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¿Por qué insistimos con el manejo responsable de nutrientes?
Un panel de lujo para hablar de "Aspectos básicos de las decisiones de fertilización y la exposición de ensayos y respuesta de distintos cultivos a diversas estrategias de fertilización".
En este marco, el Ing. Agr. Martín Diaz Zorita, docente de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), explicó cómo responden distintos nutrientes cuando se incorporan al suelo y su influencia en la fotosíntesis.
Respecto de la importancia de fósforo (P), recordó que “un nivel adecuado de fósforo fortalece y aumenta la cantidad de raíces y que un nivel deficitario implica raíces más chicas y que exploran menos, situación que afectará el desarrollo del cultivo”. Y agregó que, en general, “la nutrición hace a la mejora del crecimiento y al proceso ligado al desarrollo de los cultivos”. También señaló que “existen muchas herramientas para recomendar aportes de fósforo al suelo”.
Por otra parte, explicó que “en la Argentina es creciente el uso de fertilizantes, pero acompañando a la producción agropecuaria, manteniendo una estrategia moderadamente conservadora. Pero no por encima de las demandas. El nivel del uso de los fertilizantes no es excesivo y están muy lejos de la mejor aplicación recomendada por las tecnologías de fertilización disponibles”.
Díaz Zorita fue contundente al describir una realidad de la agricultura argentina: “Más del 80% de las decisiones de fertilización se toman copiando lo que hice el año pasado o lo que canzar entre el 70 y 80% del potencial, aunque más allá de este nivel sería difícil lograr incrementos de rendimiento de manera rentable con las tecnologías existentes”.
De acuerdo con el estudio, para el caso de un trigo en Tandil, los rendimientos logrados a nivel de partido se ubicaron en 3,5 toneladas por hectárea en promedio, mientras que los rindes potenciales, sin limitación de agua, llegaron a 6,7 toneladas, es decir que la brecha fue del 52%.
“Llevar los rendimientos logrados actualmente al 80% de su potencial en secano, en la superficie actual, significaría que en maíz podríamos estar hablando de 80 millones de toneladas de producción anual a nivel nacional”, aseguró hacen los vecinos. Utilizamos técnicas de fertilización que tienen 10 años junto a híbridos lanzados hace solo 2 años. Hay mucho para mejorar y pocas decisiones se toman con datos ciertos del lote para las que se toman. Vamos rápido en adaptar los cultivos a regiones, pero la nutrición sigue esperando que los productores se actualicen con sus prácticas”.
Y recordó, una vez más, un concepto que sigue siendo clave: “El punto de partida sigue siendo el análisis de suelo, que solo abarca el 30% de los lotes. Mucho más que hace 10 años. Falta mucho, pero estamos mejor”.
Pero al mismo tiempo amplió el concepto. Dijo que “el punto de partida del diagnóstico es la ambientación. Cuando llevamos una muestra al laboratorio se homogeniza. Tenemos indicadores de suelo que predicen a dónde estamos; hay que priorizar los ambientes al tomar decisiones de fertilización”, propuso.
Díaz Zorita precisó que los indicadores de fertilidad ayudan a planificar. “El análisis interroga al suelo para saber cómo está y poder atenderlo”. Y explicó que, aunque la incorporación de fertilizantes del país es creciente, el esfuerzo que está haciendo el suelo, con sus propios nutrientes disponibles, también lo es.
Díaz Zorita señaló que el N y el P no pueden determinarse en el modelo de planificación a seguir. “Son mayoritariamente limitantes de la producción de todos los cultivos y sistemas, al igual que el S y el Zn”, mientras que las deficientes del B y K se dan en lugares muy estratégicos.
Dijo que hay que tener en cuenta el lugar correcto de aplicación, utilizando el agua de lluvia, que “nos tiene que acompañar cuando aplicamos el fertilizante en el suelo, lo que va a determinar momen- tos y decisiones” al respecto.
Andrade. En trigo sería posible llegar a los 30 millones de toneladas, en soja a 60 millones de toneladas y en girasol a 4 millones de toneladas de producción al año.
Luego, el Ing. Agr. Nahuel Reussi Calvo, especialista de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata e investigador del CONICET, analizó que, “en la actualidad, se registra una mayor demanda y una menor oferta natural de nutrientes en los lotes de producción agrícola argentinos y que la respuesta a la nutrición varía con la condición de salud del suelo”. Asimismo, señaló que la contribución de la nutrición aumenta con los años de agricultura y que la reducción de las brechas de rendimiento se obtiene por un efecto combinado de la disponibilidad de nutrientes y la mejora en la salud edáfica.
También agregó que “siempre que manejamos nutrición hablamos de agronomía preventiva. Tenemos pendiente la materia de acordarnos que estamos haciendo prevención en la oferta de nutrientes, para que haya mayor producción desde el crecimiento del cultivo. Esos esquemas cambian según cada región, que debe profundizar mucho (sus conocimientos) al momento de tomar la decisión de cómo fertilizar”.
Por último, señaló que finalmente se decide con cuántos kilos se fertilizarán un lote. La determinación de la dosis requiere mucha información adicional. Y en este sentido, puntualizó que “hay grandes desafíos que pasan por la ambientación”.
“La nutrición es condición necesaria pero no suficiente”, advirtió Reussi Calvo, al tiempo que destacó la importancia de hacer un diagnóstico y monitoreo de nutrientes adecuado y considerar las interacciones entre las distintas prácticas de manejo que afectan su disponibilidad.
“Los rendimientos de los principales cultivos extensivos de Argentina y, por ende, la demanda de nutrientes se ha incrementado en los últimos 20 años. La tasa de crecimiento de la producción total de granos alcanzó 4,17 millones de toneladas por año como consecuencia de la mayor participación del cultivo de maíz, sin embargo, en la actualidad existe una brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables en secano que se ubican entre el 35% al 50%”, contó el ingeniero.