Sobrevuelo por
CLIPPERTON Isla de la Pasi贸n
Dedicado a todos los Amigos de Clipperton
Sobrevuelo por
CLIPPERTON Isla de la Pasión 10º 18’ 41’’ – 109º 12’ 34’’ Diciembre 28, 2010 En medio de las aguas del Océano Pacífico, justo al sur de la península de Baja California y al oeste exacto del litoral de Costa Rica, se encuentra un diminuto islote dominado por un gran farallón. Es la isla o atolón de Clipperton. A juzgar por sus reducidas dimensiones y su posición aislada, no parece tener importancia ni interés más que para los naturalistas, por su origen, su forma y su abundante vida animal. Pero en torno suyo se han desarrollado numerosos acontecimientos de naturaleza y alcance muy diversos: intereses mercantiles, ambiciones políticas, afanes militares, grandezas y miserias de la naturaleza humana. La isla tiene además un interés particular para el lector mexicano, a tal punto que ha sido materia de trabajo para novelistas y productores de cine. Alguna vez fue parte del territorio nacional; la explicación de por qué lo fue y por qué dejó de serlo se desarrolla entreverada con los aspectos más conmovedores de lo que ha ocurrido en su arenoso suelo. Probablemente, el aspecto más fascinante de Clipperton reside en el hecho inesperado y patente de que en torno a un rincón que a todas vistas parece perdido en la inmensidad de la creación, se enlacen los hilos de tantas y tantas historias y tejan una trama tan rica en textura y contrastada en sus matices.
En esta vista del lado este del atolón se observan unos grupos de palmeras plantadas por contingentes franceses, para evitar que se repitiera el problema que causó estragos y muerte entre los colonos mexicanos por carecer de fuentes de vitamina C y padecer el temible escorbuto, puesto que la vegetación de la isla se reducía a unas seis palmeras antes de 1917.
Posición, dimensión y orígenes Situado su centro exactamente a 10° 18’ 41” latitud norte y 109° 12’ 34” longitud oeste, a unos 1,200 kilómetros de Acapulco, el atolón de Clipperton es el vestigio de un volcán que se estima alcanzó unos 600 metros de altura sobre el nivel de las aguas. Al destruirse en una explosión, dejó atrás el cono volcánico casi a ras de superficie, cuyas emanaciones de lava formaron una cavernosa masa de traquita de 20.98 metros de altura sobre el nivel del mar y casi una hectárea de superficie, a la que siempre se ha descrito como “la roca”. En torno a esa roca, descansando en las laderas de la montaña semisumergida, han prosperado numerosos arrecifes coralinos que dan forma al atolón actual, un anillo de unos once kilómetros de perímetro que encierra un laguna. Hasta mediados del siglo xix, la laguna contaba con dos aberturas naturales al mar y una todavía en 1897, pero el crecimiento de los arrecifes ya cerró ambas, y de ahí resulta su penetrante olor a amoniaco y que su otrora abundante vida marina hoy se limite a plancton y otros microorganismos. Bandas coralinas corren paralelas al anillo, tanto por dentro como por afuera: las externas hacen del oleaje violento e impredecible, particularmente por el borde norte, por lo cual anclar en Clipperton es una tarea azarosa y llena de peligros. La precipitación pluvial es abundante y los huracanes, frecuentes, dificultando aún más cualquier visita. El anillo de tierra firme apenas levanta unos dos y medio metros sobre el nivel del mar y no ofrece refugio alguno contra vientos, marejadas o radiación solar; en su punto más ancho alcanza 49 metros, en tanto que en el más delgado sólo tiene cuatro, no es más que arena sin suelo fértil y por lo mismo, no tuvo prácticamente ninguna vegetación hasta finales del siglo pasado.
