los avisos del Espíritu, nuestros corazones se endurecerán (vv. 18, 19). Hay personas que me han dicho: “Sabe, yo solía escuchar a Dios hablando a mi espíritu cuando oraba y leía la Biblia, pero ahora no lo escucho”. Si eso le está sucediendo, esa es una señal de advertencia de que está en una posición peligrosa. Usted no perderá su salvación, pero si su comunión con el Señor disminuye, las cosas de este mundo le alejarán de Él. No podemos permitirnos jugar con el pecado justificándolo. He oído con mucha frecuencia a personas que defienden su desobediencia diciendo: “Nadie es perfecto”. La santidad no significa que seamos perfectos, sino que estamos apartados para Dios, y que debemos vivir de acuerdo con sus designios. En vez de excusar nuestros pecados, debemos confesarlos, arrepentirnos y decidir obedecer al Señor.

Deje a un lado su antiguo yo.

Desde el momento en que usted aceptó a Cristo, se convirtió en una nueva criatura (2 Co 5.17). Sin embargo, sus viejos esque-


mas siguen todavía con usted, que es la Cristo, nuestras acciones corresponderán razón por la que a veces peca. Dado que con nuestra identidad. esas tendencias arraigadas no pueden ser reformadas o mejoradas, la única manera Tome una decisión. Quiero dejarle de vencerlas es con una política de “cero algo muy claro hoy: Si usted ha creído en tolerancia”. Pablo dice que hay que dejar a Cristo, entonces, usted es un santo. En un lado la antigua manera de vivir porque vez de verse a sí mismo como un pecador está “corrompida por los deseos engañosalvado por la gracia, reconozca que es un sos” (Ef 4.22 NVI). santo que ha sido creado en la justicia y la Si usted comienza a escuchar las mensantidad de Cristo. Es hora de que actúe tiras de su vieja vida en cuanto a los como tal —cada día de su vida. Dios le ha placeres del pecado, quedará atrapado. dado todo lo que necesita para vivir en Pronto descubrirá que la satisfacción que santidad (2 P 1.3). Si camina rectamente, se obtiene de las búsquedas mundanas es fugaz, y que su Nadie es deseo solo aumenta. capaz de vivir una vida santa sin haber sido primero declaEl resultado final rado justo delante de Dios. Pero solamente una persona ha de este camino desvivido una vida perfectamente santa —Jesucristo. Él tomó cendente se ve en la los pecados de usted y los clavó en la cruz (Col 2.13, 14). descripción que hace En lugar de ellos, Él le dará su justicia perfecta (2 Co 5.21). Pablo de los incréTodo lo que tiene que hacer es arrepentirse de sus pecadulos que “se han dos, creer en Él, y recibir su regalo de la salvación. Puede entregado a la inmoralidad, y no sacian utilizar esta oración o sus propias palabras: de cometer toda clase Señor Jesús, creo que eres verdaderamente el Hijo de Dios. de actos indecentes” Confieso que he pecado contra ti en pensamiento, palabra (v. 19). Cualquier cosa y obra. Te ruego que perdones todos mis pecados, y que me a la que usted se dé permitas relacionarme contigo a partir de este momento. —que no sea Cristo— le destruirá. Te recibo como mi Salvador personal, aceptando la obra En vez de ceder que realizaste a mi favor en la cruz. Ayúdame a tener una a nuestros deseos vida que sea agradable a ti. Amén. pecaminosos, neceCon mucho gusto le enviaremos nuestro material gratuito sitamos rendirnos a Cristo, y dejar que “Vida nueva en Cristo”, para ayudarle a dar el siguiente Él gobierne nuespaso en su relación con Dios. Puede llamar al 800-303tras vidas. ¿Por qué 0033, o visitar encontacto.org para más información. queremos conservar las ropas sucias y podridas de nuestro antiguo estilo de vida la gente notará algo diferente en usted, cuando se nos ha dado el manto de la y serán atraídas al Salvador. Aunque la justicia de Cristo? Tal vez es hora de hacer Pascua Florida no debe ser la única vez un cambio de vestimenta —de “ponerse que usted decida vivir en santidad, no el ropaje de la nueva naturaleza, creada hay mejor ocasión que el Domingo de a imagen de Dios, en verdadera justicia Resurrección para comenzar a andar cada y santidad” (v. 24). Si nos revestimos de día en novedad de vida. l

¿Conoce usted a Dios?

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ON LA R A V L A QUE S

Sin Nicodemo y José de Arimatea, la historia de la resurrección de Jesús pudo haber sido muy diferente. por Andy Stanley 22 A B R I L 2 0 1 4 E N C O N T A C T O


Cada historia tiene una historia de fondo. Esta historia registra los acontecimientos —como un prefacio— que tuvieron lugar antes del desarrollo de la historia principal. Y aunque la historia de fondo no cambia el cómo, el quién o el cuándo de una historia, sin duda cambia el por qué. En la historia de la Pascua sucede lo mismo. Seguramente usted sabe que hace dos mil años, cuando un puñado de seguidores de Jesús se apareció en su tumba para llorar su muerte y ocuparse de su cuerpo, la tumba estaba vacía. Pero, entonces ¿de que sirve conocer la historia de fondo? Es importante porque gracias a ella fue que los cristianos del primer siglo tuvieron la prueba de que, cuando vieron a Jesús caminando durante las semanas siguientes a su crucifixión, no estaban viendo un fantasma. Es la razón por la que generaciones de creyentes desde entonces tienen la confirmación de que Jesús realmente resucitó de los muertos. La legitimidad de la fe cristiana depende de un solo acontecimiento: la Resurrección. Y sin dos héroes insólitos en esta historia, la muerte de Jesús pudo haber pasado a la historia de una manera muy distinta. Esto es lo que hubiera sucedido: Jesús habría resucitado de los muertos en una fosa común, en un vertedero de basura, en un valle llamado Gehena en las afueras de Jerusalén, completamente solo. Históricamente, cuando una persona era crucificada, su cuerpo era abandonado en la cruz hasta descomponerse, como una muestra de la autoridad de Roma. Finalmente, era arrancado de la cruz, tirado en un vagón con otros cadáveres, y arrojado en una fosa común. A nadie —ni siquiera a la familia del muerto— se le permitía llorar su muerte. Era como si nunca hubiera vivido. Y eso es exactamente lo que habría sucedido con el cuerpo de Jesús de no haber sido por Nicodemo y José de Arimatea. A estos hombres los encontramos entre un grupo de líderes religiosos dedicados a hacer el bien que pensaban que tal vez, solo tal vez, Él era el anhelado Mesías enviado por Dios. La ENCONTACTO.ORG

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Nadie estuvo parado fuera de la tumba esperando una resurrección. Pero Jesús apareció vivo, entero, resucitado. historia comienza en Juan 3: “Había entre los fariseos un dirigente de los judíos llamado Nicodemo. Éste fue de noche a visitar a Jesús. —Rabí —le dijo—, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él” (vv. 1, 2) Nicodemo había estado preparándose para hacer la gran pregunta, pero Jesús la respondió antes de que éste la hiciera: “De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (v. 3) Me pregunto cómo lo sabía, debió haber pensado Nicodemo. Porque Jesús ve lo que hay en el interior de los corazones, sabía que Nicodemo —y todo el mundo, en realidad— quería tener la respuesta a la pregunta: ¿Hay manera de saber con certeza que tenemos entrada en el reino de Dios? En la manera típica de Jesús, su respuesta fue muy desconcertante. ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? preguntó Nicodemo. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? (v. 4) Pero Jesús no estaba hablando del nacimiento físico. Él dijo: “Quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu” (vv. 5, 6). Estaba diciendo que si va a haber un nacimiento en el reino de Dios, el Espíritu de Dios tiene entonces que ser parte de ese nuevo nacimiento espiritual. En otras palabras, así como nacimos físicamente de nuestros padres, hay un nacimiento espiritual interior que nos conecta con Dios de una manera que jamás puede ser desconectada. La respuesta de Jesús 24 A B R I L 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

