75 Aniversario de la defensa de Madrid: Marcha al frente de Casa de Campo

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID CRONOLOGÍA DE LA CASA DE CAMPO HISTORIA.

La Casa de Campo es el mayor parque público del municipio de Madrid. Situado al oeste de la ciudad, se ubica administrativamente en el barrio de Casa de Campo(distrito de Moncloa- Aravaca ), lindando al sur con el distrito de Latina y al oeste con el municipio de Pozuelo de Alarcón. Esta superficie duplica la del Bois de Bolougne en París, es cinco veces más grande que el Central Park, de Nueva York o 6,5 veces más grande que Hyde Park de Londres. “Citan las crónicas que hacia el año 1553, desde Bruselas, Felipe II ordenó la compra de una propiedad a los Vargas, descendientes de aquéllos que fueron patronos de San Isidro labrador. La compra se formalizó en 1556, considerándose esta fecha como año de la fundación de la Casa de Campo. Años después, el propio Felipe II ordenó la repoblación de la orilla derecha del Manzanares y las del arroy Meaques, así como la de terrenos colindantes que iba añadiendo a la primitiva finca. Estas fincas eran de labor, alternándose los campos de cultivos y viñedos con los olivares. La heredad permanecería sin cambio alguno hasta Fernando VI, quién compra nuevas tierras y ordena su cerramiento mediante un muro de mampostería, de unos 16 kilómetros de largo por 12 pies de alto y 2 pies de grueso. En esta época la finca estaba unida al Monte de El Pardo sirviendo como territorio de caza. Carlos III introdujo en ella la ganadería y la agricultura, que fue continuada por la Reina María Cristina, que quiso utilizar la posesión como lugar para practicar nuevas artes e ingenios agrícolas, ya utilizados en otras partes de Europa, para producir cosechas de mejor rendimiento, idea que no se llevó a cabo, aunque sí se construyó un hipódromo donde se celebraron carreras de caballos. La finca, tuvo su administración propia, así como numerosos empleados, residencias, un cementerio; era realmente, una ciudad. Durante su historia abundan por doquier las concesiones: I en al año 1919 a los ganaderos del Reino que continuó hasta 1980; y en 1929 al Servicio de Plantas Medicinales del Ministerio de Agricultura; en 1931 se cede el parque para el disfrute de los vecinos de Madrid, aunque poco duró la etapa por el estallido de la guerra civil; durante ella, fue escenario de sangrientos combates y bombardeos levantándose multitud de construcciones militares, lo que afectó a sus edificaciones, tierras y bosques; en 1941 se cede una parte a la actual Real Sociedad Hípica Española, que revierte en 1984; en 1942 para la instalación de un campamento del Frente de Juventudes; en 1945 para la canalización del Manzanares; en 1948 para la ordenación del Paseo de Extremadura; en 1966 para el desdoblamiento del paseo del Marqués de Monistrol, etc., etc. Por fin en 1970, se formaliza el registro de la Casa de Campo como propiedad del pueblo de Madrid, pese a ser de su patrimonio desde el año 1931. Posteriormente, se fueron instalando diferentes estructuras de recreo, reunión y feriales, como la Feria del Campo, cuya concesión expiraba en 1980. Pero no todo ha sido en detrimento de su extensión y en concesiones. En 1971, se aprobó un plan para la ampliación del Parque en unas 400 hectáreas, localizadas entre los términos municipales de Madrid y Pozuelo de A1arcón, al noreste de los límites actuales”. La Casa de Campo fue propiedad histórica de la Corona Española y coto de caza de la realeza. Tras la proclamación de la Segunda República, fue cedida por el Estado al pueblo de Madrid (1 de mayo de 1931), estando desde entonces abierta al público. PREHISTORIA-DEL PALEOLITICO A LA ROMANIZACIÓN. Los terrenos que hoy ocupa la Casa de Campo conocieron la presencia del hombre desde tiempos muy remotos. En la primavera de 1862, el español Casiano de Prado, ingeniero de minas, y los naturalistas franceses Vemevuil y Lartet localizaron en los depósitos aluviares del Manzanares, concretamente en el Cerro de San Isidro, varias piezas de sílex que demostraban la vinculación del hombre a estratos muy antiguos y a especies animales ya extinguidas. Eran los primeros restos conocidos de la actividad humana en la Península Ibérica. Unos años antes, en 1847, Graells había localizado restos de elefantes fósiles en el cerro de la Anímas ,cercano al de San Isidro. La destrucción sistemática de los yacimientos clásicos del río Manzanares entre los años treinta y sesenta del pasado siglo, debido a 1ª expansión urbana e industrial de Madrid, ha impedido revisar estos yacimiento y definirlos con más precisión, dentro de un marco científico interdisciplinar. Para dar una idea de lo que se ha perdido, podemos recordar que "la margen derecha del río Manzanares entre San Isidro y Villaverde era un amplio yacimiento paleolítico y lo que es hoy la calle Antonio López o el barrio de Usera fue en su día el núcleo más importante de yacimientos paleolíticos de toda Europa. Es indudable que el territorio que hoy conocemos por Casa de Campo fue habitado por el hombre desde épocas muy lejanas, pues el lugar pertenece a los hábitats relacionados con los valles de los ríos y con industrias y restos paleontológicos del Pleistoceno:


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Zonas del río Jarama,, curso medio y bajo del Manzanares entre San Isidro y su desembocadura, y algunos afluentes de este último río, como los arroyos de Butarque, Culebro y Meaques, arroyo este último que nace en las proximidades de la Casa de Campo, en la cerca junto al camino de Pozuelo y desemboca en el Manzanares a la altura del puente de Segovia. Otro yacimiento, del que también se han recogido escasas piezas, es el Camino de la Encina de San Pedro. Allí Pérez de Barradas encontró una punta de sílex y en el Cerro de Garabitas se localizó otra punta de sílex paleolítica. Se ha encontrado gran cantidad de cerámica " fundamentalmente la cerámica de la conquista de Hispania por las legiones romanas, de modo que su dispersión geográfica sirve de referencia constante para estudiar el fenómeno de la penetración del mundo romano, desde los tiempos de la República hasta la etapa de Augusto. La presencia romana se detecta en el área de la Casa de Campo de manera precisa, a través de varios hallazgos. En el Cerro de la Gavia, a orillas del Arroyo de Meaques se han encontrado ejemplos de cerámica celtibérica en excavaciones en la Casa de Campo, buscando los restos de la romanización en 1933. El lugar del yacimiento se situaba en la margen derecha del Arroyo de Meaques entre el puente que conduce a la Puerta del Ángel y el puente de la Agachadiza. Allí se encontraron indicios suficientes para suponer el emplazamiento de una villa romana, entre ellos los muros de una piscina doble y algunos objetos en cerámica y metal. . Entre los municipios (municipia), más o menos documentados, figuraban Vara (¿Barajas?), Termida (¿Tielmes?), Titulcia Mantua -citada por Ptolomeo y ligada legendariamente a Madrid- y Miacum, que, al evocar la toponimia del Arroyo de Meaques , se supone que estaba en el territorio de la actual Casa de Campo. EDAD MEDIA. En época visigótica se ha planteado la existencia de un pequeño establecimiento urbano, un vicus, en la margen izquierda del Manzanares. En los años treinta del siglo pasado el arqueólogo Julio Martínez Santaolalla creyó encontrar un cementerio visigodo, justamente en las puertas de la Casa de Campo: "Saliendo de Madrid por el Puente de Segovia con dirección a Carabanchel se encuentra, frente a las tapias de la Casa de Campo la Colonia del conde de Vallellano. En las parcelas, sin urbanizar todavía, que lindan con las casas de la parte alta de la colonia, y en un terreno llano o levemente inclinado, que forma la cima de un cerro, es donde se ha descubierto casualmente el cementerio visigodo de Madrid" La invasión musulmana en el siglo VIII acentuó la crisis demográfica de la región central A partir de la segunda mitad del siglo IX, una colina situada en la margen izquierda del río Manzanares enfrente de la actual Casa de Campo, comenzó a adquirir un destacado interés estratégico hasta el punto de que entre 860 y 880 allí se construyó una fortaleza. La ciudad de Madrid salía a la palestra de la historia, bajo la forma de un pequeño recinto amurallado de corte militar, denominado Mayrit En el emplazamiento que ocupa actualmente el Palacio Real se erigió en época del emir Muhammad (852-856) una fortaleza con su torre y el recinto amurallado contiguo, ampliado y reformado en el siglo X. Separado por un barranco -hoy día la calle de Segovia-, se extendió el arrabal por las cercanías de la actual Cava Baja. En el cruce de las actuales calles de Bailén y de Mayor estaba ubicada la Mezquita Mayor. En el 939 el rey leonés Ramiro II tomó la Alcazaba madrileña abandonándola de manera inmediata. En 1083 Mayrit cayó definitivamente en poder de los cristianos. EL MADRID MEDIEVAL MIRA A LA CASA DE CAMPO La decisión adoptada por Enrique III de convertir El Pardo en residencia y coto de caza real tuvo una importancia básica en el camino de la pequeña villa de Madrid, para convertirse con el tiempo en la capital de un Imperio. En efecto, a partir de esta época las estancias de los monarcas en El Pardo se hicieron más numerosas y prolongadas en el tiempo Con ello el Alcázar madrileño sufrió importantes obras durante la dinastía Trastamara, a fin de adecuarlo al uso más frecuente de la corte castellana.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID Obras de modernización que continuaron con Carlos I, transformando el Alcázar en un auténtico Palacio Real La ampliación y las reformas fueron dirigidas desde 1536 por Covarrubias como maestro mayor de las obras. y enfrente del Alcázar se ubicaba un frondoso bosque visitado ocasionalmente por los reyes, que formaba parte de un ecosistema más amplio. Un lugar, todavía sin denominación precisa que se unía de forma natural a El Pardo. Junto a los monarcas residía un reducido grupo de notables locales, cuyos orígenes ocasionalmente se remontaban a la conquista de Mayrit en época de Alfonso VI. Serán éstos quienes dominarán el concejo madrileño, participando activamente en la defensa de la villa frente a las pretensiones de los señores feudales. Son los Alcocer, Luzón, Losada, Vargas , sonoro apellido este último de indudables repercusiones en el futuro de la Casa de Campo Para el conjunto de los pequeños campesinos los espacios de la Casa de Campo eran lugares para la obtención de leña o de caza menor, es decir, de complemento para sus frágiles economías. La decisión de instalar la Corte en Madrid adoptada por Felipe II , si a ello le unimos su posición geográfica equidistante de los diferentes territorios de la Corona en la Península, y el favorable ecosistema madrileño en el que la abundancia de montes y dehesas para practicar la caza, a la que tan aficionados eran los monarcas, explicarían las variadas motivaciones que llevaron a Felipe II a elegir Madrid como capital del Imperio. Esta decisión marcó un antes y un después, también en el territorio de la Casa de Campo. Allí la familia de los Vargas estaba bien situada. Felipe II va a valorar esta zona como un lugar estratégico, de solaz y de prestigio y que él veía como la continuación natural de El Pardo y del Alcázar. LA CASA DE CAMPO EN TIEMPOS DE FELIPE II UN TERRITORIO FORMADO EN UN LARGO PROCESO HISTÓRICO La distribución territorial de la Casa de Campo se desarrolla a través de un largo proceso histórico que se extiende aproximadamente desde 1560 hasta la década de los setenta del siglo xx. La zona principal de la Casa de Campo, su centro neurálgico, es decir, todo el territorio cuyo foco simbólico es la Casa Palacio y el Reservado, corresponde al conjunto de compras efectuadas por Felipe II entre 1560 y 1583. Carlos III amplió nuevamente el lugar, llevando a cabo el cerramiento completo del mismo. No obstante hay que reseñar, aunque se encontrara fuera de los límites de la posesión pero lindante con ella, la compra realizada en 1856, durante el reinado de Isabel II, de la finca de Meaques. Por fin, en 1971, el Ayuntamiento de Madrid amplió en 400 hectáreas la extensión de la Casa de Campo, agregando a la misma un territorio perteneciente a los municipios de Madrid y Pozuelo de Alarcón. Hoy en día la Casa de Campo cuenta con una superficie de 1722 hectáreas “A lo largo de su reinado mejora considerablemente la Casa de Campo. Ya se tratara de los jardines de Aranjuez, de los pinares de Valsaín o de lo que será finca campestre de la Casa de Campo, Felipe II desarrolló durante todo su reinado una estrategia de protección, conservación y disfrute de la naturaleza Desde su época como príncipe, Felipe II sintió una especial atracción por Madrid. Una de las vías verdes comunicaba la zona del Alcázar y la Casa del Campo con el Monte de El Pardo, donde el rey realizó una de las operaciones naturalistas de mayor extensión e importancia . En 1553 se intensificó la plantación de chopos, álamos y sauces en el camino que comunicaba el Arroyo de Beacas, a través del río Manzanares, hasta el sitio de El Pardo” “Desde su etapa como príncipe, Felipe II tuvo la idea clara de ampliar los espacios del Alcázar. A ambos lados del Manzanares el territorio estaba ocupado por una sucesión de huertas y pagos. Salpicaban el paisaje algunas casas agrícolas. En 1556 Felipe II ordenó con toda urgencia formar un bosque junto a la villa de Madrid “y para ello se eligió el terreno más próximo al Real Alcázar”. La formación de la Casa de Campo por Felipe II debe inscribirse en un contexto urbanístico más amplio que afecta a toda la zona próxima al Alcázar. Desde 1556, se efectuaron las primeras compras de las huertas y heredades que se extendían en el terreno comprendido desde el Alcázar hasta el río Manzanares. En 1562, instalada la corte en Madrid, Felipe II disponía de todos los terrenos de las laderas comprendidas entre el Alcázar y el barrio de Balnadú y también de los llanos y de la vega del Manzanares . En su origen, Felipe se había fijado su atención en una huerta, situada frente al Alcázar al otro lado del río Manzanares. Era propiedad de la familia Vargas linaje que provenía de la época de la conquista de Madrid por Alfonso VI. Independientemente del debate sobre si los terrenos habían pertenecido en algún momento al cardenal Quiroga, lo cierto es que la primera instalación de los Vargas en el lugar corresponde a Diego de Vargas” , perteneciente al séquito de los Reyes Católicos Su hijo Francisco de Vargas, importante hombre político ya que había sido alcalde de Trujillo en tiempos de los Reyes Católicos y miembro del Consejo Real de Carlos V. Posiblemente fue el constructor de un palacete en sus tierras en torno a 1519. El nieto de Francisco, Fadrique de Vargas y Cabrera fue el que vendió su posesión a FelipeII .”La finca estaba constituida por una reducida extensión


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO de terrenos regados por un par de arroyos que facilitarían el desarrollo de una hermosa huerta en el lugar. En el centro se levantaba un pequeño palacete de dos pisos formado por tres cuerpos En cuanto a la fecha de compra todos los datos conducen hasta la Real Cédula de compra del lugar, fechada en 1562. Parece ser que ya Carlos V conocía la finca y que posiblemente se planteara en algún momento la compra, más todavía, dado que Francisco de Vargas era uno de sus consejeros reales. Juan Carriazo ha reproducido un texto antiguo en el que se señala una de las estancias del emperador Carlos V en la finca de los Vargas: “volviose el Emperador a Madrid... no quiso aposentarse en el Alcázar y eligió la Casa de Campo como sitio de reposo, en el que podría además entregarse a la caza. CARLOS III El rey Carlos III nombró el 21 de julio de 1760 a Francisco Sabatini para “el servicio real y fue el artífice de una gran reforma que se dio en la Casa de Campo. El ascenso profesional de Francisco Sabatini en España fue fulgurante. Carlos III confiaba en él y le allanó el camino para convertirle en la figura más representativa. La falta de competidores facilitó el ascenso de Sabatini. Como hemos señalado, la Casa de Campo pasaba por una etapa de decadencia a finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. Noticias de este abandono las encontramos en los escritos que se encuentran en el Archivo General del Palacio Real, ,que nos hablan de la mala administración y abusos cometidos en la Casa de Campo y la manera de remediados. Todos ellos ahondan en la falta de recursos económicos, en la ausencia de un capital humano suficiente. También la documentación insiste en las reparaciones precisas que necesitan hacerse en la finca debido a las riadas del Manzanares: reparación del palacio, casillas y tapias de la Real Casa. En suma la propia semántica de algún documento resulta relevante por el tono de lamentación que imprime: “Sobre el mal estado de la Casa de Campo y lo necesario que sería acudir para su conservación siendo el mejor sitio muy abundante en agua en donde se podía obtener más usufructo si se cuidase a tiempo las aguas y la huerta. Así, la política de Carlos III se basó en buscar un equilibrio que no alterarse el ecosistema del lugar La Casa de Campo se había convertido en etapas anteriores en lugar habitual de paso para los habitantes de los pueblos de alrededor con los consiguientes deterioros. En estos años se planteó la disyuntiva de racionalizar u ordenar este libre paso de hecho, convirtiéndolo en un nudo de comunicaciones con Húmera, Pozuelo o Aravaca, en suma, de salida de Madrid, o de convertido en un coto reservado y protegido de carácter áulico. Se optó por lo segundo. El levantamiento de la cerca, la persecución de los furtivos y matuteros, y el estricto sistema de pases para franquear la entrada lo demuestran. Sólo se otorgaban pases de entrada a la Casa de Campo a individuos de la nobleza, a los embajadores y representantes de las Cortes extranjeras, a individuos del palacio y a algún familiar de los empleados de mayor confianza de la Real Posesión Para todo ello se reforzó un sistema de vigilancia a base de guardas debidamente uniformados. Con la llegada del rey Carlos III, la terminación del Palacio Real servirá de motor para consolidar la redefinición de la ciudad potenciando toda esta zona próxima al Manzanares. Fue Francisco Sabatini quien intentó llevar a la práctica esta idea. Sabatini establece un plan de reconstrucción del Real Sitio y Bosque de la Casa de Campo que incluía obras de reparación de diversa índole: remodelación del Palacio y Jardines del Reservado , la cerca, la construcción de la parroquia nueva de la Torrecilla, la renovación de la iglesia de Rodajos, las restauraciones de las casas de los guardias, reparación de los estanques, la organización de nuevos plantíos, la construcción de cinco puentes sobre el Arroyo del Meaques La remodelación de la antigua Casa de Vargas se inició en 1773. El edificio se encontraba situado en los terrenos próximos a la Puerta del Rey y dada su cercanía con el río Manzanares había sufrido daños desde su construcción por las diversas riadas. SIGLO XIX Durante casi todo el siglo XlX la Casa de Campo queda relegada a un relativo aislamiento con respecto al futuro de Madrid. El tema de la Casa de Campo apenas preocupaba a la opinión pública. Incluso en el plano de las reivindicaciones políticas la Casa de Campo se colocaba en un lugar marginal. Sin ir más lejos los republicanos, como principal fuerza de oposición al sistema monárquico, siempre reivindicaron la apertura de El Retiro al pueblo de Madrid, pero apenas contaron con la Casa de Campo. Por eso cuando fue derrocada la reina Isabel II por la Revolución de septiembre de 1868, una de las campañas que alcanzó más eco fue la apertura de El Retiro al público. La Casa de Campo, dado el rudimentario sistema de transportes de la época, era un lugar lejano. Es pre-

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID ciso tener en cuenta los momentos de inestabilidad política del siglo XIX que ocasionan situaciones de abandono e indefinición para la Casa de Campo. De golpe la Casa de Campo perdió su carácter de finca de recreo regia sin saberse muy bien cuál iba a ser su destino. En definitiva, durante todo el siglo XIX siempre estuvo presente ¿qué hacer con la Casa de Campo? Se sucedieron los proyectos relativos a convertirla en una explotación agrícola. El siglo XIX finaliza con una Casa de Campo dedicada fundamentalmente al recreo regio que aunaba la caza y otras actividades deportivas, sobre todo las referidas al mundo de la equitación. Los diferentes proyectos de uso de la Casa de Campo dieron como resultado el desarrollo de nuevas tipologías arquitectónicas para el lugar, la Casa de Vacas, las nuevas Faisaneras, el concepto de un zoológico, el planeamiento de nuevos tipos de jardines o la proliferación de estufas, donde se conjugaba curiosidad científica y placer estético. La reina María Cristina , mujer de Fernando VII, tuvo un especial sentimiento por la Casa de Campo. María Cristina de Borbón quiso convertir la Casa de Campo en una gran explotación, una especie de finca modelo que sirviera de referente para la agricultura española, combinándolo con la potenciación de los aspectos lúdicos y de recreo del lugar. Es en esta ambientación donde se inscribe la realización de la Casa de Vacas Se decidió que “el paraje más oportuno” para formar prados artificiales al estilo de Italia de (donde procedía la reina ) y en donde podía colocarse ventajosamente el establo de las vacas con la casa y horno para la elaboración de los quesos de divesos tipos, era al norte de la posesión, en el punto de la puerta de Castilla denominado, camino del Medianil, por estar cerca de los mejores pastos de La Casa de Campo y de las fuentes mas abundantes y saludables. Después de la muerte de Fernando VII y dada la minoría de edad de su heredera Isabel II , Maria Cristina de Borbón se convirtió en Reina Gobernadora, pero los dramáticos avatares de la política de los años treinta, determinados por la Guerra Carlista y el complicado surgimiento del sistema político liberal, redujeron al mínimo el interés de la Regente por la Casa de Campo. Paulatinamente, la Casa de Vacas comenzó una lenta decadencia y los edificios de la Casa de Vacas se fueron deteriorando. En 1872 un informe sobre la Casa de Vacas utiliza el calificativo “ruinoso” . Una vez más la escasez de recursos limitó la restauración a una sencillas reparaciones. En agosto de 1874 el administrador de la Casa de Campo habla de la “ completa ruina de la Casa de Vacas”. SIGLO XX El matrimonio del rey Alfonso XIII con la princesa británica María Victoria Eugenia de Battenberg supuso la irrupción en la Corte de determinados modos y usos de las élites anglosajonas y entre ellos estaba la práctica de los deportes denominados de caballeros, porque su realización estaba relacionada con el mundo de la hípica y de las armas como el tiro de pichón que gustaba tanto a este monarca aficionado a la caza.. La Casa de Campo es en gran medida un cazadero real, cuya fama trascendía las fronteras españolas. En una memoria de la época podía leerse: “Este Real Sitio es un cazadero de condiciones excepcionales y, por su situación cercana al Palacio, pocos o ninguno pueden hacerle competencia “. Por estas razones era el cazadero favorito de S. M. Alfonso XIII La Casa de Campo en esta época era un criadero asombroso de conejos. En el año 1909 se mataron más de 56.000 pero poco a poco se va implantando otra modalidad, la caza de pluma (la perdiz y el faisán). CESIÓN DE LA CASA DE CAMPO AL AYUNTAMIENTO DE MADRID EN ABRIL DE 1931 Una de las primeras medidas tomadas por el gobierno provisional de la República fue la incautación por el Estado de los bienes que habían formado el patrimonio de la Corona. Un decreto del 20 de abril de 1931 disponía la cesión al Ayuntamiento de Madrid de los terrenos de la Casa de Campo y del parque del “Campo del Moro “para ser destinados a solar y recreo de los habitantes de la capital de la nación.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO LA CASA DE CAMPO DURANTE LA GUERRA CIVIL Esta paz tan prolongada tuvo su contrapartida trágica en la rebelión militar del General Franco en 1936, en que durante los tres años de esta guerra civil fue constantemente frente y escenario de innumerables batallas y bombardeos que afectaron a todas sus construcciones antiguas e hicieron aparecer nuevas construcciones militares, nidos de ametralladora y refugios antiaéreos, que aún se pueden ver por el Parque. Este episodio bélico de resistencia del pueblo de Madrid en estos lugares dio pie a que la Casa de Campo sea conocida internacionalmente por una canción que canta la resistencia popular frente al fascismo. En noviembre de 1936 la Casa de Campo se convirtió en el escenario principal de la Guerra Civil española, y más concretamente en el escenario de lo que los contemporáneos y posteriormente los historiadores, denominaron la “batalla de Madrid”. Era la consecuencia lógica de los acontecimientos bélicos que se habían sucedido en España desde el 18 de julio del mismo año. El general Mola, director técnico de la sublevación, tomó conciencia, en los momentos preparativos del alzamiento, de las dificultades que traería imponer la insurrección en la capital, dada la importancia que en ella tenía la población afecta al Frente Popular en sus organizaciones políticas y sindicales. Mola pensó conquistar rápidamente la ciudad desde el bastión Burgos-Pamplona-Zaragoza, pero la defensa organizada en la Sierra Norte de Madrid invalidó sus objetivos. Se hizo precisa, por tanto, una “conquista lenta” de Madrid, cuyos protagonistas no serían ya las tropas de Mola, sino el contingente armado que al mando del general Franco y compuesto por tropas legionarias y de regulares, atravesaron el estrecho de Gibraltar a principios de agosto. La marcha hacia Madrid tomó, en principio, el camino de Extremadura, con la toma de Mérida y Badajoz, para después, siguiendo como eje la carretera de Extremadura, continuar avanzando hacia la capital. La columna número 4 debía penetrar en la Casa de Campo a las 6.00 de la mañana por la puerta de Rodajos, avanzando a lo largo del muro oeste de la posesión hasta alcanzar el cruce de la carretera del ferrocarril y las puertas de Aravaca y Medianil, lugares que habrían de defenderse a todo trance. La columna ocuparía la cima de Garabitas, como posición dominante de la artillería. Posteriormente la columna cruzaría el Manzanares por el Puente Nuevo; un frente defensivo quedaría establecido en la siguiente línea: kilómetro 3 del ferrocarril de Madrid-Fundación del Amo-Asilo de Santa Cristina-Hospital Clínico. El 9 de abril de 1937 albergó los comienzos del asalto a las posiciones nacionales de la Casa de Campo. Las tropas republicanas iniciaron el avance hacia los cerros de Garabitas y del Águila, bajo el mando de Líster, Galán y Martínez de Aragón. La aviación republicana se convirtió, en esta ocasión, en una eficaz maquinaria de apoyo para las tropas. A lo largo del primer día del ataque, ambos cerros fueron bombardeados y ametrallados con la clara intención de debilitar al enemigo. El parte oficial republicano de Marina y Aire comentaba al respecto: “Los servicios realizados hoy por la Aviación en el frente de Madrid fueron los siguientes: Desde las 6,30 hasta las 7,10, aviones rasantes, en número de doce, bombardearon el monte Garabitas en la Casa de Campo. Desde las 7,10 hasta las 7,30, los bimotores bombardearon el mismo sitio. El tercer bombardeo sobre Garabitas lo realizaron, desde las 7,55 hasta las 8,15, diez cazas biplanos que, además, ametrallaron el objetivo. A las 8,00 fueron bombardeados por los bimotores las partes Sur y Suroeste y los caminos que a él afluyen... A las 10,30 fue bombardeada la parte Norte de Garabitas, donde había concentraciones de tropas enemigas. A las 12,15 se bombardeó la Casa de Vacas. A las 14,20, ocho aparatos de vuelo rasante verificaron un bombardeo en la Casa de Campo. A las 14,25 se bombardeó de nuevo la Casa de Vacas y la Casa de Campo. A las 17,45, diez cazas biplanos bombardearon y ametrallaron el monte Garabitas y los caminos que confluyen a la parte Norte de dicho monte. En los primeros meses de 1939 tuvieron lugar sucesivos combates de excepcional dureza. Miaja daba fe de lo encarnizado de la lucha y se congratulaba porque las comunicaciones del bando nacional entre la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria se habían interrumpido, declaración excesivamente optimista, porque en realidad esto no llegó a suceder de manera plena. Los soldados republicanos necesitaban apenas treinta o cuarenta pasos para conquistar la cima de los objetivos, pero a esa altura las bombas de mano y las armas automáticas empleadas por los nacionales resultaban letales y terminaron por dibujar un obstáculo insalvable en el avance republicano. Poca ayuda podría ya ofrecer la aviación para derribar unas fortificaciones que, sobre roca y cemento habían erigido los sublevados a lo largo de cuatro meses. Los montículos se hacían inalcanzables para los republicanos. La escasa ayuda que ya podía prestar la aviación quedó definitivamente anulada el día 12 de abril, cuando una climatología adversa y continua en estos días impidió su intervención. Las tropas sublevadas aprovecharon la circunstancia para reforzar las elevaciones y restablecer la seguridad de las comunicaciones con sus compañeros de la ciudad Universitaria. Tras un avance coordinado de las tropas de Franco, el 28 de marzo de 1939 el coronel

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID Prada, en nombre del coronel Casado rindió el ejército del Centro a los sublevados en la Ciudad Universitaria. La Casa de Campo dejó de ser lugar de enfrentamiento bélico entre españoles, para intentar recuperar su vocación de espacio natural y de pulmón de la capital. Pero las heridas sufridas habían sido tremendas. Arruinadas la flora y la fauna del parque, destruidos sus edificios más emblemáticos incluida la Cerca, desgarradas sus tierras por múltiples obuses y bombas, en muchos casos aún sin estallar, la Casa de Campo dejó de ser durante muchos años un lugar de expansión para los madrileños. Uno de los edificios más notables de la posesión como era la iglesia de la Torrecilla, construida por Francisco Sabatini entre 1784 y 1788 por encargo de Carlos III, quedó destruida durante la batalla por el dominio del cerro Garabitas en abril de 1937. Brigadas de trabajadores la limpiaron de todo el arsenal bélico presente en sus entrañas; hubo que restaurar sus edificaciones; hubo que esperar a que el ciclo de la Naturaleza, con ayuda de los hombres, renovase árboles y animales. En suma, hubo que esperar mucho tiempo para que el viejo proyecto de 1931, que preveía la conversión de la Casa de Campo en lugar de recreo de los madrileños, pudiera ser nuevamente una realidad. A finales de 1966, el Ayuntamiento de Madrid diseñó un plan de acondicionamiento y mejora de algunos sectores de la Casa de Campo, un programa que iba desde la construcción de un auditorio, o el saneamiento del arroyo Meaques, hasta las obras de equipamiento que, sin alterar el ecosistema, favoreciesen la estancia en el parque. En segundo lugar, se situaban las obras e instalaciones que realizarían los concesionarios, que fundamentalmente eran tres: el Zoológico, el Parque de Atracciones y un Teleférico que uniría el paseo de Rosales y la Casa de Campo. Sobre una gran extensión de terreno se abrió al público uno de los más importantes parques de recreo de la época, compuesto de una gran diversidad de instalaciones mecánicas y con equipamiento de todo tipo para el desarrollo del ocio de los madrileños que aún hoy perduran

GENERALIDADES DE LA CASA DE CAMPO

La Casa de Campo de Madrid es algo más que una reserva de espacios naturales a corta distancia del centro de la ciudad. Tiene un importante pasado histórico ligado al fenómeno de la capitalidad de Madrid, fue REAL SITIO durante 400 AÑOS, siendo un lugar frecuentado por personajes ilustres. También fue escenario de importantes sucesos durante la GUERRA CIVIL de 1936, alcanzando su nombre gran trascendencia internacional y en especial el episodio madrileño. Al comienzo de la II REPÚBLICA fue convertido en PARQUE PÚBLICO y declarado JARDÍN HISTÓRICOARTISTICO el 3 de JUNIO DE 1931. Ha pasado mucho tiempo, ha habido por medio una guerra que afectó considerablemente al PATRIMONIO del PARQUE, pero sobre todo se han producido nuevos usos que han suplantado su PERSONALIDAD y le han llevado a un proceso de TRIVIALIZACIÓN y de pérdida de IDENTIDAD. Hoy en día son pocos los madrileños conscientes del importante pasado que tuvo el parque. En el año 1561, Felipe II traslada la corte a Madrid fijando su residencia en el antiguo Alcázar,sobre la cornisa el río de Manzanares. En verano de 1562 se formaliza la compra a D. Fadrique Vargas y Cabrera de sus posesiones al otro lado del río que incluían una Casa de Palacio,la cual da el nombre de Casa de Campo al REAL SITIO que se forma al otro lado el río, formado por amplios terrenos dedicados a bosques y jardines ornamental esdestinados a recreo de la FAMILIA REAL. Durante las primeras dinastías de los Austrias este REAL SITIO va a conocer un periodo de florecimiento según el concepto de VILLA de recreo RENACENTISTA .En la CASA PALACIO se construyo EL RESERVADO, con hermosos jardines de estilo renacentista MANIERISTA, con influencias del JARDÍN MUSULMÁN y FLAMENCO. Se adornaban con esculturas y fuentes ornamentales,destacando la célebre estatua ecuestre de FELIPE II y la fuente del ÁGUILA. Cerraba este espacio un edificio alargado denominado LONJA o GALERÍA DE LAS GRUTAS.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO La edificación del PALACIO DEL BUEN RETIRO, durante el reinado de FELIPE IV y el traslado de la residencia supone la decadencia de la CASA DE CAMPO. En 1970 se produce el cambio dinástico y acceden al trono español los BORBONES. El incendio del ALCÁZAR y las posteriores edificaciones del nuevo PALACIO REAL, renuevan la importancia de la casa de campo. INFLUENCIA FRANCESA en proyectos de jardinería. FERANDO VII compra los mayores terrenos destinados al REAL SITIO. La función principal fue la de CAZADERO REAL. Con la llegada de CARLOS III se producen las ultimas adquisiciones territoriales y adquiere su máximo esplendor. Bajo la dirección de FRANCISCO SABATINI se construyen y se remodela la CASA PALACIO DE LOS VARGAS,se construyen las iglesias de la TORRECILLA y la de RODAJOS,se construye la cerca que define su perímetro, que incluye singularidades como las REJAS de los arroyos, distintas tipos de PUERTAS, CAMINOS y 5 PUENTES sobre el arroyo MEAQUES. Lo más sobresaliente de este reinado es que la casa de campo pasa a ser de un sitio LÚDICO-RECREATIVO a un carácter PRODUCTIVO-RACIONALISTA. En la época de JOSÉ BONAPARTE,realiza obras de mejora en los jardines del RESERVADO, bajo la dirección del arquitecto JUAN DE VILLANUEVA. Realiza la conexión del RESERVADO con el PALACIO REAL mediante una vía que transcurría por un túnel, viaducto y puente sobre el río MANZANARES. La guerra de la independencia supuso el deterioro de la iglesia de la Torrecilla y el declive del parque.. Con la vuelta de los BORBONES y a lo largo del siglo XIX, aumenta la superficie dedicada a HUERTOS y VIVEROS. Reinado de ISABEL II se construyen obras de CANALIZACIÓN y se produce el traslado de la estatua de FELIPE II PLAZA MAYOR. PERIODO DE DECADENCIA, tras la REVOLUCIÓN DE 1868 y la PRIMERA REPÚBLICA. Con la restauración BORBÓNICA se continúa el uso de las labores, faceta productiva: INVERNADEROSVIVEROS y se completan las grandes operaciones HIDRÁULICAS Durante la regencia de MARÍA CRISTINA, se traslada la FUENTE DEL ÁGUILA al patio de la UNIVERSIDAD REINA CRISTINA DEL ESCORIAL. REINADO DE ALFOSO XII, carácter casi exclusivo de CAZA, que prácticamente se había olvidado. En 1931, con la proclamación de la II REPÚBLICA, EL 20 DE ABRIL, se cede al pueblo de Madrid para que sea de uso PÚBLICO,para el esparcimiento y ocio de todos los madrileños. El 1º de MAYO se produjo la apertura al público, y el día 1 de JUNIO fue declarado JARDÍN HISTORICO. Durante la guerra civil la CASA DE CAMPO se convierte en escenario bélico de los combates entre las tropas del General Franco y el ejército REPUBLICANO, para el intento de ocupar Madrid, quedando muy destruida. Se pierden entre otros edificios: las dos iglesias de SABATINI, el cementerio de EMPLEADOS, la TORRECILLA, LA CASA DE LABOR y la CASA DE VACAS. PUENTES DE LA CASA DE CAMPO. PUENTE DE SIETE HERMANAS. .El Puente de las Siete Hermanas o del Robledal sobre el Arroyo Meaques fue diseñado en el año 1782 por Francisco de Sabatini junto con el de la Culebra, Batán, Álamo Negro y Agachadiza. Reconstruido en varias ocasiones; una en el año 1895 durante la Regencia de María Cristina por el arquitecto mayor de Palacio Enrique Repullés y Segarra, también fue destruido durante la Guerra Civil y en la última la riada del año 1995 que lo derribó, siendo entonces reconstruido un año después bajo la forma actual que elevó la altura de su ojo central. Del original de Sabatini no queda nada, hoy es un puente de ladrillo visto de un sólo ojo de

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID medio punto construido con un sardinel de bastante grosor, el quitamiedos es de tubo metálico pintado de verde. Es probablemente el puente que más destrucciones ha sufrido en la Casa de Campo. Ahora es un puente peatonal de uso restringido para vehículos autorizados. Su nombre deriva del pinar cercano llamado en origen de los Siete Hermanos y hoy de las Siete Hermanas. PUENTE DEL BATÁN El puente del Batán sobre el arroyo Meaques fue construido en el año 1782 por Francisco de Sabatini el mismo año que el puente de la Culebra al cual complementaba ya que el de la Culebra era peatonal y el del Batán se podía cruzar en coches de mayor tamaño. El puente del Batán tenía en origen tres arcos con dos apoyos con estribos y tajamares en el centro. El arco del centro es de tipo carpanel y los otros dos a los lados de medio punto y menor tamaño. Construido en ladrillo visto y albardillas de granito en forma de tejadillo. Su aspecto original era más grácil y ligero, ya que la capa de cemento que lo cubre actualmente, oculta la textura primitiva y le aleja mucho de su aspecto original. Después de sufrir diversos percances el más reciente el de las inundaciones de junio del año 1995 en su reforma le cegaron uno de sus ojos. En la actualidad y sin saber muy bien por qué se le nombra como puente del Álamo Negro, hay que reivindicar su verdadero nombre, ya que el puente del Álamo Negro fue derribado durante la Guerra Civil y estaba a la derecha del lugar en el que hoy se encuentran las pasarelas de entrada al Zoo. El puente del Batán pertenece a los cinco que le fueron encargados a Francisco Sabatini y comunicaba la puerta de las Ventas y la Casa y fuente del Batán situados en un cerrillo próximo a lo que hoy es el Delfinario del Zoo. También y por el camino del Sotillo se llegaba a la fuente del Zarzón y puerta del Batán (hoy puerta del Zarzón), todo al lado norte del arroyo Meaques. En la actualidad es un puente peatonal y de uso restringido. Su nombre viene dado por estar cerca de la Casa del Batán Nombrado ya como puente del Batán en el año 1783. PUENTE DEL REY El puente del Rey fue construido en origen con el sólo propósito de servir de acceso a la Casa de Campo desde el Campo del Moro a la familia Real y aunque no está en la Casa de Campo se considera de ella. Descripción original del Puente del Rey del año 1890). Fue mandado construir al madrileño Isidro González Velázquez (1765- 1829) en el año 1816 por orden del rey Fernando VII, con objeto de hacer un paso entre los jardines de Palacio y la Casa de Campo, atravesando el pasadizo abobedado que unos años antes mandara construir Jose I por debajo del actual paseo de la Virgen del Puerto. La construcción se hace en granito con sencillos adornos con piedra de Colmenar y con seis arcos rebajados con las manguardias correspondientes. Lo corona un antepecho y en la embocadura tiene dos grandes pilares que sirven de de marco a una puerta de hierro.Este puente vino a sustituir al puente de madera que había construido Juan de Villanueva provisionalmente y que fue destruido repetidamente por las crecidas del rio Manzanares. Hasta su ampliación en 1935 tuvo puerta de acceso en la orilla cercana a la puerta del Río. Hasta que la puerta del


