Patrocinio de María
Sábado, 19 noviembre 2016
1ª lectura: Proverbios 8,22-31 «María trono de la sabiduría» Salmo:
«Escucha, Escucha, hija, mira: inclina el oído» oído
2ª lectura: Gálatas 4,4-7 «Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer» Evangelio: Lucas 1,39-47 «Dichosa tú, que has creído»
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.»
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Reflexión La Virgen María es modelo de consagración en #Hospitalidad y, como “Madre de Misericordia” y “Salud de los enfermos”, enseña a la comunidad hospitalaria a compartir el dolor humano y a aliviar las penas y tribulaciones de quienes sufren. El patrocinio de María es la fiesta principal con la que la Orden Hospitalaria venera a la virgen María. Esta devoción tiene origen en una piadosa tradición, según la cual la Virgen María se apareció a Juan de Dios a punto de morir: lo confortó, enjugó el sudor de su frente y le prometió que protegería siempre a sus hijos, a los enfermos por ellos asistidos y a sus bienhechores. (De Textos litúrgicos propios de la OHSJD)
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Material Patrocinio de María El día 19 de noviembre, tercer sábado del mes, celebramos la solemnidad del Patrocinio de Santa María Virgen sobre la Orden Hospitalaria, Patrona de la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios. La devoción a la Virgen María tiene una larga y profunda tradición en la Orden que arranca de nuestro Fundador, San Juan de Dios, que la llamaba “la siempre entera”. La fiesta del Patrocinio tiene su origen, según la tradición, en la promesa que la misma Madre de Dios hiciera a San Juan de Dios en su lecho de muerte:
“A esta hora Juan, hijo mío, no falto yo a mis devotos; y así como cumplo esta promesa, te ofrezco de no faltar en todo tiempo a los pobres que se recogiesen en tu hospital, y amparar a todos tus hijos que siguieren tu forma de vida”. (Rev. La Caridad, 59, 1945, p. 477) La historia de la Orden confirma esta promesa con muchos ejemplos y experiencias que se han vivido en muchos lugares donde ha estado y está presente. Entre los muchos casos vividos quiero indicar dos situaciones que avalan el patrocinio y la protección de María sobre la Orden y su misión. La primera se refiere a la Congregación Española de nuestra Orden, que con extraordinaria devoción honraba a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Belén, hasta el punto de hacerla su patrona y ser venerada en todas sus Casas. Nació esta devoción por los prodigios que la Madre de Dios comenzó a hacer al ser invocada y honrada en un cuadro que se veneraba en el claustro pequeño del Hospital de Antón Martín de Madrid. En 1726 se constituyó una Hermandad para honrarla que duró hasta el año 1936. De este modo la Vírgen María, acompañó y veló por la Congregación Española, ejerciendo su maternal protección y ayuda. (P. Santos, Cronología, Primera parte, p. 559). La segunda se refiere a la “Bonne Mère” de la Orden de San Juan de Dios. Sucedió en Lyon, concretamente en Champagneux, en el año 1826, en la Casa que los hermanos habían adquirido, de nombre Al final de dicho año la Casa debía satisfacer una importante cantidad de dinero, bajo la amenaza de la expropiación de la misma. No había
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esa cantidad, faltaba muchísimo y apenas quedaba tiempo. La catástrofe parecía cercana. Un hermano de la Comunidad recibió una pequeña suma de su familia, que poco solucionaba para el caso. Sin embargo el mismo hermano sugirió al Superior: “No le parece que
sería mejor dedicar el dinero a Dios, comprando una estatua de la Virgen Santísima, de la que carecemos”. Así se hizo y se organizaron turnos para pedir el auxilio y protección especial a María, que fue nombrándola en la fiesta del Patrocinio “Superiora General de la Provincia Francesa” y a ella se le encomendaron los asuntos de aquella Casa. Pocos días antes de cumplirse el plazo para el pago de la deuda, llegaron las donaciones suficientes. De ahí la gran tradición y veneración que en esa Casa y en toda la Provincia de Francia se tenía a aquella estatua tan providencial de la Virgen María. (Cfr. J. MONVAL, Le Frères Hospitaliers de Saint Jean de Dieu, 1936, p. 101-103) Son solo dos expresiones de la devoción de la Orden a la Santísima Vírgen María. Hay otras muchas, como la de Nuestra Señora del Buen Consejo y estoy seguro que en toda la Orden existen ejemplos que engrandecen la permanente protección de nuestra Madre sobre nuestra Familia y su misión, cuya fiesta litúrgica del Patrocinio de Santa María Vírgen sobre la Orden Hospitalaria fue instituida oficialmente en el Capítulo General de 1736, aunque ya se celebraba con anterioridad.
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