hizo añicos todo lo que los fariseos creían en cuanto a cómo ser santo. “¿Cómo es posible que esto suceda?” preguntó Nicodemo (v. 9). Este buen judío conocía la Tora como la palma de su mano. Por eso Jesús sacó a colación la historia de Moisés en el desierto, cuando el campamento de los israelitas fue invadido por serpientes. Aquello fue un desastre. Las serpientes se deslizaban en las camas, mordiendo a hombres, mujeres y niños. Como no podían simplemente empacar y marcharse, Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y que la colocara en alto en un poste, para que todos los que la miraran se salvaran (Vea Números 21. 4-9.) No era exactamente la enseñanza que Nicodemo esperaba, pero no era un tema para debatir. “Como levantó Moisés la serpiente en el desierto”, dijo Jesús a Nicodemo, “así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna (vv. 14, 15). Desde el mismo comienzo de su ministerio, Jesús profetizó cómo y por qué tenía que morir. Él, también, sería levantado en un madero, para que todo aquel que crea en Él —no que hace el bien por Él —pueda tener entrada en el reino de Dios. Después de eso, Nicodemo probablemente habló con José de ese encuentro, y los dos, sin duda, reflexionaron en la enseñanza poco común de Jesús, porque al parecer se mantuvieron siguiéndole de lejos. Mientras tanto, Jesús continuó enseñando acerca de la fe versus las obras. El Espíritu versus la carne. La fe versus la religión. Siguió sanando enfermedades y ganando nuevos seguidores. El enojo de


los fariseos era cada vez mayor, hasta que Jesús hizo lo inimaginable —resucitó a su amigo Lázaro de los muertos. Indignados, los fariseos orquestaron un plan para deshacerse de Jesús —un plan que incluía traición, testigos falsos, y un juicio en un tribunal improvisado que era completamente ilegal. Arrastraron a Jesús a la casa de Poncio Pilato, un oficial romano que servía bajo la autoridad del emperador Tiberio César. Al no encontrar ninguna falta, Pilato intentó calmar al populacho haciendo azotar a Jesús casi hasta matarlo, pero la impaciente muchedumbre comenzó a gritar una y otra vez: “¡Crucifícalo!” “¿Acaso voy a crucificar a su rey?” preguntó Pilato, y la muchedumbre gritó: “No tenemos más rey que el emperador romano”. Esto era problemático porque ahora Jesús era puesto como un enemigo de Roma. Entonces Pilato lo entregó para que lo crucificaran (19.15, 16). Nicodemo, José, María, Pedro, Juan y todos los seguidores de Jesús no podían creer que se hubiera llegado a esto —¡a la muerte por crucifixión! Lo vieron arrastrar su cruz hasta el Gólgota, donde los clavos atravesaron sus manos y sus pies. Vieron la cabeza de Jesús levantarse lentamente por encima de la multitud. Luego su cuello, sus brazos… Y de repente Nicodemo y José recordaron que “como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre”. ¡Esto es lo que Él quiso decir! ¡Esto es lo que Él esperaba! ¡Esto es parte de la historia! Seguramente otros pasajes de las Escrituras vinieron a sus mentes. ¿Acaso no dijo el profeta Isaías: “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Is 53.5)? Nicodemo y José decidieron que no podían permanecer en secreto por más tiempo, por lo que hicieron lo impensable. Después de ver a Jesús asfixiarse y morir

desangrado en esa cruz, valientemente pidieron a Pilato su cuerpo. José llevó el cadáver a la tumba que había reservado para sí mismo y para su familia. Entonces él y Nicodemo, juntos, ungieron a Jesús con mirra y áloe —75 libras (34 kg) en total (Jn 19.39). De acuerdo con las costumbres funerarias judías, lo envolvieron en especias y franjas de lino. Como la puesta del sol se acercaba, rodaron la pesada piedra para sellar la tumba, y se marcharon sin la esperanza de ver a Jesús vivo otra vez. Nadie se quedó fuera de la tumba esperando la resurrección. Sus amigos y sus parientes no saludaron la mañana de la Pascua con el sonoro conteo regresivo de “10, 9, 8, 7...”. Pero, para sorpresa incluso de quienes lo habían escuchado profetizar repetidamente su muerte y su resurrección, Jesús apareció vivo, entero y resucitado. La fe, el valor y la preocupación por el cuerpo del Señor de estos hombres, hicieron posible que los espectadores del primer siglo de Jerusalén creyeran sin una sombra de duda que Jesús ciertamente había muerto y que estaba vivo otra vez. Si Jesús hubiera resucitado de las cenizas del Gehena y entrado caminando a la ciudad con el cuerpo mordido por las ratas y apestando a basura, aun eso habría sido asombroso. Pero habría sido explicable: claramente que no había muerto, habrían razonado. Resultó entonces que, las acciones de Nicodemo y José proporcionaran una prueba irrefutable de que Jesús había, en realidad, resucitado. Sin la proclamación pública de su fe, sin su indiferencia por la posición o la popularidad, sin su compasivo cuidado por el cuerpo de Jesús, esta habría sido una historia muy diferente. Fue así como dos hombres llamados Nicodemo y José salvaron la Pascua. l Todas las referencias son de la Biblia Nueva Versión Internacional. ENCONTACTO.ORG

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Iniciativas

UNIDOS PARA LLEVAR EL EVANGELIO A medida que el amor de Cristo transforme su vida, ayúdenos a transformar la vida de otros. Con su apoyo podemos alcanzar a más personas e ir a más lugares. Para más información, visite encontacto.org o llame al 800-303-0033.


meditaciones s diarias EXTRAテ好AS DE LAS PREDICACIONES DE CHARLES F. STANLEY

V I S TA D E S D E U N T E M P L O E N O E T Z , T I R O L , A U S T R I A

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F O T O P O R C H A R L E S F. S TA N L E Y

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i se nos preguntara cuál es el evento religioso más importante del año, la mayoría de nosotros diríamos probablemente que es la Navidad, cuando en realidad la respuesta debería ser la Semana Santa. Sin duda, la Navidad conmemora en efecto la asombrosa verdad de que el Creador se hizo carne y vivió entre los hombres. Sin embargo, la encarnación fue apenas la primera escena en el drama fundamental de toda la historia. El Hijo de Dios vino a la tierra para morir como nuestro Salvador para que nosotros pudiéramos ser reconciliados con el Padre celestial y disfrutar de su presencia por toda la eternidad. Luego, después de derramar su sangre por nosotros, Jesús resucitó, confirmando cada afirmación y cada promesa que había hecho. Para enriquecer su comprensión y su experiencia de la Pascua, los escritores de En Contacto han creado esta sección especial. Además de nuestro acostumbrado estudio bíblico de dos páginas, hay un estudio adicional intercalado entre las meditaciones devocionales para resaltar las diferentes facetas de la vida de Jesús. Ilustraciones especiales y reflexiones ampliadas en cuanto a la Semana Santa —incluyendo algunas de escritores invitados— que tienen que ver con acontecimientos de los evangelios, desde el recorrido hecho por Cristo el Domingo de Ramos, hasta la resurrección. No se conforme este año con hacer el papel de espectador. Cuanto más activamente se involucre con el relato, más impactará y bendecirá éste su vida.

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uando admiramos a alguien, es natural que tratemos de identificarnos con esa persona. Esto lo vemos en los niños que disfrutan imitar la manera de hablar, de vestir y de actuar de sus superhéroes. A los adultos también les gusta adoptar las características de los modelos que han escogido; y, nosotros, como creyentes, estamos llamados a imitar al Señor Jesucristo. Nuestro Salvador nos ha mandado a seguir su ejemplo en todas las cosas, incluyendo al bautismo (Mt 28.19). Al comienzo de su ministerio público, Jesús decidió bautizarse. Juan el Bautista estaba llamando al pueblo judío a confesar sus pecados y demostrar arrepentimiento por medio de la inmersión en el río Jordán. Jesús, el único que no conoció pecado, se unió a la muchedumbre en el río, y le pidió a Juan que lo bautizara. Al seguir su ejemplo en las aguas del bautismo, estamos confesando públicamente nuestra fe en el Salvador, e identificándonos con Él. Por medio del bautismo proclamamos nuestra relación con Jesús, y también con otros creyentes, bajo la autoridad del mismo Señor. Pero recuerde que ni el bautismo ni ninguna otra obra son necesarios para la salvación; somos salvos solo por la gracia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo (Ef 2.8, 9). No obstante, Dios ha mandado que nos bauticemos después de nuestra redención, por lo que este paso es un asunto de obediencia. La fe en Jesús no es para ser escondida como una luz que se pone debajo de un almud (Lc 11.33). Por el contrario, debe expresarse en palabras y acciones. ¿Ha demostrado usted su fe por medio del acto del bautismo?

