Martires Hospitalarios San Juan de Dios

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B. Mártires Hospitalarios

Martes, 25 octubre 2016

1ª lectura: 2 Macabeos 7,1-2.9-14 «Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres» Salmo:

«Los Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares» cantares

Evangelio: Juan 12,24-26 «Si el grano de trigo muere da mucho fruto»

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará.» Reflexión Los beatos mártires de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios sufrieron el martirio por haber mantenido y confesado su fe, sirviendo a los enfermos y necesitados, en fidelidad a la #hospitalidad que habían profesado. Ellos, sin preocuparse del peligro que les acechaba, permanecieron en su puesto desempeñando el apostolado de la caridad con la ordinaria dedicación, sin dejarse intimidad por los insultos y amenazas de muerte, aceptando voluntariamente el martirio. Ellos mejor que ninguno sabían que si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto, y lo demostraron con sus vidas. (De Textos litúrgicos propios de la OHSJD)

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Material Mártires Hospitalarios Al ser beatificados los 24 hermanos mártires en Tarragona (13/10/2013), la Santa Sede ha unificado los dos grupos marcando una el 25 de octubre como nueva fecha de celebración (en vez del 30 de julio). La nueva fecha apoya festejarlos en mejor tiempo de la agenda; en verano muchas veces pasaban desapercibidos; además situándonos en el día de su beatificación, favorece unirnos a su triunfo y testimonio de fidelidad a la #Hospitalidad, y a una mejor devoción y veneración.

Mártires de la fe y de la Hospitalidad El término griego “martyr” significa testigo, y la Iglesia lo aplica para aquellos que han muerto por ser fieles a la fe en Dios, en Jesucristo, en la Iglesia y sus verdades. Nuestros hermanos mártires unieron sus creencias cristianas con su fidelidad a la vocación y consagración, y por ello se les puede muy bien aplicar la doble corona de mártires de la fe y mártires de la Hospitalidad.

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«Son conocidos como Los Mártires del siglo XX en España, firmes y valientes testigos de la fe. En unas circunstancias de confusión, tragedia y sinrazón que siempre acompañan las guerras, dieron su vida por mantenerse fieles a Cristo y a su Evangelio. Por eso y en este Año de la Fe, los consideramos como verdaderos ejemplos y testimonios de la Fe. Nuestros Hermanos son también Mártires de la Hospitalidad, unidos al grupo de los 71 Hermanos que fueron beatificados por el Beato Juan Pablo II en el año 1992. Con el nuevo grupo de Beatos la Iglesia completa y reconoce el testimonio de Fe y Misericordia de todos estos Hermanos, llevado hasta el extremo de dar sus vidas por amor y servicio a los que sufren. Para toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios es una gran alegría y un gran honor el reconocimiento que hace la Iglesia de nuestros Hermanos, que son propuestos a todos los creyentes como modelo y camino de santidad. En el tiempo que hoy nos toca vivir son también una llamada a renovar la fe, la consagración religiosa y la hospitalidad según el estilo de San Juan de Dios. A vivirla con fidelidad y pasión y sobre todo a practicarla con amor y entrega hasta las últimas consecuencias como ellos hicieron. En un tiempo donde las opciones fuertes parece que se diluyen y los compromisos son con frecuencia condicionales, nuestros Hermanos Mártires nos traen el aire fresco de la radicalidad y la fidelidad y el perdón, que son el fundamento de la esperanza y del futuro. Ellos son para la Iglesia y para nuestra Orden de modo particular, el despertador que nos despierte de la apatía y del paso cansino que tantas veces acompaña nuestra vida. Su valentía y audacia, aunque estuviesen llenas de temor, es una oportunidad que nos brinda el Espíritu del Señor para reavivar la alegría y el entusiasmo de nuestra vocación y de nuestro servicio a los enfermos y necesitados. Es conmovedor el testimonio de los Hermanos de la Comunidad de Málaga: “El día 19 de julio de 1936, muy de mañana, el Hermano Gil de san José Lladó, Superior de la Comunidad de Málaga, informó a los Hermanos que se vistieran de seglar, se les entregó una pequeña cantidad de dinero y se les invitó a que, si querían, volvieran con sus familiares. Haciéndoles saber que se avecinaban situaciones difíciles e, incluso, peligrosas. Con cierta sorpresa para el Hermano Superior

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todos los Hermanos, casi al unísono, le manifestaron unánime y heroicamente: “Padre, me quedo junto a los enfermos, pase lo que pase, y quiero correr la misma suerte que pueda correr su Reverencia y los pobres enfermos”. Esta manifestación unánime hicieron que el Superior llegara a derramar algunas lágrimas”. (C. Eseverri. Mártires Hospitalarios del siglo XX)»1 Hermanos de San Juan de Dios de la Comunidad de Ciempozuelos que ofrecieron su vida en el servicio a los pobres y enfermos en los años 1936-37:

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De la carta del Superior General. Mártires de la fe y de la Hospitalidad.

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