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Río fue desmontada (año 2008) existían dos pilastras circulares a ambos lados de la puerta (que hoy no sé donde están) que provenían de la antigua verja que controlaba el paso por el puente. En diciembre del año 1935 se lee la siguiente noticia: Se ha innaugurado el transito por el puente de la República, situado frente a la entrada principal de la Casa de Campo y túnel del Campo del Moro, que ha sido ensanchado a 25 metros. Su anchura anterior era de 4,60 metros. Las obras cuya subasta se celebró el 19 de junio de 1934, han costado 871.632,85 pesetas, siendo proyectadas y dirigidas por el ingeniero municipal Don José María Cano. En estás obras el puente pierde dos de sus seis ojos. El Puente del Rey en la actulidad está formado por cuatro arcos elípticos, custodiados en sus pilares por ocho tajamares, cuatro a cada lado. Éstos están rematados por puntas cónicas en la cara meridional del puente (aguas abajo) y piramidalmente en el lado septentrional (aguas arriba). Los elementos ornamentales son escasos, excepción hecha de una serie de medallones situados por debajo de la línea de imposta, en la vertical de los tajamares. En la actualidad y después de cerrarse al tráfico rodado en el año 2006, ha sido reformado en su pavimento y tapadas las rejas metálicas de sus pretiles para darle el aspeto primitivo del granito. Este puente es hoy peatonal recuperado de una época en la que era el acceso a la avenida de Portugal desde la cuesta de San Vicente. También se llamó entre 1931 y 1936 puente de la República. PUENTE DE LA CULEBRA El puente de la Culebra o puente Estrecho es sin lugar a duda el puente más bello e importante de la Casa de Campo. Puente peatonal de cuatro ojos con arcos de medio punto sobre el arroyo Meaques construido en ladrillo visto con pretiles de piedra berroqueña y albardillas curvas por Francisco de Sabatini en el año 1782, se trata de su obra más sobresaliente en la Casa de Campo y un claro ejemplo de la importancia que en tiempos de Carlos III tenía la finca. En su construcción Sabatini empleó un bello efecto de curvas que en su parte ancha hace que el viandante se detenga y utilice sus pretiles como mirador hacía el arroyo. Llamado en principio puente Estrecho por su 1,70 metros de anchura que después ensancha a 3 metros y vuelve a estrechar, cambió popularmente su nombre por el de la Culebra por su forma sinuosa. Su estrechez denota que fue diseñado sólo para el paso de peatones o estrechos carruajes, lo que no está tan claro es porqué se construyó en esta zona tan alejada de la Casa Palacio. Es posible que la zona fuera en esos tiempos más importante de lo que ahora parece, hay que tener en cuenta que a su lado estaba la pequeña faisanera, el horno, la fuente del Zarzón y el acceso a la finca de Meaques. Forma parte de los cinco puentes encargados a Sabatini sobre el arroyo Meaques, y sin duda es el mejor conservado. A pesar de su sobria decoración puede considerarse un perfecto modelo del barroco por la profusión del empleo de la línea curva que aparece tanto en la planta como en alzado y perfil. El poderoso efecto de su luz y sombra en sus 32 metros de largo sobre las curvas hacen de él un sorprendente espectáculo digno del Real Sitio. Desde la Guerra Civil estuvo en estado ruinoso hasta que en el año 1980 fue cuidadosamente restaurado. Como se ha dicho su nombre le viene dado por su forma. Como puente Estrecho se le nombra ya en el año 1783. Aunque en el año 1844 ya se cita como puente de la Culebra

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID ARROYOS IMPORTANTES DE LA CASA DE CAMPO ARROYO ANTEQUINA. El arroyo ANTEQUINA, cuyo nombre deriva de Andrequina nombre medieval de mujer, que a la vez es un derivado de Andre ’señora’, Como Andrequina se cita ya en el año 1745, y no es ya hasta 1865 cuando se le nombra como Antequina. Afluente del río Manzanares, es uno de los arroyos principales de la Casa de Campo junto con el arroyo Meaques, con caudal en todas las épocas del año, nace en la zona denominada casa de los Corrales en Pozuelo de Alarcón y entra por la parte norte a la Casa de Campo por la Reja de Antequina conocida como puente de las Siete Rejas. Después de recorrer cerca de tres kilómetros dentro de la Casa de Campo, tras atravesar los terrenos del actual Club de Campo, desembocando en el río Manzanares entre el puente de los Franceses y la Puerta de Hierro. Su afluente principal en la Casa de Campo es el arroyo de las Platas que en la actualidad no lleva caudal, y que confluye con el arroyo de Antequina unos metros después de atravesar la tapia de la Casa de Campo. ARROYO MEAQUES Citado como “Meac” en el diploma del 28 de julio de 1208, por el cual Alfonso VIII de Castilla (1155-1214), trazaba la divisoria entre Segovia y Madrid, también se nombra el arroyo Butarque como “Butarec”. Por esa época ya se tiene constancia de la existencia de dos poblaciones llamadas San Pedro de los Meaques y Meaque de Arriba, que fueron conquistadas por los árabes siendo don Raimundo arzobispo de Toledo (11251152). También se cita ya la población de San Pedro de los Meaques en la Célula Real del año 1572. Tenemos constancia por unas escrituras públicas de la venta de unos terrenos de que en el año 1728 aún existía la dezmería de San Pedro de Meaques, también nombrada simplemente como Meaques. En algunas informaciones el arroyo recibía el nombre de arroyo de la Guadaña fuera de la Casa de Campo. El origen de su cuenca se encuentra en el exterior del parque en el paraje conocido como Venta de la Rubia en Alcorcón y se origina de la confluencia de varios arroyos de menor entidad como el de Retamares, Charcón, Valchico, la Zorra o Prado del Rey. Después de dejar Alcorcón entra en el término de Pozuelo de Alarcón, donde cruza la autopista de circunvalación M-40. Sin salir de este municipio, bordea por el sur el complejo empresarial y recreativo Ciudad de la Imagen, por el norte la Colonia-jardín militar Arroyo de Meaques y por el sur el barrio de Los Ángeles. Entra en el término de Madrid a través de la Colonia Santa Mónica, integrada dentro del distrito de Latina, y por el oeste de la Casa de Campo y la cruza durante 2000 metros. Desemboca, ya canalizado desde el puente de los Neveros, en el Manzanares abajo del puente del Rey. Es el principal curso fluvial que abastece al Lago de la Casa de Campo.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO El paraje de los Meaques, actualmente en la Casa de Campo, fue antiguamente del concejo de Húmera y aparece con el nombre de San Pedro de Meaques en una relación del año 1579, se trataba de un poblado en donde había una ermita a la que se iba en procesión desde Carabanchel. El territorio actual pertenecía al alfoz, término del Concejo de la Villa de Madrid que, como era usual en la época, estaba dividido en sexmos para su mejor administración. El municipio se encontraba dentro del sexmo de Aravaca por lo que siempre fue conocido como Pozuelo de Aravaca. El caudal del arroyo Meaques depende en la actualidad de aportaciones no naturales que se vierten a su cauce, ya el ingeniero Don Horacio Bentabol en 1905, describe el arroyo Meaques de la siguiente forma: “Lleva ordinariamente 8 litros de agua por segundo bajo el puente de Batán, siendo absorbido el líquido por el cauce arenoso, hasta desaparecer completamente 300 metros más abajo. En agosto de 1872 el naturalista y entomólogo madrileño Don Ignacio Bolívar Urrutia descubren en el cauce del arroyo Meaques por la zona del Lago una tortuga fósil gigante. ARROYO PRADO DEL REY Nace en Pozuelo de Alarcón en la zona de Prado del Rey entra en la Casa de Campo por la Reja de Prado del Rey y a unos 500 metros se le une un afluente el arroyo del Espinillo, acaba desembocando en el arroyo Meaques dentro del Zoológico de la Casa de Campo. Lleva caudal todo el año. ARROYO DE VALDEZA Nace dentro de la Casa de Campo en la zona norte cerca de la antigua casa de los Pinos y desemboca en el Manzanares después de recorrer 2770 metros. El sector central de la Casa de Campo es drenado por el arroyo de Valdeza, el único de tres principales que nace en el interior del parque, saliendo del mismo para desembocar en el Manzanares en el sector comprendido entre el Puente de la Princesa y el de los Franceses . ARROYO DE LA ZARZA Antes arroyo del Pozo. Afluente del Arroyo Meaques, nace en la zona entre somosaguas y Húmera y atraviesa la Valla de Casa de Campo para acabar desembocando en el arroyo Meaques junto con el arroyo de la Zorra, está seco durante todo el año. ARROYO DE LA ZORRA Afluente del Arroyo Meaques, nace en la zona de Somosaguas atraviesa la valla de la Casa de Campo, y desemboca en el Arroyo Meaques a la altura del Parque de Atracciones. Se mantiene seco durante todo el año. Tiene un afluente el arroyo del Rey. ARROYO DE LAS PLATAS Afluente del arroyo Antequina que nace en Pozuelo de Alarcón en la ampliación de la Casa de Campo y desemboca en el arroyo Antequina unos docientos metros dentro de la Casa de Campo y una vez atravesadas las Rejas que existen en la valla de la Casa de Campo, es un arroyo que se mantiene seco la mayoría del año.

PUERTAS IMPORTANTES DE LA CASA DE CAMPO. PUERTA DE LA VENTA DEL BATÁN. Casa de Campo que toma su nombre de la cercana Venta del Batán, nombre de los corrales para exhibición de los toros que en mayo se lidian en la plaza de las Ventas. Esta puerta se construyó al tener que derribar la valla original de la Casa de Campo para acceder a la estación de metro de Batán desde la calle Villamanín en los años 50 del siglo XX. Se trataba de una puerta, la que vemos en la fotografía, que impedían el paso a la Casa de Campo hacia la puerta de las Ventas de Alcorcón por el camino de Campamento o de la Venta. Aún permanecen en la calle Villamanín cuatro pilares de granito, dos de ellos fueron el soporte de la puerta metálica que vemos en la fotografía.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID PUERTA DEL RÍO La Puerta del Río, quet también se la conoce por la Puerta del Rey, Puerta Principal o Puerta del Norte es posiblemente una de las entradas más antigua de la Casa de Campo y sin duda la más importante, aunque nunca tuvo especial relevancia arquitectónica hasta que en tiempos de la II República se construyó la que hasta ahora hemos conocido. Sabemos que en el año 1750 Francisco Nangle propone un acceso en este lugar para abreviar el camino desde Antigua Puerta del Rio. el Palacio Real, para lo que diseña una puerta, pero este proyecto no se llevaría a cabo porque aún el acceso por este lugar era difícil, había un viejo puente de madera inestable e inseguro, predecesor del actual Puente del Rey. También Juan de Villanueva (1739-1811) proyecta en el año 1810 una puerta para acceder desde el Puente de Segovia ya que era el lugar de acceso más cercano y cómodo desde el Palacio Real. El antecedente de la puerta actual es la mandada construir por encargo de José Bonaparte (1768–1844) a Juan de Villanueva de estilo neoclásico en el año 1810 un año antes de la muerte del arquitecto, este realiza una puerta con verja de hierro forjado más sólida y de categoría que la puerta que existía hasta ese momento. José I mejora este acceso con la idea de alojarse en la Casa de los Vargas. Pero la puerta actual se configura con la proclamación de la II República, cuando la Casa de Campo es abierta al pueblo de Madrid, entonces a la puerta que había se le añaden dos nuevas a la izquierda vista desde el Puente del Rey diseñadas por el arquitecto Manuel Álvarez Naya. Los pilares de las puertas están unidos Puerta del año 2005 con arcos de hierro, rematados por el escudo de Madrid, de mayores dimensiones el central. Los bustos de Fernando VI y Bárbara de Braganza que había sobre las pilastras de la primitiva puerta fueron retirados y colocados en su lugar elementos decorativos de piedra diferentes dos a dos. Más adelante se le añadirían a ambos lados de la puerta las dos columna que servían de sujeción a la verja que cerraba el Puente del Rey. Como la Puerta Republicana quedó muy deteriorada después de la Guerra Civil de 1936, se restaura en los años cuarenta. En el año 1953 la Puerta es movida unos 20 metros de su lugar hacia la fuente de Isabel II para el proyecto de la nueva Carretera de Extremadura hoy Avenida de Portugal, y nuevamente se modifica, quitándole los asientos que había entre las columna de los extremos, estos asientos se encuentra en la actualidad diseminados por el Paseo del Embarcadero. En el año 2009 como parte de la reforma de la plaza formada delante del Palacio de los Vargas y debido al desnivel entre la Puerta y el soterramiento de la M-30 y unos respiraderos mal situados. Se decide por parte del Ayuntamiento de Madrid desplazar la Puerta unos treinta metros hacia el Puente del Rey cerca de su lugar primitivo. Incomprensiblemente se montan sólo las seis pilatras que sustentaban la puerta en forma de arco, más pronunciado del que tuvo en los años 50 y se le priva de la forja y otros elementos importantes como; alumbrado, caseta del guarda y las dos pilastras circulares que estuvieron en el Puente del Rey hasta 1934. PUERTA DEL ZARZÓN Cuando hablamos de la puerta del Zarzón estamos hablando de la puerta del Batán por ser este el sitio por donde se accedía a la casa del Batán. A la Puerta se le empieza a dar el nombre de Zarzón ya en el siglo XX por estar próxima a la famos fuente del Zarzón de Cádiz. También se la nombraba con anterioridad como puerta del Sotillo. La actual puerta del Zarzón es una reconstrucción del año 2006, hecha con los restos del antiguo portón a la que se le ha añadido una verja para facilitar la entrada a vehículos de emergencia. Fue una puerta muy importante hasta que el día 6 de julio de 1888 se autoriza su tabicado para evitar robos ya que habían desaparecido cinco burros en esa zona de la Casa de Campo, aunque en los planos del año 1865 ya aparece tapiada y continua así en los planos del año 1933. Por este motivo se le trasladó el nombre de puerta del Batán a la cercana puerta de las Ventas, pues


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO a partir de entonces se accede a la casa del Batán por esta última. Por esta puerta se accedía a pie, a caballo o en coche estrecho a la Casa de Campo desde Campamento y los carabancheles, así como; a la fuente del Zarzón, a la Faisanera chica, al Horno, a la Alberca y al puente de la Culebra. A mediados del siglo XIX en esa zona existían verdes praderas alrededor del arroyo Meaques en donde pastaban reses, principalmente vacas. También se accedía por esta puerta al ventorro de Agapito cercano a la reja de Meaques. Por esta puerta entraron las tropas rebeldes a tomar Madrid durante durante la Guerra Civil el día 8 de noviembre del año 1936 y fueron la causa de su destrucción la necesidad de entrar con carros de combate. En la actualidad sirve de entrada peatonal a los habitantes de la colonia de los Ángeles. Su nombre como el de la fuente del Zarzón hace referencia a la planta medicinal (Rubus fruticosus) tan abundante en la zona. PUERTA DE SOMOSAGUAS La Puerta de Somosaguas ocupa hoy el lugar que se corresponde con la antigua puerta o portón de la Vereda Vieja (que aparece tapiada en el año 1865). La actual puerta se construye en el año 1965 con el mismo diseño que la cercana Puerta de Rodajos, con pilastras de granito y farolas fernandinas sin referencias a su antiguo diseño, ya que en esos momentos se requería una puerta amplia para servir de paso a las nuevas urbanizaciones en su acceso a Madrid a través de la Casa de Campo. Esta puerta es ahora sólo peatonal. La denominación de Somosaguas o Sumas Aguas se toma de la Quinta de Somosaguas que había entre Húmera y Pozuelo de Alarcón propiedad en el año 1819 de la Baronesa viuda de Eroles y Valdelarzana, que gozaba de licencia para atravesar la Casa de Campo para trasladarse a Madrid o viceversa. PUERTA DE RODAJOS La Puerta de Rodajos situada en la zona llamada de Rodajo –ahora Rodajos- palabra sin definir en la actualidad pero que encontramos en el Libro Los Repartimientos de Loja (1486-1510) en el folio 149 donde se dice: “un rodajo de tierras” Haciendo alusión a una porción de tierra. En los planos del siglo XVIII (Plano de Madrid 1778) y otros ya se nombra un lugar independiente de la Casa de Campo lamado Rodajo. Con el nombre de Rodajos aparte de la Puerta que ahora trato; encontramos una iglesia, un Cuartel, un Arroyo, un Pozo, un Camino, una Fuente etc. Según el historiador Luis Miguel Aparisi Laporta el nombre de Rodajos viene dado por el apellido de una de las familias -Diego de Rodajo-,propietarias de los terrenos que fueron vendidos al Real Bosque de la Casa de Campo, pero en el mismo ducumento en que se cita a Diego de Rodajo se nombra la Casa de Rodajos (4-12-1737). Según Aparici Laporta uno de los miembro de la familia se quedará como portero de dicha entrada. La Puerta de Rodajos es una reconstrucción de la antigua puerta destruida durante la Guerra Civil, la actual se construyó en el año 1965 sobre unas ruinas de piedra que había en ese lugar. Junto a la Puerta estuvo la Iglesia de Rodajos, hoy desaparecida. Puerta importante por ser el paso desde la Casa de Campo a las Ventas del Sotillo y sobre todo a Campamento y la Venta de la Rubia en donde estaba desde el año 1880 la Sociedad de la Caza, allí se practicaba la caza del zorro a la manera inglesa que tan de moda puso la Reina Victoria o la de galgos en Campamento. En la Puerta de Rodajos y dentro de la Casa de Campo estuvo la Casa Cuartel de la Guardia Civil

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID que contaba con casa de nueve habitaciones, tres naves y tres corrales para ganado y daba albergue a los guardias y sus familias, ya que la zona era muy buena en caza, agua y árboles frutale. PUERTA DEL BATÁN Puerta del Batán Puerta de las Ventas de Alcorcón llamada así por estar situada enfrente de las Ventas de Alcorcón en el paseo de Extremadura, conocida popularmente por la puerta del Portazgo ya que las Ventas de Alcorcón a su vez eran un Portazgo para los que venían a Madrid (impuesto medieval, similar a lo que actualmente se denomina peaje), el administrador del portazgo era en Don Esteban López Parra, todo esto en el año 1854 cuando aún existían los portazgo en Madrid. En este sito estaban también los basureros de Madrid, pegados a las Ventas de Alcorcón. Hoy su lugar aproximado lo ocupa la subcentral eléctrica del paseo de Extremadura. Cambia su nombre a puerta del Batán en el año 1932 cuandos tapian la que hasta entonces era la puerta del Batán (hoy puerta del Zarzón). Esta Puerta que tenía caseta de guarda era de las más antiguas e importantes y servía de entrada a la Casa de Batán (hoy desaparecida) a través del puente de Batán uno de los que construyera Sabatini. Servía así mismo de entrada al personal de la Casa de Campo que venía de Carabanchel Bajo ya que enfrente de la puerta de las Ventas de Alcorcón estaba la puerta de Santa Bárbara de Carabanchel Bajo. Los restos de la puerta que quedaron de la Guerra Civil estuvieron diseminados por la zona hasta los años 50 de siglo XX, por ellos sabemos que su construcción consistía en una pilastras de granito que sostenían una puerta de forja grande de ahí que también se la nombrara en algunas ocasiones como puerta de Hierro PUERTA DE ARAVACA Y DE CASTILLA La Puerta de Aravaca es hoy la entrada norte al Club de Campo atribuida a Sabatini, está situada en la Carretera de Castilla en la rinconada de San José. Se trata de dos pilastras de piedra de granito, bien trabajada con inscripciones en su parte superior, inscripciones que posiblemente nos darían alguna información de su autor. En su día contó con puertas metálicas. Su nombre viene por ser en su antigua ubicación la salida a Aravaca desde la Casa de Campo. Nombrada con fecha de 27-5-1866 e incluida da en los plano de la Casa de Campo, en los años 1912, 1929, 1933 y 1934. La Puerta de Castilla es la entrada sur al Club de Campo, está situada en la Carretera de Castilla en el lugar donde confluyen el Camino del Medianil y el Camino de la Casa de Vacas. También llamada Puerta de los Campos de Deportes. Atribuida como la Puerta de Aravaca a Sabatini y como ésta ha sido recolocada en la situación y en el lugar en el que hoy se encuentra. Sólo se conservan dos pilastras de granito. Tanto la Puerta de Aravaca como la de Castilla nos dan una idea de como fue la Puerta del Ángel y su posible autor común Sabatini. Su nombre vine por estar en la Carretera de Castilla. PUERTA DEL ANGEL La Puerta del Ángel tomaba su nombre de la antigua Ermita del Santo Ángel de la Guarda que desde el siglo XVI al XVIII estuvo en esa zona (esta ermita del Santo Ángel de la Guarda, patrón de los guardas, fue levantada con los donativos de los guardas de las Puerta de Madrid, incluidos los de la Casa de Campo). No aparece nombrada la Puerta del Ángel en los planos de la Casa de Campo hasta el año 1865, pero ya tenemos constancia de su existencia en un anuncio del año 1810 en el que se dice “ Situada pasado el Puente de Segovia, en el camino Real de Alcorcón, puerta de hierro PUERTA DEL ANGEL 1934 llamada como la Puerta del Ángel” . La primitiva puerta se hallaba a la izquierda de la actual Iglesia neomudéjar de Santa Cristina (1906) iglesia obra del abulense Enrique María Repullés y Vargas y donde estuvo el asilo de párvulos. La puerta era en el año 1931, simplemente una verja metálica de dos hojas que se cerraba en su centro con un enorme pasador, que fue ampliada en 1934 al igual que la del Río. Entonces contaba con casa de guarda. Cuando se construyó la Avenida de Portugal (1957)


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO sobre los terrenos de la Casa de Campo, la entrada que ya no existía, se construyó más adentro para servir de acceso a la Feria Nacional del Campo (1950). También el nombre de la Puerta del Ángel lo tomó la plaza donde estuvo en el Paseo de Extremadura. La Puerta del Ángel se nombrada en los plano de la Casa de Campo, en los años 1865, 1912, 1929, 1933 y 1934. Hay fotografías y grabados anteriores a estas fechas. PUERTA DEL DANTE La Puerta del Dante, del Término o del Robledal: Se construye en el año 1934, y constaba de dos hojas metálicas y casa de guarda a la izquierda de la entrada, cuyos restos de los cimientos aún se ven. Coincide la apertura de la Puerta del Término o del Dante con la inauguración del Grupo Escolar Unificado Pedro Atienza, en honor de Pedro Atienza Fernández que dona estos terrenos pegados a la Casa de Campo para su construcción en el año 1932. Hoy ocupa este lugar el Colegio Divino Maestro. Esta calle del Dante coincidía con la linde de Madrid con Carabanchel Bajo, de manera que una acera pertenecía a Madrid y la otra a CarabancheL. Como Puerta del Término aparece por primera vez en un mapa de la Casa de Campo de 1936, como Puerta del Dante es nombrada por primera vez en el callejero oficial del año 1947. La calle Dante se incorpora al callejero de Madrid en el año 1928. En la Memoria del Plan del año 1931 se prevé en esta zona de la Casa de Campo un parque de recreo, la fuente ahora en ruinas formaba parte de ese plan y los restos de piedra de la cota 645 de un mirador. El 1 de mayo de 1931 entre las muchas celebraciones, se organiza una fiesta en este lugar que algunas personas aún recuerdan. Durante la Guerra esta zona fue importante por coincidir el Vértice Paquillo con la línea de penetración de las tropas rebeldes que venían a tomar Madrid. Se puede apreciar aún los restos bélicos de la zona, y los que fueron derribados de la propia puerta (ver foto). A la izquierda según se entra a la Casa de Campo había una casa del guarda (la casa de Cachili) porque así le llamaban al guarda de la puerta que venía trasladado de la Casa del Renegado, la casa quedó destruida durante la guerra civil y demolida en el año 1968. Después de la guerra y cuando se instalan los barracones del Albergue del Frente de Juventudes (1941) hoy Albergue Juvenil Richard Schirmann de la Puerta del Dante salía el llamado Camino del Campamento un camino de tierra que hoy es una bajada asfaltada para acceder al Parque de Atracciones y al Albergue. Frente a lo que hoy es la Puerta de Dante hacia el Paseo de Extremadura estaba la básculas de suelo para el control de mercancías que entraban a Madrid por la Carretera de Extremadura y la casilla de Arbitrios (ver foto), también conocida esta zona como el Término de ahí que a la puerta se la nombrara así.

LA GUERRA CIVIL EN MADRID 1936-1939

En la noche del 17 de julio llegaron a la capital las primeras noticias sobre la sublevación militar iniciada en el protectorado español de Marruecos. Siguiendo unos patrones de actuación muy similares a los de los pronunciamientos decimonónicos, los sublevados pretendieron la pronta conquista de la capital, previendo tomar en los primeros instantes los principales puntos y nudos de comunicación que posibilitasen enviar columnas armadas a Madrid para unirse a las tropas rebeldes de la capital y terminar así con el gobierno del Frente Popular. Sin embargo, desde el primer momento, y pese a la gran confusión reinante, se puso de manifiesto la resistencia del pueblo madrileño ante los insurgentes. Así, el cuartel de la Montaña, sublevado al mando del general Fanjul, cayó ante el asalto de guardias, militares y civiles armados. A este cuartel le siguieron otros focos menores de sublevación, que, o fueron reducidos o se rindieron. Mientras, en la sierra de Madrid, la lucha se centró en zonas como Guadarrama, Navacerrada o Somosierra, produciéndose finalmente una estabilización del frente que duró ya toda la guerra. Madrid se convirtió en este aspecto en el escenario que transformó un pronunciamiento en guerra civil, dado que los intentos sublevados por tomar la capital fracasaron una y otra vez, siendo el máximo exponente de esto la larga batalla de Madrid, entre noviembre de 1936 y la primavera de 1937, en varios escenarios: el Manzanares (6-23 de noviembre), la carretera de La Coruña (29 de noviembre-16 de enero), el Jarama (5-23 de febrero) y Guadalajara (8-22 de marzo). Desde octubre de 1936 Madrid empieza a entrar de lleno en el conflicto bélico. La desorganización militar y po-

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID lítica de la España republicana hizo imparable el avance de las tropas legionarias y de los regulares desde Cádiz, pasando por Extremadura y Toledo, hasta las mismas puertas de Madrid. A pesar de los intentos de contraofensiva y de la formación del Quinto Regimiento de Milicias Populares, como primer embrión de un ejército popular organizado, las tropas del general Varela fueron conquistando los pueblos lindantes con la capital hasta su llegada a las riberas del Manzanares y a la Casa de Campo el 5 de noviembre de 1936. El general Asensio Torrado había fracasado en su intento de detener a las tropas rebeldes que se dirigían a Madrid, empleando una táctica consistente en atacar los flancos de las mismas y resistir en puntos clave. Se puso de manifiesto que, aunque la planificación militar era adecuada, la ejecución era mala, debido a la incapacidad de los milicianos de maniobrar en campo abierto, con una defensa improvisada y carente de empuje. Frente a ellos, se encontraba un ejército disciplinado, organizado, feroz y resistente, que cumplía las órdenes con una coherencia que les hacía muy superiores a la improvisación de sus oponentes. Los nacionales tuvieron que luchar contra un enemigo desorganizado y carente siempre de recursos, pero en Madrid, a diferencia de las ofensivas anteriores, encontraron una resistencia tenaz de un pueblo motivado bajo el lema ¡No pasarán!, motivación que se irá difuminando en los sucesivos años. El traslado de los ministerios republicanos a Valencia tuvo su contrapartida en Madrid con la creación de un organismo político de nuevo cuño, la Junta de Defensa, presidida por el general Miaja y formada por representantes de todas las organizaciones políticas y sindicales del arco republicano. Sustituyendo la labor del gobierno y del Ayuntamiento, la Junta quedó encargada de los aspectos básicos de la defensa de la ciudad y de la reorganización de la vida ciudadana en todos sus órdenes, desde el abastecimiento al control de la represión de los elementos “quintacolumnistas” y afines a los sublevados, hasta aquel momento incontrolada en el entramado de las “checas”, represión que había dado episodios de especial virulencia. La batalla de Madrid fue, entre otras cosas, escenario de la lucha entre el fascismo y la libertad, o por lo menos así se concibió internacionalmente. En uno y otro bando se sumaron efectivos materiales y humanos procedentes de otros países. En lo técnico, el bando nacional vio aparecer los carros italianos Fiat L-3/35, así como los alemanes “Krupp Panzerkamfwagen”, modelos todos de entre 1933 y 1935; por su parte, en el bando republicano aparecieron los T-26 soviéticos. Sin embargo, el empleo que se dio a estas máquinas fue deficiente, y no resultaron a la postre decisivas en los combates. En el aire el bando nacional se hizo el dueño absoluto a finales de octubre, destacando en esta faceta los cazas italianos Fiat CR 32 y los alemanes Heinkel 46, Heinkel 51 y Junker 52 (adaptados como bombarderos), ante los cuales los anticuados Nieuport 52, o los escasos Dewoitine 501 y Fury republicanos no tenían nada que hacer. Con todo, la balanza se equilibró a principios de noviembre con la aparición en el bando republicano de los primeros Polikarpov I-15, y los Polikarpov I-16, que aprovecharon sus mejores condiciones de vuelo alto para atacar a sus oponentes en picado. En lo referente a efectivos humanos, el bando nacionalista recibió el apoyo de la “Legión Cóndor” alemana y la CTV italiana, poco importantes en cuanto a efectivos, no así en cuanto a su capacidad técnica, aplicable a la guerra moderna, en un conflicto, nuestra guerra civil, que se caracterizó por sus primitivos planteamientos en lo militar. Por su parte, el bando republicano sí recibió importantes dotaciones de hombres de todas partes del mundo encuadrados en las “Brigadas Internacionales”, las cuales pasarían un previo periodo de instrucción en tierras de Albacete. Estas vinieron a suplir grandes deficiencias operativas dentro del bando republicano, pero tuvieron


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO también grandes problemas logísticos. En la batalla de Madrid participaron varias de estas unidades, aunque destacó con brillo propio la 12 Brigada Internacional. A principios de noviembre de 1936 las tropas de Varela lucharon en los Carabancheles y ocuparon el Cerro de los Ángeles, penetrando posteriormente en la Casa de Campo, donde fueron detenidos, centrándose las operaciones en el eje Casa de Campo-Ciudad Universitaria-Moncloa. Mientras, Miaja fue nombrado jefe de la Junta de Defensa de Madrid, Vicente Rojo jefe de Estado Mayor y Pozas jefe del ejército del Centro. El día 9 de noviembre llegó a Madrid la 11 Brigada Internacional, y posteriormente también llegó una columna de anarquistas mandada por Durruti. La lucha se intensificó. Tras una fallida contraofensiva republicana, las fuerzas de Varela cruzaron el Manzanares el día 15 y entraron en la Ciudad universitaria, ocupando en lo sucesivo la Casa de Velázquez, el Hospital Clínico y la Residencia de Estudiantes, así como el palacete de la Moncloa. Se luchó por cada palmo de terreno, llegando a la situación de que en algunos edificios se encontraban luchando fuerzas de ambos bandos. El frente se paralizó y Franco renunció a tomar directamente Madrid el 23 de noviembre. Los mandos rebeldes decidieron, tras el fracaso del ataque frontal sobre la capital, asfixiar a Madrid mediante ataques por los flancos, tomando los principales nudos de comunicación y posibilitando así su aislamiento y posterior ataque decisivo. La primera de estas ofensivas se realizó al noroeste de la capital, siendo el epicentro de la operación la carretera de La Coruña y los nudos adyacentes, con lo cual se pretendía aislar la capital de las fuerzas gubernamentales que resistían en la sierra madrileña. El primero de estos ataques se realizó sobre los puntos de Boadilla-Húmera-Aravaca, paralizándose la ofensiva a lo largo de diciembre y reiniciándose en enero de 1937. El 4 de enero Asensio ocupó Majadahonda y alcanzó la carretera de La Coruña. Posteriormente cayeron El Plantío y las Rozas, mientras los republicanos retomaron Aravaca y Villanueva del Pardillo, con lo cual evitaron que los rebeldes pudieran cortar las comunicaciones con la sierra. En febrero de 1937 las tropas nacionales iniciaron una tercera tentativa de ataque sobre Madrid sobre su eje sur, esta vez la zona elegida fue el Jarama y el objetivo a conseguir la toma de la carretera e Valencia. Los nacionales ocuparon Vaciamadrid y bombardearon la carretera de Valencia y también, esta vez por el aire, Alcalá de Henares. El ataque fue, otra vez, un fracaso, y el 23 de febrero terminó esta batalla. La última tentativa rebelde de envolver Madrid se realizó en Guadalajara. El 8 de marzo fuerzas italo-españolas iniciaron una ofensiva que se caracterizó por el papel destacado del CTV italiano, la resistencia encarnizada y los factores climatológicos adversos, que dificultaron la marcha de las tropas rebeldes. El día 10 las tropas de Rotta ocuparon Brihuega, obligando a una dificultosa retirada republicana de la zona. Sin embargo, las tropas republicanas se recuperaron y el día 19 avanzaron hasta el kilómetro 95 de la carretera de Aragón, derrotando a los rebeldes y estableciéndo el frente ante Hontanares y Cogollor. A partir de este momento Franco renunció definitivamente a tomar Madrid directamente. En abril de 1937 la Junta de Defensa fue disuelta, hecho favorecido por el alejamiento de Madrid como el escenario principal de la guerra y con la estabilización del frente en el centro del país. El Ayuntamiento volvió a tomar las funciones básicas de la vida ciudadana, al mismo tiempo que el gobierno volvía a tomar el papel que le correspondía en la defensa militar. Paulatinamente, según transcurrió el conflicto, el espíritu ciudadano de la época de la batalla de Madrid dio paso a una desmoralización progresiva conforme las noticias de otros frentes anunciaban las sucesivas derrotas del ejército republicano. A ello ayudó, sin duda, el continuo desabastecimiento de la ciudad y a la ineficacia de las instituciones, que fracasaron en los diversos frentes de la política municipal. Madrid también fue el escenario final de la guerra. Se produjo lo que se ha denominado “la guerra civil dentro de la guerra civil”, iniciada el 5 de marzo de 1939 con la definitiva fractura del bloque republicano. El enfrentamiento armado entre casadistas, es decir, republicanos, cenetistas y la fracción mayoritaria del Partido Socialista contra los comunistas aceleró la terminación de la guerra civil. A partir de ahí todo se precipitó. La hipótesis, muy improbable a esas alturas, de una paz negociada se hizo imposible. También lo fue la posibilidad de una rendición por etapas que asegurase la salida del país a los militantes más comprometidos políticamente. La pasividad de la población, creciente en esos momentos, es lo más llamativo de la fase última del conflicto en la ciudad, que contempló con perplejidad y desgana este último enfrentamiento. El 28 de marzo de 1939 las tropas de Franco entraban en la ciudad, mientras que miles de madrileños huían hacia los puertos de Levante para buscar afanosamente la salida del país. La guerra civil no fue sólo un conflicto bélico, sino que también fue un enfrentamiento ideológico. Esta lucha ideológica se reflejó en la cultura y en la obra cultural de cada zona. En España había dos poderes, apoyados en

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID dos sociedades, cada una con un modelos cultural opuesto al otro. Como Madrid estuvo en manos de los republicanos hasta el fin de la guerra, vamos a hablar del modelo republicano, aunque dentro del modelo republicano cabían una pluralidad de modelos. El modelo republicano hundía sus raíces más profundas en los principios de Rousseau, la Ilustración y la Revolución Francesa. La legitimación del poder se basaba en la voluntad general que encarna la soberanía popular. Según este modelo el hombre se salvaba por sí solo, por el saber y la razón. Es un modelo culturalista que tenía como valor supremo y como clave para cambiar la sociedad la educación y la cultura de los hombres. La guerra civil supuso el final, la quiebra de la Edad de Plata de la cultura española, que fue uno de los momentos de mayor esplendor de la historia intelectual y artística de España. La guerra y el asedio de Madrid provocaron el debilitamiento de Madrid como foco irradiador de la cultura republicana, y provocaron la marcha de la flor y la nata de los intelectuales republicanos a Valencia, nueva capital republicana, en noviembre de 1936. Como símbolo de la destrucción de la cultura madrileña hay que destacar la destrucción de la ciudad universitaria, uno de los principales frentes de la guerra en noviembre de 1936. Con el comienzo de la guerra, Madrid se convierte en el símbolo internacional de la lucha antifascista. El régimen republicano fue visto como una esperanza democrática frente a los gobiernos totalitarios y fascistas. Así, al iniciarse la guerra civil, sintieron que comenzaba en España una hora decisiva para el mundo. Quien quizás expresó mejor este sentimiento colectivo fue el poeta inglés W. H. Auden al escribir: “En esa árida tierra, / en esa meseta perforada por ríos, / nuestros pensamientos se encarna en cuerpos...”. Y repetía a modo de estribillo: “Y Madrid es el corazón”. Este sentimiento también fue muy bien expresado por Manuel Altolaguirre cuando escribió en un romance: “Madrid, capital de Europa, / eje de la lucha obrera, / tantos ojos hoy te miran, / que debes estar de fiesta”. Con las brigadas internacionales llegaron a Madrid escritores, reporteros y periodistas de todo el mundo. Así, destacaron las imágenes del fotógrafo Robert Cappa o del cineasta Karmen, y las crónicas periodísticas de Hemingway. La guerra supuso en Madrid la sustitución de los republicanos por las organizaciones obreras, que dominaron la vida madrileña hasta finales de 1937, y adquirieron importancia las “casas del pueblo” y los “ateneos libertarios” como centros de difusión de la cultura obrera. Los intelectuales republicanos en el contexto de la guerra civil insistieron en su compromiso político, mediante la pluma o la acción directa. Entre los escritores y poetas republicanos comprometidos en el campo republicano destacaron nombres como Antonio Machado, José Bergamín, León Felipe, Miguel Hernández, María Zambrano, Rosa Chacel o Rafael Alberti. Gran parte de este compromiso se expresó a través de la prensa. Los intelectuales republicanos pensaban que después de ganar la guerra nada volvería a ser como antes y que comenzaba una nueva era, caracterizada por el protagonismo del pueblo. Dentro del compromiso mediante la acción directa merecen ser destacados Rafael Alberti y su mujer María Teresa León, que ayudaron a salvar los cuadros del Museo del Prado y a evacuar a los intelectuales de Madrid, trasladándolos a Valencia. En 1935 se había celebrado en París el I Congreso de Escritores y en sus sesiones se constituyó la Asociación Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, como máximo organismo de la literatura progresista y revolucionaria europea. A finales de julio de 1936 se formalizó la Alianza de Intelectuales Antifascistas, como sección española de la Asociación. Las actividades de la Alianza fueron bastante intensas, y su publicación más importante fue “El Mono Azul”. Sin embargo, la aportación más importante de la Alianza fue la convocatoria y desarrollo del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que se celebró en Valencia, Madrid y Barcelona del 4 al 11 de julio de 1937. El Congreso puso de relieve el impacto de la guerra sobre los intelectuales del mundo entero. En la zona republicana el Sindicato de Espectáculos de la C.N.T. se incautó desde agosto de 1936 de todas las salas de teatro y cine, creando el Sindicato de la Industria del Espectáculo. Cuando comienza el año 1937 están abiertos en el Madrid asediado 17 teatros y 41 salas de cine. Todas están controladas por la C.N.T. o la U.G.T. y, en ocasiones, por otras entidades. En cuanto al teatro, en el Teatro Español, la compañía teatral Nueva Escena de la Alianza de Intelectuales representó Bodas de Sangre, de Lorca; Electra, de Galdós; Juan José, de Dicenta; La malquerida, de Benavente, entre otras. También hay que destacar la adaptación que hizo Alberti de la Numancia de Cervantes, que fue estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid en diciembre de 1937, y la representación de Fuenteovejuna en el Teatro Calderón en 1938. El teatro ambulante tuvo gran importancia con las muchas compañías de teatro que recorrieron pueblos, frentes,