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La importancia del Bautismo

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Ocuparnos de nuestra salvación FILIPENSES 2.12, 13

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ué quiere decir “ocuparnos de nuestra salvación”? Muchas personas piensan erróneamente que Pablo nos estaba diciendo que trabajáramos para lograr nuestra salvación. Pero el apóstol estaba diciendo algo completamente diferente: su experiencia de la salvación no es el final de su peregrinación espiritual; es el catalizador que activa su “modo de operación”. Por eso, después de haber puesto su fe en Jesús como Salvador, usted puede comenzar a vivir la vida abundante que Dios le tiene preparada. Si usted le ha entregado su corazón al Señor, el Espíritu Santo habita en usted para siempre. Es el Espíritu de Dios actuando en y a través de usted, permitiéndole poner en práctica su salvación. El grado hasta el cual se rinda al Espíritu Santo afectará la obra que Él llevará a cabo por medio de usted, y los cambios que Él hará en su vida. A medida que su fe y su relación con Dios se desarrollen, comenzará a notar que Él se mueve en su vida. Cuando comparta su fe y sus bendiciones con los demás, se dará cuenta de que Dios está trabajando de más maneras. Manténgase sirviendo al Señor, y las semillas que Dios ha sembrado en usted florecerán (Is 55.10, 11). Por eso, cuando la Biblia habla de ocuparnos de nuestra salvación, quiere decir que hemos sido llamados a vivir con reverencia lo que ya nos ha sido dado, y permitir que la vida de Cristo en nosotros dé fruto. Su salvación debe ser un reflejo de Jesús dondequiera que usted vaya. Al vivirla en medio de amigos, familiares e incluso de extraños.

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esús conocía la importancia de la oración, y la practicaba con regularidad. Se escabullía con frecuencia para estar en comunión con Dios. Después recibía la dirección y la fuerza necesaria para realizar la obra de su Padre. Al enseñar acerca del poder de la oración, Jesús utilizó tres palabras para ayudarnos a orar de manera efectiva: Pedid­—Debemos venir a Dios con nuestras peticiones. Al hacerlo, estamos reconociendo tanto nuestra necesidad como la capacidad de Dios de atenderla. El Señor Jesús nos asegura que toda petición será concedida en conformidad con lo mejor que tenga el Padre celestial para nosotros y para otras personas. Buscad—A veces, el Señor nos pide que nos involucremos en la situación por la que estamos orando. Por ejemplo, podemos estar pidiéndole que nos ayude a encontrar un nuevo empleo. Él quiere que busquemos su instrucción y su guía, pero también que demos pasos prácticos para descubrir nuevas oportunidades. Llamar—Para llevar a cabo el plan del Padre celestial nos encontraremos con obstáculos en el camino. Para vencerlos, es posible que tengamos que orar de manera sostenida y persistente. Llamar implica un nivel de fuerza que se aplica para que la puerta se abra. Una vez que Dios presente la solución, ya no necesitamos seguir pidiendo. Cuando el Señor abre un camino, debemos andar por éste. La oración es muy poderosa (Stg 5.16). Involucra al Señor en las vidas de las personas, y también en los asuntos de gobierno. Es la manera para experimentar la unidad con nuestro Padre y recibir lo que hace falta para llevar a cabo su obra.

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El poder de la oración

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Cuando sufrimos JUAN 16.33

a Biblia nos enseña varias lecciones prácticas sobre el sufrimiento: Primero, está bien pedir una alternativa al sufrimiento, como lo hizo Jesús, pero debemos elegir la voluntad de Dios por encima de todo. Nuestra mejor respuesta a la adversidad es “Señor, ¿qué quieres que aprenda por medio de esto?” Segundo, en la noche que fue traicionado, el Señor Jesús pidió a sus amigos más cercanos que se mantuvieran despiertos para orar. Necesitamos contar con el apoyo de amistades cristianas, especialmente durante las pruebas. Los amigos verdaderos nos dirán la verdad con afabilidad, animarán y orarán por nosotros. Tercero, es natural que tengamos dificultades para orar cuando el dolor es intenso. En esos momentos, un simple “Ayúdame” es suficiente. Dios quiere que reconozcamos su señorío, pero no espera que tengamos las palabras perfectas. Él sabe lo que necesitamos antes de pedir, y tiene el poder de dárnoslo. Cuarto, debemos resistir la tentación de culpar a otros. Jesús fue traicionado y rechazado, pero le pidió a Dios que perdonara a quienes lo crucificaron. Del mismo modo, no debemos culpar a los demás por nuestro dolor. Al acudir a Dios en tiempos difíciles, elegimos confiar en su autoridad final. Es posible que nuestro Padre celestial no haya causado la dificultad, pero sí la permitió, y la usará para su gloria y para nuestro bien. Por amor, Dios permite el dolor, pero también le pone un límite a su duración e intensidad. Usted no sufre sin que esté presente Aquel que le sostendrá, ayudará y, al final, le sacará adelante en su angustia.


La guía divina para vivir en victoria PROVERBIOS 3.5, 6

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i usted se extraviara en un bosque, y encontrara una brújula en su bolsillo, es muy posible que no ignorara su orientación por seguir su propia intuición. Al igual que una brújula, la Biblia ofrece una guía segura para la vida. Un pasaje particularmente útil es Proverbios 3.5, 6 (NVI), porque resume cuatro verdades fundamentales: 1. Confía en el Señor. Dios merece nuestra plena confianza pues Él nunca cambia (He 13.8; Stg 1.17). 2. No confíes en tu propia inteligencia. Puesto que la mente humana es finita, su entendimiento es limitado. Sólo Dios es omnisciente. Él lo ve todo, incluso los pensamientos y los motivos (He 4.13). 3. Reconócelo en todos tus caminos. Como el Creador de todo y el Planificador de la salvación, Dios tiene el derecho de hacer planes para cada vida. Él entreteje la vida de cada persona en el vientre materno, ofrece la salvación por medio de Jesucristo, y da los dones espirituales para que sean utilizados en su nombre. Así como el niño acude a su padre en busca de ayuda, los creyentes debemos depender de nuestro Padre celestial. 4. Dios promete enderezar tus sendas. Espiritualmente, el camino directo es más rápido y más fácil para viajar, pero no está libre de obstáculos. Si obedecemos los tres primeros puntos, el Padre celestial actuará para derribar los obstáculos que haya a lo largo de nuestro camino. ¿Se dejará usted guiar por la brújula de Dios, y confiará en Él? Al rechazar la autosuficiencia, y al reconocer su dependencia de Él, se mantendrá en la senda recta de la vida de santidad.

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fin de semana

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Nuestro hogar celestial FILIPENSES 3.20, 21

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omo creyentes, tenemos garantizado un lugar en el cielo, y anhelamos tener una idea de cómo será. Aunque todas nuestras preguntas no serán contestadas antes de que lleguemos allá, la Biblia sí ofrece información en cuanto a la vida futura del cristiano. ¿Quiénes estarán allí? La verdad más maravillosa que sabemos es que estaremos en la presencia de nuestro Dios trino: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Además de miles y miles de ángeles (Ap 5.11), allí estarán los santos del Antiguo Testamento y todos los creyentes. ¿Cómo seremos diferentes físicamente? Tendremos cuerpos glorificados, y la Biblia ofrece pistas en cuanto a lo que esto significará. Después de la resurrección, Jesús tuvo una forma material visible, por lo que sabemos que nosotros, también, tendremos un cuerpo físico. Nuestra forma será incorruptible, y tendrá una imagen celestial (1 Co 15.42, 49). Aunque la Biblia no describe el proceso de glorificación, sabemos que nuestros cuerpos transformados estarán adaptados perfectamente a nuestro nuevo ambiente. ¿Nos reconoceremos unos a otros? Aunque diferentes, nuestros cuerpos serán identificables. María, aunque estuvo confundida al comienzo, reconoció al Jesús resucitado (Jn 20.14−16). Porque seremos como Él, seremos reconocidos en nuestra forma resucitada, y reconoceremos a los demás. Trate de imaginar cómo será estar en su cuerpo glorificado, con creyentes de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas (Ap 7.9). La vida en el cielo superará sus más grandes sueños y expectativas.

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LUCAS 15.11-24

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ndependencia espiritual significa vivir fuera de la voluntad de Dios, y elegir agradarnos a nosotros mismos. Lamentablemente, los deseos pueden cegarnos. O bien queremos lo que no tenemos, o bien no estamos satisfechos con lo que sí tenemos. Nos exasperamos ante la invitación a negarnos a nosotros mismos para obedecer a Dios (Lc 9.23). La satisfacción personal se convierte en una prioridad, exponiéndonos al engaño. El enemigo pinta un cuadro hermoso, pero falso, de cómo serán las cosas si simplemente se produce un cambio en nuestras circunstancias. Empezamos a creer la mentira de que la gratificación puede encontrarse en otra parte, y a olvidar la verdad de que nuestra vida está completa en Cristo (Ef 1.3). Cuando esta mentira nos influencia, es crucial que tomemos decisiones centradas en Cristo. A menos que filtremos nuestros deseos a la luz de la voluntad de Dios y nos aferremos a la verdad de que su gracia es suficiente (2 Co 12.9), tomaremos decisiones que parecerán buenas y que aparentarán ser inofensivas, pero nos apartaremos de la buena y perfecta voluntad de Dios. Durante un tiempo podemos encontrar placer en caminar fuera de su plan. Hacer lo que queremos en vez de lo que Dios quiere produce placer temporal, pero luego viene la desesperación y, muchas veces, el desastre. No importa cuán lejos haya usted vagado espiritualmente, vuelva al Señor. Al igual que el padre en la historia del hijo pródigo, Dios espera darle una calurosa bienvenida. En Él, usted encontrará todo lo que necesita (Ef 3.18, 19).

