Viaje Ácido

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Viaje Ácido Coordinación editorial Edición y Diseño Texto

Armando Pineda Norma Leyva h. Irvine Welsh Primera Edición, Abril 2013

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos la impresión, el tratamiento informático o cualquier otro sistema, sin permiso escrito de la editorial


Viaje Ácido

IRVINE WELSH | Por Norma Leyva


E J A O I V ID ÁC


Se sienta a mi lado, pero mira directamente hacia adelante en vez de volverse para darme la cara. Empieza a hablar sin parar sobre su vida con lenta y regular monotonía. Me siento como un sacerdote yonqui. Me cuenta que fue violada por una pandilla de tíos y que se sintió tan mal que ha estado enganchada desde entonces. Empiezo a tener una sensaciónde déja-vu.


Estoy seguro de que eso me lo ha contado antes. ”Duele, Euan. Duele por dentro, joder. La mandanga es lo único que me quita el dolor. Yo no puedo hacer nada. Estoy muerta por dentro. No podrías llegar a comprenderlo. Ningún hombre puede comprenderlo. Mataron una parte de mí, Euan. La mejor. Lo que estás viendo es un puto espectro. No importa demasiado lo que le pase a un puto fantasma”. Hace asomar una vena a base de golpecitos, pincha la diana y tiene una convulsión de agradecimiento cuando bombea la mandanga por su organismo. Al menos, el subidón le cierra el pico. Tenía algo de inquietante hablando de ese modo como de ultratumba. Miró al espejo.

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Hay varias moscas dándose un festín con Gazza. ”Esos violadores. Reúne una cuadrilla, ya por ellos”, sugiero. Se vuelve hacia mí, sacude lentamente la cabeza, y se vuelve otra vez “No, las cosas no son así”. No hay nadie mejorrelacionado que estos tíos.


Siguen haciéndoselo a otras mujeres. Uno de ellos liga en un club, se trae a la mujer. Los demás están esperando y se limitan a utilizarla como un puto kleenex hasta que se hartan. ”Supongo que para aproximarte a lo que se siente tendrías que pensar en una docena de tíos metiéndotela por el ojete.” ”Eso era lo último”, murmura con melancólica satisfacción. ”Espero que Don traiga un poco cuando vuelva”.



”Los dos lo esperamos, muñeca, los dos”.

Podrían haber pasado horas o minutos, pero Donovan apareció por fin.




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¿Qué coño haces tú aquí, tío? Se puso las manos sobre la cadera y adelantó la cabeza hacia mí. ”Yo también me alegro de verte, colega”. Parecía como si a Donovan el caballo le hubiera diluido el tono de la piel. Michael Jackson probablemente ha pagado millones para obtener el mismo efecto que a Don le proporciona el jaco. Estaba como un granizado al que le habían succionado el hielo. Ahora que lo pienso, Ange tenía más color antes. Al parecer, si tomas jaco suficiente pierdes por completo cualquier rasgo racial. Verdaderamente, el jaco hace irrelevantes todas las demás características de una persona



Algo extraĂąo pasaba en Pilton.



Probablemente no sรณlo en Pilton, meditรณ Coco Bryce...



Pero puesto que él estaba en Pilton, el aquí y ahora eran lo único que le preocupaban. Miró hacia el cielo oscuro.




Parecía que se desmoronaba. Parte de él había sido acuchillado salvajemente, y Coco estaba desconcertado por lo que parecía estar a punto de caer a través de la herida.



.

Fragmentos de brillante luz de neón relumbraban en la brecha.

Coco distinguía el flujo y el reflujo de corrientes dentro de un pozo translúcido que parecían acumularse tras la oscura membrana del cielo, como si estuvieran preparándose para irrumpir a través de la abertura, o al menos desgarrar aún más el herido manto de nubes.

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Sin embargo, la luz que emanaba de la herida parecía poseer un radio de acción estrecho y limitado; no iluminaba el planeta que había debajo de él.




Entonces apareciรณ la lluvia: primero unos cuantos salivazos de aviso, seguidos de la hueca explosiรณn de un trueno en el cielo.



