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Se abre la ventana del nuevo ciclo triguero
Desde INTA Rafaela proponen algunos aspectos claves y estrategias para esta campaña fina, que ayudarán a minimizar los riesgos productivos.
Por Lucía Rosetti
Apocas semanas del inicio de la campaña de fina, la Bolsa de Cereales informó que la intención de siembra refleja un aumento del área de trigo como consecuencia de una transición del escenario climático global, luego de tres campañas consecutivas con fase "Niña", a un establecimiento de una fase "Niño" (IRI, 2023) durante la primavera, además de una mejor relación insumo/producto, debido a una baja en los costos de los insumos claves para la producción como fertilizantes y herbicidas (Bolsa de cereales, 2023).
Se proyecta una superficie probable de siembra de 6,7 Mha (Bolsa de cereales, 2023), que representa un incremento de casi el 10% en relación a la campaña anterior. Sin embargo, en la zona núcleo se prevé una caída desde un 15% a un 60% de la intención de siembra ante pronósticos de falta de precipitaciones que permitan la recarga de los perfiles (Bolsa de comercio de Rosario, 2023).
Dado el escenario descripto y considerando la fuerte dependencia del trigo de la oferta inicial de agua (reserva edáfica y lluvias de otoño), desde INTA Rafaela proponemos tener en cuenta algunos aspectos claves para esta campaña triguera, que minimizar los riesgos productivos.
Ambiente (lote)
El ambiente es el factor que explica en mayor medida la variabilidad en el rendimiento, por ello es clave, a la hora de tomar una decisión de siembra, la elección y caracterización del lote, analizando no sólo su aptitud de uso sino también sus condiciones físicas y químicas. Otro factor relevante es el conocimiento, cercano a la fecha de siembra, del contenido de agua útil del perfil del suelo. Villar (2010), indicó, para el centro de Santa Fe, que la estimación inicial de agua útil al metro de profundidad sumado a la expectativa de precipitaciones durante macollaje permiten estimar, al inicio de la campaña, los rendimientos probables de trigo a obtener. El período de recarga del perfil para la zona centro ocurre durante los meses de marzo a mayo, dependiendo de las lluvias que se registren y la eficiencia de su aprovechamiento-infiltración (Villar, 2010). En Rafaela, durante los meses de marzo y abril de 2023 se registró una precipitación acumulada de 280 mm, que indudablemente contribuyó a mejorar las reservas de los perfiles. Sin embargo, éstas, no habrían sido suficientes para tener expectativas de rendimientos regionales normales (120-150 mm/m). Cabe resaltar, además, que el régimen de lluvias invierno-otoñales en la zona es escaso e irregular, con una probabilidad de ocurrencia de eventos pluviométricos normales de 50 mm para el mes de mayo, por lo que la posibilidad de una mejora importante en las reservas es poco probable. Además, el aporte de la capa freática será nulo debido a que la misma se encuentra a más de 4,0 m de profundidad.
Elección de la fecha de siembra
Para la zona centro de Santa Fe las fechas de siembra (FS) posibles se extienden desde mediados de mayo a principios de julio.
La correcta elección de la FS es clave ya que determina el momento de ocurrencia del período crítico del cultivo (se ubica 20 días antes de antesis y los 10 días posteriores). Lo ideal es posicionar al mismo en un momento donde las temperaturas sean lo más frescas posibles, que exista el mínimo riesgo de ocurrencia de heladas (<10%) y las condiciones hídricas sean favorables. Para el centro santafecino, lo ideal es que la antesis -floración- ocurra luego del 21 de septiembre (fecha promedio de la última helada).
La FS también tendrá incidencia directa sobre la oportunidad de ocurrencia del período de llenado de los granos. Rosetti y Zuil (2021), determinaron que temperaturas umbrales por sobre los 30°C durante el llenado de los granos generan un impacto negativo sobre el peso de los mismos (Gráfico 1), por ello la floración debería ubi>> carse hasta el 12 de octubre, que aseguran temperaturas moderadas en esa etapa del cultivo.
Entre las FS posibles de realizar en la región centro de Santa Fe, las de principio de junio maximizaron el rendimiento del cultivo en los diferentes ambientes ocurridos entre 2008 y 2019 (Gráfico 2), debido a que el cultivo alcanza floración con una adecuada biomasa que permitiría, bajo condiciones fototermales favorables (alto coeficiente fototermal), una mejor partición de asimilados a los granos. Estas siembras tienen un buen comportamiento en ambientes de bajo como alto potencial. Por otra parte, las siembras de mayo se comportan un poco mejor en ambientes menos favorables, pero mejoran su comportamiento en la medida que el mismo aumenta mejora. En contraste, las fechas más tardías son menos plásticas, pero con el ciclo adecuado y en ambientes de alto potencial, pueden ser una respuesta en años específicos (año niño, napas altas, etc.).
Densidad de siembra
Establecer una densidad adecuada en cada sitio depen- derá de la FS seleccionada y de la capacidad de macollaje de la variedad. A medida en que se retrasa la fecha de siembra, es aconsejable aumentar la densidad, en orden de lograr una rápida cobertura del suelo. Para nuestra zona se utilizan densidades entre 250 y 350 plantas m-2, para siembras de mayo y julio, respectivamente.