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El camino de la independencia espiritual

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Cómo tener paz interior LUCAS 8.22-25

esús prometió darnos su paz (Jn 14.27), la misma que le permitió mantenerse dormido durante una feroz tormenta. Sin esa paz, seríamos como los discípulos que se sintieron perdidos y asustados. Pero con ella, tendremos serenidad interior en medio de la tormenta. Para tener la paz del Señor, debemos cumplir ciertos requisitos. El primero es recibir al Señor Jesús como nuestro Salvador personal. Antes de ser salvos éramos, por naturaleza, contrarios a Dios. Pero nuestra redención nos cambió. La Biblia dice que ahora tenemos paz con Él (Ro 5.10) y somos miembros de su familia, en vez de ser sus enemigos. El temor a la muerte —una de las razones por las que carecemos de paz— desaparece cuando conocemos la gloriosa verdad de que pasaremos la eternidad con Dios. Creer en la soberanía del Señor es la segunda condición para tener un corazón tranquilo. En este mundo aquejado de problemas, la seguridad personal es una gran preocupación. Para combatir el temor, debemos confiar en que Dios está en control de todas las cosas. La tercera cosa que debemos hacer es entender que Dios conoce nuestras necesidades, y que ha prometido ocuparse de ellas (Fil 4.19). Él es un Padre que se deleita en dar cosas buenas a sus hijos. Es posible que no recibamos todo lo que queremos, pero nos dará lo que sea necesario para llevar a cabo su plan para nosotros. Una vez que hayamos recibido a Cristo como nuestro Salvador, el Espíritu Santo nos recordará que nuestro futuro está asegurado, y que nuestro amoroso y soberano Dios se encargará de que tengamos todo lo que necesitamos.


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JUAN 11.3-6

uando uno se siente decepcionado, es fácil culparse a uno mismo y a los demás. Con frecuencia, es difícil saber qué decir o qué hacer debido a lo doloroso que es identificar la causa o el propósito de la frustración. La decepción es una respuesta emocional a nuestro propio fracaso —o al de otra persona— por alcanzar un sueño o una meta. Esto puede resultar en la pérdida de fe en una persona en quien confiábamos. El Evangelio de Juan nos dice que Jesús amaba a Marta, María y Lázaro. Por esto, las dos mujeres no sintieron la necesidad de decirle al Señor nada más que “el que amas está enfermo” (Jn 11.3). Su expectativa era que tan pronto como el Señor Jesús oyera estas palabras vendría a sanar a Lázaro. Pero el Señor no se presentó sino dos días más tarde. Cuando Marta se encontró con el Señor Jesús, estaba decepcionada porque Él no había venido de inmediato, y su demora permitió que Lázaro muriera. No entendía por qué no había respondido a tiempo. Pero, en verdad, Dios tiene una razón para las decepciones que permite en nuestra vida. Podría evitarlas, pero quiere que descubramos su propósito. Su deseo es que vivamos por fe, y que permitamos que nuestras circunstancias lo glorifiquen (Jn 11.4, 25). Cuando vengan las decepciones, ¿se apartará de la voluntad del Señor para su vida? ¿O descubrirá que está comenzando a entender el propósito de Dios, para que pueda aprender de esas situaciones? La respuesta correcta es simplemente confiar en Él.

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Más allá de la decepción

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La marcha del creyente a la cruz JUAN 12.23-27

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odos sabemos que Jesús marchó al Calvario, pero ¿sabía usted que los creyentes también marchamos a la cruz? Todos hemos sido crucificados con Cristo, pero los que tienen hambre de Él participan de una experiencia más profunda de esta realidad. Jesús toma amorosamente sus manos y les guía a la cruz. Aunque este es el último lugar adonde cualquier persona quisiera ir, es la única manera de ser partícipes de lo mejor que tiene Dios para nuestras vidas. El camino a la cruz no es uno que usted hace con su familia o sus amigos. Es un viaje solitario con el Señor Jesús. Él le quita todas las personas y todo de lo cual ha dependido para que aprenda a confiar solamente en Él. Mientras estamos en la cruz, Él quita las capas de las mentiras que hemos creído hasta que comenzamos a vernos a nosotros mismos como Él nos ve. Pronto nuestro egocentrismo, insuficiencia y fracasos son puestos al desnudo. La cruz nos quebranta para que demos fruto. Si nos aferramos a nuestras vidas, y nos negamos a hacer este recorrido, seremos como un grano de trigo que nunca es sembrado y jamás germina. Pero quienes estén dispuestos a morir a sí mismos producirán abundante fruto espiritual. La única manera en que Cristo puede vivir por medio de nosotros es permitiéndole que nos crucifique. Dios no quiere que usted esté satisfecho con solamente su salvación. Hay mucho más que desea darle y llevar a cabo por medio de usted. ¿Está dispuesto a marchar a la cruz con Él? Sí, es doloroso, pero las recompensas en esta vida y en la eternidad superan con creces cualquier sufrimiento que usted experimentará.

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FIN DE SEMANA DOMINGO DE RAMOS

13 Apasionado y protector MARCOS 11.15-17

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sta no fue la primera vez que Jesús estuvo en el templo. Sus padres lo dejaron allí accidentalmente una vez cuando era un niño, y también había enseñado en ese mismo lugar algunas veces durante su ministerio. Pero esta visita fue diferente. Esta vez sorprendió a los asistentes al templo con más que sus palabras. En esta ocasión se airó ardientemente por las actividades que tenían lugar en el patio del templo. Una ira ardiente no es lo que esperamos de Jesús. Pero Dios siente pasión por su pueblo, y su pueblo estaba a merced de mercaderes en el templo. Eso tenía que cesar. Por eso, Jesús volcó las mesas, expulsó a los explotadores, y citó frases de los profetas para demostrar que estaba en lo cierto. El templo de Dios es un lugar de oración para las naciones, no un negocio. Este suceso nos enseña claramente que Dios está en contra del engaño y la codicia, pero hay un mensaje mucho más profundo en el hecho. La intensidad de la reacción de Jesús refleja el amor del Padre por su pueblo. La pasión que Él demostró en el templo no era por el edificio; era por los fieles que se habían reunido y, a mayor escala, por las naciones que ellos representaban. Evidentemente, Dios no toma a la ligera nuestros corazones. Él nos protege apasionadamente, pues es

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celoso de nuestra adoración y celoso de nuestro amor. Cuando Salomón dedicó el primer templo de Jerusalén, los sacerdotes se postraron sobre sus rostros mientras Dios llenaba poderosamente el edificio con su presencia. Esta edificación

Si Jesús pudo ser provocado tan profundamente por un templo de piedra, ¿cuánto más por el cuerpo de creyentes? era tierra santa, un lugar de pureza y oración. Siglos más tarde, cuando Jesús volcó las mesas de los cambistas, demostró la intensa pasión de Dios por esta misma tierra santa. Pero ¿qué sucede hoy día? Los fieles ya no se reúnen en un templo en Jerusalén. ¿A dónde dirige Dios su pasión? A nosotros. En el Nuevo Testamento, el pueblo de Dios se convierte en el templo de su presencia. El edificio da paso al cuerpo. Si Jesús pudo ser provocado tan profundamente por un templo de piedra, ¿cuánto más por el cuerpo de creyentes? La pureza y la devoción del lugar donde el Señor mora le importan profundamente. El Señor Jesús entra a nuestros corazones con celo para expulsar toda influencia pecaminosa y para hacernos suyos. —Chris Tiegreen


