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El titiritero

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TEMPLO MAYOR

TEMPLO MAYOR

trascendental de su gobierno: el combate contra el crimen organizado que pronto llamaría guerra contra el narco.

El juicio que se celebra en Nueva York contra García Luna, acusado de encabezar un grupo criminal y de conspirar para distribuir y vender droga en Estados Unidos –de hacer justo lo contrario de lo que afirmaba–, no solo revela los oscuros meandros de su personalidad, sino el fracaso de la estrategia que coordinó bajo las órdenes de Calderón, la naturaleza siempre mendaz de la justicia mexicana y, en fin, los absurdos de la guerra contra el narco diseñada y dirigida desde Washington. Su juicio no es, pues, solo contra una de las figuras más perversas del sistema, sino contra el sexenio de Calderón en su conjunto y, a fin de cuentas, contra la política de drogas que justo Estados Unidos le ha impuesto a toda la región.

Formado como espía en los laberintos del viejo Cisen, García Luna muy

MANUEL J. JÁUREGUI

Realmente no parece importar cuáles sean las causas reales de las fallas constantes en el METRO de la CDMX.

Puede ser falta de mantenimiento, toda vez que el Gobierno capitalino, que encabeza la corcholata Claudia Sheinbaum, le ha reducido el presupuesto en 7 por ciento, o bien puede tratarse de algún tipo de falla inducida con fines aviesos: o puede ser una combinación de ambos factores.

Sea de esto lo que fuere, lo cierto es que la presencia de más de SEIS MIL elementos de la Guardia Nacional “cuidando” las instalaciones del Metro capitalino NADA HA LOGRADO para garantizar la seguridad de los usuarios.

El más reciente incidente: un corto eléctrico en el túnel cercano a la estación Barranca del Muerto lo demostró con toda claridad.

Ni la Guardia Nacional pudo evitar la falla (detectando un cable suelto) ni tampoco ayudó o apoyó las labores de evacuación de los ANDENES cuando éstos se llenaron de humo.

Quince personas fueron finalmente hospitalizadas por inhalación de humo tóxico (el recubrimiento de los cables eléctricos que se incendiaron) pero en su salvamento la Guardia Nacional escasamente participó.

Lo único que parece lograr la abundante presencia de esta fuerza militarizada es otorgar un pretexto a la corcholata Sheinbaum –y a su Jefe que la protege, tanto que la debilita–, para gritar “sabotaje” en cada ocasión que se presenta una falla en el Metro capitalino.

Con ello pretendiendo “excusar” de toda responsabilidad a la rápido demostró su habilidad para rodearse de un fiel grupo de segundones –casi fans, convencidos de su apabullante brillantez– y medrar a fuerza de apariencias y manipulación. Un pequeño Maquiavelo que, pese a su torpeza para hablar, manejaba todos los hilos de todas las instituciones a las que accedió. En primer lugar, tomó la máscara del técnico, alejado de la política, que profesionalizaría nuestras corruptas y endebles policías. Escaló así hasta convencer a Vicente Fox de formar un nuevo cuerpo, diseñado a su imagen y semejanza, que iba a rivalizar con el FBI. Desde su nacimiento, la AFI se presentó como ejemplo de modernidad policial: García Luna había aprendido la lección del PRI de que lo único importante son las percepciones y se encaminó a establecer perversas alianzas con los medios, al tiempo que se servía de su cargo solo para acrecentar su influencia y su poder.

El caso Vallarta-Cassez fue apenas el laboratorio de las tácticas que emplearía en el futuro. Una vez en el gabinete de Calderón, quien le otorgó toda su confianza –muchos afirman que lo tenía prácticamente secuestrado–, repitió y exacerbó el mecanismo con la exhibición de los narcos capturados –y antes torturados–, un despliegue mediático millonario y una acumulación de poder que lo enfrentó con todos los demás responsables de áreas de justicia. Igual que antes, mientras se presentaba como verdugo de los criminales, pactaba con ellos, les hacía favores y cobraba bien por sus servicios, todo ello en medio del caos desatado por el ambiente de guerra calderonista, pensando ya en su porvenir de rico consultor.

Una guerra, y una estrategia general, absolutamente fallidas: hoy como entonces, y sin importar el número de capos capturados o de víctimas en el camino, todas las drogas siguen llegando a los puntos de venta en el primer mundo pese a los millones –sí, millones– de muertos con que contribuimos los países pobres. En este monumental fracaso, García Luna es apenas un eslabón: el resultado del juicio no debería ser solo su condena, el descrédito de Calderón o de México en su conjunto –el viejo y adocenado espía representa mejor que nadie nuestra normalidad–, sino la de una de las estrategias globales que más daño le han hecho a México y al mundo.

Lo único que parece lograr la Guardia Nacional en el Metro es dar un pretexto para gritar “sabotaje” cada que se presenta una falla.

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