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO cuarteles y hospitales, representando obras de propaganda, pero también entremeses y clásicos. Aquí destacan las Guerrillas del Teatro, dirigidas por María Teresa León, que empezaron su actividad en los frentes del Centro. El cine como espectáculo estuvo sometido al cuasi monop lio norteamericano, destacando a actores como Gary Cooper, Clark Gable, Joan Crawford o Ginger Rogers y películas como La isla del Tesoro. El filme Morena Clara, que se había estrenado en 1936 en el Rialto de Madrid, siguió proyectándose en ambas zonas, hasta ser prohibida en la republicana en marzo de 1937, por la manifiesta adhesión a Franco de su director, Florián Rey, y de la empresa Cifesa. Dentro del cine hubo un período de gran protagonismo del cine soviético, entre octubre de 1936 y la primavera de 1937. Esta etapa comienza con el estreno en el Capitol de Madrid de Los marinos de Cronstadt, el 18 de octubre de 1936. Es un filme de exaltación de valores bélicos y revolucionarios, que cuadraba perfectamente con el estado de ánimo de Madrid y sus defensores, que pasa de la depresión a la exaltación entre la última semana de octubre y la primera de noviembre de 1936. En cuanto a la producción propia, en la España republicana se realizan dos películas de importancia. Una, estrictamente documental, es Tierra de España, del holandés Joris Ivens, terminada en 1937; y el otro es Sierra de Teruel, dirigida por André Malraux con quien trabajó un equipo español en el que estaba Max Aub, quién escribió el guión. El esfuerzo gubernamental por salvaguardar la cultura fue muy importante, y así, se produjo el traslado a Valencia de los cuadros del Museo del Prado, y se llevó a cabo la protección de obras artísticas madrileñas ante la posibilidad del pillaje o el vandalismo. Además, coincidiendo con los peores días del asedio de Madrid, el Quinto Regimiento logró la evacuación a Valencia de un selecto grupo de intelectuales. La preocupación por la educación había sido un rasgo destacado de la II República, y durante la guerra se continuó la labor comenzada en 1931. El Estado consideró la educación como un servicio público al que debía tener acceso toda la población, tanto niños como adultos. En enero de 1937 se crearon la Milicias de la Cultura, que tenían una triple función: erradicación del analfabetismo, la ampliación cultural y la educación social y política. En noviembre de 1936 se crearon los Institutos obreros, para formar a los jóvenes no movilizados que debían ocupar los puestos de trabajo de los que iban a luchar. También tuvieron importancia las Escuelas de adultos. Si la guerra civil supuso una evidente ruptura en la Historia de España, también significó una ruptura en la prensa madrileña. Tras el 18 de julio de 1936 la prensa madrileña inició una nueva etapa, en la que la censura se convirtió en algo normal en una guerra que exigía la militancia de la prensa. Durante la guerra se publicaron en Madrid varios tipos de periódicos: los grandes diarios vinculados a la empresa privada, periódicos y revistas de los partidos republicanos de izquierda y la nueva prensa surgida con la guerra. Las publicaciones periódicas en la España republicana se caracterizaron por su gran diversidad. Diversidad que respondía a la heterogeneidad del mismo Gobierno, y de los partidos y organizaciones que respaldaban al Gobierno de la República. Con el estallido de la guerra se produjo la incautación de periódicos de derechas, conservadores y monárquicos. Y otros pasaron a organizaciones sindicales y partidos de izquierda como “ABC”, “El Siglo Futuro”, “La Epoca”, “Ya”, “El Debate”, “Ahora”, etcétera. Junto a éstos seguían publicándose los diarios republicanos de izquierda vinculados a grupos empresariales, como “Heraldo de Madrid”, “Diario de la Noche”, “El Sol”, “Diario de la Mañana del Partido Comunista”, “La Voz”, “El Liberal”, “La Libertad”, y otros muchos. Había otras publicaciones que eran los portavoces de sindicatos y partidos de izquierda: “Política”, “Semanario Republicano de Izquierdas”, órgano del partido de Izquierda Republicana liderado por Manuel Azaña; “Mundo Obrero”, órgano del Partido Comunista; “El Socialista”, del PSOE; “CNT”, entre otros.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID Entre las publicaciones de la nueva prensa de guerra (que se encargó de la información sobre los frentes y de la formación política de los soldados y civiles, y al tiempo estimuló la moral y la conciencia de victoria) destacaron: “Milicia Popular”, diario del Quinto Regimiento de Milicias Populares, en el que escribieron entre otros Luis de Tapia, Ramón J. Sénder, José Bergamín, Rafael Alberti, José Herrera Peteré, Miguel Hernández y Antonio Machado; “Octubre”, Boletín de los batallones Octubre y Largo Caballero; “Joven Guardia”, Boletín del Regimiento Pasionaria de Madrid, etc. Otras publicaciones eran de las Brigadas Internacionales: “A l’Assuat”, “Noi Passaremo!”, etc. Entre las revistas culturales hay que mencionar dos: “El Mono Azul” y “Hora de España”. La primera nació en agosto de 1936. Era la Hoja Semanal de la “Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de Cultura”. La formaban Rafael Alberti, José Bergamín, Rafael Dieste, Ramón J. Sénder, Ramón Gaya, Mª Teresa Zambrano y muchos más de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. A través de ella los escritores y artistas se identificaban con la causa del pueblo. La segunda revista, “Hora de España”, fue publicada en Valencia por los intelectuales que abandonaron Madrid en noviembre de 1936, para huir a Valencia, la nueva capital republicana. Apareció en enero de 1937 y se publicó hasta noviembre de 1938. Sus ensayos fueron escritos por Antonio Machado, León Felipe, Dámaso Alonso, María Zambrano, José Bergamín, Díez-Canedo, J. Xirau y otros. Los poemas fueron realizados por Miguel Hernández, Luis Cernuda, Emilio Prados, Serrano Plaja, Gil-Albert, Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti, etc. Durante la guerra la prensa fue, junto a la radio, un importante instrumento de propaganda. La prensa madrileña durante la guerra fue una prensa solidaria. Los periódicos comparten, en el momento de la sublevación, un mismo lenguaje improvisado y urgente, que va de la incredulidad y la sorpresa a la rabia. La sublevación contra la legitimidad republicana fue condenada con dureza en los diarios madrileños. El número de Claridad del 18 de julio titulaba un movimiento insensato y vergonzoso. Los periódicos de partidos y sindicatos, la prensa republicana de izquierdas y la vinculada a grupos empresariales utilizaban las mismas palabras: solidaridad, lealtad, disciplina frente a la reacción y al fascismo. La prensa llamaba a la normalización de la vida ciudadana y a la responsabilidad. En ocasiones la pretensión de normalidad aparecía forzada en la prensa, como ABC, que a finales de julio hablaba de un Madrid que había recobrado su aspecto: Tranvías y bares atestados, y las terrazas de los cafés céntricos sin una mesa desocupada. Los periódicos recuerdan las grandes epopeyas del pasado. Para ellos la guerra que vive España es más triste, más amarga que la de 1808, y hablan de España como de un escenario de un duelo trágico entre la reacción mundial y el sentimiento de libertad que alienta todos los avances progresivos del pueblo. La censura se convierte durante la guerra en un grave problema para la prensa, provocando enfrentamientos entre los periódicos y el Gobierno. A esto se le sumaba la escasez de mano de obra y de materias primas. Así, a la altura de 1938, muchos periódicos habían dejado de publicar de forma temporal o definitiva. Entre los corresponsales extranjeros, favorables a la causa republicana estaban Ilya Ehrenburg, M. Kolostov, H. L. Mattews, A. Koestler, E. Hemingway, J. Whittaker, L. de la Pree, Orwell… En la guerra civil tuvo, como ya mencionamos antes, gran importancia la radio como medio de propaganda. En Madrid partidos y sindicatos crearon gran número de emisoras. Así, en febrero de 1937 la Junta de Defensa de Madrid sólo controlaba Unión Radio, Radio España, Radio Telégrafos y la Transradio, a pesar de que había una docena de emisoras de partidos y organizaciones. En la España republicana tuvieron gran importancia los romances, y hay que destacar el romancero de guerra que fue apareciendo en El Mono Azul. Poco a poco se publicaron colecciones como el Romancero de la guerra civil (1936) y el Romancero general de la guerra de España (1936). Entre sus autores figuran poetas de renombre: Alberti, Altolaguirre, Aleixandre, Bergamín, Dieste, Gaya, Miguel Hernández, Moreno Villa, Pla y Beltrán, etc. El romancero de mayor importancia fue el militar. Entre estos últimos hay algunos importantes relacionados con la defensa de Madrid: Defensa de Madrid, Defensa de Cataluña, de Rafael Alberti; ¡Alerta los madrileños!, de Manuel Altolaguirre; y Lidia de Mola en Madrid, de Antonio Aparicio. Muchos tipos de males acarreó la Guerra civil y todos ellos son, naturalmente males sociales. Hoy se impone la idea de que los costos de la guerra no estriban sólo en las pérdidas reales, sino en las ganancias que, por culpa de ella, dejaron de producirse. Por costos sociales hemos de entender, pues, las perturbaciones en la estructura, en el tejido social, los bloqueos de ciertos desarrollos, los recursos desviados de sus fines convencionalmente naturales, incluso la destrucción de bienes de consumo inmediato que trae consigo una guerra. Unos costos son cargados sobre la posibilidad misma de la vida de los individuos, otros sobre las condiciones de ella en el plano individual, otros afectan a los servicios, a los organismos sociales a los recursos colectivos.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Uno de los problemas, si no el principal, entre los graves que asolaron Madrid en guerra, fue sin duda el abastecimiento de la población, de cuya solución dependió en muchos momentos y de forma crítica el éxito de la defensa. Fue por tanto uno de los grandes asuntos que tuvieron que afrontar los gobernantes, y mucho más grave en el caso republicano. La suerte inmediata del levantamiento militar y la geografía inicial del enfrentamiento que de ello resultó, condicionaron las pautas por las que discurrió el abastecimiento de alimentos. En este sentido, la zona republicana, se colocó rápidamente en desventaja, siendo deficitario de productos básicos, y esto se dejó sentir. En el caso del Madrid republicano, resultará perceptible desde mediados de 1937, en sintonía con los reveses militares, unos síntomas de descomposición que se hacen cada vez más visibles en meses posteriores, una de las razones serán debidas al deterioro de las condiciones materiales de vida, en la cual influyen un cúmulo de variables que van diseñando este contexto de decaimiento. Será lógico ver como esta preocupación ocupará un lugar común en la prensa de la época, acumulando una información que siempre insiste en el binomio formado por las carencias y la desorganización, configurándose un sinfín de desaciertos que acabó por zarpar la moral de la retaguardia. En noviembre de 1937 el presidente Negrín reconocía la gravedad de la situación, aludiendo a la falta de previsión que se había tenido en este problema. Hasta final de la guerra la prensa y las autoridades municipales continuaron expresándose en la misma longitud de onda, claro exponente del fracaso de la política de abastecimiento. En realidad se mezclaba por un lado la insuficiencia de la oferta y por otro el desbarajuste administrativo no resuelto en los sucesivos marcos legales establecidos por el Ayuntamiento y el Gobierno. En torno a estos años de enfrentamiento, la ciudad de Madrid era un inmenso estómago próximo al millón de habitantes, incapaz de abastecerse de su hinterland más o menos próximo. La sublevación militar desarticuló el mercado nacional, rompiendo la estructura geográfica del abastecimiento madrileño, viéndose privado del trigo de Castilla la Vieja, del pescado del Atlántico, del carbón asturiano y de los productos cárnicos castellanos y de Extremadura. Ante tal panorama se hizo necesario abrir nuevas vías de abastecimiento en condiciones técnicas, políticas y financieras demasiado complicadas, además, la población de la capital se incrementó en unos cien mil habitantes, en parte compensada por las evacuaciones de la población civil hacia las regiones mediterráneas. A esta modificación en el sistema productivo, se unía la alteración del sistema de transportes, ahora subordinado a la lógica de la guerra, y las transformaciones revolucionarias en la estructura de la propiedad y en la gestión empresarial que dificultan la búsqueda de alternativas de aprovisionamiento en la España gubernamental. Hasta el mes de septiembre de 1936 la ciudad no tomó conciencia de su delicada situación, momento en el que las reservas de víveres de anteguerra empezaron a escasear. La propia fragmentación de los poderes de la república y la desorganización de las instituciones influyeron negativamente en el tema de los abastos. El sistema generalizado de suministro en los momentos iniciales fue la utilización de vales, repartidos por partidos y sindicatos, y canjeados en tiendas y comercios por artículos de primera necesidad. Ante la evidente escasez, las críticas se centrarán en el tremendo despilfarro inicial, el caos organizativo y el acaparamiento. Las tensiones entre las organizaciones de abastecimiento de diferente signo político reflejaron la confrontación

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID a nivel político entre los diversos integrantes del bando republicano. Así, su funcionamiento excluyente desembocó en una tendencia generalizada al acaparamiento, añadiendo nuevas dosis de desequilibrios al mercado. Pero por encima del conglomerado político-privado aparecen las organizaciones estatales provinciales y municipales. En Madrid, el Ayuntamiento no llegó a abordar seriamente, hasta que no se llevó a cabo la fundación de la Comisión Provincial de Abastecimientos para Madrid y su Provincia, por iniciativa del estado y dependiente de la Comisión Nacional de Abastos, cuya misión fue la de ordenar el disperso entramado abastecedor, estableciendo una política unitaria, sin embargo, estos proyectos no se pudieron llevar a cabo, teniendo que asumir esta responsabilidad la Junta de Defensa, abordando una mayor preocupación por el tema. Pero ni la Junta, ni tampoco organismos posteriores como La misión de Abastos, centralizada por el Consejo Municipal, van a abordar el problema eficazmente. Por fin, a la altura de 1938, cuando el problema ya era irreversible, el gobierno republicano estableció un plan global de intervención y regulación del mercado que unificara la política de abastos. Por medio de la Junta Reguladora de Abastecimientos y a través de la Intendencia General de abastecimientos, la cual, siguiendo la lógica de las cartillas de racionamiento obligatorias desde marzo de 1937, distribuiría las subsistencias. Pero la teoría no llegó a cuajar en la práctica. En torno a estos años, la desesperación era latente, para solucionar el tema de abastos, las autoridades republicanas intentaron la evacuación de la población madrileña no necesaria para fines militares y políticos, sin embargo, la proximidad del frente de batalla en torno a levante, invirtió la corriente durante el segundo semestre de 1938, agravando aún mas la penuria alimenticia. La villa de Madrid también contó con el apoyo de las entidades de beneficencia, sin embargo, las campañas de ayuda no parece que tuvieran el eco deseado y muchas críticas coetáneas se enfocaron en esta dirección. En relación directa con la escasez, la elevación de salarios y la baja productividad, propició que se desencadenara en Madrid, como en el resto de la España republicana una subida general del nivel de precios iniciada por los productos alimenticios. El control de los precios y la represión del fraude se convirtió en otra de las grandes preocupaciones de los gobernantes republicanos, fijándose unas tasas oficiales de los precios. Sin embargo, el almacenamiento y ocultamiento de víveres con fines especulativos y el consiguiente fraude de precios desembocaron en el contexto de la extremada escasez en un abusivo mercado negro donde los precios de artículos de consumo adquirieron cifras desorbitadas. Mucha culpa de esto la tuvieron las mismas fuentes de abastecimiento y su distribución, donde se producían fugas de artículos y una amplia gama de fraudes. Las autoridades fueron incapaces de frenar la situación. Por otra parte, la distribución oficial de alimentos, provocó la existencia de otros canales de aprovisionamiento, como cooperativas y economatos, comedores populares promovidos por sindicatos, o el recurso al inevitable mercado negro; pero a nivel individual, se despertó ante situaciones tan críticas la agudeza de ingenio y la picaresca incluyendo el falseamiento de cartillas de abastecimiento, la duplicidad de las misas o la utilización de correspondientes a fallecidos y evacuados. Las largas y casi permanentes colas a la puerta de los establecimientos de las grandes ciudades fueron una imagen cotidiana y un recuerdo imborrable para los protagonistas de la época. Hemos visto el bando Republicano, sin embargo, el abastecimiento constituyó un problema serio para los dos bandos, de su éxito dependía el sometimiento de la retaguardia. Esto será básico para entender todas las medidas, disposiciones y mecanismos nacidos en la zona nacional. Destacaron las Juntas de abastos y posteriormente las Juntas provinciales de precios encargadas de vigilar, y de asegurar el cumplimiento de las disposiciones tendentes a evitar la subida de precios entre otras cuestiones. Sin embargo la aparición de estas juntas no estuvieron exentas de problemas, destacando por un lado la aparente confusión en las competencias de ambas juntas, y por otro, la necesidad de establecer la normalidad en la venta y exportación de alimentos a la Intendencia militar y civil. En 1938 estas juntas fueron absorbidas por el Servicio Nacional de Abastecimiento y Transporte para intentar suministrar los alimentos ante tal situación de miseria.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO TEXTO SOBRE LA GUERRA DE MADRID

Cuando, en la última semana de octubre de 1936, Geoffrey Cox, corresponsal de News Chronicle, viajaba hacia España, sólo encontró una persona -el también periodista Jay Allen- que no creyera en la inminencia de la caída de Madrid. La prensa británica, añade Cox, opinaba unánimemente que, “failing a miracle”, la toma de la ciudad por las tropas de Franco era ineluctable. Tal opinión distaba mucho de reflejar sólo el caso británico. Al contrario, era prácticamente compartida en todo el mundo. Durante más de tres meses de conflicto, la República no había obtenido un solo triunfo en campo abierto sobre las fuerzas militares sublevadas. El único gran éxito fue la detención en las sierras del sistema Central de las columnas enviadas por Mola contra Madrid. Después, la fulminante acción de las tropas traídas de África por Franco parecía ser capaz de resolver en breve plazo el enfrentamiento militar de modo favorable a los alzados. A partir de septiembre, los esfuerzos del Gobierno de Francisco Larg Caballero por fortalecer el Estado republicano, dotándole de instrumentos eficaces de defensa, no habían mostrado, de momento, un resultado contrastable. Las columnas del Sur se habían plantado en estos días en los mismos arrabales de Madrid. En tales condiciones, la solitaria opinión de Jay Allen -buen conocedor, sin embrago, de los problemas españoles- no podía tenerse por mucho más que una excentricidad. Lo más notable del caso era que en muchos ámbitos del campo republicano no se opinaba de otra forma, aunque tal juicio no se trasluciera públicamente. En el seno mismo del Gobierno era mayoritaria la postura favorable a la salida de Madrid de los organismos gubernamentales. Postura que sin embargo, no significaba, mayoritariamente también, una predisposición a la huida que dejara indefensa la capital, en contra de lo afirmado por tanto fantasioso comentarista de uno y otro bando. En el campo rebelde, naturalmente, previsiones optimistas se expresaban y amplificaban en un particular clima de euforia. En los últimos días de octubre, la entrada en Madrid se consideraba indudable. A su espera se aplazaban decisiones políticas importantes, se designaban nuevas autoridades para la capital, se preparaban festejos y bandas de música, se establecían ocho consejos de guerra y se enviaban desde Navarra hasta Leganés los altares portátiles en los que celebrar las primeras misas conmemorativas en la ciudad liberada. José María Pemán quedaba encargado de dar la noticia al mundo. Pero algunos medios de comunicación se adelantaron a darla por su cuenta. De la ocupación de Madrid, los insurrectos esperaban la obtención del estatuto de beligerantes y su reconocimiento de las potencias amigas -Italia y Alemania- como Gobierno legítimo de España (lo que les fue concedido aún sin obtener sus propósitos). En algún sector se identificaba la toma de Madrid con la conclusión de la guerra. Ahora bien, en noviembre de 1936 se desarrolló a las puertas de Madrid un episodio bélico inesperado que asombró, literalmente, al mundo. Desmintiendo las expectativas, la ciudad, símbolo en este caso de la República, resistió militarmente los intentos de asalto, acabó frustrándolos y elevando a mito la primera resistencia europea frente al fascismo, y, a la postre, su primera derrota. Así lo dejaron escrito poetas y hagiógrafos de la libertad y la democracia, de Cornford a Hemingway y de Alberti a Prieto. Semejante simbología quedó empañada no poco por la gratuita atribución de la gesta de Madrid a los voluntarios interbrigadistas, cuando no a los amigos soviéticos; a ello contribuyeron en gran medida los frustrados asaltantes con todo el vigor de sus plumas y sus lenguas. El revés militar de la insurrección antirrepublicana en el Madrid de noviembre cambió el curso de la contienda para convertirla en una verdadera guerra civil, en una guerra larga. Diecisiete días de porfiada batalla trajeron consecuencias sólo comparables con las que acarreó la ayuda internacional inmediata en los comienzos de la sublevación. Allí se forjó un nuevo ejército, se comprometieron a fondo los apoyos internacionales, se contrastaron los aciertos y errores de todo género de concepciones sobre la naturaleza del conflicto español. Es cierto que la lucha por Madrid continuó aún librándose durante tres meses más, pero fue la resistencia de noviembre la que hizo cambiar las cosas. ¿Cómo y por qué se explica esta resistencia? La pregunta tuvo, y tiene, respuesta múltiple. La defensa de Madrid es analizable y valorable desde muy diversas perspectivas. Ninguna de ellas puede olvidar

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID en justifica que allí se produjo un acontecimiento memorable. Lucha por la capital. La lucha por la capital de España empezó en sentido estricto, el 7 de noviembre de 1936. Pero la eventualidad y aún la inevitabilidad del hecho estaban presentes desde mucho antes. Ya a comienzos de septiembre, coincidiendo con el cambio político introducido en la República al formarse el Gobierno de Largo Caballero, el día 4, iba tomando cuerpo la necesidad de una política de defensa de Madrid. El plan de la insurrección fijaba, obviamente, la consecución de sus objetivos en un control rápido de la capital. La situación empezaba a requerir decisiones urgentes desde, que por aquellas mismas fechas, el núcleo insurrecto más dinámico y -el del Ejército de Áfricallegaba a las riveras del Tajo. Por tanto, la cuestión Madrid era una dimensión de la guerra muy anterior al hecho de la batalla por su posesión. Pero el proceso evidenció cómo la política de concentración frentepopulista, diseñada por Largo Caballero fue incapaz de afrontar este problema con la necesaria cohesión. Si bien las declaraciones oficiales nunca dejaron dudas sobre la voluntad gubernamental de defender Madrid, la verdad es que no sólo no eran unánimes los criterios militares a que aquélla habría de ajustarse, si no que no lo eran tampoco los referentes a la conveniencia de mantenerla a ultranza. Existe el testimonio del entonces secretario general de la C.N.T., Horacio Martínez Prieto, según el cual, Largo Caballero había propuesto por primera vez abandonar Madrid a la altura del “17 o 18 de septiembre”, en el curso de una reunión en la que adujo que Madrid no tenía ningún interés estratégico o económico, y que no era “más que un estómago”. De otra parte, son conocidas las inquietudes de dirigentes republicanos a lo largo de octubre sobre la conveniencia de que el Gobierno permaneciera en Madrid ante el avance rebelde. Expresaban serias dudas sobre ello, además del presidente Azaña, el propio Largo Caballero, Prieto y varios ministros más. En todo caso, es falsa la suposición de que mantener la necesidad de que el Gobierno abandonara Madrid equivalía a desistir de defender la capital. Ni los más pesimistas de los ministros, como era el caso de Prieto, ligaron nunca las dos cosas. Se trataba más bien del efecto del abandono sobre la defensa. El problema estribaba, en definitiva, en la prioridad que a cada una de estas cosas hubiera de concederse, la política con la que debían realizarse ambas y la influencia de la una sobre la otra. De hecho, las alternativas presentes para defender Madrid en octubre de 1936 se reducían a dos: intentar detener al enemigo a distancia, combatiéndole en el valle del Tajo mediante maniobras envolventes -ya que la capital misma, se decía, “es indefendible” militarmente-, o bien aplicar a la defensa del núcleo urbano todos los recursos mediante una batalla de posiciones y fortificaciones, no exponiéndose en la lucha en campo abierto, a la vista, sobre todo, de sus resultados recientes. La verdad es, sin embargo, que nadie defendía una u otra posición sin matices, dado que las dos dependían de los medios de que en cada momento se dispusiese. Largo Caballero, evidentemente, se inclinaba por la primera, bajo la influencia del general José Asensio Torrado, mientras los comunistas propugnaban con fuerza la defensa mediante fortificaciones, que era, a su vez, la opinión sobre los recién llegados asesores soviéticos. Pero con ellos se alineaban igualmente los anarcosindicalistas. El conflicto entre las dos alternativas no había hecho sino comenzar. A finales de septiembre aparecía en la Prensa, en un manifiesto suscrito por el Frente Popular, lo que habría de convertirse en el principal eslogan de la defensa: “Madrid debe ser y será la tumba del fascismo”. Pero seguía habiendo diferencias de opinión acerca de dónde cavar la tumba. Lo decía claramente El Socialista: si hemos de cavarla, que sea “lo más lejos posible”. Mientras republicanos y socialistas insistían desde sus medios de prensa en la necesidad de alejar la guerra de Madrid, comunistas y anarquistas se aplicaban ya en los suyos a clamar por la fortificación, por la movilización de recursos humanos y materiales para la defensa de la ciudad por la preparación psicológica de la población y por la creación de nuevas unidades militares. En el terreno estrictamente militar, los dos bandos adoptaron importantes medidas en octubre. La primera decisión del general Mola para ocupar Madrid, estaba fechada el día 7, una vez que los núcleos territoriales rebeldes del norte y el sur de la Península quedaron enlazados. Largo Caballero, por su parte, había decretado la militarización de las milicias en la zona centro a finales de septiembre, y en octubre asumía el mando directo del Ejército, estableció el comisariado de guerra y adoptaba medidas para la creación de nuevas unidades sobre el patrón de la brigada mixta. El 22 de octubre, una serie de decretos reorganizaba los altos mandos del Ejército republicano, que quedarían ya en la disposición que presentaban al comenzar la batalla por Madrid. Sebastián Pozas pasaba a ser jefe del Ejército de Operaciones del Centro; José Miaja -un general de escaso relieve-, jefe de la Primera División Orgánica,


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO es decir, de Madrid. José Asensio pasaba a la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra. Existió un plan de defensa de Madrid, mediante líneas concéntricas fortificadas, que tuvo una menos que mediocre realización. En octubre, Largo Caballero expuso la necesidad de construir fortificaciones más eficaces que las diseñadas por el general Masquelet, y en sus escritos ha señalado la existencia de “tres zonas de defensa, con sus atrincheramientos y nidos de ametralladoras”. Siendo ello cierto, no lo es menos que como dijera Zugazagoitia, “las fortificaciones de la ciudad eran modestísimas zanjas”. Los comunistas, por su parte, en sus posteriores y duros ataques a Largo Caballero, cuyo mejor ejemplo son los realizados por Jesús Hernández, le acusaron de carecer de planes concretos para la defensa de Madrid. La acusación no estaba justificada, Largo Caballero, sin duda, tenía unos precisos planes de guerra, pero estos no contemplaban este tipo de defensa fortificada y a ultranza de la capital; es más, tampoco consideraban como irreparable su pérdida. Así lo manifestaría a la Prensa, el 15 de noviembre, en pleno fragor de la batalla, con grandísima indignación de Miaja y de toda la Junta de Defensa de Madrid. A primeros de noviembre, como veremos, Largo Caballero necesitaba para la realización de sus proyectos militares que Madrid resistiera. Ahora bien, no estaba seguro de conseguirlo, y cuando los moros asomaban sus chilabas por Carabanchel -diría Zugazagoitía-, Caballero impuso la salida del Gobierno de Madrid. El 6 de noviembre. En la mañana del 6 de noviembre de 1936, el Consejo de Ministros, tomó la polémica decisión de salir de Madrid para instalar su sede en Valencia, al tiempo que la defensa militar de la capital se encomendaba al general Miaja, que estaría auxiliado “en tan trascendental cometido” por la Junta de Defensa. Dos días antes, el 4, habían culminado las negociaciones para que los anarcosindicalistas se integraran en el Gobierno con cuatro ministros. En la memoria popular ha quedado la imagen de un Madrid que se defendió y resistió pese a, o en contra de, la decisión de sus propios gobernantes. Ninguna imagen más injusta. La necesidad de que el Gobierno se retirara de la línea de frente era una idea compartida el 6 de noviembre por los líderes de todas las fuerzas populares, incluyendo a los anarcosindicalistas, que acabaron aceptándola por boca de sus representantes. Lo que realmente hirió la sensibilidad popular fue que el Gobierno no supiera hacer de la necesidad virtud. O, lo que es lo mismo, la forma sigilosa y subrepticia con que la decisión fue ejecutada. No hubo advertencia, declaraciones ni justificaciones ante nadie sobre la decisión. Sin embargo, no se trataba de una improvisación. Largo Caballero ha hecho un juicio retrospectivo sobre el caso: “si, como decían los ministros de la CNT, el pueblo impediría la salida del Gobierno, lo natural era adoptar las medidas procedentes para que lo ignorase y desde Valencia dar una explicación (...). Si alguien impedía la marcha del Gobierno, el escándalo habría sido enorme, y sus consecuencias, irreparables”. Puestas así las cosas, la decisión era sabia, pero Largo Caballero tampoco dio explicación alguna desde Valencia, y los equívocos continuaron. Nadie dudó nunca de que los efectos de salida del Gobierno sobre a defensa de Madrid no sólo no fueron negativos, sino que con toda seguridad fueron beneficiosos. Tal era la opinión de los locos que se quedaban a defender Madrid, uno de los cuales Julián Zugazagoitía, director de El Socialista, la expondría con su limpia y tersa prosa en el mejor testimonio personal que nos ha quedado sobre la guerra. Ése era también el sentir de Vicente Rojo, verdadero artífice de la defensa. Pero lo que en ciertos sectores populares se opinaba no tiene expresión más gráfica que aquello que llegó a publicar el periódico anarquista Frente Libertario: “¡Hurra Madrid sin Gobierno!”. Lo que mantenían hombres como Prieto, Miaja, los ministros comunistas y otros dirigentes políticos era que el Gobierno debió haber salido antes, “con publicidad”, decía Prieto, “(...) preparando psicológicamente al pueblo”. Pero él mismo era de los que, junto a otros muchos, no creía que Madrid pudiera defenderse. En cualquier caso, Madrid no quedó sin su Gobierno, y ese no fue otro que la Junta de Defensa de Madrid (JDM). La JDM fue el máximo organismo gubernativo de toda la zona hasta su disolución, en abril de 1937. El mejor elogio de su obra lo hizo un hombre ajeno a ella: Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la Defensa, quien día tras día durante el mes de noviembre, informó puntualmente ante ella de la marcha de las operaciones militares. Las actas de las reuniones de la JDM publicadas hoy en su totalidad, constituyen una pieza insustituible para el conocimiento de esta historia. La JDM quedó compuesta de consejeros, muy jóvenes en su mayoría -Carrillo, Cazorla, Nuño, Mije, Carreño, entre otros-, que representaban a partidos y sindicatos y que eran presididos por Miaja. La organización de la retaguardia, en una palabra, comprendía las tareas que la JDM cumplió. En ella se dio una simbiosis entre mando militar y poder civil que funcionó a la perfección. Nunca la JDM intervino como tal en decisiones militares, pero cumplió funciones políticas insustituibles en el apoyo al esfuerzo de guerra. Por esto la JDM tuvo serios enfren-

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID tamientos con Largo Caballero en el mes de noviembre, a causa de las estrategias distintas que pretendían aplicar Largo Caballero y sus consejeros, de una lado, y Miaja y Rojo de otro. En este sentido, la intervención de los asesores soviéticos tuvo mucha menos importancia de lo que comúnmente viene diciéndose, según se deduce de los propios testimonios, inéditos aún, del jefe del Gobierno. Los consejeros civiles de la JDM siempre estuvieron de parte de Miaja y Rojo, pero acabaron desempeñando un papel mediador. La defensa de Madrid no se explica bien, pues, sin tener en cuenta la existencia de la JDM y su labor -no perfecta ni acabada, desde luego- en materias que iban de los abastecimientos al orden público y desde las industrias de guerra hasta la propaganda o la evacuación de la población civil. Por ello, pudo decirse correctamente, que la salida del Gobierno de la República en modo alguno perturbó el esfuerzo de la guerra. Y no es preciso ocultar que esa apariencia sinuosa que la salida tenía preocupaba a hombres como Indalecio Prieto, que, ante la propuesta de los ministros anarquistas de permanecer ellos solos en Madrid, opuso, tajante, el argumento de que “no cabe que unos ministros pasen por héroes, y otros, por cobardes” Largo Caballero imponía la salida de Madrid no como huida ante el enemigo, sino porque estaba convencido de que su defensa sólo era posible con una estrategia militar que contemplara el escenario de la guerra en la zona centro en su conjunto. Para ello necesitaba,y pidió, que Madrid resistiese “al menos tres días “, según Miaja, o “siete”, según dice Rojo. El tiempo que precisaba para tener a punto el nuevo dispositivo militar que perfilaba con su estado mayor. La dinámica de la batalla de Madrid hizo que no pudiera poner plenamente en práctica sus planes, y, en todo caso, la forma en que planteó políticamente su proyecto dañó de modo irreparable su prestigio de líder obrero y hombre de Estado. Y siempre se resentiría de ello. Combates encarnizados. El pueblo de Madrid no conoció la marcha del Gobierno a Valencia sino bien entrado el día 7 de noviembre. La prensa no reflejó el hecho en sus páginas hasta el día siguiente, el domingo 8. Para entonces, el general Enrique Varela había lanzado ya sus fuerzas al asalto. Varela disponía de un total de ocho columnas, más otra de caballerías y una más en formación. Se trataba de fuerzas que venían combatiendo desde el comienzo del avance hacia el Norte a partir de Sevilla, y en ellas figuraba lo más selecto del Ejército de África: tabores de fuerzas regulares indígenas, tabores de la Mehala y banderas del Tercio Extranjero. Había en las fuerzas de Varela muy pocas unidades de milicias, y ninguna, al principio, en las columnas principales. Incluyendo los servicios y las fuerzas especiales, Rojo calculó que Varela se presentaba al frente de unos 30.000 hombres, que seguramente eran algunos menos por el desgaste sufrido por las unidades. En el otro lado, la situación militar inicial era todo menos clara. Faltan los estadillos de fuerzas de los primeros días de noviembre, pero, por otros indicadores, los hombres de que disponía Miaja y Rojo podían evaluarse entre 19.000 y 20.000. El acta de la primera reunión de la JDM da una imagen bastante vívida de lo confuso en aquellos momentos del panorama de la defensa. La confusión es, justamente, la característica que mejor definía la situación al tomar el mando de las fuerzas que pusieron a su disposición, “cuya cuantía no era posible conocer, ni tampoco su situación, [pues] únicamente se tenían referencias de que la columna Barceló se encontraba en Pozuelo; la de Galán, en Húmera; la de Escobar, en la carretera de Extremadura; la de Mena, en la carretera de Carabanchel; la de Bueno, en la Marañosa, y la de Líster, en la carretera de Andalucía”. El mando de Madrid disponía así de fuerzas que le habían sido asignadas por Pozas, componentes anteriormente del Teatro de Operaciones del Centro, muy bajas de moral y desorganizadas y sobre las que no siempre se tenía el mando directo, aunque estuvieran en su demarcación. El curso del combate iría absorbiendo continuamente nuevas unidades. El componente miliciano de estas fuerzas sí era, por el contrario, alto: unidades creadas por partidos y sindicatos, con escasa instrucción, heterogéneamente armadas. La historia de las milicias de Madrid está por hacer, y se encuentra, seguramente, tan lejos de mito del Madrid miliciano como de la absoluta ineficacia de estos hombres frente a los soldados regulares. Cuando ya se habían dado los primeros combates durante el día 7 de noviembre, “en las primeras horas de la noche” cuenta Rojo que llegó a sus manos, recogida de un oficial de carros enemigo muerto en combate, la de operaciones que Varela había emitido el día anterior. Ésta diseñaba detenidamente la “misión para el día D”, definida como “ocupar una base de partida para el ataque y asalto a Madrid. Ocupar y sostener una línea que proteja nuestro flanco izquierdo”. Rojo califica el hecho -ocultado durante mucho tiempo por la historiografía del nuevo régimen- de “suceso crítico” cuya importancia es difícil exagerar. El modelo de ataque que Varela planteaba le parecía a Rojo una maniobra clásica, de academia, y admiró su idea, le achacaba la fragilidad que podía tener si uno de los pasos salía mal. En definitiva, Rojo, determinó que tres columnas enemigas, componentes de un ala izquierda, tenían la misión