14 La lección de la higuera LUNES

LUCAS 13.6-9

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uando Jesús entró en Jerusalén, los hosannas y las manifestaciones de adoración fueron evidentes y entusiastas. Eso debió haber parecido un triunfo impresionante. Pero Jesús sabía que las apariencias externas no indican necesariamente un consenso general o incluso auténtico. De hecho, se estaba dirigiendo al templo, donde los cambistas eran muestra de esa verdad. Nuestro Salvador había llorado mientras se acercaba a la ciudad, porque el pueblo no conoció el tiempo en que Dios vino a salvarle (cp. Lc 19.44 NVI), o la manera de evitar lo que ahora era el juicio ineludible. Los escritores de los evangelios insertaron una curiosa anécdota en cuanto a la aproximación de Jesús a una higuera distante que tenía hojas, ya que tenía hambre. Marcos 11.13, 14 nos dice que “solo encontró hojas, porque no era tiempo de higos”. Entonces le dijo: “¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!” ¿Por qué Jesús, el Creador de las higueras, maldijo a una de ellas por no tener fruto fuera de temporada? La pregunta parece desconcertante, salvo para quienes estaban familiarizados con las cosechas de frutas del Oriente Medio, quienes se darían cuenta de que unas pequeñas protuberancias comestibles, o taqsh en árabe, aparecen con las hojas y se caen antes de que

se desarrolle la fruta real. El erudito F. F. Bruce (Are The New Testament Documents Reliable? — ¿Son confiables los documentos del Nuevo Testamento?) dice: “Si las hojas aparecen sin la compañía de las taqsh, no habrá higos ese año. Por lo tanto, era evidente para nuestro Señor... [que] a pesar de su bello follaje, era un árbol estéril e inútil”. Marcos añade luego un detalle importante: “Y lo oyeron sus discípulos” (v. 14). La maldición de la higuera por parte de Jesús no fue un arrebato caprichoso o de disgusto, como algunos suponen. Fue una demostración perfecta en cuanto al fruto que nace de la fe genuina, en contraste con religiosidad vacía que acababan de presenciar en el templo. Esta fue una enseñanza crucial para los discípulos del primer siglo, así como lo es para los discípulos del siglo 21. Nuestra utilidad importa mucho a Dios, pero solo cuando es fruto del Espíritu que se produce si permanecemos en la vid, Jesucristo (Gá 5.22, 23; Jn 15.5). No importa cuán impresionante puedan ser, las obras que se hacen solo mediante el esfuerzo humano carecen de valor a los ojos de nuestro Padre celestial. ¿Qué pasaría si el Señor nos examinara? ¿Hallaría algo nutritivo? ¿O encontraría un impresionante exhibición de hojas que resulta ser apenas una hermosa apariencia? —Sandy Feit

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15 Dios y el hombre MARTES

M AT E O 2 2 . 4 1 - 4 6

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os fariseos detestaban que tantas personas creyeran que el hombre que estaba frente a ellos era el Mesías. Este vulgar galileo no tenía ningún abolengo. Es verdad que podía dejar asombradas a las personas con su inexplicable sabiduría, pero sin duda no era, según ellos, el Rey que había venido. No solo respondieron de manera equivocada, sino que también hicieron la pregunta equivocada. Pensaban

Cristo estaba señalándoles a ellos —y también a nosotros— la sorprendente verdad de que Él es Rey, Salvador y Dios. que la prominencia cada vez mayor de Cristo simplemente aumentaba la posibilidad de que Él fuera el Mesías que había llegado. Pero Cristo les señaló una verdad más profunda, de la que dependía la salvación del hombre. “¿Qué piensan ustedes acerca del Cristo”, les preguntó: “De quién es hijo?”(Mt 22.42 NVI). Ellos sabían la respuesta, así como también tenían conocimiento de los rumores en cuanto a este lejano descendiente de David. Pero David tenía muchos descendientes. El Cristo sería —respondieron: “hijo de David”. “¿Cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama ‘Señor’ —preguntó

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Cristo— diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?’” (vv. 43, 44 NVI). Se refería al Salmo 110, en el que el Espíritu Santo habla por medio de David para explicar la divinidad de Cristo. Los fariseos pensaban que este debate era sobre si Cristo era el Mesías. En un instante, Cristo llevó la conversación a un nivel más alto. Sus interlocutores eran testarudos, pero inteligentes. Reconocieron la implicación de la pregunta que les fue hecha. Por supuesto, David no habría llamado “Señor” a un descendiente suyo después de muchas generaciones. Un rey daría ese honor solamente al Dios vivo. Cristo estaba señalándoles a ellos —y también a nosotros— la sorprendente verdad de que Él es Rey, Salvador y Dios. Tal afirmación era exorbitante, pero también el único camino a la salvación. Dios se hizo carne, vivió sin pecar hasta la muerte, y resucitó para vida eterna, destruyendo así al pecado y a la muerte sobre la humanidad. Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera volver a Dios. Esto aterrorizó a los fariseos, así que se quedaron en silencio, “y desde ese día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas” (Mt 22.46). Dios nos perdona cuando estamos de igual modo en silencio. Cristo es el Dios resucitado. Cuéntele eso al mundo. —Tony Woodlief


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E

MIÉRCOLES

Un amor extravagante M AT E O 2 6 . 6 - 1 3 ; J U A N 1 1 . 1 - 4 6

lla fue la única que creyó en Él. Siempre que Jesús hablaba de su propia muerte, los demás se encogían de hombros o dudaban, pero María creyó porque Él hablaba con la misma firmeza con que le habló la vez que ella dudo de Él. Ella había cuestionado el amor de Jesús por su familia cuando no llegó a tiempo. “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Pero ella vio que Jesús lloró con ella. Y Él pronunció después las palabras. “¡Lázaro, ven fuera!” Y después de estar cuatro días en una tumba sellada por una piedra, Lázaro salió. Mientras María besaba las manos, ahora cálidas de su hermano que había muerto hacía poco, se volvió y vio a Jesús. Él estaba sonriendo. Ella nunca volvería a dudar de sus palabras. Así que, cuando Él hablaba de su muerte, ella lo creyó. María llevó el voluminoso frasco de perfume de su casa a la de Simón. No fue un gesto improvisado, pero sí extravagante. El perfume costaba el salario de un año. Tal vez era la única cosa de valor que ella tenía. No era lógico lo que hacía, pero ¿desde cuándo ha sido guiado el amor por la lógica? El sentido común no habría llorado ante la tumba de Lázaro, pero el amor

sí. Era un amor extravagante y arriesgado que aprovechó la oportunidad. Alguien tenía que mostrar lo mismo al Dador de tal amor. Por eso fue que María lo hizo. Se acercó a Jesús y derramó el frasco. Sobre su cabeza, sus hombros y su espalda. Ella se habría derramado a sí misma por Él, de haber podido. La fragancia del dulce ungüento se esparció rápidamente por toda la habitación. “Respira el aroma y recuerda a quien te ama”, decía ese gesto. “Cuando te sientas abandonado, recuerda que eres amado”. Los discípulos se burlaron de su extravagante gesto, pero recordemos la manera en que Jesús defendió a María. “¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra”. Esta no era tampoco la primera vez que la había defendido. Cuando su hermana, Marta, exigió que María la ayudara con las tareas de la casa en vez de estar sentada a sus pies, Jesús dijo: “Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto” (Lc 10.42 NTV). El mensaje de Jesús es tan poderoso hoy como lo fue entonces: Hay un tiempo para el amor arriesgado. Hay un tiempo para sentarse a los pies de Aquel que usted ama, de derramar su amor sobre Él, y que debe aprovechar cuando llega. —Max Lucado

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17 Oración en la hora de JUEVES SANTO

la desesperación M AT E O 2 6 . 3 6 - 4 6

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l sufrimiento de Jesús no comenzó con los latigazos que recibió o con su lenta y agonizante marcha al Calvario. La Biblia nos dice que el Señor sufrió durante sus oscuras horas en Getsemaní, el lugar en donde “comenzó a entristecerse y a angustiarse” (Mt 26.37). Sabiendo que pronto se entregaría a sí mismo al inmenso horror de la cruz, Jesús aceptó el asfixiante peso de todo lo que vendría. Las palabras que dijo a Pedro, Jacobo y Juan revelan su agudo dolor: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (v. 38). Este hecho todavía nos deja estupefactos: Jesús, el Hijo de Dios, experimentó la desesperación profunda —conoció cada temor humano, cada ansiedad. No hay ninguna tentación o temor humanos que Jesús no experimentara. El evangelio de Juan resalta que Getsemaní era un huerto (18.1), y su narración está llena de imágenes de la creación desde las primeras frases hasta las escenas de la resurrección. El escritor, al parecer, quiere que conectemos al Getsemaní con otro huerto, donde una serpiente abordó a Adán y Eva. Juan quiere estar seguro de que entendamos que, aunque ellos sucumbieron a la tentación, Jesús no lo haría. Donde fallaron el primer hombre y la primera mujer, el Hijo del Hombre triunfaría. Aunque nosotros sucumbimos bajo el peso del temor

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o de la seducción del pecado, Jesús triunfa. Pero antes de la victoria hubo muerte, separación y fracaso aparente. Antes de la resurrección, hubo un largo período donde parecía que la esperanza se había disipado, donde