La banda de playa de arena fina y blanca es más ancha en este punto y los parches de vegetación que se observan son estacionales. A la izquierda, las aguas de la laguna interna toman un tono café debido a los parches de algas de ese color que flotan en la superficie y a la materia orgánica en descomposición, lo cual contrasta con el azul de las aguas oceánicas. En esta laguna, actualmente sin conexión con el mar, se ha desarrollado como consecuencia una flora muy particular, sobre todo de cianofitas y bacterias; además, el sitio está desprovisto de fauna por la descomposición que han sufrido sus aguas. Se desprende un fuerte olor a sulfuro, sobre todo al sumergirse en ellas en partes más profundas y sólo las aguas muy cercanas a sus orillas son dulces, producto de las lluvias y tormentas tropicales veraniegas. En todo el planeta sólo hay 11 ejemplos de lagunas arrecifales cuya conexión con el mar se perdió, por lo cual la laguna constituye un lugar único para estudiar microorganismos y ambientes extremos confinados.
Visto desde el sur, Clipperton aparece como un islote ovalado de aproximadamente 4 km de largo por 3 de ancho, con 90% de su superficie ocupada por la laguna interna. Una estrecha banda de aguas poco profundas, de color verdoso y de diferente anchura según la zona, termina en una franja coralina donde rompen las olas. Las aguas oceánicas circundantes constituyen una de las zonas de pesca de atún más ricas del orbe, objeto de intereses económicos de varios países que desean explotarlas. México ha sido un socio privilegiado en lo relativo a la pesca del atún de aleta amarilla (Thunnus albacares) en la zona, y actualmente tiene firmados acuerdos de pesca con Francia para la explotación exclusiva del recurso.
Las aguas oceánicas (azul marino) que rodean la isla más allá de las rompientes coralinas son conocidas por albergar un gran número de tiburones, lo cuales se alimentan de la rica población de peces que viven asociados al coral. Se trata principalmente de tiburones martillo, que hacia 1997 se llegaron a observar en grupos de más de 150, y de algunos tiburones “punta blanca”. En la actualidad y desde la expedición de 2005, la comunidad científica internacional interesada en este tipo de tiburones se ha mostrado inquieta por la disminución obvia de ejemplares que se observa en la zona, la cual alcanza proporciones alarmantes y cuya causa se desconoce.
Sobre los posibles descubridores No se sabe con certeza quién descubrió la isla de Clipperton. La hipótesis que supone el avistamiento más temprano asegura que éste se debió a Fernando de Magallanes, en su viaje de circunnavegación, el 24 de enero de 1521. Planteada por George E. Nunn apenas en 1934, esta hipótesis se sustenta en evidencia circunstancial. Por un lado, acude a las crónicas de dicho viaje, donde se limitan las menciones de avistamientos durante el trayecto a través del Océano Pacífico a sólo dos islas, San Pablo y Tiburones, y razona que un número tan restringido es difícil de aceptar si Magallanes hubiera seguido la ruta diagonal que tradicionalmente se le supone, por entre los archipiélagos del Pacífico sur. Por otro lado, destaca que en un viaje de circunnavegación capitaneado por García Jofre de Loaisa, el piloto en jefe Sebastián Elcano, quien era sobreviviente de la travesía de Magallanes, eligió cruzar el Pacífico siguiendo un derrotero que corrió vagamente en paralelo a la costa del continente americano hasta la latitud aproximada de Clipperton. Otra hipótesis más sólida en tanto que se sustenta en evidencia documental más detallada atribuye el descubrimiento a Álvaro Saavedra Cerón, a quien Cortés comisionara para localizar cuantas islas cayeran en la porción del Océano Pacífico que correspondía a España según la línea Alejandrina, además
Anillo de tierra firme que rodea la isla
N
Antiguo canal a mar abierto
Laguna interior Cocotero
Pequeño pozo occidental Gran pozo occidental
Antiguo campamento Lugar de desembarque
Nuevo campamento Cono volcánico
Gran arrecife Lugar de desembarque
la Roca
de trazar un derrotero que permitiera navegar desde costas mexicanas al Lejano Oriente y, en particular, a las Molucas. Saavedra dejó costas mexicanas en noviembre de 1526; de dos crónicas acerca de ese viaje, la escrita por Vicente de Nápoles en 1534 asegura que a 11° de latitud y una distancia que corresponde vagamente a la que separa las costas mexicanas de Clipperton se avistó una isla en la que no fue posible desembarcar. La otra crónica asegura que el 15 de noviembre, los expedicionarios vieron señales de tierra y abundantes aves. El conjunto de características que estas dos crónicas reúnen —latitud, distancia de las costas mexicanas, dificultades para desembarcar, abundancia de aves e inclusive el hecho de que hace
Vista del noreste de la isla de Clipperton, con la famosa Roca al frente. En las profundidades del océano que rodea a Clipperton, aproximadamente a 3 000 m de profundidad, existen yacimientos de nódulos de manganeso muy importantes, entre los más ricos del planeta. Esto también ha sido objeto, desde su descubrimiento a finales del siglo pasado, de especulaciones sobre la riqueza minera y su futura explotación por el país que posea la isla.