Elección de la variedad
Entre el 8 y el 21% de la variabilidad de resultados de una campaña es explicada por la combinación de variedad, fecha de siembra, espaciamiento entre hileras y la densidad (Brach et al, 2018). Por este motivo, la correcta elección del genotipo de trigo en el ambiente en que se va a producir es uno de los factores más importantes que definen el rendimiento y una de las prácticas de manejo a tener en cuenta a la hora de lograr un exitoso planteo productivo y un mejor aprovechamiento de los recursos ambientales.
Conocer la productividad media (adaptación) y probables variaciones (estabilidad) de las diferentes variedades, forma parte de la información básica para reducir error al seleccionar los cultivares (Zuil, 2017). Rosetti y Zuil (2020), evaluaron la estabilidad y adaptabilidad de diferentes variedades de la Red de Evaluación de Trigo (RET) en cinco campañas (2014-19) en diferentes FS. Para la FS de mayo las variedades presentaron una buena estabilidad (Gráfico 3), a excepción de Algarrobo (3). Las variedades ACA 360, Buck Bellaco (4), Klein Serpiente (5) y Buck Destello (8) expresaron un mejor desempeño productivo en ambientes de menor potencial, mientras que MS INTA 116 (7), Klein Huracán (9) y Klein Mercurio (10), alcanzaron mejores rindes en ambientes de alto potencial, pero menores en ambientes de bajo potencial.
Para siembras de mediados de junio (Gráfico 4), se observa que las variedades Floripan 100 (15) y SN90 (16) presentaron un buen desempeño en ambientes de alto potencial, pero alta inestabilidad. Los cultivares Buck Saeta (5), Klein Liebre (6), Klein Nutria (7), SY 330 (11), tienen un rendimiento promedio igual a la media y son medianamente estables mientras que ACA 602, presenta una buena estabilidad y es una variedad de buen desempeño en ambientes de alta calidad. Por otra parte, Klein Proteo (8), MS INTA 815 (10) y Klein Prometeo (14) presentan una adecuada estabilidad y son variedades de buen comportamiento en ambientes malos.
Otra característica a considerar es el largo del ciclo, este no condiciona el rendimiento por sí mismo, sino que depende de su combinación con la fecha de siembra. Ante retrasos en la fecha de siembra se seleccionan cultivares de ciclo más corto, lo que permite que el período crítico ocurra en el momento de condiciones climáticas favorables.
Finalmente, el comportamiento sanitario, es otro caracter a tener en cuenta, sobre todo en esta campaña con pronóstico con lluvias primaverales superiores a las normales. Existen en el mercado variedades con diferencias muy marcadas en su perfil sanitario, es decir en su comportamiento frente a enfermedades. Se debe considerar variedades con buen comportamiento frente a enfermedades sobre todo de hoja para disminuir o evitar costos por aplicaciones de fungicida.
Fertilización
El nitrógeno (N) es el nutriente que con mayor frecuencia limita el rendimiento del cultivo de trigo, y además es un factor fundamental para determinar la calidad del grano, especialmente el contenido de proteína bruta
(PB). Es por esto que un correcto manejo de la fertilización nitrogenada (dosis, fuente, momento) contribuye a un mayor rendimiento y calidad del grano producido (Orcellet y Battista, 2021). Desde INTA, recomendamos realizar un análisis químico que permita conocer los niveles de materia orgánica (MO), pH y la disponibilidad de nutrientes como nitrógeno (test de N-NO3) y fósforo. Especialmente pensando, que los valores de estos últimos servirán de ayuda para el planteo de una estrategia de fertilización eficiente, adecuada, por supuesto, a la expectativa de rendimiento, considerando que los umbrales de suficiencia varían según la zona, el sistema de labranza y el rendimiento objetivo (Calviño et al., 2002; Fontanetto et al., 2005).
Consideraciones finales
Correcta elección y caracterización del sitio productivo (ambiente).
Aguardar a una buena recarga del perfil del suelo para sembrar de manera de lograr una buena implantación del cultivo. Resulta conveniente un muestreo inicial de agua útil que además puede servir como herramienta de estimación de los rendimientos probables.
Seleccionar, para las actuales condiciones, FS que proporcionen estabilidad de rendimientos.
Asegurar que el ciclo de madurez del cultivar sea adecuado a la FS elegida.
Ajustar la densidad a la FS, al cultivar y a al objetivo productivo.
A la vista de los recientes pronósticos de mediano plazo al momento de seleccionar las variedades que posean un buen comportamiento sanitario. Si se posee la semilla hacer evaluar las condiciones de almacenamiento y limpieza y hacer una prueba de poder germinativo. A la siembra recomendamos utilizar curasemilla para erradicar cualquier posible inóculo de la enfermedad y lograr el establecimiento de un cultivo más uniforme.
Realizar un análisis químico previo a la siembra para determinar un eficiente planteo de fertilización.
Monitorear el cultivo durante todo el ciclo, sobre todo para enfermedades.