Nuestro Señor, en su desesperación, hizo lo que su alma sabía hacer: orar. uno se preguntaba si el amor había fracasado. En el huerto, mientras se acercaban las horas del mal, el corazón de Jesús se derramaba. Nuestro Señor, en su desesperación, hizo lo que su alma sabía hacer: Jesús oró, diciendo: “Padre mío, si es posible, pasa de mí esta copa...” (Mt 26.39). Jesús no se limitó a practicar su disciplina espiritual o a darnos un ejemplo a imitar. En vez de eso, su alma había quedado al desnudo, y fue al Único que puede estar con nosotros en tales profundidades. Jesús fue al Padre celestial. A veces tendemos a pensar que la oración es solo un tiempo de calma e introspección. Pero la oración nace a menudo de una simple necesidad. Cuando oramos, buscamos dirección, y simplemente gritamos: “¡Socorro!” —Winn Collier


E S T U D I O

B Í B L I C O

JESÚS LAVA LOS PIES DE SUS DISCÍPULOS JUAN 13.1-17

“C

x

omo había amado a los suyos que estaban suciedad de sus en el mundo, los amó hasta el fin” (v. 1). El pecados. amor es algo fácil de fingir. Las personas nos Un amor de esa dicen a menudo que nos aman, y pueden profundidad es ser muy convincentes. Pero, lamentablemente, difícil de entender. nos damos cuenta de que esas palabras son con ¿Quién es capaz de frecuencia vacías, y nos quedamos anhelando un entender realmente la humildad divina? amor más profundo y más auténtico. En su última celebración de la Pascua, la misma noche que Él sabía que iba a ser arrestado, Jesús hizo lo impensable: Tomó una toalla y se inclinó para lavar los pies de sus discípulos. En esa cultura, donde usar sandalias era lo normal, solo el esclavo más

¿El sacrificio divino? Fue la misericordia de Dios dando evidencias de sí misma. PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. El amor de padres es tierno; el amor de pareja es romántico; el amor de amigos es recíproco. Pero Jesús modela aquí un amor sacrificial y humilde. ¿De qué manera este amor es diferente a los otros tipos de amor? 2. Una cosa es ser humillado por alguien de una posición más alta que la de uno, pero otra es humillarse uno mismo delante de una persona de rango inferior. ¿Alguna vez amó usted a alguien que no lo mereciera? ¿Estuvo tentado a no seguir haciéndolo? ¿Qué le dice eso acerca del acto de Jesús de lavar los pies de los discípulos? ¿De qué manera le anima su ejemplo?

humilde realizaba esa desagradable tarea en la casa. Pero ahora su Maestro y Mesías les estaba lavando el polvo, la suciedad, y peor aún, los pies. Pronto su sangre perfecta e inocente les lavaría también la

3. Dios se humilló a sí mismo, primeramente al convertirse en hombre, y después, al someterse a burlas, golpes y a la crucifixión. ¿Cómo ha respondido usted a su tal sacrificio? ¿Cuál es la respuesta adecuada?

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VIERNES SANTO

18 La soledad soportada

por nosotros M AT E O 2 7 . 2 6 - 5 0

H

ace veinte años tuve el privilegio de hacer el papel de Jesús en la película El Evangelio de Mateo. La experiencia cambió mi vida cuando llegué a entender al Señor de maneras que nunca había imaginado. Descubrí su gozo, su sufrimiento y su pasión. También descubrí cuán extraordinariamente “solo” estuvo Jesús cuando anduvo en la Tierra. Después de todo, ¿quién podría entender a un hombre cuya manera de ser

¿Quién podría entender a un hombre cuya manera de ser e ideas eran tan asombrosamente diferentes a las de cualquier otra persona? e ideas eran tan asombrosamente diferentes a las de cualquier otra persona? Incluso sus amigos más cercanos nunca “lo entendieron” sino hasta después de que ascendió a su Padre. ¿Qué tan solo deja eso a un hombre? Especialmente en ese día del Gólgota. Cuando filmamos las escenas de la crucifixión, llegué al set después de un trabajo de maquillaje de tres horas; era tan auténtico, que ninguno de los miembros del equipo de filmación podía soportar mirarme. Recuerdo que pensé en el pasaje: “… escondimos de él

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el rostro” (Is 53.3), y me di cuenta de que eso había sido muy real. Después comenzó el rodaje, y la crueldad era impresionante. Estábamos simulando, pero la atrocidad era indescriptible. Recuerdo cuando estaba allí colgado, y viendo los rostros a mi alrededor, simplemente mirando. Una niña de la aldea local donde estábamos filmando lloraba y lloraba. Todos habrían querido ayudarme de alguna manera. Pero era algo que yo tenía que soportar solo. Pensé cuando Jesús veía a su madre, a Juan y a otros. Por mucho que lo amaran, no había manera de que ellos pudieran entender sus motivaciones ese día. Por mucho que habrían querido ayudarlo de alguna manera, era algo que Él tenía que hacer —solo. Después llegó el momento de estar solo más allá de toda soledad. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt 27.46). Para que pudiéramos nacer de nuevo. Hoy es un día para despojarnos de todo lo que queremos, y vivir como el Señor desea: agradecidos. Tenemos el privilegio de entenderle como nunca pudieron hacerlo quienes anduvieron a su lado, y nuestra respuesta no puede ser otra que postrarnos sobre nuestros rostros en profunda gratitud. ¡Gloria a Jesús! —Bruce Marchiano


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SÁBADO

Diferente de lo que parecía M AT E O 1 6 . 2 1

n la historia de la Pascua, el Sábado de Gloria normalmente se desperdicia. Sin embargo, los días e incluso los pocos años que le precedieron estuvieron llenos de acontecimientos y de palabras sorprendentes. Si se hubiera tratado de una sinfonía, ésta habría aumentado a un resonante pero horrible crescendo: el arresto y el juicio, los azotes y la crucifixión; la agonía en la cruz; la muerte; el día transformándose en la más absoluta oscuridad; la tierra sacudiéndose como si fuera a partirse; el desgarramiento del velo en dos... Y luego, al igual que la famosa pausa en el Mesías de Handel, todo se detiene completamente. Jesús es sepultado —y todo ha terminado. Al no estar ya Jesús, los discípulos se quedaron únicamente con su recuerdo y sus palabras, ninguno de los cuales parecían estar afectándoles, pues se escondieron temerosos ese sábado, teniendo poca fe en lo que Él había prometido. Los discípulos habían trazado su propia imagen de lo que se suponía que debía ser el Mesías. ¿Cuántos de nosotros; los creyentes, vivimos con una mentalidad de sábado —en algún punto entre la verdad de la vida terrenal de Jesús, y la resurrección gloriosa que validó todo lo que Él dijo e hizo? Es fácil quedarse perplejos ante el temor de los discípulos y su falta de fe,

pero ¿somos nosotros, en realidad, muy

diferentes a ellos? ¿Tenemos nuestros propios planes para Dios? ¿Creemos convenientemente que lo mejor para nosotros es que Dios y todos los demás hagan lo que esperamos? ¿Se inclina usted a decir palabras que transmiten cada vez más falta de esperanza? ¿Son palabras de desánimo, pesimismo, condenación — ­ tal vez incluso de desesperación? Delante de quienes vivimos con una mentalidad así hay dos opciones. O bien intentamos inútilmente hacer las cosas a nuestra manera, o bien volvemos a enfocarnos en la verdad de lo que Dios nos ha dicho: la verdad acerca de sí mismo, y la verdad sobre nosotros; la verdad en cuanto a lo que Él nos ha pedido que hagamos en la desilusión del “sábado”. Los discípulos no habían recibido todavía el Espíritu Santo, pero nosotros lo tenemos ahora por completo. Ellos no tenían la abundancia de la Palabra de Dios, pero nosotros la tenemos toda al alcance inmediato. Ellos estaban viviendo del otro lado de la resurrección, y nosotros la vivimos en su realidad. Porque la verdad es que la música se reanudará. ¡El domingo viene! ¡Qué sábado tan maravilloso se nos ha dado! —Del Tackett