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO principal en el ataque, al de establecer la “base de partida”. Otras dos actuarían para atracción, fijación y diversión del enemigo sobre el curso del Manzanares, entre los puentes de Segovia y de la Princesa, pero con la orden de no atravesarlo en ningún caso. El ataque frontal sería en la Casa de Campo, para cruzar el Manzanares entre los puentes de los Franceses y de San Fernando y penetrar en la Ciudad Universitaria y el parque del Oeste hasta la base citada. Dos columnas se mantendrían cubriendo flancos y retaguardia, mientras quedarían dos más en reserva a disposición del mando, sin misiones concretas, así como la de caballería. A esta estrategia respondería Rojo, en la madrugada del 7 al 8, con un plan eficaz. Sus columnas situadas en el centro del dispositivo de defensa y en la Casa de Campo resistirían a toda costa, pero por ambos flancos del enemigo se contraatacaría, perturbando su movimiento principal y operando en forma de tenaza sobre la cuña en que aquél se presentaba. Rojo pensaba aprovechar dos circunstancias: la sorpresa del atacante, que ignoraba que los defensores conocían sus intenciones, y la debilidad del flanco izquierdo enemigo, vulnerable a un ataque en dirección norte-sur, al encomendársele una trayectoria oblicua. Rojo explicaría que él no confiaba en unas tropas como las suyas, heterogéneas, bajas de moral y sin buenos mandos subalternos. No podía reducirse a ofrecer una mera línea de resistencia a un ataque frontal: “Si el enemigo arrollaba a cualquiera de las unidades recién constituidas (...) hubiéramos carecido de los medios y del tiempo para cerrar la brecha”. Por ellos se dispuso a “utilizar la reacción moral que se estaba produciendo entre los combatientes” para exigirles resistencia férrea, pero también “para lanzar ataques cuando fueran posibles”. Lo cierto es que el plan a que se ajustó toda la batalla en el mes de noviembre estaba ya contenido en dos órdenes de operaciones: la de Varela, del 6, y la de Miaja-Rojo, del 8. Con las correcciones, refuerzos y directrices momentáneas precisas, Varela se obstinó en llevar adelante su plan sin modificaciones sustanciales. Lo mismo hizo Rojo, con la particularidad de que aquí intervinieron algunos factores exógenos de importancia. La superposición de dos mandos -uno antiguo y orgánico, el del Ejército del Centro, y otro de circunstancias, el de la Defensa de Madrid- se complicaba aún más, como veremos, con la existencia de planes estratégicos distintos de ambos mandos, cuya disponibilidad de fuerzas dio lugar a grandes roces. Madrid se defendía mientras en Valencia se preparaba otro plan de campaña diferente. Fueron 17 días, entre el 7 y el 23 de noviembre de 1936, de feroces combates, que consumieron hombres y material implacablemente, y en cuyo transcurso se disputó sin piedad cada metro de terreno; que reunieron en Madrid unidades republicanas traídas de los más diversos frentes, de todas las ideologías políticas y de todas las calidades; que vieron caer la estrella de algunos grandes héroes, como Durruti, y ascender la de otros, como Rojo. Días en los cuales los voluntarios internacionales dieron una primera y abundante sangre por la defensa de la República. Diecisiete días que convirtieron a milicianos indisciplinados, desinstruidos y más retóricos que combatientes en verdaderos soldados encuadrados en auténticas unidades militares, potenciando, como diría Rojo, la misma base moral por la que combatían. En manera alguna todo fue heroico. Hubo desbandadas, chaqueteos, indisciplinas y huidas ante el enemigo, como la que tuvo Miaja en la Moncloa, pistola en mano, el 17 de noviembre. Los militares profesionales leales a la República dieron la medida de lo que podía aportar un empleo correcto de ellos. Enfrente había un ejército de muy distintas características. Altamente profesionalizado, el mejor entrenado y con mejores mandos subalternos. Ligeramente superior en armas en tierra y con buena cobertura aérea, que inició los bombardeos en núcleos urbanos, pero que se encontró también frente a una aviación de combate. Aquí había una auténtica máquina de guerra, con una dirección táctica adecuada. En primera línea hubo escasas fuerzas milicianas -voluntarios de Canarias y de Sevilla, especialmente-, e incluso muy escasas tropas de la recluta regular. El grueso eran moros y legionarios, es decir, profesionales, pero no la mitológica caballería mora. Unas tropas, en resumen selectas y con alta moral. ¿Por qué se les resistió Madrid?. Es falso que fuera el combate en el medio urbano la clave del fracaso. En Madrid no hubo un verdadero combate en las calles; no se llegó a ello en el sector del asalto real, aunque sí en los Carabancheles y barrios circundantes. La razón, es otra, aunque no reivindicamos el haberla descubierto. Franco se proponía un objetivo desmesurado con escasos medios. Treinta mil hombres no podían conquistar una ciudad de mas de un millón y dispuesta a defenderse. Seguramente Franco lo sabía, como han señalado diversos autores de su campo. ¿Por qué lo intentó así, pues? En principio, porque de las tres alternativas posibles entre las que la República habría de optar ante el ataque -rendición, defensa periférica, defensa a ultranza-, que el propio Franco enumera en sus instrucciones del 30 de octubre, no creía realmente que se eligiera la última. Después, porque comprometer más tropas significaba

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID jugarse la suerte de la guerra a una carta, la de encontrarse en una situación de fracaso irreversible, y Franco jamás fue jugador a una carta. Y, en fin, porque el objetivo Madrid tenía una esencial importancia política y era preciso intentarlo, aun sin poner toda la carne en el asador. Y, en efecto, lo intentó durante más de cuatro meses. Franco no conquistó Madrid porque no dispuso de los medios suficientes frente a un ejército que pasó a merecer el nombre de tal. Había una situación nueva: los milicianos y soldados no combatían en calles y casas, pero las tenían a la espalda inmediata como punto de apoyo. No hacían guerra de maniobra, sino de resistencia, que era lo suyo, y disponían, por vez primera de un plan claro y un mando supremo eficaz. Y por si faltaba algo, se sentían apoyados por la presencia internacional en hombres y material, y tenían conciencia de que en Madrid se defendía un símbolo además de una ciudad. La sorpresa del mando rebelde, cuando las tropas habían hecho un extraordinario esfuerzo de valor y de capacidad técnica, fue tanto una sorpresa técnico-militar como psicológica. Tenían enfrente otro enemigo. Franco suspendió su táctica de ataque frontal el 23 de noviembre, precisamente en el punto en que la lucha tendrían que haberse resuelto en las calles. Una batalla distinta. Resulta imposible en escasas líneas describir con minuciosidad los hechos y las fases de un combate de 17 días donde apenas hubo descanso. Sobre la batalla de Madrid se han vertidos excesivos “desahogos literarios”. Pueden éstos considerarse casi definitivamente superados por estudios realizados con mejor método y muy superiores en documentación. Del conjunto de ellos podría extraerse una conclusión general: en los puentes del Manzanares, la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria, comenzó otro tipo de guerra, nació otro combatiente y se demostró que el conflicto español no podía ser resuelto en breve plazo. Algunos episodios han resultado especialmente opacos a su clarificación histórica convincente. Uno es el de la intervención de las Brigadas Internacionales; otro, el problema Durruti; uno más el de la cuantía exacta de las fuerzas combatientes. Pero sobre todos ellos se alza el que parece más importante: el de la interpretación correcta del papel del pueblo en la defensa, el del componente regular o miliciano que prevalecía entre las fuerzas defensoras, el del comportamiento de la población civil y el efecto sobre ella de una intensa propaganda política. En una palabra: el de cómo y quién defendió Madrid. Evidentemente, ni la propaganda ni la poesía tienen la respuesta. El día 7 de noviembre, se combatió intensamente en un frente de longitud aproximada de algo más de 20 kilómetros. Las líneas defensoras resistieron por vez primera. Desde Pozuelo-Húmera, las fuerzas de Barceló y de José María Galán iniciaron un tímido movimiento sobre el flanco izquierdo de los atacantes, con el empleo de carros que sorprendió y detuvo el avance de las columnas principales. Cuando Rojo conoció la orden de operaciones enemigas se convenció de que el grueso del ataque tendría lugar el día 8, y no por el curso del Manzanares al sur de Madrid, sino por el suroeste en la Casa de Campo. Este conocimiento favoreció la defensa y contribuyó la seguridad de Varela, que, no dudando del éxito, había expedido el día 6 no una, sino dos ordenes de operaciones. La primera, destinada a alcanzar la base de partida, y la segunda, en la certeza de que la anterior se cumpliría, disponiendo la ocupación de calles y barrios de Madrid. Esta última nunca pudo ponerse en ejecución. Rojo a la vista del hallazgo cambió algo la disposición de sus fuerzas y se propuso resistir en la Casa de Campo e intensificar los ataques de flanco. Barceló y Galán atacarían hacia Campamento, y desde Húmera hacia el sur. La Brigada Internacional se trasladaba desde la zona Vicálvaro-Vallecas al flanco contrario, y se la situaba al norte de la Casa de Campo, en el límite con la Universitaria. Clairac se situó en el sur de la Casa de Campo, mientras en el interior de ésta se desplegaban las columnas de Enciso (el Batallón Presidencial) y de Fernández Cavada. Escobar, Mena, Rovira y Prada estaban también al otro lado del río, la rivera derecha, y a ellos se encomendaban los puentes. Líster y Bueno harían la operación sobre el flanco derecho. El domingo 8 fue el primer gran encuentro, y resultó decisivo para la defensa. El atacante no pudo llegar al Manzanares, se enredó en Carabanchel y barrios circundantes, pero pudo neutralizar el ataque sobre sus flancos. Los defensores pedían angustiosamente refuerzos, les llegó la IV Brigada Mixta y fueron autorizados a emplear la Internacional. Pero ¿qué fue de esta última unidad? ¿Por qué Rojo insiste en sus escritos en que los voluntarios extranjeros no intervinieron en el combate hasta el día 13 de noviembre? La cosa tiene difícil explicación -a salvo la honorabilidad de Rojo- porque los internacionales figuraban en las primeras ordenes de operaciones y existen muchos testimonios de que intervinieron prontamente en la batalla. ¿Cree Rojo tal vez que su actuación antes de los grandes combates de la Universitaria fue simplemente marginal?. En realidad, las discrepancias, aunque de menor entidad, sobre el momento en que los internacionales entraron en combate se dan entre los mismos protagonistas aun en sus testimonios orales de hoy. De cualquier forma, el asunto parece dilucidado en su aspecto central. Los internacionales constituían de hecho la XI Brigada Mixta, que el


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO día 7 se encontraba en Vallecas-Vicalvaro. En consecuencia hubieron de atravesar Madrid, y de ellos han quedado pintorescos testimonios sobre su atuendo, armamento y marcialidad. El pueblo gritaba a su paso: “¡llegan los rusos!” y “¡Viva Rusia!”, lo que aprueba tanto su entusiasmo por la ayuda como su escasa información ... Esa travesía se hizo en la tarde del 7 o antes del mediodía del 8, y todas y algunas de las compañías interbrigadistas, bajo el mando del general Emil Kleber, tuvieron su bautismo de fuego avanzado ese día 8 o en las primeras horas de la madrugada del 9. La prensa matutina madrileña del lunes día 9 reflejaba el hecho. Y no sólo el diario Ahora, sino otros como La Libertad o CNT, siendo este último el que mayor espacio dedicó en aquellos días al hecho. Ahora bien, todos ellos sitúan la primera intervención de la columna internacional en torno a Pozuelo. Los internacionales tuvieron su bautismo de fuego en el flanco derecho, en la zona donde luchaban las fuerzas de Barceló y José María Galán, y no donde la épica los sitúa, es decir, en el Puente de los Franceses y la Ciudad Universitaria. En los días 9 y 10 el panorama no cambia en sus disposiciones, pero sí en su dramatismo. El atacante insiste en la Casa de Campo, y el combate absorbe continuamente hombres. Progresa Varela lentamente en la Casa de Campo y en Carabanchel, en un derroche de energía, pero los defensores ceden poco y reciben refuerzos. De la sierra vienen dos columnas, más el batallón comunista de Etelvino Vega. Viene también la columna catalana Llibertad -de hombres del PSUC- y un batallón de la CNT (que algunos autores confundirán con los hombres de Durruti). Rojo consigue pequeños refuerzos “a base de las milicias que se recuperaban en Madrid”. Barceló, Galán y Kleber son los mandos que más se distinguen entre la zona Pozuelo-Húmera. Tras cuatro días de intensa lucha, el combate decae algo, sencillamente por el agotamiento. Pero también interviene un factor externo en el lado de los defensores. El día 13 iba a intentarse la gran operación de contraofensiva diseñada por el Estado Mayor de Largo Caballero, para la que se habían preparado nuevas unidades, muchas de las cuales habían sido absorbidas ya por la defensa. Dicho plan fue dado a conocer a Miaja el día 9. Además de que reorganizaba el encuadramiento y disposición de las fuerzas, preveía una ataque lateral al sur de Madrid, desde las bases en la cuenca del Jarama, hacia el Oeste, para la alcanzar la cuenca del Tajo, en un gran movimiento envolvente. Este movimiento pretendía separar a las fuerzas de conjunto de Mola-Varela de sus bases sobre la línea del Tajo y del Sur. El plan preveía también que Madrid acentuase su actividad, lanzando un empuje de flanco y otro de frente. Evidentemente, el plan no era grato a Miaja y Rojo. Tenían que empeñar las mejores fuerzas de que disponían -tres brigadas mixtas y parte de otras, más la XII Brigada Internacional- en una operación que ellos creían que debilitaba la defensa. Consiguieron que la JDM se sumara a su criterio, y entonces el día 10 se produjo el primer conflicto serio con el general Pozas, jefe del Ejército de Operaciones del Centro. Ello obligó a que el ministro de Estado, Álvarez del Vayo, se trasladase a Madrid el día 11, y en una reunión conjunta con la JDM, a la que también asistió Pozas, se suavizaron las tensiones. La ofensiva se realizó, pero era tan ambiciosa como de improbable éxito. Fue la primera gran decepción para la defensa. Rojo reconocería que “nuestro miliciano sabe resistir, pero no maniobrar”. El frente de Madrid no sólo no avanzó, sino que se perdió algún terreno. En los dos días 11 y 12, los atacantes habían logrado algunos éxitos de importancia. El día 13 incorporando la columna de Barrón a la Casa de Campo, habían progresado hasta ocupar el importante cerro de Garabitas, posición dominante, y desde allí habían conseguido acercarse al Manzanares en un estrecho frente de 400 metros, entre el puente de los Franceses y el de San Fernando. Desde ahora el puente de los Franceses iba a adquirir su legendario protagonismo, dado que era el punto clave para el paso del río según el plan de Varela. Por lo demás, el mismo día 13 tuvo lugar la primera verdadera batalla aérea sobre Madrid. También influyó que la entrada en fuego de la XII Brigada Internacional en cerro Rojo (cerro de los Ángeles), como parte de la ofensiva planeada, se hizo en tales condiciones que resultó un descalabro. Sobre esas condiciones, su jefe, Lukacz, comentó al comisario Gustav Regler: “En Rusia esto sería sabotaje, aquí sólo parece que sea imbecilidad”. El día 13 de noviembre fue, en definitiva, un día negro; pero no tanto como el 15. Jamás inscripción alguna en honor de unas armas vencedoras -”Armis hic victricibus mens iugiter victura...”- fue en verdad más dudosa que la que el nuevo régimen puso en el arco de la Ciudad Universitaria madrileña, acabada la contienda. Esas armas victoriosas no alcanzaron su victoria allí. Sin embargo, la batalla de la Ciudad Universitaria atrae sobre sí toda la épica de lo que aquel noviembre de 1936 se discutía en Madrid. El día 14, Rojo preparaba una ofensiva, limitada ahora a su propio ámbito militar. Obedecería el proyecto a “la ambición de explotar el parón que creíamos haber impuesto en el ataque” y pretendía presionar sobre el foso del Manzanares, teniendo como objetivo Garabitas, precisamente allí donde el enemigo se había acercado más al río. El ataque se desencadenó el día 15 y su resultado fue francamente adverso para los republicanos. “Nuestro frente

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID fue totalmente roto, precisamente donde era mayor nuestra densidad de ocupación, es decir, en el sector que se había elegido como base de partida para el ataque”, dice Rojo. Así empezó la batalla de la Ciudad Universitaria, cuyo resultado final fue que las fuerzas de Varela consiguieron penetrar en ella, ocupar el sector más cercano a la ciudad propiamente dicha, excluido el parque del Oeste, y llegar al hospital Clínico, remontada ya la vaguada del Manzanares, donde la penetración quedó definitivamente detenida. El determinante esencial de lo sucedido el día 15 fue el hecho de que ambos contendientes habían planeado para el mismo día y en el mismo sitio un ataque frontal poderoso, en menos de 1.000 metros en línea. El choque fue tremendo y se hundió el frente de las fuerzas que mostraron menos empuje, preparación y voluntad de vencer. El paso del Manzanares por las fuerzas de Varela fue un hecho sumamente brillante en el que demostraron gran valor y donde operaron con un adecuado escalonamiento de fuerzas en profundidad; fue un efecto de ariete. La brecha quedó abierta unos metros aguas arriba del puente de los Franceses. El ataque se basó sobre las columnas de Asensio, Delgado y Barrón, notablemente reforzadas, y el sitio por donde penetraron era el defendido por las fuerzas catalanas de la columna Llibertad y de Durruti, ostentado éste el mando del sector, pues era el sitio de más peligro, donde él mismo pidió combatir. El atacante operaria sobre el eje de progresión Escuela de ArquitecturaCasa de Velázquez-hospital Clínico, pero luego preveía también un desbordamiento hacia su derecha para atravesar el parque del Oeste en busca de aquella base de partida originalmente pretendida. En todo caso el objetivo de Varela se había limitado bastante y, por tanto, era mucho más realizable y estaba mejor montado. Tres días cruciales. Precedidas de fuerte preparación artillera y aérea, en la mañana de aquel día las columnas atacantes intentaron varias veces ocupar el puente, que durante toda la batalla había defendido tenaz y heroicamente el comandante Romero y que no cedió, hasta que al fin se decidió su voladura. Por allí no pudieron pasar y se intentó entonces vadear el río. Los hombres de Asensio trataron de hacerlo repetidamente con carros (él había dicho antes que “con carros o sin ellos” lo haría), algunos de los cuales se quedaron atascados en el lecho. Fue en las primeras horas de la tarde cuando, en un avance generalizado, el III Tabor de Regulares de Tetuán alcanzó la orilla contraria, arrollando a los hombres mandados por Durruti y llegando el impulso a ocupar la Escuela de Arquitectura. Allí se atrincheraron, y durante la noche pasó el resto de la columna de Asensio. El desastre de que fueron protagonistas los combatientes de Durruti tiene escaso paliativo. Nadie se lo encontró entonces, si bien es verdad que Durruti, llegado a Madrid el día 14, mostró deseo de dejar descansar y reorganizar a sus hombres. Resulta por lo demás, pueril que, inveteradamente memorialistas ácratas oculten con evidente desparpajo un hecho conocido. En las memorias de Cipriano Mera, el día 15 sencillamente no existe. Lo mismo pasa con autores anarquistas, considerados comúnmente como historiadores y cuyas obras están bastante difundidas. Abel Paz, por ejemplo, rescribe la historia de la batalla de la Universitaria, retrasando todos los acontecimientos en un día. Durruti no habría intervenido el día 15, sino el 16. Por desgracia para tan piadosos manipuladores, existen ordenes de operaciones, testimonios de combatientes y actas de la JDM. En éstas, entre los días 14 y 16, puede verse lo que opinaban Miaja, Rojo y otras personas del problema Durruti. Pero se equivocaría quien pensase que con esta crítica suscribimos versiones tan absolutamente inaceptables como la del entonces comunista Jesús Hernández o del supuesto testigo Robert Colodny, por ejemplo. La figura de Durruti, revolucionario nato, recio y sincero, queda enteramente fuera del ridículo de la jornada, porque no fue obedecido. Nadie puede despojar a los hechos históricos del honor de ser verdaderos. La batalla de la Universitaria tuvo tres días cruciales: el 15, 16 y 17. Explotando el éxito, la columna de Asensio fue seguida por las de Delgado y Barrón en su avance. El 16, Miaja y Rojo planearon un gran contraataque. Durruti atacaría frontalmente desde el Asilo de María Cristina hacia el río con su columna y la Llibertad, mientras que a ambos lados del boquete abierto presionarían los interbrigadistas de Kleber, aguas arriba, las fuerzas del coronel Alzugaray con la IV Brigada Mixta y un nuevo batallón del V Regimiento. Romero seguía impertérrito en el antiguo puente de los Franceses. Tampoco esta vez hubo éxito. Las fuerzas de Asensio alargaron su penetración ocupando la Casa de Velázquez y, atravesando la carretera central hacia Puerta de Hierro, la Escuela de Ingenieros Agrónomos. Centenares de hombres de uno y otro bando -sobre todo los internacionales de la XI Brigada, hasta quedar casi deshecha- murieron disputando la Casa de Velázquez y pugnando por abrir más o cerrar la brecha en el río. El 17, las tres columnas de Varela, a las que ahora manda conjuntamente el coronel García Escámez, ganan una nueva acción al llegar hasta el edificio del hospital Clínico. Fue el día más trágico. Miaja y Rojo van a las líneas de combate y detienen la huida. Los bombarderos aéreos y artilleros de Madrid arrecian extraordinariamente. Los atacantes están a punto


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO de conseguir su objetivo. Miaja retira del frente a Durruti. En ese día algunos moros llegan al paseo de Rosales y son abatidos. El 18 continúa el duro combate. Las brigadas XI y XII, muy quebrantadas, son refundidas y puestas al mando de Kleber, jefe ahora de todo el sector oeste de la Universitaria. Romero pasaba al mando de la IV Brigada Mixta, pues su jefe, Arellano, había muerto el día anterior. Las ordenes de combate eran las mismas, y de nuevo las tropas de Varela resistieron tenazmente en sus posiciones. Aún sin conseguir ampliar la brecha de entrada, sus columnas estaban sólidamente instaladas en una línea que, por Arquitectura- Velázquez-Agrónomos, se desviaba luego hacia el Este por la Fundación del Amo-Instituto de Higiene-Asilo de Santa Cristina (estos tres últimos en el borde de la actual Avenida de Séneca) para trepar hasta el hospital Clínico. Pero no lograban ampliar esta base hacia el Oeste, hacia el palacete de la Moncloa y las facultades de Medicina y Filosofía. El 19 de noviembre, Durruti volvía al combate y se le encargaba de la lucha en el hospital Clínico. Allí encontró en extrañas circunstancias, pero en la línea de combate, una muerte que tal vez buscaba. En el hospital se combatía piso por piso y pasillo por pasillo y se seguiría combatiendo cuatro días más. Desde Filosofía y Medicina se emprendía un nuevo ataque de los republicanos, como resultado del cual se combatiría desesperadamente en el palacete de la Moncloa y de nuevo en la Casa de Velázquez. Kleber miente en sus partes diciendo que esos dos edificios están en su poder. Sus hombres, al margen de las mentiras de su jefe, siguen combatiendo, pero no logran su objetivo. El día 20, las tropas de Varela ocupan el palacete de la Moncloa. Entre los días 20 y 22 el combate no cambia de características. En este último día, Rojo expone ante la JDM que todavía espera algún gran ataque. Y, en efecto, el 22 Barrón enfila el parque del Oeste, pero sin gran ímpetu, y su movimiento es detenido. Los esfuerzos finales de Rojo por aislar la cuña de la Ciudad Universitaria, estrangulando su base tampoco dan resultado. Ambos contendientes están prácticamente agotados. Franco, Mola, Varela y otros generales, reunidos en Leganés el 23 de noviembre, deciden abandonar el intento de ataque frontal. La historia del asalto de Madrid terminaba, pues, donde parecía que debía haber comenzado. Jefes y tropas del Ejército defensor ignoraban esa decisión. Se percataron de ella cuando, pasados unos días a la estrategia del asalto sustituyó la del envolvimiento. En el Madrid asediado se produjeron fenómenos sociales que prefiguran en muchos sentidos lo que después sería conocido como la guerra total. Ningún resquicio quedaba a la población civil para mantenerse al margen de la batalla. No cabe duda de que la población vivió como nunca la guerra, sin parangón con ningún otro episodio de los producidos durante los tres años de contienda. Como sabemos, en el ambiente de los sublevados se creía firmemente -durante octubre y gran parte de noviembre de 1936- que la población madrileña se derrumbaría ante una lucha que le afectara de manera directa; que no resistiría la lucha en sus calles. Los sublevados sabían, además, que contaban con adhesiones importantes en esa población. Por ello, Mola, o quien fuese, pudo airear tan inoportunamente la especie de que contaban con una quinta columna, la que operaba en el interior de la ciudad. Como quiera que estas previsiones resultaron fallidas, los testimonios de uno y otro bando aparecen en este caso más enfrentados que nunca. Más o menos, nos encontramos con la imagen de una gesta frente a la de un genocidio. La movilización popular ante la guerra fue un hecho innegable. Bien es verdad que lo fue con carácter diverso. Unas gentes hicieron la guerra, otras la sufrieron en mayor o menor grado. Parte de ellas intentó ignorarla y otra fue obligada a tenerla en cuenta. Existen, como pueden suponerse, muchas versiones del Madrid del asedio: desde la de los quintacolumnistas hasta la de los más ardientes antifascistas. Ninguna de ellas carece enteramente de validez, aunque casi todas disten de ser un monumento a la veracidad. Al sobrevenir el ataque directo, en Madrid triunfó la idea de la defensa a ultranza y la legalidad republicana en su interior nunca peligró de forma seria. Pero era, naturalmente, imposible que en un millón de personas hubiera unanimidad en la lealtad a unos u otros. ¿Cuál es pues, el exacto sentido de la gesta del pueblo de Madrid? El primer tema que se suscita es el de la participación de la población madrileña en las unidades militares mismas que defendieron la capital. Y hoy parece que la cosa está clara: la defensa de Madrid no puede ser atribuida, sin más, a las milicias populares. Sin embargo, pretender que todo fue hecho por unidades regulares, traídas de otros frentes, que el entusiasmo de los madrileños por acudir a las trincheras fue escaso o nulo, es negar, igualmente, la evidencia. Es verdad que no faltan todavía estudios completos sobre las milicias madrileñas. Ahora bien, estas milicias fueron a Guadarrama, Somosierra, a Gredos, a Talavera... Estuvieron también el Illescas. ¿Qué muchos de estos hombres no eran de Madrid? : en efecto; pero se alistaban en Madrid, por ser de Madrid. El V Regimiento lo prueba bien. La Prensa madrileña, en los días de octubre y noviembre, hablaba abundantemente de los reclutamientos.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID Vicente Rojo cita, en escritos aún inéditos, “su tercer encuentro con las milicias”, que tuvo lugar en Madrid. Evidentemente, los madrileños acudieron a las milicias. Tal vez no todo lo que el mando y los grupos políticos deseaban. Pero es que, además, en el frente de Madrid las milicias se convirtieron en ejército, lo que añade una nueva perspectiva al fenómeno. Nunca como en la defensa de Madrid se puso en marcha en la guerra española un aparato propagandístico y movilizador de la población tan intenso, reiterativo y eficaz. La Prensa, la radio, el mitin, el folleto, la octavilla, el cartel, la fotografía, el cine, todo fue puesto al servicio de la mentalización popular para la defensa. La campaña comenzó mucho antes del 7 de noviembre, y en ella destacó el aparato propagandístico del partido comunista. Los anarquistas, con menos medios técnicos pero mayor virulencia verbal, no les iban a la zaga. El 7 de noviembre se proyectaba el filme Los marinos de Kronstadt en los cines de Madrid. Un gran mitin conmemoraba el aniversario de la revolución soviética, la palabra “¡Fortificaciones!” martilleaba los oídos y se presentaba continuamente ante los ojos de los lectores madrileños. Improvisadas compañías de teatro representaban en los barrios una obra llamada ¡Cuatro batallones de choque!, cuyo texto se editó como folleto. Los líderes políticos hablaban continuamente por la radio. Los periódicos publicaban repetidos mensajes de apoyo de las más variadas procedencias. La Prensa anarquista organizó abundantes espectáculos verbales poniendo en solfa a los huidos “a las playas de Levante”... Pueblo y guerra. Todo era válido para mantener la tensión popular a favor de la defensa a todo trance. Era válida una censura férrea de las noticias de guerra, la apelación a resortes psicológicos defensivos ente la vileza del atacante -los moros y la violación de mujeres y niños-, las promesas reiteradas de ayudas externas, el ejemplo de los internacionales, la coalición política y, en ocasiones, la física. Todo ese gran aparato funcionó con una eficacia antológica. Pero lo más sorprendente es que hechos objetivamente adversos tuvieron parejo efecto. Hasta los mismos rebeldes, sus apoyos extranjeros y sus adeptos en Madrid reconocerían que bombardear la capital fue un error. El hecho no sólo no disminuyó la moral, sino que la aumentó. La marcha del Gobierno fue beneficiosa. La jactancia y amenazas de los asaltantes fueron explotadas a favor de la defensa. En resumen, el comportamiento de la población en Madrid hay que explicarlo en buena parte porque todo un aparato político, sindical y militar entró en perfecto funcionamiento el día que empezó la lucha en serio. Aquello no fue, evidentemente, el comportamiento espontáneo del Dos de Mayo... O si lo fue, quedó ahogado en la avalancha de una movilización dirigida. Paradójicamente fue, sin duda, la vida cotidiana madrileña en los seis meses de lucha en su periferia. Los cafés, cines, teatros y burdeles estaban a rebosar, mientras la gente comía, vestía y se alojaba en pésimas condiciones. Madrid estaba ya sobresaturado de población refugiada de las zonas limítrofes ocupadas por los sublevados. Pero, además, había una amplia población flotante de milicianos venidos de los frentes a disfrutar un fugaz permiso. La alimentación pasó por altibajos notables. Hubo hambre, sobre todo al principio del asedio y en febrero de 1937; acaparamiento, especulación y mercado negro de víveres y la cola ante los establecimientos se convirtió en el fenómeno más conocido de la gente. La picaresca floreció, como se demuestra en aquella reunión de la Junta de Defensa donde se denunció que se expedían 120.000 raciones diarias de comida para combatientes cuando estos eran 35.000. Los servicios de la Junta de Defensa se portaron heroicamente en el intento de dar de comer a Madrid y casi siempre lo consiguieron. Pero fueron menos afortunados en sus esfuerzos por conseguir que la población que más obstaculizaba o que menos clara función tenía en la defensa abandonara Madrid. Era difícil hacer salir a la gente de la capital. Unos no querían; para otros había dificultades en encontrar medio de transporte. Pero el asedio tiene también su crónica negra. Es la que describe la represión de los disidentes, los supuestos o reales espías del enemigo, los camuflados. Esta historia empezó mucho antes del asedio y tuvo también antes sus principales episodios de descontrol y vesania. Desde el 7 de noviembre Madrid tenía una autoridad nueva y es demostrable que se esforzó por poner orden y control en la represión ejercida sobre presos indefensos o sobre quintacolumnistas. A pesar de ello no lo consiguió del todo. Hay un testimonio, poco conocido, del que fue consejero de Orden Público de la Junta de Defensa, José Cazorla, que diría que en noviembre se había organizado un Consejo de la Dirección General de Seguridad y ése “era el que tenía la autoridad máxima sobre los detenidos de la Dirección de Seguridad, hasta el punto que los consejeros no nos enterábamos de las detenciones que se efectuaban ni de las decisiones que se tomaban sobre ellos. Estaba compuesto por Rascón, de la CNT, y Vegas, de la UGT [sic por Vega], éstos eran los que detenían y proponían las libertades...”. Testimonio incompleto y puntualizable, pero que muestra bien cuánto tardó la nueva autoridad en controlar positivamente el orden público. En noviembre aún hubo sacas de presos en las cárceles y ocurrieron los fusilamientos


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO de Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz. Tampoco fueron suprimidos de inmediato los paseos. La decisión era evacuar los presos que, si Madrid era tomado, podían ser muy útiles al bando contrario. Se asegura que algo más de 2.000 de ellos fueron fusilados sin más trámites en el curso de su traslado fuera de Madrid. ¿Quién ordenó y ejecutó esos asesinatos? Es más probable que haya gente que lo sabe y no lo ha dicho. Pero ninguna acusación a personas concretas ha sido suficientemente probada. La represión del enemigo interno, y sobre todos sus métodos, es la peor, sin duda, de las páginas de esta historia. Madrid constituye un ejemplo único en los comportamientos civiles durante la guerra española. En sus grandezas y miserias, en sus realidades y sus mitos. La resistencia en Madrid salvó entonces a la República y contrarió grandemente los planes de sus enemigos. Para unos ha sido una gloriosa victoria y para otros una ominosa tragedia. Pero es la historia de todos, y así es preciso asumirla. FUENTE: http://html.rincondelvago.com/guerra-civil-espanola-1936-1939_5.html ARTICULO EN HISTORIA Y VIDA Nº 55 GREGORIO GALLEGO, SOBRE LA DEFENSA DE MADRID Septiembre 1936: Cómo se constituyó la Primera Junta de Defensa de Madrid Cuando en España se toma conciencia popular de un grave peligro colectivo, surge inmediatamente una Junta. Una Junta es, por su misma esencia, una institución provisional, de urgencia, en la que se borran diferencias de clase, de ideología, de todo tipo, ante el reconocido peligro común. Seria muy interesante trazar la historia moderna de España a través de las Juntas; que en su convocatoria y en su funciona-miento conservan el aire rebelde y guerrillero de las más célebres de todas ellas, las de la Guerra de la Independencia, las cuales han transmitido a sus sucesoras nada menos que su innata propensión a la captación de la soberanía nacional y popular. Era aquella formidable improvisación que fue, para unos y para otros, la guerra civil española, no debe extrañarnos el florecimiento de las Juntas. La improvisación era mayor en la zona nacional, y por eso fue allí donde surgió, en la mañana del 24 de julio, la Junta de Defensa que suplía al Gobierno e incluso al Estado; el general Franco no quiso suprimirla del todo al asumir sus funciones el día 1 de octubre, luego la dio por suspensa en el preámbulo de un decreto y por fin la resucitó, con el mismo nombre si bien con funciones y titulares muy diversos, como órgano de coordinación en una ley del año 1939 que todavía, aunque casi todo el mundo lo ignora, está vigente. A la vez que la Junta de Defensa Nacional nacía en el peligroso vacío de Levante en los primeros días una Junta Delegada republicana, presidida tan eficazmente por don Diego Martínez Barrio; mediante ella se consiguió la neutralidad y, luego la sumisión de la gran guarnición de Valencia; y mediante una transformación de la misma Junta se empezó a articular, en la nueva división orgánica de Albacete, el núcleo del Ejército Voluntario que salvaría a Madrid. Pero la junta más célebre de toda la guerra en zona republicana fue precisamente la Junta Delegada para la defensa de Madrid, instaurada en la tarde del 5 de noviembre bajo la presidencia del general Miaja —y con el apoyo militar del general de Pozas— por el Gobierno de Largo Caballero en trance de evacuar la capital camino ya de Valencia. Esta Junta, que funcionaría hasta la noche del 5 de marzo de 1939, en la que sus funciones se subsumieron por el Consejo de Defensa (llamado inicialmente también Junta) de Miaja-Casado-Besteiro, tuvo sin embargo un precedente ignorado: la Junta inicial de Defensa de Madrid, instaurada por decreto del Gobierno cuando las tropas de Africa estaban ya a treinta kilómetros por la carretera de Extremadura, en los aledaños de Navalcarnero, y que en realidad no pudo hacer casi nada, porque inmediatamente fue sustituida por la de Miaja, pero que puede explicar, por su precedencia, el rápido éxito de su sucesora, ya que muchos de los trabajos previos emprendidos por la primera Junta se aprovecharon des-pues para la segunda. El autor del presente articulo, don GregoriIo Gallego, notable escritor y publicista procedente de las filas anarcosindicalistas, que vive hoy en España, fue un destacado miembro de la primera Junta de Defensa, cuyo ámbito de jurisdicción era a la vez concretísimo e indeterminado: preparar por todos los medios la defensa de Madrid. La Junta actuó durante la última quincena del mes de octubre y se disolvió sin necesidad de especiales disposiciones. Supone, en la historia de la guerra de España, la institucionalización de las primeras reacciones de la República ante el gravísimo peligro que se cernía sobre Madrid, cuya pérdida hubiera supuesto probable-mente

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID el final de la guerra civil, corzo todo el mundo predecía, desde Mola hasta Azaña, desde Stalin hasta Hitler. Esta pertenencia de Gregorio Gallego a la desconocida Junta avalora especialmente el testimonio que ofrecemos hoy a nuestros lectores. ... El primer aldabonazo que hizo pensar en la defensa de Madrid fue la caída de Toledo. ocurrida el 28 de septiembre de 1936. «La ciudad alegre y confiada. como dieron en llamar ala capital de la España republicana los cronistas de guerra y comentaristas políticos, se enteró de la noticia como se enteraría de todos los sucesos graves en el transcurso de la guerra: por el runrún callejero o por las emisiones de radio enemigas. Toledo, una especie de «hobby» turístico Sin embargo, Toledo no era un punto de referencia en la cartografía militar. La ciudad imperial tenía mucha historia y Madrid habla vivido con intensa emoción su conquista en las jornadas de julio. Es más, en aquellos meses los torreones desmochados del Alcázar se habían convertido en una obsesión y, especialmente, para los dirigentes políticos y sindicales, que hicieron de Toledo y de la epopeya del coronel Moscardó una especie de «hobby.. turístico. Recuerdo que unos días antes de producirse el colapso militar, o más bien político, ya que la oficialidad militar contaba muy poco en aquellos días, asistí a una reunión de la C.N.T. toledana en la que se iban a tomar medidas en relación con la defensa de la ciudad. La mayoría de los reunidos se manifestaron animosos y fuertes. El ejemplo de los que resistían en el Alcázar sin duda era estimulante, pues algunos hablaron de convertir la ciudad en un «fortín». Naturalmente. tenían sus dudas en poderlo conseguir. Los más pesimistas recordaron lo ocurrido en Sigüenza... ¿Qué suerte habían corrido los milicianos confederales de la columna de Feliciano Benito que se hicieron fuertes en la catedral? Feliciano les había prometido recuperar Sigüenza antes de quince días, pero la promesa no pudo cumplirse, y no porque el dirigente de la C.N.T., que luego sería comisario político del IV Cuerpo de Ejército, no lo intentase, sino porque la capacidad ofensiva de las milicias no daba para actos de ese tipo. La pérdida de Toledo fue amarga. Algunos grupos de milicianos cumplieron su palabra de resistir hasta la muerte, pero no pudieron impedir que la ciudad se perdiese ni que su heroísmo quedase reducido a un capítulo represivo. Había que impedir que el Ejército fuera «una montonera que se gobernaba por sus instintos» El aldabonazo de la caída de Toledo sonó en el Palacio de Buenavista más fuerte que en ninguna otra parte. Largo Caballero y sus asesores politices y militares debieron pensar en el viejo proverbio: «Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...» El veterano dirigente socialista estaba dispuesto a defender la capital a toda costa. No en balde era madrileño y en Madrid tenía su principal feudo político y sindical. Para ello lo primero que tenía que hacer era impedir que el ejército de la República siguiera «siendo una “montonera” que se gobernaba por sus instintos». como dijo Zugazagoitia. Pero. ¿quién se lanzaba a aquel empeño sin pasar por contrarrevolucionario...? El hombre a quien sus seguidores llamaban «el Lenin español» lo pensó mucho. Sus consejeros más inmediatos, Álvarez del Vayo y el coronel Asensio, coincidían en la necesidad de la militarización: el primero por razones políticas; el segundo por razones puramente militares. Las razones del coronel Asensio, inteligente y lúcido como pocos en aquellos días, tenían un peso abrumador. Su experiencia como jefe del Estado Mayor no podía ser más dramática. En distintas ocasiones, desde la pérdida de Talavera, se había visto obligado a enfrentarse con la desbandada, jugándose la vida a cada momento para contener a los que huían apenas olfateaban a los moros. Los jefes y oficiales profesionales se sentían desasistidos en el mando. Pero la mayoría de los jefes de milicias no eran más afortunados. Sólo algunos de gran prestigio político o sindical conseguían imponerse relativamente, pues el defecto estaba en el sistema y no en los hombres. Hacía unos días, sin ir más lejos, el director del diario «El Sindicalista», órgano del partido de Ángel Pestaña, había sido arrollado y herido de gravedad por milicianos enloquecidos de terror, cuando trataba de convencerlos de que debían regresar a las posiciones que habían abandonado. Los ejemplos eran demasiado abundantes para que un hombre tan realista y práctico como Largo Caballero no sintiese el apremio de poner fin a aquella situación. Si alguna vez se había hecho la ilusión de que su sola presencia al frente del Gobierno y del Ministerio de la Guerra bastaban para remediar los males que habían hecho infructífera la política de sus antecesores, debía desecharla. Personalmente, la idea de un ejército popular le era