cuatro siglos y medio se calificara como indicio de tierra a lo que es una isla de formación coralina— corresponde en todos sentidos con los atributos de Clipperton. Por lo demás, hay razones sólidas para suponer que Clipperton servía como punto de inflexión para los buques de la Nao de China, que seguían el derrotero de Saavedra, pues la latitud de la isla coincide con la del archipiélago de las Filipinas y si se zarpa hacia el suroeste desde Acapulco, al aproximarse a Clipperton se encuentran los vientos ecuatoriales que conducen directamente hacia el Lejano Oriente. Existe un mapa fechado en 1623, parte del acervo de documentos llevados a Lima por el virrey De la Bodega, donde se señalan las rutas de navegación al Oriente, lo mismo desde Perú que desde la Nueva España. En ese mapa no sólo aparece una isla en la posición cercana a Clipper-
ton, sino que además fue distinguida por el cartógrafo con color blanco, igual que otros puntos que servían de referencia en dichas rutas. En torno a ese mapa hay un hueco de testimonios documentales españoles acerca del atolón, pero esto se explica razonablemente al considerar que desde el siglo xvi y hasta el xviii, España sostuvo la pretensión de que el Pacífico oriental era mar territorial suyo. Dada la función de Clipperton como faro natural, los navegantes españoles evitarían deliberadamente dejar constancia escrita, para no facilitar a otras nacionalidades la navegación transpacífica. Durante ese periodo, la flota mercante a la que hoy se conoce como Nao de China cruzó de Acapulco hacia Manila en 230 ocasiones surcando, las inmediaciones de Clipperton, y es casi inadmisible que en ningún momento se tomara conocimiento del atolón.
Los nombres de la isla Los indicios documentales de que Clipperton era conocida proceden desde el siglo xvii. Líneas arriba se mencionó un mapa; existen además un atlas portugués de 1641, que recoge en la posición de Clipperton la “isla Farallón Blanco”, y una carta francesa de 1700 donde se menciona la “isla de tres montañas descubierta por Mendana en 1600”. En los mapas del siglo xviii ya es más frecuente encontrar islas por el rumbo de Clipperton, con nombres como isla de los Médanos, Nublada o de la Pasión. La primera de esas designaciones indudablemente se debe a marinos españoles, dado que la palabra “médano” se refiere a un paraje arenoso y describe exactamente el aspecto del atolón. El tercero, a su vez, se explica por un avistamiento del cual se conserva testimonio escrito, realizado el 3 de abril de 1711, en plena Semana Santa, desde los navíos mercantes franceses La Princesse y La Découverte. El nombre actual, el que a la postre se asentó en el uso general, se refiere al pirata inglés John Clipperton, quien operó entre 1704 y 1707 en el Pacífico asaltando la Nao de China. James Burney, autor de la primera historia de la navegación (1816), afirma que fue el pirata quien realizó el descubrimiento del atolón a mediados de febrero de 1705, y aunque no cita evidencia documental que demuestre fehacientemente que Clipperton visitara la isla, remite a un mapa formado hacia 1730 por Herman Moll, el cual sitúa el atolón con una exactitud de medio grado respecto de su verdadera posición y le da el nombre del pirata.
En esta vista parcial de Clipperton, donde se ve la Roca arriba a la derecha, se puede apreciar a la izquierda de la pequeña bahía el lugar dónde estaba antiguamente la conexión al mar.