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DÍA DE LA RESURRECCIÓN

20 ¡Día de triunfo! 2 CORINTIOS 4.14-18

H

oy es un día muy especial. En todo el mundo, personas de todas las edades están asistiendo a la iglesia. Pero la Pascua Florida es mucho más que ir a la iglesia. Si hemos entendido verdaderamente lo que se logró en el Día de la Resurrección, seremos las personas más agradecidas y victoriosas que existan. ¿Cómo lo sé? Al observar a los discípulos de Cristo, los primeros testigos del milagro más asombroso de Jesús. Cuando ellos creyeron finalmente que Jesús estaba vivo, todo cambió: esos hombres llenos de dudas y descorazonados se transformaron en predicadores apasionados del evangelio. ¿No le gustaría a usted vivir con esa misma confianza y determinación? Puede hacerlo, al considerar lo que logró la resurrección de Cristo y permitir que esa realidad llegue a ser fundamental en todo lo que usted piense, diga y haga. Comience reflexionando en tres verdades extraordinarias: Primero, Jesús está vivo y activo, no solo en el cielo, sino también en nuestras vidas. Está sentado a la diestra del Padre —nadie mejor que el Dios-hombre, que experimentó personalmente la debilidad humana, que conoce cada detalle de nuestras circunstancias, y que está presente en nuestro interior por medio de su Espíritu— para interceder por nosotros (Ro 8.34). Su poder sobrenatural (v. 11) está siempre al alcance para transformar nuestro carácter, fortalecernos, darnos

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discernimiento, y guiarnos a hacer la voluntad de Dios. Segundo, el Señor es absolutamente digno de confianza. Puesto que Jesús venció la muerte, tal como lo anunció, podemos saber que todo lo demás que dijo también es verdad —y que todas las promesas de Dios son seguras. Estas incluyen el convencimiento de que nuestros pecados han sido perdonados si ponemos la fe en el Señor como Salvador. Al levantar a su Hijo de entre los muertos, Dios proclamó que el sacrificio de Cristo fue suficiente para pagar el castigo por nuestros pecados. Tercero, la muerte no es el final. Por el contrario, es el comienzo de la vida como Dios quiso que fuera —libre del pecado y de todas sus consecuencias, de sufrimiento, enfermedad y dolor. La resurrección de Jesús garantiza que los creyentes también resucitaremos, y que recibiremos cuerpos nuevos —fuertes, perfectos y eternos. Además, tendremos el gozo de reencontrarnos con seres queridos en Cristo, y ver a nuestro Salvador cara a cara. Cuando una persona entiende lo que logró la resurrección de Jesús, no tiene ninguna razón para permitir que las penas y las preocupaciones del mundo le lleven a la desesperanza (v. 18). Por eso, invirtamos en nuestro futuro eterno, viviendo con la perspectiva de la resurrección, y sirviendo fielmente al Salvador resucitado. —Charles F. Stanley


¿Q

1 PEDRO 1.17-19

ué valora usted? Tal vez sea una reliquia familiar que no solamente es costosa sino que también tiene un valor sentimental. O tal vez los seres que más ama. O pueden ser su salvación, la Biblia, o su familia de la iglesia; pero si usted es realmente sincero, la sangre de Jesús probablemente no estuvo en la lista. La cultura cristiana de hoy necesita una versión objetiva de la salvación. Hablamos de la gracia y el perdón de Dios, y cantamos de su amor por nosotros, pero rara vez mencionamos la sangre de Jesús. Sin embargo, esa es la única base para nuestra salvación. Porque el Señor es recto y justo, Él no puede amar a los pecadores de modo que alcancen el cielo, o perdonarlos, simplemente porque se lo pidan. Cada pecado cometido tiene que recibir su justo castigo, y la paga del pecado es la muerte (Ro 6.23). El Señor tuvo solo dos disyuntivas para ocuparse de la humanidad caída. Podía dejar que la justicia llevara a la condenación a toda la humanidad, o podía proveer un sustituto para que pagara el castigo por cada persona. Pero este sustituto tenía que ser sin defecto (Dt 17.1). La única manera de salvarnos de la separación eterna en el infierno, fue enviar a su Hijo amado a la Tierra como el Dios-hombre, quien viviría sin cometer pecado y moriría en nuestro lugar. La sangre que manó de las heridas de Cristo compró nuestra salvación. Si quiere valorar realmente lo que Él hizo, piense en Él colgando en esa cruz solo por usted. Con ese pensamiento en mente, considere cómo debería vivir. Él se entregó sin reservas por usted, ¿qué le está dando usted a Él?

MAR

L UN

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La sangre preciosa de Jesús

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El Señorío de Jesús FILIPENSES 2.5-11

Y

a sea que usted haya sido creyente por muchos años, o puesto su fe en Cristo como su Salvador hace poco tiempo, hay una cosa importante que debe determinar en su corazón. Muchos cristianos entienden que Jesús murió en la cruz por sus pecados. Pero ¿quién es Él hoy? La Biblia nos dice que Jesús es el Hijo de Dios, que se hizo carne y que entró en nuestro mundo en la forma de un siervo. Vino a vivir entre nosotros y a hacer posible que conociéramos a Dios. Luego, después de su muerte, su sepultura y su resurrección, fue exaltado de nuevo a su legítimo lugar como Señor y Soberano. Es esencial que todo creyente entienda la persona y la posición de Jesucristo. A menudo lo llamamos “Señor”, pero ¿qué significa eso? La respuesta es que, como Señor y Creador, Él hizo y sostiene todas las cosas (Col 1.16, 17). Al poner nuestra fe en el Salvador, aceptamos su legítimo lugar en nuestra vida. Como Señor, Él tiene autoridad sobre cada aspecto de nuestra vida. Somos ovejas que debemos seguir al Pastor (Jn 10.2-15). ¿Se niega usted a reconocer que Él tiene el derecho de determinar lo que hace y dónde va? Puede tener la seguridad de que el plan de Dios resulta siempre en plenitud de vida. Jesús no es un gobernante distante y arbitrario; es su maravilloso y comprensivo Señor que le ama y ha preparado el terreno para que usted sea salvo, después de haber vivido una vida humana y sufrido inimaginablemente. Por eso, cuando Él dice: “Sígueme; yo haré que tu vida tenga significado”, puede tener la seguridad de que el Señor es digno de su confianza en todo momento.

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LEVÍTICO 22.29-33

S

i alguna vez ha leído el libro de Levítico completo, es posible que se haya preguntado por qué Dios dio a los israelitas tantas reglas y tantos detalles en cuanto a los sacrificios y las formas de adoración. Cuando era niño, recuerdo haber pensado que todas esas vacas podrían haber alimentado a mucha gente. Para mí, los sacrificios parecían un gran desperdicio, pues no entendía lo que el Señor estaba enseñando a su pueblo. Hoy tenemos las Sagradas Escrituras completas para ayudarnos a entender quién es Dios y lo que desea de nosotros. Pero en los días del Antiguo Testamento, Él enseñaba a su pueblo con ejemplos. Quería que entendieran tres cosas: su santidad; el pecado y las consecuencias de la desobediencia; y el cuidado que tenía de ellos —que Él era la fuente de todo bien. Las normas y los reglamentos que Él instituyó eran ejemplos visibles. En cada detalle, Dios revelaba su santidad y en cada sacrificio, el costo del pecado. Las reglas del tabernáculo enseñaban al pueblo que no tomaran la adoración ligeramente. Era un privilegio serio y maravilloso acercarse a un Dios santo y justo. Hoy día, es muy fácil perder de vista la santidad del Señor. Por tanto, es bueno reexaminar el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento para mantener presente la seriedad de la adoración. Dios es nuestro Padre celestial, y tenemos acceso inmediato a la sala del trono, pero debemos preguntarnos si lo estamos tratando con la reverencia que se merece. En la iglesia, en lugar de estar desatentos y distraídos, debemos recordar el gran privilegio que es venir a su presencia.

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J UE

MI E

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Para entender la santidad de Dios

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La clave para el contentamiento FILIPENSES 4.6, 7

ientras se encontraba preso, Pablo escribió preciosas palabras acerca de la suficiencia de Cristo. Tenemos la tendencia de acompañar la idea del goce (o contentamiento) con vacaciones en la playa o en la montaña, pero el apóstol escribió que no debemos estar ansiosos en ninguna circunstancia, porque tenemos la paz del Señor. El contentamiento es el patrimonio del creyente. La paz es parte del fruto espiritual que nos pertenece cuando ponemos nuestra fe en el Salvador (Gá 5.22). El pasaje de hoy lo describe como una paz interior que sobrepasa todo entendimiento (Fil 4.7). Jesús experimentó el conflicto con una sensación de paz interior; y gracias a su Espíritu que mora en nosotros, esa paz asombrosa pertenece también a los hijos de Dios, incluso en los momentos en que nos encontramos con problemas que no tienen solución terrenal. He aquí la otra cara de la moneda: “No hay paz para el malvado, dice el Señor” (Is 48.22 NVI). La cultura moderna llama malvado a quien comete las acciones más viles, pero la definición de Dios es mucho más amplia. Malvado es quien deliberadamente rechaza el derecho que tiene Dios de perdonar sus pecados y de tener el señorío sobre su vida. Si usted no le ha entregado su vida a Cristo, no es capaz de experimentar el contentamiento real y duradero. Cuando nacemos de nuevo (Jn 3.3-8), nos convertimos en hijos del Dios vivo, y herederos legítimos de todo lo bueno que ofrece. Esto incluye la paz interna y el gozo que pueden soportar cualquier prueba. ¿Qué daño puede sufrir aquel que le pertenece al Señor (He 13.6)?