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO familiar, pues formaba parte del contexto doctrinario del socialismo y el mismo Jean Jaurés había teorizado sobre el tema en un libro muy divulgado por aquellos días. Parece que lo que más le preocupaba era la actitud de la Confederación Nacional del Trabajo. ¿Qué pensaban los anarcosindicalistas sobre la militarización...? Más consciente Largo Caballero que los que le aconsejaban hacer caso omiso de la opinión de los anarcosindicalistas, prefirió obtener su consentimiento. pues sabía que no podía prescindir de ellos, ya que constituían la fuerza predominante en la zona republicana. Para Largo Caballero no era un secreto que la C.N.T. había celebrado recientemente en Madrid un Pleno Nacional de regionales en el que se había acordado la colaboración política por mayoría, si bien imponían el formalismo de que el Gobierno se llamase Consejo Nacional. Por otra parte, en el mismo pleno habían rechazado las tendencias radicales que pedían la conquista del poder y aceptado la fórmula democrática que garantizaba la libertad ideológica. Otro indicio de que la C.N.T. estaba evolucionando rápidamente hacia soluciones posibilistas era el discurso pronunciado por Durruti en Barcelona, en el que exigía la organización del trabajo en la retaguardia sin otro objetivo inmediato que producir más y abastecer los frentes de guerra. En aquel discurso Durruti había dicho: «Estamos en contra de esa falsa libertad que invocan los cobardes para escurrir el bulto». Si no con garantías expresas de la C.N.T. sí tácitas, Largo Caballero abordó el problema de la militarización sin encontrar grandes dificultades. En el mismo consejo de ministros en que se acordó la militarización de las milicias se tomó el acuerdo de constituir una Junta de Defensa de la capital, la cual estaría presidida por el mismo jefe de; Gobierno, o por un delegado suyo, y la formarían un representante de cada uno de los partidos del Frente Popular y la CN.T. ¿Podría salvarse Madrid sin Ejército organizado y con una «defensa de zanjas que no pueden ni siquiera considerarse quitamiedos»? Todo lo concerniente a esta primera Junta de Defensa se hizo de una manera cautelosa, pues no se quería sembrar la alarma. El 5 de octubre las organizaciones sindicales y partidos políticos recibieron una comunicación para que designaran su representante y el día 6 quedaba constituida oficialmente en el Ministerio de la Guerra bajo la presidencia de Largo Caballero. Los componentes de la misma eran: José Carreño España, por Izquierda Republicana; Carlos Rubiera, por la Agrupación Socialista Madrileña; Luis Risco, por Unión Republicana; Gregorio Gallego, por la Federación Local de Sindicatos Únicos de la C.N.T.; Pedro Gutiérrez, por la Casa del Pueblo (U.G.T.); Luis Cabo Giorla, por el Partido Comunista: Manuel Cordero, por el Ayuntamiento de Madrid: Felipe García por la Inspección de Milicias; Ramón Ariño, por la Diputación de Madrid; Felipe Muñoz Arconada, por las Juventudes Socialistas Unificadas; Francisco Caminero, por el Partido Sindicalista. A la reunión asistían en calidad de consejeros el teniente general Masquelet, jefe de la Casa Militar del Presidente de la República; el general Castelló, jefe de la Primera División orgánica; el ya general Asensio, jefe del Estado Mayor Central; el coronel Camacho, en representación del Ministerio del Aire, y otros militares de alta graduación del Estado Mayor del Ministerio de la Guerra. El jefe del Gobierno abrió la reunión con un breve discurso en el que expuso la grave situación militar y el peligro que corría la capital si no se ponía remedio urgente a la desmoralización que cundía en los frentes, a la irresponsabilidad en los mandos y a la falta de rendimiento en el plan de fortificaciones. Largo Caballero, con su gesto despótico y soberbio, parecía enormemente cansado y tenso en su peculiar frialdad. Carlos Rubiera, que era uno de sus fieles de la izquierda socialista, comentaría después entre los miembros de la flamante Junta, que calificaron el discurso de «excesivamente pesimista, que el jefe del Gobierno llevaba varios días sin dormir. La situación no era para menos, ya que la mayoría de los militares allí presentes respiraban derrotismo. El teniente general (sic) Masquelet, autor del plan de fortificaciones, fue el más explícito en este sentido, quizá también porque su adhesión a la República era más clara. Pequeño y vivaz, con voz casi de confesionario, hizo un análisis muy inteligente sobre la situación militar y las «tonterías» que se decían en la prensa, comparando la defensa de Madrid con las de Verdún y Petrogrado. A su juicio. Madrid era una ciudad militarmente vulnerable y de fácil asedio, por lo cual no debíamos «empecinarnos en defenderla más allá de lo racional». Incluso bromeó con fina ironía sobre los problemas que se le presentarían al enemigo para alimentar aquel estómago gigantesco. Terminó su discurso diciendo aproximadamente: Verdún pudo defenderse porque contaba con un buen cinturón de fortificaciones y mantuvo siempre las comunicaciones con la retaguardia, pero, ¿podrá Madrid hacer otro tanto sin contar con un ejército organizado y teniendo por única defensa zanjas que no pueden ni siquiera considerarse

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID “quitamiedos” La ducha del general Masquelet produjo abundantes ,murmullos. Asensio «tenía confianza en la reacción de las masas antifascistas» A continuación Largo Caballero concedió la palabra al general Castelló, el cual se había pasado la mayor parte del tiempo rascándose el colodrillo y la región occipital. Sus palabras torpes e incoherentes divagaron sin añadir nada nuevo a lo manifestado por su antecesor; pero de lo poco inteligible que dijo se deducía que no confiaba en la defensa de Madrid. «Teniendo hombres como éstos al frente del ejército no es de extrañar que las cosas vayan como van», me dijo en voz baja Francisco Caminero, representante del Partido Sindicalista. Ninguno de los allí presentes sabíamos que aquel hombre, que había sido ministro de la Guerra en un Gobierno anterior, se estaba volviendo loco a consecuencia de las noticias que había recibido sobre la suerte de algunos familiares en la otra zona. Pero unos días más tarde pudimos comprobarlo en su despacho de Capitanía General. Afortunadamente, la intervención del general Asensio levantó en seguida los ánimos. No es que fuera optimista. Incluso acentuó más los rasgos sombríos que presentaba la situación militar, pero, según dijo, «tenía confianza en la reacción de las masas antifascistas y en el Frente Popular. «Por otra parte —añadió—, el ejército faccioso no es lo suficiente potente para establecer un asedio sobre una ciudad como Madrid. Para poder conseguirlo necesitaría un ejército de más de ciento cincuenta mil hombres y. según nuestros cálculos, no cuenta con más de sesenta a ochenta mil. Naturalmente, el problema de las fortificaciones es grave. pues como ha dicho el general Masquelet, una gran autoridad en la materia, los cinturones de seguridad establecidos en torno a la capital no pasan de zanjas y quitamiedos. En este aspecto tenemos que hacer mucho para corregir la desidia, pero aun en el caso de que no podamos contener al enemigo hasta llegar a los arrabales, entonces cada casa será una fortificación y podremos defendernos con muchos menos hombres de los que cuenta el ejército atacante. Lo más importante de todo es impedir el asedio, que nos corten las comunicaciones con Levante, y esto, a mi juicio, también se puede conseguir...» Largo Caballero dirigió su mirada fría, casi acuosa, al jefe del Estado Mayor Central, y éste dio por terminado su discurso «confiando en la Junta de Defensa recién constituida». La intervención del coronel Camacho, representante del Ministerio de Marina y Aire, y hombre de confianza de Prieto, dio la impresión de que estaba un tanto embarullado en sus juicios, aunque dejó entrever que la defensa de Madrid sin una cobertura aérea resultaba bastante difícil. En cuanto a los representantes de las organizaciones políticas y sindicales, todos se manifestaron partidarios resueltos de la defensa... a pesar de todas las dificultades militares. Una vez constituida la Junta y escuchadas las opiniones optimistas de todos los miembros que iban a formarla, en los labios apretados de Largo Caballero apareció el primer amago de sonrisa, que fue precisamente de despedida. Según dijo, «otros asuntos urgentes le reclamaban-. Con él salieron el general Asensio y otros militares, y en la presidencia se sentó Carlos Rubiera, que desde aquel momento se convirtió en el portavoz del jefe del Gobierno y elemento de enlace entre éste y la Junta. «¡Ah! —exclamó Carreño España—, ¿pero tiene planes el Estado Mayor?» Siguiendo el ritual progresista y democrático, el primer acuerdo de la Junta fue lanzar un manifiesto a los madrileños dándoles cuenta de su propósito. Para redactarlo fue nombrada una comisión compuesta por Carlos Rubiera, José Carreño España, Luis Cabo Giorla y Gregorio Gallego, representantes de las fuerzas más numerosas y significativas de la capital. La redacción fue laboriosa porque hubo que corregir mucho el texto para no dar la impresión de que la situación era tan grave, ni herir las susceptibilidades de otras autoridades... Al final el manifiesto fue despojado de todo espíritu crítico y reducido a un llamamiento a la opinión pública. Tras el exordio, en el que manifestaba «la imperiosa necesidad que sienten los facciosos de apoderarse a todo trance de la capital de la República», el documento en cuestión añade: «El Gobierno estimó necesario crear un organismo de la máxima autoridad política v sindical, encargado de, a la mayor brevedad posible, intensificar cuanto se refiera a la defensa de Madrid, y que le propusiera soluciones a los diversos problemas que pudieran afectar a dicha defensa. Fruto de tal idea ha sido la creación de esta Junta, que no nace para ser un organismo más entre los ya existentes, sino que debe ser y será la única que entienda en todo lo que se relaciona directa o indirectamente con la defensa de Madrid, no sólo porque así lo exigen los momentos, sino también porque sus propuestas e iniciativas cuentan con el aval de todas las organizaciones políticas y sindicales, que, sin excepción


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO alguna, están en ella representadas. El manifiesto terminaba con estas palabras: “Ha llegado la hora de transformar la consigna de ¡No pasarán! en la de ¡Morir antes que retroceder!” Desde el primer momento, Carlos Rubiera dejó claramente sentado, como intérprete del pensamiento se creto de Largo Caballero, que la Junta sólo tenía un carácter consultivo v que no podía extralimitarse modificando los planes del ministro de la Guerra y del Estado Mayor. — ¡Ah!, ¿pero tiene planes el Estado Mayor? —dijo con su chispa de ironía Carreño España. — ¿Lo dudas. camarada? —replicó Carlos Rubiera, diputado a Cortes y uno de los más brillantes oradores de la izquierda socialista —. No sólo tiene planes, sino que es posible que a la vista de la ofensiva que preparan el camarada Largo Caballero y el general Asensio, el ejército franquista sea desbaratado antes de llegar a Madrid. —Dudo mucho que el general Asensio organice algo que no sean derrotas —dijo Cabo Giorla. Las palabras del delegado comunista me desconcertaron. Precisamente el general Asensio me había producido una impresión extraordinaria por su claridad de juicio y su análisis realista de la situación Sin embargo, no me permití participar en la discusión insidiosa que, a lo largo de aquel mes agotador, iba a ser la comidilla del día. Los organismos político-sindicales se oponían a que el Gobierno «desertase» de Madrid. Lo único que quedó bien claro en la primera reunión es que las funciones de la Junta eran bastante limitadas. Cada uno de los miembros recibimos una credencial firmada por Largo Caballero que nos autorizaba a «meter las narices en todo»: entrar y salir en todos los organismos oficiales, tanto militares como civiles, visitar las unidades del frente, los cinturones de fortificaciones e inspeccionar toda clase de servicios concernientes a la defensa (fabricación de material de guerra, abastecimiento, transporte, etcétera). Podíamos sugerir todo lo que quisiéramos, pero sin tomar ninguna medida. Lo que ningún miembro de aquella Junta sospechó entonces es que lo que Largo Caballero pretendía era tener un organismo de recambio a mano para que cuando el Gobierno decidiese abandonar Madrid no se produjera el vacío. Pero ocurría que los organismos políticos y sindicales de Madrid eran opuestos a que el Gobierno «desertase» de la capital y de una manera o de otra lo venían manifestando a diario en la prensa y en los mítines. En este sentido el criterio de los comités madrileños no coincidiría nunca con el de los comités nacionales de sus respectivos partidos y organizaciones. Los primeros trabajos de la Junta estuvieron dedicados a la despensa y las fortificaciones. Había que llenar los depósitos de víveres y rodear la ciudad de trincheras y fortines para escalonar la defensa en el exterior y convertirla en el interior en un laberinto de barricadas y parapetos de sacos terreros. Como muy bien había dicho el teniente general Masquelet, las zanjas construidas no podían considerarse siquiera «quitamiedos» y, por supuesto, no reunían las mínimas condiciones de seguridad para los que se metieran en ellas, ni poseían los adecuados emplazamientos para las armas automáticas. Los batallones de fortificaciones habían removido millones de metros cúbicos de tierra, pero en la mayoría de los casos lo habían hecho sin atenerse al plan orgánico, guiados más bien por la iniciativa de los encargados o jefes de grupo que por la orientación técnica de los oficiales de ingenieros. Las trincheras construidas tenían un metro escaso de profundidad, sus líneas de comunicación y evacuación estaban mal orientadas y la topografía, que es esencial en cualquier plan defensivo, apenas si se había tenido en cuenta. Había motivos para suponer que la Comandancia de Ingenieros actuaba con excesiva negligencia. Para algunos miembros de la Junta esto olía a traición y así se hizo constar en el primer informe presentado a Largo Caballero, al mismo tiempo que se sugería la paralización de todas las obras, la incautación de todos los materiales de construcción, depósitos de cemento de las fábricas cercanas, vigas de madera y hierro de todas clases y hasta los raíles de las compañías ferroviarias. El trigo castellano comprado por catalanes y valencianos En cuanto al abastecimiento, la situación no era mejor. En los meses pasados Madrid había despilfarrado todos sus depósitos. Según el informe de Manuel Cordero, representante del Ayuntamiento de Madrid, que era el encargado del abastecimiento, las subsistencias almacenadas apenas si alcanzaban para asegurar el racionamiento a la población civil durante diez o quince días. Los depósitos del Ayuntamiento estaban formados principalmente por

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID arroz, legumbres secas, bacalao y botes de leche para la alimentación infantil. La Intendencia no andaba mejor abastecida; por lo menos no contaba con reservas suficientes para aguantar la probable destrucción de las líneas de comunicación y transporte y, mucho menos, de un asedio transitorio, que era lo que estaba en la mente de todos. En este sentido también se tomaron medidas aceleradas. Lo más importante era acumular harinas y cereales panificables. La última cosecha. al parecer habla sido bastante buena. Un alto funcionario del Ministerio de Agricultura puso los ojos en blanco cuando habló de que la «gran cosecha triguera de La Sagra, como la de la mayor parte de Castilla la Nueva, la habían comprado los catalanes y valencianos en las eras sin que los organismos competentes del Gobierno central se enterasen... El caos salía al paso por todas partes. La irresponsabilidad no alcanzaba solamente a las milicias, sino que se extendía por toda la administración. Mangada y el cultivo de la soja. En aquella primera decena de octubre Largo Caballero encomendó a la Junta de Defensa... pasiva, como solía decir Carreño España, la misión de visitar los cuarteles generales de las diferentes columnas para convencer a sus jefes de la necesidad de acatar el decreto de militarización y poner manos a la obra. En general el decreto seria bien recibido por parte de los jefes de columna y sus estados mayores. Ninguno de ellos hizo objeciones importantes. Recuerdo que la visita que hicimos a Mangada en Hoyo de Pinares coincidió con el hundimiento de aquel sector del frente. Mientras comíamos, habló extensamente del cultivo de la soja como de una planta capaz de resolver todos los problemas alimenticios de un país pobre como el nuestro; luego nos pidió noticias sobre «el viejo sargento cuartelero», (Largo Caballero), para terminar diciendo que aquel decreto le venía muy bien para dar un descanso a sus hombres y pasar una temporada en la retaguardia reorganizándose. Sin embargo, el enemigo no le iba a permitir el deseado descanso. Aunque nada nos dijo de lo que pasaba en el frente, cuando llegamos a Cabreros al anochecer de aquel 10 de octubre lluvioso y triste nos encontramos con una verdadera oleada de pánico. El enemigo había perforado el sistema defensivo por diferentes puntos y se había producido la típica espantada. El comandante Orad de la Torre tuvo que luchar denodadamente para reorganizar a los milicianos dispersos y contener el pánico. La situación se agravaba por momentos. El alud nacionalista se había puesto en marcha y todo el frente estaba cuarteado. Nunca se sabía con exactitud la posición que ocupaban las fuerzas republicanas. Los oficiales de enlace se las veían y se las deseaban para informar objetivamente al Estado Mayor, y en aquellos días muchos fueron hechos prisioneros. La aviación enemiga ametralla a Largo Caballero y a su comitiva Las fortificaciones, sin embargo, progresaban. La C.N.T. y la U.G.T. se estaban volcando en el esfuerzo, poniendo a disposición del mando hombres y material en cantidades considerables. En la atmósfera de pesimismo que se respiraba en el Ministerio de la Guerra, casi era la única esperanza de contener al enemigo. Había una cosa que preocupaba a todos: la fidelidad, por una parte, de los militares profesionales y, por otra, la eficacia del espionaje enemigo. Ambas cosas se relacionaban sin duda y era uno de los principales motivos de desconfianza. Por aquellos días ocurrió un hecho que contribuyó mucho a desencadenar la aprensión hacia la «quinta columna». El jefe del Gobierno decidió hacer una visita a las fortificaciones del sector de Algodor, que se consideraba esencial en el sistema defensivo de la capital. El general Asensio opinaba que aquel sector era uno de los puntos clave de la batalla de Madrid. En cierta ocasión dijo que allí habría que «echar toda la carne en el asador», a lo que un miembro de la Junta le respondió «que si era necesario también se echarían los huesos...» Largo Caballero salió con un séquito discreto de jefes, oficiales y algunos miembros de la Junta. Pero apenas salió la comitiva a la carretera de Aranjuez, apareció un avión enemigo, el cual desapareció a los pocos minutos para volver a reaparecer, con dos aviones más, cerca de das fortificaciones de Algodor. El ataque fue rápido y fulminante. El general Asensio apenas si tuvo tiempo de arrastrar al jefe del Gobierno a un zanjón cercano a la carretera, pero su coche resultó averiado y el de la escolta destruido. Los aviones soltaron algunas bombas y dieron varias pasadas de ametralladora, para desaparecer luego. Para todos los que acompañaban al jefe del Gobierno el objetivo de la aviación enemiga era bien claro. También


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO resultaba claro que la información había salido del Ministerio de la Guerra. El combate y «espantá» de Navalcarnero Unos días antes el dirigente sindicalista Angel Pestaña había propuesto a Largo Caballero la creación de un cuerpo de comisarios de guerra que respaldasen la autoridad de los militares profesionales, al mismo tiempo que vigilaban sus movimientos para impedir deslealtades y traiciones. Los militares que rodeaban al jefe del Gobierno no lo consideraban necesario, ya que recelaban más de la dualidad de mando y de la intromisión política en la autoridad militar que de la deslealtad misma. Sin embargo, a la vista de la psicosis de pánico que se estaba desarrollando contra los militares profesionales y contra la quinta columna, Largo Caballero decidió la creación del Comisariado de Guerra, confiando la organización del mismo a su versátil lugarteniente Alvarez del Vayo. Con todo, la marcha de los frentes iba de mal en peor. La movilización de combatientes en Madrid estaba tocando fondo. La C. N. T., para dar ejemplo, había movilizado a todos los miembros útiles de los comités sindicales y el secretario general de la Federación Local, Amor Nuño, se había puesto al frente de la columna que, en principio, se llamaría «Amor y Libertad» y quedaría luego integrada bajo el mando del teniente coronel Mena, en el frente de Seseña. Había llegado el momento de poner a prueba el primer cinturón de defensa. Navalcarnero era una de las posiciones claves que había que defender a toda costa. El día que se desencadenó la ofensiva (21 de octubre), allí estaba el general Asensio alentando a los combatientes en la primera línea de trincheras. Por primera vez los combatientes aguantaron con firmeza el primer ataque de los tanques y el «chauchau», de los moros, pero lo que no pudieron soportar fue la voz de «estamos copaos»», que corrió a lo largo de las trincheras. Ni el general Asensio ni nadie pudo evitar que, ante la maniobra de desbordamiento, se produjera la espantada. Aquel día el valeroso militar y sus acompañantes estuvieron a punto de ser hechos prisioneros. El «milagrismo» hace su aparición en el Palacio de Buenavista Paradójicamente, en el Palacio de Buenavista no se concedió gran importancia a la pérdida de Navalcarnero. El general Pozas se encogió de hombros al enterarse de la noticia y para endulzar el amargor de los que regresábamos abatidos del frente dijo algo sobre la ofensiva que se estaba «cociendo« para cortar el resuello al enemigo. La cosa era tan secreta que no se podía hablar de ella. Sólo sabiendo que en los puertos de Levante se había descargado «gran cantidad de material de guerra«, que en Albacete se estaban organizando unidades de voluntarios extranjeros y que el embajador soviético, Marcel Rosenberg, y los asesores militares rusos se habían convertido en la máxima atracción del Ministerio de la Guerra, podía uno hacerse una idea un tanto fantástica de lo que se proyectaba. Carlos Rubiera, por lo menos, exultaba euforia y hacía muchos apartes misteriosos con Cabo Giorla y Muñoz Arconada, a los que sólo unos días antes trataba altaneramente y con reservas. Tres días de inútiles contraataques Recuerdo que un día comenté con el general Asensio, que, por cierto estaba un poco achispado, el desbordado optimismo de socialistas y comunistas con respecto a «lo que se preparaba», y éste me respondió un tanto enigmático: —Bueno, todo puede ser, pero yo confío más en la reacción masiva de la que tú hablaste el otro día. Si, cuando el enemigo pise los arrabales, la C. N. T. y la U. G. T. echan la carne y los huesos en el asador, es probable que Madrid se salve. Lo demás se nos dará por añadidura... La misteriosa ofensiva de la que tanto se hablaba con medias palabras y en voz baja, adquirió, por fin, cuerpo real... El 28 de octubre, Largo Caballero lanzaba las campanas al vuelo, al mismo tiempo que se ponía en marcha el «milagrismo». La operación, en realidad, no pasaba de una modesta maniobra de diversión. pero se dejó entrever que podían cambiarse las tornas y en vez de llegar los nacionales a Madrid, caer nosotros sobre Toledo. El general Pozas se las contaba muy felices pensando en los tanques y aviones soviéticos y habiendo podido dotar a algunas unidades (Líster, Burillo y Uribarri), con armas automáticas también de procedencia rusa. Pero la operación no pasó de un amago de ofensiva (el enemigo la calificó de contraataque). La flamante infantería de las unidades recién militarizadas no respondió a la incursión de los tanques soviéticos y la maniobra quedó por ver. A partir del fracaso de esta operación, que duró tres días, el enemigo recobró la iniciativa y ya no se pudo hablar de frentes organizados. Las vanguardias nacionales se movían con tal rapidez que no permitían la reorganización

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID de las escasas columnas republicanas que mantenían el contacto. No falta el heroísmo de los pequeños grupos, pero lo más importante en este momento fue la movilización que se estaba desarrollando en las barriadas obreras a cargo de los ateneos libertarios, los círculos socialistas y los radios comunistas. Los que huyen de los frentes se van a encontrar en la red de parapetos y barricadas que cierran los suburbios con grupos de mujeres vociferantes que los van a llamar cobardes y los van a desarmar, La tensión en Madrid crece por momentos. «La ciudad alegre y confiada»» empieza a desconfiar de todo el mundo y a mostrar su gesto adusto. Se puede decir que ha tomado conciencia del peligro y se apresta a defenderse. Álvarez del Vayo: «¿Quién es la CNT para dictar su política al Gobierno?» La última reunión plenaria de aquella Junta se celebró el día 2 de noviembre y coincidió con el momento de mayor desánimo en las altas esferas políticas y militares. El derrotismo estaba a flor de piel y la histeria erizaba las palabras. A la reunión concurrieron, además de los miembros oficiales de la Junta, dirigentes muy calificados de los partidos del Frente Popular y el secretario regional de la C. N. T.. lsabelo Romero. Alvarez del Vayo, que presidía la reunión, empezó diciendo que los problemas más urgentes a tratar eran la evacuación de la población civil, la «liquidación» de la quinta columna y la organización de la defensa, dejando entrever claramente el propósito del Gobierno de abandonar la capital. En este punto Isabelo Romero le interrumpía bruscamente para decir que lo único importante era la defensa, por lo cual había que descartar, de momento, la evacuación de la población civil y la salida del Gobierno, ya que ambas cosas podían desmoralizar a los combatientes. «La C. N. T.—dijo— está decidida a impedir que se camufle la deserción con la evacuación. Ha tomado las medidas necesarias para evitarlo y las vamos a cumplir a rajatabla. Si ha llegado la hora de morir, moriremos, pero esta vez no van a ser los trabajadores los únicos que paguen los vidrios rotos...» Su discurso fue un chorro ardiente que produjo la mayor perplejidad. Seguramente en el viejo palacio de Godoy, que tantas palabras desgarradas había escuchado en el último siglo, nunca se había oído nada igual. Luego, en los corrillos, Álvarez del Vayo calificó de bárbaro a Isabelo Romero y no hacía más que gruñir «que quién era la C. N. T, para dictar su política al Gobierno». Lo cierto es que dos días después (4 de noviembre), Largo Caballero reorganizaba precipitadamente su gabinete y entraba cuatro ministros de la C. N. T. a formar parte del mismo. Según cuenta Zugazagoitia. Largo Caballero quiso unificar con este motivo los Ministerios de Guerra, Marina y Aire en un solo Ministerio de Defensa Nacional, del cual se encargaría Prieto. Pero éste no aceptó el cargo objetando lo siguiente: —Si tenemos que abandonar Madrid, la culpa será íntegramente mía y, si conseguimos salvarlo. el éxito corresponderá a los sindicalistas. El historiador Ricardo de la Cierva ha juzgado decisivo este acontecimiento en la defensa de Madrid y, sin duda, lo fue en mayor grado que ningún otro de los que se producirían en días sucesivos, incluido el de la participación de las Brigadas Internacionales. La C. N. T. era la única organización que confiaba en sí misma como fuerza dirigente del pueblo. No era la minoría política ni la éliteta intelectual, era el pueblo mismo, y como tal venia operando desde las jornadas de julio en fábricas, talleres y centros de producción para transformar las estructuras sociales y económicas del país al margen de los partidos políticos. La verbena heroica Escuchando ya los cañones que se oían retumbar a lo lejos y con la presencia de la aviación enemiga sobre el cielo, Madrid se adornó, como en sus mejores días de verbena, con colgaduras, banderas y pancartas que incitaban a sus habitantes a «morir antes que retroceder». Hombres, mujeres y niños de todas las edades levantaban las calles para hacer barricadas con los adoquines, cavaban febrilmente trincheras, llenaban sacos terreros. Reinaba en toda la ciudad una actividad que preludiaba el heroísmo. «Pasionaria», Federica Montseny y Margarita Nelken arengaban a los milicianos con discursos desgarrados. Federica los fustigaba acre y dura: «Cobardes, gallinas, ¿queréis que vengan los catalanes a prestaros los huevos para ser hombres...?» El popular —y gordo—Pedro Rico, alcalde de la Villa, prometía en un acto celebrado en el cine Monumental morir antes que abandonar la ciudad. Aunque llegado el momento de contrastar las palabras se olvidaría de su


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO promesa. Lo poetisa anarquista Lucía Sánchez Saornil desplegó una actividad incansable con sus grupos de «Mujeres Libres», acuciando a los milicianos y obligando a los desertores a volver a los frentes. El día 6 de noviembre amaneció tristón y encapotado. Los proyectiles de la artillería de Varela estaban batiendo a las nueve de la mañana las barriadas de la margen derecha del Manzanares. A las doce estalló un proyectil en los mismos jardines del Ministerio de la Guerra. Normalmente todas las de-pendencias del Palacio de Buenavista bullían a aquella hora, y la antesala del ministro era una especie de mentidero, donde políticos, intelectuales y diputados recibían masajes optimistas de Álvarez del Vayo, Rubiera y Baraibar. La ninfa Egeria de aquella tertulia era Margarita Nelken, a la sazón con la curiosidad desatada hacia los enigmáticos asesores soviéticos. Sin embargo, cuando aquel día entré en el Ministerio recibí la impresión de que entraba en una congeladora: caras largas, gestos tensos, palabras medidas, Caminero, Carreño España y Muñoz Arconada me dijeron que el Gobierno había decidido marcharse. Intentamos hablar con el jefe del Gobierno o Álvarez del Vayo, pero fue imposible: los principales personajes habían desaparecido todos. En vista de ello fuimos a ver al general Pozas. Lo encontramos en la sala de mapas con sus ayudantes. El general parecia congestionado. Lo primero que nos dijo es que no sabía nada de nada... ni siquiera si quedaba algún milic¡ano en el frente. El hombre estaba fuera de sí y no hacia más que meterse los dedos en el cuello de la camisa como si se estuviera asfixiando. La impresión no podía ser más penosa. ¿Se habría vuelto loco como el general Castelló...? Luego Carreño España me dijo que uno de sus ayudantes le había comunicado que el general Pozas trasladaba su cuartel general a Alcalá de Henares. Desde el mismo Ministerio llamé a Eduardo Val, secretario de la Sección de Defensa del comité regional de la C.N.T., y le dije lo que pasaba allí, sin ocultarle mi propia depresión ante el ambiente derrotista. —Vente para acá y no te preocupes —me dijo—. Vamos a defendernos como sea...«Haremos una muralla de carne humana y de sangre» En contraposición a lo que sucedía en el Ministerio de la Guerra, en el Comité Regional de Defensa de la C.N.T., instalado en el chalet de Luca de Tena, en la calle de Serrano, reinaba una actividad insólita. La antesala estaba atestada de personas que esperaban ser recibidos por Eduardo Val: en el teatrito se hallaban reunidos los delegados de Defensa de barriada, y en el despacho de Val los secretarios locales y regionales de las tres ramas que componían el Movimiento Libertario: C.N.T., F.A.I. y Juventudes Libertarias. Allí me enteré que habían acordado cerrar el camino de la deserción al Gobierno y altos funcionarios del Estado, movilizar los sindicatos y mantener reservas permanentes de hombres en los diferentes cuarteles que tenia la C.N.T. en Madrid para poderlos mandar a cualquier punto donde fueran necesarios. Al Sindicato de Transportes se le habían dado instrucciones para que tuviera todos los vehículos en condiciones de ser empleados a cualquier hora del día o de la noche... A falta de otra cosa, la «montonera» se había puesto otra vez en movimiento con aire de motín popular. Lucía Sánchez Saornil, la poetisa que andaba con sus grupos de «Mujeres Libres» provocando a los que huían, cantaría en romance la consigna del momento: ¡Madrid! ¡Madrid! Madrid! .Haremos una muralla de carne humana y de sangre, a ver que guapo la salva Madrid se estaba preparando con los medios que tenía para vivir ese momento único, irrepetible por su propia naturaleza trágica, en que los pueblos se envuelven en el manto de púrpura y desafían no solamente a todos los poderes constituidos, sino también todas las leyes de la lógica. GREGORIO GALLEGO (1) GREGORIO Gallego García nació en Madrid el 19 de junio de 1916 en el seno de una familia trabajadora. Perteneció a la C.N.T. y a las Juventudes Libertarias desde 1933 hasta que fueron disueltas en 1939. En estas organizaciones desempeñó diferentes cargos. Fue redactor de Castilla Libre y colaboró en la mayoría de los periódicos y revistas anarcosindicalistas. Oficial del Ejército Popular, prestó sus servicios en los frentes de Madrid, Guadalajara y Teruel. Salió de la cárcel en 1963 y en 1965 obtenía el Premio Guipúzcoa de novela con su obra El hachazo, publicada en México. En 1966 la Editorial Alfaguara publicó su novela La maraña. Ha publicado cuentos. artículos y criticas literarias en ediciones españolas e hispanoamericanas. En la actualidad es redactor en una editorial madrileña.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID ARTICULO DE EDUARDO HARO TECGLEN SOBRE EL 6 DE NOVIEMBRE Y LA DEFENSA DE MADRID La última defensa de Madrid Era un día, recuerda Gregorio Gallego (“Madrid, corazón que se desangra’), “tristón y encapotado”; era plomizo y frío”, era “triste, grisáceo y crudo” (Rafael Abella, “La vida cotidiana durante la guerra civil. La España republicana”). Yo tengo pequeños y bravucones recuerdos de infancia, casi físicos: las manos doloridas y despellejadas por los adoquines con que levantábamos las barricadas, el tacto de la arpillera de los sacos terreros; todo con urgencia, todo con prisa. El silbido de los proyectiles de obús —más tarde se aprendería que si el silbido era agudo, la bala iba lejos; que si era grave, podía caer sobre nosotros—, la consigna machacona del “No pasarán”, el desfile de las brigadas internacionales, los poemas de Alberti y Luis de Tapia. Ya no se sabe, al cabo del tiempo, lo que se ha vivido, lo que se ha oído a otros, lo que se ha leído. “Tarde negra, lluvia, fango, — tranvías y milicianos...” (Moreno Villa). Todos tenemos la infancia hecha un misterio. Madrid estaba viviendo el 6, el 7 de noviembre, los días sucesivos, la que probablemente fue su última epopeya. Algo más grave: estaba viviendo sus últimos días como ciudad coherente, formada, adulta. Probablemente no lo sería nunca más. Había llegado a ser una ciudad un poco rara, muy peculiar, como consecuencia de una serie de superposiciones históricas, pero, sobre todo, de una doble personalidad que quedaba muy bien definida con la frase “villa y corte”. Villa por un lado, corte por otro. Villa dudosa, de la que los monarcas desconfiaban: la idea de “capital” la llevaban ellos consigo y donde estuvieran: en Toledo o Valladolid, o en El Escorial o donde fuese. En los anales y las crónicas se separa bien la circunstancia. León Pinelo decía: “El rey Don Felipe II, habiendo elegido esta villa para residencia de su corte...” Carlos Cambronero recogió documentos municipales de los años 1561 y 1562 en los que se consideraba siempre como provisional la residencia de la corte en Madrid: ... por el tiempo que su Majestad estuviere en esta villa...”; “... durante el tiempo que estuviere en esta villa la corte de su Majestad...”. Federico Carlos Sainz de Robles, el escritor vivo que mejor cuenta y mejor sabe la historia de Madrid, señala siempre que una cosa era la corte en el Alcázar y otra era Madrid, el lugarón de Isidro Labrador. “¿Capital Madrid para residencia de él (Felipe II)? No. Lugar Madrid propicio a sus deseos para dejar en él —como se deja el sombrero y cuanto estorba en una percha— la parte suntuosa y odiada de su corona...” (“Autobiografía de Madrid”). Esa especie de doble vida la ha tenido Madrid durante siglos. Con una natural interdependencia. Madrid, con la corte dentro, generaba oficios, empleos, aventuras, esperanzas, ilusiones. Venían, pues, a ella de todas partes; y la villa conservaba la misteriosa, nunca suficientemente explicada, capacidad de convertir en madrileños a los que llegaban y en mezclarlos, sin discriminación, con los que ya estaban. Quizá sea uno de esos fenómenos sociológicos que suelen explicar los filósofos de la moda: el que llegaba, llegaba a un prestigio conocido, a algo que no se define solamente con la palabra “capital” y desde luego no enteramente con la palabra corte; quizá Madrid ha sido durante siglos una moda, una manera de hacer y de vivir, una calidad de cultura o de civilización. Insistamos en que no era una manera cortesana de hacer, sino más bien un contraste con la corte, que siempre vio con desconfianza —con la desconfianza propia de los estados absolutos—ese crecimiento de la vida pública: desde la corte y todos sus estamentos se ha ejercido siempre esa clase de represión mezclada con tolerancia, con resignación, que han producido los grandes momentos de la cultura. La relación entre la villa y la corte era algo muy peculiar, y producía un estilo. Tenia, por tanto, el que llegaba algo que imitar: un habla, unos dichos, un acento; y una forma de vestir, de andar, de comportarse; y ese código de valores de las sociedades y de las modas que determina lo que es y lo que no es (una ciudad tan extraña como Madrid, aunque naturalmente incomparable, como es Nueva York, que no es ni siquiera capital de su estado federal, pero que tiene unos resortes inmensos de poder y que representa una misma dialéctica con la corte, con la capitalidad de Washington, ha inventado lo in y lo out, lo de dentro y lo de fuera, como código); y esa necesidad de imitar —para ser admitido, para ser confundido— podía llegar a generar una superación, un supermadrileñismo. Este fenómeno ha durado hasta entrado el siglo XX (el ejemplo más obvio. el que siempre se recuerda: Arniches). Quizá haya que insistir mucho en todo este conjunto de conceptos: lo que iba generando Madrid como villa, como


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO logaron, era lo que han desarrollado por otras razones históricas otras muchas ciudades españolas: una determinada coherencia, una determinada personalidad. Hay un estilo, una personalidad, una cultura, una civilización sevillana, barcelonesa, cordobesa, burgalesa... Y son ciudades citadas casi al azar de entre todas como las que podrían citarse. Había una personalidad madrileña. Una construcción, un trazado de barrios y calles; una subdivisión en personalidades menores, que incluso dejaban huella en la literatura, en la investigación de los escritores (podía haber una novela que se llamase “Chamberi”, y otra que se titulase “Del Rastro a Maravillas”, por ejemplo); se formaban por las agrupaciones de gremios, por las clases sociales, por las circunstancias históricas. Había pintores y dibujantes madrileños, poetas madrileños, escritores madrileños; menores unos, superiores otros, pero todos fijados en este fenómeno de una coherencia. Todo ello funcionó una última vea en el Madrid del 6 de noviembre de 1936; “¡Madrid, Madrid! qué bien tu nombre suena, — rompeolas de todas las Españas. — La tierra se desangra, el cielo truena — y tú sonríes con plomo en las entrañas” (Machado). Quizá Madrid no sabia en aquel momento que estaba defendiendo su manera de ser. Creía que estaba defendiendo una opción colectiva de vida frente a otra que se le venía encima en la guerra civil; y ese era en efecto la cuestión esencial de la defensa de Madrid. Pero la resistencia, las barricadas, las canciones, iba a pagarlas caras. Cuando perdió la guerra, Madrid perdió su fisonomía. Otras ciudades españolas han sabido o han podido conservarla mejor: a pesar de que los nuevos modos de vida tienen todavía sus características más y mejor conservadas. Sobre Madrid cayó el alud. Los nuevos dueños de Madrid venían a utilizar la ciudad: a derribar sus viejas casas, a imponer otra forma de cultura y de civilización, a especular con sus terrenos, sus transportes, sus suministros; los que se instalaban no traían ya aquella antigua necesidad de imitación o de asimilación de los que llegaban antes, porque no aceptaron nunca la esencia de Madrid. Era una ciudad enemiga que se ocupaba. Alguno de los vencedores — Giménez Caballero— llegó a proponer que se castigase a Madrid privándola de su carácter de capital. Ojala hubiese sido así: Madrid se hubiera salvado. Porque lo peor de esta aventura fue que terminó para siempre la dialéctica entre villa y corte: fue de una vez la capital central —centralista—de un Estado que no solamente era unitario por vocación patriótica o españolista, sino porque imponía un estilo de vida, una manera de ser y una cultura; y lo imponía desde Madrid y con todos los resortes centrados en Madrid. De esta forma el nombre de la ciudad se convirtió en un sinónimo del franquismo; y el nombre de Madrid empezó a ser considerado desde lo que se llamaba la periferia como el centro de la prohibición, de la imposición, de la dictadura. Se ha hablado de “la bota de Madrid” sin distinguir que la bota llegó a Madrid y aplastó Madrid en primer lugar; en nombre de otros valores que no eran los suyos. La destruyó para siempre. Ahora cada ciudad, cada región, cada provincia o cada nacionalidad, como se quieran llamar, puede emerger de la dictadura superpuesta, recuperar sus hablas no perdidas, pero restringidas o maltratadas; rehacer su cultura, su personalidad. Se va viendo que la dictadura no penetró profundamente en esas esencias; que sus resistencias interiorizadas, largas y dolorosas, pudieron ser mucho mas eficaces porque pudieron conservarse. A Madrid no le queda ya ese recurso. Ni siquiera el de la comprensión. Madrid se pierde. Quedan ciertos islotes, como quedan las reservas de los pieles rojas en el territorio de los Estados Unidos; quedan ciertos intentos de recuperación. Pero probablemente es demasiado tarde.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID LA DEFENSA DE MADRID

Organización de la fuerzas en el ataque a Madrid Asi fue la Defensa de Madrid, Vicente Rojo.

