A mi hermana Gabriela y a mis amigas Dora Luz, Karina, Aura, Moni y Pollete que luchan por la igualdad, el respeto y la libertad. Un especial agradecimiento a la Sra. Mercedes Calvo de Astudillo, mujer inteligente, preparada, cariñosa y buena maestra que me ha enseñado a seguir creyendo en mi e impulsarme siempre a ser un mejor ser humano, tanto en lo personal como en lo profesional. Y que todos los días trabaja para que la niñez en guerrero tenga una vida libre de violencia. Agradezco infinitamente al Gobernador Constitucional del Estado de Guerrero Héctor A. Astudillo Flores, por la confianza y apoyo siempre para mi familia y quien es un aliado de las niñas y mujeres y firme impulsor de los derechos humanos.
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Dedicado con mucho cariño a mi padre Abel Eloy y a mi madre Olga Julieta, mis ejemplos a seguir. A mi hija Valentina quien elegirá su destino.
Mensaje Muy contenta de hacerte llegar este cuento y poder dirigirme principalmente a las niñas y las adolescentes guerrerenses. Es un cuento que ha sido escrito desde el corazón, y que busca plasmar la triste realidad que viven muchas niñas y mujeres por la violencia de género. La intención es que todas las personas puedan leerlo e invitarlos a que reflexionen sobre las situaciones que viven a diario muchas mujeres. Que entendamos que no se deben de violentar los derechos a la libertad, educación, salud y a crecer en ambientes saludables para que nuestras niñas puedan crear proyectos de vida. El Gobierno del Estado de Guerrero que encabeza el Gobernador Héctor Astudillo Flores, nos ha dado la instrucción para que en el DIF Guerrero trabajemos todos los días para proteger a las personas más vulnerables. Es por ello que Manantial es la historia de muchas mujeres, y nosotros debemos protegerlas y cuidarlas para que se respeten sus derechos humanos y tengan una vida libre de violencia y puedan emprender su camino hacia el éxito. Gracias Julieta Velasco. Mercedes Calvo de Astudillo Presidenta del DIF Guerrero
Yo nací un día de enero en la región Montaña del estado de Guerrero, en el municipio de Malinaltepec que en náhuatl significa Cerro Torcido, donde nacen frutos rojos y amarillos, bailamos en los jaripeos con música de chile frito y danzas regionales como la de los Chareos, Tlamenques y Vaquero, trabajamos los telares y la madera.
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Me llamo Ameyali que significa Manantial en náhuatl, mi cabello me gusta trenzarlo de color negro azabache como la noche, mis ojos son grandes y alegres, mi piel color morena como la tierra del bosque donde corro todo los días recolectando frutos y escucho a tecolote cantar. Mi madre Yali que significa Alegría en náhuatl, dice que me puso ese nombre porque cuando nací, había sequía en mi pueblo y quería que yo fuera ese manantial que nos ayudara a tener mejores cosechas y prosperidad. Nuestro idioma es principalmente el náhuatl y mixteco, pero yo entiendo el español y he aprendido a escribirlo ya que mi A’pá me permitió ir a la escuela hasta sexto grado de primaria. Todas las mañanas me despierto al amanecer oliendo el bosque que nos rodea con su aroma lleno de pinos y encinos, con el sonido que hace el pico del pájaro carpintero que trabaja desde muy temprano haciendo pequeños huecos en los árboles.
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Me levanto y ayudo a mis dos hermanitos a vestirse con la ropa tejida que nos hace mi A’má con algodón y manta que nos protege del frio de la mañana. Inmediatamente ayudo a darle de comer a nuestros conejos y gallinas, y reviso bien las cercas para checar que ningún coyote o tejón haya estado rondado por la noche a nuestros animalitos. Desde pequeña mi A’má y mis tías me enseñaron a tejer y ayudar en todos los quehaceres de la casa, inculcándome valores de respeto hacia los mayores y hacia los hombres, quienes son los que toman las decisiones en la familia y en nuestra comunidad. Cuando cumplí 14 años una mañana de mayo desperté con un dolor terrible en el estómago y mi cama estaba manchada de sangre, me explico mi A’má que no tuviera miedo, me preparo un té de hierbas para curar el dolor y me dijo: Ya te has convertido en una mujer, debes de ser fuerte por que muy pronto tú A’pá te va a buscar marido para casarte. Yo lloré mucho y le pedí que no le dijera nada, llegó mi A’pá y le dije: Déjeme seguir jugando con mis hermanitos, primas y primos, pero sobre todo seguir en la escuela, donde tengo una maestra muy buena que me está enseñando muchas cosas, a sumar, restar y escribir. Mi A’pá simplemente movió la cabeza y me dijo que no. 12
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Mi A’má me dijo: Ameyali hay cosas que no se pueden ocultar a los hombres, ellos se dan cuenta cuando una mujer está lista para ser esposa, madre y esa es la costumbre en nuestro pueblo. Tienes que respetar las decisiones de tu A’pá. Pasaron los meses y yo continuaba haciendo mis deberes con alegría, ya que se acercaba la fiesta más importante del santo patrono de la región en honor a San Miguel Arcángel, y los mayordomos del pueblo se encargan de hacer un gran festejo. Fue cuando le pedí permiso a mi A’pá ayudar en los preparativos para la gran celebración. Una mañana de septiembre Zandoyo el hijo de mi tío, hermano de mi A’pá había regresado al pueblo después de mucho tiempo que se había ido a trabajar fuera, para estar con la familia en la fiesta que pronto sería.