En esta región de la isla se encuentra el grupo de palmeras más abundante de Clipperton (en total eran alrededor de 700 hacia 2005). Aquí es donde se instalaron los diferentes campamentos de quienes en algún momento residieron en la isla. El campamento mexicano se instaló entre 1906 y 1917, y posteriormente los franceses, en diferentes momentos. En la expedición de 1997, efectuada a bordo de El Puma de la unam, todavía se observaron algunos vestigios del campamento mexicano y de los diferentes campamentos franceses que se instalaron más tarde. El mismo sitio fue sede del campamento de la expedición científica francesa encabezada por Jean-Louis Etienne, que tuvo lugar entre diciembre de 2004 y abril de 2005. A unos 500 m de esas palmeras, hacia el este, se encuentra el sitio de desembarque más utilizado en la actualidad. Al lado oeste del grupo de palmeras se encuentra lo que queda de la pista de aterrizaje, inservible en la actualidad por la enorme cantidad de agujeros hechos por los millones de cangrejos que pueblan la isla (se calcula que hay 11 millones), debajo de la pista de concreto. El parche de vegetación que se aprecia desaparece cada año como consecuencia de las condiciones climáticas, para volver a aparecer en la siguiente estación. Acercamiento del grupo más abundante de palmeras de toda la isla, a la izquierda del cual se encontraba el campamento de colonos mexicanos y subsecuentemente los campamentos de los científicos que han permanecido en la isla por tiempos cortos. A la derecha, la vegetacion estacional, uno de los alimentos favoritos de los millones de cangrejos terrestres (Gecarcinus planatus) que pueblan la isla. Por la accion depredadora de las ratas, introducidas en 2000, sobre los cangrejos, la vegetacion de este tipo esta extendiéndose y cobrando más vigor.
Vistas de la famosa Roca de Clipperton, cuya altura máxima es de 22 m, que tuvo, en tiempos de la colonización mexicana, un faro que indicaba su posición a los buques que navegaban por el área, del cual hoy en día apenas quedan unos pocos vestigios.
Al pie de la Roca, del lado de la laguna, se encontraba la casa del farero Victoriano Álvarez, que se autodeclarara “Rey de Clipperton” al morir los demás hombres del destacamento mexicano en 1915 y a partir de ese momento sometió a maltrato y vejación a mujeres y niños durante casi dos años. En la desespereación y temiendo por su vida un grupo de mujeres lo asesinó el 17 de julio de 1917, momentos antes de que apareciera el buque Cleveland, que salvaría a las cuatro mujeres y nueve niños sobrevivientes de la tragedia de Clipperton. Al pie de la Roca se pueden ver varias inscripciones, entre ellas una que conmemora la presencia de la Legión Extranjera francesa.
La imponente Roca de Clipperton, resto de un volcán de proporciones mucho mayores, muestra actualmente muchas fallas y recovecos causados por el intemperismo al que ha sido sometida. El color blanco que la cubre en parte se debe a los desechos de los miles de “pájaros bobos”, ya sean de patas azules, verdes o más raramente rojas, que habitan la isla y que en algún tiempo constituyeron su riqueza, debido a la explotación de guano. Se trata de la colonia de pájaros bobos más grande del planeta, ya que se han contado cerca de 150 000 de ellos. En 2005 se empezó a notar un decremento en su población, la cual aún no se podido explicar.
La Roca de Clipperton es el único lugar en todo el atolón que ofrece refugio en caso de huracán. Los mexicanos abandonados en Clipperton lo utilizaron durante los huracanes que los azotaban. Al explorar el sitio, actualmente se pueden ver algunos insectos, un par de especies de lagartijas y desde el año 2000, en que hicieron su aparición, las ratas que llegaron ahí como producto del naufragio de una embarcación china y que están proliferando en la isla con mucha inquietud para la comunidad científica por el impacto que provocan en ella.