• Organización de las fuerzas de los rebeldes en el ataque a Madrid: Jefe General: José Varela Primer escalón del asalto -a las órdenes del Coronel Yagüe, Jefe del Tercio de extranjerosAla Izquierda: Col. Nº1 Tte. Coronel Asensio Col. Nº4 Tte. Coronel Castejón Col. Nº3 Tte. Coronel Barrón Ala Derecha: Col. Nº2 Tte. Coronel Delgado Col. Nº5 Tte. Coronel Tella Segundo escalón Col. Nº6 Tte. Coronel Alonso Col. Nº7 Tte. Coronel Bartomeu Composición: Cada una tenía 3 unidades de choque de fuerzas moras o del Tercio, una batería de 75 o 105 y una Cia. de Zapadores Tercer escalón: Columnas Nº8 y Nº9 de composición muy variada, con mas artillería y con unidades políticas de Falange y Requeté. Sin encuadrar estaba la Columna de Caballería del Tte. Coronel Monasterio -con 7 escuadrones de sables, 2 de armas de acompañamiento y una batería-, 2 tabores de Regulares, 16 Baterías de artillería de 65, 105 y 155, 3 Cías. de carros de combate, 2 Cías de zapadores, varias baterías de morteros, ametralladoras. y la aviación de caza y bombardeo. Total unos 30.000 hombres a los que hay que añadir el importante apoyo de la 5ª Columna camuflados en la capital. Vicente Rojo supone que se reservaba la caballería mora para la fase de ocupación posterior, por su rapidez de desplazamiento y el terror que causaba a la población civil. Sólo había 5 batallones de reclutamiento regular o voluntario y en el primer escalón únicamnete el Bat. Vol. de Sevilla; la masa la formaban tropas del Ejercito de África y en el conjunto sólo había dos Banderas de Falange (Marruecos y Cáceres) en la columna 8 y a partir del día 10 las Banderas de Castilla y Sevilla. Vicente Rojo indica que estos datos provienen de las propias fuerzas rebeldes, posteriormente minimizados-. • Fuerzas republicanas de la Defensa de Madrid General Jefe de la Defensa José Miaja Jefe del Estado Mayor Comandante Vicente Rojo Columna Barceló, en Boadilla y Majadahonda Columna Fernández Cavada, en Pozuelo de Alarcón, Humera y Aravaca 3ª Brigada de Carabineros y personal movilizado bajo el mando del Capitán José María Galán, en Aravaca y estación de Pozuelo Columnas Enciso y Clairac, en la Casa de Campo linde Cra.Extremadura Columna Escobar en Carabanchel Bajo y Cra.Extremadura Columnas Rovira y Mena, en Cra.Toledo y Andalucía Columnas Líster y Bueno, en la zona de Entrevías y Villaverde Reservas 2 a 4 batallones, 2 a 5 batería incompletas para acción de conjunto, unidades de transporte y de fortificación; sin aviación, sin carros de combate ni blindados salvo algunos restos Total entre 15 a 20.000 hombres Cronología del ataque Día 1 y 2 Conquista por los rebeldes de Sevilla la Nueva, Brunete y Pinto Día 3 Toman Villaviciosa de Odón y Móstoles Día 4 Toman Getafe, Alcorcón y Leganés


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Días 5 y 6 Toman el Cerro de los Ángeles, Villaverde, Carabanchel Alto y Campamento de Ingenieros El 6 de noviembre el Gobierno abandona Madrid y hace entrega al anochecer de dos sobres cerrados para el General Miaja y el General Pozas con instrucciones de ser abiertos en la madrugada, orden afortunadamente desobedecida ya que además de la pérdida de un valioso tiempo los sobres habían sido intercambiados por error y Pozas debía salir de Madrid esa misma noche. Día 7: Las tropas de Varela penetran en la Casa de Campo por el lindero pero son contenidas en la zona del bosque. A primeras horas de la noche se consigue de forma casual, dentro de una tanque abatido, la ORDEN GENERAL DE OPERACIONES de los rebeldes, que tenían preparado el esfuerzo principal de su ataque con las columnas Nº4, Nº1 y Nº3. La Nº1 y la Nº3 penetrarían en la Casa de Campo por los boquetes y las puertas de Rodajos y Batán, progresando hasta el Manzanares, que cruzarían por puentes y vados, para conseguir una base de partida dentro de la ciudad preparando su asalto definitivo, la base era una línea desde el Cuartel de la Montaña hasta la Cárcel Modelo, el objetivo estaba fijado para una sola jornada. La Col Nº4 iría desde Rodajos al Clínico ocupando Garabitas. La Col.Nº1 iría por el camino del Sotillo, Casa de Cobatillas, puente al sur del Ferrocarril, en la linde NO. de la Casa de Campo, y Martín de los Heros, hasta ocupar la base de partida para el ataque a Madrid en el Pº Moret, Rosales, Marqués de Urquijo y Princesa; la Col. Nº3 iría por la puerta de Batán, Fuente del Príncipe, Iglesia, linde O. del Estanque, puente sobre el Manzanares al sur del ferrocarril, avenida hacia el Monumento de los muertos en las guerras coloniales, Rosales, quiosco de la música y Ferraz para ocupar su base de partida en Marques de Urquijo, Rosales, Ferraz, Pza. España y Princesa. Las Columnas Nº2 y Nº5 atacarían sin rebasar el Manzanares desde el puente de Segovia hasta el de la Princesa. La Orden de Operaciones del EM de la Defensa preparó el siguiente Plan: Barceló y Galán en el flanco derecho atacaría hacia Campamento y desde Humera hacia el sur. Clairac cubriría la Casa de Campo en el ángulo sur, manteniendo contacto con la Col. Escobar y si fuera arrollada cubriendo a toda costa el puente de la República. Escobar resistiría sobre la Cra.de Extremadura defendiendo el Puente de Segovia. Las Columnas de Rovira y Mena defenderían sus posiciones y el Puente de Toledo a toda costa. Las Columnas de Líster y Bueno contraatacarían hacía Carabanchel Bajo y Villaverde. La Columna Prada, recién formada, cubriría y defendería a toda costa el Puente de la Princesa. Enciso y Fernández Cavada atacarían a las unidades que penetrasen en la Casa de campo. Los tanques existentes quedaban afectados al flanco derecho y la artillería se preparaba como contrabatería y de apoyo a las columnas. El P.C. de la artillería se sitúa en la Telefónica y el de la Defensa en el Ministerio de la Guerra. Día 8: las columnas Nº4 y Nº1, que ya habían penetrado a la Casa de Campo por Rodajos y el portillo de la tapia derrumbada del ángulo SE, intentan avanzar pero encuentran una fuerte oposición. La columna Nº4 se desplaza hacia el norte pero recibe el ataque de la 3ª Brigada contraatacando desde Humera y ayudada por Cavada y Barceló. La Col. Nº1 se queda sin el apoyo de la Nº4 y una parte debe acudir a ese frente frenando su avance. La Col. Nº3, flanco derecho de la Nº1, sufre la misma sorpresa y se ve frenada; la Col.Nº2 no puede apoyar a la Nº3 ya que Escobar ofrece una fuerte resistencia. Tampoco la Col.Nº5 progresa por la presión en su flanco de Líster y Bueno . Los días 9 y 10 prosigue la lucha en la Casa de Campo; en Húmera se mantiene el frente; el Coronel Clairac en el Lago es herido y sustituido por Galán; Líster y Bueno siguen presionando en la izquierda. La Col.Nº2 gana el Hospital Militar, y progresa hacía el Vértice Paquillo que no alcanza hasta el día 10 y la Nº5 llega a Vértice Basurero (según Martínez Bande esto sucede el día 13) Según V. Rojo entre los días 10 y el 14 llegan unidades de refuerzo: la XI B.I. de Kléber, que refuerza y releva a la Nº3 y varios días después la XII B.I. de Luckas cubre un sector del Manzanares. Varios autores estiman que la XI entró el día 8 en la Casa de Campo y la XII el 9 en el Cerro de los Ángeles; sin embargo Rojo ha insistido en el error propagado acerca de la intervención de la B.I. durante los primeros días del asalto, en su opinión algo imposible en los 3 primeros días, ya que la insistente petición de que la XI B.I. se incorporase fue cursada el 6 y el 7 sin resultado y el día 8 tuvo una respuesta telefónica del Jefe de E.M. del Ejercito del Centro, Tte. Coronel

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID Bernal indicando la imposibilidad del auxilio de Kléber para los días 8 y el 9 “por haberle asignado otro cometido el Ministro”; sin embargo parece probado que los internacionales, que constituían de hecho la XI Brigada Mixta y que el día 7 se encontraba en Vallecas-Vicalvaro, tuvieron que atravesar Madrid, lo que ocurrió en la tarde del 7 o antes del mediodía del 8, -hecho recogido en la prensa de la mañana del día 9-, teniendo su primera intervención en la zona de Pozuelo. Los días 11 y 12 el ataque general perdió algo de vigor y se llevó a cabo, sin éxito, una contraofensiva para sacar a los rebeldes de la Casa de Campo. El día 13 la Col.Nº1 conquista el Cerro Garabitas, llega a las proximidades del Lago y alcanza el Manzanares en un frente de 1.000m, entre el Puente de los Franceses y el Hipódromo pero sin pasar el río y tiene que fortificarse; el Comandante Romero desde el Puente de los Franceses detiene con unas pocas ametralladores a toda una columna con carros de combate y apoyo artillero; la Col.Nº4 profundiza hacia el N y el O de la Casa de campo sin alcanzar la tapia; la lucha es muy dura, allí pelea la XI B.I. El día 14 es un día de preparación. para ambas partes. El día 15 se había preparado una contraofensiva pero los asaltantes habían reunido fuerzas de la Sierra y retaguardia y sumaron también la Col.Nº 2 -Tte. Coronel Delgado-, retirándola de Carabanchel, a la Nº1 -de Asensio- y a la Nº3 -de Barrón- para atacar en la Casa de Campo. Las fuerzas de Asensio toman como base de partida la casa de Firmes Especiales en la cra. de Castilla; de madrugada se abren con explosivos dos brechas de 4m en la tapia de la Casa de Campo, para permitir el paso de los tanques, eran 16 o 18 unidades pero quedaron casi todos embarrancados en el lecho del río; al tercer intento, después de un bombardeo, a las cuatro de la tarde y con sólo una hora mas de luz por delante,se ordenó el asalto a la infantería y consiguen pasar; lo hace el Tabor III de Regulares de Tetuán de la columna Asensio que alcanza de un solo asalto la Escuela de Arquitectura (lo dice Martínez Bande citando a López Muñiz y a José Maristany, revista Ejército nº15, 4, 1941); M. Reverte indica que es Mohamed Ben Mizzian, jefe del III Tabor de Alhucemas quien pasa primero con la 2ª compañía, al mando del capitán Carlos Muslera y les siguen los Tabores II y III. Por la noche pasa el resto de la columna. Según V. Rojo, a pesar de la hipotética igualdad de refuerzos que ambas partes han conseguido, unidades de la defensa recién incorporada caen presa del pánico y retroceden contagiando a otras fuerzas y esto permite que los rebeldes penetren en la Ciudad Universitaria -en Arquitectura huyen voluntarios de la columna López Tienda (M. Reverte); según Guerra y Revolución en España, de D. Ibarrirui y otros autores, tomo 2 p.171, se debió en gran parte a la conducta de una columna confederal-. La jornada pudo ser decisiva para el ataque pero otras unidades reaccionaron y dos batallones de las B.I. en Puerta de Hierro y un batallón de Romero en el Puente de los Franceses -sobre el que gravitó el peso del ataque- aguantaron y estrangularon la cuña de penetración. En el Clínico, la Brigada 2 -Comandante Martínez de Aragón- detuvo frontalmente el ataque. El frente quedó en una cuña cuya cara oriental iba en el parque del Oeste desde el Monumento a los Mártires de las guerras coloniales hasta la entrada a la Ciudad Universitaria por la Plaza de la Moncloa -en poder de los defensores-; por el lado occidental desde la puerta de Hierro hasta el río manteniéndose el control del Palacete y las Facultades de Derecho, Letras y Medicina. Los días 15, 16 y 17 se bombardeó Madrid con saña con muchas víctimas civiles, siguiendo hasta el 19, lo que motivó la protesta de la embajada de Turquía que sufrió graves daños. El día 16 se encomienda a la columna de Durruti el avance en dirección al Asilo de Santa Cristina-Estadio, coordinado con los hombres de López Tienda y la XI B.I.; sin embargo el ataque no prospera; los rebeldes toman la Casa de Velázquez, defendida por los soldados húngaros de una compañía de la XI B.I, y la Escuela de Ingenieros Agrónomos defendida por lo anarquistas. El día 17 se produce el segundo momento decisivo del avance, Asensio desde Agrónomos toma el Asilo de Santa Cristina y ataca el Clínico en el que se pelea de forma encarnizada, Delgado pasa el río desde el Estadio y ocupa la Fundación del Amo, la Residencia de Estudiantes y el Instituto de Higiene. Son heridos el Tte.Coronel Delgado y Mizzian. Miaja y Rojo, de visita a la Cárcel Modelo, asisten a una desbandada de la columna Durruti desde el Parque del Oeste; providencialmente los hombres que huyen reconocen a Miaja y vuelven a la defensa. En el Clínico aun se lucha durante varios días. El día 20 se toma el Palacete de la Moncloa; ese día muere Durruti y su destacamento es sustituido después de varios episodios conflictivos.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Día 23: Franco decide en Leganés poner fin al ataque directo sobre Madrid ESQUEMA DEL ATAQUE Esquema del avance de las fuerzas rebeldes sobre Madrid Guerra Civil 1936 1939 • Croquis del General Vicente Rojo del avance de las tropas rebeldes Estas imágenes provienen del libro Así fue la Defensa de Madrid

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MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO ORDEN DE OPERACIONES DEL EJERCITO FRANQUISTA

(que le fue entregado al jefe del ESTADO MAYOR VICENTE ROJO) La Orden General de Operaciones Nº15 del Asalto a Madrid obtenida de forma casual por los defensores de la ciudad SECTOR TOLEDO - MADRID AGRUPACIÓN DE COLUMNAS Y TROPAS GENERAL VARELA Estado Mayor. Secciones 3ª y 4ª ORDEN GENERAL DE OPERACIONES Nº 15 En mi Cuartel General a las 10´00 horas del día 6 de noviembre de 1936 PRIMERA PARTE. OPERACIONES I. Noticias del enemigo. Ver Boletín de Información adjunto. II. Situación propia. Nuestras fuerzas han alcanzado los objetivos señalados en la Orden General de Operaciones Nº 14 y se encuentran situadas sobre la línea: Campamento de Ingenieros - Campamento de Carabanchel - Carabanchel Alto - Villaverde. III. Misión para el día D. Ocupar una base de partida para el ataque y asalto de Madrid. Ocupar y sostener una línea que proteja nuestro flanco izquierdo. IV. Idea de maniobra. Atacar al enemigo en el frente comprendido entre el Puente de Segovia y el Puente de Andalucía, desplazando el núcleo de maniobra hacia el N.O. para ocupar la zona comprendida entre la Ciudad Universitaria y la Plaza de España que constituirá la base de partida para avances sucesivos en el interior de Madrid. V. Desarrollo de la maniobra. Ala izquierda: A las órdenes directas del Coronel del Tercio. A) Columna Nº 4 (TCol. Antonio Castejón Espinosa. Después TCol. Maximino Bartomeu) a) Misión: Garantizar la seguridad del flanco izquierdo del Grupo de Columnas, ocupando una línea que proteja contra posibles incursiones o ataques de fuerzas republicanas procedentes del Norte y Noroeste. b) Eje de marcha: Campamento de Ingenieros - Puerta de Rodajos - Vértice Garabitas - km. 3´000 del ferrocarril - Puerta de salida de la Casa de Campo de la carretera nueva - Puente Nuevo (inmediato al del ferrocarril) - Plaza Circular - Hospital Clínico (Ciudad Universitaria). c) Hora de emprender el avance: Las 6´00 horas. d) Ejecución del movimiento: La Columna avanzará rápidamente para entrar en la Casa de Campo por la Puerta Rodajos y brechas abiertas. Una Unidad de Infantería seguirá por las proximidades de la tapia que forma la linde Oeste de la Casa de Campo hasta alcanzar el paso del ferrocarril, las Puertas de Aravaca y Medianil, cuya posesión se asegurará a toda costa. Ocupará el vértice Garabitas que ha de ser posición artillera y el paso del Manzanares por el Puente Nuevo y vadeando al Norte del mismo, haciéndolo rápidamente para dejar el paso libre a la Columna Nº 1. El resto de la Columna constituirá la posición defensiva que apoyándose en el km. 3´000 del ferrocarril de Madrid a Irún - Fundación del Amo y Asilo de Santa Cristina, terminará en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria. B) Columna Nº 1 (TCol. Carlos Asensio Cabanillas) a) Misión: Ocupar la base de partida para el ataque a Madrid definida por el conjunto de edificios comprendidos por el Paseo de Moret, Paseo de Rosales, Calle del Marqués de Urquijo y Calle de la Princesa. b) Eje de marcha: Camino del Sotillo, Casa de Covatillas, Puente al sur del ferrocarril, linde Noroeste del Parque del Oeste, calle de Martín de los Heros. c) Hora de emprender el avance: Las 7´00 horas. d) Ejecución del movimiento: Entrará en la Casa de Campo por las brechas abiertas. Avanzará protegido su flanco izquierdo por la Columna Nº 4 y cuando ésta haya asegurado el paso del río, lo flanquerá utilizando el Puente Nuevo y vadeándolo también al Norte del Puente situado al Sur del ferrocarril continuando el avance por el Parque del Oeste, para ocupar en primer término, la Cárcel Modelo y el Cuartel del Infante Don Jaime. Proseguirá luego su avance hasta llegar a la calle del Marqués de Urquijo, asegurando desde la Cárcel Modelo el enlace por el fuego con las fuerzas de la 4ª Columna situadas en el Hospital Clínico. Cubrirá su flanco izquierdo en la calle de la Princesa, situando ametralladoras que batan con sus fuegos todas las calles que desde el este desembocan en ella. Columna Nº 3 (TCol. Francisco Delgado Serrano) a) Misión: Ocupar la base de partida para el ataque a Ma-

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID drid limitada por las calles del Marqués de Urquijo, Paseo de Rosales, calle de Ferraz (incluido el Cuartel de la Montaña), Plaza de España, calle de la Princesa. b) Eje de marcha: Carretera a Madrid Puerta de Batán, Fuente del Príncipe, Iglesia, linde Oeste del Estanque, Puente sobre el Manzanares al Sur del ferrocarril, Avenida que conduce al Monumento a los muertos en las Guerras Coloniales, siguiendo por el Paseo Bajo de Rosales a desembocar al quiosco de la música, Paseo Alto de Rosales y calle de Ferraz. c) Hora de emprender el avance: Las 6´30 horas. d) Ejecución del movimiento: En la noche de hoy, la Columna se trasladará con todos sus elementos al Aeródromo de Cuatro Vientos. Entrará en la casa de Campo por la Puerta del Batán, protegiendo el desfile de las fuerzas con un Destacamento que fije el frente enemigo, cuyo Destacamento se unirá a la Columna, relevándose por elementos de las Unidades afectas a las Columnas. Seguirá con el grueso el eje de marcha señalado y destacará una Compaía con una Sección de Ametralladoras, la que en unión de fuerzas Auxiliares reconocerá la zona comprendida entre el eje de marcha y las tapias al Sur, asegurando la posesión de las Puertas del Ángel y la del Puente del Rey. Pasará el río Manzanares, utilizando el puente inmediato y al Sur del ferrocarril y los que tienda Ingenieros. Alcanzado el Paseo Alto de Rosales, montará el ataque al Cuartel de la Montaña, ocupando éste y la zona que se le asigna. Se instalará sólidamente en la Iglasia de las carmelitas de la Plaza de España y casas de la acera Nordeste de la misma, a fin de dominar con fuegos de ametralladoras y cañón el Palacio Real y la explanada de las antiguas Caballerizas y Gran Vía. D) Columna Nº 2 (TCol. Fernando Barrón Ortiz) a) Misión: Atacar Carabanchel Bajo para atraer la atención del enemigo. b) Eje de marcha: Carretera de Madrid a Fuenlabrada, camino a las Charcas de Morata, Puente de Segovia. c) Hora de emprender el avance: Las 6´30 horas. d) Ejecución del movimiento: Ocupará Carabanchel Bajo, manteniendo enlace con la Columna Nº 3 para cubrir su flanco derecho. Logrado Carabanchel Bajo, continuará la progresión en dirección al Puente de Segovia, sin pasarlo sin previa orden. Tendrá en cuenta que su misión, como antes se indica, es atraer la atención del enemigo para facilitar el avance de las tres Columnas anteriores, pero sin emplearse e n un combate a fondo que pudiera producirle un gran desgaste. E) Columna Nº 5 (TCol. Heli Rolando Tella Cantos) a) Misión: Atacar en dirección al Puente de Toledo, para atraer la atención del enemigo, desbordando Carabanchel Bajo por el Nordeste. b) Eje de marcha: Camino de Madrid a Villaverde. c) Hora de emprender el avance: Las 6´00 horas. d) Ejecución del movimiento: Avanzará cubriendo su flanco derecho para protegerse de los ataques que procedan del Puente de Andalucía. Cooperará al avance de la Columna Nº 2 y tendrá en cuenta que su misión es análoga a la de la referida Columna sin que se pase el Manzanares sin previa orden. F) Columna Nº 9 (De nueva organización). a) Organización: Un Tabor de Tiradores de Ifni con P.M. y Sección de Ametralladoras, Guardia Civil y Requetés. b) Misión: Constituir la reserva del ala izquierda. Estará a mis inmediatas órdenes. c) Eje de marcha: Carretera de Madrid a Portugal. d) Situación inicial: Alcorcón. e) Ejecución de la misión: A las 6´00 horas del día 7 de noviembre se encontrará el Tabor de Ifni en campamento Militar para guarnecer la base de partida de la Columna Nº 1. El resto de la Columna en Alcorcón. Su actuación posterior, según mi orden. G) Columna Nº 6 : a) Misión: Reserva a mis inmediatas órdenes. b) Situación inicial: Batallón de Voluntarios de Sevilla, en Villaverde. Tabor de la Mehal-la, en Getafe. Batallón de Voluntarios de Canarias, en Leganés. Batería de 75, en Villaverde. Su actuación posterior, según orden. c) Cobertura del flanco izquierdo en Ventorro del Cano y Campamento de Ingenieros. Según orden particular. VI. Artillería. A) Acompañamiento inmediato: Con arreglo a instrucciones particulares. B) Apoyo directo:La Atillería afecta a cada una de las Columnas. C) Acción de conjunto: a) Organización: Ver Orden General de Operaciones Nº 14. El primer Grupo de 105 se constituirá con tres Baterías.b) Misiones: Contrabatería. Prohibición sobre el cruce de la carretera de Madrid a La Coruña (en proximidades km. nueve cruce de la carretera de Madrid a La Coruña con la de Madrid a El Pardo. Cruce de la carretera de Madrid a El Pardo con la de la Huerta del Obispo.-sobre la salida de Madrid por la carretera de Castellón-. Salida del Puente de Andalucía. Refuerzo del apoyo y protección del ataque de las 4 Columnas.Tiro contra objetivos imprevistos. Zona de asentamientos: 1ª Agrupación: Región al Sur de Villaverde. 2ª Agrupación: - 2º Grupo de 10,5: Zona del vértice Garabitas. 2º Grupo de 15,5: Proximidades de Cuatro Vientos. Ruptura de fuegos: A partir de las 6´00 horas. Las Baterías de 10,5, a petición directa de los Jefes de Columnas o a mi orden. El 1º Grupo de 15,5, a mi orden. El 2º Grupo de 155, a la del Coronel Yagüe. Los Grupos podrán


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO romper fuego por iniciativa propia sobre los objetivos importantes que descubran, regulándose el consumo de municiones por el Comandante Principal de Artillería. VII. Aeronáutica. Según orden particular. VIII. Zapadores: Una Sección con cada una de las Columnas Nº 2 y 5. Dos Secciones con cada una de las Columnas Nº 1, 3 y 4. IX. Unidades de carros. Según instrucciones particulares. X. Unidad de carros blindados. Con la distribución actual. XI. Ametralladoras antiaéreas. Una Sección con cada Agrupación de Acción de Conjunto. XII. Enlace. a) Puestos de Mando: Mi Cuartel General en Leganés, a partir de las 6´00 horas. Coronel del Tercio: Inicialmente Alcorcón. Columnas Nº 1, 2, 3, 4 y 5, sobre sus ejes de marcha. Columna Nº 9, en Cuatro Vientos. b) Agentes de Enlace: Un Oficial de cada una de las Columnas Nº 2 y 5 y uno por la Agrupación de Columnas del ala izquierda, en mi Cuartel General a las 6´00 horas. c) Eje de Transmisiones: Fuenlabrada - Leganés - Carabanchel Alto - Vértice Garabitas - Cuartel de Moret. d) Transmisiones: Ver Orden General de Operaciones Nº 14. XIII. Puestos de mando a fin de jornada: Coronel del Tercio: P.C. Campamento Militar. Columna Nº 1: P.C. Cuartel del Infante Don Jaime. Columna Nº 2: P.C. casas en las proximidades del km. 4´000 de la carretera de Extremadura. Columna Nº 3: P.C. Cuartel de la Montaña. Columna Nº 4: P.C. Fundación del Amo. Columna Nº 5: P.C. Casas en las proximidades del km. 4´000 de la carretera de Madrid a Toledo. SEGUNDA PARTE. SERVICIOS Para Conocimiento: General 7a. División Orgánica Para cumplimiento: -Coronel Jefe de El Tercio. Columnas números 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y de Caballería. Batallón Tiradores de Ifni. Primer Grupo de 10,5. Primer Grupo de 15,5. Segundo Grupo de 15,5. Primer Grupo de 6,5. Segundo Grupo de 6,5. Compañía de Carros ligeros. Primera y Segunda Compañía de carros pesados. Ametralladoras antiaéreas. Jefes de los Servicios de Artillería, Ingenieros, Intendencia y Sanidad. Para Cooperación: Aviación De Orden de S.E., El Comandante Jefe de E.M., Fdo. Enrique Uzquiano • La Orden General de Operaciones Nº16 del Asalto a Madrid SECTOR TOLEDO - MADRID AGRUPACIÓN DE COLUMNAS Y TROPAS GENERAL VARELA Estado Mayor. Secciones 3ª y 4ª ORDEN GENERAL DE OPERACIONES Nº 16 En mi Cuartel General a las 10´00 horas del día 6 de noviembre de 1936 I. Noticias del enemigo. Ver Boletín de Información adjunto. II. Situación propia. Nuestras fuerzas se encuentran sobre la línea alcanzada en el día D. III. Misión general. Ocupación total de Madrid, exceptuando las barriadas extremas. Se desarrollará en tres Fases, llevándose a cabo, como mínimo, cada una de ellas en un día. IV. Idea de maniobra. Avance por saltos sucesivos, coordinándose la acción de todas las Columnas, para alcanzar líneas que garanticen la posesión de la parte de población ocupada y sirvan de base de partida para la Fase

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID siguiente. El esfuerzo principal se llevará por las Columnas Nº 1 y 3. V. Zona de acción. A) Columna Nº 1. Límite Norte: Calle de Fernando el Católico - Eloy Gonzalo - Martínez Campos - Diego de León. Límite Sur: Travesía de Conde Duque - Noviciado - San Vicente - San Mateo - Fernando VI - Bárbara de Braganza - Goya. Dirección del esfuerzo principal: Calle de Alberto Aguilera - Carranza - Sagasta - Génova - Plaza Colón - Goya. B) Columna Nº 3. Límite Norte: El Sur de la Columna anterior. Límite Sur: Calle Leganitos - Plaza de Santo Domingo - Callao - Preciados - Tetuán - Aduana - Peligros - Alcalá - Plaza Castelar - Antonio Maura - Paseo de la Argentina (Retiro) - Plaza de Honduras - Paseo de Venezuela (Retiro) Calle de Alcalde Sáins de Baranda (incluidos). Dirección del esfuerzo principal: Gran Vía - Alcalá - O´Donnell. C) Columna Nº 2. Límite Norte: El Sur del anterior. Límite Sur: Campillo de las Vistillas - Plaza de los Carros - Plaza de la Cebada - Calle Maldonadas - Encomienda - Esgrima - Jesús y María - Lavapiés - Plaza de Lavapiés - Calle de Argumosa - Calle del Hospital - Santa Isabel - Plaza del Ministerio de Fomento - Calle del Pacífico (incluídos). Dirección del esfuerzo principal: Calle Mayor - Plaza Mayor - Calle de Atocha - Paseo del Pacífico. D) Coluna Nº 5. Límite Norte: El Sur de la anterior. Límite Sur: Manzanares - Plaza de Italia - Paseo de Ronda. Dirección del esfuerzo principal: Calle del Ferrocarril - Glorieta de Santa María de la Cabeza - Calle de Bustamante. VI. Desarrollo de la maniobra. A) Mecanismo del avance. Se tendrá en cuenta que la principal misión a realizar es ocupar y asegurar inicialmente los puntos centrales de comunicaciones. Las Columnas nº 1 y 5, atenderán a la seguridad de sus flancos descubiertos mediante armas automáticas situadas en lugares cuya dominación y rasancia permitan hacer fuegos eficaces. En principio las Columnas no pretenderán dominar materialmente todo el terreno de la zona de acción señalado para el avance, sino que su finalidad principal habrá de ser la conquista de los objetivos y líneas que se señalan para cada una de aquéllas. Alcanzada la línea final de cada fase, situará fuertes destacamentos que garantizen su posesión, constituirá una fuerte reserva en situación central y con los elementos auxiliares apoyados por el resto d ela Columna se procederá a la limpieza total de la zona. Antes de iniciar la fase siguiente, los destacamentos de la Columna de ocupación de puntos y protección de flancos, serán relevados por las fuerzas auxiliares concentrándose las Columnas sobre la base de partida. Si la resistencia enemiga lo permite y, a mi orden, podrá proseguirse el avance sobre la línea de objetivos siguientes: B) Líneas sucesivas a alcanzar. a) Primera Fase. Columna Nº 1: Glorieta de Quevedo y Bilbao. Columna Nº 3: Calle de Fuencarral y Montera. Columna Nº 2: Puerta del Sol - Calle de Espoz y Mina - Concepción Jerónima Progreso - Duque de Alba - Plaza de Nicolás Salmerón. Columna Nº 5: Calle de Toledo - Arganzuela - Campillo del Mundo Nuevo - Gasómetro - Paseo de la Esperanza - Plaza Condesa Pardo Bazán. b) Segunda Fase. Columna Nº 1: Línea intermedia - Gloruieta de la Iglesia - Chamberí - Glorieta de Alonso Martínez. Línea final: Plaza de Isabel la Católica - Castellana - Plaza de Colón. Columna Nº 3: Recoletos - Plaza de Castelar - Plaza de la Lealtad. Columna Nº 2: Plaza de Cánovas del Castillo - Paseo del prado - Plaza del Ministerio de Fomento. Columna Nº 5: Glorieta de Atocha (incluida) - Plaza de Luca de Tena - Beata Mariana de Jesús - Plaza de Legazpi. c) Tercera Fase. Columna Nº 1: Plaza de Manuel Becerra - Avenida de Francisco Silvela. Columna Nº 3: Avenida del Doctor Esquerdo. Columna Nº 2: Paseo de Ronda. Columna Nº 5: Paseo de Ronda y Plaza de Italia. Columna Nº 4: Cuando se ordene por mi Cuartel general, replegará el servicio interior de la Casa de Campo, después de haber sido relevado por las fuerzas que se designen. Hasta este momento toda la Columna continuará con la misión que se señala en la Orden General de Operaciones Nº 15. Una vez efectuado el relevo y manteniendo una Unidad en la línea comprendida entre el puente del ferrocarril y el Hospital clínico iniciará el avance con el resto de la Columna para ocupar el Cuartel de la Guardia Civil de Guzmán el Bueno, y llegar en un primer salto a la Glorieta de Cuatro Caminos. Asegurado su flanco izquierdo en ésta para impedir la progresión de los grupos republicanos que intenten marchar de Norte a Sur, seguirá su avance hasta alcanzar la Plaza de los Ministerios y Paseo de la Castellana. La línea final del último salto será la determinada por la Avenida de Joaquín Costa. El límite Sur de su zona de acción sera el Norte de la Columna Nº 1. El avance se ajustará a las mismas normas señaladas en el apartado A) de este epígrafe. VII. Organización de las unidades para el ataque. A) La agrupación de ataque se constituirá con: Una Compañía de fusileros granaderos. Dos ametralladoras. Un Carro de Combate. Una pieza en misión de acompañamientode anticarro. B) Dentro de cada Unidad de Infantería (Batallón, Tabor o Bandera) la organización será normalmente: Dos


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Agrupaciones de combate en primer escalón. Una reserva constituida por: Una Compañía de fusileros granaderos. Una Sección de Ametralladoras. Máquinas de acompañamiento. Una pieza anticarro. C) Dentro de cada Columna el dispositivo de avance será, normalmente: Dos Unidades en primera línea. Una Unidad de Infantería (sin medios suplementarios). Una Batería de 75 en apoyo directo. VIII. Distribución de medios suplementarios. A) Carros de Combate. Columna Nº 4: Una Sección de la 2ª Compañía de Carros Pesados. Columna Nº 1: Una sección de la 2ª Compañía de Carros Pesados. Columna Nº 3: Una Sección de la 1ª Compañía de Carros Pesados. Columna Nº 2: Dos Secciones de la Compañía de Carros Ligeros. Columna Nº 5: Una Sección de la 1ª Compañía de Carros Pesados. B) Piezas de acompañamiento y anticarro. Columna Nº 4: Una batería del 1º Grupo de 65. Columna Nº 1: Una Batería del 1º Grupo de 65. Columna Nº 3: Una Batería del 1º Grupo de 65. Columna Nº 2: Una Batería del 2º Grupo de 65. Columna Nº 5: Una batería del 2º Grupo de 65. C) Piezas anticarro Tres piezas de 37 con cada una de las Columnas Nº 1, 2, 3, 4 y 5. D) Zapadores. Una Sección con cada una de las Columnas Nº 1, 2, 3, 4 y 5 y de Caballería. E) Todos los elementos suplementarsios se pondrán a disposición de los jefes de las Columnas respectivos en la noche del día D-1. IX. Artillería. a) El Acompañamiento Inmediato y el Anticarro con arreglo al epígrafe anterior. b) Apoyo Directo: La artillería de 75 de las Columnas. c) Acción de Conjunto: 1ª Agrupación. Zona de asentamientos: Sin variación inicialmente. Misión: La señalada en la Orden General de Operaciones Nº 15. Ruptura de fuegos: A partir de las 6´15 horas, a mi Orden, a petición de los Jefes de las Columnas Nº 2 y 5 o por inicativa propia si descubre objetivos imprevistos de importancia. 2ª Agrupación: Zona de asentamientos: 2º Grupo de 105: Zona del Vétice Garabitas. 2º Grupo de 155: Proximidades de Cuatro Vientos. Cuando el Coronel del Tercio considere conveniente, una Batería de 155 avanzará a la zona del Vértice garabitas para tomar posiciones. d) Refuerzo del Apoyo Directo: Para vencer los Centros de Resistencia republicanos, que por sus características no uedan ser batidos por la Artillería de 75, los Jefes de Columna solicitarán del Coronel del tercio, los del ala izquierda y de mi Cuartel General los del ala derecha, el avance de una Sección de Obuses de 105 de la Acción de Conjunto. esta Artillería, en todo caso deberá contar siempre con un sostén. X. Reservas. A mis inmediatas órdenes. La 6ª y 9ª Columnas, seguirán en sus situaciones actuales. Su actuación posterior, según Orden. XI. Aeronáutica. Según orden particular. XII. Ametralladoras antiaéreas. Una Sección con cada una de las Agrupaciones de Acción de Conjunto. XIII. Unidad de carros blindados. Dos con la Agrupación de Columnas del ala izquierda. Tres con la Columna Nº 7, en Brunete. Tres con la Columna de Caballería, en Valdemoro. XIV. Enlace. a) Puestos de Mando: La situación de mi Cuartel General se comunicará a las 20 horas de hoy. Los Jefes de Columna, en las direcciones del esfuerzo principal. La instalación de sus Puestos de Mando se comunicarán inmediatamente a mi Cuartel general y a los Jefes de las Columnas inmediatas. b) Agentes de Enlace: Un Oficial de cada una de las Columnas 2 y 5 y uno de la Agrupación de Columnas del ala izquierda, en mi Cuartel general a las 6´00 horas. c) Eje de Transmisiones: Fuenlabrada - Leganés - Carabanchel Alto - Vértice Garabitas - Cuartel de Moret. d) Transmisiones: Ver Orden General de Operaciones Nº 14. XV. Fuerzas auxiliares. Por cada uno de los Distritos de Madrid, se ha constituido un grupo formado por una Compañía de la Guardia Civil y Falange. La misión de estas fuerzas es, una vez alcanzadas las líneas finales de cada una de las fases, efectuar la limpieza de la zona y los registros domiciliarios y detenciones que procedan, sostenidas y apoyadas por las fuerzas del Ejército. Marcharán inmediatamente detrás de las Columnas y a disposición del jefe de las mismas hasta que termine la misión que antes se señala.