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Se había convertido en un hombre, ya tenía 20 años, yo recordé como jugábamos de niños, pero cuando fui a saludarlo él me miró de una manera que no me gustó, me dió un beso en la mejilla muy cerca de mi boca y me sentí mal, rara, pero no dije nada ya que mi familia estaba feliz por su regreso y nos había traído regalos a todos. A partir de ese momento, él se me acercaba todo el tiempo, buscaba la manera de estar a solas conmigo, yo era amable porque me habían educado siempre para respetar a los mayores y a los hombres, pero me sentía muy incómoda cuando me miraba y me sonreía de una forma que me daba miedo. Por fin llegó el día tan esperado el 29 de septiembre, todo el pueblo estaba adornado con listones y piñatas de muchos colores. En la plazuela ya se estaban reuniendo grupos de gente para ver las danzas, y empezaba a tocar la banda de viento animándonos a todos a celebrar. Yo corrí a casa para arreglarme, mi A’má me había tejido un hermoso huipil blanco con flores bordadas en color azul, color del agua, del manantial del Arroyo Grande Hondo, me apresure a trenzarme mi cabello y me coloque unas flores que había recogido en el campo.
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Todos estábamos listos para celebrar en familia y nos fuimos a la fiesta. Reí y baile con mi hermanitos, y poco a poco la gente se fue retirando a sus hogares para cenar juntos. Ese año les tocaba a mis tíos hacer la cena familiar, por lo que nos invitaron a ir a su casa para comer el mole de guajolote que habían preparado con chile rojo y ajonjolí, pan dulce acompañado de el atole agrio, el cual es preparado con maíz quebrado el cual se ha dejado reposar una noche anterior. Entonces le pedí permiso a mi A’pá para irme a casa ya que estaba muy cansada de todos los preparativos y de haber bailado tanto, mi primo Zandoyo ofreció llevarme a casa para cuidarme, yo le dije a mi A’pá: No es necesario, la casa está muy cerca.
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Pero mi A’pá me dijo: No puedes negarte a que te acompañen, es de noche y no debe de andar sola una mujercita como tú en la calle. Me fui con Zandoyo caminando mientras pensaba que algo en él no me gustaba, él me iba platicando sobre los lugares que conocio ahora que había estado lejos y que pronto se volvería a ir para ganar más dinero. Llegamos a casa y le agradecí la atención con una sonrisa, pero él me empujó hacia adentro y me empezó a abrazar y a besar. Su aliento en mi boca me daba mucho asco ya que él había estado bebiendo mezcal, llorando lo trataba de empujar, pero me dió una bofetada que me hizo caerme al piso. Él inmediatamente se puso encima de mí y se empezó a desabrochar el pantalón y me decía: Que bonita te has puesto, yo te voy a hacer mujer. Me alzó mi hermoso huipil de bordado con flores azules, me arrancó mi tocado de mi cabello negro azabache, yo no podía dejar de llorar. Me golpeó nuevamente en mi cara gritándome ¡Cállate!, y siguió quitándome la ropa. Empecé a sentir mucho frío en mi cuerpo por lo helado del piso, cuando de pronto… sentí como si un madero me atravesara mi cuerpo una y otra vez, y eso me producía un gran dolor, pero él sonreía y buscaba mis labios para seguir besándome. 18
De pronto se levantó se puso su camisa y su pantalón, me dió un beso en la boca y se fue, desapareciendo su sombra en la oscuridad. Yo me quedé acostada en el piso con mi ropa rota y con sangre entre mis piernas que corría como un manantial, pero no de agua color azul, sino roja. No sé cuánto tiempo pasó, pero por fin me levanté y me fuí a limpiar, no podía dejar de llorar y por más que tallaba mis piernas y mi cuerpo con mi jabón de miel, me sentía sucia, mi mente estaba paralizada en ese momento, y toda la alegría que había tenido durante el día se había esfumado en un segundo. Me fuí a acostar y me quedé dormida llorando, al poco tiempo un ruido de puerta me despertó, eran mis padres con mis hermanitos. Yo entonces fingí estar dormida para que no se dieran cuenta de nada.
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Al día siguiente no me pude levantar a hacer mis quehaceres como todas las mañanas, mi A’má fue a verme y me preguntó: ¿Ameyali, te sientes bien?. Asustada le respondí: Me duele mucho mi cuerpo. Ella vio los araños en mi cara y los moretones, se asustó y salió corriendo a buscar a mi A’pá, quién estaba tomando un café caliente, entro furioso a mi cuarto gritando despertando a mis hermanitos, quienes dormían en el catre de a lado y se pusieron a llorar.
