MARRUECOS Solo te lo podemos contar nosotros

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MARRUECOS Como nunca lo has visto

Dos miradas complementarias e igualmente seductoras sobre el país vecino: Marrakech, un mito viajero. La "ciudad de los prodigios", la "puerta del desierto" tendida entre huertos y palmeras a los pies de las cimas nevadas del Atlas. Marrakech la bermeja (al-hamra, como la Alhambra granadina), la risueña (al-bahía). Oasis de los sentidos y de la fantasía. Un destino mágico para el cual no hay que preparar maletas, hay que prepararse uno mismo. Ciudad vieja, aunque no tanto: fue hace sólo mil años cuando del vientre profundo del Sáhara llegaron ejércitos de creyentes rigurosos, los llamados almorávides, que fundaron Marrakech en 1070 y se internaron incluso en nuestra Península. Luego otra ráfaga de creyentes, la dinastía almohade, repetiría camino y alzaría alminares gemelos en Sevilla (Giralda) y Marrakech (Kutubiya). La dinastía saadí, en el siglo XVI, llenó la ciudad de espléndidos monumentos. Ahora Marrakech acapara un tercio del turismo del país, con magníficos hoteles y spas, y la magia de siempre. Essaouira, por su parte, ofrece una estampa bien distinta, un cuadro inundado de luz atlántica, clima benigno y un nudo de saberes y tradiciones que cristalizan, sobre todo, en la llamada música gnawa.


ITINERARIO DÍA 1 / LLEGADA A MARRAKECH

Este primer día servirá para echar pie a tierra y aclimatarnos a la ciudad. Ya el camino del aeropuerto al centro urbano nos va a ilustrar un poco sobre la geografía envolvente: un vergel de huertos, frutales, olivos y palmeras, un verdadero paraíso de Alá si tenemos en cuenta la mentalidad de las caravanas, que llegaban o partían hacia el duro vacío del desierto. Una vez en el riad, aparte de descansar, tendremos tiempo de asomarnos a la terraza para contemplar el fabuloso atardecer sobre los tejados y alminares de la medina, con las cumbres (tal vez nevadas todavía) del majestuoso Atlas como telón de fondo. Otra posibilidad es la de salir a dar una vuelta inicial y ensayar los primeros regateos en los zocos. Los puestos permanecen abiertos hasta tarde. Pero sobre todo será el momento de asomarnos a lo más prodigioso de la ciudad: la plaza Djemaa el Fna. Músicos, escribanos, saltimbanquis, púgiles, encantadores de serpientes, cuentacuentos, echadores de cartas, yerbateros y vendedores de pócimas... Un microcosmos declarado por la Unesco Patrimonio inmaterial de la Humanidad.


DÍA 2

DÍA 2 / MARRAKECH

En esta jornada tendremos ocasión de conocer, junto a nuestro guía privado, algunas de las joyas artísticas de la ciudad, con la Kutubiya en primer lugar. Este alminar, levantado por los almohades en el siglo XII, se llama así porque, según refiere León el Africano, a su vera mercaban un centenar de libreros (kutubun, libros) y vendedores de pergaminos.


Muy cerca queda la plaza Djemaa el Fna, que mantiene su explosión de vida día y noche, y la entrada a los zocos. Nos internaremos por sus laberínticas callejuelas y arterias, arropados por el efluvio de la menta fresca, la verbena, la albahaca, las especias almizcladas, las frutas y hortalizas, el pan recién horneado... Eso será en el zoco de las frutas, porque luego vendrá la corambre de las babuchas, cinturones, bolsos y objetos de cuero. Y luego el zoco de los perfumes, y el de las telas, y el de las joyas... Con todo, lo más seductor de Marrakech es sin duda su abigarrado retablo humano. Habrá ocasión de atrapar fugazmente con la mirada tipos singulares, en los zocos o en las terrazas modernas de Mannie Marine y en el barrio colonial llamado Gueliz. También hablaremos con artistas calígrafos en sus talleres privados o con paisanos ilustrados y sabios en el Café Literario, o en otros cafetines de esta ciudad seductora que atrapó a tantos artistas y escritores europeos - entre otros, a nuestro Juan Goytisolo, o al más joven Lorenzo Silva. Una oportunidad única para conocer de primera mano las vanguardias del arte marroquí Por la noche, nos espera una velada especial en un palacio de la medina.

DÍA 3

DÍA 3 / LLEGADA A ESSAOUIRA

ESSAOUIRA


Tras recorrer los 200 kilómetros que separan a Marrakech de Essaouira, un paisaje bien diferente se ofrece a nuestros sentidos. La antigua Mogador (era su nombre en portugués, por la isla que tiene enfrente), recostada en la orilla atlántica y al norte de cabo Sim, podría parecer uno de nuestros pueblos blancos andaluces si no fuera por sus murallas terrizas, sus alminares inconfundibles y, naturalmente, su acento humano. Y su clima, extremadamente dulce. El puerto es delicioso, y a él se asoma la medina, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Hay por supuesto cosas que ver de la mano de nuestro guía (la fortaleza portuguesa, murallas, mezquitas, mausoleos), pero lo más llamativo es el conjunto en sí, sobre todo en la medina - que por cierto sirvió recientemente de escenario para la serie Juego de Tronos. Con inmejorables vistas al mar, disfrutaremos del almuerzo, en la terraza de un conocido restaurante del pueblo costero. Una de las cosas más atractivas de Essaouira es su Festival de Gnawa y Músicas del Mundo, que se viene celebrando desde 1998. Los gnawa son descendientes de los esclavos empleados por los gobernantes árabes y bereberes de la región. Una leyenda atribuye al sultán Ahmad Al-Mansur AdDahbi la captura y traslado a Marruecos de los antepasados de los gnawa, tras conquistar el imperio songhai en 1591. Pero lo cierto es que el tráfico de esclavos ya existía de siglos atrás y, además, los gnawa tienen raíces muy diversas, como demuestra el vocabulario subsahariano conservado en sus cantos. En el riad tendrá lugar el encuentro con el Maalen, quien nos descubrirá la historia de los gnawas, su pasado esclavo y el significado de las letras de sus canciones al ritmo del guedri.


DÍA 4 / REGRESO A CASA

Desde el bullicio de la deslumbrante medina de Marrakech hasta la claridad y la calma de la costa marroquí en Essaouira, NUBA reserva experiencias únicas para los viajeros que busquen descubrir un Marruecos diferente. Plazas que nunca duermen, maravillosos zocos y bazares, talleres privados de prestigiosos artistas, cenas locales en los restaurantes más auténticos y la mejor selección de riads, la forma más auténtica de conocer este destino. Un mundo aparte, cargado de aromas, ritmos y sabores, cercano y lleno de sorpresas.


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