De Orden de S.E., El Comandante Jefe de Estado Mayor, P.O. Fdo. Gregorio López Muñíz

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID La Batalla de Madrid: noviembre de 1.936 La presente introducción no tiene como razón de ser la descripción pormenorizada del inicio de la Guerra Civil Española. Más bien contienda española en el Parque Linea l tratan de dibujar el contexto en el cual, posteriormente se podrá analizar más concretamente la historia de la . Así mismo tampoco deberá ser tenida en cuenta para concienzudos análisis históricos o técnicos sobre el conflicto, estando, como cabría esperar en casi cualquier texto que hable de nuestra guerra, no exenta de subjetividades. El 17 de Julio del año 1.936 se producía una sublevación militar, de ideología ultranacionalista, en el corazón del ejército de Marruecos. El golpe de Estado se extendía a las pocas horas a la guarnición de las Islas Canarias y a la de Cádiz, donde llegó un Tabor de Regulares (batallón de tropas indígenas marroquíes) y la 5ª Bandera del Tercio de la Legión a bordo del transporte «Ciudad de Cádiz» y del destructor «Churruca». Se usa así la marina republicana, que justo después mostrará casi al completo su lealtad a la República, quizá ya demasiado tarde, cuando la marinería lograra anular al reducido grupo de oficiales golpistas. El día 18 los «resortes del poder» habían saltado en todas partes o estaban a punto de saltar. Las ocho regiones militares, la comandancia exenta de Asturias y las de Baleares siguieron el camino de las fuerzas armadas de Marruecos y Canarias el día 17. El hecho consumado, saliendo a la calle y proclamando el estado de guerra, dependió en cada sitio de diversos factores”. Así nos cuenta Juan Modesto como la pasividad del Gobierno de la República, en un desesperado intento de evitar el baño de sangre, deja vía libre a los mandos de los distintos acuartelamientos para secundar el golpe militar. Desde aquí pretendemos modestamente situar el contexto que precedió a la Batalla por Madrid, destacando acontecimientos que creemos relevantes o que pudieron influir en esta acción de guerra. Sólo así podremos entender el porqué de los restos que hoy se encuentran en el Parque Lineal y alrededores, el quien, el cómo y el cuándo de un comportamiento humano que hoy queda desdibujado en la parquedad de los estériles cortados yesíferos que bordean al Manzanares. El inicio de la Guerra en Madrid: del Cuartel de la Montaña al EPR La Batalla por Madrid debería esperar al mes de noviembre, tras el veloz avance de las tropas rebeldes viniendo del sur. Pero antes incluso de este rápido avance Madrid ya estaba sitiada por el norte. El golpe de Estado triunfó por encima de la sierra de Guadarrama, ante quizá cierto desacierto del Gobierno, siendo el general Mola (desde Pamplona) su máximo responsable. Sin embargo este ejército carecía del empuje y la experiencia de las tropas de Marruecos, además de tener importantes problemas de aprovisionamiento. Hasta no tener el apoyo del ejército del sur, una vez tomado Badajoz, no hubo cambios importantes en la situación estratégica. Mientras, en el sur, Queipo de Llano imponía violentamente el triunfo nacionalista en Sevilla, esperando la urgente ayuda del ejército de África, que llegaba con cuentagotas en arriesgados vuelos con viejas aeronaves. El estrecho estaba en poder de la marina republicana pero, en un grave error táctico, se permitió el paso una a una de las diferentes banderas de la legión. Los días siguientes al 17 de julio sirvieron para armar las columnas africanas, las de la “Muerte” - como eran llamadas por los republicanos - que desde el sur, abrigados y defendidos por la frontera portuguesa, deberían enlazar con el ejército del Norte y tomar Madrid de inmediato. Son los primeros días de la sublevación militar y la República desconoce con qué fuerzas cuenta. Parte del ejército permanece fiel al Gobierno democrático, pero en muchas ocasiones los mandos titubean y es la población civil quien se encarga, mal pertrechada e incluso parcialmente desarmada, de la defensa de su ciudad o de su pueblo. En Madrid hay cierto desorden y en un primer momento son pistoleros proinsurgentes los que toman las calles principales y los edificios más accesibles a sus propósitos, disparando abiertamente a la población, con el objetivo de extender el terror y así ablandar la salida de las tropas de sus cuarteles y evitar lo que posteriormente sucedería. Dos días después del golpe de Estado, el general Fanjul, conspirador contra la República, entra de paisano con total libertad en el Cuartel de la Montaña (muy cerca del emplazamiento actual del Templo de Debod), para hacerse con las tropas y tomar los puntos vitales de la capital. No hace esto y en su lugar proclama el estado de guerra y se atrinchera en las instalaciones militares. Cuando el pueblo en la calle, en poderosas manifestaciones, pedía «armas», el Gobierno respondía esta vez en una Nota Oficial, radiada a las 15.15: «…el mejor concurso que se puede prestar es garantizar la normalidad de la vida ciudadana para dar un ejemplo de serenidad y confianza en los resortes del poder.» Juan Modesto (Yo Soy del Quinto Regimiento)


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO El Cuartel de la Montaña guarda en sus instalaciones más de 50.000 cerrojos de fusil, imprescindibles para los correspondientes fusiles que estaban en poder de la República. Aunque el Estado Republicano se negó en un principio a dar armas a la población civil, la situación se hará insostenible ante el rápido avance nacionalista y el Cuartel de la Montaña es tomado al asalto por guardias leales y cientos de ciudadanos civiles de Madrid el día 20 de julio, con la ayuda de la aviación, ya que las milicias apenas podían disponer de armas. La toma del cuartel causa numerosas bajas en ambos bandos y aún hoy es controvertido en su desarrollo, ya que dentro del propio edificio, una buena parte de los militares quisieron permanecer fieles a la República, siendo represaliados allí mismo. El asalto final produjo desmanes por parte de una exaltada muchedumbre. Los presos hechos en el asalto ingresan en la cercana cárcel Modelo, lo que supondrá un grave problema meses después, cuando Madrid esté a punto de caer y se produzcan los desmanes de las sacas y los fusilamientos incontrolados. El dibujante Helios Gómez, junto con un grupo de trabajadores, en corbata... probablemente la gente salió de sus oficinas y puestos de trabajo ante la noticia de la sublevación del Cuartel de la Montaña, en el mismo corazón de Madrid, a combatir de manera ciertamente improvisada. Muchos de ellos murieron en el feroz asalto junto a los que resitieron dentro. ( Fuente: http://barahona.blogcindario.com/ ) La toma del Cuartel de la Montaña es paradigma del desorden de la totalidad de lineas republicanas al comienzo de la guerra, de las que no se conocían efectivos o estos estaban desprovistos de medios materiales para responder a la agresión militar armada. Tal confusión en las atribuciones y en la organización fue, a pesar de la creación del Ejército Popular Republicano (EPR) en octubre del 36, la asignatura pendiente de las tropas leales durante todo el conflicto. El EPR integró de la mejor manera posible a los militares que guardaron lealtad, los medios materiales que estos controlaban y las distintas milicias de civiles que de manera espontanea se fueron creando alrededor de las organizaciones sociales, políticas y sindicales. Frente al EPR se encontraba un ejército bien equipado y, especialmente el que avanzaba sobre Madrid, entrenado en la guerra de África. Quizá por todo esto, las columnas sublevadas avanzaron con cierta rapidez, aunque encontrándose a su paso con tenaces resistencias alentadas por el ideario republicano, que con más pasión que acierto táctico, defendieron con sus vidas la toma de Madrid. Poblaciones y gentes que, como la de Badajoz, se encuentran a cientos de kilómetros de la capital madrileña. En esta enrarecida atmósfera se comienza a fraguar la Batalla por Madrid y la población, pese a lo pensado por las tropas golpistas y por los propios responsables republicanos, se atrinchera. Se comienzan a hacer fortificaciones, polvorines, trincheras, parapetos, nidos para armas automáticas y un sinfín de construcciones de diversas características, heterogéneas y en un primer momento mayoritariamente civiles, en diversos puntos de la ciudad considerados de importancia estratégica. El camino hacia Madrid: Badajoz Corría el mes de Noviembre de 1936 y las tropas nacionalistas se preparaban para un rápido asalto a la capital de la España Republicana. El ejército de África, que mezclaba tropas de legionarios y tabores marroquíes, saltaba de Sevilla a Badajoz y de allí a Toledo, desde donde lanzaba el órdago a las desorientadas milicias que defendían Madrid. El rápido avance de las tropas nacionalistas hacia Madrid era un preludio de la Blitzkrieg, la “guerra relámpago” que llevaría a cabo la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era llegar a Madrid lo antes posible para defenestrar al Gobierno Republicano y así hundir las expectativas y moral de un ejército de circunstancias. La “Columna de la Muerte” fue el sobrenombre de estas tropas que empezó a circular por la España republicana. No era casual y la historia de Badajoz no ayudaba. Bajo el abrasador sol de agosto se pudrieron en sus calles cientos de milicianos asesinados indiscriminadamente tras la toma, a sangre y fuego, de la ciudad por el entonces teniente coronel Yagüe, quien no tiene reparos al confesar, entrevistado por el periodista estadounidense John T. Whitaker, lo siguiente: Claro que los fusilamos. ¿Qué esperaba? ¿Suponía que iba a llevar cuatro mil rojos conmigo mientras mi columna avanzaba contrarreloj? ¿Suponía que iba a dejarles sueltos a mi espalda y dejar que volvie ran a edificar una Badajoz roja? Juan Yagüe (Teniente Coronel nacionalista)

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID Los habitantes pacenses habían sufrido la noche del 12 de agosto un bombardeo aéreo que, junto a la artillería que asolaba las antiguas murallas de la ciudad, permitió a Yagüe abrir una brecha en la defensa del siglo XVIII y entrar en una población sin luz y destrozada. Para ello la colaboración de las autoridades portuguesas fue crucial. Dos batallones republicanos defendieron Badajoz frente a los catorce nacionalistas que la tomaron el día 14. Lo que vino después fue un secreto a voces contado por los propios periodistas que viajaban y simpatizaban con el ejército sublevado: “Hay quien habla de 2000 fusilados” - señala el periodista portugués Mario Neves -“No deben de ser tantos...” - respondió Yagüe. En Noviembre de 1.936 comienza la Batalla por Madrid al ser cercada la ciudad. Por el sur las tropas de África intentarán entrar a “fuerza viva” Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete (http://www.sabuco.com) El ejército de África, vencido Badajoz, enfila el río directo a Madrid, para pasar a llamarse el “Ejército del Tajo”. En ese trayecto la República no disponía de fuerzas adecuadas para repeler la agresión del Tercio y de los Regulares indígenas, dibujándose una situación nada propicia para la defensa, comentada esta de manera inmejorable por Juan Modesto. Las tropas leales, sin apenas formación, sorprendidas la mayoría de las veces por una vivísima agresividad rebelde, y casi siempre muy complicadas de gobernar en campo abierto, se vieron una y otra vez arrolladas por las del Tajo en su camino a Madrid. Las proporciones de bajas, de veinte a uno, eran por sí mismas escandalosas. En ellos se enfrentaron un ejército organizado [...] -infantería, artillería, caballería y aviación-[...] cuyos combatientes eran soldados de oficio, algunos con diez-quince años de profesión, dotado abundantemente de material, contra formaciones milicianas en gran inferioridad numérica, de las que las más hechas tenían de 7 a 8 semanas de vida, equipadas con armamento de fortuna y poquísima munición[...] Juan Modesto (Yo soy del Quinto Regimiento) La horrible experiencia extremeña es crucial, ya que enardece los sentimientos e infunde el pánico en los habitantes madrileños. Las milicias, fuera de control por parte del Estado republicano, imparten justicia sumarísima, sucediéndose actos de dudosa valentía en un Madrid que creía ser el próximo Badajoz, abonado por el terror e inmerso en un vacío de poder por la salida el 6 de Noviembre del Gobierno Legitimo hacia Valencia. Madrid parecía entregado así a los nacionalistas. El control de la ciudad es inexistente y la única organización que parece hacerse con un mínimo control de la situación es el Partido Comunista y su Quinto Regimiento, que se disponen a defender la capital de la España republicana a cualquier precio, sin Gobierno, sin ejército, sin apenas armas y sin organización ni experiencia bélica. Una hilera de despachos; todas las puertas están abiertas de par en par, brillan las lámparas que cuelgan del techo; sobre las mesas, mapas abandonados, documentos, comunicados, lápices, blocs llenos de notas. Ni un alma. He vuelto al portal. Delante, más allá del jardín, en la calle de Alcalá, la oscuridad es absoluta. Se oyen unos disparos, el espantoso alarido de una persona y luego risas. El chófer se ha alarmado; es el chófer de turno, hoy no ha sidorelevado, no ha comido; me pregunta si no se puede retirar, desearía buscar algo de comer. Las agujas del reloj de pulsera brillan, señalan las diez y cuarenta y cinco minutos. Dentro de hora y cuarto será el siete de noviembre. No, en esta noche, querido Madrid, no es posible abandonarte. Mijail Koltsov (enviado del Pravda)


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO En los primeros días de noviembre, recuperado el Alcázar de Toledo por las tropas rebeldes y en camino veloz y directo hacia Madrid, se producen los lamentables fusilamientos de Paracuellos, por distintas milicias republicanas, en una ola de locura revanchista y de total desgobierno. En este contexto, mientras las bombas alemanas e italianas comienzan a asolar Madrid, los oficiales prisioneros en la Cárcel Modelo son trasladados a lugares más alejados del frente para evitar su nuevo reclutamiento por los insurrectos. Serán posteriormente interceptados para ser fusilados y enterrados en fosas comunes. Es la historia negra de la República, las sacas de presos fueron frecuentes en las primeras fases de la Batalla por Madrid. La República, tardará aún un tiempo en controlar este tipo de situaciones, aunque partir de diciembre no volverá a haber hechos significativos de este tipo en la retaguardia republicana. En las cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva. Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie, por etapas. Pero nadie se ocupa de ello. Mijail Koltsov (enviado del Pravda) El terror de los bombardeos se estrena a nivel mundial en la capital de España, y la enigmática sombra de la “quinta columna” planea sobre la capital. El general Luis Mola habla de ella preguntado por un periodista sobre cual de sus columnas tomaría primero Madrid. Mola responde que “la quinta”, columna inexistente. Era la estrategia que seguirían decididamente los sublevados en la Batalla de Madrid, generando y manteniendo un terror muy rentable, heredado directamente de los acontecimientos de Badajoz. El propio Mola, seguro de su superioridad, anuncia que tomará un café en alguna castiza calle de Madrid. Las palabras de Mola sólo perjudican aún más a sus simpatizantes, presos ahora en las cárceles madrileñas y presos de una paranoia colectiva en un Madrid abandonado a su suerte. Muchos serán víctimas de las sacas.

El avance. La defensa. Madrid se atrinchera

José Miaja. En octubre es nombrado jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de DeLas burlas al fensa a Vicente Rojo, encargado desde ese momento por la Junta de general enDefensa de diseñar un plan para la resistencia de Madrid. Estará al cargado de mando del General José Miaja, presidente de la Junta de Defensa de la defensa de Madrid. El Gobierno se refugia en Valencia el 6 de noviembre ante la Madrid fueron constantes. Su inminencia de la caída madrileña. tosquedad, su La Junta de Defensa se crea para aliviar el gran vacío de poder que se expresividad produce en la capital tras el traslado de todos los Ministerios a Valensimplona, le cia. Es el Ayuntamiento en funciones en los finales del 36 y comienzos hacían blanco fácil de las críticas de sus del 37. El objetivo de esta Junta era evitar la desbandada general y enemigos. Koltsov nos lo describe vivaguardar lo mejor posible las formas de un Madrid donde eran frecuen- mente: “Miaja es un hombre viejo, alto, tes las “checas” milicianas, además de eliminar cualquier movimiento rubicundo, totalmente calvo, de mejillas flácidas, fofas, con grandes gafas de ca“quintacolumnista” e intentar una defensa de Madrid que a esas alturas rey. Tiene aspecto de lechuza. Se exalta, se ya nadie creía posible. La tarea parecía inviable y sin embargo el plan enoja, se da golpes al pecho y al vientre” defensivo diseñado por Vicente Rojo fue realmente efectivo. La creación de la Junta de Defensa y el nombramiento de su presidente, José Miaja, ponía de manifiesto la total desconexión entre Gobierno y defensores de la capital. Miaja era un general con una hoja de servicios poco brillante, a quien parece entregársele una misión imposible. El gobierno abandona la capital por sorpresa, con el pensamiento de que sería mejor entregarla y organizar la defensa desde el exterior. Esta postura era la defendida por el general Asensio. Es este general el que entrega a Miaja un sobre con la instrucción de abrirlo al día siguiente, no antes. En él se detalla la salida del Gobierno y la orden de defender Madrid. El retraso de su apertura parece indicar que Largo Caballero esperaba que para entonces la ciudad ya estuviera en manos nacionalistas. La carta, por su enorme valor, es reproducida aquí. Miaja sospecha la jugada y la abre ilegalmente:

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID Para poder cumplir su tarea principal de defensa de la República, el gobierno ha decicido salir de Madrid y encarga a Su Excelencia de la defensa de la capital a cualquier precio. Para ayudarle a cumplir esta dificil tarea, en Madrid se crea, aparte del aparato administrativo habitual, una Junta de Defensa, con representantes de todos los partidos políticos que forman parte del gobierno y en la misma proporción. La presidencia de la Junta se asigna a Su Excelencia. La Junta de Defensa tendrá plenos poderes del gobierno para la coordinación de todos los recursos necesarios a la defensa de Madrid, defensa que se prolongará hasta el fin. Si, pese a todos los esfuerzos, resulta necesario entregar la capital, se encarga dicho órgano de la salvación de todo el material de guerra, así como de todo cuanto pueda tener valor para el enemigo. En este caso, las unidades deben retirarse en dirección a Cuenca, para crear una línea de defensa en el lugar que indique el mando del frente central. Su Excelencia está subordinada al mando del frente central, con el cual deberá de mantener enlace constantemente, en lo que respecta a las cuestiones operativas militares. De él recibirá, también, órdenes de defensa así como de suministro en material de guerra e intencencia. El Estado Mayor y la Junta se instalarán en el Ministerio de la Guerra. En calidad de Estado Mayor se le transfiere el Estado Mayor Central, excepción hecha de la parte que el gobierno estime necesario tomar consigo. Mijail Koltsov (“Diario de la guerra en España”) El ataque aMadrid, noviembre de 1.936. Se destaca la posición de la Casa de Campo, por donde entran las tropas rebeldes, y la del municipio de VillaVerde donde se combate duramente por el control del Cerro Basurero. Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete Desde Toledo avanzaban las tropas africanas que debían entrar en Madrid y el 6 de noviembre es tomado el pueblo de VillaVerde, lo que hoy es VillaVerde Alto, lugar que las tropas rebeldes usarán como base junto con Carabanchel y el aeródromo de Cuatro vientos. El día 7 las tropas nacionalistas avanzan por la carretera de Toledo a través del municipio de VillaVerde y es allí donde los soldados republicanos cortan su avance. Establecido momentáneamente el frente, las tropas del Gobierno capturan un tanque enemigo en la carretera de Toledo, seguramente al norte de VillaVerde, y en su inte- Vicente Rojo, Jefe de la rior lo que más tarde resultó ser la orden de operaciones para la toma de Madrid. Un defensa de Madrid (Estado Mayor de las Fuerzas de golpe de suerte en tiempos difíciles. Defensa). Enrique Lister: Comandante del 5º Regimiento que defendía VillaVerde El documento llega a Miaja quien no puede dar crédito de la inmensa torpeza y atrevimiento de los rebeldes. En los planes se establece, con cierto desprecio hacia el ejército contrario, que se tomará Madrid por la Casa de Campo, por sorpresa, y de ahí al Manzanares que sería cruzado por los puentes hasta la completa ocupación de la capital. Desde el Cuartel de la Montaña se pretendía tomar Madrid a “fuerza viva”. Se nombran incluso los puestos de mando de cada columna una vez finalizada la batalla. Resultaba evidente además que toda la operación debería durar a lo sumo un día, para evitar que el ejército republicano tomara posiciones y se atrincherara. Los corresponsales de guerra de países afines a la causa rebelde, tendentes a adelantar las derrotas de los soldados leales, aprovechaban en sus fantásticas crónicas el vacío de poder generado por la marcha del Gobierno a Valencia. Incluso “hubo quienes, en sus alucinacio-


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO nes, habían visto a los soldados del Tercio de Extranjeros en la Puerta del Sol y a la caballería mora cabalgando por la plaza de España.” (V. Rojo). Estos planes tan optimistas, sin duda debidos al rápido avance desde el sur, presentaban un ataque directo e incisivo por la zona boscosa de la Casa de Campo, lo que dibujaba un frente envolvente para las tropas republicanas. Tal posición de favor, regalada por la mala planificación del enemigo, precipitó el contraataque de Barceló y Galán por el flanco derecho y Prada y Lister por el izquierdo. Este último combatiría duramente al norte de VillaVerde, generando un frente del que hablaremos con más detalle en el capítulo del Frente del Parque Lineal, pero que dejaba las lineas en campo abierto, en lo que hoy es Euskalduna, Rosales, Nuevos Rosales y en general todo el barrio de Butarque. La Batalla por Madrid, 7 de noviembre de 1.936. El ejército nacionalista penetra por la Casa de Campo y comienza a ser “envuelto” por el republicano. Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete (http://www.sabuco.com/)

[...] Antes de las 6 de la mañana del día 8, todas las unidades del frente estaban alerta. No se ocultó ni desfiguró el peligro a los combatientes ni a las gentes de la ciudad, a todos los cuales se dirigió el Comte. de la Plaza con una lacónica arenga: “Las fuerzas del enemigo, con todos sus elementos, están atacando Madrid. Espero de todos vosotros que no retrocedáis un solo paso. Quien dé orden en tal sentido será considerado faccioso y como tal debe ser tratado; de mí sólo se recibirá la orden de avance. Os felicita por la brillante actuación de hoy, vuestro general: Miaja. Vicente Rojo (La Defensa de Madrid) Desde el mismo día de la sublevación militar, las tropas rebeldes tenían como objetivo la toma a toda costa de Madrid. De esta manera, los insurgentes “subordinaron sus planes operativos y dedicaron las fuerzas más selectas de que disponían: españolas, marroquíes, tercio, italianas, alemanas, portuguesas y una brigada irlandesa, así como sus mejores medios de combate, de procedencia, como es notorio, alemana e italiana principalmente.” (J. Modesto) Evidentemente fracasaron en el intento a costa de grandes bajas, suponemos hoy que bastante más equilibradas que las producidas en la loca carrera del ejército del Tajo hacia Madrid. Este ataque frontal de noviembre, que da nombre a la Batalla de Madrid y que Vicente Rojo describe desde la lectura de la orden capturada al enemigo como “a fuerza viva”, se extiende formando un arco desde la Ciudad Universitaria hasta VillaVerde, pasando por la Casa de Campo, lugar por donde debieron haberse introducido los invasores. El fracaso rebelde de su obstinada y presuntuosa toma de Madrid no debió ser ni mucho menos sencillo. La capital aún se defendía con un ejército de circunstancias, formado en buena parte por civiles como el poeta Miguel Hernández en algún cuartel de Madrid “al que yo había llegado unas noches antes desde mi pueblo. Me dieron un fusil. Lo cogí como una cosa extraña y me lo eché al hombro. Me avergonzaba confesar que no sabía manejarlo [...]” Durante los días de noviembre que duró la batalla principal, el intento de toma frontal y “a fuerza viva” de Madrid, fue confuso y difícil el control del ejército de milicianos. No debió ser sencillo cambiar el cotidiano oficio de cada ciudadano por el de militar de primera linea, inserto en una jerarquía castrense que exigía la ausencia inmediata

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID de dolor, de miedo, o de al menos someterlos a un control personal para hacerlos dóciles a la instrucción militar. Escenas que debieron ser trágicamente normales como las de la Plaza de Moncloa que, de pura casualidad fue zona elegida por el enemigo como lugar por donde quebrar la dura linea republicana, el mismo día en el que el general Miaja lo inspeccionaba: [...]Salimos a la plaza, para observar directamente el frente de la Ciudad Universitaria, y culminó nuestra alarma al ver por dicha plaza, retirándose con algún desorden[...], mientras otros combatientes, más valerosos desde sus ametralladoras [...] hacían el fuego característico de las crisis del combate. Fuego ciego, precipitado, en el que más que eficacia y buena puntería, se pide a todos los santos que el arma no se encasquille. Nuestra presencia en la plaza de la Moncloa, he pensado muchas veces -porque creo en Dios- que fue providencial: los hombres que retrocedían en tropel se dieron cuenta de nuestra presencia, reconocieron al general Miaja, lo proclamaron a voces y bastó esto para que también en tropel volvieran a la línea de fuego, que aún no había ocupado el atacante. La Defensa de Madrid (Vicente Rojo) Por el flanco derecho del ataque a Madrid, el insurrecto Teniente Coronel Tella toma Getafe el 4 de noviembre y desde ahí el pueblo de VillaVerde y el Cerro de los Ángeles (llamado Cerro Rojo en el bando leal por el episodio de su efímera toma por Líster) en las dos siguientes jornadas. Cubriendo a su vez su flanco derecho, y paralelos a la carretera a San Martín, hoy Avenida de los Rosales, la caballería mora de Monasterio. Avanzan decididamente hasta un enclave al norte del pueblo de VillaVerde: el Cerro Basurero, un antiguo vertedero que será adelanto de las cruentas batallas que cercarán Madrid. En una linea que iba encima mismo de la Carretera a San Martín y paralela al Manzanares, Enrique Lister acosa al enemigo dejando el frente lejos de las defensas naturales del río. El flanco Este de la Batalla por Madrid se vivió intensamente en VillaVerde y lo que hoy es el Parque Lineal del Manzanares, estando desarrollado en un extenso capítulo aparte del GIPL.

Batalla por Madrid: 14 de noviembre. Los frentes se han estabilizado notablemente y la maniobra envolvente republicana deja las tropas rebeldes en una complicada posición que será fortificada. Fuente: Instituto Bachiller Sabuco Albacete


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Se puede decir que la Batalla por Madrid comienza el 4 de noviembre de 1.936 cuando Getafe, Alcorcón y Leganés son tomados por el ejército nacionalista. Finaliza el día 23 de noviembre, cuando Franco ordena poner fin al ataque ante la delicada posición de sus tropas, muy expuestas y dependientes de largas lineas de suministro. Además, la República comienza a recibir un importante apoyo de efectivos humanos en las Brigadas Internacionales que, pese a lo creído, no participaron masivamente en la Batalla por Madrid. El fin de la Batalla por Madrid no supuso la lógica retirada del ejército derrotado a posiciones más cómodas, sino que muy al contrario recibió la orden de fortificarse y de no ceder un solo ápice de terreno. El objetivo era desmoralizar a las tropas republicanas, aunque fuera a un altísimo precio. Las tropas leales, ya fortificadas, continuaron un largo proceso, casi obsesivo, de atrincheramiento. Tras el fracaso de la misión frontal, el ejército rebelde lo intentará lateralmente en dos ocasiones más: la Batalla del Jarama y la de Guadalajara, tendentes a estrangular la posición madrileña tomando la carretera de Valencia. En ningún caso hubo éxito, pese a la gran cantidad de bajas por ambos bandos. Los soldados de la Repúblican también tendrán su gran ofensiva en Madrid: la Batalla de Brunete, aunque para ellos tampoco el resultado fuera decisivo. Madrid resiste En noviembre de 1.936 la ciudad de Madrid y su periferia sur y suroeste sufrieron un ataque frontal y contundente del ejército nacionalista insurgente. Parecía claro ya entonces que la II Guerra Mundial vivía su primer capítulo en la ciudad de Madrid. Tropas bien preparadas funcionando como un gran bloque, profesionales del oficio de la guerra, actuaron por tierra y por aire, asediando la ciudad sin descanso, bombardeando por primera vez en la historia un gran núcleo de población civil indefensa. Alemanes e italianos ensayaron aquí el preestreno de su bélica actuación europea. Frente a ellas un ejército creado a marchas forzadas, mal equipado y poco o nada entrenado. Soldados de improvisación movidos por el único empuje del sentimiento y la lealtad a la democracia y a la libertad. Un difícil cuadro defensivo al que se le pidió que resistiera a toda costa, que olvidaran el miedo y que estrenaran una valentía que nunca sirvió de nada en los trabajos en los que hasta hacía apenas horas se ganaban el pan. Pese a todo se alzaron con la muy honrosa victoria de la Batalla por Madrid. “Madrid será la tumba del fascismo”, decían. No fue así. Pero su abnegada entrega, su lucha y su muerte no fueron en balde. Madrid jamás fue tomado. Nunca estuvo tan clara la voluntad de un pueblo que, independientemente del tamaño o la crueldad del enemigo, saldría a la calle a resistir, a defenderse con lo que tuviera a mano, contra los dictadores, contra los golpistas de cualquier época que quisieran robarles la libertad. Ese mensaje sigue plenamente vivo, retumbando en la historia del mundo, de España y por entre las trincheras del Parque Lineal, como un aviso a navegantes: Madrid resiste. La contienda española fue un bocado difícil de digerir por las potencias extranjeras quienes, a excepción de Alemania e Italia ayudando abiertamente a los rebeldes, vieron con muchos recelos el conflicto, aislando internacionalmente a la República. Nos narra el General republicano Vicente Rojo, encargado de la defensa de la capital, como causó cierta sorpresa la tenaz resistencia de la ciudad, máxime ante la enorme diferencia de medios y de efectivos en liza. Un agregado de alguna embajada extranjera, suponiendo que el esfuerzo defensivo sería inútil ante tal desigualdad, irrumpió en los despachos del Comando para con cierta prepotencia, en medio de la confusión de las primeras horas y de la supuesta autoridad que pudiera tener ante un ejército de simples ciudadanos, exigir la rendición de las milicias:

-¿Pero por qué no se rinden ya? -¡Porque no nos da la gana! -fue la réplica. General Vicente Rojo - Así fue la defensa de Madrid

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID La Batalla de Madrid

escrito por Jose Bosch Cuando las tropas a las órdenes de Franco se sublevaron en Melilla (posesión española en África) el 17 de Julio de 1936 contra el gobierno de la II República española, su objetivo primordial fue llegar hasta Madrid y conquistar la capital de España. Desde el primer momento pensaron que su objetivo iba a ser fácil. La sublevación fracasó inicialmente tanto en Madrid como en Barcelona, pero en el sur de España contaba con importantes bases. A principios de Agosto Franco, con la ayuda de las tropas asentadas en África, y que incluían soldados árabes, se lanzó a la conquista de Madrid paso a paso. Su cálculo fue que le Ejército Popular, formado por milicianos, miembros de partidos políticos y jóvenes izquierdistas, todos ellos con gran entusiasmo pero poca o nula formación militar, iban a ser un objetivo fácil para su ejército. El 20 de Octubre de 1936, Franco dio la orden de concentrar todas sus energías en el ataque a Madrid, y a principios de Noviembre después de aterrorizar a lo largo de su camino a los simpatizantes republicanos y de partidos del Frente Popular, sus tropas llegaron a las puertas de Madrid para el ataque final y definitivo que se prometía con pocas complicaciones y que iba a descargar todo su potencial para conquistar la ciudad entre el 7 y el 8 de Noviembre. A pesar de que las autoridades republicanas animaban al público a defender la capital, la realidad era que ellas mismas temían que la resistencia iba a ser muy difícil y quizá duraría muy poco tiempo. El presidente de la República, Manuel Azaña, abandonó la capital. El gobierno hizo lo propio el 6 de Noviembre y se trasladó a Valencia, en la costa mediterránea. En Madrid quedó una Junta de Defensa, presidida por el general José Miaja, cuyo objetivo fundamental fue organizar la resistencicia Su primera acción fue construir trincheras en las afueras de la ciudad. 10.000 madrileños se encargaron de esta tarea y frente a sí tenían unejército de 15.000 hombres dispuestos a tomar la capital de la República. El valor, la determinación, la motivación eran decisivas, pero también lo tenía que ser la suerte. Y ésta vino cuando el siete de Noviembre, el día que el ejército sublevado iba a atacar Madrid para aplastar lo que quedaba del orden republicano, un ataque miliciano contra una avanzadilla de las tropas de Franco permitió a los defensores apoderarse de los planes de ataque contra la ciudad. Para entonces, los periódicos madrileños, entre los que ya no había ninguno independiente porque todos se habían afiliado a partidos políticos y sindicatos, alentaban a la población a resistir, a defenderse con todas sus fuerzas, a no flaquear, a derrotar a los invasores. Una tare que parecía difícil pero que dio frutos durante varios meses. “A la ofensiva!”, proclamaban los periódicos a grandes titulares. “Madrid debe ser la tumba del fascismo”. “No pasarán”. Y día tras día ensalzaban el espíritu combativo de los habitantes, un millón de ellos, que durant más de dos años resistieron pero a costa de sufrir hambre, asedio, miedo, de vivir en condiciones precarias, escondidos en el metro y víctimas de terribles bombardeos en zonas urbanas que, a pesar de todo, no lograron minar su moral. Fue la primera gran derrota de Franco. Y mientras tanto, los milicianos, iban al frente a bordo del tranvía, ignorando las millares de octavillas que los aviones habían dejado caer sobre la ciudad pidiendo a sus habitantes que s rindieran porque la resistencia no les llevaría a ninguna parte y sería mucho peor. En las barriadas obreras de la periferia, los madrileños levantaban los adoquines para formar barricadas mientras en toda España se organizaban colectas de dinero, ropas y víveres para ayudar a Madrid en un gesto de solidaridad nunca visto. El coste humano fue terrible. En los primeros meses del acoso enemigo, se estima que los bombardeos causaban alrededor de 50 muertos al día. El 17 de Noviembre las bombas incendiarias causaron 300 muertos. Pero Madrid resistió. La ciudad que desde el primer momento casi todos daban por perdida y Franco por fácilmente conquistable, resistió hasta Abril de 1939, cuando el resto de la península había ya caído en manos de los sublevados, cuando las luchas políticas internas y el abandono de la ciudad por parte de las autoridades dejó a los madrileños exhaustos y desmoralizados. Los periódicos eran cada vez más pequeños, reducidos al final a un sola hoja, por falta de papel, un papel que era cada vez más oscuro y áspero. Las noticias alarmantes de la caída de Barcelona y de Cataluña, en enero-febrero de 1939 fueron prácticamente silenciadas. El cerco de Madrid crecía mientras la prensa denunciaba a los “traidores” que difundían “bulos”. Pero los bulos era la información que la prensa se veía forzada a silenciar debido a la censura, la información de que resistir era inútil, de que el fascismo no había sido derrotado, de que las tropas de Franco, que iban a iniciar una sangrienta represión una vez conquistada la ciudad, estaban al acecho, Y así llego


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO el 30 de marzo de 1939. Madrid cayó finalmente. El uno de abril, el último parte de guerra de Franco proclamaba “la guerra ha terminado”. Pocos días antes los periódicos aun pedían una paz justa, tenían confianza en una negociación que evitara la venganza, que permitiera una ordenada huida de los refugiados. Pero Franco se sabía ganador y no iba a hacer ninguna concesión. La toma de Madrid, su victoria sobre una España destrozada, iba a producirse a la fuerza, arrasando, sin perdón. Después de 28 meses de retraso, Madrid fue conquistada y dominada. Uno de los periodos más negros de la historia se España se iniciaba, a golpes de pistola, con sed de venganza, sin compasión. Madrid no había podido ser la tumba del fascismo y ahora iba a sufrir las consecuencias. Joseph Bosch www.josepbosch.net

Descenso a los pasadizos de la Guerra Civil Los moradores del Madrid asediado construyeron decenas de kilómetros de refugios subterráneos que aún surcan el subsuelo

RAFAEL FRAGUAS

Madrid esconde en sus sótanos vestigios ocultos de una etapa, la Guerra Civil, en la que la vida cotidiana de sus moradores se vio signada por tribulaciones sin cuento durante tres años. El horror adoptaba la forma de bombardeos tan inesperados como inmisericordes. El batir estremecedor de las hélices de grandes trimotores cargados de bombas, así como el hiriente silbido de los proyectiles de gran calibre disparados por la cañonería franquista desde la Casa de Campo sobre el corazón de Madrid, preludiaban siempre estragos y devastaciones. Para huir de todo aquello, el genio del pueblo asediado ideó una serie de refugios subterráneos, inicialmente improvisados en sótanos y bajeras. El 2º Cuerpo de Ejército propuso un túnel para unir bajo tierra el Palacio Real y el metro Muchas de las galerías fueron construidas por porteros de fincas y comerciantes En una documentación procedente del Servicio Histórico Militar, se detalla una “relación de refugios y minas existentes en diferentes fincas urbanas de Madrid, excabadas (sic) algunas de ellas por el mismo vecindario”. Se pasa luego a detallar algunas de ellas, como la de la calle de Núñez de Balboa, 67: “Han construido un muro que aísla un trozo de unos 40 metros cuadrados aproximadamente de alcantarilla, a cuyo trozo convergen tres minas: dos que parten del número 67 de dicha calle y una del número 28 de la calle de Juan Bravo. Estos edificios pertenecen a FAI (Federación Anarquista Ibérica) y CNT (Confederacion Nacional de Trabajadores, sindicato anarcosindicalista)”. En documentos similares se señala que tales refugios se hallan conectados, para su acceso, con conducciones del alcantarillado; a través de ellas, la huida puede desplazar o aproximar a los que emplean esta vía hasta o desde parajes muy alejados. Abundan las minas y galerías construidas por porteros de las fincas sobre las que se hallaban o, incluso, por los propietarios de tiendas o establecimientos comerciales allí situados, como fue el caso de un refugio de la calle de Francos Rodríguez, 90, “cuyos trabajos los ha dispuesto don Felipe Castilla, dueño de la tienda instalada en la referida finca”, se dice en el informe. Poco a poco, fueron surgiendo otros refugios construidos por albañiles movilizados primero por los sindicatos y luego por el Ejército, que permitieron sobrevivir a gran parte de la población. En muchos de ellos han dejado el marchamo de su cabal hechura sobre centenares de kilómetros de galerías subterráneas enladrilladas, con bóvedas, corredores, salas y espacios colectivos, además de conducciones para el agua, la electricidad y las evacuaciones. Los techos podían alcanzar hasta dos metros y medio de altura y la profundidad de los refugios variaba mucho en virtud de la cualidad del terreno. Un picador o zapador normal puede excavar tres metros cúbicos de tierra blanda por jornada. Para un mismo trabajo, éste dura tres horas si labora sobre tierra blanda, tres horas y media, si se trata de tierra dura e invierte hasta cinco horas si la tierra se encuentra mojada. Aún hoy, a algunas de estas galerías es posible -aunque bastante difícil- acceder. Para hacerse una idea de cómo