Coco vió un relámpago donde había estado su visión encendida y, aunque acobardado

de otra forma, suspiró de alivio porque a su insólita experiencia le sucedieron fenómenos más terrenales. Ha sido una locura meterme el segundo trip. Los efectos visuales son demasiado



Su cuerpo, abandonado a su suerte, se convertía en goma, pero Coco tenía suficiente fuerza de voluntad y experiencia en drogas como para recordar que el miedo y el pánico se alimentan de sí mismos. La regla dorada el “tranqui, tío” había sido emitida por colgados a lo largo de decenios no sin buenas razones. Hizo balance de su situación: Coco Bryce, solo y del trip en el parque a eso de las tres de la madrugada, relámpagos en un cielo premonitorio estallando sobre él. Las posibilidades eran: como mínimo acabaría empapado hasta los huesos, en el peor de los casos le fulminaría un rayo.



Él era la única elevación en unos cuantos cientos de metros a la redonda, justamente en medio del parque. «Hostia puta», dijo, subiéndose las solapas de la chaqueta. Se encorvó y salió disparado por el camino que dividía en dos aquel gigantesco pipicán conocido como West Pilton Park. Entonces Coco Bryce dejó escapar un pequeño murmullo, no un chillido, sólo un rumor, un suave grito sofocado.



Sintió que le vibraban los huesos mientras una ola de calor recorría su cuerpo y el contenido de su estómago descendía para ocupar el lugar de sus intestinos. Coco había sido alcanzado por algo procedente del cielo. De no haber sido su última visión antes de perder la conciencia la de un camino de hormigón elevándose para toparse con él, quizá hubiera pensado: Un rayo.


¿QUÉ SOY YO? Coco Bryce. Brycey, el de Pilton. Brycey: uno de los HibsBoys. Coco Bryce, joder, macho, intentó gritar, pero carecía de voz con la que hacerse oír. Le pareció que el viento le arrastraba lánguidamente, pero no notaba ninguna corriente de aire ni oía su silbido. Lo más aproximado a una sensación era la de ser una manta o una bandera, flotando en la brisa,pero aun así sin tener sentido alguno de dimensión o forma.


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Nada transmitĂ­a a sus cauterizados sentidos ninguna nociĂłn de su magnitud; como si abarcase el universo y a la vez tuviese el tamaĂąo de una cabeza de alfiler.



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Después de un rato empezó a ver, o a notar, texturas a su alrededor. Había imágenes, desde luego, pero nada que denotara su procedencia, o cómo eran procesadas, ninguna sensación real de tener cuerpo, miembros, cabeza u ojos. A pesar de todo, percibía claramente aquellas imágenes; un telón azul-negro, iluminado por objetos parpadeantes, centelleantes e informes de masa variable, tan indistinguibles como él mismo.


¿Estaré muerto? ¿Joder, será esto la muerte? ¡el jodido CocoBryce!

El negro se hacía más azul; decididamente, la atmósfera en la que se movía se espesaba ofreciendo mayor resistencia a su sentido del momento.


Aquello le impedía moverse. Era como una gelatina, y comprendía que iba a quedar preso en ella. Una breve sensación de pánico se apoderó de él. Parecía importante seguir moviéndose. Sentía que era un viaje que había que completar. Se dio ánimos para continuar y pudo distinguir, a lo lejos, un centro incandescente. Tuvo una fuerte sensación de euforia y, haciendo acopio de voluntad, viajó hacia aquella luz.



Esta mandanga es increíble.

¡Cuando se me pase, se acabó, joder, he terminado para siempre!



Viaje Ácido se imprimió en abril de 2013, en los Talleres de Diseño de la Comunicación Gráfica de la UAM Xochimilco, Calzada del Hueso 1100, Edificio R, Col. Villaquietud, Del. Coyoacán, 04960 México, D.F. Su composición de hizo con las fuentes de la familia Today Sans, diseñada por Sunmer Stone y Miller diseñada por Matthew Carter.


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