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Un coloquio donde se habló de estrategias en nutrición de suelos
Bajo el lema "¡Al gran suelo argentino, Salud!", el Simposio FERTILIDAD 2023, que organizó la Asociación Civil Fertilizar, brindó una agenda completa que, entre otros temas, abordó el manejo responsable de los nutrientes y las brechas de rendimiento que deben achicarse al hacer bien las cosas.
En el Centro de Convenciones Metropolitano de Rosario, los días 10 y 11 de mayo asistimos al Simposio Fertilizar, en lo que fue el gran reencuentro de la cadena de valor luego de cuatro años sin realizarse en forma presencial, convocando a casi 2.000 asistentes.
La gerente ejecutiva de Fertilizar AC, María Fernanda González Sanjuán, afirmó que el encuentro, que reúne a más de 2.000 personas entre asistentes presenciales y los seguidores vía streaming, apunta a “formarnos para hacer la mejor agronomía posible” y resaltó que el lema se basó en el “sentimiento de arraigo” que dejó el “Mundial 2022”, que se traslada a nuestro suelo.
Seguidamente el director académico del Simposio, Dr. Fernando García, destacó que el concepto mundial de “una salud” comienza con la sanidad del suelo y que culmina en la salud humana y del ambiente, en donde “los nutrientes juegan un rol muy significativo” para mejorar la cantidad y calidad de los alimentos. En tanto advirtió que en el caso del suelo “hemos fallado en el cuidado y tenemos que trabajar desde el punto de vista del manejo del mismo”. García planteó “cuatro pilares de manejo para cuidar y proteger el suelo”: la rotación de cultivos, la siembra directa, la realización de cultivos de cobertura y la nutrición balanceada.
Hacia dónde ir
Uno de los disertantes destacados fue el Dr. Patricio Grassini, de la Universidad de Nebraska (EE.UU.), quien compartió las bases de “Hacia dónde debemos pensar la agricultura” apuntando hacia la “intensificación sustentable de los sistemas de producción”.
Dijo que en la actualidad la brecha de rendimientos -el resultado de cosecha versus el potencial-, “está menos limitada por el aporte de agua y más por el manejo” que realiza el productor, haciendo la salvedad de que no hablaba del reciente caso de Argentina que padeció una de las mayores sequías de su historia agrícola.
En este sentido Grassini explicó que “hay una brecha de rendimientos muy grande para explorar a través de la intensificación de los sistemas de producción”, evitando de esta forma “la expansión de cultivos a expensas de sistemas que debemos preservar”. Y enfatizó que “hay un doble desafío de producir más en las tierras ya cultivadas, pero justificando las prácticas de manejo”.
El ingeniero agrónomo graduado en la UBA enumeró como “lista de metas”: alcanzar rindes promedio de 80% respecto del potencial; mejorar en eficiencia de agua, nitrógeno y energía; reducir los GEI; la rentabilidad; incrementar la productividad; mantener el incremento de los stocks de carbono y nutrientes; el manejo integrado de plagas; y tener objetivos de biodiversidad.
Grassini alertó que “los sistemas de producción están bien por debajo de alcanzar el 80% del potencial de rindes por falta de nutrientes, manejo inadecuado, impacto de las malezas, insectos y enfermedades”, situación que alcanza específicamente a la Argentina, que es uno de los países que menos nutrientes repone tal cual figura en el Atlas Global de Brechas que elabora la Universidad de Nebraska relevando 70 países.
Como mensajes finales, Grassini dejó los siguientes: “aumentar los rindes y reducir el impacto ambiental negativo de la agricultura actual; apuntar a obtener rendimientos del 80% del potencial; priorizar opciones que contribuyan a las
En Rosario
metas de intensificación sustentable; y analizar datos de los productores y sus suelos, porque las opciones para cerrar la brecha no pasan por las tecnologías de insumos, sino por el conocimiento y la creatividad”.
Claves, en suelos cada vez más pobres
Un panel moderado por el investigador Juan Pablo Monzón del CONICET, abordó la temática de las brechas de rendimiento en los principales cultivos extensivos de Argentina.
El Ing. Agr. José Andrade, especialista de la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (FAUBA), dio a conocer los datos de un estudio basado en modelos de simulación de cultivos y datos de campo que realizó junto a su equipo de colaboradores, en el que estimaron la brecha existente entre los rendimientos potenciales y reales, en las principales zonas productoras de soja (primera y segunda), maíz (temprano y tardío), girasol y trigo del país, tanto en la frontera agrícola como en la región núcleo, en doce zonas climáticas, considerando la influencia de la napa.
“Los rendimientos promedio en campos de productores suelen estar muy por debajo del potencial debido a factores que los limitan y reducen, como la deficiencia de nutrientes, la competencia de malezas y el daño causado por insectos y enfermedades”, repasó Andrade. También influye la concentración de dióxido de carbono atmosférico, la temperatura, la radiación solar, el balance hídrico, tipo de suelo y el manejo.
Según indicó el experto, “un productor con buen acceso a insumos, mercados y conocimientos técnicos podría al-
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