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Me pregunto mirándome a los ojos: ¿Quién hizo esto?, llorando y con vergüenza le respondí: Fue Zandoyo, A’pá yo luche con todas mis fuerzas, te juro que grité lo más fuerte que pude, pero nadie me me escucho, él era más fuerte que yo, lo siento. Mi A’pa salió corriendo a casa de mi tío con su machete en la mano acompañado de los mayordomos del pueblo. Pero cuando llegó ya era muy tarde, Zandoyo ya se había ido, mi tío me culpaba a mí y gritaba: ¡Seguramente ella lo provoco! Pero mi A’pá lo cayó y le dijo: Esa no es la educación que tiene Ameyali, ella era inocente y desconocía muchas cosas de la vida, apenas su A’má la estaban preparando para que yo le buscara esposo, llorando me rogo que la dejara seguir estudiando, yo me negué porque creí ciegamente que ya se había convertido en mujer. Pasaron los meses y mi cuerpo fue cambiando, todos en el pueblo me señalaban pues era la deshonra de mi familia. Y mi A’pá no me veía más. Una noche entro a mi cuarto mi A’má y me despertó, me dijo: Te amo, tú no tienes la culpa de lo que paso, pronto vas a ser madre y enteras las cosas que pasan las mujeres y que no deben de pasar, debes ser valiente y convertirte en un manantial de agua fuerte.
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Ameyali tú eres un manantial de vida y el agua nunca
se estanca, por eso debes de irte de aquí, tienes que ser feliz y cuidar a tu bebé, yo te voy a ayudar, ya tengo arreglado que te vayas a casa de mi hermana a Chilapa. Yo solo asentí con la cabeza y mis ojos llenos de agua la miraron por última vez, la abrace y esa noche me fuí de mi pueblo.
De Zandoyo no volví a saber nada, lo denuncié para pedir justicia, porque aprendí que lo que me pasó no debe pasarle a nadie más, fui valiente. Ahora, vivo en Chilapa con mi tía Itzmin que significa Trueno y Fuerza, veo crecer a mi niña, le enseño a alzar su voz, a creer en ella, que diga lo que piensa y lo que quiere. Me uní a un colectivo de mujeres que nos enseñan sobre nuestros derechos y me dijeron que está prohibido que las niñas se casen antes de los 18 años en el estado de Guerrero. Hoy cumplo 20 años, quiero que mi hija Izel que significa en náhuatl Única, tenga el derecho a decidir sobre su cuerpo y su vida, que estudie y que ayude también a otras mujeres y hombres a cambiar nuestras viejas enseñanzas y costumbres, para que puedan todas las mujeres elegir su destino. Todos los días me levanto al amanecer y voy sanado mis heridas, cada día soy más fuerte y estoy terminado 22
de estudiar la preparatoria, para después irme a la universidad. No olvido mis raíces y siempre recuerdo las palabras de mi A’má que me dijo una noche, recuerda que:
Los manantiales dan vida y el agua jamás podrá ser detenida.
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Julieta Velasco Valdés
Es madre, abogada y servidora pública con vocación de ayudar siempre a los demás. Secretaria Ejecutiva del Programa de Prevención de Violencia y Delito del Estado de Guerrero. Editora de Mi Gaceta Familiar, publicación virtual del Sistema DIF Guerrero donde se publican articulos para prevenir embarazos, adicciones, abuso sexual infantil, trata de personas, erradicar el trabajo infantil y el acoso escolar y difundir los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Manantial es cuento escrito con la intención de invitar a la reflexión de madres y padres, para que cambien sus estilos de crianza; para las niñas, niños y adolescentes con la finalidad de que crean en ellos y conozcan sus derechos y los puedan ejercer como el derecho a la participación, educación, salud, al ejercicio de su sexualidad de manera responsable, y a vivir en familias y ambientes saludables. La autora busca plasmar en la historia de Manantial lo que viven muchas mujeres dentro de sus familias en la actualidad, el no poder decidir libremente sobre un proyecto de vida, y sobre la violencia que hay en el entorno social en el que viven. A romper con usos y costumbres que violentan los derechos desde la infancia, y puedan tener acceso a una vida libre de violencia.
Lic. Héctor A. Astudillo Flores Gobernador Constitucional del Estado de Guerrero Sra. Mercedes Calvo de Astudillo Presidenta del Sistema DIF Guerrero Lic. Florencio Salazar Adame Secretario General de Gobierno Lic. Francisco Solís Solís Director General del Sistema DIF Guerrero
Titulo: Manantial Autora: Julieta Velasco Valdés Diseño e ilustración: Andra Lira Pollett Castillo Derechos Reservados: Julieta Velasco Valdés y DIF Guerrero, 2021 ISBN: En trámite
No se permite la reproducción total o parcial de este cuento, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts. 229 y los demás aplicables de la Ley de Derechos de Autor y el Art. 424 y los demás aplicables del Código Penal) Impreso en México.