VI E

fin de semana

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Nuestro Salvador resucitado

La verdad que nos hace libres

1 CORINTIOS 15.12-19

JUAN 8.25-32

a vida, la muerte y la resurrección de Jesús constituyen la base de nuestra fe. La Biblia nos dice que Jesús vivió sin cometer pecado. Como el Cordero de Dios inmaculado, Él fue voluntariamente a la cruz y se sacrificó por nosotros (1 P 1.18, 19). Cristo llevó nuestros pecados y sufrió nuestro castigo para que pudiéramos ser reconciliados con Dios. La muerte del Salvador fue aceptada por el Padre celestial como el pago total por nuestros pecados, y despejó el camino para que podamos estar en paz con Él (Ro 5.1). Tres días después de la crucifixión, Jesús fue levantado de la muerte a la vida. El Cristo resucitado había vencido la tumba. Ascendió victoriosamente al cielo y ahora está sentado a la diestra del Padre. La muerte y la resurrección de Cristo son una ilustración de lo que sucedió en el momento que fuimos salvos. Al reconocernos como pecadores que no podían pagar sus transgresiones, expresamos fe en nuestro Salvador. Entonces, “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él” (Ro 6.6), y renacimos espiritualmente. Por su sacrificio, fuimos perdonados, reconciliados con Dios y adoptados en su familia. Pablo enfatizó la importancia de la resurrección, pues, de no haber sido cierta, nuestra fe sería vana. El Cristo resucitado apareció a muchas personas. Dejó que Tomás lo tocara para que supiera que estaba vivo. Después que el Señor ascendió al cielo, el Padre envió a su Espíritu Santo a morar en los creyentes y a dar testimonio de la verdad de la resurrección. Nuestra fe está basada en el fundamento seguro de un Salvador resucitado.

D

ios desea lo mejor para cada uno de sus hijos, pero a veces quedamos atrapados por hábitos, conceptos y sentimientos negativos que interfieren con sus planes para nosotros. Pero el Señor Jesús nos ofrece una salida. Si continuamos en su Palabra, conoceremos la verdad que nos hace libre de todo lo que nos esté manteniendo cautivos. “Continuar” en la Palabra significa leerla regularmente y aplicarla a nuestra vida. Entonces sabremos lo que Dios dice, y seremos capaces de reconocer las artimañas que amenazan con atraparnos. Además de esto, entenderemos los beneficios que acompañan a nuestra salvación y que nos permiten mantenernos firmes en la verdad para no ser extraviados. Estos beneficios incluyen... • Nuestra posición: Por la fe en Cristo, hemos comenzado una relación personal con Dios. Ahora, como sus hijos, tenemos libre acceso a su trono, junto con la seguridad de que Él escucha nuestras oraciones. • Nuestra provisión: Dios nos dio la Biblia para guiarnos y alentarnos. • Nuestras promesas: Al confiar en las promesas que Él nos ha dado, seremos participantes de la naturaleza de Dios, y escaparemos de la influencia corruptora del mundo (2 P 1.4). • Nuestra protección: Al caminar con Cristo, Él nos fortalece y nos protege para que no caigamos en las trampas del maligno (2 Ts 3.3). El primer paso para vivir en libertad es reconocer cualquier pecado que esté dominando su vida. Luego, apóyese en la verdad de la Biblia y reclame las promesas y la provisión de Dios por fe.

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ROMANOS 6.1-7

L

a sección de libros de autoayuda de las librerías no se vería tan concurrida si más personas aceptaran la solución de Dios para su bienestar. La redención del hombre no es la superación personal, sino el reemplazo total de la vieja naturaleza “carnal”. Quienes reciben a Jesús como Salvador y aceptan su sacrificio por su pecado, son crucificados juntamente con Él. Su viejo yo, lleno de pecado muere, y un nuevo Espíritu sin mancha hace su residencia en el interior de la persona. El bautismo es un acto simbólico que representa la transición de muerte a vida. No solo simboliza la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús, sino también manifiesta nuestra experiencia de ser sepultados con el Cristo crucificado, y resucitados para vivir con Él. En nuestra nueva vida, somos libres de la esclavitud del pecado, y aunque nos parezca que no podemos alcanzar una vida de santidad, nos esforzamos más para hacer lo correcto. A veces, volvemos a la sección de autoayuda, cuando lo que deberíamos hacer es volver al Libertador. Al redimirnos, Cristo se convirtió en nuestra vida. Él vive en nosotros por su Espíritu que mora en nuestro interior, y seguirá viviendo si le permitimos que lo haga. Las personas no pueden cambiarse a sí mismas. Jesús llama a los creyentes a una relación en la que son transformados. Cuando Él es el centro de nuestra vida —cuando leemos con entusiasmo la Sagrada Escritura, oramos pidiendo que se haga su voluntad, y procuramos andar en su senda— cambiamos positiva y permanentemente.

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Bautizados a una nueva vida

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Equipados para hacer su voluntad É XO D O 3 . 1 - 1 4

e conocido a personas que saben que Dios las ha llamado a hacer algo, pero están tan enfocadas en lo que piensan en cuanto a sus capacidades, que siguen diciéndole: “Es que no puedo”. ¿Sabía usted que esa es una forma de rebelión? Es decirle al Señor que no es lo suficientemente poderoso como para equiparlas, y que el cumplimiento de su voluntad depende de las capacidades naturales de cada persona. Al ser llamado a sacar a los israelitas de la esclavitud, Moisés se quejó de que él no era la persona adecuada para la tarea con la excusa de que no sabía hablar bien (Éx 4.10). La respuesta de Dios enfatiza que Él no solo era más que capaz de equipar a su líder escogido, sino que también lograría sus propósitos con o sin Moisés. Es el Señor quien nos da la capacidad de vivir dentro de su voluntad. Dios ha prometido que si le creemos y seguimos adelante en obediencia, nos mostrará lo que quiere que hagamos, y después nos capacitará para hacerlo. Filipenses 2.13 dice: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. No hay nada que temer; usted nunca tendrá que hacer algo para Dios para lo cual Él no le haya equipado. Nuestro Padre celestial se ha comprometido a equipar a sus hijos para que hagan lo que les pida. Como seguidor de Cristo, usted tiene la responsabilidad personal de decir “sí” cuando Dios le llame, y permitir que Él logre sus propósitos por medio de usted. Dios no le defraudará. Ver cómo trabaja en su vida fortalecerá su fe e impulsará el proceso de conformarle a la imagen de Cristo.


MI E

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Porque Él vino, debemos ir

En cuanto a la

Resurrección de Cristo

JUAN 20.19-23

uede usted imaginar la impresión de los discípulos cuando Jesús se les apareció? Después de días de estar escondidos, temiendo por sus vidas y lamentando la pérdida de su Maestro, los seguidores de Cristo quedaron atónitos al verlo de pie ante ellos en una habitación que estaba cerrada con llave. Como si el impacto que les causó su aparición no hubiese sido suficiente, les hizo la siguiente declaración: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Jn 20.21). El peso de esas palabras debió haberles parecido abrumador. Después de años de escuchar a Jesús hablar de su propósito divino, ahora los discípulos recibían un encargo semejante. Así como el Padre había enviado a Jesús, Él los estaba enviando ahora al mundo para extender el evangelio, sanar a los enfermos, servir a los necesitados y glorificar al Padre celestial. Muchos cristianos leen este pasaje, y piensan: “Me alegro de no haber estado allí para recibir esa “orden de movilización”. Pero ¿sabe una cosa? Sí estaba. Esa habitación no albergaba solo a los once apóstoles restantes. Lucas 24.33 dice que otros seguidores “estaban con ellos”. De modo que, cuando Jesús dijo en Juan 20.21: “Así también yo os envío”, estaba hablando a todo el cuerpo de creyentes. El mandato de Jesús de hacer discípulos “de todas las naciones” (Mt 28.19) es una tarea demasiado grande para un puñado de personas. Es un llamado para que cada creyente, de cada país y en cada generación, acepte la misión nuevamente. Cristo le está enviando a algún lugar con un propósito. ¿Está listo para ir?

“Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará”. – Lc 18.31-33 “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? 21Mas él hablaba del templo de su cuerpo”. – Jn 2.19-21 “No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor”. – Mt 28.6 “... y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. – 1 Co 15.4 “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”. – Jn 20.27, 28 “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” . – 1 Co 15.20

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