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID eran aquellos reductos donde los madrileños, niños y mujeres, mayoritariamente, se refugiaban para resistir indemnes los bombardeos, cabe hacer lo siguiente. En la calle del Conde de Xiquena hay un conocido restaurantebar de copas, que en su sótano, visitable, muestra una bóveda a base de ladrillo en estado casi perfecto. Es de la misma naturaleza que la que remata el techo de una tienda de artículos de aventura de la calle de Génova, que puede visitarse en el fondo del establecimiento. Tanto una como otra bóveda forman parte de una galería de gran longitud que unía la plaza de Chamberí, donde se encontraba una amplia sede subterránea del Estado Mayor del Ejército republicano, con la entonces sede del ministerio de la Guerra, hoy Cuartel General del Ejército, en el palacio de Buenavista, que mira a la plaza de Cibeles. Por cierto, en una de las tareas de fortificación más visibles de la contienda, la estatua de la diosa gobernadora -Cibeles, kibernos en griego equivale a gobernar- fue cubierta de ladrillo durante toda la contienda. Hubo también parapetos fortificados en la plaza de España y en la Gran Vía. Un informe del Ejército del centro, más precisamente, de la Comandancia General de Ingenieros, de 17 de diciembre de 1938, muestra la querencia por la construcción de vías y pasajes subterráneos que los conflictos bélicos generan también entre los mandos militares. Dice así: “El Estado Mayor del II cuerpo de Ejército desea comunicar el edificio del palacio nacional [hoy Palacio Real], en el cual tiene instalado su Cuartel general, mediante galería subterránea, con la del ferrocarril metropolitano...”. “En los reconocimientos realizados se ha encontrado una galería correspondiente a un viaje antiguo. (El texto se refiere a los famosos viajes de agua, hasta 150 kilómetros del subsuelo de Madrid, construidos presumiblemente por expertos hidráulicos persas llegados con las tropas árabes con la conquista musulmana). “Su construcción, sección practicable, revestimiento de fábrica, y su dirección, ya que partiendo del arco principal de entrada a la plaza de la Armería termina en la misma galería del Metropolitano, la hacen perfect mente utilizable para el fin propuesto”. Quizá el enclave subterráneo más importante de Madrid es el que se halla bajo el parque del Capricho, en la Alameda de Osuna, a unos diez metros de profundidad. Es la conocida Posición Jaca, donde tenía su asentamiento el último baluarte del mando republicano antes del fin de la contienda en marzo de 1939. Una serie de estancias dividía espacialmente las tareas a desarrollar allí, protegida la actividad por blindajes y puestos de vigilancia y provisto todo el conjunto de agua, generación de electricidad, sistemas de ventilación y vías de escape. Sustancialmente, se trataba de un refugio antiaéreo de los más grandes construidos entonces en Madrid. Hoy es posible su visita, que permite evocar aquellos tiempos heroicos.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO LA CASA DE CAMPO-PECULIARIDADES GEOLOGIA-FLORA-FAUNA El relieve de la Casa de Campo está constituido por cadenas de cerros que discurren en dirección perpendicular al río Manzanares, entre las cuales existen vaguadas ocupadas por cauces de arroyos, algunos de ellos de curso constante.asa de Campo está recorrido, de Oeste a Este, por La zona de la actual casa de Campo, como gran parte de la zona occidental de la Peninsula Ibérica, se asienta sobre el macizo Hespérico, surgido en el precámbrico, aunque el sustrato del terreno empieza a formarse tras el surgimiento en el oligoceno del Sistema Centra l y el posterior arrastre, en el mioceno, de los detritos procedentes de la erosión de las montañas del Guadarrama. Estos materiales ocupan toda la llanura hasta Madrid y en la Casa de Campo adquieren un espesor de 2.000 metros; muy permeables, son de grano más grueso en el norte y suroeste del parque y más fino en el centro y en la parte oriental. Con el deshielo tras las glaciaciones del cuaternario, el Manzanares arrastró gran cantidad de sedimentos que formaron extensas terrazas en sus laderas, más antiguas cuanto más nos acercamos hacia el interior el parque. Arrastres posteriores del arroyo de Meaques forman la zona sureste del actual parque, dando lugar a un fértil sustrato donde posteriormente se construirán el Palacio de los Vargas y sus jardines y los actuales viveros.El suelo está formado por arenas y arcillas, con la aparición de cantos redondos CUATERNARIOS, muy evidentes en los cerros próximos al río. Son de tamaño medio y pequeño, y de forma no muy regular , debido a su juventud geológica. Éstas eran consideradas de buena calidad para la manufactura de ladrillos y otras piezas de construcción, las cuales se cocían en hornos a pie de obra, como fue el caso en las construcciones llevadas a cabo en la posesión real. Los cerros van ganando altura a medida que se alejan del río, desde la cota de los 595m. De dicho río, hasta alcanzar alturas ligeramente superiores a los 680m en la vereda Vieja y en el cruce carretera de Extremadura-carretera de Boadilla del Monte. Los más importantes en el transcurso de la contienda son: Cerro de la Torrecilla, Cerro del Cementerio, Cerro de las Canteras, Cerro Morán, Cerro de Covatillas, (Casa Quemada), Cerro del Aguila y sobre todo Cerro de GARABITAS(676M). La tapia perimetral tenía una serie de puertas que daban acceso a la finca: Puerta del Río, de Los CARROS, del ÁNGEL, del BATÁN, de RODAJOS, de ARAVACA, del MEDIANIL, y de CASTILLA, aparte de las que abrió la II REPÚBLICA( las MORERAS, de la REPÚBLICA(actual del DANTE), MADROÑO, del RÍO(PUERTA DEL REY). Gran parte del perímetro de la Casa de Campo está delimitado por la antigua tapia reformada por Sabatini sobre la erigida antes. Tiene sesenta centímetros de espesor y está realizada mediante machones y vedugadas de ladrillo con paños de mampostería de piedra y mortero de cal. En la parte superior está cubierta con albardillas de granito .En algunas partes se encuentra derruida y en otras reconstruida PORTILLOS Carlos III llevó a cabo el cierre del Real Bosque, fijando la forma que ha llegado a nuestros días. El muro que rodeaba la posesión estaba realizado mediante machones y verdugadas de ladrillo y paños rectangulares de mampostería de piedra con mortero de cal, de dos pies de espesor (60 cms.) cubriendo la parte superior con albardillas de granito. Se accedía al recinto por una serie de puertas que le comunicaban con los caminos o localidades próximas. Las puertas normalmente estaban construidas en piedra, constaban de dos o más pilastras verticales, con adornos en la parte superior, y verjas de hierro forjado para cerrar el paso. La mayoría de las puertas han desaparecido conservándose alguna de ellas como las puertas del Club de Campo, que se corresponden con las primitivas puertas de Aravaca y de Castilla realizadas por Sabatini. Existían aberturas menores o portillos que prácticamente sólo permitían el paso de personas, como el Portillo de la Agachadiza, el de Casa Quemada, el de Los Pinos o el del Zarzón, del cual quedan todos los sillares alineados en el suelo y es posible su reconstrucción. Había también caminos populares como el de los Pinos, de los Romeros, de los Caños, de Rodajos, del Sotillo ,(actual del Zarzón), de la Vereda Vieja ,etc. Se crearon nuevas fuentes en la II República como la de los NEVEROS, TRIANGULO, PAJARITOS, 14 DE

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID ABRIL, del ZARZÓN, de RODAJOS, de la CASA DE VACAS, etc. También dos iglesias creadas por SABATINI, la de la TORRECILLA y la de RODAJOS (ermita), un cementerio(DE LOS EMPLEADOS),las casonas dedicadas al tema agropecuario en tiempos de la Monarquía( La CASA LABOR, La FAISANERA, la CASA DE LAS VACAS, la de los PATINES, la de los Pozos de la Nieve. etc. Otro elemento interesante de la tapia son “las REJAS, OBRA DE SABATINI”, aperturas practicadas en la parte baja de aquella en su confluencia con los arroyos, que permitían la entrada del agua pero al mismo tiempo protegían de los extraños con sus rejas de hierro. En la mayoría de los casos es un conjunto de tres rejas, con la central de mayor tamaño. Los estribos laterales, para resistir las crecidas, tiene forma de tajamares. Las rejas son basculantes, para poder abrirse en caso de fuertes riadas. Las “rejas” son unas construcciones híbridas de puente y puerta que, tenían que resolver el problema de permitir el paso del agua de las riadas de los arroyos y barrancos, y a la vez impedir el acceso de extraños, para lo cual se realizaron unas abertuaras parecidas a portones, que estaban cerrados con rejas de hierro. El diseño más normal de una reja consiste en una terna de puertas, siendo de mayor tamaño la que ocupa la posición central. Para resistir el gran empuje de las aguas en las riadas de los arroyos, estas puertas están flanqueadas por potentes estribos, que adoptan la forma de tajamares en el lado que se enfrenta a la corriente, al igual que ocurre con los puentes. Están realizadas en ladrillo, y muestran una amplia gama de soluciones constructivas para un tema común, formando un conjunto arquitectónico que ha perdurado en su mayor parte y que nos da una muestra más de la maestría constructiva de Sabatini. Han llegado hasta nuestros días las Rejas del Arroyo Meaques, Arroyo de Prado del Rey, Arroyo de la Zorra y dos en el Arroyo Antequina. Son obras que, por su situación en las cuencas geográficas, están expuestas a grandes desperfectos, debido a la humedad que afecta a sus materiales constructivos, pero el riesgo es máximo con los grandes desbordamientos que se forman FOTOS ANTIGUAS DE LA CASA DE CAMPO durante algunas tormentas, riesgo que se incrementa al estar tapiados o taponados algunos de los pasos de agua. La gran riada de 1995 que provocó el desbordamiento del Lago de la Casa de Campo y la inundación de la autopista M-30, nos alertó del peligro que corren estas obras de Sabatini, pues dicha riada además de destruir nuevamente el puente de las Siete Hermanas, reventó veinte metros de valla junto a las rejas del arroyo Antequina.

En cuanto a los estanques, aunque ya existió una pequeña laguna natural, la mayoría fueron creados una vez que el recinto pasó a ser posesión real en el siglo XVI. Se utilizaban para diversas funciones prácticas (reserva de agua para riego, control de las crecidas, cría de peces) y también por su valor estético y de ocio (representación de naumaquias, navegación en falúas y, en invierno, para patinar). A partir de la laguna natural antes citada, se construyó el llamado Estanque Grande, principalmente para almacenar agua. En el siglo XVII había cinco (el citado Grande y los del Norte, del Niño, de la Mujer y del Puerco).


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO En el siglo XVIII se construyó, donde las actuales pistas de tenis, uno nuevo, el Estanque Chico, que se dedicaría posteriormente a la cría de tencas y recibiría el nombre de El Tenquero. En el siglo XIX quedaban tres y el rey Alfonso XII construyó en el Grande un embarcadero y dedicó otro para patinar, llamado desde entonces de Patines y que sería desecado tras la guerra civil. El tercero y el Grande se unieron para crear el actual lago. Entre 1996 y 2000 se crearon catorce charcas de pequeño tamaño para aumentar la biodiversidad del parque; fueron repobladas con anfibios y peces y actualmente en ellas también se reproducen algunas aves.

FLORA

LOS SOTOS Y BOSQUES DE RIBERA, son formaciones arbóreas muy diversas, con el común denominador de estar establecidas en los rellanos de fondos de valle, con acumulaciones de suelos aluviales, generalmente más fértiles que los del resto del parque y con humedad continua, proporcionada por la proximidad de las aguas freáticas ocupando en conjunto cerca del 6% de la superficie de la casa de Campo. En estas situaciones se desarrollarían tipos de vegetación dominados por árboles frondosos de hoja generalmente plana y caduca como son las fresnedas y las antiguas olmedas, choperas y saucedas y, potencialmente, las alisedas. De las formaciones más próximas a los cursos de agua, en sus mismas orillas, quedan restos alterados. Entre ellos se cuentan retazos de saucedas, constituidos por varias especies de sauces, sargas y mimbreras (Salix alba, Salix cinerea, Salix fragilis, Salix purpurea), las más intensamente intervenidas por el hombre mediante ocupaciones, cultivos intensos y alteraciones de los cursos de agua a lo largo de la historia. En zonas de este tipo en la Casa de Campo, concretamente en las proximidades del Manzanares y del arroyo Meaques, hay huellas de asentamientos humanos desde la prehistoria. Cerca de la confluencia de estos dos cursos se edificó la Casa de Vargas. Pero uno de los elementos más frondosos de las riberas, la aliseda, ha desaparecido completamente. Quedaban pequeños testigos de esta formación en el Arroyo de Pozuelo, al norte del parque, antes de la “avenida del año 1995 y de las obras realizadas para fijar su nuevo cauce. El deb aliso (Alnus glutinosa)ería recuperar su papel como árbol principal de las orillas de algunos cauces con curso de agua de continuidad asegurada. Otro elemento de las riberas que se encuentra en el parque es el taray, es arbusto con follaje de aspecto plumoso, relativamente abundante en las riberas movedizas del Manzanares. En el borde de lo que fue estanque de patinar, ahora una explanada desecada próxima al lago, queda un gran ejemplar de dos siglos y medio del antiguo encharcamiento. Algo más alejadas de las orillas de ríos y arroyos se extendían las alamedas, dominadas por especies del género Populus, los llamados chopos o álamos blanco s ( populus alba), de corteza clara y follaje blanquecino por el envés) y álamo negro ( populus nigra), de follaje más verde y corteza negruzca. .El follaje de los álamos en otoño toma un hermoso color amarillo que contrasta con los tonos más acres o rojizos de otras especies o con los verdes sempiternas de pinos y encinas. De las copas de los ejemplares femeninos se desprende en primavera una densa lluvia, o mejor nevada, de copos blancos. En los troncos de los chopos crece una seta típica, Agrocybe aegeritae, muy estimada como comesti Aún cerca de los cauces, pero extendiéndose por sus laderas, la olmeda constituía la formación arbórea más majestuosa. En efecto el olmo, Ulmus minar, formaba los bosquetes más frescos y umbríos, casi totalmente desaparecidos en los últimos años por los ataques de una enfermedad -provocada por el hongo Ceratocystis. Quizá la especie arbórea más representativa de los viejos sotos del parque sea el, fresno Fraxinus angustifolius, que se mezcla con las formaciones anteriores y es capaz de penetrar en las zonas bajas del encinar. Es un árbol de tronco grueso y copa amplia, cuyo follaje y ramón se han utilizado tradicionalmente como forraje para el ganado. Para este aprovechamiento eran sometidos a una intensa poda, quedando sus troncos desmochados, engrosados al fin por las cicatrices y los rebrotes de las ramas cortadas. Muchos de los fresnos de la Casa de Campo muestran haber sido “trasmochos” anteriormente. Quedan buenos ejemplares de la especie en toda la zona baja del parque, especialmente a lo largo del valle del Meaques. En El Zarzón , al suroeste del parque, hay

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID ejemplares notables por por su porte y sus dimensiones, alcanzando 24 metros de altura con troncos de más de 4 metros de circunferencia. La encina es indudablemente la especie arbórea más típica de la zona y encabeza como tallas espesas formaciones que debieron cubrir en tiempos remotos sus colinas. De la presencia histórica de la encina hay en el parque numerosos topónimos, como es el caso del Encinar de San Pedro y del Chaparral del Casón. Es la encina árbol longevo y corpulento, de copa amplia, con tronco recio y negruzco, y follaje duro, sombrío y persistente. En primavera se tiñe del color más claro de los nuevos brotes tiernos y muchos de los árboles se cubren de racimos péndulos de flores diminutas, dando a las copas un tinte ocre o amarillento visible desde lejos. El encinar actual presente en la Casa de Campo es, en su mayor parte, fruto de sucesivas siembras y plantaciones que prosiguen en la actualidad, si bien en una pequeña parte puede descender de algunas porciones de terreno sin desmontar o de encinas aisladas que sobrevivieron a las antiguas explotaciones agropecuarias próximas a la villa. El encinar ha pasado a ocupar el 16% de la superficie del parque, frente al 10% que ocupaba en el siglo anterior. Otra forma presente de encinar es el chaparral, agrupaciones arbustivas densas, formadas por espesas marañas de numerosos rebrotes que difícilmente llegarán nunca a ser árboles. En todo caso se trata de formaciones muy diferentes a un auténtico bosque de encina , las huellas de las podas y aprovechamientos seculares sólo nos dejan contemplar unos ejemplares más o menos mutilados, con un porte diferente al específico natural. La encina quizá más antigua de la Casa de Campo, junto al antiguo kiosco de La Manzana, no parece superar los 250 años y una altura de 20 metros. De mayor talla es la encina del Puente de la Culebra, cerca de El Zarzón, pues alcanza 25 metros de altura y 3,6 metros de circunferencia a 1,30 m del suelo. Las encinas del Batán, de 15 metros de talla, o de la encina del Trillo, con tronco de 6 metros de perímetro en su base son otros longevos representantes. En las mejores manifestaciones del encinar crecen otros árboles de su género, como el roble melojo (Quercus pyrenaica) con buenos ejemplares en el valle medio del Meaques, algún quejigo (Quercus faginea), e incluso alcornoques (Quercus suber), así como escasos arces (Acer monspessulanum) y piruétanos o perales bravos (Pyrus bourgeanus). Otras muchas especies arbóreas introducidas en el parque a lo largo de los tiempo pueden observarse todavía. Bajo el encinar, o en sus claros y bordes, crecen además espinos (Crataegus monogyna) de los que se conservan buenos ejemplares, endrinos (Prunus spinasa)~escaramujo (Rosa canina) retama (Retama sphaerocarpa) romero (Rosmarinus officinalis) olorosos tomillos (Tbymus mastichina y Tbymus zygis), esparragueras Asparagus acutifolius) frecuentadas en primavera por buscadores de espárrago madrugadores, siemprevivas (Helichrysum stoechas y Helichrysum serotinum) cantueso (Lavandulastoechas) vistosa planta que podría ser mucho más abundante en el parque, torvisco (Daphne gnidium) mata de larga floración, con corteza fina y tenaz, pero tóxica e irritante. En el sotobosque del Encinar de San Pedro, uno de los mejor conservados del parque, se encuentra la jara pringosa, ( Cistus adaníferus) y son otras plantas propias del encinar como el labiérnago (Phillyrea ) La abundancia de pinares en la Casa de Campo muestran la magnífica adaptación del pino piñonero al suelo arenoso y al clima seco y luminoso del parque. Tanto los viejos ejemplares de porte majestuoso como las masas más compactas de las repoblaciones, con el verde intenso de sus copas, prestan al parque contrastes de formas y de tonos con el oscuro encinar o con los colores más cambiantes de las frondosas que llenan los sotos o siguen los cursos de los arroyos. En primavera en el contorno de las copas de los pinos, densas y verdes, destacan los nuevos brotes blanquecinos apuntando al cielo. En otoño, tras las primeras lluvias, el suelo del pinar -aparentemente desnudo en buena parte- se cubre de un tapiz herbáceo entre el que pronto saldrán los cuerpos fructíferos de numerosos hongos , cuya búsqueda y recolección es una actividad que atrae a muchos aficionados. Aunque difícilmente se encuentran ejemplares de más de 200 años de edad, la presencia de la especie, e incluso de sus formaciones, es ya antigua en el parque y ha dado lugar a algunos de sus topónimos más abundantes, estables y conocidos. Así el Cuartel de los Pinos es una de las cinco zonas en que se divide el parque, añadida en 1848 a las cuatro que había; el Pinar de Siete Hermanas, citado en documentos antiguos, o el del Santo, los términos de Los Pinos, La


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Piñonera, caminos del Pinar Grande y del Pinar Chico, Plaza de los Pinos, Portillo de los Pinos, etc De la buena adaptación de la especie dan también testimonio los notables ejemplares que pueden encontrarse. Uno de los mejores pinares es el Pinar Chico, formado por árboles grandes y sanos. También el Pinar de Siete Hermanas , próximo al lago, está constituido por ejemplares de más de 25 metros de altura. Otro pino notable por su porte y dimensiones, con 25 metros de talla y tronco de 4,5 metros de circunferencia a 1,30 metros del suelo, se encuentra en el camino del Santo. En las inmediaciones del Puente de las Garrapatas puede verse también un pinar muy viejo.

FAUNA

En la Casa de Campo se han censado 133 especies distintas de vertebrados (87 de aves, 20 de mamíferos, 14 de reptiles, seis de anfibios y otras tantas de peces). Muchos de estos animales, como en otros parques, están acostumbrados a la presencia del ser humano, del que en muchos casos admiten la comida que les ofrece. Las principales aves que podemos encontrar en el parque son: paloma (zurita y torcaz), gorrión, urraca, pico carpintero, pito real, picapinos, estornino negro, carbonero, herrerillo, chochín, ruiseñor, oropéndola, verderón, verdecillo, jilguero, pardillo, curruca, mirlo... Entre los fresnos se encuentran abubillas y cárabos y en las riberas de los arroyos, el ánade azulón o real, la polla de agua, el pato cuchara, el porrón común y la focha común, que en años recientes han recibido ejemplares para reforzar las poblaciones del parque. Entre las aves migratorias que paran momentáneamente en el parque cabe destacar: ánsar común, curruca mosquitera, papamoscas, zorzal, lavandera blanca, gaviota reidora o martín pescador. También se encuentran cotorras argentinas, introducidas por el hombre como animales de compañía y que forman grandes nidos en la copa de los árboles. El conejo común, otro de los moradores habituales del parque Entre los mamíferos cabe destacar los conejos, liebres y ardillas. También hay topos, erizos, musarañas, murciélagos (común y rabudo), lirones careto y ratones. Los conejos fueron numerosísimos en siglos pasados, haciéndose cazas de miles de ejemplares para evitar que acabaran con la vegetación del campo, ya que sus depredadores naturales (zorro, turón, gineta y águila imperial ibérica) rara vez se ven por el parque, aunque sí en el cercano monte de El Pardo. También en algunas ocasiones pueden observarse jabalíes que, procedentes del citado Monte, pueden llegar a penetrar en la ciudad . Los principales reptiles son: lagartija (ibérica, colirroja, colilarga y cenicienta), lagarto ocelado, galápago (leproso y de florida, introducido por el hombre), salamanquesa y culebras (de cogulla y bastarda, que puede llegar a los dos metros de longitud). En cuanto a los anfibios destacan varios tipos de sapos (común, corredor y de espuelas), la rana común, el sapillo pintojo y el gallipato. Los peces que habitan el Lago son la carpa (común y su variedad royal), el percasol, el carpín, la tenca, el barbo, el pez gato y la gambusia. Entre los insectos destacan saltamontes y escarabajos. Mención a parte merecen los lepidópteros, que cuentan en el parque con un Centro de Divulgación y Conservación. A principios del siglo XX, en la Casa de Campo estaba representado el 30% de todas las especies de España, aunque desde entonces su número ha descendido en un 30%. En el citado centro se trabaja con 34 especies diurnas y 22 nocturnas de las más de 60 que hay actualmente en el parque.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID LUGARES DE LA MEMORIA Y PUNTOS DE INTERÉS HISTÓRICO · El Palacio de los Vargas El primitivo Palacio de los Vargas fue remodelado en tiempos de Felipe II por Juan Bautista de Toledo y en 1773 por Sabatini. Destruido durante la Guerra Civil, fue reconstruido con poco acierto, aunque en su fachada se sigue conservando un antiguo escudo. Acoge en la actualidad dependencias de la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento. En los años noventa del siglo XX se elaboró un proyecto de restauración del palacio junto con los jardines aledaños. En estos están situados los restos de la conocida como Galería de las Grutas, edificio subterráneo que se derrumbó parcialmente en el siglo X

Restos del antiguo Palacio de los Vargas

· Puente de la Culebra

· Obra de Francesco Sabatini, fue construido en 1782 por orden de Carlos III, siendo la obra artística más representativa de las que perduran en toda la Casa de Campo y un curioso ejemplo de arquitectura barroca italiana en Madrid. Probablemente es la obra más decorativa y menos funcional de todas las que construyó el arquitecto italiano en la Casa de Campo, pues estaba situado lejos de los caminos más transitados y además su escasa anchura sólo permitía el paso de personas, no de carruajes, razón por la que se conocía como “el puente Estrecho”. Sabatini construyó otros cuatro puentes, de los que sólo perduran el de la Agachadiza y el del Álamo Negro (antes llamado del Batán), con uno de sus tres ojos originales cegados y todo su estructura primigenia de ladrillo recubierta de cemento. · En 1780 Sabatini recibe el encargo de la construcción un conjunto de cinco puentes con albardilla de piedra sobre el arroyo Meaques, de los que solo perduran tres: el de la Agachadiza , el del Álamo Negro ( antes conocido como puente del Batán) y el de la Culebra . · El puente de la Culebra es la obra de mayor calidad artística existente en el parque. Inicialmente era nombrado como Puente Estrecho, aunque más tarde tomó el nombre de Puente de la Culebra por las formas ondulantes de sus pretiles. Su planta sinuosa condiciona todo el proyecto que está resuelto con una gran maestría de detalles constructivos, tanto en ladrillo como en piedra de granito. A pesar de que es relativamente sobrio en la decoración, puede considerarse un perfecto modelo del estilo barroco, digno de figurar en las antologías artísticas. · Si bien el conjunto de puentes y rejas de Sabatini podrían calificarse de arquitectura utilitaria o funcional, el puente de la Culebra sería una excepción. Es el menos útil de todos los puentes ya que está situado en una esquina del parque, fuera de las vías importantes, y además su estrechez no permite el paso de carruajes, por lo que el servicio que presta no es mucho mayor que el que proporcionan las piedras de un vado del arroyo. Esta auténtica joya de la Casa de Campo fue realizada por el placer del diseño, con la única función de ser gozo de la vista de los paseantes. En las inmediaciones del puente perduran restos de una posición de retaguardia del ejército nacional de la Guerra Civil de 1936. También está próxima la fuente del Zarzón construida en 1898, y cuya forma ha variado ligeramente, perdiendo los cuatro adornos en forma de piña que poseía. Es una de las pocas fuentes que se conservan anteriores a la 2? República, como igualmente le ocurre a la fuente de Rodajos. · El de la Culebra se encuentra en la zona conocida como El Zarzón, situada en el vértice suroeste del recinto. junto a la confluencia del camino de Prado Rodajos en su extremo sur y la carretera del Zarzón en su extremo oeste, donde una pequeña presa remansa las aguas del arroyo Meaques dando lugar al conocido como “Estanque Chico”, rodeado de zarzas y espesa vegetación. · El puente, que acabó recibiendo su actual nombre por la forma serpenteante de sus pretiles de granito, fue objeto en septiembre de 2003 de un acto de vandalismo, al ser sustraídos los diez pináculos de granito que adornaban sus pretiles, de los que sólo aparecieron tres en las inmediaciones. Al año siguiente, el ayuntamiento invirtió 32.000 euros en la restauración del puente y los pináculos desaparecidos fueron sustituidos por reproducciones.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO · · El Reservado Se conoce con este nombre a los jardines situados junto al palacete de los Vargas. Se dividen en el Chico y el Grande. El primero es visitable, con un horario restringido, aunque en su interior, rodeado por una tapia, sólo quedan los restos de las trazas de los antiguos jardines. Se puede observar en su interior uno de los Árboles Singulares” del parque, el conocido como Cedro del Reservado. También se encuentra aquí la Casa de la Castaña, que acoge en la actualidad dependencias municipales. La otra parte, El Reservado Grande, acoge en la actualidad unos viveros municipales y no es visitable. En el límite entre los dos recintos se encuentra el edificio de la faisanera utilizado en la actualidad por los viveros. · Puente del ferrocarril “Fue construido en 1860 a la vez que el ferrocarril y permitía salvar las vías del ferrocarril al camino de los Robles, que pasaba por las inmediaciones de la Casa de Vacas y continuaba tras pasar la carretera de Castilla hacia el norte de la posesión. Está realizado en ladrillo y granito. Consta de un solo arco de medio punto. Tiene similitudes constructivas con el Puente de los Franceses. No tiene pretiles, lo que le confiere gran ligereza. Debía tener barandillas de forja, que fueron violentamente arrancadas, ocasionando grandes desperfectos a las piezas de granito en que estaban fijadas”. · Huerta de La Partida Situada en lo que actualmente es el ángulo sureste de la Casa de Campo, la Huerta de La Partida original databa del siglo XVI y se creó para dar servicio al palacio de los Vargas, para lo cual se construyó el canal de riego denominado de La Partida, procedente del arroyo de Meaques, que por entonces pasaba próximo a esta zona aunque actualmente discurre entubado en este último tramo. Con el paso del tiempo la huerta perdió su función, sobre todo a partir del siglo XX. En 1928 se estableció sobre sus terrenos una parcela de experimentación de plantas medicinales. Dentro del plan de soterramiento de la M-30, en mayo de 2007 se inauguró una recreación de la zona, en la que se han plantado 837 ejemplares de árboles frutales ordenados en hileras. Entre éstos se incluyen nueve tipos: almendros, membrillos, perales, ciruelos, olivos, nogales, manzanos, moreras e higueras, cuyos troncos están pintados de cal como era tradicional antiguamente. El proyecto, que también incluye un arroyo de 480 metros, tuvo una inversión de 2’8 millones de euros. . LA CASA DE VACAS Ubicada junto a la carretera de Castilla es el único testimonio de una enorme vaquería edificada a mediados del siglo XIX para el abastecimiento de leche y carne a la Casa Real. Actualmente solo quedan las ruinas ya que fue destruida en la ofensiva a Garabitas, cuando la batalla de la carretera de la Coruña (diciembre 36-enero 37),en la que se produjeron combates por su posesión, cambiando de poder de uno a otro bando. Escenario de primera línea del frente durante la guerra civil, quedaría destruida en el transcurso de la contienda por los bombardeos republicanos (como La Faisanera y las iglesias de Rodajos y de La Torrecilla), permaneciendo sobre el terreno de fundación las huellas de sus cimientos y los arranques de los muros como único vestigio de su pasado esplendor, por lo que pertenece, dado su estado técnico de “ruina total”, más a la arqueología que a la historia de la Casa de Campo. Fue una instalación multifuncional que incluía vaquería y diversas explotaciones agropecuarias, amén de constituirse en telón de fondo de escenarios y parajes que funcionaron como cazadero con Alfonso XIII. Hoy día sólo es un montón desordenado de ruinas sobre un privilegiado otero, verdadera atalaya sobre el perfil y la colina histórica de Madrid y quizás el mejor mirador de la Casa de Campo. Descripción formal Perteneciente el que fuera excelente edificio de la Casa de Vacas a la historiografía documentada, sólo es factible hoy día referirse al estado real de sus ruinas: algunos montículos o promontorios que permiten su reconocimiento como vestigios de las fundaciones, cimientos, etc., del edificio; así como arranques de los muros de ladrillo y algunos refuerzos pétreos esparcidos. Las ruinas de la fuente remiten a un elemento mural en relación a un paramento de ladrillo y mampostería que fuera muro de contención de la Casa de Vacas, del que surgen de un caño las aguas que se vuelcan sobre una pequeña secuencia de vasos o piloncillos escalonados a modo de cuencos de granito con frentes semicirculares, dotados todos ellos de los respectivos caños, vertiendo finalmente las aguas a una estrecha acequia pétrea.

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75 ANIVERSARIO DE LA DEFENSA DE MADRID “La defensa de esa zona de la Casa de Campo quedó inicialmente encomendada a las tropas del comandante Enciso, pero fueron barridos de allí por la columna de Castejón el día 8-Nov36, cuando se hicieron con el cerro Garabitas. Los brigadistas intentaron en los días siguientes recuperar ese terreno pero no lo consiguieron. Finalmente, a partir del día 13 o 14 esa zona les fue asignada a los confederales (Durruti, Palacios, Mera etc...) y también anduvieron en combates hasta el final de la batalla, pero finalmente quedó en poder de los asaltantes. LA CASA QUEMADA “La valla de la Casa de Campo, en el cerro de Covatillas, tiene un portillo que comunicaba el Real Bosque con el camino de Aravaca, y en dicho lugar existía una casa de guarda con el nombre de Casa Quemada. Este lugar tuvo cierta importancia en la Guerra civil, pues era una de las alturas que protegían el cerro de Garabitas, lugar donde operaba la artillería nacional. Fue zona de frente desde Noviembre de 1936 hasta Enero de 1937, en que la zona quedo a retaguardia tras la modificación de las líneas de frente que se produjo tras la batalla de la Carretera de la Coruña. Fue una posición muy disputada, que cambió tres veces de mano. En este sector operaba la columna anarquista de Cipriano Mera, que llegó a ser figura relevante del ejército republicano. Perdura un importante conjunto de trincheras del ejército franquista, que evocan aquellos días turbulentos. La Casa Quemada, fue ocupada y abandonada, el día 1 de Diciembre de 1936, por la XII Brigada Internacional, concretamente el batallón Dombrowski, situado en Aravaca, a partir del día 29 y la Brigada “X”, del comandante Palacios. El fracaso de Garabitas. Se encuentran restos de ladrillos y trocitos de muro , de la Casa Quemada. La posición republicana, a escasos metro, enfrente, donde hoy en día, existe una gran antena de telefonía. IGLESIA DE LA TORRECILLA Obra de Francisco Sabatini, construida entre los años1784 y 1788, sobre un pequeño cerro al norte del estanque grande, que se llamaba de la Torrecilla, por la existencia de un edificio del siglo XVI, DE PLANTA CUADRADA Y CON UNA PEQUEÑA TORRE EN EL CENTRO. Era de cruz latina con el crucero muy ancho, la nave central coincide con la capilla de los Pazzi de Florencia. Diseño mediante una trama de triángulos equiláteros .A la vez que la iglesia se construyo el CEMENTERIO DE LOS EMPLEADOS, La iglesia fue definitivamente destruida en Abril de 1937, en el transcurso de la dramática OPERACIÓN GARABITAS, así como también el Cementerio. LA CURVA DE LA MUERTE Y LA PASARELA DE LA MUERTE “El día 5 de noviembre de 1936 , 18 de nuestros tanques intentaron cruzar el río Manzanares quedando casi todos embarancados en su lecho arenoso, poco después se ordenó a la infantería cruzarlo al asalto y saliendo al descubierto con el agua en las rodillas y atacando la orilla opuesta con bombas de mano conseguimos cruzar tomando de inmediato los primeros edificios de la Ciudad Universitaria...” Así comienza la descripción del Gral. de Brigada de Ingenieros Jose Maristany Gonzalez de la toma de Madrid y de los casi 20 puentes que se llegaron a construir en el mismo tramo del Manzanares denominados “las pasarelas de la muerte” y que como consecuencia de la construcción del carril bici ha salido al descubierto hace unos meses.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO Sirvió para avituallar a las tropas de Franco en la Ciudad Universitaria. Uno de los principales testimonios de la Guerra Civil en la ciudad, el tablero del disputado puente conocido como la pasarela de la muerte, al que se daba por completamente destruido tras la contienda, ha aflorado de manera casual en la margen derecha del río Manzanares, a la altura de la tapia del Club de Campo. Este cruce del río, de apenas una veintena de metros de longitud por tres de anchura, que se desplegaba entre ambas orillas de la corriente de agua, llegó a ser hasta 20 veces destruido y otras tantas reconstruido en las numerosas ofensivas que soportó entre noviembre de 1936 y la primavera de 1937. Su función era la de garantizar el avituallamiento de las posiciones de vanguardia avanzada establecidas por el ejército de Franco en la Ciudad Universitaria, acceso impedido por el valladar natural del Manzanares. Para garantizar el aprovisionamiento de tropas y material, el río debía o bien ser vadeado -misión entonces imposible por ocupar las tropas republicanas toda la margen fluvial izquierda y gran parte de la derecha- o bien ser cruzado por el frágil trecho donde se hallaba tendido. Batido permanentemente por la artillería republicana, ligera y pesada, incluso hostigado por la aviación, contaba con dos repechos soterrados que lo fijaban a las riberas y permitían acceder a él a tropas, vituallas e incluso tanquetas. Por su importancia, recibió fuego en tan gran medida que sólo era cruzado en la oscuridad de la noche y llegó a adquirir diferentes configuraciones. Documentos de la época lo ubicaban en un lugar indeterminado con la única referencia del

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antiguo muro mampostero de la Casa de Campo, que hoy pertenece al Club de Campo. Cuando en la primavera pasada fue inaugurado el túnel de la M-30, se produjo un enorme aguacero que inundó la propia vía recién modificada. Al retirarse las aguas surgió el tablero hormigonado que, con las obras iniciales de explanación de la M-30, había quedado soterrado.


MARCHA AL FRENTE DE LA CASA DE CAMPO TODA ESTA DOCUMENTACIÓN HA SIDO SACADA DE LAS DIFERENTES PÁGINAS WEBS, LIBROS, ETC, .REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: - http://es.wikipedia.org/wiki/Casa_de_Campo datos geológicos, fauna y flora. - http://www.lacasadecampo.net/ página web de Jorge Calvo - ARTCULO DE HISTORIA Y VIDA Nº55 DE GREGORIO GALLEGO(anarquista) SOBRE LA DEFENSA DE MADRID. -ARTICULO DE EDUARDO HARO TECGLEEN SOBRE EL 6 DE NOVIEMBRE Y LA DEFENSA DE MADRID. -LIBRO DE LUIS DE VICENTE MOLINA: LA CASA DE CAMPO:PARQUE HISTÓRICO. -GUIA DE GEFREMA: FRENTE DE LA CASA DE CAMPO.DE ANTONIO MORCILLO -REFERENCIA NO IDENTIFICABLE(aunque nos parece en la linea histórica de Julio Aróstegui) - http://www.ucm.es/info/hcontemp/madrid/madrid%201936.htm Realizada por: Rosa Ana González Pueyo, Juan Manuel Lafora Maside, Francisco Raúl Moral Espejo.

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http://nuestramemorianuestralucha.blogspot.com/ nuestramemorianuestralucha@gmail.com


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