Las manchas más oscuras de la laguna señalan el “agujero sin fondo”, bautizado así por Jacques Yves Cousteau en su documental de 1981, en el que relata su expedición a la isla. El “agujero sin fondo” fue llamado así debido a que nunca se pudo descubrir su profundidad, ni con ecosonda ni con buceo. Aparentemente, a unos 35 m de la superficie se encuentra un “tapón” de materia orgánica y sedimentos lodosos saturados de agua, que aunados a la acidez y sulfuros que se concentran en esas aguas, queman la piel de los que intentan bucear para descubrir sus secretos. En las paredes del “agujero” se han observado restos de arrecifes de ostión.
Otros datos documentados Benjamin Morrell, capitán del navío Wasp, ancló en Clipperton el 17 de agosto de 1825 e hizo una descripción a tal punto detallada que permite suponer con alto grado de certidumbre que desembarcó ahí. No obstante, el primer desembarco documentado corresponde al viaje de exploración científica realizado por los navíos británicos Starling y Sulpher, que el 8 de mayo de 1839 anclaron en la isla y permanecieron aparentemente varios días ahí. Así, desde mediados del siglo xix, la existencia y posición de Clipperton, más la general dificultad para anclar y desembarcar, son hechos documentados y conocidos para la navegación mundial. Las primeras monografías históricas de la isla datan de la primera mitad del siglo xx. En 1934 apareció en el boletín trimestral de la American Geographical Society el artículo del historiador George E. Nunn que atribuye el descubrimiento de Clipperton a Magallanes, identificándola con San Pablo o Tiburones, islas mencionadas en su bitácora de viaje. Ese mismo año, Edward Morris publicó en New Outlook un artículo en el que se proponía dar por primera vez razón de lo ocurrido a la guarnición mexicana, partiendo de relatos escuchados durante una vacaciones en México. Indirectamente, este artículo dio pie a que la esposa del capitán Perrill publicara durante 1937, en el bo-
letín del Instituto Naval de la academia naval de Estados Unidos, cinco cartas que su marido le escribiera, fechadas del 18 al 21 de julio de 1917 y relacionadas con lo que entonces le tocó vivir. De 1941 es un libro con considerables inexactitudes, Islands of Adventure, de Karl Barslag. Al contrario, el libro Clipperton. A History of the Island the World Forgot, de Jimmy M. Skaggs (1989), es a la fecha el que reúne la mayor cantidad de información en conjunto. Otros, como El capitán Arnaud, de Francisco L. Urquizo (1954), La tragedia de Clipperton (La isla de La Pasión), de María Teresa Arnaud de Guzmán (1982), y Clipperton, isla mexicana, de Miguel González Avelar (1992), se centran sobre aspectos particulares de la historia de la isla, los elaboran con mayor detenimiento y exactitud e inclusive enmiendan algunas impresiones de Skaggs.
En esta vista de la parte noreste de la isla se ve uno de los dos puntos de desembarque posibles de todo el atolón. Pequeñas embarcaciones (tipo lanchas Zodiac) pueden atravesar, durante la marea alta, el doble cinturón coralino que la rodea y que ahí se abre en algunos metros de ancho. Junto a estas palmeras se encuentran restos de equipamiento militar abandonado por las tropas estadounidenses que ocuparon Clipperton (sin permiso de los franceses, a quienes oficialmente ya pertenecía la isla) durante la Segunda Guerra Mundial.
Los estadounidenses intentaron establecer ahí una base militar en caso de que Hawaii cayera en manos de los japoneses, para no quedarse sin ruta de acceso hacia el continente asiático. Tenían planes de reabrir la laguna, para dar acceso a sus naves de guerra y protegerlas en la laguna, instalaron una estación meteorológica y construyeron una pista de aterrizaje que hasta hoy existe, junto al campamento de los mexicanos. Hoy en día sólo quedan municiones de diverso calibre.
Un agradecimiento especial a la doctora en Oceanografìa Biológica, Vivianne Solís-Weiss por la elaboración de los pies de foto y nuestro reconocimiento a su investigación científica sobre la Isla de Clipperton, resultado de sus dos expediciones en 1997 y 2005.
Textos recopilados por Gabriel Breña, basados en el libro editado por la Fundación Mexicana para la Educación Ambiental A.C. en 2004