El ciego de jerico en clave hospitalaria (sanar)

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Sobre Bartimeo Bartimeo, no es ciego de nacimiento, sino que ha perdido la vista: es el hombre que ha perdido la luz y es consciente de ello, pero no ha perdido la esperanza, sabe percibir la posibilidad de un encuentro con Jesús y confía en él para ser curado. En efecto, cuando siente que el Maestro pasa por el camino, grita: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí», y lo repite con fuerza. Y cuando Jesús lo llama y le pregunta qué quiere de él, responde: «Maestro, que pueda ver». Bartimeo representa al hombre que reconoce el propio mal y grita al Señor, con la confianza de ser curado. En el encuentro con Cristo, realizado con fe, Bartimeo recupera la luz que había perdido, y con ella la plenitud de la propia dignidad: se pone de pie y retoma el camino, que desde aquel momento tiene un guía, Jesús, y una ruta, la misma que Jesús recorre. El evangelista no nos dice nada más de Bartimeo, pero en él nos muestra quién es el discípulo: aquel que, con la luz de la fe, sigue a Jesús «por el camino».


…un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino… Bartimeo es ciego. La ceguera representa oscuridad, confusión, un no saber para dónde se va, esto es, representa a un hombre que se encuentra totalmente desubicado. Hay quienes pueden ver las cosas del mundo, pero no saben para dónde van, no han podido ubicarse en su vida. Bartimeo podría ser el símbolo de la marginación, está fuera del camino, tirado en la cuneta, se representa como un hombre que ya tiene asignado su papel de exclusión (aunque él no se resigna). Muchas personas son mendigas, nos sólo de dinero, sino también de amor, de atención, de cariño, aquí le toca a la Pastoral de la salud, estar pendiente de estas necesidades espirituales.


…se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!»… La fe nos acerca a Dios, nos hace tener esperanza cuando todo alrededor nuestro parece venirse abajo. Nos hace levantar la voz cuando nos mandan callar. Nos hace pedir al Señor lo que necesitamos en la certeza de que nos lo concederá si en verdad redunda en beneficio de cada uno de nosotros.

El corazón del hombre tiene hambre de Dios

Bartimeo ha reconocido en Jesús el poder de sanarle la incapacidad que lo ha acompañado desde siempre. Al pedirle compasión, él pide que Jesús haga suyo el dolor que él experimenta.

Tener compasión es sentir desde dentro, es comprometerse con el dolor del otro, en muchas ocasiones necesitamos que nos lo recuerden con un grito, o necesitamos gritarlo nosotros.


…Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.»… Jesús nunca dejará esperando a quien lo llama. Nadie que clame a Jesús se quedará sin respuesta. Él detiene su caminar, Bartimeo merece toda su atención, por eso se detiene. Aquí no vale lo de no hay tiempo, para eso está la pastoral de la salud, para dedicar todo el tiempo que nuestro prójimo necesite. No lo atiende a la carrera, no lo atiende mientras va caminando.

La Iglesia derriba los muros que impiden el encuentro con Dios

Jesús pide que lo llamen y aparece otro grupo de personas que hace todo lo contrario del primero. Si el primero le dijo que no gritara, que se callara, este segundo grupo le dice: Te está llamando. Si no falta los que tratan de desanimarte, tampoco falta los que te animen a encontrarte con Él, por eso desde la Pastoral de la salud siempre hay que intentar animar al otro a mantener los ojos del corazón abiertos a la esperanza.


…Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino ante Jesús… Al menor síntoma de hospitalidad, el ciego tira el, da un salto y se encamina hacia Jesús, confía aunque no ve. Jesús con unas palabras ha logrado que el ciego se despoje de su manto, se despije de todo lo que hasta ahora había sido su refugio, de todo lo que tenía, todo se convierte ahora en un estorbo. Ahora todas sus confianzas están puestas en Aquel que está dispuesto a acogerlo, a escucharle, a acompañarle.

La necesidad y el deseo más grande del hombre es saber quién es

Y sin embargo, sólo necesita sentir que alguien está dispuesto a tenderle la mano, para que él mismo realice los pasos más adecuados, es él quien tira el manto y da el salto desde la cuneta al centro del camino.


…Jesús dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!»… Y una vez que la propia persona en medio de su vulnerabilidad está en disposición de avanzar , es cuando se interroga. Jesús provoca con su pregunta que la persona entre dentro de sí misma, para hallar la respuesta. ‘Que vea’ es la respuesta, la pregunta se ha convertido en oportunidad para aprender, para poner todas las sombras de los ojos delante de Jesús, delante de una mirada que no juzga ni hace reproches, sino que acoge con ternura. Ante tantas realidades en las que viven los hombres y que necesitan ser curados y sanados, la Iglesia siente la necesidad de acercarse a los hombres, como el Señor, para hacerles ver, para buscar siempre la verdad, para saciar la vida haciendo siempre el bien, para saciar el hambre que el ser humano tiene de libertad, para llenar su corazón de lo más bello.

La misión que Jesucristo encarga a su Iglesia: preguntar a todos ¿qué quieres que haga por ti?


…y le seguía por el camino. El objetivo final no es la visión, sino el seguimiento a Jesús, antes estaba al borde, fuera del camino; ahora le sigue en el camino, porque el ‘recobrar la vista’ significa brillar y dar luz. Jesús es capaz de iluminar el corazón de los hombres que están ciegos y a oscuras.

Los frutos de la fe: visión de totalidad, seguimiento y alabanza

Jesucristo al devolver la vista al ciego, le devuelve esa capacidad para irradiar la Belleza de Dios al mundo. Para ello, lo que se necesitan son testigos, como el ciego, que sabía quién le había devuelto la vista, Cristo, y por ello, inmediatamente, se pone a seguirlo y a alabar a Dios. Hay una clave importante para quien pide ver y el Señor hace posible esta petición: ser “testigos del amor”. No se trata de explicar, se trata de mostrar. No se trata de convencer, sino de “hacer ver” con nuestra propia vida que ha sido transformada por el mismo Jesucristo.



Norka C. Risso Espinoza Centro San Juan de Dios – Ciempozuelos http://pastoralsanitaria.blogspot.com.es/ Imågenes: Internet


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